Lo Personal Es Politico. Mujeres en La C

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Sobre las autoras

Lucrecia Infante Vargas. Originaria de la Ciudad de Las mujeres son mayoría en la militancia de Nueva Alianza; ellas protagonizan Desde lo público del quehacer femenino, hasta lo más ínti-
México. Doctora en Historia por la Universidad Nacional con un profundo compromiso la lucha por la equidad de género en las políticas
Autónoma de México (UNAM). Sus líneas de investigación públicas. Los derechos que hoy ejercen plenamente y la identidad política mo, las diversas formas de resistencia, las asociaciones que
se centran en la historia de las mujeres en la cultura femenina, tal como los concebimos en la actualidad, son el resultado de un conforman colectivos y la disputa sobre las normas impuestas
impresa y la educación de los siglos XIX y XX, así como lento proceso de formación a través del ámbito de lo cotidiano; de hecho, no
en los vínculos teórico-metodológicos entre la Historia y fue sino hasta la década de los años 70 del siglo pasado cuando las mujeres simbólica y legalmente, se han traducido en un aporte funda-
la Literatura. manifestaron de manera contundente que “lo personal es político”. mental a la formulación de códigos, leyes y políticas públicas
Adriana Maza Pesqueira. Maestra en Historia de México La publicación de esta obra pretende contribuir a la divulgación de un estudio que gradualmente han construido el entramado institucional
y diplomada en Historia de las mujeres en el México de la historia nacional con perspectiva de género desde dos ejes fundamentales que protege y proyecta los derechos plenos de las mujeres.
contemporáneo, ambos por el Instituto Cultural Helénico; que engarzan, por un lado, la política con lo político y, por otro, lo colectivo
diplomada en Historia de España por el Instituto de con lo individual. El primero se centra en las mujeres como actoras en conjunto,
Investigaciones Históricas de la UNAM. Sus áreas de que aunque no buscaron participar directa o formalmente en la conformación Con esta obra, Nueva Alianza reafirma su posición como
interés se centran en la historia de las mujeres en el política del gobierno mexicano, sí la afectaron desde el terreno del conflicto
tránsito entre los siglos XIX y XX, especialmente en el social que emergió de las esferas de lo cultural, lo social y lo económico. El partido promotor de la igualdad y no violencia en todos los
estudio de los colectivos femeninos anónimos. segundo eje sugiere que la convergencia de acciones individuales y personales,
mediadas por el sentido social que estas adquieren en el inmediato plazo de
espacios, tanto públicos como privados y del reconocimiento
Martha Santillán Esqueda. Doctora en Historia por la lo cotidiano relativo a un contexto histórico determinado, afectan de diversas al trabajo individual y colectivo de las mexicanas en la consol-
Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM); es formas lo político y, por ende, la política.
profesora-investigadora titular del Instituto Nacional de
idación de la democracia
Ciencias Penales (INACIPE). Sus líneas de investigación Rescatar y dar a conocer las distintas formas de influencia que las mujeres han
se centran en la historia social y cultural, con énfasis ejercido en la gestación de políticas públicas relevantes para la conformación
en estudios de género y de mujeres en el siglo XX, del país de derechos al que aspiramos, es una tarea que Nueva Alianza asume Leticia Gutiérrez Corona
principalmente en torno a temáticas vinculadas al estudio como imprescindible. Con la presentación de este libro, Lucrecia Infante,
de la criminalidad y la locura. Adriana Maza y Martha Santillán aportan nuevos conocimientos sobre la lucha Coordinadora Nacional de Movimiento de Mujeres
de las mujeres en México con una frescura de miras, enfoques novedosos y rigor
académico que contribuyen, una vez más, a la formación de una nueva cultura
política en el siglo XXI.

Luis Castro Obregón


Presidente del Comité de Dirección Nacional
Sobre las autoras
Lucrecia Infante Vargas. Originaria de la Ciudad de Las mujeres son mayoría en la militancia de Nueva Alianza; ellas protagonizan Desde lo público del quehacer femenino, hasta lo más ínti-
México. Doctora en Historia por la Universidad Nacional con un profundo compromiso la lucha por la equidad de género en las políticas
Autónoma de México (UNAM). Sus líneas de investigación públicas. Los derechos que hoy ejercen plenamente y la identidad política mo, las diversas formas de resistencia, las asociaciones que
se centran en la historia de las mujeres en la cultura femenina, tal como los concebimos en la actualidad, son el resultado de un conforman colectivos y la disputa sobre las normas impuestas
impresa y la educación de los siglos XIX y XX, así como lento proceso de formación a través del ámbito de lo cotidiano; de hecho, no
en los vínculos teórico-metodológicos entre la Historia y fue sino hasta la década de los años 70 del siglo pasado cuando las mujeres simbólica y legalmente, se han traducido en un aporte funda-
la Literatura. manifestaron de manera contundente que “lo personal es político”. mental a la formulación de códigos, leyes y políticas públicas
Adriana Maza Pesqueira. Maestra en Historia de México La publicación de esta obra pretende contribuir a la divulgación de un estudio que gradualmente han construido el entramado institucional
y diplomada en Historia de las mujeres en el México de la historia nacional con perspectiva de género desde dos ejes fundamentales que protege y proyecta los derechos plenos de las mujeres.
contemporáneo, ambos por el Instituto Cultural Helénico; que engarzan, por un lado, la política con lo político y, por otro, lo colectivo
diplomada en Historia de España por el Instituto de con lo individual. El primero se centra en las mujeres como actoras en conjunto,
Investigaciones Históricas de la UNAM. Sus áreas de que aunque no buscaron participar directa o formalmente en la conformación Con esta obra, Nueva Alianza reafirma su posición como
interés se centran en la historia de las mujeres en el política del gobierno mexicano, sí la afectaron desde el terreno del conflicto
tránsito entre los siglos XIX y XX, especialmente en el social que emergió de las esferas de lo cultural, lo social y lo económico. El partido promotor de la igualdad y no violencia en todos los
estudio de los colectivos femeninos anónimos. segundo eje sugiere que la convergencia de acciones individuales y personales,
mediadas por el sentido social que estas adquieren en el inmediato plazo de
espacios, tanto públicos como privados y del reconocimiento
Martha Santillán Esqueda. Doctora en Historia por la lo cotidiano relativo a un contexto histórico determinado, afectan de diversas al trabajo individual y colectivo de las mexicanas en la consol-
Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM); es formas lo político y, por ende, la política.
profesora-investigadora titular del Instituto Nacional de
idación de la democracia
Ciencias Penales (INACIPE). Sus líneas de investigación Rescatar y dar a conocer las distintas formas de influencia que las mujeres han
se centran en la historia social y cultural, con énfasis ejercido en la gestación de políticas públicas relevantes para la conformación
en estudios de género y de mujeres en el siglo XX, del país de derechos al que aspiramos, es una tarea que Nueva Alianza asume Leticia Gutiérrez Corona
principalmente en torno a temáticas vinculadas al estudio como imprescindible. Con la presentación de este libro, Lucrecia Infante,
de la criminalidad y la locura. Adriana Maza y Martha Santillán aportan nuevos conocimientos sobre la lucha Coordinadora Nacional de Movimiento de Mujeres
de las mujeres en México con una frescura de miras, enfoques novedosos y rigor
académico que contribuyen, una vez más, a la formación de una nueva cultura
política en el siglo XXI.

Luis Castro Obregón


Presidente del Comité de Dirección Nacional
NUEVA ALIANZA

COMITÉ DE DIRECCIÓN NACIONAL

Presidente
LUIS CASTRO OBREGÓN

Secretario General
LUIS ALFREDO VALLES MENDOZA

Coordinador Ejecutivo Nacional Político Electoral


ROBERTO PÉREZ DE ALVA BLANCO

Coordinador Ejecutivo Nacional de Finanzas


JUAN LUIS SALAZAR GUTIÉRREZ

Coordinador Ejecutivo Nacional de Vinculación


MARCOS CONSTANTINO GONZÁLEZ ALCOCER

Coordinador Ejecutivo Nacional de Asuntos Jurídicos


FERNANDO MEDINA VILLARREAL

Coordinadora Ejecutiva Nacional de Gestión Institucional


DORA MARÍA GUADALUPE TALAMANTE LEMAS

Coordinador Ejecutivo Nacional de Comunicación Social


MIGUEL ÁNGEL SÁNCHEZ DE ARMAS

Coordinadora Nacional del Movimiento de Mujeres


LETICIA GUTIÉRREZ CORONA

Coordinadora Nacional del Movimiento de Jóvenes


SANDRA CORONA PADILLA

Directora del Instituto de Capacitación y Educación Cívica y Política


KARIME IYARI SEVILLA ÁLVAREZ
L UCRECIA INFANTE VARGAS
A DRIANA M AZA P ESQUEIRA
M ARTHA S ANTILLÁN ESQUEDA
Lucrecia Infante Vargas, Adriana Maza Pesqueira, Martha Santillán Esqueda,
Lo personal es político. Las mujeres en la construcción del ámbito público
México, siglos XIX y XX
México, 2016

216 pp., col. 22 x 23 cm

ISBN

Registro público indautor: 03-2016-051313191500-01

Primera edición, 2016


México, Ciudad de México

© Nueva Alianza
Durango 199, Colonia Roma, Delegación Cuauhtémoc,
C.P. 06700, México, D. F.

© Prólogo: Dora Barrancos

© Portada: Patricia Torres, “Sin Cuerpo”, óleo sobre tela,


140 cm x 140 cm

Liderazgo de Mujeres y Actividades Específicas: Gloria Verónica Chalé Góngora

Lo personal es político. Las mujeres en la construcción del ámbito público


México, siglos XIX y XX, es una publicación de Nueva Alianza, sin fines de
lucro y de distribución gratuita. Registro ante el Instituto Nacional de Derechos
de Autor No.. Esta edición consta de 5 000
ejemplares. Edición cuidado, producción editorial e impresión: Fineo, S.A. de
C.V., Héctor 2528, Las Cumbres, 3er. Sec., Ciro y Paseo de las Olimpiadas,
Monterrey, Nuevo León,
 C. P. 64610. -PT EFSFDIPT EF reproducción de los
textos e imágenes, están reservados por Nueva Alianza. Prohibida la
reproducción parcial o total del contenido, imágenes y fotografías, por
cualquier medio físico o electrónico, sin previa autorización por escrito.
Prólogo
Dora Barrancos
ÍNDICE
Introducción

I. Educación, trabajo y sociabilidad:


los antecedentes de un quehacer político
permanente 29

II. Hogar y maternidad en México.


Entre el deber ser y la realidad cotidiana 77

III. Estado y marcos normativos.


Transgresiones, control social
e identidad femenina 131

Bibliografía
Prólogo
DORA BARRANCOS

Por fortuna he sido invitada a realizar el prólogo de este libro que representa
una singular contribución a la historia de las mujeres en México, país que
constituye un hito en esta especialidad historiográfica puesto que se encuentra
entre los de mayor y mejor producción en América Latina. Con certeza, no
ha sido fácil para las autoras lograr este abordaje –una labor de síntesis que
abarca largos ciclos temporales–‚ aunque contaran con una pródiga
existencia de investigaciones precedentes en las dimensiones centrales de la
educación y el trabajo, la vida doméstica y el maternaje y la gravitante
cuestión del Estado normativo‚ sin duda un eje importante de este
escudriñamiento. La tarea de sintetizar es en verdad altamente creativa y
requiere mucha destreza. Supone un trabajo de interpretación selectiva,
implica un amplio dominio de la literatura –no sólo de la local– de modo que
permita dialogar holgadamente con una diversidad de tratamientos y, por
encima de todo, demanda pericia articuladora para producir una semiología
convincente, relevante y finalmente autónoma. He ahí la clave para la
densidad narrativa en cualquier empeño marcado por el principio de obtener
cuadros de síntesis provocadores.
Pero esta historia de las mujeres en México no resulta sólo un caleidoscopio
de los múltiples fragmentos suscitados por la existencia femenina en diversos
ciclos y escenarios –gracias al registro de una miríada de especialistas, entre
las que se encuentran las propias autoras. Esta investigación exhibe una
producción original para la empresa con visitas sintomales a fuentes
documentales, y no dejan de sorprender los análisis que corresponden a
los abordajes nuevos, hallazgos originales de auscultamientos a propósito
de los retos planteados para llevar a cabo la tarea.
La historiografía de las mujeres, o de las relaciones de género, que han
desarrollado las autoras hace entrañable una circunstancia que no puede

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LO PERSONAL ES POLÍTICO

dejar de subrayarse: desbaratar el supuesto de que los patrones patriarcales


se impusieron sobre cuerpos dóciles y temperamentos débiles; que la
mansedumbre de la cerviz inclinada implicó un paisaje monocorde sin solución
de continuidad entre las épocas. La historia del sojuzgamiento femenino
desalienta cualquier análisis que autorice la presunción del simple acatamiento.
Y la trama de esta investigación es encomiable por la perspectiva de
ahondar los puntos de fuga del régimen patriarcal y poner en escena las
manifestaciones contrariadas de las sometidas –más allá de lo que imponen,
a menudo con trágica severidad, normas, reglas, conductas, actitudes y
afecciones que se desean inmarcesibles. La servidumbre que aparenta
manifestarse de forma consentida, tiene fisuras, modos a veces sublimes de
denegatoria, y esto constituye una marca relevante de la condición femenina
exhibida en esta Historia. El régimen de la disidencia, es cierto, pudo no haber
sido estridente; el estado de esclavitud que se contesta no siempre significa
una forma radicalizada y ejemplar de impugnación. Pero con acciones
estrepitosas o con gestos de insinuación interruptora, la resistencia pone la
marca de lo inefablemente político en la vida de las mujeres de todas las
épocas. He aquí otro mérito conceptual de estos análisis: rescatar la inescindible
politicidad de las relaciones de género en todo y cualquier tiempo. Si la saga
del feminismo renovado de las décadas 1960-1970 reveló con mayor agudeza
las características del régimen patriarcal como un sistema de exclusiones –y no
sólo de las mujeres, puesto que fueron relegadas las formas no canónicas de
la masculinidad y en todo caso, las proteicas fórmulas disidentes de la
sexualidad–, su contribución tal vez más contundente está contenida en la
fórmula programática: “Lo personal es político”. El sintagma revoca la polaridad
de esferas de la que hizo su ancla la cultura liberal; lo que parece más íntimo
está entrañablemente vinculado a la malla social. Y las despojadas del
significado de lo público por el ardid de la escisión, pudieron empujar los
cercos y saltar los muros. He aquí narrada la persistencia de la voluntad de
visibilidad y reconocimiento por encima de las insidiosas adversidades. En
buena medida‚ aunque esta narrativa no se ocupa centralmente de la dimensión
de la “ciudadanía” en el campo acotado de la arena política‚ son las formas
múltiples del discernimiento habilitante como opinantes, y muy a menudo como
contestatarias, las que dominan en el horizonte perseguido por las autoras.

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PRÓLOGO

Las investigaciones de que da cuenta este libro se demoran en el análisis del


liberalismo mexicano que, dígase de paso, fue una suerte de diástole y sístole
en materia de asegurar individuaciones soberanas, tal como ocurrió en otras
latitudes latinoamericanas con cierta excepcionalidad de Argentina cuyos
liberales se asociaron con mayor vigor a las fórmulas conservadoras y
remedaron poco a sus pares de otras cuencas, en cualquier caso más “civilistas”
–más opuestos a las jerarquías eclesiásticas– por caso, los liberales que
exhibieron países como el mismo México, Colombia y Uruguay. Sin duda,
como han afirmado numerosos análisis –y en este caso las reflexiones lo
muestran con elocuencia–, la vida liberal republicana reposó sobre la invención
del “régimen privado”, el nomenclador utópico de la “familia” como fundamento
moral y económico de la sociedad burguesa, y la alcurnia subalternante de la
empresa masculina‚ por encima inclusive de los diferenciales de clase. Su
sintagma aditivo simbólico no puede ser otro que el de las relaciones
jerarquizadas entre los sexos tal como la burguesía se propuso reforzar en el
crucial pasaje acumulativo del XIX. Las valencias contrastantes de la debilidad
de las mujeres (seres emocionales y propensos a la caída carnal, necesariamente
subalternos), y la fortaleza de los varones (individuos intelectual, física y
moralmente superiores), representan un hito histórico, desde luego construido,
además, por la propia Historia.
Si el dominio racional de la ciencia decimonónica se ajustó paradig-
máticamente al orden patriarcal, la Historia hizo una contribución decisiva
sustentando la regencia masculina de la textualidad que autorizaba la
disciplina. Las mujeres no contaron ni en los acontecimientos ni entre los
oficiantes, y esa exclusión reforzó los esquemas imaginarios de los regímenes
liberales según la impronta de cada Estado-Nación. Pero las autoras no dejan
de constatar ciertas diferencias de épocas aún bajo la misma égida de la
cultura liberal: durante el transcurso del liberalismo decimonónico, la posibilidad
de encarar el régimen de divorcio estuvo más cerca de las mujeres, y
notablemente, después de sancionada la norma de divorcio vincular –como un
efecto de la radicalidad del conturbado proceso revolucionario (1917)–, los
pleitos tuvieron más iniciativa por parte de los varones. Hay algo revelador en
esta conducta que indica que no siempre un nuevo tiempo trae consigo
transformaciones para los sujetos postergados en derechos. Y no puede
sorprender que fuera en pleno siglo XX –bien entrada la década de 1940–,

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LO PERSONAL ES POLÍTICO

que asomaron ajustes morales para la condición femenina y se reforzaran los


señalamientos patológicos, probablemente en la misma medida en que las
ensoñaciones de una vida sexual menos constreñida fueron estimuladas por el
cine, el teatro, los reclames publicitarios y las revistas del corazón. La historia
de las mujeres desmiente la hipótesis de la “evolución positiva” de las
prerrogativas, y estos abordajes advierten que se puede retroceder, como
ocurrió con una puesta en valor de la regla del desempeño femenino en el
hogar y los propósitos de procurar alternativas al trabajo extra doméstico que,
como en otras latitudes, resultaba bastante vituperable, salvo el ejercicio del
magisterio. Sin embargo las tasas de participación de las mexicanas en el
mercado laboral han sido significativas. Y no deja de ser singular también en
México la captación temprana de mujeres –a fines del XIX– de profesionales
en el área del Derecho. Esta actividad, de señera constitutividad de los saberes
patriarcales con directa influencia en la arquitectura del Estado, no fue
accesible a la condición femenina en la mayoría de los países latinoamericanos
sino hasta inicios del XX. Y también es elocuente, en las notas particulares de
ese país, que la formación en ciertos círculos académicos –por caso la Escuela
de Altos Estudios– pudiera beneficiar sobre todo por mujeres en casi 80% en
las primeras décadas del XX y que, a mediados de ese siglo, la participación
menguara considerablemente, tal vez por el tipo de especialidades que fue
ofertando la institución.
Si este libro pone el acento en la actitud y la conducta de las mujeres que
contestaron sus respectivos marcos contextuales y que tuvieron comportamientos
feministas o asimilables –hay una enorme cantidad de figuras que disintieron
profundamente con el patriarcado y hasta elaboraron discursos radicalizados
en los que no faltó la apelación a la “maternidad consciente”, no obligatoria–,
no pueden negarse las huellas libertarias que se expresaron durante el
porfiriato tardío, y que muchas voces femeninas se encendieron en el proceso
de la Revolución. Tórnase evidente el protagonismo que cupo a las integrantes
de los sectores medios, a las letradas que pudieron acceder a publicaciones
de amplia circulación y hasta a las indexaciones prohibidas. Tratándose de
México no puede dudarse de la larga emulación de Sor Juana Inés de la Cruz,
fuente infatigable de incitaciones transgresoras, antecedente de la magnífica
escritura femenina que el país ha exhibido. Pero esta historia no olvida la
fragua de las menos alcanzadas por los beneficios de la lecto-escritura, de las

12
PRÓLOGO

indígenas de los extendidos medios rurales mexicanos –se evocan bien sus
acentuadas exclusiones–, de las campesinas cuyas labores eran (y son)
consternadoras, con proles numerosas que más allá de la celebración
sacramental de la maternidad, estaban seguramente más lejos de la
representación beatífica de la “madre” de las clases medias y de los grupos
dominantes. Desde mediados de la década de 1970 el Estado mexicano
promovió sin ambages la “transición demográfica”, coincidiendo con la mayor
propagación de las técnicas anticonceptivas que sin duda estuvieron más
cerca de las sensibilidades de las mujeres de las capas medias urbanas. Las
autoras señalan bien que la revolución de la píldora no significó exactamente
la revolución sexual, pero las fracturas de los marcos normativos se tornaron
más estridentes‚ las voces se poblaron con matices que impugnaron la
inexorable maternidad. Fue la obligación reproductora lo que quedó
francamente desafiado y el valor asignado a la “familia” perdió en buena
medida su acoplamiento discursivo a una justificación de carácter trascendental.
No hay dudas de que México fue uno de los países latinoamericanos que
receptó rápidamente y tal vez con menores dilaciones las ondas de la
“segunda ola” feminista internacional. El sur del continente vivía años aciagos
pues menudeaban las dictaduras institucionales, pero también se irguieron las
expresiones contestatarias, sobre todo entre los grupos juveniles que
deseaban con especial fuerza la sustitución de la injusticia social y la
subordinación al imperialismo por regímenes políticos que pudieran emular la
saga de la Revolución Cubana. Este ímpetu subordinó a todas las otras luchas,
y aunque en México las sensibilidades coincidieron –piénsese apenas en las
organizaciones estudiantiles y sociales que arreciaron, y también en las
represiones, en la jornada sangrienta de Tlatelolco que estremeció al
mundo–, hubo espacio para el erguimiento de un renovado movimiento
feminista que absorbió a las nuevas posiciones que‚ como he señalado‚ habían
abandonado las formulaciones maternalistas de la primera incubadora de
derechos. Se trató de un cambio de agenda que no dejó de registrar las
circunstancias peculiares de las mexicanas; sobre las adaptaciones conceptuales
se impusieron puntos de vista iluminadores para una perspectiva regional. Las
feministas mexicanas están entre las que inauguraron trazados teóricos a
propósito de las realidades sociales y culturales de las mujeres
latinoamericanas.

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LO PERSONAL ES POLÍTICO

La historia de las mujeres que ahora se presenta indica que los cambios han
sido más rápidos en las últimas décadas, y que tal vez la mayor desidentificación
con el lastre feminista del primer ciclo del siglo XX, se ha situado en torno de
tres órdenes principales: la lucha contra todas las formas de violencia, la
despenalización del aborto y el reconocimiento de la sexualidad disidente.
La oposición a la fórmula monovalente de la heterosexualidad y los derechos
que emanan de los vínculos lésbicos, son seguramente todavía un desafío a
las axialidades regulatorias del Estado patriarcal. Pero en México, más allá de
las contrariedades que sufren las mentalidades conservadoras y de los
disgustos que mortifican a los espíritus que creen en las diferencias por
“naturaleza” –como si ésta tuviera patrones normativos morales–, el derecho
a la diversidad gana amplitud y se va tornando una prerrogativa “de hecho”.
Es notable constatar, a propósito de este relato, cómo se han erguido los
movimientos de mujeres interpelando al Estado en torno de esas tres cuestiones
fundamentales: la necesidad de vivir sin violencia, la soberanía decisoria
sobre los cuerpos, la autonomía de los sentimientos y del erotismo.
Debemos celebrar –y pienso en el significado que tienen los estudios
comparativos en especial para América Latina– el anexo que permite apreciar
la evolución de un grupo de conceptos de la codificación penal mexicana a
partir de 1871, yendo hasta el anteproyecto de 1949, que enuncian
especialmente las ponderaciones de género en los diferenciales valorativos de
los delitos. Se observa cierta evolución de la noción jurídica de “adulterio” –
tipificado como “delito contra el orden de la familia, la moral pública o las
buenas costumbres”– que fue perdiendo el peso retaliativo a favor de los
varones, pero que se ha mantenido como “delito sexual” (aunque perdiendo
su relación con el orden moral familiar) en el anteproyecto de mediados del
XX. El balance sumario también contiene las evoluciones del derecho punitivo
referidos a infanticidio, aborto, rapto y estupro. En los dos primeros casos
claramente las implicadas son “victimarias” y se trata de delitos contra “las
personas”, mientras que en los últimos dos, se refiere al carácter de “víctimas”
y la tipificación inicial determinó su significado “contra el orden de las familias,
la moral pública o las buenas costumbres”. Vale la pena subrayar que desde
fines del XIX hasta el presente, el aborto es considerado un delito contra la
vida, y que a partir de 1931 se le incorporó la descripción “contra la integridad
corporal”. Seguramente nuevas investigaciones podrán dar cuenta de cómo se

14
PRÓLOGO

han comportado los estrados judiciales con relación a las victimarias y las/los
agentes coadyuvantes, pero hay que reconocer que al menos en México se
mantienen las tres causales absolutorias del aborto, cuando ocurre por
imprudencia, cuando corre peligro la vida de la embarazada y cuando el
embarazo es consecuencia de una violación. Pero como sostienen las
feministas y subrayan las autoras, resulta imprescindible despenalizar el
aborto porque es una rémora que restringe el principio de soberanía de los
cuerpos‚ y hay en esta saga completa concordancia con la agenda de los
hermanos feminismos latinoamericanos.
Este libro comporta una meta-investigación y es una prueba acerca
del vigor de los estudios históricos que han alcanzado en México las
relaciones de género como sistema angular histórico-social y no como
contingencia eventual y a-histórica. El propósito de contribuir a la
historiografía especializada no elude, en absoluto, el ánimo difuminador de
la empresa, todo lo contrario, pues las autoras saben que toda buena
historia sirve tanto a la comprensión de la capilla de las/los especialistas
como de la población lega. El compromiso académico con las
transformaciones dignificantes de la vida debe encontrar a los sujetos de
carne y hueso que padecen las exclusiones y las humillaciones, y son las
mujeres quienes más necesitan conocer su pasado para tramitar las
reivindicaciones del presente y abrir un futuro de justicia y equidad. Su
usufructo no hará beneficiaria sólo a la población femenina sino a toda la
sociedad humana. Un producto académico finalmente debe ser un
instrumento para la resistencia, la ocasión de apostar a la autonomía‚ y
desde luego la oportunidad de incrementar razón y sensibilidad. Me honra
ofertarle a este libro una calurosa bienvenida y augurarle ese destino.

Buenos Aires, enero de 2016

15
Introducción
Lo personal es político dijimos cuando empezamos a avanzar…
… para romper las barreras que nos tenían aisladas de la sociedad.
Betty Friedan

En el siglo XX las mujeres llamadas a ser felices a través del matrimonio,


realizándose en las tareas domésticas y el cuidado de su prole, sentían que
les faltaba algo. El despertar comenzó cuando se atrevieron a hablar sobre
ello y se percataron de que sus preocupaciones eran compartidas por
muchas otras, a lo que la feminista norteamericana Betty Friedan denominó
“el malestar que no tiene nombre”.1 Los instrumentos jurídicos habían sido
puestos a su alcance: podían pedir la disolución del vínculo matrimonial, no
necesitaban permiso para trabajar, podían votar y ser votadas. No obstante,
parecía que se habían perpetuado los esquemas culturales que constreñían
su realización personal a la domesticidad e impedían cambios relevantes en
su vida personal; la separación de las esferas pública y privada se apreciaba
infranqueable, lo mismo que la desigualdad. En esta coyuntura el feminismo
de la nueva ola, registrado como uno de los movimientos sociales más
importantes del siglo XX, y que también se manifestó en México, no se hizo
esperar.
Las mujeres, sobre todo universitarias, se organizaron y cuestionaron la
persistencia del dominio patriarcal y, por medio de la expresión abierta de ese
“malestar que no tiene nombre”, demandaron la revaloración de su papel
social dentro y fuera del hogar. Ya no permitirían que fuera ignorada la 1
Betty Friedan, La mística de la
trascendencia de sus funciones en el ámbito privado, sin las cuales el Estado feminidad, p. 56.
moderno no podía operar. Ya no aceptarían la idea de que los adelantos Elsa M. Chaney y Marianne C.
2

tecnológicos y las comodidades para el hogar fueran las únicas formas de Schmink, “Las mujeres y la
modernización: acceso a la
realización, ni que ellas sólo sirvieran para suministrar a la nación familias tecnología”, en La mujer
mejor organizadas y “buenos” ciudadanos.2 en América Latina, pp. 37-39.

17
LO PERSONAL ES POLÍTICO

Entre las obras que detonaron el feminismo de la nueva ola en otras latitudes
del planeta, podemos mencionar El segundo sexo de Simone de Beauvoir
(1949), donde abordó la desigualdad dentro del hogar y la función única de
la maternidad que limitaba la movilización de las mujeres; La mística de la
feminidad de Betty Friedan (1963), que puso de manifiesto el ya mencionado
“malestar que no tiene nombre”; y la tesis de Kate Millet, Política sexual (1969),
en la cual revelaba el sistema patriarcal como instrumento del sometimiento de
las mujeres. La teoría feminista de aquellas décadas explicaba que la sumisión
obedecía a una construcción cultural y no a la diferencia biológica a través
de la cual se había justificado siempre, construcción derivada de la separación
de las esferas de la vida.
Esta nueva ola del feminismo fue permeando en México, primero, entre
las clases medias con niveles superiores de educación para enarbolar la
bandera de que “lo personal es político” y avanzar en la transformación de
los campos de acción de las mujeres.
“Lo personal es político” implicó hacer públicos asuntos que sólo se
discutían en el espacio privado; exigir a la sociedad en su conjunto que
reconociera a las mujeres su derecho a decidir si querían hijos o no; demandar
políticas públicas que verdaderamente posibilitaran que la maternidad no
fuera un impedimento para su participación en los espacios sociales, laborales
y culturales; reclamar el derecho a decidir sobre sus cuerpos; denunciar la
doble jornada de trabajo, fuera de casa y en ella.
“Lo personal es político” significó romper las barreras que limitaban la
intervención de la justicia en el hogar, bajo el pretexto de proteger la intimidad
del espacio privado. Exigió exponer el tema de la desigualdad en todas sus
formas a la arena pública para su discusión, empleando los nuevos términos
acuñados por el feminismo. Lo personal fue político cuando las feministas de
principios del siglo XX denunciaron públicamente la doble moral dentro del
matrimonio y hablaron del amor libre, educación sexual para las niñas y
derecho al control de la natalidad; también cada vez que las campesinas y las
indígenas han desafiado el dominio patriarcal, cuando las mujeres de las
zonas marginales se han movilizado y peleado por centros de salud, escuelas
o vales de alimentos.

18
INTRODUCCIÓN

“Lo personal es político”, y también es memoria. Desde el pasado lo personal


siempre ha sido político cuando muchas mexicanas se atrevieron a denunciar
el maltrato y a exigir el divorcio; cuando buscaban acceso a la educación o
rechazaban los esquemas de maternidad y sexualidad; cuando exigían
mejores empleos, cuando transgredían las normas legales y morales para
defender sus convicciones; cuando cada mujer buscaba mejores opciones de
desarrollo personal tanto fuera como al interior de su hogar. Lo personal ha
sido político desde que nuestras antepasadas manifestaron sus placeres,
construyeron su propia identidad, desearon no ser madres, no ser esposas, no
ser ángeles del hogar, no ser objetos sexuales; en fin, cuando demostraron con
sus vidas que simplemente eran una persona...

GÉNERO Y PODER POLÍTICO

En el presente libro partimos de la convicción de que las características que


definen lo femenino y lo masculino no son inherentes a la naturaleza humana,
sino construcciones que se establecen social y culturalmente; que éstas
contienen una carga normativa diferenciada que se sustenta en una serie de
concepciones sobre el comportamiento considerado idóneo para cada sexo,
a partir de las cuales se van configurando nexos y redes sociales. Para Marta
Lamas el género es “el conjunto de ideas sobre la diferencia sexual que
atribuye características ‘femeninas’ y ‘masculinas’ a cada sexo, a sus actividades
y conductas”;3 en otras palabras, el género es una construcción resultado de
procesos históricos, políticos, económicos, sociales y culturales que modelan
los comportamientos de hombres y de mujeres según las diferencias entre los
cuerpos biológicos.
De este modo, las relaciones de género se fundamentan o nutren en una
variedad de discursos sociales (leyes, ciencia, religión, moral, entre otros) a
partir de los cuales se van definiendo los patrones de comportamiento social,
moral y políticamente aceptables. Elsa Muñiz considera que en las sociedades 3
Marta Lamas, “Cuerpo:
se construye, desde diversos ámbitos, una “cultura de género” apuntalada a diferencia sexual y
género”, Debate Feminista,
través de una serie de representaciones de roles masculinos y femeninos que p. 8.

19
LO PERSONAL ES POLÍTICO

estipulan los límites de la acción social y que al engarzarse “correctamente”


con las actuaciones individuales y colectivas legitiman, en última instancia, el
poder político.4
De acuerdo con Michel Foucault, los discursos son enunciados y estructuras
históricas socialmente instituidas que organizan la realidad y buscan
normar los comportamientos de los individuos;5 forman parte de un principio
normativo que se construye en el marco de las condiciones sociales de un
contexto histórico específico y que busca dar cauce a los hechos que ahí se
viven y a las maneras en cómo deben vivirse. Igualmente, configuran las
formas de entender el ordenamiento social por los grupos en el poder y dan
las pautas para el establecimiento de una serie de procedimientos o
mecanismos de control social en aras de defender un proyecto político
específico. En consecuencia, los sujetos, al seguir o rechazar los modelos de
comportamiento establecidos, van confeccionando su propia identidad.
En este orden de ideas, Joan W. Scott afirma que todo discurso se edifica y se
dirige a los sujetos, en primera instancia, a partir de una distinción básica
anatómica, la sexual.6
De acuerdo con la autora, el género es una forma primaria de relaciones
significantes de poder; es decir que los patrones de conducta para cada sexo
se van conformando; por un lado, a partir de estructuras simbólicas previamente
establecidas por diversos mecanismos de poder y, por otro, en los procesos de
negociación de espacios sociales que dichas estructuras posibilitan, tanto a
mujeres como a hombres, para ubicarse en un espacio social y político
determinado y así configurar su identidad de género.
De esta manera, en toda sociedad las pautas de comportamiento para
4
Elsa Muñiz, Cuerpo,
los sujetos se establecen conforme a un proyecto cultural, social, económico y
representación
y poder. México en los albores político, el cual a su vez contiene concepciones específicas de género. Las
de la reconstrucción nacional,
posibilidades de desarrollarse tanto de hombres como de mujeres se encuentran
1920-1934, pp.1-40.
importantemente supeditadas a los canales de acción social y política que se
5
Véase Michel Foucault,
Arqueología del saber.
les brinda en razón de su sexo; por ejemplo, el uso de su cuerpo, el despliegue
de la sexualidad, el derecho a la educación, la relación con sus familiares, el
6
Joan W. Scott, “El género: una ejercicio del voto o el acceso a diferentes posiciones de poder.
categoría útil para el análisis Tras la guerra de Independencia, la creación del Estado moderno liberal a
histórico”, en El género, la
construcción…, lo largo del siglo XIX trajo consigo una nueva comprensión política del individuo,
pp. 289-290. así como de lo masculino y lo femenino. La centralidad que adquiría el sujeto era

20
INTRODUCCIÓN

activamente promovida por una marcada escisión entre la esfera pública y la


privada. A las mujeres les concernía todo lo relativo al hogar y, por ende,
marginarse de la vida pública, terreno varonil. En realidad, las relaciones de
género heredadas del periodo colonial no sufrieron marcadas rupturas; por el
contrario, se fueron consolidando una serie de esquemas discursivos ligados ya
no sólo al pensamiento y a la moral católica, sino que ahora también encontrarían
sustento en la ciencia (biología, medicina, psiquiatría) y en el derecho liberal.
A partir del siglo XIX, en los estados liberales el poder legislativo se
constituyó como el único organismo facultado para formular leyes y se erigió
como la “única fuente normativa de la conducta humana”,7 afirma Jaime del
Arenal. Al ampliar su alcance normativo, el Estado pretendía controlar “todas
las esferas de la vida social y cada una de las acciones de los hombres”.8
Dicha uniformidad jurídica implicaba, por un lado, la necesidad de forzar a
todos los sujetos a ceñirse a conceptos jurídicos “universales”; o bien, que
quedaran fuera de aquel ideal.9
Desde entonces, la ley emanada del Estado se convirtió en el principal
proyecto normativo de los estados modernos. La necesidad de organizar a la
sociedad con un sistema jurídico distinto al establecido en el antiguo régimen,
impulsó la creación e implementación de nuevos códigos y reglamentos que 7
Jaime del Arenal, “El discurso
en torno a la ley: el agotamiento
iban dejando sin vigencia a otros derechos, como el canónico. De este de lo privado como fuente del
modo, el derecho fue monopolizado por el Estado, organismo que se derecho en el México del siglo
XIX”, en Construcción de la
constituyó como el único facultado para formular leyes y se erigió como la legitimidad…, p. 303.
“única fuente normativa de la conducta humana”.10 La ley se constituyó como
8
J. del Arenal, citado en Elisa
“el más sofisticado mecanismo en manos del poder para controlar Speckman, Crimen y castigo…,
prácticamente todas las esferas de la vida social y cada una de las acciones p.13.

de los hombres”.11 Elisa Speckman, “Reforma


9

En estos términos el Estado se convirtió en un actor poderoso, ya que es legal y opinión pública: los
códigos penales de 1871,
desde su potestad donde se establecen las leyes que codifican las formas de 1929 y 1931”, en La reforma
relación social, los derechos y obligaciones, los delitos y las sanciones per- de la justicia en México, pp.
576-577.
tinentes; a la vez que implementa los procesos y métodos tanto legales como
judiciales, así como los mecanismos de instrumentación de la ley. Para ello, se 10
J. del Arenal, “El discurso en
torno
conforma una compleja estructura institucional (desde centros educativos en a la ley…”, p. 303.
derecho hasta juzgados) y se crean aparatos de control y de vigilancia. Esto
11
J. del Arenal, citado en E.
hace del derecho un aparato de control formal que establece, desde la mirada Speckman, Crimen y castigo…,
de los legisladores, una serie de estrategias sociales que, al pretender promover p. 13.

21
LO PERSONAL ES POLÍTICO

y garantizar el orden, intentan someter al individuo a los modelos de


conducta y normas establecidos por la misma maquinaria estatal.
La legislación defiende –y plasma, al menos en la letra– el proyecto moral
de una comunidad delimitado por las élites en el poder, propagado en las
diversas leyes y reglamentaciones que conforman el discurso jurídico de una
época. Alfonso Teja Zabre aseveraba que “el derecho es el medio de
consolidar la moral. […] cada pueblo también tendrá las leyes penales que
en determinado momento son consideradas moralmente como necesarias,
[…] con el fin de conservar el orden jurídico existente”.12 En este sentido,
podemos pensar el derecho como una herramienta que coadyuva en la
consolidación del poder político y que no es ajeno a los esquemas de género
de una época.
Dado que las pautas de comportamiento para mujeres y para hombres
se construyen en razón de representaciones distintivas que se refieren a su
sexo, es a partir de esta diferenciación que se establece en los marcos
jurídicos las opciones que, tanto hombres como mujeres, tienen para
desenvolverse en los diversos espacios sociales. Por ello, podemos afirmar
que el régimen legal es una herramienta política discursiva que sin duda se
encuentra atravesada por una perspectiva de género particular; que a la vez
participa en la construcción de dicha visión con la creación de mecanismos
de control. Y, a partir del esquema político decimonónico, nos preguntamos
¿qué lugar o posición correspondió a las mujeres en México?

GÉNERO Y NACIÓN.
LO PERSONAL Y LO POLÍTICO

12
A. Teja Zabre, “Exposición El progresivo despliegue del ideario democrático de las revoluciones
de motivos”, en Código Penal
burguesas de los siglos XVIII y XIX y, sobre todo, la conformación histórica de
para el distrito y territorios
federales en materia de fuero las estructuras y atributos distintivos de la individualidad y la subjetividad
común y para toda la República
moderna, coadyuvaron con la suplantación de los viejos órdenes de
en materia de fuero federal
(1931), p. 18. experiencia basados en la jerarquía y el rango, movilizando al individuo

22
INTRODUCCIÓN

y haciéndolo partícipe de la identidad abstracta del ciudadano,


fundamentalmente pensada como algo masculino.
La cultura moderna trajo consigo, como consecuencia de la progresiva
singularización de las formas y los estilos de vida suscitada por los profundos
cambios económicos y sociales consumados a partir del siglo XVIII, una nueva
comprensión del individuo. De este modo, el nuevo orden político promovió
una conciencia individualista que, mediada por nuevos patrones de experiencia,
conducta y comunicación, alentó los ideales de autonomía y emancipación
expresados en las revoluciones políticas de la época, pero también en la
creciente proyección cultural de una subjetividad definida por su capacidad
reflexiva, el cultivo de la interioridad y la adscripción de las claves de la
identidad personal.13 Esta centralidad del sujeto o del yo fue activamente
promovida por una marcada escisión entre esfera pública y privada –lo
masculino y lo femenino, la política y lo doméstico.
En México, al igual que en el resto del mundo occidental, los ideales de
género se han fundado en relaciones de oposición: las mujeres no deben
realizar actividades establecidas como propias de los varones, ni viceversa.
En la época posindependiente esta diferenciación se ajustó al proyecto liberal
defendido por la nueva clase al frente del poder político. El Estado, apoyado
en un marco jurídico emanado de su potestad y con apoyo en discursos
científicos, estableció a la familia nuclear con una línea de herencia única
como la base del orden social.
Así, con el derecho liberal se agudizaron las relaciones de género
desiguales existentes en el periodo colonial. De acuerdo con Ana Lidia
García Peña, la “individuación de la pareja”, esto es, la separación del
espacio doméstico de la convivencia colectiva, trajo consigo mayores
desventajas para las mujeres pues perdieron el apoyo comunitario y religioso
con el que contaban para dirimir conflictos de índole doméstica. Al
reorganizarse jurídicamente el núcleo familiar, se fortaleció el sistema de
dominación masculina al considerar al varón como el jefe “natural” de la
familia, al tiempo que se disoció la esfera privada de la pública bajo el
argumento de “privacidad” al interior del hogar. En consecuencia, continúa la 13
Eric Novella, La ciencia del
alma. Locura y modernidad en
autora, la nueva relación entre el Estado y los individuos se focalizó en los la cultura española del siglo XIX,
varones; por tanto, las mujeres no fueron consideradas como sujetos jurídicos. pp. 19-21.

23
LO PERSONAL ES POLÍTICO

Con todo, García Peña sostiene que las mujeres “aprendieron a utilizar un
versátil discurso de resistencia que apuntaló un lento cambio histórico”.14
Las concepciones de género a lo largo del siglo XIX no distaban mucho
entre católicos, conservadores, liberales o positivistas, asegura Carmen Ramos
Escandón;15 todos concordaban en la sumisión femenina, y sólo diferían en
algunos aspectos según sus posiciones políticas. Por ejemplo, el matrimonio
era considerado por la Iglesia como un sacramento que unía cristianos y que
era indisoluble, en tanto que para los liberales era un contrato civil –también
indisoluble– entre ciudadanos normado por el Estado. Asimismo, tales
visiones se correspondieron con las de la medicina, la biología o la psiquiatría,
ciencias modernas que daban sustento a la idea de una irrefutable naturaleza
femenina constreñida a la maternidad y a la domesticidad.
Por otro lado, conforme avanzaba el siglo XIX, se fue exaltando cada vez
más “la dignidad de la mujer en su papel reproductor, al mismo tiempo que se
conservaron y aún acentuaron las restricciones a la vida pública femenina”,16
situación que se vio finalmente consolidada jurídicamente a partir de la
Constitución liberal de 1857 y con el código civil porfiriano. Para Ramos
Escandón dicha dicotomía de los sexos tenía una clara función política: “evitar
otorgar a las mujeres los mismos derechos ciudadanos que a los hombres. La
separación masculino/femenino, como oposiciones irreductibles, asignó el
espacio doméstico a las mujeres y al varón el de la vida pública como únicas
alternativas de actividad”.17
Sin embargo, la inestabilidad social producida por la Revolución, así
como los conflictos sociales posteriores, posibilitaron que las mexicanas
14
Ana Lidia García Peña, El tuvieran una participación más notoria en actividades políticas, laborales y
fracaso del amor. Género e
culturales; de este modo, el marco jurídico posrevolucionario les otorgó
individualismo en el siglo XIX
mexicano, pp. 49-51. derechos y más protección en materia civil, de educación, trabajo; aunque en
15
Carmen Ramos Escandón,
materia electoral hubo que esperar hasta 1953; finalmente, la igualdad jurídica
“Legislación y representación de se otorgó hasta 1974.
género en la nación mexicana:
la mujer y la familia en el
De acuerdo con Foucault, el trasfondo de estos discursos de género,
discurso y la ley, 1870-1890”, desiguales y cifrados en la configuración de lo público y lo privado, era
en Voces disidentes. Debates
contemporáneos..., p. 98.
económico. Existía una necesidad política de controlar la procreación en
razón de la acumulación y transmisión de bienes en la cultura capitalista, por
16
Ibidem, p. 97.
ello se creó un dispositivo de alianza: todo un sistema de transmisión de
17
Ibidem, pp. 97-98. nombres y bienes, a partir de la fijación y desarrollo del parentesco establecido

24
INTRODUCCIÓN

en el matrimonio monogámico. Ello indudablemente afectó a las mujeres que


fueron vistas como máquinas reproductivas; se buscó controlar las “funciones
de reproducción [del cuerpo femenino] perturbándolo sin cesar en virtud de
los efectos de esas mismas funciones”.18 Así, todas aquellas conductas rebeldes
ante dicho mandato, eran consideradas como anormales, pues desestabilizaban
el orden imperante.
Así, pues, el género es en sí mismo un proyecto político en disputa, ya que
se encuentra íntimamente relacionado con la conformación política de un
Estado.19 En efecto, sería equivocado suponer que las mujeres no participaron
con sus conductas, con sus maneras de vivir, “en las grandes coordenadas con
las que la nación se formó en el siglo XIX”.20 En este sentido, ¿cuáles son los
espacios y las instancias de poder desde los cuales las mujeres participaron
en la construcción de la historia de México?
La vida de las mujeres, sus conductas, todo lo que hacían, era un asunto
de interés para los gobiernos y sus proyectos políticos: su vida sexual, la
maternidad, su transitar por los espacios públicos, su educación, el estado de
su mente, las relaciones conyugales, la educación que le daban a sus hijos.
Por ello nos preocupamos por hacer “una historia que otorga a ciertos
fenómenos, un estatuto político allí donde no era del todo evidente”.21
Analizamos fenómenos históricos que atienden prácticas que pudieran parecer
cotidianas y alejadas de la vida política, pero que la afectan y, de hecho, la
configuran: educación, trabajo, maternidad, relaciones de pareja, relaciones 18
Michel Foucault, Historia de
sociales al interior del hogar, identidad femenina; es decir, damos seguimiento la sexualidad I, pp. 129 y 185.
a comportamientos femeninos en los espacios públicos, privados e íntimos, 19
Véase Mrinalini Sinha, “En
para comprender cómo se fue conformando el Estado moderno, pero también términos históricos. Género y
para develar los espacios de tensión que posibilitaron su transformación. ciudadanía en la India
colonial”, Istor…, pp. 35-47.

20
Romana Falcón, “Descontento
plebeyo. Resistencia y

LO QUE BUSCAMOS... propuestas de obreros y


campesinos mexicanos
a fines del siglo XIX”, en Fin de
siglos…, p. 246.

21
Darío Barriera, “Por el
Al confinar legal y simbólicamente a las mujeres a lo privado se limitaba su camino de la historia política:
capacidad de acción en el ámbito de lo político, pero también al interior de hacia una historia política
configuracional”, Secuencia…,
los espacios domésticos, lo que en última instancia repercutía en las herramientas p. 173.

25
LO PERSONAL ES POLÍTICO

materiales y simbólicas con las que las mujeres construían su feminidad y, con
ello, los mecanismos de negociación y resistencia.
En este orden de ideas y, con la finalidad de brindar marcos interpretativos
del pasado que nos ayuden a la comprensión de nuestro presente, a lo largo
de este libro reflexionaremos, por un lado, en torno a las posibilidades de
participación social existentes para las mujeres a partir de la conformación
del Estado liberal mexicano; y, por otro, a las formas implementadas por ellas
para desenvolverse socialmente.
Ello nos permite, en primer lugar, pensar históricamente en torno al ya
mencionado binomio de lo público/privado promovido por los estados
modernos que, en tanto que vinculó dichos ámbitos con lo masculino/
femenino, apartó a las mujeres de la actividad pública y de la conformación
política de los gobiernos (al menos de manera formal). En segundo, buscamos
superar dicha perspectiva y dar cuenta de cómo, más allá de las normas y
disposiciones legales o morales, la esfera pública-política se construyó a
través de la actividad constante y cotidiana que todos los sujetos, hombres y
mujeres, llevaban a cabo en los diversos espacios en que habitaban.
En otras palabras, a pesar de que las leyes y las normativas de distinto
orden (género, morales religiosas, médicas, etc.) discriminaron a las mujeres
de la vida pública-política, al interior de la sociedad siempre existieron canales
de participación a través de los cuales, desde lo personal –es decir, desde lo
político– ellas hacían política.22 Entendemos a la política como aquello que
22
Véase Nancy Fraser, concierne a la organización de la sociedad y las relaciones de autoridad y
“Repensar el ámbito público: de subordinación entre los actores sociales, y que da forma a las instituciones
una contribución a la crítica de
la democracia realmente de gobierno que definen y ordenan la práctica social. Por su parte, lo político
existente”, Debate Feminista, apela al conflicto social –esto es, a las relaciones humanas en todos los ámbitos
pp. 23-58.
de la vida–, fenómeno inherente y contingente a partir del cual se constituye
23
Véase François-Xavier Guerra,
históricamente toda formación social.23 Así, a lo largo de este libro el conflicto
“El renacer de la historia
política: razones es entendido “como lugar de las contradicciones [que] se convierte en lo más
y propuestas”, Historias, pp.
específico de una sociedad, en nódulo de las tensiones, en el centro del
3-23; Cfr. Darío Barriera, op.
cit., pp. 163-196. cambio”.24
24
María José de la Pascua
En síntesis, el interés central de la obra se cifra en estudiar la historia
Sánchez, “Natalie Z. Davis o la nacional con perspectiva de género desde dos ejes fundamentales que
historia de las mujeres desde
una historia social renovada”,
engarzan, por un lado, la política con lo político y, por otro, lo colectivo con
Historia Social, p. 109. lo individual. El primer eje propone comprender a las mujeres como actores

26
INTRODUCCIÓN

que en conjunto, aunque no buscaron participar directa o frontalmente en la


conformación política del gobierno mexicano, sí la afectaron desde el terreno
del conflicto social emergido de las esferas de lo cultural, lo social y lo
económico. En consecuencia, el segundo eje sugiere sobrepasar la aparente
oposición entre la acción individual y la acción colectiva;25 esto es, partiremos
de la idea de que la actividad femenina en grupos amplios es la convergencia
de acciones individuales y personales, mediadas por el sentido social que
éstas adquieren en el inmediato ámbito de lo cotidiano relativo a un contexto
histórico determinado, pero que en última instancia afectan lo político y por
ende la política.

LA RUTA...

Hemos estructurado el presente trabajo en tres partes que nos permitan


reflexionar en torno a cómo estaba engarzado lo personal y lo político, aun
cuando las mujeres no tenían derechos ni prerrogativas jurídicas para su
desempeño en el ámbito público.

Así en el primer capítulo, “Educación, trabajo y sociabilidad: los antece-


dentes de un quehacer político permanente”, con base en una reflexión sobre
el proceso subjetivo por el que atravesaron las mexicanas para pensarse a
sí mismas como protagonistas de la lucha para conseguir el acceso a la
educación formal, como gestoras en la demanda de derechos laborales, o
como partícipes de empresas editoriales, damos cuenta de lo que pareciera
más obvio y que no obstante implicó un gran desafío: la toma de espacios
públicos y, con ello, la formulación de una identidad colectiva de lo femenino
en el imaginario nacional, en tanto se construyen como sujetos capaces de
influir en la modificación del orden legal que regula todos los aspectos de la
vida social.
En el capítulo “Hogar y maternidad en México. Entre el deber ser y la
realidad cotidiana”, nos adentramos en el ámbito privado para analizar cómo
la normativa legal y la prescriptiva moral, que regulaban la actividad de las 25
F. X. Guerra, op. cit., pp. 3-23.

27
LO PERSONAL ES POLÍTICO

mujeres en todos los aspectos de la vida cotidiana, marcaron un nuevo


orden de género y fijaron en el imaginario un estereotipo de lo femenino
difícil de conciliar con la realidad de la gran mayoría. Asimismo veremos
que, desde sus funciones tradicionales como amas de casa, esposas, madres,
la resistencia a aceptar dichas normas extendió sus ámbitos de acción y las
posicionó en nuevos espacios desde los cuales construyeron un discurso que
trastocó las relaciones de poder entre los sexos, transformó paulatinamente
las mentalidades y disputó la legitimidad del orden social establecido.
En el tercer capítulo, “Estado y marcos normativos. Transgresiones,
control social e identidad femenina”, a partir del análisis de las transgresiones,
es decir, de los registros históricos de mujeres marginales que fueron
procesadas judicialmente o que llamaron la atención por cuestiones de salud
mental, establecemos en qué medida situaciones vividas por las mujeres en
lo más personal y lo más íntimo fueron también un asunto político. Partimos
de la idea de que es justamente en la desobediencia y en la ruptura de la
norma donde se evidencian, por un lado, las tensiones que orientan el
cambio y las transformaciones en una sociedad y, por otro, que en efecto lo
personal es político.

