Retiro Pentecostés - Dolores Aleixandre
Retiro Pentecostés - Dolores Aleixandre
Retiro Pentecostés - Dolores Aleixandre
PENTECOSTES
DON DE LA FORTALEZA
Nuestra sociedad del bienestar, tan llena de recursos y oportunidades, tan saturada de
comodidades y bienes materiales, tan preocupada por la seguridad y la felicidad a cualquier
precio... ha hecho del ser humano –de nosotros- seres profundamente débiles.
Sí, nosotros, que lo tenemos todo, que nunca pasaremos hambre, que nunca nos faltará un
techo, que jamás experimentaremos el total desamparo de los pobres y marginados... nosotros
vivimos llenos de miedos y preocupaciones.
¿En qué momento del camino nos hemos olvidado de las palabras de Jesús?: “Quien guarde su
vida la perderá, pero quien pierda su vida por mí y por el Reino, ése la ganará para siempre
Sí... corremos el peligro que vivir agazapados, empequeñecidos por el poder de nuestra
debilidad. El Espíritu es fortaleza y nos da siempre energía y vitalidad. Él nos empuja, nos
levanta, nos sostiene para que seamos capaces de seguir caminando, de seguir siempre hacia
delante y como dijo Jesús, “ir en su nombre y enseñar su amor a todos los pueblos y a todas las
naciones”.
La fortaleza del Espíritu es un don que está vivo, que crece día a día en nuestro interior y que
siempre, siempre nos acompaña, está con nosotros.
El móvil bien recargado, no vaya a ser que a Dios se le ocurra llamar en cualquier
momento y no tengamos línea directa con el “Gran Jefe”.
El reloj, bien atado a la muñeca, para que no nos despistemos comprando en las rebajas
de primavera y lleguemos tarde a la cita con la muchedumbre que nos espera en tal sitio
y a tal hora para oírnos hablar del Reino.
El Espíritu me envía a predicar a aquellos que se encuentran más libres de carga, a lasque no
viven instalados en la comodidad, a los que siempre tienen tiempo para los demás.
A los que no necesitan ningún teléfono móvil para estar realmente conectados con Dios y con la
gente.
A los que no necesitan televisor para darse cuenta de que en este mundo, además de belleza,
hay dolor e injusticia.
Los profetas son gente sencilla, abierta y sensible, conectada y despierta a la realidad, libre y
enamorada de la vida...
Dios nos envía a ser testigos, nuevos profetas acompañados por la llama y la brisa de su
Espíritu.
La verdad de Dios es su misma presencia que se manifiesta y puede ser conocida. La verdad
más plena es conocerle y amarle en todo. Es desde este don donde el hombre y la mujer
experimentan y perciben un amor sin límites.., y ese amor es la verdad de Dios.
Así el Espíritu es quien vivifica nuestros ojos, nuestro corazón, nuestra mente, nuestro cuerpo,
para vivir desde la misma presencia de Dios.
• la sabiduría que nos ilumina sobre el verdadero valor de las personas, de la creación y de las
cosas con las que nos topamos día a día, para encontrar en ellas “su rayo de luz” y lo
precario de ellas.
• el consejo que nos permite discernir y aclarar el sentido creyente y profundo de las cosas y
los acontecimientos. Sin el consejo del Espíritu nos perdemos y nuestras decisiones son
engañosas y manipuladas por la mentira y la injusticia.
• es inteligencia que nos mueve y ayuda a distinguir lo verdadero de lo falso desde los ojos
del Reino de Dios.
Así el Espíritu impulsa a la comunidad a un conocimiento siempre mayor y mejor del bien, de
la vida, de Jesús y de su Reino.
Y el miedo redujo su alegría: Vive, pero has de morir... Come, pero puedes ser envenenado...
Viaja, pero puedes tener un accidente... Ama, pero puedes sufrir...Cada actividad humana tenía
su sombra oscura... Nada es firme, nada es seguro... Y una vida sin seguridad es una vida de
temores.
