Conservadurismo Al Liberalismo en Bolivia

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DEL CONSERVADURISMO AL LIBERALISMO EN BOLIVIA

EVOLUCIÓN Y DESARROLLO DEL LIBERALISMO


En el siglo XVIII las ideas expuestas anteriormente será n recogidas, divulgadas y
enriquecidas ampliamente por los filó sofos “Ilustrados Franceses, especialmente por
Montesquieu (el espíritu de las leyes) y por Voltaire(cartas inglesas), de manera que
estas ideas “liberales” aparecerá n como una oposició n frontal a las monarquías
absolutistas que a excepció n de Inglaterra dominaban toda Europa y será n el
instrumento fundamental que utilizará la burguesía europea para acceder al poder
político y social y consolidar su dominio econó mico en el viejo continente.
Así, puede decirse que, frente a la soberanía real, al poder absoluto del rey y los
privilegios de los estamentos sociales superiores, el liberalismo opone la soberanía
nacional (entendida como el poder del que es poseedor el conjunto de ciudadanos de
un país), el poder compartido entre el rey y las Cortes y la igualdad ante la ley de
todos los ciudadanos de un país. Frente a la subordinació n y la servidumbre de los no
privilegiados en el Antiguo Régimen, el liberalismo defendía la libertad y los derechos
individuales de todos los ciudadanos.
Contra el poder inmovilista y autocrá tico, el liberalismo ofrecía la posibilidad de
cambios en los ó rganos de poder segú n la voluntad de la nació n, en busca del
bienestar general.
Esta doctrina política inspirará las dos primeras revoluciones de cará cter
auténticamente liberal (la Inglesa lo será só lo muy parcialmente), a saber, la
revolució n Americana de 1776 y la revolució n Francesa de 1789, que se convertirá n a
su vez en puntos de referencia fundamentales para el desarrollo político e ideoló gico
del liberalismo a lo largo del siglo XIX. Así, en la declaració n de los derechos del
hombre y el ciudadano (revolució n francesa) o en la declaració n de la Independencia
de los E.E.U.U pueden verse formulados los principios liberales que será n adoptados
con posterioridad en las oleadas revolucionarias liberales del siglo XIX.
En el siglo XIX se implantó definitivamente el liberalismo como doctrina ideoló gica y
como sistema político en el mundo Occidental, eso sí, no sin grandes resistencias por
parte de las monarquías absolutistas europeas.
Sobre el principio filosó fico comú n de la defensa de la libertad y los derechos del
individuo, hubo distintas maneras de entender el movimiento y puede decirse que el
liberalismo tuvo distintas vertientes, siendo diferente, ademá s segú n el país, pero de
manera general puede decirse que los principios políticos má s comú nmente
aceptados del programa liberal en el siglo XIX son los siguientes:
 El titular ú ltimo del poder es el pueblo, basá ndose esto en la doctrina de la
soberanía de la nació n, entendida esta ú ltima como el conjunto de habitantes
del territorio de un país y oponiéndose por tanto a la soberanía real de origen
divino.
 El gobierno o el monarca debe tener limitada su autoridad mediante una
norma suprema o constitució n a la que aquellos deben supeditarse (imperio de
la Ley)
 La constitució n debe reconocer y el gobierno garantizar el respeto a una serie
de derechos y libertades individuales, entre las que destacan la libertad de
expresió n, asociació n y la libertad de prensa, que se entiende como
fundamental para controlar la acció n del gobierno y configurar una opinió n
pú blica independiente.
 El poder del Estado debe estar separado en tres poderes: Ejecutivo, Legislativo
y Judicial, independientes y controlados entre sí (teoría de la divisió n de
poderes).
 El derecho de legislar corresponde al parlamento, que se configura como el
ó rgano representante de la Nació n.
 La acció n política se lleva a cabo a través de los partidos políticos que encauzan
los intereses y las opiniones de los ciudadanos.
REPÚBLICAS LIBERALES Y DICTADURAS EN LATINOAMÉRICA
La clase criolla que había heredado el poder tras la independencia abolió muchas de
las instituciones,impuestos y derechos de aduana en concordancia con
el liberalismo del siglo XIX; pero sus grandes esperanzas se desvanecieron con
la crisis política y la decadencia econó mica que caracterizaron los primeros añ os de la
mayoría de las nuevas naciones. A mediados del siglo XIX, los caudillos tomaron las
riendas del poder político, econó mico y social en casi toda la regió n.
