Citas de "Los Cuatro Amores"
Citas de "Los Cuatro Amores"
Citas de "Los Cuatro Amores"
- “El afecto «no espera demasiado», hace la vista gorda ante los errores ajenos, se rehace
fácilmente después de una pelea, como la caridad sufre pacientemente, y es bondadoso y
perdona. El afecto nos descubre el bien que podríamos no haber visto o que, sin él,
podríamos no haber apreciado. Lo mismo hace la santa humildad.”
- “Se oye hablar mucho de la grosería de las nuevas generaciones. Yo soy una persona
mayor y podría esperarse que tomara partido por los viejos, pero en realidad me han
impresionado mucho más los malos modales de los padres hacia sus hijos que los de éstos
hacia sus padres. ¿Quién no ha estado en la incómoda situación de invitado a una mesa
familiar donde el padre o la madre han tratado a su hijo ya mayor con una descortesía que,
si se dirigiera a cualquier otro joven, habría supuesto sencillamente terminar con ellos toda
relación? Las afirmaciones dogmáticas sobre temas que los jóvenes entienden y los
mayores no, las crueles interrupciones, el contradecirles de plano, hacer burla de cosas que
los jóvenes toman en serio —a veces sobre religión—, insultantes alusiones a amigos
suyos…, todo eso proporciona una fácil respuesta a la pregunta: «¿Por qué están siempre
fuera? ¿Por qué les gusta más cualquier casa que su propio hogar?» ¿Quién no prefiere la
educación a la barbarie? Si uno preguntara a una de esas personas insoportables —no todas,
evidentemente, son padres de familia— por qué se comporta de ese modo en casa, podría
contestar: «Oh, no fastidie, uno llega a casa dispuesto a relajarse. Un tío normal no está
siempre en su mejor momento. Además, si un hombre no puede ser él mismo en su propia
casa, ¿entonces dónde? Por supuesto que no queremos andarnos con fórmulas de urbanidad
en casa. Somos una familia feliz. Podemos decirnos “cualquier cosa” y nadie se enfada;
todos nos comprendemos». Todo esto, de nuevo, está muy cerca de la verdad, pero
fatalmente equivocado. El afecto es cuestión de ropa cómoda y distensión, de no andar con
rigideces, de libertades que serían de mala educación si nos las tomáramos ante extraños.
Pero la ropa cómoda es una cosa, y llevar la misma camisa hasta que huele mal es otra muy
distinta. Hay ropa apropiada para una fiesta al aire libre, pero la que se usa para estar en
casa también debe ser apropiada, cada una de manera distinta. De igual forma, existe una
diferencia entre la cortesía que se exige en público y la cortesía doméstica. El principio
básico para ambas es el mismo: «Que nadie se dé a sí mismo ningún tipo de preferencia».
Pero mientras más pública sea la ocasión, más «reglada» o formalizada estará nuestra
obediencia a ese principio. Existen normas de buenos modales. Mientras más familiar es la
ocasión, menor es la formalidad; pero no por eso ha de ser menor la necesidad de
educación.”
“Ven a vivir conmigo y me conocerás”
“Es fácil de ver cómo la inclinación a vivir esta situación es, por decirlo así, congénita en el
instinto maternal. Se trata, como hemos visto, del amor-dádiva, pero de un amor-dádiva que
necesita dar; por tanto, necesita que lo necesiten. Pero la decisión misma de dar es poner a
quien recibe en una situación tal que ya no necesite lo que le damos: alimentamos a los
niños para que pronto sean capaces de alimentarse a sí mismos; les enseñamos para que
pronto dejen de necesitar nuestras enseñanzas. Así pues, a este amor-dádiva le está
encomendada una dura tarea: tiene que trabajar hacia su propia abdicación; tenemos que
aspirar a no ser imprescindibles”
“La amistad, a diferencia del eros, no es inquisitiva”