Cierre de Los Ingenios de Tucumán
Cierre de Los Ingenios de Tucumán
Cierre de Los Ingenios de Tucumán
Curso de posgrado:
El Estado y sus configuraciones ideológico-políticas.
Argentina a partir de la posguerra.
1
Cfr. Altamirano, Carlos, Bajo el signo de las masas, Buenos Aires, Ed. Planeta, 2001.
Emergerá así la imagen del Ejército como la “clase salvadora”, bajo la conducción de Juan
Carlos Onganía. Su protagonismo cobra fuerza con el discurso en la V Conferencia de Ejércitos
Americanos, en West Point (1964). Allí afirma que la misión de Ejército es velar por el orden
constitucional del país, pero añade también que es el “desarrollo económico y social del país”. El
Ejército pasa de tener un papel de vigilancia de la autoridad civil a ejercer el protagonismo de la
modernización del Estado por vía autoritaria, comprendida como revolución nacionalista. En
Onganía confluyen las divergencias ideológicas del Ejército, y a él se sumaron la Marina y la
Aeronáutica. Y con Onganía, por primera vez asume el poder un presidente convencido de la
interna amenaza comunista por vía subversiva y adepto a la doctrina de la “seguridad nacional”.
El golpe de Estado de 1966 que protagonizó el Gral. Onganía recibe entonces el apoyo de
sectores heterogéneos de empresarios, partidos y hasta grupos de izquierda, seducidos por la
imagen de un líder progresista y modernizador que dio muestras de pericia en la reestructuración
de las FFAA2. Sin embargo, muy pronto deja ver su carácter autoritario con la disolución del
Congreso Nacional, las Legislaturas provinciales y los partidos políticos. Limitó el número de
ministerios, e inicia la llamada “Revolución Argentina”, basada en tres ideas: el orden, jerarquía y
moralidad.
Se origina así el llamado Estado Burocrático Autoritario (O´Donnell, 1980), que es un tipo de
organización estatal históricamente específico del capitalismo. Es el resultado de la reacción de la
burguesía ante la activación popular que se da en sociedades dependientes pero altamente
industrializadas, proceso que amenaza el orden capitalista y las afiliaciones internacionales que lo
posibilitan. Las FFAA se constituyeron entonces como garantes de la organización de la sociedad
capitalista, de la dominación de la economía por parte de una burguesía oligopólica y
transnacionalizada. De este modo, y a pesar de su discurso nacionalista, las organizaciones
coactivas disuelven la ciudadanía y el orden democrático, con el fin de instaurar un orden de
racionalidad técnica y a favor de intereses oligopólicos.
En nuestro contexto, la “Revolución Argentina” busca superar la inestabilidad social y política
mediante un plan de organización en tres fases: la fase económica, la fase social y la fase política.
Pero lo que realmente preocupa al gobierno es el comunismo partidario y el nuevo comunismo de
resistencia, con identidad propia en latinoamérica a partir de la Revolución Cubana.
Las FFAA, con apoyo de los EE.UU. en un plan que abarcaba a toda América Latina, buscan
reactivar la economía con una política liberal y reprimir las ideas de izquierda y subversivas,
particularmente en la Universidad. El 22 de julio de 1966 la policía irrumpe en la UBA, golpeando a
alumnos y profesores, en la “noche de los bastones largos”. Por otro lado, la política económica de
corte liberal perjudica al sector rural, jaqueado por las restricciones a la exportación. Con la quita
de subvenciones a la industria azucarera de Tucumán y las protecciones tradicionales a Chaco y
2
Gerchunof-Llach, El ciclo de la ilusión y el desencanto. Un siglo de políticas económicas argentinas,
Buenos Aires, Ed. Planeta, 1998, Cap. VII.
Misiones provoca un fuerte perjuicio en los sectores medios y en los trabajadores. Esto es lo que
da pie a una progresiva resistencia sindicalista y popular, cada vez más violenta, ya que las FF.AA.
desde el argumento de la Doctrina de la Seguridad Nacional, interviene militarmente en los
asuntos políticos. Sobre este momento histórico ampliaremos en lo que se denominó en Tucumán
“el cierre de los ingenios”.
