El Conde de Monte Cristo PDF
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ALBUM
EL COITOS
DE MONTE-CMISTO
TOMO PRIMERO,
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ALBUM. PÁG.
EL contra corr-cRIsro.
por 2 lejambro Dumas.
PARTE PRIMERA.
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vaga inquietud que tenia en espec componian se lanzaron los unos á las es
tacion átodos los curiosos de la plataforma cotas, los otros sobre lasvergas, los otros
delfuerte de San Juan, era para uno de á las drizas, los otros á losfoques y otros
ellos causa de mortal desasosiego, de mo en fin á cargar lasvelas.
do que no pudiendo esperar la entrada del Eljóven marino dió una ojeada displi
buque en el puerto, saltó á una lancha, y cente sobre ese principio de maniobrayal
á fuerza de remo se dirijió á encontrar el ver que sus órdenes iban á ser ejecutadas
Faraon con el cual emparejófrente la en volvió á su interlocutor.
senada de la Reserva. –¿Pero, como ha sido esta desgracia?
El jóven marino que se hallaba al lado dijo el armadoranudando la conversacion
del piloto abandonósu puesto al ver al de donde la habia dejado eljóven marino.
ía lancha, y con el sombrero en la mano –Por Dios, señor, que ha sido de la
fué á apoyarse en la orla. Era el jóven manera masimprevista que darse pueda.
como de unos veinte años, de estatura al Despues de una larga conversacion con el
ta, talle esbelto, hermosos ojos negros y comandante del puerto, el capitan Leclér
cabellos de ébano. Habia en su continente salió de Nápoles muy agitado; á las 24
ese tinte de calma y de resolucion que es horas le atacóla calentura y tres dias des
peculiar á los hombres habituados desde pues habia ya muerto. Dimos á su cadá
su infancia á luchar con los peligros. ver el entierro ordinario, envuelto en una
–¡Hola, Dantes, sois vos! dijo el de hamaca con una bala de á36 en los pies y
la lancha. ¿Qué ha sucedido pues, qué otra en la cabeza, descansa á la altura de
significa ese airede tristeza que se advierte la isla de el Giglio. Traemospara su viu
á bordo? da su cruz de honor y su espada. Valia
–Una gran desdicha, señor Morrel, di por cierto la pena, continuó el jóven con
jo el jóven; una gran desdicha para mi una sonrisa melancólica, hacer diez años
sobre todo. A la altura de Civitavecchia seguidos la guerra á los ingleses para ve
hemos perdido al escelente capitan Leclér. nir á morir, como el vulgo, en su cama !
–¿Y el cargamento? preguntó conim —Diablo, que quereis, señor Edmun
paciencia el armador. -
do, repuso el armador que al parecer iba
–Llega á salvamento, señor de Morrel; consolándose masy mas; todos somos mor
y en esta parte no dudo que quedareis sa talesy es preciso que dejemos lugar para
tisfecho. Pero el pobre capitan Leclér... los que van viniendo; sin eso nadie haria
—Que le ha sucedido pues, preguntó fortuna, y en cuanto me dais por seguro
el armador, con un tono que visiblemente que el cargamento....
demostraba ya sutranquilidad, ¿qué le ha —Está en muy buen estado, señor de
sucedido pues á ese digno capitan? Morrel. Hé aquíun viaje cuyos beneficios
-Ha muerto. á seguir mi consejo, no es convendria ce
—¿Cayó al mar? der porveinte y cinco mil francos.
—No señor, murió de una calentura Despues, comohabian cargado ya á po
cerebral en medio de horribles padeci pa la mayor redonda; «al avío, dijo, á
uientos: y en seguida volviéndose el jó cargar gavias, foque y cangreja: á sus
Y en ála tripulacion, «¡lista 1 dijo, á dar puestos.»
fondo: cada uno á su puesto». Ejecutóse la órden con tanta prontitud
Obedeció la tripulacion, y en el instan
casi como en un buque de guerra.
te mismo los ocho ó diez marineros que la «Arría y carga todos.»
ALBUM, 3
de dejar en esta plaza? dijo el armador; á hijo: uno habia de la familia que servía
es jóven, bien lo veo, pero paréceme muy en el mismo regimiento que yo, cuando
propósito para el destino y con sobrada estuve de guarnicion en Valence.»
eriencia en su carrera. —¡Vive Dios, que es muy cierto! escla
Una nube cruzó la frente de Danglars. mó el armador alborozado. Era Policarpo
–Perdonad, señor de Morrel, dijo Morrel, mitio, que esahora capitan. Dan
Dantes acercándose, ahora que el buque tes; en cuanto digais ámitio que el En
estáanclado, aquí me teneis á vuestras ór perador se acuerda de él, vais áver como
denes. Creo que me llamabais. llora ese viejo regañon. Vamos, vamos,
Danglars dió un paso atrás. continuó el armador dando amigables pal
–Queria preguntaros porque os detu maditas en la espalda del jóven, habeis
vísteis en la isla de Elba. hecho muy bien en seguir las instruccio
-Lo ignoro, caballero;fué para cum nes del capitan Lecléry en hacer escala
plir la última órden del capitan Leclér en la isla de Elba, aunque si llegaba á
quien al morir me entregó un pliego para saberse que habiais entregado un pliego al
el gran mariscal Bertrand. mariscal y hablado con el Emperador, po
–Con que le habeisvisto, Edmundo? driais veros comprometido.
—A quien? —¿En que quereis que pueda esto com
—Al gran mariscal. prometerme, caballero? dijo Dantes: yo
—Si señor. no sé lo que llevaba, y el Emperador no
Morrel miró en torno suyo yse retiró me ha hecho otras preguntas que las que
aparte con Dantes. pudiera haber hecho á cualquiera que fue
–¿Y cómo está el emperador? pre se... Pero, perdonad, ya tenemos aquilos
guntó con viveza. botes de la Sanidad y de la Aduana que
—Bien, en cuanto puedejuzgarse por hegan; mepermitireis.....
la simple vista. - —A vuestra tarea, mi querido Dantes;
—¿Con qué tambienhabeis visto al em id con Dios.
perador? El jóven se retiró y á medida que se
—Entró en la habitacion del mariscal alejaba fué acercándose Danglars.
cuando yo estaba. -
—Y bien, preguntó éste, parece queha
—¿Y le habéis hablado? justificado su arribada á Portoferrajo?
—Entendámonos; es el emperador quien —Mucho que si, mi querido Danglars.
me habló; dijo Dantes sonriendo. —¡Ah! tanto mejor, porque siemprees
—¿Y qué os ha dicho? sensible
,
ver que un camarada ha faltado
—Me ha hecho preguntas sobre el bu á su obligacion.
que, sobre la época de su partida de Mar- —Dantes ha cumplido con la suya, re
sella, sobre la ruta que habia seguido y pondió el armador, y no hay motivo de
el cargamento que tenia á bordo; yo creo queja contra él. El capitan Leclér le habia
que áir la nave en lastre y seryo sudue-mandado hacer esa escala.
ño, la intencion del Emperador era com-| —A propósito del capitan Leclér, ¿no.
prarla.Pero yo ledije que no era mas que os ha dado Dantes una carta suya?
un simple segundo, y que la embarcacion| —. A mí º no por cierto: que, ¿le ha
pertenecia á la casa Morrel é hijo. « Co bia dado alguna?
nozco esa casa, me contestó el Empera —Yo creia que á mas del pliego, el ca
dor, los Morrels son armadores de padre pitan Leclérle habia confiado una carta?
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ALBull.
—De que piego quereis hablar, Dan tation.… sabeis si continúa sin nov
glars? mi padre?
—Del que Dantes ha dejado, al pasar, –Creo que sí, mi querido Edmún
en Portoferrajo. á pesar de que yo no le he visto.
—¿Como sabeis pues que debia dejar un —Si, el siempre se mantiene retirado
pliego en Portoferrajo? en su reducida habitacion.
Las mejillas de Danglars enrojecieron. —Esto prueba á lo menos que no le ha
—Pasaba yo casualmente por delante ráfaltado nada durante vuestra ausencia.
el camarote del capitan, cuya puerta es Dantes se sonrió.
taba entreabierta, y vi como entregaba á —Mipadre es altivo, caballero, y aun
Dantes el pliego y la carta. que todo le faltára, dudo mucho que pi
—No me ha habladó de nada, dijo el diese nada á nadié en este mundo, escep
armador, pero si tiene én su poder la car to á Dios. ". -
lo mas rapidamente posible al través del De repente sintióse ceñir el cuerpo por
sinnúmero de lanchones que obstruyen la otra persona, y una voz muy conocida
especie de calle estrecha que conduce, esclamó á sus espaldas.
entre dos hileras de embarcaciones, desde –Padre mio,padre mio!
la entrada del puerto al andén de Or El viejo dió un grito y volvió la cara,
leans. yal verá su hijo, dejóse caer en sus bra
El armador le siguió con la vista son zos, pálido y tembloroso.
riendo, hasta tanto que le vió pisar el — Que teneis, padre mio? esclamó el
muelle y perderse entre la muchedumbre jóven con inquietud; estariais tal vez en
de todas clases, que desde las cinco de la fermo?
mañana hasta las nueve de la noche obs — No, no, mi querido Edmundo, mi
truye la famosa calle de la Cannebiere. querido hijo, no; pero no te esperaba, y
Al volverse el armador vió á sus espal la alegria, el pasmo de verte asi, de im
das á Danglars que, al parecer, esperaba proviso... ¡Ah Dios mio! me parece que
sus órdenes, pero que en realidad seguia voy á morir...
como él con la vista aljóven marino; ha —Y bien! reponeos pues, padre mio;
bia empero una notable diferencia en la ved quesoyyo, yo mismo; se acostumbra
espresion de la mirada de estos dos suge á decir siempre que la alegria no daña y
tos fija en una misma persona. esta es la causa de haber entrado sin pre.
II. veniros de antemano. Vaya, sonreios en
EL PADRE Y EL Hl IJO. vezde mirarme con esos ojos tan despa
voridos; ya estoy de vuelta y vamos á ser
Dejemos á Danglars, poseido del ma dichosos.
yor encono, probando de inspirar en voz
baja malignas suposiciones contra su ca —Ah! Ojalá, hijo mio, repuso el ancia
marada al bueno del armador y sigamos no. Pero como, de que modo podrá ser
á Dantes, que despues de haber recorrido eso? Es que ya no te separarás de mi?
á lo largo la Cannebiere, enfila la calle Veamos en que fundas esa felicidad?
de Nouailles, entra en una casita de la —El Señorme perdone, dijo el jóven,
acera izquierda de Moillan, sube con ra por regocijarme de una dicha basada en
pidez los cuatro primeros pisos de una os el desconsuelo de una familia, mas Dios
cura escalera,ysosteniéndose en el últi sabe que jamás deseé mi fortuna á tanto
mo tramo con una mano en la barandilla precio! Pero ha debido suceder asi y no
mientras comprime con la otra los fuer tengo fuerzas para aflijirme por ello. El
tes latidos de su corazon, se para delante valiente capitan Leclér ha muerto y es
una puerta entreabierta que deja ver el probable quepor la proteccion del señor
fondo de una sala reducidísima. de Morrel, obtendré su vacante..... ca
Esta habitacion es la queocupaba el pa pitan á los veinte años! con cien luises de
dre de Dantes. -
sueldo yunaparte en las ganancias! No es ,
La noticia del arribo del Faraon no ha esto lo mas á que podia aspirar un infe
bia llegado aun á oidos del anciano, que liz marinero comoyo?
se entretenia, puesto de pies encima de —Si, hijo mio, si; en efecto, dijo el
una silla, en entretejer y enramar algunas viejo, es gran suerte.
capuchinas quejunto conunas muérmeras, –Por lo tanto, el primer dinero que
8 ALBUM.
cobre quiero emplearle en proporcionaros —Demodo que habeis vivido unos tré
una casita con jardin, donde podais plan meses con 60 francos, repuso el jóven.
tar vuestras muérmeras, capuchinas y —Ya sabes que no necesito gran cosa,
madreselvas. ¿Pero, que teneis, padre ijo el viejo.
mio? parece que estais indispuesto? —¡Oh! Dios mio! Dios mio! padre,
—Paciencia, paciencia, no será nada. perdonadme, esclamó Edmundo arroján
Y faltándole las fuerzas, dejóse caer dose de rodillas á los piés del anciano.
de espaldas. –¿Qué haces?
—Veamos, veamos, dijo el jóven;un -¡Oh! me habéis desgarrado el corá
vaso de vino, padre mio, os reanimará. ZÓn.
En donde poneis el vino?
—¡Bah! Ya has vuelto, dijo el viejo
–No, gracias, no le busques, no le sónriéndose, ahora ya está todo olvidado,
queriendo detener
necesito, dijo el viejo porque ho tenemos sino felicidades.
á su hijo. es dijo el jóven, es ver
–Si que le necesitais, si, padre; indi –Sí, verdad,
cadme donde está. dad: me encuentro con un bello porve
Y abrió dos ó tres armarios. nir, y una pequeña cantidad de dinero.
—Es inútil, dijoel viejo...pues nó ten Tomad, padre, tomad y enviad á buscar
en seguida todo lo que necesiteis.
. go vino.
– Como ! no teneis vino? dijo Dantes Yvació sobre la mesa sus bolsillos que
palideciendo á su vez, y mirando alterna contenian una docena de piezas de oro,
tivamente las chupadas y descoloridas me cinco ó seisescudos de cincofrancosy va
jillas del anciano y los armarios vacios. rias monedas sueltas.
Como ¡ no teneis vino ! Os habria tal vez El rostro del viejo Dantes se reanimó.
faltado dinero, padre mio? –Para quién es eso? dijo.
—No me ha faltado nada pues que te —Para mí, para vos, para todos. To
veo á mi lado, dijo el viejo. mad, compradprovisiones, sed feliz; ma
–Con todo, tartamudeó Dantes enju ñana tendréis otro tanto.
gando el sudor que caía de su frente, con –Poco á poco, poco á poco, dijo el
todo, os dejé200 francos hará cosa de tres viejó sonriendo, con tu permiso, usaré
meses al marcharme. con moderacion de tu bolsillo; creería el
—Sí, sí, Edmundo, es verdad. Pero al vulgo, si me véía comprar muchas co
partirte olvidaste de una pequeña deuda sas á la vez, que me he visto obligado á
contraida con el vecino Caderousse; me
esperar tu vuelta para comprarlas.
exijió su importe diciéndome que si no pa —Obrad como queráis. Pero, ante to
gaba portí, iria á que le pagase el señor das cosas, tomad quien os sirva padre. No
Morrel. Entonces, temèroso de que estó quiero que os quedeis ya solo. Tengo un
te perjudicára... comprendes. poco de café y algun tabaco escelente de
–¡Entónces !
—Entonces! lo pagué yo. contrabando en un cajoncito de á bordo;
–Pero, esclamó Dantes, eran 140fran lo tendréis mañana. Mas, silencio, al
cos los que debia á Caderousse!... y vos guien llega.
los habeis dado de los 200 francos que os –Será Caderousse que sabedor de tu
dejé? •. llegada, probablemente viene á cumpli
El viejo hizo con la cabeza un señal mentarte por tu feliz retorno.
afirmativo. | –Bueno: todavía obligar al labio á
-
-1 ALBUM. 9
en que os dejan no es mas que una tole ré fortuna, vos seréis mi buena estrella y
rancia: de un momento á otro puedenlla llegaré á ser rico. Puedo abandonar mi
maros vuestras banderas; una vez soldado estado de pescado, entrar de mancebó
¡qué harías de mi; quéharías deesta huér en algun escritorio, y ser hasta comer
fana infeliz, pobre, sin recursos, pose ciante.
yendo por único patrimonio una choza —Nada de eso podeisprobar, Fernan
medio arruinada y algunas usadas redes, do; vos sois soldado, y si permaneceisaun
miserable herencia transmitida de mi pa entre los catalanes, es porque no hay guer
dre á mi madre y de ésta á mi! Recor ra: seguid siendo pescador, no os entre
dad, Fernando, que desde hace un año, gueis á sueños seductores, cuyo despertar
en que murió aquella, estoy poco menos os haría parecer á la realidad mas terrible
que reducida á las limosnas de la caridad de lo que es en efecto, y contentaos con
pública. Algunas veces finjiis que os soy mi amistad, ya que nada mas puedo con
de alguna utilidad, á fin de tener un de cederos.
recho para partir conmigo vuestra pesca, —¡Vaya pues! teneis razon. Mercedes,
y yo acepto, Fernando, porque vos sois seré marino; usaré, en vez del traje de
el hijo del hermano de mi padre; porque nuestros mayores que vos menospreciais,
noshemoscriadojuntosy sobre todo, por un sombrero charolado, camisa listada y
que no quiero, rehusando, causaros una una gallaruza azul con áncoras en los bo
pesadumbre; pero yo comprendo muy tones: ¿no es este el traje que he devestir
bien que ese pescado que llevo á vender para agradaros?
y con cuyo precio compro el cáñamo que —¿Qué significa eso? preguntó Mer
hilo, yo comprendo muy bien, Fernan cedes, lanzándole una mirada imperiosa,
do, que todo ello, no es mas que una li ¿qué quereis decir? no os comprendo.
IIOSID3. –Quiero deciros, Mercedes, que si sois
—Y, ¿qué importa, Mercedes? pobre tan dura y cruel conmigo, es porque es
y aislada cual os hallais os prefiero á la perais á un sugeto vestido cual os he di
hija del mas orgulloso armador ó del ma cho;pero ese á quien esperais osestal vez
rico banquero de Marsella. ¿A los de m inconstante, y si él no lo es, ála mar nad d
clase qué nos falta? una muger honesta y le niega esa calidad.
hacendosa. ¿En quien sino en vos halla —Fernando, repuso Mercedes con acen
ría yo estas cualidades? to conmovido, os creia hombre de buenes
—Fernando, contestó Mercedes me sentimientos y me engañaba: Fernando,
neando la cabeza, pierde la muger sus hay mucha perversidad en vuestra alma
dotes de madre de familias y no puede cuando llamaisenayuda de vuestra envida
salir garante de su fidelidad cuando ama los azotes de la Providencia; pero no in
á otro hombre que no es su marido. Con porta, es cierto, jamas lo he ocultado, es
tentaos con mi amistad, porque, os lo re pero á ese hombre que decis le amo: si
pito, es lo mas que puedo prometeros y no vuelve, en vez de suponer en él esa
yo noprometo sino aquello que tengo se inconstancia de que le acusais, creeré que
guridad de poder cumplir. ha muerto amándome.
—¡Comprendo! dijo Fernando; so El jóven catalan hizo un gesto derábia.
portais convalorvuestra miseria; pero la —Os comprendo, Fernando; deseais
mia no teneisánimo paraaceptarla. ¡¡Tran desahogar en él vuestraíra porque no os
quilizaos, Mercedes! amado de vos proba lano; cruzareis con su puñal vuestro en
4
11 ALBUM.
–No sabia yo que al venir anheloso en Danglars á una mesa bajo de un empar
esta casa, Mercedes, habia de encontrar en rado.
ella un enemigo. -¡Eh! ¿Por qué no te acercas? ¿tanta
– ¡Un enemigo! esclamó Mercedes, prisa llevas que no tienes tiempo de salu
lanzando una mirada de enojo enla direc dar átus amigos?
cion dó estabasu primo;¡un enemigoenmi –Sobre todo cuando tienen todavia una
casa, dices, Edmundo! Si tal creyera, te co botella cuasi llena encima de la mesa:
jeria del brazo y meiria á Marsella aban añadió Danglars.
donando la casa para no volver á pisar sus Fernando miró á los que le hablaban
umbrales. con un aire atontado, y no contestó.
De la vista de Fernando brotaban ra —Parece que está muy corrido, dijo
yos. Danglars, dando con su rodillaá la deCa
—Y sitesucedieraalgunadesgracia,Ed derousse; ¿nos habriamos tal vez engaña
mundo mio, continuó ella con calma inal do y contra nuestras esperanzas triunfaria
terable para probará Fernando que habia Dantes?
profundizado hasta lo mas hondo de sus –Por vida de.... es preciso salir de la
siniestras ideas, si te sobrevenia alguna duda, dijo Caderousse y dirijiéndose aljó
desgracia, subiria yo á la cumbre de Mor ven: veamospues,tu, catalan, ¿te deci
es? -
tes? ninguno tengo, lo juro sobre mi pa —¿Una pluma, papel y tintero? mur
labra. Osº he visto desgraciado y vuestra muró Fernando
desgracia me ha interesado: hélo aquito —Si, soy sobrecargo, y por lo tanto, la
do, Pero ya que creeis que trabajo en mi pluma, papel y tintero son mis instrumen
provecho, quedad con Dios, amigo mio, tos, y sin mis instrumentos nada sé ha
salíos del apuro como Dios os dé á enten 06I”.
der. –Pluma, papel y tintero, repitió Fer
Y Danglars hizo un movimiento aparen mando á voces.
tando quererse marchar. —Aqui está todo, dijo el mozo, presen
—No os vayais, dijo Fernando; quedaos. tándole lo pedido.
Poco me importa al fin y al cabo que os —¡Cuando uno reflecsiona, dijo Cade
intereseis ó no en la pérdida de Dantes; lo rousse dejando caer su mano sobre el pa
mismo me dá. Por mi parte le abomino. pel, que con esto hay lo suficiente para
Buscad un medio; yo lo ejecutaré como no matará un hombre mas segura éimpune
sea un asesinato, porque me" ha dicho mente que si se le esperára tras de una
Mercedes que se mataria si mataba áDan esquina ó en las encrucijadas de un bosque
tes. para asesinarle ! Siemprehe temido yo mas
Caderousse, cuya cabeza descansaba so á una pluma, una botella de tinta y un
bre la mesa, la levantó, y mirandoáFer pliego depapel que áuna espada ó á una
nando y á Danglars contorpes y atontados pistola.
ojos, dijo: – El bellaco no está tan borracho como
–¡Matará Dantes!... ¡quientrata de aparenta, dijo Danglars. Dadle de beber,
matará Dantes! no quiere que le mateis, Fernando.
no.… es mi amigo... Se ha ofrecido esta Llenó este de nuevo el vasóá Caderous
mañana á partir conmigo su dinero, como se quien, como á buen bebedor, levantó la
ALBUM. 21
mano que tenia puesta encima del papel |luego á Fernando y que este leyóá media
cojió con ella el vaso. El catalan estuvo V0Z.
observando hasta tanto que Caderousse «Señorprocurador del Rey: un amigo
cuasi vencido ya por esta nueva carga, «del trono y de la religion osadvierte, que
puso, ó mejor, dejó caer el Vaso sobre la «el llamado Edmundo Dantes, segundo del
ImeSa. «Furaon que llegó esta mañana despues
—¿Y que mas?... repuso el catalan en «de habertocado en Nápoles y Portofer
cuanto vió que el resto de lucidez que que «rajo, se ha encargado de un escrito de
daba á Caderousse empezaba á desapare «Murat para el usurpador yéste le haen
cer por consecuencia del último vaso de «tregado una carta para el comité bona
vino. |«partista de Paris.
—¿Que mas? os decia pues, por ejem «Si se le prende se encontrarán las
plo, dijo Danglars, que si despues de u «pruebas de su crímen, esto es, la carta,
viaje como el que acaba de hacer Dantes, «en su cartera,ó en casa de su padre ó en
y durante el cual ha hecho escala en Ná «su maleta á bordo del Faraon.» •
poles y en la isla de Elba » alguno le de
—Enhorabuena, dijo Danglars, de este
nunciaba al ministerio fiscal como agente modo vuestra venganza no os acarreará
bonapartista... molestia alguna porque de ningun modo
—Yo le denunciaré, yo, dijo con vive-|pueden las sospechas recaer sobre vos, y
za eljóven. |el negocio seguirá su rumbo por si solo:
–Si, pero en este caso espreciso firma es necesario ya, sino doblar la carta
vuestra declaracion y se os careará con el como lo hago, y poner el sobre Al señor
acusado. Estoy seguro de proporcionaros|procurador del Rey; con esto está todo
abundancia de datos para sostener vuestra|hecho.
denuncia, pero Dantes no ha de estar YDanglars escribió el sobre como quien
siemprepreso, un dia ú otro saldrá libre|se chancea.
y este dia será fatal para su acusador. —Sí, estará todo hecho, esclamó Cade
—¡Oh! dijo Fernando, una sola cosa|rousse que por un postrer esfuerzo de su
deseo en el mundo; que Dantes me busque |apagada inteligencia, habia atendido á la
el cuerpo. lectura y cuyó instinto le indicaba los de
—Está bien; pero ¿y Mercedes? Mersastres que una tal denuncia podría acar
cedes que os odiará si teneis la desgracia|rear; si, todo estará hecho, tan solo que
de ocasionar el mas leve rasguño en la|será una infamia: y alargó el brazo para
epidermis de su querido Edmundo! coger el escrito.
–¡Teneis razon ! contestó Fernando. —Es que, dijo Danglars, retirándole
—No, no, continuó Danglars, ya deci-hasta ponerlo fuera del alcance de su ma
didos por ese medio, es preferible tomar|no, todo lo dicho y hecho ha sido broma,
cachazudamente la pluma, como yo lo ha-|y sentiria en estremo cualquier percance
go; mojarla en la tinta y escribir con la que sobreviniera á Dantes. Vaya, ¡pobre
manoizquierda, para que no se conozca la|Dantes! con que así,toma....
letra, la siguiente acusacion. | Y cogiendo la carta la estrujó entre sus
Y Danglars uniendo la accion á sus pa|manos, y la tiróá un rincon.
labras escribiócon la mano izquierda y con| —Enhorabuena, ijo Caderousse, Dan
carácter distinto en un todo al que usabates es mi amigo y no quiero que le oca
comunmente, las siguientes lineas que dió son: daño alguno.
22 ALBUM.
Dantes iba vestido con sencillez; comoñida tez de su rostro varonil pudo obser
pertenecia á la marina mercante, llevabavarse cual le abandonaba la sangre para
un traje como término medio entre el uni-relir á su corazon. Entretanto Dantes
forme militar y el vestido de los paisanos ejecutaba idéntica maniobra; colocóá su
realzado por la gallardía de su falle que de la al señor Morrel, y á su izquier
hacia resaltar mas y mas la helleza y aire da á Danglars, indicando á los demas que
placentero de su novia, Mercedes estaba Se $entaran donde mejor les pareciera.
hermosa cual una de esas ninfas de Chipre Giraban en derredor de la mesa los sal
ó de Ceos, las de ojos de azabache y labios chichones de Arles, curados al humo; las
de coral, Pisaba con esa soltura, firmeza langostas de deslumbrante coraza, los
y desembarazo propio de las arlerianas y testáceos de rosada concha, el erizo pa
andaluzas. Una jóven de la ciudad hubiese recido á las castañas envueltas en su es
procurado disimular su alegría con un ve pinosa, cubierta, las truchas que los inteli
lo ócuando menos con las pestañas de sus gentes del Mediodia pretenden ser supe
párpados; pero Mercedes sonreía, miraba riqres á las ostras del Norte; en fin todos
complaciente á todos los que la rodeaban, los delicados accesorios que abandona el
ysu sonrisa y su mirada decian tanto co mar en su arenosa ribera y que lospesca
mo pudieran espresar estas palabras: «si dores que las conocen designan con el ge
sois mis amigos, regocijaos conmigo, por nérico nombre defrutas del mar.
que á la verdad soy muy dichosa.» — Bello silencio! dijo el viejo pala
Luego que los de la Reserva deando unyaso de vino blanquizco y trans
á los novios y comitiva, Mr. Morrel baj rente como el topacio, que el tio Pam
poniéndose á la cabeza de los marineros filo en persona acababa de presentará
soldados que habían quedado con él, y á Mercedes, ¿quien diriá que se hallan aqui
quienes renovára la promesa ya hecha á reunidas treinta personas que solo desean
Dantes, de nombrará este en reemplazo bromear y divertirse?
del capitan Leclér. Al verle acercarse, —Es, que no siempre está un marido
Edmundo dejó el brazo de su novia y lo ra bromas, repuso Caderousse.
cedió al señor Morrel. El armador y la -El hecho es, dijo Dantes, que soy
jóven rompieron la marcha subiendo los puy feliz en este momento para estar
primeros por la escalera de madera que chancero: si es asi como vos,lo entendeis,
conducia al salon en que estaba preparada vecino, teneis razon. La alegria produce
la mesa, y que rechinó por espacio de cin- vez estraños efectos: oprime el co
co minutos bajo la pesada planta de los razon lo mismo que el dolor.
convidados. Danglars observóá Fernando cuyona
—Padre mio: dijo Mercedes, coloc"n tural impresionable se descubria,á cada
dose al centro de la mesa; vos á mi dere emocion.
cha, os lo suplico, pues á mi izquierda -¿En qué consiste eso? dijo en segui
deseo que se coloque aquel que ha hecho da, ¿temeriaistal vez algun contratiem
para mi las veces de hermano; añadiócon po?Me parece que es muy al contrario;
una amabilidad que penetró hasta lo mas todo vá segun vuestros deseos.
recóndito, del corazon de Fernando cual —justamente es eso lo que me hace
si fuése la aguda, punta de un puñal. : Dantes; parégeme que el hom
bre no ha nacido para alcanzar su felicidad
lábios de éste pallecieron, y bajo la bri
ALBUM. 2
á poca costa. La dicha es como esos pala fuego abrasó sus párpados, apoyóse sobre
cios de las islas encantadas cuyas puertas la mesa para no caer desmayado, y á pe
guardan disformes dragones; es de sus violentos esfuerzos no pudo con
combatir para conquistarles, y yo á la ener un ahogado suspiro, que se perdió
verdad no sé que obstáculo haya tenido ntre las carcajadas y parabienes de los
que vencerpara alcanzar la mano de Mer concurrentes.
cedes. —Qué tal!"¿qué os parece, dijo el viejo
—¡Su manó! ¡su mano! dijo Caderous Dantes, ha sabido manejarse, ha aprove
se chanceándose, todavia no, mi capitan; chado bien el tiempoº ¡Llegado ayer ma
prueba de hacer el papel de marido y ve ñana; casado hoy á las tres de la tarde
rás como te reciben. |nadie como los marinos se dirijetan en de
Mercedes se ruborizó. rechura y con menos rodeos á su objeto.
Fernando estaba inquieto en su silla; —¿Pero y las demas formalidades ob
temblaba al menor ruido y á cada mo jetó timidamente Danglars, ¿el contrato,
mento enjugaba las gotas de sudor que las escrituras? "
surcaban su frente, cual las primerasgo —El contrato, dijo Dantes riendo, el
tas de una lluvia de tempestad. |contrato está ya hecho; Mercedes no tie:
—No creia yo, vecino Caderousse, dijo ne nada ni yo tampoco, nos casamos Se
Dantes, que valiera lapena contrariar mi gun el principio de comunidad y nada mas;
proposicion. Verdad es que Mercedes no esto ha costado poco de escribir y por lo
es aun mi esposa, (sacó su reloj) pero lo mismo es muy barato.
será dentro hora y media. Esta chanza provocó una nueva esplo
Arrojaron todos una esclamacion de sion de alegres bravosy aclamaciones.
sorpresa, á escepcion del viejo Dantes, -¿Con quélo que teniamos por comi
que con una carcajada de satisfaccion dejó da de esponsales, dijo Danglars, es en rea
ver su dentadura hermosa aun á pesar de lidad la comida de boda ?
los años. Mercedes se sonrió, sin rubori—No, dijo Dantes, no perdereis por ello
zarse. Fernando, cojió convulsivamente el
nada, quedad tranquilos. Mañana por la
mango de su cuchillo. y
|mañana marcho á Paris, cinco dias de ida
—Dentro de una hora, dijo Danglars. y cinco de vuelta, mas un dia indispensa
palideciendo tambien ¿como es eso? |ble para evacuar mi comision, y el 12 de
–Si, amigos mios, contestó Dantes, marzo estoy de vuelta; para el 12de mar
gracias al crédito del señor Morrel, per zo la verdadera comida de boda.
sona á quien despues de mi padre debo La perspectiva de un nuevo festin at
mayores consideraciones en este mundo, mentó el buen humor general hasta tal
se han allanado todas las dificultades. He punto que Dantes el padre, que al princi
mos alcanzado las licencias necesarias yel pio se quejaba de sobrado silencio, se es
maire de Marsella nos espera en la casa forzaba en vano paraque fuera oído su
consistorial á las dos y media en punto. brindis á la prosperidad de los esposos:
Así es que como el reloj señalá la una y Dantes adivinó el pensamiento de su pa:
cuarto, creo no aventurar gran cosa cuan dre y contestó con una sonrisa muy espre
do digo que dentro una hora y treinta mi siva de cariño. Mercedes dió una ojeada
nutos, Mercedes se llamará Mme. Dantes. al péndulo del salon é hizo dismila,
Fernando cerró los ojos; una nube dentente un signo á Edmundo. Reinan en
7 -
25 ALBUMI.
y desapareció en uno de los ángulos del —Yo, contestó, creo que habrá traido
fuerte de San Nicolás. algunos fardos de contrabando.
—Esperadme todos aqui, dijo el arma –Pero á ser asi, deberiais saberlo vos,
dor, voy átomar el primer garruage que Danglars, vos que sois el sobrecargo del
encuentre, corro áMarsella y vuelvo á huque.
traeros noticias. - —Es verdad: pero el sobrecargo noties
—Marchad, gritaron todos á una, mar ne conocimiento sino de los fardos que van
chad y volved pronto, muy pronto.» declarados en el manifiesto. Sé que car
Despues de su partida,hubo un momen, gamos de algodon, y no hay mas; que to
to de terrible estupor entre los que habian mamos el cargo en Alejandria en la casa
quedado alli. El anciano Dantes y Mer de Mr. Pastret, y en Smirna, en la casa
cedes quedaron por algun tiempo ensi de Mr. Pascal; no hay mas sobre que
mismados cada uno en su propio, dolor. preguntarme.
Mas luego se encontraron sus miradas, se —¡Qh! ahora recuerdo, dijo el infeliz
reconocieron víctimas de un mismo golpe padre procurando renovar antiguas ideas,
y se arrojaron en los brazos uno, de otro. haberme dicho ayer que me traia un ca
Durante este intermedio entró de nuev on de café y otro de tabaco.
Fernando, llenó un vaso de agua que be –Pues siendo asi, fuera dudas, dijo
bió de un tirón y se sentó en una silla. Danglars; eso ha de ser: durante nuestra
Quiso la casualidad que esa silla estuviera ausencia los aduaneros habrán reconocido
inmediata á la en que cayóMercedes cuan el Faraon y descubierto el pastel.
do se desprendió de los brazos del anciano: Mercedes no daba importancia ninguna
Fernando, por un movimiento instintivo, á estas suposiciones: habiendo reprimido
apartó su silla. hasta entonces su dolor, prorrumpió repen=
—Es él, dijo. Caderousse, á, Danglars, tinamente en sollozos.
que no perdia de vista al catalan. —¡Vamos! ¡yamos! ¡nó hay que de
—No lo creo, contestó éste, es dema sesperar ! dijo el viejo Dantes sin saber casi
siado necio. De todos modos, caiga el gol lo que se decia.
pe sobre la cabeza de su autor. —¡Esperanza! repuso Danglars.
–Pero tu no haces mencion del que le —¡Esperanza! procuró articular Fer
dió el consejo de ese paso, dijo Cade nando; pero esta palabra le ahogaba, aji
ITOUISS0, ,
táronse sus lábios y no pudieron pronun
—Estariamos frescos, contestó Dan ciar ningun sonido.
glars, si hubiésemos de ser responsables —¡Señores! esclamó uno de los convi
de todo lo que por azaréindeliberadamen dados que estaba de observacion en la ven
tehablamo s..... |tana, señores, un coche.… ¡Ah! ¡es el se
ALBUM. 29
nor Morrel! ¡ánimo,ánimo! sin duda nos —¡Esperemos pues! dijo entre dien
trae buenas noticias. tes. -
“,
32 ALBUM.
remente celebrados por los amigos del pero no modificar en nada lo pasado. Lo
órden y de la monarquía: y esto basta pa-que si podemos, los hombres, sino alju
ra esplicar el porque Napoleon á pesar de rar de los hechos, á lo menos echarles
su caida, de que confio no volveráá le-un velo. Ahora bien, yo me he separado
vantarse, conserva todavía sus seides. Queno solo de la opinion, si que hasta he
quereis, marquesa, Cromwell, que no fuéabandonado el nombre de mi padre. Mi
ni la mitad de lo que ha sido Napoleon,|padre ha sido, ó acaso es aun, bonapar
¡ tenia tambien los suyos! tista y se llama Noirtier; yo soy realista y
—¿Sabéis que lo que decís, Villefort,|me llamo de Villefort. Dejad morir en el
huele árevolucion á la legua? pero yo os viejó tronco un resto de sabia revolucio
loperdono, porque es imposible ser hijo|naria, y ved señora tan solo el tallo que
de girondino y no conservar algun resabiose desvia de aquel tronco, sin poder y aun
de terrorista. añadiré casi sin voluntad, para despren
La frente de Villeforttomó instantanea-|derse del todo.
mente el color de la escarlata. —Bravo, Villefort, bravo; dijo elmar
-Mi padre era girondino, señoras, di-|qués, bien contestado, tambien yo he su
Jo, es verdad, pero mi padre no votó laplicado siempre á la marquesa el olvido
muerte del rey; mi padre ha sido pros-de lo pasado sin poderlojamas conseguir;
cripto por ese mismo gobierno terrorista|espero que vossereis mas afortunado.
que os proscribió y poco faltó para que su| —Enhorabuena, dijo la marquesa, ol
cabeza no cayese en la misma guillotina videmos lo pasado, no quiero otra cosa;
en que cayó la de vuestro padre. |pero á lo menos, Villefort, sed inflexible
—Es muy cierto; contestó la marquesapara el porvenir. No olvideis Villefort,
sin que este sangriento recuerdo produ-|que hemos salido garantes de vos á S.M.
gese la menor alteracion en sus facciones;|que S.M. por su parte ha querido tam
pero con la diferencia de que hubiera sido bien olvidará instancia nuestra (al decir
en defensa de principios diametralmente esto le tendió la mano) como olvido yo, á
opuestos, y la prueba está, en que toda vuestras instancias, Acordaos tan solo que
mi familia haseguido la suerte de los prín-si cae algun conspirador en vuestras na
cipes desterrados, mientras que vuestronos, sois tanto mas vigilado cuanto per
padre se ha dado prisa en unirse al nuevo teneceis á una familia que puede estar en
gobierno; y que despues de haber sidorelacion con los conspiradores.
girondino el ciudadano Noirtier, el conde —Señora; dijo , mi destino y
Noirtier ha sido nombrado senador. todo el tiempo en que vivimos me
—Mamá, mamá esclamó Renée, ya ordenan ser severo; y lo seré. He soste
sabeis que se convino en no traerá co- nido ya algunas acusaciones por causas po
lacion tan fatales recuerdos. |liticasy bajo este concepto he dado ya mis
-Señora, contestó Villefort; no puedo pruebas. Desgraciadamente no serán las
menos de unir mis ruegos á los de la se-|últimas. • •
semejante situacion se agravaránas ymas.tes para esos mónstruos; pero para los in
"Todos esos soldados deNapoleon acostum-felices acusados políticos!...
brados á lanzarse á ciegas sobre el enemi-–¡Delitos políticos! esclamó la mar
go, ¿creis que reflexionan cuando queman quesa, aun es eso mucho peor, Renée;
un cartucho ó cuando cargan á la bayone- porque el rey es el padre de la nacion, y
ta? Pues bien: ¿creeis que reflexionarian querer destronar ó matar al rey es querer
mas para mataráun hombreáquien creen asesinar al padre de 32 millones de hom
su enemigopersonal, que para matará un bres.
ruso, un austriaco, óá un húngaro á los –¡Oh! es igual: señor de Villefort,
«que jamás han visto? Y preciso esque asi dijo Renée;¿me prometeis ser indulgen
sea; de otro modo para nadaserviria nues-te para con aquellos queyo os recomiende?
tra carrera. Yo mismo, cuando veo chi- —Tranquilizaos, contestó Villefort con
pear de rabia los ojos de un acusado, me su encantadora sonrisa, haremos juntos las
siento con mas valor, me exalto; no es ya competentes indagaciones.
un proceso, es un combate; lucho contra–Querida, dijo la marquesa; atendedá
él, me contesta; redoblo yo mis esfuerzos vuestros pájaros,vuestro faldero y demas
y el combate concluye, como todas las ba-chucharias, y dejad á vuestrofuturo espo
tallas, por una victoria ó una derrota. Hé so que cumpla con su deber. En el dia las
ahi en que consiste la controversia judi- letras han reemplazado á las armas; hay
cial: el riesgo produce la elocuencia. Un sobre esto una frase latina que encierraun
acusado que se sonriera despues de mi pensamiento muy profundo...
acusacion me haria creerque habia habla –Cedant arma togae, dijo inclinándose
do mal, que lo que yo habia dicho era frio, | Villefort.
sin vigor, insuficiente. ¡Juzgad pues la |l –No me había atrevido á hablar en la
sensacion de orgullo que esperimentaráun tin; respondió la marquesa.
procurador del rey intimamente conven –Preferiria á vuestra carrera la de mé
cido de la culpabilidad del acusado, cuan dico, repuso Renée; el ángel estermina
do le ve ponerse descolorido é inclinar su dor, con ser un ángel, siempre me ha asus
culpable cabeza bajo el peso de laspruebas tado.
y la eficacia de su elocuencia ! Aquella ca –¡Encantadora Renée ! dijo Villefort,
beza se inclina; ella caerá. enviando á la jóven una mirada de amor.
Renée dió un suspiro. —Hija mia; dijo el marqués; el señor
—Eso es hablar en regla; dijo uno de de Villefort será el médico moral y polí
los convidados. tico de esta provincia; créeme, es muy
—Ese es el hombre que se necesita en bella su mision.
los tiempos que corremos; añadió otro. | –Y que siempre será un medio para
—Tambien, dijo un tercero, envuestra hacer olvidar las que en otro tiempo de
última acusacion estuvisteis inimitable, mi sempeñó su padre, repuso la incorregible
querido Villefort; ¡ya sabeis... aquelque marquesa.
asesinó á su padre! pues bien, á ese litera —Señora, contestó Villefort con triste
riamente le habiais ya muerto antes que sonrisa, he tenidoya el honor de deciros,
le tocára el verdugo. que mipadre, segun creo, abjuró sus pa
—¡Oh! para los parricidas, dijo Renée, sados errores; y que al presente es amigo
poco me importa, no hay suplicios bastan síncero de la religion y del órden, y acaso
36 AEBc.
mejor realista que yo,por cuanto él lo es quieroyo; que venga ahora un conspira
con arrepentimiento y yo lo soy con pa doryse le recibirá cual corresponde.
sion. " –Pues yo, mamá, dijo Renée;ruego
Y despues de frase tan escojida, para áDios que no escuche vuestros votos, y
juzgar Villefort del efecto de sufacundia, que no se presente áVillefort,sino rate
dirigió á los convidados una mirada cual os, ó quebrados de poca monta, ó tími
despues de una frase equivalente, en el petardistas; siendo así dormiré tran
foro la hubiera dirigido al auditorio.
–Precisamente, mi querido Villefort, –Seria por ejemplo, dijo chanceándose
repuso el conde de Servieux, eso es lo que Villefort; como si deseaseis para un médico
contesté, hallándome en las Tullerías, al jaquecas,sarampionesópicaduras de avis
intendente de palacio que se manifestaba pa, enfermedades que no interesan mas
como sorprendido de la singular alianza que la cútis. Si aspirais á que llegue áser.
entre el hijo de un girondino y la hija de procurador del rey, debeis por el contra
un oficial del ejército de Cóndé, y por rio, desear que se me proporcionen enfer
cierto que se hizo cargo de mis razones medades terribles; de esas cuya curacion
«Ese sistema de fusion es el de Luis VIII.» acredita al facultativo.
Entonces el rey que sin pensarlo nosotros En el mismo instante, y como si la ca
escuchaba la conversación, la interrumpió sualidad aguardáratan solo que Villefort
diciendo: «Villefort, (reparad que el rey|espresase su deseo para verlo realizado,
no pronunció el nombre de Noirtier, y que un ayuda de cámara entró y le dijo algu
por el contrario apoyó su acento en el de nas palabras al oido: Villefort se levantó
Villefort) «Villefort dijo, hará carrera; de la mesa pidiendo su vénia á los convi
es unjóven muy juicioso, y esperimenta dados, y habiendo salido volvióá los po
do. Hé visto con satisfaccion que el nar cos momentos con la satisfaccion en el
qués y narquesa de Saint-Meran le acep semblante y la sonrisa en los habios.
tan por yerno, yyo les hubiera aconseja Renée le dirigió una mirada amorosa:
do esa afianza, sino se ubiesen ellos ade porque en tal estado con sus ojos azúles,
lantado á pedirme licencia para realizarla.»|sitezmate y las negras patillas que cir
—¡Eso ha dicho el Rey, conde escla cuían el rostro, estaba elegante y hermo
mó gozoso Villefort. so. Estaba la jóven con la atencion fija
—Os he trasladado sus propias pala como pendiente de los labios de su amado
bras, y si el marqués quiere ser franco, esperando que esplicase la causa de sumo
no podrá menos de confesar que lo que mentánea desaparicion.
os acabo de referir concuerda exactamen –¡Pues señor! dijo Villefort, ambicio
te con lo que le dijo el rey cuando fué á nabais hace poco, señorita, tener por es
hablarle, hará cosa de seis meses, sobre e poso áun médico; tengo yo tambien con
proyectado matrimonio entre vos y su|los discípulos de Esculapio (asi se hablaba
hija. atin en 1815) la semejanza de que ningun
—Verdad es, dijo el marqués. momento me pertenece y que nunca estoy
—Oh, ¡con qué se la deberé"todo á tan seguro de que no habrá quien me llame
dignopríncipe! ¿qué imposibles habrá qus ni aun cuando esté á vuestro lado y en el
no arrostre yo para servirle? convite de mis esponsales.
—Eso, eso; dijo lo marquesa; así os| –¿Y por qué ese contratiempo, caba
ALBUM. 37
llero? preguntó la jóven con ligera inquie —Si,señorá; dijoVillefort, y como he
tud. dicho ya á la señorita Renée, si se encuen
–¿Qué ha dè ser? un enfermó que se tra la carta en cuestion, el enfermo está
encuentra, si me es permitido dar crédito de peligro.
á lo que se me ha dicho, en grave crisis; —¿Y donde está ese desgraciado? pre
el caso es muy sério y la enfermedad me guntó Renée.
huele á patíbulo. —Esperando en mi casa.
—¡Oh Dios mio! esclamó Renée per —ld pues, amigo mio, dijo el marqués,
diendo el color. no falteis ávuestros deberes por compla
–¿Es eso cierto? dijo á una toda la reu cernos, cuando el servicio de S. M. os lla
nion. -
bia, dijo Villéfort. Os prometo que desem-ascendia su dote á cincuenta mil escudos,
peñaré mi cargo de substituto de procu que podrian con el tiempo ypor mediode
rador del rey concienzudamente; quiero|una herencia llegar hasta medio millon.
decir, os prometo ser horriblemente se Todos estos elementosreunidos componian
VOITO, para Villefortuna deslumbrante felicidad
Pero al propio tiempo que el magistra hasta tal punto que hubiera encontrado
do dirijia estas palabras á la marquesa, el manchas en el sol despues de haber con
novio lanzaba al descuido una mirada á la templado por largo rato su vida interior
novia,y esta mirada parecia decir: «Tran con los ojos del entendimiento.
quilízate Renée, en obsequio á muestro Encontró al salir la puerta á un comi
amor seré indulgente.» sario de policia que le esperaba. La vista
Renée contestó á esta mirada con la mas de aquel hombre con trage denegro lehi
dulce sonrisa y salió Villefort llevando un zo caer en sus ilusiones desde el tercer cie
paraiso en el corazon. lo hasta latierra material quepisaba:com
VII. puso su fisonomía como hemos dicho ya,
EL INTERROGATORIO. y acercándose al oficial de justicia le dijo:
Apenas Villefort hubo salido del come —Aqui me teneis; he leido la carta y
dor cuando depuso su aire placenteropara apruebo el arresto del acusado; dadme aho
revestirse de la gravedad del hombre lla ra todos los detalles que hayais recojido
mado al augusto ministerio de decidir so tocante á él y á la conspiracion.
bre la vida ó la muerte de su semejante. —De la conspiracion, señor, nada sa
Empero á pesar de la volubilidad sumade bemos aun, contestó el comisario, de to
su fisonomia, volubilidad que el substituto dos los papeles que se le han encontrado
habia, cual debe hacerlo un hábil actor, encima se ha hecho un paquete cerrado y
ensayado y estudiado mas de una vez de sellado que encontrareis en vuestro despa
lante su espejo, no pudo esta vez sin su cho. En cuanto al detenido, lo habreis ya
unotrabajo arrugar su entrecejo y dar un visto en la carta que le denuncia, es un
tinte adusto á su semblante, porque sin tal Edmundo Dantes, segundo de la fra
tomar en cuenta la línea de política traza gata el Faraon, destinada al comercio de
da por su padre y que podria, si no la algodon con Alejandria y Smirna, y per
abandonaba, aguarsus bellas esperanzas: teneciente á la casa de Morrel é hijo de
Gerardo deVillefort era en aquel momen Marsella.
to tan feliz como puede serlo un hombre. —¿Antes de servir en la marina mercar
Rico ya por herencia, desempeñaba á los te habia servido en la militar? preguntó
veinte y siete años un elevado cargo en la Villefort.
magistratura, y casaba con una bella y —No señor; es muy jóven todavía.
encantadorajóvená la queamaba enestre –¿Qué edad tiene?
mo: con una belleza indisputable la seño —Diezy nueve óveinte años á lo mas.
rita de Saint-Meran,pertenecia á una de En este punto de la conversacion, al ll
las familias mas en auge de la época: y gar Villefort á la esquina de la calle deles
por último; sobre que con la influencia de Cónsules, acercósele un hombre que al
sus padres que no teniendo otro hijo po parecer le estaba esperando: este hombre
drian consagrartodos sus esfuerzos y cui era el señor Morrel. -
pues alli estaba Mercedes, y á cada ins —¿Sois marsellés y marino y preguntais
tante le parecia dibujarse en la sombri á donde nos dirijimos?
ribera el talle esbelto vagaroso de una nu —Sí, porque os juro que lo ignoro.
ger.¿Cómo un interiorpresentimiento no —¿Y no lo presumís?
advertía á Mercedes que su amante pasa -Absolutamente.
ba á trescientos pasos de ella? -¡Es imposible !
Una sola luz brillaba en todo el caserio —Os lo juro por lo mas sagrado que
de losCatalanes. Comparando la posicion tengo en el mundo; decídinelo por fayor.
de aquella luz, Dantes reconoció que alum –¿Y la órden ? -
braba el cuarto de su novia. Mercedes era —La órden no os impedirá que lo sepa
la única que velaba en toda aquellapeque dentro diez minutos, media hora, una ho
ña colonia. Dando un fuerte grito, eljó ratalvez; tan solo quevosotros me ahorra
ven podia ser oido de su prometida.Unain riaisdiciéndomel », un siglo de incertidium
fundada verguenza le contuvo. ¿Qne di bre. Os lo ruego cºmo si fueseis un ami
rianaquellos hombres, oyéndolegritar co go.Mirad, yo ni quiero rebelarmeni huir,
mo un insensato? Quedóse pues mudo, á mas de que tampoco podria. ¿Dónde va
con los ojosfijos en la luz. Interin, el bo mos?
te continuaba su marcha; pero el prisio —A menos que tengais vendados los
nero ni se acordaba del bote; pensaba solo ojos, ó que no hayais salido jamás del
en Mercedes. Un recodo del terreno hiz puerto de Marsella, debeis echar de verá
desaparecer la luz, Dantes echó entoncesdonde vamos.
de ver que la barca continuaba alejándo –Pues no sé verlo.
se. Mientras estaba ocupado mirando, ab -Mirad á vuestro alrededor..... Y
sorto en suspensamientos, habian susti ahora?
tuido las velas á los remos y el barco se Dantesse levantó, dirigió naturalmente
adelantaba impelido por el viento. A pe vista hácia el punto á que se dirigía
sar de la repugnancia que sentia Dantes al el buque, y á cientoesas de distancia vió
dirigir al gendarme nuevas preguntas, se elevarse á sufrente la árida y negra roca
le acercó y tomándole una mano le dijo:lsobre la que está situado, como una cris
• .
ALBM. M9
talizacion del pedernal el sombrío castillo Pero.... ¿que es lo que haceis? Pronto,
de If.Su estraña forma, esa prision á cu camaradas, ausilio.
yo alrededor reina el mas profundo tér Por un movimiento veloz como el rayo,
ror, esa fortaleza que presta á Marsella pero que á pesar de ello previno el ojo
hace trescientos años materia para lúgu avizor del gendarme, Dantes quiso arro
bres tradiciones, apareciéndose de repente jarse al mar, pero cuatro vigorosos puños
á Dantes que ni menos se acordaba de le retuvieron en el nomento en que sus
ella, le produjo el efecto que á un conde pies empujaban el suelo del esquife. Cayó
nado á muerte la vista del patíbulo. pues de nuevo al fondo del lanchon ahu.
—¡Ah! ¡Dios mio! esclamó; el casti llando de corage.
lo de If, ¿y qué vamos á hacer allí? —Bueno, esclamó el gendarme colo
Elgendarme se sonrió. cándole la rodilla sobre el pecho; bueno,
te
—¿Seguramen que no me llevais allá ese es el modo de cumplir vuestra palabra
para encerrarme? continuó Dantes, el cas de marino! ¡Fiaos en la gente apacible:
tillo de Ifes una prision de estado desti Haced ahora, amigo mio, el menor movi
nada tan solo para los grandes criminales miento y vereis cuan pronto vistará vues
políticos. Yo no he cometido ningun crí tro cerebro la bala de mi carabina. He
men. ¿Habria tal vez juecesde instruccion faltado á mi primer consigna, pero yo os
ó algunos magistrados en el castillo de If? aseguro que no faltaré á la segunda.
—No hay, contestó elgendarme, á lo Y al decirlo, apuntó á Dantes su ca
menos que yo sepa, mas que un goberna-|rabina quien sintió apoyar sobre sus sie
dor, algunos carceleros, la guarnicion ynes la boca del cañon Como un anillo de
formidables muros. Vaya, vaya, amigo, hielo.
