016-STC N.° 3361-2004-AA, Caso Jaime Amado Álvarez Guillén
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Fallo Infundada
Aplicación en el Diferida
Tiempo
Notas
1. En la sección sobre los derechos-reglas existe una referencia a la
pluralidad de instancias en los fundamentos 44-46, pero no se
establece que estos constituyan precedente vinculante.
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EXP. N° 3361-2004-AA/TC
LIMA
JAIME AMADO
ÁLVAREZ GUILLÉN
En Ica, a los 12 días del mes de agosto de 2005, el Tribunal Constitucional, e sesión de Pleno
Jurisdiccional, con la asistencia de los señores magistrados Alva Orlandini, Bardelli Lartirigoyen,
Gonzales Ojeda, García Toma, Vergara Gotelli y Landa Arroyo, pronuncia la siguiente sentencia
I. ASUNTO
Recurso extraordinario interpuesto por don Jaime Amado Álvarez Guillén contra la Resolución de la
Cuarta Sala Superior Mixta de la Corte Superior de Justicia de Chincha, de fojas 235, su fecha 29 de
marzo de 2004, que declara infundada la demanda de amparo de autos.
II. ANTECEDENTES
a. Demanda
Con fecha 21 de agosto de 2002, el recurrente interpone demanda de amparo contra el Consejo
Nacional de la Magistratura (CNM), en las personas de los consejeros señores Ricardo La Hoz Lora,
Jorge Angulo Iberico, Teófilo Idrogo Delgado, Daniel Caballero Cisneros, Fermín Chunga Chávez,
Luis Flores Paredes y Jorge Lozada Stambury, con notificación a la Procuradoría General de los
asuntos del Ministerio de Justicia y del CNM, solicitando que se deje sin efecto y sin valor legal el
acuerdo del Pleno del CNM expresado en la Resolución N.° 381-2002-CNM, de fecha 17 de julio de
2002, publicado el 19 de julio, que decide no ratificarlo en el cargo de vocal superior, deja sin efecto
su nombramiento y dispone la cancelación de su título; y, en consecuencia, que se disponga su
inmediata reposición con el pago de los haberes dejados de percibir por el tiempo que dure su
incorporación, más los intereses legales que se generen. Alega que el motivo de su no ratificación se
sustenta en sus votos singulares como Presidente de la Sexta Sala Civil de la Corte Superior de Lima.
Sostiene, asimismo, que la resolución o el acto que decide su no-ratificación no cuenta con motivación
alguna, fundamentación que no está proscrita en la Constitución ni en el Reglamento del Proceso de
Evaluación y Ratificación, aprobado mediante la Resolución N.° 241-2002-CNM, del 13 de abril,
vigente en el momento de los hechos; por el contrario, el artículo 139°, inciso 5) de la Constitución,
prescribe que todas las resoluciones judiciales deben tener motivación escrita. Añade que se ha
vulnerado su derecho a la defensa y el principio de la inamovilidad de los jueces; y que una correcta
interpretación del artículo 142° de la Constitución, respecto a la irrevisabilidad de las resoluciones del
CNM, no invalida la interposición de acciones de garantía.
Con fecha 16 de setiembre de 2002, la Procuraduría demandada solicita que la demanda interpuesta
sea declarada improcedente o infundada, alegando que el procedimiento de ratificación fue realizado
de manera regular; que la resolución del CNM es irrevisable según la propia Constitución; y que en la
no ratificación del magistrado no ha existido afectación alguna del derecho a la defensa o a las
garantías del debido proceso.
Con fecha 25 de marzo de 2003, el Sexagésimo Tercer Juzgado Civil de Lima (fojas 121) declara
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i. Que, tomando en cuenta el debido proceso material, sí puede ser materia de un amparo la
resolución de ratificación o no ratificación de un magistrado establecida en el artículo 142.° de la
Constitución, en caso de no haberse realizado dentro del marco constitucional de la función del
CNM.
ii. Que no se vulnera el derecho constitucional a la permanencia en el cargo por el hecho de someter
al demandante a un procedimiento de ratificación, figura claramente establecida en la
Constitución.
iii. Que, respecto al derecho a la defensa y a la motivación, pese a que en el caso concreto no existe
fundamentación en la no ratifcación, su exigencia no puede ser tomada en el mismo sentido que
una destitución, pues ambas son de distinto carácter.
Con fecha 10 de mayo de 2004, la Cuarta Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de Lima resuelve
confirmar la sentencia del a quo por los siguientes motivos:
i. Que el derecho al servicio judicial con permanencia tiene límites constitucionales. Uno de ellos es
de carácter temporal, debido a que el derecho de permanecer en el servicio es por siete años,
cumplidos los cuales se requiere una ratificación por parte del CNM, tal como ha sucedido en el
presente caso.
ii. Que no se ha vulnerado el derecho a la defensa, por no ser la ratificación un acto de control
disciplinario ante una falta cometida por el magistrado, sino un voto de confianza sobre la manera
como se ha ejercido el cargo, por lo que no puede estar sujeto a las reglas de examen de faltas
cometidas.
iii. Que en el procedimiento de ratificación tampoco se requiere fundamentación, pues esta ha sido
excluida ex profesamente por los constituyentes, estando, por tanto, la no motivación
constitucionalizada.
La Sala, para llegar a esta conclusión, asume los criterios vertidos por el Tribunal Constitucional en la
sentencia del Expediente N.° 1941-2002-AA/TC, que es de observancia obligatoria.
Este proceso constitucional de amparo fue presentado por don Jaime Amado Álvarez Guillén y la
dirige contra el CNM y los consejeros Ricardo La Hoz Lora, Jorge Angulo Iberico, Teófilo Idrogo
Delgado, Daniel Caballero Cisneros, Fermín Chunga Chávez, Luis Flores Paredes y Jorge Lozada
Stambury.
El acto lesivo denunciado es la Resolución N.° 381-2002-CNM, Acuerdo del Pleno del CNM, por la
cual se decide no ratificar al demandante en el cargo de vocal superior, dejando sin efecto su
nombramiento y disponiendo la cancelación de su título.
➢ Petitorio constitucional
El demandante alega la afectación de sus derechos constitucionales al debido proceso (artículo 139.°,
inciso 3), en lo referido a la motivación de las resoluciones (artículo 139.°, inciso 5), de defensa
(artículo 139.°, inciso 14) y a la independencia en el ejercicio de la función jurisdiccional (artículo
139,°, inciso 2), así como el principio de la inamovilidad de los jueces (artículo 146.°, inciso 2).
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- Que se deje sin efecto y sin valor legal la Resolución N.° 381-2002-CNM.
- Que se disponga su inmediata reposición en el cargo.
- Que se ordene el pago de los haberes dejados de percibir por el tiempo que dure su incorporación,
con los intereses legales que generen.
Varias son las cuestiones que debe dilucidar este Colegiado en el presente caso, muchas de las cuales
pasan por un reexamen de su propia jurisprudencia sobre el tema de las ratificaciones de los
magistrados; esto debido, entre otras cuestiones, a la vigencia de un nuevo Reglamento del Proceso de
Evaluación y Ratificación de Jueces del Poder Judicial y Fiscales del Ministerio Público, aprobado por
la Resolución N.° 1019-2005-CNM, y a la posibilidad –esta vez expresa– prevista en el artículo 5.°,
inciso 7), del Código Procesal Constitucional, Ley N.° 28237 (CPC), que permite impugnar, mediante
el proceso de amparo, una decisión del CNM cuando ha sido emitida sin una debida motivación o sin
una previa audiencia del magistrado no ratificado.
IV. FUNDAMENTOS
A. CUESTIONES PRELIMINARES
1. Antes de ingresar a los temas de fondo, conviene analizar brevemente el contexto en que tiene lugar
este pronunciamiento, así como las respuestas que este Colegiado ha venido dando sobre el tema de
las ratificaciones judiciales por parte del CNM. Ello es así porque el Tribunal, luego de analizar
detenidamente los cambios legislativos producidos a la fecha con relación a las ratificaciones
judiciales, el debate suscitado en torno al tema por parte de los distintos actores sociales y el
desarrollo de su propia jurisprudencia y sus efectos en la actuación del CNM, considera que ha llegado
el momento de hacer evolucionar la jurisprudencia constitucional en torno al tema, a efectos de lograr
una mayor protección y desarrollo de los derechos constitucionales involucrados, y de armonizar estos
cambios legislativos con nuestra jurisprudencia.