El descontento social llega al límite con “el Cordobazo” (29 de mayo de 1969), liderado por
estudiantes y obreros de industria automotriz. La feroz represión del ejército deja un saldo de 20
muertos y 500 heridos, con lo que se inicia una serie de protestas no solo por los salarios, sino por
la misma subsistencia del sindicalismo. A fines de los 60´ surge la Nueva Izquierda, que nucléa a
grupos con diferencias ideológicas y de métodos, pero que tenía en común la aspiración de
transformar el movimiento popular en un alzamiento generalizado.
Con el Cordobazo y el asesinato de Vandor (1969), los militares reemplazan al Gral. Onganía
por el Gral. Levingston, quien propone la formación de nuevos partidos y hasta un movimiento
nacional que posibilitara la transición a la democracia. Los militares interpretan que el Gral.
Levingston es incapaz de llevar el proceso de transición, por lo cual lo reemplazan por el Gral.
Lanusse en 1970. En marzo de 1971 Lanusse anuncia el restablecimiento de la actividad política y
la convocatoria a las próximas elecciones para 1973. Mientras tanto, sectores de las FFAA
comienzan una represión ilegal que implica el secuestro, tortura y asesinato de militantes políticos.
En 1972 el partido peronista obtiene la personería jurídica, propone junto con Lanusse el Gran
Acuerdo Nacional (GAN) y llega a formar una alianza electoral: el FREJULI con Cámpora-Solano
Lima.
En síntesis, entre las dos décadas del derrocamiento del gobierno de Perón (1955) y el golpe
militar de 1976, la crisis del Estado se sucedió en intervenciones de las FFAA que destituyeron a
los gobiernos civiles, configurando una inestabilidad institucional de estructuras burocráticas mal
definidas y medidas políticas erráticas que responden a grupos de interés empresarial, que tienen
que vérselas autoritariamente con nuevos actores de la sociedad civil.
3. Intervencionismo autoritario del Estado en un escenario social emancipatorio.
Los nuevos actores se definen mejor a partir del Cordobazo (inspirado en el mayo del 68 y
revolución cubana), pero se van preparando con las diferentes “puebladas”, entre las que
podemos mencionar lo que se llamó el Tucumanazo (justamente, la resistencia al cierre de los
ingenios), que fueron señales de una sociedad que se “modernizaba” contradiciendo la autoritaria
“modernización” gubernamental. Esta “modernización desde abajo” abarca hábitos de vida y
consumo, con la expectativa de ascenso social, cambio en las costumbres con un nuevo papel de
los jóvenes estudiantes y la mujer (con la revolución sexual), la difusión del psicoanálisis, la
creación de la carrera de sociología en la UBA y el apogeo de las vanguardias artísticas… todos
estos eran movimientos que compartían una matriz desarrollista secularizada que se cruzaba con
aspiraciones libertarias y revolucionarias3.
Los intelectuales surgen con una conciencia propia, eran los hijos de la generación del 45´ que
accedieron a la Universidad que tomaron el tema del “compromiso” como cuestión crucial,
inspirados en Sartre y Fanon, en el contexto de las polémicas chino-soviéticas. Esta conciencia
propia es el de un sentido de “culpabilización” por su sentida condición de “privilegio” con respecto
a su “separación” con el pueblo. Fue así que esta generación abandonó los ámbitos de discusión
académica para acercarse al lugar de ideólogos de los movimientos populares emergentes, entre
la idealización del peronismo proscripto y un pensamiento revolucionario, interpretando como
“traición a la causa” cualquier discenso de pensamiento autónomo.
Los profesionales de diversos ámbitos (salud, justicia, educación) emprendían proyectos de
renovación institucional que cuestionaba no solo el autoritarismo gubernamental, sino también las
formas tradicionales en que ejercían su trabajo. Educación “liberadora”, comunidades
“antipsiquiatría”, abogados defensores de presos gremiales, fueron innovaciones que privilegiaban
la horizontalidad y la participación social.
Existía una fluidez muy grande entre las organizaciones de base y los partidos políticos,
provocando temores en los sectores dominantes. Se fue configurando así un movimiento obrero de
tendencia combativa y clasista, que alcanzó su máxima expresión con Sitrac y Sitram.
La Iglesia Católica, a partir de la renovación conciliar, Medellín (1968), la Teología de la
Liberación y la opción por los pobres, se difunde rápidamente entre religiosos, laicos y
comunidades de base, siendo el exponente más relevante el Movimiento de los Sacerdotes para el
Tercer Mundo (MSTM), insertos en villas y simpatizantes de las facciones radicalizadas del
peronismo (Montoneros).
