ARQUITECTURA FENOMENOLOGICA, Tesis PDF
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UNIVERSITAT DE BARCELONA
FACULTAT DE FILOSOFIA
DEPARTAMENT D’HISTÒRIA DE LA FILOSOFIA, ESTÈTICA I
FILOSOFIA DE LA CULTURA
TITOL DE LA TESI
LA NECESIDAD DE UNA ARQUITECTURA CRÍTICA
TEORÍA DE LA ARQUITECTURA DESDE LA PERSPECTIVA
FENOMENOLÓGICA-HERMENÉUTICA
LA NECESIDAD DE UNA ARQUITECTURA CRÍTICA
TEORÍA DE LA ARQUITECTURA DESDE LA PERSPECTIVA
FENOMENOLÓGICA-HERMENÉUTICA
ÍNDICE
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN 1
ÍNDICE
ÍNDICE
CONCLUSIÓN 233
La necesidad de una arquitectura crítica 235
BIBLIOGRAFÍA 243
INTRODUCCIÓN
INTRODUCCIÓN
Este trabajo que presento como tesis doctoral para la obtención del grado de
doctor en filosofía trata de la comprensión de la arquitectura desde el punto de vista
fenomenológico-hermenéutico. La mejor manera de justificar la elección del tema, la
arquitectura, y el modo de aproximación a él, la fenomenología y la hermenéutica, es
vincularla a mis estudios. Mi formación como arquitecto hace que la elección del
tema no sea sólo un objeto de interés teórico, un objeto de conocimiento e
investigación, sino que es algo más, algo de lo cual tengo experiencia directa y es,
pues, una parte de lo que soy. Iba a decir “mi profesión” pero no sería del todo cierto
porque he proyectado y diseñado sólo de manera marginal (un par de concursos y
algún proyecto doméstico); ya desde los últimos años de la carrera de arquitectura
decidí dedicarme a la teoría y esa decisión me llevó a realizar los estudios de filosofía,
donde la fenomenología y la hermenéutica atrajeron mi interés y con las que aprendí
a pensar y a comprender la arquitectura.
Llamar a la fenomenología, y a la hermenéutica que surge de ella, una escuela
o movimiento tiene cierta ambigüedad. Por un lado, es una etiqueta que cumple su
función de ordenar el complejo panorama cultural actual. Pero más allá de la
etiqueta, hay, efectivamente, un movimiento o escuela definida por ciertos autores y
ciertos temas. Pero una cosa es entender lo que dice Husserl o lo que dice Heidegger
o lo que dice Gadamer, u otros, y otra cosa es hacer fenomenología. Y hacer
fenomenología es pura y simplemente, más allá de toda etiqueta, hacer filosofía, esto
es, tomar un compromiso con el rigor y la honestidad de pensar y comprender lo que
hay, hasta el fondo. Sin embargo, considero que no se puede hacer filosofía más que
aprendiendo con la ayuda de quien lo ha hecho antes de modo ejemplar (algo que
vale también para la arquitectura). Los autores de referencia de este trabajo son
Husserl, Heidegger y Gadamer —aunque es Heidegger quien tiene un peso mayor
pues de los tres es el único que pensó explícitamente sobre arquitectura y el que más
influencia ha ejercido sobre un buen número de arquitectos y de teóricos de la
arquitectura desde los años 50 del siglo XX hasta hoy en día.
Mi propósito es, pues, comprender la arquitectura a partir de lo que estos
filósofos han pensado sobre los temas relevantes involucrados en la arquitectura, con
el fin de llegar a comprender, dentro de los límites de mis capacidades, qué es la
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INTRODUCCIÓN
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INTRODUCCIÓN
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INTRODUCCIÓN
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ARQUITECTURA MODERNA Y CRISIS DE LA CULTURA
1 ARQUITECTURA Y TECNOLOGÍA
Puesto que tratamos en esta parte la arquitectura moderna, hay que empezar
definiéndola provisionalmente. Muchas épocas pasadas han calificado sus propias
arquitecturas de modernas pero la “arquitectura moderna” tal como es comprendida
hoy en día y tal como es fijada por la historia de la arquitectura1, fue una creación de
finales del siglo XIX y principios del siglo XX y se concibió como reacción al supuesto
caos y al eclecticismo de los revivals de las formas históricas que tuvieron lugar a
comienzos del siglo XIX, el llamado “historicismo”. Fundamental para el surgimiento de
la arquitectura moderna fue la aceptación de la idea de que cada época del
pasado había poseído un estilo propio y auténtico, expresión del verdadero sentido de
su época. Según esta misma visión, se aceptó que se había producido una ruptura
hacia finales del siglo XVIII, cuando tras el Barroco2, la tradición renacentista se
tambaleó dejando un vacío en el cual desembocaron numerosas adaptaciones y
recombinaciones no auténticas de las formas del pasado. Había entonces que
descubrir el nuevo camino de la arquitectura, las formas adecuadas a las nuevas
sociedades industriales. Este camino se abrió mediante una crítica al ornamento
superfluo a favor de formas desnudas que se suponían más funcionales.
A partir de aproximadamente 1890 surgieron una serie de posturas que
reivindicaban la modernidad arquitectónica hasta que en la década de 1920 se
consiguió un amplio consenso y la consolidación del llamado Movimiento Moderno,
cuyas características —volúmenes simples y flotantes de geometrías nítidas que
definen espacios fluidos, transparencia y luz— eran compartidas por arquitectos tan
diferentes como Le Corbusier, J.J.P. Oud, Gerrit Rietveld, Walter Gropius, Mies van der
Rohe. Se definió así, en los años 30, el Estilo Internacional, la arquitectura válida para
1 Ver, por ejemplo, Curtis, W.J.R. La arquitectura moderna desde 1900. Phaidon Press. London.
2006.
2 Es pionero el trabajo de Emil Kaufmann Von Ledoux bis Le Corbusier. Ursprung und Entwicklung
der autonomen Architektur, publicado en 1933. (De Ledoux a Le Corbusier. Origen y desarrollo
de la arquitectura autónoma. Barcelona: Gustavo Gili, 1982) que retrocede a los llamados
“arquitectos revolucionarios” de finales del XVIII (Claude Nicolas Ledoux y sus sucesores y
contemporáneos Étienne-Louis Boulée y Jean-Jacques Lequeu) para fijar el origen remoto de la
arquitectura moderna del siglo XX.
9
ARQUITECTURA MODERNA Y CRISIS DE LA CULTURA
nuestra época en cualquier lugar del mundo3. De este modo, la arquitectura que
había erradicado la tradición histórica fundó una nueva tradición moderna.
Después de la Segunda Guerra Mundial surgieron muchas ramificaciones y
transformaciones por todo el mundo. Reacciones, críticas y crisis definían el panorama
arquitectónico de la segunda mitad del siglo XX. En el peor, y desafortunadamente el
más común, de los casos la arquitectura se había reducido a la repetición de las
formas canónicas de las grandes obras del Movimiento Moderno.
Lo esencial de la crítica a la arquitectura moderna la podemos resumir con la
palabra “desrealización” o “dehumanización” frente a la cual se pedía un retorno a la
realidad más humana. Las posiciones arquitectónicas a partir de los años 50 pueden
caracterizarse como de “objeción realista” con la que se proponía una superación
histórica de la arquitectura moderna4. Podemos resumir la crítica de mediados del siglo
XX a la arquitectura en dos puntos: primero, se la criticó haber hecho propios los
ideales científico-tecnológicos de precisión, rigor y pureza, considerados hostiles a la
vida humana; segundo, se denunció su rechazo de la tradición de las diferentes
regiones culturales e históricas de la tierra, en aras de una arquitectura internacional.
Esta crítica puso de manifiesto los fundamentos de la arquitectura moderna
que podemos describir como la división o fragmentación de la cultura en la cultura
científica y tecnológica, por un lado, y la cultura artística o de las ciencias humanas en
general, por el otro. Pero en la arquitectura se encuentran inevitablemente unidos
tanto la tecnología como el arte y cuando se separan, como ocurre en la época
moderna, inevitablemente la arquitectura sufre esta escisión. La arquitectura moderna
surgió precisamente de esta escisión de la cultura y dio lugar al funcionalismo, por un
lado, y al formalismo estético, por el otro. Vamos a tratar a continuación ambos
aspectos, el tecnológico y el artístico, por qué se separaron y cómo afectó a la
arquitectura. La fenomenología y la hermenéutica se erigen como instancias teóricas
desde las cuales establecer las condiciones bajo las cuales se puede superar esa
fragmentación de la cultura y, consecuentemente, también de la arquitectura
moderna.
En la primera parte tratamos la relación entre la arquitectura y la tecnología
(funcionalismo); en la segunda entre arquitectura y arte (esteticismo o formalismo
estético).
3 La nueva arquitectura recibió su “canonización” en 1932 con la exposición International
Exhibition of Modern Architecture del MoMA de Nueva York comisariada por Henry-Russell
Hitchcock y Philip Johnson
4 Ver Piñón, H., L’humanisme esencial de l’arquitectura moderna. Barcelona. Reial Acadèmcia
5 Husserliana VI. Die Krisis der europäischen Wissenschaften und die transzendentale
Phänomenologie. Eine Einleitung in die pfänomenologische Philosophie. (La crisis de las ciencias
europeas y la fenomenología transcendental. Una introducción a la filosofía fenomenológica.
Ver bibliografía. Citaremos Hua VI y la página a continuación.
6 San Martin, J. Antropología y Filosofía: Ensayos programáticos. Estella (Navarra): Ed. Verbo
“La filosofía está escrita en este gran libro, el universo, que está continuamente abierto
ante nuestros ojos. Pero el libro no se puede entender a menos que uno aprenda
primero su lenguaje y lea las letras en que está compuesto. Está escrito en el lenguaje
de las matemáticas, y sus caracteres son triángulos, círculos y otras figuras geométricas
sin las cuales es humanamente imposible comprender un sola palabra; sin ellas, uno
vagabundea en un oscuro laberinto”7
Desde el punto de vista científico, nos dice Galileo, el mundo está compuesto
de magnitudes exactas, completamente medibles y calculables. La característica más
definitoria de la ciencia moderna es que es completamente matemática y es este
componente matemático lo que da a este tipo de conocimiento tanta autoridad en
la cultura moderna: la ciencia explica la verdad de las cosas. Sin embargo, Husserl
llamó la atención sobre la enorme diferencia que hay entre el mundo tal como lo
explica la ciencia y el mismo mundo tal como lo vivimos cotidianamente, el mundo de
la vida (Lebenswelt). El mundo de la vida no es simplemente el mundo en que vivimos,
es el mundo en que vivimos en contraste con el mundo de las ciencias exactas. La
problemática entorno al mundo de la vida surge sólo cuando es puesto en cuestión
por la ciencia, cuando su verdad se interpreta como mera apariencia por el tipo de
ciencia exacta realizada desde Galileo, Descartes y Newton8. Ocurre entonces una
especie de escisión del mundo en dos. Como dice Alexandre Koyré:
“Hay algo de lo que todavía podemos hacer responsable a Newton —o más bien dicho,
no sólo a Newton, sino a la ciencia moderna en general—: la división de nuestro mundo
en dos. Lo hizo mediante la sustitución de nuestro mundo de cualidades y sensaciones,
el mundo en que vivimos, amamos y morimos, por otro mundo —el mundo de la
cantidad, de la geometría, un mundo en el cual aunque hay sitio para todo, no hay sitio
para el hombre. Éste, el mundo de la ciencia —el mundo real— se hizo extraño y
7Galilei, G. El Ensayador. Buenos Aires: Aguilar, 1981, parágrafo 6, p. 63.
8Sokolowski. R. Pictures, Quotations and Distinctions. Fourteen Essays in Phenomenology.
University of Notre Dame Press, 1992, p. 155.
12
ARQUITECTURA MODERNA Y CRISIS DE LA CULTURA
Resulta así que tenemos dos mundos, el mundo en que vivimos y el mundo
explicado por la ciencia matemática, y generalmente se piensa que el mundo de la
vida cotidiana es totalmente subjetivo, mientras que el mundo de la ciencia
matemática es el verdadero mundo objetivo. Por ejemplo, percibimos subjetivamente
el color azul pero “en realidad” o “en verdad” es una determinada longitud de onda
del espectro visible de la luz. Según Husserl el mundo de la ciencia se construye sobre
un conocimiento exacto el cual relega el mundo en que vivimos y que percibimos
directamente, con sus imprecisiones y cualidades, a la condición de un mundo
meramente aparente, un mundo subjetivo que se debe superar en una explicación
última de qué y cómo son las cosas. La cuestión del mundo de la vida no surgió antes
del comienzo de la ciencia moderna porque antes simplemente se pensaba que el
mundo en que vivimos era el único que había. La ciencia premoderna, antigua y
medieval, simplemente articulaba en términos exactos, definiciones y descripciones
del mundo familiar de las cosas tal como se encuentran directamente, tal como se
perciben y articulan conceptualmente, pero no propuso uno alternativo. El problema
de cómo debemos interpretar el mundo de la vida, si lo debemos tomar como válido y
verdadero o bien como puramente subjetivo y acientífico, aparece en primer plano
en respuesta a la ciencia moderna.
La única manera de superar la crisis científica, sostiene Husserl, es salvar la
brecha abierta entre el mundo científico, cuya sustancia es matemática y geométrica,
y el mundo de la vida cotidiana donde siempre estamos y realizamos nuestra
existencia, y que no se deja explicar en términos exclusivamente objetivo-
matemáticos, pues en él se mezclan los hechos con las valoraciones, entrelazados a la
vez con la tradición cultural e histórica.
La fenomenología como solución a la crisis consiste en recuperar para el
mundo científico la legitimidad del mundo en que vivimos inmediatamente mostrando
cómo este mundo es el fundamento de todos los alcances y logros de la ciencia. En
efecto, las ciencias matemáticas exactas son una transformación de la experiencia
que tenemos directamente de las cosas. Esta transformación consiste en empujar las
experiencias inmediatas y cotidianas de las cosas a un nivel superior de exactitud.
9 Koyré, A. Newtonian Studies. London: Chapman & Hall, 1965, p. 24
13
ARQUITECTURA MODERNA Y CRISIS DE LA CULTURA
Puede parecer así que las ciencias exactas descubren un nuevo mundo pero lo que
realmente hacen es sujetar el mundo de la vida a un nuevo método. A través de este
método las ciencias logran incrementar el conocimiento que tenemos del mundo en
que vivimos, proporcionan una mayor precisión en nuestra ocupación con las cosas
pero nunca abandonan el mundo que está en su base.
¿En qué consiste este nuevo método? Husserl lo llama “idealización”
(Idealisierung)10. En el proceso de idealización empezamos con algo que
experimentamos directamente en el mundo de la vida e imaginamos que lo
proyectamos hacia un limite: imaginamos una superficie cada vez más lisa hasta que
alcanza la forma ideal del plano geométrico, o imaginamos un punto perceptible
cada vez más pequeño hasta el punto geométrico inextenso. Una vez alcanzado el
límite definimos la forma ideal, por ejemplo, un punto, una línea o un plano
geométrico. Desde el punto de vista de estas formas ideales todas las cosas percibidas
en el mundo se convierten en versiones “imperfectas” de ese ideal. Estas formas
ideales o formas-límite introducen de este modo una nueva manera de considerar las
cosas de nuestra experiencia directa. Las formas-límite tienen el propósito de excluir
todas las imprecisiones de las cosas físicas que nos rodean. Estas imprecisiones son
debidas a que las cosas se presentan —tanto en la percepción como en el
pensamiento— en diferentes perspectivas en diferentes tiempos y para diferentes
observadores, dependiendo del punto de vista, de las características del medio, etc.
En cambio el ideal excluye todas las variaciones y cambios que ocurren en la
experiencia11, excluye todos los aspectos subjetivos, toda referencia a un observador
en general. Las idealidades descubiertas por la ciencia parecen ser así las más
objetivas de las objetividades. Los objetos idealizados se convierten en las versiones
perfectas de lo que experimentamos, parecen ser más “reales” que las cosas
percibidas porque son más exactas. Las cosas que percibimos parecen ser sólo copias
imprecisas de un estándar perfecto. El nuevo objeto ideal alcanzado parece para el
científico más durable, identificable con más exactitud, medible con más precisión
que cualquier objeto encontrado en el mundo de la vida. Y así parece ser más real
que cualquier otro12.
Un paso decisivo en el proceso de idealización es la exclusión de todo punto
de vista de un observador, de toda perspectiva. La idealización excluye la situación
más fundamental de nuestra condición como sujetos con cuerpo que ocupan un
10 Hua VI. §9ª, pp. 22, 23. Ver también: Husserliana III, 1-2. Ideen zu einer reinen Phänomenologie
und phänomenologischen Philosophie. Erstes Buch. Allgemaine Einführung in die reine
Phänomenologie. (Ideas relativas a una fenomenología pura y una filosofía fenomenológica. Ver
bibliografía. §74, pp, 170, 171.
11 Hua VI. §9a , p. 24.
12 Hua VI. §9f , p. 43.
14
ARQUITECTURA MODERNA Y CRISIS DE LA CULTURA
“después, examinando atentamente lo que yo era, y viendo que podía fingir que no
tenía cuerpo y que no había mundo ni lugar donde me encontrara, pero que no podía
fingir sin embargo que yo no existiese, sino que, al contrario, del hecho mismo que
pensara en dudar de la verdad de las otras cosas, se derivaba con toda evidencia y
certeza que yo existía … a partir de ahí conocí que yo era una sustancia tal que toda su
esencia o naturaleza no era sino pensar, y que para existir no necesita ningún lugar ni
depende de ninguna cosa material”14.
El hecho de que los objetos ideales sean sólo posibles desatendiendo nuestro
cuerpo y el lugar que ocupa parece ser olvidado por el científico que considera el
objeto ideal como si fuera concreto y separable de las cosas que le rodean, como si
se pudiese presentar al margen de ellas. Esta es la actitud que Husserl llama positivista.
El positivismo considera sólo el producto del proceso de idealización pero no el
proceso mismo que lo constituye. Pero si el científico prestara atención a dicho
proceso de idealización y no sólo al resultado que se alcanza a través suyo, evitaría el
problema que surge cuando las formas ideales compiten ontológicamente con las
que percibimos en nuestro entorno pues entonces parece que la “realidad”, la
“verdad” del anillo sea círculo, la realidad del muro sea el plano, la de la habitación el
Harries, K. The Ethical Function of Architecture, MIT Press, 2000, p. 173
13
Descartes, R. Oeuvres. Ed. Ch. Adam y P. Tannery. París, 1897-1909. Volumen VI. Discours de la
14
méthode, p. 33
15
ARQUITECTURA MODERNA Y CRISIS DE LA CULTURA
cubo. Más bien habría que decir que círculo, plano y cubo son sólo posibilidades,
entre otras, del anillo, muro y habitación, unas posibilidades que no son neutras sino
que llevan implícita una comprensión objetiva del mundo, es decir, una interpretación
de la verdad del mundo como objetivación y exactitud.
15 Seguimos en líneas generales la exposición de Sokolowski, R. Pictures, Quotations and
Distinctions. Op. Cit. Los capítulos “Measurements” y “Exact Science and the World in Which We
Live”.
16 Ibid., pp. 140, 141.
16
ARQUITECTURA MODERNA Y CRISIS DE LA CULTURA
ejemplo, usar la altura del muro como unidad para medir su longitud, de manera que,
digamos, la altura es la mitad de la longitud. Las unidades de medida vienen del
objeto mismo cuyas partes se miden.
En la medida externa del muro pongo una barra fija a lo largo de su longitud y
encuentro que mide cinco unidades. Con cada posición de la barra no interviene sólo
el movimiento del cuerpo, sino también la conciencia, un momento conceptual o
“categorial”, como dice Husserl. Cuando me agacho para poner la barra en un
extremo del muro soy consciente que es la primera posición con la cual anticipo ya la
“última” posición. La primera es la primera de una serie, la segunda, la segunda de
una serie, y cada una de las posiciones son lo que son en función de la última de la
serie, la que la cierra y limita. Las posiciones sucesivas de la barra de medir constituyen
la acción de sumar. Así que cuando muevo el cuerpo para poner la barra no sólo la
pongo corporalmente, sino que la pongo como la primera, la segunda o la última
posición. Incluso cada posición se comprende como parte de un todo y, de todas las
partes o posiciones de la barra, la última tiene una significación especial porque limita,
cierra, el todo. Con la última no hay anticipaciones de ulteriores posiciones- partes,
con la última se da el todo, la posición efectiva de la última parte es, a la vez, la
presentación del todo (muro). El todo es en este caso la longitud del muro respecto a
la cual las posiciones de la barra son sus partes. El todo podría ser también la altura del
muro o la superficie, etc.
Ahora bien, las partes y el todo lo son del muro, no las posiciones de la barra
como un acto de sumar independiente del muro. Se establece una comparación o
relación entre las posiciones de la barra y la longitud del muro. Detenemos las
posiciones sucesivas de la barra porque el muro termina. Así el todo que es anticipado,
dividido y completado mediante cinco posiciones de la barra se compara con algo
externo a él, la longitud del muro. Es decir, en la acción de medir no sólo llevamos a
cabo la acción de sumar en abstracto, sino tal acción como igual a algo fuera de sí
misma. Por un lado sumamos las posiciones sucesivas y, por el otro, comparamos las
posiciones con el muro. Las operaciones matemáticas están así vinculadas a lo que se
suma. La matemática o la geometría no está separada como ciencia autónoma.
Precisamente porque las posiciones se realizan con unidades (barra) que son
diferentes del muro, podemos reemplazar unas unidades por otras (metro, pie, paso...).
Este es el caso de la ciencia antigua y medieval, según la cual las operaciones
matemáticas no se han separado del mundo, sino que reciben de éste su limite.
Consideremos ahora la medida interna17. Aquí comparamos la altura y la
longitud del muro y decimos, por ejemplo, que la longitud B es dos veces la altura A. En
17 Íbid., pp. 142.
17
ARQUITECTURA MODERNA Y CRISIS DE LA CULTURA
este caso el cuerpo está inmóvil, no podemos coger la altura A y ponerla dos veces
sobre la longitud B. La altura no sirve como unidad de medida como lo es una barra
en la medida externa. Si queremos introducir el cuerpo y su movimiento en la acción
de medir debemos usar una unidad externa como una barra estándar y encontrar la
relación entre A y B. Pero este uso de medida externa será sólo provisional para al final
quedarnos con la relación interna: B = 2A. Es decir, en la medida interna el cuerpo
desaparece y nos introducimos en un procedimiento puramente de conciencia, de
pensamiento. Contemplamos el todo (el muro) en el cual una parte (lado A) se
relaciona y mide con otra (lado B). Hay que tener en cuenta también, que nunca
medimos todo el objeto a través de una de sus partes, sino que sólo medimos una
parte –lado, superficie, volumen – mediante otra parte. El objeto como un todo es el
fondo o el horizonte para sucesivas medidas. Así que en la medida interna, el muro, o
cualquier objeto del que se trate, se convierte en un pequeño mundo en sí mismo, y
muchas relaciones internas se pueden determinar sin ninguna referencia a algo
externo.
Este aislamiento del sistema de medida no es posible con el procedimiento de
medida externo porque debemos importar unidades de fuera del objeto a medir y,
con ella, el movimiento del cuerpo de poner una barra o de contar pasos. Porque el
sistema de medida interno es un mundo en sí mismo, se puede convertir en un objeto
puramente matemático18, el muro se puede convertir en un rectángulo, la caja en un
prisma, la pelota en una esfera. El muro es un rectángulo exclusivamente y
exhaustivamente determinado como un todo en términos de sus propias partes. La
idealización del muro en un rectángulo es equivalente a transformar el muro en
sistema independiente de medida interno. Los dibujos y diagramas ayudan a realizar el
movimiento hacia la idealización. Hemos dicho que Husserl describe la idealización
como un proceso en el cual imaginamos un objeto proyectándolo hacia un límite de
exactitud, pero que esta descripción era incompleta si a parte del movimiento hacia
el límite ideal, no se añadía la medida19. Punto, línea y plano, así como otras
idealizaciones, sólo emergen a través de un sistema de medida. Las formas son ideales
porque son medibles y definibles a través de otras formas ideales. Si imaginamos una
línea ideal pero la medimos mediante unidades externas a la propia línea, dejará de
ser una línea ideal y se convertirá en la longitud de un cuerpo. Es una línea ideal, no
sólo porque la proyectamos a un límite de dos dimensiones, sino también porque es
exactamente dos veces otra línea. No se trata de que primero imaginamos la línea
18 Íbid. p. 143
19 Íbid. p. 145
18
ARQUITECTURA MODERNA Y CRISIS DE LA CULTURA
ideal y después la medimos con medidas internas, ser línea es ser medible
internamente.
Entre las formas geométricas idealizadas independientes de cualquier
referencia externa y las formas de los cuerpos percibidos en el espacio se encuentran
los dibujos, diagramas, sketches20. Un dibujo geométrico es siempre inexacto si se mide
externamente, con una regla o un compás, pues las líneas siempre tienen un grosor y
son aproximadas. El dibujo sólo representa un cuerpo idealizado y su relaciones
ideales, por ejemplo B=2A. Sin embargo, el dibujo se puede interpretar también como
la imagen de la cosa, del muro, que percibimos. El dibujo media entre el sistema de
medida externa e interna. El dibujo aísla el objeto del entorno en su idealidad a la vez
que lo ilustra. Que esté rodeado de espacio vacío significa que lo aísla en su
independencia del entorno y sólo figuran en él aquellos aspectos relevantes para la
medida interna. El dibujo como mediador entre el objeto idealizado y el percibido
también se da en la representación arquitectónica donde se establecen las
proporciones entre las partes a la vez que son imagen del objeto físico perceptible. En
este caso el dibujo también aísla aquellos aspectos relevantes del proyecto
arquitectónico, muestra qué factores se deben considerar y lo hace excluyendo otros
y ayuda, así, a ver las relaciones entre las partes del todo representado. En definitiva,
ayudan a determinar el todo en cuestión y sus partes. Desde este punto de vista se
pueden interpretar los dibujos y planos de los arquitectos, analizar qué hay y qué no
hay representados en ellos para ver qué es relevante del entorno en el proyecto. Todo
lo que entra en el dibujo formará parte de la idealización, ese pequeño mundo
autónomo que llamamos “proyecto arquitectónico”.
Resumiendo lo dicho, comenzamos con un procedimiento que tiene lugar en el
mundo, después de suficientes observaciones y medidas externas, cuando se han
establecido las relaciones necesarias, entonces podemos empezar a aislar el sistema
externo de medida y proyectarlo a hacia un sistema interno de medida. Usaremos
dibujos y diagramas para ayudarnos en este aislamiento pues tenemos que purificar el
sistema de cualquier cosa que sea externa a él21. Las unidades externas pertenecen al
mundo de la vida mientras que el sistema interno de medidas no son partes del mundo
de la vida, sino partes de ese mundo en si mismo definido por el objeto ideal y su
horizonte, el mundo de las formas exactas. El movimiento de usar unidades del mundo
de la vida a usar unidades del objeto mismo termina con la expresión de las relaciones
de sus partes entre sí. Estas expresiones son ecuaciones: muestran cómo unas partes se
igualan a otras partes, por ejemplo 2A=B. Cuando, después, ponemos valores a las
20 Ídem.
21 Íbid., p. 146
19
ARQUITECTURA MODERNA Y CRISIS DE LA CULTURA
22 ïbid., p. 169
23 Ramírez, J. A. Edificios-cuerpo. Cuerpo humano y arquitectura: analogías, metáforas,
derivaciones. Madrid: Siruela, 2003, pp. 15, 16
24 Vésely, D. Architecture in the Age of Divided Representation. The Question of Creativity in the
medieval era la proyección al límite ideal de una esfera, si bien se mantuvo en una
idealización imaginada, faltaba la medida interna del mundo para llegar a una
idealización completa. Esto ocurrió con el descubrimiento del sistema métrico25. El
metro se determinó como una diez millonésima parte de la distancia entre el ecuador
y el polo medido sobre un meridiano. Así todo el mundo se convirtió en un sistema
interno de medida y se hizo mucho más racionalizado y matematizado como nunca
antes lo fue con las unidades humanas externas.
dormitorio no deben cruzarse con el trayecto del baño al salón. Se excluye toda
imprecisión, azar o iniciativa personal en aras del funcionamiento eficaz.
Alexander Klein La casa funcional para una vida sin fricción, 1928
Ocurre en estos casos con la arquitectura lo mismo que con las máquinas:
cuando, por ejemplo, vemos una máquina de vapor no vemos simplemente otra
máquina, sino un ejemplar de la máquina ideal. De modo parecido, la arquitectura
del Movimiento Moderno pretendía que cuando viéramos una casa no viéramos una
casa más, sino un ejemplar de la casa ideal o casa tipo. Las formas tipo ideales cuyas
leyes formales no derivaban del mundo visible, sino de la lógica interna del
pensamiento es el resultado de una depuración de los objetos cotidianos hasta
vaciarlos del sentido que tienen para la praxis cotidiana, de manera que se insertan en
una estructura formal más compleja, cuyo orden no proviene ya del mundo cotidiano,
sino del propio sistema interno. La visión exacta de ambientes de objetos-tipo
geométricos comenzó a ser una realidad construida en la década de los años veinte.
El caso más obvio es la maison citrohan de Le Corbusier, cuyo nombre hace referencia
a Citroën el coche-tipo. El ingeniero es el modelo del arquitecto.
22
ARQUITECTURA MODERNA Y CRISIS DE LA CULTURA
26 Hua III (Ideas I). §74, p. 170.
27 Hua III.§75, §145
23
ARQUITECTURA MODERNA Y CRISIS DE LA CULTURA
Desde un punto de vista histórico, no fue hasta el siglo XIX que comenzó el
proceso de tecnificación en un tipo muy especializado de edificio: fábricas, estaciones
de tren, grandes salones de las exposiciones internacionales y en general todas las
estructuras que se podían tratar como problemas de ingeniería. Otras áreas de la
arquitectura más enraizadas en la tradición histórico-cultural no se pudieron tratar al
principio del mismo modo. Debido al carácter anónimo e indiferente al contexto de las
estructuras de ingeniería, éstas se pudieron aplicar con más facilidad en la esfera
pública que en las áreas residenciales o los edificios privados.