28
I. EDUCACIÓN, TRABAJO Y SOCIABILIDAD: LOS ANTECEDENTES DE UN QUEHACER POLÍTICO PERMANENTE

I
Educación, trabajo
y sociabilidad:
los antecedentes de
un quehacer político
permanente

L UCRECIA INFANTE VARGAS

29
Cosas que alguna vez se velaron en los secretos de la existencia privada
son y deben ser de interés público. La división sexual del trabajo y la
distribución sexual del poder son parte de la política tanto como las
relaciones entre las clases o las negociaciones entre las naciones, y lo
que sucede en la cocina y en el dormitorio clama por cambios políticos.1
Anne Phillips

La inconformidad de las mujeres con las ideas y costumbres, que al considerarlas


inferiores a los varones les negaban la posibilidad de realizar sus intereses,
cualesquiera que éstos fueran, forma parte de una historia que recién comenzó
a escribirse hacia la década de 1970, cuando al reivindicar que “lo personal
es político”, el feminismo dejó claro que “cosas que se solían descartar por
triviales” (quién cuida a los niños, quién sale a trabajar, quién dirige la reunión,
quién hace el té) no podían continuar considerándose como “la consecuencia
azarosa de una opción individual porque [se estructuraban] en relaciones de
poder”.2
En otras palabras, antes de aquella fecha, el también recién inaugurado
recuento de las mujeres como sujetos históricos dentro del gran universo de la
Historia, había circunscrito la pesquisa de la actuación política de aquéllas a
los episodios o las coyunturas en que, desde la concepción tradicional de la
política y lo político mencionada en la introducción, las mujeres habían
obtenido algún derecho civil o laboral. Entre los más conocidos, la posibilidad
de votar y ser votadas, de un salario igual al de sus pares, y la paulatina
posibilidad de ocupar cargos de poder a nivel institucional o partidario.
Sin embargo, a casi medio siglo de distancia y a partir de una perspectiva
histórica relativamente reciente, en la que desde el reconocimiento del papel
sustancial que ocupa la subjetividad en la configuración moderna del
individuo, y la definición del ciudadano como modelo del sujeto político,
resulta imprescindible considerar los postulados y las actividades cotidianas
que, de manera individual o conjunta, las mujeres llevaron a cabo más allá
1
Anne Phillips, “Espacios
de los ya señalados ámbitos formales de lo político. Ideas y acciones que públicos, vidas privadas”, en
además de motivar su convicción personal, en la mayor parte de las ocasiones, Género y Teoría Democrática,
p. 95.
fueron también los precedentes intelectuales y fácticos de la silenciosa,
irreversible y profunda transformación cultural detonada por el feminismo: la 2
Idem.

31
LO PERSONAL ES POLÍTICO

de los cambios en “el orden simbólico y social que naturaliza y reproduce a


las mujeres como siervas, como menores de edad o como seres no pensantes
o inferiores”,3 y cuyo propósito político central fue “la revolución de la vida
cotidiana”;4 aunque no siempre se le definió en esos términos.
En este orden de ideas, muchos de los primeros trabajos de la historiografía
nacional sobre mujeres, que se gestaron a partir de la década de 1980,
privilegiaron el estudio de las personalidades y los casos vinculados con la
historia política, entre algunos de los más conocidos: Carmen Serdán y Sara
Pérez de Madero, así como los diversos grupos de mujeres que, hacia 1910,
participaron en las Asociaciones y los Partidos de oposición al gobierno de
Porfirio Díaz, como las Admiradoras de Juárez, la Sociedad Hijas de
3
Ana Lau Jaiven y Gisela Cuauhtémoc, cuyo nombre cambiaría después por Regeneración y Concordia;
Espinosa Damián,
“Introducción” a Un fantasma los Congresos Feministas celebrados en 1916 en Yucatán (a instancias de su
recorre el siglo. Luchas principal organizadora y una de las primeras mujeres que se postularon como
feministas en México1910-
2010, p. 13. candidatas a puestos de representación federal, Elvia Carrillo Puerto); así
como algunas otras, que durante la Revolución Mexicana participaron (sobre
4
Graciela Hierro, De la
domesticación a la educación todo de manera intelectual) en alguno de los bandos involucrados, como Juana
de las mexicanas, pp. 15-16.
Belém Gutiérrez de Mendoza, Hermila Galindo, o Dolores Jiménez y Muro.
5
Entre los estudios relevantes al Finalmente, uno de los eventos temprana y relativamente más atendidos desde
respecto: Ana Lau Jaiven, La
nueva ola del feminismo en
una óptica tradicional del quehacer político de las mujeres, fue el largo proceso
México (1987); Enriqueta de obtención del voto, culminado en 1953, y la impronta de la llamada primera
Tuñón, ¡Por fin... ya podemos
elegir y ser electas! El sufragio
ola del feminismo en México, a partir de la década de 1960.5
femenino en México. 1935- Sin embargo, no sería sino en los últimos años de 1990 –bajo la
1953 (2002); Anna Macías,
Contra viento y marea. El
influencia de la revisión historiográfica que orientó su mirada hacia la cotidianidad,
movimiento feminista en México la vida privada y la lenta transformación tanto de los imaginarios como de
hasta 1940 (2002). Para un
seguimiento puntual de dichos
las representaciones culturales– que muchos de estos episodios cobraron
eventos puede consultarse otra dimensión al reinterpretarse como precedentes o parteaguas
también: Adriana Maza, “Las
Mujeres en la Revolución
determinantes; pero no detonadores exclusivos, o en palabras de François
Mexicana” y Martha Santillán, Dosse, “causalidades simples” de los hitos históricos antes mencionados.6
“Posrevolución y participación
política. Un ambiente
A partir de este horizonte de reflexión, y desde una vertiente de
conservador”, en De liberales a investigación que, en palabras de la filósofa Graciela Hierro, pone al
liberadas… (2014).
descubierto “la creación y la práctica de la cultura femenina [entendida como
6
François Dosse, La marcha de el] conjunto de saberes, obras, hechos, acciones, actitudes, costumbres,
las ideas. Historia de los
intelectuales, historia intelectual, símbolos, tradiciones, rituales, lenguajes, gusto, preferencias, principios y
p. 56. procedimientos desarrollados por las mujeres”, devela también “la experiencia

32
I. EDUCACIÓN, TRABAJO Y SOCIABILIDAD: LOS ANTECEDENTES DE UN QUEHACER POLÍTICO PERMANENTE

de sus intereses y necesidades”, en tanto considera lo que éstas hacen y


cómo lo hacen observado por ellas mismas.7
El presente capítulo revisa, es decir vuelve a interpretar desde una óptica
diferente, un conjunto de acontecimientos a través de los cuales las mujeres
ejercen la política, en tanto que, reiteramos, de manera frontal o marginal,
individual o colectivamente, abanderan, estructuran y llevan a cabo una serie
de acciones y/o discursos cuya finalidad es conseguir un objetivo de su
prioridad e interés, cualquiera que éste sea.
Así pues, el primer apartado de este capítulo aborda uno de los procesos
históricos donde, invariablemente, la compleja interrelación individual-
colectivo/personal-público incidió de manera puntual en la construcción del
andamiaje cultural sobre el que, poco a poco, se produjo el proceso de
individuación de la identidad femenina requerido en la conformación de toda
conciencia política, y se gestaron las diversas modalidades del quehacer
político ejercido por las mujeres: la educación.
Como propone Dosse, en tanto la educación es también un “sistema de
sociabilidad [que forma parte] de un proceso comunicativo, inscrito en un
orden social, cultural, político y estético [donde] a la manera de un ‘campo
magnético’ sus diferentes actores se interrelacionan […] con el fin de legitimarse”;8
a través de la acción individual o colectiva de las mujeres que participaron de
esta historia, mostraremos la forma como, al ser un eje de formación estructural
del individuo (tanto en el ámbito intangible de los discursos que configuran la
identidad, como en el de las prácticas cotidianas que de forma puntual lo
insertan en la vida social), el acceso a la educación, incluso sólo la elemental,
7
G. Hierro, op. cit., p.15.
fue uno de los paradigmas primigenios para la gestación de lo que, en
concordancia con Ariel Kuri, podríamos llamar la pequeña política. A través de 8
F. Dosse, op. cit., p. 56.
cuyo ejercicio, las mujeres consiguieron situarse formalmente como sujetos 9
Julia Tuñón Pablos,Introducción
políticos: la autoafirmación de su capacidad de incidencia y negociación, así a “Nueve escritoras, una revista
como el sentido de pertenencia grupal desde la condición específica que, y un escenario: cuando se junta
la oportunidad con el talento”
como mujeres, determina “las posibilidades y circunstancias” de su actuación
en Nueve escritoras
en las dimensiones económica, política y simbólica de la estructura social.9 mexicanas…, p. 8.

33
LO PERSONAL ES POLÍTICO

EDUCACIÓN E INDIVIDUACIÓN:
UN LARGO PROCESO

Yo no estudio para escribir, ni menos para enseñar (que fuera en sí


desmedida soberbia) sino sólo por ver si con estudiar ignoro menos. Así lo
respondo y así lo siento […] Me ha hecho Dios la merced de darme
grandísimo amor a la verdad que desde que me rayó la primera luz de la
razón, fue tan vehemente y poderosa la inclinación a las letras, que ni
ajenas represiones, que he tenido muchas, ni propias reflejas, que he hecho
no pocas, han bastado a que deje de seguir este natural impulso que Dios
puso en mí: y sabe que le he pedido que apague la luz de mi entendimiento
dejando sólo lo que baste para guardar su Ley, pues lo demás sobra según
algunos, en una mujer; y aún hay quien diga que daña.10
Sor Juana Inés de la Cruz

Con estas palabras, en la famosa “Respuesta a Sor Filotea” publicada hacia


finales de 1690, la afamada poeta y escritora Juana Inés de la Cruz justificó
ante el Obispo de Puebla, Manuel Fernández de Santa Cruz, que por encima
de los “asuntos sagrados” –el catecismo y la teología– le interesaba el estudio
de la Filosofía (considerada entonces un conocimiento profano). La también
llamada “Décima Musa” expresó dicha predilección en su afamada Carta
Atenagórica (que significa: digna de la sabiduría de Atenea), en ella impugnaba
el Sermón del Mandato pronunciado en 1650 por el jesuita portugués Antonio
de Vieyra (considerado uno de los mejores prosistas del siglo XVII), defendiéndose
con una serie de argumentos que durante los dos siglos siguientes, e incluso
hasta 1970, serían esgrimidos, una y otra vez, con el mismo propósito: vindicar
la “dedicación de una mujer de su tiempo y condición a los estudios superiores”.11
Esta afirmación podría considerarse exagerada e incluso errónea si,
como bien sugieren las numerosas investigaciones de la historiadora Pilar
10
Sor Juana Inés de la Cruz, Gonzalbo (autoridad en el estudio de la educación de las mujeres novohispanas),
“Respuesta a Sor Filotea”,
citada en G. Hierro, op. cit., se pasa por alto el hecho de que la religión católica, “fundamento de la
pp. 51-52. filosofía y la acción pedagógica de la época [y a partir del cual se estructuraron]
11
G. Hierro, op. cit., p. 50. las creencias y las prácticas” sobre el papel de las mujeres en la sociedad, es

34
I. EDUCACIÓN, TRABAJO Y SOCIABILIDAD: LOS ANTECEDENTES DE UN QUEHACER POLÍTICO PERMANENTE

“la base y el origen de la educación formal y no formal de las mujeres en la


época moderna en México”.12
Con base en esta consideración, y en el hecho de que aun cuando este
modelo de educación (recordemos que se mantuvo vigente “en las escuelas
del México independiente, tanto privadas como públicas, confesionales y
laicas”)13 buscaba en primer término “reforzar la actitud de sumisión y
obediencia de las mujeres, a la vez que ensalzaba la laboriosidad como virtud
y como remedio contra las tentaciones”;14 fue también el paradigma a partir
del cual, el aprendizaje de la lectura y la escritura se definieron no sólo como
una precondición indispensable “para el adoctrinamiento religioso”, sino
también como una de las habilidades “propias y lucrativas” que, además de
“coser, bordar, dibujar, o hacer cuentas”, debían enseñarse a las mujeres.15
En este mismo orden de ideas, y “más allá de las intenciones que subyacían
en las instituciones educativas para mujeres”,16 debe considerarse que la
manera en que éstas usaban “las habilidades de la lectura y la escritura que
habían aprendido o reafirmado en el Colegio”, podía tener un propósito muy
distinto al adjudicado desde la preceptiva de enseñanza recibida.17 12
María Adelina Arredondo,
Asimismo, y desde la comprensión de la alfabetización en sentido amplio, “Introducción” a Obedecer, servir
sugerida por Carmen Castañeda y Myrna Cortés, en su estudio sobre diversas y resistir. La educación de las
mujeres en la historia de México,
instituciones que educaron a las mujeres en Guadalajara durante el virreinato p. 8.
y la primera mitad del siglo XIX: una “alfabetización efectiva o funcional que 13
Idem.
permite actuar para hacer cambios en la propia vida y en la sociedad”,18 se
debe hacer énfasis en que el aprendizaje de la lectura y la escritura potenció Pilar Gonzalbo, “Religiosidad
14

femenina y vida familiar” en


la posibilidad de expandir el ámbito de comunicación de las mujeres. Ello, a Obedecer, servir y resistir..., p. 30.
través de consecuencias inmediatas que definitivamente pudieron “transformar 15
Carmen Castañeda y Myrna
[…] su propia vida”,19 como por ejemplo la capacidad de escribir una carta, Cortés, “Educación y protección de
mecanismo empleado en múltiples ocasiones y circunstancias para solicitar o las mujeres en Guadalajara en la
primera mitad del siglo XIX”, en
indagar asuntos concretos de su interés. Obedecer, servir y resistir..., p. 72.
Desde dicho horizonte es menos difícil comprender por qué la intención 16
M. A. Arredondo, op. cit., p.10.
de las mujeres de ir más allá de la posesión de las antiguas llaves del
conocimiento: leer y escribir; para más bien adentrarse en él, hasta y hacia
17
C. Castañeda y M. Cortés, op. cit.,
p. 72.
donde quisieran. Esto representó una constante en la búsqueda de su
reconocimiento como sujetos inteligentes y capaces de ejercer racionalmente
18
Ibidem, p. 72.

su voluntad, condición elemental en la definición del ciudadano moderno que, 19


Ibidem. p. 77.

35
LO PERSONAL ES POLÍTICO

sin embargo, fue cuestionada sin vacilación alguna desde la teología y el


derecho que “justificaban el dominio del varón y la sumisión de la mujer”.20
Pensamiento que puede resumirse en la célebre máxima de Tomás de Aquino
(autoridad de la Iglesia y la escolástica): “La mujer tiene necesidad del macho,
no solamente para engendrar, como los otros animales, sino también para
gobernarse, porque el varón es más perfecto por su razón y más fuerte en la
virtud”.21
De regreso entonces, a la carta de Juana de Asbaje, y a la historia de las
mujeres y la educación, es menester subrayar que los argumentos con que El
Fénix de México sustenta, justifica, vindica y, en suma, defiende su interés por
el conocimiento fueron los mismos con que, como se mencionó al inicio de
estos borrones (como llamó Sor Juana a sus propias reflexiones): a lo largo del
siglo XIX y todavía la primera mitad del XX, se abogó en favor del derecho de
las mujeres a recibir educación formal aunque, por supuesto, en el lenguaje y
la mentalidad cultural propia de cada momento.
De ello da cuenta, por ejemplo, la carta que Pepita envía en 1806 al
Diario de México donde, en defensa de la Coquetilla, Currutaca, o Bachillera
(estereotipo en boga durante la primera mitad del siglo XIX, que se burlaba de
las mujeres que públicamente asumían su gustos y hábitos de lectura y escritura),
manifiesta el enojo producido por las opiniones de aquéllos “detractores de la
libertad y la educación femenina”:

Se ha dicho bastante acerca de las currutacas,22 procurando ridiculizarlas. Yo


estoy muy distante de querer empeñarme en la defensa de muchas [...] pero me
obliga a tomar la pluma la justa indignación que me ha causado el análisis, que
en su laboratorio hizo de una el “señor químico” con sus asociados […].23
20
P. Gonzalbo, “Religiosidad
femenina…”, p. 30. Asimismo la carta de Pepita, en cuya burla irónica de su presunta condición
21
Idem.
iletrada deja ver el papel sustancial de la educación y el aprendizaje de la
escritura, como un elemento de autoridad intelectual:
22
Las cursivas son de la autora.

23
La Currutaca Juiciosa,
A la verdad, querida amiga, si tuviera una bien cortada pluma, un estilo florido,
“Respuesta a la invectiva del Sr. y la más persuasiva elocuencia, tomaría con ardoroso interés la defensa de mi
Químico”, Diario de México, sexo, más ¿qué puede hacer una mujer sin instrucción, que no tuvo otro patrimonio
junio 15 de 1806. que la estupidez, que nació para vivir y morir sepultada en la ignorancia? […]

36
I. EDUCACIÓN, TRABAJO Y SOCIABILIDAD: LOS ANTECEDENTES DE UN QUEHACER POLÍTICO PERMANENTE

He querido leer lo que llevo escrito y veo que insensiblemente me he alargado,


y que no dejaré de darte ocasión de que me traes de bachillera, o de doctora,
mandándome romper cátedras de las modas […] ¡Cuántos nos juzgan incapaces
de dictar una carta! Nosotras, gracias a Dios, hemos debido una buena
educación a nuestros padres, y fuimos testigos en México de dársele igual a
otras niñas [...] Si otro que tú leyera esta carta, tal vez atribuiría a demasiado
amor propio la defensa de nuestro sexo, pero no es razón tampoco, que yo a ti
te muela más con mis reflexiones, pues bastan las que tengo expuestas para
gustar de las tuyas, que es mi principal objeto.24

En el mismo sentido nos ilustra también el siguiente fragmento de la carta que,


en 1831, María Leona Vicario dirigió al entonces Ministro de Relaciones
Exteriores, Lucas Alamán, quien afirmó que su participación en la guerra de
Independencia había sido motivada más bien por “cierto heroísmo romanesco
[sic] que el que sepa algo del influjo de las pasiones, sobre todo en el bello
sexo, aunque no haya leído a Madame de Staël, podrá atribuir a otro principio
menos patriótico”.25 Ante lo que la conocida prócer insurgente contestó:

No sólo el amor es el móvil de las acciones de las mujeres; que ellas son capaces
de todos los entusiasmos. Por lo que a mi toca, sé decir que mis acciones y
opiniones han sido siempre muy libres, nadie ha influido absolutamente en ellas,
y en este punto he obrado siempre con total independencia […]. Me persuado
que así serán todas las mujeres, exceptuando a las muy estúpidas, y a las que
por efecto de su educación hayan contraído un hábito servil. De ambas clases
también hay muchísimos hombres.26

24
Pepita, “Carta de una
Avanzado el siglo, otra de las voces femeninas que mejor resumen la evolución de señorita a otra que se halla
los argumentos en favor de la educación de las mujeres es la de Laureana Wright, ausente de esta ciudad”, en
Diario de México, (3 de
a quien retomaremos más adelante. Mientras tanto, es oportuno señalar también septiembre de 1810) y Pepita
que, no obstante la lentitud con que ocurrió, la persistencia de las mujeres por “Costumbres. Carta de una
señorita mexicana”, en Diario
alcanzar un horizonte de educación cada vez mayor (es decir no sólo de México, núm. 223 (mayo 11
elemental, sino el mismo al que podían aspirar los varones), fue un factor de 1806).
determinante en la generación de los grandes cambios de orden estructural que 25
M. L. Vicario, en Registro
propiciaron el cumplimiento de dicho objetivo. Entre algunos de los más deter- Oficial (14 de marzo de 1831).
minantes, la promulgación en 1861 de la Ley de instrucción primaria obligatoria 26
El Federalista Mexicano
para ambos sexos; la fundación en 1869 de la Escuela Nacional Secundaria (2 de abril de 1831).

37
LO PERSONAL ES POLÍTICO

para niñas (transformada hacia 1890 en Escuela Normal de Profesoras), así


como la inauguración en 1871 de la Escuela de Artes y Oficios para Mujeres.
O, ya en el siglo XX, la creación en 1917 del artículo tercero constitucional,
que instituyó el derecho de hombres y mujeres a recibir una educación laica.
Hecho a partir del cual, por ejemplo, el acceso de las mujeres a la educa-
ción superior no sólo será irreversible y ascendente, sino incluso impredecible.
Un caso elocuente es la apertura en 1910 de la Escuela Nacional de Altos
Estudios, precedente de la actual Facultad de Filosofía y Letras de la
Universidad Nacional Autónoma de México (inaugurada bajo el último
nombre en 1924), y de la cual, egresaron muchas de las figuras femeninas
que participaron en importantes proyectos culturales y políticos a lo largo del
siglo XX.

Secretarias que escriben a máquina, 1925. Archivo Casasola. Secretaría de Cultura.-INAH.-MEX. Reproducción autorizada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (607).

38
I. EDUCACIÓN, TRABAJO Y SOCIABILIDAD: LOS ANTECEDENTES DE UN QUEHACER POLÍTICO PERMANENTE

Es el caso, por ejemplo, de la filósofa, poeta y escritora Rosario Castellanos,


cuyas reflexiones sobre la historia, la educación y las mujeres retomaremos
más tarde. Asimismo, Luz Vera y Palma Guillén (embajadora de México en
Colombia en 1935, y primera mujer en ocupar dicho cargo en América Latina),
quienes formaron parte del Ateneo de la Juventud, “grupo cultural de gran
relevancia para la vida intelectual de México en el que participaron José
Vasconcelos, Antonio Caso, Alfonso Reyes y Pedro Henríquez Ureña”, entre
otros.27
El ya varias veces mencionado, sentido vital, que la educación tuvo para
las mujeres, se deja ver también en el caso de la Escuela de Altos Estudios, en
tanto que la creación en 1929 de la Escuela Normal Superior, fue resultado
del “crecimiento de la población estudiantil femenina, integrada por maestras
normalistas que deseaban avanzar en su profesión y adquirir alguno de los
títulos docentes que Filosofía y Letras otorgaba”.28
Acontecimiento que no sólo propició el crecimiento de la población
estudiantil femenina, sino que también sirvió para transformar el perfil de la
maestra normalista (la alternativa profesional más accesible para las
mujeres a partir de 1880), al de universitaria. Ámbito desde el cual se
fortaleció exponencialmente el ingreso de las mujeres a la educación
humanística y posteriormente de orden científico.29
En este sentido, es importante no pasar por alto el hecho de que la
incursión de las mujeres en México a las llamadas profesiones liberales (médica 27
Gabriela Cano, “Las mujeres
y jurisprudencia) se remonta a los últimos años del siglo XIX; Matilde Montoya y las humanidades”, en Mujeres
Mexicanas…, p. 42.
obtuvo el título de médica cirujana en la Escuela Normal de Medicina en
1887, fue secundada por Columba Rivera Osorio, titulada en 1900; Margarita
28
G. Cano, “Las mujeres…”,
p. 46, y Lucrecia Infante, “Por
Chorné y Salazar se tituló como dentista en el año de 1886; en el ramo de la nuestro género hablará el
jurisprudencia Victoria Sandoval de Zarco fue la primera abogada, titulada en espíritu: las mujeres en la
UNAM”, en Mujeres
1898. Mexicanas...
Aclarado lo anterior, resulta necesario enfatizar que la inauguración de 29
Para profundizar en esta
la Escuela de Altos Estudios, paralela al inicio de la Universidad Nacional temática, véase Martha Tronco,
Autónoma de México (UNAM) como una corporación pública autónoma, tuvo “Algunas notas sobre la mujer
politécnica”, en Mujeres
un papel determinante en el acceso femenino a la educación superior. Mexicanas…

39
LO PERSONAL ES POLÍTICO

Laboratorista del “Centro de Higiene Soledad Orozco de Ávila Camacho”, ca. 1945. Archivo Casasola. Secretaría de Cultura.-INAH.-MEX. Reproducción autorizada por
el Instituto Nacional de Antropología e Historia (1916).

Tanto porque estimuló el crecimiento de la población estudiantil femenina,


como porque también fue el escenario donde tuvo lugar un cambio fundamental
30
Para un estudio
pormenorizado al respecto, iniciado en la Facultad de Filosofía y Letras: la transición entre el perfil de la
véase la tesis doctoral de Ruth maestra normalista al de universitaria.30 Entre otras cosas, ello significó que sin
Gabriela Cano Ortega, De la
Escuela Normal de Altos abandonar el objetivo inicial de la profesión magisterial (formación de
Estudios a la Facultad de profesoras para la enseñanza de nivel básico o primaria), la educación a que
Filosofía y Letras, 1910-1929.
Un proceso de feminización. tuvieron acceso aquellas mujeres adquirió una dimensión humanística-científica-

40
I. EDUCACIÓN, TRABAJO Y SOCIABILIDAD: LOS ANTECEDENTES DE UN QUEHACER POLÍTICO PERMANENTE

universitaria amplia que les permitió ejercer funciones de responsabilidad en


el sistema educativo como promotoras de innovaciones educativas,
administradoras de nivel medio, o bien como autoras de libros de texto.31
Entre los años 1910 y 1929, la población estudiantil femenina de la
Escuela de Altos Estudios creció de manera vertiginosa. Ya en 1926, 78% de
la población escolar eran mujeres, es decir, más de la mitad del total. Así
por ejemplo, hacia 1910 se registraron 22 expedientes de estudiantes
mujeres, 45% pertenecían a la carrera de enfermería, 14% a normalistas; el
resto, a medicina, música, odontología, veterinaria, pintura y leyes. Hacia
1930, los expedientes aumentaron a 120, distribuidos en las siguientes áreas:
normalistas, enfermería, música, odontología, farmacéutica, arqueología,
química, pintura, medicina, historia, contaduría y filosofía.
Casi dos décadas más tarde, hacia 1949, de 23 192 estudiantes inscritos,
17% estaba integrado por la población femenina, es decir 3950 mujeres.32 La
progresiva incorporación de las mujeres a las aulas universitarias fue un patrón
constante a partir de estos años. Incluso los índices de titulación a nivel de
licenciatura, maestría y doctorado durante los años entre 1928 y 1954, al
menos en las carreras de filosofía, historia y letras, nos muestran una presencia
ya irreversible de las mujeres en la Universidad. Así, durante dicho periodo,
15 mujeres obtuvieron el grado de maestría en letras, historia o filosofía, y tres
el de doctoras en letras y filosofía. Entre ellas se encuentran algunos
nombres conocidos: Rosario Castellanos, Luz Vera, Concha Meléndez, Eulalia
Guzmán y Soledad Anaya Solórzano.33
En términos generales, podríamos decir que el antiguo argumento sobre
la idoneidad de las mujeres para ejercer la carrera magisterial (en tanto se le
identificaba con la maternidad) fue un elemento que, de manera fortuita, 31
Cf. G. Cano, “De la escuela
favoreció el acceso a nuevas posibilidades de educación profesional normal…”.
reclamadas por las mujeres desde, al menos, la segunda mitad del siglo XIX. 32
Idem.
Sin embargo, en el mismo sentido, es importante señalar que la permanencia
33
Véase el Archivo Histórico de
de este imaginario cultural sobre lo femenino no sólo daba prioridad a la la Universidad Nacional
difusión de las ya mencionadas profesiones liberales consideradas más Autónoma de México
(AHUNAM), libro de actas de
cercanas a dicho perfil (medicina y abogacía), y recalcaba la pertenencia exámenes de la facultad de
masculina de la formación en áreas relacionadas con la tecnología y ciencias Filosofía y Letras para
graduados (1928- 1935),
abstractas; sino que incluso, a través de proyectos educativos dirigidos a citado por G. Cano, en “De la
mujeres de todos los estratos sociales, se reproducía la idea de que “para los escuela normal…”, p. 280.

41
LO PERSONAL ES POLÍTICO

hombres el trabajo era un derecho, para las mujeres seguía siendo una
anomalía, una necesidad que había que justificar”.34
Así, ya fuera desde la Universidad Femenina de México “institución
moderna creada expresamente para preparar a la mujer mexicana como
garantía de cualquier eventualidad venidera”, la Escuela de la Felicidad
Doméstica, o la Escuela para Novias, hasta las escuelas de Enseñanza
Doméstica y de Artes y Oficios impulsadas por el Estado, donde se brindaba
“una preparación técnica: corte y confección, cocina, encuadernación,
taquimecanografía, que las capacitaba para trabajar si no continuaban
estudios superiores”.35
De cualquier modo, hacia la década de los setenta, de las 99 029 alumnas
universitarias inscritas en la UNAM, 54 355 cursaban carreras profesionales en
diversas facultades de Ciudad Universitaria y Escuelas Nacionales de Estudios
Profesionales (ENEP); otras tantas (44 674) cursaban la enseñanza media
superior en la Escuela Nacional Preparatoria (ENP) y en el Colegio de Ciencias
y Humanidades (CCH). En términos del porcentaje global, la población escolar
compuesta por mujeres en la UNAM se ha incrementado más aceleradamente
que la de los varones desde 1940.36
34
Martha Eva Rocha, “Las
Mexicanas en el siglo XX”, en
Los resultados del crecimiento sostenido de la matrícula femenina se
Mujeres Mexicanas…, observan en forma contundente durante la década de los noventa: de acuerdo
pp. 126-127.
con los datos reportados por la Agenda Estadística 1998 de la UNAM, desde
35
Idem. el año de 1992 el porcentaje de la matrícula universitaria femenina y masculina
36
Rodolfo Lara y Jorge
es casi paralelo; para 1997, 49. 4% de la población total de estudiantes de
Madrazo, “La mujer en la esta institución educativa eran mujeres.37
Universidad. El caso de la
UNAM”, Deslinde…, pp. 9-11;
De tal forma, como ya se mencionó, es imprescindible subrayar que desde
véase también Cronología 1975 se ha incrementado el número de mujeres inscritas en casi todos los
histórica de la UNAM.
campos del conocimiento, incluidas las matemáticas, ciencias naturales,
37
Véase DGESII Agenda agropecuarias y marinas, donde reportan un índice de titulación de 60%,
Estadística 1997, México,
UNAM, 1998.
respecto a 40% de los varones. Para el caso de las áreas económico
administrativas, los datos hasta 1996 reportaron una titulación de 52% de
38
Sofía Leticia Morales Garza,
Equidad de Género en la
mujeres frente a 48% de hombres. En las humanidades, la proporción fue de
educación, y Liliana Morales 65% de mujeres, frente a 35% de varones. No obstante, estos últimos indicaron
Hernández, “La mujer en la
educación superior en México”,
una titulación mayor en ciencias de la salud, ciencias sociales, artes,
Informe SEP, pp. 68-77. arquitectura e ingeniería.38

42
I. EDUCACIÓN, TRABAJO Y SOCIABILIDAD: LOS ANTECEDENTES DE UN QUEHACER POLÍTICO PERMANENTE

En suma, y desde una perspectiva no sólo cuantitativa, el reconocimiento


simbólico de la capacidad intelectual de las mujeres vinculado con estos
acontecimientos, resulta una conquista sustancial para la generación de lo que
Pierre Bourdieu denomina, el “campo de producción cultural”.39 Territorio
propicio para la afirmación de otro elemento sustancial en el desarrollo de su
actuar político: la integración de sus hábitos y espacios de sociabilidad (y
muchas veces también de libertad), con la asunción de una identidad colectiva
que demostraba ser capaz de instrumentar un sinnúmero de tácticas (discursivas
y prácticas) para salvaguardar sus intereses, y volver realidad sus aspiraciones
y deseos.
En ese sentido, como veremos a continuación, los medios impresos
fueron una de las plataformas (material y simbólicamente) más importantes
en dicho proceso, pues además de su papel como portavoces de las
ideas, deseos y preocupaciones de las mujeres, las páginas de una revista
o un libro, también propiciaron el reforzamiento y la consolidación de
una autoridad intelectual femenina, cuya trascendencia simbólica repercutió
de manera sustancial en la conformación de las nuevas ideas y
representaciones culturales de lo femenino que, perfiladas ya durante estos
últimos años del siglo XIX y de manera paulatina, se insertarían en la
sociedad mexicana en su tránsito hacia el siglo XX; sobre todo,
acompañarían a las futuras generaciones de mujeres que, desde la reflexión
intelectual o la expresión artística, continuarían con la búsqueda de un
pensamiento y un proyecto de vida autónomo. En otras palabras, de una
forma propia –individual y colectiva– de nombrarse a sí mismas; de una
identidad para sí, construida desde sí. Tal y como insistiría hacia la década
de 1970 Rosario Castellanos en Meditación en el umbral:

No, no es la solución
tirarse bajo un tren como la Ana de Tolstoi
ni apurar el arsénico de Madame Bovary
ni aguardar en los páramos de Ávila la visita 39
Pierre Bourdieu, “El campo
del ángel con venablo literario. Prerrequisitos críticos y
antes de liarse el manto a la cabeza principios de método”, Criterios,
y comenzar a actuar. p. 20.

43
LO PERSONAL ES POLÍTICO

No concluir las leyes geométricas, contando


las vigas de la celda de castigo
como lo hizo Sor Juana. No es la solución
escribir, mientras llegan las visitas,
en la sala de estar de la familia Austen
ni encerrarse en el ático
de alguna residencia de la Nueva Inglaterra
y soñar, con la Biblia de los Dickinson
debajo de una almohada de soltera.

Debe haber otro modo que no se llame Safo


ni mesalina ni María Egipciaca
ni Magdalena ni Clemencia Isaura.
Otro modo de ser humano y libre.
Otro modo de ser.40

EL HORIZONTE DE LA COLECTIVIDAD
Como todo discurso, la escritura de mujeres también se puede leer como
una forma consciente de expresión; aunque es importante reconocer que
está, hasta cierto punto, delimitada y restringida por la cultura masculina
que codifica y define el lugar que la acción y pensamientos de las
mujeres deben ocupar. Pero precisamente es en este sentido en el que la
escritura de las mujeres debería analizarse como un pensamiento más
filosófico que el definido institucionalmente como tal: las mujeres escriben
no para decir lo que son, sino para preguntarse qué son [...]. Por lo tanto,
debemos partir de (la comprensión) que las mujeres escribían y escriben,
en primer lugar para darse una identidad, para representarse o
representar su humanidad ante sí mismas.41
Rubí de María Gómez Campos

40
Rosario Castellanos,
“Meditación en el umbral”,
Bella Dama…, p. 146. En diversos sentidos, el auge de la escritura femenina fue sin lugar a dudas un
41
Rubí de María Gómez
vocero crucial de la inconformidad de las mujeres a partir de 1800. Cinco
Campos, El sentido de sí. Un años después de la primera huelga de mujeres que registra la historia
ensayo sobre el feminismo y la
filosofía de la cultura en
moderna, ocurrida en los Estados Unidos durante 1825, aparecen en Francia
México, p. 11. las primeras revistas dirigidas por mujeres. En atención a la temática que

44
I. EDUCACIÓN, TRABAJO Y SOCIABILIDAD: LOS ANTECEDENTES DE UN QUEHACER POLÍTICO PERMANENTE

atenderemos en el próximo apartado, nos interesa señalar algunas de las


que establecieron vínculos con el movimiento obrero: La Femme Libre, dirigida
por Marie Reine Guindof y Désirée Véret (que modificó su nombre por La
Femme de l´avenir debido a las burlas provocadas por el primer título); The
Revolution (1868-1870), desde cuya redacción Susan Anthony organizó a las
obreras neoyorquinas; así como Gleichheit (Igualdad), inaugurada hacia la
última década del siglo bajo la dirección de Clara Zetkin y en la que
colaboraron otras líderes del movimiento de mujeres socialistas alemanas e
internacionalistas, como Angélica Balabanoff, Laura Lafargue, Kathe
Duncker, Hilja Parssinen (Finlandia), o como H. Roland-Holst (Holanda).42
En el caso de México, es extensa la lista de pensadoras y activistas que,
a partir de 1870, reivindicaron desde una tribuna de papel el derecho de las
mujeres a la educación. Para los fines del último apartado, sin embargo,
atenderemos más bien sólo algunos de los proyectos editoriales que además
de promover incansablemente la pertinencia de una educación femenina
no tradicional, desarrollaron acciones concretas para incidir en la
creación de condiciones socioculturales que la hicieran posible. Es decir, que
dejara de ser un anhelo para convertirse en realidad.

LA SIEMPREVIVA. UN ESPACIO PARA LA ESCRITURA


Y LA EDUCACIÓN

El 3 de mayo de 1870, dos años después de que en cinco suburbios de


Mérida se establecieran las primeras Escuelas oficiales de enseñanza
elemental para niñas, tres mujeres que recién habían cumplido los 24 años
abrían las puertas de La Siempreviva, primer colegio particular del Estado
de Yucatán que, además de brindar instrucción formal a las niñas y
jóvenes yucatecas de diversos estratos sociales (gratuita incluso para 42
Cf. Richard J. Evans, Las
aquéllas de escasos o nulos recursos), formaba parte de un proyecto feministas. Los movimientos de
emancipación de la mujer en
innovador y visionario con respecto a la educación femenina: la apertura
Europa, América y Australasia,
de una Sociedad científica y literaria, y la publicación de una revista. 1840-1920.

45
LO PERSONAL ES POLÍTICO

A través de estos espacios, el trío de meridanas buscaban difundir sus ideas


sobre diversos aspectos relacionados con el papel de las mujeres en la
sociedad. Rita Cetina Gutiérrez, Gertrudis Tenorio Zavala y Cristina Farfán
(nacidas todas en Mérida en el año de 1846) fueron las protagonistas de
tan vanguardista iniciativa de ingreso de las mujeres al ámbito de la cultura
impresa y la educación.
No obstante, el registro y estudio de dicho acontecimiento ha sido en
general desapercibido tanto por la Historia de México, como por la del
feminismo nacional, y por lo tanto, tampoco se le ha considerado como un
antecedente que ayudaría a comprender mejor algunos aspectos de la
intensa y controversial actividad “feminista” registrada en Mérida durante la
segunda década del siglo XX. En otras palabras, salvo la observación
hecha por Rodolfo Menéndez, primer biógrafo de Rita Cetina sobre que:
“muchas de las mujeres que participaron en el Primer Congreso Feminista
realizado en México, el 13 de enero de 1916 en Yucatán, habían pasado
por las aulas de doña Rita Cetina Gutiérrez”,43 la mención ocasional de
La Siempreviva como una publicación presumiblemente feminista, y un par de
publicaciones recientes que profundizan en la biografía de esta profesora
meridana y en la impronta de La Siempreviva como un proyecto educativo y
editorial, ninguna reflexión historiográfica había vislumbrado este
acontecimiento como un hito de orden político para la historia de las mujeres
en México.44
De modo que desde la perspectiva histórica aquí propuesta, donde el
papel de la subjetividad en los procesos de afirmación del yo, a partir del cual
se gesta la configuración moderna del individuo y la definición del ciudadano
43
Rodolfo Menéndez, Rita como modelo del sujeto político, el análisis de la idea que de sí mismas tuvieron
Cetina Gutiérrez 1846-1908.
Boceto Biográfico, p. 8.
dichas meridanas, como personas capaces de llevar a cabo un conjunto de
acciones colectivas, que buscaban abrir nuevas expectativas de educación y
44
Véase Piedad Peniche Rivero,
Rita Cetina, La Siempreviva y el
formación laboral a sus congéneres, merece especial atención. Sobre todo, si
Instituto Literario de Niñas: Una lo consideramos como un episodio vinculado con la historia del posicionamiento
cuna del feminismo mexicano
(1846-1908); Lucrecia Infante
de las mujeres como actores políticos.
Vargas, “Rita Cetina Gutiérrez
(1846-1908). Primera mentora
yucateca”, colección Las
En otras palabras, aun cuando su convicción de que las mujeres eran sujetos
Maestras de México, pp. 21-45. inteligentes y capaces de formarse en diversas áreas del conocimiento pueda
parecer obvia, no lo era en su momento, considerando las circunstancias

46
I. EDUCACIÓN, TRABAJO Y SOCIABILIDAD: LOS ANTECEDENTES DE UN QUEHACER POLÍTICO PERMANENTE

socioculturales (particulares y colectivas) que, en relación al


discurso de lo femenino y el papel de las mujeres en la vida
social, circundaron la vida de este trío de poetas, profesoras y
periodistas. Bajo el referente actual de su labor como escritoras
y editoras de una revista, la suya es una tarea que, entre otros
aspectos, nos permite atisbar en la complejidad del proceso
subjetivo (emocional e identitario) por el que atravesaron para
pensarse a sí mismas gestoras y partícipes de un proyecto
colectivo cuyo propósito, sin embargo, nacía de una aspiración
en estricto sentido personal.
Asimismo, y debido precisamente a la interrelación
individual-colectivo/personal-público establecida, tanto en la
coincidencia que sus preocupaciones, anhelos, inconformidades,
o cualesquiera motivaciones que las llevaron a emprender
dicho proyecto hayan tenido con las de otras mujeres; como en
la convergencia de las acciones emprendidas por todas para
conseguir dichos propósitos, podemos vislumbrar un ejercicio
de la política, en tanto se posicionan como sujetos capaces de
modificar o reformular (y en dicho sentido, resignificar), un
terreno de la vida social, en conflicto. Es decir, alrededor del
cual fue necesario validar su opinión al respecto y salvaguardar Edición facsimilar de La Siempreviva, año 1, núm.3, 4
de octubre de 1870. Melchor Campos García (coord.),
sus intereses, o, para decirlo de otra manera, cumplir con sus La Siempreviva, 1870-1872. El arte de combatir por la emancipación de las
mujeres, Yucatán, Instituto para la equidad y Género en Yucatán, Instituto de
propósitos. Cultura de Yucatán, 2016.
En este orden de ideas, es preciso subrayar que el objetivo
a seguir: “que la mujer salga completamente de la esclavitud
de la ignorancia y entre con paso lento, pero firme, en el
sacrosanto templo de la verdad y de la ciencia; ese es nuestro
objeto”,45 adquiere una trascendencia histórica particular al
recordar que esta publicación forma parte de una empresa
cultural que busca transformar el horizonte de vida de sus
creadoras, y el de sus congéneres. Y, para lograrlo imagina,
acuerda, planea, organiza, lleva a cabo, una serie de acciones
conjuntas. A partir de ello, la sola perspectiva de incidir en 45
La Sociedad, “Introducción”,
forma organizada en la vida cultural, en efecto primera y única La Siempreviva, año 1, núm. 1
en su ámbito geográfico y época, denota una convicción (mayo 7 de 1870).

47
LO PERSONAL ES POLÍTICO

femenina hasta entonces no expresada mediante un proyecto tan ambicioso,


puesto que, como ya se dijo, la revista es sólo uno de los medios a través de
los cuales se persigue la consecución de los objetivos demarcados por la
sociedad de mujeres La Siempreviva. Cuya editorial anuncia también el
surgimiento de sus otros dos escenarios de acción: la fundación de una Escuela
de Bellas Artes donde –gratuitamente– se impartan clases de literatura, música,
declamación y dibujo; así como la creación de “un teatro pequeño en el que
mensualmente se vean los progresos de nuestro sexo en la literatura, la música
y la declamación”.46
Y todavía hay más que decir. Sabemos ya el nombre de las editoras
responsables de la revista (que por cierto, se turnan cíclicamente la redacción
de los editoriales y, suponemos, la confección de cada número, pues así lo
establece la cambiante firma de “Redactora en turno”). Pero, ¿quienes imparten
las clases en la Escuela, coordinan las acciones de la Sociedad, y organizan
las eventuales presentaciones artísticas en el teatro? Ellas, la Sociedad,
formada no sólo por el trío de escritoras ya conocido, sino por varias más, de
cuyos nombres y funciones tenemos noticia gracias a la publicación que la
revista ofrece de algunas de sus sesiones, y de la “nómina de personas” que
la integran, entre ellas: Dolores Peraza, Guadalupe Cetina Gutiérrez, Adelaida
Carrera de la Fuente, Amalia Gutiérrez de Encalada, Marciala Alcalá, Josefina
Ferrer, Concepción Rivas, Asunción Castillo, y Margarita Castillo.47
Es así como este grupo de mujeres, que comparten una pertenencia
46
Idem. regional, una identidad cultural (donde, por cierto, su creencia de fe como
47
La nómina es parcial debido católicas es un rasgo esencial), muy probablemente un estatus social, y una
a que en los diversos anuncios educación no sólo básica, se reúne en torno a una idea que les resulta vital y
subsecuentes mencionan la
existencia de socias honorarias que, en términos generales, denominan “ilustración de la mujer”. Se agrupan
y pasivas cuyos nombres, por pues, y tienden redes de apoyo que surgen, nada nuevo, de los mismos lugares
desgracia, no se especifican.
alrededor de los cuales se han reunido y organizado siempre: la casa, la
48
Vale la pena señalar que las familia, el colegio, la iglesia; sólo que esta vez, son ellas quienes coordinan y
fechas en que ocurrieron las
primeras sesiones de La deciden las fechas de las reuniones para discutir el reglamento que regirá las
Sociedad La Siempreviva, son actividades de su sociedad (y que hasta donde hemos podido colegir constaba
anteriores a la publicación de la
revista, lo cual indica que su de más de 40 artículos).48 Entablan negociaciones con la autoridad política
grupo fundador trabajaba ya, local para que, la tesorería del Gobierno del Estado, done a la sociedad
desde tiempo atrás, en la
gestación de este proyecto cincuenta pesos para “su fomento”; dedican tiempo a la organización del
cultural. montaje teatral que, además de mostrar los logros artísticos de las alumnas

48
I. EDUCACIÓN, TRABAJO Y SOCIABILIDAD: LOS ANTECEDENTES DE UN QUEHACER POLÍTICO PERMANENTE

inscritas en su Escuela de Bellas Artes (asentada por lo pronto en la “casa


morada de las profesoras”, y donde ellas imparten también sus respectivas
clases), servirá a la recaudación de fondos para su revista y,
ocasionalmente, a la contribución en las diversas obras de beneficencia
en que participan.
Son ellas mismas quienes, además, todavía encuentran tiempo, y
ánimo, para escribir poesía y convocar a otras mujeres a que la escriban,
en especial a las más jóvenes y a las niñas, entre quienes hay hijas,
sobrinas, amigas, vecinas o alumnas que han demostrado tener sobrada
habilidad en la traducción de cuentos, novelas y libros de historia escritos
en francés; y quienes por cierto, quizá sean las más jóvenes escritoras
publicadas en una revista decimonónica.
Ese ánimo vital, y colectivo, que las impulsa a desarrollar todas aquellas
actividades, es un rasgo pocas veces considerado al analizar el papel
que en lo cotidiano tuvo para las mujeres el acceso a la educación: la
posibilidad de formar parte de una identidad común, de una fuerza
colectiva, de un actuar conjunto que, al concebir el esfuerzo individual
como parte de proyecto compartido, valida, no sólo justifica, el anhelo y
la satisfacción personal. Significa en suma, la posibilidad de estudiar una
profesión que hasta entonces les era vedada (como la medicina o
jurisprudencia); la oportunidad de dedicarse de tiempo completo a alguna
actividad artística (música, pintura, canto y, por supuesto, la escritura); o
cualquier otra cosa que para ellas haya representado un signo de valía y
bienestar. Una identidad común pues, que busca nombrarse y ser
adjetivada por sí misma, y cuyo sentido vital puede percibirse en el
siguiente fragmento del primer editorial de esta publicación:

¿Y qué pedimos para llevar adelante nuestra obra? Nada. ¿Y qué necesitamos?
Que ustedes, queridas hermanas nuestras, a quienes dedicamos preferentemente
nuestras tareas, nos concedan protección, porque en la unión está la fuerza;
sintamos todas arder en nuestros corazones la santa llama del progreso para 49
La Sociedad, “Introducción”,
que realizando la idea de nuestra sociedad, podamos decir a la faz del mundo La Siempreviva, Mérida, año 1,
civilizado: Basta; ha llegado la hora de la ilustración de la mujer […]49 núm. 1, p. 1.

49
LO PERSONAL ES POLÍTICO

LA MUJER M EXICANA. UN VÍNCULO DE


CONTINUIDAD

Antes de introducirnos a nuestra siguiente publicación La Mujer Mexicana, es


necesario mencionar por lo menos dos importantes proyectos editoriales que
le anteceden: Las Hijas del Anáhuac (1873), y La Mujer (1880), publicaciones
dirigidas a las mujeres que, en diversos momentos, formaron parte de los
trabajos realizados por las alumnas del taller de imprenta y tipografía
implementado por la Escuela de Artes y Oficios, modalidad educativa (y como
veremos más adelante también laboral), que no sólo tuvo gran importancia,
sino que, una vez más, da cuenta del vínculo ineludible que, para las mujeres,
tuvo el acceso a la educación y la posibilidad de sobrepasar los límites de la
vida privada, en este caso, a través de la expresión escrita en un medio de
opinión pública.50
De regreso a la revista que nos ocupa: La Mujer Mexicana. Revista
mensual consagrada a la evolución y perfeccionamiento de la mujer mexicana.
Dirigida, redactada y sostenida sólo por Señoras y Señoritas. Mes tras mes
apareció entre los años 1904 a 1907, dirigida en diferentes momentos por
Dolores Correa Zapata, Victoria Sandoval de Zarco, Laura Méndez de Cuenca
y administrada por Luz Fernández viuda de Herrera (quien en su última época
fue también su editora).
De acuerdo con Gabriela Cano, este proyecto editorial “fue el vínculo
entre las aspiraciones de equidad intelectual del siglo XIX, representadas por
Laureana Wright, por un lado, y las nuevas generaciones de mujeres ilustradas,
profesoras normalistas en su mayoría, que llegaron a la vida adulta en tiempos
de la Revolución Mexicana de 1910, por el otro”.51 Apreciación con la cual
coincidimos, pues La Mujer Mexicana sintetiza en mucho la relación simbólica
50
Véase al respecto el trabajo
de Alfonso Rodríguez Arias, Las y fáctica que históricamente ha motivado a las mujeres en su lucha por
Hijas del Anáhuac. Ensayo integrarse al escenario de la educación: ser reconocidas, y reconocerse, como
Literario, 1873-1874.
Aproximación a la historia de la sujetos de cultura, es decir, como individuos dotados de la inteligencia y
lectura y la escritura de las sensibilidad necesarias para dejar un testimonio escrito, material, o de
mujeres en México.
cualquier orden, de su paso por el mundo.
51
G. Cano, op. cit., p. 37.

50
I. EDUCACIÓN, TRABAJO Y SOCIABILIDAD: LOS ANTECEDENTES DE UN QUEHACER POLÍTICO PERMANENTE

De ello da cuenta, por ejemplo, el hecho de que más allá de su contenido


literario, (conformado por una breve cantidad de poesía, cuento y novela), sus
páginas son, ante todo, una tribuna de difusión del nuevo ideal femenino que
justifica asimismo su título: la mujer mexicana; no ya las señoritas, señoras,
violetas, camelias, o cualesquiera otra de las alegorías con que sus antecesoras
utilizaron para dar cuenta de que se dirigían, de manera particular, a un
público lector de mujeres. De igual forma, el énfasis de todas sus colaboradoras
(sesenta en total) en la estatura intelectual de las mujeres, es otro de los rasgos
que define a La Mujer Mexicana como una revista que busca expresar una
imagen de la mujer desde sí misma, más allá o no sólo, con base en la
expectativa de otros.
Así, a lo largo de sus 36 números con periodicidad mensual, se omitieron
las acostumbradas secciones de cocina, moda, o consejos domésticos, y la
crónica social (eventualmente referida así), que solían formar parte de este tipo
de publicaciones. Por el contrario, la difusión de las actividades realizadas por
varias de sus colaboradoras, señaladas como ejemplo a seguir por sus
compatriotas para el desarrollo de la inteligencia femenina, fue una de sus
prioridades.52 Incluso en el espacio dedicado a la publicidad predominaba
el anuncio de los servicios ofrecidos por las primeras abogadas, médicas,
contadoras y, de manera especial, por La Sociedad Protectora de la Mujer,
organización femenina a la que pertenecieron treinta y una de sus cincuenta
y nueve colaboradoras, y sobre la que más adelante abundaremos.
Otro elemento que posiciona a La Mujer Mexicana como referente de un
momento cúspide de los cambios que, a partir del terreno ganado por las
mujeres en los horizontes de educación, han ocurrido en el ámbito sociocultural,
es el hecho de que en ésta se reúnen por lo menos tres generaciones de
mujeres vinculadas a ambos terrenos; es decir, el de la defensa del derecho de
las mujeres a la educación y a la autoría literaria. Una parte de ellas, 52
Cabe mencionar que sólo en
perteneciente en su mayoría a la década de 1840, había fundado, o un par de ocasiones se
encuentra un pequeño aviso
colaborado, en alguna de las revistas ya referidas; las más jóvenes, nacidas sobre modas, aunque más que
entre la segunda mitad de 1850 y 1870, emprenderían proyectos editoriales reportar las tendencias de
actualidad, habla de las
semejantes, o bien se dedicarían del todo al oficio de la escritura durante las innovaciones mecánicas
primeras décadas del siglo XX. en esta industria.