2. Desde el 1 de diciembre de 2004 se encuentra vigente el CPC, el cual, en su artículo 5.°, inciso 7),
señala que
“No proceden los procesos constitucionales cuando se cuestione resoluciones definitivas del
Consejo Nacional de la Magistratura en materia de destitución y ratificación de jueces y fiscales,
siempre que dichas resoluciones hayan sido motivadas y dictadas con previa audiencia al
interesado”.
De este modo puede deducirse, contrario sensu, que sí proceden los procesos constitucionales
respecto de resoluciones definitivas del CNM, cuando estas sean inmotivadas y/o cuando hayan sido
emitidas sin audiencia del interesado.
En dicho reglamento se reconoce la obligación de motivar expresamente las decisiones que emite el
Pleno respecto de las ratificaciones o no de los magistrados en sus puestos de carrera (artículo 28°),
además de establecer una serie de parámetros y criterios que durante tal proceso. Así, entre otros
temas, resulta relevante lo que dispone el artículo 20.° del referido reglamento, que establece que es
materia de calificación en el proceso de evaluación y ratificación de los magistrados, tanto la
documentación presentada por el magistrado, como la obtenida por el Consejo, tomándose en cuenta
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3. Tal como se observará infra, en reiterada línea jurisprudencial este Colegiado, respecto de la
ratificación de jueces y fiscales, ha precisado que las resoluciones de ratificación del CNM
constituyen un dictamen sobre la confianza, o no, al ejercicio funcional de un juez o fiscal sometido a
evaluación.
Es por ello que se ha venido sosteniendo, como parte del fundamento 13 de la sentencia recaída en el
Expediente N.° 1941-2002-AA/TC, caso Luis Felipe Almenara Bryson, que
Es importante hacer notar, además, que en la sentencia emitida en el Expediente N.° 2409-2002-
AA/TC, caso Diodoro Antonio Gonzales Ríos, este Colegiado ya ha expresado su posición respecto
del control de la actuación del CNM, al establecer que esta institución, como órgano del Estado, tiene
límites en sus funciones, por estar sometido a la Constitución, y sus resoluciones no pueden
contravenir, en forma alguna, su contenido.
De este modo, se estableció que cuando tal actuación no se enmarca dentro de estos presupuestos, no
existe ni puede existir ninguna razón que invalide o deslegitime el control constitucional confiado a
este Tribunal.
5. De este modo, aun en los sistemas donde el precedente es la fuente principal de organización de su
sistema jurídico, se han previsto mecanismos no sólo para ‘evadir’ sus efectos mediante la técnica del
distinguishing en el caso de los tribunales inferiores; sino incluso para ‘cambiarlo’ por un nuevo
precedente, en el caso del propio Tribunal que lo ha establecido con efecto vinculante.
Con relación al overruling, dentro del sistema del common law norteamericano (Juez Kennedy, en la
sentencia Patterson v. Malean Credit Union, 1989, 172), se ha sostenido lo siguiente:
Nuestros precedentes no son sacrosantos, porque nosotros hacemos Overruling respecto de decisiones
previas cuando la necesidad y prioridad así lo establecen. No obstante, hemos sostenido que, “cualquier
salida de la doctrina de stare decisis demanda una especial justificación”.
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En este sentido, la técnica del overruling permite cambiar un precedente en su ‘núcleo normativo’
aplicando el nuevo precedente, ya sea al caso en análisis (eficacia retrospetiva) o, en la mayoría de los
supuestos, a casos del futuro (prospective overruling). Precisamente, la técnica del prospective
overruling se utiliza cuando un juzgador advierte a la población del inminente cambio que va a
realizar de sus fallos, sin cometer la injusticia ínsita en una modificación repentina de las reglas que se
consideraban como válidas.
El cambio de precedente es también una práctica habitual en los Tribunales Constitucionales de los
sistemas del civil law.
6. La técnica del prospective overruling ha sido ya asumida en un caso anterior resuelto por este
Colegiado. En la sentencia del Expediente N.° 0090-2004-AA/TC, caso Juan Carlos Calleghari
Herazo, se decidió cambiar la jurisprudencia con relación al tema de los pases al retiro de los Oficiales
de las Fuerzas Armadas y Policía Nacional, pues se realizó una nueva interpretación de las
prerrogativas conferidas al Presidente de la República, contenidas en el artículo 167° de la
Constitución. En dicha oportunidad se sostuvo además, de modo expreso que
(...) dicho cambio sólo deberá operar luego de que los órganos involucrados con las referidas acciones de
personal puedan conocer los alcances del mismo y adopten las medidas que fueren necesarias para su cabal
cumplimiento, sin que, además, se afecte lo institucionalmente decidido conforme a la jurisprudencia
preexistente.
7. Este Tribunal, consciente de la necesidad imprescindible del cambio que debe efectuarse a la
jurisprudencia anterior con relación a los procesos de evaluación y ratificación de magistrados
llavados a cabo por el CNM, considera que, en el presente caso, la técnica del prospective overruling
es la que debe ser adoptada. En consecuencia, debe anunciar que, en lo sucesivo y conforme a lo que
se establezca en el fallo de esta sentencia, los criterios asumidos en este caso deberán respetarse como
precedente vinculante conforme al artículo VII del Título Preliminar del CPC, tanto a nivel judicial
como también por el propio CNM. Es decir, en los fututos procedimientos de evaluación y
ratificación, el CNM debe utilizar las nuevas reglas que se desarrollarán en la presente sentencia.
8. En ese orden de ideas, los criterios establecidos por este Tribunal constituyen la interpretación
vinculante en todos los casos de no ratificaciones efectuadas por el CNM con anterioridad a la
publicación de la presente sentencia en el diario oficial El Peruano. En dichos casos los jueces están
vinculados y deben aplicar la jurisprudencia de este Tribunal en los términos en que estuvo vigente,
toda vez que, hasta antes de la fecha de publicación, la actuación del CNM tenía respaldo en la
interpretación que este Colegiado había efectuado respecto de las facultades que a tal institución le
correspondía en virtud del artículo 154.º inciso 2) de la Constitución.
Hechas estas precisiones preliminares, es momento de ingresar al análisis de las cuestiones planteadas
en el caso de autos.
La situación objetiva es que la ratificación de jueces y fiscales que realiza el CNM –en la que se
evalúa el rendimiento jurisdiccional, la capacitación y la conducta funcional de cada magistrado–,
constitucionalmente admitida y desarrollada por su ley orgánica, debe encontrar su límite en los
atributos de otras instituciones. En consecuencia, se torna necesario una lectura de las prerrogativas
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constitucionales del CNM a la luz de los fines que tienen las funciones que le han sido encomendadas.
El resultado debe ser una fórmula ponderada que permita que sus facultades, aparentemente
discrecionales, logren articularse con mecanismos de control de su accionar que no desnaturalicen la
esencia de la institución; esto es, que garanticen, como bien preponderante, la independencia de la
judicatura.
10. Según la doctrina constitucional, el concepto de independencia se ha caracterizado por ser uno
referencial, relativo e instrumental, ya que la concreción jurídica de los factores o elementos a los que
el juez, en el ejercicio de la función judicial, no puede someterse, tiene por objeto lograr que su
actuación sea imparcial y con plena sujeción a la ley. Por su lado, la jurisprudencia constitucional
contempla que la independencia judicial no aparece ni puede ser definida claramente por la
Constitución, por integrar un complejo estatuto jurídico del personal jurisdiccional y un conjunto de
garantías del juez frente a las partes, la sociedad, el autogobierno y los demás poderes del Estado.
