Antivirus Contra La Violencia

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 76

Inés Bebea González

Antivirus
contra
la violencia
Guía para padres y madres para el uso responsable
y seguro de las tecnologías

Con la colaboración de
Auxiliadora Zamorano
Antivirus
contra
la violencia

Coordinación:
Paloma García Berrocal
Ilustraciones:
Íñigo Navarro Dávila
Arte y maquetación:
Óscar Naranjo Galván

Edita:
Save the Children España
junio/2019
1.-
Introducción

3
En una generación de nativos y nativas digitales que acceden desde edades
muy tempranas a todo tipo de dispositivos (el inicio del uso de la tecnología
móvil se encuentra entre los 10 y los 12 años), las tecnologías de la informa-
ción son una herramienta esencial para la interacción, el aprendizaje y el jue-
go. Los espacios de conversación, recreación, relación y construcción a través
de las nuevas tecnologías (TIC) generan oportunidades para aprender mu-
chas habilidades sociales, emociones, y sentimientos, y son asimiladas como
una forma de interacción y comunicación sociales rápidas y de respuesta y
recompensa inmediatas. Esta vivencia de las tecnologías como parte de la
identidad provocan que, especialmente para niños y niñas, la realidad virtual
ya no se encuentre separada de la realidad física y se extienda en todos los
ámbitos de su vida».

Sin embargo, internet también esconde ciertos peligros, no muy diferentes de


los que existen en el «mundo real» pero que, dadas las características de la
realidad digital, pueden ser más difíciles de enfrentar. Un ejemplo son las for-
mas de violencia que pueden sufrir niños, niñas y adolescentes a través de las
redes, ante las que las pautas de prevención, detección e intervención resultan
todavía difusas. Así, fenómenos como el ciberacoso, la sextorsión, el grooming o
las imágenes de abuso sexual infantil son realidades unidas a las interacciones
online que todavía nos resultan difíciles de manejar.

Como padres y madres, estas realidades nos preocupan, y, ante la falta de co-
nocimientos o herramientas necesarios para proteger a nuestros hijos e hijas
de estos peligros, la solución que solemos aplicar es la prohibición o limitación
en el uso y acceso a dispositivos. Sin embargo, la preocupación no puede ser
la que guíe la educación digital que debemos dar a nuestros hijos e hijas. Ne-
cesitamos tomar la iniciativa en su educación digital y acompañamiento, no
dejando como único «profesor» el acceso ilimitado a internet.

La forma más eficaz de actuar contra la violencia on-


line se basa en la prevención y, especialmente, en la
educación en positivo a niños y niñas y a personas
adultas.

Es muy importante facilitar a los padres y madres conocimientos básicos y


herramientas que les ayuden a educar y acompañar a los niños y niñas la
utilización de las tecnologías de información, relación y comunicación con
responsabilidad, aprendiendo a hacer un uso saludable y crítico de las mismas
con un enfoque centrado en el apoyo y acompañamiento, alejado de la visión
negativa y centrada en los peligros de internet.

4
Por ello desde Save the Children publicamos esta guía, como una herramienta
dirigida a facilitar a las familias la práctica cotidiana de un uso crítico de las
tecnologías digitales. Ante una realidad que a veces nos supera, con hijos e
hijas que saben más de tecnologías que sus propios padres y madres y hablan
de conceptos y realidades incomprensibles para los adultos, esta guía pro-
porciona algunas claves para actuar y reflexionar, que nos permitirá mejorar
la calidad y profundidad de estos diálogos, y aplicar también a la educación
digital nuestros ideales educativos.

¿Por qué una guía? Entre nativos y nativas digitales

Hace algunos años llegó a popularizarse el término de «nativos digitales»,


que presupone que las niñas y niños de hoy saben utilizar las tecnologías «de
manera natural» mejor que sus mayores. Así que ¿qué pueden aprender de
sus mayores? Según este planteamiento, poco o nada. Pero recientemente se
ha demostrado que esto no es cierto: aunque las nuevas generaciones sean
capaces de poner a funcionar una aplicación (diseñadas para ser cada vez más
fáciles de usar), carecen a priori de criterio propio para identificar el impacto
emocional del uso de las tecnologías o de los contenidos disponibles online, o
incluso gestionar el tiempo que les dedican. El papel de padres y madres es
precisamente ese: ayudarles a generar un criterio propio que les permita ha-
cer un uso crítico y saludable de las tecnologías.

Aprender a educar en un uso crítico de las tecnolo-


gías es contribuir a una educación integral de niños
y niñas como personas, atendiendo a conocimientos
y procedimientos, pero también a actitudes y valores
que les permitan ser, conocerse, expresarse y rela-
cionarse de manera adecuada.

Antes de consultar esta guía, ten en cuenta que:

• Esta guía te ofrece un itinerario para reflexionar y actuar:


acerca de lo que sabes, de cómo utilizas las tecnologías digitales y
de cómo educas a niños y niñas para utilizarlas con criterio. No hay
respuestas cerradas ni recetas mágicas. Cada quien deberá adaptar-
las y concretarlas en su propia experiencia.

5
• Está dirigida a toda persona con voluntad de educar en valo-
res de libertad y responsabilidad, especialmente a madres y padres,
que son sus referentes más cercanos. Aporta por tanto una mirada
distinta, más integral al uso de tecnologías, desde una perspectiva
educativa y profundamente humana.

• Es apta para cualquier persona, no requiere de conocimientos


técnicos previos. Atiende más bien a querer entrenar ese sentido tan
poco común que es el sentido común.

• Al final de cada capítulo encontrarás un instrumento de autoevalua-


ción. Como toda herramienta, no es perfecta, pero propone unos
niveles de asimilación y apropiación de conocimientos y prácticas
que esperamos te resulten útiles para situarte y ver posibilidades de
mejorar.

Te invitamos a que leas, recorras y degustes este documento. Te invitamos a


que hables de tecnologías con tus hijos e hijas. Te invitamos a que enseñes y
aprendas.

6
2.-
Tecnología 1.0

7
Todas las personas somos seres sociales por naturaleza: necesitamos expre-
sarnos, escuchar, compartir y relacionarnos. Las tecnologías de la informa-
ción y la comunicación median precisamente en nuestras relaciones sociales
y en nuestra manera de relacionarnos con el mundo. También median en
nuestros pensamientos y emociones, pues somos sensibles al contenido y a la
forma de la información que recibimos. De este modo, las tecnologías tocan
elementos clave de nuestra existencia.

Una buena manera de empezar a hacer un uso crítico de estas tecnologías


es conociendo en qué consisten y cómo funcionan. Te proponemos empezar
planteándote diversas preguntas acerca de las tecnologías que no requieren
tanto de conocimientos técnicos avanzados como de tu propia capacidad para
reflexionar y relacionar ideas.

¿Sabes qué es la huella digital?

¿Sabrías decir cuántas aplicaciones tienes en tu móvil? ¿Cuántas cuentas has


creado en diferentes sitios web? Tal vez muchas de ellas ni las recuerdas. La
huella digital es toda esa información que vamos introduciendo en las aplica-
ciones: los datos que generamos al usar nuestra cuenta de correo electrónico
o la cuenta cliente para entrar en una tienda online, la información sobre
nuestra ubicación (dónde estamos) que recopilan las redes sociales y otras
aplicaciones, a qué hora y cuánto tiempo nos hemos conectado, las fotos que
subimos y los comentarios que escribimos. Toda esta información se guarda
en los centros de datos y estos datos también son susceptibles de ser vistos
por otras personas si alguien consigue acceso a nuestras cuentas y dispositi-
vos.

¿Dónde se guarda lo que subimos a las redes?

Seguramente hayas oído que «Internet es una nube». Utilizamos distintas ex-
presiones en este sentido: «he subido esta foto» o «eso lo tengo guardado en
la Nube». Es curioso cómo se ha popularizado esta percepción de Internet.
Inconscientemente, nos imaginamos que realmente nuestros documentos, fo-
tos y cuentas de usuario están «en las nubes», en un lugar enorme y etéreo,
blanco y esponjoso, allá en los cielos. Y confiamos en que están bien ahí, pero
lo cierto es que Internet está en la tierra, no en los cielos.

8
Internet es algo muy físico. Existen miles de kilómetros de cables que llevan la
información de un lugar a otro. Estos cables de cobre y fibra óptica están bajo
el asfalto en las ciudades y bajo el océano cruzando de un continente a otro.
Existen centros de datos que son edificios grandes como naves industriales en
cuyo interior se encuentran pasillos y pasillos de armarios con ordenadores
de gran capacidad. En ellos se guardan desde nuestros correos electrónicos a
todo nuestro historial de redes sociales.

Pero todos esos cables no se ven, y esos centros de datos quedan muy lejos.
Resulta en cambio que nuestra experiencia más inmediata es que nuestro mó-
vil se conecta a través del aire con la Nube. Y en parte es cierto: si estamos
en un lugar con cobertura móvil (3G, 4G) o nos conectamos a una red WiFi
no usamos cables. Pero esto es sólo el último tramo de la red. La cobertura
móvil y la WiFi provienen de una antena cercana y a partir de ahí el resto de
Internet es cableado.

¿Qué pasa cuando subimos una foto a la red?

Esta creencia de que Internet es una Nube nos aleja de hacer un uso respon-
sable y consciente de nuestra actividad en la red. Cuando subimos una foto
a una red social, esa foto «viaja» a través del router WiFi o de una antena
de cobertura móvil, pasa por muchos kilómetros de cables y otros routers en
Internet, hasta llegar a un centro de datos que está en otro país, como puede
ser Finlandia o Estados Unidos. La sensación de que subir una foto es algo
instantáneo se debe a que la velocidad de transmisión de las tecnologías de
Internet es muy alta: tarda apenas unos milisegundos, pero lo cierto es que la
foto realiza un gran viaje y queda allí guardada. En cierto modo perdemos el
control sobre nuestra imágenes o datos. No solo están en nuestro móvil sino
también en esa gran base de datos.

¿Las aplicaciones son realmente gratuitas?

La mayoría de las aplicaciones y redes sociales que utilizamos tienen un fin


comercial, pero decimos que son «gratuitas» porque no pagamos por utilizar-
las. Esta falta de pago no implica que las empresas no ganen: sus beneficios
vienen de nuestros datos, en lugar de nuestros bolsillos. Saber qué nos gus-
ta, qué consumimos o dónde viajamos proporciona mucha información sobre
nosotros y nosotras que después se convierte en publicidad hecha a nuestra
medida. El negocio radica en la recopilación de datos, datos de millones de

9
personas, el llamado big data, y cuánto más tiempo pasamos en línea, más
datos proporcionamos.

¿Por qué estamos tanto tiempo conectados y conectadas?

El desarrollo tecnológico ha avanzado tremendamente en los últimos años,


generando aplicaciones que dan respuesta a nuestras necesidades de rela-
ción (redes sociales), información (prensa, noticias), entretenimiento (música,
vídeos y series online), e incluso de salud (entrenamiento físico, seguimiento
del ciclo menstrual...). Estas aplicaciones son cada vez más fáciles de usar, y
nos ponen fácil seguir usándolas el mayor tiempo posible, atrapando nuestra
atención. Las tecnologías de persuasión son las tácticas que utilizan los pro-
ductores de este tipo de aplicaciones para atraer cada vez más nuestra aten-
ción, y se enmarcan en lo que se denomina ingeniería del comportamiento.

¿Qué técnicas de persuasión usan las aplicaciones y redes


sociales para «engancharnos»?

Cada aplicación tiene aquellas funciones que permiten que presten su servicio
y podamos usarlas. Pero también algunas de estas funciones están pensadas
para captar y retener nuestra atención. Veamos algunas de ellas, seguro que
las reconoces:

• Notificaciones. «Tienes un mensaje nuevo», o «a una amiga le ha


gustado tu foto». Son avisos que aparecen en la pantalla, aunque
no se esté utilizando esa aplicación. Las notificaciones estimulan la
curiosidad para que vuelvas a entrar en la aplicación e interrumpen
lo que estés haciendo para llamar tu atención. Aunque las notifica-
ciones generalmente vienen activadas por defecto en la aplicación,
es posible cambiar la configuración para desactivarlas. Tanto nos
hemos acostumbrado a estas interrupciones que a menudo miramos
el móvil a ver si parpadea esa lucecita, aunque no haya nada, o cree-
mos sentir que vibra el móvil en el bolsillo cuando en realidad sólo
ha rozado el pantalón.

• Recompensas variables. Al entrar en la aplicación encontrarás


una recompensa, aunque tal vez no seamos capaces de identificarla
como tal. La satisfacción que produce el hecho de ver una deter-
minada imagen, de ver que alguien ha pulsado «me gusta» en algo

10
que has comentado o de ganar puntos son distintas formas de esta
recompensa. Es variable porque a priori no sabes qué te vas a encon-
trar, pero la expectativa de que sea una recompensa emocionante
nos atrae. Se ha comparado el efecto que tienen estas recompensas
variables en nuestra expectativa a la que producen las máquinas
tragaperras.

• Aprobación y reciprocidad social. Existen funciones como co-


mentar, decir «me gusta», votar o puntuar, que pueden aportarnos
un refuerzo positivo por parte de los demás. Además, cuando alguien
recomienda lo que hemos publicado, en cierto modo nos sentimos en
deuda con esa persona y deberemos corresponderla también reco-
mendando o valorando sus publicaciones. Este efecto toma en cuen-
ta la reciprocidad. El reconocimiento por parte de un grupo humano
es algo que todos y todas necesitamos, sin excepción. Esta búsque-
da de reconocimiento y validación nos hacen estar más pendientes
de las notificaciones y aplicaciones que refuerzan estos elementos y
tiene, además, otro riesgo: si tener la aprobación de los demás se
convierte en algo demasiado importante, ¿no corremos el riesgo de
dejar de ser nosotros mismos para gustar a los demás?

• Mostrarte lo que te gusta. A partir de la información de uso


guardada en los centros de datos de la aplicación sobre qué vídeos
hemos visto, qué publicaciones hemos comentado y qué nos ha gus-
tado, un algoritmo selecciona lo que se muestra en la página de
inicio de la red social. Dado que nos genera más satisfacción aquello
que nos gusta, el algoritmo nos muestra eso y omite el resto. Esto
se ha llamado la burbuja de filtros. Este efecto provoca que solo mi-
remos lo que nos gusta o satisface y omitamos el resto, y en lugar
de ampliarse, nuestro mundo virtual se hace cada vez más estrecho.
Cuando nos acostumbramos a ver sólo lo que nos gusta, perdemos
soltura y agilidad para escuchar posturas y opiniones distintas, lo
cual explica, por ejemplo, el aumento de los discursos de odio en las
redes.

• Un flujo continuo. La posibilidad de continuar en la aplicación se


garantiza también mediante dos técnicas claras y sencillas. La prime-
ra la reproducción automática que se produce cuando terminamos
de ver un vídeo o un capítulo de una serie empieza una cuenta atrás
de segundos y automáticamente se reproduce otro vídeo similar o el
siguiente capítulo de la serie. En lugar de tomar nosotros y nosotras
la decisión de continuar y pulsar «play», tenemos unos pocos segun-

11
dos para decidir no continuar, o de lo contrario seguiremos auto-
máticamente en la aplicación. Y, la segunda el scroll infinito, que es
cuando estamos consultando las publicaciones de «amigos» en una
red social, y a medida que bajamos en la pantalla se van cargando
contenidos más antiguos sin fin. Puedes estar cinco minutos o cinco
horas bajando continuamente.

• Recomendaciones y sugerencias. No hace falta buscar lo que


nos interesa porque la aplicación ya lo busca por nosotros: consulta
tu historial, busca entre los «contactos de tus contactos», observa lo
que hacen personas que comparten tus gustos y te ofrece lo que es
más probable que también te guste. Es una vía fácil que no requiere
esfuerzo por nuestra parte. Basta con aceptar las sugerencias y se-
guir adelante.

Generalmente somos capaces de frenar el impulso de mirar el móvil, revisar el


correo o entrar a una red social a ver si nos hemos perdido algo. Pero cada
vez es más frecuente encontrar personas que hacen un uso intensivo
o abusivo de las tecnologías. No hablamos sólo de niños, niñas y adoles-
centes, sino que es algo que está afectando a la población en su conjunto. El
riesgo que entraña normalizar este comportamiento es caer en la adicción
al propio móvil, a los videojuegos o a las redes sociales, por citar algunos
ejemplos.

