Aguilera - ESPECIES Y BIODIVERSIDAD
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Copyright © 1997. Depósito legal pp. 76-0010 ISSN 0378-1844. INTERCIENCIA 22(6): 299-306
Forma correcta de citar este articulo: MARISOL AGUILERA M. y JUAN F. SILVA 1997. ESPECIES Y BIODIVERSIDAD.
INTERCIENCIA 22(6): 299-306. URL: http://www.interciencia.org.ve
ESPECIES Y BIODIVERSIDAD
MARISOL AGUILERA M. y JUAN F. SILVA
Marisol Aguilera M., es Profesora del Departamento de Estudios Ambientales de la Universidad Simón Bolívar (Caracas) desde
1977. Lic. en Biología (UCV, 1971), Doctora en Ecología Tropical (ULA, 1995). Su campo de investigación es la biología evolutiva
de roedores suramericanos. Ha publicado 30 trabajos científicos en diferentes revistas. Fué Secretaria Ejecutiva Nacional de
AsoVAC y miembro fundador de diferentes Asociaciones Científicas. Actualmente es miembro del Consejo Nacional de la Fauna
Silvestre (MARNR) y de la Comisión redactora de la Ley sobre Biodiversidad.
Juan F. Silva, es Profesor Titular de la Facultad de Ciencias, Universidad de Los Andes en Mérida, Venezuela. Investigador en
Ecología de Poblaciones, es Lic. en Biología de la UCV y tiene un Ph.D. en Biología de la Universidad de Harvard. Ha publicado
numerosos artículos en revistas especializadas, con énfasis en la ecología de las sabanas tropicales, área en la que es considerado
un experto. Ultimamente ha publicado varios ensayos sobre la biodiversidad y su papel en el funcionamiento y estabilidad de los
ecosistemas de sabanas.
RESUMEN
La biodiversidad comprende la diversidad genética, que se refiere a la variación heredable (de los
genes) dentro y entre poblaciones de organismos; la diversidad de especies y la diversidad de los
ecosistemas. El concepto biodiversidad al mismo tiempo que se refiere a una extraordinaria dimensión
de nuestro universo se apoya en otro concepto revolucionario y polémico de las ciencias biológicas, el
concepto de especie. Se han propuesto varios conceptos de biodiversidad y muchos y diferentes
conceptos de especie, esta situación es el reflejo de la complejidad epistemológica del proceso
científico. En este trabajo se presentan algunas reflexiones sobre los conceptos de biodiversidad y de
especie y sobre el valor de ambos. En primer lugar se presenta un resumen histórico del desarrollo del
concepto de especie, luego un análisis crítico de los principales conceptos de especie: el morfológico,
el biológico, el de reconocimiento, el de cohesión y los "evolutivos". Se considera que para los
requisitos actuales de conocer, utilizar y conservar la biodiversidad, el concepto biológico de especie,
ampliamente utilizado, es el más conveniente. En segundo lugar, y tomando en cuenta que el concepto
biodiversidad es de reciente formulación, nos referimos a los diferentes valores que se le han asignado
a la biodiversidad ya que este aspecto tiene carácter de conveniencia, al formar parte de argumentos y
explicaciones de decisiones políticas y económicas. Los valores a los que se hace referencia son: el
económico, el ecológico y el científico. A través de estas reflexiones pretendemos sembrar inquietud por
estos temas con el objeto de motivar en el lector (especializado o no) posibles y mejores respuestas.
PALABRAS CLAVE / Especies / Biodiversidad /
En la última década del presente siglo, las ciencias biológicas han desarrollado, aceleradamente, un
nuevo concepto que se puede calificar de revolucionario. Este concepto ha impulsado una renovación
en el campo de su origen y ha impactado en otras ciencias como las ambientales. Su uso es cada vez
más frecuente en diferentes escenarios políticos nacionales e internacionales. Nos referimos al
concepto de biodiversidad o diversidad biológica.
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ecosistemas terrestres y marinos y otros ecosistemas acuáticos y los complejos ecológicos de los que
forman parte; comprende la diversidad dentro de cada especie, entre las especies y de los
ecosistemas". En dicho convenio, además de reconocerse el valor intrínseco de la diversidad biológica
se reconocen otros valores (ecológicos, genéticos, sociales, económicos, científicos, educativos,
culturales, recreativos y estéticos), y se declara la importancia de la diversidad biológica para la
evolución y para el mantenimiento de los sistemas necesarios para la vida de la biosfera.