Ante tal dificultad, se puede afirmar que sus fundamentos son los mismos que legitiman la jurisdicción:
verdad y libertad; razón por la cual ella debe estar asegurada tanto para la magistratura, como
organización desligada de condicionamientos externos, como para el magistrado en calidad de
individuo frente a las jerarquías internas de la propia organización, representando un contenido de
soberanía. Es por ello que se ha llegado a señalar que la soberanía se sustenta en la importancia
constitucional del propio PJ, especialmente de la Corte Suprema, así como del MP. Esta cuestión, por
tanto,
(...) no se trata de un hecho, de algo que concurra o no, sino de la cualificación de un hecho: dado el hecho
del ordenamiento eficaz, se trata de determinar si lo consideramos soberano o no, y para ello no
examinaremos hechos, sino relaciones jurídicas entre ordenamientos (...).1
Por esta independencia debe entenderse, entonces, la ausencia de mecanismos de interferencia, tanto
internos como externos, en el ejercicio de la función jurisdiccional. En el primer caso se hace alusión a
la organización jerarquizada de la judicatura, impidiendo que dicha estructura permita que algún
magistrado de los niveles superiores pretenda influenciar o ponga en peligro la imparcialidad de los
jueces de los niveles inferiores. La independencia externa, en cambio, supone una garantía política
que si bien alcanza al juez como funcionario individual, tiene mayores implicancias en cuanto a la
corporación judicial, entendida como PJ.
En este sentido, por un lado se expresa como independencia frente a las partes del proceso y a los
intereses de las mismas; y, por otro, como independencia respecto de los otros poderes
constitucionales. En este caso se trata de
(...) reforzar la imagen de imparcialidad sustrayendo la judicatura al juego de las mayorías y minorías
políticas y de los intereses agregados que estas representan (...).2
11. La independencia judicial fue adquirida en el moderno Estado de Derecho y disfruta de un origen en
clave liberal, como componente lógico del principio de separación y ponderación entre las
instituciones constitucionales. Este tema ha sido materia de interés por parte de este Colegiado, y
recientemente ha señalado en el fundamento 35.º de la Sentencia del Expediente N.° 0023-2003-AI, a
propósito de un proceso de inconstitucionalidad interpuesto por la Defensoría del Pueblo contra
diversas normas de la Ley Orgánica de Justicia Militar, relacionando independencia con inamovilidad,
que
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(...) la garantía de la inamovilidad de los jueces durante su mandato no sólo determina el status jurídico de
los jueces, sino que debe entenderse, a su vez, como una garantía de justicia para el administrado,
indispensable para reforzar la independencia judicial en un Estado Democrático. Es por ello que, importa
tomar en cuenta dos aspectos: a) Prohibición de separación de la carrera judicial, salvo proceso
sancionatorio y/o sometimiento a la ratificación judicial. b) Prohibición de traslados forzosos de un puesto
judicial a otro. Con ello, se busca la estabilidad del juez en el cargo y que la carrera judicial esté exenta de
cualquier influencia política, conservando la debida especialidad y conocimiento que amerita el cargo,
finalidad que no podría verificarse con las separaciones o traslados no justificados ni establecidos en
norma alguna, y mucho más cuando provengan de un órgano distinto, como el Poder Ejecutivo (...).
En fin, la independencia judicial se presenta como una exigencia política del Estado constitucional,
componente esencial de la noción de Estado de Derecho y principio estructural. En tal sentido, y
también por ser considerada una garantía, se exhibe como un conjunto de mecanismos jurídicos
tendentes a la salvaguardia y realización del valor del ordenamiento en su conjunto y, por tal virtud,
aparece como un precepto instrumental según el cual los jueces no están sujetos en el ejercicio de su
cargo a órdenes o instrucciones, ni tampoco pendientes de si sus sentencias agradan o no desde que le
está encomendada la función de tutela de la normatividad del Estado, que está sometida al sistema
jurídico.
12. Presentada la independencia de esta manera, se recalca que sólo puede prescindirse de este
impedimento de separación –o no ratificación– si existiese una causa justa para ello. Sin embargo,
surge la cuestión de si la ratificación puede terminar siendo un procedimiento contrario a una causa
justa para la inamovilidad de los jueces, prevista en el artículo 146.°, inciso 3), de la Constitución, que
señala que el Estado garantiza a los magistrados judiciales la permanencia en el servicio siempre que
observen conducta e idoneidad propios de su función.
Por ello, la imposibilidad de la separación inmotivada de la carrera judicial aparece como uno de los
aspectos primordiales y cardinales de la inamovilidad de los jueces, y ésta como una consecuencia
lógica de la independencia judicial. En ese sentido, la inamovilidad debería, en principio, tener
carácter absoluto, en virtud de que no se refiere sólo a la carrera y a la categoría, sino que incluye el
concreto puesto de trabajo, además de que no tiene duración temporal, siendo permanente hasta la
jubilación forzosa por edad3. Sin estabilidad en la función, el juez no tendría seguridad para ejercer su
cometido de modo imparcial, pues inamovilidad significa que nombrado o designado un juez o
magistrado conforme a su estatuto legal, y de acuerdo a la estabilidad laboral absoluta obtenida
gracias a su nombramiento, no puede ser removido del cargo sino en virtud de causas razonables,
tasadas o limitadas, y previamente determinadas. Por tanto, a través de esta estabilidad4 se garantiza
su permanencia en el servicio judicial mientras observe la conducta e idoneidad propias de su función.
13. Como se ha podido advertir, tanto la independencia como la inamovilidad tienen un mismo fin: la
independencia judicial. Sin embargo, las formas como se presentan en la realidad son diametralmente
opuestas, tanto así que la inamovilidad aparece claramente como un límite constitucional a la
independencia. Por tanto, no es correcto afirmar que la inamovilidad afecta la independencia;
simplemente es un límite. La correspondencia entre ambos puede encontrarse claramente al
entenderlos en el sentido de derecho-regla en la teoría argumentativa. Es decir, como una relación que
se supera únicamente a través de restricciones y excepciones5.
No obstante, esta separación de funciones entre estas instituciones constitucionales no puede quedarse
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en lo que la visión hermenéutica nos presenta, sino que debe llegar al uso de los principios
interpretativos institucionalistas, al exteriorizarse como una orientación interpretativa que reivindica el
carácter vinculante de la norma con la realidad constitucional, obligándose el intérprete a hacer su
trabajo a partir de la situación concreta y encaminarla hacia la norma constitucional, y no ir en sentido
inverso.
15. La correlación en el binomio independencia y responsabilidad debe ser tratada con ecuanimidad, e
impone la búsqueda de límites que determinen su exigencia de modo efectivo y sobre aspectos
relacionados exclusivamente con el ejercicio de la función judicial y fiscal, sin ir más allá.
La independencia judicial no puede desembocar en una irresponsabilidad del magistrado que, por otra
parte, resultaría incompatible con el principio democrático del Estado de derecho, por la simple razón
de que todos los Poderes estatales deberán responder por el ejercicio de sus funciones, según fluye del
equilibrio constitucional subyacente. Por eso, es allí donde aparece la ratificación como forma en que
la responsabilidad del juez debe verse constitucionalmente definida.
16. Justamente, para lograr tal objetivo, la ratificación cumple diversas funciones constitucionales, las
cuales pasamos a explicar a continuación:
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En tal sentido, es fácil persuadirse de que la ratificación ejercida dentro del marco de la Constitución,
puede servir en el Estado Democrático para que la magistratura dé cuenta periódica del ejercicio de su
independencia con responsabilidad cada siete años. Que dicha potestad haya sido entregada a un
órgano como el CNM, genera desde luego una garantía de que en tales proceso es menos probable la
influencia política o los móviles subjetivos que puedan poner en riesgo la garantía institucional de la
independencia, a condición de que tales atribuciones sean ejercidas, desde luego, con las mínimas
garantías a las que de inmediato nos referiremos. De este modo, antes que colisionar con el principio
de independencia o el de permanencia en el cargo, el instituto de la ratificación puede servir
precisamente para fortalecer la independencia funcional del magistrado, que tiene en el proceso de
ratificación la oportunidad para dar cuenta, cada cierto tiempo, de su ejercicio en el del poder que por
delegación ostenta como magistrado.
