Miguel Martínez Barradas - La Pared Del Laberinto

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La pared del laberinto:

Ceniza y destierro
2
La pared del laberinto:
Ceniza y destierro

Miguel Martínez Barradas

miguelmartinezbarradas@gmail.com

BENEMÉRITA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE PUEBLA


Dirección de Fomento Editorial

3
BENEMÉRITA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE PUEBLA
José Alfonso Esparza Ortiz
Rector
René Valdiviezo Sandoval
Secretario General
Flavio Guzmán Sánchez
ED Vicerrectoría de Extensión y Difusión de
Cultura
Ana María Dolores Huerta Jaramillo
Directora de Fomento Editorial

Primera edición: 2014


ISBN: 978 607 487 788 5

D.R. © Benemérita Universidad Autónoma de


Puebla
Dirección de Fomento Editorial
2 Norte 1404
Teléfono: (222) 2 46 85 59, Fax: 2 46 85 96
Puebla, México

Impreso y hecho en México


Printed and made in México

4
Roberto,

Lupita,

Isaac.

La única trinidad posible.

5
PRÓLOGO

La pared del laberinto; ceniza y destierro, de Miguel Martínez


Barradas, es la meditación trascendente de un hombre del siglo
XXI con ancla en la antigüedad: sintaxis depurada,
intertextualidad prolija, ritmos e imágenes altamente
deliberados. Es el libro de un joven autor que, no obstante, se lee
maduro, en posesión de su habilidad estilística, consciente de su
pertenencia a una tradición y orgulloso de sus influencias
literarias y filosóficas. La estructura interna del poemario
consiste en cuatro capítulos (La sangre del mundo; Deseo de
completud; Ser y parecer; y Post scriptum) que a manera de
piedras angulares son el soporte de la alta torre de su ambición
literaria, misma que nos hace recordar aquel poema polémico y
deslumbrante, como todo lo suyo, de Rubén Darío: “¡Torres de
dios! ¡Poetas! …Pararrayos celestes…Rompeolas de eternidades…”

Los grandes temas de Miguel son: el conocimiento hermético;


la metafísica del ajedrez; el garabato de la muerte; el fantasma de
la identidad; la estafa de la religión; el menage a trois del cielo, la
tierra y el infierno; el hipotético sentido de la vida; la inaudible
canción de los amantes; la exploración metatextual; la blasfemia
liberadora; el tópico circular del odi et amo de Catulo; y la
iluminación a través del koan y del aforismo. Este primer libro
de Miguel es la raíz del árbol: todo lo futuro surgirá de estas
páginas primigenias. Ese dios que increpa le ha entregado el
fuego de la poesía, la luz de la palabra en libertad. A cambio,
escribe versos de cuidada sintaxis y evocadoras imágenes: “En la
ascensión / irreversible / el símbolo / es la patria / a la que el
iniciado regresa”.

RENÉ AVILÉS FABILA


6
I

La sangre del mundo

(Hermann Hugo,
“Sin nombre”, Gottselige Begierde, MDCXXII)

7
8
6 Diablo Bestia
Aquí hay sabiduría
Bestia Seis Bestia
6 Diablo 6
6 Bestia 6
Diablo 6 Diablo
Bestia Diablo Bestia
Seis Bestia Seis
Seiscientos Sesenta y Seis

Cinco Luzbel 7
Satán 6 Lucifer
Pentagrammatón
Hexagrammatón
Heptagrammtón

En el día hablo
Con luz bélica
El Arcano XV
No cesa de mirarme

Numeri sumus

9
Y el premio por mejor actor
es para todos nosotros
que hacemos ruido al masticar
azotamos la cuchara del café
atendemos el zumbido de una mosca
y pegamos contra la transparente realidad
para no escuchar
que la muerte
ya
está
aquí

10
Peón al fondo,
¿cuánto avanzó?
¿seis escaques?
detrás
el hedor
de la muerte

El límite
no termina
la sangre

Peón al fondo
transmutado
renacido

Limitadas opciones
dama
torre
caballo
alfil
no hay más

11
No hay rey
ni cambio de bando
en esta tierra
siempre se es un peón

No importa la corona
ni las creencias
cuando se atraviesa el campo
la muerte
seduce