Desaparecido el dominio españ ol y portugués, Gran Bretañ a se convirtió en la
principal potenciacomercial, consiguiendo establecer un dominio pleno en la América
independiente. A finales del siglo XIX había triunfado en lo político el liberalismo, y en
la economía se abrían nuevas posibilidades para laagricultura comercial, la minería y
la modernizació n en las infraestructuras. Estados Unidos había reemplazado a Gran
Bretañ a como mercado má s importante y como principal inversor
de bienes decapital en Latinoamérica, y en el siglo XX estableció su hegemonía a todos
los niveles sobre la regió n, interviniendo con frecuencia en los asuntos internos de la
mayoría de los países del continente.
El liberalismo del XIX se hizo cada vez má s conservador en el á mbito sociopolítico en
tanto que susprogramas econó micos favorecieron el surgimiento y desarrollo de las
clases medias y trabajadoras urbanas. En algunos países, especialmente Argentina y
Brasil, la inmigració n europea extensiva aceleró el crecimiento. É sta organizaría
partidos políticos má s modernos para hacer frente a las viejas elites liberales. Las
nuevas clases sociales exigieron cada vez má s su participació n en la vida política.
Entretanto, la població n rural continuaba viviendo en la má s profunda pobreza y
opresió n, si bien elementos revolucionarios empezaron a aparecer en su seno a lo
largo del siglo XX.
BOLIVIA Y LOS GOBIERNOS LIBERALES - La república oligárquica.
Intentos de federalizar Bolivia
El presidente Severo Ferná ndez Alonso (1898-1899) estaba convencido de que el
gobierno debería poseer una residencia fija. Ese domicilio, por la raigambre histó rica
y por haber “nutrido los cerebros de los genios de nuestra emancipació n”, entre otras
razones, debería ser Sucre, la capital legal de la Bolivia.
Para el efecto, en esos añ os se aceleraba la construcció n del palacio de gobierno,
ademá s de puentes y carreteras, en el afá n de cohesionar una obra de política
nacional. A partir de ello, nació la idea de la “Ley de Radicatoria”, que era considerada
como hostil e irritaba al pueblo de La Paz.
El Congreso Nacional inauguró su legislatura el 6 de agosto y transcurrió apacible y
dedicado a temas habituales, sin asomarse, ni siquiera por sospecha, la tempestad que
no tardaría en desatarse con características catastró ficas.
En la sesió n ordinaria vigésimo nona, del 26 de septiembre de 1889, el diputado por la
segunda secció n de Yungas, Isaac Campero, presentó a la plenaria un proyecto de ley
que insertaba modificaciones trascendentes en la Constitució n Política del Estado de
1880, en la que la forma unitaria del Estado era transformada a una repú blica federal
representativa con el nombre de “Estados Unidos de Bolivia”.
LEY DE RADICATORIA
La rivalidad entre sucrenses y paceñ os hizo crisis en los ú ltimos meses de 1898, má s
propiamente en la sesió n matinal ordinaria cuadragésima sexta del 31 de octubre de
1898, cuando la representació n chuquisaqueñ a integrada por José María Linares,
Isaac Vincenti, Fanor G. Romero, Napoleó n García Romero, José María Urdininea, Juan
María Ferná ndez de Có rdoba, Nicolá s Ortiz, N. Rojas Estensoro y Julio M. Trigo,
propuso el proyecto de “Ley de Radicatoria”, que establecía por disposició n legal que
la permanencia fija del Poder Ejecutivo quedaba en Sucre. La reacció n no fue la
esperada.
A contrapropuesta, la brigada paceñ a planteó otro proyecto de ley para el traslado del
Poder Legislativo a Cochabamba.
La propuesta de los conservadores incorporaba el amor a la ciudad capital, pero se
entremezclaba con los intereses econó micos e intrigas políticas, propiciados por el
coronel y senador José Manuel Pando, quien obtuvo el escañ o por Chuquisaca gracias
a los liberales chuquisaqueñ os Samuel Oropeza, Valentín Abecia, Ricardo Mujía, Luis
Arce Lacaze, Agustín Iturricha y otros má s.