51
LO PERSONAL ES POLÍTICO

Entre algunas de las más conocidas, aunque lamentablemente


todavía poco estudiadas, se encuentran: Dolores Correa Zapata,
Trinidad Orcilles, Laura Méndez de Cuenca, Mateana Murguía,
Matilde Montoya, Dolores Jiménez, Antonia L. Ursúa, Severa
Aróstegui y María Enriqueta Camarillo. Quienes, nada casual,
habían compartido antes otro espacio común: la ya mencionada
Escuela Normal de Profesoras Normalistas, de la cual habían
egresado como profesoras.
La Mujer Mexicana jugó también un papel trascendental
como instrumento cultural que reafirma, o en algunos casos
inaugura, un culto hacia un conjunto de escritoras nacionales
ya fallecidas, cuya obra (poética o en prosa), continúa siendo
representativa de los objetivos perseguidos por esta
publicación: en especial con relación a la demanda de la
igualdad intelectual entre los sexos y el derecho de las mujeres
a la educación superior. Al mismo tiempo, el rescate de estas
autoras representa un corpus documental para el testimonio
histórico de la capacidad de expresión escrita de las
mexicanas. Asunto de especial importancia para la perspectiva
desde la cual hemos rastreado el papel de la educación como
una condición para el resignificado de las mujeres como
La Mujer Mexicana, año 1, núm. 1, 1 de enero de
1904. Dolores Correa Zapata. Revista mensual. La individuos autónomos.
Mujer Mexicana, 1904-1908, México, D.F. Al respecto, una reflexión aparte merece el caso de la escritora
Hemeroteca Nacional UNAM, 2016.
Laureana Wright González (la mayor parte de las veces referida por su
nombre “de casada”, omitiendo así su apellido materno para agregar: de
Kleinhans), de quien, de manera póstuma, publicaron gran parte de los
textos de dos de sus más importantes obras relacionadas con la educación:
“Estudio sobre la emancipación de la mujer”, y “Educación errónea de la
mujer y medios prácticos para corregirla”.53 ¿Por qué en el corpus testimonial
generado por La Mujer Mexicana la obra de Laureana Wright ocupa un
53
Ambos textos pueden hoy lugar especial?
consultarse en: Educación y
superación femenina en el siglo
Las respuestas de mayor interés para el tema aquí revisado son:
XIX: dos ensayos de Laureana primero, la claridad con que el pensamiento de aquella escritora sintetizó
Wright con la transcripción y el
estudio introductorio a cargo de
las aspiraciones intelectuales y políticas de este inquieto grupo de mujeres;
Lourdes Alvarado. segundo, su discurso a favor de la educación femenina fue el único que,

52
I. EDUCACIÓN, TRABAJO Y SOCIABILIDAD: LOS ANTECEDENTES DE UN QUEHACER POLÍTICO PERMANENTE

posterior a sor Juana Inés de la Cruz, se estructuró desde una argumentación


histórico-filosófica que logró desplazar el eje común de las discusiones
sobre la verdadera naturaleza de la diferencia entre los sexos, y colocar en
un horizonte estrictamente sociocultural la trascendencia de la subjetividad
y la identidad genérica implícita en dicha diatriba.
En otras palabras, Laureana Wright no se propuso contrarrestar la
idea hasta entonces imperante de que la diferencia sexual (léase biológica)
era el factor central para discernir qué tipo de conductas, actividades y
espacios sociales le correspondían a cada sexo; por el contrario, centró la
atención, primero, en el hecho de que la única diferencia esencial entre
hombres y mujeres era el desigual nivel de educación y, en consecuencia,
el disímil desarrollo de sus habilidades intelectuales y cognitivas.
Segundo, en que la verdadera transformación de dicho escenario
radicaba no sólo en la modificación de las estructuras culturales y legales
que restringían el acceso de las mujeres a una educación superior, sino
más aún en la reformulación misma de la identidad femenina imperante.
Planteamiento que, cabe señalar, no volvería a ser atendido por otra pluma
femenina nacional, o al menos no con una perspectiva teórica tan detallada,
sino hasta 1950 por Rosario Castellanos, con el trabajo que presentó para
obtener el título de Maestra en Filosofía por la UNAM y que, años más
tarde, retomaría en otra de sus obras más reconocidas: Mujer que sabe
latín, referida anteriormente.54
En síntesis, el propósito último de la crítica hecha por la señora Wright
hacia la que definía como “falsa y superficial educación” impartida a las
mujeres, era conseguir que desarrollaran un sentimiento interno de
confianza, valía, seguridad y libertad interior para que, en el anhelado
contexto de “igualdad de la educación, de principios y de derechos entre
ambos sexos [se genere la] revolución intelectual que la mujer tiene que
54
Mismo que puede consultarse
en la edición prologada por
efectuar por sí misma y con el auxilio de sus propias fuerzas [cuyo fin es] Gabriela Cano: Rosario
hacerla apta para atenderse y bastarse a sí misma, dándole la instrucción Castellanos, Sobre cultura
femenina.
por salvaguardia, el trabajo por recurso y la dignidad por égida”.55
Laureana Wright, “La mujer
55
Un último aspecto vinculado con las resonancias o, digamos, los ilustrada y La mujer perfecta”,
efectos prácticos generados al cobijo de los discursos de Laureana Wright citado en Educación y
superación femenina en el siglo
(que al menos por un tiempo pusieron punto final a las discusiones sobre la XIX: dos ensayos de Laureana
capacidad racional de las mujeres); y que al mismo tiempo nos permite Wright, pp. 95 y 120.

53
LO PERSONAL ES POLÍTICO

entrever la solidez alcanzada por La Mujer Mexicana como proyecto


editorial que, a semejanza de las Siemprevivas meridanas, formaba parte
de una empresa cultural de largo alcance fue la actividad paralela de la
Sociedad Protectora de la Mujer. Concebida por estas escritoras como una
“naciente sociedad feminista”, y en cuyo discurso inaugural, a cargo de la
señora Laura S. de Bolaños Torres, se da cita, nuevamente, el ya viejo anhelo
de conformar una confraternidad femenina que, entre otros objetivos, consiga
el establecimiento de “una emancipación racional y justa”.

Señoras y Señoritas: me es altamente honroso tener la satisfacción de estar


entre vosotras esta mañana y dirigiros la palabra, aunque conozco mis
inaptitudes. Brilla en vuestras frentes la luminosa antorcha del saber y creo
un deber mío, rendiros el homenaje que mereceís por vuestro talento,
vuestra ilustración y vuestros arduos trabajos en la brega bendita que
habeís emprendido, luchando denodadas, anhelosas y perseverantes, por
ocupar los altos puestos que tan justa y legítimamente desempeñaís en la
presente etapa de adelanto y civilidad. Es tan noble y santo el asunto que
nos ha reunido aquí [...], ideal que hace mucho tiempo acaricio en mi alma,
la idea de unir las fuerzas intelectuales de las mujeres* mexicanas y hacer
surgir en nuestra patria, en la evolución asombrosa del presente siglo, la
tea encendida de la confraternidad femenina [...]. Que la unión sea la que
nos dé valor para lanzarnos a santas empresas, a los trabajos atrevidos del
intelecto o a las elucubraciones sublimes del arte [...]. Necesitamos
asociarnos, formar una colectividad en donde las mujeres hallemos
enseñanzas y nos apoyemos mutuamente [formemos] una sociedad que
ampare y defienda los derechos de la mujer en México, que la haga más
56
Laura S. de Bolaños Torres,
respetable y respetada, al mismo tiempo que le dé ocasión para que su
“Realidades”. Alocución
pronunciada en la primera talento se revele. Constituid esa colectividad […]. Llegará un día en que nos
sesión de la naciente Sociedad congratulemos por haber sido las primeras en ponernos a la altura que
Feminista, en La Mujer
Mexicana (1904). N. del E. Las demanda de nosotras el actual estado de cosas, y el avance general de los
negritas son de la autora. pueblos. 56

54
I. EDUCACIÓN, TRABAJO Y SOCIABILIDAD: LOS ANTECEDENTES DE UN QUEHACER POLÍTICO PERMANENTE

La vehemencia del discurso, que como cualquier otro, busca contagiar a sus
escuchas, puede parecernos exagerada si consideramos, como una mera
retórica, el fervoroso reconocimiento al anhelo con que todas aquellas mujeres
esperaban formar parte de esa reunión. Pero si consideramos también, que
más allá del propósito fáctico que las convocaba, todas acudieron a aquella
cita porque necesitaban saber, necesitaban sentir, comprobar que no eran las
únicas que deseaban estudiar para convertirse en doctoras, abogadas,
dentistas, oficinistas, maestras, farmacéuticas; que no sólo ellas se negaban a
casarse a una edad temprana, o tardía; que otras también anhelaban viajar
hacia lugares lejanos y desconocidos; que había, en fin, más mujeres con las
cuales compartir sus planes e ideas para que el peso de la desaprobación
pública fuera más llevadero, o incluso, que lograran esquivarlo sin sentirse
relegadas, excluidas, solas o resentidas con una sociedad a la que, todavía,
le costaba mucho trabajo imaginarlas fuera del rol de madres y esposas.
Entonces, quizá podamos comprender el genuino interés que para todas
ellas tuvo aquella primera reunión y, de manera muy especial, la importancia
de que existiera un grupo de mujeres que, en efecto, no sólo estaba de acuerdo
con esa manera de pensar (ellas, por cierto, querían ser escritoras de profesión),
sino que tenía la capacidad de expresarla por escrito en las páginas de una
revista que, cada mes, era también un espacio para la convivencia y un punto
de reunión.
En ese sentido, y a semejanza de los antiguos espacios de sociabilidad
generados por las mujeres, donde a partir de actividades compartidas como
coser, bordar, tejer, pintar, cocinar, leer, recitar, o bailar, se participaba
también de una identidad; la convivencia en torno a un propósito hasta
entonces reservado a los varones: pensar de manera conjunta sobre qué y
cómo escribir, llevarlo a cabo, y convertirlo en una realidad en la materialidad
de la tinta y el papel, resonó en el descubrimiento de la capacidad compartida
que las mujeres tenían para decidir juntas, en libertad y de común acuerdo;
por medio de ella era posible sumar fuerzas para resolver un conflicto o allanar
un obstáculo. En suma, para conseguir un interés común.

55
LO PERSONAL ES POLÍTICO

RUECA. UN “ALARDE DE
INDEPENDENCIA”57

Otro espacio de reunión que no podemos dejar de


mencionar es el de la revista literaria Rueca, lo anterior en
cuanto al seguimiento de los proyectos intelectuales a
través los cuales las mexicanas han dado cuenta de su
interés por la cultura y la educación, así como de su
capacidad para conseguir un objetivo común. Dicha
publicación editó 20 números con una periodicidad
trimestral entre los años de 1941-1952, y sólo interrumpió
su tiraje dos veces; además contó con la colaboración
permanente de Julio Prieto y, eventualmente, de Raúl
Anguiano, Nicolás Moreno y Leopoldo Méndez, quienes
elaboraron las viñetas alusivas a la figura de la rueca
Índice Rueca, año 1, Primavera, núm. 2, 1942. Archivo privado.
(título sugerido al parecer por Alfonso Reyes).
La revista se encontraba a cargo de Carmen Toscano,
María Ramona Rey, Pina Juárez Frausto, Ernestina de
Champourcin y Emma Sánchez Montalvo, un grupo de
57
Elena Urrutia, “Rueca. Una estudiantes de la Facultad de Filosofía y Letras que –en
revista literaria femenina”, en
Nueve escritoras…, p. 371. palabras de Elena Urrutia, autora de uno de los dos únicos
estudios realizados sobre esta empresa cultural– Rueca fue
58
Aun cuando no existe
investigación alguna que lo de las primeras revistas “ideada y dirigida por mujeres”
confirme, al parecer el siguiente que vieron la luz al filo de la primera mitad del siglo XX en
proyecto editorial dirigido por
mujeres fue El Rehilete (1961- México.58 Característica que, sin embargo, no ha sido
1971) publicación trimestral, importante en la historia de la cultura impresa nacional
editada en su primer época sólo
por mujeres bajo la dirección pues, como afirma nuevamente Urrutia: “en cuanto al
de Beatriz Espejo y la reconocimiento posterior a la revista […] es común [que se
colaboración de Margarita
Peña, Carmen Rosenzweig, le omita] en obras de crítica literaria cuando se refieren a
entre otras. Sin embargo, tuvo las revistas” de este orden.59
como propósito central
conjuntar la literatura y las artes Tal omisión se constata asimismo en el terreno de la
plásticas. historia de la prensa, de la cultura o de las mujeres;
59
E. Urrutia, op. cit., p. 368. tampoco ha sido considerada como parte de los recuentos

56
I. EDUCACIÓN, TRABAJO Y SOCIABILIDAD: LOS ANTECEDENTES DE UN QUEHACER POLÍTICO PERMANENTE

del feminismo en México. La falta de interés en esta


publicación, quizá se explica porque, tal como en su
momento señaló Carmen Toscano, fundadora y editora de
cabecera durante muchos años de esta empresa editorial,
Rueca no fue una revista feminista.
No obstante, y tal como hemos insistido a lo largo de
estas páginas, para restituir la importancia histórica que
este proyecto tuvo, es imperativo vislumbrar desde otra
perspectiva la intención velada, subterránea, o inconsciente
que este grupo de estudiantes universitarias tuvo cuando se
propuso llevar a cabo un proyecto de esta naturaleza
“quizá porque en esa época todo lo hacían los hombres”.60
Desde nuestra lectura, el surgimiento de esta
publicación es por supuesto un precedente sustancial en el
contexto editorial de la época y con respecto al sentido de
la afirmación intelectual o, digamos, la confianza que en sí
mismas tuvieron estas jóvenes escritoras para conseguir lo
que deseaban. En el mismo sentido, Gabriela Cano refiere
la revista Mujeres. Expresión femenina (1958 a 1982)
dirigida por la periodista Marcelina Galindo, que aun María Ramona Rey, Carmen Toscano, Pina Juárez Frausto de Rueca, ca. 1985.
Archivo privado.
cuando tampoco se adjudicó una postura feminista, tuvo
entre sus colaboradoras a importantes luchadoras de la
izquierda mexicana como Esther Chapa y Adelina
Zendejas, quienes junto con otra de sus columnistas, María
Luisa Mendoza, difundieron el papel de las mujeres en la
cultura y abonaron siempre a favor de los derechos
laborales de las mujeres, en favor por ejemplo, del 60
Ibidem, p. 371.

establecimiento de guarderías.61 61
Cabe señalar, que el estudio
En otras palabras, ante el hecho de que “estas mujeres, de esta publicación es una tarea
pendiente para la historia de la
agrupadas intelectualmente a la par que sus compañeros prensa, de la cultura y las
(esposos, novios, amigos, condiscípulos) que empezaban a mujeres en México. Véase G.
Cano, “Las mujeres en el
escribir poesía, ensayo, prosa, teatro, no eran consideradas México del siglo XX. Una
para formar parte de los equipos editores)”,62 se dieron a cronología mínima”, en Miradas
feministas…, p. 58.
la tarea de generar el espacio donde pudieran poner en
práctica su talento literario. En el mismo sentido, la 62
E. Urrutia, op. cit., p.371.

57
LO PERSONAL ES POLÍTICO

importancia del espíritu de asertividad que las condujo a posicionarse


como productoras de cultura, queda explícito en las siguientes palabras de
otra de sus fundadoras, María Ramona Rey:

[…] estoy segura que si en Tierra Nueva se nos hubiera permitido participar
activamente [como editoras] Rueca no se habría editado. O, al menos, no
por nosotras [pero] en aquel momento de la historia literaria de México, no
tuvimos la suerte que, años después –quizá por la huella que había dejado
Rueca– tuvieron otras jóvenes escritoras, de pertenecer a una generación
literaria en la que la discriminación femenina había sido, no sólo amablemente
atenuada, sino abolida. Quiero insistir en que dicha discriminación no fue
una actitud especial de nuestros amigos terranovistas, sino el reflejo de la
actitud general, del prejuicio de los escritores mismos hacia la literatura
femenina.63

Años más tarde, otras empresas editoriales de larga duración ratificarían la


importancia de no sólo mantener, sino más aún expandir estos espacios de
reunión donde, a través de la escritura, la voz de las mujeres continuara
resonando en el ámbito público: FEM (1976-2005), el suplemento Doble
Jornada del diario La Jornada (1987-1995), y Debate Feminista (1990-2015),
que sólo mencionaremos en tanto que rebasan el marco temporal atendido en
el presente estudio.64
No obstante, es necesario subrayar que todos ellos resumen de manera
ejemplar gran parte de las ideas, y sobre todo, la intención que, a lo largo de
distintas generaciones, motivó la persistencia de las mujeres por integrarse
tanto a la educación formal, como a los diversos ámbitos de la cultura nacional:
63
Ibidem, p. 371.
ser portavoz de las ideas, las preocupaciones, los deseos y los intereses de las
64
Para profundizar al respecto mujeres. Propósito que recién comenzaba a vislumbrarse gracias a todos los
puede consultarse: Elvira
proyectos editoriales hasta aquí mencionados.
Hernández Carballido,
“Escribimos lo que somos. En este sentido, resulta por demás significativo el hecho de que, a
Itinerario del periodismo
semejanza de lo antes dicho sobre La Mujer Mexicana –como resultado
feminista en México”, en Lo
personal es político. Del impreso del quehacer intelectual realizado por las mujeres a lo largo del siglo
feminismo…, pp. 99-126;
XIX–, Debate Feminista haya conseguido transitar al siglo XXI como el proyecto
Miriam López Hernández, Letras
femeninas en el periodismo editorial de más largo aliento que –dedicado a la difusión y discusión
mexicano.
especializada de las preocupaciones, expresiones y demandas de las mujeres
en México– se derivó también del esfuerzo iniciado años atrás por las

58
I. EDUCACIÓN, TRABAJO Y SOCIABILIDAD: LOS ANTECEDENTES DE UN QUEHACER POLÍTICO PERMANENTE

intelectuales, escritoras, maestras, artistas y activistas políticas que, con la


misma intención, dieron vida a FEM; quienes de la mano de nuevas generaciones
de artistas, escritoras, intelectuales, retomaron la responsabilidad de hacerse
escuchar y, así, crear un espacio de opinión pública, una tribuna de papel
donde, mediante la escritura, la expresión del “yo femenino”, se incidía en el
ámbito de la discusión social y, por tanto, en el de lo político.
En síntesis, ambos proyectos forman parte del devenir histórico de las
mujeres en el México actual. En general, y al menos en términos legales y
culturales, no se puede prohibir el ingreso de una mujer a ningún nivel de
educación ni disciplina. Tampoco, por su condición de mujer, se puede
discriminar su capacidad para convertirse en transmisora del conocimiento
aprendido.
En estos y muchos otros aspectos, podemos decir que la consolidación de
una autoridad intelectual femenina, cuya trascendencia simbólica repercutió
de manera sustancial en la conformación de las nuevas ideas y representaciones
culturales del ser mujer que, perfiladas ya durante estos últimos años del siglo
XIX, se insertarían de manera paulatina en la sociedad mexicana en su tránsito
hacia el siglo XX y, sobre todo, acompañaría a nuevas generaciones de
mujeres. Éstas continuarían en la búsqueda de un pensamiento y un proyecto
de vida autónomos desde la reflexión intelectual o la expresión artística, ya de
una forma propia –individual y colectiva–; así como nombrarse a sí mismas
para lograr, como expresó Rosario Castellanos, convertirse en lo que se desea
y gozar de la libertad, la confianza y la seguridad necesarias para tomar una
decisión.

La hazaña de convertirse en lo que se es (hazaña de privilegiados sea el que


sea su sexo y sus condiciones) exige […] sobre todo, el rechazo de esas falsas
imágenes […] Pero hubo un instante, hubo una decisión, hubo un acto en que la
mujer alcanzó a conciliar su conducta con sus apetencias más secretas, con sus 65
R. Castellanos, “La mujer y su
estructuras más verdaderas, con su última sustancia. Y en esa conciliación su imagen”, en Mujer que sabe
existencia se insertó en el punto que le corresponde en el universo, evidenciándose latín…, p. 18.
como necesaria y resplandeciendo de sentido, de expresividad y de hermosura.65

59
LO PERSONAL ES POLÍTICO

DEL TRABAJO INVISIBLE, AL “PROBLEMA”


DE LA MUJER COMO SUJETO ASALARIADO

Si alguna vez hubo dudas, hoy sabemos que las mujeres trabajaron
siempre, tanto en el ambiente rural, en el que nunca faltaron labores
asignadas a ellas, como en las ciudades, donde no sólo se dedicaron a las
tareas del hogar sino también a ocupaciones remuneradas, según sus
posibilidades: algunas en actividades que les permitían cierta independencia,
incluso reconocidas como maestras, vendedoras, prestamistas, parteras,
curanderas, hueseras, costureras y oficios menos honorables; y otras quizá
las menos afortunadas, como empleadas en talleres y obrajes, y sin
duda en mayoría abrumadora, en el servicio doméstico [en el ramo de
la alimentación] hubo dulceras, panaderas, mesoneras, cocineras,
marquesoteras (podríamos llamarlas bizcocheras) y chocolateras, y
también hilanderas, tejedoras y costureras.66
Pilar Gonzalbo Aizpuru

En efecto, la actividad productiva de las mujeres en diferentes ámbitos y rubros


es cosa antigua. Sin embargo, la visibilidad de su condición trabajadora, es
decir, el reconocimiento de que una mujer debía recibir un salario por llevar a
cabo una labor, atravesó por un complejo y sinuoso camino que, en varios
aspectos, se asemeja al ya revisado proceso de acceso a la educación.
El primer elemento de dicha semejanza se refiere al hecho de que, allende
la preceptiva moral y el orden legal, la innegable presencia de las mujeres en
la enorme diversidad de tareas productivas esbozadas en el epígrafe anterior,
impuso por sí misma la progresiva aceptación social de aquella realidad.
Dicha visibilidad significó en síntesis la formalización legal de dicho quehacer,
lo cual puso también en evidencia las inconsistencias del discurso imperante
sobre la presunta incompatibilidad, indisposición o, en suma, desavenencia de
66
Pilar Gonzalbo Aizpuru, su naturaleza femenina con algunos de los esfuerzos tanto físicos como
“Espacio laboral y vida en intelectuales que, también presumiblemente, se consideraban no idóneos para
familia. Las mujeres en la Real
Fábrica de Tabacos de la una mujer. Al mismo tiempo, se denotaba la fragilidad simbólica de la
ciudad de México”, en Espacios dicotomía público-masculino/privado-femenino a partir de la cual aquella
en la Historia. Invención…,
pp. 238-239. preceptiva determinaba los espacios, y en consecuencia las actividades
productivas asignadas a cada sexo.

60
I. EDUCACIÓN, TRABAJO Y SOCIABILIDAD: LOS ANTECEDENTES DE UN QUEHACER POLÍTICO PERMANENTE

El segundo aspecto sustancial desde la perspectiva atendida por este trabajo,


aunque difícil de documentar, es la constatación de que “lo personal es
político”, en tanto “existe una relación directa, por muy compleja que sea,
entre sociabilidad y subjetividad, entre lenguaje y conciencia, o entre
instituciones e individuos”;67 se relaciona con lo que mucho tiempo atrás
Laureana Wright subrayó como una condición elemental para que las mujeres
tuvieran una convicción auténtica de su derecho a la educación: la reformulación
misma de su identidad. Proceso de orden subjetivo donde, al decir de Teresa
de Lauretis, operan los cambios más profundos como los de aquellos “patrones
por medio de los cuales los contenidos emocionales y de la experiencia, los
sentimientos, las imágenes y las memorias se organizan para formar la
autoimagen, el propio sentido de una misma y de los demás”.68
En el ámbito que ahora nos ocupa, el quehacer laboral, esa transformación
identitaria se produjo de manera inherente a la inserción formal de la mujer al
trabajo, pues tal como señala Verena Radkau, en algunos rubros laborales ello
supuso “agregar la explotación a su tradicional opresión [le abrió también] el
camino hacia la experiencia colectiva”, y con ello, tanto a la generación de
una conciencia específica sobre su condición de mujer, como a la posibilidad
de cambiar, en una palabra transformar, dicha situación a través de la acción
conjunta, es decir, la colectividad.69 Evolución que, en palabras de la autora
antes citada, no se produjo como “una secuencia de pasos automáticos, sino
[como] resultado de determinados factores históricos tanto objetivos como
subjetivos”.70
Desde dicha perspectiva, y como veremos a lo largo de este apartado, las
diferentes acciones colectivas implementadas por distintos grupos de trabajadoras,
en respuesta a la diversidad de conflictos laborales que enfrentaron desde su 67
Teresa de Lauretis “Estudios
condición específica como mujeres más allá de las diferencias de clase y estatus Feministas/Estudios críticos:
problemas, conceptos y
(sobre cuyo precedente se consolidaría paulatinamente un marco constitucional de contextos”, en El género en
derechos laborales específicos para las mujeres), nos permiten observar el doble perspectiva…, p. 171.
plano en que operó la ya señalada reformulación subjetiva. Pues para arribar a 68
Idem.
la manifestación pública del desacuerdo sobre lo inapropiado, irrespetuoso y, 69
Verena Radkau, “La fama” y
finalmente injusto y desigual, había sido necesario atravesar por la afirmación de la vida. Una fábrica y sus
la pertinencia y viabilidad de manifestar dicho conflicto y proponer las condiciones obreras, p. 42.

de su resolución. Todo lo cual, aunque quizá de forma indirecta, implicaba un 70


Idem.
cambio en la autoimagen, y por tanto, una resignificación de la identidad.

61
LO PERSONAL ES POLÍTICO

LO FEMENINO Y EL TRABAJO: UN FALSO PROBLEMA,


UNA PREOCUPACIÓN REAL

La visibilidad de la mujer trabajadora fue uno de los acontecimientos emergentes


del paulatino tránsito a la Revolución Industrial, ocurrido en diversas partes del
mundo entre mediados del siglo XVII y XIX; en términos generales, significó el
paso de la producción doméstica de las mujeres al trabajo asalariado en un
ámbito no familiar sino público, de manera preponderante, aunque no única,
en las fábricas de textiles, y en el caso particular de México, también del
tabaco y del café.
Como ya se mencionó, al igual que lo hicieron diversos estudios, en
términos discursivos, este hito significó un conflicto debido, en primer lugar, a
la supuesta incompatibilidad entre la feminidad y las implicaciones de que la
mujer trabajara fuera de los ritmos y prioridades de la actividad doméstica,
incluido el cuidado de los hijos; en segundo, y con relación a la nuevamente
presumible inconsistencia de que recibiera un salario por ello. De manera
puntual, el nodo central de las polémicas generadas alrededor de ambos
aspectos ha sido magistralmente resumido por Joan Scott, pionera en el estudio
de las implicaciones económicas y socioculturales que para las mujeres
inglesas tuvo la Revolución Industrial:

Ya se tratara de una obrera en una gran fábrica, de una costurera pobre o de


una impresora emancipada; ya se la describiera como joven, soltera, madre,
viuda entrada en años, esposa de un trabajador en paro o hábil artesana; ya se
la considerara un ejemplo extremo de las tendencias destructivas del capitalismo
o de la prueba de sus potencialidades progresistas, en todos los casos la cuestión
que la mujer trabajadora planteara era la siguiente ¿debe una mujer trabajar
por una remuneración? ¿Cómo influía el trabajo asalariado en el cuerpo de la
mujer y en la capacidad de ésta para cumplir funciones maternales y familiares?
¿qué clase de trabajo era idóneo para una mujer?71

En otras palabras, y a diferencia de una historia tradicional del trabajo que,


71
Joan W. Scott, “La mujer
trabajadora en el siglo XIX”, en
con base en “un modelo esquemático de la transferencia de producción de la
Historia de las Mujeres en granja a la fábrica, de la industria domiciliada a la manufactura, de la
occidente, p. 99.
actividades artesanales y comerciales a pequeña escala a empresas capitalistas

62
I. EDUCACIÓN, TRABAJO Y SOCIABILIDAD: LOS ANTECEDENTES DE UN QUEHACER POLÍTICO PERMANENTE

a gran escala”, explica dicha preocupación desde la presunta radicalidad


generada por “el traslado de la casa al lugar de trabajo”;72 aspecto que hace
a un lado el conflicto cultural implícito en el reordenamiento del espacio
temporal, en efecto acentuado, pero no originado por la industrialización; el
estudio de Scott devela que el origen de aquel presunto cisma se ubica más
bien en el trastocamiento de la dicotomía público privado sobre la cual
descansaba la asignación social de espacios, y en concordancia con ello, de
roles sociales asignados a los sexos. Pues tal como señala la autora:

En el periodo previo a la industrialización, las mujeres ya trabajaban regularmente


fuera de sus casas. Casadas y solteras vendían bienes en los mercados, se
ganaban su dinero como pequeñas comerciantes y buhoneras, se empleaban
fuera de la casa como trabajadoras eventuales, niñeras o lavanderas y
trabajaban en talleres de alfarería, de seda, de encaje, de confección de ropa,
de productos de metal, quincallería, paño tejido o percal estampado. Si el
trabajo entraba en conflicto con el cuidado de los hijos, las madres, antes que
dejar el empleo, preferían enviar a sus críos a nodrizas u otras personas que se
hicieran cargo de ellos.73 72
Ibidem, p. 100

73
J. W. Scott, op. cit., p. 102.
Algo muy semejante ocurrió en el caso de México donde, además de la actividad
económica urbana que desde el siglo XVII representaban las llamadas labores
74
P. Gonzalbo, “Espacio
laboral y vida…”, p. 239.
domésticas (lavar, cocinar, planchar, barrer y sacudir), es sabido también que
hacia finales del siglo XVIII “varios miles de empleadas [trabajaban] en la Real
75
Cf. Julia Tuñón, Mujeres en
México. Recordando una
Fábrica de Tabacos y otras tantas se ocupaban en panaderías, talleres historia, p. 113, y Silvia Arrom,
y obrajes”.74 Para el siglo XIX, el censo realizado en la Ciudad de México Las mujeres en la ciudad de
México, 1790-1857, pp. 21 y
hacia 1811 registraba que, de sus entonces 137 000 habitantes, las mujeres 336.
representaban 32.4% de la fuerza de trabajo; y hacia 1857 cuando la población 76
María de la Luz Parcero,
sumaba ya 200 000 habitantes, más de 4 200 mujeres formaban parte del Condiciones de la mujer en
servicio doméstico.75 Incluso, tal como detalla un estudio pionero en dicho ámbito: México durante el siglo XIX, p.
52. Cabe mencionar el trabajo
también pionero de Virve Piho,
En los gremios surgidos después de la Colonia, habían figurado las indias, las “La obrera Textil” (1982), cuya
mestizas y hasta las criollas como bordadoras, modistas, costureras, tintoreras, visión panorámica, aun cuando
esquemática y rebasada hoy
curtidoras, cigarreras, mercaderes, tipógrafas, artistas y productoras de diversos
por investigaciones recientes,
objetos. Inclusive, viudas, indígenas y doncellas. Reclamaban para sí en vísperas da cuenta de la historicidad de
de la Independencia, la exclusiva de ciertos oficios como eran la curtiduría, la condición laboral de las
vender zapatos, tejer objetos de palma, echar tortillas o vender guisos el país mujeres.
para gentes humildes.76

63
LO PERSONAL ES POLÍTICO

En resumen, aun cuando, literalmente, la mayor parte de la población femenina


novohispana había trabajado siempre, y “mientras no intentasen salir del
discreto lugar que les correspondía, todas las habilidades femeninas eran
encomiables”,77 es decir aceptadas e incluso promovidas, no fue sino hacia
mediados del siglo XVIII y de manera contundente a lo largo del XIX que
proliferó la discusión sobre los límites de la actividad laboral femenina, en
función de las presuntas limitantes e, incluso con base en su presumible
incapacidad natural para ejercer determinados oficios, una franca oposición
a su inserción formal en algunos rubros debido –se decía– a las problemáticas
que ello representaba para su desempeño como madres y esposas.
En ese sentido, y de regreso a la reflexión sobre la impronta de la
identidad como plataforma germinal de una conciencia política, y en dicho
plano, del papel de la educación como elemento directriz de las preceptivas
culturales que históricamente han definido a los sexos y su lugar en la vida
social, es revelador lo señalado por Anne Staples en relación a las ideas
decimonónicas sobre la educación:

Nadie estaba en contra de que las mujeres se instruyeran. Todos, fueran


clérigos, políticos, literatos, abogados o educadores, coincidían en que era
necesario, invocando tres razones principales: en primer lugar por el bien de
los vástagos, en segundo para convertir a la mujer en mejor compañera del
hombre y, por último, un aspecto rara vez mencionado, para hacer algo por la
mujer misma.78

Lo anterior, en tanto que, aun cuando quizá sobra decir que la construcción
del ”deber ser” femenino implícito en este discurso se establece desde el
estereotipo de clase dirigido a las mujeres de los sectores medios y acomodados
(que insiste en definir las virtudes naturales de lo femenino: debilidad física,
belleza, ingenuidad, timidez, ternura, resignación para el sufrimiento, fuerza
”interior o moral”); debe señalarse que la parte medular de dicho imaginario,
permea sin embargo a las mujeres de todas las clases y sectores sociales. En
77
P. Gonzalbo, “Religiosidad
femenina…”, p. 35. otras palabras, aun cuando el entreverado de modalidades, grados, o variantes
en que dicha preceptiva es introyectada y ejercida por las mujeres de distintos
78
Anne Staples, “Una
educación para el hogar: grupos, pueda ser tan complejo como diversas las circunstancias específicas
México en el siglo XIX”, en en que cada una construye su identidad, las posibles variantes de configuración
Obedecer…, p. 86.
de la misma se circunscriben a los marcos establecidos por la preceptiva moral

64
I. EDUCACIÓN, TRABAJO Y SOCIABILIDAD: LOS ANTECEDENTES DE UN QUEHACER POLÍTICO PERMANENTE

y la normatividad legal imperante. Tal como puede apreciarse en un par de


notas suscritas por diversos grupos de obreras durante el Porfiriato, en este
caso el texto firmado por Agustina Pérez y otras 56 mujeres:

Compañeras: deseosas las que suscribimos de contribuir con nuestro grano de


arena al mejoramiento de la clase trabajadora, por tener el distinguido honor de
pertenecer a ella, y comprendiendo las muchas ventajas que nos proporciona la
abolición de las velas, no podemos menos que apoyar la proposición hecha por
nuestros amables hermanos y compañeros de trabajo, los obreros […], no
obstante carecer de la dicha de tener un lugar en la sociedad, como lo deseamos
[aunque] tiempo vendrá en que nuestro pobre ser será colocado en el lugar que
de derecho le corresponde [pues]. Si nosotras somos físicamente inferiores al
hombre. Si, como él, no podemos siempre usar del libre albedrío; si no podemos
como él, mojar nuestros labios en ese licor embriagador que se llama libertad,
poseemos también algunas ventajas que, moralmente, nos hacen a veces
superiores al hombre. Tenemos un alma más generosa y compasiva, un corazón
más ardiente, y sin embargo más casto.79

En el mismo orden de ideas, y como ya se comentó para el caso anglosajón,


los cambios ocurridos hacia mediados del siglo XVII en la actividad laboral de
la población femenina con el incremento de su ingreso a las fábricas textiles y
de tabacos, no implicaron una modificación abrupta de la manera en que
hasta entonces las mujeres “resolvían” de cualquier modo las diversas formas
de interacción entre el espacio privado-familiar y el público-laboral. Hecho
cabalmente documentado desde finales del siglo XVIII y principios del XIX, en
el quehacer cotidiano, como es el caso de “las mujeres que se dedicaban al
comercio en estanquillos, tendajones y expendios de todo tipo; las que lavaban 79
Agustina Pérez et al., en “Las
obreras”, El Socialista, año IV,
y planchaban; las que molían y prestaban toda clase de servicios en casas, núm. 70 (3 de mayo de 1874),
fondas y mesones de la ciudades”,80 hasta prácticamente mediados del siglo citado en Liborio Villalobos
Calderón, Las obreras en el
XX. Como en el caso de doña Justa, obrera textil de la fábrica de hilados y
Porfiriato, p. 329; y Eva (seud.),
tejidos “La Fama”, en Tlalpan, de 1916 a 1956, y quien hacia 1936, habiéndose “La misión de la mujer”, El hijo
del Trabajo, año III, vol. 2, núm.
negado a dejar de trabajar cuando se casó con don Antonio, cuenta la 89, p. 2, recogido en
dinámica que estableció al término de los 40 días de licencia posteriores al La mujer y el movimiento obrero
mexicano en el siglo XIX, p. 11.
nacimiento de su primer hijo: “entraba a las seis a la fábrica [y podía] regresar
a las nueve para darle de comer al bebé. Mientras tanto lo dejaba con una 80
M. L. Parcero, op. cit.,
pp. 52-53.
ahijada de 12 años. Después pagaba ocho pesos al mes a una señora para
que cuidara al hijo e hiciera la comida”.81 81
V. Radkau, op. cit., p. 84.

65
LO PERSONAL ES POLÍTICO

¿Por qué entonces la insistente y particular preocupación, sobre los nocivos efectos
que con respecto a su papel como madres se atribuyen al ingreso de las mujeres a
los diversos ámbitos laborales, aun cuando el más reiterado fuera el fabril? Tal como
apunta, nuevamente, la queja manifiesta por un obrero: “Si al menos la manufactura
hubiera sido libre […] la mujer iba a la fábrica a comenzar su tarea a las 8 de la
mañana, podría empezarla a las 5:00 y avanzar mucho en tres horas; no tendría
que abandonar a sus hijos y su casa a una vecina descuidada con prejuicios de la
educación cristina y física de aquellos y con daño de la moral de la población”.82
Nos parece que, en concordancia con el planteamiento de Joan Scott, “la separación
entre hogar y trabajo, más que reflejo de un proceso objetivo de desarrollo histórico,
fue una contribución [al mismo, pues] suministró los términos de legitimación y las
explicaciones que […]” al relativizar los argumentos con que a partir del supuesto
“dilema casa-hogar”, la “ideología de la domesticidad” estableció las diferencias
entre hombres y mujeres en el mercado laboral.83
En efecto, si recordamos el marco dicotómico de la normatividad moral
imperante desde el cual, y con base en la presunta esencia natural de lo masculino-
femenino, a los varones se atribuían los espacios de la vida social: lo público y el
trabajo remunerado en virtud de su responsabilidad como proveedor material de la
familia; a la mujer, por el contrario, en función de la naturaleza débil, sentimental e
intuitiva que se le asigna, correspondían la preservación del orden doméstico, así
como el cuidado y educación moral de los hijos al interior del ámbito doméstico-
familiar.84 Comprenderemos mejor el verdadero cisma estructural que, en términos
culturales, significó por un lado, la imposibilidad de continuar obviando lo que la
realidad cotidiana mostraba: las mujeres no sólo eran agentes productivos, sino que
también daban cuenta de su aptitud para ello en territorios hasta entonces reservados
82
M. L. Parcero, op. cit, p. 58.
en exclusivo a los varones, en particular, el magisterio, los servicios médicos,
83
J. W. Scott, op. cit., p.102. comerciales o en las oficinas de gobierno, e incluso la escritura. Por otro, la percepción
84
Michelle Perrot, “Salir”, en
de que muchos de los trabajos realizados por las mujeres en algunos de estos
Historia de las mujeres…, ámbitos eran sólo una extensión de las tareas usualmente femeninas, seguramente
pp. 8 y 155.
formó parte de la confusión simbólica que, de acuerdo con Rose Marie Lagrave, se
85
Rose-Marie Lagrave, “Una expresó en la generación de un discurso que intentó apuntalar la ya mencionada
emancipación bajo tutela.
Educación y trabajo de las
concepción dicotómica sobre la cual se levantaba el orden social imperante: el
mujeres en el siglo XX”, en presunto conflicto entre el papel que las mujeres debían cumplir en la familia,
Historia de las Mujeres…,
pp. 81-83.
y su actividad remunerada.85

66
I. EDUCACIÓN, TRABAJO Y SOCIABILIDAD: LOS ANTECEDENTES DE UN QUEHACER POLÍTICO PERMANENTE

Las incontables páginas que produjo dicha polémica merecen por sí mismas
todo un análisis. Por ahora, sin embargo, baste señalar el vínculo sustancial
que en dicho proceso jugó, una vez más, la discusión sobre las mujeres y la
educación. Pues tal como expresa claramente el siguiente texto, el sentido de
dicha relación atraviesa siempre, y necesariamente, por el tipo de sociedad
imaginada, y de los hombres y mujeres que la encarnan.

¿Quiere el Sr. Vigil que la mujer reciba instrucción semejante al hombre, para
que esté en aptitud de consagrarse a los trabajos que éste desempeña? ¿Quiere
que ejerza la medicina, que desempeñe la abogacía, que sea representante del
pueblo, y que asuma el importante papel de gobernante? Tal cosa parece, por
lo menos indicar, cuando cita el hecho de que varias jóvenes han ingresado en
las escuelas de varones, no contentas con la educación que se les puede
proporcionar en los establecimientos destinados a su sexo [lo cual] es enteramente
inaceptable [pues] cada sección de la humanidad tiene su objeto bien definido.
El papel de la mujer es tan fundamentalmente importante en el santuario del
hogar, que cualquiera otra actividad a que quisiera consagrársele […] sería
pequeña y miserable en comparación de sus grandiosos deberes domésticos
[...]. Así pues, tanto la mujer como el hombre deben se enseñados, con arreglo
al objeto que cada uno debe realizar. Y esto se comprueba, recordando que ese 86
Luis E. Ruíz, “¿Educar a la
hecho no es sino una de las explicaciones de la importante ley del trabajo.86 mujer para que comita con el
hombre y lo aventaje?”, en
respuesta al que sobre “La
educación de la mujer” publica
el señor J. M. Vigil, El Correo
UNA CAPACIDAD ASUMIDA: EL TRABAJO DE de las Señoras (1884), citado
en Martha Eva Rocha, El álbum
ORGANIZARSE de la mujer. Antología ilustrada
de las mexicanas, pp. 139-140.

87
“Representación que las
maestras, oficiales y demás
El 24 de abril de 1846, una “representación de maestras, oficiales y demás empleadas de la Fábrica de
Tabacos de esta ciudad, dirigen
empleadas de la fábrica de tabacos” de la Ciudad de México, dirigieron
al supremo gobierno, pidiendo
al Presidente de la República una extensa carta donde, a raíz del anuncio no se adopte el proyecto de
elaborar los puros y cigarros
de la compra de una máquina para elaborar los puros y cigarros hasta
por medio de una máquina”, El
entonces realizados manualmente, expresan la preocupación que dicha Monitor Republicano,
núm. 437 (3 de mayo de
noticia les causa con relación al futuro de su actividad en esta fábrica,
1846), citado en Julia Tuñón, El
gracias a la cual subsisten “más de treinta mil familias menesterosas e álbum de la mujer. Antología
ilustrada de las mexicanas,
infelices” en toda la República, aun cuando dicho trabajo “no es variado,
p. 188.
ni lucrativo, ni adecuado a la salud, ni exento de las incomodidades propias
de toda ocupación manual”.87

67
LO PERSONAL ES POLÍTICO

Antes y después de ellas, otras mujeres manifestaron también su descontento


ante los conflictos derivados de su actividad laboral. De los muchos casos por
fortuna documentados, señalaremos tan sólo algunos que dan cuenta de la
constancia con que las mujeres expresan sus desacuerdos y, en consecuencia,
el creciente posicionamiento de su condición trabajadora. En 1798, doña
Josefa de Celis presenta una queja al virrey Miguel Joseph de Azanza porque
el maestro del gremio de zapateros le prohíbe vender su producción,
contraviniendo así la ley que desde 1796 cancelaba las restricciones gremiales
contra las mujeres. Cabe señalar que tiempo después, un nuevo decreto
especificó aún más que “con ningún pretexto se permitiese que por los gremios
ni otras cualesquier personas se impidiese la enseñanza a mugeres y niñas de
todas aquellas labores que son propias de su sexo ni que vendan por sí o de
su cuenta libremente sus manufacturas”.88
En 1877, las tejedoras del Distrito Federal denuncian los 16 centavos al
día que reciben por doce horas y media de trabajo, con escasos cinco minutos
para comer.89 Una década más tarde, en 1888, las trabajadoras de la fábrica
de cigarros “El ideal”, llevan a cabo una huelga ante la serie de injusticias y
arbitrariedades de que son objeto.90 Casi al filo del siglo, en 1896, un amplio
número de costureras pide al Presidente de la República, que revoque la
disminución de sus salarios. Pasarán muchos años para que, en agosto de
1934, este mismo gremio anuncie la constitución de la Sociedad Cooperativa
de Costureras Mexicanas, con el objeto de “luchar por la emancipación de las
mujeres que trabajan, de la inicua explotación de que somos víctimas”.91
Todos estos acontecimientos, así como los diversos proyectos educativos
(independientes y gubernamentales) que se vincularon con los sectores obreros
88
S. Arrom, op. cit., p. 45. como una respuesta al interés de las mujeres por educarse y buscar un
89
M. L. Parcero, op. cit., p. 62.
horizonte laboral mejor retribuido y menos extenuante, dan testimonio de lo
dicho al inicio de este apartado: la presencia de las mujeres en un amplísimo
90
José Ma. González y
González, “Huelga”, en La
rango de actividades remuneradas era tan innegable, como su creciente
Convención radical Obrera convicción sobre las muchas más labores y actividades que podría realizar si
(1888), p.1, citado en M. E.
Rocha, El álbum de la mujer…, se le permitía educarse, o entrenarse para ello. Esa convicción que, como
p. 182. hemos visto, es expresada de manera contundente a partir de la segunda
91
M. E. Rocha, El álbum de la mitad del siglo XIX por figuras como Laureana Wright, Dolores Correa Zapata,
mujer…, p. 191. Laura Méndez de Cuenca, Juana Belém Gutiérrez de Mendoza, Hermila

68
I. EDUCACIÓN, TRABAJO Y SOCIABILIDAD: LOS ANTECEDENTES DE UN QUEHACER POLÍTICO PERMANENTE

Galindo, María Ríos Cárdenas, entre muchas otras, representa precisamente lo


que Julia Tuñón llama “el piso necesario para levantar andamios posteriores”.92
En otras palabras, cada una de las acciones realizadas y las palabras
enunciadas, cuyo propósito fue dejar claro que la inserción de las mujeres en
la vida productiva era una realidad tan irreversible como el de su derecho a
la educación, incidieron en la paulatina transformación de las ideas y
circunstancias materiales que se oponían a ello. Sin la consideración de dichos
precedentes, resulta imposible valorar la trascendencia de los cambios que al
respecto instauró la Constitución de 1917.
El artículo 123 estableció la igualdad de derechos y salarios para hombres
y mujeres, precedente a partir del cual, la Ley Federal del Trabajo de 193193
confirmó, por un lado, que era innegable la importancia de la ocupación
laboral femenina fuera del hogar y, por otro, que el número de trabajadoras
aumentaba. Cabe subrayar que esta ley no establecía diferencias por sexo
entre los trabajadores y estipulaba que toda persona mayor de 16 años podía
realizar libremente un contrato laboral o con consentimiento de los padres si
tenía entre 12 y 16 (artículos 17, 19 y 20). No obstante, reconocía en general
los mismos derechos para hombres y mujeres con respecto a días de descanso,
seguro por desocupación, accidente, fallecimiento o vejez, incluso se prohibía
expresamente que se pagara menos salario a mujeres, niños y extranjeros por
un empleo que podían resolver con la misma eficiencia (art. 22- fracc. v). Las
casadas, por su parte, podían laborar sin requerir el consentimiento de su
marido (art. 21).
Por otro lado, en razón de la asumida idea de la debilidad femenina, se
impidió que desempeñaran jornadas extraordinarias (art. 76), nocturnas o en
lugares donde se vendiera alcohol para consumo inmediato, tampoco podían
efectuar labores consideradas peligrosas e insalubres (arts. 22, 77, 107). La 92
Julia Tuñón, “Introducción” a
relevancia de la maternidad también exigió que se protegiera a las embarazadas, Voces a las mujeres. Antología
del pensamiento feminista
por lo que se les otorgó ocho días antes del parto y un mes posterior al mismo mexicano, p. 36.
de descanso y con paga; igualmente, tenían derecho a un par de recesos diarios 93
Todos los artículos provienen
durante la lactancia (art. 79). Por otro lado, se obligaba al empleador que de Alberto Trueba Urbina, Ley
tuviera más de cincuenta mujeres a su servicio, a proveer espacios especiales Federal del Trabajo reformada.
En adelante, las referencias a
para que pudieran amamantar y atender a sus hijos (art. 110). No debe olvidarse, esta ley se señalarán sólo en el
sin embargo, que la práctica solía ser distinta a la letra de la ley. Aspecto en el cuerpo del texto.

que no abrevaremos aquí, pues forma parte del capítulo final de este libro.

69
LO PERSONAL ES POLÍTICO

Para terminar, es necesario subrayar que los dos grandes procesos aquí
revisitados, trabajo y educación, representan dos espacios vitales donde, día
tras día, año tras año, siglo tras siglo, la experiencia cotidiana de las mujeres
se ha transformado siempre, tanto, como la idea que de sí mismas les permitió
poco a poco reconocer su capacidad de comunicar, y hacer valer su voz, en
todos los terrenos de la vida social. Sobre todo, en cualquier asunto (privado
y/o público, de acuerdo con lo establecido en cada momento histórico) donde
buscaran incidir, donde fuera necesario actuar, donde les interesara y quisieran
participar.

REFLEXIONES FINALES. EL TRABAJO


DE REESCRIBIR LA IDENTIDAD:
UN ANTIGUO CONFLICTO

Es evidente que las posibilidades individuales de existencia no son


simplemente efecto de los propios límites subjetivos ni de las fronteras
discursivas, pero tampoco pueden atribuirse exclusivamente al despliegue
implacable de fuerzas socioeconómicas que algún día serán modificadas
[…] Una vez más, no me refiero solamente a las limitaciones, sino sobre
todo a las configuraciones de la subjetividad.94
Teresa de Lauretis

En 1928, muchos años antes de que la historiografía occidental iniciara un


recuento sistemático de la presencia de las mujeres en la historia, y corroborara
la escasez de documentación útil a la reconstrucción de este pasado, la
escritora inglesa Virginia Woolf apuntaba que, de alguna manera, la ausencia
de libros de historia que hablaran sobre las mujeres, se relacionaba con otra
carencia de la que, históricamente, éstas también adolecían: la independencia
económica e intelectual. El remedio para todo ello, insistió la escritora,
dependía de la posibilidad de contar con dinero y una habitación propia,
94
T. de Lauretis, op. cit., pues incluso la mínima estabilidad económica y emocional brindada por
pp. 171-172.

70
I. EDUCACIÓN, TRABAJO Y SOCIABILIDAD: LOS ANTECEDENTES DE UN QUEHACER POLÍTICO PERMANENTE

aquella autonomía, permitiría que además de escribir (interés central de


Woolf en su ensayo), las mujeres se adentraran en el conocimiento y análisis
de las muchas cosas que, más allá de las tareas relacionadas con el
matrimonio y la familia, ocurren en el mundo.
De esta forma, al mismo tiempo que se dedicaran a escribir sobre
todos sus descubrimientos y reflexiones (entre los que podría contemplarse
el rastreo de sus antepasadas, para demostrar que sí formaban parte del
devenir histórico), se convertirían en sujetos de la misma y conseguirían,
finalmente, integrarse a los Anales de la historia sin que para ello fuera
necesario realizar excepcionalidad alguna.95
Como han señalado muchos de los estudios realizados sobre este
ensayo, un clásico de la literatura del siglo XX, en el contexto temporal en
que Virginia Woolf escribe (1928), la metáfora de la “habitación propia”
guarda una relación directa con la posibilidad de imaginar una identidad
de lo femenino, por completo alejada del estereotipo imperante que, como
hemos visto a lo largo de estas páginas, no consideraba la libertad
intelectual y económica como una condición propia de las mujeres.96
En el mismo sentido, la imagen de esa mujer que asume, desea, y
considera posible habitar dicha habitación, y con ello la independencia y
libertad consecuentes, reitera el papel nodal que los ámbitos hasta aquí
revisados: educación y trabajo, han jugado de manera específica en la
configuración identitaria de las mujeres; pues, como se ha insistido, son
espacios en los que, simbólica y empíricamente, se gestan y dirimen los
conflictos individuales y colectivos que, desde la concepción no tradicional
de la política y lo político que orienta nuestro análisis, constituye el proceso
elemental a partir del cual se ejerce la política y se instrumenta el sentido
ontológico de lo político. 95
Virginia Woolf, Un cuarto
propio, p. 40.
En otras palabras, y de acuerdo con el planteamiento de Lechner sobre
la vida cotidiana como un “campo de lucha a la vez que un instrumento de 96
Argentina Rodríguez, “El
cuarto de Virginia Woolf”,
lucha [donde a partir] de nuestra experiencia cotidiana [se elaboran] buena en Escribir como mujer…,
parte de los criterios con que enfrentamos las decisiones políticas”,97 el pp. 59-70.

acceso a la educación y al trabajo remunerado, han sido una plataforma 97


Norbert Lechner, citado en
cultural sustancial para el ejercicio de un quehacer político femenino, sin Alejandra Massolo, “Las
Políticas del Barrio”, Política
embargo no reconocido, o más bien excluido desde los paradigmas y Cultura, pp. 42 y 53.
androcéntricos de la política. Mismos que, tal como señala Alejandra

71
LO PERSONAL ES POLÍTICO

Massolo han sido cuestionados, entre otras teorías críticas derivadas de las
ciencias sociales y las humanidades, por el feminismo y la Historia de las
mujeres:

Clásicamente, y reductivamente, la política y el quehacer político corresponden


a espacios y actividades institucionalizados en privilegiadas ubicaciones: el
gobierno, los partidos políticos, las cámaras o parlamentos y, eventualmente
los grupos de presión más o menos formalizados. La perspectiva crítica del
feminismo y los estudios sobre la mujer han abierto el cauce a nuevas corrientes
de análisis y discusiones al demostrar […] los sesgos, y poner en evidencia la
mayor amplitud y complejidad de los fenómenos políticos.98

Como parte de dicha perspectiva, queda claro también que el proceso, a


través del cual las mujeres han asumido sus capacidades políticas, ha sido
en extremo complejo, en tanto ha implicado resignificar desde la subjetividad
(médula inaprehensible de la identidad), la oposición simbólica que, de
manera predominante, a lo largo de la historia excluyó a las mujeres de
dicho territorio. No obstante, y precisamente porque, como señala
Lauretis, es ahí donde ocurren los cambios más profundos de la
autopercepción, es necesario insistir en que la reformulación histórica
aquí propuesta de “los discursos y las representaciones que afectan real
y concretamente las vidas de las personas”, forma parte de la titánica,
pero al mismo tiempo, elemental manera en que operan los cambios más
profundos: “El cambio debe ocurrir ahora mismo, y sin duda está
ocurriendo, si sabemos mirarlo, es decir, si consideramos la noción de
cambio en ciertos niveles de abstracción. El cambio está teniendo lugar
[cuando se hace evidente, por ejemplo] la historia de la conversión y de
la concientización que tienen lugar cuando las mujeres transgreden las
98
A. Massolo, “Las Políticas del
fronteras del espacio doméstico”.99
Barrio”, p. 67. En el mismo sentido, resulta fundamental insistir en la necesidad de
99
T. de Lauretis, op. cit., pp.
visibilizar ese proceso como una faceta central en la generación de una
71-72; y Jean Franco, “Invadir identidad política de las mujeres. Puesto que, tal como señala de nuevo
el espacio público, transformar
el espacio privado”, en Ensayos
Alejandra Massolo:
impertinentes, pp. 26-27.