3
Cfr. Tortti, María Cristina, “Protesta social y “Nueva Izquierda” en la Argentina del Gran Acuerdo
Nacional” en La primacía de la política. Lanusse, Perón y la Nueva Izquierda en tiempos del GAN , Buenos
Aires, EUDEBA, 1999.
Surgen movimientos de lucha armada que tienen en común la convicción de la violencia como
medio válido contra las injusticias del Estado, en una compleja diversificación de ramas
radicalizadas. El Partido Comunista (PC) en 1967 se escinde cuando se desprende el Partido
Comunista Revolucionario (PCR), y de sus filas se forman las Fuerzas Armadas de Liberación
(FAL), en 1968. Ya desde 1967 existía las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP), integradas por
grupos de Juventud Peronista y Tacuara. Por otra parte, el trotskista Partido Revolucionario de los
Trabajadores se desdobló en “La Verdad” y “El Combatiente” en 1968, y de éste Mario Santucho
crea el Ejercito Revolucionario del Pueblo (ERP), mientras que del primero Nahuel Moreno hace
alianza con el Socialismo Argentino, fundando el Partido Socialista de los Trabajadores (PST) en
1972. Del peronismo radicalizado surge, con el secuestro y muerte del Gral. Aramburu, la
organización Montoneros (1970).
Según Tortti (1999) la novedad de la “Nueva Izquierda” (NI) es que es un complejo sujeto en
proceso de constitución, muy heterogéneo en sus orígenes, que oscila entre el ser un movimiento
y un actor político. Tiene en común la conciencia de una reacción al autoritarismo del Estado en
manos de las FFAA; toma como consigna un discurso popular de “liberación” y “revolución” que se
planteaba no solo como posible, sino como urgente (inspirados en la revolución cubana), y que se
expresaba públicamente con revueltas culturales, militancia política y hasta actividad guerrillera
legitimada como defensa ante las injusticias estructurales. En los orígenes de la NI podremos
identificar la resistencia de tucumanos al autoritarismo del Estado.
Los actores sociales más poderosos se denominaron “grupos de interés” (empresarios,
FFAA e Iglesia) y estuvieron muy condicionados por los “ciclos económicos", el exilio de Perón y
esta NI emergente, pero gozaron de una gran comodidad para las alianzas en cuestiones de sus
intereses específicos, y fueron reacios a buscar un orden democrático y constitucional con
competición de partidos (que parecía ya trivial, aún para los mismos partidos). Esto generó el
descrédito de la democracia, tanto más cuanto se polarizaban entre la NI y los “grupos
nacionalistas y autoritarios” (buscando un “Franco argentino”).
Pero la real neutralización de la “Nueva Izquierda” será concertada entre Lanusse y Perón,
con el apoyo de las FFAA y los grupos de interés, quienes al convocar al Gran Acuerdo Nacional
(GAN) en 1972, terminan canalizando las aspiraciones democratizadoras (y antiautoritarias) de los
movimientos populares y grupos reformistas, aislando a su vez políticamente a las facciones más
violentas y revolucionarias (Tortti, 1999). La estrategia dio resultado, pues permitirá la
gobernabilidad, elecciones y el retorno de Perón en 1974.
4. Cierre de los ingenios en Tucumán.
Es de notar que la política económica orquestada por el Gral. Onganía y en sus comienzos
aplicada por el ministro de Economía y Trabajo, Jorge Salimei, busca una fuerte modernización
planificada, cayendo el énfasis en el “orden” de la sociedad y la “reorganización del Estado”. En
esta línea, “racionalizar” y hacer más “eficiente” el Estado significará disminuir el personal,
burocratizar la administración y empresas públicas, aumentar la recaudación tributaria y realizar
obras de infraestructura pública4. Esta política de achicar el Estado como empleador y solo
expandirlo como contratista de obras públicas beneficiando a capitalistas nacionales y extranjeros,
chocará con la resistencia de los sindicatos de empleados estatales. Dos serán las medidas iniciales
que encontrarán mayor resistencia: la “modernización” del puerto de Buenos Aires y el cierre de
los ingenios de Tucumán.
Las medidas del ministro Salimei, en lo que se refiere a la industria azucarera del NOA,
terminará beneficiando al grupo financiero de la industria azucarera de Jujuy y Salta en desmedro
de los ingenios tucumanos. Veamos como se sucedieron estos hechos, según lo refiere un
periodista de la época5, y ampliando más la información con lo que refiere el Dr. Rosenzvaig6.
