Pop Art
Pop Art
Pop Art
El Arte Pop fue un movimiento que surge a finales de la década de 1950 en Inglaterra y
Estados Unidos como reacción artística ante el Expresionismo Abstracto, al que consideraban
vacío y elitista. Se caracteriza por el empleo de imágenes y temas tomados de la sociedad de
consumo y de la comunicación de masas y los aplican al arte.
Aunque lo pueda parecer, el Pop Art (o Arte Popular) no es un estúpido movimiento en el que
los artistas se ponen a crear obras fáciles para un público lento. Si lo pensamos, es más
bien un arte muy político, utiliza imágenes conocidas con un sentido diferente para lograr una
postura estética o alcanzar una postura muy consciente de la realidad de nuestra sociedad de
consumo
El tamaño de las obras será cada vez más espectacular, se amplían los motivos y pasan a
primer plano o se multiplican a lo largo de la superficie pictórica. La expresividad queda
desplazada a un segundo plano, siendo un estilo impersonal que retrata su contemporaneidad
con sutil conformismo.
Llegados a este punto, el arte ya no imita la vida, sino que es la vida que imita el arte.
El Arte Pop fue apreciado y aprobado por el público gracias a sus formas fáciles y divertidas y
a sus contenidos, que podían ser captados sin dificultad. Al espectador le gustaba reconocer
objetos corrientes en los cuadros porque así se ahorraban el esfuerzo que representaba la
interpretación de las obras del expresionismo abstracto, pero no comprendieron su carga de
ironía y de ambigüedad.
Lichtenstein decía:
El Art Pop eleva los objetos de la vida diaria moderna a obras de arte y, con la frialdad del
distanciamiento, pone su mirada en la atracción estética de los vulgares artículos de consumo.
Los orígenes del arte pop se encuentran en el dadaísmo, en la poca importancia puesta en el
objeto de arte final y en el uso del collage y del fotomontaje.
Hamilton, decide pegar en esta cartulina todo tipo de imágenes sacadas de revistas, y son imágenes
conscientemente seleccionadas de revistas sobre el hogar y la vida ideal que proporciona la sociedad de consumo.
En esta casa vemos a una pareja desnuda posando con todo tipo de mercancías de última generación: desde
electrodomésticos imprescindibles como la aspiradora o la televisión, a una lata de jamón de conserva. Todo es
una oda- hoy bastante kitsch– al nuevo movimiento que daba un poco de color a los grises días de la posguerra.
Hasta el musculoso personaje masculino posa con un chupa-chups con la palabra POP.
El artista dijo que esta era su visión de los nuevos Adán y Eva viviendo felices en un nuevo Edén: el paraíso
consumista, una sociedad optimista y rabiosamente moderna, con ocio de sobras para disfrutar de la vida tras los
malos tiempos.
La posguerra que había devastado Gran Bretaña se estaba acabando y se abría un cielo de cacharros que nos
facilitaban la vida y relaciones basadas en la relajación moral… En 1956 empezaban a divisarse ya los años 60.
INTERIOR (1964-5)
Marcel-Duchamp-1968
FASHION-PLATE (1970)
Roy Lichtenstein
(1923-1997) Crying Girl (1963)
Lo más característico de Lichtenstein son sus
composiciones salidas directamente de las
viñetas de los comics, que son ampliaciones
de los personajes de los dibujos animados,
reproducidas a mano, con la misma técnica
de puntos y los mismos colores primarios y
brillantes que se utilizan para imprimirlos.
• La utilización de técnicas de
reproducción seriada cuestionando el
Si de algo estaba consciente Warhol es de
concepto de lo original en el arte.
que no solo los íconos del pop pierden su
significado después de la reiteración • Desmitificación de la idea de que solo un
exacerbada en los medios masivos de arduo y largo proceso de creación le da
comunicación. El vaciamiento de sentido no valor a la obra de arte.
es una exclusividad de las masas. También
• Una comprensión del mundo del arte
desde la cultura de élite el significado se
desprovisto de su aura mística para
pierde, se desdibuja gracias a la mera
repetición del signo vaciado de su contexto. reconocer en él su carácter de mercado,
Así lo evidencia con su serie El nacimiento de negado por los discursos tradicionales.
Venus después de Botticelli.
Beatriz González
Colombia, 1938.
¡Una artista! Gritó orgullosa una monja al ver la mandarina dibujada por Beatriz
Gonzalez cuando contaba con diez años de edad. Cursaba el grado quinto de primaria en su
ciudad natal (Bucaramanga, Colombia, 1938) y sin embargo sabía con certeza lo que iba a hacer
con todos los días del resto de su vida: una artista. Años más tarde la crítica la nombraría madre
superiora del pop art colombiano, precursora criolla del ready-made, o simplemente, pintora
universal de provincia, categorías que a rechazado siempre con simpatía, pues se define
humildemente como una artista que trabaja como testigo del desarrollo –antinatura- de la
historia, una hacedora de iconos que registra sin adornos el entorno caricaturesco en el que
habita.
Alumna del pintor Juan Antonio Roda, del diseñador David Consuegra y de la crítica e
historiadora de arte Marta Traba, estudia en la facultad de artes de la Universidad de Los
Andes en la ciudad de Bogotá. Luego profundiza en la técnica del grabado en la academia Van
Beeldende Kunsten de Rótterdam. Sus primeros trabajos revelan un estudio muy consciente de
las pinturas hechas por verdaderos gigantes de la historia del arte como Rafael
Sanzio, Sandro Botticelli, Jean-Francois Millet, Paul Cézanne, Paul Gauguin o Edgar
Degas, de quienes toma prestado el tema de sus cuadros. Luego remplazaría el lienzo y el óleo
por objetos de madera y metal como mesas, bandejas, camas o escaparates que compraba en
el mercado local. En ellos plasmaría una variedad de iconos nacionales, utilizando pintura de
esmalte de colores planos y vibrantes. Pero el gran aporte al arte moderno colombiano lo haría
en 1965 con la obra Los suicidas del Sisga, ganadora del Segundo premio especial de
pintura del Salón Nacional de Artistas. Con esta obra Beatriz González no solo define las
bases de su estilo, sino también la dirección temática que tomarían sus pinturas en los años
posteriores. Desde entonces su trabajo –cada vez más comprometido- se alimenta de la
reportería gráfica y la prensa nacional de un país en guerra, que sufre frecuentemente
de olvido e incertidumbre.
Hoy sus obras se encuentran en las colecciones del MoMA de Nueva York, el Tate Modern de
Londres, el Museo Reina Sofía de Madrid o el Museo de Bellas Artes de Houston.
OBRAS
Mi lucha (1974) [Serigrafia]
El concordato (1993)
El arzobispo virrey como Salomé (1981)
Bolívar amarillo (1983)
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