La transformación de las ciudades durante el siglo XIX, a diferencia de otras
épocas anteriores, se caracteriza por la nueva interpretación del espacio urbano en
términos de estructuras de ingeniería autónomas28. Tomemos por ejemplo el caso del
desarrollo del ferrocarril en el siglo XIX y su extensión hacia las ciudades. Las vías de
tren, a diferencia de los caminos o de los canales, se separa y aísla del tejido urbano y
del paisaje porque se diseñan como un sistema autosuficiente. Para diseñar un sistema
complejo de este tipo se requiere un plan que lo determine todo de antemano de tal
modo que el proyecto sigue su lógica interna sin que nada de fuera del sistema pueda
interferir con su coherencia. El sistema del ferrocarril forma un mundo autónomo en el
que la red de vías, las estaciones y la señalización deben estar perfectamente
sincronizados y ser siempre predecibles. Bajo estas circunstancias, junto a un personal
entrenado, los trenes pudieron funcionar con puntualidad todas las horas de todos los
días del año bajo cualquier condición del clima: un mundo tecnológico autónomo del
mundo de la vida. Fue la realización más perfecta de ingeniería y se convirtió en el
paradigma del desarrollo de muchas áreas de la tecnología moderna como, por
ejemplo, los sistemas a gran escala de agua potable y aguas residuales, el transporte
público y las redes de telégrafo y teléfono.
Superposición de la racionalidad
exacta de las estructuras
tecnológicas y la racionalidad
morfológica del tejido urbano
histórico. Berlín, Isla de los Museos
28 Ver Vésely, D. Op. Cit., pp. 301-302
24
ARQUITECTURA MODERNA Y CRISIS DE LA CULTURA
29 Veremos más adelante (Parte III, capítulo 2.1. “El templo y el mundo griego”) que el muro,
elemento del sistema simbólico completo de la arquitectura, estaba asociado a la cueva, la
tierra, lo oscuro, a diferencia del esqueleto estructural árbol-cabaña-estructura de pilares y vigas
asociado al cielo, lo claro.
25
ARQUITECTURA MODERNA Y CRISIS DE LA CULTURA
Pero hay aspectos del habitar que no se pueden calcular y planificar pues es
esencial a ellos su imprecisión, su morfología más que su exactitud, el claroscuro más
que la transparencia. Encontramos en la ciudad moderna la superposición de la
claridad racional de las estructuras tecnológicas y la imprecisión morfológica del tejido
urbano histórico. Esta superposición o fragmentación urbana revela, a pesar de su
complejidad y naturaleza caótica, cierta lógica: la lógica de la intersección de dos
horizontes diferentes de racionalidad. Uno representa la racionalidad del mundo
autónomo de la ciencia y la tecnología, el otro representa la racionalidad del mundo
de la vida cotidiana.
Vivimos en un mundo tecnológico, un mundo formado por la ciencia y su
búsqueda de la verdad objetiva, pero no todas las dimensiones del mundo y de
nuestra existencia en él se reducen a la dimensión objetiva de la tecnología y de la
ciencia, pues la objetivación es una simplificación (en aras de la exactitud) de la
mucho más compleja y rica experiencia del mundo de la vida. La diferencia entre el
significado de ambos mundos se expresa espacialmente en la autonomía y auto
referencia del primero, que excluye todo elemento exterior no susceptible de
objetivación, y el resto del tejido urbano más amplio, el de la vida cotidiana, el lugar
con sus diferencias topológicas que tienen incorporados significados culturales e
históricos. La forma del espacio, de las ciudades, de los paisajes, moldeado por la
tecnología tiene tanto ventajas como inconvenientes. La ventaja es lo que se gana en
objetividad, en eficacia, en exactitud (y, por tanto, en el confort de tener calefacción,
agua potable, Internet…) pero el inconveniente es lo que se pierde en significado
para la existencia, a saber, la uniformidad de las identidades ligadas a los lugares
26
ARQUITECTURA MODERNA Y CRISIS DE LA CULTURA
“la reflexión esencial sobre la tecnología y su hacerse cargo de ella debe ocurrir en un
ámbito que es, por un lado, afín a la esencia de la tecnología, y por el otro lado
fundamentalmente diferente de ella. Este ámbito es el arte”34
2 ARQUITECTURA Y ARTE
Según Heidegger el arte puede contrarrestar la racionalidad tecnológica. Sin
embargo Heidegger mismo dice en el Origen de la obra de arte que el arte moderno
está muriendo, si no ha muerto ya, y la causa de esta muerte es la “estética”.
“Casi desde que se inició una consideración expresa del arte y los artistas, ésta
recibió el nombre de estética. La estética toma la obra de arte como un
objeto, concretamente un objeto de la aísthesis, de la percepción sensible en
sentido amplio. Hoy llamamos a esta percepción vivencia. El modo en que el
hombre vive el arte es el que debe informarnos sobre su esencia. La vivencia no
es la fuente de la que emanan las normas que rigen solamente sobre el deleite
artístico, sino también sobre la creación artística. Todo es vivencia, pero quizá
sea la vivencia el elemento en el que muere el arte. La muerte avanza tan
lentamente que precisa varios siglos para consumarse”35.
La muerte del arte significa que el arte tal y como se entendía antes de la
Modernidad (hasta el siglo XVIII) ha desaparecido para dar lugar a un nuevo
concepto de arte, el que recogen las expresiones “estética” y “objeto estético”. Este
cambio no es sólo una sustitución terminológica de la palabra “arte” por la de
“estética”, sino que representa el triunfo, tanto en la práctica como en la teoría, de
una concepción estética del arte por encima de una concepción más antigua, griega
y medieval. Si esta última consistía en la capacidad de abrir y representar el modo de
habitar de un pueblo histórico, la concepción estética sostiene que el arte se produce
para provocar experiencias estéticas en el observador, que es un objeto de la aísthesis,
de sensaciones y sentimientos. Así aparecen las bellas artes entendidas como aquellas
que dan exclusivamente placer estético. Y también aparecen las artes aplicadas,
como la arquitectura, en la que la experiencia estética se debe reconciliar, siempre
de manera tensa, con la funcionalidad del objeto. La arquitectura resulta dividida
entre una estructura funcional altamente tecnológica y un revestimiento decorativo
Heidegger, M. Gesamtausgabe. Band 5. Der Ursprung des Kunstwerkes. Vittorio Klostermann
35
36Vesely, D. Op. Cit., p. 249
37Gadamer, H-G. Wahrheit und Methode. Grundzüge einer philosophischen Hermeneutik.
Tübingen: J.C.B. Mohr (Paul Siebeck), 1975, p. 93 (segunda edición). (Traducción castellana:
Verdad y método. Salamanca: Ed. Sígueme, 1999) Citaremos WM y a continuación la página de
la segunda edición.
29
ARQUITECTURA MODERNA Y CRISIS DE LA CULTURA
Fenomenología de la percepción
Para comprender la revolución subjetiva del arte, proponemos primero explicar
la reflexión sobre la percepción en los términos de la fenomenología de Husserl para
después ver cómo los artistas, hicieron su propia reflexión pictórica sobre la
percepción.
30
ARQUITECTURA MODERNA Y CRISIS DE LA CULTURA
38 Los análisis de Husserl de la percepción de un objeto material se hallan en muchas partes de
su obra. Nos basamos aquí en los §§ 41- 44 de Husserliana III (Hua.III). Ideen zu einer reinen
Phänomenologie und phänomenologischen Philosophie. Para un resumen sistemático de estos
análisis ver: Sokolowski, R. Husserlian Meditations. How Words Present Things. Northwestern
University Press. Evanston, 1974. Pp. 86-93.
39 Hua XIX. Investigaciones lógicas. Investigación VI. Los conceptos de intención vacía y llena se
40 Cfr. HELD, K. “Husserl’s Phenomenology of the Life-World” en The New Husserl (Edited by Donn
Welton). Indiana University Press, 2003, p. 38
41 Sokolowski, R. Íbid., p. 87.
42 Hua. III, § 44.
43 Sokolowski, R. Ibid., p. 91.
32
ARQUITECTURA MODERNA Y CRISIS DE LA CULTURA
44 Idem.
45 Hua III, § 41.
33
ARQUITECTURA MODERNA Y CRISIS DE LA CULTURA
34
ARQUITECTURA MODERNA Y CRISIS DE LA CULTURA
El primer cambio que introdujeron los impresionistas fue hacer que el cuadro
obstaculizara el tránsito inmediato y sin dificultades de la mirada al mundo. Cuando,
por ejemplo, los colores de los objetos representados en un lienzo resultan arbitrarios o
absurdos, la percepción natural resulta perturbada y se concentra en el ver mismo.
Con este primer paso quedó fijada la posición reflexiva de la conciencia dirigida al
mundo51. Frente a la representación de un objeto en el mundo, el artista reivindicó sus
propias vivencias visuales y apareció, de este modo, planteado en términos artísticos,
el problema de la relación entre el hombre y el mundo exterior o, dicho con más
precisión, entre mi percepción de los objetos en el mundo y los objetos mismos.
49 San Martín, J. La fenomenología como una teoría de la racionalidad fuerte. Estructura y
función de la fenomenología de Husserl y otros ensayos. Madrid: UNED, 1994, p. 38.
50 Gehlen, A. Imágenes de época. Sociología y estética de la pintura moderna. Barcelona:
35
ARQUITECTURA MODERNA Y CRISIS DE LA CULTURA
En términos muy parecidos Paul Valéry, poeta y teórico del arte, dice respecto
a la percepción:
“La mayoría de la gente ve con el intelecto mucho más a menudo que con los ojos. En
lugar de espacios coloreados, conocen conceptos. Una forma cúbica, blanquecina,
alta y horadada por reflejos de cristal es para ellos, inmediatamente, una casa: ¡la casa!
Idea compleja, concordancia de cualidades abstractas. Si cambian de lugar, el
movimiento de las hileras de ventanas, la traslación de superficies que desfigura
continuamente su sensación, se les escapan..., pues el concepto no cambia. Perciben,
más bien, según un léxico que, según su retina, se aproxima tan mal a los objetos,
conoce tan vagamente los placeres y padeceres de ver que han inventado las bellas
perspectivas [...] Y todas las modulaciones que provocan los pequeños pasos, la luz, el
entorpecimiento de la mirada, no les hacen mella. Ni hacen ni deshacen nada en sus
sensaciones [...] ¡Y, como desdeñan lo que carece de nombre, el número de sus
impresiones se encuentra estrictamente limitado de antemano!”52.
52 Valéry, P. Escritos sobre Leonardo da Vinci. Madrid: Visor, 1996, pp. 27, 28.
36
ARQUITECTURA MODERNA Y CRISIS DE LA CULTURA
salientes, pero sus cualidades sensibles resultan abolidas y son substituidas por la
representación de una fachada y una hilera de ventanas, en definitiva, por la
representación de una casa y por el comportamiento habitual asociado a ella. En
estos casos lo sensible de los objetos no se conserva, no sobrevive a su comprensión,
ha hecho ya su papel, “ha actuado; ha cumplido su función; ha hecho comprender:
ha vivido”53. Por el contrario, el arte no muere por haber vivido54.
Hay ocasiones en que las formas sensibles que percibimos adquieren tal
importancia que se imponen y se hacen respetar y, también, desear y, por tanto,
recuperar, repetir, sin abolirse en una representación y acto determinados o, dicho
con más precisión, cualquier representación o reconocimiento del objeto al que
inevitablemente se llega, es siempre provisional y reenvía a la inspección sensible.
Cuando esto ocurre estamos, según Valéry, delante de una obra de arte. El artista
busca el estado original de coordinación entre el ojo y los objetos, original por su
carácter de principio, resultado de poner en crisis nuestras operaciones de
identificación de los objetos, de reconocimiento habituales y, por tanto, de proponer
al observador el reto de recrear lo que ve, como si lo viera por primera vez. Al
observador la educación visual se le muestra insuficiente y entra en una actitud que le
abandona al placer de instantes sin duración, de percepciones sin futuro55 pues no se
resuelven en nada más que en sí mismas. Esta es la actitud estética, por su atención a
la aisthesis, a la sensación y es la que el arte explora a la vez que reclama y motiva al
espectador para ejercerla.
Veamos un ejemplo: cuando Claude Monet pintó, hacia 1893, veinte cuadros
de la catedral de Rouen56 bajo las más diferentes iluminaciones, se puso de manifiesto
que el objeto representado, la catedral, no era más que un punto de referencia
idéntico al que apuntaban sus diferentes representaciones: éstas cambiaban pero
todas se referían al mismo objeto. El objeto representado permanecía el mismo pero, a
la vez, era diferente de sus múltiples representaciones en el cuadro.
53 Valéry, P. Teoría poética y estética. “Poesía y pensamiento abstracto”. Madrid: Visor, 1990, p.
85.
54 Íbid., p. 93: “Por el contrario, el poema no muere por haber vivido”.
55 “minutos sin valor... percpeciones sin porvenir”. Valéry, P. Piezas sobre arte. “Degas Danza
37
ARQUITECTURA MODERNA Y CRISIS DE LA CULTURA
Puesto que el artista se concentró más en cómo veía (la percepción subjetiva)
que en lo qué veía (el objeto percibido), emprendió el camino de lo que acabaría
llamándose la “crisis del objeto” (André Breton), con lo cual quiere decirse que se
realizó el giro del objeto representado al sujeto que se lo representa. Así puede decir
Gehlen que:
“Con ello se emprendió el camino de la disolución del dominio del objeto, y el efecto
autónomo de la superficie del cuadro comenzó a ganar impulso, un tema de capital
importancia que, como es sabido, habría de determinar desde entonces el destino de
la pintura”57
“La pintura entonces debió fundamentarse a si misma a partir de los propios medios
artísticos. Interrogándose a sí misma, se puso en cuestión”59.
Vemos así cómo la reflexión sobre la percepción (el giro hacia el sujeto: de las
cosas percibidas a la manera cómo las percibimos) es inseparable de la reflexión sobre
la pintura. Cuando el artista se adentró en su subjetividad cuestionó tanto la relación
entre el objeto y su percepción como la relación entre el objeto y su representación
pictórica. .
Descubierta la subjetividad faltaba todavía ver cómo se podía trazar en forma
de imagen sobre el cuadro la reflexión sobre la visión que daba acceso a la
subjetividad. El medio estilístico para fijar en el lienzo la posición reflexiva de la
conciencia fue establecido por el impresionismo. En la pintura figurativa tradicional,
cuando se observa el cuadro la mirada identifica en la superficie del lienzo el objeto
57 Idem
58 Gehlen, A. Op. Cit., p. 68
59 Íbid., p. 72
38
ARQUITECTURA MODERNA Y CRISIS DE LA CULTURA
60 Ver parte V, capítulo 2 La transformación en perspectiva del espacio de este trabajo.
61 Gehlen, A. Op. Cit., p. 103.
62 Idem.
39
ARQUITECTURA MODERNA Y CRISIS DE LA CULTURA
63 Íbid., p. 104.
40
ARQUITECTURA MODERNA Y CRISIS DE LA CULTURA
“Los cuadros abstractos carecen por completo de lenguaje; han enmudecido. Pueden
dimanar un silencio en verdad sofocante, como los de Mondrian”64.
64 Íbid., p. 106.
65 Banham, R. Teoría y diseño en la primera era de la máquina. Barcelona: Paidós, 1985, p. 161
41
ARQUITECTURA MODERNA Y CRISIS DE LA CULTURA
“Para muchos hombres cultos el acceso al arte nuevo permanece cerrado desde el
umbral mismo, cuando pretenden situarse inmediatamente frente a lo extraño en
actitud intelectual y, ya desde la primera pregunta –“¿qué significa esto?”–, obtienen
demasiadas y nada claras respuestas. Tiene que resultar desalentador, cuando uno se
encuentra ante un cuadro abstracto, recibir el consejo de ocuparse de astrofísica, de
música absoluta o de la equivalencia de masa y energía (E=mc2), en particular cuando
a continuación, y en contra de lo anterior, un ultra vanguardista de éxito como Dubuffet
asegura que cualquiera podría pintar cuadros como él, que no se requeriría ni estudios
especiales, ni talento innato”66
42
ARQUITECTURA MODERNA Y CRISIS DE LA CULTURA
“De este modo, en virtud de la “distinción estética” por la que la obra se hace
perteneciente a la conciencia estética, aquélla pierde su lugar y el mundo al que
pertenece. Y a esto responde en otro sentido el que también el artista pierda su lugar en
el mundo. Esto se hace muy patente en el descrédito en que ha caído lo que se llama
“arte por encargo””70
Si bien podemos entender que el artista libre crea sin encargo, según su propio
criterio de creación, libre por tanto de todo trabajo no artístico, es decir, como
bohemio, es más difícil de comprender al arquitecto en estos términos, cuya obra está
limitada por el encargo del cliente. Por esta razón no sorprende ver en muchas fotos a
Le Corbusier vestido como un ingeniero intentando convencer a políticos o a ricos
empresarios.
La crítica de la hermenéutica a la percepción pura de la experiencia estética
consiste en reivindicar que toda percepción es siempre una lectura articulada de lo
que hay. Ver significa articular. Mirar y percibir con detenimiento algo no es ver
simplemente el puro aspecto de algo, sino que es ver este algo como algo. El ver es
siempre ver objetos. ¿No nos sitúa esta crítica de nuevo en la percepción cotidiana de
la que la experiencia estética precisamente quiere distanciarse? La cuestión esencial
es la de comprender cómo conciliar autonomía estética y realidad, reconciliación de
gran importancia cuando de lo que se trata es de arquitectura que contiene en sí
misma ambos lados, la obra de arte y el edificio útil.
La posición de la hermenéutica y de la fenomenología rechaza la subjetivación
radical que se inició con Descartes y después Kant la introdujo también a la estética.
Lo que movió a Kant a referir la experiencia estética (el juicio estético) íntegramente a
un estado del sujeto fue una abstracción metodológica encaminada a lograr una
fundamentación trascendental. Esta abstracción estética se entendió, sin embargo,
más tarde, como cosa de contenido y se transformó en la exigencia de comprender el
arte de manera puramente estética, esto es, sin concepto y, por tanto, sin
significado71.
69 WM, p. 81. Ästhetische Unterscheidung
70 WM, p. 83
71 Idem.
43
ARQUITECTURA MODERNA Y CRISIS DE LA CULTURA
72 Harries, K. Op. Cit., pp. 16, 17
44
ARQUITECTURA MODERNA Y CRISIS DE LA CULTURA
73 Kant, I. Crítica del Juicio. Madrid: Espasa Calpe (trad. M.G. Morente), 1991, §51.
45
ARQUITECTURA MODERNA Y CRISIS DE LA CULTURA
“El nombre de “arquitectura” debe quedar reservado para el arte que, asumiendo y
admitiendo, como condiciones para su funcionamiento, las necesidades y usos
comunes del edificio, imprime en su forma ciertos caracteres venerables y bellos, y sin
embargo inútiles”74.
74 Ruskin, J. Las Siete Lámparas de la Arquitectura. Barcelona: Ed. Alta Fulla, 1988, p. 5.
75 Ibid., p. 9.
46
ARQUITECTURA MODERNA Y CRISIS DE LA CULTURA
“No decorar las cosas pertenecientes a los propósitos de la vida activa y ocupada. Allí
donde puedes descansar, allí decora; donde el descanso está prohibido, así también la
belleza. No puedes mezclar ornamento con negocio, de la misma manera que no
mezclas juegos. Trabaja primero, y luego descansa.”76
76 Ibid., p. 135.
47
ARQUITECTURA MODERNA Y CRISIS DE LA CULTURA
77 Kant, I. Crítica del Juicio, §16.
78 Idem.
79 Harries, K. Op. Cit., p. 45.
80 Loos, A. Escritos I 1897-1909. “Ornamento y delito”. Madrid: El Croquis Ed, 1993, p. 354.
48
ARQUITECTURA MODERNA Y CRISIS DE LA CULTURA
Casa Müller. Adolf Loos, Praga, 1928. Fachada sin ornamento y Raumplan interior.
Si Loos sólo acepta el arte como opuesto a la vida práctica, entonces ¿en qué
posición queda la arquitectura? ¿Del lado de la vida o del arte?:
“Hoy la mayoría de las casas gusta sólo a dos personas: al propietario y al arquitecto. La
casa tiene que gustar a todos. A diferencia de la obra de arte, que no tiene que gustar a
nadie. La obra de arte es asunto privado del artista. La casa no lo es. La obra de arte se
introduce en el mundo sin que exista necesidad para ello. La casa cumple una necesidad.
La obra de arte no debe rendir cuentas a nadie, la casa a cualquiera. La obra de arte
quiere arrancar a las personas de su comodidad. La obra de arte es revolucionaria, la casa
es conservadora. La obra de arte enseña nuevos caminos a la humanidad y piensa en el
futuro. La casa piensa en el presente. La persona ama todo lo que sirve para su
comodidad. Odia todo lo que quiere arrancarle de su posición acostumbrada y asegurada
49
ARQUITECTURA MODERNA Y CRISIS DE LA CULTURA
y le abrume. Y por ello ama la casa y odia el arte. Así, ¿la casa no tendría nada que ver
con el arte y no debería colocarse la arquitectura entre las artes? Así es. Sólo hay una
pequeña parte de la arquitectura que pertenezca al arte: el monumento funerario y el
monumento conmemorativo. Todo lo demás, lo que sirve para un fin, debe quedar
excluido del reino del arte”81.
“La “simplificación” del Estilo Internacional no fue entonces sino superficial. Quitó, como
se quita una cáscara, los embellecimientos exteriores de ayer y colocó en su lugar
novedades formalizadas de una cuasisimplicidad, toleradas por los mismos elementos
estructurales ocultos de aleaciones modernas que habían permitido los ahora
rechazados vestidos de las Beaux-Arts. Era todavía un vestir europeo. El nuevo estilista
internacional colgaba “paredes desnudas” de vasta y súper meticulosa mampostería,
carentes de resistencia a la tracción, pero en realidad aprisionadas en ocultos marcos
81 Loos, A. Escritos II 1910- 1931. “Arquitectura”. Madrid: El Croquis Ed, 1993, p. 33.
50
ARQUITECTURA MODERNA Y CRISIS DE LA CULTURA
82Buckminster Fuller, citado por Banham, R. Op. Cit., p. 317.
83Venturi, R. Scott Brown, D. Izenour, S. Learning form Las Vegas: The Forgotten Symbolism of
Architectural Form. Cambridge: MIT Press, 1977, p. 163.
51
ARQUITECTURA MODERNA Y CRISIS DE LA CULTURA
decoración, sino una arquitectura como texto, una arquitectura con mensajes de fácil
lectura que pudiera aproximarla a la vida cotidiana de la gente.
Sin embargo, como pone de manifiesto K. Harries, el debate que abre la
arquitectura “postmoderna”, entendida como texto o signo, cambia sólo
superficialmente pero se mantiene la problemática de fondo entre un edificio que
funciona y un añadido que en este caso no es tanto estético como semántico.
52
ARQUITECTURA MODERNA Y CRISIS DE LA CULTURA
“Hoy la práctica de la arquitectura parece estar cada vez más polarizada entre, por un
lado, la aproximación llamada “high-tech” predicada exclusivamente en la producción
84 Venturi, Scout Brown, Izenour. Op. cit., p. 161.
85 Harries, K. Op. cit., pp. 77, 78
53
ARQUITECTURA MODERNA Y CRISIS DE LA CULTURA
y, por el otro lado, la provisión de una “fachada compensatoria” para cubrir la dura
realidad de ese sistema universal”86.
86 Frampton, K. “Towards a Critical Regionalism: Six Points for an Architecture of Resistance”.
Labour, Work and Architecture. Collected Essays on Architecture and Design. London. Phaidon.
2002, p. 78.
87 Frampton, K. “Rappel à l’Ordre: The case for the Tectonic”. Op. Cit., p. 93.
54
55
56
HERMENÉUTICA DEL ARTE Y DE LA ARQUITECTURA
“Defender la experiencia de la verdad que nos da la obra de arte, contra una teoría
estética, que se deja constreñir por el concepto de verdad de la ciencia”88.
88Gadamer, H-G. WM. p. XXVII.
89Ver Jauss, H. R. Pequeña apología de la experiencia estética. Barcelona: Ed. Paidós, 2002, pp.
39, 40, 50.
57
HERMENÉUTICA DEL ARTE Y DE LA ARQUITECTURA
90Para lo que sigue ver: WM. “El círculo hermenéutico y el problema de los prejuicios” El
descubrimiento de la preestructura de la comprensión por Heidegger, pp. 250-256.
58
HERMENÉUTICA DEL ARTE Y DE LA ARQUITECTURA
puro desencarnado, ante el cual el mundo aparece como una colección de objetos,
esto es, de objetos reducidos a sus aspectos objetivos y, por tanto, drenados de los
significados que tienen para nosotros en nuestra situación histórica.
Este desplazamiento ignora que siempre estamos ligados a un cuerpo situado
que limita nuestro acceso a la realidad. El conocimiento científico se basa en la
interpretación de nosotros mismo como observadores distanciados pero como ha
puesto de manifiesto Heidegger, no somos espectadores desinteresados, sino actores
comprometidos con y en el mundo. En este sentido, el resultado de la objetivación
científica de la realidad, más que descubrir la realidad en sí, lo que consigue es una
desrealización o desmundanización de la misma, pues es el resultado de una
abstracción, de la comprensión de la realidad por un sujeto puro. Ahora bien, lo que
caracteriza a una situación o perspectiva (nuestro mundo histórico) es que uno no se
la puede nunca encontrar delante pues en tal caso la situación dejaría de ser una
situación, un punto de vista, para convertirse en objeto de conocimiento, el cual,
entonces, ya no nos determina más, sino al contrario somos nosotros los que lo
determinamos según un método preestablecido. Este es el caso de la comprensión
científica91. Quien no se contenta con tener una perspectiva, sino que las quiere tener
todas, acaba que no sabe donde está. La misma abstracción del pensamiento
científico que nos distancia de las cosas y de los seres humanos, es también la que nos
llama de vuelta a lo que se ha dejado atrás, a las situaciones particulares, a las
perspectivas ligadas a un cuerpo y a un lugar.
Pero si de una situación no se puede salir, entonces nunca se la puede acabar
de conocer. Como dice Heidegger, de quien Gadamer toma el sentido básico de la
comprensión como comprensión de la existencia, lo importante no es salir del círculo,
sino entrar en él de la manera adecuada. Lo que hay que hacer entonces es situarse
bien dentro del círculo de la comprensión y aclararlo desde dentro92. La hermenéutica
se pregunta cómo es posible la comprensión siendo la hermenéutica misma el
ejercicio de la comprensión, es decir, de nosotros mismos situados en el mundo
histórico que nos determina y, por tanto, ya comprendemos, pero de modo implícito, y
queremos explicitarlo sin caer en la abstracción de la ciencia. En esta paradoja, estar
dentro de una situación y tomar aquella distancia que permita comprenderla sin
convertirla en un objeto de conocimiento, entre el actor y el espectador, se sitúa la
hermenéutica: distancia y participación, extrañamiento y familiaridad, el punto medio
entre los dos es el verdadero topos de la hermenéutica93. Sólo así podemos cuestionar
91 Heidgger, M. Sein und Zeit. §15, p. 94 (para la referencia bibliográfica más detallada de Ser y
tiempo ver Parte II, nota 32 de este trabajo y la bibliografía)
92 Sobre el círculo hermenéutico ver Heidegger, M. SuZ. Pp. 7, 8. Ver también p. 153.
93 WM, p. 279.
59
HERMENÉUTICA DEL ARTE Y DE LA ARQUITECTURA
“Habrá de servir en particular la pregunta por la verdad del arte, pues la experiencia del
arte implica un comprender, esto es representa por sí misma un fenómeno
hermenéutico y, evidentemente, no en el sentido del método científico. Al contrario, el
comprender forma parte del encuentro con la obra de arte” 94
WM, p.96.
94
60
HERMENÉUTICA DEL ARTE Y DE LA ARQUITECTURA
no quiere ser una copia de lo real96. No se puede juzgar una obra como si fuera un
periódico o un escrito científico o una conversación cotidiana, en cuyos casos lo que
se escribe o dice se refiere al mundo y es éste el que ratifica su verdad97. Si el arte se
limitara a referirse de este modo al mundo, entonces el arte podría reducirse a lo que
dice, a su tesis, a su tema y, entonces, el artista podría ahorrarse la obra porque lo
importante sería un significado externo a la misma que igual que se materializa en un
soporte podría hacerlo en otro, como un periódico en el que, desde el punto de vista
del significado que comunica, no importa el tipo de papel ni la tipografía de las letras.
De hecho la irrelevancia del soporte del periódico se muestra en que lo tiramos a la
basura todos los días una vez leído. Obviamente, no hacemos lo mismo con una un
poema una vez leído, ni con un cuadro una vez contemplado (y no sólo por razones
de precio). El soporte sería intercambiable y el significado no se alteraría. No ocurre lo
mismo si lo “qué se dice” es tan importante como el “cómo se dice”. No estamos
diciendo que lo qué se dice no tenga la menor importancia, sino simplemente que es
inseparable de cómo se dice, que el criterio de evaluación de lo representado no está
sujeto a normas fuera de la obra, sino estrictamente a normas internas.
En una obra de arte pictórica el objeto representado esta neutralizado, puesto
entre paréntesis, de manera que la línea no la percibimos como el contorno de un
objeto real, sino que atendemos sólo a lo que de sensible hay en las líneas, las formas y
los colores. Esto no quiere decir que lo que se representa (el tema, la historia, el
contenido) no tenga ninguna importancia, en absoluto, pues la forma del cuadro no
puede ser captada sin ver simultáneamente el objeto que representa (y que el título
acostumbra a subrayar). Como hemos dicho antes, la percepción estética, entendida
como percepción pura, es una abstracción, pues ver es siempre una lectura
articulada de lo que hay. Ver significa articular. Mirar y percibir con detenimiento algo
no es ver simplemente el puro aspecto de algo, sino que es ver este algo como esto o
aquello. El ver es siempre ver objetos. Como dice Gadamer, la percepción acoge
siempre significación98.
Pero que la obra tenga un significado no quiere decir que éste se confunda
con el significado habitual que atribuimos a otros objetos. Hay una diferencia esencial
96 “Las obras de arte representativas apuntan ciertamente a lo representado, que es su
significado, pero este objeto significado es “irreal” en el sentido que no forma parte del mundo
“real”. El significado de la obra de arte es interno a la obra, su “verdad” no consiste en la
verificación o adecuación de lo representado en él con una realidad extraartística. Una obra
que quiera ser verdadera según el mundo y no según ella misma, que pretenda que su sentido
se verifique en lo real, bien porque mueva al conocimiento de la realidad, bien porque motive a
actuar, dicha obra no es estética. La obra de arte no demuestra, sino que muestra”. Dufrenne,
M. Íbid., pp. 155, 156.
97 Íbid., p. 157.
98 WM, p. 87.
61
HERMENÉUTICA DEL ARTE Y DE LA ARQUITECTURA
entre percibir una obra de arte y percibir cualquier otra cosa, el arte reclama una
experiencia perceptiva adecuada a ella, y ésta exige apartarse de los hábitos
cotidianos de visión. Lo que ocurre en la percepción de la obra pictórica es que el
objeto representado no es el objeto real transportado del mundo al lienzo, sino que es
un objeto nuevo cuyo nuevo contenido es lo sensible percibido, formas, líneas,
volúmenes, masas, colores, texturas, que tienen su firmeza, su elegancia, su fantasía y
es a partir de estos aspectos que la obra revela cómo debe reinterpretarse el objeto99.