La biodiversidad ha sido definida por Solbrig (1992), como la propiedad de los sistemas vivientes de
ser variables. Este autor enfatiza este caracter de propiedad : "La biodiversidad, en consecuencia, no
es una entidad o un recurso, sino más bien una propiedad, una característica de la naturaleza... Sin
diversidad no se puede concebir la vida, al igual que sin redondez, no se puede concebir una bola..." En
general la biodiversidad ha sido dividida en tres categorías (WRI, UICN y PNUMA, 1992): la diversidad
genética, que se refiere a la variación heredable (de los genes) dentro y entre poblaciones de
organismos; la diversidad de especies (que dá cuenta de la variedad de organismos existentes en una
región) y la diversidad de los ecosistemas (que incluye a comunidades y ecosistemas). Otros autores
han caracterizado a la biodiversidad en forma más detallada. Así por ejemplo, Halffter y Ezcurra (1992)
consideran tres niveles de organización biológica (población, comunidad y bioma) que expresan cuatro
tipos de biodiversidad: la diversidad genética de las poblaciones, la biodiversidad de las comunidades
(dentro de hábitats (a ) y entre hábitats (b )), y la biodiversidad geográfica (y) (ver también Shmida y
Wilson, 1985). Con un enfoque más sistémico y funcional, Gee (1992) interpreta la biodiversidad como
"la suma de las interacciones entre las distintas especies" y considera que para que sea más global
tendría que incluir las interacciones entre genes y entre ecosistemas en cada nivel de organización y el
intercambio de información ente los distintos niveles. West (1993) desarrolla más aún este concepto
incluyendo las partes y los procesos involucrados en cada componente de la biodiversidad.
Recientemente Angermeier y Karr (1994) proponen que la diversidad biológica se puede clasificar en
tres sistemas jerárquicos (taxonómico, genético y ecológico).
Estas definiciones de biodiversidad, además de dar cuenta de los variados niveles de organización
involucrados, se refieren a procesos y propiedades de alta complejidad que no se consideran, de
manera explícita en la definición incluida en el "Convenio sobre la Diversidad Biológica", y al mismo
tiempo nos indican que estamos en una etapa de elaboración del pensamiento científico en donde
diferentes definiciones tratan de reflejar una sola realidad compleja. Sin embargo, paralelamente a este
debate teórico, y en parte como consecuencia de las campañas para concientizar a la población y a sus
líderes sobre la necesidad de conservar la biodiversidad, este concepto se ha reducido en términos
prácticos al número de especies presentes en la comunidad y eventualmente a la importancia relativa
de cada una de ellas. Para Wilson (1992), las especies son la unidad pivotal de la diversidad biológica.
Es probable que el origen mismo del concepto de diversidad biológica esté íntimamente vinculado con
la riqueza y diversidad de especies (Ghilarov, 1996). En todo caso, aún cuando el concepto de
biodiversidad abarca toda la extraordinaria dimensión de nuestro universo, real y pensante, se apoya en
otro concepto revolucionario y polémico de las ciencias biológicas, el concepto de especie. Palabra
ésta a la cual, siendo la más común en los libros sobre ciencias naturales, no se le puede atribuir un
significado exacto.
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los conceptos de biodiversidad y de especie y sobre el valor de ambos. El énfasis fundamental será
sobre el concepto de especie ya que consideramos que su valor, tanto para el sistema teórico al cual
pertenece como para efectos prácticos, es crucial en la etapa actual de las ciencias naturales. En
segundo lugar, y tomando en cuenta que el concepto biodiversidad es de reciente formulación, nos
referiremos fundamentalmente a los diferentes valores que se le han asignado a la biodiversidad ya que
este aspecto tiene caracter de conveniencia, al formar parte de argumentos y explicaciones cotidianas y
a la vez por que es básico para la toma de decisiones políticas y económicas. A través del desarrollo de
estas reflexiones, planteamos preguntas y tratamos de responder a algunas de ellas, a la par que
pretendemos sembrar la inquietud por estos temas con el objeto de motivar en el lector (especializado o
no) posibles y mejores respuestas.
El concepto de especie
Las especies son el resultado de procesos evolutivos. Por lo tanto, el concepto de especie debe ser
consistente con la teoría evolutiva. Se considera que la evolución orgánica es el resultado de una serie
de transformaciones parciales, o completas, e irreversibles de la composición genética de las
poblaciones, debidas principalmente a las interacciones de los organismos con el ambiente. Consiste,
básicamente, en radiaciones adaptativas en nuevos ambientes y el origen de nuevas vías para explotar
los hábitats existentes. Estos cambios adaptativos ocasionales, dan lugar a una mayor complejidad en
los patrones de desarrollo, en las reacciones fisiológicas y en las interacciones entre las poblaciones y
su ambiente (Dobzhansky et al., 1977). En nuestra opinión, la gran mayoría de los naturalistas de este fin
de siglo coincide con la premisa de que las especies se originan a través de la evolución y más aún con
lo expresado en forma precisa por Bawa et al., (1991): la especiación produce las unidades
fundamentales de la biodiversidad: las especies, las cuales son los pilares fundamentales en la
construcción de las comunidades en un proceso evolutivo basado sobre la diversidad genética".
De acuerdo a Reig (1968) el término especie se refiere a tres conceptos diferentes: 1) un rango de la
clasificación jerárquica, el cual se determina por la posición que ocupa en el sistema convencional
clasificatorio y no posee referentes de la realidad; 2) un concepto particular que se refiere a grupos de
organismos, es decir tiene referentes empíricos en la realidad y 3) la especie como concepto general,
que se refiere a las características y relaciones que permiten la distinción de grupos de organismos,
concepto que abarca los anteriores y que incorpora la dimensión evolutiva. Es este último concepto el
que interesa en los debates sobre especie por cuanto es netamente teórico y en consecuencia depende
del sistema de referencia que se utilice; de allí la existencia de diversas aproximaciones a una única
realidad, originando innumerables discusiones (Häuser, 1987; King, 1993).
