El Carácter Santo de Dios - 17
El Carácter Santo de Dios - 17
El Carácter Santo de Dios - 17
1. Concepto de santidad
Resumiendo lo que ya hemos dicho en otro lugar ', nos limitaremos a hacer notar que
toda la Ética cristiana, por comportar una participación de la naturaleza divina (cf. 2.a Ped. 1:4),
se basa en el carácter santo de Dios. Ahora bien, el concepto de santidad en Dios incluye dos
elementos que se complementan mutuamente: A) una majestad trascendente, por la que Dios es
totalmente distinto y distante de todo ser creado, por estar infinitamente exento de toda mancha,
de todo defecto y de toda limitación. El es el Ser Puro (cf. Ex. 3:14-15), sin mezcla de no-ser;
por tanto, la Perfección infinita, sin mezcla de imperfección; B) una bondad inmanente, por la
que Dios es el autor de todo bien infinitamente cercano a todo ser salido de sus manos,
especialmente a toda debilidad y miseria de los hombres (Hech. 17:25-28; 2.a Cor. 12:9; Sant.
1:17). Su infinita lejanía del pecado le permite una infinita cercanía al pecador: puede siempre
condescender sin rebajarse. Resumiendo: DIOS ES EL ÚNICO SALVADOR NECESARIO Y
SUFICIENTE ¡ESTA ES SU GLORIA! (cf. Jer. 17:5).
A lo largo del Antiguo Testamento, campea como un slogan insoslayable para el pueblo
de Dios la frase que, desde el Levítico —el libro de la santidad y de los sacrificios—, viene
repitiéndose constantemente en la Revelación Divina: "Y SERÉIS SANTOS, PORQUE YO
SOY SANTO" (Lev. 11:44; 19:2; 20:26; etc.). De manera parecida, el Apóstol Juan dice de los
creyentes que aguardan expectantes la 2.a Venida del Señor: "Y todo aquel que tiene esta
esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro." (1.a Jn. 3:3). La final comunión con
Dios exige una pureza absoluta, como se recalca en Apoc. 21:27: "No entrará en ella (en la nueva
ciudad de Dios) ninguna cosa inmunda, o que hace abominación y mentira."
Esta santidad no acaba en una mística unión con Dios, en una relación vertical, al margen
de nuestro quehacer cotidiano y de nuestra relación con el prójimo, sino que es de un
pragmatismo tremendamente concreto. El teólogo Juan no duda en asegurar: "Si alguno dice: Yo
amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha
visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto? (1ª. Jn. 4:20). Y Santiago expresa
admirablemente cómo ha de reflejar el creyente la infinita lejanía del pecado y la infinita
cercanía a la miseria, que constituyen el carácter santo de Dios: "La religión pura y sin mácula
delante de Dios el Padre es ésta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones
(acercamiento), y guardarse sin mancha del mundo (alejamiento) 2 (Sant. 1:27). He aquí un
magnífico resumen de conducta cristiana: condescender con misericordia hasta el fondo de la
miseria del prójimo, sin mancharse con su pecado. El apóstol Judas lo expresa de esta otra mane-
ra: "A algunos que dudan, convencedlos. A otros, salvad, arrebatándolas del fuego; y de otros,
tened misericordia con temor, aborreciendo aun la ropa contaminada por su carne." (Jud. vv. 22-
23).
Resumiendo lo que explicamos con más detalle en otro lugar 3, diremos que es preciso
distinguir dos clases de santidad: A') de posición legal ante Dios, mediante la justificación de
pura gracia por la fe en el que justifica al impío (Rom. caps. 3 y 4). Con esta posición, todo
verdadero creyente es santo según el concepto primordial de santidad, o sea, queda separado,
puesto aparte por Dios, para quedar consagrado a El mediante el injerto en Jesucristo (Rom. 6:3-
11). Este concepto está simbolizado en el bautismo de agua, la cual lava por fuera. Al
imputársenos la justicia de Cristo, quedamos exentos del reato de culpa que comportaban
nuestros actos pecaminosos, y nuestro anterior estado de aversión a Dios se torna en estado de
gracia o de conversión a Dios. Dios nos mira ya como amigos; más aún, como hijos: B') de pose-
sión real, mediante la obra santificadora del Espíritu Santo, que comienza en la regeneración
espiritual, por la que nacemos de nuevo, adquiriendo una semilla de vida divina, la participación
de la naturaleza divina, en constante renovación moral de nuestra conducta (cf. Rom. 6:11-22;
8:29; 12:2; Flp. 3:12ss.). Así se lleva a la perfección la sustitución descrita en 2.a Cor. 5:21, para
que nuestro hombre interior se transforme a imitación del Postrer Adán (1.a Cor. 15:49; 2.a Cor.
4:16; Heb. 7:26; 1.a Jn. 3:3; etc.). Este concepto está simbolizado en el bautismo de fuego, que
consume por dentro.
4. Santificación por fe
CUESTIONARIO:
1. Concepto de santidad. —
2. ¿Por qué debemos ser santos? —
3. Dos distintos aspectos de la santidad. —
4. Supuesta la justificación por fe, ¿existe la santificación por obras? —
5. ¿Cómo se realiza el cambio radical de conducta, que conocemos con el nombre de
conversión?
***