Sobre Platón y El Simulacro

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Platón y el simulacro

Este corto y denso texto nos aporta principalmente dos cosas: la crítica al
fundamento y la afirmación de la diferencia.

En la primera página empezamos con una crítica a la “división” platónica. No sé


cuanto saben ustedes de Platón, pero me imagino que conozcan la famosa
división entre mundo ideal y mundo sensible, entre Idea e imagen (o copia).
Nosotros vivimos en un mundo de imágenes, el mundo ideal lo podemos “acceder”
vía reminiscencia (de alguna manera nos acordamos de esas Ideas que están en
lo pasado puro, fuera de la experiencia).

Para Deleuze esa división esconde otra división que es la que le más interesa, una
división en las imágenes. No sólo hay una división entre Idea e imagen sino entre
las propias imágenes; es decir, cuando creamos un mundo ideal o divino, ese
mundo interfiere en la organización del otro mundo, el mundo sensible y la
existencia. Hay imágenes legítimas y imágenes falsas, buenos pretendientes y
falsos pretendientes. Es eso que le interesa a Deleuze. Es decir, la división entre
mundo sensible y mundo ideal, entre apariencias y esencias tiene una implicación
política. Al dividir los dos mundos, el mundo de las apariencias se somete a las
leyes del mundo ideal. Nos queda solamente re-presentar aquello que se presenta
solamente en un mundo al cual no tenemos acceso. Y esta representación va
pasar por un juicio de quien representa mejor. Para Deleuze el hecho de crear un
mundo de las Ideas tiene una implicación en este mundo: a partir de las Ideas se
instaura una selección de pretendientes (¿quién está más cerca del mundo ideal?
¿quién mejor representa la Idea? ¿Quién es el más justo, el más bello, el más
verdadero?). Todo un problema político que se despliega de esta metafísica.  

¿Qué sería por lo tanto la propuesta de invertir el platonismo? Invertir el


platonismo no es acabar con el mundo de las esencias y las aparencias, la
inversión no se da en esa primera división, se da en la segunda (entre las copias
verdaderas y falsas, entre los íconos y los simulacros).
Entonces, nuestra conclusión es: no importa tanto la división entre esencia y
apariencia sino lo que esto va influir entre estas apariencias (los sujetos, las
cosas, los entes, los existentes). Lo que esta división va causar es una selección
entre pretendientes (que son apariencias). Es decir, lo que interesa a Deleuze es
que a partir de esta primera división entre un mundo ideal y un mundo existencial
se hace una segunda división entre los existentes: ¿quiénes están más cerca del
ideal?  Nace una disputa entre pretendientes que Deleuze llamará de rivalidad. Es
el griego quien inventa el rival, en todos los ambitos: el rival en el amor, en la
filosofia, en la política, etc.
La división entre usuario, productor e imitador es justamente para poder hacer esa
jerarquia entre los pretendientes.. ¿Quién representa mejor la idea de cama? ¿el
usuario, el fabricante o el imitador? El imitador es aquél que hace el simulacro, por
lo tanto es aquél que está debajo en esta jerarquía. Es el pintor, el artista, que va
ser expulso de la ideal Republica platónica. Para Platón aquel que está en primer
lugar es el usuario, pues es él quien sabe la finalidad de una cosa mejor que
nadie. Dejo una cita que encontré en un libro en internet donde se menciona esta
jerarquía. La cita es de Jean Pierre Vernant, pero viene en otro libro llamado “el
espíritu del don” de Jacques Godbout. Como no aparece la bibliografía en el
documento de internet, no pude saber de cual libro de Vernant han sacado la cita,
entonces dejo la página del google books de donde la saqué: “El espíritu del don”
de Jacques Godbout p. 201:

“Para Platón, ‘para cada cosa existen tres tipos de arte: su utilización, su
fabricación, su imitación. Pertenecen al usuario, al artesano, al pintor. El pintor,
como todos los demás imitadores, no sabe de la cosa más que su apariencia
externa, con la que va a jugar por medio de ‘artificios’ para dar la ilusión de la
realidad. El artesano fabrica en efecto la cosa pero sin conocer perfectamente,
como el artesano que es, su eidos, es decir, su fin. Sólo el usuario posee esta
competencia’.”