¿Tener más tecnología nos hace mejores o más felices?

El teléfono móvil se ha convertido en un símbolo de estatus social, sobre todo


entre adolescentes, pero es algo que también aprenden de nosotros y noso-
tras. Tal vez creamos que cuanta más tecnología tenemos en casa, mayor
es también nuestro nivel económico o social. Si la escuela a la que asisten
nuestros hijos e hijas dispone de más equipamiento informático, como piza-
rras digitales, tabletas, aplicaciones y kits de robótica, tal vez pensemos que
la calidad de la educación que reciben es mejor. A veces vemos los aparatos
electrónicos como jugosos premios o juguetes más completos que ofrecer a
nuestros hijos e hijas. Esto se entiende porque en nuestra cultura existe la
creencia de que más tecnología trae un mayor desarrollo, que es de por sí
mejor. Pero es sólo eso: una creencia que debería ser evaluada en cada caso,
pues no siempre más tecnología es mejor.

12
¿Realmente necesitamos tantas pantallas? ¿Cuántas pantallas es aconsejable
tener en casa? No hay una respuesta única, pero si en casa tenemos un apa-
rato por persona o incluso más de uno, ya sea un móvil, una tableta o un
ordenador, entonces es más probable que cuando estamos en casa, cada uno
esté enfrascado en su pantalla. Y entonces, aunque estemos en el mismo lugar,
no estaremos en compañía y haciendo actividades en familia. Si esto sucede en
un momento puntual, no tiene mayor importancia. Si es la dinámica habitual
cada día al volver del trabajo y de la escuela, entonces nos estamos perdiendo
oportunidades de estar realmente en familia juntos, de educar y también de
acompañar a nuestros hijos e hijas en su experiencia digital.

¿Qué necesidades educativas debemos cubrir en el uso de la


tecnología?

Las aplicaciones están diseñadas de tal manera que la opción más fácil y que
implica menos esfuerzo, sea seguir en ellas. En lugar de propiciar momentos
para tomar decisiones, nos proponen la comodidad de dejarnos llevar, dilu-
yendo la oportunidad de preguntarnos si queremos continuar o no, y mucho
menos, la oportunidad de imaginar si querríamos emplear nuestro tiempo de
otro modo, por ejemplo, fuera de la pantalla.

La educación para un consumo responsable tradicionalmente se ocupa


de tomar conciencia y aprender a ser responsables de lo que consumimos, es
decir, de las cosas que compramos. Pero esta idea necesita ampliarse. Al usar
tecnologías vemos que se consume, por ejemplo, la batería, pero lo que muchas
veces no entendemos es que, durante este uso, lo que estamos consumiendo
son nuestra atención y nuestro tiempo. Desde una perspectiva educativa, lo
que está en juego es el cultivo de la voluntad: de saber lo que queremos, de
aprender a tomar decisiones, a auto-regularnos y a tener disciplina propia.

Una primera clave está en aprender a usar las tecnologías en la medida en


que sea necesario, sin hacer un uso intensivo de ellas, y poniendo límites y
responsabilidad a nuestro uso de las mismas. Además, es importante reforzar
la idea que en casa haya sólo los dispositivos que sean necesarios, apartando
esa sensación de necesidad de tener el último modelo de móvil, de tablet, de
televisor gigante, de juguetes electrónicos, de asistente personal o de otros
complementos.

Aprender a poner límites y enseñar a nuestros hijos e hijas a auto-regu-


larse les ayudará a gestionar y disfrutar su propia libertad y autonomía en el
uso de las tecnologías: no serán más libres cuantos más aparatos tengan, sino

13
cuanto mayor diversidad de experiencias puedan vivir dentro y sobre todo
fuera de las pantallas, en contacto directo con la realidad.

Lo importante de este conocimiento es ponerlo en práctica, aplicándolo a


aquellos aspectos del uso de las tecnologías que nos preocupen. Por ejemplo,
si queremos educar en materia de seguridad digital, podemos llevar a cabo
acciones sencillas pero conscientes como borrar cuentas de usuario que no
utilizamos hace tiempo, cambiar las contraseñas de nuestras cuentas de vez
en cuando y hacer limpieza de nuestra huella digital.

Un ejercicio sencillo es buscar tu nombre en la web y borrar información que


no quieres que sea pública, o puedes entrar en la red social que más utilices
y borrar publicaciones y comentarios antiguos de los que ni siquiera te acor-
dabas.

Si lo que nos preocupa es el tiempo que nuestros hijos e hijas dedican a las
aplicaciones y el uso de las tecnologías, es importante hacerles conocer cómo
están diseñadas para captar y retener nuestra atención. A partir de aquí será
más sencillo plantear estrategias para evitar un uso intensivo de las mismas.

Al acompañar a nuestros hijos e hijas en el uso de las


pantallas, nos será muy útil ir introduciendo estas
cuestiones y preguntas acerca de cómo funciona la
tecnología para promover que aprendan a tener un
uso responsable. No hace falta que lo sepas todo de
antemano. Permítete ir investigando poco a poco y
aprendiendo sobre la marcha.

14
[ Rúbrica ] ¿Qué sabes de las tecnologías
de información y comunicación?

Temática / Nivel 0 1 2 3
¿Por qué esta- No sé. Igual si He oído que las Entiendo cómo Entiendo el
mos tanto tiem- se usa dema- redes sociales funcionan las funcionamiento
po conectados y siado el móvil son adictivas, y tecnologías y el impacto de
conectadas? es que se está me preocupa, de persuasión, las tecnologías
usando mal. pero no sé muy reflexiono cómo de persuasión.
bien cómo lo me afectan en Dialogo con mi
hacen. mi uso cotidiano hijo/a sobre ello
y tomo medidas y nos ponemos
para limitar su retos y límites.
impacto.
¿Dónde se Todo lo tengo Sé que la Nube Sé que Internet Sé que Internet
guarda lo que en la Nube y es no existe, y que es algo material es algo mate-
subimos a las genial: es muy en realidad In- y entiendo dón- rial, configuro
redes? grande y cabe ternet está he- de se guardan mi móvil y
todo. Además si cha de antenas, la información ordenador
pierdo algo, allí cables, routers y las fotos que para proteger
lo encuentro. y centros de subo. Valoro mi mi privacidad,
datos. privacidad, y y enseño a mi
tomo medidas familia a valorar
para cuidarla. la propiedad
de sus datos
digitales.
¿Las aplica- Nunca me he Alguna vez me Me he informa- Educo a mi
ciones son hecho esta he preguntado do sobre cómo hijo/a en un con-
realmente pregunta. cómo es posible funcionan los sumo respon-
gratuitas? que tantas modelos de sable.
aplicaciones que negocio de la
usamos sean economía digital
«gratuitas». basados en Big
Data, publicidad
y marketing.
¿Tener más Seguramente. Me resisto a Entiendo las Soy consciente
tecnología nos Me gusta com- comprar nuevos razones para del ciclo de vida
hace mejores o prar tecnología aparatos elec- tener solo los de los aparatos
más felices? si puedo permi- trónicos aunque aparatos elec- electrónicos
tírmelo. mi hijo/a lo pida, trónicos necesa- y limito su
pero a veces rios en casa, y consumo por
me quedo sin las comparto. responsabilidad
argumentos. social y con el
medioambien-
te. Educo a mi
hijo/a en estos
valores.

15
3.-
¿Qué formas
de violencia
existen
en las redes?
16
Hoy en día no entendemos el mundo sin la tecnología ni internet. Las Tecnolo-
gías de la Información y la Comunicación (en adelante TIC) son una parte más
de nuestras vidas, y poco a poco, la línea que separa el mundo físico del virtual
va desapareciendo. En el caso de niños y niñas, el uso comienza cada vez an-
tes, llegando ya a los siete años de edad. Si las personas adultas recurrimos a
internet constantemente, ¿cómo vamos a pedirles a niños, niñas y adolescen-
tes que no hagan lo mismo? Se crían y aprenden en la red, es una forma más
de desarrollarse y socializar. Estas tecnologías ofrecen posibilidades que en el
mundo físico no siempre están presentes, como la inmediatez de respuesta o
el acceso a la información u otras partes del mundo con un solo clic.

Los beneficios de las TIC son numerosos, sin embargo, tenemos que ser cons-
cientes de los riesgos que pueden presentarse y utilizarlas de manera segura
y responsable.

Con una educación dirigida a la prevención en el uso


de internet, podemos evitar situaciones de riesgo,
detectarlas, e incluso actuar ante aquellas que des-
embocan en violencia.

Hemos identificado las principales formas de violencia a las que niños,


niñas y adolescentes pueden exponerse utilizando las Tecnologías de la
Información y la Comunicación en su vida diaria, y que más afectan a su de-
sarrollo.

1.- Ciberacoso o ciberbullying.

Para definir el ciberacoso debemos unirlo al concepto de acoso «tradicional»,


ya que es una extensión del mismo fenómeno pero que debido a sus propias
características, adquiere una gravedad especial. El ciberacoso es una violencia
entre iguales que consiste en el hostigamiento hacia una víctima, a tra-
vés de mensajes, imágenes, vídeos o comentarios, todos ellos con intención
de dañar, insultar, humillar o difamar. A diferencia del acoso tradicional, no
hay contacto directo cara a cara y se prolonga más en el tiempo ya que
el contenido, una vez publicado digitalmente, puede ser reproducido y reenvia-
do infinitas veces mediante su difusión y perdiendo de control sobre el mismo.

17
2.- Happy slapping.

Consiste en la grabación de una agresión, física, verbal o sexual hacia


una persona, que se difunde posteriormente mediante las tecnologías
de comunicación. La agresión puede ser publicada en una página web, una red
social, una conversación a través del teléfono móvil, etc. Normalmente esta
forma de violencia se relaciona con el cyberbullying, sin embargo, en el happy
slapping generalmente se hace con la intención previa de difundir el contenido,
es decir, una grabación premeditada y no siempre se pretende dañar o hu-
millar a la víctima. Algunas personas únicamente quieren generar contenido
que consideran «gracioso» o «entretenido», para ganar popularidad en inter-
net, sin tener en cuenta que se hace un uso insano e irresponsable de las redes.

3.-Violencia online en la pareja o expareja.

Consiste en comportamientos repetidos que tienen como objetivo controlar,


chantajear o causar un daño a la pareja o expareja a través del intercambio
de mensajes, comentarios online, enviar correos, correos o mensajes humillan-
tes, groseros o degradantes, o publicar fotos con la misma intención.

El peligro añadido que caracteriza a este tipo de violencia en entre ado-


lescentes se produce cuando se justifica o se resta importancia a las conse-
cuencias de estas conductas; incluso hay ocasiones en las que se confunden
como una expresión de amor o afecto. Además, esta violencia es de extrema
importancia en esta etapa de la vida, donde se comienzan las primeras rela-
ciones afectivas y sexuales, y se sientan las bases para las futuras relaciones
en la edad adulta. Por ello, niñas, niños y adolescentes necesitan aprender
conductas sanas, libres de las desigualdades y los roles de género e identificar
los comportamientos que son violentos, evitando normalizarlos.

Violencia de género en internet

Cuando analizamos la violencia en la pareja o expareja, inevita-


blemente debemos hablar de violencia de género, ya sea entre
adultos o menores de edad. Aún arraigada en nuestra sociedad,
esta forma de violencia no es ajena a internet: es la expresión
virtual de la violencia de género, ya no se limita al mun-
do físico.
Desafortunadamente, no ha sido posible recabar datos suficien-
tes para poder analizar este tipo de violencia online de manera ri-

18
gurosa. Por ello, queremos visibilizar la necesidad de investigacio-
nes y explotación de datos en este sentido. Parece lógico pensar,
siguiendo el marco teórico de la victimología del desarrollo, que
es muy poco probable que la violencia de género online sea ajena
a la que se produce offline, y viceversa.
Si queremos ayudar a niñas, niños y adolescentes se debe
abordar el papel tan importante que juega la tecnología
en las relaciones afectivas y en la desigualdad de género.

4.- Online grooming o Ciber-embaucamiento.

En este caso una persona adulta, conocida o no, contacta electróni-


camente con un niño, niña o adolescente, ganándose poco a poco su
confianza con el propósito de involucrarle en una actividad sexual.
Puede ir desde hablar de sexo, obtener material fotográfico o vídeos, hasta
mantener un encuentro sexual El embaucamiento es una fase inicial en la que
se aísla a la víctima poco a poco, desprendiéndola de su red de apoyo y gene-
rando un ambiente de secretismo e intimidad.

5.- Sexting sin consentimiento.

Es el término que se utiliza para denominar el intercambio de mensajes o


material online con contenido sexual. El contenido pueden ser fotos pro-
pias en posturas sexualmente provocadoras, desnudos, semidesnudos o vídeos
en el momento de las relaciones sexuales que luego se envía a otras personas
como la propia pareja, amistades, etc.

Los y las adolescentes han incorporado esta práctica a su forma de relacio-


narse, pero no son conscientes de que el sexting es una conducta de alto
riesgo ya que el material puede ser difundido sin su consentimiento
y el sexting sin consentimiento es una forma de violencia,

6.- Sextorsión.

Se trata de chantajear o amenazar con publicar contenido audiovisual o infor-


mación personal sexual; en este caso, de un niño, niña o adolescente. Así, se
entra en la dimensión online del chantaje que puede durar horas, me-

19
ses o años, y que puede llevarlo a cabo una persona tanto conocida como
desconocida por la víctima. Además, se agrava ya la victima del chantaje no
suele pedir ayuda pida ayuda, ya sea porque se siente avergonzada, culpable,
o tenga miedo de que se difunda su material íntimo. En la mayoría de las oca-
siones, el niño o la niña teme que su círculo familiar y de amistades descubran
que ha compartido material sexual.

7.-La exposición involuntaria a contenidos sexuales y/o vio-


lentos.

Sin pretenderlo, niños, niñas y adolescentes que navegan por la red y ven ví-
deos online pueden encontrarse ante un contenido de componente sexual
y/o violento que no es apropiado para su edad, y por lo tanto puede afectar
a su desarrollo personal y a su comprensión de las relaciones interpersonales,
generar expectativas equivocadas de la experiencia sexual y promover com-
portamientos sexuales no saludables.

8.- Incitación a conductas dañinas:

Niñas, niños y adolescentes pueden verse realmente afectados por ciertos


contenidos de internet. Más allá de la violencia descrita en el apartado ante-
rior, esta exposición puede afectar a su salud e integridad física, como son las
plataformas que explican o incitan a la autolesión o webs de promoción de
trastornos alimenticios como la anorexia o la bulimia, etc.

También queremos añadir prácticas habituales que, aun no siendo una forma
de violencia en sí mismas si entraña ciertos peligros. Estamos hablando de la
sobreexposición de niños y niñas en Internet. Es cada vez más habitual
de madres y padres, exponen pública y constantemente la vida de sus hijas e
hijos en la Red (cumpleaños, actividades, momentos de ocio, etc.). En principio,
puede parecer una costumbre inofensiva, pero debemos ser conscientes de las
consecuencias que puede tener para las vidas de las niñas y los niños ya que
estamos creando una huella digital que no han elegido y que tendrán que lim-
piar en el futuro, y, por otro lado, estamos exponiendo imágenes que pueden
ser tomadas con fines delictivos.

Las diferentes formas de violencia electrónica no suceden de manera total-


mente separada y unas pueden desembocar en otras: algunos tipos ocurren
de forma simultánea o sucesiva y existe una clara relación entre la

20
violencia en el mundo físico (offline) y en el virtual (online). El acoso
escolar puede llevar al ciberacoso si el primero es grabado (happy slapping) y
publicado en internet, perpetuando el acoso físico. La exposición a material
sexual puede formar parte del online grooming que conduce a la pornografía
infantil y a la sextorsión. Puede ser que el sexting entre iguales derive en la
violencia en la pareja o expareja a través del chantaje o que las publicaciones
en internet generen un conflicto violento offine en la pareja. Y estos son sólo
algunos ejemplos.

Al existir tantas variables que pueden sucederse o superponerse en el tiempo,


no sólo afectan a la recuperación, sino que la agresión no termina. En el caso
de la difusión de imágenes y vídeos en internet, la víctima se ve obligada
a revivir la experiencia de forma continua, con nuevas agresiones de gente
que posiblemente no conozca.