72
I. EDUCACIÓN, TRABAJO Y SOCIABILIDAD: LOS ANTECEDENTES DE UN QUEHACER POLÍTICO PERMANENTE

Los cambios y ruptura que se manifiesten en el orden y normatividad de la vida


cotidiana, así como en los de la política, no surgen de la “galera de un mago”
sino que se gestan y hacen visibles gracias a los múltiples e imbricados cambios
moleculares –frecuentemente imperceptibles y desconocidos, sobre todo a la
vista de las tradicionales miradas hegemónicas en la teoría y el poder político
[que ignoran] la introyección en las relaciones intersubjetivas [de las] creencias
y hábitos que perpetúan rasgos de la cultura política.100

Para terminar, el estudio de Massolo sobre la participación de las mujeres


en los movimientos urbanos independientes de la Ciudad de México
durante los años 70, resulta un ejemplo puntual de todo lo antes dicho. No
sólo porque durante mucho tiempo, dichos eventos, no fueron considerados
parte de la historia política del México Contemporáneo, sino todavía más,
porque nos permiten observar la complejidad del proceso de politización
atravesado por estas mujeres, cuando, por una parte, al sobrellevar, es
decir, ir más allá de sus propios estereotipos culturales sobre la relación de
las mujeres y el ámbito público, consiguieron “legitimar y valorizar su
presencia” en dichos conflictos; por otra, se sorprendieron al darse cuenta
de que para ellas, “los asuntos políticos significan –a diferencia de los
hombres– agobiadores sobreesfuerzos y desalentadoras culpas, riesgos y
estigmas que enfrentar. Entre otros muy frecuentes el de que ser políticas
“¡no es ser libertinas!”, esto quiere decir que para las mujeres que han 100
A. Massolo, op. cit.,
pp. 62, 72.
aprendido a participar como sujetos sociales, la política en México tampoco
es equivalente de libertinaje”.101 101
Ibidem, p. 72.

73
LO PERSONAL ES POLÍTICO

74
Movimiento magisterial de 1956, en apoyo a maestras y maestros, encabezado por Othón Salazar y Encarnación Pérez Rivero durante el gobierno de Adolfo Ruiz Cortines.

75
I. EDUCACIÓN, TRABAJO Y SOCIABILIDAD: LOS ANTECEDENTES DE UN QUEHACER POLÍTICO PERMANENTE

II
Hogar y maternidad en México.
Entre el deber ser y la realidad
cotidiana

A DRIANA M AZA PESQUEIRA

77
[…] mover los límites de lo que en la tradición del liberalismo era una distinción
acuñada llamando la atención sobre lo que no se ha dicho de ella no es más
que un intento de buscar una sociedad más justa para todos a través de la
redefinición de lo político que deje de ser excluyente.1
Elena Beltrán Pedreira

La construcción social de lo público como masculino y lo privado como


femenino, derivada del pensamiento ilustrado en la constitución de los estados
modernos, se sustentó en la visión de una naturaleza complementaria de los sexos.
El espacio público se configuró como el de la razón, la libertad y la justicia;
en otras palabras, la esfera de la política. En contraposición a lo anterior, la
privacidad se asumió como la esfera de la conciencia moral, la naturaleza y
lo políticamente irrelevante. Las mujeres, supuestamente predispuestas por su
sexo a los sentimientos, fueron confinadas a este espacio y la división de
ambos se justificó cuando lo político quedó al margen de las relaciones
cotidianas, ya que al Estado le correspondía proteger lo que pertenece a lo
público que es común a todos.
Simultáneamente al desarrollo del pensamiento ilustrado, el avance del
capitalismo trajo consigo la desaparición de las economías familiares de
subsistencia; la “casa” dejó de ser un lugar de actividad económica para
convertirse –bajo la nueva filosofía– en el recinto íntimo, el hogar, donde la
mujer era responsable del bienestar doméstico. Acordes con este nuevo orden,
el matrimonio y la maternidad se configuraron como el medio por excelencia
para que ella cumpliera con su deber familiar y social, cifrado en que la
buena marcha de lo público dependía de dicho bienestar en lo privado.
Ambas funciones eran compatibles con los supuestos atributos femeninos e
incompatibles con cualquier cometido del ámbito público.2
Para mantener a las mujeres en el entorno cerrado y separado de lo político, 1
Elena Beltrán Pedreira, “Público
se elaboró un discurso de exclusión sustentado en las características atribuidas y privado: sobre feministas y
liberales: argumentos en un
a su naturaleza, exaltando cualidades como abnegación, sacrificio, obediencia debate acerca de los límites de lo
y docilidad. La argumentación de estas “excepcionales virtudes”, dirigidas a político”, Doxa…, p. 405.

moldear los cuerpos y las conductas, ofrecía no sólo su realización a través 2


Mónica Bolufer,
“Transformaciones culturales.
del matrimonio y la maternidad, sino también la oportunidad de cumplir el
Luces y sombras”, en Historia de
compromiso moral de ser las transmisoras de los valores encaminados al las mujeres en España…, p. 490.

79
LO PERSONAL ES POLÍTICO

progreso de las naciones. Esta premisa, sumada a la responsabilidad de


proporcionar a la familia el bienestar necesario para su competencia en el
ámbito público, nos brinda una primera pauta para afirmar que, desde su
actividad en el terreno de lo cotidiano, es decir, desde lo personal, ellas
hacían política.3
La influencia de las ideas ilustradas en la Nueva España (siglo XVIII)
planteó la necesidad de un Estado moderno cuya constitución se basó en los
derechos individuales; de esta forma, una sociedad de corporaciones transitó
a una de individuos. Para consolidar el nuevo orden social, la teoría liberal
produjo una serie de discursos de género plasmados tanto en las leyes y los
manuales de urbanidad, como en la literatura y los tratados médicos que
afianzaban la autoridad masculina y, finalmente, fijaron en el imaginario la
actividad femenina restringida al hogar, las labores domésticas y la crianza de
los hijos, además de dictar las normas que debían imperar en el desempeño
de dichas tareas. No obstante, como afirma Elena Beltrán, “algunas mujeres
se dan cuenta de que esos ideales […] no tenían mucho que ver con ellas
cuando se trataba de llevarlos a la práctica”.4
Nos introduciremos en el análisis de la prescriptiva moral, social y
jurídica que, acerca del amor y la sexualidad, dictó a las mujeres una forma
específica de vivirlos y sentirlos, con base en que ambos constituían los
3
Véase Chantal Mouffe: En
torno a lo político, p. 16. cimientos sobre los cuales se sostenían el matrimonio y la maternidad.
“Concibo ‘lo político’ como la
Tomando en cuenta lo anterior, además de las funciones inherentes al ámbito
dimensión de antagonismo que
considero constitutiva de las doméstico, buscaremos las expresiones, prácticas y sutiles formas de poder
sociedades humanas, mientras
empleadas por las mujeres para construirse como sujetos con derechos. En
que entiendo a ‘la política’
como el conjunto de prácticas e el proceso diseminaron un discurso que trastocó la dinámica familiar y, a la
instituciones a través de las
postre, trascendió al espacio de la política. Veremos que las normas
cuales se crea un determinado
orden, organizando la desiguales impuestas desde la sociedad y el Estado, la organización
coexistencia humana en el
jerárquica de la familia y el diseño de leyes con distinciones de género,
contexto de la conflictividad
derivada de lo político”. activaron diversas reacciones de resistencia al orden establecido.
4
E. Beltrán, op. cit., p. 390.
A partir de que el Liberalismo asume de manera tajante la autonomía de
lo político y aísla los procesos caracterizados como “no-políticos” (economía,
5
Véase Nancy Fraser,
“Repensar el ámbito público: familia, vida cotidiana), los públicos integrados en estos procesos –en este
una contribución a la crítica de caso las mujeres– se convierten en subordinados.5 Las relaciones de subalteridad
la democracia realmente
existente”, Debate Feminista, pueden ser lugares de resistencia individual y colectiva en donde disputan la
pp. 37-40. legitimidad de un orden social específico y generan conflicto: éste es

80
II. HOGAR Y MATERNIDAD EN MÉXICO. ENTRE EL DEBER SER Y LA REALIDAD COTIDIANA

constitutivo de lo político.6 Con base en lo anterior, veremos la forma en que,


desde sus tareas tradicionales como amas de casa, esposas, madres, las
respuestas de las mexicanas a la normativa que les dictaba un deber ser
concreto abrieron nuevos canales de negociación desde los cuales se
construyeron como sujetos políticos con capacidad de producir cambios en las
formas institucionales existentes.

EL HOGAR Y LAS FORMAS


DE VIDA FAMILIAR

Actividad y racionalidad como atributos masculinos, pasividad y emoción


como atributos femeninos, combinados de múltiples formas, resultan en
la definición de los roles de género y una interpretación de la realidad,
que predestina a las mujeres confundiéndolas con la familia y lo privado;
en tanto los varones se identifican con la eficiencia necesaria para la
competencia en el ámbito público.7
Teresita de Barbieri

La influencia de las ideas ilustradas se tradujo en afianzar a la familia como


base de la estabilidad social y desarrollo económico de las naciones y,
dentro de ella, el papel de la mujer se tornó fundamental. Sus nuevas
responsabilidades domésticas se le presentaron, no sólo acordes a su
presunta naturaleza espiritual –más que racional–, sino antagónicas con Véase Martín Retamozo
6

cualquier actividad fuera del hogar. Esa naturaleza sensible, poseedora de Benítez, “Lo político y la
política: los sujetos políticos,
amplias cualidades morales se encaminaba a su realización en el matrimonio conformación y disputa por el
y le brindaba, a través del mismo, la oportunidad de cumplir el compromiso orden social”, Revista Mexicana
de Ciencias Políticas y Sociales,
de garantizar a la familia el bienestar necesario, mediante la organización pp. 69-91.
de la casa y la educación de los futuros ciudadanos. 7
T. de Barbieri, “Los ámbitos de
Dice Michel Foucault que “el poder es tolerable sólo con la condición de acción de las mujeres”, Revista
Mexicana de Sociología,
enmascarar una parte de sí mismo. Su éxito está en proporción directa con p. 211.
lo que logra esconder de sus mecanismos”.8 Bajo esta premisa, el discurso
8
Michel Foucault, Historia de la
que sometió a las mujeres las cubría de sublimes virtudes tales como las sexualidad, vol. 1, p. 105.

81
LO PERSONAL ES POLÍTICO

antes mencionadas, a la vez que se les ofrecía como la posibilidad de cierto


ejercicio de poder; de forma paralela, la autoridad masculina se reforzaba
con nuevos argumentos. Lo anterior nos indica, por un lado, que ellas no
estaban dispuestas a aceptarla de manera incuestionable y, por el otro, que
efectivamente ejercieron sutiles formas de poder desde el espacio asignado,
simuladas por un sinnúmero de tácticas, pero siempre trascendiendo con sus
actos a la esfera pública.

LA MUJER Y LA FAMILIA EN EL TRÁNSITO


AL MÉXICO INDEPENDIENTE

En el siglo XVIII, la vida de las personas, tanto en el espacio íntimo de la familia


como fuera de él, estaba regida por las normas de la Iglesia y, como sociedad
de corporaciones, los problemas ocurridos en la vida privada pasaban de
inmediato al dominio público. Tanto la Iglesia como el poder civil cifraban en
el matrimonio la preservación del orden social, mismo que descansaba en un
sistema patriarcal en donde la autoridad del marido se manifestaba en todos
los aspectos de la vida doméstica. De la esposa se esperaba sumisión absoluta
y su conducta estaba limitada por una gran cantidad de restricciones ya que,
cualquier transgresión al deber ser afectaba el honor de toda la familia y, por
extensión, la estabilidad social. No obstante, las costumbres de vida volcadas
a lo público les ofrecían mayor protección en determinadas circunstancias y
algunas ventajas. Como ha demostrado Ann Twinam, la división de las esferas
que las ideas ilustradas aún no habían vuelto tajante, permitió cierta flexibilidad
en las prácticas cotidianas, que servía de resguardo a las mujeres, al ofrecerles
un espacio de mediación para evitar que una transgresión en lo privado
dañara su reputación en lo público.9
9
Véase Ann Twinam, Una práctica colonial característica de las relaciones de pareja la
“Estrategias de resistencia:
manipulación de los espacios
constituían los esponsales. Para iniciar una relación, sólo era necesaria
privado y público por mujeres la palabra de casamiento futuro, con carácter irrevocable; las mujeres solían
latinoamericanas en la época
colonial”, en Las mujeres en la
extender este periodo de cortejo, porque les daba cierto poder sobre los
construcción…, pp. 251-269. varones. Aunque esto generaba mayor número de relaciones informales y de

82
II. HOGAR Y MATERNIDAD EN MÉXICO. ENTRE EL DEBER SER Y LA REALIDAD COTIDIANA

hijos ilegítimos, también les permitía mayor libertad y el resguardo de su


reputación siempre que mediara la palabra dada. La Iglesia, asimismo,
apoyaba la libertad de elección de los cónyuges y, aunque con ello
propiciaba los raptos y las fugas, otorgaba un mayor poder de decisión a
las jóvenes. Hacia finales del virreinato, el derecho civil, en especial la
Pragmática Sanción sobre el Matrimonio de 1776, impuso un fuerte control
sobre las relaciones familiares, con el fin de proteger los derechos de
herencia y de la propiedad. Estas leyes reforzaron la autoridad de los
padres sobre el matrimonio y el poder del varón sobre el cortejo y el
compromiso matrimonial. Con ello terminaron las prerrogativas femeninas
de interponer demandas por seducción y su influencia en las relaciones
prematrimoniales.10
Por su parte la dote, que comenzó a declinar en el tránsito hacia el siglo
XIX, aseguraba a las casadas cierto grado de independencia económica.
Aunque el esposo era quien la administraba, ellas podían separarla de los
bienes del cónyuge; es decir que, a pesar de concebirse como una medida
protectora, la dote les daba cierto poder cuando el marido requería de su
consentimiento para disponer de la misma.11 De esta manera, si bien la familia
organizada en torno a las leyes y a la patria potestad dejaba a las mujeres en
una condición de subordinación, también es cierto que al menos aquellas
pertenecientes a la élite podían gozar de cierta autonomía.
En las comunidades rurales predominaba igualmente un modelo de
familia patriarcal. De acuerdo con Caterina Pizzigoni, la vigilancia sobre la
reputación de las indígenas durante la Colonia requería de especial
atención, pues se les consideraba “mediadoras en la transmisión” del nuevo
orden social. Para controlarlas, nada mejor que limitar su espacio a la casa 10
Rosario Esteinou, La familia
nuclear en México: lecturas de
y su conducta a las normas dictadas por la Iglesia, con el objetivo de su modernidad. Siglos XVI al XX,
propiciar y conservar el matrimonio.12 Es importante señalar que, naturalmente, P. 126.

estas medidas no se correspondían con las actividades de las campesinas, 11


Véase Edith Couturier, “La
mismas que las llevaban a traspasar continuamente los límites del hogar. En mujer y la familia en el México
del siglo XVIII: legislación y
adición a lo anterior, la autora encontró en el análisis de diversos procesos práctica”, Historias, pp. 27-38.
llevados ante la justicia eclesiástica, que las mujeres fueron mayoría cuando 12
Caterina Pizzigoni, “‘Como
se trataba de tomar la iniciativa ante una situación que las afectaba como, frágil y miserable’: las mujeres
nahuas del Valle de Toluca”, en
por ejemplo, el maltrato, demostrando que no todas aceptaban la Historia de la vida cotidiana…,
domesticidad y el encierro como precepto. pp. 501-503.

83
LO PERSONAL ES POLÍTICO

De acuerdo con los censos y las escrituras notariales en la Ciudad de México,


al menos un tercio de los hogares estaban encabezados por una mujer; ello
sumado a las elevadas tasas de ilegitimidad, el amancebamiento y las tensiones
en las relaciones matrimoniales, entre otros factores, nos proporciona indicios
de que la figura de la esposa virtuosa exaltada por el pensamiento ilustrado,
era más un discurso que la realidad imperante en el siglo XVIII.13 Las leyes
colocaban a las mujeres bajo la eterna tutela de algún hombre y eran
especialmente restrictivas con las esposas; pero al mismo tiempo les permitían
ejercer algunas acciones del ámbito público, tales como celebrar contratos o
iniciar demandas ante un tribunal.
La protección y ciertas libertades que las novohispanas disfrutaron, les
serían arrebatadas al consolidarse el Liberalismo, de tal forma que el siglo
en que se glorificaba la libertad y la igualdad, les marcó un espacio único
y cerrado de acción. No obstante, veremos a lo largo de las siguientes
páginas cómo las relaciones de subordinación pudieron, en algunos casos,
convertirse en lugares de resistencia y que la reconfiguración de su
subjetividad constituyó la posibilidad de construirse como sujetos políticos
con capacidad de movilización.14

CONTRATO SOCIAL Y CONTRATO MATRIMONIAL


EN EL SIGLO XIX

Si a todos los maridos tocase una buena esposa, y á todos los hombres
13
Pilar Gonzalbo Aizpuru, una buena madre, las casas serían felices, las familias dichosas, los
“Religiosidad femenina y vida
familiar en la Nueva España”,
hombres en mayor edad arreglados, y la sociedad escelente. ¡Oh
en Familias y mujeres…, p. 54. mugeres, conoced vuestra misión en el mundo y haced buen uso de ella!
El orden y cuidado doméstico, dependen esclusivamente de la
14
M. Retamozo, op. cit., p. 86. muger, á quien está confiado. Ella es una soberana dentro de su casa, á
15
F. Zarco, “Consejos a las quien todos obedecen, y aún el padre o marido, mas bien que imponer
señoritas”, Presente amistoso en ella sus preceptos, se ciñen á recibir los obsequios que se les tributan.
dedicado a las señoritas […] desde nuestra independencia, la educación y las costumbres van
mexicanas (1851); recopilado cambiando notablemente, y el bello secso, cuya dignidad é importancia
en Julia Tuñón, El Álbum de la
se estima en lo que vale desde entonces, se ocupa de lo que es útil y
mujer. Antología ilustrada…,
pp. 89-92. agradable.15
Francisco Zarco

84
II. HOGAR Y MATERNIDAD EN MÉXICO. ENTRE EL DEBER SER Y LA REALIDAD COTIDIANA

El proceso de secularización de la sociedad, emprendido a partir de


las reformas borbónicas del siglo XVIII, y el arribo del Liberalismo a México
dictaron las pautas para la conformación del modelo de familia nuclear, pilar
del nuevo orden social que la nación independiente buscaba consolidar. De
esta forma, la familia resultó, a decir de Carmen Ramos, “el gran laboratorio
de las prácticas sociales, su funcionamiento, la legislación que las ordena, las
conductas sociales que prescribe, son formas que reproducen y a la vez
condicionan el aparato social”;16 esta organización familiar jerarquizada
contemplaba diferentes derechos para cada uno de sus integrantes.
El nuevo orden de libertad e igualdad para todos los individuos, produjo
una gran contradicción social y legal, ya que la esposa, con supuesta
capacidad para la autonomía, quedaba subordinada en todos los aspectos
de la vida doméstica. Para salvarla, se utilizó el discurso de responsabilizarla
del buen funcionamiento de la sociedad, ¿mediante la domesticidad? Sí, pero
revestida de una autoridad moral que para muchas resultó muy atractiva en la
medida en que las compensaba con poder e influencia dentro de la familia.17
En el periódico semanal La Mujer, en el cual participaban las alumnas de la
Escuela de Artes y Oficios para Mujeres, podía leerse por ejemplo que:

Las leyes sociales que nos excluyen de las grandes escenas de la vida pública
nos dan la soberanía en la doméstica y privada. La familia es nuestro imperio,
nosotras cuidamos de satisfacer sus ocupaciones, de mantenerla en paz y 16
Carmen Ramos Escandón,
conservar en ella el sagrado depósito de las buenas costumbres.18 Ciudadanía carente: género y
legislación en Guadalajara
En el discurso liberal no sólo encontramos un sinfín de ejemplos sobre la (1870-1917), p. 39.

superioridad moral de las mujeres en el hogar, y de la forma como ellas lo 17


Isabel Morant y Mónica
Bolufer, Amor, matrimonio y
sancionaban al hacerlo suyo, sino también de justificaciones sobre la plena familia, pp. 188-189.
autoridad del marido:
18
La mujer, 1881, citado en
Carmen Ramos, “Señoritas
Siendo el matrimonio una sociedad que se compone no sólo de marido y muger, Porfirianas: mujer e ideología
sino que también se agrega á ella los hijos, criados, esto es, toda la familia, es en el México progresista,
indispensable que haya en ella una cabeza ó autoridad que la diriga y mande 1880-1910”, en Presencia y
en caso necesario. Conforme á esto se establece bien la superioridad del transparencia…, p. 152.
esposo […] porque el hombre por sus facultades físicas é intelectuales es más 19
El Nuevo febrero, 1850-
apto que la muger para ejercerla. En efecto, el varón es superior en fuerza y 1852, citado en Silvia Arrom,
corage, y por lo mismo más á propósito para hacerse respetar de la familia y Las mujeres en la ciudad de
defenderla […].19 México, 1790-1857, p. 120.

85
LO PERSONAL ES POLÍTICO

Esta visión dominante en toda la sociedad fue la misma que quedó plasmada
en las leyes. Bajo el supuesto de que “el derecho es un discurso social y, como
tal, dota de sentido a las conductas de los seres humanos y los convierte en
sujetos, al mismo tiempo que opera como el gran legitimador del poder”;20 el
afán legislativo de la nueva nación fortaleció su presencia en la estructura
familiar, mediante distintos mecanismos jurídicos marcó un nuevo orden de
género y legitimó la relación de poder desigual entre los sexos.
Si bien las leyes sólo podían regular las conductas de aquellas mexicanas
sujetas al régimen –mediante el matrimonio, por ejemplo–, para el resto
existían una serie de discursos morales, religiosos y científicos que fijaban los
códigos impuestos por el nuevo Estado. Para las primeras quedaba asentado
que no podían decidir sobre la administración de los bienes conyugales, ni
aun de los propios, y necesitaban autorización del marido para ocuparse en
cualquier negocio o ejercer una profesión. Del mismo modo, les estaba negado
el ejercicio de la patria potestad y, en cuanto a la conducta dentro del
matrimonio, existía una doble moral para castigar, por ejemplo, el adulterio.
El mejor ejemplo de lo que la ley esperaba de la esposa lo representó el
artículo 15 de la Ley de Matrimonio Civil del 23 de julio de 1859, conocida
como la “Epístola de Melchor Ocampo”:

El hombre cuyas dotes sexuales son principalmente el valor y la fuerza, debe dar
y dará a la mujer, protección, alimento y dirección, tratándola siempre como a
la parte más delicada, sensible y fina de sí mismo, y con la magnanimidad y
benevolencia que el fuerte debe al débil, esencialmente cuando éste débil se
entrega a él, y cuando por la Sociedad se ha confiado.

La mujer, cuyas principales dotes son la abnegación, la belleza, la


compasión, la perspicacia y la ternura debe dar y dará al marido obediencia,
agrado, asistencia, consuelo y consejo, tratándolo siempre con la veneración
que se debe a la persona que nos apoya y defiende, y con la delicadeza de
quien no quiere exasperar la parte brusca, irritable y dura de sí mismo propia
de su carácter.

A las leyes se agregaba un discurso prescriptivo manifiesto en la literatura, la


20
Alicia Ruiz, “La construcción prensa y los manuales de buena conducta. Se trataba de normarlo todo: la
jurídica de la subjetividad no es sexualidad, el amor, la sociabilidad, la domesticidad, la maternidad, y con
ajena a las mujeres”, en El
derecho en el género…, p. 21. ello responsabilizar a la mujer del éxito del matrimonio.

86
II. HOGAR Y MATERNIDAD EN MÉXICO. ENTRE EL DEBER SER Y LA REALIDAD COTIDIANA

La separación de los espacios que el Liberalismo fortaleció, se vio reflejada en


los ambientes físicos de la vivienda, misma que se convirtió en el lugar íntimo
gobernado por el ama de casa. Entre la élite decimonónica esto se tradujo en
mayores exigencias de faena doméstica que para los moralistas de la época
debía ser efectuada o dirigida con dominio de conocimiento por ella; así que
además de velar por la buena moral de la familia, era responsable de la
imagen que la casa ofrecía al público.

Una madre de familia, por mucho que la haya favorecido la fortuna con sus
dones, debe saber coser, zurcir, lavar, planchar, atender todos los pormenores
que exige el aseo de la casa y de los muebles, entrar en las menudencias de los
más groseros y triviales servicios que corresponden a cada una de las personas
sometidas a su vigilancia. La que no toma a su cargo esos deberes y carece de
los conocimientos necesarios para evitar el desperdicio, el fraude y el desorden,
es una carga pesada para su marido y un objeto de ludibrio para los inferiores.21

El encumbramiento del “santuario del hogar” y de las funciones de su


“sacerdotisa” construyeron culturalmente la figura femenina más emblemática
del siglo: el ángel del hogar, ese ser espiritual dotado de cualidades morales
al que las normas designaron la función única de esposa y madre, en el
espacio único del hogar.

Modesta, hacendosa y discreta, sólo vive para hacer la felicidad de su esposo 21


La Mujer (8 de febrero de
y amar a sus hijos. No la ciegan las vanas pompas del mundo y vive encerrada 1881); citado en C. Ramos,
en su casa, alegre y feliz como esos pajarillos encerrados en humildes jaulas, “Señoritas porfirianas...”,
donde lejos de pensar en su libertad perdida, cantan que da gusto […].22 p. 154.

El correo de las señoras (19


22

Nada más alejado de las mujeres que trabajaban, salían a las plazas, de junio de 1884); citado en
Raquel Barceló, “Hegemonía y
estudiaban o demandaban derechos ante los tribunales, que el ángel del conflicto en la ideología
hogar de las leyes, la literatura y los manuales diseñados para prescribir el porfiriana sobre el papel de la
mujer y la familia”, en Familias
comportamiento que se estimaba apropiado para su sexo y construir las y mujeres …, p. 91.
diferencias entre los géneros. El problema del discurso moral estaba en hacer 23
Al respecto véase el capítulo
congeniar los valores de castidad y domesticidad con la realidad de la mayoría “Educación, trabajo y
sociabilidad: los antecedentes
de la población femenina, cuando a medida que avanzaba la modernidad y de un quehacer político
el progreso, el país requería que un mayor número de mexicanas se integrara permanente”, en el presente
volumen.
a la fuerza de trabajo asalariado.23

87
LO PERSONAL ES POLÍTICO

El estereotipo asimismo, guardaba una enorme distancia de los patrones


demográficos de la época: si éste dependía de que la mujer se casara y
formara un hogar, los censos nos hablan de que el índice de matrimonios
constituidos era extremadamente bajo. Los registros parroquiales de la
Ciudad de México, por ejemplo, demuestran que para el año de 1800 los
matrimonios fueron de 0.6%, para 1840 de 1.2%, en 1864 de 0.5% y en
1895 de 2.3%, lo que implicaba altas tasas de amancebamiento,
concubinato y adulterio;24 y nos indican también que existían otras
posibilidades de formar familia, con pautas acordes a las necesidades de
la mayoría, aunque ello comportara mayor desprotección.
El discurso sobre la angelical criatura también se topaba en la práctica
24
Ana Lidia García Peña, El con uno mucho menos romántico cuando, a medida que se legitimó la autoridad
fracaso del amor: género e
individualismo en el siglo XIX
masculina a través de las ideas liberales sobre el derecho a la privacidad, se
mexicano, p. 23. acrecentó de manera importante la violencia doméstica. Mientras mencionamos
25
S. Arrom, op. cit., p. 280. a las amas de casa que hablaban de la familia como su “imperio”, encontramos
en los juzgados a otras que “describen escenas en que habían sido golpeadas
26
El primero fue el eclesiástico
por separación de cuerpos y pateadas, arrastradas por pisos de piedra, amenazadas con espadas,
(durante toda la Colonia); el bayonetas, palas, cuchillos o pistolas”.25 Es importante señalar que estos
segundo divorcio fue el civil,
por separación de cuerpos registros nos sugieren que algunas mujeres empezaron a impugnar los excesos
(aunque fue secularizado, no de sus maridos: el divorcio fue una de las armas utilizadas por ellas como una
permitía la posibilidad de un
nuevo enlace) contemplado en forma de resistencia.26
la Ley de Reforma del Los divorcios en la Ciudad de México en el siglo XIX, fueron una práctica
Matrimonio Civil en 1859; éste
estuvo vigente hasta 1914 que representó apenas una media anual de 3.8%.27 No obstante, como señala
cuando se legisló el divorcio Ana Lidia García Peña, son prueba del intento de las mujeres por hacer del
total o vincular. A. L. García
Peña, “Violencia conyugal y interés público los problemas del hogar y la vida conyugal, y con ello el inicio
corporalidad en el siglo XIX”, en de una larga lucha que, a lo largo del siglo, ellas emprendieron en busca de
Enjaular los cuerpos:
normativas…, p. 117. derechos.28 Hay que subrayar que aún cuando contaban con instancias legales
que las protegieran, el maltrato a las mujeres estaba permitido, pues imperaba
27
Idem.
la idea de que el hombre tenía el derecho de castigar y corregir a su esposa.
28
La obra de Ana Lidia García
Peña, El fracaso del amor:
Lo anterior, entre otros motivos, propició que el divorcio fuera un recurso
género e individualismo en el mayoritariamente femenino en busca de protección, mismo que les permitió
siglo XIX mexicano es un
referente valioso sobre este
irse construyendo como sujetos con capacidad jurídica, y buscar de manera
proceso. paulatina su emancipación.

88
II. HOGAR Y MATERNIDAD EN MÉXICO. ENTRE EL DEBER SER Y LA REALIDAD COTIDIANA

En cuanto a las mexicanas que no contrajeron matrimonio, los juicios por


alimentos se convirtieron en la opción. La autora ha demostrado que cuando
las reformas liberales –que anteponían el “respeto a la privacidad” de los
hombres a los derechos de las mujeres– prohibieron investigar la paternidad,
las madres solteras quedaron desprotegidas y tuvieron que elaborar argumentos
más pragmáticos que las alejaran de su condición de víctimas seducidas, cuyo
fin fuera la compensación económica.29 De esta manera, las vemos desde
inicios del México independiente en la batalla por conseguir una pensión,
acudiendo a las plazas militares o a los juzgados, tal como sigue ocurriendo
en la actualidad.
Si bien las mujeres que emplearon estos recursos fueron una minoría,
lograron visibilizar conflictos que de otra manera no hubieran sido puestos
sobre la mesa a la hora de discutir las nuevas leyes en la época revolucionaria,
así como un cambio en la concepción generalizada de la sociedad en cuanto
a la violencia doméstica. Las mexicanas no dejaron nunca de presionar, de
negociar en torno a la violencia y de luchar por hacer evidente su inconformidad
ante la condición de subordinadas. Y, a medida que se fueron asumiendo
como sujetos con derechos, su discurso transitó del martirio de la vida conyugal
al uso de las armas legales que tenían a la mano.30 A la vez que se presentaban
como víctimas para hacer pública la desigualdad en el matrimonio, iniciaban
un proceso de resistencia que buscaba trastocar la relación de poder entre los
sexos. Aunque la violencia se mantuvo constante durante todo el siglo, como
sostiene García Peña, sus argumentos se fueron adaptando a los cambios
derivados de las mismas leyes liberales.
Los alegatos en los juicios son ilustrativos al respecto. En 1855, Paula
Pasarán solicitó el divorcio alegando una vida de constante terror:

Estando embarazada la Pasarán del primer niño [el marido] le dio unos azotes
con una cuarta de plomo […]. Poco tiempo después le dio de cintarazos con una
espada, y unos golpes con una pala. […] Algunos días después la iba a echar 29
Ibidem, pp. 223 y 225.
a la acequia después de haberle pegado con el tacón de su zapato, haciéndole
salir mucha sangre.31 30
Ibidem, pp. 98-100.
31
Juicio de Paula Pasarán
Pero, al acercase el fin de siglo, ya no era necesario describir la agresión con contra José Magdaleno Rosales
(1855-1856), citado en S.
lujo de detalles; al irse conformando como sujetos jurídicos, se apoyaban más Arrom, op. cit., p. 290.
en las leyes para entablar una demanda. Asimismo, y ante la falta de una

89
LO PERSONAL ES POLÍTICO

definición clara sobre los límites del maltrato, empezaron


a diferenciar la violencia física de otra moral que también les
afectaba, que se agregaba a las causas de separación, y la
cual más adelante abrirá las puertas a la discusión sobre
otros tipos de violencia. En 1885, Modesta Rodríguez
interpuso una demanda de divorcio en Nuevo León, en la que
acusaba a su marido de sevicia. En su alegato argumentó
que la golpiza sufrida tuvo su origen en un trato de
desconfianza al que describió como faltas al deber moral.

La crueldad de las acciones tiene relación inmediata y


directa con la parte moral de quien la ejerce y de quien la
sufre. La crueldad está constituida principalmente por la
violación de los deberes morales, siendo más grave cuanto
más sagrados son los deberes que viola y los derechos que
quebranta; para él sólo hay crueldad cuando se hiere
materialmente a una persona, las heridas morales no
sangran pero siembran en el alma amarguras, ultrajando la
dignidad.32

Mujer campesina trabajadora. Tortillera. Librería Ruhland & Ahlschiler, México, Entre las parejas de los sectores populares en donde no
Bajos del Casino Español, ca. 1910. había matrimonio ni mediaban intereses de clase, la fuga o
el “robo de la novia” era la solución a la oposición de los
padres o a la falta de recursos para efectuar la boda, y por
lo tanto el remedio a los conflictos domésticos era el
32
La historia del divorcio de abandono.33 El trabajo de las campesinas era fundamental
Modesta Rodríguez puede para la subsistencia de la familia y la comunidad; se
consultarse en Sonia Calderoni
Bonleux, “‘Haciendo públicos ocupaban de un sinnúmero de faenas que las llevaban fuera
actos de nuestra vida privada’: de los límites de su hogar. A pesar de ello, la subordinación
el divorcio en Nuevo León,
1890-1910”, en Historia de la al padre o al marido era absoluta; definida en función de un
vida cotidiana…, p. 483. sistema patriarcal muy sólido, y la violencia doméstica era
33
Soledad González Montes y característica de las relaciones familiares.
Pilar Iracheta Cenegorta, “La
violencia en la vida cotidiana
Desde fines de la época colonial, ellas trascendieron
de las mujeres campesinas: El al espacio público mediante diferentes estrategias para
distrito de Tenango, 1880-
1910”, en Presencia
cuestionar la dominación masculina y hacer visibles los
y transparencia…, p. 128. problemas cotidianos en un mundo de auténtica opresión y

90
II. HOGAR Y MATERNIDAD EN MÉXICO. ENTRE EL DEBER SER Y LA REALIDAD COTIDIANA

de violencia –misma que nos habla de las dificultades de los hombres por
imponer su autoridad y el rechazo femenino a aceptarla. David Stern ha
demostrado que, en el tránsito hacia el siglo XIX, el derecho del hombre a
la sumisión de su mujer estaba condicionado al cumplimiento de las
obligaciones económicas y a evitar abusos físicos excesivos y que, si bien
las campesinas no disputaban los esquemas patriarcales de la autoridad
masculina, sí ejercían presión sobre los mismos de manera sutil; por ejemplo,
“una insinuación adicional de indiferencia en la preparación oportuna de
las tortillas […], una inclinación a prolongar un poco los viajes para acarrear
agua” producían, en ocasiones, cierta tensión y un desafío a la dinámica del
poder doméstico.34
Independientemente de que conocieran o no sus derechos legales, las
mujeres que se movilizaron, así fueran una minoría, llevaron al ámbito
público su desacuerdo sobre el maltrato, condicionaron con gran sentido
práctico los derechos de los hombres, atrajeron la atención de los patriarcas
y de las autoridades locales, o en última instancia utilizaron recursos como
la magia y la fuga para fijar los límites de lo que estaban dispuestas a
soportar; con el tiempo iniciaron el proceso de asumirse como individuos
autónomos tal como se observa en una carta incluida en expediente judicial,
dictada en 1895 por una mujer que se fugó de su hogar:

[…] Absolutamente no puedo comprometer a nadie sino mi suerte es la que me


trajo. […] En cuanto a Ud. finalmente me buelbo a repetir un millón de gracias
por todo y por los porrasos que Ud. me dio tanto que sufri con Ud. no podría estar
ni un momento a gusto con Ud. tal vez porque era llo pobre.

En fin deje Ud. el mundo rodar y puede encontrar otra megor que llo. Ni llo para
Ud. ni Ud. para mi de aquí se acavo todo por completo digo por completo
porque no me bolbera a ber ni por efigie.

Adiós ingrato. Dios quiera que te cases pronto para que maltrates a tu mujer y
te aga lo mismo.35
34
David J. Stern, La historia
secreta del género, pp. 121 y
151.
Lo visto hasta ahora nos da una idea de la enorme distancia que había 35
Carta de una mujer de Santa
entre lo que se constituyó como norma y la realidad cotidiana. Como señala Cruz Atizapán (Exp. 9, Penal,
Julia Tuñón, la contradicción entre la superioridad moral y la inferioridad Tenango, 1895), citado en S.
González y P. Iracheta, op. cit.,
social obligó a diversos grupos de mujeres a la reflexión y a una forma de p. 143.

91
LO PERSONAL ES POLÍTICO

resistencia muy cautelosa, como táctica para reclamar la revaloración de su


función de madres y esposas, a la vez que el reconocimiento de su papel
social y su emancipación de la opresión.36 Aún convencidas de su misión
ponían en evidencia las desigualdades, reclamaban, insistían y, con mucho
cuidado para no asustar al patriarca y sufrir un revés, hacían política al
demandar la transformación social, cultural y legal sobre la visión imperante
de la condición femenina. La escritora Concepción Gimeno de Flaquer,
directora del periódico ilustrado destinado al público femenino, El Álbum de
la Mujer, escribía en 1885:

Conviene la emancipación de la mujer (no os asustéis); su emancipación ha de


ser en las esferas de la inteligencia. […] Reclamamos nuestros derechos; mas
tranquilizaos, nosotras sabemos perfectamente que cada derecho nos exige el
cumplimiento de un deber, y en aras del deber nos inmolamos siempre […].37

Pocos años después Laureana Wright, de quien se habló en el capítulo anterior,


36
Julia Tuñón, “¿Convicción o se dirigía a los hombres en los siguientes términos:
táctica? Atrevimiento y
precaución en el primer
Precisamente a vosotros, hombres ilustrados y progresistas […]. Habéis quitado
feminismo mexicano (1873-
1935)”, Dimensión ya a la mujer el hábito de la monja para convertirla en madre, os falta quitarle
Antropológica, pp. 24-34. ahora el dogal de la esclavitud doméstica para convertirla en esposa; y la traba
de la exclusión civil para convertirla en ciudadana.38
37
Concepción Gimeno, “La
mujer y sus detractores”, El
Álbum de la mujer, año 3, tomo Conforme a la propuesta de “repensar el ámbito público” de Nancy Fraser, las
IV, núm. 1 (4 de enero
de 1885), p. 3. mujeres estaban creando asociaciones y publicaciones exclusivamente
femeninas y, a pesar de ser imitaciones de las sociedades masculinas, “estaban
38
Laureana Wright de
Kleinhans, “La emancipación de innovando ya que utilizaron creativamente los idiomas hasta entonces
la mujer por el estudio”, en La esencialmente ‘privados’ de la domesticidad y la maternidad como trampolines
mujer mexicana; citado en J.
Tuñón, “Convicción o táctica? para la actividad pública”.39 Intelectuales, analfabetas, obreras, amas de casa,
...”. madres, mujeres de distinta condición, se movilizaban en el ámbito público y,
39
N. Fraser, op. cit., p. 31. al hacerlo, politizaban las demandas surgidas de sus hogares.

92
II. HOGAR Y MATERNIDAD EN MÉXICO. ENTRE EL DEBER SER Y LA REALIDAD COTIDIANA

EL HOGAR ENTRE LO PÚBLICO Y LO PRIVADO:


SIGLO XX

El 3 de mayo de 1915, en sesión de la Soberana Convención Revolucionaria


para discutir la Ley de divorcio subió a tribuna el delegado Cervantes y
anunció que daría inicio a su intervención con la lectura a una “cartita
color de rosa”, escrita por una dama: “Muy distinguido caballero: No tengo
el horror (y explica que en lugar de honor escribió horror) de conocer a
usted, pero le dirijo la presente para suplicarle que haga cuanto pueda por
la aprobación de esa Ley”. A continuación, el orador dio a conocer un
artículo titulado “El Divorcio”, firmado por Soledad de la Montaña, cuyo
argumento giraba en torno a que las leyes de los hombres no favorecían a
las mujeres.40 Una vez expuestas dichas pruebas emprendió la defensa de
los artículos referentes al divorcio y a la investigación de la paternidad.
El empeño de las mexicanas en la consecución de derechos a lo largo
del siglo XIX coadyuvó a generar algunos cambios en la legislación sobre
su condición de esposas, concubinas, madres, trabajadoras. Su movilización
durante la Revolución les permitió posicionarse en nuevos espacios donde
tratar abiertamente temas como la elección de pareja, el amor libre, la
educación sexual para las niñas, además de las enfermedades degenerativas
y hereditarias. La discusión de las nuevas leyes incluyó varios de los asuntos
aparentemente “privados” que ellas habían politizado; no sólo los
manifestados en los juzgados, sino también aquéllos que expresaron a
través de la palabra escrita o de las organizaciones que las llevaron de lo
individual a lo colectivo.
Entre los temas que se debatieron encontramos el artículo 21 del
Programa de Reformas Político-Sociales de la Revolución, referente a: 40
Crónica y debates en las
“Proteger a los hijos naturales y a las mujeres que sean víctimas de la sesiones de la Soberana
Convención Revolucionaria,
seducción masculina, por medio de leyes que les reconozcan amplios citado en Ana Lau y Carmen
derechos y sancionen la investigación de la paternidad”. 41 Un año antes se Ramos, Mujeres y Revolución
(1900-1917), pp. 297-298.
emitió la Ley sobre el Divorcio (1914), bajo los argumentos de favorecer la
41
Véase Crónica y debates, en
emancipación de la mujer y cimentar la unión conyugal sobre la mutua
A. Lau y C. Ramos, op.cit.,
estimación y el amor; por primera vez, la disolución del matrimonio era pp. 273-326.

93
LO PERSONAL ES POLÍTICO

total y permitía a los ex cónyuges contraer uno nuevo. Posteriormente, en


1917, se emitió la Ley de Relaciones Familiares que entre sus artículos
contemplaba igualdad entre los esposos en lo referente a autoridad, educación
de los hijos y administración de los bienes.
En 1927 se efectuó la revisión del código civil y algunas modificaciones
que significaron avances en pro de una mayor igualdad dentro del hogar,
hacían eco de los planteamientos de estas activistas. Si la historia tradicional
no las reconoció como el resultado de la lucha feminista, sí coincidían
plenamente con las demandas que ellas llevaron a la discusión pública. Entre
las reformas, la joven soltera podía abandonar la casa paterna a la misma
edad que los varones; se buscó proteger a las mujeres prohibiendo el
matrimonio a quien contrajera enfermedades crónicas, contagiosas y
hereditarias.42 En el código civil de 1932 se dispuso que las mexicanas tuvieran
la misma autoridad que el marido dentro del matrimonio para administrar y
disponer de los bienes, al igual que para tomar decisiones sobre la educación
de los hijos. También podrían mantener la patria potestad de los vástagos,
celebrar cualquier tipo de contrato y posibilitarse un empleo; todo esto siempre
y cuando no descuidaran la dirección y los trabajos del hogar.
Los primeros años posrevolucionarios abrieron a las mujeres distintas
perspectivas para participar en el ámbito público. No obstante, en el
privado, las nuevas políticas se encaminaron a reordenar las relaciones
familiares dando especial importancia al hogar y la maternidad como deber
cívico de todas. Nos encontramos en tiempos de grandes tensiones entre la
tradición y la aparición de tendencias modernas venidas del exterior. En
opinión de Julieta Ortiz Gaitán, la burguesía dio la bienvenida a la
42
Anna Macías, Contra viento y publicidad norteamericana, alejándose de la influencia francesa
marea: el movimiento feminista predominante en el porfiriato, gracias al cine y las revistas llegadas
en México hasta 1940, pp.
150-151. del norte.43 Las mujeres adoptaron nuevas modas y costumbres; llegaron los
43
Véase Julieta Ortiz Gaitán,
vestidos ligeros y el pelo corto al estilo garçon y, con ellos, nuevas formas
“Arte, publicidad y consumo en de liberación femenina. En los medios de información podían leerse notas
la prensa: del porfirismo a la
posrevolución”, Historia
como la siguiente, publicada en la revista de la Confederación Regional
Mexicana, pp. 411-435. Obrera Mexicana (CROM), en 1925:

94
II. HOGAR Y MATERNIDAD EN MÉXICO. ENTRE EL DEBER SER Y LA REALIDAD COTIDIANA

Un nuevo avance de la mujer hacia su independencia que nos ha sorprendido


con esa cautela, con esa tácita habilidad que Eva pone en todas sus conquistas.
La mujer que ya era entre nosotros contabilista, dactilógrafa, doctora y concejal,
ha empuñado el volante del automóvil y se conduce a sí misma a través de la
ciudad. La mujer mexicana poco a poco y sin que nos demos cuenta va logrando
su total liberación del hombre.44

El nuevo tipo de mujer de los años veinte se presentaba ahora sociable y


divertida, características que tan sólo unos años atrás eran motivo suficiente
para que un marido demandara el divorcio, lo que apuntaba hacia una cierta
transformación en la relación de pareja al interior del hogar. Hay que señalar,
sin embargo, que este modelo no perduró, tal como veremos más adelante.
Cuando las mujeres de la élite adoptaron la moda de las flappers, se
cortaron el pelo y empuñaron el volante, el resto se adscribió a un estilo
atlético (mediante su participación en tablas gimnásticas y diversos deportes),
promovido por los programas de la SEP, no sin la oposición de la sociedad que
veía en las nuevas modas un peligro para la conservación de la feminidad. Las
“pelonas” que se enfrentaron a toda suerte de insultos, ataques en la prensa y
hasta violencia física, supieron movilizar a la opinión pública a su favor,
defendieron su derecho a lucir el nuevo estilo y al mismo tiempo fortalecieron
lazos con el Estado a través de sus políticas educativas y culturales.45 Con ello
transgredieron las normas sociales que les dictaban un deber ser específico;
hicieron política al dejar sentado en el espacio público su prerrogativa a
decidir –desde lo más íntimo y personal– el aspecto que deseaban mostrar,
justificándolo en los programas gubernamentales.
A la acometida modernizadora, la sociedad respondió con otra muy
conservadora: ya hemos visto que el Código Civil de 1932 permitió a las 44
CROM (15 de julio de 1925),
citado en Engracia Loyo,
esposas trabajar sin permiso del marido siempre que no descuidaran los “Gozos imaginados,
deberes domésticos; bajo estas circunstancias quedaba firmemente establecido sufrimientos reales. La vida
cotidiana en la revista CROM
su papel primordial como amas de casa y madres. Las iniciativas que por un (1925-1930)” en Tradiciones y
lado promovían a la mujer moderna, por el otro se empeñaban en reforzar la conflictos…, p. 366.

maternidad y racionalizar el ámbito doméstico. Se trataba de modernizar el 45


Para conocer más sobre el
patriarcado y, a través de renovados recursos, responsabilizarla del orden tema véase Anne Rubenstein,
“La guerra contra ‘las pelonas’.
social emanado de la Revolución. La prensa y la publicidad ofrecían nuevas Las mujeres modernas y sus
formas de realización femenina; la figura se presentaba como aquella enemigos. Ciudad de México,
1924”, en Género, poder y
profesionalmente preparada para cuidar del bienestar de su familia y su hogar. política…, pp. 91-126.

95
LO PERSONAL ES POLÍTICO

En otras palabras, se mantenía a la mujer dentro de su papel tradicional de


ama de casa, pero con el atractivo de una mayor especialización. Para
controlar sus responsabilidades se promovió la legalización de las uniones
mediante los matrimonios civiles y, por supuesto, se siguió leyendo la
Epístola de Melchor Ocampo con toda solemnidad.
El divorcio también se vio como un soporte para la emancipación
femenina, sin embargo, la historia mostró otra cara de la moneda cuando
a partir de los años veinte, las demandas pasaron a ser en su mayoría
masculinas, al contrario que en el siglo XIX. En realidad la nueva ley no
garantizaba una relación de poder más igualitaria entre los sexos, ni
tampoco una mayor aceptación social del divorcio. Con todo, la iniciativa
revolucionaria fue utilizada por las mujeres para llevar a la discusión
pública sus derechos dentro del matrimonio. Los juicios, aun promovidos
por varones, nos ofrecen indicios sobre la resistencia que oponían sus
parejas a la relación desigual de la vida conyugal. Las demandas eran
efectuadas por maridos que veían desafiada su autoridad ante el
comportamiento de una esposa que transgredía las pautas de docilidad,
obediencia, abnegación y sacrificio,46 y con ello trastocaba la dinámica
que hasta entonces había dominado el ámbito doméstico.
La migración y el crecimiento urbano a partir de los años treinta ofreció
la expansión de los servicios; la conexión de las casas a las redes de energía
46
Véase Stephanie Smith, “‘Si el eléctrica y agua potable facilitó que las viviendas estuvieran mejor organizadas,
amor esclaviza… ¡Maldito sea
el amor!’ El divorcio y la
más higiénicas; sobre todo, posibilitó la introducción del protagonista más
formación del Estado exitoso del hogar: los electrodomésticos. La época anunció la llegada del
revolucionario en Yucatán”, en
Género, poder y política…,
desarrollo y el bienestar, era tiempo del “milagro mexicano” y lo era, también,
pp. 153-172. El artículo de “redomesticar” a las mujeres en respuesta a la movilización que habían
presenta casos ilustrativos al
respecto.
demostrado desde la Revolución hasta la década de 1930. La estabilidad
social y económica fortaleció a la clase media y con ella al ama de casa
47
Martha Santillán Esqueda,
“Discursos de redomesticación moderna. Martha Santillán apunta que “los electrodomésticos se convertían en
femenina durante los procesos los asistentes de esa gran ejecutiva del hogar. Así el ideal femenino se
modernizadores en México,
1946-1958”, Historia y Grafía, renovaba: el ‘ángel del hogar’ fue sustituido por la ‘mujer moderna’”.47
p. 123.

96
II. HOGAR Y MATERNIDAD EN MÉXICO. ENTRE EL DEBER SER Y LA REALIDAD COTIDIANA

Boda en los años treinta. Enrico Martínez, Ciudad de México. Archivo privado.

A las campañas de publicidad que promovían a la mujer moderna realizando


prodigios en la cocina de sus sueños, se sumó el cine nacional. El ámbito en que
aparecía, rodeada de artefactos domésticos, alude a los esquemas destinados a
ella. Además del ambiente físico, la pantalla se encargaba de promover el código
de conducta que debía predominar en la sociedad aunque, de nuevo como en el
caso del ángel del hogar, pocas mexicanas tuvieran los medios para practicarlo 48
Julia Tuñón, Mujeres de luz y
sombra en el cine mexicano. La
en la vida cotidiana.48 La mujer se presentaba siempre en el cine bajo dos construcción de una imagen
posibilidades: buena, sumisa y abnegada, o prostituta. La primera se realizaba 1939-1952, pp. 75 y 283.
mediante el matrimonio como premio a su paciencia y docilidad, y era feliz a Para profundizar en el tema,
49

través de la maternidad, mientras que la segunda sufría el castigo divino de la véase J. Tuñón, “Claves del
andamiaje: la construcción del
enfermedad o la muerte.49 Los medios de difusión, las leyes y las políticas género en pantalla”, en Mujeres
gubernamentales que se afanaban en mantener a las mujeres en sus funciones de luz y sombra…, pp. 71-99.