El grupo liberal en el Parlamento apoyaba, supuestamente, la “Ley de Radicatoria” —
propuesta por el representante de Sucre Isaac Vincenti—, pero só lo por considerarla
un arma de doble filo para herir al presidente Ferná ndez Alonso, puesto que si esta ley
era vetada ofendería y enfurecería a los capitalinos, y si era promulgada, el pueblo
paceñ o se alzaría y pondría sus tropas a ó rdenes del coronel José Manuel Pando.
El 15 de noviembre, en la 58º sesió n, la Ley de Radicatoria fue aprobada y se rechazó
el proyecto paceñ o.
Antes, en la quincuagésima séptima sesió n del 14 de noviembre de 1898, la brigada
parlamentaria paceñ a abrazó pú blicamente la causa federativa y nuevamente propuso
la estructura de gobierno federal, en la que cada uno de los departamentos de Bolivia
debería tener su propio gobierno y manejar sus recursos econó micos.
De todas formas, el 19 de noviembre de 1898 la “Ley de Radicatoria” fue lanzada con
un texto que rezaba así en sus partes importantes: El Poder Ejecutivo residirá
permanentemente en la Capital de la Repú blica, salvo los casos determinados por la
Constitució n Política del Estado.
PARTIDOS POLÍTICOS LIBERALES Y CONSERVADORES
Tiende a pensarse que la era conservadora se inicia en 1880 con Campero, si bien esto
es cierto a partir de la estructuració n de una nueva realidad producto de la guerra,
desde el punto de vista estrictamente político Campero no se adscribe al grupo que la
historia conoció como conservadores. Sus diferencias centrales con Arce son un
simple ejemplo de ello. La inicial dicotomía entre guerristas y pacifistas se fue
precisando al sistematizarse corrientes de pensamiento que serían el germen de los
primeros partidos políticos. La gran figura para este nacimiento fue Eliodoro
Camacho. Por su participació n conjunta en la batalla del Alto de la Alianza y postura
belicista, Campero era mucho má s proclive a los liberales de Camacho, que a quienes
formarían el partido conservador.
En realidad, el ú nico partido con ideario claro, inscrito en las grandes corrientes
mundiales era el partido liberal. Son ya célebres su manifiesto de 1883 y el discurso
del 2 de abril de 1885 que pronunció Camacho para defenderse del ataque de los
conservadores. “Viva el orden mueran las revoluciones”. “Menos gobierno má s
libertad”; son frases que resumen muy bien el pensamiento liberal. “Los derechos
individuales amparan la vida, la libertad, el honor, la propiedad del hombre y la
soberanía del pueblo. El sufragio popular, la descentralizació n administrativa y
municipal, la concentració n y unidad política, tolerancia de opiniones, instrucció n
obligatoria para el pueblo y gratuita...” decía Camacho. Libertad política, econó mica e
individual en suma, eran las ideas centrales del jefe liberal. El programa liberal fue el
eje del debate nacional. Por adscripció n o por oposició n es que se desarrolló la
contienda política de esos añ os.
Para las elecciones de 1884 se presentaron tres partidos, el liberal, el democrá tico y el
constitucional, estos dos ú ltimos terminaron insumiéndose en la corriente
denominada genéricamente como conservadora.
Los liberales
Pando abrió el ciclo de veintiú n añ os de gobiernos liberales, con una mentalidad
modernizadora que marcó una nueva preeminencia de la economía y de le geopolítica
interna de Bolivia, estableciendo el liderazgo de La Paz que tendría vigencia a lo largo
de todo el siglo XX.  
En 1900 se produjo un hecho crucial para la economía boliviana, Simó n I. Patiñ o
descubrió en la mina La Salvadora (Llallagü a), la veta de estañ o má s rica del mundo,
comenzaba así la era del estañ o en el país. Simultá neamente, los precios
internacionales de la plata se derrumbaron y la minería boliviana de la plata colapsó ,
coincidiendo con el auge del estañ o y los usos mú ltiples de este producto en el mundo.
En poco má s de dos décadas los llamados barones del estañ o Simó n Patiñ o, Carlos
Víctor Aramayo y Mauricio Hoschild, se convirtieron en un poder econó mico y político
decisivo en el país.