El ejercicio de la función pública requiere para su óptimo desempeño de un mecanismo que permita al
funcionario un mínimo control por parte de los entes instituidos con tal propósito. En el caso de la
magistratura, este poder de control de la actividad funcional del magistrado es el CNM, que la ejerce
en los procesos disciplinarios, pero también de manera regular en los procesos de ratificación. De este
modo, el Estado comparte responsabilidades y roles entre distintos entes a efectos de lograr un justo
balance entre los poderes y atribuciones comprometidas.
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competencias que se requieren para permanecer en el cargo. Desde luego, ello no es posible, por
ejemplo, en un esquema donde no se publicitan ni los procesos ni las decisiones de quienes ejercen
dicha función.
17. Las nuevas circunstancias habilitantes para un cambio jurisprudencial como el explicado, permiten
que este Colegiado efectúe un reexamen de los principios vertidos sobre la materia.
18. Es correcto que el consejero vote por la ratificación o no de un magistrado con un alto grado de valor
intrínseco, pero su decisión debe sustentarse en la apreciación obtenida en la entrevista realizada; en
los datos proporcionados por el mismo evaluado; y en los informes recolectados de instituciones como
las oficinas de control interno, la Academia de la Magistratura y otras entidades públicas, así como la
proveniente de la participación ciudadana.
Al respecto, hay varios puntos a destacar, justamente a partir del nuevo parámetro brindado por el
nuevo Reglamento de Evaluación y Ratificación de Jueces del Poder Judicial y Fiscales del Ministerio
Público, aprobado mediante la Resolución del CNM N.° 1019-2005-CNM –básicamente artículos 20.°
y 21.°–, lo cual comporta a un mérito mucho más estricto de quien se somete a evaluación por parte
de la Comisión:
Solamente utilizando dichos criterios el CNM logrará realizar una evaluación conforme a la
Constitución, respetuosa de la independencia del PJ y del MP, y plenamente razonada; y, a su vez,
criticable judicialmente cuando no se haya respetado el derecho a la tutela procesal efectiva en el
procedimiento desarrollado.
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19. Dejando atrás el carácter subjetivo que ha llegado a estar consignado como forma de actuación, lo que
se requiere, a partir de ahora, es una decisión con un alto componente objetivo. El consejero ya no
puede determinar, a su libre albedrío, qué juez o fiscal no continúa en el cargo, sino que, para hacerlo,
deberá basarse en los parámetros de evaluación antes señalados.
(...) El test de razonabilidad es un análisis de proporcionalidad que está directamente vinculado con el
valor superior justicia; constituye, por lo tanto, un parámetro indispensable de constitucionalidad para
determinar la actuación de los poderes públicos, sobre todo cuando ésta afecta el ejercicio de los derechos
fundamentales. Para que la aplicación del test sea adecuada, corresponde utilizar los tres principios que lo
integran (...).
Los procesos concluyen con una resolución motivada, en la que se deben expresar los fundamentos por los
cuales se adopta la decisión de ratificación o de no ratificación, la que se materializa mediante votación
nominal en la sesión convocada para tal efecto.
20. Con todo lo expuesto, y con una interpretación como la mostrada, la justificación del por qué está
autorizado el CNM para realizar esta actividad correctora podría concretarse en que ésta realiza a
través de un control interorgánico de los consejeros respecto a los jueces, basado en que la actuación
indebida de estos últimos termina afectando claramente la potestas del Estado y, consecuentemente,
de la población.
En este marco, este Tribunal considera que los datos objetivos que ahora se exigen a los consejeros
imprimen al proceso de evaluación de magistrados un mejor margen para la motivación de sus
resoluciones, lo que guarda coherencia con el respeto de los derechos fundamentales de los sometidos
a la ratificación. El avance normativo sobre la materia es digno de resaltar.
21. Luego de analizar la naturaleza del acto de ratificación, este Colegiado considera pertinente precisar
cuáles son los efectos que tiene esta figura en el ámbito constitucional.
En principio, debe quedar claro que cuando la ratificación no se logra producir, no se está ejerciendo
la potestad disciplinaria del CNM, pues, como bien lo señala la Constitución en su artículo 154.°,
inciso 2 (disposición reproducida por el artículo 30.° de la Ley Orgánica del CNM), “[E]l proceso de
ratificación es independiente de las medidas disciplinarias”8.
Al respecto, en una normatividad particular (artículo 2.° del Reglamento de Procesos Disciplinarios
del CNM, aprobado mediante la Resolución N.º 030-2003-CNM), se señala que para poder sancionar
por indisciplina, debe existir previamente una imputación al vocal o fiscal supremo de la comisión de
hecho, acto o conducta considerados como causales de destitución previstas en la Ley Orgánica del
CNM, respetándose, en concordancia con lo establecido por el artículo 1.º del citado reglamento, los
principios de legalidad, inmediación, celeridad, imparcialidad, publicidad y presunción de inocencia;
siendo esta responsabilidad una estrictamente profesional, de control genérico de su actividad,
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orientada a que en el ejercicio de sus potestades, los jueces y fiscales no infrinjan normas que pudieran
llegar a causar detrimento en los derechos de las personas sometidas a su jurisdicción, por estar
encaminada a la garantía de las obligaciones estatutarias y fundada en unos criterios de orden
relacionados con la observancia de determinados deberes u obligaciones inherentes al cargo judicial,
cuyo incumplimiento implica la comisión de unos ilícitos disciplinarios y, por ende, la posibilidad de
ser sancionados. Igualmente, el artículo 201.° de la Ley Orgánica del PJ establece que los jueces sólo
serán sancionados por indisciplina en los casos de infracción a los deberes y prohibiciones
contempladas en la referida ley orgánica; cuando se atente públicamente contra la respetabilidad del
PJ; o por notoria conducta irregular, vicios y costumbres que menoscaban el decoro y respetabilidad
del cargo, entre otros supuestos.
22. De otro lado, es necesario definir cuál es la consecuencia accesoria, no por ello menos trascendente,
que trae consigo la no ratificación. Según el propio texto constitucional, en su artículo 154.°, inciso 2,
luego de la evaluación del magistrado, los que no sean ratificados no podrán reingresar al PJ ni al MP.
(...) la conditio sine qua non del Estado constitucional democrático, puesto que no pueden dejar de ser
pensados sin que peligre la forma de Estado, o se transforme radicalmente9,
(...) el derecho de toda persona a ser oída con las debidas garantías y dentro de un plazo razonable por un
juez o tribunal competente, independiente e imparcial, establecido con anterioridad por la ley, en la
sustanciación de cualquier acusación penal formulada en su contra o para la determinación de sus derechos
de carácter civil, laboral, fiscal u otro cualquiera.
24. El derecho a la tutela procesal efectiva no sólo tiene un ámbito limitado de aplicación, que se reduce a
sede judicial. Se emplea en todo procedimiento en el que una persona tiene derecho al respeto de
resguardos mínimos para que la resolución final sea congruente con los hechos que la sustenten.
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(...) está concebido como el cumplimiento de todas las garantías, requisitos y normas de orden público
que deben observarse en las instancias procesales de todos los procedimientos, incluidos los
administrativos, a fin de que las personas estén en condiciones de defender adecuadamente sus derechos
ante cualquier acto del Estado que pueda afectarlos (...),
tema que también ha sido recogido por la jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos
Humanos, según lo expresa el párrafo 104 de la Sentencia del 6 de febrero del 2001, Caso Ivcher.
25. Al respecto, la posición inicial de este Colegiado fue un reconocimiento limitado de este derecho
fundamental en el procedimiento evaluativo, cuando señaló en el fundamento 17 de la Sentencia del
Expediente N.° 1941-2002-AA/TC que, al no ser aplicable de manera genérica a todo tipo de
procedimiento administrativo,
(...) significa que, forzosamente, se tenga que modular la aplicación -y titularidad- de todas las garantías
que comprende el derecho al debido proceso, y reducirse ésta sólo a la posibilidad de la audiencia.