Quiero subrayar también otro problema que nos interesa en esta primera parte del
anexo “Platón y el simulacro”. Deleuze nos está explicando la imagen del
pensamiento platónico, el sistema filosófico de Platón. Cuando Deleuze habla del
modelo, del Mismo, está hablando de las Ideas platónicas, son ella el modelo a
seguir, aquello que será el criterio para juzgar los pretendientes. ¿Quiénes son
estos pretendientes? Pues hay de toda suerte… hay quien pretenda la verdad, hay
quien pretenda la justicia, hay quien pretenda la belleza, etc. Y en Platón va haber
una selección de pretendientes: aquellos que son íconos o copias verdaderas y
aquello que son fantasmas o simulacros. Es esta la división que más le importa a
Deleuze, mas que la división entre esencia y apariencia. ¿porqué? Por que es esta
segunda división que va implicar una jerarquización entre los seres, una selección
de seres que esta basada en un criterio de semejanza con el modelo. Y para
Deleuze, todo esto es político: ¿Quién va ser el mejor pretendiente para gobernar?
El rey filósofo. Es una forma de gobierno que está implicado en este sistema. Un
modo de ser basado en las Ideas. De ahí sale todo, de ahí se explica todo, de ahí
se juzga todo.

Las Ideas platónicas van a ser el fundamento del sistema platónico. Esta es
la primera parte de la crítica de Deleuze a Platón: Deleuze quiere hacer un
sistema donde no haya fundamento. Cosa que hizo toda modernidad, es
justamente esto que implica la crisis de la metafísica. No hay un fundamento del
Ser. Esto es uno de los puntos que quiero que sea entendido con la lectura de
esta primera mitad del anexo. La crítica al fundamento y a la lógica de distribución
platónica.

Las Ideas, con mayúscula, son las esencias de los fenómenos. En Platón tenemos
una teoría conceptual donde lo esencial es del orden del concepto puro. El “dios”
platónico son ideas puras, conceptos puros de Verdad, Justicia, Belleza, Bien.
Estas ideas o conceptos puros son primeros y autoreferentes, es decir, son
idénticos a sí mismos, se confunde con la pura identidad de sí de una
cualidad:La Verdad es “lo verdadero en sí”,El Bien es lo bueno en sí, etc. Es
ahí que encontramos la identidad que Deleuze tanto va pelear. El fundamento es
la Identidad de sí mismo, por eso lo del Mismo, lo del Modelo. Modelo, Mismo, e
Idea, se trata del fundamento en Platón. La Idea idéntica a sí misma. La Idea es el
Modelo a seguir.   

 Solo existen cosas bellas porque existe una idea de Belleza que precede la
belleza de la cosa. Así, en Platón tenemos una idea pura que antecede
las cualidades de las cosas, los atributos o propiedades. Las cualidades de los
fenómenos, por su vez, deben tener un grado de semejanza con la idea: Lo
bello, lo justo, lo verdadero, lo bueno, etc. La Idea es primera, y los fenómenos
son segundos, pretenden a las cualidades del fundamento.  

Ahora bien, ¿por qué Platón siente la necesidad de fundar? ¿Para qué se funda
algo? Y con esa pregunta tenemos el problema que más le interesa a Deleuze en
Platón: Platón funda para distribuir, para seleccionar pretendientes. El
fundamento es indisociable de un acto de distribución, de reparto, de selección
y consecuente jerarquización. Se funda para poder repartir a cada quien su lote
correspondiente. Platón crea una jerarquia entre los seres basado en un
fundamento que es un valor instaurado, no una verdad innata. A partir de ahí (de
la instauración de un Modelo, Ley, Significante) se establece un orden social que
justifica la sumisión del cuerpo  (simulacro, orden sensible) al alma; que somete el
artista al filósofo; que somete el animal a los hombres; etc. La vida va ser medida
por la semejanza a ideas abstractas, conceptos puros. Justamente lo que pasa
con Platón es un sometimiento de la estética a la dialéctica (del pensamiento). 