¿Qué oportunidad educativa debemos abordar?

Ante un fenómeno tan complejo, la respuesta debe ser integral, abarcando


todas las vertientes del problema. La forma más eficaz de actuar contra la
violencia se basa en la prevención y, especialmente, en la educación en positi-
vo a niños y niñas y a personas adultas.

La educación afectivo-sexual y la formación en un uso responsable y


seguro de internet son instrumentos muy poderosos contra la violen-
cia hacia niños, niñas y adolescentes. Sin embargo, antes de poder enseñarles,
las personas adultas, familiares, docentes, policías, profesionales de la salud,
etc., necesitamos también aprender. Sin prejuicios y sin miedo, consegui-
remos que internet y la tecnología sean únicamente fuentes benefi-
ciosas para el desarrollo, aprendizaje y socialización de la infancia
y adolescencia.

La violencia contra la infancia es intolerable y está en


nuestras manos educar a las niñas y a los niños en la
no violencia, en una ciudadanía digital responsable y
ética, y en la tolerancia ante la diversidad.

21
[ Rúbrica ] ¿Qué formas de violencia
contra la infancia son las tecnologías de
información y comunicación?

Temática / Nivel 0 1 2 3
¿Qué formas de No sé, pero me Conozco las Las conozco y Las conozco,
violencia existen dan miedo los diversas formas soy capaz de las reconozco
en las redes que peligros que de violencia que reconocerlas cuando suceden
afectan a niños, puede haber. existen en las cuando suceden y educo a mi
niñas y adoles- redes. en mis redes hijo/a. Saber
centes? o cuando mi detectar y
hijo/a me habla reaccionar y
de algo que ha favorecer la
pasado en la convivencia
red. cuando surgen
conflictos.

22
4.-
¿Cómo hacer
un uso positivo?
23
Las personas aprendemos a lo largo de toda la vida. Lo que vivimos nos
enseña, lo que aprendemos lo interiorizamos y pasa a ser parte de nuestra
cultura. Así, la manera en que usamos las tecnologías crea hábito, se natu-
raliza. Aprendemos sin darnos cuenta y también enseñamos a quien nos
observa, a nuestros hijas e hijos. Poner atención en cómo usamos las tecno-
logías tiene un doble objetivo: tomar conciencia del uso que nosotras como
personas adultas hacemos, e identificar posibilidades educativas con nuestros
hijos e hijas.

A continuación, te proponemos algunos ejemplos de uso. Cada uno de estos


usos de las tecnologías digitales tiene un sentido, persigue una finalidad. Es im-
portante tener en cuenta que cada finalidad no es algo que se consiga sólo
usando las tecnologías, sino que, debido a sus limitaciones, seguramente
deberá complementarse con otro tipo de experiencias personales y colectivas
fuera de las pantallas.

Cuidar las relaciones con las personas cercanas y con las


amistades

Las relaciones sociales con amistades y familiares conforman nuestra identi-


dad y nuestro sentido de pertenencia. La fortaleza de estos vínculos se
basa en la escucha, la confianza, y el cuidado. Cuidar las relaciones
requiere atención y esfuerzo dirigido no tanto hacia sí mismo, sino hacia los
demás. Eso se convierte así en una oportunidad para abrirnos al mundo, para
conocer y experimentar el amor, la generosidad y la solidaridad.

Esto no quiere decir que las relaciones estén exentas de conflictos. La convi-
vencia genera roces y fricciones porque nadie ninguna persona es igual a otra.
En el conflicto emergen nuestras diferencias y precisamente son ellas las que
nos permiten ver cómo la otra persona nos complementa, nos ayuda a ver lo
que no somos capaces de ver. Nos completamos siempre con los demás, nos
educamos juntos. Escuchar lo que vive un amigo o una amiga, saber escuchar
un consejo o una crítica, aprender a expresar nuestros sentimientos y nues-
tros pensamientos, son experiencias que nos ayudan a crecer como personas.

Tomemos un momento para ver de qué diferentes maneras nos relacionamos


a través de las tecnologías. Iremos de lo más impersonal o lejano a lo más
personal o cercano: no es lo mismo estar en contacto que cuidar una
relación. Las tecnologías ofrecen posibilidades de comunicación y, al mismo
tiempo, cada una de ellas tiene también sus limitaciones:

24
1. Cuando publicamos algo en una red social. Mostramos algo
públicamente en un espacio donde hay personas cercanas, conoci-
das y con quienes apenas tenemos algún contacto. En este espacio
abierto es común mostrar cosas buenas o positivas que nos pasan, o
apenas la parte agradable, por lo que es difícil saber cómo estamos
realmente. Nos permite estar en contacto con muchas personas,
pero con poca profundidad. Si buscamos una escucha activa debere-
mos abrir otros canales.

2. Cuando escribimos algo en un grupo de mensajería instan-


tánea. Un grupo es generalmente un espacio más privado: entre
la familia, entre amistades o incluso en torno a un tema de interés.
Aunque también existe la tendencia a expresar cosas positivas o que
son aceptables para las personas de ese grupo. Ante un mensaje
aparecen respuestas de varias personas, nuevos mensajes que intro-
ducen otros temas y que cada cual responde cuando puede o quiere.
En ocasiones puede resultar difícil seguir el hilo de la conversación y
si algo nos llama la atención y queremos profundizar, necesitaremos
explorar otras vías como escribir un correo electrónico desarrollan-
do el tema o hablar pausadamente mientras tomamos un café.

3. Cuando escribimos un mensaje o grabamos un mensaje de


voz. Abrimos un espacio de intimidad y podemos enviar un mensaje
corto y al momento que puede resultar muy útil para coordinaciones
prácticas. Aunque el mensaje llegue al instante, no podemos exigir a
la otra persona que responda en seguida porque entonces se convier-
te en una herramienta de control. Escribimos rápido y muchas veces
mientras hacemos otras cosas, por lo que la atención que prestamos
a la otra persona es limitada. La posibilidad de grabar un mensaje
de voz nos permite explicarnos con mayor precisión y enriquece el
potencial expresivo de la entonación de la voz. No obstante, también
tiene la limitación de que en realidad se trata de un monólogo.

4. Cuando llamamos a alguien o hacemos una video llamada.


Es un espacio de intimidad y cercanía, que permite escuchar activa-
mente e ir construyendo un diálogo. A veces solo con escuchar la voz
de un amigo, ya sabemos cómo está y cómo podemos ayudar. El diá-
logo necesita atención y tiempo, que son recursos preciosos hoy en
día. Muchas veces no llamamos porque no encontramos el momento.
Y con los mensajes o las redes sociales tenemos opciones más fáciles
de contactar. Tampoco hemos eliminado la limitación. Nadie puede
decir en verdad que con esto queda zanjada lo que se espera de una
auténtica relación con el otro.

25
Elegir la opción más adecuada en cada momento

Todos y todas sabemos que hay cosas que se pueden decir públicamente,
cosas que se pueden decir por teléfono y cosas que sólo se pueden decir en
persona. El 90% de la comunicación es no verbal, es decir, comunicamos con
la mirada, con gestos, con nuestra postura corporal, con nuestro tono de voz.
Es verdad que existen los emoticonos y los mensajes de voz, pero no es lo
mismo. Necesitamos el contacto humano, la calidez de una mirada o un abra-
zo. La comunicación a través de las tecnologías no sustituye estar presentes,
conversar en casa con una amiga y vivir experiencias juntas. Lo importante es
saber qué es más conveniente en cada caso y decidir conscientemente cómo
cuidamos nuestras relaciones.

¿Qué oportunidades educativas ofrece este enfoque?

Tomar conciencia de estas diferencias nos permitirá dar ejemplo a nuestros


hijos e hijas, y también acompañarlos desde la comprensión y convicción que
proporciona la experiencia propia. Usar las tecnologías con la vista puesta en
el cuidado de las relaciones pone de manifiesto:

• La educación en valores, reconociendo si estamos priorizando la


inmediatez de un mensaje, nuestra necesidad de sentirnos conecta-
dos, o la atención que requiere alguien que necesita que le escuchen.

• Una educación emocional que nos ayude a darnos cuenta de


nuestras emociones y a gestionar los conflictos sin recurrir a la vio-
lencia.

• Una educación crítica de las tecnologías, que nos permita ver


tanto las facilidades como las limitaciones que implica usar una apli-
cación.

Apreciar la cultura audiovisual

A menudo el primer contacto con las pantallas desde edades tempranas es a


través de productos audiovisuales: dibujos animados, series, películas, docu-
mentales... Nos encontramos con el lenguaje audiovisual en la televisión, al
ver vídeos en internet, en los videojuegos, en los anuncios publicitarios y en la
mayoría de los contenidos que se publican en redes sociales, ya sean fotogra-

26
fías, dibujos o viñetas y vídeos de corta duración. Los productos audiovisuales
son productos culturales. No son la realidad, pero representan la realidad de
una manera concreta, creando pensamiento y cultura: significado, símbolos,
gestos.

¿Qué significa «saber leer» el lenguaje audiovisual?

De la misma manera que leer un texto no implica solamente conocer las


letras y las palabras que lo conforman, sino que también significa saber inter-
pretar significados, descubrir metáforas, analogías... también leer una imagen
o un vídeo implica aprender a descodificar (leer e interpretar) estos elemen-
tos. En nuestra sociedad actual predomina el lenguaje a través de imágenes
y este lenguaje se caracteriza por apelar más a nuestras emociones que a
nuestro intelecto. También abundan los contenidos con menor o mayor nivel
de violencia. Conocer este lenguaje y la cultura que generan nos permite edu-
carnos para establecer ciertos límites cuando recibimos el impacto emocional
y mental que supone ver un vídeo.

¿Cómo hacer una lectura crítica de un producto audiovi-


sual?

Imagina que ves un capítulo de una serie con tu hijo o con tu hija. Mientras
lo veis juntos, es conveniente ir comentando algunos detalles para ayudarlo
a caer en la cuenta, especialmente en lo referente a los valores. Después,
se abre una oportunidad de hacer explícitas cosas que han pasado, de re-
flexionar sobre la historia, de reconocer elementos cinematográficos que se
han utilizado y comentar el efecto que producen. Veamos algunos ejemplos
prácticos:

La narrativa: Si prestamos atención a la historia que ha sido contada en


este capítulo. Podemos practicar la capacidad de:

• Síntesis. Consiste en ser capaces de resumir lo relevante de la his-


toria brevemente y con nuestras propias palabras. Es el primer paso
para que exista comprensión, y no solo asimilación de contenidos y
emociones.

• Análisis crítico. Consiste en ser capaces de reflexionar sobre as-


pectos concretos, de preguntarnos por qué las cosas son así y si lo

27
que hemos visto se parece o no a la realidad. Nos ayuda a reflexio-
nar si nos preguntamos por los distintos elementos de la historia
de uno en uno: cómo son los personajes, qué les motiva, cómo es el
lugar de la acción, cuál es el conflicto y cómo se resuelve, qué es real
y qué es fantasía en esta historia.

• Creatividad. Consiste en ser capaces de imaginar un desarrollo o


un final distinto para esta historia, de crear nuestro propio desenla-
ce: ¿qué hubiera pasado si...?

La técnica: Existen gran variedad de técnicas en la creación audiovisual que


producen efectos muy distintos según se pretenda dar importancia al espacio
en el que se desarrolla una historia o a la emoción que domina a un personaje
en un momento concreto. Algunos elementos básicos en los que podemos
poner atención son:

• El plano. Indica la posición de la cámara respecto a lo que se está


grabando. Por ejemplo, un plano general describe el espacio donde
sucede la acción: la cámara está alejada de los personajes y muestra
todo el espacio en el que se encuentran. Un primer plano, sin embar-
go, es expresivo: la cámara está muy cerca del personaje y muestra
su cara, y sirve para destacar sus emociones y sentimientos. Pode-
mos comentar sobre qué personaje no han resultado más cercano
o con qué personajes nos hemos identificado más, atendiendo a los
planos utilizados.

• La iluminación. Más allá de ser estrictamente necesaria, tiene un


gran valor expresivo ya que puede resaltar o suprimir formas y crear
una atmósfera determinada que produzca muy diversas sensaciones.
Una iluminación suave reduce los contrastes y proporciona una apa-
riencia agradable a las personas, mientras que una iluminación dura
tiene fuertes contrastes, con luces y sombras, y da a las personas
una apariencia amenazadora. Podemos preguntarnos cómo era la
iluminación en una determinada escena y qué sensaciones nos ha
producido.

• El ritmo. Indica la velocidad y variedad de cambio de planos y con-


tribuye a que las imágenes sean más o menos atractivas. Un ritmo
dinámico produce el efecto de dinamismo y acción, mientras un rit-
mo suave transmite tranquilidad. Podemos comentar sobre el ritmo
de unas escenas y otras y qué efecto ha tenido en nosotros al ob-
servarlo.

28
• Los elementos sonoros. Si bien generalmente pasan desaperci-
bidos, aportan matices muy importantes y que interiorizamos in-
conscientemente. Puede haber música, efectos sonoros, palabras,
silencios... Podemos comentar acerca de la música utilizada y otros
efectos que hayan quedado más impregnados en nuestra memoria.

¿Qué oportunidad educativa nos ofrece el lenguaje audiovi-


sual?

Aprender el lenguaje audiovisual es una forma de acercarnos al conocimiento


de un arte y de unas tecnologías concretas. Este tipo de análisis sobre el con-
tenido de una historia y sobre las técnicas básicas, nos permite conectar con
necesidades educativas importantes desde la primera infancia:

• La educación en valores al reconocer las virtudes o bajas pasio-


nes que mueven a los diferentes personajes, al preguntarnos si han
actuado de forma ética o no, y al aprender a distinguir la realidad
de la ficción.

• La educación emocional, que ayuda a identificar las emociones


que expresan los personajes que vemos, a reconocer las emociones
que sentimos al ver esas imágenes y a prestar atención a la manera
en que se han resuelto los conflictos, así como al uso de la violencia.

• La educación en un consumo responsable, descodificando los


anuncios publicitarios, los vídeos de influencers y otras actitudes que
puedan aparecer en la historia.

Investigar, comprender y contrastar información

Frecuentemente accedemos a sitios de Internet para consultar información.


Lo usamos para enterarnos de las noticias o para informarnos de un tema
concreto que nos preocupa, nos afecta o nos interesa, ya sea sobre salud,
educación o política. En estos casos, la intención de informarnos surge de
nosotros y nosotras mismas y de alguna manera nos proponemos llevar a
cabo algunos pasos para obtener la información más verídica y útil. Aunque
lo hagamos de manera inconsciente, vale la pena hacer explícitos los pasos a
seguir para informarnos cuando queremos educar a nuestros hijos e hijas a
consultar y gestionar la información.

29
¿Qué pasos conlleva una buena gestión de la información?

1. Comprender la necesidad de informarse. Se trata de ser cons-


ciente de que se necesita información, saber qué se necesita y el tipo
de información que se requiere. En la vida cotidiana hay ocasiones en
las que nos resulta difícil tomar una decisión, no querríamos tomarla
o no sabemos que debemos tomarla. Esto lo vivimos con angustia o
nos paraliza. En realidad, no nos damos cuenta de que tal vez lo que
necesitamos es mejor información sobre el tema.

2. Comprender la disponibilidad de los recursos de informa-


ción. Consiste en ser capaz de identificar qué recursos están dis-
ponibles y distinguir cuál es adecuado en cada caso: llamar a una
amiga, consultar una página web, acudir a alguien profesional o a
un servicio público. Aunque en Internet hay muchas cosas, no están
las respuestas a todo y no toda información es veraz. Vale la pena
recordar que a menudo también podemos encontrar conocimientos
y experiencias valiosas en personas cercanas que nos orienten. Con-
viene, no obstante, seguir leyendo estos pasos.

3. Comprender cómo encontrar la información. Tiene que ver


con saber buscar los recursos adecuados. Será necesario contrastar
diferentes fuentes de información e identificar la información rele-
vante utilizando páginas web seguras. También será necesario saber
guardar las favoritas. Debemos aprender a consultar los índices de
un libro o un informe o a participar en foros de debate y listas de
correo, etc.