Recientemente, Grant (1994), realizó un análisis del desarrollo histórico del concepto de especie y
reconoció varias etapas en los tres últimos siglos. De los primeros naturalistas (10 etapa), los cuales
consideraban a las especies como unidades constantes y estáticas, se pasa al concepto Darwinista,
que considera a las especies como poblaciones variables e interreproductivas (2ºº etapa). En el período
post-Darwiniano (3º etapa), se realiza un verdadero desarrollo conceptual que, a juicio de Grant,
incorpora los aspectos básicos y más importantes de lo que hoy se conoce como el concepto biológico
de especie. La 40 etapa la constituye la formulación del concepto biológico de especie en las décadas
de los 30 y los 40. En este lapso, los aportes de Dobzhansky y Mayr son vitales y, fundamentalmente, la
incorporaron de la genética de poblaciones. En la 5º etapa, desarrollada por Dobzhansky, cobran
importancia las adaptaciones de cada especie, basadas en las combinaciones de genes adaptativos.
Finalmente, la 6º etapa, a partir de la década de los 50, se puede considerar como la época de
elaboración, consolidación y litigio. La controversia sobre el concepto de especie ha sido la
característica fundamental de esta etapa, aún vigente.
A través del proceso de elaboración conceptual se han propuesto muchas definiciones de especie
(Mayr, 1982; Häuser, 1987), las cuales hemos resumido en el Cuadro 1. Para los objetivos de esa
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reflexión nos referiremos a algunas de ellas, destacando sus alcances y atributos así como sus
debilidades, inspirados en el análisis y la escogencia realizada por King (1993).
Cuadro 1 Conce ptos de Espe cie . Tomado de Häuse r (1987) y Acke rmann et al. (1992), con modificacione s.
1. "Una especie es un grupo de poblaciones capaces de combinarse entre si pero no con otro
grupo similar de poblaciones sobre la base de afinidad y co-dirección en cuanto a
especialización ecológica" (Shaposhnikov, 1966).
4. "Una especie se define como grupos de poblaciones fenéticamente similares que tienen la
capacidad de entrecruzarse, y que comparten características ecológicas" (Doyen y
Slobodchikoff, 1974).
5. Mas especies son las unidades más amplias en la economía natural de tal forma que permiten la
competencia reproductiva entre sus partes" (Ghiselin, 1975).
6. "Una especie es un linaje (o un conjunto de linajes cercanos) que ocupa una región adaptativa
mínimamente distinta a la de otros linajes en el mismo rango, y que evoluciona separadamente
de todos los linajes fuera de tal rango" (Van Valen, 1976).
7. "Las especies son los grupos más pequeños que son consistente y persistentemente distintos, y
distinguibles mediante procedimientos comunes" (Cronquist, 1978).
9. "Una especie es simplemente una población o grupo de poblaciones definido por uno o más
caracteres apomorfos, también es la agregación natural más pequeña con una integridad
geográfica definible, que pueda ser especificada por cualquier juego de técnicas analíticas
actuales" (Rosen, 1979).
11. "Una especie es un agrupamiento diagnosticable de individuos entre los cuales hay un patrón
parental de ancestros y descendientes, más allá del cual no hay nada, y el cual exhibe un patrón
filogenético de ancestros y descendientes entre unidades del mismo tipo" (Eldredge y Cracraft,
1980).
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12. "Las especies son simplemente las muestras más pequeñas detectables de organismos auto-
perpetuantes con un único juego de caracteres" (Nelson y Platnick, 1981).
13. "Cada especie es una parte internamente similar de un árbol filogenético" (Willis, 1981).
14. "Dos procesos sucesivos de clivaje de especies se asumen como la delimitación temporal de la
existencia de una especie" (Concepto internodal de especies) (Henning, 1966; Kornet, 1993).
15. "Una especie es la agregación más pequeña posible de poblaciones (sexuales) o linajes
(asexuales) definible mediante una única combinación de estados de caracteres encontrada en
individuos comparables" (Nixon y Wheeler, 1990).
b. "Para propósitos pragmáticos se considera una especie a una colección de virus con
caracteres iguales". (1966).
c. "La especie virus es un concepto que se representa normalmente mediante una agrupación
de cepas provenientes de diversas fuentes, o una población de cepas de la misma fuente,
que tienen en común un juego o patrón de propiedades correlativas estables que separan
dicho grupo de cualquier otro grupo de cepas".(1 982).
d. "Una especie de virus es una población de virus que comparten un acervo génico que se
mantiene normalmente distinto del acervo génico de otros virus". (1985).
e. "Una especie virus es una clase politética de virus que constituyen un linaje replicante y
ocupa un nicho ecológico específico". (1991).