La primer idea que le vino fué la de
no hay porque os hagais el tonto de esa hacer algun movimiento como defendién
manera, sino cuasi me hareis creer que dose y de acabar asi de una vez con la
pagais mi condescendencia burlandoos desgracia inesperada que se cebaba en él
de mí. , ,, , , , ndarme y que sin saber como, le aprisionara con
Dantes apretó la mano del ge |sus garras de buitre; pero justamente por
con indecible fuerza. -
-¿Con qué,sois de parecer de que m |ser ésta desgracia inesperada, pensó Dan
tes que no seria duradera; le vinieron lue.
conducen al castillo de If para encerrar
go á la imaginacion las promesas del se
me en clase de preso?... . . . . .
—Es muy probable, dijo el gendarme; ñor de Villefort, á mas de que, preciso es
por fin decirlo, esa muerte en el fondo
pero en todo caso camarada, está demas
que me apreteis tan fuerte la mano. de un esquífe, venida de mano de un gen
formali- darme le pareció fria y poco seductora.
-¿Sin mas informes, sin mas Cayópues de nuevo sobre el suelo del bar.
dad? preguntó eljóven.
–Las formalidades se han cumplido, la co arrojando un ahullido de rabia y ro
informacion está hecha. yéndose los puños con furor. Cuasi en el
–Con que apesar de la promesa del se |mismo momento un violento choque sa
ñor de Villefort.... cudió el esquife, uno de los remeros saltó
—Yo no sé siel señor de Villefortoshalsobre la roca con que acababa de chocar
hecho promesa alguna, dijo el gendarme, la proa del barquichuelo, una cuerda rozó
lo que si sé es que vamosal castillode If... s poruna polea y comprendió
, , , -
, ,, " " -
" " " , ,, , ,
"
50 ALBUM,
entonces Dantes, que habian llegado al| –Helo aqui, contestaron los gendar
punto de su destino y que amarraban el IIOS.
esquife. En efecto susguardas, que lo te —Que me siga; voy á conducirle á su
nian sujeto á la vez por los brazos y por calabozo.
el cuello de su levita, le obligaron á le —¡Andad! dijeron los gendarmes em
vantarse, le forzaron á saltar en tierra y pujando á Dantes.
le condujeron hasta las gradas que con El preso siguió á su guia que le condu
ducen á la puerta de la Ciudadela, mien jo en efecto hasta una sala cuasi subterrá
|
tras que el oficial, armado de una carabi nea cuyas paredes desnudas y chorrean
na con su bayoneta les seguia detras. do parecian impregnadas de un vapor de
Dantes, no trató ya de hacer resisten lágrimas. Una especie de lamparilla colo
cia alguna pues que hubiera sido inútil, cada sobre untaburete, y cuya mecha na
caminaba con lentitud masporinercia que daba en una grasa fétida y corrompida,
por voluntad. Estaba atontado y bambo iluminaba las lustrosasparedes de aquella
leándose como un borracho. De nuevo vió horrible estancia,ypermitióá Dantes ver
soldados que se escalonaban en la cuesta á su conductor, especie de carcelero su
pendiente que iban ascendiendo, daba con balterno
, mal vestido y de menguada
tropiezos que le obligaban á levantar los talla.
pies; observó que atravesaba una puerta —He aqui vuestro cuarto para esta no
y que esta puerta se cerraba tras dé él, che, le dijo. Es ya tarde y el señor go
pero todo esto maquinalmente como al bernador se ha acostado; niñana cuando
traves de la bruma, sin distinguirnada de se levante y tenga conocimiento de las r
cierto. Ya ni el mar veiatampoco, ¡dolor denes que os conciernen, os cambiará tal
intenso que sienten los presos al conside vez de habitacion. Por ahora ahi teneis
rarelespacio con el intimo convencimien pan, agua la teneis en este cántaro, paja
to de que son impotentes para poderle alli en aquel rincon, es todo lo que puede
atravesar! Hízose por fin un alto de al desear un preso. Buenas noches.
gunos instantes durante los que ensayó re Antes que Dantes pensase en abrir la
concentrar sus ideas. Miró á su alrededor, boca para contestarle, antes que hubiese
hallábase en un patio cuadrado formado observado el lugar en que el carcelero de
por cuatro elevadasparedes, oíase el paso jaba elpan, antes de enterarse del punto
lento y uniforme de los centinelas, y ca en que se hallaba el cántaro, antes de di
da vez que atravesaban los reflejos de tres rigir los ojos hácia el rincon en que le es
ó cuatro luces que arrojaban hasta la mu peraba la paja destinada á servirle de ca
ralla sus destellos desde lo interior del cas ma, el carcelero habia tomado la lampa
tillo veiase centellear el cañon de sus fu pilla, y cerrando la puerta, quitó al pri
siles. sionero ese débil reflejo que le habia mos
Esperaron alli como unos diezminutos. trado como á la luz de un relámpago las
Segurosya de que Dantes no podia es relucientes paredes de su calabozo. Encon
capar, los gendarmes le habían soltado: tróse entonces solo en medio de las tinie
parecia que esperaban órdenes, que por blas y del mas profundo silencio, tan mu
fin llegaron. do é inmóvil como las bóvedas cuyo frio
-¿Donde está el preso? preguntó una glacial sentia descender sobre su abrasada
VOZ.
frente. Cuando los primeros albores del .
ALBUM. 51
día iluminaron ligeramente aquella cueva|larmente y es, que durante la travesía en
'el carcelero volvió con órden de dejar al laque ignorando el punto donde se lecon-
preso donde estaba. Dantes no habia cam ducia estuvo quieto y tranquilo , hubiese
biado de sitio , una mano de hierro pare tenido cien ocasiones de arrojarse al mar,
cia haberle enclavado en el mismo Iugar| y una vez en el agua, gracias á su habili
.en que la víspera se habia quedado. Sus dad en el nadar, gracias á esa costumbre
ojos hundidos se escondian en el entume- por la que era considerado como uno de
cimiento causado por el húmedo vapor de¡ los mejores buzos de Marsella , desapare
sus lágrimas : estaba inmóvil , fija la vista cer bajo lasolas, escapará sus guardas, ga-
en el suelo. Así habia pasado la noche, de nar la costa, huir, esconderse en algüna
pié y sin dormir un solo instante. El car ensenada desierta, esperar algun buque
celero se le acercó, dió una vuelta á su al—| genovés ó catalan , pasar á Italia ó á Es
redor, pero Dantes no dió muestras de ha paña y de allí escribir á Mercedes para que
berle visto. Dióle aquel un golpe sobre las! se le reuniera. En cuanto á ¡su subsisten
espaldas, Dantes se estremeció y agitó la cia, no pasaba por ello cuidado alguno
cabeza. cualquiera que hubiese sido su suerte : do
—¿Con qué no habeis dormido? pre quier que fuese son muy escasos los bue-
guntó el carcelero. Inos marinos; hablaba el italiano como un
—No lo sé, contestó Dantes. toscano, el español lo mismo que un na
El carcelero le miró estupefacto. tural de Castilla la vieja. Hubiese vivido
—¿No teneis ganas de comer. ? libre y feliz con Mercedes y con su padre
—No lo sé. |já quien hubiese, enviado tambien á bus
—¿Se os ofrece algo? car : mientras que entonces se veia preso, •
—Quisiera ver al gobernador. encerrado en el castillo de If , en esa in
El carcelero se encojió de hombros y se superable cárcel, sin saber que habia si
marchó. Dantes le siguió con la vista y las do de su padre y de Mercedes; y todo
manos tendidas hácia la puerta entreabier ello por haber confiado en la palabra del
ta, pero la puerta se cerró. Entonces pa señor de Villefort, Habia para volverse lo
recio exhalarse su alma en un prolonga co , de modo que Dantes se revolcaba fu
do suspiro. Sus lágrimas que tenían hin rioso sobre la renovada paja que le trajo
chados los párpados manaron como dos| el carcelero. Al dia siguiente , á la misma
rios, arrodillóse besando el polvo y oró¡ hora, entró el carcelero.
largo rato ; recorriendo en su imaginacion —¿Con qué, le preguntó, estais mas
toda su vida pasada, y preguntándose á si puesto en razon hoy de lo que lo estabais
mismo que crimen habia cometido en edad ayer?
tan temprana que mereciese un castigo j Dantes no contestó.
tan cruel. El dia lo pasó de este modo; — ¡ Vaya, repuso aquel, un poco de ani
apenas comió un bocado de pan y remojó mo ! ¿ Deseais algo que esté en mi mano
su boca con unas gotas de agua. Ora se poderos proporcionar? decid...
sentaba absorto siempre en sus pensamien —Deseo hablar con el gobernador.
tos, ora corria en derredor de su calabozo| —Pues no os dije ya, repuso impacien
como un animal salvage encarado en una te el llavero, que era imposible...
jaula de hierro. —Y porque ha de ser imposible.
Una idea fija le atormentaba particu-l —Porque segun los estatutos de la cár-
52 ALBUM.
—Mejor alimento, pagando: dar algun –Si, loco. Asi es como empieza siem
paseo y alguna que otra vez libros para pre la locura. De ello tenemos aqui un
distraerse. " " " " "." |
ejemplo reciente: empezó un pobre aba
–Pues yo no necesito libros, ni tengo té que ocupaba este calabozo antes qué
necesidad de pasearme y me basta con vos por ofrecer incesantemente al gober
el actual alimento; con que no quiero nador un millon si queriaponerle en liber
sino una cosa; ver al gobernador... tad, y con esta idea fija se leha desconcer
–Sitrataisde fastidiarme repitiéndomé tado el cerebro.
siempre lo mismo, dijo el carcelero, no os -¿Cuanto tiempo hace que desocupó
traeré de comer. , "|este. Cuarto'?
—Bueno, si no me traes de comer me -Dos años. ,
moriré de hambre. Eso es muy sencillo. | –¿Se le puso en libertad?
El acento con que Dantes pronunció es-| -No: se le encerró en el subterrá
tas palabras demostró al carcelero que el IOO. -
mo él. Felizmente hay calabozos oscuros cia de que partic pba el resto de la re
en el castillo de lf. nion: así es que fué recbado coa una ge
Dantes cojió el banquillo y le dió na neral aclamacion.
impulso circular al rededor de su cabeza, -¿Qué tenemos de nuevo, corta cabe,
—¡Está bien, muy bien continuó el zas, firme sostén del Estado, nuevo Bruto
llavero: ya que lo quereis absolutamente realista, esclamó uno de los concurrentes;
voy á avisar al gobernador. que ay? .
dió una vuelta por su cuarto en adenan —Desde ayer no me he separado devos,
despavorido, puesta la mano en la frente contestó este con un doloroso suspiro.
y articulando palabras inconexas; y porfin En cuanto al señor Morrel no desmayó
sintiendo que su ayuda de cámara acababa ni se dió por vencido. Tuvo conocimiento
de ponerle la capa, salió del cuarto, seme de que despues del interrogatorio habia sir
tió en el carruaje y dió en brevespalabras do Dantes conducido á la cárcel; entonces
la órden de dirijirse á la calle de Grand corrióá casa de sus amigos, presentóse en
Course, casa Mr. de aint-Mleran. la de las personas mas influyentes de Mar
El infeliz Dantes quedó condenado sella, solicitó su mediacion, rogó, suplicó
Conforme á lo prometido por el mar pero habíase ya esparcido la voz de que el
qués, el señor de Villefort encontió á la jíven había sido preso por indicios de bo
marquesa y á Renée en el gabinete Alver napartista, y como en aquella época los
á Renée, el jóven se inmutó pues que te mas atrevidos miraban como un insensaj9
mióse interesase dé nuevo por la libertad desvarío toda tentativa para reponerá Nº
de Dantes. Pero desgraciadamente, preci poleon en el tróno, no encontró mas que
so es decirlo, á la jóven no la preocupaba indiferencia, miedo ó repulsas, y se retiró
sino una cosa; la marcha de Willefort. Le á su casa desesperado, confesando emperº
amaba; Villefort iba á partir cuando se que la situacion era peligrosa y que nada
acercaba el momento de ser su esposo; podia hacerse.
ALBUM. 57
Una ojeada que dió al rey despues de que os hablo de lo que dijo en su interro
este insinuante exordio, le cercioró de la gatorio, señor; á una restauracion que no
benevolencia de su augusto auditorio y está muy lejos.
continuó: —¿Y donde está ese hombre?
–Señor; he venido á Paris con la ma -Encarcelado, señor.
yor prontitud posible para dar parte á -¿Y el negocio os ha parecido grave?
V. M. del descubrimiento que he hecho —Tan grave, señor, que habiendo te
nido conocimiento de este suceso al ha
en uso de mis funciones, no de esos com
plots vulgares ysin consecuencias que se llarme en un festin de familia, el mismo
traman todos los dias entre el pueblo y la dia de mis esponsales, lo he abandona
soldadesca; sino de una verdadera cons do todo, novia y amigos, dejándolo para
piracion, una tempestad que amenaza na despues, á fin de venir á deponer á los
da menos que el trono deV. M. Señor, pies de V. M. los temores de que estaba
el usurpador está armando tres buques, poseido y las seguridades de mi adhesion
y tiene entre manos algun proyecto, in y respeto.
sensato tal vez, pero no por eso menos —¿No es cierto, dijo Luis XVIII, que
terrible. A la hora presente debe haber habia un proyecto de matrimonio entre
abandonado ya la isla de Elba para ir no vos y la señorita de Saint-Meran?
sé donde, pero sin temor de equivocarme —La hija de uno de los mas fieles ser
vidores de V. M.
puedo decir que será para tentar un de
si, pero volvamos al complot, se
sembarco ya en Nápoles, ya en las costas fior—Si,
de Villefort.
de Toscana,ya en la misma Francia.V.M. —Señor, yo temo que esto sea algo mas
no ignora que el soberano de la isla de El que un complot, mucho me engaño ó es
ba ha conservado relaciones en Francia y una conspiracion formal.
en Italia.
—Una conspiracion en los tiempos que
–Si, ya lo sé; dijo el rey en estremo corremos, dijo Luis XVIll sonriendo, es
conmovido, y no hacemucho tuvimosnoti cosa fácil de tramar, pero muy dificil de
cia de que en la calle de Saint-Jacques se conducir á buen término por la misma
verificaban algunas reuniones bonapartis razon de que restablecido hace poco en el
tas. Pero, continuad, os lo ruego, ¿cómo trono de mis antepasados, tenemos á un
habeis adquirido esos detalles? tiempo fija la vista sobre lo pasado, lo
–Señor,por el resultado de un inter presente y el porvenir. Hace diez meses
rogatorio quetuveque hacer en Marsella á que mis ministros redoblan su vigilancia
un sugeto áquienvigilaba demucho tiem para que el litoral del Mediterráneo esté
po y á quien hice prender el mismo dia bien guardado. Si Bonaparte desembarca
de mi partida. Este hombre marino revol en Nápoles la coalicion en peso se le
toso, y de ideas bonapartistas que me le echará encima antes de quepudiesellegar
hicieron sospechoso, ha ido secretamente á Piombino; si desembarca en Toscana,
á la isla de Elba. Ha visto al gran maris entra en pais enemigo; si en Francia será
cal quien le encargó una mision verbal tan solo con un puñado de hombres y le
para un bonapartista de Paris cuyo nom esterminaremosdesde luego, execradoco
bre no le he podido arrancar, pero esta mo es por el pueblo. Tranquilizaos pues,
mision era con objeto de preparar los áni pero no por eso desconfieis denuestra real
mos para una restauracion. Haceos cargomunificencia.
16
62 ALBUM.
V. M. una verdad cruel, pero la opinion mi hermano Luis XVI, átener que bajar
general del Delfinado está muy lejos de de ese modo las escaleras de las Tullerías,
asemejarse á la de Provenza y Langue hecho objeto del ridículo, ¡no sabeis se
doc; los montañeses son bonapartistas, ñores lo que es el ridículo en Francia !
Señor. —Señor, señor, murmuró el gefe de la
—Vamos, murmuró Luis XVIII, que policía, ¡porpiedad!
ha venido bien prevenido. ¿Y cuánta gen —Acercaos, señor de Villefort, continuó
te lleva consigo? el rey dirigiéndose aljóven que de pié,in
—Señor, lo ignoro; contestó el gefe de móvil y algo separado atendia al giro de
policía. esta conversacion, en la que fluctuaba cua
–¡Cómo ! ¿no lo sabeis?¿os habeis ol si perdida la suerte de una monarquía;
vidado de informaros de esta circunstan acercaos,y decid al señor que pueden sa
cia? verdad que no es de la mayor impor berse las cosas antes de lo que él las ha
tancia, añadió c n una sonrisa glacíal. sabido.
—Señor, el parte tan solo nos anuncia —Señor, era materialmente imposible
el desembarque y ruta del usurpador. adivinar los proyectos que ese hombre
—¿Ypor dónde os ha venido este par ocultaba á todo el mundo, balbuceó el di
te?preguntó el rey. rector.
El gefe bajó su cabeza y su frente se —Materialmente imposible. ¡Oh! he
cubrió de un rojo escarlata. ahí una gran frase, caballero; desgracia
—Por el telégrafo, señor dijo. damente hay grandes frases comohay gran
Luis XVIII dióun paso hácia delante y des hombres, las he medido. ¡Material
cruzó los brazos cual hubiese hecho Na mente imposible! á un gefe que está al
poleon. frente de una vasta administracion, que
–Con qué, dijo palideciendo de cólera, tiene oficinas, ajentes y quince mil francos
¡siete ejércitos coligados habrán vencido á para gastossecretos, el saber lo que pasa
ese hombre, un milagro me habrá vuelto á 60 leguas de las costasde Francia! ¡Pues
á colocar en el trono de mis padres des bien! ved aqui al señor, sin ningun medio
pues de veinte y cinco años de destierro, de que poder disponer, ved aqui al señor,
y habré yo durante estos veinte y cinco simple majistrado; que sabe tanto como
años, estudiado, profundizado y analizado vos con todos nuestros ajentes y policia, y.
los hombres y las cosas de esta Francia que hubiera salvado midiademasi hubiese
que me estaba prometida, para que al lle tenido como teneis vos un telégrafo de que
gar al cumplimiento de mis mas ardientes disponer.
deseos un poder que tengo entre manos El gefe de la policia dirijió áVillefort
estalle haciéndome pedazos! una mirada en la que se veia marcado el
—Señor, es la fatalidad que os persigue, masprofundo despecho, este inclinó la ca
murmuró el director de policía oprimido beza con la modestia del triunfo.
bajo el peso de tan grave reproche. —No digo esto por vos,mi querido Bla
–Caer, continuó Luis XVIII que de cas, continuó Luis XVIII; porque si bien
una ojeada sondeára el precipicio en cuyo vos nada habeis descubierto, á lo menos
borde estaba pendiente la monarquía caer, habeis tenido el fino tacto de no renunciar
y recibir tal nueva por el telégrafo ! ¡Oh! ávuestros recelos. Otro en vuestro lugar
¡preferiria subir alcadalso en que sucumbió hubiera considerado la revelacion del se
64 ALUM.
ñor de Villefortcomo insignificante d cuan Elacas, podemos contar con el ejército:
do menos sujerida por una ambicion venal, V. M. ha leido los partesysegun ellos nos
hubiera esperado que el telégrafo !.... es enteramente adicto.
Estaspalabras hacian alusion, á las que –No me hableis de comunicaciones al
pronunciára el gefe depolícia con tanta presente, conde, sé el valor que se las de
confianza una hora antes. Villefort echó be dar. Pero, á proposito de partes, señor
de ver la intencion del rey. Otro que él se baron, ¿qué habeis sabido de nuevo sobre
hubiese dejado llevar al colmo de la ale el asunto de la calle de Saint-Jacques? "--_
gria por las alabanzas que se le prodiga —¡Sobre el negocio de la calle de Saint
ban, mas temió crearse un mortal enemigo Jacques! esclamó Villefort no pudiendo
en el gefe de policia, si bien no dejó de contener su esclamacion. pero volviendo
conocer que éste era perdido irrevocable luego en si continuó: perdon, señor; mi
mente. En efecto, elgefe que no habia po adhesion áV. M. me hacen continuamen
dido, teniendo en sus manos abundantes te olvidar, no el respeto que debo tene
medios, adivinar el secreto de Napoleon, ros, pues este le tengo indeleblemente gra
podia en las últimas convulsiones de su ago bado en mi corazon, pero si las leyes de
nia penetrar el de Villefort. Para esto le la etiqueta.
bastaba interrogar á Dantes. Acudió pues —Decid y haced lo que querais, caba
en ayuda del director en vez de contribuir llero, repuso Luis XVIII, habeis adqui
á su ruina. rido en este dia el derecho de preguntar
—Señor, dijo Villefort, la rapidez del lo que os parezca. -
nocido habia ido á buscarle por la maña -Tratareis de encontrará ese hombre,
na y le habia citado para la calle de Saint caballero, dijo el rey al director de poli
Jacques. Desgraciadamente el ayuda de cía, porque si, como todo me induce á
cámara del general que le estaba peinan creerlo, el general Epinay, que nos hu
do cuando este desconocido fué introduci biera sido de mucha utilidad en este mo
do en el gabinete, pudo comprender que mento, ha sido víctima de un asesinato,
le designaba la calle de Saint-Jacques pe bonapartistas ó no, quiero que sus asesi
ro no recuerda el número de la casa. nos sean castigados con el mayor rigor.
A medida que el director de policía da Villefort tuvo necesidad de toda su san
ba al rey Luis XVIII estos detalles, Ville gre fria para que el terror que le inspira
fort, que parecia estar pendiente de sus ba este encargo del rey no le comprome
palabras, se coloreaba y palidecia alter tiese. -
-Señor, las bondades que me dispen Pasaba uno casualmente por alli: Ville
sa V. M. son una recompensa que esce fort se arrellanó en el fondo abandonando
de en mucho á lo que pudiera atreverme se á sus sueños de ambicion. A los diez
á esperar de las bondades del rey. minutos estaba en su cuarto. Dió órden
—No importa, caballero, no os olvi para tener prontos los caballos dentro de
daremospor eso, quedad tranquilo. Por horas, y mandó que le sirvieran elal
ahora, y el rey desprendió la cruz de la muerzo. Iba á sentarse á la mesa cuando
Lejion de Honor que llevaba prendida de retintin de la campanilla le advirtió que
su traje ordinario de color azul,junto con tiraba de su cordon la mano de una per
lacruz de San Luis, y al darla áVillefort sona de franqueza: el ayuda de cámara
dijo; por ahora tomad esta cruz. fué á abrir y Villefort oyó pronunciar su
—Señor, dijo Villefort, V. M. se equi nombre.
voca, esta es cruz de oficial. –¿Quien puedehaber sabido que yo es
—Por mi parte, caballero, dijo el rey, toy aqui?se preguntó eljóven, y al decir
tomadla tal cual es, no tengo tiempo para esto entró el ayuda de cámara. ¿Qué es
enviar en busca de otra. Blacas,procura. lo que hay? preguntó Villefort, ¿quien ha
reis que se le dé cuanto antes el diploma llamado?¿quién pregunta por mí?
al señor de Villefort. —Un desconocido que no quiere decir
Humedeciéronse los ojos de éste con una su nombre.
lágrima de orgullosa alegria, y tomando —¿Y quétrazas tiene ese sugeto?
la cruz la besó.
—Señor, es un hombre como de cin
–Ypor ahora, ¿qué órdenes tiene á cuenta años.
bien V. Ml. comunicarme?
—Descansad, pues lo necesitais, y acor —¿Alto, ópequeño?
—De vuestra talla, señor, á poca dife
daos que siéndome inútil en Paris vuestra rencia; moreno, muy moreno, cabello ne
presencia, podeis serme en Marsella de
gro, ojos negros, cejas negras, y patillas
gran utilidad. -
que fuese yo, repuso el recien venido de podeis quejar; pues por vos he venido y
jando en un rincon su baston y su som este viage seguramente os salvará.
brero sobre una silla, permíteme que te –¡Ah! ¡ de veras! dijo el señor de
diga, mi querido Gerardo, que no está Noirtierarrellanándose negligentemente en
muy conforme el hacerme esperar de ese el sillon en que estaba sentado, ¡de veras!
modo.
Contádme cómo, señor magistrado, ha de
ser cosa curiosa.
—Dejadnos solos, German; dijoVille
fort.
–Padr e mio, ¿habeis oido hablar de
El criado salió notabl emente admira do. cierto club bonapartista que celebra sus
XII. reuniones en la calle de SaintJacques?
EL PADRE Y EL III). —Número 53: sí; soy su vice-presi
El señor de Noirtier, porque era élen dente.
e encia me
persona quien acababa de entrar, siguió –Padr "mio; vuestra indifer
"hace temblar.
con la vista al sirviente hasta tanto que
—¿Qué quieres, querido mio? cuando
hubo cerrado la puerta; mas temiéndose
que escuchára desde la antecámara trató uno se ha visto proscripto por los monta
de cerciorarse abriéndola de nuevo: la ñeses, cuando ha tenido que salir de Pa
ris envuelto en una carreta de heno, cuan
precaucion no fué inútil y la rapidez con
quese retiró el tio German probó no estar do se ha visto cercado en los páramos de
exento del pecado que ocasionó la perdi Bordeaux por los sabuesos del señor Ro
cion de nuestros primeros padres. El se bespierre, ha adquirido suficiente sangre
ñor de Norier se tomó entonces la moles fria para ver las cosas con calma. Conti
tia de cerrar él mismo la puerta de la an nua pues. ¿Qué es lo que ha pasado en el
tesala haciendo otro tanto con la del gabi club de la calle de Saint-Jacques?
nete;y tendiò sumanoáVillefortque habia —Ha pasado que se hizo comparecer en
seguido todos sus movimientos con una él al general Epinay, y que el general Epi
sorpresa de que no habia aun vuelto to nay que salió de su casa á las nueve de la
noche, se le halló al siguiente dia en el
davía. Sena.
— ¡Ah diantre! mi querido Gerardo,
o
dijo al jöven mirándole con una sonrisa —¿Y quién os ha contad tan bella his
torieta?
cuya espresion era difícil de definir, ¿segun
las apariencias no estàs muy satisfecho de —El rey en persona, señor.
—¡Pues bien! yo en cambio de tu his
Verme?
—Si tal padre mio, dijo Villefort, es toria, voy á comunicarte una noticia.
.—¡Pa dre mio! me figuro saber ya lo
toy contentísimo, pero estaba tan lejos, os
lo juro, de esperar vuestra visita que me que vais á decirme.
—¡Ah! ¡con qué sabeis el desembarco
há sorprendido un poco.
—Pero, querido mio, dijo sentándose el del emperador!
cio, padre mio, os ló ruego: pri
señor de Noirtier, ¡me parece que podria —Silen
decirte otro tanto, puesto que me anun mero por vos, luego por mí: si; ya sabia
cias tus desposorios para el dia 28 de fe. yo esa noticia, y aun os diré que tal vez
brero y el 4 de marzo estás en Paris! antes que vos, porquehacetres dias que he
—Si estoy aquí, padre mio, dijo Gerar venido volando por el camino de Marsella
do acercándose al señor de Noirtier, no os á Paris con la rabia de no poder enviar el
· , -
68 ALBUM.
vicios que prestára. Así que como se lo Villefort quedó en su destinoá pesar de
habia prometido el girondino de 93 y el la caida de su superior, y su casamiento
senador de 1806 protegió al que le salvá quedó aplazado para mas dichosos tiem
ra la víspera. Todos los conatos de Ville pos. Si el emperador conservaba el trono,
fort se redujeron pues, durante la corta conveníale á Gerardo otra alianza, y su
evocacion del imperio cuya segunda caida padre quedaba encargado de proporcio
fué muy fácil de preveer desde luego, á nársela.Si una segunda restauracion de
sofocar el secreto queDantes habia estado volvia á la Francia á Luis XVIII la in
á pique de divulgar. Tan solo el procura fluencia del señor de Saint-Meran se du
dor del rey fué destituido bajo el supuesto plicaba al par que la suya, y la proyecta
deser muy poco adicto á los bonapartistas. da union venia a ser mas ventajosa que
Con todo,apenas estuvo un poco en au nunca. El substituto de procurador del rey
ge elpoder imperial, esdecir, apenas elem se hallaba pues interinamente la prime
perador habitó las Tullerías que Luis XVIII|ra autoridad de Marsella, cuando una ma
acababa de abandonar, y hubo espedido|ñana abrióse la puerta de su despacho, y
las órdenes numerosas y divergentes des-|fué anunciado el señor Morrel. Otro se
de aquel gabinete en que siguiendo áVi-|hubiera apresurado á agasajar al armador,
llefort introdujimos á nuestros lectores y|y este agasajo habria indicado su debili
sobre la mesa de nogal en la que encontró|dad; pero Villefort era un hombre supe
abierta aun y á medio llenar la caja de pol-|rior quetenia sino la práctica á lo menos
vo de Luis XVIII; cuando en Mlarsella, á|el instinto de toda clasede negocios. Obli
pesar de la oposicion de los magistrados,|gópues á Morrelá hacer un rato de ante
empezaron á destellar algunos chispazos sala cualsi hubiese sido en tiempo de la
de la guerra civil siempre mal reprimida|restauracion.
en el Mediodia. Poco faltó entonces paral El señor Morrel esperaba encontrar á
ALBUMI, 73
Villefort abatido; pero le halló cual lo vie un crímen en aquella época, son hoy dia
ra seis semanas antes, es decir,tranquilo, méritospara alcanzar favor. Vos serviais
grave y cargado de esa fria política bar entonces á Luis XVIII y condenándole
rera de las mas impenetrables que separa cumplisteis vuestro deber; hoy dia servis
al hombre de talento del hombre vulgar á Napoleon por lo que debeis protejerle,
Habia entrado en el gabinete de Villefort es vuestro deber ahora. Vengo pues
convencido de que el magistrado iba a preguntaros que se ha hecho de él.
temblará su vista, y fué éi quien, por el Villefort hizo un violento esfuerzo para
contrario, tembló y se conmovió delante dominarse.
aquel severo personage que le esperaba —¿El nombre del sugeto? preguntó,
apoyado el codo sobre su bufete y la bar. tened la bondad de decírmelo.
ba en la mano. Detúvose al pasar la puer —Edmundo Dantes. " , , ,
ta. Villefort le miró como si le fuese difi Es evidente que Villefort hubiese pre
cil reconocerle: en fin despues de algunos ferido recibir en un desafío el fuego de
segundos de exámen y de silencio, duran su adversario á veinte y cincopasos á oir
te los que el armador dióvueltas en todas pronunciar este nombre á boca de jarro,
direcciones á su sombrero, dijo Villefort. con todo ni siquiera arqueó las cejas. «De
—¿Creo, me han dicho, que erais else «este modo, dijo para sí Villefort, no po
fior Morrel? « dráachacarseme la prision de este jóven
—Si, señor, el mismo, contestó el ar «y acusarseme de haber hecho de ello una
mador. «cuestion personal.»
—Acercaos pues; continuó el magistra —¿Dantes? repitió, ¿Edmundo Dantes
do haciéndole con la mano un signo de decis?
amigable proteccion; decidme, á que ob —Si señor.
jeto debo yo el honor de esta visita. Villefort tomó entonces de un estante
—¿No os lo figurais, señor? preguntó de su librería un voluminoso registro, el
Morrel. que colocó sobre una mesa, traspasólelue
—No puedo caer en ello; con todo es go á un atril y dirigiéndose al armador le
toypronto á complaceros en todo cuanto dijo con el aire mas natural
esté en mi mano. —¿Estais bien seguro de no engañaros,
—La cosa depende enteramente devos, caballero º
señor; dijo Morrel. Si Morrel hubiese sido mas ladino, ó
—Esplicaospues. haliádose mas enterado en este asunto,
–Señor; continuó el armador serenán le hubiese parecido estravagante que un
dose su espíritu ámedida que iba hablan substituto de procurador del rey se pres
do, y alentado á maspor la justicia de su tase á satisfacerle en un asunto completa
causa y su favorable posicion; os acorda mente ageno de su incumbencia; y se hu
reis que algunos dias antes deque se supiese biera preguntado porqué Villefort no le
eldesembarco de S. M. elemperador,vine enviaba á informarse á los registros de la
á reclamar vuestra indulgencia en favor cárcel, óá sus alcaides, ó al prefecto del
de un desgraciadojóven; un marino, se departamento. Pero Morrel, buscando en
gundo á bordo de mi fragata. Se le acu Villefort algun resto de temor, novió en
saba, si recordais, de tener relaciones en él, desde el momento en que se convenció
la isla de Elba: estas relaciones que eran de que el temor no existía, mas que una
19
74 ALBUMI.
pero que es lo que hicieron del pobre Emperador es mas severo por conservar
chico º
el réjimen de las prisiones de lo que lo fué
ALBUM.I. 75
momento, que en medio del mas bello y -¡Oh ! ¡ en este caso, "señor,ya esto
esplendente dia se vé sumido en las tinie libre l ¡ya estoy salvado!
blas mas profundas,..que vé perdida su -¿Quién osmandóprender? dijo el ins
carrera, que ignora si la que le amaba le pector.
ama todavía, que ignora si ha muerto ó —El señor de Villefort: habladleyen
vive aun su anciano padre. Diez y siete tendeos con él. " . "
meses de prision para el hombre habitua -Hace ya un año que el señor de Vi
do al aire del mar, á la independencia del llefort no está en Marsella,pues marchóá
marino, que solo tiene por límites el es Nimes.
pacio, la inmensidad, lo infinito; señor, -¡Ah! en este caso no me admira ya
diez y siete meses de prision, es castigo á miprolongada prision, murmuró Dantes,
que no son acreedores los criminales de mi único protector se ha alejado.
signados con el mas odioso dictado! ¡Te -¿El señor de Villefort tenia contra vos
ned piedad de mí, señor, ypedid para mi algun motivo de encono?
no indulgencia si que rigor, no una gra —Ninguno, señor; muy al contrario
cia pero si una sentencia! ¡Jueces, señor! ha sido muy bondadoso conmigo.
no pido mas que jueces. No puedená nin -¿Puedo pues, dar entera confianza y
gun acusado negársele jueces. crédito á las notas que respecto ávos ha
—Esta bien,dijo el inspector, veremos: ya dejado, ó que me remita?
dirigiéndose luego al gobernador le dijo: —Sin ningun reparo, señor.
por cierto que este pobre diablo me ha -Está bien: tened confianza.
dado lastima. Al subir me enseñareis vues Dantes cayó de rodillas; levantó sus ma
tro registro. nos al cielo y murmuró una plegaria en
—No tengo inconveniente, dijo el go la que encomendaba á Dios á aquel hom
bernador, pero creo que hallaréis en él bre que habia descendido á su prisioná
terribles anotaciones. semejanza del salvador para librar las al
–Señor, continuó Dantes, ya sé que mas de los condenados. La puerta volvió
no estais facultado para hacerme salir de á cerrarse, pero la esperanza que bajó con
aquísin consultarlo, pero á lo menos po el señor de Boville quedó encerrada en el
deis trasmitir mi suplica á la autoridad, calabozo de Dantes.
podeis lograr que se me forme sumaria, -¿Quereis ver el registro en seguida,
podeis en fin alcanzar que se me juzgue pregunt, el gobernador, ópasar al cala
cual corresponde. Un tribunal es lo único bozo del abate?
que pido, sepa yo á lo menos que crímen -Acabemos de una vez con los cala
he cometido y á que pena estoy condena bozos, contestó el inspector, pues que tal
do, porque ya conoceréis que la incerti vez no tendria luego suficiente valor para
dumbre es el peor de los suplicios. concluir mi triste mision.
–Vamos á ver, esplicaos y contestad -¡Ah! lo que es este no es un preso
me; dijo el inspector. como ese otro, y su locura entristece me
-
—¿Teneis que pedir alguna cosa? dijo —Caballero, dijo el inspector, la pro
el inspector sin variar su fórmula. |videncia, afortunadamente ha cambiado
—Yo, señor, dijo admirado el abate, algun tanto ese plan gigantesco del que
yo no pido nada. pre 1decidido partidario.
82 ALBUMI.
—Es el único medio para hacer de Ita —Querido, dijo el gobernador; desgra
lia un estadofuerte, independiente y di ciadamente sabemos ya de antemano y de
choso; dijo el abate. memoria lo que vais á decirnos. Se trata .
—Eso podrá sermuyposible, contestó de vuestros tesoros, ¿no es asiº
el inspector, pero yo no he venido aqui Faria miró á aquel hombre burlon con
para entablar con vos una discusion de po unos ojos en que un observador desintere
lítica ultramontana ysipara preguntaros, sado hubiera visto brillar un rayo de razon
lo que heverificado ya, si teneis que ha y de verdad.
cer alguna reclamacion sobre vuestro ali —Sin duda, dijo el abate; ¿ de que que
mento y habitacion. reis que hable sino de eso?
—La comida es la misma que en todas —Señor inspector, continuó el gober
las cárceles, contestó el abate, es decir, nador; yo puedo contaros esa historia tan
inadmisible. En cuanto al cuarto ya loveis bien como el abate,pues que hace cuatro
es húmedo y mal sano, pero bastante có ó cinco años que mis oidos no oyen otra
modo para ser calabozo. Ahora no es eso COSa.
de lo que quiero yo tratar, y si de las in —Fsto prueba, señor gobernador, que
portantesrevelaciones que tengo que hacer Sois como aquellasjentes de que nos habla
algobierno. -
la Escritura que tienen ojos y noven, oidos
—Ya empieza, dijo porlo bajo elgober y no oyen.
nador al señor de Boville.
—Querido señor, dijo el inspector; el
—Hé aquí porqueme considero dichoso
gobierno es rico, y no necesitaá Dios gra
porvuestra visita, continuó el abate,ápe
cias de vuestro dinero;guardadle pues para
sar de que me habeis distrado en un cál
cuando salgais de la cárcel.
culo muy importante, y que,si acierto con
él, cambiará probablemente la teoría del Las pupilas del abate se dilataron,y co
jiendo la mano del inspector le dijo:
sistema planetario de Newton. ¿Podriais
concederme el favor de una entrevista á —Pero, si yo no llego ásalir jamás de
solas? esta prision, si contratoda justicia se me
retiene en el calabozo, si mitrero sin haber
—¡Heim ! ¿Que os decia yo? dijo al
trasmitido á nadie ni secreto, ese tesoro
inspector el gobernador.
—Vos conoceis vuestros presos, contes se perderá para siempre.¿No valdrianas
tó aquel sonriendo: luego dirijiéndose á que el gobierno lo aprovechára y yo con
Faria: caballero, lo que me pedís es impo él? ¡Daré hasta seis millones, señor! si:
sible. ¡abandonaré seis millones y me contenta
–Con todo, repuso el abate, setrata de ré con el resto si me devuelven la liber
adquirir el gobierno una suma enorme, tad !
una suma de cinco millones por ejemplo. —Os aseguro, dijo el inspector en voz
—A fe mia, dijo el inspectordirijiéndose baja, que si no supiera que este hombre es
al gobernador, que habeis acertado hasta loco, habla con un tono tan penetrado que
los números. creeria que dice verdad.
—Vaya, dijo el abate al ver que el ins —No soy loco, caballero, os digo la ver
pector iba á retirarse; no hay una absolu-|dad, repuso Faria que con la finura de
ta necesidad de que nos quedemossolos, el oido característica de los presos no había
señorgobernador podrá asistir á nuestra|perdido una palabra del inspector. EIte
conversacion. soro de que os hablo existe en realidad; es
ALBUM. 83
«cierto y positivo, y me comprometo á fir satos que no han querido darme crédito
mar un tratado con vos en virtud del cual No queréis mi oro, me lo guardaré pues;
me conduciréis al punto que os indique, se me reusais la libertad, Dios me la dará.
escarbará la tierra á nuestra presencia y Marchad, nada tengo que deciros ya.
si falto á la verdad, si no se encuentra na Y el abate arrojando su cubre cama,
da, si soy un loco como vos decís, en este volvió átomar el pedazo de yeso, y fué á
taso volvereis á conducirme áeste calabozo sentarse en medio de su círculo en el que
en él quedaré para siempre y moriré sin continuó sus líneas y cifras.
pedir jamás nada á nadie absolutamente. —¿Que es lo que hace allí? preguntó
El gobernador se echóá reir. el inspector riéndose.
—¿Y está muy léjos vuestro tesoro? le —Cuenta sus tesoros, contestó el gober
preguntó. nador
—A cien leguas deaquiápoca diferencia, Faria contestó á éste sarcasmo con una
dijo Faria. mirada de menosprecio. Salieron y el lla
—¡No es mala idea! dijo el gobernador; vero cerró la puerta tras ellos.
si todos los presos trataran de divertirse —Habrá tal vez poseido algunas rique
haciendo recorrerá sus guardas un paseo zas; dijo el inspector subiendo la esca
de cien leguas, ysilos guardas consintie lera.
ran en semejante correria, seria unaesce —O habrá soñado que las poseía, con
hente bufonada que los presos procurasen testó el gobernador, y al otro dia al des
tomar soleta en cuanto se les presentára pertar se habrá vuelto loco.
ocasion, que durante un tal viaje de fijo Así acabó esta aventura para el abate
que se presentaria. Faria. Quedó preso y despues de esta vi
-Desgraciadamente es un medio muy| sita su reputacion de loco gracioso adqui
vulgar, dijo el señor de Boville, y el señor rió nuevo incremento.
no merece por cierto el premio de la in En cuanto a Dantes el inspector le cum
vencion; y dirijiéndose luego al abate: ¿os plió su palabra.Al subir á casa del gober
he preguntado si eran buenos los alimen nador hízose presentar el registro de las
tOS º anotaciones. Una nota habia al márgen de
—Señor, contestó Faria;juradme sobre su nombre que estaba concebida en estos
términos:
el crucifijo ponerme en libertad si sale
cierto lo que os diga y os indicaré el pun , Bonapartista furibundo;
to en que está enterrado el tesoro. tomóuna partemuy ac
tiva en el retorno de la
—¿Son de buena calidad los alimen Edmundo Dantes isla de Elba.
tos?
Guárdese enel mayor
—Señor, vos no arriesgais nada de este secreto con la mas se
modo, y ya veis que no es para escaparme \vera vigilancia.
para lo que os lo propongo, puesto que Esta nota era de otro caráctery de tin
quedaré encarcelado hasta tanto que ha ta diferente que el resto del registro, lo
que prueba quefué añadida despues de la
yais verificado el viaje. prision de Dantes. La acusacion era de
—Vos no contestais á mi pregunta, re masiado terminante para tratar de comba
puso con impaciencia el inspector. tirla. El inspector continuó al pié del cor
-Nivos á mi súplica, esclamó el aba chete. «Vista la anterior nota, no puede
te. ¡Maldito vos como tantos otros insen hacerse nada.»
84 ALUDM.
Esta visita habia, por decirlo asi, resu vo gobernador: érale demasiado pesado
citado á Dantes; desde que entró en la tener que aprender los nombres de los
cárcel no habia tenido cuidado en contar presos, por loque se hizo presentar tan
los dias, pero el inspector le renovó las fe solo los números de sus cuartos. Aquella
chas y Dantes no lo echó ya en olvido. horrible mansion se componía de cincuen
Detrás de su cama escribió sobre la pared ta estancias , sus moradores fueron deno
con un pedazo de yeso desprendido del te minados por el número del cuarto que les
cho: «30 de julio 1816» y desda aquel encerraba , y el desgraciado jóvea hasta
momento añadió cada dia una raya para ilegó á perder el nombre de Edmundo y el
no perder la medicion del tiempo. de Dantes distinguiéndosele con el de nú
Pasáronse dias y dias, trascurrieron se - mero 34.
manas , y luego meses y Dantes siempre XV.
esperando. Habia empezado por esperar FX RCMEBO 34 Y liL NUMERO 27.
su libertad á los 15 dias , suponiendo que Dantes pasó por todos los grados de in
el inspector se enteresaria en una mitad felicidad que esperimentan los presos re
de lo que se creia , le sobraba con quince legados al olvido en una cárcel. Comenzó
dias para despachar el negocio. Pasados por el orgullo resultado de la esperanza y
estos, se dijo que habia sido un absurdo del convencimiento de la propia inocen
creer que el inspector se ocupada de él cia, empezó luego á dudar de esta ino
antes de su vuelta á Paris ; esta no podia cencia, lo que casi justificaba las ideas del
verificarse hasta despues de concluida sujj gobernador sobre la enagenacion mental ;
comision que podia durar uno ó dos me por fin, cayó de las alturas del orgullo y
ses. Fijóse pues tres meses en vez de los rogó no ya á Dios, sino á los hombres'.
quince dias : pasaron los tres meses y otro Dios es el último refugio : el desgraciado
raciocinio sustituyó al anterior , de modo que debiera comenzar por implorar al
que se fijó seis meses; pero pasados estos los señor, no tiene esperanza en él hasta tan
dias se sucedieron unos á otros de modo to que se hon agotado todos los demas re
que transcurrieron diez meses y medio. cursos.
Durante todo este tiempo en nada se ha Dantes suplicó pues que se le sacára de
bia cambiado el régimen de la prision: nin-j su calabozo y le trasladaran áotro aun que
guna venturosa nueva le habia sidocomu fuese mas oscuro y mas profundo; un
nicada ; cuando preguntaba al llavero éste cambio aunque desventajoso siempre era
permanecía mudo como de costumbre. un cambio que no dejaria de proporcio
Dantes comenzó á dudar de su recto jui narle alguna distraccion por unos dias. Su
cio, á creer que lo que le parecía un re plicó le permitieran dar un paseo, le dejá-
cuerdo de su memoria no era masque un ran tomar el aire, leer libros y tener ins
alucinacion de su cerebro y que el ángel trumentos ; nada de esto se le concedió :
consolador que apareciera en su prision no pero no por eso dejaba de importunar ca
habia sido mas que un sueno. da dia. Habiase acostumbrado á hablar á
Al cabo de un año cambiaron al gober u nuevo carcelero, aunque era mas mudo
nador. Obtuvo el antiguo la direccion del si cabe que el anterior ; pero hablar á un
fuerte de Ham ; llevóse consigo una por hombre aunque mudo no dejaba de ser
cion de sus dependientes entre los que sej un placer. Daytea hablaba para oir el so
contaba el llavero de Dantes. Llegó el nue nido de su voz , pues que habia probado
ALBUM. 85
de hablar estando solo, pero entonces sumanidad y que rehuscan los desgraciados
misma voz le daba miedo. agoviados por el destino vinieron entonces
Muy á menudo, cuando Dantes estaba á animar su espíritu; recordó las plegarias
en libertad, se formaba una idea altamen-que le enseñára su madre en la infancia
te repugnante de aquellos calabozos de y encontró en ellas un fondo de verdad,
presos entre los que no se vieran mas que un sentido que hasta entonces no habia
vagos, ladrones y asesinos cuya innoble apercibido. porque para el hombre fe
ocupacion es orígen de orgías en que se liz la plegaria estan solo un agregado mo
habla un lenguaje ininteligible, y de amis- nótono y vacio de sentido hasta tanto que
tades espantosas. Llegó pues ástal estremo el dolor viene á esplicar al infortunado ese
que deseaba con ansia ser encerrado en súblime lenguage que le pone en contacto
uno de esos tabucos, á fin de ver otras con el Criador. Oró pues, no con fervor,
caras quela desu impasiblecarcelero em sino con íra: haciéndolo en alta voz no se
peñado en no hablar: echaba menos las espantaba de sus palabras. Caia entonces
mazmorras de los esclavos, con sus infa en una especie de éstasis; á cada palabra
mes usos, arrastrando su cadena, y, lle que pronunciaba veia á Dios rodeado de
vando impresa una marca en sus espaldas. todo su esplendor, todas las acciones de
A lo menos los esclavos estaban en socie SU1 triste é ignorada vida las sometía á la
dad con sus semejantes, respiraban el aire, voluntad del Dios todopoderoso, se pro
veian el cielo; al compararse con los es ponia rectificarlas y formaba de ello un
clavos los tenia por muy dichosos. egercicio.
Suplicó un dia al carcelero que se em Apesar de sus fervientes plegarias,
peñára para que le proporcionaran un Dantes continuaba siempre preso. En
compañero, cualquiera que fuese, aun tonces su espíritu se volvió mas melan
el mismo abate loco de quien oyéra ha cólico; una nube cubria su vista. Dantes
blar. El carcelero bajo de un aspecto fe era un hombre sencillo y sin educacion,
roz abriga siempre algun resto de huma los acontecimientos pasados se mantenian
nidad. El de Dantes sentía á menudo en para él cubiertos con un espeso velo que
el fondo de su corazon, aunque no lo de solo al saber es dado levantar. No podia
jára entender, cierta compasion por el in en la soledad de su calabozo y en lo árido
feliz jóven á quien tan dura se hacia la de sus ideas, reverdecer los pasados tiem
prision: transmitió pues la súplica del nú pos, reanimar los pueblos destruidos, ree
mero 34 al gobernador; pero éste con dificar las antiguas ciudades que la ima
la prevision de hombre politico, se creyó ginacion embellece y poetiza y que pasan
que Dantestrataba de amotinar los presos, ante los ojos gigantescas éiluminadas por
tramar algun complot ó tener un amigo el fuego del cielo, como los cuadros ba
que le ayudáse en alguna tentativa de eva bilónicos de Martin; para él no había mas
sion, y en esta creencia se negó á la pe pasado que el suyo por cierto bien escaso,
ticion. " su presente bastante lúgubre, su futuro
Dantes habia apurado todos los resor muy dudoso: ¡ diez y nueve años de vida
tes que le fué posible poner enjuego.Co para distraer una noche eternal Ninguna
mo hemos dicho y debia suceder se diri distraccion podia venir á ayudarle; su
jió al fin á Dios. Todas las piadosas ideas brioso espíritu que no anhelaba mas que
que se encuentran esparcidas entre la hu atravesar de un vuelo, cual los ángeles,
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- -
S(5 ALBUM.
los inmensos espacios, se veia forzado á preciso valerse de otros nedios, se fijó en
quedar prisionero como el águila en una su mente la melancólica idea del suicidio:
jaula. Fijábase entonces en una sola idea, ¡ Infeliz de aquel que en el curso de su
en la de su felicidad destruida sin causa desgracia se fija en tan sombria idea! Es
conocida y por una estraña fatalidad; se como esos tranquilos lagos que se dilatan
cebaba en esta idea, mirándola y remi en forma de ceruleas ondas pero en los
rándola por todas sus fasesy devorandola que siente el nadador pegarse sus pies en
por decirlo asi cual un hambriento; asi una masa betuminosa, que le va atrayen
como en el infierno del Dante el despia do, que le absorve, que le engulle. Colo
dado Ugolin devora, roe el cráneo del ar cado ya en este punto sino viene en su
zobispo Roger. Dantes no esperimentó ayuda un socorro divino, todo ha con
mas que una fé pasagera, que perdió cual cluido, y á cada esfuerzo para librarse ace
otros despues de alcanzado su objeto, con lera mas su muerte.
la diferencia que él no la supo aprove Con todo,ese estado delagonía moral es
char. menos terrible que los sufrimientos que le
La rabia sucedió al ascetismo: Edmun han precedido y que el castigo que proba
do empezó á vomitar blasfemias que ha blemente le seguirá, es un consuelo verti
cian retroceder horrorizado al carcelero; ginoso que nos enseña el sumidero en cu
arrojábase contra las paredes de la cárcel, yo fondo solo hay la nada. En estepunto,
se incomodaba furiosamente con cuanto Edmundo, encontró algun consuelo en tal
le rodeaba y en particular contra sí mismo idea; todos sus dolores, todos sus sufri
á la menor contrariedad que le ocasionaba mientos, aquella multitud de espectros que
un granito de arena, una pajilla, un só arrastrabaen pos de síse escaparon al pa
plo de aire: entonces aquel escrito acu recer de ese rincon del calabozo en que el
sador que habia visto en poder de Ville ángel de la muerte podia poner su silen
fort, y que habia tenido en sus manos se ciosa planta. Dantes recorrió con calma su
representaba en su imaginacion; cada li vida pasada, vió con terror su vida futura
nea se le aparecia iluminada en la pared y escogió el punto medio en que se encon
como el Bane Thecel Pharés del festin de traba y que le parecia un lugar de asilo.
Baltasar: creia que era el odio de los hom —Alguna vez, se decia en estos casos,
bres y no la venganza de Dios la que le alguna vez en misviajesá puntos remotos,
habia precipitado en aquel abismo: mal cuanto todavía era hombre, y cuando es
decia y condenaba á aquellos desconoci te hombre libre y pujante daba órdenes á
dos á todos los suplicios que su ardiente otros hombres que eran ejecutadas al mo
imaginacion le sugería y aun le parecia mento, ví al cielo encapotarse, rugir el
que los mas terribles eran muy suaves y mar amenazante, nacer la tornenta en un
sobre todo muy cortos; porque despues del punto del cielo y estenderse cual gigan
suplicio venia la muerte y en la muerte tesca águila tocando con los estrenos de
encontraban sino el reposo por lo menos sus alas ambos horizontes; entonces echa
la insensibilidad que le es muy parecida. ba de ver que mi buque era un refugio
Afuerza de repetirse, cuando pensaba impotente, puestoque mi embarcacion hi
en sus enemigos, que la calma solo la pro gera como una pluma en manos de un gi
porcionaba la muerte y que cuando quie gante, rechinaba y se estremecia. Muy
re castigarse á un sugeto con crueldad es luego al ruido de la silvante ráfaga, las
ALBUMI, 87
montañas de agua pasaban sobre mi cabe mero repugnaba mucho á Dantes. Habia
za y el espantoso rumor de las olas con el sido criado infundiéndole la mayor aver
aspecto de las desnudas rocas me anun sioná los piratas,gentesá quienes se cuel
ciaban la muerte, y la muerte me es ga en las vergas de los buques. El ahor
pantaba, y hacia los mayores esfuer carse le parecia pues una especie de su
zos para librarne de ella y reunia á los plicio infamante á que no queria sujetarse
mayores esfuerzos del hombre toda la in voluntariamente: adoptó pues el segundo
teligencia del marino para luchar con y lo puso en ejecucion aquel mismo dia.