97
LO PERSONAL ES POLÍTICO

tradicionales, lo hacían bajo la tentadora oferta de gobernar un hogar


ordenado, una economía doméstica racionalizada y muchas facilidades
gracias a los electrodomésticos que, lejos de aligerar la carga, producían
nuevas exigencias de especialización en las faenas del hogar y el incremento
en la demanda de bienes de consumo.
La estabilidad que se vivió en los años cuarenta y la política de
conciliación entre Iglesia y Estado promovieron una visión sumamente
conservadora de la sociedad y coincidieron en dictar las normas del deber
ser femenino, independientemente de que en la realidad siguieran existiendo
una gran cantidad de viudas, jefas de familia, mujeres trabajando y uniones
libres. Mientras las católicas de la élite concebían a la esposa de la siguiente
manera:

La mujer compañera del hombre en el orden material y espiritual, [que] sabe que
al formar la sociedad conyugal, a pesar de la igualdad de deberes y derechos,
que ésta trae aparejada, debe aceptar a causa del orden y de la sociedad, una
cierta desigualdad que se traduce en la obediencia al marido, apoyando su
fuerza sólo en el corazón, con la dulce influencia del amor.50

El Estado impulsaba la imagen propuesta por la Iglesia, y el papel femenino


se definía institucionalmente a través de los actos de la primera dama, cuya
50
Matilde Escandón de presencia era la confirmación de los valores de domesticidad. La prensa la
Wiechers, citada en Valentina
Torres-Septién, “Una familia de retrataba al lado de su marido o representando su papel de esposa y madre
tantas. La celebración de las
en la inauguración de guarderías, la distribución de implementos para el
fiestas familiares católicas en
México (1940-1960)”, en hogar, los festejos del 10 de mayo, etc.51
Historia de la vida cotidiana…, A la Iglesia y las políticas del Estado se sumaba el ambiente de la
p. 186.
posguerra que afectó a las mujeres en todo el mundo. Los hombres volvían de
51
John Mraz, “Today, tomorrow
and always: the golden age of
la guerra a reclamar los puestos de trabajo, las fábricas podían producir más
illustrated magazines in Mexico, línea blanca y más electrodomésticos; la esposa debía regresar al hogar a
1937-1960”, en Fragments of a
Golden Age…, p. 126.
esperar a su soldado, ocupada en las labores de su casa tecnificada. Bajo
esta influencia, en México se provocaba el anhelo por obtener todo aquello
52
Andrea López Ortiz, Musas
del hogar: la construcción del que significara modernidad y estilo de vida norteamericano. Las cifras muestran
estereotipo de ama de casa que el gasto en artículos de consumo duradero (automóviles, refrigeradores,
moderna a través de la
publicidad de electrodomésticos lavadoras, radios, etc.) aumentó de 30.1 millones de pesos en 1937 a 172.3
(1947-1954), p. 55. millones en 1950.52

98
II. HOGAR Y MATERNIDAD EN MÉXICO. ENTRE EL DEBER SER Y LA REALIDAD COTIDIANA

Al tiempo que se tecnificaba a las amas de casa, se abrió paso una campaña
nacional de moralización y censura que, entre otras cosas, prescribió el
comportamiento femenino: estaba prohibido usar vestidos escotados,
transparentes o sin mangas, el trato “peligroso” con el sexo opuesto, la lectura
de revistas inmorales y las conversaciones “indecorosas”.53 Sin embargo, la
doble moral no desaparecía; el hombre podía ser infiel, la esposa no. Un
padre explicaba a su hija próxima a casarse: “para que tu matrimonio dure,
debes soportar la infidelidad de tu marido, que es natural en el hombre; y la
mujer no puede, vaya, ni con el pensamiento, serle infiel a su marido”.54 Cabe
señalar que no todas las mujeres, casadas o no, permanecían pasivas ante la
infidelidad de sus hombres, tal como veremos en el capítulo “Estado y marcos
normativos. Transgresiones, control social e identidad femenina” del presente
volumen.
Los preceptos de una moral exacerbada, el control y la censura, la
mujer liberal vista como un auténtico peligro y los consejos matrimoniales
nos hablan de que seguramente existía una gran cantidad de mexicanas
que transgredían abiertamente los patrones de conducta. Por ejemplo, en
1951, en la sección de preguntas y respuestas de una revista católica podía
leerse el siguiente consejo a un novio, idea que nos habla, además, de que
la construcción de la docilidad femenina requería de la existencia de un
hombre “fuerte”:
53
Laura Pérez Rosales,
Cuando tú me dices que es muy buena y sólo tiene esos ”ligeros inconvenientes”, “Censura y control. La
te veo perdido. Menos mal que consultas y ojalá sigas el consejo. Esa mujer no Campaña Nacional de
Moralización en los años
te conviene: es un marimacho. Sale a excursionar vestida de hombre, sabe bailar
cincuenta”, Historia y grafía,
perfectamente y nadar y manejar motocicleta. Es afecta a la lectura de la nota p. 105.
roja diaria y a novelas de dudosa moralidad. [...] Ella necesita un ”maricón” que
sepa cocinar, remendar medias, hacer la comida, tender las camas, cuidar a los Valentina Torres Septién,
54

“‘Bendita sea tu pureza’:


niños y que se deje mandar, gobernar y regañar. [...] ni por juego celebremos a
relaciones amorosas de los
esos monstruos [...].55 jóvenes católicos en México
(1940-1960)”, en Tradiciones
y conflictos…, p. 398.
En estos años se consolidó la familia nuclear occidental en México: una pareja
basada en el amor y el compañerismo, centrada en los hijos y con una clara 55
Boletín Entre Nosotros
(septiembre de 1951), citado
definición de los papeles desempeñados por sexo: ama de casa-madre y en V. Torres Septién, “Una
proveedor-padre.56 No obstante, la intimidad conyugal no había llegado: las familia de tantas…”, p. 184.

relaciones se basaban y perduraban en el temor derivado de los tabúes con 56


R. Esteinou, op. cit., p. 176.

99
LO PERSONAL ES POLÍTICO

que ambos arribaron al matrimonio. Los patrones tradicionales de mediados


de siglo se expresaban también en el bajo índice de divorcios y de mujeres
estudiando o trabajando, y eran reforzados por los medios de comunicación
que, al reconfigurar los roles de género al interior del hogar y prescribir la
conducta femenina, hacían públicos los asuntos más íntimos.
El modelo de desarrollo y estabilidad no alcanzó de ninguna forma a
las clases sociales más desfavorecidas. El “milagro” de la economía en
realidad agudizó las diferencias económicas y sociales. Las mujeres de los
barrios marginales, lejos de accionar los botones de la tecnología hogareña,
se enfrentaron a luchas intestinas por establecerse en los predios irregulares
y sin servicios urbanos a los cuales habían migrado. La división sexual del
trabajo en la casa se daba en términos menos idílicos que los reseñados en
los medios de difusión. Algunos artistas, marginados por estos mismos
medios, comenzarán a visibilizar su ardua labor hacia los años setenta:

Abrió los ojos, se echó un vestido, se fue despacio pa’la cocina


estaba oscuro, sin hacer ruido prendió la estufa y a la rutina [...]
Sirvió a su esposo, vistió a los niños, cambió pañales, sirvió los panes,
llevó a sus hijos para la escuela, pensó en la dieta que se comían [...]
palpó lo gris de su economía, formó en la cola de las tortillas
cargó a Francisco, miró la calle, por todas partes había mujeres,
todas compraban y se movían, cumplían airadas con sus deberes,
le recordaban a las hormigas, sintió de pronto que eran esclavas,
sintió que todas eran amigas [...]
Pidió su turno en los lavaderos, talló vestidos y pantalones,
miró la ropa tendida al sol, como si ayer no se hubiera hecho,
la misma friega todos los días, se caminaba de nuevo el trecho,
sintió la vida como prisión, se le escapaba todo lo hecho.
Se va la vida, se va al agujero
como la mugre en el lavadero .57

Conjugada con una gran carga de trabajo doméstico, es aquí donde


encontramos una mayor movilización de las mujeres volcada al ámbito público.
Fue gracias a ellas que se dieron las condiciones para que los hogares
57
León Chávez Texeiro, establecidos en la periferia de las grandes ciudades contaran, poco a poco,
(intérprete y compositor), Se va
la vida compañera, 1979. con servicios urbanos; todo con la mira puesta en el bienestar de su familia.
Pintor, músico y organizador de Como afirma Alejandra Massolo: “las palabras necesidad-miedo marcaron
movimientos obreros y de
vivienda. dolorosa e inolvidablemente la subjetividad femenina acerca del significado

100
II. HOGAR Y MATERNIDAD EN MÉXICO. ENTRE EL DEBER SER Y LA REALIDAD COTIDIANA

de la política y lo político en la ciudad”;58 desde el discurso tradicional de


género, feminizaron las demandas del ámbito doméstico y las politizaron.
Ellas fueron las grandes guerreras en las batallas por agua, luz, escuelas y
legalización de sus predios. Se convirtieron en gestoras activas de derechos
sociales ante el Estado y, mientras soñaban con tener agua corriente en sus
hogares y, tal vez, con la lavadora que el abonero transportaba en un
“diablito”, hicieron política dentro de los canales marcados por el Estado y el
partido en el poder. Se inscribieron a todos los programas que ofrecían la
promesa de servicios urbanos, educación, bonos para alimentos, etc., a
cambio de acudir a los mítines políticos. Convergieron en acciones colectivas
que las llevaron de la esfera privada a una participación pública extensa.
La escasa producción de estudios históricos al respecto nos confirma la
tendencia a desaparecer o al menos disminuir la importancia de las luchas de
estas amas de casa, al imaginarlas siempre dentro del ámbito doméstico. Sin
embargo, como apunta Massolo, ellas “comenzaron a germinar y a crecer
como gestoras de las demandas populares, a partir de los microescenarios
públicos de la vida cotidiana”.59 Para lograrlo construyeron un discurso
alternativo sobre sus intereses y transgredieron todas las normas de domesticidad
que, diseñadas para la élite, trataban de imponerse a todos los grupos sociales.
Trascendieron también al ser las auténticas creadoras de los movimientos
urbanos populares de la década de los años ochenta y, cuando sus conquistas
respaldaron su presencia en el ámbito público, vertieron en éste nuevas
demandas en torno a las relaciones de poder desigual entre los sexos,
convirtiendo los problemas más íntimos y personales en asuntos políticos.
En otro orden de ideas, para los años cuarenta, la vida de las mujeres del
campo prácticamente no había cambiado desde el siglo XVIII. Predominaban 58
Alejandra Massolo, “Las
Políticas del barrio”, Política y
las costumbres ancestrales de subordinación, y los intereses ligados a la tierra Cultura, p. 58. Las negritas son
siguieron dictando las prácticas matrimoniales. La joven que se casaba o del original.

“juntaba”, se iba a vivir a la casa paterna del marido y se decía que “iba a 59
Ibidem, p. 62.
servir a casa de sus suegros”.60 Debía adaptarse a la nueva familia y mostrar 60
Soledad González Montes,
obediencia; la sujeción no era sólo al marido, sino a la madre de éste, quien “Las mujeres y la violencia
doméstica en un pueblo del
ponía a prueba su docilidad y aptitudes domésticas, y al suegro quien era,
valle de Toluca (1970-1990)”,
junto con el marido, representante “de la justicia divina en la tierra para el en Historia de la vida
cotidiana…, p. 347.
buen gobierno de las familias”.61 Persistía el maltrato a las mexicanas en el
ámbito rural, quienes en su mayoría lo asumían como un hecho natural, 61
Ibidem, p. 350.

101
LO PERSONAL ES POLÍTICO

educadas así por sus madres y sus abuelas, perpetuando los patrones de
sumisión, cuestión que, debemos señalar, no era privativa de una clase social
específica, pues era una responsabilidad heredada e impuesta por la sociedad
patriarcal desde siglos atrás.
Pese a lo anterior, las historiadoras dedicadas al estudio del mundo
campesino han demostrado que en los hechos las mujeres tenían cierto poder
de influencia e interferencia en el ámbito público, aunque ello no les reportara
mayor independencia, como en el caso de ser quienes vigilaban los bienes en
efectivo de la familia o en la posibilidad de realizar transacciones de tierras o
animales.62 Asimismo, como hemos visto en casos anteriores, existen registros
numerosos sobre denuncias por malos tratos o incumplimiento de las
responsabilidades económicas de los maridos, mediante las cuales trascendían
los mecanismos informales de control.
La joven era instruida en las obligaciones que la hacían elegible para el
matrimonio, entre las cuales una de las más importantes era la elaboración de
las tortillas. Un hombre podía abandonar a su compañera si ella no cumplía
con las responsabilidades domésticas, hecho que fue utilizado por las propias
mujeres como táctica para escapar de una relación conyugal insoportable;
ellas podían decidir que “no sabían tortear” para que fueran devueltas al
hogar paterno.63 Desde luego, esta medida se utilizaba en situaciones
desesperadas ya que el hecho conllevaba la deshonra de la familia y una
carga social muy negativa. Sin embargo, es de hacer notar que en un mundo
de total opresión y escasos medios de subsistencia, ellas acudían a estrategias
de resistencia que entre las mexicanas de la élite, en medio de todo el
convencionalismo social, eran más difíciles de practicar.
Si el american way of life irrumpió en las clases medias y altas, modificó
los estilos de vida y limitó el espacio de acción de las mujeres, lo que revolucionó
los patrones domésticos en el campo fue el arribo del molino de nixtamal,
hecho que fue consolidándose hacia fines de la década de 1920.
62
Cecilia Graves, “Rituales y
Su aparición preocupó a muchas mujeres que cifraban su valía en las
penurias: el mundo de la faenas tradicionales tales como su habilidad en el metate y, por supuesto,
mujer indígena en los altos
de Chiapas (1940-1950)”,
enfureció a los hombres. Argumentaban que con los molinos se volverían flojas
en Tradiciones y conflictos…, y promiscuas, así ante la amenaza de ver menoscabada su autoridad, los
p. 221
encerraron con candado. Ellas se movilizaron para liberarlos y, al igual que
63
Ibidem, p. 224. las colonas urbanas, aprendieron un lenguaje político para conseguirlo.

102
II. HOGAR Y MATERNIDAD EN MÉXICO. ENTRE EL DEBER SER Y LA REALIDAD COTIDIANA

Abrevaron del discurso utilizado por los mandatarios que inauguraban molinos
para afianzar sus bases clientelares; recurrieron a las políticas vigentes en
cada período formando ligas anticlericales, anti alcohol o lo que fuera
menester,64 y a través de su organización y de una resistencia colectiva en
contra del patriarcado llevaron al espacio público su necesidad de más tiempo
para dedicarse a otras actividades que les reportaran mayores beneficios
económicos. Sus logros se tradujeron en la transformación de los roles
habitualmente desempeñados en el hogar y en una politización de los
problemas domésticos presentes en las comunidades rurales.
Lo visto hasta ahora nos permite afirmar que para ciertos sectores de la
población, la movilización de las mujeres se encontraba en un impasse. La
sumisión seguía siendo la regla; en apariencia, los asuntos privados no
encontraban lugar en el debate público. María del Carmen Elu observaba que
la mujer casada que contaba con empleo remunerado lo ejercía con complejo
de culpa. Tan tarde como en 1969, más de la mitad de 2 500 entrevistadas de
las clases medias, próximas a casarse, dejarían de trabajar porque seguían
creyendo que su misión era ser esposas y madres, aun las universitarias.65
No obstante, las cifras nos ofrecen indicios de que esos esquemas
empezaban a tambalearse; la tasa de natalidad disminuía y los divorcios se
incrementaban año con año como muestra de que el matrimonio ya no era la
única opción o al menos ya no lo era “hasta que la muerte nos separe”. De
forma paralela, un avance irreversible de la participación de las mujeres en la
educación y el trabajo, tal y como lo pudimos apreciar en el capítulo anterior, 64
Jeffrey M. Pilcher, “Mexico’s
a partir del cual conquistaron espacios de negociación antes exclusivos de los Pepsi challenge: traditional
varones, les permitió visibilizar con mayor fuerza el desacuerdo que en torno cooking, mass consumption,
and national identity”, en
a la subordinación y la desigualdad habían expresado a través de las más Fragments…, pp. 74-76.
variadas maneras. Y ahí precisamente, entre las universitarias y las jóvenes María del Carmen Elu de
65

profesionistas que se abrían paso en la arena pública, germinó el feminismo Leñero, “Trabajo de la mujer y
fecundidad: especial referencia
de los años setenta para demandar de manera contundente que “lo personal a México”, en La mujer en
es político”. América Latina, p. 66.

103
LO PERSONAL ES POLÍTICO

DEL AMOR Y LAS REGLAS PARA VIVIR


EN PAREJA

Michel Foucault indica que, a partir de los siglos XVII y XVIII, “los tiempos
duros de la reflexión moral sobre los placeres sexuales” están “señalados
por la mujer y la relación con la mujer”, bajo parámetros como la virginidad
o la conducta dentro del matrimonio.66 Con base en esta idea, el discurso
que gobierna los comportamientos amorosos y sexuales estará atravesado
por el género. En el mundo novohispano, la Iglesia era la encargada de
regularlos. La primera pauta, en torno a la cual giraba toda la doctrina, era
que el sexo sólo podía practicarse dentro del matrimonio y con el único
objetivo de hacer niños; toda costumbre que no contemplara este fin se
convertía en lujuria. El confesionario resultó el instrumento ideal para discutir
estos temas y poner los candados necesarios a la sexualidad, a pesar de
que en el mundo real, había cierta laxitud en cuanto a las normas.
Por otro lado, tanto ejemplificar lo prohibido no podía más que convertirse
en una rica fuente de ideas que incitaban a proceder de manera contraria a
la prédica moral y religiosa. En 1837, Isabel Presentación acudió a las
autoridades a denunciar a Tomás Victoriano, a quien sorprendió cometiendo
bestialismo:

Un día salió [Isabel Presentación] a la búsqueda de una jumenta de color pardo


y sus dos crías […] y halló a Tomás Victoriano junto a un amate cometiendo
bestialidad con la jumenta; éste se “cubrió las partes” e Isabel salió corriendo a
presentar la denuncia ante el juez de paz […]. Tomás dijo que se valió del animal
como un “arbitrio” para que Isabel [que era casada] se acercara al lugar y poder
“disfrutar de su cuerpo” como se lo ofreció cuando el particular [Tomás] le habló
junto al cuescomate de su casa tres días antes […].67

66
Michel Foucault, Historia de Amor y sexualidad estaban ligados irremediablemente a la promesa de
la sexualidad, vol. 2, p. 230. matrimonio, cuyo preámbulo era el cortejo, período único en que la mujer
67
Mílada Bazant, “Bestialismo: gozaba de algún poder dentro de una relación. Si bien con el sacramento
el delito nefando. 1800-1855”,
en Historia de la vida
matrimonial la Iglesia otorgó libertad de elección mediante la fórmula del
cotidiana…, pp. 444 - 445. mutuo consentimiento, lo cierto es que las costumbres sociales y las leyes

104
II. HOGAR Y MATERNIDAD EN MÉXICO. ENTRE EL DEBER SER Y LA REALIDAD COTIDIANA

civiles ofrecían modelos más rigurosos para los compromisos y fijaban la


idea del amor en términos convencionales de clase, propiedad y herencia.
Apoyados en la moral religiosa sobre el amor como pasión condenatoria, se
exaltaban las bondades del afecto y se privilegiaba el contrato sobre los
sentimientos. Con ello, placer y erotismo quedaban fuera de toda
consideración; cuando para el cristianismo la carne se volvió pecado, el
amor se tradujo en algo espiritual que impidió el desarrollo de la intimidad
conyugal. El ejercicio de la sexualidad dentro del matrimonio también se
reguló para no caer en la concupiscencia.
Así las cosas, tanto para el poder civil como para el eclesiástico, el amor
como lo conocemos hoy, estaba excluido del contrato. Como señala Asunción
Lavrín: “el matrimonio ha sido tratado como un mecanismo social y económico
mediante el cual se unen intereses familiares y se manifiestan objetivos de
grupo o clase más que emociones personales”.68 Iglesia y Estado pues, se
conjugaban para normar el amor y la sexualidad de manera tan contundente
que, a lo largo de los siglos, coincidirán en la imposición de los mismos
patrones de conducta con miras a mantener un orden social específico. No
obstante, y como hemos apuntado, las altas tasas de ilegitimidad y el
amancebamiento nos indican que en la práctica cotidiana existía una libertad
sexual considerable.
Los “pecados de la carne” no distinguían sexos para la Iglesia, pero aun
así a las mujeres se les imponía un mayor número de restricciones en todos los
órdenes de la vida; en especial en lo referente a la “pureza”: la virginidad era
el bien más preciado que la novia aportaba al matrimonio pues significaba la
garantía de la legitimidad de los hijos procreados dentro del mismo. Toda
vigilancia era poca cuando se trataba de mantener intacta su honra, ya que
cualquier falta significaba deshonor para toda la familia y una amenaza al
equilibrio social. Sin embargo, existen numerosos casos, como para ser
pasados por alto, en que solteras y casadas asentaban en sus testamentos el
haber sido madres de algún vástago no reconocido. Asimismo, los juicios por
incumplimiento de promesa matrimonial mencionan generalmente la “unión de
dos voluntades” lo que nos hace pensar que la mujer no era del todo pasiva 68
Asunción Lavrin “Introducción:
el escenario, los actores y el
en la relación de pareja o, al menos, se enfrentaba a grandes dificultades problema”, en Sexualidad y
para reprimir su sexualidad. matrimonio…, p. 14.

105
LO PERSONAL ES POLÍTICO

Ante la creciente secularización de la sociedad desde


fines del siglo XVIII, el Estado, que disputó a la Iglesia el
control sobre la familia, se valió de sus normas morales
para ejercerlo; en algunos aspectos inclusive, constriñó
aún más ciertas libertades. Como veremos en el
siguiente capítulo, los mecanismos de control informal,
tales como la religión y la reputación, fueron mucho
más restrictivos para el sexo femenino puesto que se
ejercen en ámbitos privados; de esta forma la sociedad
en su conjunto contribuía a la estrecha vigilancia. No
siendo suficiente, la elección de pareja y la virginidad
pasaron a ser cuestiones legisladas por el Estado
moderno. Carmen Ramos señala, por ejemplo, que la
sexualidad de la mujer estaba sujeta al control de sus
bienes y al lugar que ocupaba dentro de la familia; de
igual forma, la pérdida de la virginidad estaba
contemplada legalmente dentro del matrimonio y la
sexualidad tenía como único fin la procreación.69 Las
leyes enfatizaban el respeto y la obediencia, dejando
de lado los sentimientos, y cuando aludían al cuidado
mutuo, como pudimos leer en la Epístola de Melchor
Ocampo, lo que privilegiaban era la conservación del
Novia, Ciudad de México, 1907. Archivo privado. orden familiar, pilar de la sociedad.

Con base en estas leyes y en una visión impuesta por la religión, en la


que se condenaba todo amor que no fuera el que se dirigía a Dios, el
noviazgo se dio en términos eminentemente espirituales. El distanciamiento
favorecía sobre todo el intercambio epistolar en donde las palabras iban
dirigidas al “alma” de la persona amada; las cartas como forma de cortejo,
69
Carmen Ramos, “Cuerpos
construidos, cuerpos legislados.
observaban ciertos preceptos morales; costumbre que perduró todo el siglo XIX
Ley y cuerpo en el México de y parte del XX, tal como podemos observar en el siguiente fragmento de una
‘fin de siècle’ “, en Enjaular los
cuerpos…, p. 74.
carta de amor escrita en 1903:

106
II. HOGAR Y MATERNIDAD EN MÉXICO. ENTRE EL DEBER SER Y LA REALIDAD COTIDIANA

Hermosa como una alegre mañana de primavera, virtuosa y pura como heroína
de histórica leyenda […]. Algunas veces cuando he tenido la fortuna de estar
cerca de vos, he visto reflejarse en vuestro semblante y en vuestras tiernas
miradas, la bondad de un alma de más valía que la belleza más regia, mejor
idealizada. Es vuestra alma, creédmelo, lo que más admiro, porque mientras
más se le comprende, más se le adora.70

Las expresiones del amor erótico, consideradas transgresiones a la normativa


moral y social, debían realizarse en secreto;71 a éstas no les abría la puerta ni
la llave del matrimonio. El ángel del hogar decimonónico llevaba en el nombre
la idea de lo etéreo y desde luego, representaba un ser asexuado. Ello
implicaba que, dentro de la sociedad conyugal, la mujer debía ser un sujeto
pasivo que reprimía cualquier asomo de deseo para que ésta marchara por
los cauces impuestos. El comportamiento amoroso del ángel era vigilado
constantemente y reglamentado por toda clase de literatura prescriptiva,
especialmente por los manuales de urbanidad y los de higiene. En 1853,
Carreño prescribía en su famoso manual que:

La mujer, por su parte, respira en todos sus actos aquella dulzura, aquella
prudencia, aquella exquisita sensibilidad de que la naturaleza ha dotado a su
sexo; y corresponde al amor exclusivo que en ella ha puesto el hombre que la
ha considerado como el centro de su más pura felicidad, haciendo que él
encuentre siempre a su lado satisfacción y contento en medio de la prosperidad,
consuelos en los rigores de la desgracia, estimación y respeto en todas las
situaciones de la vida.72
Carta de amor de Miguel
70

Las reglas de la decencia dictaban que el hombre debía observar el mismo Munguía a Aurelia Aguilar,
archivo personal, septiembre de
trato tanto con una mujer extraña como con las de su familia; es decir que las 1903.
relaciones familiares, al menos entre la élite, no estaban mediadas por la 71
Martha Eva Rocha. “Los
intimidad. Como los usos amorosos no eran entendidos en términos del amor comportamiento amorosos en el
noviazgo, 1870-1968. Historia
erótico y pasional, altamente peligroso, se insistía en que otro tipo de
de un proceso secular”,
sentimientos como afecto y aprecio gobernaran el matrimonio. Así por ejemplo Historias, p. 126.
en los consejos de una madre a sus hijos, escritos hacia principios del siglo XX, 72
Manuel Antonio Carreño, El
podía observarse lo siguiente: manual de Carreño, p. 240.

107
LO PERSONAL ES POLÍTICO

[…] creo conveniente advertirte qué es lo que debes cuidar más: el que tu esposa
te aprecie, pues es mil veces más preferible el aprecio, o lo que es lo mismo, la
comprensión y estima de lo que valgas que un gran cariño sin este aprecio –
bueno– digo amor: éste, la mayor parte corresponde a los sentidos, es obra de
ellos y por esto susceptible a cambios, de aumento o disminución: mientras que
el cariño, el aprecio, son obra del corazón exclusivamente.73

Contraer nupcias implicaba para la mujer una serie de deberes en donde


no tenían cabida ni el amor ni la intimidad de pareja; la sexualidad era
únicamente el medio para la reproducción, fin de todo enlace, y la
maternidad el único modo de realizarse. Los deseos femeninos eran vistos
por los higienistas como desviaciones malsanas o enfermedades, y por el
patriarcado como transgresiones de tal magnitud que “si la esposa gozaba
del sexo era porque estaba cometiendo adulterio y, por tanto, se convertía
en prostituta”.74 Al prescribir la forma como las mujeres debían “sentir” el amor
y vivir la sexualidad, el discurso cuidaba que durante el noviazgo no se
sobrepasaran los límites del pudor y la decencia; para ello se establecían
horas y lugares apropiados de encuentro, así como un tutelaje estricto sobre
las solteras; en este período la relación formal y distante no cambiaba
esencialmente al llegar al matrimonio.
En la práctica la sociedad se componía de relaciones muy alejadas del
ideal de afecto y respecto, donde lo común no era el matrimonio religioso o
legalmente constituido y en las cuales privaba la violencia; también de mujeres
que, como ha demostrado Ana Lidia García Peña en su estudio de juicios por
alimentos, no sólo utilizaron su sexualidad para buscar una relación ilegítima
que les brindara alguna solución a su condición de vida, sino también
reconocieron públicamente su deseo sexual –la debilidad de la carne– cuando
73
“Consejos de mamá Meche a ya no pudieron hacer uso del argumento de la seducción masculina.75
sus hijos” (sin fecha, la autora
de la carta nació en 1870), en Asimismo y como evidencia de una realidad inocultable, una buena
Virginia Armella de Aspe, cantidad de mexicanas que no seguían las reglas de la moral decimonónica,
Memoria de una familia, p. 99.
eran retratadas de manera sarcástica en la prensa:
74
A. L. García Peña, El fracaso
del amor…, p. 178.
No conozco guerreras más valientes que esos seres llamados débiles, á quien la
75
Véase A. L. García Peña, ley nos manda proteger, cuando esa ley debiera resguardarnos de ellas, […] su
“Madres solteras, pobres y frente no se tiñe con el más ligero rubor, ni la más leve contracción hace mover
abandonadas: ciudad de sus labios; continúa observando y mirando á su vez; […] aquel peinado, aquel
México, siglo XIX”, Historia
Mexicana, pp. 647-692.
listón, aquel rizo, y hasta el movimiento más indiferente de su abanico, todo

108
II. HOGAR Y MATERNIDAD EN MÉXICO. ENTRE EL DEBER SER Y LA REALIDAD COTIDIANA

habla en ella, todo está diciendo: “quiero que me vean. Quiero que me
distingan quiero que me admiren”. El retrato, quizá fantástico, que acabo de
bosquejar es más común de lo que ustedes pudieran sospecharse.76

Las leyes y los patrones sociales imperantes en el siglo XIX encontraron un


gran aliado en los manuales de higiene y los tratados médicos para
afianzar los criterios de los comportamientos sexuales. Fernanda Núñez
señala que todo este tipo de literatura médica de carácter prescriptivo “fue
usada como instrumento científico para ayudar a apuntalar la construcción
de los géneros”.77 A medida que los médicos ganaban autoridad en la
sociedad, la moral se amparó en principios científicos: el placer intenso
era dañino para la salud física y emocional; un ejercicio frecuente de la
sexualidad disminuía los años de vida; la masturbación causaba infertilidad
y el onanismo cáncer. En el manual de Higiene del matrimonio, de
principios del siglo XX, el doctor Suárez Casañ, precisaba ya desde su
inicio que “todo lo que en estas relaciones [conyugales] es inmoral, es
Conocimientos para la vida privada (segunda serie)
antihigiénico” y recomendaba “a los esposos que no conviertan el lecho del doctor Vicente Suárez Casañ, tomo segundo,
conyugal en un lecho de prostitución”.78 décima edición, Barcelona, Casa Editorial Maucci,
Toda la teoría de los higienistas se construyó sobre la supuesta 1903.

inferioridad del sexo femenino tanto en lo físico como en lo intelectual y,


76
G. Gostkowski, “Humoradas
en muchas ocasiones, también en lo moral, aunque en otras se predicara dominicales”, El Domingo (15 de
lo contrario. En los manuales, cargados de contradicciones, se reconocía septiembre de 1872), citado en
J. Tuñón, El álbum de la mujer…,
el erotismo de las mujeres y una gran excitabilidad, a la vez que se les p. 213.
consideraba seres pasivos a quienes tocaba poner freno sobre los deseos
77
Fernanda Núñez, “Los secretos
del marido que, si no se controlaban, podían producir serios problemas para un feliz matrimonio.
de salud.79 La dicotomía pudorosas/lujuriosas está siempre presente en las Género y sexualidad en la
segunda mitad del siglo XIX”,
obras de los médicos de esta época y, para cargar la balanza hacia las Estudios de historia moderna y
primeras, el remedio fue exaltar la parte espiritual, la pasividad y, sobre contemporánea de México, p. 7.

todo, dejar bien claro que el único objetivo de la práctica sexual era la 78
V. Suárez Casañ, Higiene
procreación. El mismo doctor Suárez Casañ, en su manual Secretos del del matrimonio, p. 38.

lecho conyugal aseveraba que “el papel de la mujer en este acto (el coito) 79
Catherine Jagoe, “Sexo y
género en la medicina del siglo
es casi pasivo […] no necesita preparación alguna ni deseos venéreos;
XIX”, en La mujer en los discursos
basta con que se entregue sin oposición al aparato generador del hombre” de género…, p. 331.
para recibir el “licor prolífico” que entre otras cosas servía para aliviar los 80
V. Suárez Casañ, Secretos del
problemas de una matriz ardiente.80 lecho conyugal, p. 22.

109
LO PERSONAL ES POLÍTICO

En general los tratados médicos parecían manuales de doctrina moral y


contribuían a la construcción de una subjetividad femenina en la que el sexo
se ejercía con miedo y con culpa; en cierto sentido, sustituyeron los consejos
del sacerdote. Todas sus recomendaciones iban encaminadas a que la
mujer alcanzara su misión suprema: la maternidad, incluso las explicaciones
que tenían que ver con el reconocimiento del placer femenino: “la mujer
estéril es más apasionada que una mujer fecunda, […] porque considerando
el deseo que tiene la primera de perpetuarse por la generación, tendrá que
ser forzosamente más lasciva que la otra”.81 Así las cosas, la calipedia –el
arte de engendrar hijos sanos e inteligentes– era la continuación natural de
la higiene del matrimonio.
El telón de fondo era el profundo temor a la sexualidad femenina y la
evidencia constante de su insubordinación a las reglas establecidas; el dejarse
raptar o la fuga, como tácticas empleadas por las mujeres para imponer su
voluntad, fueron acciones que nos hablan de su forma de sentir amor, aunque
la sociedad se empeñara en normarla, para después controlarla. Una idea
recurrente giraba en torno a la histeria; Catherine Jagoe observa que para
fines del siglo XIX las interpretaciones sobre esta patología eran acentuadamente
misóginas: “se originaba en una serie de defectos de carácter y se desarrollaba
sólo en mujeres impulsivas, fraudulentas, coquetas, excéntricas, emotivas y
propensas a la lascivia”.82 Resultaba fácil entonces que cualquiera que
transgrediera un precepto moral, un convencionalismo social o mostrara signos
de rebeldía, pudiera ser calificada como histérica.
El compendio de reglas morales, sociales y científicas estaba destinado a
moldear los cuerpos y los sentimientos de la élite; para el resto de la población
femenina cumplir con tantos preceptos quedaba fuera de sus posibilidades.
No obstante existían diversas formas de mantener un control sobre las
conductas, generalmente reducidas a dos: castidad y fidelidad. La mujer
81
Ibidem, p. 36. soltera debía ser casta, la casada no cometer adulterio. El honor y la vergüenza,
82
C. Jagoe, op. cit., p. 334.
más que virtudes, eran las evaluaciones sociales que gobernaban la vida
cotidiana.83 Se trataba de controles informales que buscaban evitar a toda
83
Para profundizar, véase
Victoria Chenaut, “Honor y ley: costa que se acudiera a instancias oficiales para dirimir conflictos del orden
la mujer totonaca en el conflicto doméstico y episodios de violencia en todas sus formas.
judicial en la segunda mitad del
siglo XIX”, en Familias y El feminismo desarrollado hacia fines del siglo XIX y el fuerte impulso que
mujeres…, pp. 111-160. cobró durante la Revolución Mexicana permitió a las mujeres la expresión

110
II. HOGAR Y MATERNIDAD EN MÉXICO. ENTRE EL DEBER SER Y LA REALIDAD COTIDIANA

pública de su posición acerca de algunos temas como la educación sexual y


el amor libre. Una de sus representantes más destacadas fue Hermila Galindo,
quien retomó los tratados médicos y los filosóficos para refutar que, si
precisamente el instinto operaba con igual fuerza en las mujeres, era necesario
encauzarlo de tal forma que, libres de la ignorancia, evitaran ser víctimas de
la seducción y cayeran en la prostitución o el crimen. Por ello demandaba
educación sexual para todas y, en defensa de la libertad para amar,
argumentaba:

¿Qué es más censurable, la conducta de la mujer que en aras de ese sentimiento


sublime […] que se llama amor, por medio del cual existe el mundo y se ha
redimido al mismo, se entrega al hombre de sus ensueños, sin mediar formulismos
humanos y se consagra después a educar abiertamente al hijo de sus amores, o
la conducta de algunos que se llaman directores de almas que hacen pasto de
su concupiscencia en esa multitud de vírgenes incautas, arrancadas al hogar en
edad temprana, para sepultarlas en las frías celdas de un claustro […]?

[…] repruebo también que la mujer vaya a formar familia con un hombre a quien
no quiere y a quien tal vez, odia, sólo porque así lo exigen las conveniencias
[…].84

Aunque sus ideas describían la realidad de la mayoría de las mexicanas,


para quienes la legalidad del enlace no existía, resultaba muy audaz para
su tiempo hacerlas visibles. Las propuestas sobre el amor libre y la educación
sexual fueron vistas como propaganda inmoral y, por tanto, rechazadas por
la sociedad en general. Si, como hemos expuesto, con sus demandas
lograron algunos cambios en la legislación civil, la ideología conservadora
impidió una transformación sustantiva en las mentalidades que seguían
rodeando al amor y la sexualidad de tabúes.
Sumado a lo anterior y con base en los programas posrevolucionarios
destinados a incrementar las tasas de natalidad y ahora, a través de la ciencia, 84
Hermila Galindo, “Soy una
a producir ciudadanos sanos y robustos, el Estado y los médicos dieron al mujer de mi tiempo” (20 de
noviembre de 1916), en A. Lau
amor un nuevo significado, esta vez en términos de amor a la Patria, cuyo y C. Ramos, op. cit.,
símbolo era la raza.85 Es decir que ya no se trataba solamente de regular los pp. 258-259.
usos amorosos conforme a las conveniencias sociales o económicas, sino que 85
Ana María Carrillo, “La
era “tiempo de dar el toque de alarma y procurar un verdadero pueblo ‘civilización’ del amor”, en
Amor e historia…,
vigoroso y sano, prohibiendo uniones que no se ajusten a los cartabones de p. 411.

111
LO PERSONAL ES POLÍTICO

una ciencia rígida pero justiciera”.86 Si la moral y las leyes habían regulado las
formas de sentir el amor de las mujeres, y con ello las habían llevado a la
arena pública, las campañas sanitarias las politizaron aún más, a la vez que
les infundían nuevos temores: al contagio y al riesgo de procrear hijos enfermos.
Los consejos emitidos por el gobierno eran muy similares a los propuestos
por los boletines de filiación católica; todo apuntaba al avance de un sólido
conservadurismo que, hacia finales de la década de 1930, llegó para
quedarse. El objetivo clave de las autoridades sanitarias era el de sacrificarse
hoy para que mañana las nuevas generaciones no tuvieran que preocuparse
por la selección de pareja, pues todos estarían sanos. Para ello promovieron
un programa de educación sexual, sólo que ante el proyecto eugenésico
puesto en marcha, éste giraba en torno a la difusión del terror, había que
alejarse de las tentaciones y contribuir en la lucha sanitaria como obligación
política.
El conservadurismo de los años cuarenta que mantenía a las mujeres en
su casa bajo el paradigma de la “mujer moderna”, recurrió a una idea del
amor semejante a la que se estilaba en el siglo XIX; este sentimiento debía
significar cuidado y entrega tanto al esposo como a los hijos, sacrificio,
abnegación y resignación. Había que insistir en que la realización femenina
no estaba en otra parte y el discurso no variaba gran cosa entre Iglesia y
Estado. El imperativo para toda joven soltera era conservar la virginidad
observando pudor y recato, para lo cual la Iglesia recomendaba: “Ámalo, sí,
con toda tu alma, pero sé recatada y modesta en la manifestación de tus
afectos. No temas que por eso deje de amarte, al contrario, si te ve digna y
recatada te querrá y respetará mucho más”,87 de esta forma la muchacha se
realizaba a través de la boda, a la cual llegaba virgen y con el beneplácito
86
Samuel Inclán, “Matrimonio
y herencia”, citado en A. M. de la familia. Para el Estado, la felicidad implicaba encontrar un novio sano y
Carrillo, op. cit., p. 415. conservarse virgen hasta bendecir la unión en el Registro Civil, con el
87
Valentina Torres Septién, “El consentimiento que otorgaba el certificado prenupcial.
amor desde la práctica
Valentina Torres Septién comenta que, entre las clases medias y altas de
discursiva de la Iglesia Católica
preconciliar (1930-1970)”, los años cuarenta, la amistad entre dos sexos distintos se veía como un peligro
en Amor e historia…, p. 446.
o como el preludio del noviazgo, mismo que era un asunto que concernía a
88
Para conocer más sobre las toda la familia y en el que intervenían intereses sociales y económicos. Por eso
relaciones entre católicos véase
V. Torres Septién, “ ‘Bendita sea
las apariencias eran lo más importante.88 El “chaperón” para mostrar al público
tu pureza’…”, pp. 385-413. que la hija de familia no salía sola con el novio, los lugares determinados

112
II. HOGAR Y MATERNIDAD EN MÉXICO. ENTRE EL DEBER SER Y LA REALIDAD COTIDIANA

como correctos para el trato cotidiano, la prohibición de todo contacto físico,


todo, en fin, abonaba a una relación de formalidad y distancia que desembocaba
en un matrimonio al que llegaban sin conocerse, para asumir el rol genérico
preestablecido por la leyes, la Iglesia y la sociedad.
El cine, el consultorio sentimental, la literatura y la prensa se diseñaban
para mostrar a las mujeres dos caminos posibles: la buena que acataba las
normas y se realizaba al formar su propia familia, y la liberal o rebelde que
se enfrentaba al crimen o la prostitución como consecuencia de haberlas
transgredido. Existía una gran afición por la lectura de novelas rosas en donde
se idealizaba a los hombres y se tejían las más empalagosas historias de amor
que en el mundo real brillaban por su ausencia. Esta literatura era accesible a
un público muy amplio porque también podían leerse en las revistas femeninas.
Carmen Martín Gaite sugiere que, mujeres de todo tipo,

entre más desgraciadas se sintieran en la realidad, más necesitaban de aquella


identificación con las heroínas inventadas […] a las que cuando menos lo
esperaban les llovía del cielo una ilusión que las hacía sentirse transfiguradas,
distintas. El mago de esta alquimia, por supuesto, era siempre un hombre.89

La mujer real que amaba y experimentaba con su sexualidad vivía con culpa,
lejos de las miradas ajenas y, en aras de sostener el discurso de la castidad,
no se le nombraba para que no existiera. A ella había que buscarla en la nota
roja de los periódicos en donde, si aparecía, era porque además de haber
quebrantado las normas sociales, había infringido las legales. Ahí estaba la
verdadera resistencia de las mujeres, aunque a la vivencia transgresora le
sucediera la desgracia. Martha Eva Rocha destaca cómo la debilidad del
cuerpo se convertía en una experiencia dramática:

“Queriendo evitar la deshonra una bella muchacha de 17 años se arrojó de un


cuarto piso y se encuentra gravísima”; “Quebró con su novio y decepcionada se
dio un balazo…” “Después de haber mantenido por algún tiempo relaciones
sexuales con su novio, una joven desesperada ingiere sosa cáustica al negarse
el novio a cumplir su promesa de casamiento”.90 89
Carmen Martín Gaite, Usos
amorosos de la postguerra
española, p. 144.
La observación de las buenas costumbres iba tornándose más complicada 90
Citado en M. E. Rocha, op.
conforme se recibían otros mensajes a través de la música, la moda en el cit., p. 130.

113
LO PERSONAL ES POLÍTICO

baile, la prensa y el cine. Frente a la tensión constante entre éstos y los usos
amorosos considerados adecuados, hacía su aparición una variedad de formas
de brincar las normas; las ideas provenían de los mismos grupos conservadores
cuando advertían de los peligros del paseo en automóvil, la oscuridad de las
salas de cine, los bailes o las visitas en lugares no aprobados socialmente. La
rebeldía se manifestaba en dobles patrones de conducta cuando el disimulo y
el encubrimiento servían a los jóvenes para experimentar aquello que les estaba
prohibido.91
En general, y en contraposición a las grandes transformaciones sociales
que ya se anunciaban, se insistía en que la felicidad de la mujer estaba en
buscar el amor de un buen hombre y afianzarlo mediante la boda. Martha
Santillán señala que las revistas femeninas resaltaban las bondades del
matrimonio y el hogar, sólo que ahora el amor y la ternura se volvían
imprescindibles para su buena marcha. Ante el descubrimiento del cuerpo y el
erotismo la revista Kena, por ejemplo, se aventuró a tratar el tema de la sexualidad
y relacionarlo con el placer, pero subrayó que debía reservarse a las parejas
formalmente constituidas. El éxito de la relación seguía cimentándose en que la
mujer supeditara su desarrollo personal al de su pareja.92
Para encontrar a la tan anhelada “media naranja”, los medios de
comunicación, además de subrayar las reglas para amar, introdujeron a las
mujeres en las artes de la seducción; el secreto estaba en los artículos de belleza
que ofrecían fórmulas infalibles para la atracción. Con este objetivo, la publicidad
91
V. Torres Septién, “‘Bendita
sea tu pureza’…”, p. 409. no tuvo el menor empacho en diseñar estereotipos profundamente sexistas. No
obstante, ante los cambios sociales de fines de los años sesenta, frente a la
92
Martha Santillán y Ana Laura
Mena, “Publicaciones “liberación de la mujer” –como la mercadotecnia la clasificó y puso en la mira–,
periódicas comerciales y los las campañas publicitarias dieron un giro colosal. Thomas Frank observa que
estereotipos de género. La
revista Kena, años setenta”, “una y otra vez puede leerse en una gran variedad de textos que el abandono
Ponencia presentada en IX de algunas ideas de la tradicional compostura femenina convertiría a las mujeres
Encuentro Internacional de
Historiadores de la Prensa. en mejores consumidoras que sus madres”.93
93
Thomas Frank, La conquista
Si bien la meta era atraer a la mujer liberada como gran consumidora, al
de lo cool. El negocio de la menos los mensajes empezaban a considerar las preferencias femeninas. Un
contracultura y el nacimiento del
consumismo moderno, p. 254.
buen ejemplo lo constituye la publicidad de las cremas Pond’s: en 1950, un ama
de casa se suaviza las manos con crema después haber lavado una gran pila
94
“1950’s Ponds Angel Skin
Creme Commercial” [disponible de platos, tan delicados como ella.94 En 1960, una joven de apariencia moderna,
en línea]. peinado lacio, vestido sin mangas sostenía que “antes no gustaba a nadie”,

114
II. HOGAR Y MATERNIDAD EN MÉXICO. ENTRE EL DEBER SER Y LA REALIDAD COTIDIANA

pero después de untarse la “C” de Pond’s cantaba que “con tan sólo 7 días de
usarla, resulta que gustas a todo el mundo”, mientras la cámara enfocaba
una gran fila de hombres frente a su ventana.95 Sólo una década después, un
anuncio del mismo producto en Estados Unidos decía:

Las sufragistas que acuden a la tienda en busca de cremas Pond’s son claramente
del siglo XX.

Son una nueva clase de mujeres; sin trabas, de espíritu libre, mujeres
inteligentes que desoyen las engañosas tonterías del negocio de la belleza y van
directas a lo importante.96

¿Estrategia publicitaria? ¿Manipulación mediática? Por supuesto, pero


indudablemente el feminismo de la nueva ola comenzaba a ejercer presión
sobre la imagen que las mujeres habían de mostrar en sociedad y los roles que
debían desempeñar.
La expresión abierta y libre del amor llegó con el estallido de los
movimientos contraculturales de los años sesenta. Una de sus banderas más
emblemáticas fue el amor; al grito de “hacer el amor, no la guerra” surgieron
las primeras demandas sobre el derecho al amor libre, al ejercicio de la
sexualidad y a la libertad de decidir sobre el propio cuerpo. La revolución
sexual de los años sesenta era, según Pascal Bruckner “el derecho al deseo
para todos, el derecho a no ser más penalizado cuando se manifestaban sus
ganas por una persona, gran novedad para las mujeres que, hasta ahora
habían sido reprimidas en la expresión de su libido”.97 No obstante, el proceso
fue complejo: la libertad sexual no necesariamente significaba liberación para
95
“Crema Pond’s, anuncio de
las mujeres; esa innovadora revolución seguía considerándolas como objetos los años sesenta”, [disponible
del deseo y el placer masculinos. en línea].

La aparición de la píldora anticonceptiva constituyó un factor muy 96


Citado en T. Frank, op.
importante de cambio en la relación entre los sexos; al tratarse de una iniciativa cit., p. 257.

exclusivamente femenina, brindaba a las mujeres un poder de decisión inédito 97


Pascal Bruckner,
“¡Gocemos sin trabas!”, en
sobre el carácter de sus relaciones y supeditaba los deseos de paternidad de
La más bella historia del
los hombres a los suyos.98 La comercialización de la “píldora” en México amor, p. 135.
estaba más vinculada a la atención de las políticas de población que ahora Nadine Lefaucheur,
98

buscaban reducirla. Y a pesar de que se trataba de una respuesta favorable “Maternidad, familia,
Estado”, en Historia de las
a las ideas sobre el control de la natalidad que las feministas habían promovido mujeres, pp. 489-490.

115
LO PERSONAL ES POLÍTICO

desde los años veinte, de nueva cuenta se buscaba que las mexicanas
contribuyeran al éxito de la Ley General de Población emitida en 1974. No
obstante y, como hemos visto en otros fragmentos de este libro, ellas aprovecharon
el giro de las políticas públicas a su favor.
Frente a la persistencia de las desigualdades en las relaciones amorosas,
surgió el feminismo de la nueva ola y lo personal se hizo manifiestamente político
al exhibir la desigualdad en todos los ámbitos de la vida cotidiana, incluidos el
amor y el sexo. Ya no más protagonistas de historias de amor a través de la nota
roja de los periódicos; había que exigir de manera categórica el derecho a la
anticoncepción, al aborto, al reconocimiento de sus propios deseos.
La consigna del feminismo demandaba, desde la diferencia, la igualdad
de derechos para ambos sexos, el derecho a que las mujeres determinaran
por sí mismas cuando eran objeto de violencia y la libertad para denunciarlo,
el derecho al aborto como decisión íntima. Pero “lo personal es político” iba
más allá de la exposición de la desigualdad: al señalar los procesos que
histórica y culturalmente construyeron a los géneros revelaba cómo la
complementariedad decretó la heterosexualidad como “lo normal”, y demandó
que lo que la sociedad determinaba como sexualidad desviada no fuera vista
como diferente.99 Hoy, tras largos años de lucha feminista podemos hablar de
matrimonios legales entre personas del mismo sexo, de centros de atención y
protección contra la violencia y de una transformación en las mentalidades
que deja de justificarla como un derecho histórico del patriarcado. Falta mucho
por hacer, sí, pero falta también reconocer que la lucha de las mujeres,
producto de su movilización en el ámbito público, no ha sido en vano.

MATERNIDAD: DEBER Y PODER


Las ideas ilustradas acerca de que, desde el espacio privado, las mujeres
tendrían la oportunidad de contribuir al desarrollo de las naciones a través
de la transmisión de valores a la familia tuvo como eje principal la exaltación
99
Marta Lamas, Cuerpo: de la maternidad, su misión suprema. Al sumar al acto de procrear, la
diferencia sexual y género, obligación de formar a los hijos como ciudadanos productivos para el
pp. 60 y 75.
Estado, ésta pasó de ser una función biológica a un deber social y moral.

116
II. HOGAR Y MATERNIDAD EN MÉXICO. ENTRE EL DEBER SER Y LA REALIDAD COTIDIANA

Para convencer a las madres de cumplir su cometido, la tarea se invistió de


cualidades excepcionales, goces insospechados y responsabilidades que
las dotaban de gran ascendiente sobre la familia y la sociedad. Por si fuera
poco, la maternidad tenía una especie de influjo mágico que transformaba
a las mujeres en mejores seres humanos y las llevaba directo a su realización
personal, tal como lo dejan ver los artículos de la prensa porfiriana: “desde
el momento en que la mujer es madre, aprende por la revelación del amor
ideas y ciencias que antes ignoraba”.100
Todos estos beneficios operaban, desde luego, dentro del matrimonio, a
pesar de estar dirigidos a recluir a todas las mujeres dentro del hogar, hecho
en el que tanto la Iglesia como el Estado estaban en perfecta sintonía. Al
tratarse de una responsabilidad social, la maternidad quedaba definida en las
leyes de acuerdo con la posición que la mujer ocupaba dentro de la familia.
En este sentido, las madres cargaban con una serie de obligaciones, sin la
posibilidad de decidir sobre su prole; en ningún caso tenían la patria potestad,
derecho que les fue concedido hasta mediados del siglo XIX y con serias
limitantes. Carmen Ramos observa que el hijo, “aunque producto del cuerpo
de la mujer, no se ve como suyo, sino como propiedad de la sociedad conyugal,
y por lo mismo el control […] no es exclusivo de la mujer”.101 Aun en el caso de
los hijos naturales, afirma la autora, si una esposa quería reconocerlos,
necesitaba el consentimiento del marido; “los varones podían reconocer como
legítimos a los hijos habidos fuera del matrimonio constituido, las mujeres no a
pesar de que la maternidad es mucho más sencilla de probar que la
paternidad”.102 100
El Hijo del Trabajo (9 de
abril de 1878), citado en C.
El discurso sobre la maternidad conjugaba preceptos provenientes de Ramos, “Señoritas
influencias muy variadas, de las cuales Marcela Nari sugirió las siguientes: porfirianas…”, p. 157.

desde el catolicismo había que cumplir con el paradigma de la madre C. Ramos Escandón,
101

“virginal”, mujer caracterizada por el sufrimiento y cuyo ejemplo a seguir “Cuerpos construidos…”, p. 95.

era la virgen María; la Ilustración creó a la madre “higiénica”, aquella 102


C. Ramos Escandón, “La
construcción social de la esposa
absolutamente responsable del desarrollo saludable de los hijos. Para el y la madre en el México
cientificismo, la maternidad se representaba a través de la madre “nodriza”, Porfiriano, 1880-1917”,
Acervos, p. 40.
otorgando a la función de la lactancia una importancia medular y, por
último, el romanticismo proponía el concepto de la madre “amorosa” que 103
Marcela Nari, Políticas de
maternidad y maternalismo
vivía para sus hijos y se realizaba a través de ellos.103 Estos modelos no político: Buenos Aires (1890-
eran excluyentes sino que se reforzaban unos con otros; el discurso ilustrado, 1940), p. 129.

117
LO PERSONAL ES POLÍTICO

por ejemplo, fue muy elocuente en promoverlos todos. El Estado y la sociedad


en su conjunto intentaban, sin mucho éxito, que las mujeres cumplieran con los
cánones.

MADRES HIGIÉNICAS… CIUDADANOS


PRODUCTIVOS

Surgió, entre otras medidas, la necesidad de publicar en la prensa todo tipo


de consejos para animar a las madres en el desempeño de su misión,
cuestión que pone en evidencia que el instinto maternal no era, en estricto
sentido, el instinto natural por excelencia. En los artículos se exaltaba la
figura de la madre “nodriza”, hecho indicativo de que en la práctica, muchas
mujeres –al menos entre las clases privilegiadas– preferían evitar la
responsabilidad de la lactancia, como sugiere Julia Tuñón.104 Asimismo, a la
madre “higiénica” le dedicaron un decálogo que se asemejaba a las tablas
de los diez mandamientos, del cual destacamos algunos puntos:

Con el título de Decálogo de la madre, pueden darse, según un periódico


científico, los siguientes preceptos á toda mujer.