 La jerarquización y la selección de pretendientes depende del “grado de


perfección” de cada fenómeno, y eso grado de perfección no es nada menos
que el modo como cada fenómeno re-presenta la Idea. Re-presenta porque
siempre es segundo, nunca primero (en primero está la Idea, nosotros la re-
presentamos). Ya podemos decir una cosa: cuando Deleuze crítica el fundamento
crítica el reino de la representación. 

“Cada imagen o pretensión bien fundada llamase re-presentación (ícono), pues la


primera en su orden es todavía la segunda en sí, en relación al fundamento. Es en
este sentido que la Idea inaugura o funda el mundo de la re-presentación.”
(Diferencia y repetición, edición francesa p. 351)

El reino de la representación que Deleuze critica es aquel que funda la


diferencia en un caos indiferenciado. No es que Platón anule la diferencia, la
diferencia en Platón es desnaturalizada, fundada. La diferencia va ser el
simulacro, la mala copia, la diferencia que no se deja asemejar a la Idea o el
Modelo.

Aunque la diferencia tenga ese estatuto “negativo” en Platón, Deleuze al


subvertirlo encuentra en el mismo Platón la fórmula de la subversión. Dejo
una cita de Lapoujade que explica un poco ese problema: “Considere el
movimiento aberrante que Deleuze detecta en el platonismo y que escapa a la
autoridad del Mismo y a sus círculos: el del simulacro. Bajo la aparente
conformidad al modelo – aquello que supuestamente lo vuelve semejante, aunque
de manera muy imperfecta – el simulacro en la realidad se construye sobre una
disparidad esencial, una disimilitud interna que no solo lo lleva a contestar la
legitimidad de la Idea, sino también el círculo que ella forma con los pretendientes
legítimos. Es él que hace el fondo remontar, mientras el platonismo tiene
precisamente la finalidad de ‘asegurar el triunfo de las copias sobre los simulacros,
de recalcar los simulacros, de mantenerlos encadenados en el fondo, de impedirlo
de subir a la superficie y de insinuarse por todas partes’ .Es todo el platonismo que
él [simulacro] pervierte y revierte, haciendo ese fondo subir, contestando tanto el
modelo cuanto las copias – es decir, identidad y semejanza que ellos extienden
sobre el mundo sensible. El simulacro es la aberración que mina
subterráneamente el platonismo. Él no se deja representar.” 

Así, si Deleuze trata de derrocar el platonismo, de subvertirlo, es para dar el


derecho (quid juris) a los simulacros, para crear un nuevo derecho. De eso se
trata la filosofía de la diferencia en su combate al platonismo. Se trata de sacar el
simulacro, la potencia diferenciadora y diferencial del sometimiento al tribunal de la
representación. Para Deleuze es la diferencia que es el fundamento, o más bien,
el sin fondo que hay que llegar en esa ontología de la diferencia. La diferencia no
puede ser fundada y sometida a la semejanza, la diferencia es primera para
Deleuze. 

Ese problema de la representación y del fundamento se encuentran en muchas


filosofías occidentales, en grandes nombres como Hegel, Kant, Leibniz, no
obstante es con Platón que el problema aparece.

Para Deleuze la diferencia no puede ser pensada o colocada entre los


pretendientes. La diferencia es lo que “habita” el Sin fondo, la Diferencia es hasta
donde se debe llegar en un análisis transcendental (lo que caracteriza una
investigación transcendental es que no se para dónde se quiere). “La diferencia es
lo propio insuperable. Evidentemente, la diferencia acá no es una diferencia
empírica entre individuos, ni siquiera una diferencia que constituye un individuo en
sí mismo (…) Es necesario remontar al fondo diferencial, rumbo a los elementos y
las relaciones diferenciales, pre individuales, que engendran el individuo, allá
donde todavía no hay ninguna diferencia genética, especifica o individual.”
(Lapoujade)

No hay sin fondo indiferenciado, siempre hay materia intensiva, incluso en el sin
fondo del ser. La Tierra de Deleuze es ese inmenso campo de individuación,
donde suben todas las diferencias individuantes para componer y poblar ese
plano. Lo que está en juego son los procesos de individuación (Simondon) que
constituyen los individuos.  

