Edipo Rey de Sofocles Determinismo Religioso
Edipo Rey de Sofocles Determinismo Religioso
Edipo Rey de Sofocles Determinismo Religioso
A partir del siglo V a.C se desarrolla en Grecia, un género literario conocido como:
la tragedia, en ella, el autor plantea a través de una obra, una serie de conflictos y
pasiones inmanentes dentro del mundo (vida) humano, para que el público sea capaz
de interpretar al final de la misma si aquella acción tomada por el protagonista de dicho
hecho fue la más acertada o no.
En parte, porque Edipo Rey, toca un tema que ha inquietado al hombre desde los
inicios de su existencia, a saber ¿si está es decidida por algún ente externo a él? o ¿El
ser humano es realmente libre?, es decir, si las acciones humanas depende de la
conciencia del propio individuo o ya está programada su vida para realizar tal o cual
acción independientemente de su voluntad. Antes de adentrarnos en la tragedia de
Edipo, es necesario, dar una pequeña introducción acerca de su autor, Sófocles.
La vida de Sófocles abarca prácticamente el siglo V a.C., pues nació hacia el 496 y murió en 407
a.C., después de desempeñar varios cargos públicos en la ciudad. Se supone participó cuarenta o
cuarenta y una veces en el festival (es decir, pudo escribir ciento veintitrés tragedias), y es
considerado el mejor poeta de los tres grandes trágicos. En gran parte su fama procede de que
ganó su primer festival cuando tenía veintiocho años y nada más y nada menos que contra el
propio Esquilo, repitió triunfo veintitrés veces más y el resto de las ocasiones nunca quedo por
debajo del segundo puesto. Sólo se conservan siete tragedias completas y fragmentos de otras
varias. Las completas son Antígona, Áyax, Traquinias, Electra, Filoctetes, Edipo Rey y Edipo en
Colon.1
A diferencia de Esquilo, quien fue su predecesor, Sófocles busca ir más allá del
sentimiento mítico-religioso del primero, ahonda en mayor medida en sus personajes
(sin dejar de lado la parte religiosa), nos muestra al hombre que obra al impulso de
ideas y pasiones, que como Edipo buscan luchar contra el destino impuesto, contra
aquello que se tiene por incuestionable.
Si Esquilo había llevado a la escena grandes hechos legendarios o históricos, buscando el efecto
de la magnificencia del lenguaje y otros elementos liricos, Sófocles dio a esos hechos una
importancia secundaria y baso sus tragedias y sus victorias en el hombre mismo, en ese hombre
en el que vida y arte, por obra y magia del clasicismo, se funden para siempre.2
Sófocles a través de los mitos de los héroes como Edipo, Antígona, nos busca
mostrar a lo que debe apuntalar el hombre, es decir, lo que debe ser, en parte porque
le interesaba los aspectos psicológicos del ser humano, tal cual pasaba con Eurípides,
ambos sentían atracción por la psicología, sostuvo el mismo Sófocles “yo los pinto
1
GÓMEZ, Joaquín (coordinador). Historia Antigua (Grecia y Roma). 1ra edición. Editorial Ariel S.A. Barcelona,
España. 2003. p, 265-266.
2
CUENCA, Luis. Prólogo a las Tragedias de Sófocles. En: Tragedias de Sófocles. 20ma edición. Editorial Edaf.
Madrid, España. 2008. p, 21.
como debieron ser – decía –. Eurípides es quien los pinta como son” 3, porque les
interesaba el hombre real, de su tiempo.
La tragedia de Edipo
Al final Edipo se entera de todo esto que le ha sucedido, y que a pesar de sus
esfuerzos por huir de su funesto destino no lo ha logrado evitar, termina sacándose los
ojos al ver tanta ignominia (vergüenza) a su alrededor, causada por lo que ya le había
sido predestinado. Por lo cual pide a Creonte, su tío y a la vez cuñado, que le destierre
de Tebas, porque ya es un hombre desgraciado y no querido por los dioses.
Sófocles recoge en su tragedia, todo esto que le ha ocurrido a Edipo, y nos deja
planteado uno de los principales problemas de la existencia, el hombre es libre o sus
3
MONTANELLI, Indro. Historia de los griegos. 3ra edición. Editorial De Bolsillo. Barcelona, España. 2004. p, 211.
acciones están decididas de antemano por otro u otros, llámense dioses, destino,
cosmos.