III. Criarás a tu hijo con la leche de tus pechos; y á no ser esto posible, vigilarás
atentamente su alimentación.
iII. No destetarás hasta que tenga dientes, señal de que puede digerir, y aún así,
no le darás alimentos fuertes.
III. No usarás más medicamentos que los que el médico te ordene, rechazando
toda intrusión de comadre.
IV. Tendrás siempre limpio a tu hijo, como lo manda la madre ciencia […]105

J. Tuñón, El álbum de la
104
Se trataba por todos los medios de enaltecer las virtudes de una madre y, al
mujer…, p. 33.
mismo tiempo, de responsabilizarlas por el desarrollo de sus hijos; la omisión
105
El Diario del Hogar, año IV,
del deber significaba literalmente la condena eterna, tal y como lo ilustra el
núm. 54 (18 de noviembre de
1884), p. 2. siguiente fragmento de “la Madre de Familia”, publicado en 1851, en el
Presente amistoso dedicado a las señoritas mexicanas:

118
II. HOGAR Y MATERNIDAD EN MÉXICO. ENTRE EL DEBER SER Y LA REALIDAD COTIDIANA

¡Desgraciada de aquella que no


cumple con la noble misión que Dios le
encomendará al venir á la tierra,
porque el día de la verdad y de la
justicia recibirá el merecido castigo
que Dios le reservaba, y que ella
en su intensa ceguedad no había
columbrado; sirviéndole de tormento
inmortal, el conocimiento de que sus
virtuosas compañeras disfrutan, al
mismo tiempo, del premio sublime que
el Señor les tenía destinado en su
eterna mansión!106

Pocas mujeres tenían la posibilidad


de cumplir con los dictados del
discurso maternal; la mayoría vivía
situaciones en que difícilmente
hacía frente a las necesidades
más elementales de su prole. Las
mujeres que llevaban a cuestas la
Mujer sostiene en brazos a trillizos, ca. 1920. Archivo Casasola.
Secretaría de Cultura.-INAH.-MEX. Reproducción autorizada por el carga de sus hijos, sin que ello les
Instituto Nacional de Antropología e Historia (1630). reportara felicidad alguna, eran la
vasta mayoría. Tener niños no las
redimía de la “culpa” de perder la virginidad ni obraba en ellas la magia
de la sabiduría y el bienestar que tanto anunciaba la retórica patriarcal.
Prueba de ello eran los infanticidios, pocos de los cuales se visibilizaron a
través de un juicio.107 Lejos de ser una ocupación sublime, el Estado la
consideraba una obligación inherente a las mujeres para marcar de manera
rotunda los límites entre las dos esferas de la vida, para combatir la baja
densidad demográfica, para mantener el orden social que descansaba en 106
Citado en Tuñón, El álbum
de la mujer…, p. 143.
la familia. En oposición a lo anterior, muchas la vieron como un asunto
práctico para el remedio de muchos males; nos referimos en especial a las 107
Al respecto véase el capítulo
“Estado y marcos normativos.
madres solteras. Ana Lidia García Peña ha demostrado que un buen número Transgresiones, control social e
de mujeres utilizaron los embarazos para conseguir protección del gobierno identidad femenina”
en el presente volumen.
y apoyo económico de los padres de sus criaturas, aun cuando el hijo
108
Véase García Peña, “Madres
ilegítimo les ocasionaba, a la larga, mayores problemas de supervivencia.108
solteras…”, pp. 647-692.

119
LO PERSONAL ES POLÍTICO

MADRES CIENTÍFICAS… RAZA VIGOROSA

La mortalidad infantil en México, al igual que en el resto del mundo,


mostraba índices muy elevados. La sociedad, tendiente a culpar a las
madres por negligencia, vicios o ignorancia, se apoyó en la ciencia para
educarlas y fortalecer paulatinamente la imagen de la madre “higiénica”.
Se iniciaba así un proceso de “profesionalización” de la maternidad, que se
consolidó en las primeras décadas del siglo XX y exigió a las mujeres el
aprendizaje de una gran cantidad de tareas de especialización. Mary Nash
apunta que a lo largo del siglo a la vez que se exaltaba la figura de la
madre, se le desvalorizaba socialmente al inferir su incapacidad de cumplir
con las exigencias de la maternidad biológica.109
Acorde con las tendencias mundiales y los objetivos posrevolucionarios,
el Estado mexicano desplegó una campaña de sanidad y eugenesia para
repoblar el país, convirtiéndose en el nuevo jefe de cada familia; se internó en
el ámbito doméstico para educar a las madres en la crianza de los futuros
ciudadanos. Para lograrlo, se emitieron boletines y se diseñaron manuales con
multitud de especificaciones higiénicas. Al introducirlas en los beneficios de la
puericultura y legarles la nueva responsabilidad política, el gobierno se
109
Mary Nash. “Maternidad,
maternología y reforma constituyó en el nuevo patriarca, pero también les otorgó cierto poder de
eugénica en España, 1900- decisión dentro del hogar.110
1939”, en Historia de las
mujeres, p. 696. Ahora bien, si el Estado requería de madres científicas que contribuyeran
cívicamente al mejoramiento de la raza, ellas utilizaron sus propios argumentos
110
Véase Alexandra Stern,
“Madres conscientes y niños para erigirse como sujetos políticos activos que participaban en la construcción
normales: la eugenesia y el de la nueva nación. Aprovecharon la coyuntura, en primer lugar, para impulsar
nacionalismo en el México
posrevolucionario, 1920- una campaña de control de natalidad. En 1922 en Yucatán, la feminista
1940”, en Medicina, ciencia y Esperanza Velázquez Bringas expuso: “[t]enemos la obligación de evitar que
sociedad…., pp. 293-336.
la mujer se convierta en una bestia de carga [que] deje de ser una incubadora,
111
Citada en Sarah A. Buck, “El
control de la natalidad y el día
y sea una mujer que tiene un hijo cuando lo desee, cuando esté en condiciones
de la madre: política feminista y económicas de sostenerlo y educarlo”.111 Para que sus ideas no fueran tachadas
reaccionaria en México,1922-
1923”, Signos históricos, p. 16.
de inmorales y luego rechazadas, las feministas de los años veinte argumentaron
que el control de la natalidad contribuiría a mejorar la raza y por ende, a
112
S. A. Buck, op. cit., p. 12.
impulsar el desarrollo del país.112 Convencidas de lo anterior buscaron integrar

120
II. HOGAR Y MATERNIDAD EN MÉXICO. ENTRE EL DEBER SER Y LA REALIDAD COTIDIANA

al discurso nacionalista las demandas por mejorar la situación de las mujeres,


sin duda un quehacer político que llevó los asuntos más íntimos a la discusión
pública.
Pese a todos sus argumentos, la promoción del empleo de métodos
anticonceptivos estaba fuera de tiempo y lugar; se trataba de un agravio a la
sociedad y al Estado. Los programas de sanidad no apoyaban el control de la
natalidad per se, sino el control de la concepción de niños enfermos o con
deficiencias mentales y, para lograrlo, se recomendaba la selección y la
abstinencia. La respuesta de los sectores conservadores del país a las inmorales
campañas yucatecas emprendidas por “elementos” socialistas y feministas no
se hizo esperar. En 1922, el director del periódico Excélsior encabezó una
verdadera cruzada a favor de la maternidad, para lo cual propuso la institución
de un homenaje a las madres mexicanas todos los 10 de mayo. Desplegó
todos los medios a su alcance para promover una iniciativa a la que se sumaron
comercio, Iglesia y gobierno, misma que sirvió para desacreditar las ideas
liberales de las mujeres que pugnaban por su derecho a decidir sobre la
maternidad.113
Los médicos involucrados en las campañas eugenésicas también eran
sumamente conservadores con respecto al papel que las mujeres debían
desempeñar en sus programas. El desarrollo nacional, a través del
perfeccionamiento de sus ciudadanos, no pasaba por tomar en cuenta ni las
opiniones ni los deseos femeninos. Por ejemplo, se oponían al uso de métodos
anticonceptivos cuando paralelamente se planteaban medidas como la
esterilización de personas enfermas que pudieran heredar taras a sus hijos. En
esta época, por el bien de la eugenesia, hubo cierta flexibilidad en la discusión
sobre el aborto, pero no frente a la mujer que abortaba. Beatriz Urías encontró
que en muchas tesis profesionales de medicina de la época, se condenaba de
manera tajante a quienes lo practicaban; éste se entendía “como instrumento 113
Para profundizar sobre el
en manos del Estado para depurar a la población de elementos degenerativos origen del 10 de mayo véase
Martha Acevedo, El 10 de
y su denuncia como un acto criminal cuando se trataba de una decisión mayo.
individual”.114 Para los médicos el imperativo era ser madre, de lo contrario no 114
Beatriz Urías Horcasitas,
se era mujer; el aborto era una prerrogativa exclusiva de las autoridades. “Eugenesia y aborto en
México (1920-1949)”,
Vemos un ejemplo de estas ideas en la tesis del doctor José Eduardo González,
Debate Feminista, p. 319.
de 1923:

121
LO PERSONAL ES POLÍTICO

No le queda a la mujer otro camino que elegir: o la maternidad, y por esto mismo
la igualdad con el hombre, ser madre lo más posible ante todo y siempre, o si
renuncia a la maternidad, ser considerada como un ser accesorio o un desecho de
la sociedad […]. La mujer no es dueña de su cuerpo aunque haya documentos
firmados por médicos o jurisconsultos que así lo proclamen y que no han servido
más que para acrecentar la frecuencia del aborto criminal.115

Los beneficios de las políticas de salud estaban enfocados al niño, la madre


era sólo el medio para instrumentarlas y, para controlarla, nada mejor que
institucionalizar las prácticas médicas sobre gestación y parto. Para el Estado
la maternidad no era “deber instintivo, sino instinto hecho deber, […] la luz
consciente de un atributo adquirido por la iluminación de la conciencia, ante
la luz del bien”.116 Con miras a vigilar el desarrollo de los futuros ciudadanos,
la puericultura cobró gran auge; a través de ésta se prescribían las conductas
apropiadas para su cuidado y educación. Las campañas sanitarias se
consolidaron con la fundación del Instituto Mexicano del Seguro Social en
1944, el cual a través de su oferta de servicios de obstetricia y pediatría
terminó por institucionalizar ese orden paternalista que los eugenistas
impulsaron durante las décadas anteriores.117

MADRES PROLÍFICAS… NACIÓN PODEROSA

De manera paralela, para replegar a las mujeres que durante el cardenismo se


habían movilizado en la demanda de derechos, sobre todo políticos, se buscó
exaltar otros imperativos maternales mediante diversas estrategias. Los medios de
comunicación, en especial el cine y la prensa, promovieron a la “madre amorosa”
115
José Eduardo González y destacaron la abnegación como su cualidad innata. La madre sufrida que por
(1923), citado en B. Urías
Horcasitas, op. cit., p. 312.
amor a sus hijos lo sacrificaba todo fue el denominador común en las películas
de la llamada Época de Oro del cine mexicano, y el símbolo bajo el cual se
116
“Editorial”, Eugenesia (31 de
julio de 1946), citado en A. M. unificaba a todas las mujeres en una. “A través de la maternidad –advierte Julia
Carrillo, op. cit., p. 431. Tuñón– se puede trascender lo banal de ser simplemente una mujer, significa
117
A. Stern, op. cit., p. 326. trascender al género, a una construcción de un nivel más alto, pero la paradoja
118
J. Tuñón, Mujeres de luz y
es que en él, ya no se es mujer”.118 La esposa dejaba de ser compañera del
sombra…, p. 189. hombre para llamarse “madre de mis hijos”.

122
II. HOGAR Y MATERNIDAD EN MÉXICO. ENTRE EL DEBER SER Y LA REALIDAD COTIDIANA

El cine y la prensa se sumaban a una estrategia que buscaba afianzar a la


madre abnegada como pilar de la familia. Los comunicados emitidos por las
diferentes dependencias gubernamentales mostraban con claridad lo que se
esperaba de la población femenina. En 1943 el secretario de educación
Octavio Véjar Vázquez, en su “Carta a las madres mexicanas”, planteaba “un
retorno al hogar tradicional con sus principios y costumbres, en donde el padre
protege y resguarda de los peligros externos y es la madre quien preside la
vida íntima y con su amor resuelve los problemas de la familia”.119 Sin embargo,
la abnegación no era suficiente; también había que ser prolíficas.
El Estado, fortalecido por la estabilidad social y económica, en total
armonía con la visión nacionalista y pronatalista dominante en un mundo
occidental en guerra, adoptó la idea de que una población en constante
crecimiento era símbolo de una nación poderosa. Por ende, tocaba a las
mujeres coadyuvar a la construcción de la identidad de un país en pleno
desarrollo, hecho que daba a su papel un sentido marcadamente político. La
prensa fue el medio ideal para promover el crecimiento demográfico. En 1941,
el periódico Excélsior lanzó un concurso para premiar a las mexicanas con
mayor número de hijos al que denominó “La madre prolífica”.120 El rotativo
publicó que con esta distinción se perseguía “la resolución de uno de nuestros
grandes problemas: el aumento de la población en nuestro vasto territorio”,121
con lo cual manifestaba abiertamente su apoyo a las estrategias del Estado.
Éste, por su parte, se involucró de diversas maneras en el certamen, promovió
la participación de las madres y ofreció toda suerte de incentivos a través de
diversas instancias oficiales. 119
Novedades (11 de mayo de
A lo largo de esa década y la siguiente, se continuó con la organización 1943), citado en M. E. Rocha,
de este tipo de concursos, siempre en correspondencia con las políticas del op. cit., p. 139.

momento. La estrategia definía cómo debía ser y actuar una madre sin otorgarle 120
Para profundizar en el tema
véase Martha Santillán, “El
voz propia al respecto, coadyuvaba a limitar su desarrollo en espacios ajenos discurso tradicionalista sobre la
al doméstico y a fijar en el imaginario la figura de la mexicana abnegada que, maternidad: Excélsior y las
madres prolíficas durante el
vista desde las élites políticas, era un modelo de patriotismo. avilacamachismo”, Secuencia,
Las primeras acciones públicas en contra del mito de la madre tuvieron pp. 91-110.
que esperar la llegada del feminismo de la nueva ola. La publicación de El 121
“Entusiasmo por la
segundo sexo de Simone de Beauvoir en 1949 motivó entre las feministas celebración”, en Excélsior (10
de abril de 1941), citado en M.
teóricas profundas discusiones sobre la maternidad. En términos generales Santillán, “El discurso
planteaban que ésta era el gran obstáculo para la autonomía de las mujeres tradicionalista…”, p. 102.

123
LO PERSONAL ES POLÍTICO

y que las exigencias que conllevaba la crianza de los hijos eran el medio para
restringir su desarrollo fuera del ámbito doméstico. Estas ideas llegaron a
México hasta los años setenta y se fueron extendiendo muy lentamente a
medida que el movimiento contracultural contribuía a modificar las mentalidades
conservadoras de años anteriores.
En 1970, en el suplemento de la revista Siempre!, Martha Acevedo
publicó una reseña sobre el mitin realizado en San Francisco para celebrar
el cincuentenario de la obtención del voto femenino en Estados Unidos.
Entre sus observaciones habló de la necesidad de modificar los papeles que
reforzaban la opresión, y de la abolición del día de la madre.122 Poco
tiempo después, en febrero de 1971, Rosario Castellanos pronunció un
discurso en el acto conmemorativo del Día Internacional de la Mujer, al que
tituló “La abnegación: una virtud loca”. En su texto declaraba que

la mujer mexicana no se considera a sí misma –ni es considerada por los demás–


como una mujer que ha alcanzado su realización si no ha sido fecunda en hijos,
si no la ilumina el halo de la maternidad. […] El amor al hijo, en suma, permite
a quien lo siente, ascender, entre nubes de incienso, hasta las más altas cumbres
de la abnegación.123

Se preguntaba después si la abnegación era realmente una virtud, para


denunciar que por el contrario, al exigir la renuncia de sí misma para “ser” a
122
Véase Martha Acevedo,
“Nuestro sueño está en
través del amor a los otros, constituía uno de los impedimentos para trascender
escarpado lugar”, Debate hacia el ejercicio de los derechos conquistados por las propias mujeres. Por su
Feminista, pp. 355-370.
parte, el primer grupo feminista organizado, Mujeres en Acción Solidaria, se
123
Rosario Castellanos, “La manifestó frente al Monumento a la Madre contra la celebración del 10 de
abnegación: una virtud loca”,
Debate Feminista, mayo y el mito que exaltaba “la función biológica de la mujer […] para
pp. 289-290. relegarla a la tarea de la reproducción de la especie y los quehaceres
124
El folleto repartido por el domésticos”.124 Fue a partir de estas expresiones de carácter político, que los
movimiento puede consultarse concursos auspiciados por la prensa para premiar a las madres dejaron de
en Martha Acevedo, El 10 de
mayo, pp. 64-67. organizarse.

124
II. HOGAR Y MATERNIDAD EN MÉXICO. ENTRE EL DEBER SER Y LA REALIDAD COTIDIANA

MADRES POLÍTICAS… RESISTENCIA COLECTIVA

En otro orden de ideas, si a la mujer sólo le quedaba la maternidad como


vía de realización, entonces su papel cobraba no sólo un poder moral
absoluto, si nos referimos a los valores con que había de formar a los futuros
mexicanos y a través de lo cual trascendía lo personal, sino también al
poder de hacer política mediante acciones que reportaran bienestar para
su prole.
El crecimiento desmesurado de las zonas urbanas se tradujo en demanda
de servicios para los cuales el Estado no ofrecía todas las respuestas. Las
madres de familia fueron quienes se movilizaron en la autoconstrucción de
vivienda y gestiones para la instalación de escuelas y centros de salud. A
través de sus funciones domésticas tradicionales fueron mejorando los espacios
urbanos inmediatos a su hogar.125 Este ámbito público local se convirtió en el
primer terreno de acción política, y la movilización fue originada por su
responsabilidad como madres. Aprendieron a gestionar ante el Estado para
beneficio de los suyos, tejieron redes de solidaridad y apoyo para enfrentar
las crisis económicas recurrentes y, de manera casi inadvertida, se construyeron
como sujetos políticos que cambiaron, paulatinamente, renuncia y sacrifico
por resistencia.
La maternidad política en una coyuntura de profundos cambios sociales,
lejos de acatar la normativa y trascender a través de ella, operó a la inversa.
Las madres se constituyeron en resistencia colectiva capaz de modificar las
prácticas institucionales que produjeron el arquetipo materno; de ellas era la
decisión de respaldar o cuestionar las acciones del Estado. Lo anterior se
manifestó fehacientemente en las décadas de 1960 y 1970. Su respuesta
frente a acontecimientos como el movimiento estudiantil del 68, como madres
de víctimas y desaparecidos, fue un emblema de la participación femenina en
ámbitos públicos eminentemente políticos y constituyó una lucha que ya no
abandonarían. En el esfuerzo por evidenciar la represión del Estado convirtieron
125
Alejandra Massolo, “Las
la rebeldía en militancia política. mujeres y el hábitat popular:
En 1977, Rosario Ibarra de Piedra fundó el grupo Pro Defensa de Presos, ¿cooperación para la
sobrevivencia o para el
Perseguidos, Desaparecidos y Exiliados Políticos de México, conocido como desarrollo?”, Hojas de Warmi,
“Eureka”; organización que agrupaba principalmente a madres de familia p. 80.

125
LO PERSONAL ES POLÍTICO

que exigían la aparición con vida de sus hijos y familiares desaparecidos


por el gobierno durante la guerra sucia de los años setenta. Dos años atrás,
en 1975, Juan Piedra Ibarra, hijo de Rosario, fue detenido y desaparecido
por las autoridades. Unos días antes del segundo informe presidencial, en
1978, de José López Portillo, “Eureka” rompió el silencio y, con Rosario
Ibarra al frente de 84 mujeres y cuatro hombres, se llevó a cabo la primera
manifestación pública desde la matanza estudiantil de 1968 en el Zócalo
capitalino. Tras una huelga de hambre, que duró cuatro días, se consiguió
la primera amnistía de presos políticos en el marco de aquel conflicto: fueron
liberados 1500 detenidos y aparecieron con vida 148 personas.126
El conjunto de responsabilidades exigidas a las madres por la sociedad
patriarcal tuvo consecuencias políticas de gran relevancia al otorgarles un
poder de acción no previsto. Como vimos a lo largo de este apartado,
históricamente han intervenido en la construcción del Estado moderno, a la
vez que legitiman o cuestionan su gestión frente a la sociedad.

REFLEXIONES FINALES. LO PERSONAL


¿ES? POLÍTICO

“Lo personal es político” fue el lema diseñado por el feminismo de la nueva


ola cuyo objetivo era denunciar que la separación de las esferas pública y
privada era el eje de la dominación patriarcal. Con la demanda de
trasladar a la discusión pública los problemas que hasta entonces se
consideraban privados pusieron de manifiesto que los asuntos personales
estaban determinados por la política, a la vez que ésta encontraba su
condición de posibilidad en la buena marcha de “lo privado”.
A lo largo de estas páginas pudimos observar que las mujeres se han
movilizado entre los dos espacios, evidenciando que lo personal no sólo
126
Lydiette Carrión, “Rosario “es” político sino que lo ha sido a través del tiempo. El cuestionamiento a
Ibarra: 40 años de búsqueda”, las normas que imponían un deber ser cargado de limitaciones, la
El Universal [disponible en
línea]. demostración de lo innecesario de muchas de ellas o la resistencia a

126
II. HOGAR Y MATERNIDAD EN MÉXICO. ENTRE EL DEBER SER Y LA REALIDAD COTIDIANA

aceptarlas, paulatinamente fue reconfigurando su subjetividad para


construirse como sujetos políticos. En otras palabras, desde el discurso
aparentemente privado de la domesticidad, se movilizaron en el ámbito
público para demandar derechos; si asumimos lo político como el conflicto
que generaba la resistencia colectiva de las mujeres para disputarlos,
podemos afirmar entonces que ellas hacían política.
Las relaciones de poder desigual al interior del ámbito doméstico se
fueron modificando en la medida en que se implementaban nuevos
mecanismos de acción, muchos de ellos producto de las demandas
femeninas. Gracias a la denuncia constante, de largo tiempo atrás, la
violencia doméstica, por ejemplo, es un problema que ocupa a la sociedad
y a las autoridades, y para el cual se han diseñado leyes e instituciones
que lo atienden; su instrumentación es política en tanto que modifica el
orden vigente. De forma paralela, una clara feminización de las demandas
surgidas de las necesidades relacionadas a sus responsabilidades
domésticas, les abrió canales de participación pública, mediante los cuales
lograron influir en el diseño de diversas políticas del Estado.
Y una vez que con su activismo conquistaron nuevos espacios, revelaron
nuevas demandas en torno a los problemas más íntimos de la vida privada.
La libertad para amar y el derecho a decidir sobre su cuerpo, o la denuncia
de la complementariedad entre los sexos que fijó la heterosexualidad como
norma, ha producido cambios graduales pero de gran trascendencia en los
códigos civiles y penales que habían configurado un orden de género
desigual, injusto. Las mujeres han rebatido persistentemente estas
construcciones asignadas por el derecho y la prescriptiva moral, lo que se
ha traducido en que hoy sean realidad la despenalización del aborto y la
ley que permite el matrimonio entre personas del mismo sexo, asuntos
eminentemente políticos. Aunque los logros son incipientes y no encuentran
consenso en todo el territorio nacional, contribuyen a cambiar las
mentalidades que condicionan y condenan la libertad de las mujeres para
decidir sobre su forma personal de sentir el amor.
En ningún aspecto, se ha hecho más evidente la competencia de las
mujeres en la arena pública como en el de la maternidad. Si, como pudimos
explorar, históricamente contribuyeron al desarrollo del Estado cumpliendo
con las responsabilidades impuestas a su condición de madres, las políticas

127
LO PERSONAL ES POLÍTICO

diseñadas para este fin les confirieron un poder inusitado que ellas
transformaron, paulatinamente, en resistencia colectiva capaz de legitimar o
controvertir a las mismas instituciones que produjeron el imperativo materno.
No en vano, frente a las posturas feministas que denunciaron esta imposición
como un lastre en su desarrollo personal, surgió otra tendencia que, sin poner
en tela de juicio la igualdad de derechos para ambos sexos, sin omitir el
derecho de las mujeres a decidir si quieren hijos o no, sin claudicar en la
denuncia de la heterosexualidad como precepto, reivindica la maternidad
como fuente de poder, con la capacidad innegable de operar cambios en la
sociedad.
La conformación de una conciencia política femenina tuvo su origen en
estas acciones individuales-colectivas, a veces imperceptibles, otras claramente
manifiestas, que revelaron su derecho a la autodeterminación política y social.

128
Manifestación de madres activistas del Comité ¡Eureka!, fundado por Rosario Ibarra de Piedra en 1977. Museo Casa de la Memoria Indómita.

129
III
Estado y marcos normativos.
Transgresiones, control social
e identidad femenina*

M ARTHA S ANTILLÁN ESQUEDA

131
* Este trabajo se inscribe en el marco
de la línea de investigación que ha
contado con el respaldo del Conacyt
y del Instituto Mora (2014-2016).
UNA VENTANA AL PASADO...

En 1974 el Tribunal Superior de Justicia ratificaba la condena de 40 años de


prisión impuesta a Trinidad Ruiz Mares. Dos años antes un barrendero junto
con unas vecinas advirtieron un pestilente olor en un lote baldío en el sur de la
ciudad de México; al inspeccionar el lugar encontraron un costal de ixtle de
la Conasupo con un cuerpo humano desmembrado y sin cabeza. Trinidad,
conocida como La Tamalera, tenía tres hijos y hacía tres años que vivía con
Pablo Díaz Ramírez, un peluquero del Departamento del Distrito Federal, quien
contaba con antecedentes criminales por lesiones y agresiones sexuales. La
pareja vivía en condiciones de pobreza y violencia. A decir de Trinidad, Pablo
le quitaba casi todo el dinero que ganaba vendiendo tamales, y apenas le
dejaba unos cuantos pesos para darle de comer a sus hijos. Una noche de
julio de 1971, Pablo una vez más golpeó violentamente a los niños de Trinidad; Trinidad Ruíz Mares "La Tamalera", 1971.
“El Website de los Asesinos”, s/f.
cuando se durmió, ella tomó un bate y le asestó dos golpes en la cabeza.
Después, para meterlo al costal, le cercenó las piernas mientras él aún se
quejaba; como la cabeza tampoco cabía se la cortó y la puso a hervir. Según
la prensa, Trinidad aseguró que para ahorrar algo de dinero aprovechó la
carne de las piernas para hacer algunos tamales. Las autoridades, en un
principio, la remitieron al pabellón de dementes de la penitenciaría; los peritos
forenses finalmente confirmaron que el crimen se había cometido en un instante
de “coraje maternal”, nada que fuera ajeno a la normalidad.1
Años antes, en 1925, en el sanatorio privado para enfermos mentales del
doctor Lavista, en Tlalpan, María Luisa Jáuregui era internada bajo custodia
del Estado Mayor Presidencial. Días antes, durante los actos públicos del
primero y del cinco de mayo, la mujer de 23 años y de familia pudiente se
abrió paso entre la multitud y se personó ante Plutarco Elías Calles para 1
Myriam Laurini y Rolo Diez,
entregarle ramilletes en ambas ocasiones. En la primera, cuando el mandatario La nota roja, 1970-1971,
pp. 67-72; Cfr. Roberto
tomaba el obsequio, Jáuregui exclamó “señor presidente, que la Virgen de Pliego, “La mujer del
Guadalupe lo bendiga a usted”. En la segunda, le “suplicaba tuviera la bondad peluquero”, en El libro rojo, pp.
277-285, y “Trinidad Ruiz
de recibirla en audiencia”; petición que le fue concedida. El día anterior a la Mares, La Tamalera”, en
cita, se presentó en las oficinas del ejecutivo un médico que atendía a la joven Escrito con sangre. El website
de asesinos [disponible en
asegurando que ella pretendía asesinar al presidente por haber clausurado la línea].

133
LO PERSONAL ES POLÍTICO

Iglesia de la Soledad en la antesala del conflicto cristero (1926-1929). Por otro


lado, Natalia Chacón de Calles recibía un mensaje firmado por Jáuregui en el
que le explicaba que se “veía obligada” a asesinar a su marido por el “bien
de la Religión”. El jefe del Estado Mayor Presidencial, José Álvarez, finalmente
aprehendió a la joven, que decía emular a Juana de Arco, y la remitió bajo
custodia federal a la clínica mental.2
En 1769, en Tacubaya una mujer de origen indígena, Gertrudis Efigenia,
alias La Maruca, fue acusada ante la Real Audiencia por ser terriblemente
“escandalosa, provocativa y desvergonzada”. Poco tiempo atrás, La Maruca
había perdido una querella judicial que sostuvo con Blas de Candelaria por
un pedazo de tierra. A partir de entonces se dedicó a injuriar, amenazar,
golpear y pleitear constantemente con Blas de Candelaria. Varios vecinos
(españoles, castizos y mestizos) testificaron sobre la terrible conducta de La
Maruca. Todos concordaron en el temor que provocaba a los moradores del
lugar su carácter violento e iracundo; igualmente, coincidieron en que el
marido de carácter “afeminado” era incapaz de “gobernarla”. Así, se solicitaba
al Virrey la pena del destierro para La Maruca. Cuando se autorizó la captura,
el propio Blas de Candelaria y el gobernador de la villa suplicaron al Virrey
suspender la detención, pues La Maruca estaba embarazada y se corría el
peligro de que en el camino a la Ciudad de México ella misma se infligiera
golpes en el vientre para abortar, como ya lo había hecho tiempo atrás cuando
su marido era trasladado a la capital por una deuda incumplida; en esa
ocasión responsabilizó al cobrador de su aborto, lo que le provocó a éste
pesadumbres y gastos mayores al débito original. Finalmente el arresto fue
suspendido; aunque, más adelante, se pidió nuevamente al Virrey que se
2
“María Luisa, poseída de realizara en “absoluto secreto” el apresamiento de La Maruca para evitar su
locura mística, iba a cometer furia.3
ese crimen”, Excélsior (12 de
mayo de 1925), pp. 1 y 8. Frente a estos sucesos aquí relatados, y protagonizados por mujeres, se
Agradezco a Anahí Toledo que movilizó la vida de muchas personas, se generaron opiniones, se produjeron
me haya facilitado esta
referencia. tensiones y, finalmente, las autoridades tomaron postura y actuaron; en
consecuencia se redefinió –a veces sutilmente, en otras ocasiones de manera
3
Martha Eugenia Delfín
Guillaumin, “La Maruca, una categórica e inmediata– el espacio social y el político. ¿Qué tienen en común
vecina rebelde de Tacubaya en estas historias? ¿Cuál fue su relación directa o indirecta con el orden social y
el siglo XVIII”, Estudios
históricos…, pp. 149-160. político?

134
III. ESTADO Y MARCOS NORMATIVOS. TRANSGRESIONES, CONTROL SOCIAL E IDENTIDAD FEMENINA

María Luisa Jáuregui, persona enviada a dar muerte al presidente Calles, Excélsior, 12 de mayo de 1925. Fondo Contemporáneo Hemerográfico,
Biblioteca Miguel Lerdo de Tejada de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público.

Más allá de la violencia, de los reproches o de la convicción sobre lo justo que


ahí traslucen, esas historias –a las que podríamos sumar muchas otras– dan
cuenta, por un lado, de que la situación política actual de las mujeres es el
resultado de un largo proceso histórico con continuidades y rupturas; y, por
otro, que la actuación personal de las mujeres ha incidido en la arena de lo
político. También, nos permiten reconocer que el ejercicio del poder, el cual
pretende regular la vida social, la vida de personas, la vida de mujeres, ha
sido mucho más complejo y que las mexicanas actuaron desde esos espacios
acotados conforme a convicciones más personales; algunas veces en plena
aceptación de su situación, otras en franco rechazo.

135
LO PERSONAL ES POLÍTICO

Estas realidades históricas, aunque parecieran ajenas por su lejanía en el tiempo,


nos competen, nos configuran. ¿Cómo posicionarnos ante ellas desde el
presente?, ¿cómo y para qué recuperarlas? La fama, el fracaso, las censuras, el
placer, el dolor, la represión, el reconocimiento, el hambre, la miseria, los
preceptos morales, religiosos, sexuales, son sólo algunos de los hilos que urdieron
–y con los que actualmente urdimos– nuestro presente, nuestra memoria y nuestra
identidad, no sólo como mujeres sino como país.
Si bien a lo largo de la historia de México las mexicanas han sido colocadas
en un sitio de marginación e inferioridad, que las ha recluido simbólicamente al
espacio doméstico, negándoles derechos políticos, también es cierto que desde
esa trinchera, desde sus maneras más personales de ser mujer, y a pesar de los
esquemas de género hegemónicos, muchas mostraron una postura particular
frente a las situaciones que enfrentaban. En este sentido, sirviéndonos de
reflexiones en torno al género, al cuerpo y al control social, así como a formas
diversas de transgresión, en el presente capítulo pretendemos comprender cómo
las conductas femeninas vinculadas a la sexualidad fuera de la norma, la
violencia y los desórdenes mentales dan cuenta de la implementación de
dispositivos de negociación, resistencia o rechazo de los esquemas culturales,
sociales y políticos imperantes relacionados con las formas de ser mujer.
Nos interesa rescatar la tensión existente entre las mujeres que construían
su identidad femenina y un poder hegemónico que buscaba consolidar
determinado orden político en el que ellas debían cumplir con una función social
y política precisa. Con ello mostraremos que, a pesar de las diferentes situaciones
de marginación y acotados espacios de desarrollo, nuestras antepasadas
4
Entendemos el conflicto como tuvieron la capacidad de reaccionar y accionar ante los diferentes mecanismos
un lugar de contradicciones que
“se convierte en lo más
de control social a los que estuvieron supeditadas, así como de construir su
específico de una sociedad, en feminidad desde una posición distinta a lo designado por las normativas. Por
nódulo de las tensiones, en el
centro del cambio” (María José
último, y partiendo de la idea de que en todas las sociedades nada es estable,
de la Pascua Sánchez, “Natalie todo es transitorio y las relaciones humanas son inherentemente de conflicto,4 es
Z. Davis o la historia de las
mujeres desde una historia
necesario recuperar la participación femenina en la organización política de la
social renovada”, Historia sociedad desde las desobediencias a los dictámenes sociales y de género pero
Social, p. 109).
centrando el análisis en lo personal y lo íntimo vinculado con la identidad del ser
5
Ariel Rodríguez Kuri, mujer. Ello nos posibilitará dar cuenta de que las mujeres hacían desde esa
“Comentario”, Coloquio Historia
Social, Historia Plural, min. trinchera lo que Ariel Rodríguez Kuri llama “pequeña política”,5 lo cual tarde o
1’10”. temprano abonaría a la transformación de la sociedad.

136
III. ESTADO Y MARCOS NORMATIVOS. TRANSGRESIONES, CONTROL SOCIAL E IDENTIDAD FEMENINA

MIRADA A LO POLÍTICO DESDE EL


GÉNERO

La forma de representación no puede disociarse de su fin ni de las


exigencias de la sociedad en que se difunde...6
E. H. Gombrich

Con la consolidación del Estado liberal decimonónico se agudizaron las


relaciones de género desiguales existentes en el periodo colonial, al tiempo
que las mujeres fueron perdiendo espacios de apoyo tanto comunitario como
por parte de las autoridades. Por ejemplo, en el siglo XVIII, la viuda Ángela
Calzada decidió casarse con Benito González; al poco tiempo, ella solicitó a
las autoridades la anulación de dicho matrimonio por “incompatibilidad de
genitales”. La señora Calzada describió ante el juez los genitales de su esposo,
asegurando que su pene era muy grande y la lastimaba, lo que hacía imposible
para ella la vida sexual y, por tanto, el matrimonio. El marido consideraba
vergonzosa la acusación de su esposa y no le parecía propio de una dama,
de una mujer decente, hablar de esos menesteres ni siquiera ante un juez;7 no
obstante, como lo demuestra el caso, las mujeres tenían la posibilidad de
ventilar su vida familiar y conyugal en búsqueda de ayuda externa para dirimir 6
E. H. Gombrich, Arte e ilusión.
los conflictos surgidos en el interior del hogar y vinculados a la intimidad. Estudio sobre la psicología de la
representación pictórica, p. 78.
Con la “individuación de la pareja”, todo lo relacionado con el
ordenamiento jurídico de la esfera doméstica era competencia exclusiva del 7
Lourdes Villafuerte, “El discurso
acerca del sexo conyugal a
patriarca,8 al tiempo que lo vinculado con el acontecer cotidiano de la través de un caso judicial
feminidad; esto es, lo relativo a los asuntos de su cuerpo, su sexualidad, sus novohispano”, Anuario de
Historia, pp. 143-154.
deseos, sus temores, etc., se convertiría en materia de ciencia. En la Colonia
una mujer con alucinaciones, arrobos, dolores corporales, delirios, que en
8
Ana Lidia García Peña, El
fracaso el amor. Género e
ocasiones decía padecer angustia o ansiedad y escuchar voces, llegaba a individualismo en el siglo XIX
considerársele bruja, sobre todo si aseguraba haber dado “con pasión su mexicano, pp. 49-51.

cuerpo al diablo”.9 Tras la llegada de la razón ilustrada podía ser vista 9


Marcela Suárez, “De mística a
histérica. Una mirada a una
simplemente como una falsa delirante o, más tarde, bajo la lente médica mujer novohispana”, en
decimonónica como una histérica. En opinión de Indira Palacios, tras la Repensar los cuerpos, p. 92.

137
LO PERSONAL ES POLÍTICO

Ilustración se sabía que las brujas no existían, si las mujeres “eran supersticiosas
se aceptaría que no era por mala voluntad, simplemente eran ignorantes, y
ésa fue su desventaja ante la ciencia que era de dominio masculino”.10 Para el
siglo XX, era bastante aceptado por la psiquiatría y la psicología lo establecido
por Sigmund Freud: “la histeria era producto de la fantasía” la cual se “puede
alimentar con las palabras, con los síntomas de otros, a través de la
identificación”; igualmente, “los histéricos sufrían de reminiscencias, de
recuerdos”. Además aseguró que la patología de esta enfermedad mental
tenía origen en un trauma de origen sexual, así como en la existencia de cosas
reprimidas que los histéricos mantienen fuera de su pensamiento consciente.11
Sea como sea, la forma en que se presentan y se entienden aquellos
“arrobamientos” y “fantasías” dependerá del espacio histórico en que
acontezcan y, en este sentido, de los discursos de género que sesguen –casi
inevitablemente– la mirada de los especialistas sobre los sujetos que los
experimentan.
María de los Reyes, de aproximadamente 50 años, confesó ante Fray
Dimas Chacón, funcionario inquisitorial, que anduvo perdida en la sierra de
Durango durante 30 días tras haber perdido a una hija y se le apareció el
diablo con quien sostuvo un largo vínculo de quince años. A partir de entonces
deambuló por las sierras y otros lugares, caminó de Zacatecas a Durango y
luego a Tzintzuntzan, renegó de Dios y de la Virgen, se le apareció un ángel,
voló por los aires sobre barrancas, conoció brujas, tuvo encuentros sexuales
con el “maligno” en forma de hombre, se convirtió por un tiempo en hechicera
y envenenó a un hombre. Finalmente, dado que blasfemaba por donde fuera
que anduviese, fue denunciada ante el Santo Oficio en 1738. El proceso se
cerró hasta 1766 cuando el Tribunal determinó que María de los Reyes había
10
Indira Dulce M. Palacios generado muchos conflictos con sus maldades, enredos y embustes; por ello, y
García, “Bruja, supersticiosa o no por bruja, se le condenó únicamente a penitencias y oraciones.12
ignorante”, Estudios históricos…,
p. 89. En la década de los años ochenta del siglo XIX, el médico Demetrio Mejía
presentó el caso de una mujer con insensibilidad en las piernas y parálisis en el
11
M. Suárez, op. cit., p. 105.
recto y la vejiga; tras un ataque convulsivo resultó ciega y paralizada de un
12
Ibidem, pp. 85-111.
brazo; en un segundo ataque y con delirio que la hacía creerse la Reina de
13
Frida Gorbach, “La histeria Inglaterra que hablaba con la Virgen, quedó afásica.13 Para Mejía la histeria
y la locura. Tres itinerarios en el
México de fin del siglo XIX”, en El respondía a un principio patógeno de tipo microbiano que viajaba por la sangre
umbral de los cuerpos…, p. 102. y atacaba el sistema nervioso tanto de hombres como de mujeres: “las afecciones

138
III. ESTADO Y MARCOS NORMATIVOS. TRANSGRESIONES, CONTROL SOCIAL E IDENTIDAD FEMENINA

llamadas nerviosas [...] son más frecuentes a proporción que es mayor el


desarrollo intelectual” y el “refina[miento] de su sensibilidad hasta el extremo”.
De ahí que fueran escasos los pacientes varones y mayormente afectadas las
mujeres de las clases altas y medias pues ellas, por su bien cultivada sensibilidad
femenina, eran más susceptibles a las tales bacterias.14
En 1958, Rosario Castellanos se casó con el filósofo Ricardo Guerra. El
matrimonio estuvo lleno de desavenencias, y Castellanos optó por culpabilizarse;
se sentía la única responsable por padecer celos desmesurados ante las
infidelidades de su marido; ello la llevaba a experimentar estados de rabia,
nervios y depresión que sólo podía atenuar con tranquilizantes. En sus cartas
narra cómo su soledad recrudecía, continuaban las crisis nerviosas, los intentos
de suicidio y las visitas a los hospitales psiquiátricos. No dejaba de sentirse
transgresora y de asumir sus desavenencias emocionales como producto de su
obstinación. Su rebeldía ante los valores de la época, el no poder ser una
esposa sumisa, el no sentir que crecía como escritora, el exceso de calmantes y
la atención médica, la hacían sospechar que ella tenía problemas de locura
histérica. Su trágica muerte en 1974, electrocutada en una tina de baño, levantó
rumores de un posible suicidio que nunca se comprobó.15
El peso de las normativas de género establecidas a partir de la consolidación
del Estado liberal mexicano ha sido mayor sobre las mujeres, en primer lugar,
por la marginación social y política en que se les colocaba, privándolas de
canales de participación y espacios de negociación que sólo eran autorizados
para el sexo masculino. En segundo lugar, porque la idea de lo femenino, a
partir de lo cual las mujeres han fundado su personalidad, ha sido establecida
por saberes especializados (religiosos, jurídicos, médicos, etc.) controlados 14
Citado en F. Gorbach,
op. cit.
desde un poder político presidido fundamentalmente por varones. Por
consiguiente, debemos reconocer que el influjo de los discursos de género 15
Véase Martha Santillán
Esqueda, Mujeres escritoras
también estriba en que, al ser asimilados por las mujeres, son legitimados por en el milagro mexicano,
ellas mismas. Por último, la fuerza de los esquemas de género, como de todo pp. 107-117.

discurso social, se vincula con la capacidad del poder hegemónico de crear 16


Michel Foucault, Los
mecanismos de control social eficaces que regulen los acontecimientos aleatorios anormales, p. 66.

y los comportamientos considerados transgresores. Tales procedimientos 17


Teresa De Lauretis, “La
tecnología del género”, en El
componen lo que Michel Foucault llama tecnologías de las conductas humanas,16 género en perspectiva…,
o bien “tecnologías de género” en opinión de Teresa de Lauretis.17 pp. 231-177.

139
LO PERSONAL ES POLÍTICO

MUJERES Y FORMAS DE CONTROL SOCIAL

El lugar de la mujer no es producto de las cosas que hace, sino del


significado que adquieren sus actividades a través de la interacción
social.18
Michelle Rosaldo

Lo femenino en tanto discurso se va conformando, por un lado, a partir de


estructuras significativas de poder previamente establecidas por doctrinas
normativas sobre los sexos y, por otro, en los procesos de negociación que son
utilizados por las mujeres. Bajo este sentido, las normativas de género
adquieren fuerza y eficacia, en primer orden, en razón del consenso social
por el que fueron creadas; y, en segundo, por la capacidad real de los grupos
en el poder para implementarlas y de la sociedad en general para proseguir
tales esquemas. Para ello, el establecimiento de controles sociales, formales e
informales, es fundamental.
A partir del siglo XIX, tanto la ley como la psiquiatría han sido formas de
control especializadas, autorizadas, institucionalizadas y, por tanto, formales;
cuentan con organismos, agencias, academias y normativas para garantizar
el orden social y político establecido por el grupo en el poder, vigilando y
atendiendo a los sujetos transgresores. Por otro lado, la vida familiar, la
religión, la educación o el prestigio social son mecanismos primarios o
informales. Este tipo de controles “son todas aquellas respuestas negativas que
suscitan determinados comportamientos que vulneran normas asociadas a un
determinado género o rol” y que no “están reguladas en un texto normativo,
de ahí que se hable de sanciones informales”,19 comenta Elena Larrauri. Éstos
18
Michelle Rosaldo, citada en se difunden por diversos canales, como por ejemplo la vigilancia doméstica,
Joan W. Scott, “El género: una
categoría útil para el análisis la iglesia o la reputación, que van restringiendo el acceso de los sujetos a
histórico”, p. 288. diferentes espacios y redes sociales. En el caso particular de las mujeres, la
19
Elena Larrauri, “Control autora enfatiza que los controles informales se encuentran más extendidos en
informal; las penas de las diversos ámbitos de su vida cotidiana, al tiempo que llegan a ser mucho más
mujeres”, en Mujeres,
derecho…, p. 1. duros con ellas que con los varones.

140
III. ESTADO Y MARCOS NORMATIVOS. TRANSGRESIONES, CONTROL SOCIAL E IDENTIDAD FEMENINA

En los estados liberales al definir, a través de sus marcos legales y


discursivos, que el ámbito de acción social para las mujeres era
preferentemente el doméstico, fueron mayores los controles informales que
se fueron confeccionando para la regulación de sus conductas, ya que los
formales se ocupaban prioritariamente del ámbito público. Esto podría
explicar de manera importante los bajos índices delincuenciales femeninos,
así como el alto número de casos por enfermedades mentales, incluso
conforme a los diferentes sectores sociales, a lo largo de los siglos XIX y XX.
Por ejemplo, las mexicanas procesadas en todo el país a lo largo del siglo
XX representaron 7% de los presuntos delincuentes.20 En tanto, 34.21%
(4206) de los ingresados (12296) al Manicomio General La Castañeda,
durante su existencia entre 1910 y 1968, fueron mujeres.21
Así, pues, las mujeres debían encarar una serie de controles sociales,
principalmente informales, acordes a los ideales de género. Respecto al
derecho penal y su relación con el ordenamiento del espacio doméstico,
Elena Larrauri sostiene que “no era divisado para castigar la violencia
sobre las mujeres, sino para limitarla”;22 de ahí que la autoridad patriarcal
fuera un mecanismo regulador de carácter informal de las conductas
femeninas –pero totalmente “autorizado” por el Estado. En 1820, doña
Ignacia Palacios solicitaba ser separada de su cónyuge por medio del 20
Distribución, tendencia y
ritmo de la criminalidad en la
divorcio pues temía por “la pérdida de su vida”. Su marido, quien le República Mexicana, periodo
propinaba malos tratos de manera recurrente –incluso, había golpeado a 1940-1977, pp. 9, 41-43. Cfr.
Alfonso Quiroz Cuarón, El costo
la madre y a la hermana de Ignacia–, en esa ocasión le pegó en la cabeza del delito en México, p. 57.
con tal fuerza que su cráneo rebotó en su hijo, que llevaba en brazos, y
ASSA-FMG-EC (Archivo
21

también resultó herido. El marido “negó haber[le] levantado la mano una u Histórico de la Secretaría de
otra vez, trató de disculparse y pidió la reunión de su matrimonio, la que Salud, Fondo Manicomio
General, Expedientes Clínicos).
resistió tenazmente doña Ignacia, sin embargo de haberlo hecho patente
22
E. Larrauri, op. cit., p. 5.
el señor provisor que todo lo que había expuesto no prestaba mérito para
el divorcio”. En efecto, en aquella época “sólo si la sevicia hacía insufrible 23
Teresa Lozano, “Si no por
amor... por miedo: violencia
la convivencia”, asegura Teresa Lozano, justificaba el divorcio.23 conyugal y temor al deshonor
A la medianoche un día de julio de 1943, Amparo Espinosa llamó a la en el México colonial”, en Los
miedos en la historia, p. 42. En
policía y entregó el cuchillo con el que había matado a José Muñoz, su 1914 se legisló en México, por
amasio. José había llegado en estado de ebriedad y golpeaba la puerta primera vez, el divorcio
vincular; antes de esto, el
del zaguán de la vecindad en donde ambos habitaban y trabajaban como divorcio implicaba sólo la
porteros. Cuando Amparo le abrió, él le propinó una cachetada en la cara. separación de los cuerpos.

141
LO PERSONAL ES POLÍTICO

Al interior de su domicilio, la amedrentó con un cuchillo de carnicero que ella


logró quitarle con súplicas; no obstante, él comenzó a zurrarla con un cable
24
Archivo General de la de luz. Amparo trató de huir, pero José la alcanzó en el patio del inmueble y
Nación-Tribunal Superior de
continuó maltratándola; ella trataba de intimidarlo con el cuchillo hasta que lo
Justicia del Distrito Federal
(AGN-TSJDF), Amparo Espinosa enterró en el pecho de José, quien inmediatamente cayó muerto.24
Parrilla, homicidio, 3 de julio de
Hacia mediados del siglo XX, la violencia doméstica era todavía un tema
1943, caja 5813, exp. 76.
pendiente en la agenda política y social, incluso entre las feministas; tomaría
25
Véase Jarmila Olmedo
Dobrovolny “Violencia
relevancia a partir de 1970.25 La Organización de las Naciones Unidas (ONU)
intrafamiliar: un asunto sostenía en 1979 que la violencia contra las mujeres, al menos en el ámbito
de interés público”, en La lucha
contra la violencia hacia la
familiar, era un “crimen encubierto” y bien extendido por todo el mundo; en
mujer: legislación, políticas 1980 se aprobó la Convención para Erradicar la Discriminación Contra la
públicas y compromisos
de México.
Mujer.26
En 1994, se creó la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y
26
INEGI, Encuesta nacional
sobre la dinámica de las Erradicar la Violencia contra la Mujer, Convención de Belém do Pará, la cual
relaciones en los hogares suscribió nuestro país en 1998. En 2007, en México se emitió la Ley de Acceso de
(ENDIREH, 2011). Panorama de
violencia contra las mujeres en las Mujeres a una Vida Libre de Violencia; y en 2012 el código penal federal fue
los Estados Unidos Mexicanos, reformado para incluir el delito de feminicidio (art. 325).27 A través de estos
México, INEGI, 2013, p. 3.
esfuerzos se entiende la “violencia ejercida contra la mujer” como “todo acto,
27
Véase “Feminicidio acción o conducta de maltrato basado en su género, que tiene como resultado,
(art.323)”, en Código Penal
Federal (vigente) [disponible en posible o real, un daño físico, sexual o psicológico”.28 No obstante los avances,
línea]. entre 2007 y 2013 se registraron en el país 14 955 víctimas de feminicidio, un
28
INEGI, Encuesta nacional promedio de seis muertas por día; esto representa una tasa de 4.4 casos por cada
sobre la dinámica de las
relaciones en los hogares
100 mil mujeres, casi el doble de la cifra mundial de 2.7.29 En 2011, 44.9% de una
(ENDIREH, 2011). Panorama de muestra estadística de 24 millones de mexicanas mayores de catorce años
violencia contra las mujeres en
los Estados Unidos Mexicanos,
aseguraron ser violentadas (emocional, económica, física o sexualmente) por sus
México, INEGI, 2013, p. 3. parejas.30
29
Saúl Hernández, “Se En el México moderno, desde el siglo XIX, al igual que en el resto del
disparan asesinatos de mujeres mundo occidental, se consolidaron una serie de visiones de género a través de
en México”, El Universal.mx, 25
de noviembre de 2014 las cuales se ha colocado a las mujeres en una situación de menoscabo social
[disponible en línea]. y político según la creencia de su inferioridad fisiológica. Esta “discriminación
30
INEGI, Encuesta nacional..., biológica”, como la llama Eugenio Zaffaroni, se ha sacralizado conforme a
p.13. ciertos saberes, legal y psiquiátrico, los cuales han sustentado la fundación de
31
Eugenio Raúl Zaffaroni, “El establecimientos formales como la cárcel y el manicomio con marcados rasgos
discurso feminista y el poder
punitivo”, en El género en el
desfavorecedores para las mujeres;31 proceso que a la vez ha legitimado la
derecho…, p. 20 jerarquización patriarcal de la sociedad desde las instituciones de gobierno.

142
III. ESTADO Y MARCOS NORMATIVOS. TRANSGRESIONES, CONTROL SOCIAL E IDENTIDAD FEMENINA

En este contexto, las transgresiones femeninas adquieren un carácter relevante,


sobre todo aquéllas vinculadas a lo personal y lo íntimo pues apelan a la
construcción de su identidad femenina; así, las formas de resistencia y
negociación por parte de las mujeres ante tales condicionantes de género,
discursivas e institucionales, afectaron de una u otra forma a la larga los
ideales políticos de ordenamiento social a través de los cuales el estado
mexicano buscaba consolidarse desde el siglo XIX.

GÉNERO Y DISCURSO PENAL

[El poder punitivo] no puede menos que admitir su abierto carácter de


poder de género. El poder punitivo no es un poder que puede usar
indistintamente el hombre o la mujer según su situación en el poder María de la Luz Lima
32

social, sino que está estructuralmente vinculado a la dominación y Malvido, Criminalidad


subordinación de la mujer.32 femenina. Teorías y reacción
María de la Luz Lima Malvido social, p. 152.
33
El código penal de 1871
pertenecía a la doctrina liberal
y entendía al delito como una
El Estado es un actor poderoso ya que, desde su potestad, se establecen las violación voluntaria al contrato
leyes, lo que son los delitos y las sanciones pertinentes, a la vez que determina social, por lo tanto se castigaba
al delincuente en función del
los mecanismos de vigilancia e implementación de la ley, así como los procesos delito cometido. El código de
y métodos judiciales; en fin, es quien tiene la primera y la última palabra 1929 se adscribía a la escuela
positivista y consideraba que el
respecto al orden penal. Para ello, se conforma una compleja estructura delincuente actuaba por
institucional (desde centros educativos en derecho hasta juzgados) y se crean factores ajenos a su voluntad
(herencia y determinismo), por
aparatos de control y de vigilancia (como agencias policiales, cárceles). Todo lo que se castigaba en función
ello convierte al derecho punitivo en un aparato de control formal que establece, de la peligrosidad del criminal
antes que por el delito
desde la mirada de los legisladores, una serie de estrategias sociales que, al cometido. Para una mejor
pretender promover y garantizar el orden, intentan someter al individuo a comprensión de las
transformaciones que sufrieron
los modelos de conducta y normas establecidos por la misma maquinaria los códigos penales en México
estatal. del porfiriato a la posrevolución
véase Elisa Speckman,
En materia de género, en los códigos penales que se han redactado en “Reforma legal y opinión
la historia de México (1871, 1929 y 1931),33 se enunciaron crímenes en los pública: los códigos penales de
1871, 1929 y 1931”, en La
cuales sólo las mujeres podían ser víctimas y, en otros, las victimarias. La reforma de la justicia en
tipificación de estos delitos y las sanciones respectivas fue prácticamente la México, pp.565-613.