Estaba claro que los convencionales de 1880 se habían reunido, quizá s sin adivinarlo,
para construir un nuevo país. La primera etapa de ese proyecto concluyó
violentamente en 1899 con los invitados de piedra convertidos en protagonistas de la
historia. Pero fue solamente un espejismo. El apresamiento de Zarate Willka y su
ajusticiamiento posterior, demostraron que la hora de los aimaras y los quechuas no
había llegado todavía. Aunque esta drá stica acció n no pudo frenar levantamientos
sucesivos, sobre todo en la segunda década del siglo, el modelo fundado en medio del
drama de la derrota del Pacífico tenía vigor y aliento hacia el futuro. Só lo había
cambiado la cabeza de un estamento de poder apoyado en los dos pilares bá sicos de la
minería y el latifundio.
Pero ¿qué país era este, pensado y construido por conservadores y liberales?. Un país
occidental, moderno, integrado a la economía del mundo, apoyado en los valores
políticos y econó micos de la ortodoxia liberal que finalmente se había podido aplicar a
un escenario de relativa tranquilidad, fundado en la estabilidad política y una
democracia formal só lida en tanto se basaba en las normas de una constitució n,
aunque el sistema electoral la hacía explícitamente restrictiva en los hechos.
LA GUERRA DEL ACRE
El descubrimiento del á rbol de la goma y su explotació n (Antonio Vaca Diez desde
1876), determinó un auge econó mico muy importante entre 1890 y 1920, al punto
que en las primeras décadas del siglo fue el segundo ingreso mayor después de los
minerales. El éxito de la goma generó muy pronto problemas de límites en el norte en
la frontera con Brasil. Los filibusteros, con el beneplá cito del gobierno del Presidente
brasileñ o Francisco Rodríguez Alves, pretendieron independizarse de Bolivia. Con un
alto sentido de responsabilidad Pando decidió combatirlos y con un destacamento se
dirigió al ignoto norte, en un viaje que en si mismo era una verdadera odisea. En la
zona de Cachuela Esperanza y Riberalta en el Beni, se alzaba el imperio de Nicolá s
Suá rez, el Patiñ o de la goma, quien pertrechó la columna Porvenir y colaboró al
gobierno. La crisis bélica (1902-1903) con antecedentes en las expediciones de
Muñ oz, Lucio Pérez Velasco e Ismael Montes que tuvieron éxitos como el de Riosinho,
Capueiro y Bagué, culminó cuando Brasil decidió intervenir en el conflicto, forzando al
débil ejército de Pando a la negociació n, pero las acciones del Presidente boliviano
deben destacarse por sus éxitos militares y las dificultades que se vio obligado a
superar en una expedició n de meses desde los Andes hasta la amazonía. En 1903 en
Petró polis (Brasil), ambos países firmaron un tratado por el que se cedía el territorio
del Acre a cambio de una compensació n econó mica de dos millones de libras
esterlinas y un ferrocarril.
ISMAEL MONTES Y LA CONTINUACIÓN DEL CICLO LIBERAL   
En 1904 fue elegido Ismael Montes quien nada má s comenzar su gobierno tuvo que
afrontar una de las má s grandes responsabilidades histó ricas que hubiese tenido un
mandatario boliviano, el tratado de 1904. El congreso debatió duramente el tema y a
pesar de una fuerte oposició n (Miguel Ramírez, Pastor Saínz, Fernando Campero,
Romá n Paz, entre otros), la mayoría liberal se impuso. Se acordó la cesió n a
perpetuidad a Chile del Litoral a cambio del libre trá nsito de mercaderías, la
construcció n del ferrocarril Arica- La Paz y 300.000 libras esterlinas. El mar a cambio
de un plato de lentejas, fue la decisió n pragmá tica de los liberales.          