Ahora bien, decir que el sin fondo sube a la superficie no implica decir que hay una
unidad de las partes, un retorno a la unidad. “Lo importante es la multiplicidad de
las diferencias individuantes que lo componen. (…) lo esencial en la univocidad no
es que el Ser se diga en un único sentido. Es que él se diga en un único sentido
de todas sus diferencias individuantes o modalidades intrínsecas”. (Lapoujade, p.
57 citando Deleuze en DR y LS) Todas las diferencias se mantienen en ese
sentido único que se expresa el Ser. Las diferencias son variaciones de
intensidades de un Ser que se mantiene el mismo, que es pleno.
“Del punto de vista que nos interesa en el momento, la afirmación de la univocidad
del ser no consiste apenas en afirmar la diferencia y las multiplicidades en tanto
tales; ella es consecuencia necesaria de la crítica al fundamento. En efecto, si el
fundamento se cae, eso significa que no es más posible establecer una jerarquía
entre pretendientes, distribuirlos según series electivas como hacia Platón. No hay
un sentido eminente en el Ser al cual todos los otros entes se reportarían en
proporción de conformidad con el primer término. Entonces – y sólo entonces -, el
sin fondo sube para constituir un único y mismo plano secante en el cual ‘lo menor
se vuelve igual al mayor (…). Entonces, las palabras ‘Todo es igual’ pueden
resonar, pero con palabras alegres, con la condición de decirlas de lo que no es
igual en este Ser igual univoco.” (Lapoujade, p. 57)

Vean que la gran pelea acá es sin fondo vs fundamento, que consecuentemente
va implicar otra pelea entre identidad y diferencia. Este es el punto importante,
cuando Deleuze está instaurando su “filosofia de la diferencia”. Deleuze no es el
único filósofo de la diferencia, y como podemos ver en las últimas páginas de este
anexo es en Nietzsche que Deleuze se apoya para pensar esa nueva filosofia, esa
filosofia del futuro que logre “invertir el platonismo” es decir, dar a la diferencia otra
naturaleza.

Y claro, Deleuze no es el único a hacer una crítica al fundamento, es incluso esa


crítica al fundamento que puede marcar la diferencia entre la metafísica, filosofía
trascendental y ontología. La metafísica clásica y las filosofía trascendental tratan
de oponer un caos indiferenciado a las formas determinadas, no piensa el proceso
de diferenciación en sí. Hay un corte absoluto entre causa y efecto.

 En la ontología (Con Heidegger, Nietzsche, Bergson, Deleuze) se busca una


razón para el sin fondo, para este caos ontológico, se busca criticar el fundamento
y destituirlo de su lugar, rompiendo obviamente con la lógica causal y haciendo
otro tipos de cortes. Pero no todas filosofías que critican el fundamento son
filosofías de la diferencia. Tenemos el caso de la filosofía analítica y la filosofía del
lenguaje por ejemplo, que se trata de otro tipo de desfundación. Filosofía analítica:
“se conforman con las formas lógicas para esclarecimiento conceptual; sustituyen
el fundamento por axiomas que delimitan el límite de lo pensable, enunciados
provistos de sentido y verificables”. (Lapoujade) Filosofía del lenguaje: “tipo de
antropología pragmática, nueva filosofía de lo ordinario.” (Lapoujade)

Otros casos de “desfundamento” que encontramos son las ontologías de


Heidegger, Bergson y Nietzsche. Ya no se llega a un fundamento en esas
filosofías, el Ser es pensado de otra manera que no es la esencia. En el caso de
Heidegger tenemos el Ser no más como base o suelo sino como abismo (el ser es
cuestión, y por lo tanto algo abierto, sin fondo). En Bergson el Ser es duración, la
figura que da Bergson tampoco es de un suelo sino de un volcán, algo profundo. Y
en Nietzsche tendríamos el sin fondo de la voluntad de poder. Todas esas teorías
critican el problema del fundamento desde la siguiente pregunta: ¿si el
fundamento debe dar razón de toda y cualquier cosa, como podría dar razón de sí
mismo si no es girando en círculos? Lo que tenemos claramente es una crítica al
valor y al origen del valor, como la genealogía nietzscheana muestra
profundamente. Esas filosofías buscan el ser en las profundidades (abismo,
volcán).