Dios!..... Pero si entonces hacia esto, es Cerca de cuatro años se habian pasado
porque era feliz, era porque volver á la en las alternativas referidas. A fines del
vida era volver á la dicha, era porque la segundo año Dantes cesó de contar los dias
muerte no la habia invocado, no la habia y cayó denuevo en la ignorancia del tiem
escojido como á refugio y era en fin por po de que anteriormente le habia saca
que me parecia muy incómodo, el sueño do el inspector. Dantes se habia dicho:
sobre la dura hamaca de algas y guijar quiero morir, para lo que he escogido ya
ros; era porque me indignaba, yo que me mi género de muerte: entonces lo consi
figuraba ser una criatura á imágen de Dios, deró bien y temeroso de retroceder en su
al pensar que debia despues de mi muerte decision,hizo juramentode morir de aquel
serpasto de las gaviotas y tiburones.Pero modo. «Cuando me traigan la comida por
ahora ya es otra cosa; he perdido todo la mañana y por la tarde, pensaba, arro
aquello que me hacia tener apego á la vi jaré los alimentos por la ventana y así
da, me sonrie la muerte como una nodri creerán que me los he comido.»
za á su niño á quien va á mecer; es que Verificólo tal como lo habia prometido.
ahora muero á mi gusto, me duermo fa Dosveces cada dia por la claraboya enre
tigado y quebrantado cual dormia despues jada á través de la cual apenas podia per
de esas noches pasadas en la rabia y de cibir el cielo, arrojaba los víveres primero
sesperacion durante las que habia dado con placer, luego con reflexion, al fin con
tres mil vueltas al rededor de mi camaro repugnancia le fué preciso recordar el ju
te,es decir, treinta mil pasos lo que equi ramentoque se habia hecho áfin de tener
vale á cerca diez leguas. la fuerza suficiente para verificar suter
Desdeque germinó esta idea en la ima rible designio. Los alimentos que en otras
ginacion del jóven volvióse mas afable, ocasiones le repugnaban, el hambre con
mas placentero; estuvo mas contento de sus agudos dientes,se lospresentaba ape
su pan negro y de su dura cana, comió titosos á la vista, y de esquisito aroma:
menos, no durmió mas, ypoco á poco ha alguna vez tenia durante una hora en su
lló soportable aquel resto de existencia que manoel plato que los contenia, fija su vis
estaba seguro de abandonar cuando mejor ta en aquel pedazo de carne podrida ó de
le pareciese cual se deja un traje usado. pescado infecto,yen el pedazo de pan ne
Tenia á la mano dos medios para lograr gro y enmohecido. Eran los últimos ins
su muerte, el uno muy sencillo consistia tintos de la vida que luchaban en él y que
en atará los barrotes de la claraboya un una que otra vez hacian fluctuar su reso-
pañuelo y suspenderse de él; el otro con lucion. En estos casos su calabozo le pa
sistia en dar á entender que comia el ali recia menos sombrío, su situacion menos
mento y dejarse morir de hambre. El pri desesperada; era jóven todavía, deberia
88 ALBO*.
tener veinte y cinco ó veinte y seis años Edmundo se inquietó por aquel ruido y
tal vez le quedaban aun cincuenta que vi levantó su cabeza para oir mejor. Erase
vir, es decir el doble mas de lo que habial un frote igual que parecía ocasionado ya
vivido. ¡Durante ese inmenso trascurso de por una enorme garra , ya por un diente
tiempo , cuantos sucesos podian abrir las robusto, ya en fin por la presion de un
puertas, derruir las murallas del instrumento cualquiera sobre las piedras.
de If y devolverle la libertad ! Al hacer Aunque débil el cerebro del joven se
estas retlexiones acercaba sus dientes á la impresionó con la idea tan comun y que
comida que, cual Tántalo voluntario, apar constantemente tienen en su mente los
taba él mismo de su boca, pues que el re presos «la libertad ». Este ruido lo aper
cuerdo de su juramento le venia á la me cibia en el mismo momento en que iba á
moria y noble por naturaleza temia fal dejar de sentir todo rumor, de modo que
tar á el por no valer menos á su propia le pareció "que por fin Dios se habia com
vista. Acabó pues, rigoroso é inhuma padecido de sus tormentos y le enviaba
no , con la poca fuerza que le quedaba y aquel ruido para prevenirle se detuviera
llegó un dia en que no tuvo la suficien en «l borde de la tumba en la que tenia
te para levantarse y arrojar por la lum metido ya un pié. ¿Ouien sabe si algunóX,
brera del caláboio la cena que acababan sus amigos, uno de sus mas queridosA
de traerle. Al dia siguiente estaba su vista seres en los que habia pensado tan á rae- j
tan debilitada que ya no veia y apenas¡ nudo, se ocupaba en aquel momento en su /
oiá, de modoque el carcelero lo creyó en favor y buscaba los medios de vencer la/
fermo de gravedad. Edmundo confiaba en distancia y obstáculos que los separaban?
una próxima muerte. Pero no; sin duda Edmundo seengafíaba;
Asi se pasó aquel dia. Edmundo sentí i un seria una de esas ilusiones que fluctuan en
vago adormeéi miento, qne infaliblemente la mente á la hora de la muerte
debia apoderarse poco á poco de él i los| Con todo, Edmundo continuaba oyendo
ahilos nerviosos de su estómago se habian aquel ruido: ruido que duró cerca tres ho
adormecido, la ardorosa sed se habia cal ras sobre poco mas ó menos; percibióse
mado; cuando cerraba los ojos se le apa despues como un estremeoimieuto causado
recian una multitud de brillantes lucecillasl por una ruina, y el ruido cesó.
semejantes á esos fuegos fatuos que diva Algunas horas despues sintióse de nuevo
gan por la noche en los terrenos cenagosos; mas fuerte y mas inmediato, y era que Ed-
era la entrada en ese pais desconocido lla muBdose interesaba ya en aquel trabajo que
mado la muerte. le servia como de compañía ; de repente
De pronto , al ser de noche , sobre las entró el llavero. Hacia ocho dias á poca
nueve, oyó un ruido sordo en la pared del diferencia que Dantes resolviera morir, y
muro contra el cual tenia su Gama.Tantos¡ cuatro que lo empezara á poner en ejecu
animales inmundos habian venido á alte cion , y en ellos no habia dirijido una pa
rar el silencio de su prision que poco ápoeo labra á aquel hombre ni para contestar á
se habia acostumbrado á no dispertarse| las preguntas sobre la enfermedad que
por tan poca cosa; pero esta vez , sea que le aquejaba volviéndose de cara á la pared
realmente el ruido fuese masfuerte que de cuando trataba de examinarlecon atencion;
costumbre, sea que en aquel momento su-J pero en este dia podia el llavero oir aquel
premo se dá á tod© la mayor importancia, ''ruido sordo y ponerse sobre aviso, dan-
.
- ALBUM. 89
“do fin y desbaratando tal vez esa vaga es uná idea que no podia concebir con clari"
péránza cuya sóla idea encantaba áDán- dad, estaba muy débil; su mente flotaba
- -
hacer esfuerzo algúnó «Fuera dudas, se| Muy luego observó que su cérebro se
dijó ási mismo, puestó que ese ruido con- despejaba; todas sus ideas vagas é incons
tinúa á pesar del dia será algininfeliz pre-|tantes volvianá ocuparsu respectivolugar."
so como yo para libertarse.|Pudo pues pensar y apoyarsuspensamien
¡Oh! ¡si yo estuviera á su lado como letos con el raciócinio. Entonces se dijo:
ayudaria!...» De repente una sombríañu- «Es preciso hacer una prueba, pero sin
be’eclipsó esta aurora de esperanza que : á nadie. Si el que ocasiona
macia en su cérebro habituado en la des-el ruido es un trabajador ocupado en su
gracia, y que con dificultad podía tomar faena, no tengo que hacer mas quedar un
en los goces de los hombres, porque par de golpes contra la pared para que
e ocurrió la idea de que aquel ruido podia|suspenda su tarea pues que tratará de sa
ser ócasionado por el trabajo de algunosber quien es el que llama y en que dire
obreros á quienes el gobernador empleára|cion. Pero como su ocupacion será no solo
en las reparaciones del vecino cuarto. |lícita si que recomendada volverá muy
Facil éra salir de la duda;pero ¿cómo|luego á emprender su trabajo. si por
arriesgarse á hacer una pregunta? Nada|contrario es un preso, el ruido que yo ha
mas sencillo que esperar la vuelta del lla-ré le espantará, temerá ser descubierto,
veró, hacer que escuchase aquel ruido y|cesará en su trabajo y no lo volverá en
ver que cara ponia al oirlo: pero al darse prender hasta la noche cuando se figure
semejantésatisfaccion? no cómprometia in- que todos se han acostado y éstán durmien.
tereses muy préciosos portan momentáneo do. Despues de este raciocinio Edmundo,
gozo? Desgraciadamente la cabeza de Ed-volvióá levantarse. No vacilaban ya
mühdo, vacía como una campana, fija em Y su vista no esperimentaba des. "
90 ALBIM.
lumbramientos. Dirijióse á un ángulo de do de sus trabajos por conseguir la liber
la prision, arrancó una piedra desprendida tad un compañero que tenia tantos deseos
ya por la humedad y con ella dió tres gol-j como él de verse libre. Asi pasaron tres
pecitos contra la pared en el mismo sitio dias; setenta y dos horas mortales contadas
en que mas distinto era el ruido. minuto por minuto.
Desde el primer golpe, este cesó co En fin, una noche, despues de haber
mo por encanto. Edmundo escuchó con hecho el carcelero su última visita , Dan-
toda atencion. Pasó una hora, pasaron dos tes aplicó por la centésima vez su oido á
y ningun ruido volvió á oirse. Edmundo la pared, y le pareció que un impercep
habia logrado un silencio absoluto del otro tible movimiento resonaba obtusamente
lado de la panjd. Lleno de esperanza co |en su cabeza puesta en relacion con las
mió un bocado de pan y bebió unas gotas silenciosas piedras. Dantes se apartó un
de agua con lo que gracias á la robusta poco para sosegar, su cabeza desvanecida ,
constitucion con que le habia dotado la na-j dió algunos pasos por el cuarto y volvió
turaleza se encontró como antes á poca di á aplicar el oido sobre el mismo sitio.
ferencia. Pasóse el dia y el silencio con No habia ya duda ninguna ; hacíase al
tinuaba. Vino la noche sin que el ruido guna operacion del otro lado: reconocien-
comenzára otra vez. « Es un preso » dijo |do el riesgo de su primera maniobra ha
Dantes para si con indecible alegria. La bia adoptado otro medio, substituyendo,
cabeza se,le abrasaba y la vida volvió con sin duda para continuar su trabajo con la
todo su vigor á fuerza de activar la imaji- mayor seguridad, la alzaprima al escoplo.
nacion. Pasóse la noche sin que el menor Alentado con este descubrimiento Edmun
ruido alterase su profundo silencio, y Ed do resolvió ayudar al infatigable obrero.
mundo no cerró los ojos en toda ella. Comenzó por separar su cama tras la que
Vino otra vez el dia , el carcelero entró le parecía se verificaba la obra de su li
con nuevas provisiones ; Edmundo habia bertad y buscó con la vista un objeto con
devorado ya las anteriores, devoró las nue que .pudiese descantillar la pared, des
vas, atendiendo sin cesar al ruido que no menuzar el yeso húmedo y arrancar por
se repetía ya, y con temor de que no hu fin alguna piedra. Nada se le ofreció que
biese cesado para siempre, andando el tre pudiese satisfacer su deseo; no tenia ni
cho de diez ó doce leguas al rededor de su cuchillo ni instrumento alguno cortante.
calabozo, sacudiendo durante horas ente- tan solo los barrotes de hierro, pero ha-
ras los barrotes de hierro de su lumbrera, bia probiado tantas veces de removerlos
devolviendo á sus miembros la elasticidad que no quiso molestarse en intentarlo de
y vigor antiguos por medio de ejerciciosj nuevo.
continuados por largo tiempo , disponién - Por muebles únicamente tenia una ca
(i ose en fin para todo lo que pudiese ocur ma, una silla, una mesa, un cántaro y
rir en lo sucesivo, cual el gladiador que va un zambullo. La cama es verdad que es-
á entrar en el palenque enhiestasus bra Itaba montada con espigones de hierro T
zos y unta de aceite su cuerpo. Luego en pero estos espigones se mantenían suje
tos intervalos de esta febril actividad , es tos al maderamen por medio de tornillos,
cuchaba si el ruido volvia á oirse, y se ir era preciso un destornillador para sacar
ritaba de la precaucion del preso que no los espigones. En la mesa y en la silla na-
habia sabido adivinar que le habia distrai-Uda habia de que pudiera utilizarse, en el
ALBUM. 91
zambullo habia habido en otro tiempo un sujetaba por sus bordes, y que la hume
asa, pero esta la habian quitado. No te dad habia ablandado.
nia Dantes otro recurso queromper el cán Dantes vió con satisfactoria ecsaltacion
taro, y con uno de sus angulosos pedazos que aquel yeso se desprendía enfragmen
poner nanos á la obra: dejóle pues caer tos; estos eran cuasi átomos, es verdad,
contra el suelo con lo que se hizo mil pero al cabo de media hora habia ya re
pedazos; escojió dos ó tres cascos de los cogido un puñado. Un matemáticohubie
mas agudos que escondió en sugergon de se podido calcular que empleando dos años
jando los otros esparcidos por el suelo. La á corta diferencia en este trabajo, dando
ruptura del cántaro era una cosa muy na de barato que no encontrase peña podia
tural para que pudiera dar márgen á sos abrirse un camino de dospiesde anchura
pechas. Edmundo tenia toda la noche pa yveinte de profundidad. El preso se re
ra podertrabajarpero en la oscuridad la prochó entonces el no haber empleado en
faena iba mal porque tenia que irá tien este trabajo las largas horas cada vez mas
tas, y muy pronto conoció que embotaba lentas, y que habia perdido esperando,
el informe instrumento contra una masa orando, ó desesperándose. En el transcur
mas dura que él. Recostóse pues en su ca so de seis años que hacia estaba preso en
ma y esperó el dia; con la esperanza ha aquel calabozo, ¡cuanto trabajo aunque
bia vuelto á adquirir paciencia. Toda la lento, hubiera podido verificar! Esta idea
noche estuvo escuchando y siempre oyó le dió nuevos brios.
al desconocido minero continuando su obra En tres dias llegó, tomando precaucio
subterránea. nesinauditas, á quitar toda la argamasa,
Vino por fin el dia y el llavero entró. y á poner en descubierto la piedra; com
Dantes le dijo que en la víspera al ir á poníase la pared de toscos morrillos entre
beber, se le habia escapado el cántaro de los que para aumentar la solidez habian
las manos quebrándose al caer en mil pe colocado de trecho en trecho una piedra
dazos. El llavero salió refunfuñando ábus labrada. Una de estas piedras era la que
car otro nuevo sin tomarse la pena de re habia descalzado cuasi, y la que trataba
coger los cacharros del anterior. Volvió de remover de su alvéolo. Dantes probó
un momento despues, encargó al preso con lasuñas pero estas eran insuficientes
que tuviera un poco mas de cuidado en para la empresa. Los cacharros del cán
lo sucesivo yse marchó. Dantes oyó con taro que introducia en los intérvalos se
indecible júbilo el rechinar de los cerro rompian en cuanto queria Dantes valerse
jos, los que cada vez que en los dias ante de ellos como de palanca y despues de una
riores se corrian le destrozaban el corazon. hora de inútiles tentativas tuvo que levan
Oyó debilitarse el sonido de laspisadas á tarse inundada sufrente de angustioso su
medida que se alejaba y cuando este hubo dor. Ibase pues á ver detenido en su pri
cesado del todo, saltó de su camilla que mer ensayo y le era preciso esperarpasi
removió de su lugar, y con la claridad de vamente y en el ócio á que suvecino, que
un débil rayo de luz que penetraba en el tal vez llegaría á cansarse, hubiese con
calabozo, pudo ver lo inútil de su tenta cluido.
tiva en la noche precedente puesto que se Vinóle entoncesuna idea á la imagina
pusiéra á trabajar en el centro de la pie cion, quedóse en piéy sonriendo, su fren
dra en vez de descalzarla del yeso que la te humedecida por el sudor se secó espon
92 Ahuir:
uáneamente. El carcelero traía todos los trénidad del mángo en la piedra labrada"
dias la sopa de Dantes en una cacerola dédeseabáda y los mörrillosvecinos y emº
hoja de lata, que "conténía á mas de supezóáreñóverla" como coñuña palántá
racion la de otro preso, püesto qué Ban-|Una pequeña oscilación probó á"Dantes
tes habia observado que aquella caceróla|qüestutaréaténdria buen éxitó
ora venía del todo llena ó medió vacía; se En efecto, al cabo de uña hora habiá se
gun que el llavero empezaba la distribú parádola piedralela páred en"la que de
cion de víveres por él ó por sur compañë-|jaba una cavidad demas de pié y medib".
y este mango era el que ambicionaba Dan- *:
ro. La cacerola tenia un mango de hierro de diámetro Dantes recogió luego conº
yeso, llevólóáunb de los"
tes y por el cual hubiera dado si se los hú- ngulos de su prision; escarbó la tierrá"
bieran exigido, diez años de su vida. El parduzca del piso"con un fragmentó' del
llavero vertia el contenido de la cacerola cántaro, depositó el yeso y lo vólvióácu
en el plato de Dantes; quien despues de brir con su tierra. Queriendó lueg6 apró
verificada su comida con una "cuchará devechar aquella noche en que la casuali
madera, lo lavaba para el dia siguiente.dad, ó mejor la sabia combinación que ha
Por la tarde puso Dantes el plato en"elibia ideado, habia puesto en sus maños uñ"
suelo entre la puerta y la mesa, así que el instrumentó tan preciosó; continúó esca
llavero al entrar púsole el pié encima y levando con ahinco. Al asomar el alba vól
rompió en mil pedazos. |vióá colocar la piedra en su lugar repú=
No se podia por ello hacer cargo algú-sola cana en su sitio y se acostó.
no á Dantes; habia faltado en"dejar"su" El almuerzo consistia en un pedazó dé
plato en el suelo, es muy cierto, pero el panellavero entró y lo dejó encima la
carcelero habia tambien cometido"el desmesa
cuido de no mirar donde ponía"los pies; – Cón qué no metraéisótró plato lé
por lo que se contentó con gruñir entre ·
dientes, buscando á su alrededor algun—No, eóntestó él llavero, soisin róm
objeto en que verter la sopa: el ájmárdepeló todo; habeis quebrado el cántaro y º
cocina de Dantes se reducia á aquel únicosois la causa de que yo haya roto el plato
plato, no habia pues de qué escoger." los presos causáfantanto gasto cos
—Dejad la cacerola; dijo"Dalites, y osmövos el gobierñó nó"podrá aguantár"
la llevaréis mañana cuando metraigaís ello. Os dejo la cacerola en la qué osecha
almuerzo. ré la sopacada dia; de éste módbino rom
Este consejo era muy conforme á la pe" perés tal vez vuestra vajilla:
reza del llavero, que no tenia"ganas del Dantes levantó los ojos álcielo juntan "
volverá subir, bajar y volverá subir otrado sus marios por bajo las cubiertas de la
vez por lo que le dejó la cacérola." cama. Aquel pedazo de'hierró que leque"
Dántes se estreneció de' gozo. Cómióá|daba hãcia renacer en su corazón un fer"
toda prisa la sopa y la "carne que segun|voroso reconocimientoal Ser supremo cual
costumbre en las cárceles, la ponen junto no lo había jamás esperimentado en el de-"
con aquella. Luego despues de esperar co|curso de todos los beneficios que le prodi-"
sa de una hora para asegurarse de que el gárà"Solo sí echó de ver que desde que"
llavero no mudaria de pensar ya, apartó|habla" enpezado él "sus trabajos el otro"
su cama, tomó la cacerola, introdujo la es presólos habia suspendido; peroño im"
Ahun. 93
porta, esto no es ningun contratiempo ; si quitado la calma de la muerte llamándo
su vecino no quiere venirle á ver irá él á me de nuevo á la vida. ¡Dios mio! tened
visitará su vecino. piedad de mi, no me dejeis morir en la
Todo el dia trabajó sin descanso, por la desesperacion!
noche habia ya, gracias á su nuevo ins — ¿Quien habla de Dios y de desespe
trumento, arrancando de la pared mas de racion al propio tiempo? articulò una voz
iez puñados de ruinas de morrillos, de que parecia venir de debajo de tierra y
yeso y argamasa. que apagada por la opacidad, llegaba á
Al acercarse la hora de la visita ende oidos del jóven cual un acento sepulcral.
rezó lo mejor posible el torcido mango de Edmundo sintió erizársele los cabellos
su cacerola y la colocó en su sitio acos y aunque de rodillas retrocedió.
tumbrado. El llavero vertió en ella la ra —¡Ah! murmuró, oigo una voz hui
“cion ordinaria de sopa y carne, ó mejor mana. -
dicho, de sopa y pescado, puesto que era Hacia cuatro ó cinco años que Edmun
aquel dia de ayuno ytres dias á la sema do no oyera mas voz que la del llavero,
na daban comida de pescado á los presos. y este para el preso no es un hombre: es
Este era un escelente medio para contar una puerta viviente unida á una puerta
el tiempo si Dantes no hubiese abandona de encina; un barrote de carne unidoásus
do tal cuidado: despues de servida la sopa barrotes de hierro.
el carcelero se retiró. —En nombre del cielo, esclamó Dan
Quiso Dantes entonces asegurarse de si tes, vos que me hablais continuad hacién
su vecino habia en realidad cesado de tra dolo aunque vuestra voz me haya espan
bajar, por lo que escuchó con atencion. tado; ¿quién sois?
Todo continuaba en el mismo silencio que —¿Quién sois vos que me lo pregun
en los tres dias que llevaba de interrup tais?continuó la voz.
cion en sus trabajos. Suspiró: era eviden —Un infeliz preso, repuso Dantes, que
te que su vecino desconfiaba de él, pero no tiene ninguna dificultad en contes
no por eso perdió su aliento, y continuó taros.
trabajando el resto de la noche; mas des. —¿De qué pais?
pues de dos ó tres horas de faena encon —De Francia,
tró un obstáculo, el hierro ya no hacia —¿Vuestro nombre?
presa y se deslizaba sobre una superficie - —Edmundo Dantes.
plana. Dantes tanteó el obstáculo con la —¿Vuestra profesion?
mano y reconoció que habia encontrado —Marino. , "," * -
una viga que atravesaba ó mejor cerra —¿Cuanto tiempo hace que estaisaquí
ba enteramente el agujero que habia co —Desde el 28 de febrero de 1815.
menzado, por lo que era preciso escar —¿Cual es vuestro crímen?
bar por encima ó por debajo: el infeliz —Soy inocente,
jóven no habia pensado en tal obstáculo. —¿Pero de qué se os acusa?
–¡Oh! ¡Dios mio, Dios mio! escla —De haber , ,
para lograr la
,
mó: tanto habia rogado que creia habriais vuelta del Emperador,
escuchado bênigno mis plegarias. ¡Dios — Cómo ! ¡ para lograr la vuelta del
mio! despues de haberme quitado la li emperador! ¿con qué el emperadorno es
bertad de la vida, despues de haberme táya sobre el trono?
24
94 ALBUM.
—Abdicó en Fontainebleau en 1814 y —Si. Tapad de nuevo vuestro agujero
fué destinado á la isla de Elba. ¿Pero cuan cuidadosamente, no continueis trabajan
to tiempo hace que estais preso cuando do, no os ocupeis en nada y esperad no
ignorais todo esto? ticias mias. -
posible distinguir su primitiva forma, pues-| —¡Cincuenta pies! esclamó Dantes con.
to que estaban hechos girones. una especie de terror.
Parecia tenerunos sesenta y cinco años —Hablad mas bajo, jóven, hablad mas
por lo menos, aunque uncierto vigor en los bajo, dijo el desconocido mirando á su al
movimientos manifestaban que tenia menos rededor, muy á menudo vienen á escu
de los que parecia indicarpor consecuencia chará las puertas de los calabozos de los
de su largo cautiverio. Acojió placenterolas presos.
amistosas protestas del jóvenespresadas con —Saben que estoy solo."
cierto entusiasmo. Su alma helada pare —No importa.
ció por un momento que entraba en calor —¿Deciais que habiais taladrado cin
y se fundia por el contacto de aquella al cuenta pies para llegar hasta aqui?
maardiente. Dióle las gracias por su cor —Si, tal es sobre poco mas ó menos la
dialidad con cierta vehemencia, aunque distancia que media de mi cuarto al yues
SUl admiracion fué mucha al encontrarse tro; tan solo que yo calculé mal mi curva,
con un segundo calabozo alli donde creia falto de instrumentos geométricos para
hallar la libertad., , , , , , , rectificar bien mi escala de proporcion en
—Veamos ante todo, dijo, si hay medio vez de los cuarenta pies de elipse que ha
de ocultar á los ojos de nuestros carcelerosbia calculado he encontrado cincuenta.
ALBUM. 97
Creia, como os he dicho ya otra vez, lle corvados los dos pórque la bóveda del ca
gará la pared esterior del muro, abrirme labozoimpedia el que se enderezáran,des
paso á su través y arrojarme al mar. He lizó su cabeza entre la primera fila de bar
flanqueado el corredor al que sale vuestro ras de hierro y pudo recorrerla de arriba
cuarto en vez de atravesarle por debajo. ábajo. Un instante despues la retiró con
Todo mi trabajo es inútil porque ese cor presteza.
redor dáá un patio en el que hay la guar -¡Oh! ¡oh! ya"me parecia muy ds
dia. doso; dijo deslizándose á lo largo de Dan
—Verdad es, dijo Dantes, pero ese cor tes y cayendo sobre la mesa de la que sal
redor no flanquea mas que uno de los cos tó á tierra.
tados de este mi cuarto que tiene cuatro. -¿Qué es lo que os parecia dudoso?
-Si, no hay duda; pero aqui teneis preguntó el jóven saltando detrasde él.
uno cuya pared loforma la roca viva, se El viejo preso meditó un rato.
ria preciso que diez mineros provistos de —Si, dijo, esto es; el cuarto costado de
todos los instrumentos necesarios estuvie Vuestro calabozo dá sobre unagalería es
sentrabajando diez años consecutivos para terior, especie de camino cubierto por el
lograr taladrarla. Este otro está á espal que pasan las patrullas y vigilan los cen
das de los cimientos de la habitacion del tinelas.
gobernadôr,iriamos á parará sus sótanos -¿Estais seguro de eso?
que de seguro estarán cerrados con llave, —Tan seguro como que he visto el nor
y seríamos aprehendidos en ellos. El otro rion del soldado y la punta de su fisil,
costado da.… esperad.…. ¿ádonde da ese retirándome tan de prisa temeroso de que
ótro costado? no me atisbase. .
-¿Y por qué os desaninas de ese mo quedó de pié. El jóven no había pensado
lo? Seria mucho exigir de la Providen jamás en la fuga. Hay ciertas cosas que
cia el que la primera tentativa tenga feliz parecentan imposibles que ni siquiera vie.
éxito. ¿No podeis empezar en otra direc ne á la mente el intentarlasy se rechazan
cion loque habeis hecho para llegar aquí? por instinto. Taladrar cincuenta pies bajo
–¿Pero sabeis loque he trabajado, pa tierra, consagrará esta operacion tres años
ra hablarme de volver á empezar? ¿Sa de continuos trabajos, para llegar, tenien
beis que he gastado cuatro años para pro do un éxito feliz,á un abismo abierto per
curarme los instrumentos que al presente pendicularmente sobre el mar; precipitar
poseo? ¿Qué hace dos años escarvo y pe se de cincuenta, sesenta ó cien pies de al
netro á través de una tierra dura como el tura tal vez, para romperse al caer la ca
granito? ¿Sabéis que me ha sido preciso beza contra alguna roca, si la bala de los
dislocar piedras que en otro tiempo hubie centinelas no le mataba antes; verse obli
se considerado imposible poder remover? gado, caso de escapar á todos estos peli
¿Qué he pasado dias enteros en ese tra gros áganar una legua ánado, era mucho
bajo tiránico, y que algunas veces me con para no someterse á la resignacion, y ya
sideraba feliz cuando al anochecer habia hemos visto que Dantes estuvoápunto de
logrado ahuecar la estension de una pul llevar esta resignacion hasta la muerte.
gada cuadradade aquella antigua argama * Mas cuando el jóven habia visto á un
sa que se habia hecho mas dura que la viejo aferrarse á la vida con tanta ener
misma piedra? ¿Sabéis que para colocar gía y darle el ejemplo de resoluciones de
toda la tierra y todas las piedras que ar sesperadas, entró en reflexion y examinó
rancaba me fuépreciso taladrar la bóveda hasta donde llegaba su valor. Otro habia
de una escalera en la cual he ido sepul intentado lo que el ni siquiera habia
tando sucesivamente todos los escombros, pensado en realizar; otro menos jóven,
y que ahora está ya lleno aquel hue menosfuerte, menos diestro que él se ha
co y que no sabria donde colocar un pu bia procurado con maña ypaciencia,todos
ñado de polvo? ¿Sabéis, por último, que yo los instrumentos de que tuvo necesidad
creía tocar ya el término de mis trabajos, para esa increible operacion, que tan solo
que me sentia escasamente con la fuerza una medida mal tomada pudo hacer fra
necesaria para acabar de realizar mi pro casar;pues si otro habia hecho todo eso,
yecto, y que ahora Dios no solo aleja su nada debia ser imposible á Dantes. Faria
término, sino que ni preveo siquiera cuan-|habia agujereado cincuenta pies de longi
do tendrá este lugar? ¡Ah! ya os lo hetud, el taladrará ciento. Faria á los cin
dicho y os lo repito de nuevo, no intenta-|cuenta años, habia empleado tres años en
ré ya nada en adelante para reconquistar|su maniobra, él no tiene sino la mitad de
mi libertad, puesto que es la voluntad de la edad que Faria y por lo tanto podrá
Dios que la haya perdido para siempre. |gastar seis. Faria; abate, sabio y eclesiás
Edmundo bajó la cabeza para no mani |tico no tuvo miedo de arriesgarse á hacer
festará aquel hombre que el gozo de te-|la travesía del castillo de Ifá la isla de
ner un compañero le impedia compartir|Daume, Ratonneau ó Lemaire, y él, Ed
cual debiera el sentimiento que sufria por|mundo el marino, Dantes el atrevido buzo
no haberse podido salvar. El abate Faria|que tan á menudo se habia encargado de
se tendió en la cama de Edmundo y estellbuscar una branca de coral en el fondo del
100 - - ALBUM.
mar, ¿dudaria en hacer una legua ánado? —Y que preguntó Dantes; por ven
¡Una hora ! y que ¿no habia muy á me ura no estais aun en el mismo caso? ¿os
nudo pasado horas enteras en la'mar sin to reconoceis culpable desde que me habeis
car fondo ni salir á la orilla? No, no; Dan encontrado? decid.
tes no necesitaba sino que le animasen con —No, pero no quiero llegarlo á ser:
el ejemplo. Todo lo que otro ha hecho ó hasta àhora no creia tener que lucharmas
podido hacer, Dantes lo hará. que cón las cosas, y vos me proponeisque
El jóven reflecsionó un instante. combata á los hombres. Yo podré aguje
–He encontrado ya lo que buscabais, rearun muro éinutilizar una escalera, peró
dijo al viejo. no agujerearé un pecho ni destruiré una
Faria se sobresaltó. existencia.
–¡Vos! dijo levantando la cabeza con Dantes hizo un lijero movimientó de
un aire que indicaba que si Dantes decia sorpresa.
la verdad, su desaliento no seria de larga-¿Cómo, dijo, pudiendo veros libre os
duracion; ¡vos! veamos, ¿que habeis pen detendrian tales escrúpulos?
sado? —Yvos, decidme, ¿pór qué no habeis
—El pasillo que vos habeis taladrado aplastado una noche la cabeza de vuestro
para venir de vuestro cuarto al mio sigue llavero con elpié de la mesa, vestido su
paralelo á la galeria esterior, ¿no es asiº traje y probado la fuga?
–Si. –Porque no me habia ocurrido tal idea
—¿De modo que apenas distará unos dijó Dantes.
quince pasos? —Esporque teneis á semejante crímen
—A lo mas. un horror instintivo en el que vos no ha
–¡Pues bien l sobre la mitad del pasi beis atinado siquiera, repuso el viejo; por
llo, abrirémos un nuevo camino formando que en las cosas sencillas y permitidas
como el brazo de una cruz; para eso to nuestros apetitos naturales nos advierten
mais vuestras medidas con mas ecsactitud; que no nos desviamos de la línea de nues
desembocamos en la galeria esterior, maltro derecho. El tigre que anhela sangre
tamos al centinela, y nos escapamos. Para por su naturaleza, no necesita mas queuna
el buen écsito de este plan no se necesita cosa, y es que el olfato le advierta que tie
mas que valor, vos le teneis; fuerza que me á su alcance una presa; desde el mo
no me falta, y no hablo de la paciencia, mento la acecha, se precipita sobre ella y
puesto que de tenerla habeis dado pruebas lá destroza: es su instinto; no hace mas
y yo daré las mias. que obedecerle: pero al hombre por el con
—Una palabra, dijo el abate; vos nosa trario, le repugna la sangre; no son las le
beis, mi querido compañero, de que clase yes sociales las que prohiben el asesinato,
es mivalor, y en qué empléo yo mi fuer son las leyes naturales que lo rechazan.
za; en cuanto á la paciencia creo haberla Dantes quedó confundido; era en efecto
tenido bastante continuando cada mañana, la esplicacion de lo que pasaba ensu inte
la tarea de la noche y cada nochela tarea rior sin haberse apercibido de ello.
de todo el dia; pero entonces, escuchad -Ademas, continuó Faria, hace cerca
me bien, jóven, me parecia que hacia un
servicio á Dios libertando á una de sus lde doce años que estoy encarcelado; he
criaturas, que siendo inocente no podia ha recorrido en mi imajinacion todas las eva
ber sido condenada. siones célebres, y muy raras han sido las
ALBUM. 101
que mediando violencia han salido en bien. –Sobre dos camisas. He inventado una
Las evasiones felices, las fugas coronadas preparacion que dá al lienzo la igualdad y
de un feliz éxito son las que han sido me tersura de un pergamino.
ditadas con cuidado y preparadas con len -¿Con que sois químico º
titud; asifué como el duque de Beaufort| —Un poco. He conocido a Lavoisir y
he tenido relaciones con Cabanis.
se escapó del castillo de Vincennes, el aba
te Dubuquoi de For-Leveque, y Latude —Mas, para una obra semejante os ha
de la Bastilla. Hay otras que la casualidad brán sido precisosalgunos datos histricos.
las presenta y estas son las mejores: espe ¿Teniais libros?
remos una ocasion, creedme, y sise pre -En Roma tenia una biblioteca de cer
senta, aproveché osla. ca cinco mil volúmenes.'" sidia lectro
-Vos habeis podido esperar, dijo Dan me dió por resultado el conceer que con
tes suspirando; tan largo trabajo os pro cincuenta obras bien escojidas se tiene, sino
porcionaba continua ocupacion, y cuando un resúmen completo de los conocimientos
no teniais trabajo que os distrajera, teniais humanos, por lo menos todó lo que un
esperanzas que os consolaban. hombre tiene interés en saber. Consagró
—Verdad es, dijo sonriendo el abate; tres años de mi vida á leer y releer aque
á mas de que no era esa mi única ocupa los cincuenta autores de modo que los sa
cion. bia cuasi de memoria cuando fuí preso.
–¿Que haciaispues? En mi calabozo, con un lijero esfuerzo
- Escribia ó estudiaba. de la memoria he conseguido recordarlos
—¿Entonces os darian papel, plumas y todos. Asi es que podria recitaros á Thu
tinta º cidides, Xenofonte, Plutarco, Tito Livio,
—No; pero yo mismo hago todo eso. Tácito, Strada, Jornandés, Dante, Mon
—¿Vos mismo os haceis papel, plumas taigne, Shakspeare, Spinola, Maquiavelo
y tinta? esclamó Dantes. y Bossuet, advertid que no cito sino los
–Si. mas importantes.
Dantes consideraba á aquel hombre con —¿En este casoposeeréis muchos idio
adiniracion; pero costábale dificultad creer mas?
lo que decia. Notólo Faría y le dijo: —Hablo cinco lenguas vivas; el aleman,
—Cuando vayais á mi cuarto os ense el francés, el italiano, el inglés y el espa
ñaré una obra completa: resultado de las ñol; con ayuda del griego antiguo com
meditaciones, observaciones y reflexiones prendo el moderno, solo que lo hablo mal;
de toda mi vida que hiciera á la sombra pero ahora lo estoy estudiando.
del coliseo en Roma, al pié de la columna —¿Lo estudiais? dijo Dantes.
de San Marcos en Venecia, sobre los bor —Si: me he construido un vocabulario
des del Arno en Florencia, y que estoy con las palabras que ya sé, las he arregla
cierto me dejarán un dia los carceleros el do, combinado y dado mil jiros de modo
tiempo suficiente para aniquilarla como que basten á espresar mi pensamiento. Sé
damente dentro los muros del castillo de cerca de mil y ces, en rigor es todo lo que
If. Es untratado sobre la posibilidad de una necesito, aun que en losdiccionarios creo
monarquia general en Italia. Compondrá se cuentan cien mi con ellas no ser elo
un grueso volúmen en cuarto. cuente, es verdad, pero me daré á enten
–¿Y la habeis escrito vos derá las mil maravillas y esto me basta.
"
102 ALBUM,
Admirado mas y mas, Edmundo empe que encorvado, con bastante facilidad el
zaba á encontrar sobrenaturales las facul pasillo subterráneo, Dantes llegó á la es
tades de aquel hombre particular. Quiso tremidad opuesta del corredor quetenia la
ver si le pillaria en algun renuncio sobre salida en el cuarto del abate; en aquel pun
cualquier punto y continuó. to el paso se reducia de modo que apenas
—¿Pero como sin darosplumas habeis dejaba el espacio suficiente para que pu
podido escribir tratado tan voluminoso? diera deslizarse un hombre culebreando.
—Me las he hecho escelentes,y que se El cuarto del abate estaba enbaldosado con
rian preferidas á las ordinariasáser cono lo que estrayendo una de las baldosas en
cidas entre los hombres, con los cartilagos el rincon mas oscuro del cuarto habia em
de las cabezas de esas enormes merluzas, pezado la laboriosa operacion cuyo fin vió
que nos sirven en los dias de vijilia. Asies Dantes. Colocada de nuevo la baldosa en
que veo con gozo amanecer los miércoles, su lugar, el abate la cubria con una vieja
viernes y sábados, porque con ellostengo estera, logrando con esta sencilla operacion
esperanza de aumentar mi provision de ocultarla á los ojos del carcelero. Apenas
plumas,pues mis trabajos históricos son, hubo entrado y puéstose de pié, el jóven
«os los confieso, mi mas dulce ocupacion. examinó aquel misterioso recinto con la
Al remontarme á lo pasado olvido el pre mayor atencion. Aprimera vista nada pre
sente y camino libre é independiente en la sentaba de particular.
historia, sin que recuerde siquiera que es —Bueno, dijo el abate, no son mas
toy preso. que las doce y cuarto, aun nos quedan
—Pero, ¿y la tinta? dijo Dantes, ¿con algunas horas.
que haceis la tinta? Dantes miró á su alrededor buscando
—Habia en otros tiempos una chimenea el reloj con el cual habia podido el abate
en mi cuarto, dijo Faria, la que fué tapia saber con tanta ecsactitud la hora que
da sin duda muy poco antes de mi arribo, 6I'3.
pero habian hecho en ella fuego duran —Ved ese rayo de luz que entra por la
te mucho tiempo y por consiguiente todo ventana, dijo el abate, y examinad las
su interior está tapizado de hollin; disuél líneas que hay trazadas en la pared. Gra
volo en una porcion de vino que me dan ciasáesas líneas resultado de la combinacion
todos los domingos y con ello me propor del movimiento de la tierra y de la elipse
ciono una tinta escelente. Para las notas que describe al rededor del sol, sé con la
particularesy que deseo llamen la aten mayor exactitud la hora mejor que situ
cion, me punzo los dedos y escribo con mi viera un reloj; porque este se desarregla,
sangre. mientras que la tierra y el sol no se de
—¿Cuando podré ver todo eso? sarreglan jamas.
—Cuando querais. " Dantes no comprendió nada de esta es
—¡Oh! ¡ al momento ! plicacion: estaba en la creencia al ver sa
—Seguidme pues.
Y el abate entró en el pasillo subterrá lir el sol por detras de las montañas y po
IOO 6Il
Dantes.
** siguiéndole luego nerse en el Mediterráneo que era el sol
quien andaba y no la tierra. Este doble
XVII. movimiento del globo que habitaba pero
EL CUARTO DEL ABATE. que no apercibia, le parecia imposible:
Despues de haber atravesado, si bien en cada palabra de su interlocutor no veia
«
ALBUMI. 103
mas que misterios de ciencias tan dificiejortado ápico de flauta y hendido como
de profundizar como las minas de oro y una pluma ordinaria.
diamantes que habia visitado en un viage Dantes lo examinó, inquiriendo con la
que cuando niño hiciera áGuzarate y Gol vista el instrumento con el que habia po
conde. dido cortarlo de un modo tan regular.
—Vamos, dijo al abate, estoy anhe —¡Ah! ¿buscais el cortaplumas, no es
lando examinar vuestros tesoros. asi? dijo Faria. Es mi obra maestra, lehe
El abate se dirijió á la chimenea, ar hecho yo, lo mismo que este cuchillo
"rancó, con el escoplo que tenia siempre que aqui veis, de un viejo candelero de
en la mano, la piedra que en otro tiempo hierro.
formára el hogar y que ocultaba una cavi El cortaplumas era del grandor de una
dad bastante profunda, en la quetenia es navaja de afeitar. Lo que es el cuchillo,
condidos todos los objetos de que habia tenia la ventaja de poder servir á la vez
hablado á Dantes. de cuchillo y de puñal. Dantes contem
-¿Qué es lo que quereisver primero? plaba aquellos objetos con la misma aten
le preguntó. cion que en lastiendas de curiosidades de
—Enseñadme vuestra grande obra so Marsella habia examinado alguna vezins
bre la monarquía de Italia. trumentos construidos por los salvages,
Faria sacó del precioso armario tres ó traidos de los mares del Sud por los ca
cuatro rollos de lienzo doblado como las pitanes de buques que se dedican á largos
hojas del pápiro, eran varias tiras deunas viages.
cuatropulgadas de ancho sobre diez y ocho —En cuanto á la tinta, dijo Faria, ya
de largo. En estas tiras, numeradas, ha sabeis como me manejo y me la voy ha
bia unos caractéres que Dantes pudo leer ciendo á medida que la necesito.
muy bien por cuanto estaban escritos en —Lo que hasta ahora mas me admira,
italiano, idioma que en su calidad de pro dijo Dantes, es que os hayan bastado los
venzal comprendia perfectamente. dias para tantas cosas.
—Vedla, toda está aqui, le dijo. Ha —Trabajaba tambien de noche.
brá como unos ocho días que escribí la —; De noche ¿sois por ventura de la
palabra fin al pié de la tira ciento sesenta familia gatuna que distinguis con claridad
y ocho. Dos camisas y cuatro pañuelos en medio de las tinieblas?
tenia que he ido empleando en ello; si algun —No: pero Dios ha dado al hombre la
dia me veo libre y encuentro en toda Ita inteligencia para subvenir la limitada fa
lia algun impresor que se atreva á publi cultad de sus sentidos: me he procurado
luz.
carla, tengo adquirida mi reputacion.
-En efecto, dijo Dantes, ya lo veo. —¿De qué modo?
Enseñadme ahora, os lo ruego, las plu —De la carne que me traen separo la gra
mas con que habeis escrito esta obra. sa, la derrito y saco una especie de aceite
—Vedlas, y Faria enseñó al jóven un concreto. Aqui teneis una vela, dijo el
palito de seis pulgadas de largo, grueso abate enseñando á Dantes una especie de .
lamparilla, semejante á las que se usan en
como el mango de un pincel en cuyo es las iluminaciones públicas.
tremo estaba sujeto con un hilo uno de –Pero ¿y fuego?
esoscartilagos manchado aun por la tinta —Aqui teneis dos pedernales y lienzo
de que el abate hablára á Dantes; estaba medio quemado.
104 ALiur.
—¿Y pajuelas? e mi ventana que es mas grandèque la
—He pretestado una enfermedad cutá vuestra y huir por ella, agrandándola lo
nea y he pedido azufre que se me ha con preciso en el momento de mievasion; pero
cedido. " eché de ver que caía á un patio interior y
Dantes colocó sobre la mesa los objetos renuncié al proyecto como muy arriesga
que tenia en la mano y bajó la cabeza des do. Con todo,conservé la escala para algun
concertado en vista de tanta perseveran caso imprevisto, para una de esas evasio
cia y resolucion. nes de que os he hablado ya y que la ca
—Aun no está ahi todo, continuó Fa sualidad presenta.
ria, porque no conviene guardar todas las Dantes, examinando al parecer la esca
riquezas en un solo escondrijo: pero pri la, pensaba en otra cosa; una idea habia
mero cerremos este. . fijado su atencion,y es que aquel hombre
Volvieron á poner en su lugar la bal tan inteligente, tan ingenioso,tan profun
dosa, el abate esparciò un poco de polvo do, tal vez encontraria, en la incertidum
por encima pasando luego al piéá fin de bre sobre las causas de su desgracia, lo que
que desapareciese todo vestigio de so él no habia podido nunca adivinar.
lucion de continuidad, y acercándose lue —¿En qué pensais? le preguntó el aba
go á su cama la apartó de su lugar. De te sonriendo y tomando la distracción de
tras del cabezal y cerrado por una piedra Dantes por una admiracionexaltada al úl
que ajustaba casi herméticamente, había timo grado.
un agujero, y en su interior una escalera —Tan solo pienso primero en una cosa,
de cuerdas de unos veinte y cinco á treinta y es en la gran suma de inteligencia qué
pies de lonjitud. Dantes la examinó, reco os ha sido preciso invertir para llegar al
nociendo en ella una solidez átoda prueba. punto en que os encontrais;¿que hubierais
—¿Quién os ha provisto de la cuerda hecho al veros libre?
necesaria para tan magnífica obra? –Nada; tal vez lasgrandes ideas que
–Primero eché mano de unas camisas bullen ahora en mi cérebro se hubieran
que tenia, luego de las sábanas de mi ca evaporado en nimiedades; es preciso ser
ma que fuídisfilachando durante los tres desgraciado para esplotar ciertos manan
años que estuve en Fenestrelles. Cuando tiales misteriosos ocultos en la inteligencia
me traspasaron al castillo de If,me dí ma humana; la cautividad ha concentrado en
ña para traer conmigo las hilas, conti un solo punto todas mis facultades disper
nuando aquí mi tarea. sas acá y acullá; la pólvora no estalla sin
— Pues que ¿no echaron de ver que estar comprimida: la cautividadha reuni
vuestras sábanas no tenian dobladillo? do en un solo punto mis facultades y han
—Es que volvia á coser otro de nuevo. entrádo en contacto en un espacio reduci
—¿Con qué? do y como no ignorais, del choque de las
–Con esta aguja. nubes resulta la electricidad, de la electri
Y el abate separando un giron de suscidad el rayo y del rayo la luz.
ropas enseñó á Dantes una larga espina —No; yo no sé nada, dijo Dantes hu
aguda y enebrada todavía, que tenia guarnillado por su ignorancia, la mayor parte
dada. - de laspalabras que pronunciais no tienen
—Pues señor, continuó Faria, habia para mi sentido conocido, ¡qué feliz sois
pensado primero en descalzar los barrotes en ser tan sabio!
AtBUM. 103
El abate Sonrió. • •" gran filósofo , que viene en apoyo de lo
—Me dijisteis que pensabais en dos co que os decia hace poco, y es que á menos
'Sas á la vez ? habéisme comunicado la pri !que las malas inclinaciones tengan su ori
mera, ¿cuál es la segunda? gen en una organizacion anómala la natu
—La segunda esque vos nle hnbe?scon raleza humana repugna el crimen. Con
tado vuestra vida y aun no conoceis losfltodo, la civilizacion ha traido consigo nece
acontecimientos de la mia. sidades, vicios, apetitos imajinarios que
-—Vuestra .edad, jóveñ, es temprana en llegan á sofocar en nosotros los buenos
demasía para que pueda su historia abar instintos haciéndonos obrar mal. De ahí
car sucesos de mediana importancia. proviene esta máxima. Si quereis descu
—Encierra una gran desdicha que no brir á un crimin.d , inquirid primero á
creo haber merecido ; y quisiera para no quien ha podido reportar utilidad el cri
blasfemar de Dios, como algunas veeés lo men. ¿ A quien ha podido ser útil vuestra
he hecho, poder acusar á los hombres de desaparicion?'
mi desgracia!. . —A nadie , porque era yo muy poca
—¿Es decir, que pretendeis estar del icosa.
todo inocente del crimen que se os im Eso no es responder : puesto que esa
puta? contestacion falta á la vez á !a lójica y á la
—Completamente inocente, lojuro poT filosofía: todo es relativo, querido amigo,
Jas personas que me son mas queridas, por desde el rey que estorba á su futuro suce-
mi padre y por Mercedes. Isor hasta el empleado que estorba a! su
—Veamos pues, dijo el abate cerrando pernumerario, todos estorban álos que Ies
sn escondrijo y colocando de nuevo la ca |subsiguen. Si el rey muere, el sucesor be-
ma en su lugar, contadme vuestra his reda una corona; si muere el empleado
toria. hereda el sucesor mil doscientas libras de
—Refirióle Dantes lo que el llamaba su sueldo ; estas mil doscientas libras son su
historia, reduddaá un viaje á la India, y renta y le son tan necesarias para vivir ,
dos ó tres á Lavante: en fin Hegó en su como al rey los millones. Cada individuo
última' travesía á la muerte del capitan l mas alto al mas bajo en la escala sd-
LeéMr, al paquete destinado al gran ma cial tiene agrupado á su alrededor un pe
riscal , á su entrevista con éste , á la carta queno mundo de intereses, con susoleadas
que le encargó dirigida al Sr. Noirtier'; en| y sus imperceptibles átomos cual en el
fin ó su llegada á Marsella, á la entrevista mundo de Descartes. Tan solo que esos
con su padre, á sus amores con Mercedes, pequeños mundos van adquiriendo mayo
á la comida de esponsales, á su arresto, á res dimensiones á medida que van aumen
su interrogatorio , á su prision provisional| tando en consideracion. Es un cono inverso
en el palacio de la Justicia y por Altimo que se sostiene sobre su punta guardando
á su prision definitiva en et castillo de If. el equilibrio. Pero volvamos á vuestro mun
Despues de esto no sabia ya ©antes nada do: hablemos de vos ¿Ibais á ser nombrado
mas , ni aun el tiempo que estaba preso'. capitan del Faraon?
Concluida la narracion, el abate reflecsio- -Si.
nó un momento , diciendo al cabo de un —¿Ibais á casaros con una joven her*-
instante. mosa ?
—Hay en derecho un axioma de un -Si.
27
106 ALBUM.
–Vaya pues, preguntadme, pues que —Si: diciéndone al propio tiempo: «Ya
á decir verdad veis mas claro vos en los lo veis, no existia mas que esa prueba con
acontecimientosde mi vida que yo mismo. tra vos y yo la he aniquilado.»
—¿Quién os tomó la declaracion? ¿el —Esta conducta es muy sublime para
procurador del rey, el substituto, ó el juez que pueda ser natural.
de instruccion? -
—¿Lo creis asiº
—Fué el substituto. —Estoy seguro de ello. ¿A quién iba
—Es jóven ó viejo. dirigida la carta?
—Jóven: veinte y siete óveinte y ocho —AlSr. Noirtier, calle Cog-Heron, nú
años. mero 13. Paris.
—Bueno, no pervertido aun,pero bas —¿Podeis presumir que vuestro substi
tante ambicioso ya, dijo el abate. ¿De qué tuto tuviese algun interés en que desapa
modo se portó con vos? reciese la carta?
—Con mas amabilidad que aspereza. —Tal vez; porque me hizo prometer
— se lo contásteis todo? dos ó tres veces, por lo mucho que me
—Todo. interesaba, segun decia, que no hablaria
—¿Sus facciones esperimentaron algun á nadie de aquella carta y hasta me hizo
cambio durante el interrogatorio? jurar que no pronunciaria jamas el nombre
–Un instante se demudaron luego de escrito en el sobre.
haber leido la carta que me comprometia. —Noirtier, dijo el abate, Noirtier; yo
Pareció abrumado por mi desgracia. conocí un Noirtier en la corte de la an
—¿Por vuestra desgracia? |tigua reina de Etruria, un Noirtier que
–Sí. |habia sido girondino durante la revolucion.
—¿Estáis bien seguro de que era vues ¿Como se llama el substituto que entendió
tra desgracia lo que lamentaba? en vuestro interrogatorio?