Este fue un primer paso interpretativo. Sin embargo, este Tribunal considera pertinente avanzar un
poco en este extremo pues, al considerar que la apreciación de los consejeros ya no es exclusivamente
subjetiva, el control de la tutela procesal efectiva debe sustentarse en la parte objetiva.
(...) que un acto administrativo dictado al amparo de una potestad discrecional legalmente establecida
resulta arbitrario cuando sólo expresa la apreciación individual de quien ejerce la competencia
administrativa, o cuando el órgano administrativo, al adoptar la decisión, no motiva o expresa las razones
que lo han conducido a adoptar tal decisión.
Por lo tanto, y de modo congruente con lo que hasta ahora se ha expuesto, también se debe considerar
como parte de la tutela procesal efectiva el derecho al acceso a la información del procedimiento, y a
la independencia del examinador. Paralelamente, es necesario explicar que se puede ir configurando
en la jurisprudencia de este Tribunal lo que es la motivación de las resoluciones y la pluralidad de
instancias en el procedimiento, cada una de ellas con un carácter especial para el caso concreto.
26. Según la Constitución (artículo 139.°, incisos 4 y 15), el derecho a la información procesal se puede
inferir del principio de ‘publicidad en los procesos’ y del ‘derecho a la información’ (con inmediatez y
por escrito) atribuirle a toda persona para que se le informe de las causas o razones de su detención.
Así, el derecho a la información procesal es aquél según el cual el justiciable está en la capacidad de
tener acceso a los documentos que sustentan una resolución, tanto para contradecir su contenido
como para observar el sustento del juzgador al emitir su fallo.
27. Ahora bien, como parte de la tutela procesal efectiva, toda la información recibida por el CNM debe
ser manejada con la mayor reserva posible, a fin de cautelar el derecho a la vida privada de jueces y
fiscales, previéndose en el artículo 28° de la Ley Orgánica del CNM y en la V Disposición General del
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Reglamento del Proceso de Evaluación y Ratificación (tanto en el antiguo como en el nuevo), que no
sólo los consejeros, sino también el personal de apoyo del CNM, habrán de guardar reserva respecto a
las informaciones que reciben y deliberaciones que realicen. Pero donde el derecho adquiere una
importancia inusitada es cuando se analiza si esta confidencialidad debe ser respetada con relación a
los propios magistrados.
28. Este Colegiado ha ido determinando el carácter efectivo del derecho al acceso a la información. En el
fundamento 5 de la Sentencia del Expediente N.° 0950-2000-HD/TC, caso Asociación de Pensionistas
de la Fuerza Armada y la Policía Nacional, se ha considerado que al ser una facultad de toda persona
de solicitar y recibir información de cualquier entidad pública, no debe existir
(...) entidad del Estado o entidad con personería jurídica de derecho público que resulte excluida de la
obligación de proveer la información solicitada (...).
También se debe destacar la relación entre este derecho y el régimen democrático. Al respecto, este
Colegiado ha señalado, en el fundamento 11 de la Sentencia recaída en el Expediente N.° 1797-2002-
HD/TC, caso Wilo Rodríguez Gutiérrez, que el acceso a la información pública,
(...) no sólo constituye una concretización del principio de dignidad de la persona humana (art. 1° de la
Constitución), sino también un componente esencial de las exigencias propias de una sociedad democrática,
ya que su ejercicio posibilita la formación libre y racional de la opinión pública.
(...) a la ciudadanía en general, a través de su portal web, el acceso a la información del registro, con las
reservas del derecho de los postulantes y magistrados al honor, a su buena reputación y a su intimidad
personal y familiar, conforme a ley.”
30. Así, para poder determinar el verdadero límite existente entre confidencialidad e información pública,
este Colegiado señaló, como parte del fundamento 20 de la Sentencia del Expediente N.° 1941-2002-
AA/TC, la existencia de este derecho para todos los magistrados sujetos al proceso de ratificación, y
subrayando el ineludible deber de entregar toda la información disponible sobre la materia, por parte
del CNM, dentro de los parámetros señalados.
(...) cabe deslindar si dentro de los sujetos a los cuales está destinada la restricción no se encuentra el
titular de los datos que se mantienen en el registro. La restricción ha de entenderse, en efecto, sobre ‘los
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particulares o autoridades’ distintos del titular de los datos, no pudiéndose realizar una interpretación
extensiva del concepto ‘particulares’, utilizado por el artículo 43° de la LOCNM, y comprender, dentro de
él, al sometido al proceso de ratificación (...).
De esta argumentación genérica se desprende que todo magistrado sujeto a ratificación tiene derecho
al acceso de: a) la copia de la entrevista personal, por ser la audiencia de carácter público, a través del
acta del acto público realizado, y no únicamente el vídeo del mismo; b) la copia de la parte del acta
del Pleno del CNM que contiene la votación y acuerdo de no ratificación del magistrado evaluado; y,
c) la copia del Informe de la Comisión Permanente de Evaluación y Ratificación. Similar es el criterio
adoptado por el nuevo Reglamento de Evaluación y Ratificación de Jueces del Poder Judicial y
Fiscales del Ministerio Público, al establecer, en su exposición de motivos y en su tercera disposición
complementaria y final, que el magistrado puede solicitar copias de las piezas del expediente y del
informe final.
31. El funcionamiento adecuado de todo órgano calificador y examinador es otro elemento esencial para
prevenir el abuso de poder por parte del Estado, y por ende, para proteger los derechos de la persona.
En efecto, el corolario fundamental de su existencia es la posibilidad de acudir ante los órganos con el
fin de asegurar la efectividad de los derechos. Es más, para que un órgano con capacidad vigilante
pueda servir de manera efectiva como órgano de control –garantía y protección de los derechos– no
sólo se requiere su existencia formal sino, además, su independencia e imparcialidad, pues, como bien
se ha señalado para el caso judicial, debe procurarse, según lo expresa el artículo 139.°, inciso 2), de la
Constitución, la independencia en el ejercicio de la función jurisdiccional.
Esta exigencia aplicada a los consejeros debe ser considerada como un requisito de idoneidad para
participar en la evaluación de un magistrado. Los miembros del Consejo no deben tener una posición
predeterminada respecto a los magistrados, a fin de que en su ámbito de actuación según conciencia,
deban ser lo más neutrales posible.
32. Según el demandante, luego de que se pronunciara como presidente de la Sexta Sala Civil a favor de
diversos ex magistrados que habían recurrido en amparo, se percató que los integrantes del CNM no lo
iban a ratificar. Como prueba de ello abunda en que
Por ello, consideró que con las declaraciones públicas formuladas, se le llegó a descalificar
anteladamente como magistrado y como profesional en Derecho.
33. La normatividad específica sobre el tema de la ratificación señalaba, en el artículo VI del antiguo
Reglamento del Proceso de Evaluación y Ratificación de Jueces del PJ y Fiscales del MP, vigente al
momento de interponer la demanda, y que se mantiene con una redacción similar en el actual, con
claridad que
Los miembros del Consejo no pueden ser recusados por realizar la función de ratificación de jueces o de
fiscales. Los consejeros, bajo responsabilidad personal, deben abstenerse cuando en el conocimiento del
acto de ratificación de algún juez o fiscal se encuentren incursos en cualquiera de las causales de
impedimento que establece la ley.
Por tanto, se debe observar si un consejero se abstuvo, o no, de actuar en un caso concreto, debido a
que, en principio, ningún magistrado puede ser recusado. Al respecto, como bien lo ha señalado este
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Por otro lado, en el artículo 305.° del Código Procesal Civil se señala que un juzgador está impedido
de dirigir un proceso cuando haya sido parte en éste; si un familiar o un representado está
interviniendo; si ha recibido personalmente o por familiares, beneficios o dádivas de alguna de las
partes, antes o después de empezado el proceso; o si ha conocido el proceso en otra instancia.
Asimismo, según el artículo 313.° del referido código adjetivo, también puede excusarse por decoro.
