Comentario SONETO CCXX Petrarca
Comentario SONETO CCXX Petrarca
Comentario SONETO CCXX Petrarca
Francesco Petrarca fue un poeta y humanista italiano del siglo XIV. Su obra más influyente
fue el Cancionero, una colección de sonetos a la cual pertenece el texto que debemos comentar.
Originalmente publicada como Rime in vita e Rime in morte de madonna Laura, revela la historia
de su pasión no correspondida por Laura y los avatares y estados espirituales y emocionales por los
que atravesó el poeta. Este soneto, el CCXX, pertenece a la primera parte de la obra (In vita de
madonna Laura), que en el Cancionero es precedida por un soneto prólogo.
Nos encontramos ante un soneto (dos cuartetos y dos tercetos) de verso endecasílabo, y rima
consonante ABBA ABBA CDE CDE.
En un análisis más pormenorizado, podemos ver, como ya señalamos, que el poema está
formado por una serie de preguntas retóricas. La insistencia en este recurso causa un efecto de
intensificación, al igual que la presencia de la anáfora del interrogativo dónde (versos 1 y 5). El
poeta pregunta al Amor, sucesivamente, dónde ha escogido el cabello, la tez, los dientes, la frente,
la voz y los ojos de Laura. Y lo hace mediante metáforas, algunas de ellas muy clásicas, como la
alusión al rubio cabello (oro fino de tu trenza hermosa). Para describir el rostro acude a la rosa y a
la azucena, mostrando una dama que responde a los cánones de belleza renacentista. Es importante
y significativa la presencia de adjetivos para realizar esta descripción, así como de elementos de la
naturaleza.
En el segundo cuarteto a la descripción de los rasgos físicos, también realizada con
metáforas (dientes: blancas perlas) y abundancia de adjetivos, se suma la aparición de rasgos de
naturaleza espiritual. Así, la voz es suave, honesta y amorosa; la frente, pura y serena. Estamos
ante una donna angelicata, tópico típicamente renacentista.
En el primer terceto, el yo lírico se pregunta de qué celeste cumbre procede la voz de su
amada (dulce canto), de este ser angelical cuyo canto es benéfico, pues regala al pecho ansioso de
quien la escucha una regalada calma. Aparecen por primera vez los efectos de la belleza.
Sin embargo, en contraposición a esta calma con la que finaliza el verso 11 (en posición de
rima y, por tanto, destacada), en el segundo terceto el poeta expresa, también mediante una última
pregunta retórica, la desazón y el desasosiego que en él causan los ojos (ardiente lumbre) de la
hermosa: la paz tranquila / para siempre arrojaron de mi alma. Sólo en este último verso
encontramos el uso de la primera persona (mi alma), contrastando así toda la belleza femenina
descrita en los versos anteriores con el desolador efecto que esta causa en el yo lírico, condenado
para siempre a los rigores de la pena amorosa. Además, la enumeración de preguntas se cierra
mediante el uso de la conjunción "y" ante la última cuestión planteada (verso 12)
Es, además, constante a lo largo del poema el uso del encabalgamiento y del hipérbaton, ya
sea por razones de rima o por resaltar conceptos.
El léxico sencillo y la repetición constante de preguntas transmiten el elogio de la belleza de
la amada con eficacia y originalidad, a pesar de la presencia de tópicos. El sufrimiento del poeta se
introduce de una forma casi tangencial, pero su presencia en el verso de cierre dota de un nuevo
sentido a todo el soneto. Tanta belleza será la causa de la insatisfacción perpetua del yo lírico, de la
intranquilidad de su alma.
Estamos, pues, ante un soneto formalmente perfecto que muestra muchas de las
características propias de la obra de Petrarca que serán luego imitadas en toda Europa por diversos
autores.