Al momento del golpe militar que eleva a Onganía al poder, en Tucumán imperaba un clima de
agitación por la insolvencia en la que se declaraban los industriales azucareros, que aduciendo una
“crisis financiera”, no pagaban sueldos ni jornales a los trabajadores, no pagaban la materia prima
a los productores independientes, no pagaban tributos impositivos nacionales, provinciales ni
municipales. Pero, por otro lado, los mismos empresarios hacían inversiones enormes fuera de la
provincia. Podríamos decir que, por la evasión de los empresarios y la falta de fiscalización estatal,
la provincia cayó en insolvencia ante los organismos del Estado nacional.
Por otro lado, la FOTIA (dirigida desde 1964 por Atilio Santillán) encabeza las luchas y tomas
de ingenios, en las que cae asesinado el trabajador Camilo González. Este proceso de unificación
de los intereses gremiales, dispersos por discriminaciones políticas en el que pesaba el peronismo
proscripto y el surgimiento de la Nueva Izquierda, se entiende desde el Pacto FOTIA-UCIT, firmado
el 9 de marzo de 1965, donde se plantean como puntos programáticos la ley de incautación de
uso del complejo agroindustrial; la ley de afectación a las fortunas personales de los directorios de
ingenios; la creación de un organismo mixto de para el control y distribución de créditos; ley que
fijase términos al pago de las deudas de los ingenios al Estado provincial, y entre las soluciones de
fondo, la creación de un Instituto Nacional del Azúcar (INA) para que regule la comercialización de
la producción con participación directa e igualitaria de cañeros, obreros, empleados, industriales y
4
O´Donnell, Guillermo, El Estado Burocrático Autoritario, Buenos Aires, Ed. de Belgrano, 1980.
5
Taire, Juan Octaviano, Azúcar para el monopolio, 2da. Ed., Ed. Pago Chico, Buenos Aires, 2006.
6
Rosenzvaig, Eduardo, “Cierre de ingenios” en La Cepa. Arqueología de una Cultura Azucarera, Tucumán,
Ed. Letra Buena/UNT, 2000.
el Estado; entrega de tierras ociosas de latifundios a campesinos y obreros junto con créditos para
su inicio de producción, buscando la solución integral del problema social de los trabajadores. Era
un pacto revolucionario, fruto de una historia de conflictos y luchas internas entre diferentes
gremios y trabajadores. Con la presión de FOTIA, en diciembre de 1965 el gobierno nacional
adelanta 300 millones de pesos para iniciar el pago de salarios atrasados, bajo garantía prendaria
del azúcar en poder de las empresas, quienes se resistieron alegando que afectaba a sus
depósitos. Bajo la presión de la opinión pública y las marchas, así como por la defensa de
diputados obreros de Acción Provinciana (AP), la legislatura sancionó la ley de incautación con
control de Consejos participativos (obreros, empleados, cañeros y Estado), mientras que la ley del
Congreso Nacional de emergencia deja su efectivización bajo el exclusivo control del Estado.
El 9 de julio de 1966 llega a Tucumán el flamante presidente Onganía y su ministro de
economía Salimei. Se entrevistaron con las autoridades de la FOTIA (dirigida por Angel Basualdo),
y manifestaron su voluntad de cambios estructurales con el fin de redistribuir la riqueza, pero que
necesitaban tiempo tregua en las huelgas, ya que el ministro “…con respecto al problema
azucarero, debía estudiarlo todo pues nada sabía” (Taire, 2006: 147). Los gremialistas
respondieron con su apoyo (con una FOTIA adicta al gobierno), y tomaron un tiempo de espera,
que no se prolongó demasiado, ya el en el 22 de agosto de 1966 el ministro Salimei anuncia sus
medidas, cerrando e interviniendo los ingenios. Procede a cerrar los ingenios de Bella Vista,
Esperanza, la Florida, Lastenia, La Trinidad, Nueva Baviera y Santa Ana, dejando sin trabajo a
5.000 obreros de fábrica y 9.000 cañeros, afectando seriamente a otros seis ingenios no
subsidiados, perjudicando a cerca de 3.000 obreros y 6.000 cañeros. Sin poder cuantificar con
exactitud, por otra parte, han dejado de producir 30.000 obreros rurales.