Ahora bien, ¿por qué ir hasta ahí, hasta el sin fondo o caos? “La especificidad de
una investigación transcendental es que no se puede pararla cuando uno quiera.”
Si el fundamento cumplía el rol de una razón suficiente (todo lo que existe tiene un
motivo o causa de existir), va ser la Diferencia en Deleuze que va valer por sí
misma, que va ser la razón suficiente de todo.

Aunque podemos afirmar que el proyecto de Diferencia y repetición es derrocar el


platonismo y acabar con el fundamento, no es por eso que el interés de Deleuze
se agote en el sin fondo. A Deleuze no le interesa el problema de la profundidad,
no se quiere quedar en el Sin fondo. Es ahí que Deleuze se distancia de
Heidegger (no le interesa a Deleuze el modo velado de darse del Ser, no busca
explicar la manera a la cual nos abrimos a él). A Deleuze le interesa las lógicas
que se pueden extraer en la superficie. Le interesa los efectos en la
superficie de ese Sin fondo. Un sin fondo que se abre a la superficie, Ser que es
apertura y continuidad. Lo que estamos intentando decir es que a Deleuze es tan
importante la Diferencia en sí como el proceso de diferenciación en el cual la
diferencia se diferencia (proceso vital).

Ese proceso de diferenciación es lo que Deleuze estudiará en su repetición. Si


hasta ahora dijimos que la diferencia combate el fundamento, la repetición –
eterno retorno – será aquella que combate la circularidad del fundamento.

Hasta ahora vimos que el fundamento platónico instaura un principio de identidad


y semejanza entre modelo y copia. No obstante, tenemos otro principio que hace
funcionar la maquinaria representativa: la circularidad del fundamento. Explico
con Lapoujade: “Instaurar la identidad de sí de la Idea como fundamento es
solamente la primera de dos operaciones por medio de las cuales la
representación puede ejercer su reinado. Además de eso, es necesario introducir
un principio capaz de distribuir los pretendientes en función de su semejanza con
el modelo. (…) En Platón el principio opera en el mito, que hace los pretendientes
comparecieren dentro de un tiempo circular en el cual cada uno recibe un lote
correspondiente al mérito de su vida. Residiendo en un pasado inmemorable, la
Idea subordina la línea del tiempo al Mismo; el tiempo se encuentra curvado en
un círculo en que cada presente que pasa es juzgado en sus pretensiones a partir
de las alturas de la Idea (pasado puro).”

Así, todo ya está determinado de antemano, todo depende de un reconocimiento


que se hace de las Ideas, la teoría de la Reminiscencia en Platón establece
que conocer es recordar. El alma antes de tener cuerpo vivía en el mundo de las
Ideas, por eso recuerda. No es de la experiencia sensible que sacamos el
conocimiento, es de una memoria del pasado inmemorable que tenemos los
conocimientos verdaderos y universales.       

Es un círculo cerrado porque tanto el fundamento explica lo fundado como lo


fundado explica el fundamento. El fundamento no puede ser explicado de otra
manera que haciendo un círculo con lo fundado. En tanto las cosas fundadas,
existentes, sólo existen porque hay un fundamento que las posibilita. “El
condicionamiento supone concebir la condición a la imagen del condicionado,
pues ella es su forma de posibilidad”. (Lapoujade) El fundamento es una calca
de lo fundado. Para Deleuze sería un error pensar que lo transcendental
(aquello que ultrapasa la experiencia) como una calca de lo empírico. El
rizoma es el concepto que Deleuze encontrará con Guattari para criticar esa
imagen del pensamiento.