Este nuevo contenido, inseparable de la organización sensible, es el nuevo sentido
representado, un sentido inmanente a la obra que sólo después nos lleva más allá, de
nuevo a la realidad pero vista ahora con otros ojos, no los ojos a los que la costumbre
ha habituado a mirar la realidad, sino los que aprenden a mirar desde la obra.
El significado de la obra es inmanente, interior100: La obra sólo se manifiesta a sí
misma. Ahora bien, que la obra no es un signo101 cuyo significado es exterior al mismo
signo, sino que el significado es inseparable de la materialidad del signo con el que
forma una unidad indisoluble, no quiere decir que este significado no se refiera a nada
del mundo. Más bien de lo que se trata es de invertir el orden normal de la percepción
al que nos tiene acostumbrados el hábito cotidiano. Según la percepción cotidiana
percibimos las formas del lienzo como representación del mundo real: primero el
mundo, después las formas del cuadro. Lo que el arte nos propone, en cambio, es la
operación inversa, comprender lo representado a través de la representación: primero
la obra, después el mundo. Es decir, debemos entender que las formas pintadas en el
lienzo o esculpidas en la piedra no proceden de lo representado, sino al revés,
entendemos lo representado del mundo real a través de la forma artística. En este
sentido dice Heidegger que la obra de arte abre o manifiesta un mundo. Y en este
sentido, también, podemos decir, como dice Dufrénne, que la obra de arte es como
un sujeto o un cuasi-sujeto102: no es el mundo lo que nos permite comprender la obra,
sino ésta la que abre nuevas comprensiones del mundo.
Hay en la obra de arte un tipo de comprensión que no podemos confundir con
la comprensión cotidiana. La experiencia del arte es una forma especial de
conocimiento, distinto del científico y del conceptual en general103. La peculiaridad de
99 La importancia de la manera en que se pinta y no lo que se pinta lo ha puesto de manifiesto,
como hemos visto (parte I, cap. 2.1. El arte como estética), el arte moderno abstracto que ha
eliminado el objeto representado para centrarse sólo en la vivencia subjetiva. En este sentido se
dice que el arte moderno se ha hecho consciente de sí mismo y se ha dedicado a lo que es
esencial en el arte sin perder el tiempo representando cosas del mundo. Ver Dufrénne, M. Op.
Cit., pp. 159, 160.
100 Íbid., p. 162.
101 Tratamos con más detalle lo que es un signo en el siguiente capítulo Crítica a la comprensión
62
HERMENÉUTICA DEL ARTE Y DE LA ARQUITECTURA
la experiencia del arte es que vemos en ella en acción una auténtica experiencia, que
no se deja integrar en el conjunto de experiencias cotidianas, es discontinua con ellas,
de tal manera que el que la hace se pregunta por el modo de ser de lo que es
experimentado de esta manera. Con esta pregunta se abre la cuestión de la
comprensión misma pues pone en cuestión los modos habituales de comprender las
cosas. Este cuestionamiento del modo habitual de comprensión, y del modo habitual
de comprender la verdad, que ocurre en la experiencia de la obra de arte, es lo que
Gadamer llama comprensión hermenéutica: la obra de arte representa por sí mismo
un fenómeno hermenéutico.
104 WM, pp. 105, 106.
105 WM, p. 102.
63
HERMENÉUTICA DEL ARTE Y DE LA ARQUITECTURA
sometimiento a reglas entre, hay, por otro lado, una separación esencial. El juego
requiere un espacio propio, un campo de juego bien delimitado y separado del
mundo de la vida práctico, como un mundo cerrado. Esta separación radica en que
en el juego se finge otra realidad en la que nos situamos en un escenario distinto del
real y en el que nos liberamos de la realidad y disfrutamos de la posibilidad de
recuperar las posibilidades perdidas106. En este sentido el juego es una liberación del
presente de la dura realidad.
Gadamer caracteriza ontológicamente el juego, su modo de ser, como
“autorepresentación” (Selbstdarstellung) en el sentido que en él sólo hay los jugadores
que juegan (representan) el juego para sí mismos. El giro ocurre cuando el juego (la
representación, por ejemplo, de teatro) se representa para alguien, como si “en el
espacio cerrado del mundo del juego se retirara un tabique”107, esta es la llamada
cuarta pared del teatro o telón, gracias a la cual el espacio cerrado se abre al
espectador y sólo en él alcanza la representación su pleno significado. Los jugadores-
actores (Spieler, player) no juegan-representan para ellos, sino para el espectador. Es
justo aquí donde se produce el giro fundamental porque es ahora el espectador quien
se convierte en el jugador, es él quien sigue las normas de la representación y para
quien tiene sentido: “en cuanto que el juego es para él, es claro que el juego posee un
contenido de sentido que tiene que ser comprendido y que por lo tanto puede
aislarse de la conducta de los jugadores”. Sólo aquí gana el juego su idealidad y se
hace repetible. Gracias a este giro el juego humano alcanza su verdadera perfección
y llega a ser arte108.
“Transformación” quiere decir que algo se convierte de golpe en otra cosa
completamente distinta, así los actores no se dejan confundir, bajo las reglas del juego,
con las personas reales que son, sino que adquieren otra identidad. Del mismo modo,
toda la representación se ha transformado en una configuración cerrada, ha
adquirido otra identidad y ha encontrado su patrón en sí misma que no se deja medir
con ninguna otra cosa que esté fuera de ella. Por esta transformación, la
representación (Räpresentation109), el arte, se hace autónomo de la realidad práctica
y para él rigen otras reglas de configuración. Este es el sentido antiguo de
representación o mímesis que no significa imitación como mera copia de algo, como
una repetición de lo mismo. El niño que empieza a jugar imitando algo disfrazándose,
según el ejemplo de Aristóteles110, no pretende ocultarse para que se lo descubra a él
106 San Martín, J. Teoría de la Cultura. Madrid: Síntesis, 1999, p. 239.
107 WM, p. 105
108 Idem.
109 Para el término “representación” en el sentido del arte Gadamer usa la expresión
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HERMENÉUTICA DEL ARTE Y DE LA ARQUITECTURA
tras el disfraz, al contrario quiere que se lo tome por lo que representa, no debe haber
más que lo que él representa. La representación pretende que sólo hay lo que se
muestra en ella; no es una repetición o una copia, sino poner en relieve, mostrar, algún
aspecto de la realidad que se imita. La representación no copia la realidad, sino que
desde la representación como configuración cerrada en sí misma comprendemos la
realidad:
¿Por qué el arte es la verdad de la realidad? ¿En qué sentido tiene el arte un
momento cognitivo? La realidad es representada en la obra pero no como una
repetición, sino como re-presentación o hacer presente otra vez, pero ahora
revelando aquellos aspectos que percibidos en el mundo nos pasan desapercibidos.
En este sentido se trata de una presentación nueva de lo ya conocido pero a una
nueva luz que lo revela en su esencia. En la re-presentación hay un re-conocimiento
de la realidad, un conocer de nuevo que no es meramente un volver a conocer lo
que ya se conocía, un reconocimiento de lo ya conocido, sino un conocer algo más.
En el reconocimiento emerge lo que ya conocíamos bajo una luz que lo extrae de
todo azar y de todas las variaciones de las circunstancias que lo condicionan, y que
permite aprehender su esencia112. No es un mundo extraño de encantamiento, delirio
o sueño, el que arrastra al espectador, sino que sigue siendo el propio mundo el que
uno se apropia de una manera más auténtica al reconocerse más profundamente en
él, pues sigue dándose una continuidad de sentido que reúne la obra de arte con el
mundo de la existencia113. El concepto hermenéutico del arte reconcilia el momento
autónomo (distancia estética) con la representación del mundo. Esta reconciliación o
continuidad de sentido entre el mundo y la obra la explica Gadamer como la
paradójica unión de participación (estar dentro, involucrado, comprometido) en una
situación y contemplación (estar fuera, a distancia).
En efecto, la distancia que tiene el espectador frente al mundo cerrado de la
representación, pero abierto a él, es la que le permite paradójicamente, participar.
Observar a distancia es más que simplemente asistir imparcialmente al espectáculo
que se le abre ante los ojos. Asistir quiere decir participar. Este es el significado que
111 WM, p. 108.
112 WM, p. 109.
113 WM, p. 127.
65
HERMENÉUTICA DEL ARTE Y DE LA ARQUITECTURA
114 WM, p. 118.
115 WM, pp. 121, 122.
116 Gadamer, H-G. “Dichtung und Mimesis”. Gesammelte Werke 8. Kunst als Aussage. Tubinga:
66
HERMENÉUTICA DEL ARTE Y DE LA ARQUITECTURA
característica del arte por el arte. Sin embargo, mimesis o representación no significan
mera copia de la realidad, la hermenéutica reactiva el significado original de mimesis
o representación oculto bajo las fórmulas académicas que interpretan la mimesis
precisamente como copia o reproducción de la realidad. No debe sorprender, pues,
que introduzcamos el término “representación” en un arte, la arquitectura, que
tradicionalmente se ha considerado, junto a la música, no representativo, a diferencia
de la pintura, la escultura o la literatura, artes que tienen un tema o un objeto, al que
representan, pues es este significado de representación como copia de algo del
mundo lo que la hermenéutica cuestiona. Según el significado originario, la mimesis es
la representación del mundo en su verdad y como dice Gadamer:
“La mimesis parece válida ahora como lo fue en el pasado, en la medida que toda
obra de arte, incluso en nuestro cada vez más estandarizado mundo de la cultura de
producción de masas, todavía da testimonio de la profunda energía ordenadora que
hace nuestra vida lo que es. La obra de arte proporciona un ejemplo perfecto de este
característica universal de la existencia humana: el proceso sin fin de construir un
mundo”117.
“Mientras la arquitectura sirve las meras necesidades y es sólo funcional, sólo es esto y no
puede ser bello al mismo tiempo. Esto sólo lo puede llegar a ser cuando se independiza
117Gadamer, H-G, “Kunst und Nachahmung”. GW8, p. 36.
118Goethe, J. W. von. “Baukunst”, Gesamtausgabe, ed. Wolfgang Freiherr von Löhneysen.
Stuttgart: Cotta, 1961, p. 671.
67
HERMENÉUTICA DEL ARTE Y DE LA ARQUITECTURA
119 Schelling, F. W. J. von. Philosphie der Kunst, vol 5. Sämtliche Werke. Stuttgart and Augsburg:
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HERMENÉUTICA DEL ARTE Y DE LA ARQUITECTURA
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HERMENÉUTICA DEL ARTE Y DE LA ARQUITECTURA
121 Scruton, R. The Aesthetics of Architecture. Methuen & Co Ltd. 1979, p. 159.
122 Hua XIX (Investigaciones lógicas). Investigación primera.
123 Hua XIX. I §2.
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HERMENÉUTICA DEL ARTE Y DE LA ARQUITECTURA
objeto ausente indicado por el signo es establecido como real124, presente, pasado o
futuro. La relación entre el signo y lo que éste indica es externa, puesto que se trata de
dos objetos independientes que pueden aparecer por si mismos a parte de la relación
de indicación. Podemos estar en presencia directa del fuego sin haberlo anticipado
antes por el humo. La ausencia de lo indicado es necesaria para el funcionamiento
del signo, si vemos simultáneamente el humo y el fuego no decimos que el humo lo
indique.
R. Scruton coincide con Husserl cuando dice que los signos naturales consisten
en una relación natural, causal, externa, entre dos cosas. Los signos naturales no
forman un lenguaje aunque a veces se abusa del término “lenguaje” para aplicarlo a
todo tipo de signos y así se puede hablar, por ejemplo, del lenguaje de las expresiones
faciales o el lenguaje de las nubes, pues las expresiones de la cara indican estados de
ánimo o las nubes indican lluvia. Pero en todos estos casos sólo hay una inferencia de
una cosa a otra y de cualquier cosa uno puede inferir cualquier otra. Así, se puede
considerar que un edificio es un signo porque se puede inferir que habita gente en su
interior pero decir, a raíz de que un edificio es un signo de este tipo, que la arquitectura
es un lenguaje, se está haciendo un uso abusivo del término lenguaje.
Para establecer con más rigor si la arquitectura es un lenguaje hay que ver si no
sólo es un signo natural, sino un sistema de signos no naturales, como los llama Scruton,
o de expresiones, según Husserl. En la expresión, según Husserl,125 no tenemos dos
objetos independientes. El paradigma de la expresión es el lenguaje: el signo lingüístico
expresa un significado (Bedeutung). Este tipo de signos los llamamos expresiones. La
expresión es una unidad compleja hecha de palabras y significado donde ambos son
inseparables, pues incluso cuando no entendemos una frase, porque, por ejemplo, es
proferida en una lengua que desconocemos, los sonidos que oímos o las palabras que
leemos los interpretamos como la expresión de un significado que podríamos
comprender. Una expresión sin significado (un conjunto inarticulado de sonidos o de
signos gráficos) no es una expresión. El significado es un objeto ideal que se puede
realizar en diferentes expresiones: el significado “la mesa es de madera” se puede
repetir en diferentes casos en que pronunciamos la frase, se puede parafrasear con
diferentes palabras, se puede traducir a diferentes lenguas. Es uno de los hallazgos
fundamentales de las Investigaciones lógicas de Husserl la comprensión del significado
del lenguaje como objeto ideal, igual que lo son los objetos matemáticos126.
124 Sokolowski, R. Husserlian Meditations. Op. Cit., p. 112
125 Hua XIX, I, §§5-15
126 Más adelante, en el apartado “Cultura instrumental y cultura ideal” del capítulo La cuestión
del origen de la tercera parte veremos qué tipo de idealidad (encadenada o libre) es propia de
la arquitectura.
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HERMENÉUTICA DEL ARTE Y DE LA ARQUITECTURA
“no pueden llegar a ser verdaderos o falsos y, por tanto, no forman una unidad que
podamos comparar con la de una frase”128.
127 Scruton, R. Op. Cit., p. 160, 161.
128 Íbid., pp. 162-165.
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HERMENÉUTICA DEL ARTE Y DE LA ARQUITECTURA
73
HERMENÉUTICA DEL ARTE Y DE LA ARQUITECTURA
129 Sein und Zeit. Tübingen: Max Niemeyer Verlag. La séptima edición (1953) establece la
paginación para todas las ediciones posteriores, que son básicamente reimpresiones de la
séptima. La paginación de Niemeyer se conserva en los márgenes de la Gesamtausgabe
(volumen 2) o edición completa de la obra de Heidegger (Frankfurt am Main: Vittorio
Klostermann, 1976). La 14ª edición (1977) es la primera que incluye la notas al márgen de
Heidegger. Hay dos traducciones de Sein und Zeit al castellano: El ser y el tiempo, tr. José Gaos
(México, Fondo de Cultura Económica, 1951); y Ser y tiempo, tr. Jorge Eduardo Rivera C.
(Madrid, Editorial Trotta, 2003), ésta última señala al márgen los números de página de la
editorial Niemeyer. Citamos con la abraviación SuZ y a continuación el número de página de la
edición de Niemeyer.
130 SuZ, p. 32.
131 SuZ, p. 133.
74
HERMENÉUTICA DEL ARTE Y DE LA ARQUITECTURA
132 SuZ. Pp. 7,8. El círculo hermenéuico lo hemos tratado más arriba en el apartado “La
comprensión hermenéutica” del capítulo 1.1 El arte como representación de esta misma parte.
133 SuZ, p. 153
134 SuZ, p. 66. Umwelt o entorno es el mundo inmediatamente más cotidiano.
135 SuZ, pp. 68, 69. Zeug o útil cuyo modo de ser es Zuhandenheit o “estar a la mano”
75
HERMENÉUTICA DEL ARTE Y DE LA ARQUITECTURA
para algo, algo que es diferente del útil mismo y a lo que éste remite136. Aquello a lo
que el utensilio remite, remite a su vez a otra cosa. Por ejemplo, para usar el mismo de
Heidegger, el martillo me sirve para clavar un clavo en la pared, el clavo me sirve para
colgar un cuadro, el cuadro me sirve para crear un determinado ambiente en la
habitación, etc. Todas las cosas de uso remiten a otras y todas estas remisiones forman
una totalidad o conjunto de referencias o remisiones137 un complejo entramado de
relaciones funcionales en las que siempre estamos inmersos. Hay que notar que esta
enorme complejidad lo es sólo para un análisis explícito pero para la misma
cotidianidad es lo más fácil, lo más familiar. ¿Qué más fácil que usar un martillo, usar la
calle como “instrumento para caminar” para coger el instrumento autobús, ir al
trabajo para hacer tal tarea para obtener tal cosa con la cual podré hacer...?. Todo
este entramado lo comprendemos implícitamente y es precisamente la comprensión
de este entramado lo que permite comprender el utensilio individual.
Como dice Heidegger: “una útil no ‘es’, en sentido estricto, nunca”138, sino que
un útil sólo lo podemos comprender a partir de aquello a lo que remite es decir, a
partir de la totalidad de remisiones que no es otra cosa que el mundo cultural con sus
costumbres, hábitos y formas de vida que tejen el entramado de la vida cotidiana la
cual es eminentemente práctica. Un utensilio es tal sólo porque se destaca sobre este
fondo de tal manera que el utensilio nunca comparece aislado, sino que se disuelve
en el contexto a partir del cual recibe su sentido, es decir, sabemos qué hacer con él.
Como veremos a continuación, la obra de arte rompe este contexto y aparece
siempre aislada, separada, escindida de la cotidianidad: toda obra de arte tiene un
marco, incluso la arquitectura, y es función del marco precisamente aislar la obra del
entorno, como hace también, como hemos visto, el juego y, especialmente, el juego
del arte.
Ahora bien ¿cómo comparece el utensilio? Hemos dicho que a través del
fondo práctico cotidiano sobre el que se destaca. Pero ¿cómo lo comprendemos
cuando estamos inmersos en las tareas cotidianas? Según Heidegger, en el trato
cotidiano el útil se nos hace presente, lo comprendemos, lo vemos, en nuestras
ocupaciones o tareas en las que siempre (salvo excepciones, una de ellas es la
percepción estética) estamos inmersos. Y este trato cotidiano tiene una modalidad de
percepción que Heidegger llama “ver entorno”139, término con el cual pone el énfasis
en dos aspectos: primero, que la percepción es despreocupada, no se interesa por la
cosa misma como cosa, es una mirada “distraída”, teórica y estéticamente torpe, que
136 SuZ, p. 68
137 SuZ, p. 75, 76. Verweisungsganzheit
138 SuZ, p. 68.
139 SuZ, p. 69. Umsicht
76
HERMENÉUTICA DEL ARTE Y DE LA ARQUITECTURA
sólo ve lo mínimo de la cosa para utilizarla, pasando por alto la multitud de aspectos
de la cosa que no son necesarias para que la cosa haga lo que tiene que hacer.
Segundo, que esta percepción no mira directamente la cosa útil, sino sus alrededores,
su contexto, el entramado que da sentido al útil, todo aquello a lo que la cosa en
cuestión remite para su uso adecuado. Aunque a este entorno tampoco lo mira
explícitamente. Ve de una manera velada, implícita, el contexto funcional. De algún
modo lo ve, si no, no podría usar la cosa en cuestión, pero no cae nunca bajo su
mirada, es pasado por alto, es presupuesto implícitamente. Ocurre con el contexto, el
fondo, lo mismo que con el objeto sobre el cual se destaca: se ve implícitamente pero
no se dirige expresamente la mirada, es pasado por alto, dejado atrás. El utensilio se
registra lo justo suficiente para usarlo, para hacer con él otra cosa, aquella a la que el
objeto remite (y esto se repite sucesivamente con todo, todo el tiempo –salvo escasas,
excepcionales, ocasiones). Igualmente el fondo se ve pero no se mira, también es
pasado por alto, para centrarse en la cosa del caso. Se establece como un diálogo,
nunca hecho temático, entre fondo y figura en el que no se mira ni uno ni otro,
aunque se vean ambos de forma “desapercibida”, como a media luz.
Justamente lo contrario, mirar el objeto y su contexto, es lo que permite la obra
de arte a diferencia del utensilio, o la arquitectura a diferencia del edificio. La obra de
arte está ahí, sin más. No sabemos qué hacer con este objeto que tenemos delante.
Una obra de arte forma parte de los objetos culturales y lleva la huella humana,
muestra la presencia humana que la ha hecho, a diferencia de la cosa natural, pero a
diferencia del utensilio, no lleva las huellas de su finalidad. Esto quiere decir que el
contexto cotidiano (la totalidad de remisión funcional) no nos la hace comprensible,
no invita a ningún tipo de acción. La obra de arte no la comprendemos desde el
mundo, sino que ella abre el mundo, nos lo muestra, nos hace ver lo que ya está ahí
pero que siempre pasamos por alto.
En Ser y tiempo justo a continuación de la caracterización de las cosas
cotidianas como útiles, Heidegger muestra cómo el mundo, el contexto práctico de
remisiones, se abre o revela precisamente cuando nuestros modos habituales de
ocuparnos con las cosas se rompe en algún sentido, trastocando lo que damos por
supuesto. La inutilidad de la cosa (característica de toda obra de arte auténtica, lo
que tradicionalmente caracteriza a la belleza) interrumpe el contexto cotidiano y así lo
hace visible. Heidegger describe tres modos de interrupción de la cotidianidad140.
140 SuZ, §16, p.73, 74
77
HERMENÉUTICA DEL ARTE Y DE LA ARQUITECTURA
141 Auffälligkeit. Rivera lo traduce como llamatividad, Gaos como sorpresa.
142 Aufdringlichkeit . Traducción de Rivera: apremiosidad, de Gaos: impertinencia.
143 Aufsässigkeit .Traducción de Rivera: rebeldía, de Gaos: insistencia.
144 SuZ., p. 74
145 SuZ., p. 75
78
HERMENÉUTICA DEL ARTE Y DE LA ARQUITECTURA
146 SuZ, § 17.
147 SuZ, p. 84. welche Bewandtins es damit hat
148 Su Z, p. 79.
79
HERMENÉUTICA DEL ARTE Y DE LA ARQUITECTURA
149 SuZ, p. 84. Bewandtnisganzheit. Traducción de Rivera: totalidad de respeccional, de Gaos:
totalidad de conformidad. Totalidad de ajuste o de adecuación es la traducción que hace San
Martín, J, Teoría de la cultura, Madrid, Síntesis, 1999, p, 164.
150 SuZ, p. 87.
151 San Martín, J. Teoría de la cultura, Op. Cit., p. 165
80
HERMENÉUTICA DEL ARTE Y DE LA ARQUITECTURA
“la ciencia que estudia todos los fenómenos como culturales, como si fueran sistemas de
signos —partiendo de la hipótesis de que en realidad todos los fenómenos culturales son
sistemas de signos”152
Según Eco, todo objeto, incluido un edificio, denota una función y, al mismo
tiempo, connota una serie de significados añadidos. El objeto de uso:
“no denota solamente su función; sino que implica una determinada concepción de la
manera de habitar y de su utilización; connota una ideología global que rige la
operación del arquitecto”155
152 Eco, U. La estructura ausente. Intriducción a la semiótica. Barcelona: Lumen, 1981, p. 323.
153 Scruton, R. Op. Cit., p. 165.
154 Eco, U. Op. Cit., p. 334
155 Íbid., p. 337
156 Ibid., p. 339
81
HERMENÉUTICA DEL ARTE Y DE LA ARQUITECTURA
Eco explica el origen del tipo u objeto ideal “cueva” por parte del hombre de
la edad de piedra como la instauración de un sentido, una tarea, una función, un uso
de un objeto158. Comprender el significado de cueva es comprender la idea de
cueva, el tipo de objeto que una cueva concreta ejemplifica. Las cuevas concretas,
en términos de Eco, denotan “cueva”, el tipo de objeto. Comprender la idea o tipo
“cueva”, esto es, el significado que una cueva concreta denota, quiere decir, en
términos de Heidegger, que comprendemos la adecuación o ajuste del instrumento
cueva para protegerse. Y también, simultáneamente, connota sentimientos de
protección, asociados al útero.
157Ibid., p. 325
158Sentido que luego se sedimenta en unos comportamientos materiales concretos que son
incorporados al acervo cultural. Ver San Martín, Teoría de la Cultura. Op. Cit., p. 182. Más
adelante al tratar el origen de la arquitectura, Parte III, capítulo 1 “El origen de la arquitectura”
volveremos sobre este texto.
82
HERMENÉUTICA DEL ARTE Y DE LA ARQUITECTURA
“El objeto de uso es, desde el punto de vista comunicativo, el significante del significado
denotado exacta y convencionalmente, y que es su función… Así el significado primario
del edificio son las operaciones que se han de hacer para habitarlo (el objeto
arquitectónico denota una forma de habitar)”159
Una silla no sólo es una silla sino que denota una silla, es decir, dice “soy una
silla” y lo comunica con su forma según unos hábitos y expectativas. Denotar una
función es articularla como mensaje, hacerla inteligible públicamente. Esta distinción,
que un objeto no sólo es un objeto sino que denota el tipo de objeto que es, es
necesaria para dar cuenta del posible error de tomar una cosa como lo que no es. Así,
un edificio puede denotar una función que no posee (una falsa ventana puesta por
razones compositivas de la fachada) o poseer una función que no denota (un pilar
que en realidad sirve como tubo de desagüe), en ambos casos el objeto comunica
una función que no tiene, es decir, denota un tipo de objeto que no es. También
puede ocurrir que objetos que declaran su función de manera evidente para nosotros
puedan ser mal interpretados. Según el ejemplo de Eco160, un indígena de una
civilización lejana sin contacto con la occidental, recién llegado a una ciudad
europea, no sabría interpretar un ascensor porque desconoce nuestro código de
hábitos y podría a interpretarlo como un objeto mágico.
Eco aporta también otro aspecto que hay que tener en cuenta del significado
de los objetos, su connotación. El objeto no sólo denota, comunica, su función, el tipo
de objeto que es, sino que tiene otros significados connotados. La silla Barcelona de
Mies van der Rohe, denota una función y al mismo tiempo tiene otros significados: nos
habla de elegancia, gusto del propietario, sofisticación. Estos otros significados
añadidos están connotados por el objeto. La silla denota su función primaria y
connota una serie de funciones secundarias. Tiene un significado primario y varios
significados secundarios:
“Una silla me dice primero de todo que puedo sentarme en ella. Pero si la silla es un
trono permite algo más que sentarse: sirve para sentarse con cierta dignidad, para
159 Ibid., p. 336
160 Ver Ibid., p. 338
83
HERMENÉUTICA DEL ARTE Y DE LA ARQUITECTURA
corroborar el “sentarse con dignidad” del usuario –quizá mediante varios signos
accesorios connotativos de “realeza” (águilas en lo apoya brazos, un alto y coronado
respaldo, etc.). Incluso la connotación de dignidad y realeza pueden ser tan
funcionalmente importantes que la función básica, sentarse, puede distorsionarse: un
trono, parra connotar realeza, pide a menudo que la persona se siente rígidamente e
inconfortablemente (junto con su cetro en su mano derecha, un globo en la izquierda y
una corona en la cabeza) y, por tanto, se sienta “pobremente” con respecto a la utilitas
primaria. Así sentarse es sólo una de las funciones del trono –y sólo uno de sus
significados, el primero pero no el más importante”161
161 Ibid., p. 341
162 Simson, Otto von. La catedral gótica. Los orígenes de la arquitectura gótica y el concepto
medieval de orden. Alianza Editorial. Madrid. 1980, pp. 40, 41.
163 Wittkower, R. Los fundamentos de la arquitectura en la edad del humanismo. Madrid: Alianza
84
HERMENÉUTICA DEL ARTE Y DE LA ARQUITECTURA
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HERMENÉUTICA DEL ARTE Y DE LA ARQUITECTURA
el objeto remite a otra cosa, aquello para lo que sirve. Lo que aporta Eco a esta
explicación es que esta referencia es explícita en los objetos, algo que Heidegger
reserva sólo al signo. Hemos dicho que la remisión, el “para qué”, no es explícita en el
objeto (sólo se hace explicita cuando el objeto falla) y en cambio sí que lo es en el
signo, cuya función es exclusivamente remitir. Eco, como los semiólogos en general,
interpretan los objetos como signos y, de este modo, trasladan a ellos su función
referencial explícita. Esta aportación, ciertamente interesante para interpretar los
objetos de uso cotidiano, resulta sin embargo insuficiente para la arquitectura si
queremos ver en ella una obra de arte y no sólo un objeto de uso como cualquier otro,
un martillo, por ejemplo.
La aportación de la semiótica de Eco a la arquitectura radica en llamar la
atención sobre el significado de los objetos culturales, que estos “hablan” y nos
comunican unos mensajes que hay que saber leer para poder comprenderlos. Sin
embargo, hay que someter a crítica que esta explicación sea adecuada a la
arquitectura a diferencia del edificio. De todo se puede decir que denota, un martillo,
un árbol o un edificio son comprendidos como “martillo”, “árbol” y “edificio”, denotan
esta clase de objetos. Y estos objetos, como cualquier otro, llevan consigo toda una
serie de connotaciones, nos sugieren, por asociación, diversos sentimientos, ideas,
valores. Pero queda sin explicar la especificidad de la arquitectura, es decir, la manera
peculiar en que ciertos edificios logran “denotar” el tipo de objeto que es. Los edificios
denotan el tipo de edificio que ejemplifican, pero hay que ver en qué sentido
específico la arquitectura, a diferencia de cualquier otro utensilio —incluyendo los
meros edificios—, puede denotar el tipo de edificio que es. Y es precisamente esta
manera específica que tienen ciertos edificios de señalarse a si mismos, de explicitarse
como siendo un tipo determinado de edificio lo que los convierte en arquitectura, en
obra de arte. En una palabra, Eco nos permite comprender que un edificio denota el
tipo de objeto que es, como un martillo también denota el tipo de objeto que es, pero
lo que no permite comprender es la diferencia entre un edificio y una obra de
arquitectura. Parece que Eco niegue a la arquitectura su carácter de arte y la
equipare al resto de objetos funcionales de la vida cotidiana, pero si queremos
preservar para la arquitectura su posición en el ámbito del arte; si aceptamos que hay
una diferencia entre arquitectura y edificación, entonces debemos comprender el
significado de la arquitectura como diferente del resto de objetos funcionales y
compartida por el resto de las obras de arte.