La especie se define como el conjunto de individuos con morfología similar. Las críticas realizadas
(Mayr, 1963) a la morfoespecie se basan fundamentalmente en la presencia de variación intraspecífica,
es decir, la existencia de grandes diferencias entre individuos o poblaciones, y en la ausencia de
diferencias morfológicas en especies gemelas ("sibling species").
A pesar de las debilidades que presenta este concepto, la descripción taxonómica de la fauna y la flora,
en todo el planeta, se basa en gran parte en un referente morfológico: la existencia de un ejemplar tipo
que sirve como patrón de referencia.
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potencialmente lo pueden hacer, y que están aislados reproductivamente de otros grupos". Las
especies se delimitan por las características que le son propias más que por aquellas que las
diferencian de las otras. Este concepto, aunque ha sido aceptado ampliamente (Grant, 1963;
Dobzhansky, 1970; White, 1978), continúa generando controversia (Mayr, 1992).
Diferentes han sido las críticas al CBE, pero quizás la más importante alude al criterio de aislamiento
reproductivo, por cuanto han sido variadas las interpretaciones sobre este criterio y en especial sobre el
entrecruzamiento. Algunos autores han considerado que el aislamiento reproductivo entre especies
debe ser absoluto y permanente (ausencia de entrecruzamiento); otros aceptan la presencia de híbridos
infértiles entre las especies (existencia de entrecruzamiento). Estos aparentes extremos de
interpretación son reconciliables si se acepta que la ausencia de entrecruzamiento no es condición
necesaria ni suficiente para el aislamiento reproductivo (Häuser, 1987; Templeton, 1989). Por ola pase,
debe entenderse el aislamiento reproductivo corno el resultado de un proceso dinámico que tiende a
mantener unidades discretas y discontinuas.
Paterson (1985) ha sido el crítico que más ha insistido sobre la consideración del aislamiento
reproductivo ya que, a su entender, los mecanismos de este aislamiento son un producto del
aislamiento geográfico más que una causal responsable de la producción de nuevas especies. Las
críticas de Paterson establecen una fuerte unión entre el concepto y el proceso y son un buen ejemplo
para analizar los diferentes niveles de relación que existen entre el concepto de especie y el proceso de
especiación (Chandler y Gromko, 1989). El aislamiento reproductivo y la especiación pueden ser
evolutivamente independientes, tal corno lo señala Templeton (1989). El aislamiento reproductivo debe
ser considerado sólo el producto final del proceso de especiación y no su causa, Debe estar claro que
el CBE descansa sobre el aislamiento reproductivo, pero no considera a éste corno originado por un
proceso particular.
Por otra parte, el CBE ha sido objetado por ser un concepto restringido a organismos sexuales y porque
el criterio de aislamiento reproductivo es poco práctico y no aplicable a situaciones multidimensionales
en el tiempo y en el espacio. En relación a la primera objeción, es de señalar que algunos autores
consideran que el CBE se puede aplicar también al mundo bacterial debido al intercambio génico que
ocurre en estos procariotas (Cohan, 1994a, 1994b; Dykhuizen y Green, 1991). No hay duda de que el
mismo juega un papel mucho más limitado, como fuerza de cohesión, entre poblaciones de procariotas
que en las de eucariotas. En consecuencia, una especie de bacteria puede ser delimitada como grupo
de líneas que se recombinan entre sí pero no con otras líneas de otros grupos, tal como lo concibe Wiley
(1978, ver Cuadro 1, 8) en su definición de especie evolutiva. En el caso de los virus, también se ha
propuesto una definición que se relaciona al CBE en tanto que se considera a la especie de virus como
una población con un acervo genético común (Ackermann et al., 1992; ver Cuadro 1,16-d ).
En 1982, Mayr redefine el CBE como una comunidad (reproductiva) de poblaciones, reproductivamente
aislada de otras y que ocupa un nicho específico en la naturaleza. Se considera al nicho como la
tolerancia intrínseca de los individuos a distintos factores ambientales, que determina el rango
ambiental en el cual los individuos son potencialmente capaces de sobrevivir y reproducirse. Este nuevo
CBE incorpora las especies asexuales al considerar que la especiación no se completa por la
adquisición de aislamiento reproductivo sino que requiere además de la adquisición de adaptaciones
que permiten la coexistencia con competidores potenciales. Esta nueva definición ha sido fuertemente
cuestionada (Hengeveld, 1988) por varias razones, entre las que destacan: el hecho de que tanto la
definición de nicho como de población tienen problemas y que la inclusión del concepto de nicho puede
restringir aún más la definición de especie al reino animal.
Este concepto fue propuesto por Paterson (1978, 1985) quien considera que la reproducción sexual es
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fundamental y que las especies son una consecuencia incidental en la evolución del sexo. Las especies
se establecen por la adaptación de un sistema de fertilización para asegurar una fertilización efectiva en
un nuevo hábitat. La especie queda definida como la más elemental población de organismos
biparentales los cuales comparten un sistema de fertilización.