Una mano invisible


nos domina
obliga a matar
vida
ajedrez
arte de la destrucción

12
Peón al fondo
coronado
regresa a la batalla
pretende ser otro
menos miserable
asesino de segunda línea
vuelve
una y otra vez
a los exquisitos campos verdes
en los que la muerte brota
bajo un cielo apretado de claroscuros

Las piezas
los hombres
avanzan
con una soga en el cuello
la muerte
imprecisa
llegará cuando la invisible mano
–¿la mano dios?
¿una pieza jugando a ser dios?–
los traicione
haciendo tirar del otro extremo de la soga

13
Piezas mudas
torpes
infinitos movimientos
ejércitos condicionados
el rey
es peón
de su dueño

Esperanza
llegar al fondo
coronarnos
en la forma somos algo
desnudos
polvo
polvo no enterrado
polvo que vuela en el aire
y termina en la caja
donde somos iguales
bajo la hoz
los reyes y los peones
no existen

14
Peón al fondo
peón transmutado en dama
peón de polvo

Nada

15
Ahora que somos menos
hay que amarnos más
la hora se achica
y la piel dibuja surcos
en los que se atora el polvo
de los que ya no están

Ahora que somos menos


hay que comenzar a hablar
a buscar la palabra incierta
que ha de sacarnos
de esta pared de huesos
del laberinto que con uno menos
se enfría más

El muro de cráneos sobre el que hoy caminamos


es la cosecha del amor sembrado

16
La casa se resumió a un zumbido
de atronadores vitrales hirientes.
Cielo, estallido constante.

Pies descalzos sobre la fría loza


que se funde con la herida hierba.
Suelo, islas cortantes.

El aleteo calcinante de un arcano


de afilados rayos alfileres.
Memoria, espejismo de polvo.

El ardiente trago de alcohol


de una vida que se va entre las manos.
Voz, pasado sin presente.

En el recuerdo
de un sol sin nombre
de un sol herido
somos memoria.

Somos recuerdos
del provenir.

17
Hay muertes que son necesarias,
como la de los malos,
como la de los enfermos,
como la de los que están aburridos
y no hacen otra cosa que no sea quejarse.

Hay muertes que son necesarias


para que podamos seguir viviendo,
como las muertes de aquellos ‘yos’ que fuimos
y de los que ya no queremos saber nada,
esos ‘yos’ rancios y enmohecidos
que se quejaban por estar aburridos,
esos ‘yos’ mal habidos que fingiendo amor
eran suicidas en potencia.

A esos ‘yos’ y a esos muertos


es mejor ya no pensarlos,
evitar a toda costa darles el gusto
de siquiera vivir en la memoria.

18
Pero hay otras muertes que también son necesarias
como la de aquello que se ama
y que con su huida podemos ser otros ‘yos’,
que no se quejan
que no se aburren,
que son dignas de ser recordadas
y de tener una veladora en el altar de la memoria.
A esos muertos hay que llorarles,
hay que rezar por ellos para que nos guíen
en este mundo donde todos nos morimos.

Hay muertes que son necesarias,


la del padre, la de la madre, la del amigo, la amada y
el hermano,
la de todo aquello que amamos
y que preferiríamos abandonar esta tierra
antes de verlo consumido por el tiempo,
por el olvido de los que se aburren.

Hay muertes que son necesarias,


pero que hoy es mejor que no tengan una veladora.

19
Me acostumbré a tu presencia,
a renunciar al último bocado,
a sortear el camino,
a verte sin buscarte,
a tu olor picante,
a tu respiración profunda.

Detrás mío aún siento el peso de tus ojos,


tus caninos salpicantes,
el vaivén de la felicidad perpetua.

¿Qué hiciste?
¿En qué te equivocaste?

La penumbra infla mis pulmones


y donde antes descansaba la vida eterna
hoy se posa la blanca luna
que se opone
al melancólico anuncio
del Cirio Pascual.