4. Comprender la necesidad de evaluar el resultado obtenido.


Se trata de revisar si el material es auténtico, si la información es co-
rrecta, su mayor o menor valor y sus sesgos, como, por ejemplo, el
punto de vista que refleja, las creencias en las que se apoya o lo que
no se menciona. La información no es neutral y aun cuando pretende
ser objetiva, expresa apenas un punto de vista de la realidad en la
que siempre habrá también otras perspectivas. Reconocer los sesgos
en la información y disponer de diversas perspectivas nos aportará
una visión más rica y completa de la realidad. Esto requiere dedicar
un tiempo que normalmente pensamos que no es importante porque
nos apremia más «tener una respuesta rápida».

30
5. Comprender la ética y la responsabilidad de usar esa infor-
mación. Se trata de reconocer el trabajo de quienes han elaborado
esa información. Es importante citar su autoría. También actuar con
honestidad y respeto a la verdad. Cuidado con no hacer este ejer-
cicio de honestidad. Podemos estar transmitiendo mentiras y bulos
muy perjudiciales, sobre todo en las redes sociales.

6. Comprender cómo gestionar lo que has encontrado. Con-


siste en saber guardar y ordenar la información en tu móvil o en
tu ordenador para encontrarla más adelante, o eliminarla si no es
importante o útil. Por último, será necesario reflexionar sobre el
proceso que has seguido para aprender de la experiencia y aplicar
lo aprendido en el futuro.

¿Qué pasa cuando es la información la que nos encuentra?

En otras situaciones, en cambio, nos encontramos con la información, aunque


no la estemos buscando. Es lo que sucede cuando entramos en una red social
y vamos viendo informaciones sobre la vida personal de nuestros contactos,
pero también lo que publican sobre otros temas. Aquí la diversidad puede ser
inmensa: un consejo de alimentación para bebés, una noticia sobre un depor-
tista o una opinión política. Intercalados entre estas publicaciones también
aparecen anuncios publicitarios seleccionados específicamente para ti.

Toda esta información nos llega inesperada, desordenada y descontextua-


lizada, pero nos llega. Y esto es un riesgo: no nos damos cuenta y nuestra
mente asimila la información acríticamente, entrando a formar parte de lo
que creemos o lo que creemos que pensamos. La clave está en pararnos a
puntualizarla o matizarla. En cierto modo, se trata de interiorizar los tres úl-
timos pasos que acabamos de ver, lo que requiere un cierto entrenamiento de
nuestra atención. Esta capacidad de evaluación de la información que nos lle-
ga es imprescindible en el acompañamiento educativo de nuestros hijos e hijas.

¿Qué necesidades educativas están en juego?

Niñas, niños y adolescentes necesitan aprender a gestionar adecuadamente


la información: tanto la que encuentran en las redes como la que generan por
sí mismos. Acceden a las redes tanto para investigar sobre temas que están
estudiando en la escuela, como para cuestiones que les inquietan o preocupan

31
sobre su propia vida y sus amistades, o sencillamente para ver qué pasa ahí
fuera.

Acompañar a nuestros hijos e hijas en este sentido implica enseñarles a:

• Prevenir formas de violencia online como el ciber-embauca-


miento o la exposición involuntaria a contenidos sexuales y/o vio-
lentos.

• Desarrollar el pensamiento crítico a la hora de tomar decisio-


nes como la necesidad de informarse o dónde encontrar la informa-
ción, pero también para evaluar la información obtenida y revisar si
es auténtica, si es correcta y cuáles son sus sesgos.

• Educar en valores como la ética y la responsabilidad necesarias


para publicar o reenviar información en chats, redes sociales o foros.

• Ser conscientes de la huella digital que crean al hacer búsquedas


en la web y visitar diferentes páginas, y aprender a limpiarla de vez
en cuando.

Aunque esto puede parecer complicado, hemos visto cómo gestionar la in-
formación paso a paso y es importante aprender a hacerlo juntos. Para ello
necesitaremos acompañarles en el uso de las tecnologías, especialmente en
la infancia, y generar espacios de diálogo donde hablar de estas cuestiones y
donde podamos compartir lo que nos pasa en casa, en la calle o en la escuela
y lo que nos pasa en las redes.

Aprender habilidades específicas y encontrar referentes

En las webs existen posibilidades muy diversas de aprendizaje: desde cursos


online que ofrecen universidades e instituciones educativas, a video-tutoriales
elaborados por personas como tú y como yo sobre un tema que les apasiona.
Entre las opciones de educación formal y certificada, hay universidades que
ofrecen cursos o titulaciones a distancia. Para temas relacionados con la fa-
milia, la educación y la juventud, hay también cursos que ofrecen instituciones
públicas, fundaciones y asociaciones.

32
Pero donde la red marca la diferencia es en la diversidad de opciones educati-
vas mucho más informales, impulsadas a veces por profesionales y a veces por
personas aficionadas al tema. Aquí podemos encontrar tanto pautas sencillas
para dar nuestros primeros pasos como para ensayar un triple mortal hacia
adelante, llegando a un nivel avanzado. Y los temas son igualmente de lo más
diverso: aprender a tocar la guitarra, a plantar un pequeño huerto en casa,
a arreglar una pieza del ordenador o a hacer una campaña de sensibilización
ante un problema social.

¿Cómo aprender de otras personas en Internet?

Las posibilidades se ofrecen en distintos formatos, que en ocasiones se com-


binan entre sí:

• Un blog. Es un sitio web en el que se publican artículos de texto


con algunas imágenes, en torno a la temática central del blog. Los
artículos más visibles son los más recientes, mientras que los más
antiguos van quedando «abajo». Cualquier persona puede crear un
blog con un servicio gratuito de manera relativamente sencilla y sin
muchos conocimientos técnicos.

• Un video-tutorial. Es un vídeo corto en el que alguien explica


cómo hacer algo. Por ejemplo, te enseña cómo tocar un acorde con
la guitarra o cómo instalar un programa en el ordenador, etc.

• Un podcast. Es una pieza de audio, similar a un programa de radio,


que se publica en Internet y que puedes escuchar en el móvil o en el
ordenador. Puede estar enfocado como un tutorial, aunque es más
frecuente que desarrolle un tema teórico o incluya una entrevista a
alguien con maestría en la cuestión.

Consultar diferentes formatos puede aportarnos una visión más completa.


En un blog, la explicación textual nos permite avanzar a nuestro ritmo. En un
video-tutorial podemos fijarnos en los movimientos, las posiciones y los gestos
importantes. En un podcast se nos puede explicar la perspectiva histórica del
tema o aportarnos una experiencia más sensible y reflexiva.

33
Dime a quién sigues y te diré quién eres...

Cuando consultamos o seguimos de manera continuada en el tiempo a deter-


minadas personas a través de blogs, podcasts o videos estas personas se con-
vierten en referentes: son personas que respetamos, personas cuyas opiniones
escuchamos y cuyas recomendaciones ponemos en práctica. Una persona que
vemos como referente tiene por tanto una gran influencia en nosotros. De ahí
el nombre de influencers que se les ha dado en las redes sociales.

Toda persona necesita referentes que le sirvan de modelo y de inspiración.


Lo importante es aprender a relacionarnos de manera sana con nuestros
referentes. Si cuando admiramos a alguien por lo que hace, se convierte en
nuestro ídolo o, dicho de otro modo, nos convertimos en «fans», podemos
dejarnos influir sin ningún tipo de filtro.

¿Qué necesidad educativa podemos cubrir con estas herra-


mientas?

Niños, niñas y adolescentes observan, interiorizan e imitan los comportamien-


tos y actitudes que ven a su alrededor. Las personas adultas cercanas somos
los primeros referentes, por ello es importante que seamos ejemplo de cómo
usar las tecnologías digitales con criterio y responsabilidad. También son re-
ferentes sus maestros, maestras y sus amistades. Y poco a poco irán incor-
porando referentes que conocen en otros ambientes y a través de las redes.
Acompañarlos en su uso de la tecnología tiene que ver con conocer sus
referentes y enseñarles a tener una mirada autocrítica, que cuestione
si son convenientes o no. Este acompañamiento se basa en un diálogo conti-
nuado y respetuoso, tal y como veremos más adelante.

34
[ Rúbrica ] ¿Qué usos estamos dando a
las tecnologías?

Temática / Nivel 0 1 2 3
Cuidar las rela- Estoy en con- Sé que las Conozco las Valoro y cuido
ciones con per- tacto con mu- tecnologías limitaciones de las relaciones
sonas cercanas chas personas tienen limita- la tecnología y con personas
y amistades a través de las ciones, pero me decido cuándo cercanas, dedi-
redes sociales. da pereza usar usar un canal u cando tiempo y
Es muy entrete- canales alterna- otro para cuidar esfuerzo. Educo
nido. tivos. mis relaciones. a mi hijo en
estos valores.
Apreciar la cul- Claro que veo Después de ver Cuando veo Elijo ver conte-
tura audiovisual vídeos, películas un vídeo o una un vídeo, un nido audiovisual
y series para serie, dedico anuncio o una de calidad. Lo
entretenerme, un momento serie, analizo analizo con
pero no me resumir lo im- su significado y agilidad y ense-
paro a reflexio- portante. reconozco las ño a mi hijo/a
nar sobre ello. emociones que a mirarlo con
me genera. sentido crítico.
Investigar, con- Veo la infor- Sé cuándo Sé distinguir Comprendo los
sultar y contras- mación que me necesito infor- la veracidad y dilemas éticos
tar información llega y si me in- mación y cómo los sesgos de relacionados
teresa, le presto buscarla. la información con la informa-
atención. que encuentro. ción. Acompaño
Contrasto a mi hijo e hija
diversas fuentes en la búsqueda
de información. y análisis de
información.
Aprender habi- Nunca aprendí A veces busco Tengo identifi- Aprendo a par-
lidades específi- nada en Inter- algo que nece- cados referentes tir de referentes
cas y encontrar net. La verdad sito aprender, que me ayudan y recursos onli-
referentes es que solo lo y cuando lo a aprender algo ne. Acompaño a
uso para pasar encuentro ya no concreto, voy mi hija e hijo en
el rato. miro más. regulando mi su aprendizaje
aprendizaje y y dialogamos
siempre sigo sobre sus refe-
aprendiendo. rentes.
Desarrollar la No sé qué es Conozco dife- Tengo experien- Entiendo cómo
vocación tecno- eso. rentes formas cia de aprender desarrollar mi
lógica de desarrollar sobre tecnolo- vocación tecno-
la vocación gía de diversas lógica. Acom-
tecnológica, maneras. Valoro paño a mi hija o
aunque no las la satisfacción hijo a descubrir
he puesto en de comprender, y desarrollar la
práctica. de arreglar y de suya a través de
crear. las tecnologías.

35
5.-
Estrategias para
un uso crítico
de las tecnologías
en familia
36
Las personas estamos hechas para ser libres. La mayor libertad es protagoni-
zar la propia vida, pues nadie más va a vivirla por nosotros y nosotras. Hoy en
día existen muchas y muy diversas maneras en que renunciamos a nuestra li-
bertad: seguimos las convenciones sociales acríticamente y respondemos sólo
a las expectativas que otros tienen sobre nosotros y nosotras, adoptamos el
deseo de tener lo que nos promete la publicidad, o nos obsesiona la expecta-
tiva de tener éxito en una red social.

Ser protagonistas de nuestra vida significa conocernos a nosotros y no-


sotras mismas y comprender el mundo en el que vivimos, tomar nuestras
propias decisiones y actuar en consecuencia. Para ello necesitamos aprender
a ser responsables, y disponer de estrategias personales y colectivas para
conseguirlo. Y, la familia es un entorno ideal para practicar estrate-
gias educativas en el ámbito tecnológico.

Diseñar y poner en práctica estrategias es una oportunidad tremendamente


creativa que además tiene el valor de contribuir a transformar nuestra reali-
dad. Si solo reaccionamos cuando pasa algo que no esperamos o no deseamos
en la manera en que nuestros hijas e hijos utilizan las tecnologías, entonces
tendremos poco margen de maniobra: probaremos a «apagar el fuego» como
buenamente podamos. Los márgenes se amplían en cambio al ir pensando
y probando poco a poco estas estrategias porque implican concretar y
consensuar nuestros ideales educativos, planear cómo caminar hacia ellos
y empezar a practicar. Unas veces acertaremos y otras nos equivocaremos,
y entonces buscaremos otras posibilidades. Aquí reside nuestro aprendizaje.

A continuación, te proponemos siete estrategias para practicar un uso crítico


de las tecnologías en la familia, tomando como referencia los valores de la
libertad y la responsabilidad:

1. ¿Por qué y para qué? Usar con sentido

Hemos visto diversos usos positivos que podemos hacer de las tecnologías
digitales: cuidar las relaciones interpersonales, apreciar la cultura audiovisual,
investigar, comprender y contrastar información, aprender habilidades especí-
ficas y encontrar referentes o desarrollar la vocación tecnológica. Lo que hace
que estos usos sean positivos no es solo el qué sino el por qué: el sentido o la
finalidad por la cual nos ponemos frente a la pantalla cambia inmediatamente
la manera en que nos relacionamos con esos contenidos y herramientas.

37
Abordar una tarea con un propósito claro nos permite orientarnos en un
mar de información y estímulos, caminando en una dirección bien defi-
nida. Lo contrario sería dejarnos llevar por la corriente, ir aquí o allá según
cambie la dirección del viento, quedar a merced de lo que vaya apareciendo
en pantalla. Esto es en realidad lo que sucede cuando usamos el móvil, la ta-
blet o el ordenador por aburrimiento, por puro entretenimiento, para pasar
el rato o porque no se nos ocurre nada mejor que hacer.

El sentido da significado a la experiencia y nos mantiene alerta. Sin


embargo, cuando no hay sentido nuestra mente se relaja, deja de estar alerta
y deja pasar emociones, estímulos y datos sin ningún tipo de filtro. Cuando,
por ejemplo, cogemos el móvil mientras esperamos el autobús y enviamos un
par de mensajes de Whatsapp a alguien más por aburrimiento que por aten-
ción a esa persona, en cierto modo estamos utilizándola para pasar el rato.
Cuando nos ponemos a ver qué hay una red social en esa misma parada de
autobús, nos llegan multitud de informaciones distintas sin que lleguemos a
valorar si son ciertas o quién las promueve.

Niños y niñas necesitan sentido. Es lo que los lleva a interesarse por lo


que los rodea, a querer aprender. También necesitan aburrirse para aprender
a imaginar y crear posibilidades desde ese vacío que es el aburrimiento. Si
llenamos ese vacío con contenidos y juegos, entonces su espacio interior se
llena y no cabe más, no encuentran interés o ganas por otras cosas. Como
veremos más adelante, el uso de pantallas con sentido se complementa con
vivir experiencias alternativas y complementarias fuera de la pantalla, tam-
bién llenas de sentido.

Es importante evitar que usen las pantallas por aburrimiento o por


puro entretenimiento, porque es entonces cuando son más vulnerables
a la adicción, a exponer su información y a otras formas de violencia. Pode-
mos invitarlos a reflexionar: «¿por qué quieres el móvil, la tablet o la tele? ¿te
aburres? Bueno, prueba a jugar a otra cosa. Piensa: ¿qué puedes hacer aquí,
ahora? Seguro que se te ocurre algo». En cambio, cuando tienen una motiva-
ción por conocer o comprender algo y vemos que tiene sentido utilizar una
aplicación o buscar información en Internet, podemos acompañarlos en su
investigación y ayudarlos a contrastar sus hallazgos.

38
2. Nuestro mejor aliado: el diálogo

Toda estrategia necesita conocer primero el estado de la cuestión. Saber qué


está pasando y analizarlo adecuadamente es esencial para definir cómo de-
bemos actuar. Como hemos mencionado, el diálogo es primero escucha y
después expresión de nuestros pensamientos y emociones. Una actitud de
escucha atenta nos permitirá reconocer si nuestros hijos e hijas utilizan las
tecnologías de manera más o menos saludable.

¿Sabemos qué está pasando?

Para preguntarnos qué está pasando, no hace falta esperar una señal de alar-
ma. Si observamos que un niño, una niña o un adolescente vive con ansiedad
el momento de separarse de la pantalla, entonces tal vez hemos esperado
demasiado. Preguntarnos qué está pasando con las tecnologías es un ejer-
cicio de cuidado cotidiano que consiste en tomar un poco de perspectiva
y observar cómo nos comunicamos en la familia, de hablar de cómo estamos
cada uno y de identificar qué lugar ocupan las tecnologías en nuestro día a
día. Podemos preguntarnos: ¿tenemos un espacio para compartir cómo nos
ha ido el día? ¿de qué cosas hablamos? ¿las televisiones y las pantallas están
presentes todo el tiempo?