86
HERMENÉUTICA DEL ARTE Y DE LA ARQUITECTURA
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HERMENÉUTICA DEL ARTE Y DE LA ARQUITECTURA
“Cuando se lleva a cabo una obra a partir de éste o aquel material —piedra, madera,
metal, color, lenguaje, sonido— se dice también que la obra está hecha de tales
materiales… A la hora de fabricar un utensilio, por ejemplo, un hacha, se usa y se gasta
piedra. La piedra desaparece en la utilidad. El material se considera tanto mejor y más
adecuado cuanto menos resistencia opone a sumirse en el ser-utensilio del utensilio. Por
el contrario, desde el momento en que se instala un mundo, la obra-templo no permite
que desaparezca el material, sino que por el contrario hace que se destaque en lo
abierto del mundo de la obra: la roca se pone a soportar y a reposar y así es como se
torna roca; los metales se ponen a brillar y destellar, los colores a relucir, el sonido a
sonar, la palabra a decir. Todo empieza a destacar desde el momento en que la obra
se refugia en la masa y peso de la piedra, en la firmeza y flexibilidad de la madera, en la
dureza y brillo del metal, en la luminosidad y oscuridad del color, en el timbre del sonido,
en el poder nominal de la palabra”168
166 Cf. Harries, K. Op. Cit., p. 281.
167 Der Ursprung des Kunstwerkes es una conferencia pronunciada por primera vez en Friburgo
de Brisgovia en1935; el epílogo fue escrito parcialmente más tarde y un suplemento añadido en
1956. Se encuentra en la compilación de textos del propio Heidgger Holzwege (1950) en el tomo
5 de la Gesamtausgabe (Frankfurt/M). Hay una traducción castellana (H. Cortés y A. Leyte) “El
origen de la obra de arte” en Caminos del bosque. Madrid, Alianza Editorial. Citamos GA 5 con
el número de página a continuación.
168 GA 5, pp. 34, 35.
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El templo atrae la visión sobre sí, sobre su forma y sus materiales, porque no se
resuelven en su utilidad, sino que brillan, a diferencia de lo que ocurre con un utensilio
como un hacha. La arquitectura no permite que desaparezca su forma y su material.
Pero no sólo la obra capta nuestra atención sobre sí, sino también sobre el entorno, el
paisaje:
“Allí alzado, el templo reposa sobre su base rocosa. Al reposar sobre la roca, la obra
extrae de ella la oscuridad encerrada en su soporte informe y no forzado a nada. Allí
alzado, el edificio aguanta firmemente la tormenta que se desencadena sobre su techo
y así es como hace destacar su violencia, el brillo y la luminosidad de la piedra,
aparentemente una gracia del sol, son los que hace que se torne patente la luz del día,
la amplitud del cielo, la oscuridad de la noche. Su seguro alzarse es el que hace visible
el invisible espacio del aire. Lo inmóvil de la obra contrasta con las olas marinas y es la
serenidad de aquélla la que pone en evidencia la furia de éstas. El árbol y la hierba, el
águila y el toro, la serpiente y el grillo sólo adquieren de este modo su figura más
destacada y aparecen como aquello que son. Esta aparición y surgimiento mismos y en
su totalidad, es lo que los griegos llamaron muy tempranamente physis. Ésta ilumina al
mismo tiempo aquello sobre y en lo que el ser humano funda su morada. Nosotros lo
llamamos tierra.”169
169 GA5, p 31
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Ville Savoie. Le Corbusier. Poissy. Francia, 1929. Paisaje enmarcado por el edificio.
“Un edificio, un templo griego, no copia ninguna imagen. Simplemente está ahí, se alza
en medio de un escarpado valle rocoso. El edificio rodea y encierra la figura del dios y
dentro de su oculto asilo deja que ésta se proyecte por todo el recinto sagrado a través
del abierto peristilo. Gracias al templo, el dios se presenta en el templo. Esta presencia
del dios es en sí misma la extensión y la pérdida de límites del recinto como tal recinto
sagrado. Pero el templo y su recinto no se pierden flotando en lo indefinido. Por el
contrario, la obra-templo es la que articula y reúne a su alrededor la unidad de todas las
vías y relaciones en las que el nacimiento y la muerte, desgracia y dicha, victoria y
derrota, permanencia y destrucción, conquistan para el ser humano la figura de su
destino. La reinante amplitud de estas relaciones abiertas es el mundo de este pueblo
histórico.”171
170 GA5, p. 33
171 El templo que Heidegger toma de ejemplo en esta obra es el llamado “templo de Poseidón”,
dedicado a Hera, del año 450 a.C. Es conveniente decir que, como señala Rykwert (The
dancing Column. On Order in Architecture. MIT Press, 1999, p.380), este templo no está, como
dice Heidegger, “en medio de un escarpado valle rocoso” (GA5, p. 30), sino en una llanura fértil
llena de plantas y flores, tampoco está aislado (como ciertamente lo están otros pero no éste)
sino junto a un ágora, un teatro y todos los edificios representativos de una ciudad próspera.
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Con esta aclaración no queremos negar la validez de lo que dice Heidegger, sólo aportamos un
preciso dato historiográfico, muy a menudo pasados por alto por los filósofos.
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“la obra no ha servido únicamente para ilustrar mejor lo que es un utensilio... Por el
contrario, el ser-utensilio del utensilio sólo llega propiamente a la presencia a través de la
obra y sólo en ella”172.
172 GA5, p. 25
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arquitectura que hace de marco para que lo miremos. Cualquier arquitecto quiere y
debe hacer un edificio que funcione pero una cosa es hacer que el edificio funcione y
otra es conseguir además mostrar esa funcionalidad. Igualmente, utiliza una serie de
materiales constructivos adecuados a la función, pero otra cosa es hacer visible la
naturaleza de estos materiales. Hay que distinguir el edificio que meramente utiliza las
propiedades de los materiales según su función, de la arquitectura que representa
estos materiales y así revela sus propiedades. Representando los materiales, la
arquitectura revela su ser. Esto quiere decir que los materiales están trabajados de tal
manera que atrapan nuestra mirada y nos hacen detener de nuestras actividades, así
paramos atención en las cosas para simplemente verlas.
En términos parecidos Hegel explica la columna como la representación
(Darstellung) del más simple y básico elemento constructivo de soporte:
“La columna … se diferencia… de los meros postes. Pues el poste está plantado
inmediatamente en tierra y termina de modo igualmente inmediato allí donde se
coloca una carga sobre él. Por eso su longitud determinada, su inicio y su final,
aparecen por así decir sólo como una delimitación negativa, como una determinidad
contingente que no le conviene por sí mismo. Pero comenzar y terminar son
determinaciones que implica el concepto mismo de la columna sustentante y que por
consiguiente deben también aparecer en ella misma como momentos suyos propios.
Esta es la razón de que la arquitectura bella desarrollada le asigne a la columna una
base y un capitel.
Para que su arranque no aparezca como indeterminado y contingente, debe tener un
pie que se le haya dado intencionadamente, sobre el que está y que da a conocer su
arranque explícitamente como arranque. Por tanto, el arte, por una parte quiere decir:
aquí comienza la columna; por otra: quiere que salte a la vista la firmeza, el seguro estar
ahí y, por así decir, sosegar la vista a este respecto. Por la misma razón hace que la
columna termine con un capitel que tanto anuncia una determinación propiamente
dicha de sustentación como también quiere decir: aquí termina la columna… Por tanto,
por mucho que base y capitel vayan más allá de la mera necesidad, es preciso sin
embargo no considerarlos como un adorno superfluo… su longitud determinada y el
doble límite de la misma por abajo y por arriba, así como su sustentación… deben ser
representados como inmanentes a ella misma”.173
Lo mismo ocurre con los otros elementos del templo: los triglifos del
entablamento representan las incisiones de las cabezas de las vigas de madera que
173 Hegel, G. W. F. Lecciones sobre la Estética. Madrid: Akal, 1989, pp. 489, 490
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174 Esta interpretación ha sido puesta en cuestión por Joseph Rykwert (The Dancing Column. Op.
Cit.). Con razón, pues los triglifos tendrían que estar sólo en los entablamentos laterales donde
apoyan las vigas y no en los frontales.
175 Seguimos el artículo de Sallis, J. “Heidegger’s Poetics: The Question of Mimesis“ en Kunst und
Technik. Dedächtnisschrift zum 100. Geburstag von Martin Heidegger. Herausgegeben von
Walter Biemel, Friedrich-Wilhelm v. Herrmann. Vittorio Klostermann. Frankfurt am Main, 1989. pp.
175-188.
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es sólo en virtud de su obra, de modo que la obra es el origen del artista como artista:
“el artista es el origen de la obra. La obra es el origen del artista”176. Pero Heidegger
rompe este círculo abriéndolo a un tercer elemento. En la obra de arte hay algo más
que ser producido por cierta actividad del sujeto, algo más que abre el círculo. Este
algo más parece que puede ser la mimesis que introduciría, más allá del artista y de la
obra, el mundo o alguna cosa del mundo. Sin embargo, esto nos haría recuperar el
sentido tradicional de mimesis de modo que la obra de arte miméticamente copiaría
algo existente en el mundo. Heidegger no procede de esta manera, sino que dice que
aquello que excede la relación mutua entre artista y obra es aquello de lo que ambos
reciben su nombre: el arte:
“El artista y la obra son en sí mismos y recíprocamente por medio de un tercero que
viene a ser lo primero, aquello de donde el artista y la obra de arte reciben sus nombres:
el arte”177
176 GA5, p. 7
177 Idem.
178 GA5, p. 25
179 Idem.
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Pero los zapatos de Van Gogh, dice Heidegger, no copian simplemente un par
de zapatos existentes: esta concepción de la mimesis como copia de alguna cosa
existente en el mundo es “la opinión que afortunadamente se ha superado”180
(superación que, como hemos visto, se debe al giro subjetivo del arte moderno).
Y añade:
“Pero ¿dónde está y cómo es esa esencia general con lo que coinciden las obras de
arte? ¿Con qué esencia de qué cosa puede corresponder un templo griego?”
“El cuadro de Van Gogh es la apertura por la que se atisba lo que es de verdad el
utensilio, el par de botas de labranza. Este ente sale a la luz en el desoculatmiento de su
ser. El desocultamiento de lo ente fue llamado por los griegos aletheia. Nosotros decimos
“verdad” sin pensar suficientemente lo que significa esta palabra. Cuando en la obra se
180 Idem.
181 GA5, p. 26
182 GA5, p. 25
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produce una apertura de lo ente que permite atisbar lo que es y cómo es, es que está
obrando en ella la verdad.”183
183 Idem.
184 GA5, p. 31
185 Sallis, J. Op. Cit., p. 181
186 GA5, p. 33.
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“La obra-templo es la que articula y reúne a su alrededor la unidad de todas las vías y
relaciones en las que el nacimiento y la muerte, desgracia y dicha, victoria y derrota,
permanencia y destrucción, conquistan para el ser humano la figura de su destino”188.
La misma relación doble vale entre la obra de arte y la tierra, que Heidegger
piensa como “producir” (Herstellen)189. Por un lado, la obra de arte está hecha de
ciertos materiales como piedra, madera, color. La obra es así producida desde la
tierra, pero, por otro lado, en la obra de arte el material no se asimila a la función y al
uso, como en los utensilios, sino que permite que se muestre a sí misma como material:
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HERMENÉUTICA DEL ARTE Y DE LA ARQUITECTURA
Si sólo hay edificio (esto es, si no hay obra de arte), éste simplemente se instala
en un mundo existente y se produce con los materiales disponibles en este mundo
(artesanos o tecnológicos). Estos materiales, como el edificio mismo, se “disuelven” en
su uso, desaparecen en la textura familiar de lo siempre conocido. Para emerger de
esta situación, el edificio tiene que ser simultáneamente arquitectura, de modo que
tanto los materiales como el mundo se muestran y son sostenidos por la obra
arquitectónica.
Sigamos con el texto de Heidegger. La obra de arte se puede describir en dos
conexiones esenciales: la instalación (Aufstellen) de un mundo y la producción
(Herstellen) de la tierra, cada uno tomado en su carácter recíproco: el mundo y la
tierra se pertenecen el uno a la otra juntos, y esta mutua pertenencia ocurre en la
unidad de la obra consistente en instalar un mundo y producir la tierra. Esta
pertenencia mutua ocurre en oposición:
“El mundo y la tierra son esencialmente diferentes entre sí y, sin embargo, nunca están
separados… pero la relación entre el mundo y la tierra no va a morir de ningún modo en
la vacía unidad de opuestos que no tienen nada que ver entre sí. Reposando sobre la
tierra, el mundo aspira a estar por encima de ella. En tanto que eso que se abre, el
mundo no tolera nada cerrado, pero por su parte, en tanto que aquella que acoge y
refugia, la tierra tiende a englobar al mundo y a introducirlo en su seno. Este
enfrentamiento entre el mundo y la tierra es un combate [Streit]”191.
“La verdad se establece en la obra. La verdad sólo se presenta como el combate entre
el claro y el encubrimiento en la oposición alternante entre mundo y tierra. La verdad,
en tanto que dicho combate entre mundo y tierra, quiere establecerse en la obra. El
191 GA5, p. 37
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192 GA5, p. 51
193 Cf. Sallis, J. Op. Cit., p. 187.
194 GA5, p. 51
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HERMENÉUTICA DEL ARTE Y DE LA ARQUITECTURA
trazando a lo largo del texto: juntar y articular los opuestos recíprocos que antes han
aparecido en la forma de “instalar- Aufstellen” (ser instalado en un mundo/ instalar un
mundo) y de “producir- Herstellen” (ser producido de la tierra/ producir la tierra). Ahora
ocurre lo mismo con la reciprocidad que junta la obra de arte y el combate de mundo
y tierra: el combate puesto en la obra de arte/ la obra de arte puesta en el combate.
A la reciprocidad de este ponerse (Stellen) Heidegger la llama “figura”
(Gestalt), la cual hay que entender, por un lado, en el sentido de tener un contorno,
un límite, una definición y, por el otro, en la conexión que establece Heidegger entre
Stellen y Feststellen. Este Stellen es Feststellen en el que el Fest- significa fijación,
admitido en el limite, en el contorno:
“El “poner” griego quiere decir situar, en el sentido de dejar surgir… Situar y depositar
tienen el sentido del alemán Her- (hacia aquí), vor- (ante, delante) y bringen (traer), es
195 GA5, Apéndice
196 GA5, p. 67
101
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197 GA5, Apéndice,
198 GA5, p. 59
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103
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EL ORIGEN DE LA ARQUITECTURA Y EL MUNDO HISTÓRICO
1 El ORIGEN DE LA ARQUITECTURA
1.1 La cuestión del origen
Verdad, ocultamiento, origen
La verdad que tiene lugar en el arte y en la arquitectura consiste en un juego
entre presencia y ausencia, claridad y oscuridad, manifestación y ocultamiento o,
como dice Heidegger, reuniendo ambos aspectos y como traducción del término
originario, griego, para la verdad, aletheia: des-ocultamiento.
La obra de arte entendida como poíesis representa la verdad en el sentido que
la verdad ocurre en la obra. Hay, sin embargo, como hemos visto, una manera de
negar la comprensión de la verdad en el arte: cuando ésta se define en términos
científicos de objetividad. La verdad, entonces, sólo es competencia de la ciencia
pues ésta es la única que la puede probar y puede dar razones objetivas, puede
explicarla y esto implica derivar la verdad de algo más cierto, de unas premisas o
axiomas que muestran porque tiene que ser de esta manera. Según este punto de
vista, la única fuente de la verdad es la prueba, la verdad se alcanza por medio de
procedimientos metódicos. Esta confianza en el método y la prueba es el intento de
dominar la verdad, de poner la manifestación de las cosas bajo control y sujetarla a
nuestra voluntad. Esta apelación a que el método puede sustituir a la comprensión
lleva implícita la confianza que tenemos en los proyectos de investigación
esponsorizados por gobiernos, la industria y la academia, que prometen el
descubrimiento de verdades que necesitamos para hacer la vida mejor y más fácil.
Frente a la verdad asegurada por el método, el arte se convierte en el refugio
de lo no sometible a él. El arte como estética es la respuesta a esta situación en la que
ha sido expulsado de la verdad metódica o científica. La hermenéutica reivindica
entonces otra verdad no reducible a método y vinculada a la existencia y al arte,
entendidos ambos como realización de esta verdad, como manifestación de las
cosas. Al método científico la hermenéutica opone la verdad. A diferencia de este
control de la verdad que el método parece darnos, la comprensión de la verdad del
arte y de la existencia parece ser impredecible e ingobernable. Y así es,
efectivamente, pues la comprensión trae las cosas a la luz, a la presencia, desde la
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EL ORIGEN DE LA ARQUITECTURA Y EL MUNDO HISTÓRICO
199 Este es el sentido general de la obra de Husserl La crisis de las ciencias europeas y la filosofía
trascendental (Hua VI). Es de interés en este contexto el estudio de Elisabeth Ströker Studies in the
Philosophy of Space, en el que pone de manifiesto cómo la geometría analítica y sus
formulaciones algorítmicas han perdido todo el contacto con la experiencia del espacio que
todavía conserva la geomtería sintética de Euclides. Las “excéntricas” formas de algunas de las
arquitecturas más recientes, resultado directo de los programas informáticos, ilustran esta
distancia o alejamiento del mundo de la experiencia original. Dedicamos la última parte de este
trabajo Arquitectura y espacio a esta tarea fenomenológica de reactivación de los supuestos
de la concepción matemática del espacio, de gran importancia para la arquitectura.
108
EL ORIGEN DE LA ARQUITECTURA Y EL MUNDO HISTÓRICO
siendo efectivas, generan un campo de fuerza cultural de donde las formas culturales
modernas reciben su sentido. Estos aspectos originales y ocultos determinan el marco
de lo que hacemos como premisas no reconocidas. Pero nuestra época confía en el
método que asegura la verdad y pretende que lo intuido de las cosas nunca
retroceda en la oscuridad, que nada nunca salga del foco de atención cuando algo
nuevo emerge a la luz porque el objeto siempre estará disponible a través de una
nueva aplicación del procedimiento metódico. El método ignora que lo oculto, lo
oscuro e indeterminado es tan real como lo claro, distinto y exacto.
La fenomenología intenta recobrar el sentido original de las cosas mediante un
tipo de arqueología, una forma de pensar que acepta los objetos culturales presentes
en nuestro mundo e intenta excavar a través de los estratos sedimentados. Intenta
reactivar las intuiciones estratificadas unas sobre las otras a lo largo de la historia,
intenta retroceder al momento en que tuvieron lugar las diferencias primitivas que
establecieron lo que ahora nos es dado. Ir a lo esencial de las cosas significa alcanzar
lo arcaico y original. Este tipo de arqueología no debe confundirse con la historia
empírica. Empieza con las formas culturales presentes en nuestro mundo, tal como se
manifiestan en él, y excava en ellas tal como se muestran ante nosotros,
desplegándolas en sus elementos más básicos y precategoriales, pre-predicativos, tal
como se muestran en la percepción. Intenta destruirlas (Abbau) o desconstruirlas. Para
llegar al origen son necesarios los textos antiguos y las formas primitivas, pero estos
textos y formas no nos dan las explicaciones que buscamos; hallar las diferenciaciones
originales es una cuestión filosófica más que histórica o empírica.
De entre los teóricos modernos de la arquitectura, posiblemente es Joseph
Rykwert quien con más insistencia ha llamado la atención sobre el origen de la
arquitectura. En La casa de Adán en el Paraíso dice:
“El retorno a los orígenes es una constante del desarrollo humano y en esta cuestión la
arquitectura es como todas las otras actividades humanas. La cabaña primitiva –el
hogar del primer hombre – no es, por tanto, una preocupación accidental de los
teóricos, no un ingrediente casual del mito o del ritual. El retorno al origen siempre
implica un repensar lo que se hace habitualmente, un intento de renovar la validez de
tus acciones cotidianas, o simplemente un recordatorio de la norma natural (o incluso
divina) para seguir repitiéndola. En el repensar presente por qué y para qué construimos,
la cabaña primitiva, sugiero, conserva su validez como recordatorio para todo el mundo
del significado original y, por tanto, esencial, del construir; es decir, el significado de la
arquitectura. Sigue siendo la afirmación subyacente, el núcleo intencional
irreductible”200.
200 Rykwert, J. La casa de Adán en el Paraíso. Barcelona: Gustavo Gili, 1999, p. 239.
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EL ORIGEN DE LA ARQUITECTURA Y EL MUNDO HISTÓRICO
201 Frampton, K. “Rappel a l’Ordre: The Case for the Tectónic”. Op. Cit., p. 95.
202 Rykwert, J. Op. Cit., p. 240.
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EL ORIGEN DE LA ARQUITECTURA Y EL MUNDO HISTÓRICO
203 Seguimos en gran medida la explicación de San Martín, J. Teoría de la cultura. Pp. 176-182,
201-206.
204 Íbid., p. 179
205 Íbid., p. 182
111
EL ORIGEN DE LA ARQUITECTURA Y EL MUNDO HISTÓRICO
objeto con sus variedades sensibles, la palabra resume su experiencia y le ahorra tener
que hacerla.
El lenguaje es el caso paradigmático de objeto cultural que hay que aprender
y, como todo objeto cultural, tiene una historia que remite al origen en que se crea o
se instaura dicho objeto. Pero no basta con un objeto concreto para tener un objeto
cultural, por ejemplo, el primer edificio no es todavía cultura, para constituir un objeto
cultural, hay que instaurar su sentido, esto es, el objeto ideal “edificio”. En la
materialidad primera no hay acto creador, el primer hombre que entró en una cueva
para protegerse no instauró el sentido de cueva, simplemente desarrolló su
experiencia sensible como las asociaciones de calor- frío, seco- mojado para usar un
objeto para protegerse. Si bien estas primeras experiencias sensibles no constituyen
todavía un sentido, no puede haber instauración de sentido sin estas experiencias
primeras. La creación cultural es instauración de un sentido en la naturaleza, es decir,
en un material previamente experimentado sensiblemente, en la que el creador
introduce un nuevo sentido de cara a una serie de utilidades, serie que coincide con
las series de remisiones descritas por Heidegger206.
Una vez instaurado, el sentido debe ulteriormente sedimentarse, adquirir
consistencia objetiva, para poder repetirse en formaciones ulteriores. Finalmente, el
sentido debe ser compartido, aceptado y asumido por los demás. Sólo cuando hay
instauración de un sentido (la idea de cueva, que trasciende la materialidad de un
objeto) que se sedimenta (repetición en el uso de cuevas entendidas ya como
ejemplares del tipio “cueva”) y es compartido por una comunidad, tenemos un objeto
cultural. Ante un objeto cultural los miembros de la comunidad deben rehacer el acto
creador del sentido y esto quiere decir entenderlo, encuadrarlo en la misma serie de
remisiones. De este modo el sentido pasa a formar parte de una tradición y del acervo
de sentidos del grupo207. El conjunto de los objetos culturales que forman parte de la
tradición histórica de una comunidad, cuyo sentido es restaurado, rehecho y, también,
reinventado, a través de las diferentes acciones de los seres humanos que se
enfrentan, comprenden y usan estos objetos, constituye el mundo de la vida concreto
(Lebenswelt) de las comunidades, en el cual están sedimentados esos resultados de
las diversas acciones y repeticiones de acciones a lo largo de la historia.
206 Idem.
207 Op. Cit., p. 180
112
EL ORIGEN DE LA ARQUITECTURA Y EL MUNDO HISTÓRICO
Por un lado tenemos un tipo de objetos cuya finalidad no está en ellos, sino que
remiten a su uso, son objetos instrumentales. Es necesario para este tipo de objetos,
como lo es una cueva o un edificio, ser real, tener acceso a él con mi cuerpo. Pero
siendo real también tiene, en tanto que sentido instaurado, sedimentado y
compartido, una idealidad pues se puede repetir en diferentes ejemplares de edificios
por diferentes miembros de la comunidad a lo largo del tiempo. Una vez instaurado el
sentido de “edificio” éste se puede repetir. Pero sólo el edificio ideal no nos sirve para
nada, tiene que haber edificios reales. Por esto podemos hablar del edificio como un
objeto ideal encadenado a su materialidad, pues la finalidad del edificio es una
acción sensible, protegerse del exterior. La repetibilidad del instrumento es el rasgo
característico de la que podemos llamar “cultura instrumental” o “cultura técnica”209.
La cultura instrumental o técnica se compone de objetos materiales repetibles que
están al servicio de acciones corporales:
208 Husserl, E. Erfahrung und Urteil. § 65, p. 321
209 San Martín, J. Op. Cit., p. 201. San Martín hace esta distinción entre tipos de cultura: la “cultura
tecnica” y la “cultura ideal”, a la que añade un tercero, la “cultura práctica” o ética, que no
vamos a considerar aunque es de enorme importancia para la comprensión ética de la
arquitectura.
210 Ibid., p. 202.
113
EL ORIGEN DE LA ARQUITECTURA Y EL MUNDO HISTÓRICO
productos del mismo tipo”211. Creemos que aquí Husserl entiende la arquitectura como
edificio, como herramienta útil y no como obra de arte, pues la idealidad que
corresponde al arte es libre y no encadenada.
En efecto, frente a los objetos instrumentales existen otros objetos que aunque
también se dan, como todo objeto cultural, en un soporte sensible, tienen con ellos
una relación distinta de la que tienen los anteriores, una relación no encadenada, sino
libre. Como modelo más claro de este tipo Husserl, en el Origen de la geometría, cita
la geometría.
“El teorema de Pitágoras, así como la geometría, no existen más que una sola vez,
cuantas veces y en cualquier lengua que puedan ser expresados. La geometría es
idénticamente la misma en la “lengua original” de Euclides y en todas las otras
“traducciones”; es una vez más la misma en cada lengua, cuantas veces sea
expresada, a partir de la enunciación oral o de su notación escrita originales,
expresadas en el modo sensible en las innumerables expresiones orales o en las
consignaciones escritas y otras”212
Todos ellos son objetividades ideales cuya característica es que existen una
sola vez, no son repetibles. Es decir, un edificio es un ejemplar repetible del sentido
ideal de edificio, pero el sentido ideal, el edificio, no nos sirve, pues no podemos
asociar ninguna acción corporal a la idea. En cambio el teorema de Pitágoras no es
un ejemplar del teorema de Pitágoras, sólo hay uno y el mismo en cada una de sus
repeticiones, además que su ejemplificación material mediante un dibujo es sólo una
aproximación (las líneas tiene grosor, etc.). Husserl dice que las formaciones
geométricas “no están ligadas a ningún territorio, o viceversa, su territorio es el mundo
entero y todo mundo posible. Las idealidades encadenadas están encadenadas a la
Tierra, encadenadas a Marte, encadenadas a territorios particulares, etc.”213.
Junto a los objetos geométricos hay también las teorías científicas y la literatura:
“Se trata, como observamos, de una objetividad “ideal”. Es propia de una clase de
productos espirituales del mundo de la cultura al que pertenecen no solamente todas
las formaciones científicas y las ciencias mismas, sino también, por ejemplo, las
formaciones del arte literario”214.
211 Hua VI, 368. Ver San Martín, Op. cit., p. 201
212 Hua VI, p. 368
213 Husserl, E. Efahrung und Urteil, §65, pp. 321
214 Hua VI, p. 368
114
EL ORIGEN DE LA ARQUITECTURA Y EL MUNDO HISTÓRICO
Así como hay un único teorema de Pitágoras, hay sólo un Quijote, por más que
se reproduzca:
“Así, el Fausto de Goethe tiene su acontecimiento en todos los libros reales que se
quiera… llamados ejemplares del Fausto. Ese sentido espiritual que determina la obra de
arte, la formación espiritual en tanto que tal, está, por cierto, “incorporada” en el
mundo real, pero no es individualizada por la incorporación. Desde otro punto de vista:
la misma proposición geométrica puede ser enunciada tantas veces como se quiera, y
cada enunciado real tiene ese mismo sentido…”215
“Un objeto ideal puede, sin duda, como la Madonna de Rafael, tener de hecho una
sola mundanidad (Weltlichkeit), y no ser de hecho repetible con suficiente identidad (la
del contenido ideal completo). Pero ese ideal es por principio repetible, igual que el
Fausto de Goethe”217
215 Efahrung und Urteil, §65, pp. 319-329
216 Derrida, J. Introducción a “El origen de la geometría” de Husserl. Buenos Aires: Ediciones
Manantial, 2000, p. 89, nota 125.
217 Efahrung und Urteil, §65, pp. 320
218 San Martín., Op. Cit., pp. 201, 202.
219 Íbid. p. 211
115
EL ORIGEN DE LA ARQUITECTURA Y EL MUNDO HISTÓRICO
“En primer lugar, antes de creado el objeto cultural no existe en absoluto; hay pues una
creación del objeto cultural. Se da, en segundo lugar, una sedimentación del sentido
en un material sensible pero de manera que el objeto material sensible remite al sentido
ideal que de este modo está representificado en el objeto material. La racionalidad
aquí no está tanto en la legitimidad de lo sensible como en la legitimidad o valor de
verdad del objeto ideal. Ésta es la que fundamenta la asunción solidaria por parte de los
otros”220.
116
EL ORIGEN DE LA ARQUITECTURA Y EL MUNDO HISTÓRICO
una formación geométrica que no está ligada a ningún territorio o que su territorio es
el mundo entero y todo mundo posible, sino que está ligada a la tierra, a territorios
particulares.
117
EL ORIGEN DE LA ARQUITECTURA Y EL MUNDO HISTÓRICO
“no como un refugio contra la intemperie, sino como un volumen que pudiera
interpretar en términos de su propio cuerpo y que a la vez fuera una exposición del
plano del paraíso y, de este modo, lo estableciera a él en su centro”221
221 Rykwert, J. op. Cit., p. 237.
222 San Martín, J. Teoría de la Cultura. Op. Cit., p. 184.
223 cf. Harries. K. op. Cit., pp. 138-140
118
EL ORIGEN DE LA ARQUITECTURA Y EL MUNDO HISTÓRICO
“En los tiempos antiguos los seres humanos venían al mundo habitualmente en bosques,
cuevas y florestas, como los animales salvajes [...]. Durante ese tiempo, árboles que por
su gran número crecían muy juntos, que fustigados de aquí para allá por la tormenta
restregaban unos contra otros sus ramas, ardieron un día, y la llama ardiente del fuego
asustó a quienes estaban cerca de ese lugar, razón por la cual huyeron. Pero después,
cuando la situación se había calmado, se acercaron más y, dándose cuenta de que el
calor del fuego suponía una gran comodidad para sus cuerpos, arrojaron leños dentro y
lo mantuvieron así, llamaron a otras gentes para que se acercaran y con un gesto les
indicaron qué provecho sacarían de ello. Cuando en esa reunión de seres humanos, al
soplar, unas veces de un modo y otras de otros, pronto se produjeron sonidos, por la
costumbre diaria fueron componiéndose palabras poco a poco, tal como lo propiciaba
la ocasión; dado que estas gentes fueron nombrando cada vez más objetos al usarlos,
comenzaron finalmente a hablar por casualidad”.