–Por lo menos me dió pruebas de su —Villefort. -
Un rayo que hubiese caido á los pies de locura divertida, daba al preso alguno
de Dantes, abriendo un abismo en cuyo privilegios, como eran el tener pan un po
fondo se descubriese el infierno, no hu co mas blanco y una botellita de vino to
biera producido un efecto mas instantá dos los domingos. Acertába á ser domin
neo, mas eléctrico, mas destructor que go aquel dia y el abate vino á convidar
tan inesperadas palabras. Levantóse, com á su compañero á partir con él su pan y su
primiéndose la cabeza con las manos, vino. Dantes accedió. Habíase apaciguado
como para impedir que rebentase, escla ya la exaltacion de su semblante,volvien
mando. do á tomar su rostro la calma habitual,
–¡Su padre!... su padre! pero se veía en él una rigidez y tenaci
—Si, su padre que sellama Noirtier de dad, si asípuede decirse, que claramente
Villefort, repuso el abate. demostraban una firme resolucion toma
Entonces una luminosa chispa despejó da de antemano. El abate le miró atenta
el cérebro del preso, todolo que hasta en mente.
tonceshabia sidopor él oscuro lo vió ilu —Me arrepiento de haberos ayudado
minado para una esplendente claridad. en vuestras investigaciones, y de haberos
Todos los efugios de Villefort durante el dicho lo que os he dicho.
interrogatorio, aquella carta consumida —¿Por qué? preguntó Dantes.
por las llamas, el juramento exijido, la —Porque he hecho nacer en vuestro
voz cuasi deprecatoria del magistrado que corazon un sentimiento que no habia: la
en vez de amenazar parecia como que su Venganza. -
plicaba, todo le vino á la memoria. Arró —Hablemos de otra cosa, le dijo Dan
jóun grito, bamboleóse por un momento tes sonriendo.
como un borracho, y lanzándose á través El abate le contempló aun por un ins
de la abertura que comunicaba la celda del tante, meneó tristemente la cabeza, y, co
abate con la suya dijo: mo se lo habia suplicado Dantes, habló de
—¡Oh! es preciso que esté solo para otra cosa. El antiguo preso era uno de
pensar en todo eso. quellos hombres cuya conversacion, cual
Al llegar á su calabozo se dejó caer en la de todos los que han sufrido muchos
su cama, en la que le encontró el carce contratiempos, es muy instructiva, de un
lero al anochecer, sentado, fijas sus pu interés siempresostenido y creciente; pero
pilas, las facciones contraidas, pero inmó no era egoista y esta clase de desgracia
vil como una estátua. Durante las horas dos jamás hablan de sus males. .
de meditacion que se sucedieron cual si Dantes escuchaba con admiracion cada
fuesen segundos, tomó una terrible reso una de sus palabras que correspondian;
lucion é hizo un formidable juramento. unas á las ideas que ya tenia y á los co
¡Pero,para cumplirlo y poner en plan nocimientos que como marinoposeía, y
ta, su resolucion debia suponerse que sal versaban otras sobre cosas para él desco
dría un dia en libertad nocidas, y que, como aquellas auroras bo
Una voz arrancóá Dantes de su medi reales que alumbran á los navegantes en
tacion; era la del abate Faria quien habién las latitudes australes, mostraban al jó
do hecho ya el llavero su competente vi ven nuevos paisages y horizontes ilumi
sita, venia á invitará Dantes á que cenase nados con fantásticos resplandores. Dantes
con él. La calidad de loco declarado, pero conoció lo feliz que seria una organiza
28
110 - ALBUM.
cion inteligente en seguir aquel espíritu comprender por medio del cálculo, mien
remontado á alturas tan morales, filosófi tras que el númen de marino rectificaba
cas ósociales como las que tenia costum todo lo que podia haber de material en la
bre de tratar. demostracion reducida á la aridez de las
—Deberiais enseñarme algo de lo que cifras ó á la rectitud de las líneas. Po
sabeis, dijo Dantes, aunque no fuese sino seía ya el italiano y un poco el árabe
para que no os cause fastidio mi compa que aprendiera en uno de sus viajes á
ñía. Meparece que debeis preferir la so Oriente. Con esto dos idiomas, compren
ledad á un compañero sin educacion ni dió muypronto el mecanismo de los de
capacidad como yo.Si consentís en lo que mas y al cabo de seis meses empezóá ha
ospido, prometo no hablaros mas de es blar el español, el inglés y el aleman. Como
capatoria. se lo prometiera al abate Faria, sea que la
—¡Ay de mí! hijo mio, dijo sonriendo distraccion que le proporcionaba el estudio
el abate, la ciencia humana es muy limi le desvaneciese la idea de libertad,sea que
tada, cuando os habré enseñado las ma fuese, como hemos visto ya, rigido obser
temáticas, la física, la historia y las tres ó vador de su palabra, ello es que no habló
cuatro lenguas vivas que poseo, sabréis jamás de fugarse ylos dias se sucedieron
todo lo que yo sé; y para comunicaros para él rápidos é instructivos. Al cabo de
toda esta ciencia con dos años bastará. un año era ya otro hombre.
—¡Dos años! dijo Dantes ¿os parece En cuanto al abate, Dantes observó que
que podré aprender todo eso en dos años? á pesar de la distraccion que le pro
— En su aplicacion, no, pero si en sus porcionaba en el cautiverio su presen
principios óteoría; saber una cosa de me cia se volvia cada dia mas sombrío y
moria no es poseerla, hay sabios teóricos melancólico; una idea incesante y eter
y los hay prácticos;á los primeros tan solo na parecia acosar su espíritu: caía en
la memoria lesfavorece,á lossegundos los meditaciones profundas, suspiraba invo
constituye la filosofía. luntariamente, se levantaba de improviso,
—¿Pero qué no puede aprenderse la cruzaba los brazos y se paseaba al rede
filosofía? dor de su calabozo. Un dia se paró de re
—La filosofía no se aprende; la filoso pente en el centro de uno de los círculos,
fía es la reunion de las ciencias adquiridas cien veces repetidos, que describia en el
por el génio que las aplica: la filosofía es pavimento de su cuarto y esclamó:
la esplendente nube en que puso Cristo la – ¡Ah! ¡si no hubiese centinela!
planta para remontarse al cielo. —Dejará de haber centinela desde el
—Con qué dijo Dantes, ¿que es lo que momento en que vos querais; dijo Dantes
me enseñaréis primero? estoy anhelando que siguiera su pensamiento á traves de
comenzar, estoy sediento de ciencia. la huesuda caja de su cerebro cual sifue
—Todo; dijo el abate. se un vaso de cristal.
En efecto, aquella misma noche los dos –¡Ah! ya os lo he dicho, me repug
presos combinaron un plan de educacion na un asesinato.
que se puso en ejecucion al día siguiente —Yá pesar de eso, ese asesinato, caso
Dantes tenia una memoria prodigiosa un de tener que cometerse, sería tan solo por
talento estremado; la disposicion natu el instinto de nuestra conservacion, por
ral á las matemáticas le hacia apto para un sentimiento de defensa personal.
ALBUM. 11
-Noimporta....jamas me atreveré... cuarto, del de Dantes y del pasadizo que
—Pero no por eso dejais de pensar en comunicaba el uno con el otro. A la mi
ello. tad de esta galería, trazaba un ramal se
—Sin cesar, sin cesar, murmuró el mejante á los que se practican en las mi
abate. nas, por el que llegarían los dos presos
—Habreis encontrado algun medio tal debajo la galería por la que se paseaba el
vez, ¿no es asi? centinela. Una vez alli, practicarian una
–¡Si! ¡ con tal que llegase un dia en gran escavacion, descalzaran una de las
que pusieran un centinela sordo y ciego ! baldosas que forman el piso de la galería,
—Llegará áser sordo yserá ciego, con queen un instante dado se hundiria con el
testó eljóven con una resolucion que asus peso del soldado que desaparecería en la
tó al abate. escavacion. Dantes se precipitaria sobre
—No, no, esclamó este, es imposible. de él al momento en que aturdido por la
Dantes quiso continuar esta conversa caida seria incapaz de defenderse, le ata
cion, pero el abate meneó la cabeza y no ria y pondria una mordaza, despues de
quiso contestar mas. Tres meses se pasa cuya operacion pasando los dos por una
ron asi. de lasventanas de la galería, salvarian la
—¿Teneis fuerza suficiente? preguntó altura de la muralla esterior por medio de
un dia el abate á Dantes, mas este sin la escala de cuerdas y se fugarian. Dan
contestarle, tomó el escoplo y lotorció en tes dió de palmadas y sus ojos brillaron
forma de herradura aderezándolo des de gozo; era este plan tan sencillo que
pues. debia salir bien.
–¿Os comprometeriais á no matar al En el mismo dia empezaron los mineros
centinela hasta el último estremo? su obra con tanto mas ardor cuanto que
—Si, bajo mi palabra. este trabajo sucedia áun largo reposo, y
—En este caso, dijo el abate, podre segun toda probabilidad no era mas que la
mos poner en ejecucion nuestro plan. realizacion del íntimo y secreto proyecto
-¿Y cuanto tiempo necesitamospara de ambos. Por nada se interrumpia menos
concluirlo? á las horas en que cada uno de ellos se
—Un año, tal vez menos. veia precisado á recibir lavisita del carce
—Pues en este caso, manos á la obra lero. Habíanse acostumbrado ya tanto á
desde luego. distinguir, al menor ruido depasos, cuan
—Al momento. do venia el carcelero, que jamás el uno ni
—¡Oh! ¡y qué lástima el año que he el otro se vieron sorprendidos.
mos perdido ! La tierra queibanestrayendo dela nueva
-¿Os parece que lo hayamos perdido? galeria, y que hubiese al fin obstruido el
—¡Oh! ¡ perdonad, perdonad! escla antiguo corredor, la arrojabanpoco á poco
mó Dantes ruborizándose. y con indecibles precauciones por una ú
—Silencio, dijo el abate. El hombre otra de las dos ventanas del calabozo de
no deja jamás de ser hombre y vos sois Dantes ó del abate; la pulverizaban conto
uno de los mejores que he conocido.Aqui do cuidado, y la brisa de la noche la arre
teneis mi plan. bataba tan léjos que no dejaba de ellaves
Al decir esto mostró á Dantes un dibujo tijio alguno.
… en el que habia delineado el plan de su| Mas de un año emplearon en este tra
11 Ahui. • -
bajo, ejecutado sin mas instrumentos que Dantes al ver el lívido rostro de Faria,
un escoplo, un cuchillo y una palanca de ródeados sus ojos de un cerco azulado, sus
boj. Durante este tiempo é interin traba-Hábios blancos, sus cabellos erizados de es
jaban, Faria continuó instruyendo á Dan-panto, dejó caer el escoplo que traia en la
tes, hablándole ya en un idioma, ya en mano.
otro; esplicándole la historia de las nacio-| —¿Pero, que es lo que teneis?
nes y de los grandes hombres que de vez| —¡Soy perdido ! dijo el abate; escu
en cuando dejan trás de sí rastros lumino-chadme. Un mal terrible , tal vez mortal,
sos que se llaman gloria. El abate, hom-va á acometerme: el acceso se acerca, yó
bre de mundo y de escojida sociedad, tenia le siento venir. Ya un año antes demipri
en su modo de producirse una especie de sion me atacó el mismo mal. A este mal
melancólica majestad, de la que Dantes, solo hay un remedio, que os voy á decir;
gracias al espíritu de asimilacion con que corred presuroso á mi cuarto, separad el
le dotára la naturaleza, supo apropiarse la banquillo de la cama; este banquillo está
elegante urbanidad que lefaltaba y las ma agujereado, y en su interior encontrareis
neras aristocráticas que se adquieren tan una botellita de cristal medio llena de un
solo mediante el roce con las clases eleva-licor encarnado, traedla, ó sino. no, no;
das, ó con la sociedad detalentos superio-aquipodrian sorprendernos... ayudadme
res. - á entrar en mi cuarto mientras tengo al
Al cabo de quince meses habíase con-gunas fuerzas. ¿Quién sabe cuando mè
cluido el ramal y se habia hecho la escava- acometerá el mal y el tiempo que ha de
cion debajo la galeria de modo que se dis-durar?
tinguian los pasos del centinela, tanto Dantes, sin perder su serenidad á pe
que los dos obreros que se veian precisa-sar de que el accidente no dejaba de ser
dos á esperaruna noche oscura y sin luna grande, pasó el corredor arrastrando á su
para asegurar mejor el éxito de la opra-infeliz compañero, y conduciéndole con
cion, no tenian mas temor que el de que infinito trabajo hasta la estremidad opues
estuviese el piso de la galeria demasiado llegó al cuarto del abate y lo colocó en
consentido y que se hundiese antes de tiem-su cama.
po con el peso del soldado. Obvióse este | —Gracias, dijo el abate cuyos miem
inconveniente colocando para puntal unabros tiritaban cual si acabára de salir de
pequeña viga que encontraron en los c-un pozo de nieve; ya entra el acceso; voy
mientos. Estaba Dantes ocupado en ase-á caer cataléptico. Tal vez quede inmóvil
gurarla cuando de repente oyó al abate absolutamente , tal vez no dé siquiera un
Faria, que se hallaba en el cuarto del jóvenquejido; pero tal vez, y es lo mas proba
ocupado en aguzar una clavija para fijar lable, arrojaré espuma por la boca, se pon
escala de cuerdas, llamarle con angustiado|drán ríjidos mis miembros y arrojaré gri
acento. Entróse Dantes con prontitud,|tos dolorosos. Evitad el que se oigan esos
* en el centro del cuarto al gritos, es lo mas importante, porque de
abate, de pié, pálido, inundada de sudorotro modo me cambiarian de cuarto y nos
la frente
—¡Ah!y¡Dios
crispadas
mio! las manos.
esclamó Dantes, ¿que separarian para siempre. Cuando me ve
pararan para pre. me ve
es lo que hay? ¿que teneis? reis inmóvil, frio, muerto por decirlo asi;
—pronto, pronto, dijo el abate; escu-tan solo cuando llegue á ese estado, com
«chadme, prendeis, abrireis mis dientes con el cu
ALBUMI, 113
chillo, hareis colar en mi boca ocho ódiez pasos del carcelero. Iban á dar las siete y
gotas de este licor y asi tal vez volveré en Dantes no habiatenido lugar de fijarse en
mi acuerdo. el tiempo que trascurria. El jóven se pre
—¡Tal vez! esclamó dolorosamente cipitó en la abertura, desapareció en ella,
Dantes. colocó la baldosa en su lugarpor la parte
—¡Socorredime! ¡socorredme! gritó el de adentro y entró en su cuarto. Un ins
abate, yo me... yo me.… n. tante despues, abrióse la puerta, y el lla
El acceso fué tan súbito y violento que vero encontró al preso segun costumbre
el desgraciado preso no pudo acabar la fra sentado en su cama. Apenas volvió la es
se comenzada, una nube cruzó su frente palda, y se hubo apagado en el corredor
rápida y sombria como las tempestades el ruido de sus pasos, que Dantes devo
del mar. La crisis dilató sus pupilas, tor rado por la inquietud, tomó de nuevo,
ció su boca, enrojeció sus mejillas; agi sin acordarse de comer, el camino que
tóse, echó espumarajos, arrojó ahullidos, acababa de hacer y levantando la baldosa
pero Dantes exacto en el encargo que le con su cabeza entró en el cuarto del abate.
hiciera sofocó susgritos con el cubre ca Este habia recobrado ya elconocimien
ma. Este estado duró dos horas; y des. to, pero continuaba inerte y sin fuerzas
pues quedó insensible como una masa in tendido en la cama. -
orgánica, blanco y frio como el mármol, —Ya no confiaba volver áveros, dijo á
endeble como un junco; se ajitó, conve Dantes.
lióse aun por última vez y quedó livido. —¿Y porqué?¿pensabais acaso morir?
Edmundo esperóá que esta muerte apa —No, pero como está todo preparado
rente hubiese invadido todo el cuerpo y para vuestra fuga, estaba en la conviccion
helado hasta el corazon: entonces tomó el de que os escapariais.
cuchillo, que introdujo de plano entre los Dantes quedó sofocado y encendido de
dientes, relajando aunque con ímprobo indignacion.
trabajo los espasmodizados maseteros,con --¡Sin vos! esclamó, ¿ymehabiais crei
tó hasta diez gotas del rojo licor y es do capaz de semejante accion?
peró. —¡Ahora veo que me equivoqué! dijo
Una hora se pasó sin que el viejo hicie el enfermo; ¡ah! ¡estoy muy débil, muy
ra el menor movimiento. Dantes temió quebrantado, muy aniquilado!
haber esperado demasiado para adminis —Valor, ireis recobrando fuerzas, dijo
trarle las gotas y le miraba de hito en hi Dantes sentándose en el borde de la cama
to sosteniendo con ambas manos su cabe de Faria y tomándole las manos. El aba
za: en fin un lijero colorido animó sus te meneó tristemente la cabeza.
mejillas, sus ojos constantemente abiertos —ia última vez, dijo, el acceso duró
y fijos recobraron la facultad de mirar, media hora, y una vez desvanecido tuve
exhalóun débil suspiro é hizo un pequeño hambre y me levantépor mi solo. Ahora
movimiento. no puedo ya mover ni el muslo ni el bra
—¡Salvado! ¡salvado! esclamó Dan zo derecho, estoy como atontado lo quo
tes. prueba un derrame en el cérebro; al ter
El enfermo no podia hablar aun, pero cer ataque quedaré enteramente paralítico
dirij visible ansiedad la mano hacia moriré en el acto.
la puetrà. Dantesfijósu atenciony oyó los º —No, no, tranquilizaos, vos no mori:
- 29)
.
11M ALBUM.
reis. Ese tercer acceso que temeis, si aca Dejaos de vanas ilusiones que vuestro es
so os coje os encontrará libre y agil, pro celente corazon cree sean seguras realida
curaré administraros la mistura como esta des. Yo me quedaré aqui hasta que suene
vez y podré salvaros mucho mejor que la hora de mi libertad, que por ahora no
ahora, porque entonces tendrémos todos puede ser otra que la de la muerte. En
los socorros necesarios. cuanto ávos, huid, marchaos; sois jóven,
—Amigo mio, dijo el viejo, no os ha fuerte y robusto; no paseis por mi ningun
gais ilusiones, la crisis porque acabo de cuidado, quedais libre de vuestro compro
pasar me ha condenadoáuna prision per miso.
petua; para poder huir es necesario poder —Está bien, dijo Dantes.
andar. –Pero, ¿que haceis?
—Pues bien; esperaremosocho dias, un —Me quedaré aquí:y levantándose en
mes, dos meses si es necesario, en estein seguida y estendiendo con solemnidad su
térvalo adquiriréis nuevas fuerzas; todo está mano sobre el viejo , añadió: osjuro por
preparado para la fuga; somos dueños de la sangre de nuestro Señor Jesucristo
escojer la hora y el momento. El dia en no abandonaros sino despues de vuestra
que os encontreis con fuerzas para poder muerte.
nadar, ¡ pues bien ! ese dia pondremos en Faria consideró á aqueljóventannoble,
ejecucion nuestros planes. tan sencillo, de tan elevadas ideas,y leyó
—Ya no me será posible nadar nunca en susfacciones animadas por la espresion
mas, dijo Faria; este brazo está paralizado del mas puro entusiasmo la sinceridad de
no para una temporadasino para siempre; su afeccion y la lealtad de su juramento.
probad vos mismo de levantarle y veréis —Sea enhorabuena, dijo el enfermo;
cuanto pesa. acepto y os doy las gracias, y añadió lue
El jóven levantó el brazo que volvió á go tendiéndole la mano; vos sereis proba
caer inerte, y al verlo arrojó un suspiro. blemente recompensado por adhesion tan
—Estais ya persuadido, ¿no es verdad, desinteresada; pero como yo no puedo y
Edmundo? dijo Faria; creedme; ya séyo vos no queréis escapar ya, es preciso que
lo que me digo. Fesde el primer ataque obstruyais el subterráneo hechobajo laga
que sufríde este mal, no hecesadodepen leria. pues que podria fijar la atencion del
sar en él; ya le esperaba porque es un le centinela el sonoro eco de sus pasos sobre
gado de familia. Mipadre murió al tercer el trozo minado y advertir de ello al inspec
acceso, mi abuelo lo mismo. El médico que tor;ya veis que en este caso seriamosdes
me compuso ese hcor, que fué el famoso cubiertos y nos separarian. Id puesá desem
Cibanís, me predijo la misma suerte. peñar este trabajo en el que desgraciada
—El médico se engañó, repuso Dantes; mente no puedo ayudaros; empleaden ello
en cuanto ávuestra parálisis no es lo que toda la noche si es menester y no volvais
mas cuidado me dá, puesto que ostomaré hasta mañana por la mañana despues de
sobre mis espaldas y nadaré sostenién la visita del carcelero, pues tengo que co
4ioos. municaros cosas importantes.
—Hijo, dijo el abate; sois marino, sois Dantes tomó la mano del abate quien le
nadador, y por consiguiente debeis saber dió lasgracias con una sonrisa, y salió con
que un hombre cargado conpeso semejante la subordinacion y respeto que habia pro
no adelantaria cincuenta brazas en el mar, fesado siempre á su viejo amigo.
ATLBUM. 115
XVIII. vuestra palidézy asombro, lo que pasa en
EL TESORO. este momento en vuestro interior. Pero no,
Cuando al siguiente dia por la mañana tranquilizaos, no estoy loco, este tesoro
Dantes entró en el cuarto de su compañero existe: Dantes, si no me ha sido dado el
de prision, encontró á Faria sentado, con poseerle, vos le poseereis. Nadie ha que
tranquilo rostro, iluminado por el rayo de rido escucharme ni dar crédito á mis pala
luz que atravesaba la estrecha ventana de bras, porque me juzgaban loco; pero vos
su celda. En la mano izquierda, única que que debeis saber que no lo soy, escuchad
segun hemos dicho le quedaba libre, tenia me y despues seréis dueño de creerme
un pedazo de papel que arrollado de mu ó no.
chotiempo tenia la forma de un cilindro — Dios mio: murmuró Dantes en su
que oponia tenaz resistencia á estenderse: interior, al fin ha recaido, solo me faltaba
sin deciruna sola palabraenseñó á Dantes esta desgracia: y luego añadió en voz al
el papel. ta: amigo mio, el accidente os habrá fa
—¿Que es eso? le preguntó éste. tigado sin duda, ¿no queréis descansar un
—Miradlo bien, dijo el abatesonriendo. rato? Mañana, sitanto empeño teneis, es
–Miro con la mayor atencion, dijo cucharé vuestra historia; pero lo que es
Dantes, y no veo mas que un papel medio hoy solo quiero cuidaros y nada mas; y
quemado, sobre el cual distingo trazados sobre todo, continuó sonriendo, un tesoro
caractéres góticos con tinta muy particu ¿os parece que sea cosa que nos interesa sa
lar. --
ber con tanta prisa?
- Pues estepapel, amigo mio, dijo Fa –Y muy luego, Edmundo, repuso el
ria, es, ypueíoya confiárosloahora puesto viejo; ¿quién sabe si mañana ó tal vez
que os tengo esperimentado; este papel es pasado mañana, no me acometerá el ter
mitesoro; cuya mitad de hoy en adelante cer acceso?. Pensad en que entonces todo
es pertenece. - habria acabado... Sí, verdad es; á menu
Un sudor frio inundó la frente de Dan do he pensado con amargo placer en esas
tes. Hasta entonces, en tanto tiempo trans riquezas, que harian la fortuna de diezfa
currido, habia evitado hablar á Faria de milias, perdidas á causa de los hombres
aquel tesoro; origen de la acusacion de lo que se han empeñado en perseguirme; es.
cura que pesaba sobre el pobre abate. Con ta idea me servia devenganza, que sabo
su natural delicadeza, Edmundo habia reaba lentamente en la oscuridad de mi cala
cuidado de no tocar aquella cuerda que vi. bozo y en la desesperacion micautiverio; pe
braba dolorosamente, y Faria porsu par ro ahora que he perdonado al mundo por
te, habia guardado silencio,interpretando vuestro amor, ahora que os veo jóven y rico
Edmundo ese silencio como un regreso á en porvenir, ahora que pienso en la dicha
la razon; pero en aquel momento las pocas que ospuede traer semejante revelacion,
palabras que pronunciára Faria despues de tiemblo al retardarla un solo instante y
tan penosa crisis,parecian indicar una gra tiemblo de no poder asegurar un propie
ve recaidá de alienacion mental. tario tan digno como soisvois á tantas ri
—¡Vuestro tesoro ! balbuceó Dantes. quezas enterradas.
Faria se sonrió y le dijo: Edmundo volvió la cabeza suspirando.
—Si; bajo todos aspectos sois un esce –Persistís en vuestra incredulidad,Ed
lente jóven, Edmundo, y echo de ver por mundo, prosiguió Faria, mis palabras no
,
11(5 ALBUM.
os han convencido; ya veo que serán ne ria, venia en persona á cerciorarse de su
cesarias pruebas: pues bien, leed ese pa gravedad. Faria le recibió sentado, evitó
pel que ánadie he llegado á mostrar. todo movimiento que pudiera comprome
–Ya lo veré mañana, amigo mio, dijo terle y logró ocultar al gobernador la pa
Edmundo resistiéndose a prestarse á la lo rálisis que habia herido ya demuerte la mi
cura del viejo, ¿creí que habíamos conve tad su cuerpo. Le acosaba el temor de que el
nido en no hablar de eso hasta mañana? obernador, apiadándose de él no quisiera
–Corriente; hasta mañana no habla trasladarleá una prision masventilada se
remos, pero ahora leed ese papel. parándole así de su jóven compañero,pe
–No le incomodemos mas, pensó Ed ro felizmente no fué así, y el gobernador
mundo, y tomando el papel del que falta se retiró persuadido de que su pobre loco,
ba la mitad, quemado sin dudapor algun hácia el cual sentia en lo íntimo de su co
accidente imprevisto, leyó... razon cierto afecto, no sufria mas que una
—¿Qué tal ? dijo Fariacuando el jóven igera indisposicion.
hubo concluido su lectura. Durante este tiempo Edmundo, sentado
–Pero, contestó Dantes, no veo aquí sobre su cama, la cabeza entre sus ma
mas que líneastruncadas, palabras sinsen uos, trataba de coordinar sus ideas; todo
tido; los caractéres consumidos por la ac lo de Faria habia sido razonable, grande
cion del fuego han quedado ininteligibles y lógico desde que le conociera y no
–Para vos, amigo inio, que los leeispor podia comprender como se reunia tanta
primera vez,pero no para mí que he per sabiduría sobre todos los objetosdesatinan
dido el sueño durante muchas noches tra do tan solo sobre uno: ¿ seria tal vez que
bajando en él, que he reconstruido cada Faria se engañaba respecto á su tesoro? ¿ó
frase, completado cada pensamiento. que todos se engañaban respecto á Faria?
–¿Y créeis haber encontrado el senti Dantes permaneció en su aposento lo res
do de esas ideas ahora inconexas? tante del dia, no atreviéndose á volver á
—Estoy cierto de ello; vos mismo lo verá su amigo.Procuraba retardar de es
juzgaréis; pero antes escuchad la historia te modo el instante en que adquiriria la cer
de este papel. |teza de que el abate estaba loco; esta con
–¡Silencio, esclamó Dantes, oigo pa viccion debía serle espantosa. Pero al ano
sos... se acercan... me voy... á Dios!... checer despues de la visita ordinaria, Faria,
Y Dantes, teniéndose por feliz en poder Vendo que el jóven no volvia, probó de atra
escapar á la esplicacion de aquella histo y esar el espacio que los separaba. Edmun
ria, que hubiera por precision confirmado do se horrorizó al oir los doloroscs esfuer
la desgracia de si amigo, se deslizó como zos que hacia el viejo para arrastrarse; su
una serpiente por la estrecha abertura; pierna y muslo estaban inertes, tan solo
mientras que Faria, á quien el terror die podía ayudarse con un brazo. Edmuno
ra fuerzas sobrenaturales, rempujaba con se vió precisado á tirar de él, puesto que
el pié la baldosa que estaba cubierta con solo no hubiese podido salir jamás de aque
una estera áfin de que se ocuitára mejor lia angosta abertura que daba al cuarto de
a solucion de continuidad, y que no tuvo Dantes.
A la vista de los papeles de toda clase, quince dias despues dela muerte delconde
títulos, contratos, pergaminos, que se de Spada, el 25 de diciembre (muy luego
guardaban en el archivo de la familia y comprenderéis porque ha quedadotangra
que todos eran del emponzoñado carde vada en mi memoria la fecha de este dia)
nal, empecé yo á mi vez cual lo hicieran releia yo por la milésima vez aquellos pa
veinte criados, veinte mayordomos, vein peles que habia ya empaquetado y arre
te secretarios que me habian precedido, glado, porque perteneciendo el palacio á
á compulsar paquetes tan formidables. A un estraño, iba á marchar de Roma para
pesar de la actividad y relijiosa precision establecerme en Florencia, llevando con
de mis pesquisas no encontré absoluta migo una docena de miles de libras de mi
mente nada. Con todo habia leido y aun propiedad, mi biblioteca y el famoso bre
habia escrito una historia exacta cual una viario. Fatigado de tan asiduo trabajo, é,
efemérides de la familia Borgia, con el indispuesto por la comida escesiva de aquel
solo objeto de asegurarme si habia sobre dia, dejé caer la cabeza sobre mismanos
venido á los principes alguna fortuna im y quedé dormido, serian sobre las tres de
prevista despues de la muerte de mi car la tarde. Daban laseis en elpéndulo cuando
denal Cesar Spada, pero no encontré mas disperté; levanté la cabeza y me hallé en
que la adicion de los bienes de Rospigliosi la mas profunda oscuridad, llamé con la
su compañero de infortunio. Estaba pues campanilla para que me trajeran luz, pero
cuasi seguro de que ni los Borgias ni la adie compareció. Determiné entoncesser
familia se habian aprovechado de la he virme á mi mismo; era en aquel entonces
rencia que habia quedado sin dueño, como una costumbre de filósofo á que era pre
esos tesoros de los cuentos árabes sepulta ciso empezae.á acostumbrar. Tomé con
dos en el seno de la tierrº bajo la vigilan tina mano una de las bujías que ya tenia
cia de un génio; yo escudrié, repasé preparadas y con la otra busqué,áfalta de
" cuentas, calculé mil y mil veces las ren pajuelas por no haberlas en la cajita com
tas y gastos de la familia en el espacio de petente, un papel que me proponia en
tres cientos años, pero todo en vano;que cender en una vacilante llama querevolo
dé en mi ignorancia y el conde Spada en teaba sobre las áscuas; pero temeroso en
Sul, III:Sell. la oscuridad de tomar un papel interesan
Mi protector murió. De su renta vitali te en vez de uno inútil, estaba indeciso
cia habia segregado los papeles de la fa cuando recordé haber visto dentro del fa
milia, su biblioteca compuesta de cinco mil inoso breviario, que estaba á milado, sobre
volúmenes y el famoso breviario: todo me la mesa, un papel viejo, amarillento por la
lo legó en herencia y á mas un milar de costumbre de hacerle servir de señal y que
escudos romanos que tenia en efectivo, con habia atravesado los siglos mantenido en
condicion de que mandaria celebrar misas su lugar por la veneracion de los herede
por el reposo de su alina, y que formaria ros. Busqué á tientas aquella inútil hoja,
un árbol genealójico de su familia y escri la encontré, la retorcí, la acerqué á la es
biria la historia de su casa, todo lo que pirante llama y la encendí. Pero bajo mis
cumplí con la mayor religiosidad.…. dedos, como por encanto, á medida que el
–Sosegaos, mi querido Edmundo, que fuego iba ganando terreno, vísalir carac
ya acabo luego. téres amarillentosy aparecer sobre el pa
En 1807, un mes antes de miprision y pel. Entonces quedé aterrorizado, estrué
, . . ALBUM. 121
entre mis manos el paprl , soplé , avivé el -Ahora, dijo el abate, leed este otro
fuego, en cuya llama encendi directamen papel. Y presentó á Dautes una segunda
te la vela, estendi con indecible agitacion hoja con otros fragmentos dé líneas : aho
el chamuscado escrito y reconocí que aque ra, continuó en cuanto vio que Dantes ha
llos caracteres que aparecieron al solo con bia llegado á la última línea, unid los dos
tacto de un vivo calor habian sido trazados fragmentos y juzgad vos mismo.
con tinta misteriosa y simpática. Habiase Dantes obedeció; losdos fragmentos uni
consumido ya con 3a llama un poco mas dos daban el resultado siguiente:
del tercio del papel; era el mismo qué ha —«Hoy 25. de abril de 1498: Ha....
beis leido esta mañana. Vólvedle á leer; biendo sido invitado á com... er por S. S.
Dantes, y luego de haberle leido os diréel Alejandro VI y temiendo que.... no con
complemento de las frases y os esplicaré tento con haber....me hecho pagar el ca
el sentido ahora incompleto. pelo trate de her....edar mis haciendas re-
YFaria triunfante', presentó el papel á servandom....e la suerte de los cardenales
Dantes que esta vez leyó con avidez las si Cap. ...rara y Bentivoglio, que murieron
guientes palabras trazadas con tinta rosa Iem....ponzoñados, declaro á mi sobrino
da semejante á la del orin. G....uido Spada, heredero un¡ver....sal
Hoy 25 de abril de 1498 ha mio, que he enterrado en.... un lugar que
sido invitado á com ya conoce por haberlo visit. ...ado conmi
jaudro VI y temiendo que go, á saber las grutas de Monte-Chris....
tento con haber to todo lo que yo poseia en barr.... as, oro
el capelo trate de her acuñado, pedreria , diam —antes y alha
ciendas reservandom :f^ jas,' que solo yo tengo notic....ia de este
los cardenales Cap |tesoro que ven drá á importar sobre dos
glk>, que murieron em millones á poca diferencia de escudos
dos declara y mi sobrino G romanos y qu....e encontrará levantando
.Spada heredero univer la vijésima roe. ...a, empezando por la en
he enterrado en henada del Este en lin ...ea recta. En las
«onoce por haberlo visit gratas hay practicadas des.... aberturas,
i saber, las grutas de Monte -Chris el tesoro está en el ángulo mas lej. ...ano
lo que yo poseia en barr e la segunda gruta, cuyo tes. ...oro lele-
ñado, pedreria, diam o en propiedád absoluta com. ...o á mi
.que solo yo tengo notie nico' heredero.
soro que ven 25 abril 1498.
unos dos millones á Ces....ar Soana. »
<Je escudos romanos, y qu —Y ¿ahora lo comprendeis por fm? dijo
levantando la vijésima roe Faria.
la ensenada del Este en lin —¿Es esa' la declaracion del cardenal
grutas, hay practicadas dos Spada y el testamento con tanto afan y por
ro está en el ángulo mas lej tanto tiempo buscado? dijo Edmundo, "in
segunda gruta. Cuyo tes crédulo todavía.
propiedad absoluta com
único heredero. -Si, mil veces si.
25 abril 1498 -¿Quien lo ha reconstruido asi?
Ces -Yo, que con la ayuda del fragmento
31
122 ALBUM.
rando á su cuello.
—con qué decís que ese tesoro encier
ITa..
XIX.
EL TERCER ACCESO,
-Dos millones de escudos romanos,
trece millones á poca diferencia de nuestra Desde que aquel tesoro, que por tanto»
moneda. tiempo habia sido el esclusivo objeto de
ALBUM. 123
—Ahora, amigo mio, dijo Faria, úni —¡Oh! creed que si sufro menos es
co consuelo de mi mísera existencia, vos|porque tengomenosfuerza. Avuestra edad
á quien el cielo me ha concedido aunque se tiene una fé ciega en la vida; es uno
tarde pero que al fin os envió,inaprecia-|de los privilejios de la juventud, creer y
ble presente del que le doy las gracias; esperar; pero los viejos ven la muerte sin
en el momento de separarme para siem tantos obstáculos, con mas claridad. Ved
pre de vos, os deseo toda suerte de feli la ahi.... ya viene.... todo está conclui
cidades, toda la prosperidad de que sois do,..... mi vista se oscurece.... pierdo la
digno. ¡Hijo mio, yo os bendigo! razon..... Dadme la mano Dantes......
El jóven cayó de rodillas apoyando su ¡adios!..... ¡adios!..... Incorporándose
cabeza contra la cama delviejo. entonces hizo un último esfuerzo en que
–Pero sobre todo prestad atencion á pareció reunir todas sus facultades inte
lo que voy á deciros en este momento su lectuales: Monte-Christo, dijo, no olvi
premo: el tesoro de losSpada existe aun; deis á Monte-Christo; y cayó tendido so-
Dios me concede que no haya ya para mi bre la cama. --
—Teneis razon. ¡Oh! si, si, tranquili Entonces creyó que era ya tiempo de
zaos; yo os salvaré, mayormente cuando ensayar la última prueba, acercó la bote
si bien sufris mucho, paréceme que no es llita á los cárdenos lábios de Faria y sin
ll.) Como la otra vez. necesidad de separar "las mandibulas que
albim. 127
habian quipdado entreabiertas vertió en la pía. Nada indicaba en el esterior de aquel
boca todo el licor que aquella contenía hombre que tuviese conocimiento del ac
El remedio produjo un efecto galvánico; cidente ocurrido cuando salió del calabozo
un violento temblor ajitó los miembros del de Dantes.
anciano , abriéronse sus ojos con un mirar Apoderóse de este un irresistible deseo
que estremecía, arrojó un suspiro que me de saber lo que iba pasar en el calabozo
jor parecía un grito, y luego aquel cuerpo, de su infeliz amigo: entró pues en la gale
convulso, adquirió poco á poco su inamo- ria subterránea y llegó á tiempo de poder
vilidad; tan solo jos ojos quedaron abier • oir los gritos del llavero llamando ausilio.
tos. Muy luego entraron lo&otros llaveros; oyóse
Pasóse media hora , una hora , hora y en seguida el sonido de ese paso tardio y
media. Durante esta hora y media de an regular que es habitual de los soldados
gustias, Edmundo inclinado hácia su ami-j aun cuando no estén de servicio. Detrás
go, aplicada sobre su corazon la mano, sin de los soldados llegó el gobernador. Ed
tío enfriarse paulatinamente aquel cuerpoj mundo oyó el ruido de la cama sobre la
y aquel corazon apagar sus latidos cada que ajilaban el cadáver, distinguió la voz
vez mas sordos y profundos. En fin, ya no del gobernador que mandaba le echáran
quedó señal de vida, la última convulsion |agua en la cara, y que, viendo que á pe
del corazon cesó , púsose lívido el rostro , sar del aspersion el preso no volvía en si ,
quedaron los ojos abiertos, pero cristaliza mandó llamar al médico. El gobernador
dos. salió, y algunas palabras de compasion en
Eran las seis de la mañana, asomaba la tremezcladas con risas y despropósitos vi
aurora, y sus débiles rayos, invadiendo el¡ nieron á herir los tímpanos de Dantes.
calabozo, hacian palidecer la espirante luz Vaya, vaya, decia uno, el loco ha ido
de la lámpara. Estrados reflejos ilumina á juntarse con sus tesoros: buen viaje.
ban el rostro del cadáver, dándole de vez — Y no tendrá, á pesar de tantos millo
en cuando una apariencia de vida. Mien nes, con que pagar la mortaja, añadió
tras duró esta lucha del dia y de la noche otro.
Dantes pudo dudar aun , pero desde que — I Oh ! repuso un tercero ; la mortaja
hubo vencido comprendió que estaba solo del castillo de If no es muy cara.
con un cadáver. Entonces un profundo é| —Tal vez, añadió uno de los primeros
invencible terror se apoderó de él , no se interlocutores , como este hombre ha sido
atrevió ya á cojer aquella mano que pen ura, se hará alguna cuesta para sus sufra-
día fuera de la cama, no se atrevió ya á
fijar sus miradas en aquellos ojos blancos —Entonces se le honrará con el saco.
é inmóviles, que habia probado de cerrar Edmundo escuchaba ; no perdia ni una
aunque en vano, puesto que siempre vol sola palabra, pero no comprendia gran
vían á abrirse. Apagó la lámpara, la ocul cosa de toda aquella jerigonza. Muy luego
tó con cuidado y escapó colocando lo me fueron estinguiéndose las voces y le pare
jor que pudo la baldosa por su parte inte ció que los asistentes abandonaban el cuar
rior; ya era tiempo, porque el llavero iba to. Con todo no se atrevió á entrar; podia
á llegar. Comenzó su visita por Dantes: al haber quedado algun llavero para velar el
salir de su calabozo, iba á pasar al de Fa muerto. Permaneció pues, mudo , inmó
ría á quien llevaba el almuerzo y ropa hm- vil y reteniendo la respiracion. Al cabo de
,
128 -
ALBUM.
"una hora, á poca diferencia, se interrum bar vuestra obra cumpliendo las formaf
pió el silencio con un débil rumor que fué dades prescritas por la ley.
aumentando. Era el gobernador que vol –Que se calienten desde luego los cau
via acompañado del médico y de varios terios,dijo el médico; si bien estaprecau
oficiales. cion es por demas.
Hubo un momento de silencio: era de Esa órden de calentar los cauterios hizo
presumir que el médico se acercaba á la horrorizar á Dantes. Oyéronse pasos apre
cama y examinaba el cadáver. Muy luego surados, el rechinamiento de la puerta,
empezaron los procedimientos. El médico idasyvenidas, y algunos instantes despues
analizó la afeccion á que habia sucumbido entró el criado del carcelero diciendo:
el preso, y declaró que estaba muerto. Las —Aquí está el brasero con los hierros
preguntas y respuestas se hacian con una candentes. Observóse denuevo el maspro
indiferencia que indignó á Dantes. Le pa fundo silencio, oyóse luego el chirrido de
recia que todo el mundo debia sentir ha las carnes que se quemaban y cuyo olor
cia el pobre abate una parte de la estima eraso y nauseabundo atravesó hasta la pa
cion que le profesaba. red trás la que estaba Dantes escuchando
—Pues en verdad que lo siento, dijo el con horror. A ese olor de carne humana
gobernador contestando al médico que carbonizada, inundóse de sudor la frente
aseguraba la realidad de la muerte; era del jóven y creyó que iba á desmayarse.
un preso afable, inofensivo, de divertida —Ya veis, caballero, que está bien
locura y sobre todo su custodia no reque muerto, dijo el médico; esta quemadura
ria mucha vigilancia. en el talon es decisiva: el pobre loco está
– Hubiérase podido muy bien dejarle curado de su locura y libre de su prision.
en completa libertad, repuso el llavero, —¿No se llamaba Faria? preguntó uno
sin temor de que hiciera tentativa alguna de los oficiales que acompañaban al go
de evasion aunque trascurrieran cincuenta bernador.
años, estoy seguro de ello. —Sí, señor. y segun suponia, era de
–Con todo, dijo el gobernador, yo creo una antigua familia; por lo demas era muy
seria muy conveniente a pesar de vuestra sabio y muy razonable sobre todas las cues
conviccion, no porque yo dude de vuestra tiones que no tuvieran relacion con sus te
ciencia,pero para cubrir mi responsabili soros: pero sobre este punto, preciso es
dad, el asegurarnos de que el preso está confesarlo, no habia medio de entenderse
real y verdaderamente muerto. con él.
Hubo de nuevo un instante de silencio —Es una afeccion que nosotros llama
absoluto durante el cual, Dantes siem mos monomanía, dijo el médico.
pre alerta, creyó que el médico examina —¿No le habíais oido lamentarse ja
ba y reconocia por segunda vez el cadáver. más? dijo el gobernador al llavero encar
–Podeis estar tranquilo, dijo el médi gado de llevar los víveres al abate.
co, está bien muerto, os respondo de ello. –Jamás, señor gobernador, absoluta.
—Ya sabeis, caballero, insistió el gober mente jamás; antes por el contrario algu
nador, que nopodemos darnos por satis nas veces me divertia mucho contándome
fechos en casos semejantes al presente, lindas historias; un dia en que mi muger
con el simple exámen: á pesar de todas estaba indispuesta, me dióuna receta que
las apariencias, hacedme el favor de aca- lla curóperfectamente.
.
ALatin. 129
—¡Ah! ¡ah! esclamó el médico, igno
y.l I
o —Entre diez y once.
Cr -
súbita, en que el placer y las angustias que está situado el "castillo, llegabá mas
se disputaban la primacia. Los conducto distinto á los oidos de Dantes ámedida que
res anduvieron como veinte pasos, luego se adelantaban. ". " . . . .
se pararon y dejaron en el suelo las ang —¡Maldito tiempo! dijo uno de loscon
rillas. Uno de ellos se alejó y Dantes oyó ductores. " " "
sus herrados zapatos sonarsobre el empe —Si, el abate corre riesgo de mojarse,
drado. -
dijo"el otro; y soltaron una carcajada.
–¿En donde estoy? dijo para si. Dantes no penetró el sentido de esta bu
—¿Sabes que no es muy ligero? dijo fonada, pero se le erizaron los cabellos.
el que habia quedado cerca de Dantes,|| —¡Bueno! ya hemos llegado: dijo el
sentándose en el borde de las angarillas. primero.
El primer impulso de Dantes fué de huir; —Mas allá, mas allá, añadió el otro; ya
masfelizmente logró contenerse. sabes que el último se quedó á mitad de
—Alúmbrame, animal; dijo aquel de camino, estrellándose contra las rocas y
los conductores que se habia alejado, ó que el gobernador nos dijo aldia siguiente
-.. -
sino jamas encontraré lo que busco. que eramos unos holgazanes.
El hombre del farol obedeció á tal in Caminaron pues cuatro ó cinco pásos
vitacion aunque tan poco cortés. mas, siempre subiendo; luego sintió Dan
-¿Qué diablos buscan?se preguntóde tes que le cojian por la cabeza y por los
nuevo Dantes; algun azadonsin duda. |pies y le bamboleaban.
Una esclamacion de alegria índicó que —¡Uno! dijeron los enterradores, ¡dos!
elenterrador habiaencontrado lo que bus ¡tres -" .
estrellándose contra las rocas sobre las el saco, sacando primero un brazo y des
ALBUM. 133
pues la cabeza; pero luego, como á pesar Cuando apareció de nuevo en la super
de sus movimientos para cojerlabala, ob e del mar habia desaparecido ya el fa
sérvase que continuaba sumerjiéndose á rol. Erale preciso calcular. De todas las
toda prisa, arqueósu cuerpo en busca de islas que rodeaban al castillo de If, la de
la cuerda que sujetaba sus tobillos, ypor Ratonneau y la de Pomeque eran las
un esfuerzo sobrehumano la cortópreci mas cercanas, pero una y otras están lla-.
samente en elinstante mismo enque no po bitadas; tambien lo está la isleta de Dau
dia ya resistir mas la sofocacion. Entonces, me. Las únicas islas que podian ofrecer
dando un vigoroso empuje, remontó libre le mas seguridad eran las de Tiboulen ó
á la superficie del mar, mientras que la Lemaire; pero estas distan una legua del
bala conducia áprofundidades desconoci del castillo de lf, mas apesar de ello Dan
das el groserotejido que habia constituido tes resolvió abordará una de las dos. ¿Pe
su mortaja. Dantes no hizo mas que res ro como habia de hallar esas islas á me.
pirar y se sumerjió por segunda vez;por dia noche mientras aumentaba por mo
que la primera precaucion que debia tomar mentos la oscuridadásu alrededorº Reparó
era evitar el ser visto. entonces en el Faro de Planier, que brillaba
Cuando reapareció por segunda vez, es cual una estrella. Dirigiéndose en dere
taba ya á cincuenta pasos por lo menos chura á ese Faro dejaba la isla de Tibou
del punto desu caida: vió sobre sucabeza len un poco á la izquierda, debia pues
un cielo oscuro y tempestuoso, de cuya inclinándose á este lado encontrar la isla
superficie barria el viento con rapidez las en su camino. Pero, como hemos dicho
nubes, descubriendo alguna que otra vez ya, distaba una legua por lo menos del
un pequeñopuntoazulado en que brillaba castillo de If.
una estrella. Delante de su vista se esten Con frecuencia, en la prision le habia
dia la lóbrega y bramadora llanura cuyas dicho Faria al jóven al verle abatido y de
olas empezaban á borbotar como cuando sanimado. «Dantes, no os entregueis á
Sº 3Ce"Cal la tempestad; mientras que á su|« GSa molicie, si cuando trateis de huir IO
espalda, mas negro que elmar, mas oscuro|«habeis sabido mantenervuestras fuerzas
que el cielo, se elevaba cual un fantasma|«indispensablemente os ahogareis.» Bajo
amenazador el gigante de granito, cuyá la molesta y salada ola, aquellas palanas
sombrio remate parecia un brazo tendido|herian los oidos de Dantes, y entonces
y pronto á cojer la presa. Sobre la roca|apresuraba áremontar y hendir las agus
mas elevada habia un farol que alumbra-|para ver si efectivamente habia perdidº
ba á dos sombras. Parecióle que aquellas|algo de sus fuerzas; esperimentando z
dos sombras se inclinaban sobre el mar|so que su forzada inaccion en nada las ha
con inquietud. En efecto, los exóticos se-|bia disminuido, conociéndose aun de 5.
pultureros debian haber oido el grito que del elemento en que de niño cuasi secr
arrojó al atravesar el espacio. Dantes se|ra. A mas de esto, el miedo, ese atroz pe
sumergió de nuevo y adelantó un largo|seguidor, redoblaba el vigor de Dantes.
trecho le
niobra nadando
era enentre dos aguas.
otro tiempo muy Esta ma|Escuchaba,
familiar desde
ercibia algun la cima
rumor; cadade lasquelas »
vez o
seno de las olas con la imponente mages-|conocer por una tartana genovesa en la
tad de las cosas immóviles, que parecen vi-ínea medio oscura aun de la mar. Venia
gilar y mandar á la vez. Podrian ser las del puerto de Marsella y se iba internando,
cinco de la mañana: el mar continuaba en|levántando rutilante espuma con su agu
calma. Dentro dos ó tres horas; se dijoda proa que abria mas fácil camino á sus
Edmundo, entrará el llavero en mi cuar anchos costados.
to, encontrará el cadáver de mi pobre —¡Oh! esclamó Edmundo; ¡pensar
amigo, lo reconocerá, me buscará en va * dentro de medía hora me habria reu
nioy alarmará el castillo; entonces encon nido á ese buque, si no temiese que me
trarán el agujero de la galería: se pregun fastidiáran ápreguntas, me reconocieran
tará á los hombres que me lanzaron al como á fujitivo y condujeran áMarsella!
mar y que probablemente oyeron el grito ¿que haré? ¿que les diré? ¿que fábula
que arrojé: Desde luego se destacarán lan inventar cuya falsedad no conozcan? Esas
ehas llenas de gente armada en busca del gentes son todas contrabandistas, semi-pi
desgraciado fugitivo que están seguros no ratas. Bajo el pretesto de hacer el comer
puede hallarse muy lejos. El cañon ad cio de cabotaje, piratean las costas: prefe
vertirá átoda la costa que deben guardar rirán venderme á hacer una buena accion
se de dar asilo á un hombre que encon que les seria estéril. Esperemos.
trarán errante, desnudo y muerto de ham * Pero esperar es imposible, memuero de
bre. Se pondrán en movimiento todos los hambre; dentro algunas horas las pocas
espías y esbirros de Marsella que recorre fuerzas que me quedan se habránabatido:
rán la costa interin el gobernador del cas ademas la hora de la visita se acerca; no
tillo de If recorrerá el mar.Entonces per han tocado aun diana, tal vez no pongan
seguido en el agua, circunvalado en tier en duda lo que les diré, puedo suponerme
ra, ¿qué haré? tengo hambre,tengo frio; un marinero de ese barquichuelo que se
he arrojado el cuchillo salvador porque ha estrellado esta noche; esta fábula no
me molestaba para nadar; estoyá la mer dejará de tener grandes visos de verdad,
ced del primero que quiera ganar veinté nadie vendrá á contradecirme,todos están
francos presentándome á las autoridades; bien muertos, vamos pues. -
Los marineros obedecieron con bastante —No, dijo Jacopo, pero sí tengo una
precision. camisa yun pantalon.
—Ahora , amarrad. —Es todo lo que me falta, dijo Dantes;
Esta órdense ejecutó como las dos pri gracias amigo.
meras, y la pequeña embarcacion en vez Jacopo se escabulló por la escotilla y
de continuar las bordadas, comenz á volvió á subir al instante con las dos pren
avanzar en direccion á la isla de Rion, das de ropa, que Dantes se vistió con in
cerca la que pasó como dijera Dantes de decible satisfaccion. -
prima: tocaron á cada individuo cien li poco es tan malo como se le figuraba
bras toscanas es decir sobre ochenta fran Dantes, puesto que aquel hombre, que
cos de moneda francesa. nada podia esperar de su compañero si
Mas la espedicion no habia terminado no heredarle en una fraccion de su par
aun: dirigieron su rumbo áCerdeña. Tra te en las empresas, esperimentaba tan vi
tábase de volver á cargar el buque que va afliccion al creerle muerto. Felizmen
acababa de alijar. te, como se ha dicho, Edmundo no esta
Verificóse la segunda operacion con la ba mas que herido.Graciasá ciertas hier.
misma felicidad que la primera; la fortu bas, cogidas en ciertas épocas, yvendidas
na sonreía á la Jóven Amelia. El nuevo á los contrabandistaspor lasviejas de Cer
cargamento iqa destinado al ducado de Lu deña la herida cicatrizó muy pronto. Ed
ca. Componíase cuasi en su totalidad de mundo quiso entonces probar á Jacopo:
cigarros habanos, y vino de Jerez y de ofrecióle en recompensa de sus cuidados
Málaga. Al fin la tripulacion tuvo que ha su parte de primas, pero Jacobo rehusó
bérselas con el resguardo, ese constante con indignacion.
enemigo del patron de la Jóven Amelia. Resultó pues de esta adhesion simpática
Un aduanero quedó en la estacada y dos que Jacopo esperimentó por Edmundo en
marineros fueron heridos. Dantes era uno cuanto le vió, que Edmundo sintiera por
de estos; una bala le habia atravesado las Jacopo una pequeña inclinacion. Jacopo
carnes de la espaldilla izquierda. o deseaba mas; habia advinado instinti
Dantes se consideraba feliz por la esca vamente en Edmundo esa suprema supe
ramuza y estaba contento con aquella he rioridad de posicion; superioridad que Ed
rida. A pesar de ser algo dura la leccion, inundo'habia conseguido ocultar á los de
le habia señaladó" el punto de vista bajo mas. De ese poco que le concedia Edmun
que debia mirar aquel peligro,y el ánimo do el bravo marino estaba contento. Asi
con que debia soportar los padecimientos. que, durante los eternos dias de navegacion,
Habia considerado el peligro riéndose, y cuando el buque caminando conseguridad
al recibir la herida habia dicho como el sobre el azulado mar é hinchando un buen
filósofo griego «Dolor tu no eres un mal.» viento sus velas no tenia necesidad mas
A mas habia contemplado al aduanero que del timonero, Edmundo, con una cam
herido de muerte, y sea el calor de la ta de marear en la mano se convertia en
refriegasea la tibieza de susinstintos hu preceptor de Jacopo como el abate lo fue
manos, aquella vista no le produjo la mas ra de él. Mostrábale la situacion de lascos
ligera impresion. Dantes estaba ya en la tas, esplicábale las variaciones de la brú
senda que se habia propuesto seguir y jula, enseñábale á leer en aquelgran libro
marchaba derecho al fin que deseaba: suabierto sobre sus cabezas llamado cielo,
corazon, estaba dispuesto á petrificarse en cuyo fondo cerúleo ha escrito Dios con
dentro del pecho. Durante la escaramuza,|letras de diamante.