Si identidad y circularidad son las operaciones de Platón para que el reino de la


representación se sostenga, será la diferencia y la repetición que Deleuze usa
para derrocar el platonismo.

La repetición en Deleuze es pensada en tanto eterno retorno, pero un eterno


retorno nietzscheano concebido como retorno de la novedad, se trata siempre del
eterno retorno de la diferencia. Así, lo que se repite no es una copia de un
modelo ideal, no se trata de una repetición de lo mismo, no se trata de un
destino cerrado (oráculo y profecias), se trata de una repetición que se abre
al futuro. La repetición justamente rompe el círculo del fundamento. Explico.

Si la prueba del fundamento se da en forma circular en el mito platónico, la prueba


del esquema deleuzeano va ser la repetición. Es una nueva forma de concebir la
temporalidad. Ya podemos visualizar por el momento que la temporalidad está en
relación directa con la selección o prueba.

Antes de explicar lo de la repetición cabe hacer una explicación más sobre la


prueba. Lapoujade dice que cuando tenemos una filosofía transcendental ya no
tenemos prueba. Con Kant no hay prueba. El fundamento deja de actuar como
prueba. Lapoujade se pregunta si eso marca el pasaje de un mhytos al logos, de
lo metafísico al trascendental. Lo fundado ya no es afectado por el fundamento. En
Kant el fundamento se eleva a la condición de posibilidad de lo fundado, no a lo
fundado. Ahora, para Deleuze ese es un problema muy serio porque involucra una
cuestión vital. Ya no es un problema solamente teórico: si el fundamento no puede
cambiar nada en lo fundado, en el pensamiento y en la vida, para Deleuze no tiene
entonces porqué existir. En Deleuze sí hay prueba y selección, pero veremos que
esa prueba escapa a jerarquización y tiene otros principios.

Para Deleuze, fundar tiene su importancia, aunque ya sabemos que es una


fundación subvertida, siendo la diferencia intensiva el punto de partida. Fundar es
metamorfosear, se funda para resolver un problema en lo fundado, para hacer
nuevas distribuciones, etc.  “Deleuze siempre deploró la abstracción de los
motivos que son invocados al inicio de la filosofía. Construir un sistema, superar o
instaurar un dualismo, un monismo, un pluralismo son, la verdad, motivos bastante
pobres. En ese punto es necesario ser nietzscheano: ¿qué motivación hay detrás
del motivo? (…) ¿Qué pasó? No sentimos la necesidad de remontar para más allá
del fundamento si no somos constreñidos a eso.  El pensador no alcanza el
pensamiento de la diferencia sin pasar por una prueba. ‘No podemos creer que lo
fundado permanezca lo mismo, lo mismo que era antes, cuando no estaba
fundado, cuando no había pasado por la prueba del fundamento. […] Fundar es
metamorfosear [Lapoujade cita Diferencia y repetición, edición francesa p. 200]
Pasa que no es el pensador el que funda, ni incluso como sujeto trascendental. Al
contrario, él se vuelve fundado, fundado por… (…) la cuestión del fundamento ya
no tiene nada teórico, es una cuestión vital.

Si la repetición es una potencia de redistribución de lo fundado, es porque actúa


en el presente, es decir, modifica las existencias y las formas de existir conforme
el tiempo va actualizándose, conforme los procesos van complejizando, etc.
Desde luego, la cuestión del círculo y de la prueba, así como de a diferencia y la
repetición, tiene que ver con el tiempo. Porque lo que marca la repetición, lo
que inaugura es un antes y un después, un nacimiento y un renacimiento. Se
repite lo diferente, son nuevas redistribuciones del Ser, y por lo tanto, una
novedad, un renacer. La repetición no se dan en el tiempo, ellas fundan el tiempo.
Son las repeticiones que crean un antes y un después, que crean las
temporalizaciones. Es esta temporalidad, esa repetición que Deleuze nombrará
acontecimiento.
Ya veremos más sobre ese tiempo, esa repetición y ese acontecimiento.

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