El dinero recibido de Brasil y Chile permitió al liberalismo un importante trabajo de
modernizació n de las principales ciudades, particularmente La Paz. Se comenzaron
vías férreas como La Paz-Beni, Viacha-Oruro, Oruro-Cochabamba, Oruro-Potosí y
Potosí-Tupiza, un proceso vital de vertebració n del territorio occidental.    El país se
adecuó al patró n oro y se crearon nuevos bancos. Comenzó una etapa de bonanza
econó mica apoyada por el auge gomero y estañ ifero. En el á mbito de la educació n se
contrató la misió n belga presidida por Georges Rouma, que modificó curriculums y
modernizó la educació n nacional, instalando la primera normal para la formació n de
maestros. En lo religioso se aceptó la libertad de cultos.    En las elecciones de 1908
ganó Fernando Guachalla quien no pudo posesionarse al morir días antes de la
transmisió n del mando. Montes decidió prorrogar un añ o má s su mandato de manera
totalmente ilegal. Le sucedió Eliodoro Villazó n quien ganó los comicios de 1909. El
gobierno de Villazó n fue uno de los má s tranquilos y pró speros que haya tenido el
país. Gozó de una economía en bonanza y en crecimiento, tuvo sucesivos superavits en
los presupuestos nacionales, las exportaciones crecieron en má s del 50 % y se
instalaron tranvías en La Paz y Cochabamba. El gobierno contrató una misió n alemana
presidida por el Gral. Hans Kundt para modernizar el ejército, en una línea
permanente de renovació n militar que sostuvieron los gobiernos liberales. A
diferencia de sus antecesores, respetó escrupulosamente la Constitució n y los
derechos ciudadanos, sin la presió n de movimientos subversivos que había sido y
sería una constante histó rica.           
LOS REPUBLICANOS.
OTROS HOMBRES PARA UN MISMO SISTEMA
En 1920 el proceso conspirativo infatigable de los republicanos se tradujo en un golpe
de estado ejecutado con mucha facilidad, que llevó al poder a una junta compuesta por
Bautista Saavedra, Manuel Ramírez y José María Escalier. Casi veintiú n añ os de
gobierno ininterrumpido de los liberales terminó por agotar y debilitar a uno de los
dos partidos políticos má s importantes de la historia republicana de Bolivia.      La
llegada de los republicanos al gobierno encontró a la nació n bajo la égida del poder del
estañ o. Patiñ o era ya a mediados de los añ os veinte uno de los hombres má s ricos y
poderosos del mundo. El volumen de producció n de sus minas de estañ o era clave en
el mercado mundial que él mismo controlaba, sus intereses trascendieron nuestras
fronteras y tocaron varios países, su sede empresarial en Estados Unidos y Francia,
era propietario de minas en Malasia y fundiciones de estañ o en Estados Unidos y Gran
Bretañ a y del má s importante complejo minero en el país. Con un record má ximo de
48.000 toneladas producidas en un añ o, Bolivia se convirtió en el segundo productor
mundial de estañ o, para entonces 22.000 obreros trabajaban en las minas bolivianas.
Con una població n de 2,1 millones de habitantes y su principal ciudad La Paz con
135.000 almas en permanente y pujante crecimiento, la sociedad comenzó a conocer
los atisbos de una clase media urbana.          La junta convocó a una asamblea que eligió
Presidente de entre tres candidatos Saavedra, Salamanca y Escalier. Como resultado
de esa elecció n fuertemente manipulada por Saavedra, surgió éste como Presidente y
el Partido Republicano Genuino de Salamanca como opositor. El gobierno de Saavedra
estuvo signado por la inestabilidad y la violencia, le tocó un periodo turbulento y no
tuvo contemplaciones para someter a los revoltosos. Las viejas reivindicaciones
federalistas de Santa Cruz inauguradas por Andrés Ibañ ez en el siglo pasado
resurgieron en un movimiento liderado por Cá stulo Chá vez que fue controlado.
EL PARTIDO NACIONALISTA
La ruptura de Siles con el republicanismo saavedrista y su necesidad de distancia con
los genuinos y liberales, lo impulsó a promover la creació n de un nuevo partido, cuyos
protagonistas fueran los jó venes.
La presencia en ese esfuerzo organizativo de figuras como Roberto Hinojosa, Walter
Guevara, Augusto Céspedes y Carlos Montenegro explica perfectamente la tendencia
germinal de este grupo.
Sin embargo, el Partido de la Unió n Nacionalista fundado el 5 de enero de 1927
terminó dominado por los disidentes del liberalismo como Rafael Taborga, Alfredo
Mariaca y Rafael Cortadellas que no se atrevieron a trascender el ideario liberal.
Ademá s de la parte declamativa lo novedoso del programa fue la descentralizació n,
có digo del trabajo, leyes sociales en favor de la mujer, autonomía universitaria y
creació n del banco Central.

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