A primera vista, el caso de Edipo, nos demuestra que las acciones humanas ya
están determinadas, en este mito, el destino es decidido por un dios, Apolo, mediante
su oráculo. Pero cabe preguntar, acaso cuando Edipo busca huir de su mala fortuna,
no existe en este momento libertad de elección, más allá de lo profetizado de antemano
por el dios.
“La religión es la forma que adopta la vida del hombre cuando cree en la realidad
de seres o poderes superiores capaces de influir en las condiciones de su existencia”4,
por tanto, el ser humano siente que los hechos que realiza están impuesto desde fuera
de sí y no parte de su interior, es decir, no tiene la conciencia de saberse
completamente libre sino supeditado a una divinidad.
Por tanto, el determinismo religioso, sostiene la ausencia del libre albedrío, los
protestantes calvinistas, se adhieren a esta postura, afirmando que el ser humano está
4
OLTRAMARE citado por MARTIN, Ángel. Estudio y comprensión del hombre. Editorial Vadell. Caracas, Venezuela.
2011. p, 87.
predestinado a los designios de Dios. En otras religiones, a pesar inclusive de negar
esto, como los luteranos, quienes sostienen que la omnipotencia de Dios permite hacer
al hombre libre a pesar de que la divinidad sabe lo que van a realizar, carece de
sentido, porque sigue existiendo el mismo determinismo en las acciones humanas.
En el caso del libre albedrío, es todo lo contrario, aquí se afirma que el hombre
tiene la voluntad y el poder de tomar sus propias decisiones, sin el consentimiento de
ningún dios, o mejor dicho, la libertad del ser humano de elegir lo que considera
correcto e incorrecto.
En el caso de Edipo, sus destino sin duda alguna, ya esta, predeterminado por un
ente externo a su existencia, por tanto, podemos decir que las acciones tomadas por el
carecen de total libertad de decisión; ahora, cuando el busca huir de su propio destino
expresa un libre albedrío o por lo menos demuestra la necesidad del individuo de
buscar sentirse libre de elegir.
Edipo Rey, comienza con la peste que azota a la población de Tebas, desgracia
que amenaza con acabar a los habitantes de esta ciudad, los sacerdotes y demás
ciudadanos se dirigen a los templos a invocar la piedad de los dioses, como lo afirma el
propio sacerdote de Júpiter5 a Edipo:
¡Oh poderoso Edipo, rey de mi patria!, ya ves que somos de muy diferente edad cuando nos
hallamos aquí al pie de tus altares… Yo, el sacerdote de Júpiter, y estos, que son los más
escogidos entre la juventud. El resto del pueblo con los ramos de suplicantes en las manos, están
6
en la plaza pública, prosternados ante los templos de Minerva y sobre las fatídicas cenizas de
Imeno. La ciudad, como tú mismo ves, conmovida tan violentamente por la desgracia, no puede
5
Júpiter es la versión latina del Zeus griego. Debido a una particularidad de la traducción se coloca el nombre en
latín y no en griego.
6
Minerva es la versión latina de Atenea.
levantar la cabeza del fondo del sangriento torbellino que la revuelve… ¡Oh poderosísimo Edipo!,
vueltos a ti nuestros ojos, te suplicamos todos que busques remedio a nuestra desgracia, ya sea
que hayas oído la voz de algún dios, ya que te hayas aconsejado de un mortal.7
El propio sacerdote de Júpiter suplica a Edipo que salve a su ciudad, al ser esta la
máxima autoridad de la misma y por tanto, quien puede tener la capacidad de cumplir
con las exigencias de algún dios, como el propio Edipo lo hace saber a continuación:
Cada uno de vosotros sigue su propio dolor y no del otro; pero mi corazón sufre por mí, por
vosotros y por la ciudad: y de tal modo, que no me habéis encontrado entregado al sueño, sino
sabed que ya he derramado muchas lagrimas y meditado sobre todos los remedios sugeridos por
mis desvelos. Y el único que encontré después de largas meditaciones, al punto lo puse en
ejecución, pues a mi cuñado Creonte, el hijo de Meneceo, lo envié al templo de Delfos para que se
informe de los votos o sacrificios que debamos hacer para salvar la ciudad.8
Posteriormente es llamado Tiresias, que es el sabio o adivino del lugar, para que
exponga cual es el asesino de Layo, quien ha marchitado a Tebas, y que por tanto es
necesario deshacerse de él para devolver la tranquilidad a la ciudad. Edipo recurre a
Tiresias porque este es una especie de sabio religioso, capaz de entender aquello que
el oráculo profetiza.
