Catarsis Recreacion
Catarsis Recreacion
Catarsis Recreacion
El terror y la piedad son dos afectos que forman los extremos en la cadena
sentimental humana. Se trata del terror ante lo tremebundo, y la piedad ante lo
miserable. El terror se experimenta ante potencias que pueden disponer de
nuestra vida, sin defensa posible por nuestra parte. Éste sería un extremo
superior de los afectos. Un extremo inferior de los afectos corresponde la
piedad ante la miseria, que sobreviene al caer en cuenta de que por ser
semejantes al desgraciado nos puede sobrevenir lo que a él le está pasando.
La semejanza constituye el fundamento del extremo inferior (la piedad);
mientras el extremo superior (el terror) viene dado por el abismo de la
diferencia existente entre el individuo y potencias que lo desbordan y no puede
controlar.
La catarsis y la medicina
La catarsis y el psicoanálisis
Más allá de la comedia que nos hace reír, de manera general la risa es una
catarsis por cuanto viene a ser una forma de expulsión o evacuación muy
común y natural. Una persona ríe porque de una u otra manera siente que
existe una amenaza a su capacidad de controlar su ambiente y a las personas
que están en él, y hasta su capacidad de controlar sus propios pensamientos y
sus propios deseos. Pero por el contrario, no reirá si dicha amenaza se hace
muy real. De esta manera, las condiciones de la risa son contradictorias. Girard
afirma que la amenaza debe ser por un lado, abrumadora y, por el otro,
equivaler a la nada. En definitiva, para poder reírnos, debemos estar arriba a
pesar de encontrarnos constantemente amenazados por quedar abajo.
Sin embargo, hay casos en los que no hay ninguna víctima de sacrificio que
suscite nuestra risa y ponga la debida distancia entre nosotros mismos y las
fuerzas interpersonales que nos amenazan. Éste es el caso en el que nosotros
mismos somos objeto principal de nuestra diversión. Girard se refiere a aquella
risa especialmente física, producida por peligros apenas aludidos, por
accidentes a los que se ha escapado por un pelo, por curvas cerradas tomadas
a velocidades superiores a lo que permitiría la prudencia. Pero además
tenemos el caso en el que nosotros somos objeto de nuestra risa cuando nos
enfrentamos a peligros simulados; es decir cuando el peligro es reproducido
con gran realismo, pero a la vez con un alto grado de seguridad, como en los
parques de diversiones.
Bibliografía