¿Qué relevancia podía tener a la economía nacional y a las relaciones entre la sociedad y el
Estado estas cifras de una pequeña provincia? Según el informe de la CGT nacional del 22 de
marzo de 1967, el crecimiento de desocupación en todo el país durante 1966 es de 60.000
personas, de las que 38.950 corresponden a Tucumán. El ministro Salimei siguió sin entender
nada el problema del azúcar, ya que evidenció en su discurso de anuncio de las medidas gruesos
errores sostenidos con una retórica autoritaria: es ridículo anunciar como alternativas a la industria
azucarera un futuro molino arrocero que ya existía hace años en Tucumán, al citrus que pasaba
por serias crisis debido a las plagas, cultivos rotativos, promesas de un parque industrial que
absorberían la mano de obra desocupada, mientras afirmaba que la “espada de la Revolución”
habría resuelto desencadenarse sobre Tucumán para transformarlo socioeconómicamente. En
realidad, otros eran los intereses, ya que la industria azucarera en el NOA era el campo de lucha
donde el monopolio de Jujuy y Salta, liderados por el ingenio Ledesma donde el costo era mucho
menor, ya que imponía trabajo esclavo a indígenas e inmigrantes bolivianos7. Es significativo que
Herminio Arrieta, propietario del ingenio Ledesma, fue quien cerró injustificadamente el ingenio
tucumano de Mercedes, elevando el cupo de producción de su otro ingenio jujeño.
“El cierre de 1966 fue en algunos ingenios una suerte de crónica de una muerte anunciada.
Una combinación de desidia, vetustez tecnológica, defraudaciones empresariales, robos
administrativos, exceso de mano de obra derivada de tecnología antigua, deudas atrasadas, y el
parámetro de los cupos azucareros por ingenio que necesariamente debían concentrar y dejar a un
grueso de fábricas en el camino, condujo a lo que fue sentido por miles de trabajadores como una
catastrofe.”8.
Hasta acá, podemos interpretar que la presión de los sectores de trabajadores de la industria
azucarera en Tucumán generó no solo un clima adverso a las arbitrariedades feudales de los
capitalistas tucumanos, sino que los llevó a emigrar hacia provincias donde podían producir a
menor costo, bajo la connivencia de un Estado autoritario ante las demandas sociales, pero
permisivo y cómplice de los sus intereses monopólicos.
De aquí en más, la historia se torna más violenta. Las amenazas de subversión prepara lo que
desde los medios se llamaba “la solución final”. El 18 de agosto llegan 400 efectivos de la Policía
Federal en secreto, ya que se preparaban para lo que denominarían “la caza comunista”. Los
discursos oficiales anunciaban una diversificación agraria y proyectos de expansión industrial;
FOTIA apoyaba el proyecto, pero no el momento; otros gremios se opusieron frontalmente. El 17
de octubre de 1966, FOTIA declara una huelga de 48 hs, una de las primeras contra el gobierno
militar, pidiendo: “solución a los obreros de ingenios cerrados y aumentos salariales”. Para la
segunda huelga, entre octubre del 66 y julio del 68, se generan divisiones entre sindicatos de
ingenios abiertos y de ingenios cerrados. En diario la Gaceta (17/10/66), FOTIA declara que no
hay ninguna industria, de las anunciadas por el ministro Salimei, que esté siendo promovida por
gestión estatal. La respuesta del gobierno es el Operativo Tucumán, interviniendo FOTIA9 desde
1966 hasta 1973. En vísperas de las elecciones de 1973, Santillán vuelve a ocupar la Secretaría
General junto con un equipo de dirigentes muy jóvenes, y luego de persecuciones durante el
Operativo Independencia, rubricado por la presidente Isabel Perón, fue asesinado en Buenos Aires,
dos días antes del golpe militar de 1976, por un grupo de comando identificado como de
Seguridad del Estado.
Los movimientos sociales violentos en Tucumán no se dieron por rechazo a la reconversión,
sino por ausencia de la reconversión. Y la crisis de la industria azucarera es también una crisis de
7
“Modelo de contrato de trabajo del ingenio Ledesma” en: Taire, Juan Octaviano, Azúcar para el
monopolio, 2da. Ed., Ed. Pago Chico, Buenos Aires, 2006, pag. 163.
8
Rosenzvaig, Eduardo, “Cierre de ingenios” en La Cepa. Arqueología de una Cultura Azucarera , Tucumán,
Ed. Letra Buena/UNT, 2000, Tomo I, p. 234.