De acuerdo a este concepto, los miembros de una especie comparten un sistema específico de
reconocimiento de la pareja, adaptado para funcionar eficientemente en los hábitats preferidos y
asegurar un efectivo apareamiento. Una nueva especie se origina cuando todos los miembros de una
pequeña y aislada subpoblación de una especie parental adquieren un nuevo sistema de
reconocimiento.
Este concepto considera a la especie como la población más elemental de individuos que poseen el
potencial para la cohesión fenotípica a través de mecanismos intrínsecos de cohesión (Templeton,
1989). Este concepto pone énfasis en los factores que originan grupos de organismos que mantienen
similaridad en la morfología, la biología, la ecología, el comportamiento y la genética.
El concepto de cohesión de especie (CCE) se puede relacionar fácilmente con los mecanismos
estructurales de la genética de población y permite el entendimiento de la especiación como un proceso
evolutivo; es decir, la especiación se considera corno la evolución de los mecanismos de cohesión y no
de los mecanismos de aislamiento. Templeton considera dos grandes mecanismos de cohesión: la
intercambiabilidad genética y la intercambiabilidad demográfica. El primero se refiere a la difusión de
nuevas variantes genéticas a través del flujo génico, por medio de: a) los mecanismos que promocionan
la identidad genética a través del flujo génico (ej. sistema de fertilización y sistemas de desarrollo), y b)
los mecanismos de aislamiento que preservan la identidad genética por ausencia de flujo génico con
otros grupos. La intercambiabilidad demográfica toma en consideración los factores que definen el
nicho fundamental y los límites de la dispersión de nuevas variantes genéticas a través de la deriva
génica y la selección natural.
Con el CCE, una "buena" especie puede ser definida como aquella con un nivel propio de
intercambiabilidad genética y demográfica, más que por el flujo de genes, el cual es el componente más
importante de los modelos alternativos. Además, el concepto de cohesión puede ser aplicado a un
rango de organismos con diversas estrategias reproductivas y estilos de vida.
King (1993) sostiene que el concepto de cohesión es una reescritura optimista del CBE, con un énfasis
en aquellos factores que mantienen juntos a los integrantes de una especie. El CCE considera que los
mecanismos de intercambiabilidad genética (flujo génico) mantienen a las especies por
homogeneización de las frecuencias alélicas y este hecho ha sido criticado por Endler (1989) quien
sostiene que la homogeneización es un mecanismo poco frecuente; adicionalmente, este autor señala
la dificultad de determinar los mecanismos de cohesión y en consecuencia la poca operacionalidad que
ofrece el concepto.
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La no aplicabilidad del CBE a las secuencias temporales de especies y a los organismos uniparentales
dió paso a la proposición de los conceptos así llamados "evolutivos" de especie, que se discuten a
continuación.
a. El primero de ellos fue propuesto por Simpson (1961): "Una especie evolutiva es un linaje (una
secuencia de ancestro-descendiente), que evoluciona unitariamente en papeles y tendencias y
separadamente de otros linajes". Este concepto considera la secuencia paleontológica, a las
especies, como linajes temporales y cambiantes en el tiempo, de tal manera que el nombre de la
especie puede ser asignado a formas fenotípicamente distintas dentro de un linaje. Algunos
filogeneticistas actuales no aceptan este enfoque de la evolución filética de las especies porque
consideran a la especiación como un proceso dicotómico. Este concepto evolutivo de especie ha
sido considerado como una descripción tipológica que ignora la existencia de especies crípticas y
politípicas y que por otra parte minimiza los factores responsables que causan y mantienen las
discontinuidades entre las especies. Pero la crítica más importante se refiere a la existencia de
múltiples especies en un simple linaje no ramificado.
b. En 1978, Wiley propuso otro concepto sobre la especie evolutiva: Una especie es un simple linaje
de poblaciones de organismos los cuales mantienen su identidad compartiendo tendencias
.evolutivas y destino histórico diferentes a otros linajes. Se concibe la especie como la unidad más
irreductible de la evolución, una entidad histórica, temporal y espacial que, más que cambiar,
mantiene su identidad en el proceso de la evolución. La identidad no se refiere al estancamiento o
ausencia de cambios en sus características. Que un grupo de organismos sea o no una especie,
es una hipótesis a ser evaluada. Las evidencias que pueden ser utilizadas para evaluarlo se
extraen de diferentes fuentes: genética, fenética, espacial, temporal, ecológica, bioquímica y/o
comportamental.
A pesar de que ambas definiciones de especie incluyen los complejos de especies asexuales,
presentan algunas diferencias. Mientras que Wiley considera que la especie del pasado y la del
presente son la misma especie evolutiva, Simpson sostiene que se pueden definir especies
sucesivas dentro de un linaje.
Las debilidades de estos dos conceptos de especie evolutiva descansan en los vacíos del
registro fósil, que hacen imposible distinguir entre eventos cladogénicos (formación de estirpes
diferenciadas) y la migración, y a la consideración de que las especies extintas son comparables
a las morfoespecies existentes.