Igualmente, en el novedoso sistema procesal penal –artículo 53.°, inciso 1), del nuevo Código Procesal
Penal, Decreto Legislativo N.° 957, aún en vacatio legis–, se establece que los jueces deberán
inhibirse cuando directa o indirectamente tuviesen interés en el proceso o lo tuviere un familiar;
cuando tenga amistad notoria, enemistad manifiesta o un vínculo de compadrazgo con el imputado o
la víctima; cuando fueren acreedores o deudores del imputado, víctima o tercero civil; cuando
hubieren intervenido anteriormente en el proceso; o cuando exista cualquier otra causa, fundada en
motivos graves, que afecte su imparcialidad.
Es decir, en el ordenamiento son diversas las disposiciones que tratan el tema de la inhibitoria por
parte de quienes deben resolver. Lógicamente, en el caso de los consejeros, estas exigencias deben
limitarse por razón de lo especial de su cometido, siendo así como la posibilidad de recusación se ve
restringida.
En primer lugar, porque no fue el recurrente quien no ratificó al ahora consejero Idrogo Delgado, sino la
Sala Plena de la Corte Suprema de Justicia de la República, como se desprende del documento obrante a
fojas 45 y siguientes del cuaderno principal. En segundo lugar, no es exacto que el proceso judicial iniciado
por el actual consejero Idrogo Delgado se haya promovido contra el recurrente, y que de esa manera exista
entre ellos un conflicto de intereses, que comprometa su imparcialidad, pues se trata de un proceso judicial
promovido contra el Poder Judicial en cuanto órgano, por no haber sido ratificado (...). En consecuencia,
(...) no puede sostenerse que se haya violado el derecho de ser juzgado por un órgano imparcial.
De esta forma, sin estar expresamente reconocida, este Colegiado entró a analizar si existía o no
independencia por parte de los consejeros, admitiendo implícitamente un derecho-regla más para los
magistrados, en el ámbito del derecho-principio de la tutela procesal efectiva.
35. Ahora, es pertinente observar en el presente proceso constitucional si se configura alguna afectación
al derecho de los magistrados a la independencia de los consejeros. De las pruebas documentales
presentadas por la parte demandante, no se observa en ningún extremo adelanto de opinión de parte
de los consejeros. Tal como se puede observar, simplemente se ha señalado periodísticamente que
El Presidente del Consejo Nacional de la Magistratura (CNM) Ricardo La Hoz Lora, dijo que es
anticonstitucional que el Poder Judicial acoja las acciones de amparo de los 26 magistrados (jueces y
fiscales), quienes pretenden retornar a la administración de justicia. La Hoz señaló, sin embargo, que si el
Poder Judicial repone a éstos nada podrá hacer11, (...).
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(...) solicitó ayer al presidente de la Sala Suprema, Óscar Alfaro, le informe las razones por las
cuales la Sexta Sala Civil decidió admitir una demanda de reposición interpuesta por el no
ratificado vocal supremo Mario Urrelo12, (...).
36. De tal análisis se pueden extraer algunas conclusiones. En primer lugar, no puede haberse solicitado la
inhibición de todos los consejeros, si las declaraciones presentadas por el demandante únicamente se
refieren a uno de ellos. Por lo tanto, no es lógico que se haya presentado un pedido de abstención al
Pleno, si de las pruebas mostradas tan solo se ponía en tela de juicio la actuación de uno de sus
miembros. En segundo término, de los medios probatorios presentados, no se colige con claridad la
relación entre las expresiones vertidas por el consejero La Hoz y un adelanto claro de opinión. Es
verdad que el entonces presidente del Consejo criticó la actuación de la Sala a la que pertenecía el
recurrente, pero lo hizo en el marco constitucional [artículo 139.°, inciso 20), de la Constitución] del
derecho de toda persona de formular análisis y críticas de las resoluciones y sentencias judiciales, con
las limitaciones de ley, sin llegar a demostrarse un ataque personal al demandante. Lo que no parece
coherente con su función jurisdiccional, es tratar de atribuir responsabilidades al consejero por no
haberlo defendido ante la opinión de los periodistas o de otras autoridades. De ello, por tanto, se
desprende que no hubo afectación alguna al derecho del demandante.
37. La certeza judicial es el derecho de todo procesado a que las sentencias o resoluciones estén
motivadas, la exposición de un razonamiento jurídico explícito entre los hechos y las leyes que se
aplican. Esta figura es acorde con la Constitución, cuando señala en su artículo 139.°, inciso 5), que es
un principio de la función jurisdiccional,
(...) la motivación escrita de las resoluciones judiciales en todas las instancias, excepto los
decretos de mero trámite, con mención expresa de la ley aplicable y de los fundamentos de hecho
en que se sustentan.
38. En la demanda de amparo, el recurrente alega que, aparte que existe un derecho a la motivación de
toda resolución, el Reglamento de Evaluación y Ratificación (se hacía referencia al ya modificado),
Tras la crítica realizada por el demandante respecto a la falta de fundamentación de la resolución del
CNM, es imperioso establecer cómo debe observarse esta garantía del derecho al debido proceso en el
caso de una no ratificación.
39. La motivación es una exigencia que si bien es parte de las resoluciones judiciales, debe ser observada
en todo tipo de procedimiento, a la luz del artículo 139.°, inciso 5) de la Constitución, como una
‘motivación escrita’, pues, como lo prescribe el artículo 12° de la Ley Orgánica del PJ, todas las
resoluciones, con exclusión de las de mero trámite, son motivadas, bajo responsabilidad, es decir, han
de incluir expresión de los fundamentos en que se sustentan.
En ese sentido, toda resolución debe ser congruente a fin de calibrar en ella la debida correlación
entre los hechos presentados y la base normativa (debe ceñirse al in dubio pro reo, es decir, la
interpretación de las normas debe ser a favor del procesado), que sustentan la decisión final y lo que
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La motivación servirá básicamente por dos razones: para la eficacia del control jurisdiccional ex post y
para lograr el convencimiento del juez respecto a la corrección y justicia de la decisión del CNM sobre
sus derechos como ciudadano. Por tanto, la resolución congruente, sustentada en la motivación,
descubre su pedestal en su articulación con el criterio de razonabilidad, a fin de regular
adecuadamente el “margen de apreciación” que tiene el consejero para resolver de manera final, pese
a la sensatez y la flexibilidad que se le ha impuesto en el ejercicio de sus funciones.
40. Dando un importante paso normativo, el propio CPC ha precisado con claridad que la motivación es
parte esencial de las resoluciones del CNM, lo cual ha causado, según se ha venido señalando, la
existencia de un cambio jurisprudencial sobre la materia. Sobre esta base, es imprescindible ingresar a
una nueva lógica de intervención del Tribunal Constitucional sobre la materia, de acuerdo al artículo
5.°, inciso 7), del CPC, el cual establece que cuando las resoluciones del CNM no han sido motivadas
o dictadas sin previa audiencia al interesado, sí proceden los procesos constitucionales cuestionando
las resoluciones en principio definitivas.
Por eso es importante que la Defensoría del Pueblo haya señalado que la falta de motivación de la
ratificación
Es pertinente señalar que este tema tampoco es novedoso para este Colegiado. En el caso de los pases
al retiro por la causal de renovación de los oficiales de las Fuerzas Armadas y Policía Nacional, ha
señalado, en el fundamento 15 de la Sentencia del Expediente N.° 0090-2004-AA que, para evitar
considerar a los actos discrecionales de la Administración como arbitrarios, estos han de ser motivados
y basarse necesariamente en razones, esto es, que no constituyan una mera expresión de la voluntad
del órgano que los dicte. Este análisis es el que habrá de realizar este Colegiado respecto a las
resoluciones del CNM.
Más aún, una interpretación literal del artículo 154.°, inciso 2), de la Constitución, no impide la
motivación resolutoria. Que explícitamente se haya requerido la fundamentación en las sanciones
disciplinarias a imponer [artículo 154.°, inciso 3)], no implica –en ningún supuesto– que para la
ratificación no pueda exigirse también este derecho-regla como garantía de los magistrados. Se
plantea, entonces, una interpretación del precitado dispositivo, conforme a la Constitución, utilizando
los principios de unidad constitucional y eficacia práctica e integradora, sólo con el fin de reconocer la
eficacia de la tutela procesal efectiva en la ratificación de jueces y fiscales.
