La participación de los padres en la educación de sus hijos es importante por tres razones:
1) La educación es un proceso que comienza en la familia y continúa en la escuela, por lo que se necesita la colaboración de ambas partes.
2) Esto permite que los profesores realicen su labor de manera más efectiva al establecer una relación de cooperación con los padres.
3) Integrar a los padres en proyectos escolares asegura que se sientan parte del proceso educativo de sus hijos y puedan aplicar los
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La participación de los padres en la educación de sus hijos es importante por tres razones:
1) La educación es un proceso que comienza en la familia y continúa en la escuela, por lo que se necesita la colaboración de ambas partes.
2) Esto permite que los profesores realicen su labor de manera más efectiva al establecer una relación de cooperación con los padres.
3) Integrar a los padres en proyectos escolares asegura que se sientan parte del proceso educativo de sus hijos y puedan aplicar los
La participación de los padres en la educación de sus hijos es importante por tres razones:
1) La educación es un proceso que comienza en la familia y continúa en la escuela, por lo que se necesita la colaboración de ambas partes.
2) Esto permite que los profesores realicen su labor de manera más efectiva al establecer una relación de cooperación con los padres.
3) Integrar a los padres en proyectos escolares asegura que se sientan parte del proceso educativo de sus hijos y puedan aplicar los
La participación de los padres en la educación de sus hijos es importante por tres razones:
1) La educación es un proceso que comienza en la familia y continúa en la escuela, por lo que se necesita la colaboración de ambas partes.
2) Esto permite que los profesores realicen su labor de manera más efectiva al establecer una relación de cooperación con los padres.
3) Integrar a los padres en proyectos escolares asegura que se sientan parte del proceso educativo de sus hijos y puedan aplicar los
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PORQUE ES IMPORTANTE QUE LOS PADRES SE INVOLUCREN EN
LA EDUCACIÓN DE SUS HIJOS
La educación es un proceso muy largo que comienza siendo impartida por la familia y luego la escuela y se necesita de ambas partes para conseguir un pleno desarrollo educativo y personal del niño/a. Por ello la escuela debe aceptar la importancia de la participación y la colaboración de los padres en la educación de los niños/as y la necesidad de una relación cordial entre docente y padres para que los/ las profesores/as puedan realizar su función de manera efectiva y completa. El centro debe tener la habilidad de reunir a los padres mediante proyectos originales, atrayentes donde los padres se sientan parte de la educación escolar de sus hijos, a pesar de que no exista ningún tipo de conocimiento profesional. Y es que la educación no empieza y termina cuando toca el timbre porque el alumno es una ser que tiene vida fuera de la escuela por la que se ve muy influenciado; es por eso que el centro educativo en su conjunto debe luchar por conseguir la integración de las familias en las escuelas y hacerlos participes de la educación de sus hijos/as; permitiéndoles elegir la educación que quieren para sus hijos/as y hacer este proceso tan complejo más efectivo y duradero. Escuela y familia han de compartir inquietudes, intercambiar informaciones y pensamientos sobre la educación, la escuela, los hijos…Y ayuda a establecer pactos y acuerdos sobre ciertas actuaciones hacia el niño/a. La familia tiene que aplicar los acuerdos tomados e intentar traspasar los conocimientos escolares a la vida diaria. Y la escuela debe alcanzar en cada niño/a los objetivos acordados o propuestos y traspasar y aplicar los conocimientos familiares y cotidianos a la vida escolar de manera que se consiga esta interrelación y unión entre la educación formal y no formal y ese apoyo y eficacia esperada.
El punto de encuentro entre los profesores/as y los padres y madres es evidente
que son los hijo/as. Es por ello que se necesita entender la escuela en su conjunto, en su totalidad: como formador de personas sociables, cultas, activas y participativas en la sociedad. La clave para generar este punto de encuentro entre maestros/as y padres y madres es la de hacer ver la importancia de que la familia participe en la educación escolar de su hijo/a y que sin dicha colaboración se está afectando de manera notable al desarrollo global del niño/a. El centro debe provocar el interés de los padres y madres en conocer el Proyecto Educativo del centro para entender los valores que imperan en el centro y como se lleva a cabo la práctica a lo largo de la vida diaria. Para que este punto de encuentro sea real en la práctica es necesario movimientos por parte de la escuela que debe ser capaz de conseguir relaciones de participación, cooperación y formación con respecto al alumnado y las familias. Y el movimiento por parte de los padres y madres para comprender de manera global su influencia en los procesos de aprendizaje, en la transmisión de valores y en las relaciones humanas.
La educación emocional, como proceso continuo y permanente, debe estar
presente desde el nacimiento, durante la educación infantil, primaria, secundaria y superior, así como a lo largo de la vida adulta. La educación emocional adopta un enfoque del ciclo vital, que se prolonga durante toda la vida. Las competencias emocionales deben entenderse como un tipo de competencias básicas para la vida, esenciales para el desarrollo integral de la personalidad. Son un complemento indispensable del desarrollo cognitivo sobre el cual se ha centrado la educación a lo largo del siglo XX. La educación emocional se propone optimizar el desarrollo humano; es decir, el desarrollo integral de la persona (desarrollo físico, intelectual, moral, social, emocional, etc.). Es en la familia, desde los primeros momentos de la vida, cuando debería iniciarse la educación emocional. Para que esto sea posible, se necesita formación, tanto de las familias como del profesorado. La formación en competencias emocionales es el primer paso para su puesta en práctica. Se ha observado que las competencias emocionales son, probablemente, de las más difíciles de adquirir. Un alumno normal, durante el trimestre que le corresponde, puede aprender a resolver ecuaciones de segundo grado, distinguir las subordinadas adversativas, conocer los movimientos sociales del siglo XIX, etc.