¿Cuándo es recomendable empezar a cultivar el diálogo?

El diálogo debe empezar cuanto antes y es la base sobre la que construir la


educación de nuestros hijos e hijas. Eso es lo ideal. Dialogar implica confiar
en una doble dirección: que nuestros hijas e hijos confíen en nosotros y con-
fiar nosotros también en ellos y ellas. Pero no una confianza ciega o ingenua,
sino confiar en que son capaces de comprender y de aprender a actuar con
responsabilidad.

Una educación basada en el diálogo es muy distinta de una educación basada


en el control. Podemos intentar controlar cómo usan las tecnologías para
prevenir los riesgos, por ejemplo, utilizando herramientas de control parental
instaladas en sus móviles. Pero entonces no les daremos la oportunidad de
aprender a ser responsables por sí mismos y deberemos estar siempre
ahí vigilando. Pero sabemos que eso es sencillamente imposible.

Si ahora nos cuesta el diálogo, entonces, ¿ya no hay nada que hacer? Al con-
trario, las personas adultas siempre podemos empezar a crear momentos de
diálogo y construirlo poco a poco. Ese cambio empieza en uno mismo y es, en
primera instancia, un cambio en nuestra actitud.

39
¿Cómo construimos una relación basada en el diálogo?

• Observación y escucha activa. Solo hay una manera de que se-


pan que pueden hablar contigo: si los escuchas, te interesas por su
vida, por sus intereses y sus relaciones, y te esfuerzas por compren-
derlos. Todo es importante. Observando y escuchando vamos cono-
ciendo a nuestros hijos e hijas. Son personas que están descubriéndo-
se a sí mismas y descubriendo el mundo. Una actitud de respeto ante
sus vivencias reforzará el apego y que se sientan seguros. Nuestra
capacidad de autocrítica nos permitirá darnos cuenta también de
qué uso estamos dando nosotros mismos a las tecnologías y qué
ejemplo están recibiendo.

• Preguntar para comprender y cuestionar. Tal vez estemos


acostumbrados a que sean ellas y ellos quienes hagan las preguntas
y a que las madres y padres las respondamos como buenamente
podemos, a veces incluso intentando parecer convincentes. Pero pre-
guntar es todo un arte que nos permite conocer qué pasa y esforzar-
nos por comprenderlo. Cuestionar es invitarles reflexionar sobre lo
que han vivido, buscar el porqué de las cosas, despertar la curiosidad
y continuar la conversación. La actitud de la humildad nos permite
reconocer que no sabemos de todo, ni tenemos respuesta para todo,
pero podemos buscar juntos las respuestas.

• Aprender a expresar lo que pensamos y lo que sentimos. A


veces, con la mejor intención o porque no sabemos qué decir, prefe-
rimos no hablar. Niños y niñas de diferentes edades tienen distinta
capacidad para acoger y entender lo que expresamos, por lo que
necesitamos adecuar nuestro lenguaje y la profundidad de nuestro
mensaje a su etapa de desarrollo. Pero en la medida en que no-
sotros y nosotras seamos capaces de expresar, estamos también
enseñándoles y animándolos a expresarse. Nuestra actitud clave es
la honestidad, hablar a corazón abierto, sin dejar espacio al engaño
o al chantaje.

• No juzgar, sino razonar y comprender en familia. Segura-


mente tenemos nuestros motivos para decir que algo está bien o
mal, pero el problema surge cuando lo decimos y la otra persona,
en este caso nuestra hija e hijo, debe creérselo, pero no lo entien-
de. Tenemos en cambio la posibilidad de explicar nuestros motivos,
reformularlos y pensarlos de nuevo siempre que sea necesario, y
también de ir un paso más allá y provocar que sean ellos y ellas mis-

40
mas quienes valoren y piensen en las consecuencias, buscando juntos
información si es preciso. Nuestra actitud es fundamental: buscar el
entendimiento antes que el juicio o la conclusión, y atender al sentido
de lo que es justo.

• Aprendizaje mutuo mediante el intercambio de saberes. Si


niños y niñas, o adolescentes, manejan la tecnología mejor que no-
sotros y nosotras, podemos aprender de ellos y ellas. Pero también
hay muchas cosas que desconocen o que no se plantean y pasan por
alto, y que nosotros, en cambio, podemos aportar desde nuestras
experiencias vividas, desde lo que valoramos como importante en
nuestras vidas, y desde nuestro amor por ellos y ellas. Debemos
ser capaces de reconocer y valorar nuestros propios saberes y los
saberes de nuestros hijos e hijas, de ver su necesidad y complemen-
tariedad.

El diálogo acerca de los contenidos que ven en las pantallas, los usos que
hacen de las tecnologías y de la vida digital de niños, niñas y adolescentes es
fundamental para su educación. Es un diálogo que está relacionado con otros
muchos aspectos de la vida de niños, niñas y adolescentes, y que toca de lleno
su crecimiento personal, sus relaciones sociales, sus intereses y motivaciones.

Un ejemplo: construcción dialogada de las normas de uso de las


tecnologías en casa

Una manera de poner en práctica una estrategia de buen uso de las tecno-
logías en la familia a partir del diálogo es establecer unas normas de uso de
manera conjunta. Ello nos puede servir para definir cuándo, cuánto, dónde y
para qué se pueden usar. Definir las normas de manera dialogada requiere
apoyarse en argumentos consistentes, y es una oportunidad para expo-
ner, explicar y razonar conjuntamente aspectos relevantes y que per-
mitan a niños, niñas y adolescentes a tomar conciencia de las implicaciones
y consecuencias de los distintos usos: cómo nos afecta la economía de la
atención, cómo funciona Internet en realidad, cuáles son las limitaciones de la
economía familiar, por qué es necesario vivir experiencias fuera de la pantalla
o cómo cuidar sus relaciones y prevenir el ciberacoso.

Las normas son un tablero de juego. Necesitaremos probar si funcionan para


los objetivos que nos hemos planteado, y revisarlas y mejorarlas siempre que
haga falta. Dado que son normas de la casa, todos deberemos cumplirlas.
También nosotros, aunque a veces nos cueste. Dar ejemplo es la mejor for-
ma de educar y nuestro compromiso se convertirá en el sustrato que genere
la confianza necesaria.

41
3. Poner límites: aprender la autorregulación

Como hemos visto, las aplicaciones, redes sociales y videojuegos están diseña-
dos para que pasemos el mayor tiempo posible en ellos ya que así la industria
tecnológica puede ganar más dinero. Nos lo ponen fácil y consiguen que lo
más cómodo sea seguir pasando el rato delante de la pantalla.

Si queremos educar a nuestros hijos e hijas para que sean libres y respon-
sables, hemos de recordar que la libertad siempre tiene límites. Las niñas,
niños y adolescentes no saben poner límites de manera innata, sino
que es algo que aprenden de nosotros y nosotras. Igual que aprenden cuándo
es momento de comer o de dormir y cuándo no, también necesitan aprender
a saber cuándo utilizar las tecnologías y cuándo no. Necesitan que les mostre-
mos los límites, que inicialmente vendrán marcados por nosotros y nosotras,
y enseñarlos a autorregularse, gestionando su propio tiempo y aprendiendo a
decidir conscientemente en qué emplearlo.

Generalmente nos preguntamos cuánto tiempo es recomendable que


usen el móvil, la tablet, la consola o el ordenador. Muchas veces no contamos
aquí con el tiempo de ver la televisión, que también cuenta y que en ocasiones
lo compaginan con otras pantallas.

Hagamos la pregunta a la inversa: ¿cuántas horas al día pasan despiertos y


despiertas? ¿y cuántas horas están en la escuela? De las horas que quedan,
hace falta tiempo para jugar libremente, para relacionarse con otras niñas,
niños o adolescentes, para hablar en familia, para cenar, para ayudar en casa,
para ensayar o entrenarse en algo artístico o deportivo, para descansar...
Poco tiempo queda para la pantalla. O bien, si están en la pantalla se habrán
perdido todo lo anterior.

«Es que me aburro» – dice. ¡Magnífico! Repetimos: el aburrimiento es la


tierra fértil en la que brotan la creatividad y la imaginación. Cuando nos abu-
rrimos primero es incómodo, tenemos cierta inquietud, pero si esperamos lo
suficiente empezaremos a hacer algo, a inventarnos algo. Aunque a nosotros
y nosotras nos cuesta un poco más, en la infancia crear un juego a partir de un
momento así es de lo más natural. Tal vez nos inviten a ese juego, y entonces
empieza nuestra oportunidad de dialogar y vivir esa experiencia juntos.

«Es que así se tranquiliza» – decimos. Es una gran tentación enganchar


a un niño o una niña a una pantalla para que se tranquilice o, más bien, para
que nos deje tranquilos y tranquilas. Pero si nos damos cuenta, lo que esta-
mos haciendo es aislarles, capturando su atención en la pantalla, en lugar de

42
que aprenda a buscar su manera de estar en ese momento, de que aprenda
a aburrirse o a manejar la frustración de no tener la atención solicitada. Si
necesita atención, podremos ver si es momento de dársela o si necesitamos
posponerlo para más adelante. Niños y niñas necesitan aprender que a veces
pueden tener la atención de los demás y a veces no. Este aprendizaje es fun-
damental para la convivencia, pues muchas veces la violencia se origina en una
necesidad de atención que se frustra y no se sabe cómo superar.

«Le pongo juegos educativos en la tableta» – decimos

La mejor preparación, incluso en un mundo cada vez más digital, es la que


tiene lugar en el mundo real donde implicamos no solo nuestra mente, sino
también nuestro cuerpo y todo nuestro ser. El primer vehículo de aprendizaje
para un niño es un vínculo estrecho y fuerte con sus principales cuidadores. Es
a través del apego contigo que se estimula, adquiere confianza y seguridad en
sí mismo, e interioriza lo que aprende. Necesitan el juego libre y también que
aprendamos a jugar con ellos y ellas.

Entonces, ¿qué es la autorregulación?

Aprender a autorregularse es aprender lo que nos conviene y lo que es apro-


piado en cada momento. Es ejercitar la voluntad, para que sea este motor
interno quien rija nuestras acciones, en lugar de dejarnos llevar por el ritmo
rápido y el guion prediseñado de lo que aparece en pantalla. Albert Einstein
decía que «hay una fuerza motriz más poderosa que el vapor, la electricidad o
la energía atómica: esa fuerza es la voluntad». Educar para la libertad requie-
re aprender a poner límites. Y poner límites no es fácil, incluso para nosotros
como padres y madres, pero educar requiere esfuerzo y perseverancia en
mantener esos límites que verán sus frutos antes de lo que imaginas.

4. Mejor juntos: la perspectiva del acompañamiento

La experiencia en la pantalla absorbe nuestra atención, nos aísla e ignoramos


lo que sucede fuera. Si yo estoy mirando el móvil o el ordenador, y mientras,
mi hijo o mi hija también está jugando o viendo vídeos en la tablet, en realidad
cada uno de nosotros está a lo suyo, viviendo en soledad dos experiencias dis-
tintas, dos miradas paralelas, cada una volcada en una pantalla, dos miradas
que no se cruzan.

43
En casa, ¿una pantalla o muchas pantallas?

Tomemos como principio de trabajo la mirada. ¿Y si construimos un triángulo


en lugar de dos líneas paralelas? Nuestras miradas se unen entre nosotros y
también en la pantalla. Cuando vemos lo mismo, es más sencillo y accesible
dialogar sobre ello acompañándolos en su experiencia de ver un vídeo o de
superar los retos de un juego educativo. Vemos lo mismo, pero con diferentes
miradas, nuestra mirada adulta y su mirada infantil. Ambas se enriquecen al
complementarse en el intercambio del diálogo. Nuestra mirada se rejuvenece,
se sorprende y se asombra de lo que normalmente pasamos por alto. Su mi-
rada acompañada encuentra sentido a las cosas y madura en sus reflexiones.

Si la mayor parte del tiempo que niños y niñas pasan en la pantalla lo hacen
acompañados, entonces su tiempo de uso es también nuestro tiempo. Segu-
ramente esto nos ayude a limitar el tiempo que niñas y niños usan las tecno-
logías.

¿Cómo acompañar en el uso de las tecnologías?

Acompañar es observar, orientar, provocar la reflexión, compartir la expe-


riencia, es permitir que el niño o niña se tropiece y ayudarlo a levantarse. El
acompañamiento se apoya en el diálogo para comprender y pro-
blematizar lo que vemos en pantalla, para reconocer las emociones que nos
genera, para ir construyendo un pensar propio capaz de reflexionar lo vivido.
Veamos algunos ejemplos que nos pueden ayudar a poner en práctica esta
estrategia:

1. Comprender cómo funcionan las tecnologías que usamos.


Ayudar a nuestros hijos e hijas a descubrir la intención de su diseño,
los valores y las emociones que predominan cuando las utilizamos,
es entrenarnos en un uso crítico de las tecnologías.

2. Hacer una lectura crítica de los contenidos audiovisuales.


Cuando niños y niñas ven un vídeo, una serie o una película, interio-
rizan las ideas, valores y emociones que se presentan. Aprender a
leer el lenguaje audiovisual necesita que hagamos explícitas cosas
que vemos en el desarrollo de la narrativa y en las técnicas em-
pleadas. Al contarlo con sus propias palabras se hacen conscientes,
y al reflexionar, aprenden a poner en valor lo importante. Enseñar
a nuestras hijas e hijos a leer críticamente les permitirá establecer
ciertos límites ante el impacto emocional, ideológico y cultural que
supone ver un vídeo.

44
3. Investigar, comprender y contrastar la información. Una
pregunta es una oportunidad preciosa para investigar. Niños y ni-
ñas preguntan a menudo, así que abramos esta vía de acceso al
conocimiento. Comprender qué necesitamos saber, dónde podemos
encontrar la información (preguntar a personas cercanas, consultar
un libro o buscar en Internet), valorar si es correcta, identificar sus
sesgos y utilizarla éticamente, constituyen un proceso de aprendizaje
que podemos hacer juntos.

4. Aprender habilidades específicas y encontrar referentes. Po-


demos usar las tecnologías para activar la curiosidad, para explorar
y experimentar. Seguro que hay cosas que interesan a mi hijo e hija
pero que yo desconozco. También podemos aprender en familia de
otras personas a través de blogs, video-tutoriales o podcasts.

En definitiva, ¿cuál es el fin de la educación?

Prepararlos para la vida. Las madres y los padres somos, por naturaleza,
los primeros educadores de nuestros hijos e hijas. El acompañamiento es
afectivo y educativo. Cómo entendemos la educación es una pregunta que
debemos hacernos y desarrollar por nosotros mismos. Aquí hemos hablado
de una educación basada en la libertad y la responsabilidad, que tiene mucho
que ver con lo que en realidad significa «educar». Si nos remontamos a la
raíz latina de la palabra, educar tiene un doble sentido: educare, que significa
guiar, orientar, y educere, que quiere decir «sacar de uno», es decir, ayudar a
descubrir la vocación, la motivación y el sentido que niños y niñas ya tienen
en su interior.

En nuestra labor como guías, como orientadores, hemos visto que somos
ejemplo y referente en nuestro uso de las tecnologías. También somos quienes
podemos orientar su educación en valores. Ante la facilidad y la comodi-
dad, la ley del mínimo esfuerzo o la cantidad de estímulos rápidos que ofrecen
las pantallas y que nos convierten en espectadores pasivos (aunque movamos
el dedo en la pantalla), tenemos la responsabilidad de mostrar los valores del
esfuerzo, y la sencillez, que prepararán a niños y niñas para la vida. Estos va-
lores se educan al acompañarlos en su uso de las pantallas. Pero sobre todo
se refuerzan en nuestras experiencias comunes fuera de ellas.

45
5. Promover experiencias en contacto directo con la realidad

La mejor educación, incluso en un mundo cada vez más digital, es la que tiene
lugar en el mundo real. Debe haber un tiempo limitado para usar las tecnolo-
gías con sentido, para distintos propósitos. Y debe haber otros tiempos más
amplios y fuera de ellas, para vivir experiencias alternativas y comple-
mentarias al uso de las tecnologías.