20
No se puede matar
sin dañar una estrella.
Como arriba es abajo
como abajo es arriba.
¿Puedo pedir misericordia
ahora que me he convertí
en Tánatos?
¿Quién soy para quitar una vida
y pedir que no hagan lo mismo conmigo?
En mi mano aparece un punto.
Hoy arrebato, mañana me despojan,
me ofrecí al mundo y sus centros.
¿Qué mano se manchará
con mi sangre?
¿Qué estrella será dañada
con mi muerte?
La fina cuerda de la vida
resonó por última vez.
Los astros y su sentido cambian,
están desviados hacia mi voluntad,
hacia la tuya.

21
¿Cuántos puntos han marcado tus manos?
Uno muere
otro se salva
y los astros giran.

22
De diseño a cuadros
de manga al codo
de cabello corto
de fingida modestia
de moral cristiana
de responsabilidad absurda
de intelecto seco
de aspiraciones bajas
de mal gusto
de lenguaje ramplón
de saludo sonoro
de influencia deportiva
de dentadura enchiclada
de baja estima
de cuerpo de tortuga
de obediencia servil
de pasión sepultada
de alcoholismo exorbitante
de aliento a veneno
de necesidades televisivas
de modales convenencieros
de sentimentalismos tramposos
de apariencias
no soy

23
Una grieta en el cielo
entreabre el tiempo.
¿Qué hay al otro lado?
¿Qué ojo se posa
en aquella herida
para observarnos?
Un estallido de luz
rompe la fisura:
la eternidad
tiene por sombra
tierra y ceniza.
Las nubes continúan el juego de las mutaciones
un dios habla donde una señal se borra.

Me recuerdo,
entre luz y tiempo
yo también estoy cambiando.

24
Enamorado,
buscó una orilla para contemplarse.

Narciso era hermoso,


y en sus ojos el río se admiraba a sí mismo.

Cuando cayó,
se buscó con insistencia en aquella mirada.

La exigencia del torrente


acabó con la vida.

Extrañándose a sí mismo,
reflejó el cielo.

Y ansioso por ser la casa del sol,


se terminó secando.

25
Cristo,
Rey de los Jodidos,
en tu Sangrado Corazón
arde la raza de cobre,
la esperanza del pobre.

Desde tu cruz,
mirando el futbol,
alimentas la ignorancia,
toleras la desgracia.

Tu corona de espinas
es la rosa que nunca llegó,
el paraíso negado
a tus alcohólicos seguidores
ahogados en el cáliz
de la miseria.

26
Pastor de los hambrientos,
tus dolorosas bestias
rumian
la hierba
de la ignorancia.

Cristo,
Rey de los Jodidos,
en sus manos
encomendaste
tu espíritu.

Amén.

27
En viernes santo
apareciste inesperadamente.
Con la muerte de Dios,
te fuiste.

En la noche,
esperando tu llanto,
no te escucho.

¿A dónde te has ido?


¿Qué lugar ocupa hoy
tu perfecta simetría
fraguada por mano divina?

En la resurrección confío
y enciendo una varita de incienso
en tu nombre (¿regresarás?)
Traicionera, se apaga.
Extinguiéndote en tu improvisado altar.

Ingenuo
tengo fe
en el tercer día.

28
El tiempo es devorado
por el silencioso aleteo de una mosca.

En sueños,
se acerca.

¿Es esta ofrenda negada


de pan y vino lo que buscas?

Mendigo del aire,


con un manotazo desvío su rumbo,
se aleja,
regresa al origen
sólo para esperar
paciente,
pues sabe que el trigo y la vid
que hoy le apartan
regresarán a su multióptico ser
cuando pose sus patas
sobre mi cadáver
para recuperar aquello
que siempre ha sido suyo.