Jacopo que al verle caer creyó que le ha| Y cuando Jacopo le preguntaba «¿De
bian muerto, se precipitó en su socorro,|que sirve aprender todas esas cosas á un
e incorporó y continuó prodigándole los pobre marinero como yo?» Edmundo le
cuidados de uñ escelente compañero. contestaba: «Quien sabe;tal vez llegarás
No hay tantas virtudes en este mundoláser capitan de algun buque; tu compa
como creía el doctor Panglosse, pero tam-triota Bonaparte llegóá ser emperador.»
ALBUMI. 145
Habiamos olvidado decir que Jacopo Bolsa marítima; y al ver aquellos
corso. atrevidos corsarios que proveen un litoral
de
Dos meses y medio trascurríeron en su dos mil leguas de estension, no pudo
cesivas correrias. Edmundo había llegado menos de calcular la potencia de aquel
á ser tan diestro costanero como fuera en que llegára á tenerá su disposicion y pu
otro tíempo atrevido marino: había he diera dar impulso uniforme á todos aque
cho conocimiento con todos los contraban llos hilos, ya sueltos ya en tejido. Tratá
distas de la costa; habia aprendido los sig-base en aquel dia de un gran negocio:
nos masónicos, por cuyo medio esos semi-|habia en campaña una embarcacion car
. . . . "y - -
piratas se conocen entre sí. Habia pasádolgada de tapicería turca, tegidos de seda
veinte veces por delante de la isla de Mon de Levante y cachemiras: necesitábase
te-Christo; pero entre tantas no se le ha hallar un terreno neutral para verificar el
bia presentado ocasion de abordar en ella. trasbordoytentar luego el alijo total en
Habia pues tomado una resolucion: á sa las costas de Francia. La prima era enor
ber: en cuanto hubiese fenecido el tér me si salia en bien el negocio: tratábase
mino de su contrata alquilar un barqui de cincuenta ósesenta piastras por plaza.
chueloy cargarlo de su cuenta, lo cual El patron de la Jóven Amelia designó
podía hacer por cuanto en sus diferentes como á lugar mas á propósito para el de
correrias se habia agenciado un centenar sembarque la isla de Monte-Christo que,
de piastras, y bajo un pretesto cualquiera estando completamente desierta y no ha
pasar en él ála isla de Monte-Christo. Alli biendo en ella soldados ni aduaneros, pa
podia hacer con toda libertad sus investi. rece situada en medio del mar por el Mer
gaciones; con toda libertad, no; porque curio de los tiempos del Olimpo pagano;
sin duda alguna no de arían de observarle ese dios de los comerciantes y salteadores,
los que le ayudaran en el servicio de la clases que nosotros hemos separado, aun
embarcacion, mas en este mundo algo se que no distinguido, y que la antigüedad,
ha de arriesgar. por lo visto, colocaba en la misma cate
La prision habia hecho á Dantes cauto, goría. Al nombre de Monte-Christo Dan
y hubiese preferido no tener que aventu tes brincó de alegría: levantóse para disi
rar nada; pero habiá combinado en su mular su emocion y dió una vuelta por la
imaginacion, ya bástante fecunda, todos|ahumadá taberna en que todos los idiomas
los medios posibles y no encontraba otro del mundo conocido venian á refundirse
para llegar á la tan suspirada isla que el en la lengua francesa. Cuando se acercó
de hacerse conducirá ella. Dantes fluc de nuevo á los dos interlocutores habian
tuaba indeciso, cuando el patron que te ya resuelto anclar en Monte-Christo y
nia puesta en él una confianza suma, y partirpara esta espedicion en la próxima
que tenia grandes deseos de conservarle á noche. Habiendo pedido su parecer á Ed
su servicio, le tomó una noche del brazo mundo, fué de opinion que la isla ofrecia
y le condujo á la taberna de la Via del todas las seguridades posibles, y que en
Oglio, en la que acostumbraba á reunir las empresas arriesgadas, para poder al
se lo mas selecto de los contrabandistas de canzar un feliz éxito, era preciso concluir
Liorna. Allí era en donde por lo regular las cuanto antes. En nada se cambió pues
solían tratarse los negocios de la costa. Ya el plan propuesto. Convinieron quese apa
habia asistido Dantes dos ó tres veces árejaria al dia siguiente por la tarde y que
37
146 ALBIM
tratarian, si el viento y el marfavorecian, i El dia fué para él tan febril como 1o
de hallarse al siguiente dia en las aguas fuera la noche, pero el raciocinio vino en
de la isla neutral. |ayuda de la imaginacion , y Dantes pudo
XXIII. ¡determinar y fijar un plan hasta entonces
LA ISLA DE MONTE-CHRISTO» indeciso y fluctuante en su cérebro. Vino
En fin, Dantes, por una de esas dichasj la noche y con ella los preparativos para
inesperadas que sobrevienen de vez en la marcha; estos sirvieron de medio á Dan-
cuando á los que se lian visto durante lar tes par ocultar su agitacion. Poco á poco
go tiempo acosados por la desgracia , iba habia adquirido sobre sus compañeros la
á alcanzar su objeto por un medio muy autoridad del mando como si fuese dueño
sencillo y natural , y pondria los pies en l'de la embarcacion ; y como sus órdenes
la isla sin inspirar á nadie sospecha al eran siempre claras, concisas y de facil
guna. ejecucion sus compañeros le obedecían no
• Una noche faltaba tan solo para esapar solo con presteza si que hasta con placer.
tida tan deseada, y esta noche fué una de| El viejo marino le dejaba hacer : tambien
las mas agitadas que pasó Dantes. En ella él habia reconocido la superioridad de Dan-
todas las suposiciones buenas y malas sepre tes sobre los otros marineros y aun sobre
sentaron sucesivamente á su imaginacion, ¡sí mismo ; veia en el joven á su natural
si cerraba los ojos veia la carta del carde-| sucesor y sentía en el alma no tener una
nal Spada escrita en caractéres de fuego hija para sujetará Edmundo á su lado con
«nía pared; si se adormecía un instante, tan alta alianza.
los ensueños mas insensatos iban á arre A las siete de la tarde todo estaba corrien
molinarse en su cérebro; parecíale que| te : á las siete y diez minutos doblaban el
descendia á unas grutas cuyo suelo esta faro, precisamente en el mismo instante en
ba tapizado de esmeraldas, las paredes dej que le encendian. La mar estaba bonan
rubies , y que del techo pendian estalác cible , un viento fresco soplaba del Sudes
titas de diamantes ; las perlas caian go te. Navegaban bajo un cielo azulado en el
teando, como filtra ordinariamente el agua que Dios iba encendiendo tambien esos fa
en los subterráneos. Edmundo gozoso ros, cada uno de los cuales es un mundo.
maravillado. rellenaba sus bolsillos de pe-i Dantes dijo á la tripulacion que podian to-
dreria ; salia luego" al campo y todas aque- dos retirarse á descansar y que el se en
llas piedras preciosas se convertían en sim cargaba del timon. Cuando el Maltes, que
pies guijarros ; entonces pretendia entrar así se designaba á Dantes, se espresaba en
de nuevo en las milagrosas grutas queape- tales términos, bastaba paraque todos se
nas tuvo tiempo pira ver, pero el camino |fuesen á dormir tranquilamente, lo que
se perdia en espirales infmitos; la entrada |sucedia algunas veces , pues que Dantes ,
habia quedado invisible ; buscaba en vano lanzado al mundo desde una absoluta so
en su fatigada cabeza aquella palabra má ledad, esperimentaba alguna que otra vez
gica y misteriosa con la que el pescador necesidades imperiosas de hallarse sylo ;
árabe abria las espléndidas cavernas de porque ¿qué soledad es mas absoluta y
Ali-Baba. Todo era inútil, el escondido mas poética que la del buque que flota ais
tesoro habia vuelto á ser propiedad de los lado en medio del mar, durante la oscuri
génios de la tierra á quienes creyó por un dad de la noche, en el silencio de la in
momento poderlo arrebatar. mensidad, bajo el amparo del Señor? Es-
ALBUM. f47
ta vez la soledad estaba poblada de pensa de lo mucho que sabia dominarse, no se
mientos, la noche iluminada porilusiones, pudo contener y saltó el primero á la pla
el silencio animado por sus promesas. ya. Si se hubiese atrevido hubiera cual
Cuando el patron se levantó, el buque Bruto besado la tierra. Habia ya cerrado
marchaba á todo trapo; no habia un giron la noche, mas sobre las once la luna em
de lienzo que el viento no hinchase. Ade pezó á salir del fondo del mar, plateando
lantaban mas de dos leguas y media por su inquieta superficie: luego sus rayos á
hora. La isla de Monte-Cristo iba agranmedida que iba elevándose empezáron á
dándose en el horizonte. Edmundo hizo convertirse en blancas cascadas de luz,
entrega de la direccion del buque á su sobre las rocas hacinadas de aquella nue
dueño, y fué á tenderse en su hamaca; va Pelion.
mas á pesar de la noche que pasáraen ve La isla era en estremo conocida de la
la, no pudo cerrar los ojos ni por un tripulacion de la Jóren Amelia como otro
momento. Dos horas despues volvió á su de los puntos en que acostumbraban hacer
bir al puente. La embarcacion estaba á escala. Dantes,lahabia vistoy examinado
punto ya de doblar la isla de Elba; ha en todos sus viages á Levante pero jamás
llábanse á la altura de la Mareciana y de habia tomado tierra en ella. Trató pues
bajo de los terrenos llanos y siempre ver de preguntará Jacopo.
des de la Pianosa. Viérase confundirse en —¿En dónde pasarémos la noche? le
las nubes la cima flamigera de Monte dijo.
Christo. Dantes ordenó al timonero virá —A bordo de la embarcacion, le con
ra á babor á fin de dejar la Pianosa á la testó el marino.
derecha; habia calculado que con esta ma -¿No estariamos mejor en las grutas?
niobra abreviaba el camino en dos ó tres —¿En qué grutas?
—En las de la isla.
millas. Sobre las cinco de la tarde, divisa
ron la isla en toda su estension; podian —No sé que haya tales grutas. dijo Ja
distinguir en ella los mas leves objetos, copo.
gracias á la transparente atmósfera que es Un sudor frio bañó la frente de Dantes.
peculiar á la luz que prestan los rayos del *—¿No hay grutas en Monte-Christo?
sol en su ocaso. preguntó.
Edmundo devoraba con la vista aquella –No.
masa de rocas que tomaba sucesivamente Dantes quedópasmado por un momen
todos los visos de la luz crepuscular, des to: mas luego pensó que aquellas grutas
de el color de rosa mas vivo al azul osc podian haberse obstruido por algun acci
ro; de vez en cuando invadian su rostro dente cualquiera ó tal vez cerrado para
súbitas llamaradas,se matizaba de púrpu mayor precaucion,por el mismo cardenal
ra su frente y una nube roja perturbaba Spada. La dificultad, en ambos casos, es
su vista. Jamás jugador alguno, cuya for-|tabaen encontrar la antigua abertura. Era
tuna esté sobreel tapete,habrá esperimen-linútil buscarla durante lanoche, por lo que
tado al correr los dados las angustias que Dantes dejó para el siguiente dia sus in
pasaba Edmundo en aquel paroxismo de vestigaciones: á mas de que, unfarol enar
esperanza. Por fin llegó la noche: á las bolado á una media legua maradentro, al
diez anclaron; la Jóven Amelia fué la pri-|que contestó la Jóven Amelia con otro se
mera en acudir á la cita. Dantes á pesarlnal semejante, indicó que habia llegado
118 ALBUM.
el mómento de comenzar la tarea. El bu-mida. Dantes continuósu camino volvien
que que se habla retardado, seguro yá pordo de vez en cuando la cabeza, y llegado á
la señal que debía darle á conocer, que po|la cima de una roca, vióá mil pies deba
día atracar con toda confianza apareció1jo de él á sus compañeros con quienes
muy luego blanco y silencioso cual unfan-lacababa de reunirse Jacopo y que se ocu
tasma, y vino átomar fondo áunas cienpaban ya activamente en aprestar el desa-
brazas de la playa. Desde luego comenzó aumentado, gracias á la destreza
el trasbordo. e Dantes con una pieza de caza máyor.
Calculaba Dantes, mientrás hacia su ta-| Edmundo los comtempló por un instante
rea, el grito de alegría que soltarian todos|con esa sonrisa triste pero afable del hon
aquellos hombres sí el llegaba á decir en|bre superior. Dentro dos horas, se dijo,
alta voz lo que la tenazidea que murmu-¡esos hombres se considerarán ricos alver
raba en torno de su oído y de su corazón;|se dueños de cincuenta plastras preparán
pero lejos de revelar el magnífico pen-|dose para ganar otras cincuentá con riesgo
samiento temia haber soltado ya alguna|de su vida, y luegoirán, poderosos con un
espresion imprudente y dado á entender|capital de seiscientas libras, á dilapidar sus
por sus idas y venidas, sus repetidas pre-tesoros con el orgullo de los sultanes y la
guntas y minuciosas o servaciones y aun|confianza de los Mogoles. Hoy día la es
_
ducirle por aquel nuevo laberinto. Aque Todos se lanzaron á la vez en su socor
los signos habian dado algun valor á las ro, porque todos amaban á Dantes ápesar
esperanzas de Edmundo. ¿Por que no po de su superioridad; pero de todos modos
dian sertrazados por el cardenal para que Jacopo fué el primero que llegó. Encontró
pudieran en caso de una catástrofe, que no á Edmundo tendido, ensangrentado ycuasi
temió, llegára á ser completa, servir de sin conocimiento; habia caido de la altura
guia á su sobrino? Aquel lugar solitario de doce á quince pies.Administráronleal
era el mas, á propósito para un hombre gunas gotas de rom, y este remedio que
que queria enterrar en él un tesoro. Pero ya, en otra ocasion habia obrado con tanta
¿nopodian aquellos signos infieles haber eficacia produjo el mismo efecto que la vez
llamado la atencion de otros ojos que los primera.
de aquellos para quienes se trazaron? ¿la Edmundo abriólos ojos, se quejó de un
isla de lúgubres maravillas habria guarda vivo dolor en la rodilla, de gran pesadez
dofielmente su magnífico secreto? de cabeza y de insoportables punzadas en
Con todo: á sesenta pasos del puerto los riñones. Trataron de trasportarle á la
poco mas ó menos, le pareció á Edmun playa, pero cuando fueroná tocarle,á pe
do, oculto siempre á sus compañeros sar de ser Jacopo el que dirijia la manio
por las escabrosidades del terreno, que bra, declaró entre gemidos que no se sen
las muescas habian concluido; pero no por tía con fuerzas para soportar esta opera
eso fué á parar ágruta alguna. Unagran cion. Ya se echa de ver que no hubo que
de roca circular, colocada sobre una sólida
hablar del almuerzo á Dantes, mas exijió
base, era el único término á que al parea de sus camaradas, que no tenian los moti
cer conducian. Edmundo pensó que tal vez vos que él para guardar dieta, marchasen
en lugar de haber llegado al fin, se encon á comerlo á su salud. En cuanto á él les
trabapor el contrario al principio; volvió dijo que no tenia necesidad sino de reposo
en consecuencia paso atrás y empezóáde y que á la vuelta le encontrarian mas ali
sandar lo andado. Durante este tiempo viado. Los marineros no se hicieron mu
sus compañeros preparaban el almuerzo,|cho de rogar; pues tenían hambre, el olor
habian ido por agua al manantial y trans-del cabrito estimulaba su olfato, y entre
portado átierra el pan y las frutas, aca-lobos marinos no-se gastan cumplimien
bando de cocer el cabritillo. Precisamentetos.
150 ALBUM.
objeto de curiosidad tan solo, y nada mas. de la segunda gruta» decia aquel testa
y continuó aun inmóvil y meditabundo. mento.
Mas, si hubiese venido, continuó Dan Luego Dantes no habia penetrado sino
tes, si hubiese entrado y llevádose el te en la primera gruta, luego era preciso
soro; Borgia, el hombre que comparára buscar ahora la entrada de la segunda.
á la Italia con una alcachofa cuyas hojas ijantes calculó. Esta segunda gruta de
comia una á una; Borgia apreciaba en bia naturalmente dirijirse á lo interior de
la
mucho el tiempo para perderle en colocar isla. Examinó las diferentes capas de
de nuevo esta roca sobre su base. Descen piedra y fué ágolpearuna de las paredes
damos pues. en que le pareció debia hallarse la aber
Y entonces bajó: divagando sobre sus tura embadurnada sin duda para mayor
labios una sonrisa de duda ymurmurando precaucion. Golpeó con elpico en la roca
entre dientes la última frase de la huma y dió esta un sonido mate que hizo brotar
na sabiduría: ¡Tal vez!.... el sudor en la frente de Dantes. Porfin le
Pero en vez de las tinieblas que se creia pareció al perseverante minero que una
encontrar, en vez de una atmósfera densa porcion de la pared granítica respondia,
yviciada, Dantes vió un débil resplandor con un eco mas opaco y profundo, al lla
que daba al recinto un tinte azulado: el mamiento que le hacia. Acercó su ardien
aire y la luz penetraban no solo por la te mirada á la pared y reconoció, con el
abertura que acababa de practicarsi que tado de preso, lo que ningun otro hubie
tambien por ciertas rendijas de las rocas, se reconocido tal vez; y es que alli debia
invisiblesal esterior, á través delas que se existir la abertura. Con todo, para no tra
divisaba el azulado cielo, y se veian cim bajar en valde, Dantes, que como Cesar
brear las movedizas ramas de los verdes Borgia, habia aprendido á conocer el va
robles y las punzantes enredaderas de las lor del tiempo, examinó las otras paredes
zarzas. Despues de unos segundos de es con elpico, recorrió el suelo con la cula
tar en la gruta, cuya atmósfera mas bien ta de su fusil, removió la arena en dis
caliente que húmeda, agradable que in tintos puntos y no habiendo encontrado
cómoda al olfato, era á la temperatura de Ill visto nada, volvió á la porcion de pa
la isla lo que el azulado resplandor, era á red que despedia sonido tan consolador
la luz del sol; la mirada de Dantes habi golpeándola de nuevo y con mas fuerza.
"tuada ya, como dijimos, álas tinieblas pu Entonces observó una cosa singular; y
do reconocer los ángulos mas recónditos es que á los golpes del instrumento una
de la caverna: era toda ella de granito especie de barnizado semejante al que se
cuyas bruñidasfacetas relumbraban como aplica sobre las paredes para pintarlas al
diamantes. fresco,se desprendia y caía á trozos de
He aqui sin duda, dijo Edmundo son iando en descubierto una piedra blanquiz
riendo, todos los tesoros que habrá dejadoca y blanda semejante á las piedras co
el cardenal, y el buen abate, viendo en munes para labrar. Habian cerrado la na
sus ensueños estas resplandecientes pare - tural abertura de la roca con piedras de
des, se saborearía en sus ricas esperanzas! distinta naturaleza, que embadurnárán lue
mas Dantes recordó los términos en que go con el barniz indicado, imitando des
estaba concebido el testamento que sabial pues sobre éste el colory cristalizaciondel
de memoria. « En el ángulo mas lejanolgranito. Dantes golpeó entoncescon la es
ALEUM. 155
tremidad aguda del pico, que entró cosa nocimiento de la realidad, halagando sus
de una pulga a en el tabique.Allí estaba esperanzas. En fin, despues de una nueva
pues el punto por donde era preciso ho pero momentánea indecision, Dantes pasó
radar. de la primer gruta á la segunda.
Por un estraño misterio de la humana Esta era mucho mas baja, mas oscura,
organizacion cuanto mas se iban acumu y de un aspecto mas espantoso que aque
lando laspruebas de que Faria no se ha lla. El aire que solo penetrára por la aber
bia engañado y por consiguiente mas ani tura practicada en aquel instante tenia ese
moso debia sentirse Dantes, mas desfalle olor mefítico que Dantes se admiró de no
cia su corazon renovando sus dudas y en sentir en la otra. Dió luego tiempo al ai
tregándose al abatimiento. Esta nuevaprue re esteriorpara que renovára aquella at
ba que hubiese debido inspirarle mayores misfera corrompida y entró.A la izquier
ánimos le quitó la fuerza que le quedaba; quierda de la abertura habia un rincon
cayó el pico escapándose cuasi de sus ma profundo y oscuro, pero, ya lo hemos di
nos, lo dejó en el suelo, enjugó su frente cho, para el ojo de Dantes no habia tinie
y salió átomar el aire bajo pretesto de ver blas. Recorrió con una mirada esta segun
si alguien le celaba,pero en realidad por da gruta: estaba vacía como la primera.
que necesitaba respirar con libertad, por El tesoro, caso de existir, estaba enterrado
que se sentia desfallecer. en aquel oscuro rincon.
La isla continuaba desierta y el sol en La hora de la agonía habia llegado ya:
su zenit parecia abarcarla toda con su mi dospies de tierra que escarbar era loúni
rada de fuego: á lo lejos algunos barqui co que restaba á Dantes para llegará un
chuelos pescfores tendian sus alas sobre gozo estremo ó á una desesperacion pro
el mar de un azul de záfiro. Dantes no funda. Adelantóse hácia el rincon y como
habia probado nada todavia; pero estaba tomando una súbita resolucion, escavó con
lejos de pensar en comer en tales mo intrepidez el suelo. Al quinto ósexto gol
mentos; sorbió unas gotas de rom y entró pe de pico, el hierro chocó con hierro. Ja
en la gruta mas animado. El pico que tan más toque fúnebre ni lúgubre clamoreo
pesado le pareciera era ya mas ligero: lo produjo tal efecto en los que le oyeran.
levantó como una pluma y emprendió con No hubiese sidotanta la palidez de Dantes
vigor la tarea. A los pocos golpes observó á no haber encontrado nada. Sondeó de
que las piedras no estaban adheridas y si nuevo el punto que habia ya reconocido,
solo colocadas unas sobre otras cubiertas y encontró la misma resistencia mas no el
luego con el barniz de que hemos hablado; mismo sonido.
introdujo en una de las cisuras la punta —Es un cofre de madera con aros de
del pico, apoyóse sobre el mango y vió hierro, dijo para sí.
con placer rodar la piedra como sobre un En este momentocruzó una rápida som
gozne y caer á suspies. Ya desde enton bra interceptando la luz; Dantes dejó caer
Ces no tuvo que hacer Dantes mas que ir el pico, tomó el fusil,volvióá salir por la
separando cada piedra; todas rodando fue abertura y se lanzó al raso. Una cabra
ron á parar junto á la primera. montes habia saltado por cima la primera
En cuanto fué regular la abertura, entrada de la gruta y pastaba á algunos
Dantes hubiese podido entrar, mas retar pasos de allí. Era una escelente ocasion
dándolo algunos instantes retardaba el co: para asegurarse una buena comida; pero
156 ALBUM.
Dantes temió que la detonacion' de su fu astillas. Una larga abertura que dejaron
sil atrajese á alguien. Reflexionó un ins aquellas inutilizó las cerraduras que arran
tante, cortó las ramas de un árbol resino có,¡ una despues de otra ; separando con sus
so, que encendió en el hogar humeante uñas las tenaces planchas que se descanti
aun en que los contrabandistas guisáran el llaron al saltar, y el cofre quedó descu
almuerzo y volvió á la gruta con aquella bierto.
antorcha. No queria perder la mas míni Una fiebre vertiginosa se apoderó de
ma cosa de lo que iba á ver. Dantes , cogió su fusil , lo preparó y colo
Acercó la antorcha á la hoya informe có á su lado. Luego cerró los ojos, como
ja no concluida , reconociendo que no se hacen los niños, para percibir en la relu
habia engañado: habia golpeado alterna ciente oscuridad de su imaginacion, mas es
tivamente ora sobre hierro, ora sobre ma trellas de las que pueden contar en el cie
dera ; dejó en el suelo la antorcha y con lo crespuscular ; volvió luego á abrirlos y
tinuó su tarea. En un instante despejó un quedó deslumhrado.
sitio de unos tres pies de longitud por dos Dividiase el cofre en tres secciones: en
de anchura y Dantes pudo reconocer un la primera brillaban rutilantes escudos de
cofre de encina con,, aros de hierro cin oro de leonado reflejo: en la segunda bar
celado. En el centro de la cubierta res ras mal pulidas pero arregladas con orden
plandecían en [una placa de plata que l; y que solo tenían de oro el peso y el va
tierra no pudo empañar, las armas de la lor: en la tercera, en fin, Edmundo re
familia Spada, es decir; una espada atra movió con ambas manos los diamantes,
vesada en un escudo oval , como todos losj las perlas, los rubíes, que cual resplande
escudos italianos y. surmoqtada.de un ca ciente cascada hacían, al caer las unasso- .
pelo de cardenal. Dantes las reconoció fá bre las otras, el ruido del granizo sobre el
cilmente; el abate Faría se, las habia di vidrio.
bujado tantas veces! Desde entonces, ya Despues de haber tocado, manoseado y
no tuvo duda alguna; el tesoro estaba allí: hundido sus trémulas manos en el- oro y la
no se hubieran tomado tantas precaucio pedreria ,. Edmundo se levantó y echó á
nes para esconder allí.un cofre, vacío. correr á través de la caverna con ia tré
En un instante quedó despejado e! cofre mula exaltacion del hombre cuya mente
y Dantes víó aparecer sucesivamente la raya en la locura. Subió á una roca desde
cerradura del centro colocada entre dos la que podia descubrir el mar y nada vió;
candados y las asas de los costados, todo estaba solo, absolutamente solo, con aque
cincelado, cual se cincelaba en aquella lla- riquezas incalculables, inauditas, fa
época en que el arte convertía en precio bulosas, que le pertenecían : pero ¿estaba
sos los mas viles metalesi Dantes cogió el soñando ó dlspierto"? '¿.apretaba entre sus
Cofre - por las asas y trató de levantarle; manos las ilusiones de un fugaz ensueño,
pero era empresa-imposible. Erobóde abrir é empuñaba cuerpos verdaderos?
le ,, la cerradura y candados estaban cerra Tenia como pecesidad de ver de nuevo
dos ; estos fielos guardianesparecía no que aquel oro , y sin embargo conocía que no
rer. entregar ol tesoro. Dantes introdujo el tendria la fuerza suficiente para tan fuer
estremo cortante del pico entre el cofre y tes, emociones. Apoyó por un instante su
la cubierta ,, apoyóse sobre su mango y la cabeza en las dos manos como para impe
tapa despues de haber crujido, saltó hecha. dir que se estraviase su razon; luego se
ALBUM. 157
lanzó á través de la isla , sin seguir, no la XXV.
senda, porque no las hay en la isla de EL DESCONOCIDO.
Monte Christo, pero si una direccion fija, Despuntó por fin el dia: esperábale Dan-
espantando con su presencia las cabras sal jtej desde largo rato con los ojos abier
vajes, y los pájaros del mar con sus gritos tos. A los primeros albores se levantó, su-
y gesticulaciones. Despues de un rodeo, >¡ó como en la víspera á la mas elevada
volvió dudando aun , á precipitarse en la roca de la isla á fin de esplorar los alrede
primer gruta, de ésta en la segunda en dores ; y como la víspera todo estaba de
contrándose frente á frente de aquella mi sierto.
na de oro y diamantes. Ésta vez cayó de Kdmundo volvió á bajar, levantó la ro
rodillas , comprimiendo con ambas manos ca que obstruía la entrada, llenó sús bol
convulsivas su palpitante corazon, y imur sillos de pedreria, colocó de nuevo lo me
muró una plegaria inteligible solo para jor que pudo las tablas y cerraduras de
Dios. Luego se sintió mas .tranquilo y por •ofre, que volvió á cubrir de tierra, piso
lo mismo mas feliz porque desde entonces teándola luego y cubriéndola con arena
empezó á crecer en su felicidad. á fin de ocultar lo mejor posible el punto
Púsose entonces á contar su fortuna : recien removido y ponerlo al igual del de-
habiaen el baul mil barrotes de oro de dos| mas piso ; salió luego de la gruta , colocó
á tres libras cada uno , luego amontonó de nuevo la roca que ajustó con guijarros
veinte y cinco mil escudos de oro todos y piedras de diferente magnitud, tapó con
con el busto del papa Alejandro VI y de tierra las rendijas en que plantó mirt^j y
sus predecesores , con lo que apenas va arbustos, regóMuego aquellas plantaciones
ció la mitad de la seccion aquella ; por fin nuevas, á fin de que parecieran mas anti
llenó diez veces el hueco de ambas manos¡ guas, borró los vestigios de sus pasos acu
juntas de perlas, pedreria de distintas cla mulados en aquel punto y espero con im
ses , diamantes de los que, la mayor par paciencia la vuelta dé sus compañeros,
te , montados por los mejores artistas de porque no se trataba ya de pasar el tiem
aquella época, tenian un valor de obra es- po contemplando el oro y los diamantes ,
cesivo aun comparado con su valor intrín y de quedar en Monte-Christo como un
seco. dragon velando inútilmente los tesoros.
Dantes vió lailuz del dia disminuir y Era preciso volver á la vida, á morar en-
estinguirse poco á poco. Temió ser sor ¡tre los hombres , y tomar en la sociedad
prendido si queflaba en la caverna y salió el rango, la influencia y el poder que dan
de ella con el fusil en la mano. Un peda en este mundo las riquezas, la principal y
zo de galleta y algun sorrjo de rom le sir mas fuerte palanca de que puede disponer
vieron de cena. Colocó de nuevo la piedra, la criatura humana.
se tendió encima de ella y durmió apenas Los contrabandistas volvieron al sesto
algunas horas cubriendo con su cuerpo la dia. Dantes reconoció de lejos el porte y
entrada de la gruta. Fué aquella noche marcha de la Joven Amelia, se arrastró
una de esas deliciosas á la par terribles de hasta la playaicual Philoctétes herido, y en
que este hombre], de tan estraordinarias cuanto saltaron sus compañeros les dijo ,
emociones, pasara ya dos ó tres en el' de quejicoso aun y lamentándose, que habil
curso de su vida. reportado una mejoria sensible: luego es
cuchó á su vez el relato de las aventaras
40
I3S ALBUM.
de sus compañeros. Habian salido en bien llan, y de una joven que vivía en el barrio
del negocio , es verdad , mas apenas aca de los Catalanes llamada Mercedes.
baron de descargar todos sus fardos, cuan Parecíale á Jacopo que soñaba. Edmun
do supieron que un brick que estaba de! do le contó como se habi» hecho marino por
vigilancia en Tolonj, acababa de salir del ana calaverada y porque su familia le rehu
puerto y dirigía su rumbo hacia aquel la saba el dinero necesario para sus caprichos,
do. Entonces habian echado á andar con pero que al llegar á Liorna había entrado
alas y arrastraderas echando de menos á¡ en posesion de la herencia de un tio que
Dantesque sabia apresurar y dar velocidad le habia dejado por solo y único sucesor.
tan escelente al buque el que no estuviese| La escelente educacion de Dantes daba á
allí para dirigirle. este relato grandes visos de certeza de mo
En efecto , muy luego avistaron el bu do que Jacopo no dudó un instante de que
que que les daba caza, pero favorecidos su antigüe camarada decía verdad. Por lo
por la oscuridad de la noche y doblando demas como elenganche de Edmundo á
el cabo de Córcega habian escapado á su bordo de la Joven Amelia habia espirado,
vista. En suma, el viaje no habia sido ma se despidió del patron quien probó de nue
lo del todo, y todos, en particular Jacopo, vo de retenerle, pero habiendo oido como
sentían que no hubiese estado Dantes , á Jacopo la historia de la herencia, renun
lin de que hubiese ' tenido su parte en los| ció desde luego á la esperanza de vencer
beneficios que reportáran y que montaban la resolucion de su antiguo marinero.
á cincuenta piastras cada uno. Al dia siguiente Jacopo se hizo á lajvela
Edmundo se mantuvo impenetrable, ni para Marsella, debiendo á su vuelta ir á
siquiera contrajo sus labios la mas leve reunirse con con Fdmundo en Monte-Chris-
sonrisa al oir la enumeracion de los bene to. En el mismo dia Dantes marchó , sin
ficios de que hubiese percibido su parte á decir donde iba , despidiéndose de la tri
haber podido dejar la isla : como la Joven ¡pulacion de la Joven Amelia con un es
Amelia no habia venido á Monte-Christofl pléndido regalo, y del patron con la pro
mas que para recoger á Dantes, volvieron mesa de escribirle de vez en cuando. Dan-
á embarcarse en aquella misma tarde di tes marchó á Génova.
rigiendo su rumbo á Liorna : en cuanto| En cuanto llegó, estábase ensayando un
llegó dirigióse á casa de un judio á quien yacht encomendado por un inglés, que
vendió cuatro de los mas |pequeños dia habiendo oido decir que losgenoveseserau
mantes en veinte y cinco mil francos cada los mejores constructores del Mediterrá
uno. El judio hubiera podido informarse neo , quiso poseer un yacht construido en
de cómo un pescador tenia en su poder! Génova. El inglés lo habia ajustado em
tales objetos, pero se guardó muy bien de cuarenta mil francos, Dantes ofrecio per
hacerlo puesto que ganaba mil francos en él sesenta mil bajo condicion de que en
cada uno. Al siguiente dia , compró una aquel mismo dia le seria entregado. El in
embarcacion nueva que regaló á Jocopo glés habia ido á hacer una esemsion eni
añadiendo á este don cien piastras á fin Suiza esperando á que concluyeran la em
de que pudiera satisfacer á la tripulacion , barcacion, y no debia volver hasta dentro
con la sola condicion de ir á Marsella á tres semanas ó un mes: el constructor-
saber noticias de un viejo llamado Luisj ¡pensó que para este tiempo podia tener ya?
Dantes, y que vivía en los barrios de Mei- I'otro construido en astillero. Dautes con—
ISO
«úu'o al constructor á casa de un judio, saliéra Dantes; este fué á ver su tesoro;
pasó con él á la trastienda y el judio en y lo encontró todo en el mismo estado en
tregó sesenta mil francos al constructor. que lo dejára.
Este se ofreció á Dantes para agenciarle Al otro dia por la tarde la inmensa for
tripulacion , mas este le dio las gracias di- tuna habia sido trasladada á bordo del
ciéndole que tenia la costumbre de nave yacht y encerrada en las tres divisiones
gar solo, y que lo único que deseaba era del armario secreto. Dantes quedó espe
que arreglase en su camarote, á la cabe rando ocho dias, durante los que hizo ma
cera de la litera, un armario secreto divi niobrar su yacht al rededor de la isla ,
dido en tres secciones ocultas también: examinándole cual un picador á su caba
dióle las medidas de estas divisiones y al llo. Al cabo de este tiempo conocía ya to
(lia siguiente estaban ya concluidas. das sus buenas cualidades y defectos. Dan-
Dos horas despues Dantessaüa del puer tes se prometió aumentar las unas y cor
to de Genova hecho objeto de una curiosa regirlos otros. Al octavo dia, Dantes avis
muchedumbre ansiosa de \er al señor es- tó un pequeño buque que se dirijia á todo
panol que tenia la costumbre de navegar trapo á la isla reconociendo en él al de
solo. Dantes se portó á las mil maravillas Jacopo. H izole una señal á que contestó
ausiliado únicamente del timon, del que Jacopo , y dos horas despues estaba ya la
no tuvo necesidad de apartarse, hizo con embarcacion de éste fondeada junto al
su barco tridas las evoluciones imagina- yacht. Era portador de una triste contes
Mes: huhierase dicho que era un ser in tacion á cada uno de los encargos de Ed
teligente, pronto á obedecer al menor im- mundo; el viejo Dantes habia muerto;
pulso, y Dantes na pudo menos de con Mercedes habia desaparecido.
venir en que los genoveses merecían su Edmundo escuchó estas nuevas con ros
reputacion de ser los primeros cons tro tranquilo: mas en seguida saltó en tierra
tructores del mundo. Los curiosos siguie prohibiendo que nadie le siguiese. Dos ho
ron con los ojos la pequeña embarcación ras despues volvió: dos individuos de la tri
hasta que la perdieron de vista, enta pulacion de Jacopo pasaron al yacht para
blándose entonces acaloradas discusiooes! ayudarle en la maniobra y dió la orden
sobre e! punto á que se dirigía; los unos¡ de enderezar el rumbo hacia Marsella:
opinaban por Córcega, los oiros por la is habia ya previsto la muerte de su padre,
la de Elba , estos apostaban que iba á Es pero Mercedes ¿qué habia sido de ella?
paña, aquellos sostenían qwe se dirijia a Sin divulgar su secreto, no podia Ed
Africa ; nadie llegó á pensar en la isla de mundo dar á su agente suficientes instruc-
Íiionle-Christo. | ciones; queria ademas adquirir ciertas no
Y con todo, á Monte-* hristo se dirijia ticias sobre otros hechos y personas, cuya
Dantes, donde llegó al segundo dia. El investigacion á nadie podia confiar. El
huque era escelente velero y salvó l:i dis espejo le demostró en Liorna que no cor
tancia en treinta y cinco horas. Dantes ria riesgo alguno de ser reconocido; sobre
habia ya reconocido con perfeccion la si que de todos modos tenia é su disposicion
tuacion de la costa, y en vez de abordar los medios de desfigurarse. Una mañana
en el punto habitual ancló en el pequeno pues el yacht, seguido de su lancha entró
ancon. La isla estaba desierta, parecía que magestuosamente en el puerto de Marse
nadie habia abordado en ella desde que lla y tomó fondo en frente del punto en
160 ALBUM.
que aquella noche de fatal recordacion, nueva : todos los recuerdos de la infancia»
le habian embarcado para el castillo de lf. recuerdos indelebles, constantemente pre-
No pudo empero menos de horripilarse |sentes á su imaginacion, se le ofrecían allí
cuando vió en la lancha desanidad que iba en cada rincon de plaza, en cada bocacalle
á reconocerle, á un gendarme; pero Dan y en cada encrucijada. Al llegar al estremo
tes con ese perfecto dominio sobre si mismo de la calle de Noaillesy divisar la de Mei-
que habia adquirido, le presentó un pasa llan sintió doblársele las rodillas y faltóle po
porte inglés comprado en Liorna , y con co para no caer bajo las ruedas de un carrua
este documento estrangero mucho mas res je. Llegó por fin hasta la casa en que ha
petado en Francia que los del mismo pais, bitaba su padre. Las aristoloquías y capu
saltó en tierra sin n<ngunadificultad. Lopri chinas habian desaparecido de la ventana
mero que se ofreció á Dantes al pisar la Can en que en otro tiempo la mano del buen
nebiere , fué uno de los antiguos marine viejo las entrelazaba y enramaba con tanto
ros del Faraon. Este hombre habia estado cuidado. Dantes se apoyó contra un árbol
á sus órdenes y se encontraba alli para y. se quedó por algun tiempo pensativo
proporcionar un medio á Dantes de cer contemplando los últimos pisos de aquella
ciorarse sobre los cambios que su físico su pobre casita; por fin se adelantó hácia la
friera. Dirijióse á el sin rodeos , y le hizo| puerta, atravesó los umbrales, preguntó si
muchas preguntas á que contestó sin indr habia vacía alguna habitacion , y á pesar
car siquiera la mas leve sospecha , ni en de estar todas ocupadas insistió tanto por
sus palabras ni en su rostro, de haber vis- poder visitar el quinto piso, que el conserje
ti jamas á aquel que le dirijia la palabra. subió, y suplicó á los inquilinos de parte
Dantes dio al marino una moneda oara del estranjero le permitieran ver las dos
remunerarle por sus noticias; un momento! piezas de que se componía.
despues oyó al buen hombre que corria á Las personas que habitaban aquella re
su alcance. Dantes volvió la cabeza. ducida habitacion eran dos jóvenes recien
—Perdonad , caballero, dijo el marine casados apenas hacia ocho dias. Al verles
ro; pero vos os habeis engañanado sin du Dantes exhaló un suspiro. Nada en toda
da: os habreis creido darme una pieza de ella recordaba la morada de su padre. Ya
cuarenta sueldos y me habeis dado un do no era el mismo papel el que tapizaba las
ble napoleon. paredes; todos los viejos muebles amigos
—En efecto , amigo mío, dijo Dantes , de la infancia de Edmundo, presentes ásu
me he equivocado; pero como vuestra maginacion con todos sus pormenores. ha
honradez merece ser recompensada , aqu bian desaparecido. Tan solo las paredes
teneis otro que os ruego acepteis paraje eran las mismas. Dantes dirigió su vista á
k3r á mi salud con vuestros camaradas. la cama; estaba en el mismo lugarque tu
El marinero quedó tan pasmado con viera la suya el antiguo inquilino: á su pe
aquel regalo, que ni pensó siquiera en darle sar, los ojos de Edmundo se henchieron de
las gracias por ello , y al verle alejarse lágrimas : era en aquel lugar do el viejo
dijo: debió espirar nombrando á su hijo.
—Este será algun Nabab que ha llegado| Los dos jóvenes contemplaban con ad
de la India. miracion aquel hombre de severa frente
©aates contküuó su camino; á cada paso por cuyas mejillas se deslizaban dos grue
que daba oprimía su corazon una emocionll sas lágrimas sin que su semblante se con
ALBUM. 16l
tragese. Pero como todo dolor lleva consiso' len una pobre choza de pescadores, en que
un sello religioso , los jóvenes no dirigio estuvo mas de una hora inquiriendo noti
fon pregunta alguna al desconocido, antes cias de muchas personas que ó habian
bien se retiraron para dejarle llorar a sus muerto ó habian desaparecido desde quin
anchuras; cuando se marchó le Scompa ce ó diez y seis afíos atrás.
fiaron diciéndole que cuan lo tuviese gus Al otro dia las gentes en cuya casa en
to de volver á su modesta habitacion seria trara para hacer todas aquellas preguntas,
siempre bien recibido recibieron en recompensa un barco cata
Al pasar por frente el piso de debajo , lán , nuevo y flamante, aparejado con dos
Edmundo se paró delante de otra puerta y ¡redes comunes y una de mayor. Bien hu
preguntó si vivía aun allí un sastre llama biesen queri fo aquella buena gente dar
do Cadcrousse; contestóle el conserje que las gracias al generoso pregunton , mas
el hombre por quien preguntaba, habien al despedirse de ellos, le habian visto, des
do tenido desgracia en algun negocio , se pues de dar algunas órdenes á un marino,
habia retirado, y se hallaba entonces de montar á caballo y salir de Marsella por
mesonero en el camino de Bellaguarda á la puerta de Aix.
Belcaire, meson del Puente de (¡ard. XXVI.
Dantes bajó, pidió las señas de la haLi EL MESON DEL PUENTE DE GAUD.
tacion del propietario de la casa de Mei- Los que como yo , han recorrido á pié
lian; fuese allá en derechura, hízose ahun el Mediodia de la Francia, habrán podido
ciar bajo el nombre de lord Wilmore, es observar entre Bellaguarda y Belcaire, á
te era el nombre y título bajo el que le li mitad del camino sobre poca diferencia
braron el pasaporte, y compró la casita aunque algun tanto mas cerca de Belcaire
por la suma de véSnte y cinco mil francos: que de Bellaguarda , un pequeño meson
diez mil francos por lo menos mas de su |sobre cuya puerta pende una plancha de
valor : pero Dantos si le hubiesen pedido hierro que rechina al mas leve aire, en la
medio millon , lo hubiese dado sin soltar que hay grotescamente diseñado el Puen
te de Gard.Este pequeño meson siguiendo
palabra.
En el mismo dia notificó el escribano la corriente del Bódano, está situado á la
ante quien se otorgara el contrato, á losi jó izquierda del camino, teniendo el rio á la
venes del quinto piso , que el nuevo pro espalda; tiene lo que en Languedoc lla
pietario les dejaba escoger habitacion en man un jardih; es decir que la cara opues
toda la casa sin aumentar en nada el al ta á aquella por la que entran los viajeros da
quiler , con condicion de que le cederian á un cercado en que vejetan algunos oli
los dos cuartos que ocupaban. Este estra- vares desmedrados y algunos cabrahigos
ño suceso ocupó durante ocho dias á«todos ¡uyas hojas están plateadas por el pe Ivo:
los vecinos de la calle de Median , y did ni sus mtermedios brotan , por toda ver-
lugar á mil conjeturas de las que ninguna lura, algunas escarolas, pimientos y esca-
fué exacta. Pero lo que mas que todo re iuñas; en fin en un rincon, cual olvidado
•entínela, se eleva un pino quitasol, aseen -
volvió todos los cerebros y enredó to¡la^
las ideas, fué que en la misma tarde e! liendo melancólicamente su flexible tallo
..
hombre á quien vieran entrar en la cass I nientras su ramage, esparramado cual un
deir^lle^MtíTlan' separaba por" el '^nico , cruje bajo3 e! el influjo de un sol de
reducid, barrio de los Catalanes , y entreunta grados. lodos aquellos arboles,
41
162 ALBUM.
—¿Y ejerciais alli el oficio de sastre? –Si; hombre de bien, de eso puedo
–Si; pero el oficio ha ido muy á me vanagloriarme, caballero, dijo el huésped
nos. Hace tanto calor en ese malditoMar mirando tambien de hito en hito alabate,
sella que yo creo acabarán por andar des puesta una mano en el pecho y balancean
nudos. Yápropósito de calor,¿no quereis do la cabeza; en la actualidad no todos pue
den decir otro tanto. -
tomar algo para refrescar, señor abate? —Tanto mejor, si es cierto eso de que os
—Si. Traedme una botella de vuestro
envaneceis, dijo el abate, porque tarde ó
mejor vino y continuarémos la conversa temprano estoy convencido de que el hom
cion si os parece en el punto que la deja bre de bien es premiado y elpícaro escas
IOS. tigado.
ALBUM. 165
—Vuestro estado os obliga á decir eso, Dios no esbueno mas que para los malos
señor abate; vuestroestado, repuso Cade ¡Ah! continuó con ese florido lenguaje
rousse con amargura. Pero cada uno es de los habitantes del Mediodia; este mun
libre de creer ó no lo que vos decis. do va de mal en peor. ¡Caigan pues delcie
—Haceis muy mal en hablar asi, ami lo por dos dias consecutivos torrentes de
go; porque tal vez yo mismo voy á ser pólvora y luego una hora de fuego y con
con respecto á vos y en este momento, cluya todo de una vez!
una prueba verdadera de lo que he di -¿Parece que queriais de todas verasá
cho. ese pobre muchacho? dijo el abate.
–¿Qué quereis decir? preguntó Cade —Si, le amaba con toda mi alina, dijo
rousse admirado. Caderousse, aunque tenga que reprochar
–Quiero decir que ante todo debo ase me el haber tenido por un momento en
gurarme de si sois vos el que yo busco. vidia de su felicidad. Pero despues, os lo
–¿Qué pruebas quereis de ello? juro á fe de Caderousse, he lanentado
–¿Habeis conocido en 1814 ó 1815 á vivamente su tan desgraciada suerte.
un marino llamado Dantes? Hubo unos momentos de silencio du
—¡Dantes! ¡si he conocido al "pobre rante los que la inflexible mirada delaba
Edmundo! yo lo creo; era uno de misme te no cesó de inquirir sobre la fisonomía
jores amigos; esclamó Caderousse cubrién versátil del mesonero.
dose surostro de un rojopurpurino, mien —¿Yvos le habeis conocido al pobre
tras que el ojofijo é investigador del abate muchacho? continuó Caderousse.
parecia dilatarse para abarcar todo entero —Fuí llamado á su lecho de muerte
al que interrogaba. para prestarle los últimos ausilios de la
—Si; efectivamente creo que se llama relijion.
ba Edmundo. -¿Y de qué ha muerto?preguntóCa
—¿Si se llamaba Edmundo? pobre mu derousse con voz ahogada.
chacho, yo lo creo; tan cierto como me —¿De qué se muere en una cárcel cuan
llamo yo Gaspar Caderousse. ¿Y qué ha do se tiene treinta años, como no sea de
sido de él, señor, qué ha sido del pobre la prision misma?
Edmundo? ¿le habreis tal vez conocido? Caderousse enjugó el sudor que brotaba
¿vive aun? ¿está libre?¿es dichoso? de su frente. -
—Ha muerto en la prision, mas deses —Lo que es mas particular en todo es
perado y mas miserable que los galeotas te negocio, continuó el abate, es que Dan
que arrastran una cadena en los presidios tes, próximo á espirar, sobre el crucifijo
de Tolon; contestó el abate. cuyos pies besaba, me ha jurado constat
Una palidez mortal reemplazó en el ros temente que ignoraba la verdadera causa
tro de Caderousse al vivo colorido que an de su prision.
—Es muy cierto, muy cierto; murmi,
teriormente le invadiera. Volvió la cara y
ró Caderousse, él no podía saberla: no
el abate le vió secar una lágrima con la señor abate; él no mentia, pobre chico.
punta delpañuelo encarnado que leservia —Por esta razon me dió el encargo de
de tocado.
averiguar el por qué de su desgracia, ya
— Pobre chico! murmuró Caderousse. que jamas pudo sacarla él en limpio, y
Pues bien;ved ahi una prueba de lo que de rehabilitar su memoria si esta hubiese
os decia, señor abate, de que el buen sufrido menoscabo.
166 ALBUMI,
–¿Cómo cincopartes? dijo Caderous voz desde la escalera, ¿en qué vas á me
se, sino habeis nombrado mas que cuatro terte ahora?
personas ! Los dos hombres se volvieron yvieron
–Porque la quinta ha maerto, segun á través de las barras de la baranda de la
me han dicho...La quinta era el padre de escalera, la enfermiza cabeza de Carconta;
Dantes. habíase ido arrastrando hasta allí y escu
—¡Ay de mí! teneis razon, dijo Cade chaba la conversacion sentada en el últi
rousse conmovido por las pasiones encon mo escalon, apoyando la cabeza sobre las
tradas que se ponian en juego en él, ¡Ay rodillas.
de mí, si, el infeliz ha muerto ! —¿Y átí quien te mete en lo que ha
–He sabido este suceso en Marsella, blamos, muger? dijo Caderousse. El señor
contestó el abate haciendo un esfuerzo pa me pide algunas noticias, la política exige
ra permanecer indiferente, pero hace tan que se las dé.
to tiempo que murió que no he podido sa –Si, pero la prudencia manda que rehu
ber ningun detalle... ¿Sabríaispor casua ses darlas. ¡Quién te ha dicho la intencion
lidad algo de la muerte de ese viejo? que abriga haciéndote charlar así, imbé
–¡Vaya! dijo Caderousse ¿quién puede cil
saberlo mejor que yo?viviamos pared en —Una intencion escelente, señora, os
medio con el buen hombre... ¡ Dios mio! lo juro, dijo el abate; vuestro esposo nada
¡ no habia pasado un año despues de la tiene que temer y puede contestar sin re
desaparicion de su hijo, cuando murió el celo.
pobre viejo! –Nada que temer... si, siempre se em
–Pero ¿de qué murió? pieza porbellas promesas y luego se con
—Los médicos calificaron su enferme entan con decir, que nada hay que te
dad, que creo dijeron ser una gastro-en mer, y luego se marchan sin cumplir na
teritis; los que le conocian dijeron que ha da de lo que prometieron, y el dia menos
bia muerto de dolor, mas yo que cuasi le pensado le sobreviene á uno un fracaso sin
ví espirar, digo que murió ... y Caderous que sepa por donde.
se se detuvo. –Tranquilizaos, buena muger, contes
—¿Murió, de qué? repuso con ansiedad tó el abate, la desgracia no os la acarrea
el abate. ré yo, os lo prometo.
–Pues bien, murió de hambre. LaCorconta refunfuñóalgunaspalabras
–¡ De hambre! esclamó el abate re que no pudieron comprenderse, reclinó de
moviéndose sobre el banquillo, ¡ de ham nuevo la cabeza sobre sus rodillas y con
bre ! los mas viles animales no mueren de tinuó tiritando el frio de la calentura, de
hambre ¡ los perros que van perdidospor jando á su marido en libertad de continuar
las calles encuentra una mano compasiva la conversacion, pero colocada de modo
que les arroja un pedazo de pan ! ¡ y un que no perdiese una palabra.
hombre, un cristiano ha muerto de ham Mientras esto pasaba el abate habia be
bre en medio de otros hombres que se di bido algunos sorbos de agua y se estaba
cen cristianos como él ! ¡Imposible ! ¡oh ! quieto.
¡es imposible! —¿Pero, continuó, ese viejo se veria
–Lo dicho, dicho; repuso Caderousse. abandonado de todo el mundo para morir
—Y tu has dicho muy mal, dijo una de semejante muerte?
168 ALBUM.
plicaros, caballero, que me prometais una | —Si: y la comida que tuviera un prín
COS3, cipio bullicioso tuvo un triste fin. Un co
—¿Cual? dijo el abate. misario de policia seguido de cuatro sol
–Be que jamas, si algun uso haceisde dados, entróy Dantes fué arrestado.
estos detalles, se sabrá que os los he pro —Aqui termina lo que yo sé, caballe
porcionado yo: pues los sugetos de quie ro; dijo el abate. Dantes mismo no sabia
nes voy á hablaros son ricos y poderosos, mas que aquello que le tocaba personal
y si me tocaban tan solo con la punta del mente,
puesto que jamas volvió á ver á
dedo me harian pedazos como un vaso de ninguno de los cinco sugetos que os he
vidrio. - nombrado, ni oido hablar de ellos.