¿En qué les beneficia aprender en contacto directo con la realidad?

En el día a día existen múltiples posibilidades para explorar y experimentar.


Podemos explorar en los límites de su propio cuerpo, en ponerse de acuerdo
en quién es quién en el próximo juego, en preguntarse cómo funciona esto o
aquello. En la infancia, estas experiencias se vuelven más relevantes cuando
niñas y niños tienen un apego seguro, es decir, desarrollan una actitud de con-
fianza que proviene de la riqueza de nuestros diálogos y de nuestro acompa-
ñamiento afectivo y educativo. Esta confianza es la que les permite atreverse
a salir de la pantalla y desear vivir experiencias alternativas.

Estas experiencias requieren un tiempo más pausado, que siga el ritmo natu-
ral de las cosas. Los productos audiovisuales, las aplicaciones, los videojuegos
y las redes sociales que operan en las pantallas generan gran cantidad de es-
tímulos (luces y colores brillantes, sonidos estridentes, ...) y a gran velocidad.
Ya hemos visto cómo afectan a nuestras emociones y cómo nos enganchan.
Niños y niñas son mucho más vulnerables a estos impactos. Si les damos pan-
talla, pedirán más pantalla. Están diseñadas para eso.

¿Podemos competir con las pantallas?

Competir con los niveles de estimulación de las pantallas no solo es difícil, sino
que es imposible. No podemos intentar retener la atención de niños, niñas y
adolescentes de la misma manera. Pero es que además esto implicaría ir en
contra del fin de la educación: ser personas libres y responsables. No se trata
de competir. Contamos, no obstante, con un componente que niños y niñas
poseen de manera natural y que nos ayudará tremendamente. Ese componen-
te es la capacidad de asombro.

La capacidad de asombrarse despierta su curiosidad, los mueve a conocer lo


que los rodea, a sintonizar con la belleza de la realidad, a buscar sentido a lo
que contemplan y a lo que experimentan. Fíjate que para el asombro lo que es
más importante no es el objeto, un algo externo más o menos espectacular,
sino la propia capacidad interior de mirar de otra manera. Y eso es algo
que niños y niñas tienen dentro, y que necesitamos sacar al mundo (educere).

46
Sin embargo, cuando una niña o un niño está sobre estimulado en la pantalla,
este asombro se apaga poco a poco. Promover y valorar experiencias del
mundo real hará que también niños y niñas deseen vivir esos momentos, en
lugar de querer estar en la pantalla.

¿Qué tipo de experiencias son recomendables?

• Estar en contacto con la naturaleza: pasear, contemplar los


paisajes, observar con atención animales y plantas, y admirarnos de
su belleza.

• Jugar libremente solo y con otras niñas y con otros niños, inclu-
so de edades diferentes, pues de este modo tienen oportunidad de
aprender de los mayores y aprender a cuidar de los pequeños. En el
juego libre, niñas y niños crean y transforman el propio juego, están
atentos, potencian su creatividad y su imaginación.

• Encontrar y desarrollar el lenguaje artístico que más conecta


con su naturaleza, para potenciar su capacidad expresiva. Puede ser
el dibujo o la pintura, la música, el movimiento corporal, la danza o
el teatro, contar historias o escribirlas, etc.

• Contribuir en las tareas propias y comunes de la casa. En-


tre las propias estaría, por ejemplo, el cuidado, orden y limpieza de
la propia habitación. Entre las comunes estaría ayudar a tender la
ropa o poner y recoger la mesa. Al contribuir en estas tareas, tanto
el niño como la niña encuentra su papel protagonista en la casa,
dejando de ser como un adorno en torno al cual los demás hacen
cosas. Este protagonismo le aporta confianza y le enseña a vivir la
responsabilidad con satisfacción.

Seguro que puedes pensar en otras experiencias de contacto directo con la


realidad recordando momentos significativos de tu propia infancia. En ella se
han producido aprendizajes que más tarde han resultado cruciales para des-
envolverte en la vida y el valor ahora desde tu mirada adulta puede resultarte
la mejor guía.

47
6. La unión hace la fuerza: familias que cooperan

Poner en práctica una estrategia y mantenerla a lo largo del tiempo es algo


que es difícil hacer sin apoyos, pues cuando llega el momento de «ponerse
firmes» podemos sentirnos solos y solas ante el peligro. En realidad, es mu-
cho más llevadero si nos aliamos con otras mamás y papás para reforzarnos
mutuamente. Así, en cierto modo, no estamos solos en una negociación in-
dividual con nuestro hija o hijo mientras el resto del mundo hace otra cosa,
sino que creamos lugares comunes, con referencias y normas compartidas,
mientras aprendemos en familia.

Al fin y al cabo, la educación de los hijos y de las hijas no es solo cosa de


sus padres y madres. Hay otros muchos agentes que educan: la escuela, los
ambientes y las propias pantallas. Un ambiente es, por ejemplo, el equipo de
fútbol en el que participan o el centro comercial dónde quedan. Cuando niñas
y niños son aún pequeños, es en los momentos de tiempo libre donde encuen-
tran ambientes que generamos las distintas familias. Esto ocurre cuando van
al parque o al recibir algunas visitas en casa, por ejemplo. Al cooperar entre
familias tenemos el poder de generar ambientes para educar a nuestras hijas
e hijos que favorezcan un uso crítico de las tecnologías, espacios libres de
pantallas y contacto con la realidad.

Para madres y padres trabajadores la cooperación entre familias plantea un


problema institucional: la conciliación entre la familia y el trabajo. El tiempo
para cuidar y atender a la familia queda muy limitado tras jornadas extensas
de trabajo. A ello se une la resistencia inicial a confiar en que dedicar tiempo
a hablar y pensar junto a otros padres y madres vaya a dar sus frutos. Inten-
tarlo en ningún caso es tiempo perdido. Lo saben muy bien los padres y las
madres que se han encontrado en las escuelas de familias, en comunidades de
aprendizaje o en otros grupos donde se han incorporado a hacer cosas en co-
mún. Poder apoyarte en otras familias siempre ha sido la base de la educación
de muchas generaciones. Pensar qué era si no esa red de familia amplia dónde
abuelas y abuelos, padres y madres, tíos, primas, el vecindario... constituían la
comunidad concreta en la que siempre nos hemos apoyado. Ahora eso tene-
mos que reconstruirlo, aunque sabemos que no lo tenemos fácil.

¿Qué podemos conseguir?

• Compartir conocimientos, valores e ideales educativos. Po-


demos compartir lo que sabemos de la tecnología, las preguntas
que nos surgen. Podemos reflexionar en familia sobre los valores
insertos en unas u otras formas de usar las tecnologías y proponer

48
formas de abordarlas. Podemos probar, compartir y volver a probar.
Un modelo de larga trayectoria son las comunidades de aprendizaje
(infórmate más sobre ellas). Vienen a ser unos espacios con una me-
todología de trabajo que puede resultarnos inspiradora.

• Poner en práctica hábitos de uso similares en las familias.


Podemos conversar y compartir si funcionan o no esas prácticas,
reflexionar por qué sucede, encontrar buenas prácticas y aspectos a
mejorar. Esta práctica se refuerza cuando por ejemplo una amiga de
mi hijo viene a casa y observa que se mantienen los mismos criterios
a la hora de usar las tecnologías.

• Generar ambientes ricos en experiencias alternativas en


contacto directo con la realidad, que faciliten el desarrollo na-
tural de nuestros hijos e hijas. En ellas aprenden a relacionarse, jugar
y comunicarse fuera de las pantallas. Cuando un papá o una mamá
no pueda acompañar en la experiencia, habrá otros apoyando a ese
niño o niña porque forma parte de un grupo.

• Apoyarnos mutuamente en aquellos usos de las tecnologías que


más nos cuestan o a la hora de conocer cómo funciona la tecnología
y reflexionar sobre sus implicaciones. Al practicarlos en común, los
valores se refuerzan en niños y niñas no solo en casa sino también en
sus amistades que, poco a poco, irán adquiriendo importancia como
referentes. Uno de los momentos clave que podemos consensuar
en común con otras familias es el momento de incorporar el primer
móvil. Tiene sentido pensar que, en realidad, si nadie lo tiene, no es
tan deseable.

7. ¿Y las tecnologías en la escuela?

El valor de la escuela más allá del currículum

La escuela es también un espacio importante de socialización para ni-


ños, niñas y adolescentes. La difícil conciliación de las familias y el trabajo
también reduce los tiempos de convivencia con personas cercanas, trasla-
dando en parte a la escuela la necesidad de una educación de las relaciones
sociales que era propia del entorno familiar y sus redes de apoyo.

La socialización en la escuela sucede no sólo en los descansos en el patio, sino


también dentro del aula. A veces comprendemos algo cuando nos lo explica la

49
maestra, y a veces lo comprendemos incluso mejor cuando nos lo explica una
compañera o un compañero. En la escuela aprendemos a escuchar, a expre-
sarnos, a relacionarnos y qué hace falta para una buena convivencia que vaya
más allá del propio núcleo familiar. Es una socialización cara a cara, cuerpo a
cuerpo. En la manera de organizar el aprendizaje en el aula, la escuela
puede potenciar su capacidad para cooperar, aprender, la solidaridad y cuidar
la convivencia. En ella con frecuencia se encuentran las bases para la vida en
común, para nuestra vida en sociedad.

Necesitamos preguntarnos por el uso de las tecnologías en la escue-


la. Debemos preguntarnos si están realmente mejorando la calidad de la edu-
cación que están recibiendo nuestros hijos e hija. Si lo hacen en cierta medida,
esto nos puede servir también para comprender y ajustar su uso en casa. El
diálogo con los maestros y maestras es necesario: estamos en el mismo barco.
Las tecnologías en la escuela también son asunto nuestro.

[ Rúbrica ] ¿Qué estrategias estamos


poniendo en práctica?

Temática / Nivel 0 1 2 3
¿Por qué y para Hay usos Creo que Evito usar En casa usamos
qué? Usar con buenos y malos. muchas veces el móvil por las tecnologías
sentido Lo que hay que uso el móvil por aburrimiento. con un sentido
hacer es evitar puro entrete- Cuando mi hijo claro. Buscamos
los malos. nimiento. Si mi o hija me pide pasar el tiempo
hija o hijo se usar el móvil o haciendo cosas
aburre, le dejo el ordenador, que nos inspi-
el móvil o la lo primero que ren, que nos
tablet para que le pregunto muevan, que
se tranquilice. es para qué lo nos hagan sentir
quiere. vivos.
Nuestro mejor No sé, habla- Me doy cuenta Observo, escu- Pregunto para
aliado: el diá- mos lo normal, de que veces cho y soy auto- comprender y
logo supongo. nos cuesta el crítico/a. Confío cuestionar, bus-
diálogo, pero en la capacidad cando razonar y
me intereso por de mi hija o hijo comprender en
las vivencias de para compren- familia. Valoro
mi hijo o hija der y aprender los conocimien-
dentro y fuera a actuar con tos de mi hijo o
de las pantallas. responsabilidad. hija y aprendo
de ello.

50
Temática / Nivel 0 1 2 3
Poner límites: Le dejo usar Limito el tiempo Limito el tiempo Consensuamos
aprender la au- la tecnología que usa la pan- de uso de las las normas
torregulación siempre que me talla, aunque yo tecnologías de uso de las
lo pide. utilizo el móvil en casa, tanto pantallas en
a menudo en su el mío como casa. Enseño a
presencia. el de mi hija o mi hijo o hija a
hijo. Propongo autorregularse
experiencias y doy ejemplo
alternativas. de ello.
Mejor juntos: Generalmente Cuando vemos La mayoría de Llevo a cabo
la perspectiva mi hija o hijoa una película o las veces acom- diversas es-
del acompaña- usa las pantallas un vídeo juntos, paño a mi hijo/a trategias para
miento solo/a. luego siempre en el uso de las acompañar a mi
comentamos pantallas. Esto hijo/a en un uso
sobre lo que me ayuda a li- con sentido de
hemos visto. mitar también el las tecnologías.
tiempo de uso.
Promover No veo la No tengo Escucho a mi Planifico
experiencias necesidad de tiempo o no se hijo o hija cuan- momentos de
en contacto esto. Está más me ocurre qué do se asombra, acercarnos a
directo con la entretenido/a hacer. y busco formas la naturaleza,
realidad con la pantalla. de alimentar de que juegue
su curiosidad con otras niñas
invitándole a y niños, de que
indagar y expe- explore sus
rimentar. capacidades
artísticas-crea-
tivas.
La unión hace la ¡Puf! ¿Ponerse A veces hablo No es algo sis- Promuevo y
fuerza: familias de acuerdo con con otras temático, pero participo re-
que cooperan otras familias? mamás y papás hay un par de gularmente en
Qué pérdida de sobre cómo papás/mamás una comunidad
tiempo... limitar el uso con quienes de aprendizaje
de las pantallas hablamos largo para madres y
en casa, pero y tendido sobre padres: uno de
a menudo nos estos temas, los temas que
parece difícil compartimos tratamos es el
y tiramos la artículos que uso crítico de
toalla. leemos e inten- las tecnologías.
tamos educar
en valores.
¿Y las tecno- Creo que cuan- Leo algunas Conozco las Me implico
logías en la ta más tecno- noticias y veo tecnologías que con la escuela
escuela? logía tiene una debates sobre se usan en la es- y el AMPA en
escuela, mejor. cómo mejorar cuela, y dialogo los debates
la educación en con maestros y y propuestas
las escuelas. Sé maestras sobre para mejorar
que hay opinio- su conveniencia la calidad de la
nes diversas. en el aula y en educación en la
casa. escuela.
51
6.-
El acompaña-
miento
por edades
52
Acompañar a niñas, niños y adolescentes en el uso de las tecnologías es una de
las estrategias clave para cultivar una actitud crítica ante lo que ven y hacen
en la pantalla. Dado que somos ejemplo y modelo de comportamiento para
nuestros hijos e hijas, un acompañamiento honesto requiere que hagamos un
uso consciente de las pantallas y que seamos capaces de hacer autocrítica en
la manera en que utilizamos las tecnologías: cómo, cuánto y para qué.

Acompañar es enseñar y aprender, es dejar hacer, pero también orientar y


escuchar. Es educar a nuestros hijas e hijos para que sean libres y responsa-
bles por sí mismos. Esta estrategia no está separada de las demás, sino que
las complementa. El acompañamiento necesita que usemos las pantallas con
sentido. Se basa en el diálogo como principal herramienta que refuerza una
relación de confianza, implica poner límites y enseñar la autorregulación, se
refuerza en las experiencias de convivencia en contacto directo con la reali-
dad, y tiene sus mayores apoyos al trascender la propia familia, compartiendo
reflexiones y estrategias con la escuela y con otras familias.

A continuación, pondremos el foco en dar forma a estas estrategias atendien-


do a las necesidades naturales que cada etapa exige en el desarrollo personal
de niñas, niños y adolescentes. No son recetas para seguir, sino más bien
líneas de acción que aterricen nuestros ideales educativos.

Primera Infancia (de 0 a 5 años)

En los primeros años tienen lugar muchos aprendizajes básicos:

• El amor, la atención y los cuidados que reciben construyen la referen-


cia de una relación de apego seguro con los principales cuidadores
adultos: mamás y papás principalmente, pero también con el resto
de la familia como abuelos, hermanas, tías, etc. Un apego seguro re-
quiere de sensibilidad para sintonizar con la realidad del bebé, de la
niña o el niño, para atender sus necesidades cotidianas: hambre, frío,
sueño, cariño, escucha, miedo, dolor... Este vínculo pone las bases
para que niñas y niños tengan la confianza necesaria para dialogar
con nosotros, para aprender y explorar el mundo a su alrededor, y
para relacionarse con otras personas de manera sana.

• Se produce el despertar de las percepciones a través de los sentidos


y de la conexión con el propio cuerpo y el movimiento. La experi-
mentación mediante el cuerpo es una vía fundamental de aprendizaje
en constante relación con el mundo físico. El movimiento corporal

53
desarrolla partes esenciales del cerebro y activa la gestión de las
emociones ante las necesidades fisiológicas. También experimenta
la satisfacción de un logro y la frustración de un fracaso o un error.