29
Cuerpo,
animal de sacrificio.
La carne y el mar se reducen a polvo,
son hermanos
de sal
y tiempo.

30
Tierra y cielo unidos
húmedo beso
nocturno
como recibiendo a un hijo
doy pasos
cantera mojada
tapiz de buganvilia.

Sangrantes nubes
fecundadas por el delgado rayo
astral
pálido
que rebasa el infinito
y me encuentra aquí
sobre la lápida
mística estatua de plata

La muerte
se resume
a un abismo
de
fe

31
Los recuerdos
son espuma
borrándose
en la arena
del tiempo.

32
Desde mi nacimiento
vengo cargando mi epitafio.
El peso de mi tumba
lo llevo sobre la espalda,
con cada uno de mis pasos,
incrementa.
Sostengo la Esfera
sobre mis hombros.

Desde mi nacimiento
vengo cargando mi epitafio,
con mis pasos lo escribo.

Cielo diurno,
lucífero infinito abismo espiritual,
como un mar quema con tu sal mis heridas,
sánalas, bórralas.
El cielo con sus olas se lleva el tiempo.
El sepulcro corrompe el cuerpo.
El alma, arcano del laberinto,
escapa del polvo muerto.

33
Desde mi nacimiento
vengo cargando mi epitafio,
lo escribo con la mirada,
con el tacto,
con el oído,
con el olfato,
con el gusto,
con aire,
con fuego,
con tierra,
con agua,
alquímica quintaesencia.
Materialización del espíritu.
Espiritualización de la carne.
La poesía es un oscuro sol de tinta
y las palabras sus luminosos rayos

34
La vida es un ojo
que llora estrellas.
¿Qué mira?
¿Será su parpadeo la noche en que morimos?
Mis cuencas son dos fulgores
que se apagan en la noche de los muertos.

La tierra que pisamos


es un útero que devora huesos y soles.
Hombres y astros yacen bajo nuestros pies.
Hermético horno donde vida y muerte confluyen.

Desde mi nacimiento
vengo cargando mi epitafio.
Soy un loco caminando hacia el Mundo.
Soy un innumerable mirando el Todo,
comienzo perpetuo de infinito desenlace.

Hoy nació un árbol,


sus frutos son de humo,
su semilla, el tiempo.

35
El escorpión
es un crucifijo
que lleva en su aguijón
el veneno de la vid.

Carga a cuestas la imagen de un dios mutilado.


Su cola es una espina sagrada de negros infinitos.

Alacrán.
Cruz ponzoñosa.
Trepa por mi espalda.
Inyecta tu vino.
Hiéreme.
Quiero ver
aquellas puertas negras
donde el inconsciente se detiene
y el cuerpo enloquece.

36
Yohaku no bi
Un árbol
alimentándose
de sus lágrimas
ofrendando
frutos de aire

Dios es la idea
El hombre la forma
La belleza del vacío me abraza

37
Ciudad muerta
rocío
lágrimas sacras
murciélagos descolgados
del monumento a la tiranía

Infinito
nubes navegantes
en la cúpula cerrada
el sol resucita
la memoria amarga

Las campanas lloran


lamentos infantiles
de los recién nacidos
cuerpos
de vírgenes heteras
de cristos borrachos
atienden
el llamado a la eucaristía

38
Sagradas Escrituras
la palabra hace al mundo
lo que no se nombra
no existe
el altar mayor
está vacío
ninguna “t”
recibió al hijo
redentor

Templo del pecado


abre tus puertas
recuérdale a tu grey
que polvo son
ungiendo
en su frente
la ceniza de mercurio

39
Abrazo de sal
Escorpión mental
Vate tu cola
Boca de humo

Liturgia perpetua de enredados árboles


Clava tus raíces
Seca el alma
Envilécela
Racimos podridos prohibidos putrefactos

Negro corazón
Malignas venas carboníferas
Hieren
Matan
Infancia, disfraz de la poesía
Templo de redención

Todo son palabras


No escritas
Ocultas
Poesía transparente
Sangre del mundo

40
Despertó con un dolor en el pecho.
Sin recuerdos.
Su cuerpo había cambiado de color, su piel era
cobriza, cálida.
Estaba solo.
Tenía hambre.
Tenía sed.
Lloró frente al mar.
Sintió furia, mató.
Levantó la cabeza.
Miró al cielo.
Creyó.
Nada.
Silencio.
Atardecía.
Miró sin comprender.
El pecho aún le dolía, algo le estorbaba.
Sufría.
Creía, rezaba.
Silencio.
El infinito callaba.