–Quedad tranquilo, amigo mio: soy –¡Pues bien! una vez arrestado Dantes,
eclesiástico y las confesiones se estinguen elseñor Morrel fuese apresuradamente á
en mi seno. Recordad que no tengo otro tomar informes, que porcierto fueron muy
medio para poder cumplir dignamente la tristes. El viejo se volvió solo á su casa,
última voluntad de nuestro amigo. Hablad desnudóse llorando del traje de bodas, pa
sin miramientos pero tambien sin rencor; só todo el dia paseándose por su cuarto,y
decid la verdad, solo la verdad. No co por la noche ni se acostó siquiera,porque
nozco mi conoceré probablemente los su yo vivia en la habitacion de debajo y le oi
getos de quienes me vais á hablar; á mas andartoda la noche; aun yo debo confesar
de que soy italiano y no francés; perte que no dormí mas que él; el dolorde aquel
mezco á Dios y no á los hombres, voy á infeliz padre me afectaba tanto que cada
entrar de nuevo en mi convento del que uno de sus pasos resonaba en mi corazon,
salí tan solo para cumplir la última vo como si realmente pusiera su planta sobre
luntad de un moribundo. mi pecho.Al siguiente dia Mercedes vino
Esta positiva promesa pareció daráCa Marsella á implorar la proteccion del se
á
derousse mayor seguridad. ñor de Villefort, nadaalcanzó; mas alpro
—Pues bien , en este caso, dijo éste, pio tiempo fué á visitar al viejo. Cuando
quiero, y aun diré mas, debo desengaña le viò tan triste y abatido, cuando observó
ros respecto á esos amigos que Edmundo que habia pasado la noche sin acostarse
creia sinceros y leales. siquiera y que no habia probado nada des
—Empecemos por su padre, si os pla de la víspera, quiso llevársele consigo para
ce; dijo el abate. Edmundo me hablaba prodigarle sus cuidados, pero el viejo no
mucho de aquel viejo á quien profesaba quiso consentir de modo alguno. «No,de
un entrañable amor. cia; yo no abandonaré esta casa, porque el
–La historia es triste, caballero; dijo pobre chico me ama con preferencia áto
Caderousse meneando la cabeza. ¿Ya co do lo demas, y si sale de la cárcel, antes
nocereisprobablemente los principios? que á nadie vendrá corriendo á verme.
—Si, contestó el abate, Edmundo me ¿Qué diria si no me he allase sperándole?
contó todo hasta el momento en que le Yo oia todo esto desde el tramo de la
arrestaron en un pequeño figon cerca de escalera, porque hubiese querido que Mer
Marsella.
cedes recabára del viejo que la siguiera:
–En la Reserva. ¡Oh! Dios mio, si.
mi
Me parece que veo aun aquella escena. sus pasos resonando noche y dia sobre
-¿ No fué mientras estaban celebrand cabeza no me dejaban un momento de re
la comida de esponsales? poso.
ALBUM. 171
–¿Pero vos no subisteis á consolar el do mal escondido; luego comprendí lo que
obre viejo? preguntó el abate. eran aquellos líos: iba vendiendo paulati
—¡Ah! señor, contestóCaderousse; no namente todo lo que tenia para poder vi
se consuela sino á aquellos que quieren ser vir. En fin, cl buen hombre acabó con todo
consolados, y él no lo queria de modo al su ajuar.... Debia ya tres meses de alqui
guno. A mas de que, yo no sé porque, ler: amenazáronle con echarle de casa; su
pero me parecia que el verne le causaba plicó le concedieran tan solo ocho dias, y
repugnancia. Con todo, una noche que o le fué acordado. Sé estas minuciosidades
sus sollozos no pude contenerme, y subí: porque el casero entró en mi cuarto al sa
cuando llegué á la puerta no lloraba ya; lir del suyo. Durante los tres prineros dias,
rezaba. No me esposible repetirossuselo le oí anuar segun costumbre, mas al cuarto
cuentespalabras y lastimeras súplicas; no ya no oli nada. Me arriesgué á subir, la
era solo la piedad era el dolor quien las puerta estaba cerrada; pero átravés de la
espresaba; como que yo, que no soy bea cerradura le distinguípálido y tan desfa
tucho ni partidario de los jesuitas, me dije llecido que, considerándole gravemente
en aquella ocasion: soy muy dichoso, en enfermo envié un recado al señor MHorrel
verdad, en encontrarme solo y que el buen y fuí corriendo á casa de Mercedes. Am
Dios no me haya dado hijos, porque sifuese bos se apresuraron á venir. El señorMor
padre y esperinentase tan dolor semejante rel trajo consigo un médico; éste diagnos
al que sufre ese pobre viejo, no pudiendoticó en éltima gastro-enteritis y prescribió
hallar em ni memoria ni en mi corazon dieta. Yo estaba allí, caballero, y no olvi
todo lo que dice á Dios, me iria en dere darè jamás la sonrisa del viejo al oir esta
thura á precipitarme en el mar para no prescripcion. Desde entonces quedó abierta
sufrirpor mas tiempo. su puerta: tenia una escusa para no comer,
—¡ Pobre padre! murmur el abate. el médico habiale mandado que guardase
—De dia en dia, vivia mas solo y aisla dieta.
do; Morrel y Mercedes venian á verle á El abate sofocó una especie de sus
menudo, mas encontraban la puerta cer piro.
rada; y aunque estaba yo cierto de que —Esta historia os interesa,¿no es asi,
se hallaba dentro no contestaba. Un dia caballero? dijo Caderousse.
que, contra su costumbre habia admitido —i, contestó el abate; es lastimera.
á Mercedes, y que la pobre niña, á pesar —Mercedes volvió; encontróle tan de
de su desesperacion, trataba de consolarle mudado que como la vezprimera se em
la dijo « Créeme, hija mia, él ha muerto, peñó en trasportarle á su casa. De la mis
y en vez de esperarle nosotros, es él quien ma opinion era el señor Morrel, que á la
nos espera.... Me tengo por muy dichoso, fuerza queria verificar el traslado; mas el
porque soy el mas viejo, y por consiguien viejo gritó tanto, que temieron una catás
te, le volveré á ver el primero.» trofe. Mercedes se quedó á la cabecera de
Por compasivo que uno sea, repugna el Su cama. El señor Mlorrel se marchó ha
irá ver personas que solo nos entristecen: ciendo un signo á la catalana de que le de
el viejo Dantes acabó por vivir enteramen jaba una bolsa sobre la chimenea. Pero
te solo. Yo no veia subir á su cuarto sino escudado con la órden del médico, el vie
de vez en cuando gentes desconocidas, que jo no quisotomar nada. En fin, despues
volvian á bajar llevando consigo algunfar-de nueve dias de desesperacion y de abs
172 ALBUM.
tinencia, el viejo espiró, maldiciendo álos -¿Qué decís, señor?
causantes de su desgracia y diciendo á —Nada; contestó el abate, continuad.
Mercedes: «Si vuelves á ver á Edmundo, —Danglars escribió la denuncia con la
dile que muero bendiciéndole.» mano izquierda á fin de que no fuese co
El abate se levantó; dió dos ó tres vuel nocido su carácter, y Fernando quien la
tas por el cuarto, aplicando su temblorosa dió curso.
mano á su enjuta garganta. —¡Pero vos, gritó de repente el abate,
–¿Yvos creeis que ha muerto?... vos estabais allí!
—Le hambre....señor,dehambre,dijo —¡Yo! dijoCaderousseadmirado ¿quién
Caderousse; os respondo de ello; es tan os ha dicho tal?
cierto como que ambos somos cristianos. El abate echó de ver que se habia pre
El abate, con mano convulsiva, cojió el cipitado.
vaso de agua medio lleno aun, vacióle de —Nadie; mas para estar tan bien in
un trago y volvióá sentarse encendidos los formado de todos esos detalles es preciso
ojosypálidas las mejillas. que fueseis testigo.
—Confesad que es una gran desdicha, —Verdad es, dijo Caderousse con voz
dijo con ronca voz. sofocada, yo estaba allí.
—Tanto mayor, caballero, cuanto que —Y sivos estabais ¿cómo no os opu
Dios ninguna parte tiene en ello,y solo los sisteis á esa infamia? dijo el abate; luego
hombres son la causa. sois su cómplice.
–Pasemos pues á esoshombres, dijo el —eñor, dijo Caderousse, me hicieron
abate; mas tened presente, continuó con beber tanto que llegué poco menos que á
aire cuasi amenazador, que os habeis en perder la razon; no veía masque á través
cargado de decírmelo todo: veamos ¿cua de una nube. Dije todo lo que puede de
les son esos hombres que han hecho mo cir un hombre en tal estado, mas me con
rir al hijo de desesperacion y al padre de testaron que era una chanza que habian
hambre ? querido hacer, y que no tendria conse
—Dos hombres celosos de él, el uno por cuencia alguna.
amor, el otropor ambicion: Fernando y —Pero al dia siguiente bien visteis que
Danglars. la tenia y con todo no dijísteis nada, sin
—¿Y como demostraron sus celos? de embargo de que estariais allí cuando le
cid. -
prendieron.
—Acusaron á Edmundo de agente bo | —Sí, señor; estaba allíy quise hablar,
napartista. -
quise decirlo todo, pero Danglars me de
—¿Pero cual de los dos le denunció? tuvo: «si por casualidad es culpable, me
¿cual de los dos fué el verdadero culpa dijo, si en realidad ha arribado á la isla
ble ? de Elba, si es verdad que se ha encargado
—Los dos, señor: el uno escribió la car de una carta para el comité bonapartista
ta, el otro la puso en el correo. de Paris, si le encuentran encima ese es
— En donde se escribió esa carta?
—En la Reserva, la víspera misma del crito, los que le apoyen serán tenidos por
casamiento. cómplices.» Entonces tuve miedo. de la
—Eso es, eso es, murmuró el abate policía tal como estaba entonces montada.
»
¡oh, Faria ! ¡Faria! que bien conocias Lo confieso, me callé; fué una vileza, con
u los hombres y las cosas. vengo en ello, pero no fué un crímen.
ALBUM. 173
-Comprendo; dejasteis hacer, y nadajá casa del padre de Dantes para llevarle
mas. |consigo á la suya, y la víspera ó ante
-Sí, señor; contestó Caderousse, eselvíspera de su muerte, os lo repito, dejó
es el remordimiento que me acosa ince- sobre la chimenea un bolsillo con cuyo
sante de noche y de dia. A menudo pido contenido se cubrieron las deudas del buen
perdon á Dios, os lo juro,tanto mas cuan-|hombre y se sufragaron los gastos de su
to que esta accion, la única que pueda en|entierro, de modo que el pobre viejo pudo
realidad reprocharme en todo el decurso por lo menos morir como habia vivido,
de mi vida, es sin duda la causa de todas sin hacer daño á nadie.Aun tengo yo la
mis adversidades. Espío con usura un mo bolsa, que es de seda encarnada.
mento de egoismo, de modo que cuando —¿Y ese señor Morrel vive aun pre
la Carconta viene lamentándose, cosa que guntó el abate.
sucede todos los dias, la digo: «Cállate -Sí, dijo Caderousse.
muger, pues Dios lo quiere así.» -¿En este caso la bendicion del cielo
Y Caderousse bajó la cabeza con ine habrá caido sobre ese hombre y deberá
quívocas demostraciones de verdadero ar ser rico... feliz?
repentimiento. Caderousse sonrió amargamente.
-Bien, caballero; dijo el abate, habeis -Si; feliz como yo, dijo.
hablado con franqueza; el que, de este -¡Cómo ! ¡el señor Morrel seria des:
modo se acusa alcanza su perdon. aciado! esclamó el abate.
–Desgraciadamente, dijo Caderousse, -Está cuasi sumido en la última mise
Edmundo ha muerto sin haberme perdo ria, señor; y aun mas, próximo á quedar
nado. deshonrado.
-El ignoraba, dijo el abate... -¿Cómo es eso?
–Pero ahora tal vezlo sabe ya, repu —Si, tal como os lo digo; despues de
so Caderousse. Dícese que los muertos lo veinte y cinco años de ímprobo trabajo,
saben todo. despues de haber logrado colocarse en e,
Hubo un instante de silencio el abate mas honroso lugar entre el comercio de
Se habia levantado y paseaba pensativo; Marsella, el señor Morrel está arruina
Volvió luego á su puesto y se sentó. |enteramente. Ha perdido cinco buque,
—Me habeis nombrado dos ó tresveces dos años, ha sufrido tres bancarrotas ho
á un tal Morrel, le dijo: ¿Quién es ese ribles, yal presente solo confia en ese mi
hombre " " " " " mo Faraon que mandaba Dantes, y que
—Es el armador del Faraon, el protec debe llegar de las Indias con , un carg
tor de Dantes. -
virtud, dijo Caderousse, ved aquí; yo que | —¿Fernando?Es otro ya de loque era.
jamás hice una mala accion, escepto la que –¿Pero cómo ha podido hacer fortuna
os he contado, me veo sumido en la mi un infeliz pescador catalan, sin recursos,
seria; así que despues de presenciar la sin educacion? os confieso que esto me
muerte de mi muger sucumbiendo á la pasma.
fiebre, sin poder hacer nada por ella, mo –Y admira tambien á todo el mundo:
riré de hambre cual el padre de Dantes, preciso es que haya en su vida algun es
mientras que Fernando y Danglars nadan traño secreto que nadie sabe.
en el oro. –Pero en fin ¿por qué medios visibles
—¿Cómo ha sido eso? ha logrado remontar á tan alta fortunaró
–Porque todo les ha ido viento en po á tan elevada posicion?
pa,mientras que para la gentes honradas —A las dos cosas, señor, á las dos co
todo han sido reveses de fortuna. sas:pues que tiene fortuna y ocupa alta
—¿Qué ha sido de Danglars, el mas posicion juntamente.
culpable, no es así; el instigador? —¿Es un cuento lo que me estáis di
—¿Qué ha sido de él? se marchó de ciendo?
Marsella; entró, por recomendacion del —El hecho es que la cosa "lo parece;
señor Morrel que ignoraba su crímen, co masescuchad y vaisá comprenderlo luego.
mo dependiente en casa de un banquero —Fernando unos dias antes de la vuel-
español. Cuando la guerra de España, se ta de Dantes, cayó soldado. Los Borbones
encargó de una parte de los abastos del le dejaron tranquilo en su barrio de los
ejército francés é hizo su fortuna: enton Catalanes; pero vino Napoleon, decretó
cescon este primer dinero,jugó en la bol una leva estraordinaria. y Fernando se vió
sa y ha triplicado, cuadruplicado sus ca forzado á partir.Tambien tuve que mar
pitales yviudo ya de la hija de su ban char yo, pero como tenia mas edad que
quero, ha casado con una viuda, la señora Fernando, y acababa de casarme con ni
de Nargonne, hija del señor de Servieux, infeliz muger, me enviaron tan solo á
chambelan del rey actual y que goza del guardar las costas. Fernando fué agregado
mayor favor. Se ha hecho millonario; le á un regimiento de tropas activas, pasócon
han dado el título de conde, de modo que él la frontera y asistió á la batalla de Lig
se llama el conde de Danglars, y tiene un ny. La noche que siguió a la batalla esta
palacio en la calle de Montblanc, diez ca ba de ordenanza con un general que tenia
ballos en sus cuadras, seis lacayos en su relaciones secretas con el enemigo. En
antesala y no sé cuantos millones en sus aquella misma noche debia el general pa
gabetas. sarse á losingleses ypropuso á Fernando
—¡Ah! esclamó el abate con un acen que le acompañára; éste aceptó, abando
to singular: ¿es dichoso? nó supunto y siguió al general. Lo que
—¡Dichosc! ¿quién se atreverá á ase hubiera hecho pasar á Fernando por un
ALBUMI, 175
«consejo de guerra si Napoleon hubiese con tructor. Murió Ali-Pachá en una accion,
tinuado en el trono, le sirvió de recomen como ya sabreis: pero antes demorir, re
dacion para con los Borbones. Entró en compensó los servicios de Fernando rega
Francia con una charretera de subtenien lándole una suma considerable con lo que
te y como la proteccion del general, que volvió á Francia donde le confirmaron en
disfrutaba grande favor. no le abandonó el grado de teniente general.
un momento era ya capitan en 1823cuan —De modo que hoy en dia...? pregun
do la guerra de España; es decir cuando tó el abate. -
ióse á un grande armario de encina, abrió –¿Qué? ¿que nos daba el diamante
je, y dió al abate un bolsillo largo, de se para nosotros solos? dijo Caderousse cuasi
da encarnada descolorida ya, por el que loco de alegria.
corrian dos anillos de cobre dorados en –Si.
otro tiempo. El abate lo tomó; y en cam —Nada mas cierto: hélo aqui.
bió dió el diamante á Caderousse. La muger lo contempló un momento,
–¡Oh! sois un enviado del Señor, ca luego con voz sorda dijo:
ballero, esclamó Caderouse, porque á de -¿Y si es falso?
cir verdad nadie sabia que Edmundo os Caderousse sepuso pálido y vaciló.
hubiese dado este diamante y os le hubie —¡Falso!murmuró ¡falso!...¿Y por
rais podido guardar. que ha de haberme dado ese hombre un
–¡Bueno, dijo para sí el abate, á lo diamante falso?
que parece tu lo hubieras hecho! -Para poseer tusecreto sin pagar, ¡im
El abate se levantó, tomó susguantesy bécil!
sombrero y dijo: Caderousse quedó porun instante con
–¿Con qué es cierto todo lo que me fundido bajo el peso de esta suposicion.
habeis dicho y puedo creerlo en todas sus -¡Oh! dijo al cabo de un rato toman
partes? do el sombrero que puso sobre el pañuelo
—Ved aqui, señorabate, dijoCaderous encarnado atado al rededor de su cabeza,
se, ved aqui en ese rincon un Cristo de pronto voy á saberlo.
umadera bendita, ved aqui sobre ese cofre –¿De qué modo?
el libro del Evangelio de mimuger: abrid —Hoy hay feria en Belcaire; á ella ha
ese libro y por él tendiendo una al Cristo,|brán acudido los diamantistas de Paris;
os juraré por la salud de mi alma, por ni¡voy allá y se lo enseñaré. Tu guarda la
fé de cristiano que os lo he contado todo casa, muger; dentro dos horas estoy de
ial cual ha pasado, tal cual lo dirá el ángelvuelta.
de los hombres al oido de Dios el dia del| Y Caderousse se lanzó fuera de su casa,
juicio final. echando á correr por la parte opuesta á
—Está bien, dijo el abate; queos apro-|aquella que acababa de tomar el descono
veche ese dinero. A dios, vuélvome léjos|cido.
de los hombres que tanto daño se hacen| –¡Cincuenta mil francos! murmuró la
unos á otros. Carconta apenas quedó sola; es bastante
Y el abate escapando con trabajo á los|dinero... pero no es una gran fortuna.
ALBUM. 1TD
estremada delicadeza ; saludó , salió y se
lOS REGISTROS DE LA CARCEL. dirigió, con ese aire peculiar á los hijos de
Al dia siguiente al en que pasára en el la Gran Bretaña , hacia la calle lindicada.
.camino de Beliaguarda á Belcaire la esce l'l señor Boville estaba en su gabinete : al
na que acabamos de referir, un hombre verle, el inglés hizo un ¡movimiento de
de treinta á trienta y dos años , con frac sorpresa que parecía indicar no ser aque
azul, pantalon de mahon *y chaleco blan lla la vez primera que se encontraba en
co , teniendo á la vez el aire y el acentoj presencia de aquel á quien iba á visitar.
inglés se presentó al maire de Marsella. Por lo tocante al señor Boville, estaba tan
—Caballero, le dijo: soy el primer ofi desesperado que era evidente que todas las
cial de laxasa Thomson y French de No facultades de su espíritu, absortas en el
ma , estamos hace diez años en rela pensamiento que en aquel entonces le ocu
ciones con la casaMorrel é hijo deMarse paba, no dejaban ni á su memoria ni á su
Ha ; tenemos interesados en estas relacio imaginacion el tiempo necesario para re
nes unos cien mil francos poco mas" ó me-| cordar lo pasado. El inglés, con esa flema
nos, y estamos alarmados en vista de lal caracteristica de su nacion , le propuso á
voces que corren de la próxima ruina de poca diferencia en los mismos términos la
esa casa. Con este solo objeto he venido de cuestion misma que acababa de proponer
Roma á suplicaros que me deis algunas al maire de Marsella.
noticias sobre el estado de la casa. — ¡Oh! señor, esclamó el señor de Bovi
—Caballero, contestó el maire, sé efec lle, vuestros temores desgraciadamente son
tivamente que hace cuatro ó dio añosl sobradamente fundados, y aquí donde me
la desgracia parece encarnizarse en el veis estoy desesperado. Tenia yo colocados
señor Morrel: ha perdido sucesivamente)«en la casa Morrel doscientos mil francos ,
.cuatro ó cinco buques, y tres ó cuatro ban destinados para la dote de mi hija á la que
carrotas han amenguado su caudal : pero trataba de casar dentro quince dias; de los
no es de mi incumbencia , á pesar de ser doscientos mil francos debian reembolsár
acreedor por unos diez mil francos, el dar seme cien mil el 15 de este mes , y los
ninguna noticia sobre el estado de su for otros cien mil el 15 del siguiente. Mani
tana. Preguntadme como á maire lo que| festé al señor Morrel que deseaba se me
pienso del señor Morrel , y os contestaré reembolsasen con exactitud , y héos aquí
que es un hombre probo hasta la rigidezI que se me presenta apenas hará una ho
y que hasta el presente ha cubierto sus ra , para decirme que si su buque el Fa
compromisos con escrupulosa exactitud. raon no ha fondeado de' aquí al 15, se ve
Eso es todo lo que puedo deciros , caba ria en la imposibilidad de hacerme ese
Hero; si queréis saber mas, dirigios al se pago.
ñor Boville, inspector de cárceles, que vi-¡ —Mas esto parécese mucho á pedir es
ve en la calle de Nouailles, núm. 15; el pera, dijo el inglés.
tiene , segun creo , doscintos mil francosl •I Decid mejor que parece una ban
colocados en la casa Morrel; si en realidad carrota ! esclamó desesperado el señor de
hay algo que temer, como esa suma es Boville.
El inglés estuvo como reflexionando por
mas considerable que la mia , es probable un instante y luego dijo.
que esté él mejor informado que yo. ¿ -egun eso, señor, el crédito os ins
El inglés dió ¡muestras de apreciar tan' pira temores?
180 ALBUM.
—Mas claro: le míro como perdido. —¿En esos registros habrá adjuntas las
—¡Pues bien ! yo os le compro. notas relativas á los presos?
–¡Vos! —Cada preso tiene su informe.
–Sí, yo. —Pues bien, caballero, me educó en
–¿Pero será con un quebranto enor Roma un infeliz abate que luego desapa
me, sin du la? reció de pronto. He sabido despues que
—No: mediante doscientos mil fran habia sido conducido preso al castillo de
cos: nuestra casa, añadió el inglés rien lf, y desearía algunos detalles sobre su
do, no hace pegocios como esos. muerte.
–¿Como se llamaba?
—El abate Faria.
—¡Oh! recuerdoperfectamente, escla
billetes de banco que podian doblar la su mó el señor de Boville, estaba loco.
ma que el señor Boville temia perder. Un —Asi se decia.
fulgorde alegría animó el rostro del seño –¡Oh! era muy cierto.
Boville; mas con todo hizo un esfuerzo —¿Es posible? ¿de qué género era su
para dominarse y dijo: locura?
–Caballero: debo preveniros que se –Pretendia conocer el punto en que
gun toda probabilidad no lograréis sacar estabaescondido un inmenso tesoro yofre
el seispor ciento de esa suma. cia enormes sumas al gobierno si consen
–Lo que es á mino me importa; con tía en ponerlo en libertad.
testó el inglés, importa solo á la casa –¡Pobre diablo! ¿y ha muerto?
Thomson y French en cuyo nombre ope —Si señor: hará como unos cinco o
ro. Tal vez está interesada en apresurar seis meses: en febrero último.
la ruina de una casa rival. Lo que si sé, –Teneis una memoria feliz, caballero,
caballero, es que estoy pronto á entrega pues que asi recordais las fechas.
ros la suma en cambio del endoso que me —Lo recuerdo tanto mas, cuanto una
hareis; tan solo os pediré el derecho de singular circunstancia acompañó la muer
corretage. te de este infeliz.
—¡Como! caballero, es muy justo; es —¿Pobria saberse cual? preguntó el
clamó el señor de Boville. La comision inglés con una espresion de curiosidadque
por lo comun vale uno y medio por cien un observadorprofundo se hubiera admi
to ¿quereis el dos? ¿el tres? ¿el cinco? rado de encontrar en aquel flemático ros
tro.
¿quereis mas aun? ¡Hablad!
—Caballero, contestó el inglés riendo, —No hay inconveniente: el calabozo
soy como la casa de que dependo, no ha del abate estaba cuarenta ó cincuenta pies
go yo negocios de esa clase, no; mi dere distante del de un antiguo agente bona
cho de corretage es de otra especie. partista; uno de esos que mas contribu
3–Hablad pues, os escucho. yeron al retorno del usurpador en 1815,
—¿Sois inspector de las cárceles? hombre resuelto y peligroso.
–Hace mas de catorce años. – De veras! dijo el inglés.
–¿Tendreis los registros de entrada y –Si, contestó el señor de Boville: tu
salida? ve Ocasion de visitar á este individuo en
-Sin duda, 1816 ó1817, yjamas se bajaba á su ca
ALBUM. 181
no creia pudiese alterarse esta regula esperanza de la vuelta del Faraon, cuya
ridad, ni suspenderse estospagos, á la ma salida supo por un buque que levára án
nera que un molinero, que posee un mo coras junto con él yque habia llegado sal
lino cuyo movimiento promueve un abun vo al puerto. Mas este buque, viniendoco
dante canal, no admite el que las aguas mo al Faraon de Calcuta, hacia quince
dejen de correr por aquel punto. En efec dias que habia llegado, mientras que del
to, hasta entonces nada habia venido á Faraon nada se sabia.
contrariar la íntima conviccion de Cocles. Tal era el estado de cosas al siguiente
El último fin de mes se habia saldado con dia en que terminara con el señor de Bo
rigurosa puntualidad. Cocles había subsa ville el importante negocio de que hemos
nado un error de setenta céntimos come hablado ya, el enviado por la casa Thom
tido por el señor Morrel en contra suya, y son y French de Roma; cuando se pre
en el mismo dia trajo los catorce sueldos sentó éste en casa el señor Morrel. Ma
de esceso al señor Morrel que, con melan nuel le recibió. Eljóven al que espantaba
cólica sonrisa, lostómára y dejára en una cada cara nueva, porque anunciaba un
gabeta vacía, diciendo. nuevo acreedor que segun sus recelos iba
—Bien, Cocles, eres la perla de los ca á reconvenir al gefe del establecimiento,
jeros. " el jóven, decimos, quiso ahorrará su prin
Y Cocles se habia retirado muy satisfecipal el fastidio de esta visita; preguntó al
cho; porque un elogio del señor Morrel, recien llegado; mas este le contestó que
esa perla entre los hombres de bien de nada tenia que ver con el señoranuel,
Marsella, lisonjeaba mas áCocles que una y que solo con el señor Morrel
gratificacion de cincuenta escudos. Mas deseaba hablar.
despues de este fin de mes tan victoriosa Manuel llamó suspirando áCocles. Pre
mente saldado, el señor Morrel habia pa sentóse éste, y el jóven le mandó condu
sado horas crueles: para hacer frente á cir al estranjero al cuarto del señor Mor
ese fin de mes, habia agotado todos sus rel. Cocles tomo la delantera y el estran
recursos, ytemeroso de que el rumor de jero le siguió. En la escalera encontró una
sus apuros no se esparciese por Marsella, linda jóven de diez y seis á diez y siete
cuando le vieran recurrir á tan estremos años la que miró al estranjero con inquie
medios, hizo un viaje á la feria de Belcaire tud.
para vender algunas alhajas pertenecientes Cocles no reparó siquiera en esa espre
á su esposa é hija y una parte de sus cubier sion del rostro que pareció no haber es
tos.Mediante este sacrificio, todos los nego capado al estranjero.
cios terminaron honrosamente para la casa —El señor Morrel, está en su gabinete,
Morrel. Mas la caja habia quedado com ¿no es así señorita Julia? preguntó el ca
pletamente vacía. El crédito, espantado jero.
con el rumor que corria, se retirára con —Sí,á lo menos creo que sí, contestó
su habitual egoismo y para hacer frente á la jóven indecisa: vedlo antes, Cocles, y
los cien mil francos que debian reembol caso de estar papá, anunciadle al caba
sar el 15 del mes de la fecha al señor de llero.
Boville y á los otros cien mil francos que —Seria inútil, señorita, contestó el in
vencian el 15 del siguiente mes, el señor glés: el señor Morrel no conoce mi nom
Morrel no tenia, en realidad, mas que la lbre. Este buen hombre ha de decir tan
ALBUM. 185 "
solo que es el "primer dependiente de los —De parte de la casa Thomson y
señores Thomson y French de Roma, con French, á lo menos eso me ha dicho el
los que está en relaciones la casa de vues cajero. -
miraba con una especie de curiosidad mez mil quinientos francos que vencen al fin
clada evidentemente de cierto interés.
del corriente: son libranzas aceptadas por
vosy que nosha proporcionado el corredor.
—Caballero, dijo Morrel, al que este —Las reconozco: dijo Morrel cuyo ros
exámen parecia redoblar la desazon, ¿de tro invadia el rubor de la vergüenza al
seabais hablarme? pensar que por la primera vez de su vida
—Siseñor. Ya sabéis departe de quien no podia hacer el debido honor á su fir
vengo ¿es así? lma ¿Está todo ahí?
47
186 ALBUMI.
—No, señor: tengo á mas que vencen tinuados accidentes de que he sido víctima
al fin de mesestos créditos que nos ha en me han quitado; mas si por desgracia el
dosado la casa Pascale Wild et Turner de Faraon, este último recurso con quecuen
Marsella: cincuenta mil francosá poca di to, me falta,... las lágrimas anegaron los
ferencia, que componen todo junto un to ojos del infeliz armador.
tal de doscientos ochenta y siete mil qui —¡Y bien! preguntó su interlocutor,
nientos francos. ¿si este último resorte os falta?...
Lo que padecia elinfeliz Morrel duran —Pues bien, caballero; contestó Mor
te esta enumeracion no es posible descri rel, cruel es decirio... mas habituadoya á
birlo. -
aceptada por Morrel é hijo, que no haya —Ya lo sé. Un jóven que se me ha man
sido satisfecha por la caja. tenido adicto á pesar de mifunesta estre
—Sí, lo sé; contestó el inglés, pero en lla; pasa una gran parte del dia de pié en
confianza, hablais con un hombre de ho el mirador situado en lo alto de la casa,
nor, decidme francamente, caballero;¿pa con la esperanza de venir el primero á
gareis estos créditos con la misma exacti anunciarme tan felice nueva. Por él he sa
tud?
bido la entrada de ese buque.
Morrel se sobresaltó y miró al que así –¿Y no es el vuestro?
le hablaba con masfijeza de lo que hicie —No: esun buque bordeles, la Giron
ra hasta entonces. da viene de la India tambien, pero no es
—A las cuestiones propuestas con tanta el que yo espero.
franqueza, dijo, debe darse una contesta —Tal vez habrá sabido noticias del Fa
cion franca tambien; sí, caballero, paga raon y os trae alguna nueva.
ré, si como espero, llega mi buque salvo —¿Será preciso que os lo diga, eaba
r
hombres cumplidos; ya sabia yoque en la nos; miráronse unos á otros como azora
desgracia que me sobrevenia no habia otro dos. Penelon,alque faltára la respiracion,
culpable que mi destino.Es la voluntadde por poco se traga la mascada de tabaco,
Dios, no la falta de los hombres. Adore mas felizmente llevo á tiempo la mano á
mos tan santa voluntad. ¿Y cómo estais la garganta.
de socorro? —¡Cómo ! señor Morrel, esclamó con
—¡Bah! ¡ bah! no hablemos de eso se voz ahogada, ¿nos despedís? ¿estáis que
ñor Morrel. joso de nosotros?
—Al contrario: ajustemos cuentas; dijo —No, hijos mios, dijo el armador, no,
el armador con triste sonrisa. no estoy descontento de vosotros muy al
–Pues bien; se nos deben tres meses. contrario; tampoco yo os despido; pero
—Cocles, entregad doscientosfrancos á ¿qué quereis? como ya no tengo buques
cada uno de estos escelentes marinos. En tampoco necesito marineros.
otra época, amigos mios, dijo Morrel, os —¡Cómo! no teneis buques, dijo Pe
hubiese ajustado las cuentas, y os hubiese nelon, ¡quéimporta ! mandareis construir
regalado á cada uno doscientosfrancos de otros; esperarémos; felizmente sabemos
gratificacion pero lostiempos son malos, ya lo que es correr de bolina.
amigos mios, y el poco dinero que me —No tengo dinero para hacer construir
queda no me pertenece; dispensadmepues nuevas embarcaciones, Penelon, dijo el
y no por eso me estimeis menos. armador con triste sonrisa. No puedo por
Hizo Penelon un gesto de enterneci consiguiente aceptar vuestra oferta por
miento, juntóse con sus compañeros con afectuosa que sea.
los que tuvo una corta conversacion y —¡Pues bien! si no teneis dinero tam
volvió. poco teneis que pagarnos, harémos como
–¿Y para qué ese dinero, señor Mor el pobre Faraon, corréremos ápalo seco,
rel? dijo pasando su mascada de tabaco yse acabó.
del uno al otro lado de la boca y lanzando —Basta, basta, amigos mios; dijo Mor
una porcion de saliva que fué á reunirse rel sofocado por la emocion; basta, os lo
con la primera; y repitió ¿para qué ese ruego. Ya mejorarán lostiempos. Manuel;
dinero ? añadió el armador, acompañadles ypro
—¿Qué quereis decir? curad que se cumplan mis deseos.
—Ese dinero. –Por lo menos, no nos de pedimossi
—¿Y bien, ese dinero, que? - hasta otro dia, ¿no es asi, señorMor
–¿Qué? señor Morrel; los amara ? dijo Penelon.
dicen que por de pronto tienen bastante -Si, amigos mios; por lo menos asi lo
con cincuenta francos cada uno y que pa espero. Marchad.
ra el resto esperarán. É hizo un signo áCocles para que an
—¡Gracias, amigos mios, gracias! es dára delante: los marinos siguieron al ca
clamó el señor Morrel enternecido; teneis iero, y á aquellos Manuel.
todosun corazon bellísimo; pero tomad, —Ahora, dijo el armadorá su esposa y
tomad; si hallais un buen acomodo no le á su hija; dejadme solo un instante. tengo
dejeispasar, sois libres. que hablar con el señor.
Esta última parte de la frase produjo É indicó con la vista al comisionado
un efecto prodigioso en los dignos mari de la casa Thomson y French que habia
ATLBUMI, 101
mensajeros de felicidad que anuncian al trema cuando vieron al fin de mes que
hombre que la suerte se cansa ya de ce-cubría los compromisos con su ordinaria
barse en él. En el mismo dia contó el su-ecsactitud; mas apesar de eso no renació
ceso á su hija, á su esposa y á Manuel, la confianza en los espíritus, ytodosuná
con lo que renació en aquella familia un nimemente aplazaron para fines del si
rayo de esperanza ya que no de tranquili-guiente mes el balance que debia poner
dad. Pero desgraciadamente tenia pendien-en claro la fatal posicion del infeliz ar
tes otros negocios á mas de los de la casa nador.
Thomson y French que tan noblemente Pasóse todo el mes en enojosas tentati-
se portára con él. Como ya va dicho, en vas por parte de Morrel á fin de reunir
el comercio no hay amigos, sí solo corres-todos sus recursos. En otro tiempo, su pa
ponsales. Despues de mucho reflexionar pel era tomado con confianza á cualquier
sobre ello no pudo atinar en la causa de precio, y aun hasta buscado. Probó Mor
tan generosa conducta por parte de los se- rel de negociar papel á los noventa dias,
ñores Thomson y French para con él; y mas halló cerradas todas las cajas. Feliz
solo se lo esplicaba por esta reflexion, mente debia tenerMorrel algunas entra
egoista átodas luces, que tal vez se hicie-das con las que podia contar; estas se ve
ra dicha casa. «Vale mas sostener á un rificaron y Morrel se vió en el caso de
hombre que nos debe cerca trescientos mil poder cubrir sus compromisos á fin de
francosytener estos trescientos mil fran-julio.
cos al cabo de tres meses que apresurar su Por lo demas, nadie habia vuelto áver
ruina, y cobrar solo el seis ú ocho por en Marsella al comisionado de la casa Thom
ciento del capital. son y French. Al siguiente dia de su visi
Desgraciadamente, ya por odio, ya porta al señor Morrel, habia desaparecido: y
ceguedad, no todos los acreedores de Mor-como no habia tenido en Miarsella mas re
rel se hicieron la misma reflexion, y aunlaciones que con el maire , con el inspec
algunos pensaron en sentido contrario. Las tor de cárceles y con Morrel, su tránsito
letras aceptadaspor Morrel fueron presen-|no dejórastro sino en los distintos recuer
tadas para su cobro con escrupulosorigor, dos de estas tres personas. En cuanto á
y gracias á la dilacion concedida por ellos marineros del Faraon habian sin duda
inglés, fueron pagadas por Cocles á su encontrado colocacion pues que tambien
presentacion. Continuó pues Cocles en su habían desaparecido.
fatídica tranquilidad; pero Morrel viera | El capitan Gaumard, repuesto ya de la
con terror que si hubiese tenido que reem indisposicion que le retuviera en Palma,
bolsar el 15 los cincuenta mil francos al volvió á Marsella. Estaba receloso de pre
señor de Boville y el 30 los treinta y dos sentarse al señor Morrel, mas este supo su
mil quinientos francos en letras por las que llegada, y fué en persona á buscarle. El
asi como para el crédito del inspector de dino armador sabia de antemano, por la
| •
y sintió dos brazos que ceñian su cuerpovantó los ojos buscando para interrogarle
y una boca que besaba su frente. Levantó al hombre que le habia traido el billete,
los ojos y arrojó una esclamacion de gozo mas habia desaparecido. Dirijió por segun
—¡Maximiliano! ¡hermano mio! es da vez los ojos sobre el escrito para leerle
clamó. lde nuevo y entonces observó un post scrip
A este grito, la señora Morrel se preci-|tun que leyó:
pitó y arrojó en los brazos de su hijo. «Es importante que desempeñeis esta
–Madre mia, dijo el jóven mirando al-comision en persona y sola; si venís en
ternativamente á la señora Morrel y á su compañia ú otro sugeto se presenta en
hija, ¿que es lo que hay? ¿que sucede? vuestro lugar, el conserge contestará que
¡vuestra carta me espantóy he venido vo no sabe de que se le habla.»
lando ! Esta posdata fué un poderoso minora
–Julia, dijo la señora Morrel haciendotivo de la alegria de la jóven. ¿No tenia
una señal al jóven; véá decir á tu padre ella nada que temer? ¿no seria esto algun
que Maximiliano acaba de llegar. lazo que le tendian? Ignoraba en su ino
La jóven se lanzó fuera del cuarto, cencia los peligros que podia correr una
al subir el primer escalon se encontró conjóven de su edad. Mas no es necesario co
un hombre que llevaba una carta en la|nocer el peligro para temerlo: hay tam
manO. bien que observar una cosa y es que pre
—¿Seriais tal vezvos la señorita Juliacisamente son los peligros desconocidos los
Morrel? dijo este hombre con un acentoque inspiran mayor terror. Julia estaba
italiano de los mas pronunciados. indecisa; resolvió por fin aconsejarse con
–Si, señor, contestó Julia balbucean-|alguien; mas por un sentimiento original
do;¿que me quereis? ¡ no tengo el honor|no fué á su madre ni á su hermano áquie
de conoceros ! nes acudiópara ello; fué á Manuel.
—Leed esta carta, dijo el hombre dán Bajó pues; contóle lo que la sucedió el
dola un billete. dia en que elcomisionadode la casa Thom
Julia dudó. son y French vino á casa de su padre;es
—Vá en ello la salud de vuestro padre, plicóle la escena de la escalera, repitióle
dijo el mensajero. palabra por palabra la promesa que le hi
La jóven le arrancó de las manos el es ciera y le enseñó la carta.
crito que abrió conviveza, y leyó: -Es preciso ir, señorita, dijo Ma
«Marchad al instante mismo á la calle nuel.
de Meillan, entrad en la casa núm. 15, -¿Ir? murmuróJulia.
pedid al portero la llave del cuarto del —Si; yo os acompañaré.
quinto piso, entrad en aquella habitacion, "—¿Mas no habeis visto que debo ir
tomad un bolsillo de seda encarnada que Sola?
subió con rapidez la escalera puesto que Eljóven leyó y quedó como petrificado
creia hallará su padre en el gabinete; por un momento: Morrel no decía una pa
mas llamó en vano. Estando á la puerta labra ¿que hubiese podido decir mas de lo
de este gabinete oyó abrir la puerta del que decian los números?
cuarto; volvió la cabeza y vióá su padre. –¿Habeis apurado todos los medios,
En vez de subir á su gabinete el señor"padre mio, dijo despues de un instante el
Morrel habia entrado en su cuarto é iba áiven, para hacer frente á esa desgra
salir en aquel entonces. El señor Morrelicia?
198 ALBUM.
—¿Ya sabes que no es por culpa mia? hombre que ha faltado á su palabra, que
dijo Morrel. no ha cumplido con sus compromisos; se
Maximiliano se sonrió. répor fin un quebrado. Si muero, por el
-Sé padremio, que soiselhombremas contrario; acuérdate Maximiliano, que mi
de bien que he conocido. cadáver no es sino el de un hombre des
ALBUM". 19
graciado, Viviendo mis mejores amigos se rás mi testamento en la papelera de mi
alejarán de mi casa,una vez muerto,Mar dormitorio.
sella en peso me acompañará llorando El jóven quedó de pié é inerte, tenia
hasta mipostrer morada. Viviendo te da tan solo la fuerza de la voluntad mas no
rá vergüenza llevar mi nombre; muerto la de accion.
erguirás la cabeza y dirás: «soy el hijo —Escucha Maximiliano, dijo su padre,
de aquel que se mató porque por la pri supon que soy soldado como tú, que re
mera vez de su vida se vióprecisado á fal cibo la órden de asaltar un reducto, y que
tará su palabra.» tu sabes que debo morir en la demanda,
El jóven lanzó un gemido, mas pareció ¿no me dirias lo que no hace una hora
resignado. Era la segunda vez que la con me decias: «id, id padre mio; porque si
viccion entraba sino en su corazon en su no vais quedareis deshonrado y antes la
espíritu por lo menos. muerte que la deshonra?»
—Ahora, dijo Morrel, déjame solo y –“Sí, si; dijo el jóven, sí; y apretando
procura alejar á las mugeres. convulsivamente el brazo de Morrel con
—¿No queréis volver á ver á mi her tinuó; id, padre mio.
mana º Y se lanzó fuera del gabinete.
El jóven abrigaba una postrer é íntima Cuando salió su hijo, Morrel quedópor
esperanza durante toda la conversacion, un instantede pié, fijos los ojos en la puer
por ella hizo esta pregunta. Morrel no ta; alargó luego la mano, cogió el cordon
vió la cabeza negativamente. de la campanilla y tiró de él. Al cabo de
-La he visto ya esta mañana, dijo, y un momento compareció Cocles. No era
me despedí de ella. . ya el mismo hombre; éstos tres dias de
-¿No tenéis nada que encargarme en conviccion le habian anonadado. Esta idea
particular, padre mio? preguntó Maximi «la casa de Morrel va ásuspender sus pa
liano con voz alterada. gos» le encorvaba hácia la tierra mas que
—Sital, hijo mio; una recomendacion no lo hicieran veinte años que pesáran so
Sagrada. bre él. -
SECUNDA PARTE!.
cura; maséraleimposible distinguir lo que cio una maniobra, con cuya ayuda vira
era: temeroso de provocar las burlas de ron en un instante; y desandando luego
los marineros si fuesen casualmente algu el camino que acababan de hacer desapa
nas nubes flotantes en vez de tierra firme, reció el fuego que se ocultó en un recodo
guardó silencio: de repente apareció en del terreno. Entonces el piloto, por me- ""
ella un vivo resplandor: la tierra podia pa dio del timon, dió al barquichuelo una
recer una nube mas el fuego noera un me nueva direccion con la que se aproximó
téoro. visiblemente á la isla, de la que estuvo
—¿Qué luz es aquella?preguntóFranz. muy luego distante unos cincuenta pasos.
–Chut, dijo el patron, es una ho Cayetano amainó velas y la embarcacion
guera. «. se mantuvo al pairo.
–¿Pero no deciais que estaba inhabi Todas estas operaciones se ejecutaron
tada ? -
con el mayor silencio y desde que se cam
—Os dije que no tenia poblacion fija; bió la direccion no se pronunció una sola
pero os añadíque es unpunto de arribada palabra á bordo. Cayetano al proponer la
para los contrabandistas. espedicion habia cargado con la respon
–¿Y para los piratas? sabilidad de sus resultas. Los otros tres
—Ypara lospiratas, continuóCayeta marineros no separaron un momento de
no repitiendo las palabras de Franz, por él la vista preparando los palos de virar,
esta razon he dado dirden de ir mas allá, y prontos evidentemente á huir á fuerza
al lado opuesto, pues que ese fuego ahi de remo, cosa no muy dificil gracias á la
donde le veis está á nuestras espaldas. obscuridad. En cuanto á Franz, requirió
–Pero ese fuego, continuó Franz, mas sus armas con aquella sangre fria que ya
me parece un motivo de seguridad que de le conocemos: llevaba consigo una esco
inquietud; si fuesen gentes que temiesen peta de dos cañones y una carabina, que
ser vistas no irian á encender fuego. cargó, asegurándose de los cebos y es
–¡Oh! lo que es eso no quiere decir peró.
nada, dijo Cayetano; sipudieseis juzgar, Durante este tiempo el patron se habia
en medio de la oscuridad que reina, de la despojado de su camisola y de su camisa,
posicion de la isla, veriais que en la situa atándose el pantalon á los riñones, y co
cion en que está ese fuego no puede ser mo ya iba descalzo, notuvo que quitarse
avistado ni de la isla de Córcega ni de la los zapatos ni las medias. Constituido en
Pianosa, tan solo se ve desde plena mar. este nuevo traje, llevó un dedo sobre sus
—¿Con quétemeis que ese fuego nos labios comoindicando guardasen el mayor
indique mala compañia? silencio, y deslizándose al mar, nadó há
—Esto es de lo que convendrá cercio cia la playa con tanta precaucion que era
rarse, repuso Cayetano, fijos sus ojos imposible oir el menor ruido. Tan solo po
constantemente en aquella estrella terres dia seguirse su ruta por el surco plateado
tre. que promovia con sus movimientos. Mas
–¿Y como podremos hacerlo? luego hasta ese surco desapareci : era evi
–Vais á verlo. dente que Cayetano habia tomado tierra.
A estas palabras Cayetano conferenció Todos los que quedaron en el bar{ui
con sus compañeros, y al cabo de cinco chuelo permanecieron inmóviles durante
minutos de discusion ejecutaron en silen media hora, la cual trascurrida vieron
ALBUM, 207
aparecer en la orilla y acercarse á la conocemospor medio de ciertas señales.
embarcacion el mismo surco luminoso. —¿Y os parecequepodemos desembar
Conpocas braceadas Cayetano ganó la em cará nuestra vez sin ningun temor?
barcacion. -¡Ninguno absolutamente! los contra
" –¿Qué hay? dijeron á una Franz y los bandistas no son salteadores.
tres marineros. —Pero esos dos bandidos corsos... repu
–¡Qué hay! son contrabandistas es so Franz, calculando de antemano todos
pañoles, tan solo hay con ellos dos ban los peligrosposibles.
didos corsos. —¡Por Dios! dijo Cayetano, no es cul
–¿Y qué relaciones pueden mediar en pa suya si son bandidos, quien la tiene es
tre dos bandidos corsos y los contraban la autoridad. -
-¿En este caso os hallais en pais cono —Como mejor os parezca, querido;
cido con los que ahora se encuentran en la sois sábio como Nestor y prudente cual
isla de Monte-Christo? Ulises. No solo os lo permito si que os in
vito á ello.
—Muy cierto que sí: nosotreslos mari –Corriente. ¡silenciopues! dijo Caye
nos Somos como los fracmasones, nos re tano.
208 ALBUM.
–Caballero, bien venido seais ámica-cubrian la puerta por donde Franz habia
sa, podeis quitaros la venda. entrado, viéndose á través de otra puerta
Como ya se pensará, Franz no se hizo|una segunda habitacion que parecia esplén
repetir dos veces esta invitacion; desanu-|didamente iluminada. El gefe dejó por un
dóse el pañuelo, y se encontró en frente instante á Franz entregado á su sorpresa,
de un hombre de unos treinta y ocho á|devolviéndole al propio tiempo su exámen,
cuarenta años, vestido con un traje griego;|pues no dejaba de mirarle con atencion.
es decir, un casquete encarnado con una| —Caballero, le dijo al fin. os pido mil
larga borla de seda azul, una túnica de veces perdon por las precauciones que se
terciopelo negro bordada de oro, calzones han exiiido de vos para introduciros en mi
de color de sangre muy anchos, polainas casa; pero como la mayor parte del tiem
del mismo color bordadas de oro como la|po está desierta esta isla, si el secreto de
túnica, ybabuchas amarillas,un magnífico esta morada fuese conocido, sin duda la
chal de cachemira le ceñia la cintura, pen hallara al volver en muy mal estado, lo
diendo de este chal una pequeña daga cual me seria muy desagradable, no por
aguda y algo encorvada. Aunque de una lla pérdida que esto me causaria sino por
palidéz lívida este hombre tenia una fiso que ya no tendria la certeza de poder,
nomia notablementehermosa;sus ojos eran cuando quiero, separarme del resto de la
vivos y penetrantes; su nariz recta y casi tierra. Ahora voy áprocurar haceros ol
al nivel de la frente, indicaba el tipo grie vidar este pequeño disgusto, ofreciéndoos
go en toda su pureza, y sus dientes blan lo que seguramente no esperariais hallar,
cos como perlas resaltaban admirablemen es decir una cena bastante regular y buena
te bajo el bigote negro que los cubria. Es C) Ill.
ta palidéz era estraña, parecia la de un —Afé mia, mi querido huésped, res
hombre encerrado largo tiempo en una pondió Franz, que no se os debe escusar
tumba y que aun no habia podido recobrar por eso. Siempre he visto que se vendaba
el color de los vivos. Sin ser de gran esta los ojos á laspersonas que penetraban en
tura, era muy bien formado; y como to los palacios encantados; ved sino á Raoul
dos los hombres del Mediodia, tenia las en los Hugonotes, y verdaderamente no
manos y los pies pequeños. Pero lo que tengo porque quejarme, pues lo que me
mas asombró á Franz, que habia creido mostrais es digno de las maravillas de las
ser un sueño lo que decia Cayetano, fué la Mil y una noches.
suntuosidad del mueblaje. —Pues yo os diré como Lúculo: si hu
Toda la habitacion estaba forrada de una biese sabido que tendria el honor de vues
tela turca de color carmesí, y bordada de tra visita me hubiera preparado para ella.
grandes flores de oro: en un lado habia Pero en fin , tal como es mi hermita, la
una especie de divan, sobre el cual estaba pongo á vuestra disposicion, y os ofrezco
colocado un trofeo de armas árabes ador. mi frugal cena con toda cordialidad. Ali
nado con resplandecientes piedras precio ¿podeis ya servirnos?
sas; del techo colgaba una lámpara de cris Casi en el mismo instante la trampa se
tal de Venecia de una forma y de un co levantóy un negro de la Nubia, de color
lor encantadores, y los pies reposaban en de ébano, vestido de una sencilla túnica
una alfombra de Turquía en la que los pies blanca hizo señas á su amo de que podia
se sumerjian hasta el tobillo, unastrampas pasar al comedor.
ALBCM 213
—Ahora, dijo el desconocido á Franz, de un faisán asado y rodeado de mirlos de
no sé si sois de mi opinion, pero me pare ||Córcega, un jamon de jabalí con gelatina,
ce que no hay nada mas desagradable quejl un cuarto de cabra á la tastara , un mag
tener una conferencia de dos ó tres horas sin nífico rodaballo, y una descomunal langos
saber con que nombre llamarse. En cuan ta. Los intermedios de los grandes platos
to á mi , que respeto demasiado las leyes se veian ocupados por otros de pequeños
de la hospitalidad para preguntaros el vues que componían los estremeses. Las fuen
tro, os ruego solamente que me designeis tes eran de plata , los platos de porcelana
un nombre cualquiera, por mediodelcual del Japon. Franz se frotó los ojos para
pueda dirigiros la palabra. Respecto ámí, asegurarse de que no soñaba. Alí era el
os dire que acostumbran llamarme Simbad| único admitido al servicio de la mesa que
«! marino. desempeñaba á las mil maravillas.
Y yo, replicó Franz, os diré que como —Si, replicó Simbad, haciendo los ho
no me falta para estar en la situacion de nores á su cena con desembarazo; si, este
Aladino, mas que la lámpara maravillosa, |es un pobre diablo que me profesa mucho
no veo ningun inconveniente en que por afecto ; se acuerda de que le he salvado la
ahora me llameis Aladino. Esto no mesa vida, y como segun parece iba á perderla
cará del Oriente á donde creo haber sido cabeza, me ha guardado algun reconoci-
trasportado por medio del poder de algunllmiento por habérsela conservado.
buen genio Aunque no entendiese el francés, Alí
— I Y bien ! señor Aladino , esclamó el conoció por las miradas de ¡ Simbad que
estraño anfitrion , ya habeis oido que po hablaba de él; asi pues se acercó á la me
diamos ser servidos ¿no es asi? dignaos| sa, tomó una mano de su bienhechor y la
pues, tomaros la molestia de pasar al co besó.
medor; vuestro humilde servidor os pre —¿ Y seria indiscrecion , señor Simbad,
cede para mostraros el camino. dijo Franz, el preguntar en que circuns
Y en efecto, á estas palabras, levantando tancia habeis hecho esa buena accion?
la trampa , Simbad echó á andar delante| ¡Oh, Dios mio! bien sencillo es, re
de, Franz. plicó Simbad; segun parece este truan ha
Este marchaba de encanto' en encanto bia rondado el serrallo del bey de Tunez
la mesa estaba espléndidamente servida mas cerca de lo que convenia á un tunan
Una vez convencido de este punto impor te de su color, de suerte que fué condena
tante, dirijió los ojos á su alrededor. El do por el bey á que.se le cortase la lengua,
comedor era menos espléndido que la sala una mano y la cabeza: la lengua el primer
que acababa de abandonar; todo él era de dia, la mano el segundo y el tercero la ca
mármol, con bajos relieves antiguos de beza. Yo siempre habia deseado con ansia
gran valor, y en los cuatro ángulos de la tener á mi servicio un mudo; esperé á que
habitacion, otras tantas magníficasestátuas tuviese la lengua cortada, y fui á proponer
ostentaban sobre sus cabezas otros tantos al bey que me le diese en cambio de un
canastos que contenian, en forma de pira magnífico fusil de dos cañones que el dia
mide, frutas diversas: ananas de Sicilia, ¡¡anterior me pareció escitaba en su alteza
granadas de Málaga , naranjas de las islas los deseos de poseerle. Vaciló un instante,
Baieares, abridores de Francia y dátiles de! .tanta era su gana de acabar con el pobre
Tunez. En cuanto á la cena se componiaüdiablo; pero añadi al fusil un cuchillo de
54
214 ALBUM.
caza inglés, con el cual habia hecho peda-ticia; justicia baja y alta, sin prórroga nl
zos el yatagan de su alteza, mediante lo apelacion, que condena ó que absuelve,
que se decidió á concederle el perdon de y con la cual nadie tiene que ver nada.
la mano y de la cabeza, bajo la condicion ¡Ah! si hubieseis disfrutado de mi vida
de que no volveria á poner los pies en Tu no apeteceriais otra ni volveríais al mun
nez. La recomendacion era inútil, pues en do, á menos que, como yo, tuvieseis que
cuanto apercibe las costas de Africa se re realizar algun proyecto!
fugia en la sentina y no vuelve á parecer —¡Una venganza! por ejemplo, repli
hasta que se ha perdido de vista la tercera có Franz.
parte del mundo. El desconocido fijó en el jóven una de
Franzpermaneció un momento mudo y esas miradas que penetran hastan lo mas
reflexivo, no sabiendo que pensar de la profundo del corazon y del pensamiento.
bondad cruel con que Simbad acababa de –¿Y por quéuna venganza? preguntó.
hacerle aquel relato. –Porque, continuó Franz, me pareceis
–¿Y asi como el marino, cuyo nom un hombre que, perseguido por la socie
bre habeis tomado, dijo cambiando de dad, tiene que arreglar con ella alguna
conversacion,pasais vuestravidaviajando? cuenta terrible.