41. Y si bien se presenta como claro e interesante que exista una discrecionalidad en la actividad de los
consejeros (como la tiene cualquier juzgador), ello no puede servir como base para la vulneración de
los derechos de los jueces y fiscales; antes bien, sus resoluciones deben estar sometidas a criterios
jurídicos que reflejen los valores, principios y derechos que la Constitución reconoce.
Este Colegiado concluye en que el control de constitucionalidad de los actos dictados al amparo de una
facultad discrecional no debe ni puede limitarse a constatar que el acto administrativo tenga una motivación
más o menos explícita, pues constituye, además, una exigencia constitucional evaluar si la decisión
finalmente adoptada observa los principios de razonabilidad y proporcionalidad con relación a la
motivación de hechos, ya que una incoherencia sustancial entre lo considerado relevante para que se adopte
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la medida y la decisión tomada, convierte a esta última también en una manifestación de arbitrariedad.
(...) con apoyo en razones subjetivas (...) llevan ínsito un claro voluntarismo sobre el tema, que permite
descalificar las conclusiones a tenor de la doctrina de la arbitrariedad.
De esta manera, se ha llegado a señalar que una discrecionalidad demasiado fuerte puede llegar a la
pura arbitrariedad.
42. Frente a lo que venía señalando el CNM respecto a esta materia, en una reciente norma, que se ha
mencionado anteriormente, se ha cambiado el parámetro de actuación sobre la materia. Así, se puede
observar en el artículo 29° del nuevo Reglamento de Evaluación y Ratificación de Jueces del PJ y
Fiscales del MP, lo siguiente:
(...) el Pleno del Consejo, en sesión reservada, mediante votación nominal, decide renovar o no la confianza
al magistrado evaluado, la que se materializa en una resolución de ratificación o de no ratificación, según
sea el caso, debidamente motivada (...).
Es decir, toda decisión expedida por el CNM debe estar motivada. No se dice mucho al respecto, por
lo que es conveniente que este Colegiado realice una interpretación conforme a la Constitución sobre
este aspecto.
43. Como ahora está sujeto a un análisis de datos concretos, el consejero está en el deber de tomar una
decisión sobre la base de los documentos e informes presentados. Es decir, debe sustentar su decisión
en los medios que considera pertinentes. De lo expuesto, se desprende lo siguiente:
- Antes de emitirse el voto, debe existir discusión para cada caso concreto.
- Cuando realicen sus votos, los consejeros deben enumerar todos los datos que a su entender
sustentan su posición, pero no tienen la obligación de explicar cuál es el razonamiento utilizado
para llegar a tal determinación del voto.
- Esta fundamentación no es exigible a cada consejero, más si al órgano que está decidiendo la
ratificación de un magistrado.
Este es el sentido que debe otorgar a la motivación para el caso de la ratificación, en la cual debe
tenerse en cuenta tanto la razonabilidad y proporcionalidad resolutiva. Es decir, puede retomarse para
este caso la razonabilidad exigida para resolver los procesos disciplinarios, establecida por el artículo
3.° del ya citado Reglamento de Procesos Disciplinarios del CNM, que señala que
[l]os Consejeros valoran los medios probatorios en forma conjunta, utilizando su apreciación razonada,
independencia e imparcialidad,
y que ha sido entendido por este Colegiado (fundamento 35 de la Sentencia del Expediente N.°
0090-2004-AA) al considerar que la razonabilidad comporta una adecuada relación lógico-axiológica
entre la circunstancia motivante, el objeto buscado y el medio empleado, motivo por lo cual se habrá
de exigir la existencia indubitable de una conexión directa, indirecta y relacional entre causa y efecto.
Esto quiere decir que debe existir relación directa entre los fundamentos utilizados por los consejeros
y la decisión de ratificar, o no, a un magistrado.
44. Sobre la base del artículo 142° de la Constitución, en el enunciado normativo del artículo 5.°, inciso 2,
del CPC, que motiva el overruling, se puede observar que la improcedencia del amparo está referida a
las resoluciones definitivas del CNM. Es decir, pueden existir resoluciones que no tengan el carácter
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de definitivas. Sin embargo, solamente han de ser recurridas, a través de un proceso constitucional, las
que sí lo tengan, en la medida en que carezcan de motivación o hubieran sido dictadas sin audiencia
del interesado.
Siendo ello así, puede aseverarse la necesidad de reconocer una instancia plural. Este derecho es el
fundamento a recurrir razonablemente las resoluciones ante las instancias superiores de revisión final,
más aún si se ha reconocido este derecho en la Constitución, en su artículo 139.°, inciso 6, cuando
señala que debe existir la pluralidad de instancias.
El recurso no debe tener una nomenclatura determinada, pero debe suponer una revisión integral de la
recurrida, fundada en el derecho.
45. Conforme se aprecia de la norma constitucional respecto a la ratificación, no existe prohibición alguna
a la pluralidad de instancia, cuyo fin evidentemente, controlar de la mejor manera la actuación del
CNM, más aún si existe motivación en sus resoluciones.
Debe tomarse en cuenta que las graves consecuencias que puede acarrear el procedimiento de
evaluación, exige su revisión por un órgano superior al que dicte la resolución en un primer nivel. Ello
es necesario, básicamente, por dos motivos esenciales:
i. Necesidad de revisar la decisión, en virtud de los alcances delicados que acarrea la decisión
para el desarrollo profesional del magistrado.
ii. Sobre el fondo del asunto no cabe interponer recurso alguno en sede administrativa o
judicial, tal como está expresado con claridad en el artículo 142.º de la Constitución, pues la
intervención constitucional sólo se sustenta en la protección del juez o fiscal en caso se hayan
vulnerado sus derechos fundamentales a lo largo del procedimiento.
46. Por lo tanto, es indispensable que se cree algún mecanismo de segunda instancia dentro del propio
CNM, atendiendo a la naturaleza del órgano y a la mejor forma de proteger a la persona. Al respecto,
de la propia normatividad del CNM (artículo 41.° de su Ley Orgánica) se puede advertir que esta
institución actúa en plenario y en comisiones.
Entonces, es perfectamente permisible que dentro de este órgano constitucional se pueda instaurar
una doble instancia que permita, por un lado, una decisión correcta, y, de otro, una mejor protección a
los derechos de los magistrados. Es decir, que sea una comisión la que resuelva en primera instancia
–lo lógico sería que sea la Comisión Permanente de Evaluación y Ratificación de magistrados– y el
plenario en segunda, figura que tranquilamente puede ser desarrollada por el CNM con detenimiento,
y atendiendo a su práctica.
47. Las funciones del CNM son totalmente compatibles con el espíritu constitucional de la democracia y
el rol de los órganos constitucionales. Al ser la Constitución de aplicación directa (artículo 51° de la
Constitución), su vinculación también debe ser inmediata y continua. No obstante, la práctica de este
órgano muchas veces ha soslayado los cometidos asignados, y se ha llegado a invadir el espacio
destinado a los derechos de los jueces y fiscales, en tanto administradores de justicia.
En tal sentido, es pertinente remitirse a lo que la experiencia gala del bloc de la constitutionnalité nos
presenta, y que la Constitución en su conjunto, con los valores que ésta encierra (jurídicos y
positivos), sirva como parámetro para entenderla, utilizando al Tribunal Constitucional como elemento
trascendente para lograr la pacificación del ordenamiento jurídico y de la vida estatal. Este bloque es
un conjunto normativo que contiene disposiciones, principios o valores materialmente
constitucionales, fuera del texto de la Constitución formal, figura a partir de la cual surge la fuerza
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§1. La consecuencia de una correcta interpretación de la ratificación como función del CNM
48. Como se señalara supra, una visión global de la Constitución permite que ésta sea considerada no
como algo estático, sino como algo ágil y eficaz (vivo, cambiante y mutable). Los principios que guían
nuestra Norma Fundamental podrán encarrilar la existencia de órganos cuya vigencia esté de la mano
con el contrapeso entre sus funciones.