Puesto que, como consecuencia del descubrimiento del fuego, había surgido ya entre
los seres humanos un encuentro, una asociación y una convivencia y se fueron juntando
más seres humanos en un lugar, encontrándose naturalmente dotados más que los otros
animales por no tener que caminar mirando al suelo, sino erguidos y mirando el
esplendor del firmamento estrellado, y también en que podían hacer fácilmente con sus
manos y dedos cualquiera cosa que eligieran comenzaron en esa reunión, unos a
construir cobertizos de ramas, otros a excavar cuevas al pie de los montes; y algunos
tomaron como modelos los nidos de las golondrinas y construyeron asentamientos de
barro y leña menuda para refugiarse en ellos. Entonces observaron los cobertizos de los
demás, añadieron innovaciones de propia cosecha y fueron creando día a día tipos
mejores de cabañas [...] Y entonces comenzaron, mirando al fuego, a construir en lugar
224 Se desconoce el lugar y fecha de nacimiento de este arquitecto romano, ingeniero y autor
del celebre tratado De Architectura, que vivió durante la época de Cesar y Augusto. Este
tratado de arquitectura es el primero conservado en occidente y el más celebre de la historia
de la arquitectura.
225 Citamos Los Diez Libros de Arquitectura de M. Vitruvio Polión. Libro II, Capítulo I. “Del principio
de los edificios”. Edición de José Ortiz y Sanz, 1787. Nueva edición a cargo de Antonio Pareja
Editor con la colaboración de la delegación de Toledo del Colegio Oficial de Arquitectos de
Castilla- La Mancha, 1999.
119
EL ORIGEN DE LA ARQUITECTURA Y EL MUNDO HISTÓRICO
de cabañas casas bien cimentadas, que tenían paredes de ladrillos, o que estaban
construidas de piedra y madera y cubiertas con tejas.”
226Simson, O. von, La catedral gótica. Op. Cit., Sobre esto volveremos más adelante en este
misma parte.
120
EL ORIGEN DE LA ARQUITECTURA Y EL MUNDO HISTÓRICO
a través de estas diferentes copias, las cuales, como obras válidas, deben contener
cada una de ellas algo correcto”. Igualmente, Laugier se pregunta qué edificios
construía el hombre en el estado de naturaleza, antes de que las capas de civilización
le hicieran perder de vista la capacidad de la razón en su estado puro. El retroceso al
origen es un retroceso a lo esencial mediante la operación de eliminar lo que se ha ido
sedimentando a lo largo de la historia227.
La narración de Laugier sigue las líneas siguientes:
“Consideremos al hombre en su primitivo origen, sin más auxilio, sin más guía, que el
instinto natural de sus necesidades. Necesita un lugar donde reposar .. Unas ramas
caídas en el bosque son los materiales apropiados para su propósito. Escoge cuatro de
las más fuertes, las levanta perpendicularmente y las dispone formando un cuadrado.
Encima pone otras cuatro atravesadas y sobre éstas levanta, partiendo de dos lados, un
grupo de ramas que, inclinadas contra sí mismas, se encuentran en el punto alto. Cubre
esta especie de tejado con hojas, lo bastante juntas como para que ni el sol ni la lluvia
puedan traspasarlo, y ya está el hombre alojado. Lentamente, el frío y el calor le harán
sentir incómodo en su casa abierta por todas partes; pero entonces rellenará el hueco
entre los pilares y se sentirá resguardado.
Así evoluciona la naturaleza, siendo la imitación de su proceder lo que da origen al
nacimiento del arte. la pequeña cabaña rústica que acabo de describir es el modelo a
partir del cual se han imaginado todas las magnificencias de la arquitectura.
Acercándonos, en la realización, a la simplicidad de este primer modelo, es como
evitamos todos los defectos esenciales, como alcanzamos la verdadera perfección.”228
227 Es de interés hacer notar el paralelismo entre el “buen salvaje” y el “estado de naturaleza”
como temas característicos de la Ilustración y la búsqueda del origen de la fenomenología.
228 Laugier, M-A. Ensayo sobre la arquitectura. Madrid: Akal, 1999, pp. 44, 45
229 San Martín, J. Teoría de la cultura Op. Cit., pp., 194, 199.
121
EL ORIGEN DE LA ARQUITECTURA Y EL MUNDO HISTÓRICO
estos elementos arquitectónicos remite a las primeras acciones humanas que las
instauraron:
“Los troncos levantados perpendicularmente nos han hecho concebir la columna. Las
ramas horizontales que las coronan nos han hecho concebir los entablamentos y, por
último, las inclinadas que forman el tejado nos han hecho concebir los frontones”230
230 Laugier, M-A. Op. Cit.., p. 45
231 Harries, K. Op. Cit., p. 113.
122
EL ORIGEN DE LA ARQUITECTURA Y EL MUNDO HISTÓRICO
“La atracción de la obra y la vida de Hans van der Laan reside en el radicalismo con el
que todo lo devuelve a la experiencia primordial, como si él fuera el primer (y único)
hombre en la tierra”232
“La casa se encuentra entre las primeras cosas que el ser humano necesita para
mantener su existencia en la naturaleza A diferencia de otros seres vivos, nosotros no
estamos provistos naturalmente de comida, ropa y una casa, sino lanzados a nuestros
propios recursos… Siendo el suelo demasiado duro para nuestros pies desnudos
hacemos unas sandalias de material más blando que el suelo, pero más duro que
nuestros pies. Si fueran tan duras como el suelo o tan blandas como nuestros pies, no nos
darían ninguna ventaja, pero siendo justo lo suficientemente duras para poder
levantarnos con ellas y justo lo suficientemente blandas para estar confortables,
consiguen una armonía entre nuestros pies tiernos y el suelo duro.
Con la casa se trata no sólo del contacto entre nuestros pies y el suelo, sino del
encuentro de todo nuestro ser con todo el entorno natural. Los medios mediante los
cuales se consigue la armonía entre ambos ya no es “un trozo de suelo blando” que
llevamos bajo nuestro pies, sino “un trozo de espacio habitable” que separamos del
entorno natural mediante muros… La casa se debe ver como un añadido a la
naturaleza, mediante el cual el espacio natural se completa y se hace habitable para
nosotros.
Así como el material y la forma de las sandalias se eligen para estar en armonía tanto
con el suelo duro como con los pies tiernos, el espacio separado artificialmente también
debe ser creado con correspondencia a las exigencias del entorno natural y las de
nuestra constitución
Para el pie la superficie de la sandalia representa un trozo de suelo blando, mientras que
la parte de debajo actúa como pie endurecido en relación al suelo. De la misma
manera el interior de la casa es para el hombre un trozo de entorno habitable, mientras
que el exterior, que se enfrenta a la naturaleza, está por una existencia humana
fortificada.
Así entre los dos extremos —hombre y naturaleza— la casa aparece como el elemento
reconciliador que permite al hombre mantenerse a sí mismo en la naturaleza”233
Como Laugier, van der Laan define en primer lugar la arquitectura como
protección de la naturaleza, pero a diferencia de la cabaña de Laugier, es decir, del
232 Citado en Padovan, R. Dom Hans van der Laan. Modern Primitive. Architectura & Natura
123
EL ORIGEN DE LA ARQUITECTURA Y EL MUNDO HISTÓRICO
“La arquitectura nace de la discrepancia original entre dos espacios —el espacio
orientado horizontalmente de nuestra experiencia y el espacio orientado verticalmente
de la naturaleza; comienza cuando añadimos muros verticales a la superficie horizontal
de la tierra. A través de la arquitectura un trozo de espacio natural se pone a su lado,
por así decir, para corresponder a nuestra experiencia del espacio. En este nuevo
espacio vivimos no tanto contra la tierra que contra los muros; nuestro espacio yace no
sobre la tierra sino entre muros”235
234 van der Laan, H. Op. Cit., pp. 5, 6.
235 Idem.
236 van der Laan, H. Op. Cit., pp. 14, 15.
124
EL ORIGEN DE LA ARQUITECTURA Y EL MUNDO HISTÓRICO
Retrocediendo a esta experiencia original del espacio, van der Laan describe
el espacio arquitectónico originario como aquél que se da entre muros de tal modo
que el limite del muro lo percibimos también como limite del espacio. Justo en ese
limite reciben tanto el espacio como su opuesto, el muro, su ser. Para van der Laan lo
esencial a la arquitectura es establecer límites:
Coincide van der Laan con Heidegger cuando éste define el espacio como
límite:
237 van der Laan, H. Carta no publicada, citado por Padovan, R. Op. Cit., p. 13.
238 Heidegger, M. GA7 (Construir, habitar, pensar), p. 149.
125
EL ORIGEN DE LA ARQUITECTURA Y EL MUNDO HISTÓRICO
Tomado literalmente esto es absurdo, pues implica una cuarta dimensión. Las líneas
están limitadas por puntos, los planos por líneas, y los volúmenes por planos. No
podemos imaginar una realidad limitada por volúmenes, porque no existe. Sin embargo,
desde la forma sólida de los muros, el espacio también adquiere cierta forma, aunque
ésta es totalmente diferente en su naturaleza de la del volumen sólido.
La superficie que limita un volumen existe por virtud de la realidad del volumen sólido,
pues un plano bidimensional no puede existir por si mismo. De manera similar la línea
debe su existencia al plano que limita, y el punto a su vez a la línea que termina.
Sin embargo, la forma de un muro sólido no depende en absoluto para su existencia del
espacio que limita, al contrario es el espacio que debe su existencia de la realidad de su
límite”239
Desde esta experiencia originaria del espacio limitado por sólidos se puede
hacer una crítica al alejamiento de la arquitectura moderna de esta experiencia
original240. Una de las características de la arquitectura moderna es haber liberado el
muro de su capacidad portante y, por tanto, de poder reducir su grosor a una mínima
pantalla, a una ligera piel, a un plano geométrico. De este modo el plano deja de ser
un limite pues no delimita nada, es simplemente un obstáculo en medio del espacio
ilimitado que sigue a ambos lados de la superficie, del mismo modo que un punto en
una línea no limita la línea, no la termina, sino que ésta sigue a ambos lados del punto.
Si el sólido, el grosor del muro, desaparece, con él desaparece también su capacidad
de limitar su opuesto, el espacio241. La arquitectura moderna ha eliminado el potencial
definidor del límite y su consecuencia es la formación de un espacio arquitectónico
homogéneo y continuo.
La arquitectura moderna ha tomado por supuesto que el espacio es
matemático en su forma y ahora requiere un gran esfuerzo reactivar o reconstituir la
intuición que se encuentra en la base de la concepción matemática del espacio. Un
esfuerzo de este tipo es el que ha hecho van der Laan con su concepción del origen
del espacio arquitectónico. Propone una arquitectura y un espacio arquitectónico
que surge de esa experiencia originaria y con ella define nuestra posición en la
naturaleza y el modo de habitar en ella.
239 van der Laan. Op. Cit., p. 35
240 Padovan, R. Towards Universality. Le Corbusier, Mies, De Sijl, especialmente el capítulo “Figure
and Ground”.
241 Op. Cit., p. 35
126
EL ORIGEN DE LA ARQUITECTURA Y EL MUNDO HISTÓRICO
Hans Dom van der Laan. Ampliación de la abadía de St. Benedicto. Vaals, Holanda, 1956-86.
El muro como origen del espacio arquitectónico.
127
EL ORIGEN DE LA ARQUITECTURA Y EL MUNDO HISTÓRICO
128
EL ORIGEN DE LA ARQUITECTURA Y EL MUNDO HISTÓRICO
242 Frampton, K. “Rappel à l’Ordre: The case for the Tectonic”. Labor, Work and Architecture. Op.
cit., p. 95.
243 Norberg-Sculz, Ch. Intentions in Architecture. Cambridge: MIT Press, 1965, p. 125.
129
EL ORIGEN DE LA ARQUITECTURA Y EL MUNDO HISTÓRICO
244 Scully, V. The Earth, the Temple and the Gods. Greek Sacred Architecture. New Haven: Yale
University, 1962 (2 ed.).
245 Kostof, S. A History of Architecture. Settings and Rituals. Second Edition. Oxford: University press,
130
EL ORIGEN DE LA ARQUITECTURA Y EL MUNDO HISTÓRICO
Templos arcaicos
246 Scully, V. Op. Cit., p. 50
131
EL ORIGEN DE LA ARQUITECTURA Y EL MUNDO HISTÓRICO
del dios a la vez que casi elimina las sombras debido a la proyección de la luz casi
perpendicular.
El templo es el centro constitutivo de este espacio al que da su precisa medida,
una medida que no es mesurable en metros, un lugar cuyas distancias no son
cuantificables, sino bien cualificadas, la colina no es un mero punto en el espacio que
tome al templo como centro de referencias, sino que la colina es el elemento sagrado
cuyo sitio en el lugar es puesto por el templo. No hay un espacio previo que después
recibe el templo, sino al revés. La construcción del templo es simultáneamente la
constitución del sentido de este lugar.
Dentro de esta evolución el templo dórico se concibe como una cuerpo
integro, compacto, cuyo interior y exterior siguen las mismas leyes. El fuste de la
columna dórica tiene unos surcos (flautas) superficiales que no merman su sólida
pesantez. Esta gravedad hacia abajo se acentúa más con su entrega directa al
estilóbato, sin el intermediario de la base. La columnas son anchas y el intercolumnio
estrecho, y crea así una densidad que recuerda la del muro que tienen detrás. El muro
tiende a romperse y descomponerse en columnas pero éstas siguen manteniendo una
referencia al muro, al espacio cerrado y oscuro. Con el jónico, en cambio, las
columnas tienen más autonomía respecto al muro, son más esbeltas y separadas,
expresan los dioses del cielo olímpico, mediante la representación de un árbol, que se
eleva hacia el cielo. Las flautas del fuste de la columna jónica son más profundas, de
manera que la aligeran a la vez que la marcada línea de sombra acentúa su
verticalidad. Se entiende así porqué la columna jónica debía tener una base, de la
que carece el dórico, por un lado para elevarla pero, por otro, para definirla como
estructuralmente separada del estilóbato y evitar un apariencia demasiado literal de
crecimiento orgánico. El capitel jónico acentúa este carácter mediante la
geometrización y estilización de plantas que crecen y se arremolinan lateralmente
como abriéndose y empujando hacia arriba, bajo el peso del entablamento y frontón.
Se crea así un paisaje de inspiración natural, un bosquecillo artificial, sacralizado y
geometrizado, dentro del cual se encierra la cueva que habita el dios y hacia la cual
conduce el movimiento laberíntico entre las columnas247.
Esta evolución culmina con el Partenón, en la Atenas de Pericles, cuya
construcción es contemporánea de la vida de Sócrates. Como describe de forma
magistral V. Scully248, el Partenón, de orden dórico pero de carácter jónico, logra,
resumiendo mucho, construir un impresionante eje visual que se pierde en el horizonte
del mar, hacia las islas del mar Egeo, en el oeste, y hacia las montañas áticas, al este.
247 Íbid., pp. 44-47
248 Íbid., pp. 171-184.
132
EL ORIGEN DE LA ARQUITECTURA Y EL MUNDO HISTÓRICO
Consigue de este modo recibir todo el paisaje, desbordando el límite y la medida, tan
característica de lo griego, y tiende hacia un espacio infinito que anticipa la
decadencia de la pólis y el imperio de Carlo Magno. La lejanía, la exterioridad y el
sentido de la vista empiezan a imponerse por encima del espacio táctil de proximidad.
“El Partenón se convierte en un dispositivo flotante que abre la lejanía, expande el
universo”249. El Partenón y el conjunto de la Acrópolis constituyen el giro a la
arquitectura helenística250.
Roma, es una cueva, representa el cosmos cerrado y perfectamente geometrizado como una
esfera, un gran muro envolvente como la última esfera de éter del mundo aristotélico, centrado
en Roma (Urbi et Orbi). La catedral gótica es un bosque de columnas estilizadas que se elevan
desde la oscuridad de la tierra hacia la luz del cielo; el gótico centra muchos de sus esfuerzos en
eliminar el muro hasta convertirlo en una fina capa de vidrieras. El Renacimiento, en un esfuerzo
de síntesis, recupera el muro y lo articula con columnas. La primera arquitectura moderna
convierte la columna en pilar industrial estructural y los muros ya no cierran un espacio, sino que
se convierten en ligeras pantallas móviles que se abren hacia fuera.
133
EL ORIGEN DE LA ARQUITECTURA Y EL MUNDO HISTÓRICO
Seguimos la interpretación de Hans Sedelmayr “El nacimiento de las catedrales” en Épocas y
252
134
EL ORIGEN DE LA ARQUITECTURA Y EL MUNDO HISTÓRICO
Desde el interior la luz no parece venir de fuera, es más bien como si las
paredes iluminaran por sí mismas, como las piedras preciosas, como un material
luminoso. La tendencia a ver la presencia de la luz en la materia oscura es la base
metafórica de la cosmología medieval que pone en la luz la fuente de la creación a la
vez que se materializa ella misma en los fenómenos físicos254. Las vidrieras, el límite y
cerramiento del espacio, son la propia fuente de luz, como el límite luminoso del cielo,
y no simplemente el material que la luz atraviesa viniendo del exterior. La luz no se
concibe como un fenómeno natural, sino sobrenatural, de la misma manera que las
vidrieras no son ventanas (que comunican el interior y el exterior), sino paredes de luz.
Los colores dominantes de las vidrieras son el rojo y el azul. La imagen ideal de
la catedral la representa hecha no de piedra, sino de orfebrería, de oro, plata y
piedras preciosas, todos ellos materiales luminosos. El gótico es así la arquitectura de la
luz que sale de la oscuridad y masividad mural de la arquitectura románica. Los
253 Íbid, p. 149.
254 Vésely, D. Op. Cit., p. 122.
135
EL ORIGEN DE LA ARQUITECTURA Y EL MUNDO HISTÓRICO
gruesos muros románicos dan lugar a las finas nervaduras y vidrios. Pero la masividad
terrestre no desaparece sino que se convierte, en la catedral, en el primer piso (el
primer edificio), el cual recibe toda la luz de arriba, de manera que simbólicamente, el
cielo se une con la tierra, unión que se puede percibir sensiblemente. El principio de
muros tipo cueva del sistema simbólico de la arquitectura, representación de lo
terrestre y oscuro, lo encontramos en el “primer edificio”, mientras que el segundo
principio de columnas tipo esqueleto estructural, que se abre a la luz, lo encontramos
en el “segundo edificio” superpuesto al primero. Encontramos aquí una afinidad con el
templo griego. Éste se expande lateralmente de la cueva interior en un bosquecillo
artificial de columnas hacia el horizonte; la catedral materializa esa expansión hacia
arriba. La evolución de ambos paradigmas arquitectónicos consiste en salir de lo
oscuro hacia la luz y lo abierto.
255 Sedlmayr, H. Op. Cit., p.150.
256 Harries, K. Op. Cit., p. 105.
136
EL ORIGEN DE LA ARQUITECTURA Y EL MUNDO HISTÓRICO
257 Gadamer, H-G. WM, p. 69. Sobre el significado de “símbolo”: pp. 66-77.
258 Sedlmayr, H. Op. Cit., p 154.
259 Simson, O. von. Op. Cit., p, 17.
260 Otro recurso es el uso de lo accidental, lo contingente, pues esto es lo que caracteriza lo
sensible, de tal manera que viendo lo contingente se está viendo lo ideal. Se recurre a una gran
cantidad de cosas que no pertenecen a la esencia de lo representado, como lo casual, lo
cotidiano y familiar como, por ejemplo, el follaje naturalista de los capiteles. Con la introducción
de lo cotidiano empieza a aparecer la inventiva del artista, la imaginación del artista, la
observación del mundo y, con ella, se va introduciendo la subjetividad. Esto plantea un
problema respecto al principio de la Edad Media según el cual no se puede representar nada
que no esté ya en las Sagradas Escrituras. De este modo, la catedral en su pretensión de
representar la ciudad de Dios, de hacer el cielo tangible, lo que logra es acercar lo ideal a los
sentidos, especialmente a la vista, de tal manera que acaba dando auge a la subjetividad y al
espectáculo sensible que llevará a la crisis entre religión y arte. Esta crisis coincide con la
culminación de la catedral clásica.
261 Sedlmayr, H. Op. Cit., p.163
137
EL ORIGEN DE LA ARQUITECTURA Y EL MUNDO HISTÓRICO
En lo que Saint Denis supera a las otras es precisamente en este último punto,
en la inundación de luz que todo lo invade. Lo esencial de la catedral no es la
innovación formal respecto a las iglesias anteriores, sino la “nueva luz” mediante la
cual se consigue “la materialización del cielo en una construcción terrena”262. Las
características espaciales de la catedral son. 1. La amplitud, mediante el doble arco
del deambulatorio alrededor del coro, donde las capillas están todas comunicadas
permitiendo la continuidad de la luz y la eliminación de las sombras; 2. La altura
acentuada, por un lado, en el centro, donde se halla el coro, que se eleva de repente
hacia la luz y, por el otro lado, por el salto arquitectónico-simbólico de la planta baja-
cueva terrena a la estructura arbórea superior celeste; y 3. el escalonamiento de los
materiales en solidez y densidad decreciente hacia arriba.
De gran importancia es la continuidad establecida entre lo terrestre y lo
celeste, lo humano y lo divino, a través de la luz. Esta unidad ontológica de toda la
realidad, es decir, la presencia del orden celeste en los fenómenos terrestres
perceptibles por los sentidos, prepara la posibilidad futura de representarla en
perspectiva. A partir del siglo XII esta visión de la luz espiritual se irá convirtiendo en la
visión literal, no simbólica, de la luz sensible, corpórea y se dará a la visión física el
rango que antes tenía la contemplación espiritual. Con ello empezará el estudio
262 Íbid, p.167
138
EL ORIGEN DE LA ARQUITECTURA Y EL MUNDO HISTÓRICO
263 Vésely, D. Op. Cit., pp. 122, 123
264 Simson, O. von. Op. Cit., p. 17.
265 Bollnow, O. F. Hombre y espacio. Barcelona: Ed. Labor, 1969, pp. 78, 79.
139
EL ORIGEN DE LA ARQUITECTURA Y EL MUNDO HISTÓRICO
266 Al menos esta división de épocas históricas se desprende del Origen de la obra de arte,
especialmente en el Epílogo, donde confronta su concepción del arte con la de Hegel en el
cual sí hay esta división tripartita de la historia. En otras obras o, tal vez, en toda la obra de
Heidegger en general, se puede considerar que hay dos épocas: la época de la Metafísica (de
Platón hasta Hegel/Nietzsche, o arquitectónicamente, de la Antigüedad hasta el Barroco) y su
final, la Modernidad.
267 Heidegger, M. GA5 (Origen de la obra de arte), p. 30.
268 Idem
269 Idem.
140
EL ORIGEN DE LA ARQUITECTURA Y EL MUNDO HISTÓRICO
270 Idem.
271 Scully, V. Op. Cit., p. 178
272 Sobre la fusión de horizontes (Horizon Verschmelzung) ver Gadamer, H-G. WM, pp. 289, 290.
141
EL ORIGEN DE LA ARQUITECTURA Y EL MUNDO HISTÓRICO
nosotros. ¿Cómo es este mundo, cual es su Gestalt o figura? Aquí surge otro problema:
desde nuestro mundo presente las obras del pasado no pueden aparecer más que
como objetos estéticos, abstraídos de su mundo concreto y vivo, pero esto, en
principio, no implicaría que las obras de arte modernas no estuvieran arraigadas en
nuestro mundo moderno. Pero, sin embargo, desde la Ilustración, desde Kant, esto es
precisamente lo que ocurre pues el arte moderno se define por este desarraigo, como
objeto estético. De este modo no sólo “estetizamos” el pasado, sino también nuestra
propia época. Esta situación de pérdida o retirada de nuestro mundo es lo que
Heidegger en la Carta sobre el Humanismo llama desarraigo, la situación de no estar
en casa o estar desterrado (Heimatlosigkeit)273.
Este cambio en la situación del arte está definido con la expresión de Hegel
que dice que el arte es ya sólo algo pasado:
273 GA 9. Wegmarken. “Brief über den Humanismus“, p. 338. Hay una aclaración importante que
hay que hacer en relación al término Heimatlosigkeit, que caracteriza la situación moderna, y
que traducimos por “desarraigo“, y el de Unheimlichkeit, que define la constitución esencial del
ser humano como tal y que traducimos por ”inhospitalidad“. Ver nota 340 y el capítuo 2.1. el
partado “Geviert y Gestell” y el capítulo 2.2. Habitar e inhospitalidad de la siguiente parte.
274 Hegel citado por Heidegger en GA5 (Origen) Epílogo, p. 66,
275 Idem.
276 Young, J. Heidegger’s Theory of Art. Cambridge: University Press, 2001, pp. 6, 7.
142
EL ORIGEN DE LA ARQUITECTURA Y EL MUNDO HISTÓRICO
277 Heidegger, M. GA5, p. 67.
278 Idem.
143
144
IV ARQUITECTURA Y HABITAR
145
146
ARQUITECTURA Y HABITAR
279 Loos, A. “Arquitectura”. Escritos II. 1910-1931. Op. Cit., p. 23
147
ARQUITECTURA Y HABITAR
Dios o por la naturaleza misma por su total integración en el contexto, tiene una
necesidad natural; la casa del campesino pertenece todavía a ese orden
premoderno. Pero cuando el arquitecto diseña rompe esa armonía. La razón por la
que el arquitecto, sea bueno o malo, rompe siempre con el contexto es que el
arquitecto es más que un constructor: es un artista. Un artista moderno que crea un
objeto estético, esto es, un objeto autosuficiente que se basta a sí mismo de modo que
el paisaje es un estorbo. Si en épocas pasadas se consideraba arte precisamente lo
que articulaba y manifestaba el entorno, lo representaba, ahora, ocurre que el arte
adquiere las connotaciones negativas opuestas, lo artístico es superfluo, un añadido
molesto, “una nota discordante”.
Loos describe algo parecido al estado natural en el que el campesino ideal
todavía no ha caído fuera del orden natural, su creatividad está ligada a un lugar, un
clima y una cultura particulares; sus posibilidades “creativas” están limitadas por la
tradición y la repetición, de manera que cualquier cosa que cree parecerá inevitable.
Todavía no se oponen los humanos a la situación a la que han sido lanzados. Pero no
hay que ver en esta idealización del mundo pasado un lamento de su pérdida o un
intento de recobrarlo. Loos es un moderno convencido y sabe que cualquier retorno
sería una traición a las capacidades humanas y a las posibilidades abiertas por la
ciencia y la tecnología. Loos no propone una arquitectura regional, con sus diferencias
geográfica, culturales, etc., sino una arquitectura internacional pues sabe que el
nuevo paisaje con el que la arquitectura ahora se enfrenta está moldeado por la
tecnología y ésta disuelve las diferencias, es la misma en todas partes. Según Loos, si el
paraíso se puede volver a ganar, será sólo sobre la base de la tecnología280.
Loos idealiza al campesino y su mundo para criticar al arquitecto como artista y
proponer al ingeniero como el sustituto moderno del campesino. Los puentes, puertos,
grúas y fábricas son bellos de la misma manera que lo era la obra del campesino; un
coche o un avión bien construido no puede ser más que bello, pues la forma es fruto
de la eficacia y las leyes constructivas y no del capricho o sofisticación del artista. El
modelo del arquitecto no es el artista, sino el ingeniero para quien toda decoración o
extravagancia estética debe eliminarse. Loos, como Heidegger, critica la belleza
entendida como vivencia estética, como relativa al gusto, de modo que si la verdad y
la belleza pueden volver a unirse, como lo estuvieron en la obra de arte del pasado,
sólo podrá hacerlo, y en esto Loos y Heidegger discrepan totalmente, bajo las
condiciones en que en la época moderna se da la verdad: la ciencia y la tecnología.
Este es el motivo de fondo de su rechazo al ornamento.
280 Harries, K. Op. Cit., pp. 274, 275.
148
ARQUITECTURA Y HABITAR
281Gropius, W. “Manifiesto de la Bauhaus”, 1919. En 50 años Bauhaus. Exposición alemana.
Stuttgart: Würtembergischen Kunstverein, 1968, p. 13.
149
ARQUITECTURA Y HABITAR
282 Giedion, S. Space, Time and Architecture, 5th ed. Cambridge: Harvard University Press, 1974, p.
xxxii.
283 Ver. Harries, K. Op. Cit., pp. 3, 4.
284 Giedion, S. Op. Cit., p. 25.
150
ARQUITECTURA Y HABITAR
“Si la mecanización fuera un fin en sí mismo sería una calamidad insoportable, robando
a la vida la mitad de su plenitud y variedad mediante la sumisión de hombres y mujeres
a la condición de sub-humanos y autómatas como robots (aquí encontramos la más
profunda resistencia de los artesanos de la vieja civilización al nuevo orden de la
máquina)”285.
151
ARQUITECTURA Y HABITAR
El edificio debe, en primer lugar, proteger el cuerpo de las inclemencias del tiempo así
como de los enemigos y extraños, la arquitectura se define, en estos términos, como la
delimitación de una porción de espacio interior respecto de un exterior hostil; esta
primera condición la podemos llamar control físico medioambiental e incluye la
eficacia constructiva. En segundo lugar, la arquitectura se define como la eficacia
funcional del edificio en términos del programa que debe satisfacer, de las
actividades humanas que se realizan según el tipo de edificio: edificios
gubernamentales, teatros, bibliotecas, museos, hospitales prisiones, juzgados, hoteles,
bancos, edificios comerciales y de oficinas, estaciones de tren, escuelas,
universidades, etc. Hannes Meyer, sucesor de Walter Gropius como director de la
Bauhaus, justo antes de Mies van der Rohe, escribe un casi manifiesto funcionalista
llamado “Construir”, en el que explica lo que es la arquitectura en los siguientes
términos:
“Todas las cosas de este mundo son producto de la fórmula: función x economía. Todas
estas cosas, por tanto, no son obras de arte. Todo arte es composición y, en
consecuencia, antifuncional. Toda vida es función y, por ello, no artística…
La arquitectura como “obra emotiva del artista” no tiene justificación.
La arquitectura como “continuidad de la tradición arquitectónica” supone dejarse
arrastrar por la historia de la arquitectura.
La interpretación funcional, biológica, de la arquitectura como configuración de las
funciones de la vida, lógicamente lleva a la construcción pura; este mundo de formas
constructivas no tiene un país nativo; es la expresión de una actitud internacional en
arquitectura. El internacionalismo es un privilegio del periodo. La construcción pura es el
fundamento y el signo del nuevo mundo de formas.