El Espíritu de Jesús nos grita hoy: “¿Por qué teméis, hombres y mujeres de poca fe?, levantad la
vista, llenad vuestros pulmones, erguid la cabeza, abrid la sonrisa y dad la bienvenida a la vida.
No temáis. Somos libres. Dios está literalmente de parte nuestra porque está con nosotros, y
si Dios está con nosotros, ¿quién contra nosotros?...”
Ahora sabemos que cada persona es sagrada y cada situación es gracia. Cuando amamos,
nuestro amor asume unas veces la forma de consuelo y otras la del desafío que nos exige
confianza para dejarnos llevar y dejar a Dios ser Dios.
Un año, un adolescente escribió una carta al Espíritu pidiéndole que le trajera como regalo la
libertad. Sobre su mesita apareció este manual de instrucciones para usarla:
La fe, a la carta.
El matrimonio, ¡a ver cuánto dura!
La comunidad o el grupo, hasta que deje de aportarme.
La vida religiosa de los laicos, implanteable porque exige
decir “para siempre”.
Parece que en nuestros días hemos contraído una contagiosa alergia a la palabra fidelidad. Y
todo lo que suene a compromiso y a definitivo, todo lo que pida constancia y perseverancia
produce, sobre en la juventud, salpullidos de lo más variados.
El Dios fiel en el Amor, a través de su Espíritu, nos propone otro camino de realización personal
y colectiva. Él nos recuerda que nada hay más bello en la vida que llegar a pronunciar un “para
siempre” movido por el amor.
Fidelidad a uno mismo, a la vida, al amor, a los valores del Evangelio, a los seres queridos, a la
pasión por las cosas de Dios... Así es Jesús, y así es como el Espíritu quiere que seamos:
hombres y mujeres fieles, con capacidad de permanecer en aquello que amamos y escogemos.
El Espíritu que Dios nos ha entregado en su Hijo Jesús es fiel, siempre fiel: no falla ala cita, no
deja en la estacada, no abandona a la primera, no tira nunca la toalla.
Es este Espíritu el que nos ofrece el don de su fidelidad para la vida. Un don que ensancha en
corazón y engrandece la existencia. La fidelidad, vivida desde el Espíritu de Jesús, nunca se
convierte en pesada carga o insufrible mandamiento. La fidelidades don, regalo, invitación para
ser más auténticos y vivir más felices... Como Jesús.
Dar la vida, entregarla como Jesús. Esa es la obra que el Espíritu quiere realizar
ennosotros. No se trata en nuestros días de entregas heroicas, de martiriosespectaculares.
Todo es más sencillo y más sutil...
Don de la entrega. Don que nos hace salir de nosotros mismos, de nuestro pequeño mundo de
intereses particulares, para hacer nuestros los intereses de Dios y de los hermanos,
especialmente de los más pequeños y vulnerables.
Don que nos invita a la gratuidad y a la generosidad. En eso consiste seguir a Jesús.
DON DE LA FRATERNIDAD
El Espíritu nos invita a construir comunidad, a vivir en FRATERNIDAD, lo que significa ser
transparentes, perder las defensas y exponernos a ser ayudados por otros a vivir el seguimiento
de Jesús que libremente hemos elegido.
Vivir así, desde el don de la fraternidad, nos hace estar alegres con la luz
de JesúsResucitado, y aunque no siempre podamos hablar de luz, sí podemos ofrecergratuitam
ente la calidez y la lealtad de un amor que no nos pertenece, pero que nos habita.
Somos fraternidad para la misión a la que nos envía el Espíritu que nos ha llamado. Vivimos en
comunidad, no para contemplarnos, sino para la misión. La fraternidad anunciada e iniciada por
Jesús de Nazaret pasa por la oposición a cualquier tipo de actitudes y estructuras generadoras
de injusticia.
El don de la fraternidad pasa por reconocer que no lo tenemos todo claro, pero
queestamos ahí, disponibles y cercanos, para caminar junto a otros soportandopreguntas, apun
talándonos mutua y fraternalmente la esperanza, horadandopacientemente la corteza del
campo que esconde celosamente el secreto de un tesoro.