–Si; es un voto que hice en un tiempo —¡Y bien! esclamó Simbad riendo y
en que no creia poderlo cumplir,dijo son mostrando sus dientes blancos y agudos,
riendo el desconocido; he hecho algunos no lo creais; tal como me veis, soy una
votos mas como éste, los cuales espero que especie de filántropo, y algun dia tal vez
se cumplirán á su vez. vaya á Paris para reunirme con Mr. Ap
Aunque Simbad pronunció estas pala pert y con el hombre de la pequeña capa
bras con la mayor sangre fria, sus ojos azul.
Janzaron una mirada de estraña ferocidad. —¿Y será probablemente la primera
—¿Habéis sufrido mucho, caballero? vez que haceis ese viaje?
preguntó Franz. - —¡Oh! si; tengo aire de ser poco cu
Simbad se estremeció y le miró fija rioso, ¿eh?pero os aseguro que no es cul
mente. pa mia si he tardado tanto;un dia ú otro
–¿En qué lo conoceis? preguntó. será. -
alguno que otro plato de los que le había sin límite de la fantasía. ¿Sois ambicioso?
ofrecido en su espléndido festin, y al que corréis tras las grandezas de la tierra?
el inesperado convidado habia hecho tan quitada de nuevo y en una hora seréis
bien los honores. rey; no rey de un pequeño estado oculto
Al concluir, Alí trajo los postres, ó mas"en un rinconde Europa, como la Francia.
bien tomó las canastas de las cabezas de la España ó la Inglaterra; sino rey de
las estátuas y las puso sobre la mesa, co-mundo, rey del universo, rey de la crea
locando entre dos de ellas una copa de oro cion.Vuestro trono estará erigido sobre la
cubierta con unatapaderadel mismo metal montaña donde Satanás llevó áJesus; y
El respeto con que habia traido Alí esta sin tener necesidad de rendirle homenage,
copa picó la curiosidad de Franz Levantó sin veros obligado á besarle las garras, se
la tapadera y vió una especie de pasta de réis el soberano dueño de todos los reinos
colorverde que le era del todo desconoci-de la tierra. ¿No os tienta lo que os ofrez
da; volvióá colocar la tapadera, quedan co? decid: y ved que es cosa lhien fácil
do tan ignorante de lo que contenia des puesto que no hay que hacer mas que es
pues de haberla tapado como antes de des to: mirad.
cubrirla; y mirando á su huésped le vió Al acabar estaspalabras, descubrió á su
Sonreirse de su admiracion. vez la pequeña copa de oro que contenia
—No podeis adivinar, le dijo éste, que la sustancia tan alabada; tomó con una
clase de comestible encierra esa copa, y cucharita de caféun poco del confite má
esto os fatiga ¿no es así? gico, le llevó á su boca y le saboreó len
-Lo confieso. tamente, con los ojos medio cerrados y la
-Pues bien, esa especie de confite ver cabeza inclinada hácia atrás. Franz le de
de no es sino la ambrosia que Hebe servia jó todo el tiempo necesario para saborear
en la mesa de Júpiter. aquel manjar favorito; cuando le vió al
-Pero esa ambrosia, dijo Franz, habrá gun tanto repuesto esclamó:
sin duda, al pasar por la mano de los hom —En fin ¿qué manjar es ese tan pre
bres, perdido su nombre celestial para to cioso?
mar un nombre humano. En fin, ¿cómo –¿Habeis oido hablar del viejo de la
se llama ese ingrediente hácia el cual, por montaña, le preguntó su huésped, elmis
otraparte no siento gran simpatía? mo que quiso asesinar á Felipe Augusto?
—Hé ahíjustamente lo que revela nues. –Sin duda.
tro orígen material, esclamó Simbad; á –Pues bien; ya sabeis que reinaba en
Veces pasamos al lado de la felicidad sin un rico valle al que domina la montaña
Verla, sin mirarla, ó si la hemos visto y cuyo nombre pintoresco habia tomado.
mirado, sin conocerla. ¿Sois un hombre En ese vallehabia magníficos jardinesplan
positivo y el oro es vuestro Dios? quitad tadospor Hasseu-beu-Sabah, y en el cen
esa pasta, y láminas del Perú, de Guzca tro de esos jardines pabellones aislados. En
ratey de Golconde se presentarán á vues aquellospabellones hacia entrar á sus ele
tros ojos. ¿Sois poeta? quitadla de nuevo, jidos y halli les hacia comer, segun dice
y desaparecerán las barreras de lo posi Marco Polo, cierta hierba que los tras
ble; los campos de lo infinito se abrirán portaba al Paraiso en medio de plantas
ante vcs; os paseareis con corazon libre y siempre floridas, de frutos siempre ma
con ilbertad de espíritu, por los campos duros,de mugeres siempre vírgenes.Aho
216 ALBUM.
ruido pudiese atravesar la distancia que se cabritillos. Pero las cabras, aunque salva
paraba elyacht de la costa. jes y lijeras como gamuzas,seasemejaban
–¿Tiene algo que mandar S. E.? dijo mucho á nuestras cabras domésticas, y
Cayetano. Franz no las consideraba como caza.
—En primer lugar que encendais una Ademas ideas distintamente poderosas
antorcha. preocupaban su imaginacion. Desdela vís
–¡Ah! si, comprendo, replicó el pa pera era ver laderamente el héroe de un
tron, para buscar la entrada de esepalacio cuento de las Mil y una noches, y casi in
encantado.Perfectamente, voyá encender sensiblemente se dirigia hácia la gruta.
la antorcha. Pero tambien yo hetenido la Entonces, á pesar de la inutilidad de su
misma idea que vosy hecho variastenta primera pesquisa, volvió á empezar la se
tivas,pero al fin he renunciado á mi in gunda, despues de haber dicho á Cayeta
tento. Giovanni, añadió, enciende una an no que mandase asar uno de los dos cabri
torcha y entrégala áS. E. tillos. La segunda visita duró bastante
Giovanni obedeció. tiempo, el suficiente para que el cabritillo
Franz tomó la antorcha y entró en el al volver estuviese asado, y preparado el
subterráneo seguido de Cayetano. almuerzo.
Reconoció el lugar donde se habia des Franz se sentó en el mismo lugar donde
pertado por la cama de yerba; dió una la vispera habian venido á invitarle á ce
y.
vuelta con la antorcha en la mano por la nar de parte del huésped misterioso, y aun
superficie esterior de la gruta, nada vió, apercibia al pequeño yacht que seguia
á, no ser ligeras trazas de humo, lo cual avanzando hácia la Córcega.
probaba que otros antes que él habian in —Me habeis anunciado, dijo áCayeta
tentado inútilmente la misma investigacion. no, que el señor Simbad hacia. vela para
Sin embargo, no dejó sin examinar la me Málaga. pero me parece que lleva rumbo
nor rendija de aquella muralla degranito. directo á Porto-Vecchio.
Por todas introdujo la hoja de su cuchillo. —¿No os acordais, replicó el patron,
Se apoyaba sobre cualquier punto saliente de que entre las personas de su tripula -
que veia con la esperanza de que cederia, cion, os he dicho que habia dos bandidos
pero todo fué inútil, y perdiósin resultado corsos?
dos horas en esta pesquisa. Alcabodeeste —¡Es verdad! y va á dejarlos en la cos
tiempo renunció á ella. Cayetano triunfó. ta, esclamó Franz.
Cuando Franzvolvió á laplaya, elyacht —Justamente. ¡Ah! es un individuo ,
no aparecía mas que como un punto blan esclamó Cayetano, que no teme ni á Dios
co en el horizonte; recurrió á su anteojo, ni al diablo, segun dicen, y que andaria
pero aun con su ausilio era imposible dis cincuenta leguas para hacer un servicio á
tinguir nada. Cayetano le recordó queha un pobre hombre. -
bia venido para cazar cabras, lo cual ha –¿Pero ese género de servicio podria
bia olvidado completamente. Tomó su fu malquistarle con las autoridades del pais
sil, y se puso áre orrer la isla con elade donde ejerce esa clase de filantropía? es
man de un hombre que cumple con un clamó Franz.
deber unas bien que con el de quien se en —¡Ah! dijo Cayetano riendo: ¿que le
trega á una diversion, y al cabo de un cuar importan á él las autoridades? Se burla de
to de hora habia matado una cabra y dos ellas, y cuando procuran perseguirle, no
ALBUM. 221
es ya su yacht un buque velero, esunpá-iirumor sordo y febril que precede á los
jaro, y ademas no tiene mas que tomarlgrandes sucesos. Ahora, pues, en Roma
tierra en la costa, pues por todas partes en hay cuatro grandes acontecimientos al año;
cuentra amigos. el Carnaval, la Semana Santa, el dia del
Lo único que se podia deducir de esto Corpus y el de San Pedro. Todo el resto
es que el señor Simbad , el huésped de del aiio la ciudad vuelve á caer en esa
Franz , tenia el honor de estar en relacio triste apatía, estado intermedio entre la
nes con todas las costas del Mediterráneo, vida y la muerte , que la hace semejante
lo cual no dejaba de procurarle una posi á una especie de estacion entre este mun
cion bastante rara. En cuanto á Franz, do y el otro ; estacion sublime , reposo
nada le detenia ya en Monte- Cristo; ha lleno de poesía y de carácter que Franz
bía perdido toda esperanza de encontrar' habia observado cinco ó seis veces , y que
el secreto de la gruta ; apresuróse , pues , cada vez habia encontrado maravilloso y
á almorzar, ordenando á los marineros que; mas fantástico aun. En fin, atravesó aque^
dispusiesen la barca para cuando conclu lia turba siempre creciente y siempre agi
yera. Media hora despues estaba á bordo. tada, y llegó, á la fonda. A su primer pre
Arrojó la última mirada sobre el yacht , gunta, le respondieron, con esa imper-
el cual estaba á punto de desaparecer en tinencia particular á los cocheros de al-
€l golfo de Porto-VeCchio. Dió la señal qm'ler desocupados y á los posaderos, que
<ie partir. En el momento en que la barca en la fonda de Londres no habia ni si
se ponía en movimiento , el yacht desapa-| quiera una habitacion para él. Entonces
recio; con él se borraba la última realidad, |envió su targeta á maese Pastrini y pre
de la noche precedente; asi, pues, la ce guntó por Alberto de Morcerf. El medio
na, Simbad, hatchis y estátuas, todo empe fué escelente y maese Pastrini corrió en
zaba á confundirse para Franz en el mis persona , escusándose de haber hecho es
mo sueño. La barca caminó todo el dia y perar á S. E. , regañando á sus criados,
toda la noche, y al dia siguiente cuando tomando la bujía de la mano del cicerone
«alió el sol, la isla de Monte-Christo de que se habia apoderado ya del viajero , y
sapareció á su vez: Asi que Franz hubo preparándose á conducirle al lado de Al
puesto los pies en tierra, olvidó, á lo me berto , cuando este le salió á su encuen
nos momentáneamente, los acontecimien tro.
tos que acababan de pasar para terminar| La habitacion indicada se componía de
sus asuntos de placer y de política en Flo dos pequeñas piezas y de un gabinete. Es
rencia, y no ocuparse mas que de reunir tas daban á la calle, circunstancia que maese
se con su compañero que le esperaba en Pastrini hizo valer añadiendo que tenia
Roma. Partió, pues, y el sábado por la aquella pieza un mérito inapreciable. El
noche llegó la plaza de la Aduana en la resto de aquel piso estaba alquilado á un
sil! a correo. personaje muy rico, que creian siciliano ó
La habitacion estaba guardada , como maltés; pero el posadero no pudo decir
de cierto á cual de laS dos naciones perte
ya sabemos de antemano; no habia mas necía el tal viagero.- •.. , ,..-.... «; ,
que dirijirse á la fonda de maese Pastrini, Está bien, maese Pastrini, dijoFranz,
lo cual no era muy fácil, pues una multi pero necesitariamos por el pcontp upa ce
tud inmensa de gente poblaba ya las ca na cualquiera para esta noche, y un car-
lles, y Roma se hallaba poseida de esei ruage para mañana y d¡as siguientes.
56
"*" vs. ,
222 ALBUM,
—Amigomio, dijo Morcerf, gocemos del —Mas sin embargo, escelencia, dijo
presente, y no pensemos tan tristemente maese Pastrini procurando rebelarse.
del porvenir." —Andad, andad, mi querido huésped,
-¡A lo menos,preguntó Franz, ten dijo Franz, óvoy yo mismo à ajustar el
dremos una ventana! carruaje con vuestro afflistore, queestam
–¿Donde? bien el mio; es un antiguo amigo que me
—En la calle del Cours. ha robado bastante dinero en su vida, y
-¡Oh! ¡una ventana ! esclamó maese que con la esperanza de robarme mas pa
Pastrini, imposible de toda imposibilidad 3. sará por un precio menor que el que os
una solamente quedaba en el quinto piso ofrezco; de este modo perdereisla diferen
del palacio Doria, y ha sido alquilada á un cia,yvos tendreis la culpa.
príncipe ruso porveinte zequies al dia. —¡Oh! no os tomeis esa molestia, es
Los dos jóvenes se miraron con aire es celencia, dijo maese Pastrini con lasonrisa
tupefacto. del especulador italiano que se confiesa
—Y bien, querido, dijo Franz áAlber vencido, cumplirévuestro encargo lo me
to; lo mejor que podemos hacer es irnosá jor que me sea posible y espero que que
pasar el Carnaval en Venecia; al menos dareis contento.
alli, si no encontramos carruje, encontra —A las mil maravillas, eso sellama ha
remosgóndolas. -
blar con juicio.
—¡Oh! no, esclamó Alberto; estoy —¿Cuando quereis el carruaje?
decidido áver el carnaval en Roma, y lo —entro de una hora.
veré aun que sea sobre unos zancos. Pues dentro de una hora estará á la
–Calle, esclamó Franz, es una idea puerta.
triunfante, sobre todo para acabar con los En efecto, una hora despues el carrua
suvecolett; nos disfrazaremos de polichi je esperaba á los dos jóvenes; era un mo
nelas, vampiros ó de landeres, y tendre desto fiacre que atendida la solemnidad de
mos un éxito magnífico. la circunstancia , habian elevado al rango
-¿Desean aun SS. EE. tener un car de gran carruaje. Pero á pesar de la me
ruaje para el domingo? diana apariencia que tuviese, los dos jóve
—¡Pues que ! ¿creeis que vamos áre nes se hubieran dado por muy felices con
correr las calles de Roma á pié como si teneruna covacha semejante para los tres
fueramos pasantes de escribano? últimos dias.
—¡Bien voy á apresurarme á ejecutar —Escelencia, gritó el cicerone al ver á
las órdenes de SS.EE., dijo maese Pastri Franz asomarseá laventana,¿se acerca la
ni;pero les prevengo que el carruaje les carroza al palacio?
cuesta seis piastras al dia. Por acostnmbrado que estuviese Franz
—Y yo, querido maese Pastrini, dijo al énfasis italiano, su primer movimiento
· l
Fran, yo que no soy vuestro vecino el mi fué mirar á su alrededor; pero en efecto,
llonario, os prevengo que atendido á que á él era á quien se dirigian aquellas pala
es la cuarta vez que vengo á Roma, conoz-bras. Franz era la escelencia, la carroza
co el precio de los carruajes, tanto los do era el fiacre, y el palacio era la fonda de
mingos y dias de fiesta como los que nolo Lóndres. Todo el genio laudatorio de la
son, os daremos doce piastras por hoy, ma nacion estaba encerrado en aquella frase.
ña y pasado, y aun sacaréis muy buen pro
ducto, FranzyAlberto bajaron, la carroza se
221 ALBUMI.
—A causa del famoso Luis Vampa. bandido con la órden que Yº he dado á
–Primeramente , mi querido huéspedmi cochero de salir por la puerta del Pó
¿quien es el famoso Luis vampa? prepolo y de entrar por la puerta de San Gio
guntó pero os Puede
Roma,Alberto. ser que
prevengo muyenfamoso
Parisenlvanni
es —Hay, respondió maese Patrini, que "
enteramente desconocido. " " por la una podréis salir, pero dudo que
¡Cómo no le conoceis? entreis por la otra. " ".
*.."
al — Atención,unFranz,
fin hallamos esclamó
bandido palabraConde,
Alberto; _Señor
osprevengº» de honordijoesclamó
maese Alberto
Pastrini
querido huésped, que no voyá creer una siempre picado por la duda que tenia Al
labra de lo que me digais. Sabido esto, berto de suveracidad, lo que digo no va
cuanto querais, estoy pronto áes- dirigido ávos, sino á vuestro compañero
cucharos—«Habia una vez.- aya, de viaje, que conoce á Roma y que sabe
vaya, no proseguís?. que sobre ese punto no hay que chan
1.
queMaese Pastrini
le parecia se volvió
mucho hácia que
mas juicioso
. . .
Francearse
. .»
su —oye, querido, dijo Alberto dirigién
.
_
-
* .
compañero, y le dijo gravemente. "*"|dose áFranz, hé aquíuna aventura ad
*
ganizar alguna tropa y quien seguia las velo con su adorno, traje pintoresco de
huellas de Decaesaris y de Gasparone álas paisanas romanas, y ocultaba su ros
quienes pronto esperaba sºbrepujar. Mu-|tro á las lujuriosas miradas de los bandi
chos jóvenes de Palestrina, de Frascati y|dos. Alli se lo contó todo: sus amores con
de Pampinara desaparecieron; al princi-|la prisionera, sus juramentos defidelidad,
pio sus amigosy allegadosse inquietaron y como cada noche desde que estaban en
por su suerte, mas pronto supieron que aquellos alrededores, se citaban á unas
habia ido á reunirse con la banda de Cu-|ruinas. Aquella noche justamente Cucu
cumetto. Al cabo de algun tiempo Cucu-|metto envió á Carlini á un pueblo vecino,
metto llegó á ser el objeto de la atencion|y no pudo acudirá la cita:pero Cucunet
general. Citaron de este gefe rasgos llenos|to se habia hallado alli por casualidad se
de una audacia y de una brutalidad es|gun decia y entonces robó á la jóven.
traordinarias. Carlini suplicó á su gefe que hiciese una
Un dia robó á una jóven: era la hija|escepcion en favor suyo y que respetase á
del agrimensor de Frosinone. Las leyes|Rita, diciéndole que su padre era rico y
de los bandidos son positivas: una jóven|que pagaria un buen rescate. Cucumetto
pertenece al que la roba, despues á cada|pareció rendirse á las súplicas de su ami
uno por suerte, y la desgraciada sirve go y le encargó que buscase un pastor á
para los placeres de toda la compañía has quien pudiese enviará casa del padre de
ta que la abandonan ó muere. Cuando los Rita, á Frosinone. Entonces Carlini se
parientes son bastante ricos para resca acercó gozoso á la jóven, la dijo que esta
tarla, envian un mensagero que trata del ba salvada, y la invitó á que escribiese á
rescate; la cabeza del prisionero responde su padre una carta en la cual le contase
de la seguridad del emisario. Si las con todo lo que habia pasado, y le anunciase
diciones del rescate son rehusadas, elpri que su rescate estaba fijado en trescientas
sionero es condenado irrevocablemente. piastras. Concedian al padre por todo tér
Esta jóven tenia á su amante en la parti mino, doce horas, es decir hasta el dia si
da de Cucuinetto; se llamaba Carlini. Al guiente á las nueve de la mañana.
reconocer al jóven, se creyó salvada y le Escrita la carta, Carlini se apoderó de
tendió los brazos; pero el pobre Carlinial ella al punto, y corrió á la llanura para
verla sintió despedazarse su corazon, por buscar un mensagero. Encontró á un jó
que aun ignoraba la suerte queestaríades ven pastor que guardaba un rebaño. Los
tinada á su querida. mensageros naturales de los bandidos son
Sin embargo, como era el favorito de los pastores que viven entre la ciudad y la
Cucumetto, como habia compartido con montaña, entre la vida salvaje y la vida
él sus peligros hacia mas de tres años, civilizada. Eljóven pastorpartió inmedia
como le habia salvado la vida matando de tamente, pronetiendo estar en Frosinone
un pistoletazo á un carabinero que tenia antes de una hora. Carlini volvió lleno de
ya el sable levantado sobre su cabeza, gozo para reunirsecon su querida yanun
esperó que Cucumetto se apiadaría de él. ciarla aquella buena noticia.
Llamó, pues, al gefe aparte, mientras|| Encontró átoda la compañía en la pla
que lajóven, apoyada contra el tronco de zuela donde cenaba alegremente laspro
un gran pino que se elevaba en medio de visiones que los bandidos exigian de los
una plazuela del bosque, habia hecho un paisanos como un tributo,tan solo en me
ALBUM., 231
dio de aquellos alegres compañeros, buscó| —¿Y por qué se había de hacer una
en vano á Cucumetto,y á Rita. Pregunta escepcion en su favor ?
donde estaban; los bandidos respondieron –Creí que mis súplicas...
con una gran carcajada. Un sudor frio —¿Y por qué has de ser tu mas que
inundó la frente de Carlini, y sintió una los demas?
angustia mortal.ifenovó su pregunta; uno —Es justo.
de los bandidos lienó un vaso de vino de — ero tranquilízate, prosiguió Cucu
Orbietto y se lo presentó, diciendo: metto riendo, un poco antes ó un poco
–¡A la salud del valiente Cucumetto y despues, ya llegará tu turno. "
de la hermosa Rita ! Los dientes de Carlini chocaban convul
En este momento Carlini creyó oir un sivamente.
grito de muger, todo lo adivinó; tomó el —Va nos, dijo Cucunetto dando un pa
vaso, le hizo pedazos contra el rostro del so hácia los bandidos, ¿vienes?
que se lo presentaba, y se lanzó en direc —Ya os sigo...
cion del grito. Al cabo de cien pasos, á la Cucumetto se alejó sin perder de vista
vuelta de un matorral, vió á Rita desma á Carlini, porque tal vez temia que le hi
yada en los brazos de Cucumetto. Al ver á riese por detrás; pero nada anunciaba en
Carlini, Cucumetto se levantó con una pis el bandido una intencion hostil. En pié,
tola en cada mano. Los dos handidos se con los brazos cruzados, estaba al lado de
miraron durante un momento, el uno con Rita que seguia desmayada. Cucumetto
la sonrisa de la lujuria en los labios, el creyó por un instante que el jóven iba á
otro con la palidez de la muerte en la tomarla en sus brazos y huir con ella;
frente. Hubiérase creido que iba á pasar pero poco le importaba, habia conseguido
alguna escena terrible entre aquellos dos lo que deseaba; y en cuanto al dinero,
hombres, pero poco á poco las facciones trescientas piastras repartidas entre los
de Carlini se aplacaron; su mano, que ha compañeros hacian una suma tan pobre
hia llevado á una de las pistolas de su cintu que le importaba poco el que se las diesen
ron,permaneció inmóvil; Rita estaba ten ó no. Continuó pues su camino hácia la
dida entre los dos. La luna iluminaba esta plazuela; pero con gran asombro suyo
SCena. -
nombre de Diavolaccio. Era el mismo que ciontenia un aspecto tan estraño y tan so ·
habia propuesto á Carlini un brindis á la lemne, que todos se levantaron escepto
salud del gefe, y á quien Carlini contestó Carlini, que se quedó sentado y continuó
haciendo pedazos el vaso contra su rostro. comiendo y bèbiendo como si nada pasase
Una estensa herida, que cogía de la sien á su alrededor. Diavolaccio continuó avan
hasta la boca, daba sangre en abundancia: zando en medio del mas profundo silencio
Diavolaccio, al verse así favorecido por la y depositó Rita á los pies del capitan.
fortuna arrojó una carcajada. Entonces todos pudieron conocer la cau
—Capitan, dijo, hace poco que Carlini sa de la suma palidez de la jóven y del
no quiso beberá vuestra salud, proponed bandido. Rita tenia un cuchillo clavado
le que beba á la mia: tal vez tenga para hasta el puño en el corazon.
convos mas condescendencia que para con Todas las miradas se fijaron en Carlini:
migo. la vaina estaba vacia en su cinturon.
Todos esperaban una esplosion de parte —¡Ah! ¡ah! dijo el gefe, ahora com
de Carlini, pero, con gran asombro de to prendo porque se quedó atras Carlini.
dos, tomó un vaso con una mano, con la Toda naturaleza salvaje aprecia una
otra una botella y llenando el vaso dijo accion sublime. Aunque ninguno de los
con voz perfectamente tranquila. bandidos hubiese hecho lo que Carlini, to
—A tu salud, Diavolaccio, y bebió el dos apreciaron el valor de aquella accion.
contenido del vaso sin que su mano tem —Y ahora, dijo Carlini levantándose á
blase y sentándose en seguida junto á la su vez con la mano apoyada en el gatillo
hoguera continuó: mi parte de la cena: de una de sus pistólas, ¿hay alguno que
la caminata que acabo de hacer me ha me dispute esta muger?
abierto el apetito. —No, dijo el gefe, te pertenece.
–¡Viva Carlini! esclamaron los ban Entonces Carlini la tomó en sus brazos
didos. y la condujo fuera del círculo de la luz
—Enhorabuena; eso se llama tomar las que proyectaba la llama de la hoguera.
cosas como buenos compañeros. Cucumetto distribuyó los centinelas co
Y todos formaron un círculo al rededor mo de costumbre, y los bandidos se ten
de la hoguera, mientras que Diavolaccio dieron, envueltos en sus capas, alrededor
se alejaba. de la hoguera.
Carlini comia ybebia como si nada hu A media noche el centinela dió la señal
biese pasado. |
de alarma y en un instante estuvieron de
Los bandidos le miraron con asombro pié el gefe y sus compañeros. Era el pa
sin comprender aquella impasibilidad dre de Rita que venia en persona á traer
cuando oyeron resonar cerca de ellos unas el rescate de su hija.
pisadas lentas y pausadas. Se volvieron y —Toma, dijo áCucumetto, presentán
divisaron á Diavolaccio que conducia· á ...la dole un saco lleno de dinero, aqui tie
jóven en sus brazos: tenia la cabeza incli nes trescientos doblones, devuélveme á mi
nada hácia atrás de modo que sus largos hija.
cabellos tocaban en tierra. A medida que El gefe sin pronunciar una sola palabra
iban entrando en el círculo de la luz pro-|y sin tomar el dinero, le hizo señas de que
yectado por la hoguera, notaban la pali-|le siguiese.
dez de la jóven y del bandido.Esta apari- El anciano obedeció: los dosse alejaron
ALBUM, 233
Y se volvióá reunirse con sus compa —Ahora, dijo el anciano á Carlini, ayú
ñeros. dame á enterrar á mi hija.
El anciano permaneció inmóvil y con Carlini fué á buscar dos azadones, y el
los ojos fijos. Sentía que pesaba sobre su padre y el amante se pusieron á cavar al
cabeza alguna desgracia desconocida, in pié de una encina cuyas espesas ramas
mensa. Al fin dió algunos pasos hácia el debian cubrir la tumba de la jóven. Asi
grupo. Al ruido que hizo para acercarse que estuvo preparada, el padre abrazó el
á él Carlini levantó la cabeza, y las for primero al cadáver, el amante despues,
mas de dos personas comenzáron á apa y en seguida levantándola uno por los pies
recer mas distintas á los ojos del anciano. y el otro por debajo los sobacos, la colo
Vió á una muger tendida en tierra con caron en la hoya. Arrodilláronse luego á
la cabeza apoyada sobre las rodillas de un los dos lados y rezaron las oraciones de
hombre sentado é inclinado hácia ella. Al difuntos: cuando concluyeron cubrieron
levantarse este hombre fué cuando pudo el cadáver con la tierra que habian saca
descubrir el rostro de la muger que apre do hasta que la hoya estuvo llena. Enton
taba contra su corazon. El anciano reco ces presentándole la mano
noció á su hija, y Carlini reconoció al an -Gracias, hijo mio, dijo el anciano á
ciano. Carlini; ahora déjame solo.
–Te esperaba; dijo el bandido al pa. -Pero..... replicó éste.
dre de Rita. -Déjame solo.... te lo mando.
- ¡Miserable ! contestó éste, ¿qué has Carlini obedeció; fué á reunirse consus
hecho? compañeros, se envolvió en su capa, y
Y miraba con terror á Rita, pálida, in pronto pareció tan profundamente dormi
móvil,ensangrentada, con un cuchillo hun do como los demas. El dia anterior se ha
dido en el pecho. Un rayo de luna la ilu bia decidido que iban á mudar de campa
minaba con su blanquecina luz. mento. Una hora antes de amanecer, Cu
—Cucumetto habia violado á tu hija, cumetto dispertó á sus camaradas y se dió
dijo el bandido; y como yo la amaba la la órden de partir, pero Carlini no quiso
he matado, porque despues de él iba á abandonar el bosque sin saber lo que ha
servir de juguete á toda la compañía. bia sido del padre de Rita. Dirijióce hícia
El anciano no pronunció una palabra, el lugar donde le habia dejado... OIl
pero se quedó pálido como un cadáver. contró al anciano ahorcado de una de las
—Ahora, prosiguió Carlini, si he hecho ramas de la encina que daba sombra á la
mal véngala. tumba de su hija. Entónces hizo sobre el
Y arrancó el cuchillo del seno de la jó cadáver del uno y la tumba de la otra el
ven que con una mano presentó al ancia an de vengarlos; mas este jura
-
231 ALEUM,
mento no pudo cumplirse, porque dos dias Asi que estuvo á distancia de poder ser
despues, en un encuentro con los carabi oido, esclamó:
neros romanos, Carlinifué muerto. Mas –Mie persiguen ¿podeis ocultarme?
lo que á todos llenó de asombro fué que Los jóvenes echaron de ver desdeluego
haciendo frente al enemigo hubiese reci que aquel fugitivo debia ser algun bandi
bido la bala por la espalda. El asombro do; pero hay entre el paisano y el bandi
cesó cuando uno de los bandidos hizo no do romano una simpatia desconocida que
tará suscompañeros que Cucumetto esta hace que el primero esté siempre pronto
ba colocado diez pasos detras de Carlini á hacerun servicio al segundo. Vampa,
cuando este cayó. sin pronunciar una palabra corrióá la pie
La madrugada del dia en que partieron dra que tapa la entrada de la gruta, des
del bosque de Frosinone habia seguido á cubrió dicha entrada apartándola, hizo una
Carlini en la oscuridad y escuchado el ju señal al fugitivo para que se refugiase en
ramento que hiciéra, por lo que áfuer de aquel sitio desconocido de todos, volvió
hombre cauto habia tratado de evitar el luego á colocar en su lugar la piedra que
resultado. ocultó la entrada y se sentó al lado de Te
Aun se contaban sobre este terrible ge reSa. *
fe de bandidos otras muchas historias no A pocos momentos aparecieron en el
menos curiosas que esta; de manera que lindar del bosque cuatro carabineros á ca
desde Fondi á Perousse todo el mundo ballo; tres de ellos parecian buscar al fu
temblaba al solo nombre de........ Cucu gitivo, el cuarto conducia por el cuello á
metto. un bandido prisionero. Los tres primeros
Estas historias habian sido con frecuen esploraron el pais con una ojeada, aperci
cia el objeto de las conversaciones de Luis bieron á los dos jóvenes, corrieron al ga
y de Teresa. La jóven temblaba al oirta lope hácia ellos y les preguntaron; nada
les aventuras, pero Vampa la tranquili habian visto.
zaba con una sonrisa dirijiendo una mira —Lo siento, dijo el cabo,porqueel ban
da á su soberbia escopeta que tan certero dido á quien buscamos es el gefe.
tiro tenia, y si esto no bastaba á tranqui –¡Cucumetto !! esclamaron á la vez
lizarla, le mostraba á cien pasos al cuervo Luis yTeresa.
sobre alguna rama, le apuntaba, salia el —Si, contestó el cabo; y como su ca
tiro y el animal herido caia al pie del ár beza estápregonada en mil escudos roma
bol; sin embargo el tiempo corria; los dos nos, os darian quinientos á vosotros si
jóvenes habian proyectado casarse cuando nos hubieseis ayudado á descubrirle.
Vampa tuviese veinte años y Teresa diez y Los dos jóvenes se miraron recíproca
nueve. Ambos eran huérfanosy no tenian mente y el cabo tuvo alguna esperanza.
que pedir permiso á nadie mas que ásus Quinientos escudos romanos son tres mil
amos; lá estos lo habian ya pedido y les francos,ytres mil francos son una fortu
habia sido concedido. na para dos pobres huérfanos que van á
Un dia que hablaban desus futuros pro-|casarse.
yectos, oyeron dos ó tres tirosy de repen —Si, yo tambien lo siento, pero no le
te un hombre salió del bosque, cerca del hemos visto; dijo Vampa.
cual acostumbraban los dos jóvenes llevar Entonces los carabineros recorrieron el
á pastar sus ganados, y corrió hácia ellos.|terreno en diferentes direcciones pero úni
ALBUMI, 25
tilmente; al fin fueron desapareciendo. En mitido, entre los sirvientes y los paisanos.
tonces Vampa retiró la piedra y Cucumetto La fiesta era magnífica. No solamente
salió. la quinta estaba profusamente iluminada
Habia visto, al través de las rendijas de sino que millares de linternas devarios co
la puerta de granito, á los dosjóvenesha lores estaban suspendidas de los árboles
blar con los carabineros; dudó al pronto del jardin. En cada salon habia una or
del resultado de la conversacion pero leyó questa y refrescos, las máscaras se dete
en el rostro de Luisy de Teresa la firme nian, formábanse cuadrillas, y se bailaba
resolucion de no entregarle: sacó pues de donde mejor parecia.Carmela iba vestida
su bolsillo una bolsa llena de oro y se la de muger de Sonnino; llevaba su gorro
ofreció; masVampa levantó la cabeza con bordado de perlas, las agujas de sus cabe
orgullo; en cuanto áTeresa, sus ojos bri llos eran de oro y de diamantes, su cintu
llaron al pensar en las ricas joyas y her ron era de seda turca con grandes flores,
mosos vestidos que podria comprar con su sobretodo y sujubon de cachenir, su
aquella gran cantidad de oro. delantal de muselina de las Indias, los bo
Cucumetto era un demonio muy hábil; tones de su jubon eran otras tantas piedras
pero habia tomado la forma de un bandi preciosas. Otras dos de sus compañeras
do en vez de tomar la de una serpiente. iban vestidas, la una de muger de Neptu
Sorprendió aquella mirada, reconoció en no, la otra de muger de la Riccia.
Teresa una digna hija de Eva, y entró en Cuatrojóvenes de lasfamilias mas ricas
el bosque volviendo muchas veces la ca y unas nobles de Roma las acompañaban
beza bajo el pretesto de saludar á sus li con esa libertad italiana que no tiene igual
bertadores. Muchos dias pasaron sin que en ningun otro pais del mundo: iban ves
se volviese á ver à Cucumetto, sin que se tidos de aldeanos de Albano, de Velletri,
oyese hablar de él. La época del carnaval de Civita-Castelane y de Sora. Ademas,
se acercaba y el conde de San Felice anun tanto en los trages de los aldeanos como
ció que iba á dar un baile de máscaras, al en los de las aldeanas, el oro y las piedras
cual seria convidada toda la elegancia de preciosas deslumbraban la vista.
Roma. Teresa tenia muchas ganas de ver Carmela deseó formar una cuadrilla uni
este baile, Luispidió á su protector el ma forme; pero faltaba una muger. Carmela
yordomo, permiso pára asistirél y Teresa miraba á su alrededor, ninguna de las con
á la funcion mezclados entre los sirvientes vidadas llevaba un trage análogo al suyo
de la casa, el que se lo concedió. y á los de sus compañeros. El conde de
El conde daba este baile solo para dar •an Felice le señaló, en medio de las al
gusto á su hija Carmela á quien adoraba. deanas áTeresa, apoyada en el brazo de
Carmela tenia la misma edad y la misma Luis.
estatura de Teresa, y Teresa era á lo me —¿Permitís acaso, padre mio?
nos tan hermosa como Carmela. La noche —Sin duda, respondió el conde, ¿no
del baile, Teresa se vistió de su trage mas estamos en carnaval?
bello, se adornó con sus mas brillantes al | Carmela se inclinó hácia un jóven que
hajas. Llevaba el traje de las mujeres de la acompañaba, y le dijo algunas pala
Frascati. Luis vestia el pintorescotraje de brasen voz baja mostrándole con el dedo
paisano romano en los dias de fiesta. Am á la jóven. El jóven siguió con los ojos la
bos se mezclaron, como se les habia per-, direccion de la linda mano que le servia
236 ALB UM.
de conductor; hizo un ademan de obe Luis estaba celoso, sentia que llevada
diencia, y fué á invitar áTeresa parafigu de su naturaleza coqueta y orgullosa, Te
rar en la cuadrilla dirigida por la hijadel resa podia olvidarle. Y sin embargo la be
conde. lla aldeana, tímida y casi espantada al
Teresa sintió arder su frente, interrogó principio, pronto se habia repuesto. Ya
con la mirada á Luis: no podia rehusar: hemos dicho que Teresa era hermosa.
Luis dejó deslizar lentamente el brazo de Pues aun no es esto todo:Teresa era gra
Teresa que se apoyaba en el suyo, y Te ciosa, de esa gracia salvage mucho mas
resa alejándose conducida por su elegante poderosa que nuestra gracia afectada. Ca
caballero,fué á ocupar temblando supues si recibió todos los honores de la cuadri
to en la cuadrilla aristocrática. Segura lla, y si tenia envidia de la hija del conde
mente, á los ojos de un artista, el exacto de San Felice,no osariamos decir que Car
y severo traje de Teresa hubiese tenido un mela estaba celosa de ella. Así pues, con
carácter muy distinto del de Carmela y muchos cumplimientos fué como su ele
sus compañeras; pero Teresa era una jó gante pareja la volvió á conducir al punto
ven frívola y coqueta, y los bordados de del que la habia sacado á bailar y donde
la muselina, las perlas de los gorros, el la esperaba Luis.
brillo de la cachemira, el reflejo de los Dos ó tres veces durante la contradanza
záfiros y de los diamantes la volvian loca. la jóven le habia arrojado una mirada, y
Por su parte Luis sentia nacer en él un cada vez le habia visto pálido y con las
sentimiento desconocido: una especie de facciones crispadas.Una vez la hoja de su
dolor sordo que le desgarraba primero el puñal, medio sacada de su vaina, habia
corazon, y despues circulaba por sus ve brillado á sus ojos con un resplandor si
nas yse apoderaba detodo su cuerpo.Se niestro. Así, pues, temblaba cuando vol
guia con los ojos los menores movimien vióá apoyarse sobre el brazo de su aman
tos de Teresa y de su pareja: cuando sus te. La cuadrilla habia tenido un éxito tan
manos se tocaban sus artérías latian con brillante, que probablemente se trataria
violencia, y hubiérase dicho que el soni de repetirla. Carmela se oponia, pero el
do de una campana vibraba en sus oidos. conde de San Felice rogó con tanta ternu
Cuando se hablaban, aunque Teresa escu ra á su hija, que al fin consintió.
chase tímida y con los ojos bajos los dis Al punto uno de los caballeros se diri
cursos de supareja, como Luis leía en los gióá invitar á Teresa, sin la cual era im
ojos ardientes del bello jóven que aquellos posible que la contradanza se verificase;
discursos eran lisonjas, le parecia que la pero la jóven habia desaparecido. En efec
tierra se abria bajo sus piesy que toda las to, Luis no se sintió con fuerzaspara su
vocesdelinfierno le hablabanpronunciando frir una segunda prueba; y casi por per
palabras de muerte y de asesinato. Enton suasion ó por fuerza, arrastró á Teresa
ces, temiendo dejarse arrastrar por su lo hácia otro punto del jardin. Teresa cedió
cura, se agarraba con una mano al sillon bien á pesar suyo; pero habia visto la al
en el cual se apoyaba, y con la otra opri terada fisonomía del jóven, y comprendia
mia con un movimiento convulsivo el pu
ñal de mango cincelado que pendia de su por su silencio entrecortado, por sus es
cinturon, y el cual, sin apercibirse de ello, tremecimientos nerviosos que pasaba en él
sacaba algunas veces casi enteramente de algo de estraordinario. Tampoco ella de
la vaina. jaba de sentir una ajitacion interior; y sin
ALBUM. 237
haber hechosin embargo nada malo com-noche por el resplandor de las llamas, ha
prendia que Luis tenia derecho para que-bia saltado de su cama, se habia envuelto
jarse; de qué?… lo ignoraba; pero no por en su bata, y habia intentado huirpor la
eso dejaba de conocer que sus quejas se- puerta: pero el corredorpor el cual debia
rian merecidas. No obstante, con gran pasar estaba ya invadido por las llamas.
asombro de Teresa, Luis permaneció mu-Entonces entró en su cuarto pidiendo so
do y ni siquiera entreabrió sus labios para corro, cuando de repente el balcon, situado
decir una palabra durante el resto de la á veinte pies de altura se abrió; un jóven
noche. Mas cuando el frio hizo salir de aldeano se lanzó en la habitacion, cogió la
losjardines á los convidados, y cuando las jóven en sus brazos, y con una fuerza y
puertasse hubieron cerrado para ellos pues una agilidad sobrehumanas, la trasportó
iba á comenzar una fiesta interior, se lle dejándolas sobre el musgo del prado, don
vóáTeresa, y así que iba á entrar en su de quedó desmayada. Al recobrar el sen
casa la dijo: tido, su padre se hallaba delante de ella,
—Teresa, ¿en qué pensabas cuando todos los criados la rodeabanprodigándola
bailabas en frente de la jóven condesa de socorros.Un ala entera del palacio habia
San Felice? ardido; pero ¿qué importaba? ¡Carmela
—"ensaba, respondió la jóven con to se habia salvado! Buscaron por todas par-"
da la franqueza de su alma, que daria la tas á su líbertador, pero éste no pareció;
mitad de mi vida por tener un traje como preguntaron átodos en todas partes, pero
el que ella llevaba. nadie le habia visto. Carmela estaba tan
—¿Y qué te decia tu pareja ? turbada que no le habia reconocido. Por
—Me decia que solo de mi dependia el otra parte, como el conde era inmensa
tenerle con solo pronunciar una palabra. mente rico, escepto el peligro que habia
—Tenia razon,respondió Luis. ¿Lede corrido su hija, y que le pareció por la
SeaStan ardientemente como dices? milagrosa manera con que se habia salva
—Si. do mas bien un nuevo favor de la Provi
—¡Pues bien ! lo tendrás. dencia que una desgracia real, la pérdida
La jóven asombrada levantó la cabeza ocasionada por las llamas fué insignifi
para preguntarle; pero su rostro estaba cante para él. -
tan sombrío y tan terrible que la voz se Al dia siguiente, á la hora de costum
heló en sus lábios. Por otra parte, al pro bre, los dos jóvenes se encontraron en la
nunciar estas palabras Luis se habia ale entrada del bosque; Luis habia llegado el
jado: Teresa le siguió con los ojos en la primero. Salió al encuentro de la jóven
obscuridad mientras pudo y así que hu con gran alegría; parecia haber olvidado
bo desaparecido entró en su cuarto suspi. completamente la escena de la víspera. Te
pirando. resa estaba visiblemente pensativa,pero al
Aquella misma noche sucedió un gran verá Luis tan alegre, afectó por su parte
acontecimiento, sin duda por la impru forzada la alegría que era el fondo de su
dencia de algun criado que se descuidó al carácter cuando alguna otra pasion no ve
pagar las luces; el fuego habia incendiado nia á turbarla. Luistomó el brazo de Te V
en la conducta del jóven le miró fijamente.]de nuevo, rogóá Luis que le sirviera de
—Teresa, dijo Luis, ayer por la nocheguia. Luis se quitó la capa y la colocó en
me dijíste que darias la mitad de tu vida tierra, se echó la escopeta al hombro y
portener un trage semejante al de la hija marchó delante del viajero con ese paso
del conde. rápido del montañés, que apenas puede
–Seguramente, dijo Teresa, pero esta seguir el trote de un caballo.
ba loca al desear tal cosa. En diez minutos Luis y el viajero estu
—Y yo te respondí: «Está bien,lo ten vieron en la especie de encrucijada indir
drás.» cada por el jóven pastor. Llegado allí, con
–Sí, respondió la jóven, cuyo asombro un ademan magestuoso como el de un en
crecia á cada palabra de Luis; pero res perador, estendió la mano hácia el sender
pondiste aquello sin duda por no disgus ro que debia seguir el viajero.
tarme.
—Este es vuestro camino, dijo, ya no
–Nunca te he prometido nada que no puede engañarse su escelencia.
—Aquí tienes tu recompensa, dijo el
lo haya dado. Teresa, dijo Luis con orgu
llo. entra en la gruta yvístete. viajero ofreciendo al jóven pastor algunas
Al pronun ciar estas palabr as, retiró la monedas.
piedra y mostró á Teresa la gruta ilumi –Gracias, dijo Luis retirando su mano,
nada por dos bugías que ardian á cada la hago un servicio, pero no le vendo.
do de un soberbio espejo; sobre la mesa —Sin embargo, dijo el viajero que pa
rústica, hecha por Luis, estaban coloca recia acostumbrado á aquella diferencia
dos el collar de perlas y las agujas de dia entre la servidumbre del hombre de las
mantes; sobre una silla estaba depositado ciudades y el orgullo del campesino,... sí
arás un re
el resto del adorno. Teresa arrojó un grito rehusas un salario no desdeñ
de alegría, y sin informarse de donde ve galo.
nia aquel trage, sin dar las gracias á Luis, – ¡Ah! si, eso ya es otra cosa.
se lanzóá la gruta transformadaen un ga —¡Pues bien toma estos dos cequies
venecia nos y dalos á tu novia para unos
binete de tocador. Detrás de ella Luis co s.
locó la piedra, porque acababa de aperci zarcillo
bir sobre la cumbre de una pequeña coli —Yvos tomad este puñal, dijo el jó
na que impedia ver á Palestrina, un via ven pastor, no encontrareis otro cuyo
jero á caballo, que se detuvo un momento mango esté mejor cincelado desde Albano
como incierto de su camino, dibujándose á Civita de Castelane.
sobre el azul del cielo con esa limpieza del|| —Acepto, dijo el viagero,pero enton
contorno particular á las lontananzas de ces yo soy el que te quedo agradecido.»
los paises meridionales. porque este puñal vale mucho mas de dos
Al verá Luis, el viajero espoleó su ca cequies.
ballo, y se acercó á él. Luis no se habia —En la ciudad tal vez, pero como lo
engañado, el viajero que se dirigia de Pa he cincelado yo mismo, apenas vale una
lestrina áTívoli estaba incierto del camino piastra.
que debia tomar. El jóven se lo indicó: —¿Como te llamas? preguntó el via
pero como á un cuarto de milla de allí, el gero.
camino se dividia en tres senderos, y lle —Luis Vampa, respondió el pastor con
gado á ellos el viajero, podia estraviarse el mismo tono que si hubíera respondidos
ALEUM. 239
Alejandro, rey de Macedonia.—¿Yvos? hombre le llevaba mas de doscientos pa
—Yo...... dijo el viagero, me llamo sos de delantera: era pues imposible al
Simbad el marino. canzarle antes de que hubiese llegado al
Franz de Epinay arrojó un grito de bosque. El jóven pastor se detuvo como
sorpresa. si le hubiesen clavado en aquel lugar. Apo
–¡Simbad el marino! esclamó. yó en su hombro derecho la culata de su
—Si, respondió el narrador, ese es el escopeta, apuntó lentamente el cañon en
nombre que el viagero dijo á Vampa. la direccion del raptor, le siguió un se
—¡Y bien! ¿qué teneis vos que ver gundo en su carrera y al fin hizo fuego.
con ese nombre? interrumpióAlberto; es El raptor se detuvo: sus rodillas flla
un nombre muy bello, y las aventuras quearon, y cayó, arrastrando á Teresa
del patron de este caballero, debo confe en su caida. Pero esta se levantó al punto;
sarlo, me han divertido mucho en mi ju en cuanto al fugitivo permaneció tendido,
ventud. luchando con las convulsiones de la ago
Franz no insistió mas. Aquel nombre nía. Vampa se lanzó hácia Teresa, por
de Simbad el marino, como se compren que á diez pasos del moribundo habia cai
derá, dispertó en él una multitud de re do tambien de rodillas, y el jóven temia
cuerdos, como le habia sucedido el dia que la bala que acababa de matar á su
anterior con el del conde de Monte enemigo hubiese herido á Teresa. Feliz
* Christo. mente no sucedió nada"de esto; era el
—Continuad, dijo al posadero. terror solamente el que habia paralizado
Vampa guardó desdeñosamente los dos las fuerzas de Teresa. Cuando Luis se hu
cequies en su bolsillo y emprendió de nue bo asegurado de que estaba sana ysalva,
vo el camino que trajera al venir.Asique se volvió hácia el herido; acababa de es
hubo llegado á unos dos cientos pasos de pirar con los puñoscrispados, la boca con
la gruta creyó oir un grito. Se detuvo traida por el dolor, y los cabellos erizados
procurando descrmbrir el lado de donde por el sudor de la agonia; sus ojos se ha
viniera aquel, y al cabo de un segundo bian quedado abiertosy amenazadores.
oyó su nombrepronunciado distintamente, Vampa se acercó al cadáver, y recono
viniendo el sonido de la voz del lado don ció á Cucumetto.
de estaba la gruta. Desde el dia en que el bandido habia
Saltó como un gamo, montando el ga sido salvado por los dos jóvenes, se habia
tillo de su escopeta á medida que corria, enamorado de Teresa, y habiajurado que
y en menos de un minuto estuvo en lo al la jóven le pertenecería. Desde este dia
to de la colina opuesta á aquella en que la habia espiado, y, aprovechándose del
apercibió el viagero. Alli los gritos de so momento en que su amante la habia deja
corro llegaron mas distintos á sus oidos. do sola para indicar el camino al viagero,
Arrojó una mirada por el espacio que do la habia robado, y ya la creia suya, cuan
minaba: un hombre robaba á Teresa co do la bala de Vampa, guiada por la in
mo el centauro Nessus á Dejanira. Este falible puntería deljóven pastor, le habia
hombre, que se dirijia hácia el bosque, atravesado el corazon. Vampa le miró un
habia ya andado las tres cuartas partes instante sin que la menor emocion sepin
del camino que mediaba entre aquel y la táse en su semblante, mientras que Tere
gruta. Vampa midió la distancia; aquel sa, temblorosa aun, no osaba acercarse
240 ALBUM.
al bandido muerto sino con lentos pasos, Se habia vestido el traje completo de Cu
arrojando una ojeada sobre el cadáver cumetto. El jóven apercibió el efecto que
por encima del hombro de su amante. Al producía en su querida,yuna sonrisa de
cabo de uninstante Vampa se volvió hácia orgullo asomó á sus lábios.
su querida. —Ahora, dijo á Teresa, dime, ¿estás
—¡Ah! ¡ah! dijo, bien, ya te hasves pronta á compartir mi suerte, cualquiera
tido; ahora me toca á ni adornarme. En que sea?
efecto, Teresa estaba vestida desde la ca —¡Oh! si, esclamó la jóvencon entu
beza hasta los pies con el traje de la hija siasmo.
del conde de San Felice.Vampa cogió el| —¿A seguirme donde yo vaya?
cuerpo de Cucumetto entre sus brazos, y -¡Al cabo del mundo !
lo llevó á la gruta, mientras que á su vez —Entonces, agárrate de mi brazo ypar
Teresa permanecia fuera. tamos, porque no tenemos tiempo queper
Si un segundó viajero hubiese pasado der.
entonces, hubiera visto una cosa estraña; La jóven pasó su brazo por debajo del
una pastora guardando sus ovejas, con ba de su amante,sinpreguntarle siquieradon
ta de cachemir, pendientes, un collar de de la conducia; porque en aquel momento
perlas, alfileres de diamantes, y botones de le parecia hermoso, fiero ypoderoso como
záfiro, de esmeraldas y rubíes. Sin duda se un Dios. Y ambos avanzaron hácia el bos
hubiese creidotrasladado al tiempo de Flo que, atravesando la llanura en menos de
rian, y hubiese asegurado á su vuelta á un minuto.