1. Vida sexual. 2. Hábitos de sueño. 3. Animales domésticos. 4. Jardinería. 5. Higiene
personal. 6. Protección del clima. 7. Higiene en la casa. 8. Mantenimiento del coche. 9.
Cocinar. 10. Calefacción. 11. Soleamiento. 12. Servicios.
Estos son los únicos motivos de la construcción de la vivienda. Examinamos la rutina
diaria de todos los que viven en ella y esto nos da el diagrama funcional para el padre,
la madre, los niños, el bebé y otros ocupantes, exploramos la relación entre la casa y sus
ocupantes con el mundo exterior…”286
152
ARQUITECTURA Y HABITAR
“Se habla por todas partes, y con razón, de la escasez de viviendas. Se intenta evitar
esta escasez haciendo viviendas, fomentando la construcción de viviendas,
planificando toda la industria y el negocio de la construcción. Por muy dura y amarga,
por muy embarazosa y amenazadora que sea la carestía de viviendas, la autentica
287 Las Darmstädter Gespräch fueron una serie de coloquios desarrollados entre 1950 y 1975, eran
públicos y asistía un público no especializado. El que nos ocupa fue el segundo coloquio
dedicado al tema general de “El hombre y el espacio” (Mensch und Raum). Intervino también,
entro otros, Oretga y Gasset con la conferencia “El mito del hombre allende la técnica”
288 Gesamtausgabe. Band 7. Vorträge und Aufsätze. “Bauen Wohnen Denken”. Vittorio
Klostermann GmbH. Frankfurt am Main, 2000. Hay una traducción española: Conferencias y
artículos. “Construir, habitar, pensar”. Odós. Barcelona, 1994. Citamos GA7 y a continuación el
número de página.
153
ARQUITECTURA Y HABITAR
289 GA7, p. 156
290 GA7, p. 140
291 Idem.
292 GA7, p. 141
293 GA7, p. 155.
294 GA 9. Wegmarken. “Brief über den Humanismus“, p. 338
295 GA7, p. 143
154
ARQUITECTURA Y HABITAR
“preservado de daño y amenaza […] Habitar, haber sido llevado a la paz, quiere decir:
permanecer a buen recaudo, apriscado en lo libre, es decir, en lo libre que cuida toda
cosa llevándola a su esencia”296.
En el sentido activo uno habita si es él que cuida y guarda cada cosa del lugar
dejado que sea según su propia esencia:
Habitar significa pues, por un lado, ser cuidado por el mundo, en una especie
de seguridad fundamental, libre de peligro; por el otro lado, significa el cuidado y
conservación del mundo. ¿Por qué no puede el hombre sentirse seguro y confiado en
el mundo moderno, como sostiene Heidegger? ¿Por qué no cuida del mundo y se deja
cuidar por él? ¿Por qué no siente confianza, sino hostilidad? La respuesta es porque
nuestro mundo y nosotros mismos estamos sometidos a la violencia de la tecnología. El
problema del habitar parece ser un problema moderno que no tenían las épocas
anteriores. Por esta razón al final de la conferencia Heidegger pone como ejemplo de
edificio que sí permitía habitar –o con más rigor, el habitar que permitió construir este
edificio – una granja de la Selva Negra, todavía no tocada por la tecnología:
“Pensemos por un momento en una casa de campo de la Selva Negra que un habitar
todavía rural construyó hace siglos. Aquí la asiduidad de dejar que tierra y cielo, divinos
y mortales entren simplemente en las cosas ha erigido la casa. Ha emplazado la casa en
la ladera de la montaña que está a resguardo del viento, entre las praderas, en la
cercanía de la fuente. Le ha dejado el tejado de tejas de gran alero, que, con la
inclinación adecuada, sostiene el peso de la nieve y, llegando hasta muy abajo,
protege las habitaciones contra las tormentas de las largas noches de invierno. No ha
olvidado el rincón para la imagen de nuestro Señor, detrás de la mesa comunitaria; ha
aviado en la habitación los lugares sagrados para el nacimiento y “el árbol de la
muerte”, que así es como se llama allí al ataúd; y, así, bajo el tejado, a las distintas
edades de la vida les ha marcado de antemano la impronta de su paso por el tiempo.
296 Idem.
297 Idem.
155
ARQUITECTURA Y HABITAR
Un oficio, que ha surgido él mismo del habitar, que necesita además sus instrumentos y
sus andamios como cosas, ha construido la casa de campo”298.
“La indicación de la casa de campo de la Selva Negra no quiere decir en modo alguno
que deberíamos, y podríamos, volver a la construcción de estas casas, sino que ésta,
con un habitar que ha sido, hace ver cómo este habitar fue capaz de construir”299.
298 GA7, p. 155
299 Idem.
156
ARQUITECTURA Y HABITAR
300Se encuentra en la misma compilación, hecha por el propio Heidegger que “Bauen Wohnen
Denken”. Gesamtausgabe. Band 7. Vorträge und Aufsätze. Vittorio Klostermann GmbH. Frankfurt
am Main, 2000. “Die Frage nach der Technik”, pp. 31, 32 (traducción: Conferencias y artículos.
“La pregunta por la técnica”. Barcelona: Odós, 1994.)
157
ARQUITECTURA Y HABITAR
puente de madera que deja al río seguir su curso y una presa hidroeléctrica que
convierte el río en reserva de energía. O la vieja granja de la Selva Negra con una
granja mecanizada con subsidios de la U.E. que ocupa su lugar en la red de suministros
de la industria de la alimentación. Si la técnica antigua existía en armonía y respeto
con el entorno natural, la tecnología moderna parece violentarlo. No se debe
entender la diferencia entre la técnica antigua y moderna como la diferencia entre la
artesanía y la máquina, sino que la diferencia reside en la comprensión, el uso, que
hacemos de ambas herramientas. Heidegger no rechaza la tecnología, sino su uso, es
decir, la comprensión del mundo implícita en la relación tecnológica con él. Lo que se
cuestiona no es la tecnología misma, sino la esencia de la tecnología:
Técnica antigua
En la Pregunta por la técnica Heidegger dice que la “técnica” antigua o
téchne es un hacer que “saca a la luz”, “hace brotar”, “lleva a la manifestación”, lo
que ya está ahí implícitamente:
Como hemos visto en el análisis del Origen de la obra de arte, aquí Heidegger
repite que la palabra griega para verdad, para “sacar a la luz”, “llevar a
manifestarse”, “hacer visible” es poíesis. La poíesis, dice Aristóteles, se encuentra no
sólo en el hacer humano, sino también en la naturaleza: “todas las cosas que llegan a
ser se manifiestan, algunas por physis, otras por téchne”303. La poíesis se divide en dos
tipos: el primero es physis, lo que se manifiesta por sí mismo, sin ayuda externa, por
ejemplo, una semilla brota y se manifiesta como flor. El segundo es téchne, lo que se
manifiesta mediante la ayuda del artesano o artista.
“La physis es incluso poíesis en el más alto sentido, porque lo physei tiene en sí mismo la
eclosión del traer-ahí-delante (Hervorbringen), por ejemplo, la eclosión de las flores en la
floración. En cambio, lo traído-ahí-delante de un modo artesanal y artístico, por ejemplo,
301 GA 7 (La pregunta por la técnica), pp. 31, 32.
302 GA7, p. 16.
303 Aristóteles. Física 199 A 7, 9.
158
ARQUITECTURA Y HABITAR
“Piénsese. El hombre ha trabajado desde los catorce años, doce horas diarias, en el
gremio. No es maravilla que vea el mundo diferente al pintor. Cuando toda una parte
de su vida se pasa trabajando sólo en piedra, se empieza a pensar pétreamente. El
hombre tiene un ojo pétreo, que convierte a las cosas en piedra. Al hombre se le ha
vuelto una mano de piedra. Bajo su mirada, bajo su mano, la hoja de acanto y la de
304 GA 7., p. 15.
305 GA7, pp. 11, 12.
306 Loos, A. “Maestro guarnicionero” Ornamento y delito y otros escritos. Barcelona: Gustavo Gili,
1972, pp. 90, 91. Ver también el artículo de Quetglas, J. “No te hagas ilusiones”. Revista El
Croquis, 49/50. Madrid: El Croquis Editorial, 1991, p. 23.
159
ARQUITECTURA Y HABITAR
parra tiene otra apariencia que bajo la mirada y la mano del platero. Pues éste lo ve
todo en metal”307
307 Loos, A. “Los muebles del año 1898”. Escritos I 1897-1909. Op. Cit., p. 182
308 Young, J. Heidegger’s later Philosophy. Cambridge University Press, 2002, pp. 39, 40.
309 Vésely, D. Op. Cit., p. 441.
160
ARQUITECTURA Y HABITAR
Las actividades humanas tienen una continuidad con el brotar natural. Tanto la
técnica como la naturaleza son poiésis, es decir, tanto el mundo natural como el
humano se comprenden como un brotar y surgir a la luz: tanto el árbol como el templo
se conciben como surgiendo, manifestándose, pero ¿de dónde?. Según Heidegger,
de lo oscuro, misterioso, oculto. Los griegos experimentaban el mundo como llevado y
sustentado en lo visible desde lo invisible e incomprensible. Es decir: el mundo se
experimentaba como mostrándose y, simultáneamente, con una referencia a aquello
desde lo que se mostraba. Lo visible era pues sólo una cara de lo que hay, la otra se
daba precisamente como la otra cara: como invisible pero supuesta en lo visible. En
una palabra: des-oclutamiento.
Hay que pensar esto en los términos de polemos, confrontación (Aus-einander-
setzung), combate (Streit) que hemos visto en relación al templo griego: hay una
oposición entre mundo y tierra, en el sentido de contraste, oposición, diferencia o
batalla. Que la luz o lo abierto (mundo) se opone a lo oscuro, oculto o cerrado (tierra)
quiere decir que lo oculto se manifiesta en esta oposición, se des-oculta. Por esto todo
el paisaje griego estaba preñado de la presencia de lo misterioso o “todo está lleno de
dioses”. El mundo se mostraba a los griegos como un lugar sagrado. Y el templo, como
hemos visto, señalaba, estos lugares sagrados, estaba orientado hacia ellos, y
ocultaba en lo oscuro de la naos el dios o la diosa, desde donde se expandía, salía a
la luz, mediante las columnas. Esta doble cara de la experiencia del mundo es la que
se expresa en la palabra griega para verdad: Aletheia, llevar a la luz desde lo que se
oculta. La consecuencia directa, en cuanto a la técnica antigua se refiere, es que la
relación con el entorno era de respeto y reverencia, o como Heidegger dice como
definición del habitar, de “tener cuidado” y “cuidar” por la “presencia” de lo oculto. Y
las actividades técnicas consistían en dejar llegar lo que viene, en permitir, a través de
la técnica o de las actividades creativas, que las cosas completaran su auto-
310 Young, J. Op. Cit., p. 41.
161
ARQUITECTURA Y HABITAR
manifestación, esto es, desde sí mismas y no desde alguna instancia exterior a la cosa
misma.
El mundo se mostraba a los griegos como poíesis, como lugar preñado del
misterio que subyace a lo que sale a la luz, como lugar “encantado”. En ocasiones
Heidegger describe la experiencia antigua de las cosas en términos de su
irreductibilidad de cosa. Pone así el acento en las cosas como cosas, en su ser pura y
simplemente cosas, en que tienen una presencia en sí misma, luminosa, radiante, que
desde su presencia no remiten a otra cosa, sino a su otro lado, al fondo oculto sobre el
que se sustentan. Un lugar donde la poíesis sobrevive en el mundo moderno es en el
arte, una esfera delimitada que permite precisamente atender a la cosa, mostrarla en
su irreductible presencia como cosa.
Se puede criticar que esta visión de los griegos está cargada de nostalgia, que
estos griegos son los griegos de Heidegger y no los griegos reales311. Pero ¿qué quiere
decir “real” cuando nos referimos a la historia? Sobre ello la hermenéutica ha
mostrado las dificultades de pretender remontarse a una época antigua para saber
cómo era “realmente”, como si pudiéramos abstraernos de nuestro horizonte y
trasladarnos a otro ya inexistente312. Al respeto podemos decir que los griegos tienen el
papel de “origen” y dicho papel tiene el propósito de proporcionar un modelo ideal
con una doble función: una, que sirve como contraste antitético para mostrar con
claridad las deficiencias de nuestra época, de la violencia de la tecnología moderna;
dos, que sirve como guía para propiciar otro tipo de experiencia del mundo, es decir,
un modelo que es a la vez una posibilidad, un origen que es un fin. Es en este sentido
que Heidegger pone el ejemplo de la casa de campo de la Selva Negra en la
conferencia de Darmstadt, no como ejemplo actual, sino como contra modelo que
hace ver la situación presente.
Tecnología moderna
¿Qué diferencia hay entre la técnica antigua y la tecnología moderna? La
característica más definitoria de nuestra tecnología es la violencia y dominio que
ejerce sobre la naturaleza. Con esto está ya hoy en día todo el mundo de acuerdo, no
sólo los ecologistas. Quien no lo estaba a principios del siglo XX, la mayor parte de
311Young, J. Op. Cit., p. 43.
312Precisamente para hacer frente a este problema de la comprensión histórica la
hermenéutica proporciona los conceptos de “fusión de horizontes” (el nuestro con el de una
época pasada) y el de “historia efectual” (Wirkungsgeschichte) en el que resuelve la tensión
entre la historia efectiva, el acontecer histórico “real” (Geschichte) y nuestro relato o explicación
del mismo (Historie). (ver Pedragosa, P. Art i hermenéutica. Homentage a Gadamer. Barcelona,
Instiut d’Estudis Catalans)
162
ARQUITECTURA Y HABITAR
313 Leyte, A. Heidegger. Madrid: Alianza Editorial, 2005, p. 231
314 Idem.
315 GA 7., p. 20.
316 GA7, pp. 21, 22.
163
ARQUITECTURA Y HABITAR
términos de utensilios, de los usuarios de los utensilios y de los usuarios de los productos
de ese uso. El mundo cotidiano es idéntico al mundo del trabajo: tratar con utensilios
es “la manera en que el Dasein cotidiano es siempre”. Producir, trabajar, es la
característica esencial del ser humano de todas las épocas y de toda cultura, es su
cotidianidad. La práctica técnica es una característica universal del ser humano, que
se ha dado en todas las épocas, desde el hombre primitivo que manipula una piedra
para hacer un cuchillo. El hombre, según Heidegger, es esencialmente el ser que
produce cosas, que trabaja.
El ser humano es, pues, casi todo el tiempo un trabajador, un ser técnico
implicado en actividades técnicas. Pero el trabajo requiere que las cosas se muestren
de manera adecuada al trabajo: como recursos disponibles. Esto era tan cierto para
los griegos como para nosotros. No hubieran podido construir un templo si las cosas no
se hubieran mostrado como recursos: el valle rocoso como lugar firme para soportar el
peso del edificio, el emplazamiento como lugar accesible, y no se hubiera podido
organizar la construcción de un templo si los albañiles, escultores y pintores no se
hubieran mostrado como recurso humano. Entonces ¿qué diferencia la técnica
moderna de la antigua?
Toda técnica requiere que las cosas se muestren como recurso disponible, lo
que distingue a la tecnología moderna de cualquier otra técnica (premoderna o de
otras culturas) es que las cosas se muestran exclusivamente como recursos disponibles.
Es decir, lo excepcional de la época moderna es su unilateralidad, que las cosas no
tienen otro modo de mostrarse que no sea el de recurso disponible, mientras que en la
técnica antigua era sólo un modo, entre otros, de mostrarse las cosas. Antiguamente
las cosas se mostraban como recurso y algo más, la modernidad ha perdido este
“algo más” y esta pérdida es lo que da a la tecnología su carácter violento y
dominador. La tecnología moderna
“elimina toda otra posibilidad de revelación. Por encima de todo, el Gestell impide
aquel salir de lo oculto que, en el sentido de la poíesis, hace venir delante, deja
aparecer a lo presente… Lo que amenaza al hombre no viene en primer lugar de los
efectos posiblemente mortales de las máquinas y los aparatos de la técnica. La
auténtica amenaza ha abordado ya al hombre en su esencia. El dominio del Gestell
amenaza con la posibilidad de que al hombre le pueda ser negado entrar en un hacer
salir de lo oculto más originario, y que de este modo le sea negado experienciar la
exhortación de una verdad más inicial”317.
317 GA7, p. 31, 32.
164
ARQUITECTURA Y HABITAR
Otra manera de decirlo es que las cosas han dejado de ser-en-sí y ahora sólo son-para-
318
nosotros. Hay objetos que no tienen ser-en-sí como las máquinas y artefactos en general, su
naturaleza es ser-para-nosotros. Una manera de describir el Gestell es decir que todo aparece
como herramienta o máquina, que todo es-para-nosotros: “el mundo es una gigantesca
gasolinera”. Ver Young, J. Op. Cit., p. 51.
165
ARQUITECTURA Y HABITAR
sentido de que tenemos una imagen de nuestra época (toda época la tiene), sino en
el sentido de que vivimos en la época del mundo como imagen, la época en que el
mundo se ha convertido exclusivamente en una imagen de sí mismo. Esto quiere decir
que, como en una imagen, el mundo es sólo lo que vemos en él, su estricta visibilidad
pero, además, lo que vemos es sólo lo que nuestro punto de vista revela: “en todas
partes y siempre uno se encuentra sólo a sí mismo”, el mundo ha perdido profundidad,
se ha vuelto plano como una imagen y, además, esta visión del mundo se ha vuelto
exclusiva y exhaustiva de todo lo que hay. Pero entonces esta visión tecnológica del
mundo, devenida la única, se malinterpreta a sí misma pues toda visión es siempre sólo
una perspectiva, un horizonte. Es esencial a todo horizonte tener un límite, el que
separa lo que se ve o comprende, de lo que hay más allá de él que ni se ve ni se
comprende. Y es inherente a un sólo punto de vista inmovilizar lo que esencialmente se
abre a una dinámica de puntos de vista cambiantes (como muestra cabalmente la
fenomenología de la percepción). Pretender tener un horizonte absoluto, un horizonte
sin límites, y un exclusivo punto de vista, es pretender hacer de la comprensión
humana algo inhumano.
Podemos comparar los diferentes mundo históricos, griego, medieval, moderno
con un mapa topológico en el que se detallan las diferentes regiones y las gentes que
habitan en ellas. Nuestro mapa consistiría en los tipos de cosas que hay y las regiones
en las que están. Este mapa lo tiene internalizado todo miembro de la cultura
correspondiente pues lo usa inconscientemente en la medida que es un miembro
competente en esa cultura. El mapa griego dividiría el mundo en, al menos, dos
regiones: la tierra (donde habitan los mortales) y el cielo (habitado por los dioses). El
mapa medieval se compondría de la tierra (mortales), cielo (Dios) e infierno
(condenados).319 El mapa moderno está definido (o indefinido) por una sola región, el
Gestell, que se extiende hasta el infinito; el mapa topológico, que es un mapa del
sentido que tienen las cosas en un mundo histórico, en el mundo moderno coincide
con el mapa físico del universo entendido como espacio infinito. Este es otro sentido
que tiene identificar el mundo moderno con su imagen, el mundo identificado con su
extensión espacial y, por esta razón es inhabitable: es la falta de sentido que se
desprende de saberse en un planeta errante en una esquina de un espacio sin fin. Esta
incapacidad de habitar está expresada en los inicios de la modernidad por la angustia
de Pascal: “el silencio eterno del espacio infinito me produce terror”. El Geviert será el
intento de Heidegger de articular regiones en nuestro mapa de sentido, unas regiones
limitadas que permitan dar una orientación, un sentido, al “desencantamiento” o al
desarraigo de la vida moderna.
319 Young, J. Heidegger’s Philosophy of Art, Op. Cit., pp. 23,24
166
ARQUITECTURA Y HABITAR
El peligro que la tecnología supone para el habitar va incluso más allá hasta
incluir al propio ser humano. El Gestell, que provoca a la naturaleza y reduce todas las
cosas a sólo una de sus múltiples maneras de presentarse, a saber, la de presentarse
como material disponible para el uso, incluye también al ser humano. La construcción
más terrible surgida de la residencia en el Gestell fue la de los campos de
concentración, esas fábricas de muerte que redujeron a los seres humanos a material
humano. La completa oposición al habitar que cuida y protege a las cosas y a los
seres humanos fue el desarraigo en los campos de exterminio. El habitar que hizo
posible la arquitectura pre tecnológica no es ya recuperable. ¿Cuál es el habitar que
corresponde a la época de la tecnología y la arquitectura que le corresponde? O
dicho de otro modo: ¿Puede haber arquitectura después de Auschwitz?
La tecnología moderna impide comprender el mundo “poéticamente” como
saliendo a la luz, manifestarse, que mantiene una referencia a aquello de lo que surge,
que es esencialmente incomprensibilidad y, por tanto impide tratar el mundo con
cuidado y reverencia. Dice Heidegger citando a Hölderlin que “poéticamente habita
el hombre sobre esta tierra”320. La conocida afirmación de Le Corbusier de que la casa
es une machine à habiter321 y que podemos interpretar diciendo que
“mecánicamente habita el hombre sobre esta tierra” se encuentra en las antípodas
de Hölderlin. Parece que si la tecnología moderna impide comprender el mundo
“poéticamente”, como saliendo a la luz, manifestarse y, por tanto, impide tratar el
mundo con cuidado y reverencia, entonces la única solución es compensar la
tecnología de la construcción con el arte de la construcción, con la arquitectura. ¿Se
puede interpretar la máquina poéticamente mediante la arquitectura, mediante el
arte?
320 GA 7., p. 39.
321 Le Corbusier. Towards a New Architecture. The Architectural Press. Londos, 1946, p. 89.
167
ARQUITECTURA Y HABITAR
“El rasgo fundamental del habitar es este cuidar (mirar por). Este rasgo atraviesa el
habitar en toda su extensión. Ésta se nos muestra así que pensamos en que en el habitar
descansa el ser del hombre, y descansa en el sentido del residir de los mortales en la
tierra. Pero “en la tierra” significa “bajo el cielo”. Ambas cosas cosignifican “permanecer
ante los divinos” e incluyen un “pertenecer a la comunidad de los hombres”. Desde una
unidad originaria pertenecen los cuatro —tierra, cielo, los divinos y los mortales— a una
unidad”322
¿Como comprender, sin salir del mundo moderno, la relación del hombre y el
mundo como habitar cuando éste significa salvar la tierra, recibir el cielo, esperar a los
322 GA 7.,(Construir, habitar, pensar), p. 143
168
ARQUITECTURA Y HABITAR
Tierra y cielo
Veamos qué significan cada uno de los cuatro elementos:
Tierra y cielo: Para Heidegger la tierra es el suelo que nos soporta y sostiene. En
el Origen de la Obra de Arte insiste también en la Tierra:
“Sólo se muestra cuando permanece sin descubrir y sin explicar. Asimismo la tierra hace
que se rompa contra sí misma toda posible intromisión. Convierte en destrucción toda
curiosa penetración calculadora. Por mucho que dicha intromisión pueda adoptar la
apariencia del domino y del progreso, bajo la forma de la objetivación técnico-
científica de la naturaleza, con todo, tal domino no es más que una impotencia del
querer. La tierra sólo se muestra como ella misma, abierta en su claridad, allí donde la
preservan y la guardan como ésa esencialmente indescifrable que huye ante cualquier
intento de apertura; dicho de otro modo, la tierra se mantiene constantemente
cerrada”324.
“Para aparecer ella misma como tierra en el libre aflujo de su cerrarse a sí misma, la
tierra no puede prescindir de lo abierto del mundo. Por su parte, el mundo tampoco
puede deshacerse de la tierra si es que tiene que fundarse sobre algo decidido como
reinante amplitud y vía de todo destino esencial”325.
323 GA 7., p. 145
324 GA5 (Origen de la obra de arte) pp. 35,36
325 GA5, 38
169
ARQUITECTURA Y HABITAR
“reciben el cielo como cielo. Dejan al sol y a la luna seguir su viaje; a las estrellas su ruta;
a las estaciones del año, su bendición y su injuria; no hacen de la noche día ni del día
una carrera sin reposo”326.
326 GA7 (Construir, habitar, pensar), p. 145.
170
ARQUITECTURA Y HABITAR
Mortales y divinidades
Mortales. Son, obviamente, los seres humanos. Con el término “mortales”
Heidegger enfatiza la finitud de la existencia humana porque la dificultad que tienen
los hombres modernos para habitar en el mundo es su dificultad en aceptar la muerte,
no querer afrontarla y, de este modo, negarla. Durante siglos la casa era el lugar del
nacimiento y de la muerte. El lugar donde se llegaba al mundo, donde se daba a luz, y
desde donde se partía, en el velatorio del difunto. Nacimiento y muerte eran
celebraciones del misterio de la vida. Pero hoy en día este misterio que rodeaba al
nacimiento y, sobre todo, a la muerte ha desaparecido y se ha hecho visible a la luz
pública pues se nace en clínicas y se muere en hospitales.
Si miramos de cara a la muerte experimentamos terror, el horror del vacío. Es
por esta razón que, como Heidegger expone con detalle en Ser y tiempo, evitamos la
confrontación directa, cubriéndola con eufemismos y dándole la espalda. Si irrumpe
por accidente lo atribuimos a una causa externa o a un “error en el sistema sanitario” y
siempre la retrasamos a un futuro indefinido, algo que ocurrirá mañana pero nunca
ahora. El temor ante la muerte se convierte entonces en intranquilidad y angustia, y
con angustia el mundo se experimenta como amenaza y si no se puede tener
confianza y seguridad en el mundo, uno no se puede sentir en él en casa y no puede
habitar en él.
Por esta razón Heidegger describe el mundo en Ser y tiempo en términos tan
negativos como: estar lanzado, abandono, angustia, muerte, la nada. Es incompatible
la angustia con el habitar y se identifica la inhospitalidad o desarraigo (Unheimlichkeit,
Heimatlosigkeit)327 con la condición moderna. Heidegger ya había apuntado la salida
de esta situación mediante la existencia auténtica, aquélla que afronta la muerte con
resolución, que se apropia de la esencia humana como mortal328. En el contexto de la
conferencia que estamos estudiando la incapacidad de aceptarse como mortales es
la incapacidad de aceptar el paso del tiempo, del crecimiento y la decadencia, de
negar lo que nos une al tiempo. Los mortales habitan, dice, si se introducen en su
propia naturaleza de manera que pueda haber una buena muerte:
“Los mortales habitan en la medida que conducen su esencia propia —ser capaces de
la muerte como muerte— al uso de esta capacidad, para que sea una buena
muerte”329
327 Sobre la diferencia entre inhospitalidad y desarraigo ver el apartado siguiente “Geviert y
Gestell”.
328 Tratamos este aspecto en el capítulo siguiente “Qué significa habitar?
329 GA 7., p. 145.
171
ARQUITECTURA Y HABITAR
330 Ver nuestros análisis del muro como formador de espacio de Hans van der Laan (parte III,
capítulo Narraciones sobre el origen de la arquitectura) y el apartado “La tierra como” suelo del
capítulo Características del espacio vivido de la siguiente parte.
331 Harries, K. Op. Cit., p 161.
332 GA 7., p. 145.
333 Idem.
172
ARQUITECTURA Y HABITAR
son parte del Geviert dentro del cual el habitar debe permanecer, entonces ¿cómo el
habitar puede esperar una medida y dirección si ésta es desconocida? Su sugerencia
de que debemos esperar lo que se oculta parece poco eficaz para los arquitectos
que deben construir.
Dios ha muerto y con su muerte la edificación en que los europeos han
habitado durante siglos ha perdido su fundamento. Y, sin embrago, Heidegger insiste,
con una visión arcaica y primordial, en que debemos estar atentos a aquello que se
ha retirado pero cuya llamada es silenciosa. De este modo los arquitectos deberían
construir como una respuesta precaria a esa llamada. Pero esto sigue siendo
demasiado vacío e, incluso, irritante para la tarea arquitectónica. ¿Cómo pueden las
divinidades contribuir en algo a la arquitectura? Creemos que las divinidades cumplen
el papel que en Ser y tiempo tenía la figura del héroe334.
Las divinidades estaban asociadas antiguamente con las leyes divinas de una
comunidad y que tenían la función de reunir a los individuos por medio de hacer
presente y de articular la comprensión fundamental de su modo de vida, su ethos
fundamental. Las divinidades eran las leyes respetadas por los miembros de un grupo
que compartían una cultura y una historia común. Perdida la autoridad divina después
de la Ilustración, se deben buscar los nuevos modelos en la historia. Así lo reconoce
Heidegger en Ser y tiempo cuando dice que la única autoridad que el hombre libre
puede reconocer es la de la herencia histórica335, en ella se encuentra la autoridad
que provee la base para la crítica de las prácticas actuales, de lo que dice la opinión
pública.
Ahora bien, la historia nos habla no sólo con una voz, sino con muchas. Según
Heidegger hay que escoger: para vivir una vida con significado hay que escoger un
héroe336 (Heidegger escogió el suyo: el poeta Hölderlin). Las posibilidades encarnadas
en la tradición histórica de una cultura se hallan personificadas en las figuras de los
héroes. Viviendo una vida libre y autónoma el hombre se debe a su héroe “siguiendo
lealmente los pasos” de aquellos personajes ejemplares de su cultura que son
apropiados a su situación particular. Podemos interpretar las divinidades como las
posibilidades preservadas en la herencia histórica que se actualizan y se proyectan
hacia delante siguiendo e interpretando el modelo del héroe que cada uno ha
escogido.
Esto lo podemos aplicar a la arquitectura. El arquitecto, queriendo hacer una
contribución original (en los dos sentidos de la palabra: de principio y de novedad, lo
334 Esta es la interpretación de Harries, K. Op. Cit., pp. 209-210. Y de Young, J, Heidegger’s later
173
ARQUITECTURA Y HABITAR
174
ARQUITECTURA Y HABITAR
Geviert/ Gestell
Heidegger reúne los cuatro elementos del Geviert en la unidad que permite
habitar:
“Las cosas mismas albergan el Geviert sólo cuando ellas mismas, en tanto que cosas,
son dejadas en su esencia”338.
337 GA7 (Construir, habitar, pensar), p. 145.
338 GA7, p. 146.
175
ARQUITECTURA Y HABITAR
(Heimatlosigkeit), ya no hay más penuria”339. ¿Qué quiere decir que con sólo meditar o
considerar la inhospitalidad o desarraigo, desaparece la penuria del habitar?