• Se asimilan e interiorizan las normas que rigen el entorno en el que


niñas y niños se desarrollan, incorporando así los hábitos familiares
y siguiendo los modelos de comportamiento de sus mayores cerca-
nos. La manera en que las personas adultas utilicemos las pantallas
mientras estamos en presencia de niñas y niños, serán en esta etapa
un modelo inequívoco de lo que ellos también quieran para sí.

• Se inicia el desarrollo del lenguaje: empiezan a nombrar las cosas y


con ello, a crear ideas o representaciones mentales del mundo a su
alrededor. Es el inicio del pensamiento. A los 3-4 años empiezan las
preguntas y los porqués. Su curiosidad y deseo de conocer y com-
prender el mundo surgen con una gran fuerza que se convierte en
el primer motor de aprendizaje, en una motivación interna. Es una
oportunidad maravillosa para el diálogo en torno a experiencias en
contacto directo con el mundo real.

En esta etapa del desarrollo personal de niñas y niños, el contacto con las
pantallas arroja pocos beneficios. La Academia de Pediatras de Estados Uni-
dos publicó algunas recomendaciones: evitar el uso de pantallas para menores
de 18 meses; solo contenidos de calidad y visionados en compañía de mamás
y papás, para niñas y niños de entre 18 y 24 meses; y un máximo de una hora
al día de contenidos de calidad para niñas y niños de entre dos y cinco años,
siempre acompañados.

Estas recomendaciones provienen del ámbito de la salud, no de la educación.


Esto quiere decir que nos indican unos límites máximos que, de ser superados,
tienen consecuencias negativas en la salud mental, emocional y física de los
niños y niñas. Sin embargo, nuestra labor de acompañamiento afectivo y edu-
cativo ha de ajustar más aún estos límites, de manera que marquemos unos
criterios propios sobre para qué, cuándo y cómo usar las pantallas. Sólo así
se estimularán o frenarán sus procesos naturales de aprendizaje y desarrollo.

¿Cómo acompañar en el uso de pantallas en la primera infancia?

• Antes de aprobar su uso de las pantallas en una situación concreta,


es importante preguntarnos cuál es el sentido de su uso: por
qué y para qué. Por ejemplo, si la finalidad es comunicarnos con al-
guien de la familia y hacemos una video llamada, o bien aprender so-
bre un tema que ha despertado su curiosidad, como ver cómo viven

54
los leones en una reserva natural en Kenia, pueden ser experiencias
relevantes en su desarrollo y aprendizaje. Si en cambio, la finalidad
es el puro entretenimiento, pasar el rato y consumir contenidos sin
sentido, entonces el uso de pantallas será siempre contraproducente.

• En esta etapa podemos avivar el diálogo a partir de su curio-


sidad natural. Nos llamarán la atención para que atendamos a
cosas que no habremos visto o nos lanzarán preguntas que podemos
continuar con otras preguntas, activando su imaginación y su capa-
cidad de razonamiento. Nuestra labor aquí es ayudarles a compren-
der la realidad y provocarles a pensar y reflexionar.

• Poner límites y dar ejemplo, utilizando las pantallas sólo en ca-


sos extraordinarios cuando estamos en presencia de niñas y niños.
Si nosotros estamos con el móvil, los niños y niñas ven que no hay
atención para ellos y que estamos a otras cosas. En estas edades es
importante resistir a la tentación de darles el móvil o la tablet «para
que se tranquilicen», pues en tal caso no les damos la oportunidad
de aprender a aburrirse y a jugar en soledad o de que aprendamos
a jugar y dialogar en familia.

• Elegir contenidos de calidad y hacer un uso de las pantallas


siempre en compañía. Tenemos un papel de mediadores activos
ayudando a comprender lo que niñas y niños están viendo en la pan-
talla, dialogando con ellos para hacer una relectura con análisis crí-
tico de, por ejemplo, vídeos y juegos, aunque parezcan «educativos».

• Facilitar experiencias de contacto directo con la realidad


del mundo físico: entrar en contacto con la naturaleza y estar
al aire libre, jugar libremente en soledad o con otras niñas y niños.
Debemos promover el movimiento de su cuerpo y de los objetos con
sus manos. Tienen que aprender a colaborar en las tareas de la casa,
que en estas edades forman también parte del juego de imitar los
modelos de comportamiento de las personas adultas.

• Participar y decidir sobre el uso de las tecnologías en la es-


cuela. Es importante conocer si disponen de pantallas en la escuela,
qué uso se les da y cuánto tiempo se utilizan. En estas edades el uso
de pantallas no aporta beneficios. En el aprendizaje en la escuela pri-
ma la relación de apego seguro con la principal cuidadora, la maes-
tra. También será muy importante la interrelación entre los propios
niños y niñas, y la disposición del espacio-aula en distintos ambientes
con recursos físicos como fichas, piezas móviles, objetos y muebles.

55
Aunque pueda parecer pronto para algunas cosas, incluso desde el primer año
es conveniente que nos tomemos en serio la manera en que nosotros mismos
estamos utilizando las pantallas y qué tipo de educación queremos dar a nues-
tras hijas e hijos. Por ello, hay dos estrategias que podemos poner en práctica
desde ese mismo momento:

• Hacer un breve listado de buenos propósitos de uso de las


pantallas en casa para las personas adultas. Hablamos de te-
levisión, móvil, tablet y ordenadores. Estas dos o tres normas básicas
nos ayudarán a tomar conciencia del uso que hacemos: si es un uso
intensivo, si dejamos la tele encendida, aunque no la veamos, si esta-
mos pendientes de notificaciones en el móvil o en qué momentos nos
cuesta más desconectarnos, etc. Al mismo tiempo nos permitirán ir
creando hábitos saludables que sirvan de modelo a nuestras hijas e
hijos. Como referencia, proponemos evitar usar pantallas durante
comidas y cenas o dejar el móvil en un lugar determinado en vez de
tenerlo siempre cerca o encima de la mesa.

• Empezar a elaborar estrategias colectivas con otras fami-


lias. Más pronto que tarde te enterarás de si otros niños o niñas de
su clase usan pantallas. Este tipo de comparaciones es uno de los
elementos de mayor presión sobre cómo actuar dentro de la pro-
pia familia. Buscar y promover espacios de reflexión, de compartir
inquietudes y situaciones vividas, y de trazar estrategias conjuntas
nos permitirá reforzarnos en nuestras decisiones y construir un am-
biente común más idóneo para su educación.

Infancia (de 6 a 12 años)

En la infancia la educación formal en la escuela tiene un papel predominante


en la manera en que niños y niñas aprenden, y en la manera en que se orga-
niza su tiempo. El horario escolar está medido y dirigido por la alternancia de
diferentes asignaturas. Esta etapa plantea en este sentido dos retos importan-
tes para un uso crítico de las tecnologías:

• La curiosidad y motivación por aprender de niños y niñas a es-


tas edades es todavía muy potente, aunque a menudo no encuentra
su lugar en las asignaturas concretas que estudian en la escuela. Las
asignaturas dejan fuera aspectos importantes para la vida cotidia-
na como la gestión de las emociones, las relaciones interpersona-

56
les o las noticias de actualidad. Por ello es fundamental fortalecer
su curiosidad y las motivaciones internas también en casa. No hay
que hacer nada especial, sólo promover que el contacto directo con
la realidad cotidiana (dialogar, pasear, comprar, cocinar, recoger la
casa, ver la tele juntos...) se conviertan en experiencias de aprendi-
zaje, y complementariamente, hacer un uso crítico de las tecnologías
en la medida en que puedan ser útiles a este fin.

• La gestión del propio tiempo es algo que apenas puede apren-


derse en la escuela, pues a cada hora hay que estudiar algo, atender
en clase o hacer unos ejercicios concretos. A parte del recreo, el
tiempo libre después de clase es el momento de dedicar tiempo a lo
importante y a lo necesario: jugar, conversar, leer, hacer deberes,
ayudar en casa, descansar, usar las tecnologías, etc. Esta capacidad
de aprender a gestionar el propio tiempo es una competencia digital
básica, ya que el consumismo de aplicaciones, series y videojuegos
tiende a secuestrar nuestro tiempo. Ya hemos visto cómo estas tec-
nologías están diseñadas para que pasemos el mayor tiempo posible
usándolas.

Más allá de la influencia de la escuela, la infancia es también una etapa pre-


ciosa en el desarrollo personal de niños y niñas en la que conviene prestar
especial atención a:

• La educación emocional: conocerse a sí mismos y mismas, apren-


diendo a identificar y reconocer las propias emociones, a aceptar
y expresar las emociones, y desarrollando la empatía que permite
ver y compartir la emoción de otras personas, tomando parte en la
resolución de los conflictos. Una educación emocional consistente es
fundamental cuando niñas y niños se expongan a contenidos audiovi-
suales como vídeos, dibujos animados y series, juegos o videojuegos,
ya que éstos se presentan con una importante carga emocional.

• La educación en valores. Se precisa igualmente aprender a apre-


ciar la verdad, la bondad y la belleza; conocer y desear alcanzar las
virtudes, como la honestidad o la generosidad, como parte de su
propósito vital. Desear ser la mejor versión de sí mismos. Desarro-
llar una ética. Partiendo del análisis de las cosas que han pasado en
la escuela o con las amistades, así como contenidos que han visto en
las pantallas; generando criterios de juicios inteligentes, razonados,
que no tienen nada que ver con prejuicios o comentarios impulsivos
sin reflexión alguna; y aprendiendo a decidir y actuar de manera co-

57
herente. Frente a la recompensa inmediata, la abundancia de conte-
nidos emocionales y premios, la relevancia cosas espectaculares con
muchos efectos especiales que encontrarán en vídeos y juegos, y que
no son aplicables en la vida real, necesitan referentes que valoren el
esfuerzo, la responsabilidad.

• La consolidación del vínculo de apego seguro con la familia,


necesitan aprender con nosotros y nosotras a compartir sus expe-
riencias y a confiar. Este vínculo de confianza abre la puerta al diá-
logo, que es nuestro mejor aliado para aprender qué está pasando
en la manera en que nuestros hijas e hijos utilizan las pantallas, para
explicarles cómo funcionan las tecnologías, para cuestionar su uso
y enseñarles a pensar por sí mismos lo que les conviene y lo que no.

• La influencia del grupo de iguales, que se convierten en pri-


meros referentes importantes fuera de la familia. La influencia se
debe a la importancia que adquiere el círculo de socialización con
otros niños y niñas, que al mismo tiempo abre a la oportunidad muy
recomendable de vivir la experiencia de una amistad franca y des-
interesada, donde aprender la escucha, la empatía y la solidaridad.
Éstas son también las bases para construir relaciones sanas basadas
en el respeto mutuo, en las que aprender a resolver los conflictos sin
recurrir a la violencia.

• La educación afectiva y sexual. Su curiosidad es implacable. Ne-


cesitan comprender y necesitan que les apoyemos. En esta etapa
poco a poco se van sucediendo las preguntas sobre ¿de dónde vienen
los niños y las niñas? ¿qué es hacer el amor? ¿cuándo me va a bajar
la regla? Es importante tomar con serenidad estas preguntas, inten-
tar averiguar cuánto saben y explicarles lo que sabemos de manera
sencilla, acorde a su edad. Esta es una oportunidad preciosa porque
poco a poco pasarán de preguntarnos a hablarlo con sus iguales o
a buscarlo en Internet. Estas inquietudes están ahí, es mejor antici-
parnos y estar disponibles para hablar. La guía «Respuestas fáciles a
preguntas difíciles» aporta herramientas para educar en estas cues-
tiones.

¿Cómo acompañar en un uso crítico de las tecnologías en la infan-


cia?

En la infancia el uso de las pantallas irá transitando poco a poco desde un uso
permanentemente acompañado por una persona adulta (mamá, papá, abue-

58
las, tíos...) hacia un uso cada vez más autónomo. En esta etapa de desarrollo
de niñas y niños, tienen especial influencia el impacto emocional de los relatos
audiovisuales y las dinámicas de gratificación rápida con premios y puntos
presentes en los juegos para móviles, ordenadores o consolas.

• Un uso con sentido. A menudo en la Educación Primaria, la es-


cuela empieza a reclamar un uso de las tecnologías en casa para
reforzar o completar los aprendizajes que se dan en clase. Esta es
una buena oportunidad de empezar a poner en práctica usos positi-
vos de las tecnologías con un propósito específico como investigar,
comprender y contrastar información de diversas fuentes. Al mismo
tiempo, es fuera de la escuela donde niñas y niños encuentran el
espacio para desarrollar su curiosidad y motivaciones propias, que
puede acompañarse con usos relacionados con desarrollar su cultu-
ra audiovisual y espíritu crítico, aprender habilidades específicas y
encontrar referentes, o desarrollar la vocación tecnológica. La clave
está pues en usar las pantallas con sentido, y evitar su uso por abu-
rrimiento, por mero entretenimiento, para pasar el rato.

• Promover el diálogo que ayude a consolidar el vínculo de apego


seguro en la familia y permita un acompañamiento cercano del uso
que niñas y niños hacen de las tecnologías. Ya hemos dicho que pa-
samos a una fase de mayor autonomía. Es precisamente en esta fase
cuando se hace vital una comunicación fluida. En ocasiones, niñas y
niños hablarán de juegos, aplicaciones, grupos de WhatsApp o sitios
web de los que han oído hablar. Vale la pena escuchar en qué con-
sisten, para qué se usan, cómo funcionan, de manera que podamos
ayudarles a cuestionar su uso y pensar si les convienen o no.

• Facilitar el aprendizaje de la autorregulación. El cambio pau-


latino de un uso acompañado permanente a un uso más autónomo,
requiere que niñas y niños vayan también aprendiendo a poner lími-
tes. A partir de los seis años, la Academia Americana de Pediatras
recomienda establecer límites coherentes en el tiempo de uso y el
tipo de contenido, asegurándose de que las pantallas no reemplazan
un buen descanso por la noche, el ejercicio físico y otros hábitos
esenciales para una buena salud. Para facilitar en parte esta tarea,
recomienda también reservar espacios de la casa sin pantallas como,
por ejemplo, los dormitorios. Al usar las pantallas solo en espacios
comunes, tenemos mejor acceso a reconocer los tiempos, tipos de
uso y a acompañar en la comprensión y cuestionamiento de esos
usos a través del diálogo.

59
• Promover experiencias alternativas fuera de las pantallas
y en contacto directo con la realidad. Observar, investigar y
aprender en contacto con la naturaleza, en el juego libre con otros
niños y niñas, en el aprendizaje del lenguaje artístico que más co-
necte con su naturaleza: aprender a tocar un instrumento musical o
a cantar en un coro, desarrollar el dibujo, la pintura o la escultura,
desplegar la narrativa oral o escrita, experimentar el movimiento
corporal en la danza o el teatro. También se pueden promover estas
experiencias proponiendo su participación en actividades de grupos
como, por ejemplo, la práctica continuada de un deporte o conviven-
cias, excursiones y campamentos de verano.

• Anticipar y acompañar la incorporación de su primer móvil.


El momento en el que niñas y niños empiezan a reclamar y tener su
primer móvil se adelanta año a año, despuntando al final de esta
etapa. Sin embargo, su madurez emocional, la interiorización de va-
lores y sus capacidades para identificar los riesgos están todavía
en un estado muy preliminar de desarrollo para poder hacer frente
al diseño adictivo y con gran impacto emocional que contienen los
vídeos, juegos, aplicaciones y redes sociales. A priori, tener un móvil
propio permite un acceso a la pantalla en cualquier momento
y en cualquier lugar, a contenidos que pueden ser apropiados o
no para su edad.

Lo recomendable es que dispongan de móvil cuando creamos que


están preparados y preparadas para ello y tengan la madurez y ex-
periencia suficiente en las relaciones interpersonales, para que pue-
dan comprender cómo se diseñan y cómo funcionan estas tecnolo-
gías, para que puedan gestionar mejor su atención y la necesidad de
aprobación social que provocan los «me gusta». Por ejemplo, la edad
legal en España para que puedan crear su propia cuenta en aplica-
ciones online como YouTube, Netflix, WhatsApp o redes sociales.