La educación emocional es una forma de prevención primaria inespecífica.
Entendemos como tal a la adquisición de competencias que se pueden aplicar a una multiplicidad de situaciones, tales como la prevención del consumo de drogas, prevención del estrés, ansiedad, depresión, violencia, etc. La prevención primaria inespecífica pretende minimizar la vulnerabilidad de la persona a determinadas disfunciones (estrés, depresión, impulsividad, agresividad, etc.) o prevenir su ocurrencia. Para ello se propone el desarrollo de competencias emocionales. Cuando todavía no hay disfunción, la prevención primaria tiende a confluir con la educación para maximizar las tendencias constructivas y minimizar las destructivas.
La educación emocional sigue una metodología eminentemente práctica (dinámica
de grupos, autorreflexión, razón dialógica, juegos, introspección, relajación, etc.) cuyo objetivo es favorecer el desarrollo de competencias emocionales. Con la información (saber) no es suficiente; hay que saber hacer, saber ser, saber estar y saber convivir. Tener buenas competencias emocionales no garantiza que sean utilizadas para hacer el bien. Hay que prevenir que estas competencias sean utilizadas para propósitos explotadores o deshonestos. Por esto es muy importante que los programas de educación emocional vayan siempre acompañados de unos principios éticos y unos valores, como una parte inherente de la misma educación emocional. Las aplicaciones de la educación emocional se pueden dejar sentir en múltiples situaciones de la vida: comunicación efectiva y afectiva, resolución de conflictos, toma de decisiones, prevención inespecífica (consumo de drogas, sida, violencia, anorexia, intentos de suicidio), etc. En último término se trata de desarrollar la autoestima, con expectativas realistas sobre sí mismo, desarrollar la capacidad de fluir y la capacidad para adoptar una actitud positiva ante la vida. Todo ello de cara a posibilitar un mayor bienestar emocional, que redunda en un mayor bienestar social.
Muchísimos autores destacan la importancia de que la educación e instrucción
sean procesos de colaboración entre la escuela y las familias y además señalan gran cantidad de efectos positivos sobre los niños/as, los padres y madres, los/las profesores/as, el centro escolar y sobre todo para la comunidad en general. A lo largo de la historia la educación ha sufrido modificaciones al igual que la sociedad, la política, la economía y la familia. La familia ha pasado de ser patriarcal o matriarcal formados por abuelos, matrimonios, tíos/as, hijos, nietos y donde la mujer no trabajaba si no era la encargada del hogar, la educación y cuidado de los hijo/as y los padres eran lo que trabajaban y enseñaban la profesión a sus hijos; a una familia nuclear totalmente industrializada, que vive en la ciudad y compuesta por un matrimonio o parejas ya sea del mismo sexo o diferentes sexos y no tantos hijos como antes y 3 además la mujer trabaja fuera de casa y los abuelos no suelen vivir con la familia y algo importan es la escuela la encargada de la educación de los niños/as junto con la educación dada en casa por los padres. Al igual que se han producido estos cambios en la familia también se han producido en la escuela y la educación, pasando de ser una institución que se encargaba de proporcionar un contexto social más amplio a la vez que trasmitía las pautas culturales propias del entorno social del niño/a; a una escuela se le pide que adquiera mas roles y donde la educación es obligatoria para todos hasta los dieciséis años. Pero a pesar de todos estos cambios sociales las familias sigue siendo un núcleo de personas en el que se dan relaciones, se comparten vivencias e interacciones personales. A principios del siglo XX empezaron a cambiar las cosas: nuevos patrones de relaciones entre familia y escuela totalmente alejadas. Y es que la labor del maestro, enseñanza de materias y métodos usados, se alejaba totalmente de las experiencias de los padres y madres, que no tenían ni voz ni voto en la escuela y en la enseñanza de sus hijos. Y por tanto empezó a separarse las responsabilidades de la escuela y la familia. Esta perspectiva ha ido desapareciendo en estos últimos años por la idea de que las responsabilidades son compartidas. Poco a poco se ha podido apreciar la necesidad de las familias, la educación y los propios alumnos de compartir las responsabilidades y que sean deberes tanto de los padres y las madres como del centro y todos sus profesores, dando lugar de esta manera a que sea una tarea más fructífera y eficaz así como más fácil de llevar a cabo y cuyos resultados sean mejores. Y bueno ahora es menos común ver que las familias dejen en mano de la escuela la educación de sus hijos, como ocurría hasta hace poco y cada vez más familias se sienten participes y con el deber de integrarse en la educación y la escuela de sus hijo/as. Antes de la LODE los padres solo acudían a la escuela de forma individualizada, para tratar ciertos temas de la educación, pero hoy los padres están en el centro como participantes y su opinión cuenta. Por tanto es evidente que la educación de los niños/as de la sociedad debe ser responsabilidad compartida entre los padres y madres y los profesionales y se debe evitar antagonismos o discrepancias entre ambos para ello se puede usar la comunicación como forma de solucionar diferencias de ideas o pensamientos y apoyarse en los proyectos que se desarrollen y las tomas de decisiones. Con todo esto se demuestra que si un docente quiere educar debe contar con los padres. Y parece ser que esta cooperación de los padres en la educación favorece a la autoestima de los alumnos, un mejor rendimiento escolar, mejores relaciones padreshijos y profesores- alumnos y más actitudes positivas de los padres hacia la escuela.