Los términos inhospitalidad (Unheimlichkeit) y desarraigo (Heimatlosigkeit)340
requieren una aclaración importante para nuestra argumentación. Como hemos visto
Heidegger usa el término “Heimatlosigkeit” en obras como Construir, habitar, pensar y
la Carta sobre el Humanismo para referirse a la condición del hombre moderno. Por
otro lado, como vamos a ver a continuación, Heidegger usa el término
“Unheimlichkeit” o “Nicht-zuhause-sein” en Ser y tiempo (§40) para referirse a la
constitución esencial del Dasein o ser humano. Por tanto la Heimatlosigkeit, en
principio, no es la condición del ser humano como tal, sino sólo la del hombre
moderno. Puesto que la Unheimlichkeit es esencial al hombre, según nuestra
interpretación la Heimatlosigkeit o desarraigo es la forma epocal —moderna— en que
se manifiesta la Unheimlichkeit o inhospitalidad esencial.
Según Heidegger, pues, la inhospitalidad es la condición fundamental de
nuestra existencia, algo que no se puede superar. Según nuestra interpretación, justo
cuando meditamos esta condición en su forma moderna, cuando consideramos el
desarraigo y lo asumimos como propio, como dice en Construir, habitar, pensar, si bien
no lo erradicamos, sí que deja de ser una penuria. Asumir la inhospitalidad/ desarraigo
esencial del mundo es pues lo único que permite crear las condiciones para habitar
auténticamente en el mundo. La arquitectura que quiera propiciar las condiciones
para habitar el mundo debe entonces asumir primero la inhospitalidad. Veamos
primero en qué sentido y porqué la inhospitalidad es fundamental para nuestra
existencia y después veremos las posibilidades arquitectónicas de dar respuesta a esta
condición.
339 GA7, p. 156.
340José Gaos traduce “Unheimlichkeit” por “inhospitalidad“, Jorge E. Rivera por “desazón”, (ésta
última no nos resulta convincente por sus connotaciones psicológicas). Nosotros la traducimos
por “inhospitalidad” o “intemperie”. Arturo Leyte traduce “Heimatlosigkeit” en la Carta sobre el
”Humanismo” por “desterramiento” y Eustaquio Barjau por “falta de suelo natal” en Construir,
habitar, pensar. Nosotros optamos por “desarraigo”.
341 SuZ, §40, p.189
176
ARQUITECTURA Y HABITAR
342 SuZ, § 29. Stimmung
343 SuZ, §31. Verstehen
344 SuZ, pp. 134ss, 284
345 SuZ, p.189
346 SuZ, p.251
347 SuZ, p.276
177
ARQUITECTURA Y HABITAR
situación existencial, para rescatarnos del olvido en que tendemos a encubrir nuestra
condición.
El punto crucial de la meditación de Heidegger es que tendemos a encubrir la
verdad de nuestra existencia porque es dolorosa, es más fácil y cómodo ignorarla, no
querer tener conciencia, no afrontar que hemos sido lanzados al mundo y del que
seremos lanzados. Supone un esfuerzo salir de la situación de olvido, arrancarse de la
no verdad en la que nos refugiamos. Hay que querer tener conciencia348. Pero si
huimos de nosotros mismos y de nuestra condición ¿hacia donde huimos? Delante de
la inhospitalidad del mundo la única forma de huída posible es el cerramiento, el
encubrimiento349 de esta verdad. Este movimiento de huida y de encubrimiento es lo
que Heidegger llama “caída”. A la existencia caída, a la existencia encubierta, la que
huye, Heidegger la llama “existencia impropia”. A la que asume su verdad, la que
asume la inhospitalidad y la muerte, la llama “existencia propia”. En este sentido
decimos nosotros que esta huída a un lugar seguro de la intemperie es una habitar
inauténtico.
¿En qué consiste la caída? ¿Cómo encubre el ser humano la verdad de su ser?
¿Cómo es la existencia impropia o el habitar inauténtico? Dicho de otro modo,
¿dónde nos refugiamos? En la existencia impropia no nos hacemos cargo de nuestra
libertad, desatendemos la responsabilidad de nuestra existencia y nos dejamos
arrebatar las decisiones de nuestra vida por lo que Heidegger llama la “publicidad” o
el “uno” y también podemos llamar “las masas”. En vez de hacer lo que propiamente
consideramos, hacemos lo que “se” hace, lo que “uno” considera correcto350.
La inautenticidad es el estado en que todos “caemos”, en el que caigo
cuando no soy consciente de mi mismo, cuando no soy yo, sino cualquiera, uno como
cualquier otro. Es una situación en la que no me apropio de mi mismo y no puedo
hablar o hacer en primera persona porque repito “lugares comunes” tanto en lo que
digo (repito lo que “se” dice) como en lo que hago (Heidegger incluso dice que me
aparto de las masas como uno “se” aparta de ella). Esta situación es confortable y
cómoda precisamente porque como no soy propiamente yo, no tengo ninguna
necesidad de responsabilizarme de lo que digo o hago.
En la caída buscamos maneras de ser en las que poder reprimir el saber sobre
el propio ser: maneras de la dispersión (Zerstreuung) cuya función es encubrir y
distraerse en la trivialidad cotidiana351. La caída en la impropiedad es constitutiva de
nuestra manera de ser y no puede erradicarse ya que la tendencia a la caída es
348 SuZ, p.288. Gewissenhabenwollen
349 SuZ, pp. 256, 331
350 SuZ, p.175
351 SuZ, §§ 35-37
178
ARQUITECTURA Y HABITAR
352 Nuestra interpretación de la relación entre Unheimlichkeit y Heimatlosigkeit es, tal como
179
ARQUITECTURA Y HABITAR
Corbusier y corregirle diciendo que la casa no es sólo une machine à habiter, sino
también une machine à méditer353.
En definitiva, sólo hay arquitectura cuando se afronta la inhospitalidad del
mundo y la precariedad de la existencia. Ésta proporciona el impulso esencial para
superarla, aunque esta superación sea imposible. La inhospitalidad es insuperable pero
no, al menos, la penuria de la inhospitalidad. Ahora comprendemos porqué Heidegger
dice que “tan pronto como el hombre medita su desarraigo ya no hay más miseria”.
En efecto, meditar la inhospitalidad, afrontarla, seguir la voz de la conciencia, ya es
haber salido del encubrimiento, entonces podemos proyectar un lugar donde habitar,
lo cual se presenta como una tarea, sabiendo, sin embargo, que la inhospitalidad no
es algo que se pueda superar; no podemos llegar a construir un lugar auténtico en el
mundo porque el desarraigo es una condicional esencial al ser humano. Con la
meditación y la adecuada arquitectura podemos superar la penuria de la
inhospitalidad pero no la inhospitalidad misma.
La inhospitalidad no es algo que se pueda superar. Si el habitar es la esencia
humana, nunca podremos llegar a poseerla definitivamente porque sólo se resuelve
en la existencia misma, nunca estamos definitivamente en casa, sino en el camino a
casa. El desarraigo, la inhospitalidad, no es sólo un problema moderno, sino un
problema del hombre como tal, de cualquier época y cultura. Sólo que en la época
moderna ha adquirido la forma del Gestell, de la ciencia y de la tecnología. El habitar
auténtico, el Geviert, es una búsqueda constante nunca satisfecha; el habitar
auténtico no significa tanto estar ya en casa como un continuo viaje a casa354.
Antes hemos dicho que no habría filosofía, búsqueda de la sabiduría, si lo
supiéramos todo, si no hubiera ocultamiento, oscuridad, error e ignorancia. La
oscuridad llega a la luz, en la medida que se puede, en la filosofía, pero ésta debe
dejar también ser a la oscuridad. Lo mismo vale para la arquitectura: Si se llegara a
realizar la casa ideal para el auténtico habitar, se pondría fin a esa búsqueda. Con la
llegada a casa, con la construcción del lugar al que pertenezco, ya no sabría a donde
ir pues este lugar que estoy ocupando sería ya el lugar, la casa. El auténtico habitar
realizado sería lo más parecido a la muerte. Estar auténticamente en casa contiene
esencialmente un no estar en casa, como la luz contiene esencialmente la oscuridad y
la presencia el ocultamiento. El término para verdad “des-ocultamiento” bien puede
nombrarse también como “in-hospitalidad” o “in-habitabilidad”. La experiencia de la
inhospitalidad empuja a buscar el lugar propio donde habitar. Esta oposición o
combate (polemos) es el que Heidegger también expresa con la oposición Gestell/
353 Padovan, R. Towars Universality. Le Corbusier, Mies and De Stijl. Routledge. Londos, 2002, pp.
168-173.
354 Bollnow, O. F. Op. Cit., p. 273.
180
ARQUITECTURA Y HABITAR
El nido de Bachelard no se propone como una tarea real, como la casa que
hay que construir, sino más bien como un ideal que hay que evocar para ganar la
confianza en el mundo, el sentido auténtico del habitar. Podemos describir este ideal
como el de tener confianza en el mundo sin tener suficientes razones para esta
confianza.
355 Harries, K.Op. Cit., p. 213.
356 Bachelard, G. La poética del espacio. FCE, México, 2000, p. 137.
181
ARQUITECTURA Y HABITAR
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ARQUITECTURA Y HABITAR
Lo familiar y lo extraño
La relación entre interior y exterior adquiere oro matiz si la interpretamos como
la relación entre la patria y el extranjero en el marco de la Modernidad. En la Carta
sobre el humanismo Heidegger relaciona el habitar con la patria (Heimat) y advierte
que “esta palabra está pensada aquí en un sentido esencial que no es patriótico ni
nacionalista”357. Dice que “la esencia de la patria ha sido nombrada con la intención
de pensar la apatricidad o destierro (Heimatlosigkeit) del hombre moderno” y define la
nación o patria como hogar, como “el lugar de la proximidad (al ser)”358. El lugar de la
cercanía o la proximidad (que implica también al prójimo, al cercano), conlleva
también la lejanía. La cercanía no aparece si la lejanía permanece ausente. Lo
hogareño (heimisch) o familiar implica lo extraño e inhóspito (unheimlisch). El interior
357 Heidegger, M. GA9 (Carta sobre el humanismo), p. 338.
358 Idem.
183
ARQUITECTURA Y HABITAR
implica el exterior. Los lugares que habitamos están, en este sentido, limitados, son
finitos:
“El límite no es aquello en lo que termina algo, sino, como sabían ya los griegos, aquello
a partir de donde algo comienza a ser lo que es (comienza su esencia)”359
El problema del desarraigo del mundo moderno es que disuelve las fronteras y
diferencias. Este es uno de los peligros de la tecnología moderna de comunicaciones
que amenaza con crear una uniformidad sin distancias, donde todo está igualmente
cerca como lejos. Incluso para aquellos que permanecen en su lugar de nacimiento
son desarraigados de su lugar porque lo que les aparece cerca es “un mundo que no
es un mundo” (mundo virtual) que les llega por la radio, la televisión, Internet. Estar,
pues, verdaderamente en casa en un lugar implica no estar en casa en otros lugares.
Alguien que se sienta en casa en cualquier lugar, entonces no está en casa en
ninguno. Esta persona no es, según Heidegger un habitante del mundo, un
cosmopolita, sino un nómada o un aventurero.
¿Es posible un habitante del mundo? Un lugar no es sólo un trozo del espacio
físico, sino que tiene unas características paisajísticas y culturales que se materializan
en costumbres, en una manera de ver el mundo expresada en un lenguaje y en unas
producciones culturales, en definitiva, en un ethos particular arraigado a una historia
sedimentada y legada de generación en generación. Pertenecer a un lugar conlleva
comprometerse con, y apropiarse creativamente de, su ethos. En este sentido, la idea
de habitar indiferentemente en cualquier lugar conlleva la posesión de una multitud
de diferentes, y puede que incompatibles, compromisos fundamentales. Por esta razón
el cosmopolita tiene que ser un aventurero, una persona libre de compromisos. Esto no
implica necesariamente, como dice Heidegger, que sólo se pueda habitar en el lugar
de nacimiento, sólo en el país de mi “suelo y sangre” (Blut und Boden), sino que se
puede emigrar y arraigar de nuevo: el cambio de lugar es un cambio de identidad
personal360.
Los modernos somos cada vez más aventureros o más nómadas porque se va
disolviendo la diferencia entre el lugar que habitamos y la libertad de movimiento y
desarraigo abierta por la ciencia y la tecnología modernas. La atracción de la libertad
amenaza la vinculación con el lugar. Esta atracción de la lejanía, del descubrimiento
de lo desconocido más allá del lugar natal es tan antigua como la humanidad. El
entorno vital se expande constantemente destruyendo las separaciones entre lugares
359 GA7 (Construir, habitar, pensar), p. 149.
360 Young, J. Heidegger’s later Philosophy. Op. Cit., p. 102.
184
ARQUITECTURA Y HABITAR
“El hombre se desenreda de toda complicación e interés por lo que tiene al alcance de
la mano y se distancia de todo lo que tiene cerca. Cuanto mayor sea la distancia entre
él y su entorno, mundo o tierra, más fácil le resultará medir y menos espacio mundano y
ligado a la tierra le quedará. El hecho de que la decisiva reducción de la tierra fue
consecuencia de la invención del avión, es decir, abandonar la superficie de la tierra, es
como un símbolo del general fenómeno que atestigua que cualquier disminución de la
distancia terrestre sólo se gana al precio de poner una decisiva distancia entre el
hombre y la tierra, de alienar al hombre de su inmediato entorno terreno”361.
Esta destrucción de las distancias no significa por paradójico que parezca, una
mayor cercanía, sino al revés, una pérdida de contacto con lo que está más cerca.
Toda esfera de cercanía tiene implícita la lejanía, como lo familiar lo extraño, lo
presente lo ausente. La proximidad auténtica necesita de la distancia. Si se elimina
una, se elimina también la otra. En vez de una auténtica proximidad tenemos la
homogeneidad de la equidistancia. Cuando todos los lugares están igualmente cerca,
cuando todos valen lo mismo, aparece la indiferencia de los lugares, la
homogeneidad del espacio, y perdemos nuestro lugar. La destrucción de las
distancias significa abolir el límite que da sentido (límite entendido como “no aquello
en lo que termina algo, sino aquello a partir de donde algo comienza a ser lo que es —
comienza su esencia)”362 y entonces sólo hay distancias cuantificables. Lo lejano ya no
es lo desconocido, sino simplemente lo distante medible y, como tal, conocido o
todavía no conocido pero conocible, sólo hay que desplazarse allá.
Esta destrucción de las distancias se debe entender en toda su ambivalencia.
Por un lado es inseparable del desarraigo del mundo entorno próximo, tanto de la
profundidad histórica del lugar en forma de tradición transmitida de generación en
generación, como de la convivencia de estas generaciones en forma de
comunidades y sociedades. La pérdida de la convivencia va ligada al anonimato e
individualismo de la sociedad moderna, a la aparición de las masas en las metrópolis.
Pero por otro lado, hay un incremento de libertad y de nuevas posibilidades de
descubrimiento, de ampliación de horizontes y de emancipación humana,
establecida por la Ilustración, que no se puede lamentar. El lugar ya no es un destino,
361 Arendt, H. La condición humana. Barcelona: Paidós, 1993, p. 280.
362 Heidegger, M. GA7 (Construir, habitar, pensar), p. 149.
185
ARQUITECTURA Y HABITAR
sino más bien, para nosotros, una prisión que impide reconocer el valor del espacio
abierto y siempre cambiante. La casa donde vivimos es ahora el lugar en el cual uno
decide residir por un tiempo. Es un lugar, en términos de Heidegger, donde uno
meramente reside, pero no habita. Esto plantea la cuestión crítica de que si la vida
moderna exige la reducción de las distancias y esto significa inevitablemente la
pérdida de significado del lugar y del habitar, entonces ¿habría que decretar la
muerte de la arquitectura si asumimos que debe garantizar un sentido del lugar? Esta
pregunta está, obviamente, dirigida a toda arquitectura (paradigmáticamente el Estilo
Internacional) que construye un espacio indiferente al lugar. Una arquitectura que
desborda los límites y se expande hacia el infinito.
Ambas posibilidades están claramente diferenciadas en uno de los maestros
pioneros de la arquitectura moderna, Frank Lloyd Wright, quien dice en The living city
(publicado en 1945):
363 Citado por Rykwert, J. La casa de Adán en el Paraíso. Op. Cit., p. 17.
364 Íbid., p. 18.
186
ARQUITECTURA Y HABITAR
Sin embargo, lo que Wright construye desmiente lo que dice pues logra
reintegrar estas oposiciones en unos edificios que exhiben una cubierta “liberada”, sin
apoyos aparentes en los muros horizontales que se extienden hacia el horizonte, y estos
mismos muros deliberadamente pesados, muros que se identifican con la tierra, de la
que parecen crecer. En Wright encontramos ejemplarizada de manera brillante la
promesa del habitar, el justo equilibrio entre el interior y el exterior, el habitar en un
lugar centrípeto alrededor de la vertical definida por chimenea pétrea del hogar y,
simultáneamente, abierto a un movimiento centrífugo impulsado por las ligeras
cubiertas horizontales, que reciben la inhospitalidad del entorno.
187
188
V ARQUITECTURA Y ESPACIO
189
190
ARQUITECTURA Y ESPACIO
1 ESPACIO Y LUGAR
La cuestión del habitar ligado a la condición humana como caída y la
respuesta a ella como la búsqueda de un lugar donde habitar propiamente en el
mundo como nuestra casa, nos ha llevado a consideraciones de tipo espacial
como la diferencia entre el interior y el exterior, o que implícitamente contienen un
sentido espacial como lo familiar y lo extraño, y la cuestión del cosmopolitismo
moderno que suprime los limites y elimina las distancias. Estas cuestiones espaciales,
el establecimiento de límites y su superación, de enorme importancia para la
arquitectura, han sido descubiertas por la fenomenología y tematizadas como la
diferencia entre “espacio matemático” o “espacio” y “espacio vivido” o “lugar”.
Vamos a ver a continuación, a partir de los análisis de Heidegger y de Husserl, las
características del espacio vivido. En la segunda parte estudiaremos cómo surgió
históricamente la concepción matemática del espacio en el Renacimiento con el
descubrimiento de su representación en perspectiva y las consecuencias que tuvo
para la arquitectura renacentista y barroca. Finalmente, veremos la representación
situacional del espacio que supera la representación en perspectiva y ofrece de
este modo la posibilidad de recuperación del espacio vivido. Esta representación
situacional es inseparable del uso del fragmento como procedimiento artístico.
Veremos también el potencial del fragmento para superar la situación de
fragmentación general de la cultura moderna con la que hemos comenzado este
trabajo.
191
ARQUITECTURA Y ESPACIO
365 Bollnow, O. F. Hombre y espacio. Barcelona. Labor, 1969, pp. 23, 24.
366 Ibid., pp. 24, 25
192
ARQUITECTURA Y ESPACIO
para el ser humano y por esta razón, debe ser estudiado por las ciencias de espíritu o
las ciencias humanas a diferencia del espacio abstracto, estudiado por la matemática
y la física. El espacio vivido no se puede desligar del hombre para estudiarlo como un
objeto, sino que se debe estudiar tal y como existe para el ser humano, pues ambos
ser humano y espacio son imposibles de separar.
Esta distinción “estática” entre el espacio matemático y el espacio vivido, es
también una distinción “dinámica” o “genética”, es decir, tiene una historia de
sentido, según la cual el espacio vivido es, en cuanto al sentido, más originario que el
espacio matemático. Esta historia de sentido de revela en la historia empírica, según la
cual, la humanidad vivía primero en diferentes lugares y después, a partir de la
Modernidad, la humanidad concibe el lugar como espacio, concepción inseparable
de la ciencia moderna y de la tecnología. La inhospitalidad (Unheimlichkeit) de
nuestra condición se concibe en nuestra época como la condición de desarraigo
(Heimatlosigkeit), de estar lanzados a un espacio objetivo, infinito, abstracto, extraño al
ser humano concreto que percibe el entorno con el cuerpo. La arquitectura moderna
se hace cargo de este espacio de dos modos posibles: aceptándolo o
rechazándolo367. En el primer caso, la arquitectura representa este espacio, lo acepta
y lo hace visible; arquitecturas próximas a De Stijl y algunas de Mies van der Rohe son
los casos más ejemplares368. En el segundo, lo intenta compensar representando el
lugar concreto, con cualidades diferenciadas; este sería el caso de F.LL. Wright, de Le
Corbusier y de una parte de la arquitectura moderna después de la experiencia del
Estilo Internacional, a mediados del siglo XX.
Bollnow dice que hay que realizar “una tarea filosófica especial que implica
reelaborar un criterio que se nos ha hecho casi natural y evidente, y retornar a los
fundamentos de la vida, que habitualmente pasan inadvertidos”. La fenomenología
realiza esa tarea partiendo del espacio objetivo, matemático, y se remonta a la fuente
de su sentido, al espacio tal como es vivido, en cuyo centro está el ser humano
corpóreo en su cotidianidad.
Cit., 2002.
368 Ïbid., Cap. “The Open and the Closed. De Stijl and Le Corbusier”
193
ARQUITECTURA Y ESPACIO
“Cuando se habla del hombre y espacio, oímos esto como si el hombre estuviera en un
lado y el espacio en otro. Pero el espacio no es un enfrente del hombre, no es ni un
objeto exterior ni una vivencia interior. No hay los hombres y además el espacio, porque
cuando digo “un hombre” y pienso con esta palabra en aquel que es al modo humano,
es decir, que habita, entonces con la palabra “un hombre” estoy nombrando ya el
habitar en el Geviert”369.
“Aquello por lo cual se ha hecho espacio siempre se da por supuesto, y de este modo,
juntado (ensamblado), es decir, reunido (coligado), por virtud de un lugar, esto es, por
tal cosa como un puente. De ahí que los espacios reciban su ser desde los lugares y no
desde “el espacio””370 (BWD, 149).
“Lo que esta palabra “Raum” (espacio) nombra lo dice su viejo significado: raum, rum
quiere decir lugar franqueado [despejado] para población y campamento. Un espacio
es algo aviado (espaciado), algo a lo que se le ha franqueado un espacio, o sea dentro
de un límite, en griego péras”371.
“El lugar no está ya ahí antes que el puente. Es cierto que antes del puente hay a lo
largo de la corriente muchos sitios que pueden ser ocupados por algo. De entre ellos
369 GA7 (Construir, habitar, pensar), p. 151
370 GA7, p. 149.
371 Idem.
194
ARQUITECTURA Y ESPACIO
uno se da como un lugar, y esto ocurre por el puente. De este modo, pues, no es el
puente el que primero viene a estar en un lugar, sino que por el puente mismo, y sólo por
él, surge un lugar”372.
“Las cosas que son lugares de este modo, y sólo ellas, otorgan cada vez espacios”373.
372 GA7, p. 139
373 GA7, p. 149.
195
ARQUITECTURA Y ESPACIO
374Ströker, E. Investigations in the Philosophy of Space. Ohio University Press, 1987, pp. 14, 15.
375Ver Parte II. Cap. 2.2. Significado del utensilio y del mundo como “significatividad” de este
trabajo.
196
ARQUITECTURA Y ESPACIO
forma inmediata, preteórica, no quiere decir que no tengamos acceso a él, pues de
hecho el acceso lo hay ya, siempre estamos ya en el espacio, lo vivimos, nos movemos
en él y nos las habemos con él de distintas maneras y en este habérselas, en este
moverse en él, se muestra ya que tenemos cierta comprensión del espacio, si bien no
es ésta una comprensión teórica explícita. Es esta comprensión la que la
fenomenología, instalándose en este círculo hermenéutico, abre en primer lugar
interrogando al ser humano (Dasein) no en términos de qué piensa o qué dice sobre el
espacio, sino primera y fundamentalmente en términos de su comportamiento en él.
376 Heidegger, M. SuZ, §§ 22, 23, 24.
377 Seguimos algunas de las descripciones de Elisabeth Ströker “The Space of Action” en Op.
Cit.,pp. 48-81.
378 SuZ, §§ 15, 16. Traducción de “Umsehen” y de “Zuhandensein”.
379 SuZ, p. 102. Gaos traduce “Platz” por sitio.
197
ARQUITECTURA Y ESPACIO
198
ARQUITECTURA Y ESPACIO
cosas, después él mismo: el “allá” es previo al “aquí”383. Mientras el ser humano anda
con las cosas ocupado en ellas, es decir, moviéndose hacia allá, hacia el lugar del útil,
no convierte su aquí en un allá, sino al revés, retoma un nuevo aquí. El aquí nunca se
abandona, lo lleva incorporado. Cuando el propio aquí se vuelve temático por medio
de una conciencia explícita, desaparece entonces el modo típico de
comportamiento en este espacio y se anula la actividad. Entonces también se
comprende explícitamente como sujeto y como cuerpo físico que, como cualquier
otra cosa física, está “dentro” del espacio: su posición es también un “allá”, el aquí y el
allá se vuelven intercambiables.
La caracterización del espacio como regional nos permite comprender el
espacio arquitectónico como esencialmente delimitado: el escritorio en el que estoy
trabajando usando cosas (mesa, ordenador, silla) es un lugar que pertenece a la
región de la habitación, esta región tiene unos límites que la recortan de otras
regiones, casa, vecindario, ciudad. Las regiones asignan a los seres humanos y a las
cosas sus lugares propios, si no fuera así, estaríamos desorientados, no sabríamos si una
cosa está fuera de lugar. Habitamos un espacio heterogéneo, nunca el espacio
homogéneo euclidiano. Esta heterogeneidad está cargada de significado, la
“significatividad” del mundo. El espacio tiene significado y sólo porque tiene
significado la arquitectura también lo tiene. De aquí extraemos la conclusión de que el
edificio establece regiones y la arquitectura permite representarlas, hacer visibles, las
demarcaciones, discontinuidades, en las que tiene lugar el significado vivido del
espacio.
383 SuZ, §23, p. 107.
199
ARQUITECTURA Y ESPACIO
puede comparar con las otras cosas físicas pues, por ejemplo, es la única cosa física
que resulta imposible ver enteramente por todos lados, no lo puedo rodear por
completo, no puedo alejarme de él para recorrerlo desde una perspectiva donde él
no esté en el centro, pues él es ese centro, esa misma perspectiva respecto del resto
del mundo. El cuerpo está aquí en una cercanía tal que soy yo mismo. Incluso
prescindiendo de las percepciones exteriores táctiles y visuales el cuerpo sigue
estando presente en una autopercepción “por dentro”. Este tipo de percepción o de
sentirse el propio cuerpo nos lo presenta como cuerpo vivo, distinto del cuerpo físico. El
cuerpo vivo como lugar sintético de las sensaciones localizadas es el aquí absoluto, el
punto cero en torno al cual se orienta y ubica el mundo, incluido mi propio cuerpo
como cuerpo físico384.
¿Cómo se da, cómo se experimenta, el cuerpo vivo a sí mismo? El cuerpo vivo
tiene una “conciencia” no temática de sí, se da cuenta o se siente a sí mismo como un
todo. Aunque se puedan localizar los diferentes órganos sensoriales (vista, oído,
tacto…) en diferentes partes del cuerpo (ojos, orejas, piel…), éstos sólo se sienten
individualmente porque se dan primero sobre el fondo de un sentirse total. Este sentir
total del propio cuerpo es sentir por dentro mi cuerpo vivo, el cual es anterior a toda
conciencia de “tener” un cuerpo con órganos, el cuerpo vivo es la primera condición
de posibilidad de toda posesión de algo (empezando por el propio cuerpo) y de todo
conocimiento de algo.
Sintiendo mi cuerpo por dentro noto mi movimiento, tengo sensación de
movimiento o cinestesia (kínesis–movimiento– + aísthesis–sensación–). Al movimiento
tomado puramente como sensación le corresponden percepciones externas, visuales
o táctiles, registradas por partes de mi cuerpo físico: los movimientos rápidos y bruscos
de los ojos, la capacidad de girar la cabeza, los gestos de las manos. Pero el cuerpo
vivo como el aquí originario y punto-cero no está él mismo en movimiento en el
espacio como un cuerpo físico: el cuerpo vivo se mueve sin alejarse, el movimiento
vivido es siempre un movimiento de cercanía. Originariamente el cuerpo vivo no
abandona la permanencia de su aquí, está en un reposo absoluto que no es el reposo
de un cuerpo físico como modalidad del movimiento, sino el reposo a partir del cual el
reposo y el movimiento pueden aparecer. Este movimiento inmanente está ligado a
los ejes de orientación del cuerpo, cuyo centro absoluto, el aquí, es siempre y
constantemente este cuerpo propio que sube y baja, va hacia delante y hacia atrás,
384Cf. García-Baró, M. Vida y mundo. La práctica de la fenomenología. Madrid: Trotta, 1999, pp.
48-54.
200
ARQUITECTURA Y ESPACIO
385 Alejarse (y acercarse) son términos relativos a algo, a aquello de lo que el cuerpo se aleja;
siendo el cuerpo propio el centro absoluto, es más adecuado decir, como Heidegger, que el
cuerpo propio (el Dasein, en su caso) des-aleja.
386 Husserl, E. Erfahrung und Urteil. Ed. L. Landgrebe. Hamburg: Claassen, 1954. § 19.
387 E. Ströker. Op. Cit, p. 142.
201
ARQUITECTURA Y ESPACIO
388 Pallasmaa, J. Los ojos de la piel. La arquitectura y los sentidos. Barcelona: Gustavo Gili, 2006.
202
ARQUITECTURA Y ESPACIO
389 Cf. Steinbock, A. Home and Beyond. Generative Phenomenology after Husserl. Illinois:
203
ARQUITECTURA Y ESPACIO
“Sobre la superficie de la Tierra o en contacto con la Tierra, desde ella o hacia ella, tiene
lugar el movimiento. En la figura originaria de la representación, la Tierra misma no se
mueve y tampoco está en reposo; reposo y movimiento tienen sentido relativamente a
ella.”394
La tierra como suelo forma parte del sentido más antiguo de la arquitectura. El
origen de la arquitectura está marcado por la referencia absoluta a la tierra como
suelo primordial. Primero, antes de la arquitectura, la proto-arquitectura, era la Tierra.
La sacralidad de la Tierra es el hecho fundamental de la cultura paleolítica construida
en las cavidades maternales de la diosa, útero acogedor, en cuyas paredes y techos
se pintaban con movimientos llenos de vida los animales, deseados y reverenciados,
ellos también hijos de la diosa madre. Las formaciones arquitectónicas más tempranas
se basan en concepciones espaciales vividas de forma afectiva, donde no se da
propiamente una separación entre el hombre y el espacio que habita, como la misma
cueva pone de manifiesto. Ésta estaba concebida espacialmente como un laberinto
que propiciaba un tipo de movimiento como danza ritual. El camino del laberinto se
convierte en danza por la arquitectura natural de pasajes enroscados y secuencias
espaciales donde cada tramo tenía diferentes significados afectivo-religiosos,
dependiendo de la diferente altura y anchura, claridad u oscuridad, fijado de manera
más estable en las pinturas395.