¿Y si ya estamos en ese momento? Es recomendable evitar que su


uso sea siempre y en todo lugar, y esto tiene que ver con las
normas de uso en casa y con reservar espacios libres de tecnología.
Si el móvil es útil para que nuestro hijo o nuestra hija esté localizable
cuando está fuera, al llegar a casa los móviles pueden quedar en el
mueble de la entrada o en otro lugar visible en el salón. Si nosotros
también evitamos utilizarlo mientras estamos en casa, nuestro ejem-
plo sienta precedente.

60
• Practicar estrategias comunes con otras familias, reforzando
nuestro propio aprendizaje, revisando nuestros criterios y el uso que
hacemos de las pantallas, y generando ambientes que favorezcan el
desarrollo natural y la socialización de niños y niñas.

• Participar y decidir sobre el uso de tecnologías en la escue-


la. Cada año aparecen nuevos dispositivos, aplicaciones educativas
e incluso robots para dar clase que se exponen en ferias internacio-
nales donde las empresas tecnológicas ofrecen sus productos a las
escuelas. Es necesario que dispongamos de espacios de reflexión co-
mún y diálogo entre familias y escuela. En ellos podemos pensar por
nosotros mismos sobre los pros y contras de incorporar determina-
dos productos y valorar si realmente mejorarán el aprendizaje de
nuestros hijos e hijas. En ellos podemos pensar conjuntamente sobre
los problemas de la educación y buscar soluciones fundamentadas.

Adolescencia (de 13 a 17 años)

La adolescencia es un periodo crítico en el desarrollo de la personalidad. Es


una etapa de grandes cambios: su cuerpo empieza a tomar forma adulta, se
preocupan por la opinión de los demás y su imagen externa, aparecen inse-
guridades derivadas de estos cambios que afectan a su autoestima, su mente
empieza a entender el mundo de manera distinta, es más egoísta y también
demanda razonamientos más elaborados.

La construcción de su propia identidad se refuerza también parcialmente en el


rechazo o el cuestionamiento de las normas establecidas: necesitan compro-
bar por sí mismos que ciertos límites efectivamente están ahí y no les basta
con creérselo. Por ello, el desarrollo del pensamiento crítico, la educación
emocional y en valores que podamos haber consolidado en etapas anteriores
serán su mejor brújula para empezar a navegar autónomamente. Una vez
más, el diálogo será nuestro mejor aliado.

Es muy importante en esta etapa crear relaciones afectivas desde la igualdad


y libres de violencia, ya que en cunado inician sus primeras relaciones, y es
importante para prevenir en la pareja/expareja la violencia de género

Hemos planteado educar en un uso crítico de las tecnologías tomando como


punto de partida los principios de libertad y responsabilidad. Teniendo en
cuenta el momento vital que atraviesan nuestros hijos e hijas adolescentes,

61
hay tres claves a las que debemos prestar atención pues sientan las bases de
sus capacidades para relacionarse consigo mismos, con los demás y con el
mundo:

• Autoestima. Aprender a quererse bien significa respetarse y con-


fiar en las propias capacidades: reconocer y valorar quiénes son en
esencia, conocer y aceptar sus virtudes y sus defectos. Esta valora-
ción interna se nutre de una relación de apego seguro en la familia
y es un pilar fundamental para sostenerse ante las valoraciones u
opiniones externas (lo que otras personas piensen de mí). No se
trata de creerse mejor que nadie y sin defecto alguno: esto se llama
narcisismo. La autoestima sana emerge de esta valoración interna,
desde la cual aprenden a aceptar las críticas y a incorporarlas como
oportunidades para crecer y mejorar.

• La empatía es la capacidad de ponerse en el lugar del otro, de


«sentir con» otra persona, poder percibir su alegría o su tristeza,
leer la emoción en el rostro de otra persona. En la adolescencia
las relaciones entre iguales son la base de la socialización. La em-
patía requiere de sensibilidad para poder establecer relaciones
interpersonales auténticas, entrando en sintonía con lo bueno
y lo verdadero de las personas que nos rodean. Como educadores
alimentamos la empatía cuando les enseñamos que hay límites, pero
también cuando mostramos ternura y manifestamos que queremos
comprender y dialogar.

Cuando nos relacionamos a través de una aplicación de mensajería


instantánea o una red social, la empatía se desdibuja porque no ve-
mos a quien está al otro lado y cómo le afecta lo que decimos
o hacemos, y porque mostramos una imagen algo distorsionada de
nosotros y nosotras mismas. Necesitamos la empatía para cuidar
las relaciones con otras personas a través de las pantallas. La falta
de empatía puede llevarnos a valorar solo la imagen externa de los
demás, de los perfiles en redes sociales o de los influencers. Es una
de las causas que hay detrás del ciberacoso, tanto de quien lo realiza
como de quien es testigo y no hace nada para evitarlo.

• La solidaridad. Como toda persona, los adolescentes necesitan


sentirse útiles y valiosos. La manera natural de lograrlo es ayudando
a los demás, aprendiendo la generosidad y el agradecimiento, cono-
ciendo la satisfacción de hacer lo que es necesario. Son experiencias
en contacto directo con la realidad. Precisamente la adolescencia

62
posee ese germen rebelde que empieza por darse cuenta de que hay
cosas que no funcionan en el mundo adulto. Y tienen razón. Una bue-
na forma de canalizar esa capacidad es haciendo algo al respecto,
comprometiéndose a cambiar eso que ven incorrecto o injusto. Hay
jóvenes que se movilizan para concienciar sobre los efectos del cam-
bio climático, jóvenes que se ofrecen voluntarios para acompañar
a personas mayores, jóvenes que hacen música para denunciar las
desigualdades, y otros muchos ejemplos.

¿Cómo acompañar a nuestros hijos e hijas adolescentes en un uso


crítico de las tecnologías?

Los adolescentes necesitan y exigen una mayor autonomía, mayor libertad,


lo que también requiere mayor responsabilidad. Aunque a estas edades la
mayoría de jóvenes ya disponen de un móvil para su uso personal, todo lo
que hemos recomendado para la infancia es importante consolidar-
lo ahora desde su propia autorregulación.

Ambos aspectos tienen que ver con poner límites al uso del móvil en determi-
nados horarios y lugares de la casa, como durante las comidas y cenas y en
los dormitorios; y con la promoción de experiencias alternativas fuera de las
pantallas y en contacto directo de la realidad como, por ejemplo, participar
de grupos juveniles de convivencias, practicar algún deporte o desarrollar la
expresión artística con regularidad.

Recordemos que esto de «estar conectados y conectadas», no solo es una


necesidad de la adolescencia, sino que las aplicaciones, juegos y redes sociales
están diseñadas para generar ese «enganche». Los estímulos visuales tan fre-
cuentes y funciones como las notificaciones, los «me gusta» o la reproducción
automática tienen este efecto. Si a las personas adultas nos cuesta hacer
frente a estos reclamos de atención, a los jóvenes les resulta aún más difícil.

Dado que en esta etapa los jóvenes hacen un uso prácticamente autónomo,
vamos a recordar algunas formas de uso positivo que se pueden dar a las tec-
nologías, ya no pensando en nuestro propio hacer sino en las particularidades
que plantea este momento del desarrollo vital que es la adolescencia:

• Comprender cómo funcionan las tecnologías. A esta edad


es importante que tengan claro qué hay detrás de las aplicaciones
que utilizan. Es prescriptivo que sepan dónde se guardan los datos
y fotos que suben a las redes, cómo atrapan la atención y en qué
otras necesidades se apoyan para mantenerlos «conectados». Han

63
de saber cómo utilizan la necesidad de aprobación social, a la que
son especialmente sensibles en la adolescencia. Si son capaces de
pensar críticamente sobre las tecnologías que utilizan, serán capaces
de hacer un uso más adecuado porque conocen y comprenden sus
limitaciones.

• Usar con sentido. Cuando preguntamos a adolescentes para qué


utilizan el móvil, la tablet o el ordenador, una de las primeras res-
puestas es «para entretenerse». Cuando estás haciendo algo para
pasar el rato, es fácil que vayas de un sitio o a otro sin darte cuenta
y que acabes donde no imaginabas, o desde luego que pases más
tiempo del necesario. Es en estas situaciones cuando son más vulne-
rables a exponerse demasiado en las redes y participar de alguna
forma de violencia online. Tener un propósito claro nos permite llevar
el timón evitando que nos dejemos llevar.

• Cuidar las relaciones con amistades y personas cercanas.


Es frecuente ver un grupo de adolescentes sentados en un banco en
la calle o en torno a una mesa, donde cada cual está mirando redes
sociales o chateando con otras personas en su móvil. Es importante
ayudarles a tomar conciencia de sus relaciones con amistades, com-
pañeros y compañeras de clase, para que puedan reconocer si están
cuidando estas relaciones y cómo lo hacen. Si tenemos interés por
sus amistades, es natural preguntarles por esa persona, cómo está,
por su familia. Esto puede hacerles caer en la cuenta de si realmente
ponen atención, de si están en disposición de escuchar. Podemos co-
nocer si ha surgido algún malentendido o conflicto con una persona
o en un grupo de WhatsApp, invitarle a expresar cómo se ha sentido
y hablarle de nuestra experiencia en una situación similar, valorando
la importancia de hablar las cosas cara a cara.

• Apreciar la cultura audiovisual implica despertar a la capaci-


dad de asombrarse, de reconocer la belleza o identificar la fealdad
de una realización audiovisual atendiendo al manejo de ese arte.
También implica analizar con espíritu crítico el relato, el argumento
y la trama. Debo pensar qué me aporta o qué estoy aprendiendo
con ello. La adolescencia es una etapa muy sensible a la imagen que
fácilmente se experimenta de manera superficial». Es una oportuni-
dad para no convertirse en consumidores pasivos, sino en personas
que aprecian el arte y el conocimiento que hay en el lenguaje audio-
visual. Podemos abrir su universo audiovisual a referentes que son
obras maestras del cine y que también pueden encontrar en la red.

64
• Investigar, comprender y contrastar información. A medida
que van avanzando en sus estudios, cada vez será más frecuente que
busquen información en la red para completar sus tareas. Este es un
uso más o menos obligatorio, pero es importante que también sepan
y quieran investigar a partir de sus propias motivaciones e intereses,
pues es lo que les ayudará a desenvolverse en el día a día más allá de
la escuela. En este sentido hay una oferta amplia de actividades para
jóvenes que ofrecen entidades públicas y organizaciones sociales y
que pueden consultar.

Las redes sociales son un ejemplo de un espacio virtual en el que


aparecen informaciones muy distintas sin que las hayamos buscado.
En ellas aparecen noticias verdaderas y falsas (fake news), que en
todo caso contienen sesgos. Es importante que sepan que no todo lo
que ven en la red es cierto. Ante las informaciones en redes sociales
somos más vulnerables porque nuestra atención está dispersa y ge-
neralmente no nos paramos a analizar. La falta de análisis de estas
informaciones puede llevar a adoptar creencias o posturas extremas
o superficiales.

Los momentos de diálogo en que contamos cómo ha ido el día, co-


mentamos las noticias de actualidad, son una buena ocasión para
ayudarlos a reflexionar. Si hay actitud de escucha, podemos hablar
tanto de nuestras experiencias vividas en contacto directo con la
realidad (en el instituto, con las amistades o en el trabajo), como de
sus experiencias mediáticas (lo que ha pasado en redes sociales, lo
que han visto por Internet o en la televisión). Y podemos preguntar-
nos por su veracidad, por las emociones que nos han generado, por
los intereses que mueven una determinada publicación, o por sus
sesgos, es decir, lo que aún no se ha dicho.

• Aprender habilidades específicas y encontrar referentes. Es uno de


los usos con mayor potencial y al mismo tiempo con mayor peligro.
Lo que marca la diferencia es tener o no tener unos criterios. Entre
los criterios caben destacar: si eso que pueden aprender es algo que
les hace bien o no, si esos referentes son una influencia que les em-
puja a crecer como personas o si por el contrario los reduce o limita
a ser superficiales, si esos referentes promueven hacer las cosas solo
por interés propio o actitudes violentas o poco respetuosas. El cri-
terio se basa en poder identificar los valores que transmiten unos y
otros referentes. Pueden valorizar el esfuerzo, la vocación, la bondad
o, por el contrario, el egoísmo, el consumismo, la banalidad.

65
Acompañar es un aprendizaje. No sabemos de
todo. Nos llevará toda la vida saber algo más.
Lo importante es mantener una actitud abier-
ta, despierta y disponible para aprender junto a
nuestros hijos e hijas. Cada quien en su papel.
Poco a poco.

66
7.-
Recursos

67
Para conocer los tipos de violencia online

Informe «Violencia viral», Save the Children.

Disponible online en:


https://bit.ly/2XPc65e

Pautas de actuación frente al acoso y el ciberacoso

«Yo a eso no juego» es una guía para padres y madres elaborada por Save the
Children que explica qué es el ciberacoso o violencia entre iguales a través de
las tecnologías, y ofrece recomendaciones para actuar según la implicación de
nuestro/a hijo/a en tales situaciones.

Disponible online en:


https://bit.ly/2xflHnA

Para comprender cómo funcionan las tecnologías digitales

«Alfabetización digital crítica: una invitación a reflexionar y actuar» es una


guía elaborada por Ondula que explica de manera sencilla cómo funcionan
Internet, las aplicaciones y redes sociales desde la curiosidad por entender, el
sentido común y la búsqueda de un criterio propio para decidir cómo usar las
tecnologías.

Disponible online en:


https://bit.ly/2INw9IA

Para aprender y enseñar el pensamiento crítico

La mini-guía de pensamiento crítico es un material de apoyo autodidacta


para distinguir en qué se diferencia el pensamiento crítico de otras formas
de pensar y por qué es necesario, que aporta herramientas y preguntas para
alcanzar criterios de excelencia tales como identificar creencias o considerar
otros puntos de vista.

Disponible online en:


https://bit.ly/2dnt1Ty

68
Para una educación en contacto directo con la realidad

«Educar en el asombro» (2012) y «Educar en la realidad»(2015) son manuales


para madres y padres escritos por Catherine L’Ecuyer que exponen datos y
reflexiones acerca de los beneficios y perjuicios de las pantallas en niñas, niños
y adolescentes en relación con el desarrollo de su motivación interna, de su
educación en valores y de su capacidad para hacer frente a situaciones del
mundo real.

Sobre cómo acompañar una educación sexual integral por edades

«Respuestas fáciles a preguntas difíciles» es una guía para familias elaborada


por Save the Children que ofrece claves para hablar de sexualidad de mane-
ra positiva y saludable, desarrollando herramientas prácticas y haciéndonos
conscientes de actitudes favorables para acompañar desde el diálogo.

Disponible online en:


https://bit.ly/2NdWcx5

Para un uso seguro de Internet por parte de los menores

El itinerario de mediación parental elaborado por INCIBE (Instituto Nacional


de Ciberseguridad) ofrece recomendaciones específicas para, por ejemplo,
atender a un buen comportamiento en línea, para cuidar la privacidad digital
y evitar un uso abusivo y adicciones, al tiempo que plantea cómo actuar ante
incidentes de seguridad como acoso o fraude.

Disponible online en:


https://bit.ly/2K5RNXr

69
Índice

70
3 1.- Introducción

7 2.- Algunas cosas sobre la tecnología


que debemos saber

16 3.- ¿Qué formas de violencia existen


en las redes y afectan a niños, niñas
y adolescentes?

23 4-. ¿Cómo hacer un uso positivo


de las tecnologías de información
y comunicación?

71
36 5.- Estrategias para un uso crítico
de las tecnologías en familia

52 6.- El acompañamiento por edades


53 Primera Infancia (de 0 a 5 años)

56 Infancia (de 6 a 12 años)

61 Adolescencia (de 13 a 17 años)

67 7.- Recursos

72
Save the Children es la organización independiente
líder en la defensa de los derechos de la infancia en todo
el mundo. Trabaja desde hace 100 años para asegurar
que todos los niños y niñas sobreviven, aprenden y están
protegidos. Actualmente la organización opera en más
de 120 países.

En España trabaja en programas de atención a los ni-


ños y niñas más vulnerables, centrados en la infancia en
riesgo de pobreza o exclusión social. La organización
atiende además a la infancia migrante y está centrada a
proteger a los menores frente a la violencia.

Save the Children quiere que todos los niños y niñas,


independientemente de su condición o país de origen,
puedan disfrutar plenamente de sus derechos y alcanzar
el máximo de sus capacidades.
escuela.savethechildren.es

También podría gustarte