143
LO PERSONAL ES POLÍTICO

misma en los tres códigos: rapto y estupro, para los primeros; infanticidio
y aborto para los segundos (véase anexo p. 177). Aunque cabe anotar algunas
particularidades de la legislación de 1929; por ejemplo, se creó la figura del
filicidio que se distinguía del infanticidio. Éste último se consideraba como el
homicidio cometido por cualquier persona sobre un recién nacido hasta sus 72
horas de vida; cuando el asesinato era ejecutado por los progenitores se le
reconocía como filicidio, sin dejar de establecer (al igual que el código anterior y
el posterior) una reducción de la pena hasta por la mitad del tiempo si la madre
sin mala fama había ocultado el embarazo de un hijo ilegítimo. Para aborto, el
mismo código de 1929 no contemplaba expresamente una pena para la madre
que se practicaba un legrado.
Por su parte, en el código de 1871, a diferencia de los posteriores, el adulterio
era el único delito en el que se castigaba con mayor rigor a las mujeres que a los
varones (véase anexo p.177). En cuanto a la pena máxima, en los tres códigos los
castigos estaban establecidos por igual para hombres y mujeres acorde al delito
cometido, con la salvedad de que el de 1871 establecía que las mujeres podían
recibir máximo 20 años de reclusión, en tanto los varones la pena de muerte.
En el código penal de 1931, el estupro y el rapto fueron tipificados como
delitos sexuales. El primero sancionaba a quien tuviese “cópula con una mujer
menor de dieciocho años, casta y honesta, obteniendo su consentimiento por
medio de seducción o engaño” con reclusión de un mes a tres años y una multa
entre 50 y 500 pesos (art. 262). No existía el estupro si la mujer no era virgen
(pues el bien jurídico protegido era su virginidad) como tampoco si era mayor de
dieciocho años aunque fuera casta (puesto que se asumía que podía resguardarse
de engaños o seducciones). Éstas últimas, por tanto, al no necesitar la protección
de la ley pasaban a ser las únicas garantes de su castidad, así eran totalmente
responsables de la relación sexual en que se vieran inmiscuidas –salvo si existía
violencia, en cuyo caso era violación.
El rapto existía cuando alguien se apoderaba “de una mujer por medio de la
violencia física o moral, de la seducción o el engaño, para satisfacer algún deseo
erótico-sexual o para casarse”, y se le sancionaba con una pena de seis meses a
seis años de prisión y una multa entre 50 y 500 pesos (art. 267). Si la víctima era
menor de 16 años se aplicaba el mismo castigo aun cuando no hubiese mediado
violencia o seducción, incluso si la raptada hubiese seguido voluntariamente a su
raptor (arts. 268 y 269).

144
III. ESTADO Y MARCOS NORMATIVOS. TRANSGRESIONES, CONTROL SOCIAL E IDENTIDAD FEMENINA

En ambos delitos, si la víctima retiraba la acusación o el agresor se casaba con


ella, cesaba el proceso judicial. En lo que respecta al rapto, existían obstáculos
para realizar dichas nupcias: cuando la víctima era casada (art. 270) o, bien, de
acuerdo con el código civil “subsiste el impedimento entre el raptor y la raptada,
mientras ésta no sea restituida, a lugar seguro donde libremente pueda manifestar
su voluntad” (código civil de 1932, art. 156-fracc.VII), ello con la finalidad de que
no fuera intimidada por su victimario. De cualquier manera, varias raptadas se
inclinaron por el matrimonio ya fuera para evitar el escarnio social o simplemente
porque deseaban casarse. Ramona Díaz de 14 años mantenía “relaciones sexuales
ilícitas” con Nicolás Hernández y decidió “salirse” de su casa para irse con él
porque le “ofreció casar[se] con ella” y le “tenía cariño”. De este modo, Ramona
“permitió que Nicolás la estuprara, siendo antes doncella”.34
De acuerdo con Laura Benitez, la gran mayoría de las mujeres raptadas en el
Estado de Jalisco entre 1885 y 1933 encontraron en esta práctica una posibilidad
para casarse por motivos muy diversos: cuando los padres se oponían al noviazgo;
porque veían en su raptor una posibilidad de protección y sustento; porque huían
de la violencia doméstica de la casa paterna; o porque al ya no ser vírgenes no
tenían honra que proteger si el raptor las abandonaba y, por el contrario, el rapto
les brindaba una oportunidad para restablecer su reputación con las posibles
nupcias.35
Por su parte, Pablo Piccato muestra que varias jóvenes en la Ciudad de
México, durante las primeras décadas del siglo XX, utilizaron –cuando no
provocaron– estos delitos como un escape de la autoridad paterna pues
abiertamente optaban por quedarse con su victimario antes que retornar a su
hogar. Aunque también, continúa el autor, en otras muchas ocasiones en que las
jovencitas fueron víctimas de violación, los parientes prefirieron cambiar la acusación
a estupro ya que ello aumentaba la posibilidad ante los juzgados de negociar al 34
Laura Benítez Barba, Por
menos un casamiento entre el agresor y la chica agraviada.36 En 1913, María la palabra de matrimonio.
El rapto en Guadalajara
Teresa de 16 años de edad fue violada por su tío paterno. La joven solicitó a la (1885-1933), p. 119.
policía que le fueran realizados los exámenes para demostrar los efectos de la 35
Ibidem., pp.112-126.
violación y los ataques físicos que sufrió al resistir la agresión sexual; no obstante,
36
Pablo Piccato, Ciudad de
las autoridades judiciales consideraron que la madre de la víctima utilizaba este
sospechosos: crimen en la
proceso “por su propio interés pues era viuda y tenía hijos ilegítimos y porque ciudad de México,
1900-1931, pp. 200-204.
otra hija suya había sido ‘deshonrada’ pero no se casó con el ofensor”.
Finalmente, el tío acusado de violación fue absuelto de todo cargo.37 37
Ibidem, p. 200.

145
LO PERSONAL ES POLÍTICO

Cabe destacar que en el Congreso Constituyente de 1917 se elaboró una


propuesta para incluir en el artículo 22 constitucional la pena de muerte a los
violadores.38 De acuerdo con Enriqueta Tuñón, la sola sugerencia causó “hilaridad
entre los congresistas”; en contra de tal planteamiento “se argumentó la
responsabilidad de las mujeres que eran provocativas y coquetas, e inclusive se
dijo que la iniciación sexual de los hijos era normalmente impartida por las mujeres
que se quedaban en casa”.39 A pesar de que no fructificó aquella moción, es
relevante dar cuenta, por un lado, de la necesidad manifestada por cierto grupo
de constituyentes de proteger a las mujeres de los abusos y excesos masculinos; y,
por otro, de la carga sexual que en el imaginario ellas poseían; situación que
38
El artículo prohibía la pena incluso en el siglo XXI exige muchos debates y reflexiones en los ámbitos cultural,
de muerte, aunque estimaba la social y legal.
posibilidad de que se impusiera
“al traidor a la Patria en guerra Al perseguir el rapto y el estupro no se pretendía proteger la integridad física
extranjera, al parricida, al de las mujeres, sino más bien preservar la virginidad. Hay que destacar, por un
homicida con alevosía,
premeditación y ventaja, al lado, que a ojos de los legisladores esta garantía jurídica implicaba resguardarlas
incendiario, al plagiario, al de su propia debilidad o fragilidad, pues las mujeres eran vistas como objeto de
salteador de caminos, al pirata
y a los reos de delitos graves los deseos y arrebatos sexuales masculinos; por otro lado, que no hubo verdaderos
del orden militar”. Este párrafo esfuerzos por modificar los estatutos legales para castigar a los victimarios de
fue derogado hasta 2005
(Véase Felipe Tena Ramírez, mujeres en cualquier condición, con o sin la tan abrigada honra, sino hasta finales
Leyes fundamentales de México del siglo XX. Bajo esta idea subyace la visión de la mujer como “propiedad
1808-2005). No obstante, el
código penal de 1931 no la privada”.40 Es decir, se creía que la sexualidad de una mujer le pertenecía de
consideraba entre sus castigos; manera exclusiva a un varón, lo que aseguraría su descendencia, así como la
la mayor sanción aplicable era
la prisión por 30 años (art. 25). funcionalidad de la familia y el equilibrio social; a la vez, las mujeres libres
39
Enriqueta Tuñón, “Feminismo
sexualmente se distinguían por su autonomía y por no ser propiedad de ninguno,
y constitucionalismo del 17”, por lo que eran consideradas seres sin control y, por tanto, peligrosas.
Proceso Bi-centenario, p. 32.
Durante la mayor parte del siglo XX, son pocas las acusaciones tanto por
40
Nanette J. Davis y Marlene rapto y estupro como por violación de acuerdo con los registros oficiales; y más
Faith, “Las mujeres y el Estado:
modelos de control social en reducida es aún la relación porcentual entre la acusación y sentencia (tabla 1). Es
transformación”, en Mujeres, posible notar que la violencia sexual contra las mujeres comenzó a ser mayormente
derecho…, p. 124.
atendida por parte de las autoridades judiciales a partir de los años setenta del
41
Mariana Norandi, “Ocurre siglo XX. Con todo, hacia finales de la centuria la violencia sexual contra las
en México una violación sexual
cada 4 minutos, dice la ssa”, La mujeres continuaba resultando bastante considerable. Por ejemplo, entre 1997 y
Jornada digital, 2002 se denunciaron en México 74 964 violaciones;41 en el año 2009 fueron
25 de abril de 2010, p. 35
[disponible en línea]. 14 829, pero sólo hubo 3 462 enjuiciamientos y 2 795 sentencias condenatorias.

146
III. ESTADO Y MARCOS NORMATIVOS. TRANSGRESIONES, CONTROL SOCIAL E IDENTIDAD FEMENINA

Tabla 1 Delitos sexuales cometidos en México por varones42


Rapto y estupro Violación
% Presuntos
Año Presuntos % Presuntos en relación %
Sentenciados Denuncias Sentenciados
delincuentes Sentenciados delincuentes con Sentenciados
denuncias
1897* 198 4 2.02 % – 23 – 7 30.43 %
1928-
1 521 268 17.61 % – 740 – 169 22.83 %
1947**
1950 2 092 458 21.89 % – 1 010 – 294 29.10 %
1970 2 155 1 385 64.26 % – 1 559 – 1 446 92.75 %
1983 1 434 982 68.47 % – 2 384 – 1 808 75.83 %
2009 – – – 14,829 3 462 23.43 % 2 795 80.73 %
* Estas cifras son sólo para el Distrito Federal. Dirección general de estadística, Anuario Estadístico de la República Mexicana, 1899, p. 454.
** Las cifras presentadas son medias anuales. A. Quiroz Cuarón, El costo..., pp. 57 y 60

42
INEGI, Anuario Estadístico de
los Estados Unidos Mexicanos,
1946-1950, México, Secretaría
de Industria y Comercio, 1953,
Consideramos que en general estos crímenes a lo largo de la historia de pp. 242, 255; INEGI, Anuario
Estadístico de los Estados
México se han denunciado poco; ello se ha debido muy probablemente a Unidos Mexicanos, 1970-1971,
cuestiones de estigma social y discriminación en razón de la carga sexual que p. 323; INEGI, Anuario
Estadístico de los Estados
se le ha adjudicado al sexo femenino, esto es considerar a las mujeres como Unidos Mexicanos, 1986,
“naturalmente” provocativas y, por tanto, responsables de la violación sufrida.43 México, Secretaría de Industria
y Comercio, 1986, p. 368. Las
Por otro lado, los crímenes asociados de manera especial a las mujeres cifras para 2009 son de
como victimarias son el aborto y el infanticidio. Ambas transgresiones estaban Adriana Ramírez Navarro, “La
violencia sexual en México
vinculadas, por un lado, a la maternidad y la procreación, función fundamental inicia en casa y en su mayoría
atribuida al sexo femenino; y, por otro, nuevamente a la honra femenina. La queda impune”, ccn México
digital (11 de marzo de 2013)
menor pena por aborto oscilaba, en el código penal de 1931, entre seis meses [disponible en línea].
y un año de prisión. Se aplicaba a mujeres que no tenían mala fama y habían Porcentajes de la autora.

ocultado el embarazo resultado de una unión ilegítima; de lo contrario, se les 43


Para una reflexión al respecto
en la actualidad, véase Análisis
otorgaba de uno a cinco años de cárcel (art. 332). Quienes participaban en
estadístico sobre el homicidio
el aborto, a través de cualquier medio, con consentimiento de la madre recibían de mujeres y el delito de
violación en las entidades
de uno a tres años, de lo contrario de tres a seis años; y si había mediado
federativas y municipios de
violencia física o moral de seis a ocho años (art. 330). Por infanticidio se México; A. Ramírez Navarro,
op. cit.

147
LO PERSONAL ES POLÍTICO

sancionaba al padre o a la madre que matara a su hijo en sus primeras


72 horas de vida, con seis a diez años de prisión (art. 326); sin embargo, a
las madres infanticidas sin mala fama y que habían ocultado un embarazo
ilegítimo ante la sociedad y el Registro Civil, se les aplicaba una pena menor:
de tres a cinco años de cárcel (art. 327).
Como vemos, la pena en ambos delitos era menor si no había mala
fama y las mujeres habían ocultado un embarazo vergonzante. Ello indica
que además de proteger la vida de los seres humanos por nacer o los recién
nacidos, había una clara y preponderante preocupación por la honra femenina
y la familia, antes que por la maternidad en sí. Por ello, se castigaba con
mayor rigor a las mujeres sin honra o a quienes acababan con la vida de un
hijo suyo legítimo. En el primer caso porque no había honra que proteger y
que justificara el delito; en el segundo, porque se violentaba la institución
familiar. En otras palabras, para la ley penal la maternidad cobraba sentido
cuando se inscribía en el matrimonio y la familia. De la castidad femenina
dependería la constitución del hogar que ella formaría, ya que la obligación
de las mujeres no sólo era dar a luz a los hijos, sino educar a los futuros
ciudadanos como sujetos de bien; es decir, al no mantener un hogar estable
la madre se convertía en la responsable de la procreación de posibles personas
indeseables y transgresoras de las formas adecuadas de socialización.
Por otro lado, el atentado contra la vida cometido con estos crímenes era
castigado particularmente en el sexo femenino pues se asumía que dar vida y
procrear era una “obligación natural”. Prueba de ello es que en el caso de
aborto no se consideraba para nada al engendrador, salvo que hubiese
embarazado a la mujer a través de una violación; se podía castigar al padre,
como a cualquier otra persona, si provocaba el aborto o convencía a la madre
de interrumpir la gestación (art. 330), pero no se agravaba la pena por el
hecho de que el ser abortado fuera su descendiente directo.
Cabe destacar que, desde 1922 en Yucatán, el aborto por motivos
económicos ha sido permitido siempre y cuando la mujer previamente haya
dado a luz a tres hijos (art. 393, fracción IV).44 En tanto, si bien el código penal
44
GIRE, “El aborto en los
códigos penales de las federal de 1931 no consideraba esta posibilidad, sí se logró un avance
entidades federativas 2009”, importante en materia de aborto, al permitir que el embarazo producto de una
México, Grupo de Información
en Reproducción Elegida, A.C. violación fuese interrumpido (art. 333). La violación como delito se vinculaba
(15 de octubre de 2009). a la posesión sexual con violencia y desinteresada de la mujer. Al permitir que

148
III. ESTADO Y MARCOS NORMATIVOS. TRANSGRESIONES, CONTROL SOCIAL E IDENTIDAD FEMENINA

una mujer en dichas condiciones abortara, se promovía la idea de que era


deseable procrear a los hijos en el seno familiar y evitar la maternidad solitaria
que no fuese consecuencia de un acto voluntario. Posiblemente el exceso de
atropellos sexuales cometidos sobre mujeres durante la lucha revolucionaria
orilló a los legisladores, si no a castigar con mayor dureza a los violadores,
por lo menos a evitar embarazos no deseados y eludir la formación de familias
sin padres.
Durante los siglos XIX y XX, las mujeres representaron, a través de sus
comportamientos sexuales, la honra del hogar, en tanto el padre fue erigido
como el responsable de la sexualidad de sus hijas antes del matrimonio o de
su mayoría de edad.45 Bajo la lógica del discurso legal las mujeres no tenían
derecho a decidir sobre su sexualidad y el uso de su cuerpo, al menos durante
la minoría de edad y, en todo caso, en términos legales.
Con la reforma al artículo 4º constitucional, en 1974, que estipulaba la
igualdad jurídica entre hombres y mujeres se sucedieron una serie de cambios
en las leyes, códigos, reglamentos diversos; situación en la que varios
movimientos feministas de la época tuvieron influencia, por ejemplo, con las
jornadas nacionales “por un aborto libre y gratuito” y por la elaboración de
un proyecto de ley para la despenalización del aborto.46 Este delito finalmente
fue reformado en el código penal del Distrito Federal en 2007 y se consiguió
45
De acuerdo con el código
que las mujeres pudieran interrumpir legalmente un embarazo antes de la civil de 1932, la mayoría de
décimo segunda semana de gestación; así, el aborto sólo es castigado cuando edad comenzaba a los 21 años
tanto para hombres como para
se provoca después de dicho periodo (art. 144). Además, el decreto publicado mujeres, y hasta entonces
en la Gaceta Oficial del Distrito Federal adicionó a Ley de Salud lo siguiente:47 podían disponer libremente de
su persona y de sus bienes (arts.
646 y 647).
Art. 16 bis 6. Las instituciones públicas de salud del gobierno del Distrito Federal
atenderán las solicitudes de interrupción del embarazo a las mujeres solicitantes 46
Véase Cartografías del
aún cuando cuenten con algún otro servicio de salud público o privado. feminismo mexicano, 1970-
2000.

Por otra parte, los delitos de rapto e infanticidio fueron eliminados del código
47
Gaceta Oficial del Distrito
Federal. Órgano el Gobierno
federal en 1991 y en 1994, respectivamente. El estupro fue modificado en del Distrito Federal (26 de abril
1991 para excluir las variables de la castidad y la honestidad (es decir la de 2007), pp. 2-3.

existencia de la virginidad de la víctima como valor necesario para la existencia 48


Legislación penal y su
interpretación por el Poder
del delito) y se derogó el artículo 270 el cual establecía el cese de la causa Judicial, Disco Compacto,
penal tras el matrimonio del victimario con la víctima;48 a partir de 2012 por México, SCJN, 2007.

149
LO PERSONAL ES POLÍTICO

estuprador se entiende “al que tenga copula con persona mayor de quince
años y menor de dieciocho, obteniendo su consentimiento por medio de
engaño”.49
A diferencia de la legislación penal que se mantuvo casi intacta en
materia de género del siglo XIX al XX, los cambios en otras ramas jurídicas del
derecho decimonónico tras la Revolución, aun cuando no fueron equitativos en
muchos sentidos,50 otorgaron bastantes prerrogativas a las mujeres sobre todo
en materia civil (1932), laboral (1931) y electoral (1953).51 Ello se debió, por
un lado, al interés de los gobiernos posrevolucionarios por mejorar la situación
legal de las mexicanas; y, por otro, a que las transformaciones económicas y
sociales hacían para entonces inaplazable la integración de las mujeres a la
vida nacional. No obstante, en lo referente a la sexualidad y al fortalecimiento
de la noción de la maternidad como una obligación mujeril, tópicos relevantes
en el código penal, experimentaron mayor resistencia y se dieron a un ritmo
más lento; en realidad, dichos temas comenzaron a ser evidentes –y parte
fundamental de las demandas feministas– hacia la década de 1970.
49
“Hostigamiento Sexual,
Abuso Sexual, Estupro y
Violación (art. 362)”, Código
Penal Federal (vigente),
[disponible en línea].
EL CUERPO Y LA MENTE DE LA MUJER
50
Véase Martha Santillán
Esqueda, Delincuencia
femenina. Representación,
prácticas criminales y Las glándulas de secreción interna [...] han producido una terapéutica de
negociación judicial, Distrito la feminidad que logra regular y normalizar su psiquismo, frecuentemente
Federal (1940-1954),
pp. 95-101.
alterado por causas puramente biológicas [...] [se] ha demostrado, en fin,
la influencia preponderante de la glándula tiroides en la delicada
51
Adriana Maza reflexiona emotividad de nuestra hermanas.52
respecto al derecho civil en
este volumen; en tanto, Armando Raggi, criminólogo (México, 1941)
Lucrecia Infante se ocupa del
ámbito legal laboral. Mucho
se ha escrito sobre la
obtención del voto y el marco
jurídico; véase Enriqueta La idea de lo femenino que imperó en el mundo occidental hasta bien entrado
Tuñón, ¡Por fin… ya podemos el siglo XX, fue la de una naturaleza que decretaba los posibles comportamientos
elegir y ser electas!
de las mujeres. Podemos notarlo en el comentario de Rosario Castellanos en
52
A. M. Raggi Ageo, “La 1950: “Sé, por ellos [los filósofos], que la esencia de la feminidad radica
mujer y el delito”,
Criminalia…, p. 444. fundamentalmente en aspectos negativos: la debilidad del cuerpo, la torpeza

150
III. ESTADO Y MARCOS NORMATIVOS. TRANSGRESIONES, CONTROL SOCIAL E IDENTIDAD FEMENINA

de la mente, en suma, la incapacidad para el trabajo. Las mujeres son mujeres


porque no pueden hacer ni esto ni aquello, ni lo de más allá”.53
Los discursos de género en los que se sostenían tales argumentos se habían
consolidado de manera importante en el siglo XIX, gracias al conocimiento
científico que sostenía la existencia de una supuesta determinación biológica
en razón de procesos fisiológicos: “la mujer tiene la menstruación, queda
encinta, pare, amamanta, tiene la menopausia. Todas las fases de su historia
pasan por las modificaciones y las alteraciones de un cuerpo que la ancla
sólidamente a la naturaleza”.54 En otras palabras, la feminidad se entendía
como un fenómeno íntimamente ligado –cuando no prácticamente atado– a
procesos meramente sexuales y corporales.
En este sentido, las transgresiones femeninas eran vistas como un
quebrantamiento tanto al orden social como al natural. Franca Basaglia comenta
que “la sanción y la condena a la conducta anormal de una mujer tiene un
significado mucho más profundo que cuando se aplican al comportamiento
anómalo masculino, ya que para él se toma en cuenta automáticamente la
esfera social. Las anomalías femeninas son algo que afecta a las mismas raíces
de aquello que es per se”,55 de su propia “esencia natural”. Las mujeres fuertes
o violentas, las feas o privadas de atractivos sensuales, las que rechazaban la
maternidad o sin hijos, las inteligentes o autónomas, las que poseían deseos
sexuales expresos o fuera de la norma, fueron consideradas fenómenos contra
natura;56 “monstruos tan extraordinarios como las serpientes marinas”, en
opinión de Rosario Castellanos.57 Y como tales, eran peligrosas.
Si las mujeres se encontraban vinculadas a la naturaleza y lo natural era
entendido como instinto puro, ello hacía suponer que sus conductas eran regidas
prácticamente fuera de su propia voluntad, incluso sus conductas transgresoras.
Atrapadas en el discurso de la esencia y la naturaleza femenina, parecía que
las mujeres no tenían salida. Por ello, para los médicos forenses el homicidio
53
Rosario Castellanos, Sobre
cometido por Trinidad Ruiz Mares, La Tamalera, quedó asumido sencillamente
cultura femenina, p. 81.
como “coraje maternal” y no se tomó en cuenta el ámbito de violencia en el que
54
Franca Basaglia, Mujer,
vivía la familia y la situación de marginación social y económica que ella locura y sociedad, pp. 34-35.
experimentaba por su condición de mujer. Así, era común que a las mujeres se 55
Ibidem, p. 40.
les supusiera proclives a los actos irracionales y, por tanto, al crimen y a la
locura, lo que en última instancia afectaría sus comportamientos y sus funciones
56
Ibidem, p. 35.

tanto al interior del hogar como fuera de éste. 57


R. Castellanos, op. cit., p. 42.

151
LO PERSONAL ES POLÍTICO

Ahora bien, nosotros partimos de la idea de que la locura es una construcción


discursiva y su sentido se transforma a través del tiempo, a la vez que “pone
al descubierto los valores ideales que promueve la sociedad”.58 A partir de
ahí, se crean planteamientos con respecto a cómo deben regirse los
“cuerdos”, en mente y cuerpo, a diferencia de los “locos”, lo cual sucederá
indudablemente según los esquemas de género imperantes en un contexto
histórico determinado.

Aun cuando hombres y mujeres tenían síntomas similares de desorden mental, la


psiquiatría diferenciaba entre una enfermedad, asociada con las presiones
económicas e intelectuales de los hombres altamente civilizados y una
enfermedad femenina [la histeria], asociada con la sexualidad y la naturaleza
esencial de las mujeres. Se creía que éstas eran más vulnerables a la insania que
los hombres, que la experimentaban en formas específicamente femeninas y que
les afectaba de manera distinta en la conducción de sus vidas.59

De este modo, hasta hace pocas décadas se consideraba que muchos de los
desequilibrios mentales en mujeres tenían que ver prioritariamente con las
características biológicas de su cuerpo como ausencia peniana, menstruación,
embarazo, climaterio.60 Phyllis Chesler comenta que:

Durante la década de los cincuenta y de los sesenta, todavía se les enseña a los
médicos que las mujeres sufren de envidia del pene, que son moralmente
inferiores a los hombres y que el masoquismo, la dependencia, la pasividad, la
heterosexualidad y la monogamia, son características innatas a ellas. [...] En mi
época, se nos enseñaba a ver a las mujeres como si de alguna forma fueran
naturalmente insanas. Las mujeres eran histéricas (Hysteros, la matriz),
hipocondríacas, infantiles, manipuladoras, frías o asfixiantes como madres y con
58
Cristina Sacristán, Locura e tendencia al exceso a causa de sus hormonas.61
Inquisición en Nueva España,
1571-1760, p. 9.
59
Elaine Showalter, The Female
En México, estos discursos se convirtieron en una herramienta que
Malady: Women , Madness, desacreditaba automáticamente la labor de un número importante de
and English Culture. 1830-
1980, p. 7.
mexicanas que, en las primeras décadas del siglo XX, salían de los espacios
domésticos e iban ganando visibilidad en la esfera pública. Al respecto, llama
Betty Friedan, The Feminine
60

Mystic, pp. 77-79. la atención la cercanía con la locura de mujeres creadoras, durante las
primeras décadas del siglo XX, que no demostraron pasividad intelectual
Phyllis Chesler, Madness and
61

Women, p. 1. femenina y que terminaron sus vidas presentando anomalías de personalidad

152
III. ESTADO Y MARCOS NORMATIVOS. TRANSGRESIONES, CONTROL SOCIAL E IDENTIDAD FEMENINA

(histeria, depresiones, delirios, crisis nerviosas, suicidios), cuando no


francamente lindando en terrenos de la locura: Concha Urquiza (1910-1945),
Guadalupe Amor (1917-2000), Elena Garro (1916-1998), Inés Arredondo
(1928-1989), Rosario Castellanos (1925-1974), por citar algunas.62
De acuerdo con Elaine Showalter, a pesar de que han existido varones
con problemas mentales, desde el siglo XIX se ha colocado a las mujeres del
lado de lo irracional, del silencio, de lo natural y de lo corporal,63 lo que sin
duda tiene implicaciones en los modos en que las mujeres construyen su propia
identidad, así como en las maneras en que se justifica su marginación de la
vida social y política.
En 1946, Catalina H. viuda de Carmona le escribía a Miguel Alemán,
en ese momento presidente electo de México, para comentarle su lamentable
situación; firmaba sus cartas con domicilio en Las Lomas de Chapultepec.
Catalina aseguraba que había estado casada con el médico Mayor de la 62
Este fenómeno es extensivo a
América Latina, Estados Unidos
brigada del general Pablo González,64 se dedicaba a la partería y y Europa. Reflexiono al respecto
obstetricia y tenía cuatro hijos (tres mujeres y un varón). Cuando su hija con mayor profundidad en
Martha Santillán Esqueda, El
mayor, Judith, se casó con el general Laguna, le fue retirada su pensión, las impacto de los procesos
niñas desaparecieron y el varón, Jorge, fue enviado a Estados Unidos. Así, modernizadores de la primera
mitad del siglo XX en la vida de
con un texto en general mal escrito y a veces carente de claridad, le pedía mujeres escritoras en Argentina,
ayuda a Alemán para reunirse con sus hijos y que les dejaran de hacer Chile y México: Silvina
Ocampo, María Luisa Bombal,
a ella y a Judith “unas magias que ya no aguanta”, ya que cuando dormía Elena Garro y Guadalupe
“viene a inyectarme quiensabe que sustansias son que ya no puedo andar Amor.
y siento me quiero caer, los ojos me ataca qe no puedo ber vien, siento que 63
E. Showalter. The Female…,
me roe el corazón i otras muchas cosas, un habladero terrible”.65 Al no op. cit., pp.1-20.

recibir respuesta, dos años más tarde volvió a dirigirse a Miguel Alemán, ya 64
Militar maderista que
en funciones: “Sr presiente por sus ijos de Ud se lo pido a Ud de la Orden participó en la Revolución
Mexicana; se le atribuye la
y traigan a mi ijo para Mescico ase algun tiempo escribi a Ud una carta autoría intelectual del asesinato
explicando a Ud todo”.66 Pero tampoco obtuvo respuesta; en 1950, envío la de Francisco I. Madero.

última carta: 65
AGN- Fondo Presidentes –
Miguel Alemán Valdés
(agn-fp-mav), Catalina
Sr. é ido a Relaciones y me dijeron fuera dentro de 15 días fuy i me dijeron lo Carmona, documento 541/35,
mismo Sr que den la orden y traigan ami hijo Ud me ara el favor de indicarme 15 de octubre de 1946. En las
lo que debo aser. Tambien suplico a Ud den la orden que multen o aqusen al citas referentes a este caso
que se metió en mi cuarto que les digan prohibido esta ya tanto molestar á esa conservamos la ortografía y
redacción original.
probre Sra ya no los aguanto. Oigo amenasas y me dan unos toques en todo el
cuerpo que no puedo ni andar, me quieren encoger los nervios y la rodilla me 66
Idem.

153
LO PERSONAL ES POLÍTICO

la quieren safar [...] el barrabas vive aquí en las lomas y Anselmo el criado de
aquí dise que cada rato se viene a meter que el con otros son los que asen las
Magias, así que si me matan que los pongan en la silla Electrica pues no tiene
Ud idea de todo lo que asen [...].

Sr perdoneme Ud pero no tengo a quien comunicar todo esto. Ud es una


bellisima persona se compadesera, de todo lo que aguantamos.
Este pequeño obsequio Recibalo de Ud de su alta SS.Catalina H. Vda
Carmona.67

Más allá de la posible enfermedad mental que pudiera padecer Catalina, lo


cierto es que ello se convirtió en una herramienta de control, avalada por el
saber médico, al interior de su familia para dirigir su vida. Sin embargo, ante la
carencia de canales sociales y políticos, ella encontró la manera de enviar
mensajes al presidente e, incluso, de presentarse en sus oficinas solicitando
ayuda, expresando sufrimiento emocional por la separación de sus hijos, así
como corporal por los aparentes tratamientos que recibía. Aun en confinamiento,
Catalina pudo hacer pública su situación de dolor.
Franca Basaglia considera que “si la locura pudiera ser definida como
carencia e imposibilidad de alternativas dentro de una situación que no ofrece
salida, en donde todo lo que hay está fijo y petrificado, la medida de cómo ha
llegado a constituirse histórica y socialmente esta ‘locura’ podrían darla tantas
mujeres sin historia, obligadas a vivir como han vivido”.68 Sin duda, la falta de
canales de participación, así como de reconocimiento a sus actividades, a su
persona, a sus sentimientos, hacía que su lucha por conseguirlo fuera desquiciante
y que ello les provocase, con mayor facilidad, desórdenes de personalidad y un
mayor alejamiento de la vida pública y política.
A partir de los años setenta, la locura femenina llamó la atención de
feministas y especialistas, perfilando así dos perspectivas teóricas de abordaje
del tema: por un lado, se plantea que tanto las nociones de salud como de
67
Idem.
enfermad mental son fenómenos que se construyen social y culturalmente. Por
68
F. Basaglia, op. cit., p. 56. otro, se sostiene la existencia de una serie de factores sociales y condiciones de
69
Teresa Ordorika, vida que afectan la salud de los individuos.69
“Aportaciones sociológicas al De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), “el género
estudio de la salud mental de
las mujeres”, Revista Mexicana determina el poder diferencial y el control que los hombres y las mujeres tienen
de Sociología, pp. 651-652. sobre los determinantes socioeconómicos de sus vidas y salud mental, su posición

154
III. ESTADO Y MARCOS NORMATIVOS. TRANSGRESIONES, CONTROL SOCIAL E IDENTIDAD FEMENINA

y condición social, el modo en que son tratados dentro de la sociedad y su


susceptibilidad y exposición a riesgos específicos para la salud mental”.70 Llegar
a una conclusión respecto a los porqués de la salud mental es materia difícil,
más aún para la disciplina histórica. No obstante, algo que sí puede establecerse
son los elementos históricos –discursivos y materiales– comunes que presentan
las mujeres que dejaron huella de afectaciones emocionales, así como las
situaciones que enfrentaron de acuerdo con las condiciones políticas y sociales
y a las visiones de género existentes.
Entre 1910 y 1968, periodo de existencia del Manicomio General La
Castañeda, la mayoría de los diagnósticos de ingresos femeninos fueron
por epilepsia, demencia senil, confusión mental, esquizofrenia, oligofrenia,
parálisis general progresiva, psicosis maniaco depresiva.71 Hacia el año 2000,
de acuerdo con una encuesta de epidemiología psiquiátrica en México, los
padecimientos más comunes eran las fobias (específicas y sociales), episodios
de depresión mayor y trastornos de ansiedad.72 Dado que la concepción de las
enfermedades es histórica, con el transcurrir del siglo XX se fueron modificando
estas categorías y, en muchos casos, precisando su taxonomía; no obstante,
podemos aventurar que las enfermedades mentales femeninas, a diferencia de
los varones han estado más vinculadas, como propone la OMS, a factores de
“riesgo” que influyen en su personalidad tales como la violencia de género,
carencias económicas, bajos salarios, desigualdad en los ingresos, condición de 70
Organización Mundial de la
subordinación y responsabilidad en el cuidado de los otros.73 Salud, “Género y salud mental
en las mujeres”, OMS (2005)
[disponible en línea].

EL DESORDEN FEMENINO. 71
ASSA-FMG-EC

UNA MIRADA A LO PERSONAL


Ma. Elena Medina Mora,
72

“Prevalencia de trastornos
mentales y uso de servicios:
resultados de la encuesta
...deseamos que la mujer intervenga más en nuestra vida social, que su nacional de epidemiología
actividad, socialmente útil, no se refleje en las sombrías columnas de la psiquiátrica en México”, Salud
Mental, pp. 1-16.
criminalidad, sino que signifique una mayor civilización sin incremento
de delincuencia femenina. 73
Organización Mundial de la
Salud, op. cit.
Alfonso Quiroz Cuarón, criminólogo (México, 1959)74
74
Alfonso Quiroz Cuarón, La
criminalidad en la República
Las conductas femeninas consideradas fuera de la norma, tenían un doble filo. Mexicana, p. 28.
En primer lugar, al transgredir el orden social ponían en entredicho el ideal de

155
LO PERSONAL ES POLÍTICO

sociedad patriarcal (por ejemplo, con las demandas por la obtención del voto
o por el acceso a la educación). En segundo lugar, cuando sus conductas
atentaban contra su supuesta naturaleza, tales como el infanticidio o una
sexualidad activa fuera de la norma (prostitución, adulterio). De este modo, la
transgresión debía ser doblemente tratada: había que recolocar a la mujer en
el lugar correspondiente a su sexo, el doméstico, pero también habría que
restituir una anormalidad más constitutiva y vinculada a su “naturaleza
desviada”. Para ello, ciencias como la criminología y la psiquiatría dieron los
argumentos suficientes y formas de tratamiento, los cuales llegaron a tener
repercusión en normativas y controles formales implementados por el Estado.

EL SEXO PELIGROSO

En 1883 a las afueras del burdel donde vivía Amalia, alias La Figurilla, ubicado
a unas pocas cuadras del Zócalo capitalino, se encontraba Jesús Figueroa.
Amalia al verlo ahí le dijo “que si los que estaban parados allí eran los valientes
[…] Figueroa le contestó que no”; ante la respuesta, ella lo atacó con un
instrumento punzocortante y le hizo una herida en la cara. Amalia fue detenida
y remitida al Hospital de Mujeres Dementes pues padecía ataques epilépticos.
El médico del nosocomio suscribió que sus “cualidades afectivas, y morales
son menos que regulares, mayor en particular después de su prostitución, pues
que la embriaguez y los desordenes conducentes á la vida desarreglada que
lleva los han depravado ó hecho desaparecer; siempre ha sido de carácter
violento, inclinada á la autoridad é insubordinada”. Asimismo aseguraba que
la inculpada había actuado sin voluntad producto de la enfermedad; no
obstante, el juez consideró que Amalia agredió a Figueroa con plena cordura
en tanto era una “muger que se juzga relajada en los resortes que conducen
por el buen sendero [moral]”.75
En 1945, María del Carmen Medina aseguró ante el juez penal que sólo
llevaba ocho días ejerciendo el oficio de prostituta “obligada por la miseria en
75
AGN-TSJDF, Amalia Gómez,
lesiones, 23 de abril de 1883,
que vive pues fue abandonada por su amante teniendo un hijo de seis meses”,
caja 831, exp. 27829. de modo que no era posible que padeciera ningún tipo de enfermedad

156
III. ESTADO Y MARCOS NORMATIVOS. TRANSGRESIONES, CONTROL SOCIAL E IDENTIDAD FEMENINA

Imagen de la película de 1933 “La mujer del puerto”, protagonizada por Andrea Palma y
Domingo Soler, dirigida por Arcady Boytler.

venérea. Un par de días antes, Salvador Gómez, un cliente que contactó en el


Zócalo, la acusó de haberlo contagiado; él aseguraba haber estado sano antes de
relacionarse con María del Carmen. El día del encuentro, le preguntó si ella padecía
algún mal, ya que de ser así estaba dispuesto a pagarle la tarifa de los cinco pesos
pactados sin necesidad de tener contacto sexual; no obstante, ella le picó “su amor 76
AGN-TSJDF, María del
propio” diciéndole que “los de Jalisco no eran rajones”, así que el jalisciense Carmen Medina Díaz, peligro
de contagio, 8 julio 1945, caja
consintió y tuvieron sexo.76 430, exp. 91.

157
LO PERSONAL ES POLÍTICO

Las mujeres han sido consideradas portadoras de una carga sexual importante;77
a partir del siglo XIX, poco a poco y gracias a los discursos científicos, se fue
confinando al sexo femenino en dos categorías: la procreación y el erotismo.
Marcela Lagarde sostiene que:

Estos ámbitos de la sexualidad son la base de la especialización sociocultural de


las mujeres. En torno a la procreación se construye la maternidad como
experiencia vital básica […] Socialmente y como parte de una cultura binaria, la
sexualidad femenina escindida produce grupos de mujeres especializadas en
aspectos de sexualidad desintegrada: las madres y las putas. […] el cuerpo de
la mujeres eróticas es un cuerpo erótico para el placer de los otros, espacio y
mecanismo para la obtención de placer por otro.78

Como hemos visto, la sexualidad femenina ideal era aquélla que se encontraba
controlada desde el hogar paterno o en el matrimonio, lugar donde debían
prevalecer las “buenas” mujeres. En cambio, las prostitutas, así como las
mujeres que demostraban una sexualidad abierta, han sido mal vistas; se les
ha considerado mujeres fuera de todo control patriarcal y, por tanto, peligrosas:
“criminales simbólicas”.79
En México, la prostitución nunca ha sido penada. Tras la Independencia,
desde 1834 y hasta 1962, se divulgaron diversas disposiciones concernientes
a casas de prostitución. A partir de 1865 comenzó una etapa reglamentarista
77
Véase Julia Tuñón, “Ensayo
introductorio. Problemas y
con el proyecto formulado por Maximiliano y que sería retomado por el
debates en torno a la Reglamento de 1871 (reformado en 1872 y 1879); con ello se pretendía
construcción social y simbólica
de los cuerpos” en Enjaular los
normar todo lo concerniente a la actividad: zonas en que podía ejercerse la
cuerpos…, pp. 11-65. prostitución, los tipos de inmuebles en que debía erigirse un prostibulario, los
78
Marcela Lagarde, Los controles sanitarios implementados a las hetairas, etc.
cautiverios de las mujeres: En el siglo XX se emitió un nuevo reglamento en 1926 (reformado en
madres, esposas, monjas, putas,
presas y locas, pp. 202-203. 1932, 1934 y 1937).80 Para estos años, en general, las prostitutas habían
Cursivas en el original. dejado de ser consideradas por médicos y criminólogos mujeres con defectos
79
N. J. Davis y M. Faith, op. congénitos, y se les pensaba como el resultado de una serie de infortunios en
cit., pp. 127-130. los que el abuso de seductores, la miseria, la adversidad y la ignorancia eran
80
Véase Carlos David Vargas el telón de fondo. Algunos, más sensibles a la complejidad de fenómeno,
Ocaña, El estado y la
prostitución: el establecimiento
estaban convencidos de que la situación de marginación social y económica
del abolicionismo en que vivían era producto en gran medida de la incompetencia del Estado
en la ciudad de México,
1937-1940.
que no lograba proporcionarles apoyo ni generarles oportunidades sociales o

158
III. ESTADO Y MARCOS NORMATIVOS. TRANSGRESIONES, CONTROL SOCIAL E IDENTIDAD FEMENINA

laborales para que optaran por otro tipo de vida, a lo que sumaban la entrañable
corrupción existente entre las propias autoridades. Con todo, había especialistas
que aseguraban, apoyados en estadísticas, que la mayoría de las prostitutas
eran “débiles mentales”.81
Finalmente tras una lucha política ardua, en 1940 se abolió el reglamento
de prostitución en la ciudad de México y subsiguientemente en el resto del país.
Con ello se pretendía que el Estado no alentara el comercio sexual y comenzó
a perseguirse penalmente a los lenones, esto es, a “toda persona que habitual
o accidentalmente explote el cuerpo de otra por medio del comercio carnal, se
mantenga de este comercio u obtenga de él un lucro cualquiera” (art. 207). No
obstante, muchas mujeres dedicadas al negocio del comercio sexual no quedaron
conformes; Katherine Bliss ha demostrado que tanto dueñas de prostíbulos como
prostitutas, no convenían necesariamente con aquellos discursos moralizadores
y redentores, a la vez que rechazaban abiertamente el abolicionismo y exigían 81
“Medios prácticos contra el
el respecto a sus espacios de trabajo y vida; la prostituta María Millán aseguraba vicio”, Criminalia…, p. 512.

estar orgullosa de su empleo y de que éste le permitiera alimentar a sus hijos; no 82


Katherine Bliss, “Guided by
an Imperious, Moral Need:
obstante, le molestaba el estigma que recaía sobre el oficio.82 Prostitutes, Motherhood, and
Al igual que se ha demostrado para periodos distintos de la historia de Nationalism in Revolutionary
Mexico”, en Reconstructing
México y en otras regiones del mundo, hasta bien entrado el siglo XX, varias de Criminality…, pp. 168-194.
las mujeres dedicadas a la prostitución también se llegaban a ocupar (antes,
83
Véase Martha Santillán
después o al mismo tiempo) en fábricas o en el ámbito doméstico; o viceversa, Esqueda, “Mujeres non sanctas.
sirvientas u obreras que luego optaban por la prostitución, la cual en muchas Prostitución y delitos sexuales:
prácticas criminales en la
ocasiones proveía mejores ingresos que las otras profesiones.83 El comercio ciudad de México, 1940-
sexual y los oficios de bailarina, cantante, fichera, o mesera, parecían tener una 1950”, Historia Social, pp.
67-85; Cfr. Fernanda Núñez, La
diáfana frontera que en la práctica permitía que se combinaran con regularidad, prostitución y su represión en la
mientras que en el imaginario se equiparaban y desacreditaban moralmente por Ciudad de México (siglo XIX).

igual. 84
AGN-FP-Manuel Ávila
A mediados de los años cuarenta, el Comité de Defensa Pro-Derechos de Camacho (agn-fp-mac),
545.22/312, foja 14704.
la Mujer rastreaba alrededor de 20 000 mujeres trabajando en cabarets, cafés
85
Cifra estimada por Narciso
cantantes y salones de baile,84 mientras otras 22 000 ejercían alguna forma de Bassols, citado en C. D. Vargas
prostitución.85 De estos números resultaría que 42 000 capitalinas, es decir que Ocaña, op. cit., p. 79.
4.42%, del total de las citadinas contabilizadas por el censo de 1950 (949 955) Séptimo censo general de
86

se dedicaban al negocio de la noche y/o al sexo comercial; lo que a su vez población. Distrito Federal
(1950), México, Secretaría de
equivaldría casi a una cuarta parte de las capitalinas registradas como Economía (Dirección General
económicamente activas por el mismo padrón (167 428).86 de Estadística), 1953, p. 81.

159
LO PERSONAL ES POLÍTICO

Hacia finales del siglo XX, se modificó el término prostituta por el de


“sexo servidora” y el INEGI comenzó a registrar esta actividad como laboral;
de acuerdo con la Encuestas Nacionales de Ocupación y Empleo (ENOE)
del 2015, dentro el rubro “5. Trabajadores en servicios personales y de
vigilancia”, se encuentra el concepto de “525. Trabajadores en otros servicios
personales” donde se incluye a los “trabajadores dedicados a la prostitución”
junto con astrólogos, adivinadores y afines, servicios funerarios, ocupaciones
relacionadas con el cuidado de mascotas.87
Por otro lado, la trata de personas con fines de explotación sexual se
tipificó penalmente hacia finales del siglo XX. En 2010 en México se contaba
la existencia de más de 450 mil mujeres explotadas a través de la prostitución.88
Un año antes, se había promulgado la Ley para Prevenir y Sancionar la Trata
de Personas y su reglamento a nivel federal, en tanto 23 estados, incluido el
Distrito Federal, tipificaron en sus respectivos códigos penales algunas formas
de trata de personas. Para el 2012, sólo en Chiapas y en el Distrito Federal se
contaba con leyes específicas al respecto; el 13 de julio de 2011, se promulgaron
reformas a los artículos 19, 20 y 73 constitucionales con la finalidad de castigar
este delito con mayor rigor, de proteger mejor a las víctimas y facultar al
Congreso para expedir leyes en la materia.89
87
INEGI, Clasificaciones ENOE,
Pero la sexualidad abierta y activa no sólo se ha ubicado en el mundo de
México, 2015, p. 29. la prostitución. Había mujeres que demostraban expresos deseos sexuales y
88
Carolina Velázquez, más variados a lo dictado por la norma social, religiosa o médica, los cuales
“Denuncia CATWLAC a México fueron al igual que la prostitución sumamente denostados. En 1768, Mauricia
como centro de acopio de
víctimas. Son explotadas en la Josefa se presentó ante el Santo Oficio para acusarse de sacrilegio, pacto con
prostitución alrededor de 450 el Demonio y aborrecer a Dios; aseguró haber “echo pedazos una estampa
mil mujeres”, Cimac Noticias
[disponible en línea]. de la Santísima Trinidad y en las partes más vergonzosas de mi cuerpo me he
metido los pedazos de dicha estampa”. Desde niña sentía “movimientos fuertes
89
<<www.tratadepersonas.
com.mx>>; “Mensaje durante la de la carne y no hallando proporción para saciar su torpeza con hombre
Promulgación de la Reforma racional por el miedo y la vergüenza [...] llamó al Demonio para lograr con el
Constitucional en materia de
Trata de Personas” [disponible su apetito [...] teniendo acto carnal con él unas veces en figura de hombre y
en línea]. otras de perro”. Dos años más tarde, tras la tercer auto denuncia, ingresó por
90
Cristina Sacristán, Locura y un lapso de tres meses al Hospital del Divino Salvador para mujeres dementes.
disidencia en el México
ilustrado, 1760-1810,
En 1774, se presentó por cuarta ocasión al Santo Oficio y se le diagnosticó
pp. 174-176. “furor uterino”. Fue absuelta por última vez en 1785.90

160
III. ESTADO Y MARCOS NORMATIVOS. TRANSGRESIONES, CONTROL SOCIAL E IDENTIDAD FEMENINA

Prostitutas detenidas 1920, retrato de grupo, ca. 1922. Archivo Casasola. Secretaría de Cultura.-INAH.-MEX. Reproducción autorizada por
el Instituto Nacional de Antropología e Historia (3229).

En 1941, Celedonio Reyes de trece años fue “metido a la fuerza” por María
Hernández Martínez, de 33, al cuarto de la portería donde ella habitaba.
Celedonio relató que ya en el interior del domicilio, María se levantó el vestido
“enseñándole las piernas descaradamente” y lo incitó a tener relaciones
sexuales. El acercamiento sexual de María fue violento ya que a pesar del
dolor que expresaba y la resistencia que oponía el joven, efectuaron “el coito
una sola vez a tanta insistencia de la señora”. María negó en todo momento
haber hecho algo malo pues aseguraba que “el muchacho no es un niño y que 91
M. Santillán, Delincuencia...,
para eso hay hombres”.91 pp. 167-169.

161
LO PERSONAL ES POLÍTICO

En tanto, por esos mismos años, Juana Bernardino Flores de 65 años comentó
que “cada vez que llega su hijo [Gregorio de 25] en estado de ebriedad, la
tira al suelo y tienen contacto carnal” y aseguró desconocer “que era delito
tener contacto carnal con su hijo”. Gregorio aseguró que su madre un día le
dijo “que se subiera que no le diera pena y a la vez [ella] se levantó el vestido
y el declarante obedeciendo se subió sobre ella […] después lo siguieron
haciendo cada tercer día”.92
Desde el siglo XIX, se fueron negando todas las “sexualidades erráticas e
improductivas”, intentando reducir la sexualidad a la pareja heterosexual,93 y
en el caso de las mujeres a la maternidad. Élisabeth Roudinesco comenta que
“el discurso psiquiátrico proporciona a la sociedad contemporánea la moral
que busca. La sexología de antaño sirvió para clasificar a los perversos en
diferentes tipos, para nombrar hasta el infinito variantes de una sexualidad
considerada anormal”.94 En México, dicha taxonomía de “anormalidades
sexuales” era tomada en cuenta por especialistas; en este sentido, en opinión
de José Agustín, hasta entrado el siglo XX “el sexo era absoluto tabú, y quienes
tenían preferencias sexuales ‘no ortodoxas’ tenían que conformar un submundo
clandestino y ciertamente peligroso”.95
Diversos tipos de sexualidades podían ser considerados pecaminosos por
la religión o dañinos por la ciencia médica y psiquiátrica, como el lesbianismo,
y otros casos contemplados como delitos por la ley, como el incesto. A este
último respecto cabe destacar la idea imperante de la falta de deseo sexual
en mujeres consideradas decentes, incluidas por supuesto las madres, situación
que en la práctica podía llegar a ser totalmente distinta.
92
Ibidem, p. 176.
En Querétaro, en octubre de 1891, Tomasa Morán y Serapia Trejo, ambas
93
Michel Foucault, Historia de solteras y de 34 y 27 años de edad, fueron sorprendidas ejecutando “acciones
la sexualidad, vol.1, pp. 48-64.
impúdicas” a la orilla de una milpa; se les detuvo por “ataques a la moral”. Un
94
Élisabeth Roudinesco, Nuestro mes después, el juez desestimó el caso y las puso en libertad por considerar
lado oscuro. Una historia de los
perversos, p. 206. que el lugar donde se las encontró no era público, pues estaba lleno de
95
José Agustín, Tragicomedia
hierbas altas y abundantes, y que por la hora nocturna de los hechos y al no
mexicana, la vida en México de haber luna, entendía que las acusadas pretendieron permanecer ocultas de
1940-1970, p. 134.
las miradas de los vecinos.96 Así, mientras lo personal no fuera público, la
96
Lisette Rivera Reynaldos, transgresión pasaría a ser atendida por el orden médico, tal como sucedió con
Mujeres marginales: Prostitución
y criminalidad en el México Margarita y Alberta quienes fueron internadas en el Hospital para mujeres
urbano del Porfiriato, p. 300. dementes en 1910. Fueron diagnosticadas con “locura compartida”; Alberta

162
III. ESTADO Y MARCOS NORMATIVOS. TRANSGRESIONES, CONTROL SOCIAL E IDENTIDAD FEMENINA

sufría de idiotez mental y Margarita era histérica. Ésta última fue dada de
alta algunos años después ya que “parece curada. Parece que no existe
amor lesbio”.97
De acuerdo con Fernanda Núñez, en el siglo XIX comenzó a notarse el
amor lesbio en el ámbito médico y legal. Para los médicos era considerado
anormal, mientras que para los segundos era peligroso.98 Para los criminólogos
decimonónicos, como Carlos Roumagnac, toda “desviación” sexual, como el
homosexualismo, se vinculaba con condiciones biológicas criminales, la
prostitución y fácilmente podía convertirse en perversión.99 En 1883, Simona
“se enceló” y se “prendió” del rebozo de Ygnacia quien “en defensa propia y
acordándose que traía en el seno una ahuja de arma la sacó y le dio á
Simona varios golpes” dejándole una herida en la oreja de ocho milímetros,
“varios piquetes y araños”. Ygnacia aseguró que su proceder era una venganza
contra Simona pues ésta le había dicho a la presidenta de la cárcel “que ella
había enseñado a la que habla a machucarse y la había disfrutado hasta con
los dedos”.100 97
AHSSA-MG-EC, caja 4, exp. 8;
caja 1, exp. 50.
En general, médicos y criminólogos posrevolucionarios, de manera similar
a los decimonónicos, consideraban a la sexualidad homoerótica como un 98
Fernanda Núñez, “El
agridulce beso de Safo:
estado patológico o perverso muy cercano al crimen; y mostraban rechazo y discursos sobre las lesbianas
desconfianza ante esa forma de vida. Para la década de los cuarenta, el a fines del siglo XIX mexicano”,
Historia y Grafía, pp. 47-65.
criminólogo y abogado José Ángel Ceniceros consideraba que, si bien la
homosexualidad no era delictuosa, sí era una “grave lacra social” que se 99
Robert M. Buffington,
Criminales y ciudadanos en el
debía combatir “mediante una Política Criminal adecuada, en la cual el factor México Moderno, pp. 119-122.
educación complemente fortifique la obra de la Medicina Social”.101
AGN-TSJDF, Simona Rojas e
100

En el caso de las lesbianas, su “terrible transgresión” al “masculinizarse” Ygnacia Rojas por lesiones, 15
era el rechazo a la maternidad y la negación de sus “instintos femeninos”, de octubre de 1883, caja 832,
exp. 35902.
consideraba Susana Solano, una de las primeras doctoras en criminología;
101
José Ángel Ceniceros,
aseguraba que “la mujer homosexual tiene ausencia de instinto maternal y, en “Proemio del libro del Dr. José
cambio, aspiración particular por las actividades propias del varón […]. Es Agustín Martínez, titulado ‘El
homosexualismo y su
indudable que el homosexual encarna un peligro social evidente, porque hace tratamiento’ ”, Criminalia…, p.
la vida antinatural, desviada, sin contribuir a la reproducción de la especie”.102 247.
Pero este “peligro social” que representaba a la homosexual, no la convertía 102
Susana Solano,
en opinión de la especialista en una delincuente nata, por el contrario con “Homosexualismo
y el estado peligroso”,
ayuda especializada podría regenerarse. Criminalia…, p. 149.