De esta forma, derechos básicos de los jueces y fiscales, como poder recurrir una resolución en sede
judicial o esperar la motivación de su separación del cargo o, de hecho, la misma imposibilidad de ser
expulsados de su función jurisdiccional sin demostración alguna de su incapacidad, terminará
apareciendo como una infracción a sus derechos.
(...) una intervención justificada a la luz de algún bien que opere como título de cobertura de la acción
legislativa y, al propio tiempo, como frontera delimitadora del derecho (...)16.
49. Queda entonces, como tarea básica del Tribunal Constitucional, encontrar los verdaderos contornos
que se presenten en una sentencia que se refiera a un procedimiento de evaluación de los magistrados.
En vista de ello, la parte resolutiva de esta sentencia debe recoger un análisis concienzudo de la
realidad, más allá de meros formulismos legalistas que pueden terminar disfrazando las conclusiones a
las cuales se arriben.
Este Colegiado siempre debe actuar con un parámetro determinado dentro de un Estado social y
democrático de derecho; ello comporta reconocer su pertenencia a un sistema constitucional en el que
el Estado debe estar dirigido hacia el bien común de las personas, lo que significa, por lo menos, el
respeto de su tutela procesal efectiva.
(...) que una decisión sancionatoria, como la aplicada inobjetablemente, desnaturaliza la idea de un debido
proceso, entendido ya no sólo en términos formales, sino también sustantivos (...).
Esta idea atiende los contenidos esenciales, más que a las formas, permitiendo ingresar al fondo de los
pronunciamientos y examinarlos aplicando el test de razonabilidad, no sólo por la mera observancia de
reglas puramente adjetivas, sino por la compatibilidad o no que hayan podido demostrar en relación
con el valor justicia y sus elementos esenciales.
50. Queda claro que lo que se expone en esta sentencia significa que la responsabilidad de los jueces y
fiscales por su mal desempeño debe encausarse de acuerdo a los cánones constitucionales y con las
convenientes revisiones, y eso también puede encargársele al CNM. Ante ello se sugiere que, como
parte de la ‘legitimación democrática material’, podrá existir
(...) una responsabilidad sancionada democráticamente, con los controles correspondientes, y adecuada
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Esto significa que una resolución como la que es materia de este amparo, según este Colegiado
(fundamento 7 de la Sentencia del Expediente N.° 1411-2004-AA/TC, caso Julio César Fernández
Urday), se considereará como vulneratoria del
(...)derecho constitucional al debido proceso sustantivo en sede administrativa [cuando no se aprecie] esa
razonabilidad y proporcionalidad en la sanción impugnada considerando que los motivos que dieron lugar
ella no tienen un correlato con las acciones realizadas por el demandante (...),
VI. FALLO
Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que le confiere el artículo 201° de la
Constitución Política del Perú
HA RESUELTO
Por tanto:
2. Se declara que tienen fuerza vinculante los argumentos vertidos respecto a la aplicación de los
criterios establecidos en la presente sentencia a los casos futuros (fundamentos 7 y 8); al nuevo
carácter de la evaluación y ratificación de los jueces del Poder Judicial y fiscales del Ministerio
Público (fundamentos 17 a 20); y a los derechos-reglas contenidos en el derecho-principio a la tutela
procesal efectiva (fundamentos 26 a 43).
Publíquese y notifíquese.
SS.
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA
VERGARA GOTELLI
LANDA ARROYO
1 De Otto y Pardo, Ignacio. Lecciones de Derecho Constitucional. Oviedo, 1980. pp. 210, 211.
2 Rebuffa, Giorgio. La funzione judiziaria. Torino, 1993, 3a ed. pp. 85, 86.
3 Montero Aroca, Juan. Independencia y responsabilidad del juez. Madrid. Civitas, 1990. p. 169.
Sobre el tema, también Bergalli, Roberto. Estado democrático y cuestión judicial. Ob.cit., p.56; y la Sentencia del Tribunal
Europeo de Derechos Humanos, de 22 de Junio de 1989, Caso Langborger.
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3361-2004-AA http://www.tc.gob.pe/jurisprudencia/2005/03361-2004-AA.html
4 Según normas administrativas aplicables al régimen de la magistratura: artículos 24°, acápite b de la Ley de Bases para la
Carrera Administrativa y de Remuneraciones del Sector Público, Decreto Legislativo N.º 276; y, 34º del Reglamento de la
Carrera Administrativa, Decreto Supremo N.º 005-90-PCM.
5 Alexy, Robert. Teoría de los Derechos Fundamentales. Madrid, CEC, 1993, p. 86, 87.
6 Aguiló Regla, Josep. Independencia e imparcialidad de los jueces y argumentación jurídica. En: Isonomía. N.º 6 (abr. 1997).
p. 76.
7 Prieto Sanchis, Luis. Derechos fundamentales, neoconstitucionalismo y ponderación judicial. Lima, Palestra, 2002. p. 137.
8 Sobre este tema ha incidido el TC cuando señala que “la decisión de no ratificar a un magistrado en el cargo que venía
desempeñando no constituye un sanción disciplinaria” [Sentencia del Expediente N.° 1941-2002-AA/TC, Caso Luis Felipe
Almenara Bryson, fund. 13]. Para tales efectos, el Consejo “lleva un registro de los resultados obtenidos en los procesos de
evaluación para el nombramiento, ratificación y destitución de los Magistrados del Poder Judicial” [artículo 42.° de la Ley
Orgánica del CNM].
9 SCHNEIDER, Hans-Peter. Peculiaridad y función de los derechos fundamentales en el Estado constitucional democrático. En:
Revista de Estudios Políticos. Madrid, Nº 7 (1979). p. 51.
10
Acápite 2.3 de la demanda (fs. 24 del Expediente). De esta forma se configura lo que el propio demandante ha considerado:
el haber sido “(...) objeto de la campaña de desprestigio de parte de la demandada (...)” [Solicitud para que se dicte sentencia
de parte del demandante (fs. 113 del Expediente)].
11 Entrevista aparecida en el diario La República, del 9 de mayo del 2002. Consta como Anexo V de la demanda (fs. 12 del
Expediente).
12 Entrevista aparecida en el diario La Razón, del 8 de mayo del 2002. Consta como Anexo V de la demanda (fs. 15 del
Expediente). Además, se presenta una transcripción de lo explicado por el referido consejero: “Quienes no quieren cumplir
con la Constitución, siendo jueces, tendrán que asumir su responsabilidad, no ante nosotros sino ante la comunidad”
[Entrevista, aparecida en el diario La República, del 6 de mayo del 2002. Consta como Anexo V de la demanda (fs. 16 del
Expediente)].
13
Acápite 3.1 de la demanda (fs. 24 del Expediente). Por esta razón, se debe señalar que “(...) la falta de motivación de una
resolución, aun administrativa, es una transgresión al derecho de defensa (...)” [Solicitud para que se dicte sentencia de parte
del demandante (fs. 116 del Expediente)].
14 En doctrina se señala que la motivación representa propiamente el razonamiento del juez respecto al juicio de razonamiento
previo a toda decisión [TARUFFO, Michele. La motivazione della sentenza civile. Padova, Cedam, 1975. p. 119].
15 DEFENSORÍA DEL PUEBLO. Conclusiones de la Resolución Defensorial N° 038-2002/DP, de 28 de noviembre de 2002.
16
PRIETO SANCHÍS, “La limitación de los derechos fundamentales y la norma de clausura del sistema de libertades”. En:
ALZAGA VILLAAMIL. Óscar. Constitución española de 1978. Madrid, 1984. p. 69. Para el Tribunal Constitucional alemán,
todo proceso debe estar ‘coinfluenciado’ por la configuración de tales normas [Estatutos 1, 87 (89)].
17 BÖCKENFÖRDE, Ernst Wolfgang. Estudios sobre el Estado de Derecho y la democracia. Madrid, Totta, 2000. p. 62.
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