41
Tocó su pecho.
Halló el mal.
Desgarró su piel, sangró su cuerpo, rompió sus
huesos.
Ahí estaba, rojo, sangrante, rítmico.
Lo tomó entre sus manos.
Lo arrojó al mar.
El dolor nunca regresó.

El hombre
es un tambor
de barro.

42
Letrarinto
terreno virgen fecundado blanca luz nocturna
siniestro profundo suelo cubierto de espinas
indescifrable camino de universales laconismos
perversión del hombre ingenuo
del hombre que cree
muros altos
caminos estrechos
sus salidas no existen
laberinto asesino devorador de dioses de hombres
sin distinciones
no hay tiempo
no hay muerte
sendero inútil locura
elegido por crédulos suicidas que se ahogan en
un mar de tinta
oscuro letrarinto
serpea en el interior
traiciona una y otra vez
llevando a la bóveda
sepultando
en el fondo

del abismo

43
Albino centrimonstruo
Una luna nueva en los ramajes
de un infinito árbol de fuego.
Una luna creciente en los follajes
de un infinito árbol de aire.
Una luna menguante en las raíces
de un infinito árbol de agua.
Una luna muriente en las cenizas
de un infinito árbol de tierra.
Un fruto perdido
de reconciliación con el Gran Todo.
Y un sol apagado
en el corazón del ser humano.

44
Esta es la canción de los amantes,
la de aquellos que tímidamente se acercan
y entre risas se alejan,
la de los que se besan y cuando
se despiden
entre pasos voltean a ver si ese otro aún sigue ahí,
también volteando,
también esperando
a que suceda de nuevo,
esperando revivir el encuentro
que entre tentaculares abrazos y enredadas
palabras,
desaparece.

45
Esta es la canción de los amantes,
la que suena para los que se sonrojan,
para los que dan su vida,
para los que idealizan,
para los que aman.
La canción de los amantes no tiene tonada,
tampoco tiene letra,
por eso algunos no se la saben todavía
y la silban pidiendo
que alguien se las cante.

Esta es la canción de los amantes,


la que te enseña poemas,
la que te habla de amor,
la que te dice poesía eres tú
y que mientras ahora entonas
te hace recordar a esa persona
a la que le cantas.

46
Esta es la canción de los amantes,
la de los que empiezan,
pero también la de aquellos
que de tanto cantarla,
hoy olvidan su melodía,
porque la canción de los amantes
deleita al inicio y fastidia al final,
aplasta el corazón
y deja sangre donde un día hubo rosas.

Por eso, si amas al otro,


no le cantes la canción de los amantes,
no le enseñes la tonada,
no se la murmures al oído.

Esta es la canción de los amantes,


la que habla de los amores imposibles que,
por hacerlos verdad,
hoy ya no existen.

47
Busca el edén entre tus sábanas
haciendo de las caricias mil soles
y de la noche un orgasmo eterno.
Bebe del fruto prohibido
sus preciosos jugos,
haciendo de la luna
una compañera de tu danza
con la muerte.
Canta al cielo y a la tierra.
Que tus ecos no callen nunca.

48
Entre las sombras, tu presencia.
Idealizada.
Cuerpo de todos.
Sangre de nadie.
Mujer sin tiempo.
Aquí, antes y después.
Secreta, eres todas.
Pero al decirte, desapareces.
El lenguaje te azota.
Te da un sitio, un lugar.
Antes eterna.
Común como todas.
De nadie y de todos.
Farsa caminante.
No digas tu nombre.
La palabra te condena.
La voz te aniquila.
Nuestro nombre.
Nuestro epitafio.
Regresa a ser nadie.
Vuelve a ser todas.

49
¿De qué me sirve Dios
si he perdido tu amor?

Del esplendor del mundo


soy su sombra
tu corazón
es sol de otra tierra.

De qué me sirve Dios


si he perdido tu amor
desterrado del Edén
me alimento
del fruto
de la amargura.