163
LO PERSONAL ES POLÍTICO

“INSTINTO” MATERNO DESVIADO

En 1877, Francisca María (de 24 años, soltera y de oficio molendera) fue


seducida y tuvo relaciones sexuales con un mozo de la casa en que trabajaba;
ocultó el embarazo de sus padres y patrones; al momento de parir fue a un
corral y dejó a la criatura en una esquina y le arrojó piedras. Cuando el
cuerpo fue encontrado estaba en estado de descomposición avanzada y
mordido por los perros.103
La niña Delfina Ayala Ayala fue llevada por un policía al Ministerio
Público, en octubre de 1941, quien la encontró lesionada en la calle. Delfina
vivía con su hermana Irene quien recurrentemente la maltrataba. El médico de
la Delegación Ministerial encontró en el cuerpo de la niña cicatrices producto
de antiguas quemaduras en el pecho y en los brazos. Delfina comentó que
sabía por su hermana (pues ella no lo recordaba) que esas heridas se las
había hecho su tía María cuando era más chica; las del pecho, con una
cebolla calentada en aceite hirviendo y las de los brazos con una plancha. Por
su parte, Irene dijo que Delfina “se le sale mucho a la calle y le ha pegado con
una vara porque se come la comida […] y la desobedece; […que] el chipote
que presenta en la cabeza se lo causó Delfina cuando se le tiró al suelo
cuando le iba a pegar en la calle y se pegó contra una piedra…”; aprovechó
para solicitar que la menor fuera internada en un establecimiento gubernamental
para ser corregida; Delfina por su parte pidió ser separada de Irene. Sin
embargo, los deseos de ninguna de las dos fueron cumplidos ya que el juez
de instrucción resolvió que la niña debía regresar a vivir con Irene, pues la
hermana mayor resultó ser la madre. La tía María aclaró que Delfina fue el
resultado de la unión incestuosa entre Irene y su padre.104
En 1989, en la ciudad de Querétaro, Claudia María de once años de
edad entró a la habitación de su hermano, Alfredo (de seis), y descubrió que
103
Elisa Speckman, “Homicidas su madre, Claudia Mijangos (de 33), lo había matado violentamente a
e Infanticidas en el porfiriato”,
puñaladas, incluso le cercenó una mano; en seguida, ella y su hermana, Ana
en Disidencia y disidentes…,
pp. 202-203. Belén (de nueve años), sufrieron el mismo destino. La madre se recostó junto a
104
M. Santillán,
los tres cadáveres; al día siguiente, fue llevada al hospital para curarse las
Delincuencia..., pp. 248-249. heridas que presentaba sin saber qué había sucedido con sus hijos. Dos años

164
III. ESTADO Y MARCOS NORMATIVOS. TRANSGRESIONES, CONTROL SOCIAL E IDENTIDAD FEMENINA

más tarde fue declarada enferma mental e ingresó al anexo psiquiátrico del
Centro Femenil de Readaptación Social, al sur del Distrito Federal, consignada
a 30 años de reclusión.105
Como ha podido notarse, a lo largo del periodo abordado en este
estudio, la violencia femenina ejercida contra infantes, principalmente sus
hijos, fue vista como algo “contra natura” y cada vez más denostada social,
moral, religiosa e, incluso, científicamente. En 1938, el médico eugenista
Alfredo Saavedra consideraba que una madre consciente no buscaría atentar
contra la vida de su hijo, “un ser indefenso”.106 No obstante, como bien
sabemos y se estudia en este libro, la maternidad y los sentimientos maternales
son una construcción sociohistórica condicionada por una diversidad de
factores propios del contexto y a partir de los cuales cada mujer configura su
propia identidad materna. En este sentido, la evidencia histórica y la realidad
social muestra que había mujeres a quienes no les interesaba la maternidad,
muchas eran madres solteras, otras se veían obligadas a trabajar para subsistir
sin tener tiempo suficiente para la crianza de sus hijos, algunas abortaban,
varias más se relacionaban con sus vástagos a través de conductas agresivas
e, incluso, había quienes cometían violentos actos criminales contra ellos.
En la década de los años treinta, las médicas y feministas Matilde
Rodríguez Cabo y Ofelia Domínguez Navarro no suponían que la suspensión
de la gestación fuese consecuencia del comportamiento femenino atípico;
Isaías V. Rosado, “A 26 años
105

por el contrario, reconocían que era una actividad de muy larga data y del caso Mijangos”,
proponían eliminar el aborto del catálogo de delitos.107 Rodríguez Cabo ADNinformativo.com, “La
Hacienda de Querétaro”, video
insistía en que el uso de anticonceptivos ayudaría a mejorar las condiciones documental, Discovery Channel
de vida de las mexicanas y de los niños, sobre todo de los sectores más [ambos disponibles en línea].

desprotegidos. Aseguraba que al permitir la interrupción de los embarazos 106


Alfredo Saavedra, “Aborto
criminal y eugenesia”,
se evitarían problemas de salud física y mental en mujeres que se enfrentaban Criminalia…, p. 625.
con embarazos no deseados, pues se frenaría el inescrupuloso comercio de
107
Gabriela Cano, “Una
esta actividad que dejaba “un elevado porcentaje de muertes” o terribles perspectiva del aborto en los años
secuelas físicas en quienes no perecían.108 Alfredo Saavedra reconocía que treinta, la propuesta marxista”,
Debate feminista.
la anticoncepción ayudaría a evitar embarazos no deseados por cuestiones
de “miseria, prole numerosa, enfermedades, defectos físicos o mentales Matilde Rodríguez Cabo,
108

“El control de la natalidad”,


transmisibles por herencia”; en otras palabras, consideraba que evitar la Archivos de neurología…, p. 207.
concepción en determinados casos era mejor para eludir “los peligros de 109
A. Saavedra, op. cit.,
aborto o del infanticidio”.109 Con todo, los especialistas que llegaron a pp. 626-628.

165
LO PERSONAL ES POLÍTICO

pronunciarse a favor del aborto hacia mediados del siglo XX, lo condenaban
si la gestación era producto de un “desliz”.110 Habría que esperar hasta el
2007, al menos en el Distrito Federal, para que las mujeres tuvieran el derecho
de interrumpir la gestación.
Conforme a los registros históricos, el aborto como control de la natalidad
o el infanticidio eran prácticas utilizadas, en general, por mujeres de clases
populares comúnmente por motivos económicos; en cambio, entre las mujeres
de sectores más favorecidos, solían tener como telón de fondo prejuicios
sociales y religiosos.111 No obstante, en ocasiones “la franca negación al
deseo de maternidad”,112 se revelaba en un expreso desinterés por el hijo; por
ejemplo, en los años cuarenta Josefa Ocaña fue con una partera que “se
dedica a poner sondas a las mujeres que no quieren tener hijos”, ya que tenía
diez y simplemente no quería tener más.113 Por su parte, María Concepción
Roque quien llegó a la capital para trabajar como sirvienta, cuando nació su
hijo lo azotó en el piso, luego lo ahorcó porque se seguía moviendo; ya
muerto, lo envolvió en trapos. Manifestó “yo no quería al hijo […] porque sería
un obstáculo en mi trabajo. Por eso decidí matarlo […] metí el cadáver en una
red de ixtle y lo escondí bajo la cama. Esperaba una oportunidad para llevarlo
110
Beatriz Urías Horcasitas, a enterrar a mi tierra.114
“Eugenesia y aborto en México En el tránsito del siglo XIX al XX, el aborto iba a la alza y el infanticidio a
(1920 -1940)”, Debate Feminista,
pp. 309 y 318. la baja; entre 1891 y 1898 hubo 79 consignadas por aborto y 165 por
infanticidio, entre 1901 y 1910 fueron 93 y 52 respectivamente.115 Para los
111
M. Rodríguez Cabo, “El
control…”, p. 207. años cuarenta no hay cifras oficiales, sin embargo una muestra de fuentes
112
A. Saavedra, op. cit., p. 624.
judiciales confirma que había más madres abortando que infanticidas (16
procesos contra las primeras y 10 contra las segundas). En principio, el
113
AGN-TSJDF, Clotilde Vences
González y Josefa Ocaña infanticidio parecía más sencillo, pues las mujeres podían dar a luz solas y
Salcedo, Aborto, matar a la criatura, comúnmente ahorcándolos o asfixiándolos; sin embargo,
22 de octubre de 1947, caja
3943, folio 692108. para estos años la interrupción de un embarazo aumentaba pues mejoraban
las técnicas y los utensilios para realizarlo, lo que en última instancia podía
114
“Infame sirvienta ahorcó a su
hijo recién nacido”, en La Prensa resultar mejor opción antes que el asesinato del neonato. Las infanticidas
(28 de octubre de 1954), p. 25. en la capital solían ser originarias de provincia, analfabetas y solteras, y
115
Elisa Speckman, “Las flores del laboraban en el servicio doméstico. Es decir, se encontraban solas en la
mal. Mujeres criminales en el
ciudad, buscaban proteger sus empleos o no tenían los recursos sociales y
porfiriato”, Historia Mexicana,
p. 229. económicos para sostener a la criatura. En cambio, las abortadoras mujeres

166
III. ESTADO Y MARCOS NORMATIVOS. TRANSGRESIONES, CONTROL SOCIAL E IDENTIDAD FEMENINA

de clases populares o medias en ascenso, y sus motivaciones solían estar


más vinculadas al ocultamiento de una relación sexual “ilícita”.116
Los asesinatos de hijos podían ser resultado de circunstancias diversas:
por maltratos excesivos, venganzas o solución a circunstancias sociales
adversas. En julio de 1954, el doctor Antonio Sánchez recibió la visita de
Catalina Sánchez Arellano quien le dijo: “doctorcito, acabo de matar a mis
hijos, venga y sálvelos”. Había herido a navajazos en el pecho a la niña de
año y medio y al varón de cinco meses de edad. La Mataniños, sobrenombre
que recibió Catalina en la prensa roja, aseguró que “no me arrepiento de lo
que he hecho. Prefiero verlos muertos antes de que vayan a sufrir al lado de
otra mujer. Me arrepiento de no haber matado a Celestino [padre de los
críos]”.117
El criminólogo Alfonso Quiroz Cuarón aseguraba que Catalina era “de
la más elevada peligrosidad”, pues lo que tenía dañado y alterado de su
personalidad eran sus instintos; estaba convencido de la existencia de un
vínculo casi infranqueable entre la sexualidad “anormal” de Catalina y su
crimen.

Su vida sexual ha sido precoz, activa y enérgica; ha sido en un tono de exaltación


[…] cuantitativa –ejerció la prostitución–, lo es en un sentido puramente
vegetativo, primitivo, pues en efecto el normal desarrollo de este instinto que
conduce al cuidado directo de la prole, no ha sido así en ella según su conducta,
no le “interesan” sus hijos […]. La alteración más profunda la constituye el delito
mismo, en esa venganza transversal, desplazada, del amante a los hijos, en el 116
M. Santillán, Delincuencia...,
delito de Medea. No ha expresado sentimiento de culpa y sí nostalgia por el pp. 212-229.
lodo, por la prostitución.118
117
“No se arrepiente la asesina
de sus hijos”, La Prensa (13 julio
Las agresiones físicas desplegadas contra infantes por parte de mujeres eran 1954), p. 19.
bastante comunes. En la década de 1890, la niña María Consuelo tras sufrir 118
Alfonso Quiroz Cuarón,
un vértigo y ser levantada de la cintura exhaló un fuerte grito de dolor ya que “Complejo Medea y Misdeato”,
Criminalia…,
su tía Tomasa le había cosido a la carne las enaguas y los calzones. Por esos pp. 159 y 162.
años, Guadalupe Bejarano fue conocida como La mujer verdugo por martirizar
Elisa Speckman, Crimen y
119
brutalmente a las niñas a su servicio.119 De ahí, hasta entrada la primera mitad castigo. Legislación penal,
del siglo XX, se adjetivó a las agresoras de infantes como “Bejarano”; hay interpretaciones de la
criminalidad y administración
registros de mujeres arrojando agua hirviendo a los niños, quemándoles las de justicia (Ciudad de México,
manos para que dejaran de agarrar las cosas, chamuscándoles la boca con 1872-1910), pp. 212-213.

167
LO PERSONAL ES POLÍTICO

un fierro candente para que dejaran de comer; alguna torturó sexualmente


con ácido muriático a una criatura de dos años; varias madres mataron a
sus hijos prendiéndoles fuego; y también hubo quien mató a palos a un
infante.120
La idea de una naturaleza femenina dócil y exenta de violencia, sumada
a las nuevas nociones de infancia fue posibilitando que este tipo de actos
criminales resultaran cada vez más repugnantes en opinión de especialistas,
periodistas y sociedad en general. De acuerdo con un estudio realizado por
Elena Azaola en centros penitenciarios de la ciudad de México en 1994, 76%
de las mujeres presas por homicidios asesinaron a alguien del círculo familiar.
De este grupo, 22% asesinó a esposos o parejas sentimentales; y 52% cometió
el homicidio contra un infante. De éstos, 65% eran sus propios hijos; el resto
eran hijos de sus parejas, adoptados, “regalados” o se encontraban bajo su
cuidado.121
La agresión física ejercida por mujeres era algo común y, aunque tuviese
fines correctivos en el caso de los infantes, podía llegar a superar la línea de
la tolerancia social y legal que además comenzaría a debilitarse conforme se
acercaba el fin del siglo XX. Ello ha permitido que de alguna manera persista
la limitada y precaria idea de la existencia de una “naturaleza” femenina
“desviada”, lo que no implicaría por supuesto disminuir la gravedad de sus
actos. Gracias a ello se desconoce, en primer instancia, que la maternidad
(como actividad, sentimiento e identidad) es una construcción histórico-social
y, en segunda instancia, que la maternidad es por tanto un proceso complejo
resultado de la realidad política, social y personal que afecta a las mujeres.

AMOR Y MUERTE. LO ÍNTIMO Y LO PÚBLICO

En el verano de 1929, María Teresa Landa (quien un año antes fuera elegida
120
M. Santillán, Delincuencia..., Miss México a pesar de los deseos de su padre de que fuera monja) y su
pp. 247-248.
esposo Moisés Vidal se instalaron en la Ciudad de México, después de radicar
121
Elena Azaola, Crimen, en Veracruz tras sus nupcias en septiembre de 1928. Una mañana de agosto,
castigo y violencias en México,
p. 204. la joven María Teresa de 19 años de edad desobedeció la orden de su marido

168
III. ESTADO Y MARCOS NORMATIVOS. TRANSGRESIONES, CONTROL SOCIAL E IDENTIDAD FEMENINA

de no leer los periódicos; minutos después celosa e


iracunda disparó las seis balas sobre Vidal. En el diario
La Prensa leyó una nota en la que la esposa legítima de
Vidal, con quien tenía dos hijas, lo acusaba de bigamia.
El juicio de María Teresa fue seguido de cerca por
muchos capitalinos con sumo interés gracias a la prensa
que publicaba día a día los avances del caso con lujo
de detalle, así como a las transmisiones de radio “en
vivo” y a los altavoces que se colocaron en las calles
de Humboldt y Avenida Juárez.122
En la década de los años veinte varias mujeres se
convirtieron en personajes célebres por ser “auto viudas” y
haber sido absueltas por el jurado popular. Las vidas, los
amores e, incluso, las intimidades sexuales de Alicia
Olvera, Nidia Camargo, María Elena Jurado y María
Teresa Morfín, junto con María Teresa Landa, inundaron
las páginas de los diarios nacionales; sus procesos
judiciales fueron seguidos por la muchedumbre afuera de
los juzgados o a través de la radio y de la prensa. Estos
casos generaron mucha expectación y repudio entre
María Teresa Landa, Miss México rindiendo su declaración en el Ministerio Público.
algunos jueces y juristas, pues las asesinas solían ser SinEmbargo.mx, 4 de agosto de 2013.
absueltas por el jurado popular (disuelto en 1929, entre
otras cosas, por el descrédito de estos fallos) que las
122
Eduardo Rojas Rebolledo, “María
consideraba víctimas de la situación en que vivían.123 Teresa Landa”, en El libro rojo, vol. II,
Hasta entrado el siglo XX, la violencia al interior de pp. 39-53; “María Teresa Landa, Miss
México”, Escrito con sangre. El website
los hogares era bastante tolerada tanto por autoridades
de asesinos [disponible en línea].
como por las mismas personas, y era asumida como un
123
Algunos de los casos se reseñan en
instrumento ordenador del espacio familiar, principalmente El libro rojo: Elisa Speckman, “Dos
la ejercida por los hombres sobre las mujeres y de ambos crímenes, dos víctimas: los casos de
Alicia Olvera y Nidia Camargo”, en op.
padres hacia los hijos. Matilde Rodríguez Cabo, médica cit., vol. I, pp. 719-728; Eduardo Rojas
y feminista, consideraba que en las familias de sectores Rebolledo, “María Teresa Landa”, en
op. cit., vol. II, pp. 39-53; Federico
populares o pobres “la dominación del padre y del Sodi, El jurado resuelve.
marido se hace más cruda cuando no llega a ser brutal”.124 124
Matilde Rodríguez Cabo, “Situación
Por su parte, la escritora María Elvira Bermúdez aseguraba de la mujer mexicana”, Cuadernos
que esta situación no sólo se vislumbraba entre “familias del Círculo…, p. 5.

169
LO PERSONAL ES POLÍTICO

proletarias” o en ambientes de miseria, y lo imputaba a “la falta de respeto y


de consideración del hombre hacia la mujer”, lo que a su parecer era además
“la característica más frecuente de la familia media mexicana”.125
Hacia el segundo tercio de la centuria, diversos especialistas (juristas,
criminólogos y médicos) comenzaron a evidenciar cierto rechazo a las formas
de sociabilidad violenta en los hogares, asumiendo que ello debilitaba el
desarrollo de la vida sana de los individuos. No obstante, políticamente se
daba en general poca relevancia a la violencia doméstica sufrida por mujeres
y niños, al tiempo que se hacía muy poco –o casi nada– por parte de las
autoridades para limitarla. Quizás por ello, no es casualidad que quienes más
morían en manos de mujeres en el ámbito familiar eran sus parejas. En estos
casos, las asesinas que llegaban a los tribunales, después de los años treinta,
no solían recibir fácilmente la absolución ni si quiera por legítima defensa, en
general los jueces las sentenciaban con penas bajas por homicidio en riña en
carácter de provocada.126
125
María Elvira Bermúdez, La Así, pues, hubo mujeres que dieron muestras de un franco rechazo ante
vida familiar del mexicano, pp.
21 y 58. lo que a su parecer era producto de extrema, constante y, quizás, injustificada
126
El homicidio simple se
violencia. En la década de 1940, Manuela Solano enterró unas tijeras a su
castigaba entre ocho y trece amasio mientras éste le propinaba una golpiza que incluía patadas, un
años de prisión; en riña o en
duelo se sancionaba hasta con
botellazo en la cabeza, haberla sometido en el piso con una rodilla en el
la mitad o hasta cinco sextos de pulmón, agarrarla de un seno y decirle “vas a ver hija de la chingada ahorita
la pena anterior, según fuera
provocado o provocador. Se
te va a llevar la chingada”. A su vez, Amparo Espinosa le clavó un cuchillo a
consideraba calificado cuando su amasio, quien “le daba mala vida” y “era un macho empedernido”, cuando
mediaba premeditación,
ventaja, alevosía o traición y se
por tardarse en abrirle la puerta la golpeó en la cara y la azotó con un cable
castigaba con prisión entre de luz. De igual forma, María Concepción Corral le disparó a su marido,
trece y 20 años (cp, arts.
307-308, 315, 320). Véase
Leonel Dalkowitz (un norteamericano empresario quien se había establecido
Martha Santillán, “Narrativas en México y mantenía importantes vínculos con Maximino Ávila Camacho),
del proceso judicial: castigo y
negociación femenina en la
cuando tras una acalorada discusión él la quiso golpear en la cabeza con la
ciudad de México, década de horma de un zapato.127
los cuarenta”, pp.157-189.
En 1940, Felícitas Klimpel, escritora y feminista, aseguraba que en la
127
M. Santillán, Delincuencia..., mayoría de los casos de homicidio cometido por mujeres, de todos los sectores
pp.298-299.
sociales, el hecho sangriento era resultado de “la desesperación que le
128
Felícitas Klimpel, “Delitos de produce la crueldad moral y física del hombre, [de modo que] ponen fin a la
la mujer en relación con el
hombre y con el amor”, vida que con ensañamiento y maldad inconcebible, no hizo más que
Criminalia…, p. 164. martirizarla y rebajarla con su conducta y procederes”.128 En 1947, después de

170
III. ESTADO Y MARCOS NORMATIVOS. TRANSGRESIONES, CONTROL SOCIAL E IDENTIDAD FEMENINA

dos días de violentas discusiones entre María Luisa Montoya y su pareja,


Ramón Estrada, éste presa de los celos la golpeó en la cara hasta aflojarle los
dientes y luego, con verduguillo y navaja en mano, amenazó con matarla; ella
tomó una pistola y le dio varios balazos en todo el cuerpo. Un mes antes,
Ramón había sido sancionado con una multa por romperle un brazo a María
Luisa. Esto último sumado a “su condición de mujer”, es decir su “inferioridad
física”, fueron los argumentos para que los jueces le otorgaran sólo dos años
de prisión que pudo cubrir con una fianza.129
Pero las mujeres no sólo mataban en marcos de violencia física cotidiana.
Otra variante que se perfila con bastante nitidez hacia mediados del siglo XX
fueron las agresiones, a veces homicidios, por desamor. Al igual que la
violencia, el sentimiento amoroso y el apasionamiento son construcciones
culturales que adquieren forma a través de expresiones y deseos propios
existentes en un contexto histórico-social. Así, en la práctica, el sentimiento
amoroso se elabora en función de diversos factores culturales, sociales y
materiales; por ejemplo, una relación amorosa bien podía cifrarse en el estatus
de clase o económico. Comprender qué hacía a las mujeres enamorarse o
apasionarse ayuda a entender cuáles eran las situaciones lastimosas que se
convertían en el móvil para herir o matar ya por celos, por despecho o por
frustración amorosa.
En 1942, María Valenzuela, de 33 años, fue detenida mientras
amedrentaba a Amador Sánchez Aburto de 20 años y a su esposa con pistola
y navaja en mano. Contaba María que “como le gustara mucho el muchacho,
accedió a concederle sus favores […] y consumaron el acto carnal”. Se hicieron
amantes y ella se enamoró en demasía, sin embargo él se fue volviendo “muy
desamorado” y se casó “con una chiquilla”. Así, María “muy herida en su
amor propio y en su papel de hembra, porque es muy hembra dice, se enfrentó
con Amador y le dijo ‘hijo de tu chingada madre, yo te enseñaré a no burlarte
de mí’”; lo amenazó de muerte y cumpliendo su palabra lo atacó en la calle. 129
AGN-TSJDF, María Luisa
Montoya Chavarría, homicidio,
Amador aseguraba que María, en principio, no le interesó para “trincársela”
13 de febrero de 1947, caja
pero que ella solía “ponerle el cuerpo en las narices” y lo invitaba a bailar y 3962, folio 694990.
a beber, de modo que él ya no pudo resistir los encantos de María quien le 130
AGN-TSJDF, María Valenzuela,
brindaba “sus deseos ardientes”, pues “jactancia aparte, el diciente la ‘chifló’ amenazas y tentativa de
homicidio, 24 de abril de 1941,
no sabe por qué”.130 caja 346, exp. 8.

171
LO PERSONAL ES POLÍTICO

En el siglo XX era sumamente promovida (por el cine, las canciones román-


ticas, la publicidad, la psicología, la criminología e, incluso, por el discurso
católico y conservador) la idea de que “para la mayoría de las mujeres la
existencia no tendría ningún objeto si no encontraban al hombre en quien
depositar la ternura y la bondad que la naturaleza puso en ellas”.131 En
general, socialmente se aceptaba con bastante naturalidad la idea de que
las mujeres debían realizarse como persona a través del amor de una pareja
masculina: a la mujer mexicana “se le enseña que el matrimonio y la mater-
nidad dignifican y ennoblecen”, comentaba María Elvira Bermúdez.132
Así, es de esperarse que las mujeres buscaran en la unión de pareja la
mejor opción de vida e, incluso, de subsistencia económica en tanto que las
opciones de desarrollo fuera del hogar y realización personal eran bastante
limitadas para el sexo femenino. De este modo, el amor de un hombre podía
convertirse en un motivo imprescindible para la construcción de su identidad
femenina, de su ser una mujer respetable y respetada, lo que en última instancia
podría brindarle un posicionamiento público y social e, incluso, contención
existencial.
En 1941, Ángela Marín se dirigió al restaurante “El Norteño” en busca de
su marido quien se encontraba con su amante, la dueña del lugar, Elodia
Villareal. Tras una discusión y jaloneos, Ángela sacó una pistola de su bolso y
descargó dos balazos sobre su cónyuge; después salió del lugar y con gritos
desesperados pedía auxilio al tiempo que decía haber sido “ella la que había
herido a su esposo”. El Ministerio Público estimó preciso no acusarla por
homicidio premeditado sino simple, ya que “el homicidio cometido es de los
que se denominan ‘pasionales’”.133
¿Qué significaba para las mujeres dejar de ser amadas o ser abandonadas
por su pareja? ¿Qué afectaciones o repercusiones tenía ello en la esfera
pública y política? Para Felícitas Klimpel toda forma de violencia femenina
131
F. Klimpel, op. cit., p. 158.
contra la pareja, el adulterio e, incluso, el suicidio por desamor, debía
132
M. E. Bermúdez, op. cit.,
p. 52.
entenderse como la resultante de factores sociales pero también particulares
de la “psicología femenina”: “los desequilibrios glandulares tienen una
133
AGN-TSJDF, Ángela Marín
Fernández, disparo arma de importancia enorme en la conducta de la mujer. De aquí que cuando se
fuego y homicidio, 24 de abril producen, la mujer puede tener las conductas más extrañas, llegando en
de 1941, caja 370, exp. 29.
muchos casos a la comisión de un delito”.134 José Gómez Robleda sostenía que
134
F. Klimpel, op. cit., p. 157. las mexicanas eran “de temperamentos ciclotímico y se halla[ban] predispuesta[s]

172
III. ESTADO Y MARCOS NORMATIVOS. TRANSGRESIONES, CONTROL SOCIAL E IDENTIDAD FEMENINA

a la neurosis histérica y a la locura maniaco-depresiva”.135 Estas opiniones


evidencian, como ya vimos, lo bien asumida que estaba la idea de que las
conductas femeninas estaban de una u otra forma entrelazadas con –o
prácticamente determinadas por– su “naturaleza”, esto es, por sus características
biológicas o fisiológicas de su cuerpo: embarazo, menstruación, menopausia
y cambios hormonales en general.
Los ataques de sangre por parte de las mujeres sin duda no eran
exclusivamente el resultado de una falta de control sobre sus pasiones o
incontrolables afectaciones hormonales o fisiológicas femeninas, como
pudieran sugerir criminólogos o psiquiatras. Debemos entender estos atentados
en función de los factores históricos y sociales que le dan sentido al ser
femenino; es decir, este tipo de delincuentes agredían por lo que implicaba
para ellas, social, moral y existencialmente, el abandono que experimentaban,
en una sociedad que, de acuerdo a su ordenamiento político, les posibilitaba
pocas oportunidades de desarrollo social y personal.
Hasta bien entrado el siglo XX, detrás de los celos, el despecho o el
desamor, las reacciones agresivas y desenfrenadas de ciertas mujeres ante
una relación de pareja insatisfactoria podemos contar la necesidad de evitar
la ruptura del hogar o de la relación sentimental, ya fuera para seguir siendo
amada, por reputación social o, incluso, por cuestiones de subsistencia
económica.136 La situación de desventaja laboral en que se encontraba el sexo
femenino sumado a que la norma social que establecía que el varón era el
responsable del sustento del hogar (incluso ellos se vanagloriaban al “sacar de
trabajar” a sus mujeres), complicaba la situación de muchas que se veían
abandonadas por las parejas quienes les daban sustento –sobre todo en las
familias pobres– o la de aquellas que querían dedicarse sólo al hogar. A todo
ello debemos añadir una tensión más: la responsabilidad social y moral que,
según los discursos amorosos de la época, recaía sobre las mujeres durante el
noviazgo y el matrimonio para conquistar y retener a su lado a los hombres.
Desde esta óptica, tales discursos amorosos apropiados por las mujeres
legitimaban la posición social y política de desventaja –avalada por las leyes 135
Citado en M. E. Bermúdez,
y defendida por las ciencias–, lo que en última instancia acotaba sus márgenes op. cit., p. 92.
de acción en el ámbito público y direccionaba sus comportamientos en esferas 136
M. Santillán, Delincuencia...,
sociales más allá del hogar. pp. 291-315.

173
LO PERSONAL ES POLÍTICO

No obstante, aun cuando socialmente se tolerara la violencia y la infidelidad


masculina o, incluso, animara, no todas las mexicanas eran pasivas en la
relación de pareja, por el contrario buscaban espacios de acción y de control
dentro de dicho vínculo.
En realidad es destacable la efectividad de los controles informales
(religión, familia, comunidad) –a los que podemos sumar la culpa– que recaían
sobre las mujeres y que repercutían en el grado de tolerancia femenina, actitud
sin duda aprendida que les permitía soportar con mayor estoicismo celos y
frustraciones amorosas, si es que en efecto esperaban ser amadas para toda
la vida, en una sociedad donde la virilidad se construía, entre otras cosas, a
través de la infidelidad y la violencia. Sin embargo, la agencia femenina ante
el amor, la familia y la posesión del otro las llevaba a encontrar mecanismos
diversos de control y negociación de su situación amorosa y familiar así fuera
a través de las agresiones criminales; transgrediendo con ello el mandato de
docilidad.

REFLEXIONES FINALES. LA IDENTIDAD


FEMENINA COMO ASUNTO POLÍTICO

En la actualidad, existen una serie de políticas públicas orientadas a disminuir


la violencia (expresada, en términos contemporáneos, de manera física, sexual,
económica, psicológica o económica) contra las mujeres, también se busca
apoyarlas políticamente en su tarea de ser madres o jefas de familia, al tiempo
que se manifiesta una preocupación a nivel internacional por la salud mental
femenina. Pues, para finales del siglo XX el ser mujer y la construcción de la
feminidad se convirtió abiertamente en un asunto público y político en todos
sentidos. ¿Qué llevó en las últimas décadas del siglo XX a los organismos
internacionales, a los gobiernos nacionales, a los movimientos, a las
organizaciones feministas y a las mujeres en general a enfrentar y buscar
modificar la situación de marginación femenina después de tanto tiempo?

174
III. ESTADO Y MARCOS NORMATIVOS. TRANSGRESIONES, CONTROL SOCIAL E IDENTIDAD FEMENINA

Como no hay presente sin historia, ni historia sin cambio, ni cambio sin conflicto,
en el presente capítulo se buscó abonar a nuestra memoria histórica varios
acontecimientos clave, a partir del estudio de las transgresiones o líneas de
fuga, a través de las cuales ha sido posible constatar que los comportamientos
femeninos en la historia de México no estuvieron marcados por la pasividad,
ni siquiera cuando las mujeres más sufrían, y que las experiencias vividas por
ellas fueron generando conciencia de sí y, con ello, la toma de postura frente
a las situaciones que enfrentaban. Una toma de postura que, más allá de los
desacatos (morales, religiosos, médicos o legales), permitió a las mujeres
encarar las instancias necesarias para mejorar su situación. Las conductas de
nuestras antepasadas en relación con los usos que hacían de sus cuerpos, de
su sexualidad, de su maternidad, del amor y desamor que experimentaban, se
encontraban condicionadas por concepciones de género que se fueron
diluyendo lentamente gracias a sus maneras específicas de ser mujer.
De este modo, aun cuando las mujeres no tuvieran posibilidad de
participar políticamente de manera formal en las estructuras de gobierno
(antes del voto en 1953 y posteriormente de manera sumamente limitada),137 lo
cierto es que sus comportamientos transgresores tenían consecuencias
importantes en el proyecto político y social defendido por las élites en el
gobierno. En este sentido, sus conductas, las íntimas y personales, repercutieron
desde la esfera de lo político, desde el conflicto social, en la conformación de
marcos culturales, sociales y políticos más amplios.
Desde la consolidación de los estados liberales y con el transcurrir del
tiempo, las contravenciones femeninas fueron, por un lado, socavando las
diferentes normativas y controles; y, por otro, afectando los procesos históricos
que hoy forman nuestro presente. En otras palabras, las transgresiones de
mujeres, a la vez que atentaban contra los modelos liberales de sociedad y
gobierno, fueron posibilitando la transformación de las concepciones de
género a lo largo de los siglos XIX y XX. Un claro ejemplo de ello es la 137
Véase Adriana Maza
(coord.), De liberales a
despenalización del aborto en 2007; a pesar de haber sido una práctica liberadas. Pensamiento y
bastante socorrida desde siglos atrás, el Estado finalmente consideró, entre movilización de las mujeres
en la historia de México
otros argumentos, que el aborto era un asunto político y social, antes que (1753-1975).
moral, por lo que tal actividad exigía la vigilancia formal (médica y
gubernamental) para la protección de las mujeres.

175
LO PERSONAL ES POLÍTICO

Así, a través del estudio de las desobediencias a las normativas y de la


superación de controles formales e informales, hemos confirmado, a lo largo
de estas páginas, que la construcción de la identidad y la subjetividad de las
mujeres es parte de un complejo proceso que rebasa la dicotomía biología-
ideología y que es el resultado de la confluencia de disposiciones culturales,
sociales, económicas y políticas. En este sentido, vimos cómo la vida personal
de algunas mujeres se construyó de acuerdo con sus grupos de pertenencia,
la posición social y las posibilidades de desenvolvimiento –aceptación,
negociación o resistencia– con que las protagonistas contaban en el marco de
sus redes sociales personales,138 insertas en el contexto histórico que les
correspondió vivir.
De este modo, el estudio de las tensiones sociales y de género encuentra
en las transgresiones un rico elemento de análisis histórico. En principio porque
evidencian, no sólo una franca ruptura a las reglas, sino una actitud distinta y
personal por parte de las mujeres ante los mandatos normativos. Además
porque es un lugar privilegiado de análisis para dar cuenta de las
transformaciones y los cambios históricos. En tercer lugar, porque las
desobediencias evidencian que todo quehacer social es un asunto político que
compete, por tanto, a la organización de una sociedad determinada; es decir,
que toda conducta femenina, por más íntima que parezca, afecta la
conformación de los espacios de acción, las normativas, las miradas, las
relaciones sociales las políticas públicas y, en última instancia, las formas de
gobierno en que busca organizarse un país.
En síntesis, la identidad femenina es un asunto político debido a que su
configuración depende de los espacios de acción creados para las mujeres,
los cuales se diseñan a partir de las formas de gobierno defendidas por los
138
Cfr. Pierre Bourdieu, grupos en el poder político, así como por una serie de discursos normativos
Razones prácticas: sobre la que aluden a las mujeres y buscan nombrar lo que lo femenino es o debe ser...
teoría de la acción.
pero, definitivamente, ni la vida de una nación ni su historia termina ahí.

176
ANEXO
PARTICULARIDADES DE GÉNERO: LOS CÓDIGOS PENALES EN MÉXICO*

CÓDIGO PENAL 1871

Victimarias Víctimas
Adulterio
arts. 816-830 Infanticidio Aborto Rapto Estupro
arts. 581-586 arts. 569-580 arts. 808- 815 arts. 793-794
Delitos contra el Delitos contra el Delitos contra el
orden de las orden de las orden de las
Delitos contra las Delitos contra las
Tipificación familias, la moral familias, la moral familias, la moral
personas personas
pública o las buenas pública o las buenas pública o las buenas
costumbres costumbres costumbres
Apoderarse de una
mujer en contra de
su voluntad, y
llevársela por medio
de la violencia física
Extracción del o moral, del engaño Cópula con mujer
Cuando existe Muerte causada a producto de la o de la seducción, casta y honesta,
contacto carnal entre un infante en el concepción o su para satisfacer empleando la
Definición
cualquiera de los momento de su expulsión provocada deseos carnales o seducción o el
delito
cónyuges con nacimiento hasta las por cualquier medio, para casarse. engaño para
alguien más. 72 horas de vida. siempre que se haga alcanzar su
sin necesidad. Si la robada es consentimiento.
menor de 16, se
considera rapto
aunque haya
seguido a su raptor
voluntariamente.

* Martha Santillán Esqueda, Delincuencia femenina. Representación, prácticas criminales y negociación judicial, Distrito Federal (1940-1954).

177
Victimarias Víctimas
Adulterio
arts. 816-830 Infanticidio Aborto Rapto Estupro
arts. 581-586 arts. 569-580 arts. 808- 815 arts. 793-794

I. 2 años de prisión
y multa si es
cometido por mujer
casada con hombre
libre, y el ejecutado
en la casa conyugal
I. 4 años de prisión
por hombre casado
y multa, si la víctima
con mujer libre.
tiene entre 10 y 14 .

II. 1 año de prisión


II. 8 años de prisión
el ejecutado fuera
y multa, si aquélla es
de la casa conyugal
menor de 10 años.
por hombre casado
con mujer libre.
III. Arresto de 5 a 11
5 años para la meses y multa,
III. 2 años de prisión 8 años de prisión
madre que cuando aquélla
el cometido por para quien lo
voluntariamente pase de 14, el
Castigo mujer casada con cometa o para la 4 años de prisión.
aborte el fruto de un estuprador sea
hombre casado; madre si el hijo es
embarazo de mayor de edad,
pero á este último legítimo.
matrimonio legítimo. haya dado á
sólo se le impondrá
aquélla por escrito
1 año de prisión si
palabra de
ejecutare el adulterio
casamiento y se
fuera de su domicilio
niegue á cumplirla
conyugal é
sin causa justa
ignorando que la
posterior a la cópula
mujer era casada.
o anterior a ella
pero ignorada por
No se castigará al
aquél.
soltero que cometa
adulterio con mujer
pública. Pero a ésta
se le impondrá la
pena que
corresponde.

178
Victimarias Víctimas
Adulterio
arts. 816-830 Infanticidio Aborto Rapto Estupro
arts. 581-586 arts. 569-580 arts. 808- 815 arts. 793-794
4 años si la madre
Las penas
se proponía ocultar
aumentarán:
su deshonra y: 2 años cuando el
I. No tenga mala aborto sea
I. 2 años de prisión
fama; voluntario por parte
cuando el victimario
II. haya ocultado el de la madre.
sea ascendiente y la
embarazo; Siempre y cuando
víctima sea menor
III. se haya ocultado I. No tenga mala
mayor de 11 años.
el nacimiento del fama;
Castigo Si éste es menor, la
infante haya sido II. haya ocultado el
atenuado pena será de 4
--- oculto y no se huya embarazo; ---
o años.
inscrito en el Registro III. que sea fruto de
agravado
Civil; una unión ilegítima.
II. Una cuarta parte
IV. que el infante sea
de la pena
ilegítimo. Si faltan las
señalada, cuando el
circunstancias I o II
victimario sea tutor,
Se aumenta 1 año se aumenta 1 año
maestro o persona e
por cada por cada una.
autoridad sobre el
circunstancia
menor.
faltante, excepto la
IV.
La mujer casada
sólo podrá quejarse:

I. Cuando el marido
lo cometa en el
Cesa toda acción
domicilio conyugal.
penal si el raptor se Cesa toda acción
II. Cuando lo cometa
Particula- casa con la penal si el
fuera de él con una
ridades ofendida, salvo que estuprador se casa
concubina.
el matrimonio sea con la ofendida.
III. Cuando el
declarado nulo.
adulterio cause
escándalo sea quien
fuera la adúltera y el
lugar que el delito se
cometa.

179
CÓDIGO PENAL 1929

Victimarias Víctimas
Adulterio
arts. 891-900 Infanticidio y Filicidio Aborto Rapto Estupro
arts. 994-999 arts. 1000-1010 arts. 868-875 arts. 856-859

Delitos cometidos Delitos contra la Delitos contra la


Tipificación Delitos contra la vida Delitos contra la vida
contra la familia libertad sexual libertad sexual

Cópula con una


Infanticidio es la
mujer, menor a 18
muerte causada a un Cuando hay
años, que viva
Cuando existe infante en el momento apoderamiento de
honestamente y si se
contacto carnal entre de su nacimiento Extracción del una mujer por medio
ha empleado la
cualquiera de los hasta las 72 horas de producto de la de la violencia física,
Definición seducción o el
cónyuges con alguien vida. concepción o su del engaño o de la
delito engaño para
más en el domicilio expulsión provocada seducción, para
alcanzar su
conyugal o cuando Si el homicidio es por cualquier medio. satisfacer algún deseo
consentimiento. Si es
causa escándalo. cometido por los erótico-sexual o para
menor se presumirá
padres se le reconoce casarse.
se empleó seducción
como Filicidio.
o engaño.
3 años a quien
haga abortar sin
violencia física o 2 años de
1 año y multa si la
moral a una mujer, segregación si la
2 años de 10 años si es Filicidio, mujer era púber
Castigo con su consentimiento; mujer es mayor de 18
segregación. y el hijo es legítimo. o 3 y multa si era
4 años sin su años o 5 si era
impúber.
consentimiento; menor.
y 6 años si mediare
violencia.

180
Victimarias Víctimas
Adulterio
arts. 891-900 Infanticidio y Filicidio Aborto Rapto Estupro
arts. 994-999 arts. 1000-1010 arts. 868-875 arts. 856-859
Las penas
aumentarán:

I. 2 a 4 años de
prisión cuando el
victimario sea
ascendiente,
5 años, si la madre se descendiente,
proponía ocultar su padrastro, madrastra
deshonra y concurren o hermano del
las siguientes causas: ofendido, o cuando la
cópula sea contra el
I. Que no tenga mala orden natural.
fama;
II. Cuando el
Castigo II. que haya ocultado victimario sea
atenuado o --- el embarazo; --- --- pariente o ejerza
agravado autoridad sobre el
III. que el nacimiento ofendido quedará
del infante haya sido inhabilitado como
oculto y no se hubiere tutor o curador y se le
inscrito en el Registro podrá suspender de
Civil; sus funciones
públicas, de ser el
IV. que no sea caso.
legítimo.
Los delincuentes de
que se trata en este
capítulo quedarán
inhabilitados para ser
tutores, y además se
les podrá someter a
la vigilancia.

181
Victimarias Víctimas
Adulterio
arts. 891-900 Infanticidio y Filicidio Aborto Rapto Estupro
arts. 994-999 arts. 1000-1010 arts. 868-875 arts. 856-859
No se especifica
castigo para la madre
que aborta, sólo para
quienes lo provocan.
Cesa toda acción
No es punible penal si el raptor se Cesa toda acción
No hay distinción
Particula- cuando: casa con la ofendida, penal si el estuprador
entre adúltero y ---
ridades I. Corre peligro la salvo que el se casa con la
adúltera
mujer embarazada, y matrimonio sea ofendida.
se avala con declarado nulo.
dictamen médico.
II. Es causado por
culpa de la
embarazada.

182
CÓDIGO PENAL 1931

Victimarias Víctimas
Adulterio
arts. 273-276 Infanticidio Aborto Rapto Estupro
arts. 225-228 arts. 329-334 arts. 267-271 arts. 262-264

Delitos contra la vida y Delitos contra la vida y


Tipificación Delitos sexuales Delitos sexuales Delitos sexuales
la integridad corporal la integridad corporal

Cuando existe Cuando alguien se


contacto carnal apodera de una mujer Cópula con una mujer
Muerte causada a un
entre cualquiera por medio de la menor de dieciocho
infante en el momento La muerte del producto
de los cónyuges violencia física o años, casta y honesta,
Definición de su nacimiento hasta de la concepción en
con alguien más moral, de la seducción obteniendo su
delito las 72 horas de vida cualquier momento de
en el domicilio o el engaño, para consentimiento por
por cualquiera de los la preñez.
conyugal o satisfacer algún deseo medio de seducción o
padres.
cuando causa erótico-sexual o para engaño.
escándalo. casarse.
6 meses a 6 años de
prisión y multa. Si la
1 a 5 años de cárcel mujer es menor de 16
Hasta con 2 años 6 a 10 años de para la madre que años se aplica la 1 mes a 3 años y
Castigo
de prisión. prisión. aborta misma pena aunque multa.
voluntariamente. haya seguido
voluntariamente a su
raptor.
3 a 5 años, si la
madre:
6 meses a 1 año de
I. No tiene mala fama;
cárcel si la madre
II. ocultó el embarazo;
delincuente:
Castigo III. ocultó nacimiento y
--- I. No tenía mala fama; --- ---
atenuado no se inscribió al
II. ocultó el embarazo;
infante en el Registro
III. éste es producto de
Civil;
una unión ilegítima.
IV. y si el infante no es
ilegítimo.

183
Victimarias Víctimas
Adulterio
arts. 273-276 Infanticidio Aborto Rapto Estupro
arts. 225-228 arts. 329-334 arts. 267-271 arts. 262-264
No es punible cuando:

I. Sea causado por


Cesa toda acción
imprudencia de la
penal si el raptor se Cesa toda acción
No hay distinción madre no es
Particula- casa con la ofendida, penal si el estuprador
entre adúltero y --- castigado.
ridades salvo que el se casa con la
adúltera II. Corre peligro la
matrimonio sea ofendida.
vida de la
declarado nulo.
embarazada.
III. La preñez es fruto
de una violación.

184
ANTEPROYECTO 1949

Victimarias Víctimas
Adulterio
arts. 264-267 Infanticidio Aborto Rapto Estupro
art. 315 arts. 316-321 arts. 258-262 arts. 252-254
Delitos contra la vida Delitos contra la vida
Tipificación Delitos sexuales y la integridad y la integridad Delitos sexuales Delitos sexuales
corporal corporal
Cuando se sustrae o
se retiene a una mujer
Cópula con una mujer
No se define por medio de
Muerte causada aun La muerte del honesta menor de
adulterio; sólo señala violencia física o
infante en el momento producto de la dieciséis años,
Definición que éste existe moral, de la
de su nacimiento concepción en obteniendo su
delito cuando se comete en seducción o del
hasta las 72 horas de cualquier momento de consentimiento por
el domicilio conyugal engaño, para
vida por la madre. la preñez. medio de seducción o
o con escándalo. satisfacer algún deseo
engaño.
erótico o para
casarse.
6 meses a 6 años de
prisión y multa. Si la
Hasta con 2 años de 1 a 3 años de cárcel
mujer es menor de 16
prisión y 6 de para la madre que 1 mes a 3 años y
Castigo 3 a 5 años de prisión. años se aplica la
privación de los aborta multa
misma pena aunque
derechos civiles voluntariamente.
haya seguido
consentido en el rapto.
6 meses a 1 año de
cárcel a la madre que
Castigo
--- --- voluntariamente --- ---
atenuado
aborte para ocultar su
deshonra.
No es punible
cuando:

- No se define el I. sea causado por Cesa toda acción


delito. imprudencia de la penal si el raptor se Cesa toda acción
Particula- madre no es casa con la ofendida, penal si el estuprador
---
ridades - No hay distinción castigado. salvo que el se casa con la
entre adúltero y II. corre peligro la matrimonio sea ofendida.
adúltera. vida de la declarado nulo.
embarazada.
III. la preñez es fruto
de una violación.

185
186
Manifestación de la Coalición de Mujeres a favor del aborto libre y gratuito, Ciudad de México,1979.
Archivo de Ana Victoria Jiménez. Biblioteca Francisco Xavier Clavigero, Universidad Iberoamericana.

187
LO PERSONAL ES POLÍTICO

188
BIBLIOGRAFÍA

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209
CONTENIDO
Prólogo
Dora Barrancos 9

Introducción 17

I. Educación, trabajo y sociabilidad: los antecedentes


de un quehacer político permanente, 29
Educación e Individuación: un largo proceso u 34
El horizonte de la colectividad u 44
La Siempreviva. Un espacio para la escritura y la educación u 45
La Mujer Mexicana. Un vínculo de continuidad u 50
Rueca. Un “alarde de independencia” u 56
Del trabajo invisible, al “problema” de la mujer
como sujeto asalariado u 60
Lo femenino y el trabajo: un falso problema, una preocupación real u 62
Una capacidad asumida: el trabajo de organizarse u 67
Reflexiones finales. El trabajo de reescribir la identidad:
un antiguo conflicto u 70

II. Hogar y maternidad en México. Entre el deber ser


y la realidad cotidiana, 77
El hogar y las formas de vida familiar u 81
La mujer y la familia en el tránsito al México independiente u 82
Contrato social y contrato matrimonial en el siglo XIX u 84
El hogar entre lo público y lo privado: siglo XX u 93
Del amor y las reglas para vivir en pareja u 104
Maternidad: Deber y poder u 116
Madres higiénicas… ciudadanos productivos u 118
Madres científicas… raza vigorosa u 120
Madres prolíficas… nación poderosa u 122

211
Madres políticas… resistencia colectiva u 125
Reflexiones finales. Lo personal ¿es? político u 126

III. Estado y marcos normativos. Transgresiones, control social


e identidad femenina, 131
Una ventana al pasado... u 133
Mirada a lo político desde el género u 137
Mujeres y formas de control social u 140
Género y discurso penal u 143
El cuerpo y la mente de la mujer u 150
El desorden femenino. Una mirada a lo personal u 155
El sexo peligroso 156
u

“Instinto” materno desviado u 164


Amor y muerte. Lo íntimo y lo público u 168
Reflexiones finales. La identidad femenina como asunto político u 174
Anexo. Particularidades de género los códigos penales
en México u 177
Código Penal 1871 u 177
Código Penal 1929 u 180
Código Penal 1931 u 183
Anteproyecto 1949 u 185

Bibliografía 189
Referencias electrónicas 208

212
Sobre las autoras
Lucrecia Infante Vargas. Originaria de la Ciudad de Las mujeres son mayoría en la militancia de Nueva Alianza; ellas protagonizan Desde lo público del quehacer femenino, hasta lo más ínti-
México. Doctora en Historia por la Universidad Nacional con un profundo compromiso la lucha por la equidad de género en las políticas
Autónoma de México (UNAM). Sus líneas de investigación públicas. Los derechos que hoy ejercen plenamente y la identidad política mo, las diversas formas de resistencia, las asociaciones que
se centran en la historia de las mujeres en la cultura femenina, tal como los concebimos en la actualidad, son el resultado de un conforman colectivos y la disputa sobre las normas impuestas
impresa y la educación de los siglos XIX y XX, así como lento proceso de formación a través del ámbito de lo cotidiano; de hecho, no
en los vínculos teórico-metodológicos entre la Historia y fue sino hasta la década de los años 70 del siglo pasado cuando las mujeres simbólica y legalmente, se han traducido en un aporte funda-
la Literatura. manifestaron de manera contundente que “lo personal es político”. mental a la formulación de códigos, leyes y políticas públicas
Adriana Maza Pesqueira. Maestra en Historia de México La publicación de esta obra pretende contribuir a la divulgación de un estudio que gradualmente han construido el entramado institucional
y diplomada en Historia de las mujeres en el México de la historia nacional con perspectiva de género desde dos ejes fundamentales que protege y proyecta los derechos plenos de las mujeres.
contemporáneo, ambos por el Instituto Cultural Helénico; que engarzan, por un lado, la política con lo político y, por otro, lo colectivo
diplomada en Historia de España por el Instituto de con lo individual. El primero se centra en las mujeres como actoras en conjunto,
Investigaciones Históricas de la UNAM. Sus áreas de que aunque no buscaron participar directa o formalmente en la conformación Con esta obra, Nueva Alianza reafirma su posición como
interés se centran en la historia de las mujeres en el política del gobierno mexicano, sí la afectaron desde el terreno del conflicto
tránsito entre los siglos XIX y XX, especialmente en el social que emergió de las esferas de lo cultural, lo social y lo económico. El partido promotor de la igualdad y no violencia en todos los
estudio de los colectivos femeninos anónimos. segundo eje sugiere que la convergencia de acciones individuales y personales,
mediadas por el sentido social que estas adquieren en el inmediato plazo de
espacios, tanto públicos como privados y del reconocimiento
Martha Santillán Esqueda. Doctora en Historia por la lo cotidiano relativo a un contexto histórico determinado, afectan de diversas al trabajo individual y colectivo de las mexicanas en la consol-
Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM); es formas lo político y, por ende, la política.
profesora-investigadora titular del Instituto Nacional de
idación de la democracia
Ciencias Penales (INACIPE). Sus líneas de investigación Rescatar y dar a conocer las distintas formas de influencia que las mujeres han
se centran en la historia social y cultural, con énfasis ejercido en la gestación de políticas públicas relevantes para la conformación
en estudios de género y de mujeres en el siglo XX, del país de derechos al que aspiramos, es una tarea que Nueva Alianza asume Leticia Gutiérrez Corona
principalmente en torno a temáticas vinculadas al estudio como imprescindible. Con la presentación de este libro, Lucrecia Infante,
de la criminalidad y la locura. Adriana Maza y Martha Santillán aportan nuevos conocimientos sobre la lucha Coordinadora Nacional de Movimiento de Mujeres
de las mujeres en México con una frescura de miras, enfoques novedosos y rigor
académico que contribuyen, una vez más, a la formación de una nueva cultura
política en el siglo XXI.

Luis Castro Obregón


Presidente del Comité de Dirección Nacional

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