Esta definición presenta dos grandes problemas : la dificultad de cuantificar los rangos y las zonas
adaptativas y el hecho de que dos especies pueden estar ocupando el mismo nicho.
de que se pueda inferir que tengan base genética. Por otra parte, los caracteres diagnósticos
deben ser lados en unidades reproductivamente cohesivas; esto significa que miembros de una
simple población biológica (ej.: machos y hembras) no pueden ser asignados a dos especies
diferentes.
De acuerdo a Cracraft (1983, 1989) una especie debe ser definida más bien a partir de la perspectiva
de los resultados de la evolución, que del proceso que produce ese resultado. Este autor concibe a la
especie filogenética como el más pequeño grupo de individuos que puede ser diagnosticable a partir
de otras especies y dentro del cual hay un patrón parental de caracteres diagnósticos transferidos de
ancestros a descendientes.
Entre las limitaciones al concepto filogenético de especie, se señalan el hecho de que diferentes
caracteres diagnósticos pueden no coincidir con la especie morfológica y la dificultad de establecer el
ancestro (ente hipotético). Este concepto tiene la potencialidad de crear un desbalance enorme entre
los taxa si se reconoce cada una de las entidades detectadas
La proliferación de conceptos de especie (ver la reciente versión genética del CBE, propuesta por
Mallet, 1995) evidencia que se continúa en la búsqueda de un concepto general que designe las
entidades discretas que componen la naturaleza y que son producto de largos procesos de evolución,
no muy bien conocidos. Si consideramos que el número real de "especies" del planeta se desconoce,
habiéndose estimado entre 1,4 (Lévéque y Galchant, 1992) y 30 millones de especies (Wilson, 1992,
May, 1992), debemos aceptar que estarnos frente a un reto de inmensurables dimensiones. No es de
extrañar entonces que existan autores que tienen planteamientos de tipo pesimista. Por ejemplo,
Howard (1988) es de la opinión de que "el problema especie es perenne"; mientras que el propio Mayr
(1992) al mismo tiempo que defiende el CBE, opina que "el problema especie es el más viejo y
frustante problema de la biología". Además, ciertos argumentos como la de la falta de unificación que
sufre la teoría evolutiva en relación con los modos o procesos involucrados en el origen de las nuevas
especies (Carson, 1985), contribuyen a crear una gran inquietud en torno al concepto de especie. Ante
esta situación y desde el contexto optimista, surge de manera inmediata la siguiente pregunta: ¿qué
atributos debe tener un concepto de especie para ser satisfactorio?
De acuerdo a Häuser (1987) los atributos generales del concepto especie deben ser: universalidad,
aplicabiUdad práctica y criterio decisivo. Ninguno de los conceptos de especíe, mendonados
anteriormente, posee la totalidad de estos atributos. Hull (1995) evalúa varios conceptos de especie a
través de cuatro criterios: generalidad, operacional idad, significado teórico y sentido común. Los
conceptos analizados por Hufl fueron: a) el fenético (Sneath y Sokal, 1973; ver Cuadro 1); b) el
biológico, en el cual incluye el de reconocimiento; c) el evolutivo (Simpson, 1961; Wiley, 1978); d) el
monofilético (Rosen, 1979; ver Cuadro 1); y e) el de diagnóstico (Eldredge y Cracraft; 1980; Nixon y
Wheeler; 1990; ver Cuadro 1). Este autor considera que, a excepción del CBE, todos los conceptos son
generales, que sólo dos de ellos, el fenético y el de diagnóstico, son operativos y uno (monofilético)
medianamente operativo y, en cuanto al significado teórico y al sentido común, se destacan el biológico
y el evolutivo. Hull concluye que ninguna clasificación es la mejor para todo los propósitos e
inevitablemente es conveniente el pluralismo. Esta posición es tambien compartida por MishIer y
Donoghue (1982) quienes consideran que una variedad de conceptos de especies es necesaria a fin
de abarcar la complejidad de los patrones de variación de la naturaleza. En otras palabras, si las
"situaciones especies" son diversas, entonces una variedad de conceptos puede ser necesaria y
deseable a fin de añejar esa complejidad. La diversidad de conceptos de especie representa, a juicio
de Reig (1968), distintos grados de aproximación al conocimiento de una realidad única, pero tambien
es producto de las limitaciones e incoherencias de los postulados de la actual teoría evolutiva. Lo
atractivo de una posición pluralista no resuelve los problemas de orden práctico ni evita los riesgos de
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En el contexto de la relación entre especie y biodiversidad, cabe plantearse ahora otra pregunta: ¿Qué
concepto de especie debemos usar para hacer frente al reto de conocer, utilizar y conservar la
biodiversidad del planeta? La mayoría de los biólogos que se ocupan de la sistemática de plantas y
animales usan el CBE en conjunto con la descripción de la morfoespecie (King 1993). Si aceptamos el
CBE, el aislamiento reproductivo y los mecanismos que lo originan constituirán elementos claves en el
conocimiento de la biodiversidad de las especies. Si por el contrario aceptamos otro concepto, como
por ejemplo el de cohesión de especie, serán entonces los mecanismos de intercambiabilidad genética
y demográfica los elementos básicos para la determinación de las especies y el conocimiento de su
diversidad. Desde nuestra experiencia, en particular en el campo de la citogenética evolutiva, a través
de la cual se ha podido evidenciar que cambios cromosómicos en roedores suramericanos pueden
estar actuando como mecanismo de aislamiento reproductivo y, en consecuencia, delimitando especies
(Aguilera et al, 1995 a,b), nos atrevemos a tomar partido por el CBE. Este concepto, a pesar de ser
poco operativo (Hull, 1995), tiene la ventaja de ser ampliamente utilizado, hasta en el ámbito de los
procariotas (Cohan, 1994a, 1994; Dykhuizen y Green, 1991) y a juicio de varios autores permanece
como la mejor definición de especie (Coyne et al., 1988; Mayr, 1992; King, 1993).