De qué me sirve Dios


si te sigo amando,
anhelando
tu cáliz sagrado.

¿De qué me sirve Dios?

50
Dos se buscan
porque se amaron

El deseo existe
más el nudo permanece

Se acercan
miran
tímidamente
como el día del comienzo
sin atreverse

Los amantes se distancian


odian olvidan pierden en otros
lamen la noche más oscura del cuerpo
y en el reencuentro callan
se despiden diciéndose nada
y sintiendo todo

51
El amor fue un hilo rojo
que la hora cortó con su tijera
y cuando los cuerpos se gozan
el cordón se junta y se envuelve
en un apretado nudo
que los amantes sienten
cuando se tocan

Avanzan juntos
recomienzan
pero el nudo está
estorbando
hiriendo
rozando la costra
hasta que la arranca
y el corazón sangra
arrepentido
otra vez

Dos se buscan
porque su herida
es la misma

52
¿Dónde quedaron las llamas
de nuestro amor?
Aquellas que eran mayores
que las del infierno.
Aquellas que nos daban el coraje
para seguir y perdernos
en un enredado beso.

Eva reencarnada,
crees llevar en tu centro
un paraíso
perdido.

Con una rosa azul


te sepulté viva
en la cercana tumba
de la memoria.

53
Amar
es aprender
a desprenderse.

54
Te confundí con el amor
simulacro errante
tu quintaesencia
es sólo aire
mentira

Hambrienta
bruja del bosque
te escabulles entre las sombras
hechizas ingenuos
devoras
corazones

El encanto de tus ojos


el misterio de tu sonrisa
trampas
que cazan
que desuellan
el filo
de tus traicioneras
manos

55
Creyéndome muerto
cambiaste de forma
perpetuando
tu apenas
delicado brillo
en otra parte

Con paciencia
de semilla
entre la tierra ruina del pasado
germiné
en las fértiles aguas
del tiempo

Te confundí con el amor


Me dejé deslumbrar por un brillo
que ahora sé
era mío

56
Le di perlas
a tu boca
fulgores
a tus ojos
destellos
a tus lóbulos
sangre
a tu cuello
crepúsculos
a tu cabellera

Te cubrí de luz

Adorné tu desnudez
tus caprichos

Ya no estás

Desfilas
tu brillo
frente a quien no te dio nada

57
Lámpara
que engaña
moscas

Crees ser
un sol
Sin embargo
algo en ti
nunca brillará
tu maldito corazón
maquina que sólo anima
tu oscura
ingratitud

Desaparece

58
Profundo,
el agujero traga todo.
De otra dimensión,
las leyes naturales lo evitan.

¿Qué puede ser más valioso para el ser


que él mismo?
Nada.
Pero en este abismo
el sinsentido
se confunde con la vida.

Autodestrucción.
Humillación.
Simulación.
Triple alianza,
pan del enfermo.

59
Entrar en el hoyo
es un suicidio
(quizá inconsciente),
una búsqueda infructuosa.
¿Qué puede haber allá abajo
que no nos haya sido dado
aquí arriba?

El cubil de la bestia
es un paraíso artificial
adornado con un sol
de hueso.

Espejismos tras simulacros


ruedan en el desierto
de la mentira.
Sólo apariencias.

Sobre el egoísta agujero,


el sol brilla
para todos.

60
Dijo amarme
como a nadie
pero me olvidó
como a cualquiera

61
La palabra
perturba
mundos

62
El río y la roca.
El otoño y el cerezo.
Uno avanza,
otro permanece.
Uno cae,
otro perfuma.
Cuánta belleza
en lo que no toca
el hombre.