9
Rosenzvaig, Eduardo, “FOTIA” en La Cepa. Arqueología de una Cultura Azucarera, Tucumán, Ed. Letra
Buena/UNT, 2002, Tomo II.
gestión capitalista y una crisis del Estado, ya que el interés monopólico es legitimado por medidas
estatales irracionales y autoritarias.
5. Conclusión.
¿Cuál es este Estado que no supo o no pudo mediar efectivamente entre los intereses liberales
de los empresarios y los intereses emancipatorios de los sectores sociales de las provincias,
amalgamados en la emergente NI?.
Es un Estado-intervenido por las FFAA10, que ostentaba planificaciones, pero no sostuvo un
proyecto gubernamental estable. Es por eso que creó de manera contradictoria estructuras
burocráticas, no atendió a los sectores provinciales centralizando erráticamente decisiones y
respondió con favoritismos a las grandes empresas proveedoras de organismos públicos. De este
modo, la crisis de gobernabilidad que pretendía solucionarse con medidas autoritarias, se fue
debilitando aún más con los organismos parapoliciales, patrocinados por instancias del gobierno,
que se adjudicaban el derecho de actuar al margen de la ley en la lucha contra opositores
sindicales. La aspiración de la intervención de las FFAA era, al decir de Barrington Moore, una
“revolución desde arriba” o modernización conservadora que esperaba culminar en la aparición de
actores económicos y políticos capaces de asegurar una dominación social estable. Esta aspiración
fue el fracaso que preparó el “proceso” iniciado con el golpe de 1976, salto cualitativo en la crisis
del Estado que lo desarticuló en un no-Estado: supresión del derecho, el terror como medio de
control y el empleo clandestino de los medios de violencia oficiales (Neumann, 1983).
Podríamos decir que el cierre de los ingenios tucumanos y la violencia social que generó es una
muestra histórica de lo que supuso la ausencia de canales institucionales para expresar y articular
las necesidades sociales por medio de partidos, y lo que significa la ausencia de organismos
estatales capaces de mediar efectivamente entre los sectores laborales y empresariales. La
inestabilidad de este Estado se manifiesta en la débil gobernabilidad y en la represión autoritaria
que utilizó para sofocar las demandas sociales a favor del sector empresarial. Estado mínimo para
mediar, máximo para favorecer. No parece ser de ninguna forma el modelo de un Estado liberal,
sino la locura escindida de pretender un orden gubernamental imperativo que no alcanza a regular
los intereses que terminan imperando sobre él.
10
Cfr. Sidicaro, Ricardo, La crisis del Estado y los actores políticos y socioeconómicos en la Argentina
(1989-2001), Buenos Aires, Ed. Eudeba, 2003, pp. 23-26.
6. Bibliografía consultada.
Altamirano, Carlos, Bajo el signo de las masas, Buenos Aires, Ed. Planeta, 2001.
Gerchunof-Llach, El ciclo de la ilusión y el desencanto. Un siglo de políticas económicas
argentinas, Buenos Aires, Ed. Planeta, 1998.
O´Donnell, Guillermo, El Estado Burocrático Autoritario, Buenos Aires, Ed. de Belgrano, 1980.
Rosenzvaig, Eduardo, “Cierre de ingenios” en La Cepa. Arqueología de una Cultura Azucarera,
Tucumán, Ed. Letra Buena/UNT, 2000.
Sidicaro, Ricardo, La crisis del Estado y los actores políticos y socioeconómicos en la Argentina
(1989-2001), Buenos Aires, Ed. Eudeba, 2003.
Taire, Juan Octaviano, Azúcar para el monopolio, 2da. Ed., Ed. Pago Chico, Buenos Aires, 2006.
Tortti, María Cristina, “Protesta social y “Nueva Izquierda” en la Argentina del Gran Acuerdo
Nacional” en La primacía de la política. Lanusse, Perón y la Nueva Izquierda en tiempos del
GAN, Buenos Aires, EUDEBA, 1999.
Índice
1. Introducción............................................................................................................................ 2
2. El Estado Burocrático Argentino (Gobierno de Onganía). ............................................... 3
3. Intervencionismo autoritario del Estado en un escenario social emancipatorio. ......... 6
4. Cierre de los ingenios en Tucumán. ................................................................................... 8
5. Conclusión............................................................................................................................. 12
6. Bibliografía consultada. ....................................................................................................... 13