7
SÓFOCLES. Tragedias de Sófocles. 20ma edición. Editorial Edaf. Madrid, España. 2008. p, 151-152.
8
Ibid. p, 153
ninguno de los medios de la adivinación, ya te valgas del vuelo de las aves, ya de cualquier otro
recurso, y procura tu salvación y la de la ciudad.9
Edipo entiende que son calumnias de Tiresias e inclusive llega a sostener que
este se ha aliado con Creonte para desacreditarlo delante de sus conciudadanos, a lo
cual el sabio adivino responde: “no está decretado por el hado que sea yo la causa de
tu caída, pues suficiente es Apolo, a cuyo cuidado esta el cumplimiento de todo esto”10
Apolo es el culpable, Apolo amigos míos; él es el autor de mis males y crueles sufrimientos. Pero
nadie me hirió, sino yo mismo en mi desgracia. ¿Para qué me servía la vista, si nada podía mirar
que me fuese grato ver?... ¿Qué cosa en verdad, puedo yo mirar ni amar? ¿A quién puedo yo
dirigir la palabra o escuchar con placer, amigos? Echadme de esta tierra lo más pronto posible,
9
Ibid. p, 161
10
Ibid. p, 165
desterrad, amigos, a la mayor calamidad, al hombre maldito y más aborrecido que ningún otro de
los dioses. 11
Creonte pasa a ser aquel, que compadeciéndose del destino de Edipo, le dice que
respete a los dioses así ya no tenga ningún aprecio por la raza humana, porque
todavía, é l ve en las ofensas a las divinidades y por ende a la religión, una muestra
para el sufrimiento del individuo, que ve como su existencia está atada al destino
escogido por los dioses.
Conclusiones
A pesar de que Edipo termina por no poder huir de la fatalidad que le profetizo el
oráculo de Delfos a su padre, antes de nacer, y aunque pareciera que el hombre está
atado al destino impuesto desde afuera y no de aquel que el mismo tiene la capacidad
de forjarse. Existe en Edipo Rey, la necesidad de sentirse libres de elegir por parte del
ser humano, de expresar ese libre albedrío mediante diferentes acciones, donde el
propio individuo las considera más justas a las impuestas desde la religión.
Pero cuáles son esas acciones que demuestran la necesidad de sentirse libre en
Edipo? para nosotros, se encuentran expresadas en dos momentos de la obra, cuando
decide huir de Corinto para no hacer realidad su destino, y también al dejarse ciego y
darle la espalda de cierta manera a los dioses, es una muestra de esa necesidad de
sentir que por un instante la existencia es del hombre y no viene predestinada por
ningún dios, como afirma la religión.
11
Ibid. p, 206
Sófocles termina mostrando en Edipo, una crítica a la religión en cuanto al
problema de las acciones humanas, sin embargo, por ser un fiel creyente de las
costumbres religiosas griegas, no pudo plasmar al igual que Eurípides, la reflexión en
contra de aquellos dioses que parecían ser mucho más injusto que los propios hombres
de carne y hueso. Por eso termina el primero, en palabras del coro, reflexionando no en
contra de los preceptos religiosos, sino más bien dejando una enseñanza de vida a
todo aquel que se considere feliz:
¡Oh habitantes de Tebas, mi patria! ¡Considera aquel Edipo que adivinó los famosos enigmas y fue
el hombre más poderoso, a quien no había ciudadano que no envidiara al verle en la dicha, en que
borrasca de terribles desgracias está envuelto! Así que, siendo mortal, debes pensar con la
consideración puesta siempre en el último día, y no juzgar feliz a nadie antes que llegue el término
de su vida sin haber sufrido alguna desgracia.12
Nos muestra Sófocles en este ultimo extracto de su Edipo Rey, que la voluntad de
los dioses está por encima de la humana, porque el individuo a través del sufrimiento
encuentra toda su verdad y se libera de las culpas que lo atormentan, es decir, como
Edipo al cegarse los ojos, se reconoce libre. Por tanto la crueldad de los dioses, queda
justificada en Sófocles, a diferencia de Eurípides quien en su Ifigenia en Aúlide,
Hipólito, Hércules Furioso y otras de sus obras, demuestra lo contrario.
Referencias Bibliográficas
12
Ibid. p, 213.