63
Yo soy el que camina en el agua
Yo soy el que bebe el vino
Yo soy el que resucita a los muertos
Yo soy el que pesca
Yo soy el alma que trasciende
Yo soy el que crea
Yo soy el que te destruye
Yo soy el que es
Yo soy el que fue
Yo soy el que será
Yo soy el de siempre
Yo soy el que fingió su muerte
Yo soy el que trajo la tuya
Yo soy todo
Yo soy caos
Yo soy inefable
Yo soy eterno
Yo soy la vida
Yo soy tu muerte
Yo soy la luz
Yo soy tu abismo
Pero tú solo eres efímero
tú sólo eres el de la cruz
tú eres nada

64
Mundo
ecuación de dios
somos polvo y ciencia
ciencia y alma
cálculo imperfecto
cifra errónea

Noveno inalcanzable
Octavo viperino
Invertidos al sexto
Deambulamos

Números sin valor


negativos
imaginarios

Resta de lo sagrado
Suma de las blasfemias

Números cabalísticos
Bíblico defecto

Somos números
Hacia nada vamos

65
66
II
Deseo de completud

(Michael Maier, “Emblema XXI”,


Atalanta Fugitiva, MDCXVIII)

67
68
Desconfiando
de mi pecho
deposito mi corazón
en tus manos

69
Olvido tu nombre
esperando
que la muerte
haga
lo mismo

70
Nuestros corazones
arden juntos
sin saber
que van
a morir

71
Tu cuerpo
es el camino indeciso
que recorro
como un ciego
con el tacto

72
¿Cuántos soles
se han apagado
en el horizonte
de tus ojos?

73
Buscando su fruto
deshojé el árbol
de la esperanza

74
Una rosa
de sombras
es la flor
que te doy
con cada
atardecer

75
Sesenta espinas
de dolor
se me clavaron
en la hora
de tu muerte

76
Expúlsame
del paraíso
arrástrame
al inframundo
de tus pasiones

77
Eres la presa
que mis cazadoras manos
desean

78
Dime “te amo”
como si fuera verdad
arráncame
de la profunda hora
de la amargura

79
Mis palabras
te nombran
te envuelven
reptan
y rompen tu pecho
enredaderas huérfanas
y anhelantes
de una flor
ajena

80
La noche
extraña
los dedos
entrelazados
Se había
acostumbrado
a nuestro amor

81
Ahora
que regreso a mí
me desconozco

82
Tus palabras
son arena
que escapa
entre mis dedos

83
En el altar
de mi pecho
te enciendo
una vela

84
Cubrir
mi corazón
con tus cenizas
fue mi manera
de vestirme
de luto

85
Mis manos
posadas en tu cuerpo
por primera vez
te otorgan
una nueva
desnudez

86
Acepto mi muerte
sólo
si es
en tus brazos

87
Tu mirada
es un océano
que a cada parpadeo
confronta
el oleaje
de la realidad
y el sueño

88
El laberinto
de tu oreja
amarga
la miel
de mis palabras

89
Enfermo
de sobriedad
mi lengua
busca
el alcohol
de tu sangre

90
Cabalgando
en el aire
enredas los rayos
del astro
entre tus cabellos
te coronaste
de sol

91
Como arañas
tus palabras
se descuelgan
acechando

92
Qué importa
que el tiempo
pase sobre ti
si en tu corazón
siempre
es primavera

93
Frente
a la arquitectura
de tu sonrisa
mis creencias
se desmoronan

94
Con temor
interpreto
en tu nocturna cabellera
las constelaciones
de un futuro
incierto

95
Entrelazados
nuestros espíritus ascienden
pero nuestros cuerpos caen
la muerte
es el destino
más cruel
para los amantes

96
Lunas nuevas
cuartos crecientes y menguantes
tus ojos
un astro ardiente
tu pecho
entre mirar y amar
hay un eclipse perfecto

97
Aquí yacen los restos
de aquello que
pudiendo ser
no fue
la totalidad

98
III

Ser y parecer

(Hermann Hugo, “Suspiria”, Pia Desideria, MDCXII)

99
100
Nació siendo uno.
Amó fugazmente a otro
y se convirtió en dos.
Ante el abandono
regresó a ser uno.
Cuando se desprendió,
se hizo todos.

101
Las caricias del otro en la piel amada
se sentían como latigazos.
Cuando sus llagas sanaron,
hizo con las costras hostias
para despechados.

102
Creyéndose alfarero,
intentaba dar forma a cada “te amo”,
sin embargo,
amargamente cada palabra se disolvía,
como su amor,
entre sus dedos.