393 Derrida, J. Introducción a “El origen de la geometría” de Husserl. Op. Cit., p. 81, nota 117.
394 Husserl, E. La Tierra no se mueve. Op. Cit., p. 12.
395 V. Scully. The Earth, the Temple, and The Gods. Op. Cit., pp. 6-8
204
ARQUITECTURA Y ESPACIO
El hombre primitivo tenía una visión del paisaje como un niño ve a su madre, e
identificaba los accidentes redondeados del terreno con los pechos o el “monte de
Venus”. Luego, el templo griego se orientará a esas formaciones sagradas396. La
referencia a la cueva la hemos visto en la celda del templo griego, su forma más
primitiva, que evoluciona cuando gana una referencia al cielo mediante las columnas
del períptero y la orientación al este. Entre el templo y la tierra, hay una relación tan
estrecha que no se pueden separar sin perder toda posibilidad de comprender la
arquitectura antigua. En cambio, una de las claves para comprender la arquitectura
moderna la encontramos precisamente por la ausencia de esta referencia a la tierra
como suelo primordial y la eliminación de lo tectónico en general. Una pérdida ya
puesta de manifiesto por Heidegger cuando define la comprensión moderna como la
salida a la luz de todo, sin referencia a aquello, la “tierra” (la cueva oscura) desde la
que se sale a la luz.
En 1770 aparece por primera vez en la historia un edificio de forma esférica
(Claude Nicolás Ledoux, residencia de guardas forestales)397. Una esfera sólo toca en
un punto el suelo. Si caracterizamos la arquitectura como tectónica, arraigada,
pesada, estabilizada en el suelo, tal como tradicionalmente siempre se ha hecho,
entonces de todas las formas geométricas puras, la esfera es la menos arquitectónica.
Un cilindro puede ser arquitectónico en posición derecha, no horizontal, un cono se
asienta en su base circular, no en el vértice. Sólo es tectónico, lo que reconoce el
396Íbid., pp. 9-11.
397Ver Kaufmann, E. De Ledoux a Le Corbusier. Op. Cit. Y el comentario crítico de Hans Sedlmayr
en El arte descentrado. Las artes plásticas de los siglos XIX y XX como síntoma y símbolo de la
época. Capítulo “El ataque a la arquitectura”. Barcelona: Ed. Labor, 1958, especialmente pp.
89-92.
205
ARQUITECTURA Y ESPACIO
suelo como su base estable. Cuando la geometría pura aparece como un nuevo
principio de la arquitectura moderna, lo tectónico da lugar a lo abstracto, a lo que no
pretende arraigarse en la tierra sino liberarse de ella.
206
ARQUITECTURA Y ESPACIO
398 Sedlmayr, H. Op. Cit., p. 92.
399 Husserl, E. Erfahrung und Urteil. §65, p. 321.
400 Claesges, U. Edmund Husserls Theorie der Raum Konstitution. The Hague: Nijhof, 1964, p. 83.
401 Ibíd.., p. 75.
207
ARQUITECTURA Y ESPACIO
402Ibíd., p. 84.
403Casey, E. Getting Back into Place. Toward a Renewed Understanding of the Place-World.
Bloomington: Indiana University Press, 1993, pp. 59, 60.
208
ARQUITECTURA Y ESPACIO
Necesitamos la estabilidad del tronco para mover los miembros como necesitamos la
estabilidad del entorno para mover el cuerpo de un lugar a otro404.
A partir de la estructuración del cuerpo se constituyen las direcciones
espaciales arriba-abajo (vertical), delante-detrás y derecha-izquierda (horizontal). El
cuerpo vivo se encuentra a sí mismo en posiciones corporales cambiantes. De especial
importancia es la vertical (de la que ya Vitruvio tomó nota como la posición erguida
del ser humano que mira hacia arriba) ¿Cómo comprendemos la oposición entre
arriba y abajo? Las orientaciones no son ni corporales ni de las cosas, sino relaciones
del cuerpo vivo hacia las cosas, se constituyen en la interacción entre el cuerpo vivo y
el mundo sobre el que actúa. El arriba y abajo se constituye en la experiencia de las
cosas como pesadas. Para cogerlas debo hacer fuerza contra su peso y se constituye
el arriba y abajo según siento el esfuerzo de mi cuerpo vivo (arriba) o cedo y me
inclino hacia dónde el peso lleva (abajo)405. No es casual que Aristóteles tome los
lugares naturales de los elementos según su tendencia hacia arriba –fuego, aire – o
hacia abajo –tierra, agua –. Es paradigmático el equilibrio entre la vertical y la
horizontal en el templo griego representadas en el orden arquitectónico: columna-
entablamento como expresión arquitectónica de carga/peso hacia abajo (horizontal,
entablamento) y soporte/levantar hacia arriba (vertical, columna), sintetizados en el
frontón.
A partir de la sensación corpórea (pesado, ligero) y de su rendimiento
significativo como arriba y abajo se constituye la orientación vertical de la postura
erguida de mi cuerpo y, con ella, de la verticalidad del espacio. La vertical tiene una
importancia inmensa en la arquitectura y en general en la visión del mundo medieval y
renacentista de la concordia mundi entre el macro cuerpo del mundo y el micro
cuerpo humano, según la cual la cabeza y el cielo así como los genitales y la región
sublunar se corresponden mutuamente406. La cuestión no es que el mundo sea como
un enorme cuerpo erguido, sino que el arriba y el abajo de mi cuerpo anticipa y
articula el arriba y abajo de las partes del mundo. Porque distingo partes de mi cuerpo
vivo y sitúo el espacio entre mi cabeza y mi cuello, o entre mis hombros y mi cintura de
manera totalmente espontánea, puedo situar paralelamente segmentos del espacio.
Arriba y abajo imponen también una asimetría en la orientación vertical que se
traduce en una valoración positiva del arriba, lo ligero, espiritual, no sometido al peso,
404 Laan, Dom H. Van der. Architectonic Space. Fifteen Lessons on the Disposition of the Human
Habitat. Op. Cit., p. 21.
405 Ströker, E. Op. Cit, p. 64.
406 Casey, E. Op. Cit., p. 80 (en la nota 34 leemos: “La cabeza se corresponde con el cielo, el
lugar habitado por el espíritu y por las inteligencias superiores, mientras que la mitad inferior del
hombre – las partes genitales, origen de la generación, están en las partes inferiores dice Pico
della Mirandola– corresponde a la parte del universo situada bajo la luna, un área donde “como
todo el mundo sabe” dice Pico, “nace la generación y la corrupción””)
209
ARQUITECTURA Y ESPACIO
como muestran tanto las esferas celestiales de Platón y Aristóteles como el cielo
cristiano. Y una valoración negativa de lo bajo, pesado, físico, oprimido por el peso,
como es el caso del Hades y los once círculos del Infierno de Dante. Entre la
transparente claridad del cielo en la que el cuerpo no se puede sostener y la resistente
opacidad de la tierra que nos sostiene y que apenas podemos penetrar; en este “reino
intermedio” entre el cielo y la tierra, donde se funden lo claro y lo oscuro, lo ligero y lo
pesado, limitado por el horizonte donde la cúpula celeste reposa sobre la base
terrestre, tiene lugar la existencia del ser humano como sujeto corpóreo407.
Las direcciones delante-detrás, izquierda- derecha constituyen la horizontal. El
factor decisivo en la diferenciación entre delante y detrás reside en la posición frontal
de los ojos. El espacio articulado en función de nuestra actividad práctica sobre el
mundo no se caracteriza primariamente porque miremos hacia delante, sino, como
hemos dicho, por “ver entorno”. La singular importancia del mirar enfrente abre la
posibilidad de sólo mirar sin ninguna actividad. Con la constitución de la orientación
hacia delante se da un paso hacia el espacio perceptivo, eminentemente visual. Sin
embargo, el ver entorno está limitado por la preeminencia del campo visual que se
abre delante haciendo del espacio a la espalda no visible y, así, peligroso e incierto. El
espacio vivido es pues esencialmente frontal y por esta razón el lugar está más
articulado hacia delante que hacia atrás. Detrás se muestra en su ausencia, como
posibilidad que puedo actualizar en un giro del cuerpo que lo transforma en espacio
frontal408. A parte del privilegio del área visual frontal, el espacio acústico dado al oído
es más envolvente y contrarresta la privilegiada posición frontal. La misma posición del
órgano del oído en la confluencia entre el área frontal y trasera, da testimonio de su
participación en ambas.
Derecha e izquierda constituyen las orientación laterales del espacio mediante
las extremidades laterales (dedos, manos, brazos). Hay articulación a derecha y a
izquierda porque el cuerpo se articula en sus extremidades y toman cierta
independencia respecto a la masa central del cuerpo. La situación de las
extremidades entre el cuerpo central y el lugar entorno es de gran importancia
arquitectónica: los espacios intermedios (pórticos, patios) como articuladores del
espacio arquitectónico con el entorno.
También las verticales y horizontales tienen una gran relevancia en
arquitectura. La horizontal está ligada a la tierra a la región humana sometida al
tiempo. La horizontal contiene el sentido ambivalente de proteger a la vez que de
abrirse hacia fuera. F. LL. Wright critica la tendencia a disponerlo todo hacia arriba en
407 Íbid., p. 81.
408 Íbid., p. 82
210
ARQUITECTURA Y ESPACIO
vez de dejarlo yacer confortablemente según la dimensión espacial del suelo, pues,
según el arquitecto, los planos paralelos a la tierra se identifican con el suelo y arraigan
el edificio en él. La horizontal, sea de líneas, planos o volúmenes ligan el edificio al
suelo, así como nuestro cuerpo nos une a la tierra cuando dormimos o morimos. Pero la
horizontal también connota lo contrario, tiende a expandirse hacia la lejanía, abre al
horizonte y a más allá de él. La apertura y fascinación del infinito se compensa con la
otra fascinación, el anhelo de limites, marcos y centros, todos ellos establecidos por la
vertical que articula el espacio a su alrededor y compensa el impulso centrífugo
horizontal hacia el infinito. La horizontal sugiere, pues, tanto un más allá indefinido lleno
de promesas de lo todavía no conocido, como también la entrega, la rendición y
confianza, del descanso y el dormir.
La vertical, en cambio, se afirma y opone al espacio y al tiempo, anhela
trascender lo humano. Se necesita esfuerzo para levantarse y mantenerse. La vertical
se enfrenta al mundo mientras la horizontal se entrega a él. Pero la vertical también
establece un punto fijo. Una torre asentada firmemente en el paisaje se afirma a si
misma como centro del entorno. La verticalidad de las iglesias tenía esta función de
articular a su alrededor la vida del pueblo estableciendo su lugar en el mundo como
eje que une cielo y tierra. El esfuerzo de erguirse y la autoafirmación en mantenerse
van asociados al orgullo humano y al poder. Es éste el que ha construido las
catedrales góticas y los rascacielos. Todos ellos expresan el esfuerzo de permanecer y
desafiar al espacio y al tiempo409.
Esta descripción del espacio vital que hemos ganado a través de los análisis
fenomenológicos de Husserl y Heidegger nos permite comprender el espacio de
nuestra existencia cotidiana como un espacio topológico heterogéneo, articulado en
lugares y regiones, con discontinuidades, límites y direcciones. Un espacio en cuyo
centro el cuerpo vivo le da significado. Un significado que está ahí antes que el
arquitecto empiece a trabajar. El arquitecto puede no atender a estos significados o
también negarlos, pero también puede abrirse a ellos y revelarlos. El espacio es
significativo porque existimos en el mundo como una corporalidad viva, como
esencialmente y no accidentalmente corpóreos, y así tenemos inevitablemente
asignado un lugar.
409 Harries, K. Op. Cit., p.183
211
ARQUITECTURA Y ESPACIO
410Ströker, E. Op. Cit, p. 152
411Esta confusión se encuentra en Casey, E. The Fate of Place. A Philosophical History. Berkeley:
University of California Press, 1998.
212
ARQUITECTURA Y ESPACIO
sus ejes de coordenadas x, y, z. En términos de Husserl412, hay que hacer una distinción
entre el contenido conceptual de la descripción del espacio percibido y el espacio
percibido mismo. No se deben atribuir las propiedades conceptuales usadas para
describir el espacio que percibimos al espacio percibido como tal. Así, aunque en la
descripción del espacio tal como lo percibimos intervengan conceptos matemáticos y
geométricos, de esto no se sigue que experimentemos inmediatamente el espacio
como estructurado matemáticamente. Según Husserl la presentación geométrica del
espacio percibido depende de la idealización de este espacio y esta idealización se
basa en una experiencia del espacio cotidiano que es más fundamental o inmediata.
El espacio estructurado matemáticamente sólo se abre en la idealización que lleva a
cabo la ciencia en su búsqueda de objetividad. Con esta idealización se consuma la
separación del sujeto puro pensante del cuerpo localizado, pero esta separación o
desvinculación de la experiencia corpórea presupone una unión o vínculo previo con
esa experiencia. Por tanto, la experiencia inmediata del espacio no tiene una
estructura matemática, ésta está mediada por una idealización.
Que el espacio objetivo sea fruto de la idealización quiere decir que nunca se
puede experimentar. Ahora bien, aunque no sea experimentable, ocurre que la
fisonomía del espacio es transformado por la aplicación de esa idealización a través
de la tecnología, la cual lleva a una experiencia del espacio en la forma de la
destrucción de los lugares. Vivimos en un mundo tecnológico, un mundo formado por
la ciencia y su búsqueda de la verdad objetiva, pero no todas las dimensiones del
mundo y de nuestra existencia en él se reducen a la dimensión objetiva de la
tecnología y de la ciencia. Tomar conciencia de esta situación es la mayor aportación
que la fenomenología puede hacer a los arquitectos. En consecuencia, hay que
tomar conciencia de que el espacio objetivo, geométrico, medible con exactitud, no
es el único o, mejor, que la actitud objetivadora del espacio no es la única que hay ni
la que debemos adoptar siempre, más aun cuando otra actitud y una más rica
experiencia del espacio son más fundamentales e inmediatas. Sólo hay que tomar
conciencia de que la mayor parte del tiempo y de manera más originaria, la
experiencia que tenemos del mundo sigue siendo geocéntrica. Como dice Husserl, la
tierra no se mueve y el sol lo hace todos los días. El espacio objetivo tiene tanto
ventajas como inconvenientes. La ventaja es lo que se gana en objetividad y en
exactitud, el inconveniente es lo que se pierde en significado para la existencia. La
arquitectura, debe reconocer ambas: el poder liberador de la tecnología y su
amenaza.
Ver la entrada “Espacio” (J. Drummond) en Encyclopedia of Phenomenolgy. Edited by Lester
412
213
ARQUITECTURA Y ESPACIO
Hemos dicho que Husserl llama constitución genética a los diferentes niveles a
través de los cuales las objetividades de orden ideal surgen de las objetividades
preteóricas o vividas. La génesis del espacio matemático desde el espacio vivido, pre-
categorial, se da en una secuencia histórica que alcanza su nivel culminante en el
Renacimiento, cuando el espacio objetivo- geométrico asume preeminencia. A la
emergencia de esta nueva concepción del espacio y sus enormes consecuencias
para la arquitectura vamos a dedicar los capítulos siguientes.
413 Vésely, D. Op. cit., pp. 110-113.
414 Gehlen , A. Imágenes de época. Op. Cit., p. 31
415 Ibid., p. 53
416 Vésely, D. Op. Cit., p. 139
214
ARQUITECTURA Y ESPACIO
en una época en que fuera del arte no se daba en ninguna parte con semejante
claridad, salvo en la astronomía417.
Para llevar a cabo el estudio matemático del mundo, para poder asegurar la
exactitud en la observación y en la medición, hubo que hacer una reflexión
epistemológica sobre el proceso de conocimiento que tiene lugar en dicha
observación y medición418. Esta reflexión se hizo sobre la visión. Para ello se recurrió a la
tradición entonces disponible, a la geometría de Euclides y a los estudios de óptica
medieval, también llamados de “perspectiva natural”419 (perspectiva naturalis). Los
ópticos medievales o perspectivistas, siguiendo a Euclides, explicaban la acción de la
vista por medio de rayos visuales que en línea recta unían los diferentes puntos de los
objetos con el ojo y construían una pirámide visual con cuya ayuda se podía describir
matemáticamente todas las deformaciones y escorzos de los objetos según un punto
de vista. León-Battista Alberti ofreció una explicación de esta teoría en el primero de
sus tres libros sobre pintura, De Pictura (1436), que era también una teoría de la
reproducción visual del mundo exterior sobre un plano, teoría que él llamaba
“perspectiva general”. Alberti introduce la idea de la pirámide visual y distingue los
rayos externos, que definen el contorno del objeto, los rayos medios, que llenan el
interior, y el rayo central, que une el centro del objeto y el ojo. Cuanto más agudo sea
el ángulo entre un rayo (externo o medio) y el central, más pequeño aparece el
objeto y más distancia hay entre el ojo y el objeto. Es importante destacar que la
lejanía y proximidad de las cosas en el espacio queda perfectamente determinada en
términos de ángulos y líneas rectas. A estos ángulos y líneas Alberti los llama lineamenti.
La matematización de la visión prepara la transformación matemática de la
naturaleza. La perspectiva del Renacimiento opera un paso decisivo en el trayecto
que lleva al nacimiento de la ciencia moderna pues la pirámide visual, elemento
esencial en la construcción de la perspectiva, es una idealización de la mirada y del
ojo reducido a un punto matemático inmóvil (vértice de la pirámide) y de los objetos
visibles reducidos a formas geométricas (base de la pirámide). Esta representación
geométrica de las cosas empíricas es la llamada “perspectiva artificial” una nueva
forma de representación de la realidad sensible que proporciona un conocimiento
objetivo real de una especie completamente nueva. Lo que se está llevando a cabo
417 Gehlen, A. Op. Cit., pp. 54, 55. ver también p. 56, 57.
418 Ibid., p. 55.
419 El primero en usar la perspectiva natural fue Roger Bacon (Parte V. Opus maius), quien influyó
al John Peckham (Perspectiva communis, 1279) y a Witelo (Perspectiva, 1273). Esta tradición se
propagó durante todo el siglo XIV, el tratado más influyente fue el de Biagio a Parma
(Quaestiones perspectivae, 1390), hasta llegar a los perspectivistas- pintores- arquitectos del
Renacimiento.
215
ARQUITECTURA Y ESPACIO
“Allí donde un método de este tipo ha sido conseguido, hemos superado con él
asimismo la relatividad de las concepciones subjetivas esencial al mundo empírico-
intuitivo. Porque de este modo obtenemos una verdad idéntica y no relativa”420
420Husserl, E. Hua VI (Crisis) §9.b.
421Panofsky, E. La perspectiva como forma simbólica. Barcelona: Tusquets Editores, 2008, pp. 11,
12.
216
ARQUITECTURA Y ESPACIO
cuerpos como para los intervalos entre ellos y podemos expresar así métricamente
tanto éstos como aquéllos mediante el número de baldosas. Como dice Panofsky:
“Hablaremos en sentido pleno de una intuición perspectiva del espacio, allí y sólo allí
donde, no sólo diversos objetos como casas o muebles sean representados “en
escorzo”, sino donde todo el cuadro se halle transformado, en cierto modo, en una
“ventana”, a través de la cual nos parezca estar viendo el espacio, esto es, donde la
superficie material pictórica o en relieve, sobre la que aparecen las formas de las
diversas figuras o cosas dibujadas o plásticamente fijadas, es negada como tal y
transformada en un mero “plano figurativo” sobre el cual y a través del cual se proyecta
un espacio unitario que comprende todas las diversas cosas”423.
422Ibid., p. 39.
423Ibid., p. 11. Precisamente negar la ventana, la ilusión figurativa, y reivindicar la superficie
material pictórica, será la carcaterística fundamental del arte moderno, comenzando con el
impresionismo. Ver el apartado “El giro subjetivo del arte moderno” de la primera parte de este
trabajo.
217
ARQUITECTURA Y ESPACIO
218
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Grabado de Albrecht Dürer. Dibujante haciendo una perspectiva de una mujer, 1525
219
ARQUITECTURA Y ESPACIO
425 Harries, K. Infinity and Perspective. MIT Press, Cambridge Massachusetts, 2001, pp. 89, 90.
220
ARQUITECTURA Y ESPACIO
426 Vesely, D. Op. Cit., p. 168.
221
ARQUITECTURA Y ESPACIO
“La impresión visual subjetiva ha sido racionalizada hasta tal punto que podía servir de
fundamento para la construcción de un mundo empírico solidamente fundado y, en un
sentido totalmente moderno, infinito”427.
427 Panofsky, E. Op. Cit., p. 48.
428 Íbid. p. 49.
429 Wittkower, R. Los fundamentos de la arquitectura en la edad del humanismo. Madrid: Alianza
222
ARQUITECTURA Y ESPACIO
“la representación del mundo es fiel a la apariencia de las cosas en la medida que y
hasta el punto que ésta responde a un concepto previo de realidad”430.
430 Rubert de Ventós, X. Teoría de la sensibilidad. Barcelona: Ed. Península, 1989, p. 28.
431 Ibid., p. 27.
432 Wölfflin, H: Conceptos fundamentales de la Historia del Art. Madrid: espasa Caple, 1997. Los
cinco pares de conceptos son explicados, respectivamente, en los cinco capítulos que
componen el libro.
223
ARQUITECTURA Y ESPACIO
224
ARQUITECTURA Y ESPACIO
225
ARQUITECTURA Y ESPACIO
433 Gehlen, A. Op. Cit., p.139.
226
ARQUITECTURA Y ESPACIO
Abandonar la apariencia que las cosas tienen desde un punto de vista implica
renunciar a reproducir únicamente la piel “exterior” que muestran las cosas, la
superficie de los objetos. El “quebrantamiento de la forma cerrada” es el paso
decisivo434 y la arquitectura lo hará suyo como la “ruptura de la caja” y la disolución
de la diferencia entre el interior y el exterior del edificio. Esta disolución del objeto crea
una situación ambigua en la que los fragmentos en los que se han roto los objetos
preservan alguna referencia a los objetos exteriores originales pero ahora situados en
una estructura espacial totalmente nueva. De este modo los objetos pierden su
definición rígida, básicamente funcional, tal como es dada en la vida cotidiana, y se
integran como parte de un espacio articulado de otro modo.
En la construcción fragmentada cubista podemos ver las similitudes entre
objetos diferentes, objetos que encontramos en la realidad en contextos diferentes,
que al aproximarlos en el lienzo provocan un extrañamiento, un shock, que revela a un
nivel más profundo lo que hay de común a ambos. La realidad dada se transforma en
una nueva articulación, pero que no depende sólo de la iniciativa del artista sino
también del mundo que es susceptible de otras maneras de darse. La representación
del cubismo no es perspectiva porque es situacional435 en la cual cada objeto o
fragmento se ubica en el lienzo en función del lugar que ocupa en el espacio vivo
según su estructuración topológica. En el cubismo el espacio no se comprende a
través de una estructura formal, sino de su estructura vivida.
La segunda etapa del cubismo es el llamado cubismo sintético, tras la primera
etapa de descripción analítica del objeto o descomposición del objeto en sus lados (el
cubismo analítico). En septiembre de 1912 Braque dio el paso radical y revolucionario
de pegar trozos auténticos de papel de pared sobre el cuadro. Nace el collage.
434 Íbid., p.130
435 Vésely. D. Op. Cit., p. 338
227
ARQUITECTURA Y ESPACIO
228
ARQUITECTURA Y ESPACIO
436 Ver Parte II, capítulo 1.1. El arte como representación.
437 Ver Parte III, capítulos 2.1 La esencia del habitar: Geviert y 2.2. Habitar e inhospitalidad.
229
ARQUITECTURA Y ESPACIO
230
ARQUITECTURA Y ESPACIO
440 Íbid., p.322
441 Cf. Zahavi, D. Op. Cit., p. 97
231
ARQUITECTURA Y ESPACIO
232
CONCLUSIÓN
233
234
CONCLUSIÓN
Con esta cita de Paul Ricoeur, Kenneth Frampton abre su conocido e influyente
artículo Prospects for a Critical Regionalism (1983). De Paul Ricoeur, seguidor y
continuador de la hermenéutica de Gadamer, el autor del artículo dice que:
“ha avanzado la tesis de que una “cultura del mundo” híbrida sólo será posible
a través de una fertilización cruzada entre la cultura arraigada por un lado y la
civilización universal por el otro”442.
235
CONCLUSIÓN
El ser humano siempre ha intentado superar las distancias, traer las cosas cerca,
cogerlas y apropiárselas. Primero con las manos, después con las herramientas y
finalmente con las máquinas. Sólo el hombre moderno ha llevado este esfuerzo hasta
su culminación y ahora, para nosotros, todas las cosas están igualmente cerca. Pero
cuando todo está igual de cerca, cuando hay equidistancia, lo que se ha perdido
precisamente es la misma cercanía que se buscaba. La proximidad auténtica necesita
de la distancia, como lo familiar lo extraño. Si se elimina una, se elimina también la
otra. En vez de una auténtica proximidad tenemos la homogeneidad de la
equidistancia. Cuando todos los lugares están igualmente cerca, cuando todos valen
lo mismo, aparece la indiferencia de los lugares, la homogeneidad del espacio, y
perdemos nuestro lugar, nos encontramos desplazados.
Pero la mayor parte del tiempo el ser humano se encuentra entregado al
mundo, ocupado en él con las cosas que le rodean, y mediante esta ocupación
establece proximidades y lejanías. Nuestro acceso a la realidad está ligada a una
situación, a un punto de vista particular, a una perspectiva, la que la sociedad y la
historia nos ha asignado y que nos arraiga a un lugar, al que pertenecemos y el que
define lo cercano, lo propio. La mayor parte del tiempo estas perspectivas
permanecen incuestionadas, inadvertidas pero tan pronto como comprendemos esta
perspectiva como perspectiva, ya estamos más allá de ella y nuestro pensamiento se
libera. Está implícita en la búsqueda de la verdad una reflexión sobre la propia
perspectiva y el punto de vista, la cual lleva a una liberación respecto de cualquier
perspectiva y a ver, por tanto, las cosas tal como son en sí mismas, esto es, no tal como
son para una perspectiva determinada, sino para toda perspectiva posible. Un
pensamiento liberado de la perspectiva buscará entonces formas de representación
menos ligadas a situaciones particulares, más objetivas. La perspectiva del
Renacimiento hizo esta reflexión mediante la cual se operó un auto-desplazamiento
que transformó al ser humano que ocupa un lugar por medio de su cuerpo, en un
sujeto sin cuerpo (un ojo desencarnado) que mira/piensa a distancia.
Este desplazamiento es el resultado de la búsqueda de la objetividad y la
universalidad, sobre la cual se erige la ciencia y la tecnología. Presupuesto en este
deseo del conocimiento objetivo hay una elevación del ser humano por encima de
todo lo que le liga a un lugar particular. La comprensión a la que aspira la ciencia
exige la libertad respecto de cualquier prejuicio, cualquier perspectiva, y sólo esta
236
CONCLUSIÓN
libertad permite el acceso a la realidad tal como es, a la verdad. Pero esta libertad
tiene un precio: cuanto más el ser humano se desliga del lugar y de la situación
concreta en la que se encuentra, tanto más se convierte en un puro observador
distante ante el cual el mundo aparece como una colección de objetos o como una
uniformización y homogenización de los lugares.
Como hemos visto la arquitectura requiere de la interpretación, es en sí misma
un fenómeno hermenéutico: construir significa decidir previamente y, por tanto,
interpretar, cómo debemos habitar, cual debe ser la forma de nuestra habitación en el
mundo. La arquitectura, progresivamente desde el Renacimiento, ha ido recibiendo
las claves de cómo interpretar el mundo y nuestra habitación en él, de la razón
objetiva, de la ciencia y de la tecnología. Si la medida de cómo habitar la tomamos
de la objetividad, entonces nuestra experiencia concreta sólo puede ser considerada
como contingente, accidental, imperfecta y arbitraria. ¿Dónde y por qué tengo que
echar raíces, si cualquier lugar vale tanto como cualquier otro?. La interpretación que
desde la objetividad se puede hacer de cómo debemos habitar sólo puede ser la de
la deriva a través del espacio como extranjeros, sin comprometerse con ningún lugar.
Desde este punto de vista —que como tal no se considera un punto de vista, sino el
punto de vista, la objetividad, la verdad— el habitar se realiza en la universalidad.
En consecuencia los espacios modernos rechazan los límites estrictos y duros de
las cuevas oscuras y piden abertura, iluminación, ligereza. Esta es la interpretación del
habitar de la arquitectura moderna, como la de Frank Lloyd Wright, que rechaza los
límites de las cuevas de los pueblos sedentarios agrarios e invoca los edificios tipo
tiendas ligeras de los nómadas cazadores. Una oposición que Wright extiende a la que
hay entre Europa, que vive encerrada entre los gruesos muros de los edificios de las
ciudades antiguas, y arraigada en las profundidades del pasado, y la América
democrática comprometida con la libertad y abierta al futuro y al horizonte. Sólo la
arquitectura moderna europea de vanguardia —tras la influencia de Wright— rechazó
el muro y se comprometió con la tienda.
Parte importante de la arquitectura del siglo XX soñó, y sigue soñando, con la
versión tecnológica de la tienda nómada, con transatlánticos, aviones, naves
espaciales y satélites, con la liberación del ser humano de sus cadenas a la tierra. Esta
arquitectura da expresión visible a esa liberación y representa la confianza moderna
de que el ser humano debe liberarse cada vez más de todo lo que le liga y le
encadena; representa a la racionalidad tecnológica que extiende su dominio sobre la
tierra. Hoy en día la astronáutica y la tecnología informática alimentan estos sueños
arquitectónicos de libertad, abertura, ligereza y luz.
Este sueño de libertad y emancipación humana es inseparable del
pensamiento utópico de que el ser humano, una vez caído a la naturaleza desde el
237
CONCLUSIÓN
238
CONCLUSIÓN
239
CONCLUSIÓN
240
CONCLUSIÓN
241
CONCLUSIÓN
242
BIBLIOGRAFÍA
243
244
FUENTES
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J.C.B. Mohr (Paul Siebeck), 2. Auflage, 1975. Verdad y método. Salamanca: Ed.
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Muchos de los artículos recogidos en este volumen están traducidos en: Estética y
hermenéutica. Madrid: Editorial tecnos, 1996 (primera edición).
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Sein und Zeit. Tübingen: Max Niemeyer Verlag. Se encuentra en la Gesamtausgabe.
Band 2. Frankfurt am Main: Vittorio Klostermann GmbH, 1976. El ser y el tiempo.
Traducción de José Gaos. México, Fondo de Cultura Económica, 1951; Ser y tiempo.
Traducción de Jorge Eduardo Rivera C. Madrid, Editorial Trotta, 2003.
Gesamtausgabe. Band 5. Holzwege. “Der Ursprung des Kunstwerkes“. Frankfurt am
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