En este momento de la reflexión podemos recapitular y enfatizar dos aspectos: uno, el de la importancia
de lo que se concibe como especie y otro, el de las decisiones y acciones de tipo práctico que involucra
adoptar un determinado concepto, así como la delimitación de las unidades de estudio. Con relación a
lo primero se puede asegurar que este tema continuará siendo primordial en el desarrollo teórico de la
biología evolutiva y básico para el desarrollo conceptual de la biodiversidad. Con respecto al segundo
aspecto, señalamos que es el gran reto de la biodiversidad por cuanto su utilización impone su
conocimiento. Catalogar la flora y la fauna del planeta (y el mundo microbiano; Baskin, 1994) se ha
convertido en una necesidad impostergable, aunque el conteo de especies a través del espacio y del
tiempo siempre tenga una cierta ambigüedad (O'Hara, 1994).
Valores de la biodiversidad
En el "Convenio sobre la Diversidad Biológica" (NU, 1992) se establece que: "la conservación de la
diversidad biológica es de interés común para toda la humanidad"; y al lado de esta afirmación se
manifiesta preocupación por la considerable reducción de la diversidad biológica, como consecuencia
de determinadas actividades humanas y por la falta de información y conocimiento sobre la
biodiversidad. Surge ahora una nueva inquietud: ¿Cómo podemos contribuir a evitar la pérdida de la
diversidad de especies?
En primer lugar, consideramos que todos los esfuerzos tendientes al conocimiento de la diversidad
biológica, tanto en el plano teórico (ej.: concepto de especie y de biodiversidad como en la práctica
(inventarios, monitoreos, definición de políticas, etc.), así como la conservación in situ de los
ecosistemas y hábitats, son vitales. Sin embargo, teniendo presente que la biodiversidad, además de
ser un concepto teórico en pleno desarrollo conceptual (¿o un mito conveniente?- ver Ghilarov, 1996), se
ha convertido en un vocablo popular para científicos, políticos, celebridades y público en general, es
conveniente optar como estrategia inmediata, y de acceso a la mayoría, el conocer y resaltar los valores
de la biodiversidad.
Es por ello que incluimos algunas ideas sobre los denominados valores de la biodiversidad. Esta
catalogación, a pesar de ser cuestionada (Norton, 1992; Ehrenfeld, 1992), es una aproximación válida
en la búsqueda de un enfoque y lenguaje común que nos permita establecer diálogos y ofrecer
conocimientos a un universo ajeno a discusiones específicas en el contexto del pensamiento científico.
El otorgarle diferentes valores a la biodiversidad como lo son: el ético, el estético, el económico (directo
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e indirecto) y el de servicio (West, 1993; Ehrlich y Ehrlich, 1992) o los asignados por Lévéque y Glachant
(1992): valor de uso, valor ecológico, valor de opción y valor de existencia, no sólo representa una
concepción multidimensional de la "riqueza" contenida en la naturaleza sino un reconocimiento a la
complejidad de los retos que esta sociedad produce y enfrenta al mismo tiempo.
Los valores éticos y estéticos de la biodiversidad contribuyen a su defensa pero no son determinantes
para lograr el uso adecuado de la misma por parte de la sociedad, mientras que el valor económico ha
sido una de las causas del deterioro del planeta, con las consecuentes pérdidas de diversidad biológica
(Perrings et al., 1992; Ehrlich, 1992; Lévéque y Glachant, 1992; Lugo, 1992; Lugo et al., 1993). Los
valores económicos directos que se obtienen de la explotación de bosques, mares, tierras cultivadas,
fauna silvestre y extracción de principios activos de medicamentos, entre otros, han sido pilares
fundamentales en la construcción del mundo actual. Más recientemente, han cobrado importancia los
llamados valores económicos indirectos que se refieren a los servicios que prestan los ecosistemas con
relación al clima, agua, suelos, nutrientes, desechos, curso de los ciclos biogeoquímicos, control de
pestes, procesos de polinización (Ehrlich y Ehrlich, 1992). Los análisis y las proposiciones sobre el valor
económico de la biodiversidad son abundantes (Munasinghe, 1992; Bishop, 1993; Hanemann, 1992;
Norton, 1992; Randall, 1992; Swanson, 1992; Perring, et al., 1992; Wells; 1992) y ellos serán insumos
fundamentales en la toma de decisiones en el mercado internacional.