103
Se inició en la doctrina.
Aprendió sus rituales.
Asimiló su oralidad.
Recitó todos los misterios.
Olvidó lo aprendido
y se iluminó.

104
La espada
zumbando en el aire
fue la última melodía
que escuchó antes de ser degollado.
En aquella nota
vibraba el universo
entero.

105
Viajó toda su vida
buscando el amor ideal.
Cuando lo encontró,
le dijo:
“No creo en ti”.

106
Comenzaron venerando una cruz
que después cambiaron
por altas antenas
de televisión,
aseguraban escuchar
la palabra del Señor.

107
Creyéndose loco, cambió.
Se cortó el cabello,
vistió corbata
y consiguió un trabajo.
Esclavizado
a una oficina
se sintió
normal.

108
Haciendo caca para las moscas
y basura para las ratas
creía sembrar conciencia.
Murió entre la peste
devorado
por cucarachas
malagradecidas.

109
Vistió al cuerpo amado
con las joyas más hermosas,
se engañaba diciendo que aquellos resplandores
provenían del corazón
de aquel carbón.

110
Antes de morir,
vio pasar toda su vida
en un minuto.
En el segundo 59
detuvo la visión,
evitando la muerte
para siempre.

111
Se cansó de besar sapos
y continuó con ranas,
perros,
gatos,
ardillas,
serpientes,
vacas
y peces,
su zoofilia
parecía no tener
límites.

112
Después de una mala experiencia,
le exhortaron
a que rehiciera su vida,
sin embargo,
nunca la había deshecho.

113
Aquella raza nació del crimen.
Creció para traicionarse
y asesinarse.
Entre tanta corrupción,
la justicia decidió
hacerse ciega.

114
Cansado
de lo previsible,
el Destino
comenzó a jugar
a los dados.

115
Sintiéndose hijo de Dios,
convirtió el agua en vino.
Cuando la ebriedad
fue incontrolable,
murió crucificado
y sus fieles de cirrosis.

116
La ciudad tenía
las obras de arte
más bellas.
No sabiéndolas apreciar,
se fotografiaban junto a ellas
contaminándolas
con su fealdad.

117
En el centro del círculo
estaba su nuevo Dios.
Con fe,
esperaban verlo atravesar
aquel portal.
Cuando lo hizo,
fanáticamente
gritaron
“Gol”.

118
La partida parecía eterna.
Los espectadores confiaban
en las capacidades de los ajedrecistas
sin saber
que habían
olvidado
quién seguía.

119
Desconfiaba de todos
sin saber
que su verdadero
enemigo
eran sus
pensamientos.

120
En la cantina del desamor,
los malos tragos para el alma
estaban al 2x1.
Aunque no daban felicidad,
quitaban la sed.

121
El minuto de silencio
estuvo perfectamente cronometrado.
A su término,
continuaron los chistes
de mal gusto.

122
Tú,
tan cerca
de la zoología
y tan lejos
de la poesía.

123
124
Post scriptum

(Anónimo, “El león verde devorando al sol”,


El Rosario de los Filósofos, MDL)

125
126
Soy destierro
he despojado a Dios
fuera de mí
no pertenezco
tampoco adentro

Con mi dedo
dibujo
el círculo
donde el reino del hombre
existe

Raíz de diez
representación
árbol de la vida
de infinita luz
negativa

127
Sobre la ley
un péndulo
imita
la indecisión
del hombre

En la ascensión
irreversible
el símbolo
es la patria
a la que el iniciado regresa

128
ÍNDICE

Prólogo
6

La sangre del mundo


7

II

Deseo de completud
67

III
Ser y parecer
99

Post scriptum
125

129
La pared del laberinto:
Ceniza y destierro
de Miguel Martínez Barradas
se terminó de imprimir en julio de 2014
en los talleres de Ediciones del Lirio
con domicilio en Azucenas 10,
Colonia San Juan Xalpa, Iztapalapa,
México, D.F.,
y con número de teléfono 015556134257.
El cuidado de la edición
es de José Luis Olazo García.
El tiraje consta de 1000 ejemplares.

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