Existe un valor que, a nuestro juicio, tiene una gran importancia y que se corresponde con un nivel de
organización de la diversidad biológica, complejo e inseparable de la teoría evolutiva. Nos referimos al
valor ecológico de la diversidad. Como se señaló al inicio, el concepto de biodiversidad es indisoluble
del concepto de especie y en el contexto de las reflexiones sobre una "utilización sostenible" de los
componentes de la biodiversidad surgen muchas preguntas que están vinculadas a la dimensión de la
diversidad ecológica, como, por ejemplo: ¿En qué medida la productividad de un ecosistema es
dependiente de la biodiversidad? ¿Cuál es la importancia de la biodiversidad en los ciclos
biogeoquímicos? ¿Es la biodiversidad responsable del funcionamiento eficiente y de la estabilidad de
los ecosistemas? ¿Son las especies o conjuntos de especies mejores indicadores del "stress" del
sistema que las propiedades funcionales del sistema? (di Castri y Younes, 1989). Estas preguntas
están vigentes porque hasta ahora no existen evidencias concluyentes entre las relaciones de la
biodiversidad y las propiedades de los ecosistemas. En las preguntas mencionadas, el actor
fundamental sigue siendo la especie y, cualquiera sea su acepción, debemos estar conscientes de que
de las especies, de su caracter único, depende el futuro de la biosfera.
Creemos que hay un valor que no queda expresado claramente y que debe ser reivindicado. Se trata
del valor científico, el de ofrecer conocimiento sobre el origen de la diversidad biológica y el
mantenimiento de los procesos y mecanismos evolutivos. Este valor es pieza fundamental en el proceso
del desarrollo y bienestar de la sociedad. El hombre, en tanto que especie con atributo de racional y en
su condición de especie dominante de la biosfera, tiene la responsabilidad de buscar información sobre
su origen y el de las otras especies sobre el planeta, como una condición básica para poder utilizar
racionalmente la biodiversidad. Estamos en una nueva etapa en el desarrollo de la teoría evolutiva,
llamada Teoría Jerárquica de la Evolución o Teoría Integrativa de la Evolución (Reig, 1989). Esta nueva
formulación deberá dar explicaciones de la interacción de los diferentes niveles de organización
biológica y es por ello que la biodiversidad, como concepto, jugará un papel protagónico.
La biodiversidad en el futuro
contexto, todos los estudios revisten importancia, desde las proposiciones sobre los inventarios y
monitoreos, tanto intensivos como extensivos (di Castri et al., 1992), hasta la necesidad de tener una
mejor comprensión del significado ecológico de los cambios que están ocurriendo en el planeta (di
Castri y Younes, 1989).
Surge una última pregunta: ¿Quiénes van a llevar a cabo los estudios? A sabiendas de que la mayoría
de las investigaciones sobre la diversidad de especies han sido acometidas por taxónomos de los
países desarrollados en instituciones tales como: el Instituto Smithsoniano, el Herbario y el Museo de la
Universidad de Harvard, el Jardín Botánico de Missouri, el Museo de Historia Natural de París, el
Instituto Komarov de Leningrado (Solbrig, 1991) es ineludible la concertación de colaboración entre
investigadores de los países desarrollados y no desarrollados, con la ventaja de que la mayor
diversidad de especies se encuentra en los segundos (países tropicales). Pero la decisión sobre lo que
debemos estudiar en este momento se ha convertido en una decisión de Estado por cuanto, como reza
el Convenio de la Diversidad Biológica "Los Estados tienen derechos soberanos sobre sus propios
recursos biológicos". Nuestros países deben asumir el reto de invertir en la formación de personal
técnico y profesional que se ocupe de estudiar la biodiversidad. Hoy, más que nunca, necesitamos
preparar a nuestros taxónomos, geneticistas, ecólogos, geógrafos y, en general, a los investigadores
para que contribuyan a responder a las preguntas, tanto teóricas como prácticas, que se están
planteando.
En conclusión, la respuesta a ¿qué es una especie? debe contribuir a que la utilización de sus
referentes reales satisfaga las necesidades de alimentos, de salud, así como de otros requerimientos
de nuestros pueblos, y a ofrecernos mayor conocimiento sobre la biodiversidad del planeta para poder
contribuir al denominado desarrollo sostenible. El conocimiento científico, a través de la elaboración de
conceptos, hipótesis, leyes y teorías, es muy valioso y sirve "como herramienta para domar la naturaleza
y remodelar la sociedad" (Bunge, 1981).
Finalmente, consideramos que en este momento lo importante y estratégico es utilizar el concepto que,
teniendo significado teórico, ofrezca ventajas prácticas, a la par que se continúa en la búsqueda o la
redefinición del concepto de especie y no perder de vista que la diversidad de especies, que hoy
parcialmente conocemos, es el resultado de complejos procesos evolutivos, que en la mayoría de los
casos ignoramos y que pocas veces podemos interpretar.
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