Paris, que habia encontrado la pastora de "reciso es decir que todos los senderos
los Alpes sentada al pié de los montes Sa de la montaña eran conocidos de Vampa;
binos. avanzópues en el bosque, sinvacilar aun
Al cabo de un cuarto de hora, volvió á que no hubiese ningun camino, recono
salir Vampa de la gruta. Su trage no era ciendo solamente el que debia seguir por
menos elegante en su género que el de Te la posicion de los árboles y por la maleza;
ITOS, un torrente seco conducia á una profunda
Vestia una almilla de terciopelo color garganta. Vampa siguió este estraño ca
de granate, con botones de oro cincelados, mino, que, en errado por decirlo asiy os
un chaleco de seda cuajado de bordados, curecido por la espesa sombra de los ele-
una banda romana atada alcuello, un por vados pinos, se asemejaba á aquel sendero
tapliegos bordado de oro y de seda encarna del Averno de que habla Virgilio. Teresa,
da y verde, calzones de terciopelo azul ce temerosa al aspecto de aquel lugar salvaje
leste atados por encima de sus rodillascon y desierto, se estrechaba contra suguia sin
dos hebillas de diamantes, unos botines de prontenciar una palabra; pero como le veia
piel de gamo bordados de mil arabescos, caminar siempre con un pasoigualy como
y un sombrero en que flotaban cintas de la mas prefunda tranquilidad brillaba en
todos colores; dos relojes pendian de su su semblante, tuvo ella misma fuerzas pa
cinturon, que sujetaba un magnífico pu ra disimular su emocion.
ñal. De repente á diez pasos de donde ellos
Teresa arrojóun grito de admiracion, estaban, un hombre pareció destacarse de
Vampa con este traje se asemejaba á una un árbol detrás del cual estaba oculto, y
pintura de Leopoldo Robertó de Schenetz. apuntando con un trabuco á Vampa:
ALBUM. 241
-Si das un paso mas, esclamó, eres" -Quiero decir que estoy fastidiado de
muerto l - ier pastor, replicó Vampa.
-¡Vamos! dijo Vampa tevantando la| –¡Ah! comprendo, dijo el teniente;
mano con despreciativo ademan ¿acaso sey vienes á pedirnos que te alistemos en
devoran los lobos á si mismos? nuestra partida? -
está en el rio; le persiguen por el rio y legraduadas quitasen al coliseo un solo ápice
teneis en alta mar; de repente cuando se|de susjigantescas proporciones. Era seguir
le cree refugiado en la isla de El Gi-alio,|la Via Sistina, cortar el ángulo derecho
de El-Guanocetti ó de Monte-Christo, se|delante de Santa-María-Mayor, y llegar
le ve aparecer en Albano, en Tivoli ó en|por la Urbana y San-Pietro-in-Vincoli has
la Riccia. ta la via Colonco.
–¿Y cual es su modo de proceder con| Este itinerario ofrecia por otra parte
respecto á los viageros? otra ventaja; la de no distraer en nada á
—¡Ah! Dios mio, bien sencillo. Segun||Franz de la impresion producida en él por
la distancia en que esté de la ciudad, da|la historia que habia contado maese Pas
de término ocho horas, doce, ó un dia|trini, y en la cual se hallaba mezclado
para pagar su rescate; pasado este tiem-|su misterioso anfitrion de Monte-Christo.
po, concede aun una hora, trascurrida|Así, pues, habia vuelto á aquellos mil in
esta sino tiene el dinero, hace saltar deterrogatorios sin fin que se habia hecho á
un pistoletazo la tapa de los sesos del pri-|sí mismo, y de los cuales ni uno siquiera
sionero ó le hunde su puñal en el corazon|le habia dado una respuesta satisfactoria.
ypunto concluido. Una cosa, por otra parte, le habia aun
—¡Y bien ! Alberto, preguntó Franzá recordado á su amigo Simbad el narino:
su compañero,¿estais aun dispuesto á ir eran aquellas misteriosas relaciones entre
alColiseo por los bulevares esteriores? los bandidos y los marineros. Lo que ha
–Sin duda, dijo Alberto, ¡si es el ca bia dicho maese Pastrini del refugio que
mino maspintoresco ! encontraba Vampa en las barcas de los
En este momento dieron las nueve, la pescadores yde los contrabandistas, recor
puerta se abrió y el cochero apareció en daba á Franz aquellos dos bandidos corsos
ella. que habia encontrado cenando con la tri
—Escelencia, dijo, el coche os espera. pulaciondel pequeño yacht que habia vira
—Bien, dijo Franz, en ese caso al co do de rumbo y habia abordado en Por
liseo. to-vecchio, con el único fin de desembar
–¿Por la puerta de Pópolo, ó por las carlos. El nombre con que se hacia llamar
calles, escelencia? su huésped de Monte-Christo, pronuncia
–Por las calles, qué diantre ! por las do por su huésped de la fonda de España,
calles, esclamó Franz. le probaba que representaba el mismo pa
—¡Ah! querido mio, dijo Alberto le pel filantrópico en las costas de l'uzabino,
vantándose á su vez y encendiendo el ter de Civitavechia, de Ostic y deGaete, que
cer cigarro; en verdad que os creia mas en las de Córcega, Toscana, España, y
valiente.... - aun en las de Tunez y Palermo; lo cual
Al decir esto, los dos jóvenes bajaron era una prueba de que abrazaba un círcu
la escalera y entraron en el carruaje. lo bastante estenso de relaciones.
IV. Pero por fijas que estuviesen en la ima
APARICIONES. ginacion del jóven todas aquellas reflexio
Franz habia encontrado un término me nes, al instante se desvanecieron cuando
dio para que Alberto llegase al coliseo sin vió elevarseante él el sombrío y jigantesco
pasar delante de ninguna ruina antigua, y espectro del coliseo al través de cuyas
pºr consiguiente sin que laspreparacioneslaberturas la luna proyectaba aquellos pá
ALBtM. 243
íiáos y prolongados rayos que arrojan los| das mas y mas por la 'misteriosa claridad
ojos de las fantasmas. El carruaje se detu de la luna meridional cuyos rayos parecen
yo á algunos pasos de la Meta Sudam . El un erquícuslo de Occidente.
cochero fué á abrir la portezuela . los dosj Asi, pues, apenas Franz el pensativo
jóvenes saltaron del carruaje y se encon hubo andado cien pasos bajo los pórticos
traron en frente de un cicerone que pare interiores, que abandonando á Alberto y á
cia haber salido de la tierra. Como tam sus guias, que no querian renunciara! im
bien las habia seguido el de la fonda, re prescriptible derecho de hacerle ver deta
sultó que tenían dos. lladamente la Fosa de los Leones la mansion
Imposible es por otra parte evitar en Ro de los Gladiadores, el í'odium de los Cé
ma este lujo de guias; ademas del cicero sares, se dirijió hacia una escalera medio
ne general que se apodera de vos en el arruinada , y haciéndoles continuar en si
momento en que poneis el pié en el dinte métrico camino , fué á sentarse á la som
de la puerta de la fonda, yquenoosabando " bra de una columna, enfrente de una aber
na mas que el dia en que poneis el pié fuera tura que le permitía abrazar al jigante de
de la ciudad, hay aun un cicerone especial granito en toda su majestuosa estension.
en cada monumento , y casi diré en cada Franz estaba allí hacia un cuarto de ho
fraccion|del monumento; juzgúese sino se ra, perdido como se ha dicho en la som
debe ir acompañado de un cicerone en el bra de una columna , ocupado en mirar á
.coliseo, es decir, en el monumento por esce- Alberto que, acompañado de susdos hom
lencia que hacia decir á Marcial. «Cese Men bres con sus antorchas, acababa de salir
fis de ponderarnos los bárbaros milagro de un vomítorium colocado al estremo del
desus pirámides, qué no se canten mas coliseo, y los cuales, semejantes á dos som
las maravillas de Babilonia, todo debe ce bras que siguen un fuego vago, descendian
der ante el inmenso trabajo del anfiteatro de grada en grada hasta los sitios reserva
<de los;Césares, yitodas las voces de la fama dos á las vestales, cuando le pareció oir ro
deben reunirse para ponderar este monu dar en las profundidades del monumento
mento. Franz y Alberto no intentaron sus una piedra destacada de la escalera situa
traerse á la|tiraníaciceronica. Por otra par da enfrente de la que él acababa de subir
te, esto seria tanto mas difícil cuanto que para colocarse en el lugar en que estaba
solo los guias tienen derecho de recorrer sentado. Nada de estraño tenia una piedra
el (monumento con antorchas. No hicie que se destaca bajo el pié del tiempo, yvá
ron, pues, ninguna resistencia, y se entre-¡ á rodar al abismo; pero esta vez le parecía
garon á sus conductores. que la piedra habia cedido bajo el pié de
Franz conocía este paseo por haberle un hombre, y que un ruido de pasos lle
dado diez veces ; pero como su compañe gaba hasta él, aunque el que le ocasiona
ro, mas novicio, ponia el píe por primera ba hiciese cuanto pudiera para apagarlo.
vez en el monumento de Flavio Vespasiano, En efecto, al cabo de un instante, un
debo confesa rio en alabanza suya, á pesar hombre apareció, saliendo gradualmente
de la ignorante charlataneria de sus guias de la sombra, á medida que descendia se
estaba fuertemente impresionado. En efec confundia en la oscuridad.
to, no se puede formar una idea , cuando Podia ser un viajero como él que prefi
do se ha visto, de lamagestadde semejante riese una meditacion solitaria á la insigni
ruina, cuyas proporciones están aumenta ficante charla de sus guias , y por consi
244 ALBUMI,
guiente su aparicíon no tenia nada quepu rior. Al punto una sombra interceptó fº
diese sorprenderle; pero en la indecision luz un hombre apareció en la abertura,
con que subia los últimos escalones, en la arrojó una ojeada penetrante por las tinie
manera con que llegadoque hubo á la pla blas, y al fin apercibió al hombre de la ca
taforma, se detuvo ypareció escuchar; pa; al punto agarró un puñado de aquellas
era probable que habia venido con un fin enredaderas y de aquellas yedras flotantes,
particulary que esperabaá alguno.Porun se dejó deslizar, y cuando llegó á tres ó
movimiento instintivo Franz se ocultó todo cuatro pies del pavimento, saltó lijeramen
lo mas que pudo detrás de la columna. A te abajo. Este llevaba el traje de un trans
diez pasos delpavimento donde se halla tevere,
ban los dos, la bóveda estaba algun tanto -Dispensadme, escelencia, dijo en dia
derribada, y una abertura redonda seme lecto romano, si os he hecho esperar; sin
jante á la de un pozo, permitia apercibir embargo no me he tardado mas que algu
el cielo todo sembrado de estrellas. Alre nosminutos, las diez acaban de dar en San
"dedor de esta abertura que daba tal vez Juan de Letran. .
carnaval, siendo esta una de las épocas de en seguida las conversaciones particulares
libertad en que las mas severas se dejan recobraban su objeto habitual.
arrastrará algun acto de locura. Como el Hácia el final del primer acto, la puerta
carnaval empezaba al siguiente dia, era de un palco que habia permanecido va
muy importante que Alberto échára volar cío se abrió, y Franzvió entrar áuna mu
su prospecto antes de aquella apertura. ger á la cual habia tenido el honor de ser
Alberto habia alquilado, pues, con esa presentado en Paris, y que creía aun en
intencion uno de los palcos mas visibles Francia. Alberto vió el movimiento que
del teatro, y se habia vestido con mucha hizo su amigo al ver aquella aparicion, y
elegancia. Estaba en la primera fila, que volviéndose hácia él:
reemplaza en nuestros teatros la galería. —¿Conoceis acaso á esa muger? dijo.
Por otra parte, los tresprimeros pisos son —Sí, ¿qué os parece?
tan aristocráticos los unos como los otros, —Encantadora, querido, y rubia. ¡Oh!
y por esta razon son llamados los palcos que cabellostan adorables; ¿es francesa?
nobles. Aquel palco, donde podrian estar –No, es veneciana.
doce personas sin estrechez, habia cos –¿Y cómo se llama?
tado á los dos amigos un poco mas barato —La condesa G.....
que un palco de cuatro personas en el am -¡Oh! la conozco de nombre, esclamó
bigú cómico. Alberto; dicen que ademas de ser hermo
Alberto tenia aun otra esperanza; que sa tiene mucho talento: ¡Diantre! cuando
si llegabaá encontrar cabida en el corazon pienso que hubiera podido ser presentado
de una bella romana, esto le conduciria á ella en el último baile de Mad. de Vi
naturalmente á conquistar un puesto en el llefort, en el cual estaba,y que entonces
carruaje,y por consiguiente áver el car no quise, ¡vaya, soy un necio !
naval en algun balcon de príncipe. —¿Queuéis que repare esa falta? pre
Todas estas circunstancias hacian, pues, guntó Franz.
áAlberto mas emprendedor de lo que nun —¡C mo! ¿la conoceis tan intimamen
ca habia sido. Volvia la espalda á los ac e para conducirme á su palco?
tores, inclinándose fuera del palco, y mi —He tenido el honor de hablarla tres
rando á todas las personas con unos anteo ó cuatro veces en mi vida, pero, bien lo
jos de seis pulgadas de largo, lo cual no sabeis, es lo bastante para no cometer una
hacia que ninguna muger recompensase, indiscrecion.
con una sola mirada ni aun de curiosidad, En este momento, la condesa apercibió
todos los movimientos de Alberto. En efecá Franz y le hizo con la mano un ademan
to, cada cual hablaba de sus asuntos, de gracioso, al cual respondió él con una res
sus amores, de susplaceres, del carnaval petuosa inclinacion de cabeza.
que comenzaba al dia siguiente, de la pró —Ah! ¿me parece que estais en bue
xima semana santa,sin fijar la atencion ni na armonía? dijo Alberto.
un solo instante ni en los actores, ni en la —¡Y bien ! Os engañais, y hé aquí lo
pieza, escepto en los momentos indicados que nos hará cometer mil necedades á no
en que todos se volvian, sea para oir un sotros los franceses, en el estranjero, por
trozo del recitado de Coselli, sea para someterlo todo á nuestrospuntos de vista
aplaudir algun rasgo brillante de Moriani, parisienses. En España y en Italia, sobre
sea en fin para gritar bravo á la Spech; todo, no juzgueis jamás de la intimidad de
ALBUM. 249
las personas por lo espresivo de los cum su sombrero, se atusó sus cabellos y com
plimientos. Hemos simpatizado la condesa puso su corbata ysus puños, é hizo obser
yyo, pero nada mas. vará Franz que le esperaba. Como por su
—¿Simpatía de corazon? preguntó Al parte la condesa á quien Franz interroga
berto riendo. -
tiene por objeto invitar á los fieles á que Esto mismo era lo que Franz habia oido
"ueguen á Dios para que dé á los culpables la antevíspera en las ruinas del coliseo, y
"n síncero arrepentimiento. nada habia cambiado en el programa; los
—.Yo, traen esas tabletas para que unais nombres de los condenados, la causa de su
Vuestras súplicas á las de los fieles? pre suplicio y el género de su ejecucion eran
8ºntó Franz con aire de duda. ecsactamente los mismos. Asi pues, segun
- No, escelencia; yo me entiendo con toda probabilidad, el transtevere no era
256 ALBUM.
otro que el bandido LuisVampa, yelhom —Si sus escelencias quieren sentarse
bre de la capa Simbad el marino, que en dijo el criado, voy á prevenir al seño r
Roma como en Porto-Vecchio y en Tu conde.
nez proseguia el curso de sus filantrópicas Y desapareció por una de las puertas.
espediciones. En el momento en que esta puerta se
No obstante el tiempo corria, eran las abria, el sonido de una guzla llegó á los
nueve, y Franziba á despertará Alberto, oidos de los dos amigos; pero al punto se
cuando con gran asombro de parte suya, apagó; la puerta cerrada casi al mismo
le vió salir de su cuarto vestido ya. El car tiempo que abierta, no habia podido por
naval le habia hecho despertar mas de ma decirlo así, dejar penetrar en el salonmas
ñana de lo que su amigo esperaba. que un soplo de armonía. Franzy Alberto
—¡Vaya pues! dijo Franzá su hués cambiaron una mirada yvolvieron kos ojos
ped, ahora que estamos prontos, ¿creeis, hácia los muebles, los cuadros y las ar
señor Pastrini, que podremospresentarnos mas.Todo esto á segunda vista les pareció
en casa del conde de Monte-Christo? |aun mas magnífico que al primergolpe.
—¡Oh! seguramente, respondió; el —¿Qué tal que os parece? preguntó
conde de Monte-Christo acostumbra á ma Franz á su amigo.
drugar, y estoy seguro de que hace dos —A fé mia, querido, dijo, que es pre
horas que se ha levantado. ciso que nuestro vecino sea algun agente
—¿Y créeis que no será indiscrecion el de cambio que ha jugado á la baja sobre
presentarse
en su casa ahora? .
los fondos españoles, ó algun príncipe que
–Ninguna. viaja de incógnito.
—En ese caso,Alberto, siestais pronto. –¡Silencio! ledijo Franz, eso es loque
–Perfectamente, dijo Alberto. |vamos á saber, pues aquíviene.
—Vamosá dar gracias á nuestro vecino En efecto, el ruido de una puerta que
por su atencion. |giraba sobre sus goznes acababa de llegar
—¡Vamos! |basta los oidos de los dosamigos, y casi al
Franz y Alberto no tenian que atrave mismo tiempo el tapiz, levantándose dió
sarmas que el corredor. El posadero se paso al propietario de todas aquellas ri
adelantó y llamó por ellos; un criado salió quezas. Alberto se levantó y le salió al en
á abrir. . cuentro;pero Franz al verle se quedó cla
—Y signori francesi, dijo el huésped. vado en su sitio.
El criado se inclinó y les hizo señas deEl que acababa de entrar no era otro
que entrasen. que el hombre de la capa del coliseo, el
Atravesaron dos piezas amuebladas con desconocido del palco, el huésped miste
un lujo que no creían encontrar en la fon rioso de Monte-Christo.
da de maese Pastrini, y llegaron en fin á V.
un salonsumamente elegante: cubria el pa LA MAZZOLATA.
viniento una alfombra de Turquía y los
muebles mas cómodos ofrecian blandos —Señores, dijo al entrar el conde de
almohadones y sus espaldares inclinados Monte-Christo, recibid mis escusas por
hácia atrás. Magníficos cuadros mezclados haber dado lugar á que os hayais adelan
entre trofeos de armas espléndidas pendian
de las paredes, y hermosos tapices flota tado, pero al presentarme antes en vues
tra casa hubiesetemidoser indiscreto. Por
ban delante de cada puerta.
ALBUM. 257
otra parte, me habeis dichoque vendríais, —Señor conde, le dijo; nos habeis ofre
y os he estado esperando. cido dos asientos en vuestro carruage y dos
—Teniamos que daros mil y mil gra sitiosen vuestrasventanas del palacio Ros
cias, Franzy yo, señor conde, dijo Al poli; ahora ¿podreis decirnos cómo po
berto; pero verdaderamente nos sacais de driamosprocurarnosun puesto cualquiera,
un gran apuro,yya estábamos á punto de como se dice en Italia, en la plaza del Pó
inventar la estratagema masfantástica en polo?
el momento enque nosparticiparonvues —¡Ah! sí, es verdad, dijo el conde
tra atenta invitacion. con aire distraido y mirando á Morcerf
—¡Eh! ¡Dios mio! señores, dijo el con una atencion sostenida ¿no hay en la
conde haciendo seña á los jóvenes de que plaza del Pópolo una... una ejecucion?
se sentasen en un divan; ese imbécil de —Si, respondió Franz, viendo que por
Pastrinitiene la culpa de que os haya de sí mismo iba donde él queria conducirle.
jado tanto tiempo en esa angustia; no me -Esperad, esperad, creo haber dicho
habia dicho una palabra de vuestro apu ayer á mi mayordomo que se ocupase de
ro, á mi que, solo y aislado como lo es eso, tal vez pueda haceros ese pequeño
toy aqui, no buscaba mas que una oca Se”VICIO,
sion de hacer conocimiento con mis veci Y tendió la mano hácia un cordon de
nos. Asi, pues, desde el momento en que campanilla.
supe que podia seros útil en algo, ya ha Al punto vió entrar Franz á un indivi
beisvisto con qué prisa he aprovechado duo de cuarenta y cinco á cincuenta años
la ocasion de presentaros mis servicios. que parecia asemejarse, como se aseme
Los dos jóvenes se inclinaron: Franz no jan dos gotas de agua, al contrabandista
habia encontrado aun una sola palabra que le habia introducido en la gruta, pero
que decir, aun no habia tomado ninguna que no pareció reconocerle. Sin duda es
resolucion, y como nada indicaba en el taba prevenido.
conde su voluntad de reconocerle ó su de —Señor Bertuccio, dijo el conde, ¿os
seo de ser conocido por él, no sabia si ha habeis ocupado como os dije ayer, de pro
cer poruna palabra cualquiera, alusion á curarme una ventana en la plaza del Pó
lo pasado, ó dejar tiempo al porvenir para polo?
que le diese nuevaspruebas. Por otra par —Si, escelencia, respondió el mayor
te, seguro de que la víspera era él quien domo, pero ya era tarde.
estaba en el palco, no podia responder —¡Cómo ! dijo el conde frunciendo las
tan positivamente de que fuése él quien cejas, ¿no os he, dicho que queria tener
estaba la antevíspera en el coliseo. Resol una ?
vió, pues, dejar marchar las cosas sin ha —Y vuestra escelencia tiene una, la
cer ninguna pregunta directa. Ademas, que estaba alquilada al príncipe Labanieff;
tenia una superioridad sobre él, era due pero me he visto obligado á pagarla en
ño de su secreto, mientras que el conde ciento..... -
esos elegidos de la creacion que han sabi gradado , sea enfin que los antecedente
bo formarse una vida de sueños yun pa que hemos contado,conocidos solodeFranz
raiso de realidades. hubiesen aumentado para él el efecto de
–Pero, dijo Franz al conde, con esa las teorías del conde, no se apercibió de
teoría que os constituye juez yverdugo en que su compañero estuviese tan preocupa
vuestra propia causa, es difícil que vos do; hacia los honores á la comida como
mismo escapeis delpoder de la ley. El odio hombre condenado desde cuatro á cinco “
es ciego, la cólera aturdida, y el que toma á años á la cocina italiana, es decir, á una
su cargo la venganza arriesga el beber un de laspeores cocinas del mundo. En cuan
amargo brevaje. to al conde, poseido de una viva preocupa
–Sí, si es pobre y torpe; no, si es mi cion que parecia inspirarle la persona de
llonario y hábil. Por otra parte, lo peor Alberto, apenas probóun bocado de cada
seria ese último suplicio de que hablába plato; hubiérase dicho que al sentarse á la
mos hace poco, el que la filantrópica re mesa con sus convidados cumplia un sen
volucion francesa ha sustituido al descuar cillo deber de política, y que esperaba su
tizamiento y á la rueda. ¡Y bien ! ¡qué partida para hacerse servir algun plato es
es el suplicio si se está yengado! En ver traño ó particular. Esto le recordaba á
dad que casi siento que ese miserable Pe Franz el terror que habia inspirado el con
pino no sea decapitado, como ellos dicen; de á la condesa G.... y la conviccion en
veriais el tiempo que dura y si merece la que le habia dejado de que el"conde, el
pena de hablar de ello. Pero, en verdad, hombre que él le mostrára en el palco de
señores, que tenemos una conversacion un enfrente, era un vampiro.
poco singular para un dia de carnaval. Al fin del almuerzo Franzsacó su re
¿Cómohemosvenido á parará este asun loj.
to? ¡Ah! ya recuerdo: me habíais pe –¡Y bien !! ledijo el conde,¿que ha
dido un sitio en mi balcon; pues bien; ceis?
sea, lo tendreis: pero primero sentémonos —Nos escusaréis, señor conde, respon
á la mesa, pues justamente nosvienen á dió Franz, perotenemos mil cosas que ha
Cerº,
anunciar que ya está el almuerzo servido.
En efecto, un criado abrió una de las —¿Cuales?
cuatro puertas del salon, ypronunció las —Nos hallamos sin disfraces, y hoy estos
palabras sacramentales de: son de rigor.
–¡Al suo commodo ! —No os ocupeis de eso. Tenemos, se
Los dos jóvenes se levantaron y pasaron gun creo, en la plaza del Pópolo,un cuarto
al comedor. Durante el almuerzo, que era particular; haré llevar á él los trajes que
escelente, y servido con un esmero delica me indiqueis,y nos disfrazaremos inme
do, Franz buscó con los ojos las miradas diatamente.
de Alberto, á fin de leer en ellas la impre -¿Despues de la ejecucion? esclamó
sion que no dudaba habrian producido en Franz.
él las palabras de su huésped; pero ya sea –Sin duda; despues, durante ó antes,
que en medio de su desden habitual no les como querais.
hubiese prestado grande atencion, ya sea –¿En frente del patibulo?
que lo que el conde de Monte-Christo le —El patibulo forma parte de la fiesta.
habia dicho respecto al duelo le hubiese –Mirad, señor conde, he reflexionado,
ALBUM, 261
dijo Franz; mucho os agradezco vuestras —¿Vais, Alberto? preguntó Franz.
bondades,pero me contentaré con aceptar —A fémia, si, querido; vacilaba co
un asiento en vuestro carruaje, un sitio en mo vos, pero la elocuencia del conde me
el palacio de Rospoli, y os dejaré en liber decide.
tad de disponer del lugar del balcon, de la —Vamos, puesto que asi lo quereis;
piazza del Pópolo. dijo Franz, pero al dirigirme á la plaza
—Puesosprevengo que perdeis una co del Pópolo, deseo pasar por la calle del
sa muy curiosa, respondió el conde. Cours. ¿Es posible, señor conde?
-Ya me la contaréis, replicó Franz, y —Apié, si; en carruage, no.
en vuestra boca meimpresionará tanto co –Pues bien, iré ápié.
mo si la viese. Por otra parte, masde una -¿Es necesario que paseis por la calle
vez he querido asistir á una ejecucion, y del Cours ?
nunca me he podido decidir; ¿y vos Al —Sí, tengo que ver una cosa.
berto? —¡Pues bien ! pasemos por la calle del
—Yo, respondió el vizconde, he visto Cours, enviaremos el carruage á que nos
ejecutará Casteins;pero creo que estaba espere en la piazza del Pópolo por la en
un poquillo alegre ese dia,pues era el de trada del Babuino; por otra parte, tam
mi salida del colegio. -bien yo me alegro de pasar por la calle
—Pero, respondió el conde, no es una del Cours para ver si se han cumplido al
razon, que no hayais hecho una cosa en gunas órdenes que he dado. -
lla ejecucion no era otra cosa para todo el ojos negros sobre todo tenianuna espresion
pueblo que el principio del carnaval. de bondad admirable.
De repente cesó este ruido como por en Sin embargo, los dos condenados conti
canto; la puerta de la iglesia acababa de nuaban andando hácia el patibulo, y áme
abrir e.Una cofradia de penitentes, de la dida que avanzaban, podíanse distinguir
cual cada miembro vestia un sacogrís con las facciones de su rostro. Pepino era un
dos agujeros para los ojos únicamente, y muchacho buen mozo, de veinte y cuatro
con un cirio encendido en la mano, apare á veinte y seis años, de tez tostada por el
ció antes que nada; delante marchaba el sol, de mirada franca y salvaje. Andaba
gefe de la cofradía. Detrás de los peniten con la cabeza erguida, y parecia aspirar el
tes venia un hombre de elevada estatura; viento para ver de que lado vendria su li
este hombre iba desnudo, escepto un cal bertador. Andrea era grueso y rechoncho;
zon de lienzo; á su lado izquierdo se veia su rostro de una bajeza cruel, no indicaba
sujeto un gran cuchillo oculto en su vaina; la edad; sin embargo, podria tener unos
llevaba sobre el hombro derecho una pe treinta años. En la prision habia dejado
sada maza de hierro. Este hombre era el crecer su barba. Su cabeza caia sobre uno
verdugo. Calzaba ademas unas sandalias de sus hombros, y sus piernas se doblega
atadas á la pierna con cuerdas. Detrás del ban bajo su peso; todo su serparecia obe
verdugo marchaban con el órden con que decer á un movimiento maquinal en el
debian ser ejecutados, primero Pepino y cual su voluntad no entraba para nada.
despues Andrea. Cada uno marchaba acom —Meparece, dijo Franz al conde, que
pañado de dos sacerdotes. Ni uno ni otro me habiais anunciado que no habria mas
iban con los ojos vendados. Pepino cami que una ejecucion.
naba con paso firme; sin duda debió ser —Os he dicho la verdad, respondió el
prevenido de lo que debia acontecer. An conde con frialdad.
drea iba sostenido por un sacerdote. Am —. Sin embargo, alliteneis doscondena
bos besaban de cuando en cuando el cru dos.
conde agarrósu brazo y le detuvo delanteneció de pié, pero asido á las cortinas del
de la ventana. balcon sin cuyo apoyo hubiese caido se
—¿Que haceis? le dijo ¿teneis piedad? guramente.
Si oyeseis ladrar á unperro rabioso,toma El conde estaba en pié y su rostro de
riais vuestra escopeta, saldriais á la calle, notaba una espresion satánica y triunfante
matariais sin misericordia á boca de jarro como el ángel malo.
al pobre animal, que al fin y al cabo no VI.
seria culpable mas que de haber sido mor EL CARNAVAL DE ROM.A.
dido por otro perro, y devolver lo que le Cuando Franz volvió en sí encontróá
habian hecho; y ahora teneis piedad deun|Alberto bebiendo un vaso de agua, juz
hombre á quien ningun otro hombre hagando porsu palidez lo mucho que le con
mordido, y que sin embargo ha matado á|venia, y al conde vistiéndose ya depallazo.
su bienhechor, y que ahora no pudiendo Arrojó maquinalmenteuna miradaála pla
ya matará nadie, porque tiene las manos|za: todo habia desaparecido, patíbulo, ver
atadas, quiere á toda fuerza ver morir á|dugos, víctimas; no quedaba mas que el
su compañero de cautiverio, á su camara-|pueblo azorado, alegre, bullicioso; la cam
da de infortunio ! No, no, mirad, mirad.|pana de Monte Citorio que no se tocasino
La recomendacion era inutil, Franz es para la muerte del Papa, y la apertura de
taba como fascinado por el horrible espec a mascarada, repicaba velozmente.
tículo. Los dos ayudantes habian llevado —¿Y bien? preguntó al conde, ¿quéha
el condenado al patíbulo, y allí á pesar de pasado?
sus esfuerzos, de sus mordeduras, de sus —Nada, absolutamente nada, dijo, como
gritos, le habian obligado á ponerse de ro veis; pero el carnaval ha comenzado, vis
dillas; durante este tiempo el verdugo se támonospronto.
habia colocado á su lado con la maza le —En efecto, respondió Franz al conde,
vantada,entonces áuna señal losdos ayu solo resta de tan horrible escena las hue
dantes se separaron. El condenado quiso llas de un sueño.
volverse á levantar, pero antes que hu —Pues no es otra cosa que un sueño
biese tenido tiempo para ello la maza ca lo que habeis tenido tenido.
yó sobre su sien izquierda: oyóse un rui —Si, yo,pero ¿y el condenado?
do sordo y seco, y el paciente cayó como —Tambien es un sueño; pero él ha
un buey, con el rostro contra la tierra; quedado dormido, al paso que vos os ha
mas despues á consecuencia del choque se béis despertado, ¿y quién puede decir
volvió de espaldas, entonces el verdugo de cual e los dos será el privilegido?
jó la maza, sacó el cuchillo de su cintu —¿Pero qué ha sido de Pepino?
ron, de un solo golpe le cortó lo gargan • —Pepino es un muchacho juicioso que
ta, y subiendo al punto sobre su vientre, no tiene ningun amorpropio, y que, con
empezó á patearlo con vigor. A cada pre tra la costumbre de los hombres que Se
sion saltaba nn caño de sangre del cuello enfurecen cuando no se ocupan de ellos,
del condenado. se ha alegrado de que la atencion general
Al ver esta operacion, Franz no pudo se fijase en su compañero; por consiguien
tenerse en pié, se retiró vacilando y fuéá te, se ha aprovechado de esa distraccion
caerse casi desmayado sobre un sillon. | para deslizarse por entre la turba y desa
Alberto, con los ojos cerrados, perma parecer, sin dar siquiera las gracias á los
ItEV». 267
«Signos sacerdotes que le habian acompa loca y bulliciosa. Una turba de máscaras
ñado. Decididamente , el hombre es un salia por todas partes, escapándose de las
animal muy ingrato y egoista Pero puertas, descendiendo por los balcones;
vestios; mirad como os dá el ejemplo los carruages desembocaban por todas las
M. de... Morcerf. calles cargados de pierros, de figuras gro
En efecto, Alberto pasaba maquinal tescas, de dominos, de marqueses, de
mente su pantalon de tafetan por encima transteverinos , de ar equines , de caba
de su pantalon negro y sus botas charo lleros, de aldeanos; todo esto gritando,
ladas. gesticulando, lanzando huevos llenos de
—¿Y bien? Alberto, preguntó Franz harina, confites. ramilletes; atacando con
¿ estáis dispuesto á cometer algunas locu palabras y proyectiles á los amigos y á los
ras? Veamos, responded francamente. iestraños, á los conocidos y desconocidos,
—No, dijo, pero en verdad ahora me sin que nadie tuviese derecho para enfa
alegro de haber visto una cosa semejante darse, sin que nadie hiciese otra cosa que
y comprendo lo que decia el señor conde; reir.
que cuando uno ha podido acostumbrarse Franz y Alberto eran como esos hom
á semejante espectáculo es el único que bres que para distraerse de un violen
aun puede causar algunas emociones to pesar son conducidos á una orgía, y
— Sin contar con que en ese momento que á medida que beben y se embriagan,
se pueden hacer estudios de los caracteres, sienten interponerse un denso velo entre
dijo el conde; en el primer escalon del pa el presente y lo pasado. Siempre veian ó
tíbulo , la muerte arranca la máscara que mas bien continuaba obrando en ellos el
se ha llevado toda la vida y aparece el reflejo de lo que habian visto. Pero poco
verdadero rostro. Preciso es convenir que á poco les iba dominando la embriaguez
el de Andrea no estaba muy bonito... pí general; parecióles que su razon vacilante
caro, infame!.... ¡Vistámonos, señores iba abandonándoles; sentían una necesidad
vistámonos! tengo necesidad de ver más estraña de tomar una parte en aquel rui
caras de carton para consolarme de las do, en aquel movimiento, en aquel vér
máscaras de carne. , tigo. Un puñado de confites dirigido á
Ridiculo hubiera sido para Franz el Morcerf desde un carruage próximo, y
aparentar aun conmocion y no seguir el que, cubriéndole de polvo, asi como á
ejemplo que le daban sus compañeros. sus dos compañeros, pegó en su cuello y
Vistióse, pues, su trage, y puso su careta parte de rostro que no estaba cubierta por
que no era seguramente tan descolorida la máscara como si le hubiesen lanzado
como su rostro. Concluido que hubieron cien alfileres, acabó por impelirle á la lu
de disfrazarse, bajaron la escalera. El car cha general , en la que entraban todas las
ruaje se esperaba á la puerta , lleno dej máscaras que encontraban. Púsose de pié
dulces y de ramilletes á su vez en el carruage ; agarró puñados
Difícil es formarse una idea de un cam de proyectiles de los sacos , y con todo el
bio mas completo que el que acababa de vigor y la habilidad de que era capaz, en
operarse. vió á su vez huevos y yemas de dulce á
En lugar de aquel espectáculo de muer sus vecinos.
te, sombrio y silencioso, la plaza del l'ó- Desde entonces se trabó el combate. El
polo presentaba el aspectd de una orgía!|recuerdo de lo que habian visto media ho-
4&
268 ALBUM.
–¡Y bien l ¿no visteis tres balcones y curarles dos de esasfajas de seda de listas
uno de ellos colgado de damasco blanco, transversales y colores vivos, con las cua
con una cruz roja? ¡Pues esos eran los les los hombres del pueblo en los dias de
tres balcones del conde ! - fiesta tienen la costumbre de ceñir la cin
—¿Acaso ese hombre es algun nabab? tura.
¿Sabéis lo que cuestan tresbalcones como Alberto estaba impaciente porver como
esos durante los ocho días de carnaval, y le sentaria su improvisado vestido, el que
en el palacio Rospoli; es decir, en el me se componia de unos calzones y de una
jor sitio del Corso? chaqueta de terciopelo azúl, medias con
—Boscientos ó trescientos escudos ro cuchillas bordadas, zapatos con hebillas y
IIl3Il 08. un chaleco de seda. Por consiguiente el
–Decid mas bien dos ó tres mil. jóven no podia menos de ganar con este
—¡ Diantre l traje tan pintoresco,y cuando su cinturon
–¿Es acaso su isla la que le produce hubo oprimido su elegante talle, cuando
tanto ? su sombrero, lijeramente inclinado á un
–Su isla no produce ni un solo bejuco, lado, dejó caer sobre su hombro una infi
—Entonces, ¿por que la ha comprado? nidad de cintas, Franz se vió obligado á
–'or capricho. confesar que el traje influye mucho en la
—Es un hombre original. superioridad física en ciertas poblaciones.
—El caso es, dijo Alberto, que me ha Los turcos tan pintorescos antes con sus
parecido bastante escéntrico. Si habitase entrajes largos de vivos colores ¿no están
París, si frecuentase nuestros teatros, os di-jahora horribles con sus levitas azules abo
ria que es un pobre diablo á quien la litera tonadas y su gorro griego que parecenbo
tura moderna ha trastornado la cabeza. En tellas de vino con taponencarnado? Franz
verdad me ha dado ayer dos ótresgolpes felicitóáAlberto, que en pié delante del
dignos de Didier ó de Antony. espejo, se sonreia con un aire de satisfac
En este momento entró una visita y se cion que nada tenia de equívoco. Estaban
gun la costumbre cedió Alberto su lugar asi cuando entró el conde de Monter
al recien venido; esta circunstancia ade Christo.
mas de mudar de asiento hizo tambien –Señores, les dijo, comoporagradable
cambiar de conversacion. Una hora des que sea un compañero de placer, la liber
pues, los dos amigos volvieron á entrar en tad es mas agradable aun, vengorá anun
la fonda. Maese Pastrini estaba ya ocupado ciaros que por hoy y los dias siguientes
en sus disfraces para el dia siguiente y les dejo á vuestra disposicion el carruaje de
prometió que quedarian satisfechos de su que os habeis servido ayer. Nuestro hués
inteligente actividad. ped ha debido deciros que tenia tresó cua
ALBUM. 273
tro en las cuadras de su casa; no me pri ginado poner sus libreas sobre sus pieles
vais, pues, de ir en carrueje; usad de él de animales, lo cual les formaba un cuer.
libremente, ya para ir á divertiros como po mas grotesco si cabe que el dia ante
para ir á vuestros asuntos. Nuestra cita,si rior, lo que les valió el que Franz y Al
algo tenemos que decirnos, será en el pa berto les alabasen por aquella invencion.
lacio Rospoli. Alberto habia atado sentimentalmente á
Los dosjóvenes quisieron hacer algunas sus ojales el ramillete devioletas ajadas ya.
observaciones, peroverdaderamentenote Al primer toque de la campana partie
nian ninguna razon para rehusar una ofer ron y desembocaron en la calle del Cours
ta que por otra parte les era agradable. por la via de Vittoria. A la segunda vuel
Concluyeron por aceptar. ta un ramillete de violetas frescas que sa
El conde de Monte-Christo permaneció lió de un carruage de pallazas, y que vino
un cuarto de hora con ellos, hablando de á caer dentro el carruage del conde, in
todo con una facilidad estremada. Estaba, dicó áAlberto, que como su amigo y él,
como ya se habrá podido notar, muy al las paisanas de la vispera habian cambia
corriente de la literatura de todos los pai do de traje, y que, sea por casualidad,
ses. Una ojeada que dióá las paredes de sea por un sentimiento semejante al que
su cuarto habia probado á Franz y á Al le habia hecho obrar, asi como él habia
berto que era aficionado á cuadros. Algu adornado elegantemente su traje, ellas
nas palabras que pronunció al pasar, les porsu parte habian engalanado el suyo.
probó que no le eran estrañaslas ciencias, Alberto sustituyó el ramillete ajado con
sobre todo parecia haberse ocupado par el fresco, conservando empero aquel en
ticularmente de química. la mano y cuando cruzó de nuevo el car
Los dos amigos no tenian la pretension ruage, lo llevó amorosamente á suslabios;
de devolver al conde el almuerzo con que accion que pareció divertir mucho nosolo
aquel les obsequiara; hubiera sido una á la que se lo habia arrojado, si que tam
necedad ofrecerle, en cambio de su esce bien á sus locas compañeras. El dia no fué
lente mesa, el servicio apenas mediano menos animado que el anterior: es pro
de maese Pastrini. Se lo dijeron franca bable que un profundo observador hubie
mente yel recibió sus escusas como hon se reconocido aun cierto aumento de ruido
bre que sabia apreciar su delicadeza. y de alegria. En una de las vueltas per
Alberto estaba encantado de los moda cibieron al conde en su balcon, pero cuan
les del conde, en quien, sin su ciencia, hu do el carruage volvió á pasar habia ya
biera reconocido un noble caballero. La desaparecido.
, libertad de disponer á su arbitrio del car Inútil es decir que el cambio de coque
ruage era lo que mas alegria le causaba, terías entre Alberto y la pallaza de los ra
tenia ya susmiras respecto aquellas gracio milletes de violetas duró todo el dia. Por
sas aldeanas,y como en la vispera se le la noche al entrar Franz en casa encontró
habian aparecido en un carruage muyele una carta de la embajada, en la que le
gante, no le desagradaba presentarse á su anunciaban que tendria el honor de ser
vista, acerca de este punto bajo un pié de recibido al dia siguiente por Su Santidad.
igualdad. En cada viaje de los que precedentemente
A la una y media los dos jóvenes baja hiciéra á Roma, habia solicitado y obte
ron: el cochero y los lacayos habian ima nido el mismo favor; y tanto por relijion
69
274 ALBUM.
alusion á su primera entrevista, el temor mejanza con los héroes fantásticos del poe
de ser desagradable á un hombre que le ta inglés, el conde parecia tener el don de
habia colmado, tanto á él como á su ami la fascinacion.
go, de bondades, le detenia; así, pues, si Alberto no cesaba de hablar de la feli
guió con la misma resolucion que él. cidad que habian tenido él y Franz en en
El conde habia sabido que los dos ami contrar á semejante hombre. Franz era
gos habian tratado de tomar un palco en menos entusiasta, y no obstante sufria la
el teatro Argentino, y que se les habia influencia que ejerce todo hombre supe
respondido que todo estaba tomado; de rior sobre el espíritu de los que le rodean.
consiguiente, les traia la llave del suyo; á Pensaba en aquel proyecto que habia ma
lo menos este era el motivo aparente de nifestado varias veces el conde de ir á Pa
su visita. Franz y Alberto pusieron algu ris, y no dudaba que con su carácter es
nas dificultades, alegando el temor de que céntrico, su rostro caracterizado y su for
él se privase de asistir; pero el conde les tuna colosal, el conde produjese gran efec
respondió que como iba aquella noche al to. Y sin embargo no deseaba hallarse en
teatro Valle, su palco del teatro Argenti Paris cuando él fuese.
no quedaria desocupado si ellos no lo aproLa noche pasó como pasan las noches
vechaban. por lo regular en el teatro de Italia, no
psta razon determinó á los dos amigos en escuchará los cantantes, sino en hacer
á aceptar. Franz se habia acostumbrado visitas ó hablar. La condesa G..... queria
poco á poco á aquella palidez del conde hacer girar la conversacion acerca del con
que tanto le habia admirado la primera de; pero Franz la anunció que tenia que
vez que le viera. No podia menos de ha revelarla un acontecimiento muy notable;
cer justicia á la belleza de aquella cabeza y á pesar de las demostraciones de falsa
severa, en la que la palidez era el único modestia á que se entregó Alberto, contó
defecto ó tal vez la principal cualidad. Ver á la condesa el gran acontecimiento que,
dadero héroe de Byron, Franz no podia, hacia tres dias, formaba el objeto de la
no diremos verle, pero ni pensar siquiera preocupacion de los dos amigos.
en él sin que se representase aquel rostro Como estas intrigas no son raras en Ita
sobre los hombros de Manfredo, ó bajo la lia, á lo menos si se debe creer á los via
toga de Lara. Tenia esa arruga en la fren geros, la coñdesa lo creyó y felicitó áAl
te que indica la incesante presencia de al berto por el principiode una aventuraque
gun amargo pensamiento; tenia esos ojos prometia terminarse de una manera tan
ardientes que leen en lo ma profundo de satisfactoria. Se separaron prometiéndose
las almas; tenia ese labio altanero y bur encontrarse en el baile del duque de Brac
lon que dá á las palabras que salen por él ciano, al cual, loma entera estaba convi
un carácter singular que hacen se graven dada. La dama del ramillete cumplió su
profundamente en la memoria de los que promesa: ni el dia siguiente ni el otro dió
las escuchan. á Alberto señal alguna de existencia.
El conde no erajóven; tendrialo menos En fin, llegó el mártes, el último y el
cuarenta años, y parecia haber sido for mas ruidoso de los dias de carnaval. El
mado para ejercer siempre cierto dominio mártes, los teatros se abren á ias diez de
sobre los jóvenes con que se reuniese. Lo la mañana, porque pasadas las ocho de la
cierto es que, como para completar la se noche entra la cuaresma. El mártes,todos
ALBUM. 277
los que, por falta de tiempo, de dinero ó del carnaval. Al ruido de aquellos tambo
de entusiasmo, no han tomado aun parte res, los carruages rompieron al instante las
en las fiestas precedentes, se mezclan en filasyse refugiaron en la calle transversal
la bacanal, se dejan arrastrar por laorgia, mas cercana de donde se hallaban. Todas
y unen su parte de ruido y de movimien estas evoluciones se hacen, por otra par
to al movimiento y al ruido general. Des te, con una habilidad inconcebible y una
de las dos hasta las cinco, Franzy Alber rapidez maravillosa, y esto sin que la po
to siguieron la fila, cambiando puñados de licía se ocupe de señalar á cada uno su
dulces con los carruajes de la fila opuesta puesto, ó de trazar á cada uno su camino.
y los que iban ápié que circulaban entre Los queiban ápié se pegaron á las pare
los caballos, entre las carrozas, sin que des de los palacios; en seguida se oyó un
aconteciese enmediodeesta espantosa mez gran ruido de caballos y de sables.
cla un solo accidente,una sola disputa,un Un escuadron de carabineros á quince
solo reto. Los italianos son el pueblo por de frente recorria al galope y en todo su
escelencia respecto á este punto. Las fies ancho la calle del Cours, la cual barria
tas son para ellos verdaderas fiestas. El para dejar sitio á los barberi. Cuando el
autor de esta historia, que ha vivido en escuadron llegó al palacio de Venecia, el
Italia por espacio de cinco ó seis años, no sonido de otras cajas anunció que la calle
se acuerda de haber visto nunca solemni estaba libre.
dad turbada por uno solo de esos aconte Casi al mismo tiempo en medio de un
cimientos que sirven siempre de corolario clamor inmenso, universal, inaudito, pa
á los nuestros. saron como sombras siete ú ocho caba
Alberto triunfaba con su traje de palla los escitados por los gritos de trescientas
zo. Tenia sobre el hombro un lazo de cin mil personas y por las bolas de hierro que
ta color de rosa, cuyas puntas le colgaban les saltan sobre la espalda: despues el ca
bastante, para que no le confundieran con ñon del castillo de Santo-Angelo dió tres
Franz. Este habia conservado su trage de cañonazos, era para anunciar que el nú
aldeano, romano. ,- mero tres habia ganado.
Mientras mas avanzaba el dia, mayor se Al punto, sin otra señal que esta, los
hacia el tumulto; no habia en todas las carruages se volvieron á poner en movi
calles, en todos los carruages, en todos lo miento, llenando de nuevo el Corso; de
balcones, una boca que estuviese muda, sembocando por todas las calles comotor
un brazo que estuviese quieto; era verda rentes contenidos un instante, y que se lan
deramente una tempestad humana, com zan juntos hácia el rio que alimentan, y
puesta de un trueno de gritos y de una la ola inmensa volvió á proseguir mas rá
granizada de grajeas, de ramilletes, de pida que antes su carrera entre los dos rios
huevos, de naranjas yde flores. A las tres, de granito. Pero un nuevo elemento de
el ruido de las cajas batiendo marcha á la ruido y de movimiento se habia nezclado
vez en la plaza del Pópolo, y en el pala aun á esta multitud: los vendedores de
cio de Venecia, atravesando ágrandes pe moccoli acababan de entrar en la escena.
nas aquel horrible tumulto, anunció que Los moccolió moccoletti son bugías que
iban á comenzar las carreras. varian de grueso, desde el cirio pascual
Las carreras, como los moccoli,sonunos hasta el cabo de la vela, y que recuerdan
episodios particulares de los últimos días. á los actores
70
de esta gran escena que ter
278 ALBUJt.
mina el carnaval romano, suscitando dos¡ moccoli , y Aquilon , heredero de la Ct)"
preocupaciones opuestas, 1.° la de conser rona.
var encendido su moccoletto; 2.° la de Esta carrera loca y ardiente duró doi
apagar e.l moccoletto de los demas. horas casi; la calle del Cours estaba ilu
El moccoletto es como la vida : el hom- minada como si fuese de dia ; distinguían •
bre no ha encontrado sino un medio de se las facciones de los espectadores hasta
transmitirlo, y este medio lo tiene de Dios el tercero ó cuarto piso. De cinco en cin
Pero ha descubierto mil medios para qui co minutos Alberto sacaba su reloj; al fin
tarlo : es verdad que para esta operacion este señaló las siote. Los dos amigos se ha
el diablo le ha ayudado un poco. llaban justamente en la altura de la Via du
El moccoletto se enciende acercándolo Pontifici; Alberto saltó del carruage con
á una luz cualquiera. Tero quien describi su moccoletto en la mano.
rá los mil medios inventados para apagar Dos ó tres máscaras quisieron acercarse
el moccoletto , los fuelles gigantescos , los á él para apagárselo ó arrancarlo; pero, á
apagadores monstruos , los abanicos sobre fuer de hábil luchador, Alberto las envió
humanos? Cada cual se apresuró á com á rodar una tras otra á diez pasos de él
prar y encender m'occoletti , Franz y AI- continuando su camino hácia la iglesia de
beto como los demas. San Giácomo. Las gradas estaban carga-
La noche se acercaba rápidamente, y das de curiosos y de máscaras que luchaban
ya al grito de Moccolil repetido por las es sobre quien se arrancaria de las manos la
tridentes voces de un millar de industria- antorcha. Franz seguia con los ojos á Al
Jes, dos ó tres estrellas empezaron á bri berto, y le vió poner el pié sobre el primer
llar encima de la turba. Esta fué una se escalon: casi al punto una máscara con el
ñal. Al cabo de diez minutos cincuenta traje bien conocido de la aldeana del ra
^mil luces brillaron descendiendo del pala millete, estendiendo el brazo, y sin que esta
cio de Venecia á la plaza del Popolo , y vez hiciese él ninguna resistencia , le ar
volviendo á subir de la plaza del Popolo rancó el moccoletto.
al palacio de Venecia. Hubiérase dicho que Franz estaba muy lejos para escuchar
aquella era una fiesta de fuegos fátuos. No las palabras que cambiaron, pero sin duda
se puede formar una idea de aquel aspec nada tuvieron de hostil, porque vió alejar
to á no haberlo visto. se á Alberto y á la aldeana ambos agarra
Supongase que todas las estrellas se des dos del brazo. Por espacio de algun tiem
tacan del cielo y vi-men á mezclarse en la po los siguió con la mirada en medio de la
tierra á un baile insensato : todo acompa multitud, pero en la via Macelio los perdió
ñado de gritos cual nunca oidos humanos de vista
han percibido , sobre el resto de la super
ficie del globo. De repente el sonido de la campana que
En este momento sobre todo es donde' dá la señal de la conclusion del carnaval,
ya no hay distincion social. El facchino se sonó, y al mismo instante todos los mocco
une al principe, el principe al transteverino, li se apagaron como por encanto.
el transteverino al hombre de la clase me Hubiérase dicho que un solo é inmenso
dia, cada cual soplando, apagando, encen soplo de viento los habia aniquilado. Franz
diendo. Si el viejo Eolo apareciese en este se encontró en la oscuridad mas profunda.
momento, seria proclamado rey de los' Con el mismo toque de campana cesa
ALBUM. 279
rom losgritos, como si el poderoso soplo berto hasta bastante tarde. Pidió, pues,
que habia apagado las luces apagase el bu el carruage paralas once, rogando á mae
llicio, no se oyó mas que el ruido de las se Pastrini que le avisase al instante si
carrozas que conducian á las máscaras á Alberto volvia á la fonda. A las once Alber
su casa: no se vió mas que las raras luces to no había entrado. Franz se vistió y
que brillaban detrás de los balcones. partió,previniendo á su huésped que p
El carnaval habia concluido. saba la noche en casa del duque de Brac
VII. ciano.
LAS CATACUMBAS DE SAN SEBASTIAN. La casa del duque de Bracciano es una
En su vida tal vez habia esperimentado las mejores casas de Roma ; su muger
de
Franz una impresion tan viva, un pasotan una de las últimas herederas de los Co
rápido de la alegria á la tristeza como en lonna, hace los honores de ella de una
este momento; hubiérase dicho que Roma, manera perfecta; de esto resulta que las
bajo el soplo májico de algun demonio de fiestas que da tienen una celebridad eu
la noche, acababa de cambiarse en una ropea.
vasta tumba. Por una casualidad que au Franz y Alberto habian llegado á Roma
mentaba aun la intensidad de las tinieblas, con cartas de recomendacion para él; asi
la luna, que estaba en su menguante, no pues, su primera pregunta fué decir á
debia salir hasta las doce de la noche; las Franz que habia sido de su compañero de
calles que eljóven atravesaba estaban su viaje; Franz le respondió que sehabia se
merjidas en la mayor oscuridad. Por otra parado de él en el momento de pagar los
parte, el tránsito era corto; al cabo de diez moccoletto; y que le habia perdido de
vista en la via Macello.
minutos su carruaje, ó mas bien el del con
de, se detuvo delante de la fonda de Lón –¿Entonces no habrá vuelto?pregun
dres. tó el duque.
La comida estaba prevenida, pero co —Le he esperado hasta esta hora, res
mo Alberto habia avisado que no le espera pondió Franz.
sen, Franz se sentó solo á la mesa. Maese –¿Y sabeis donde iba?
Pastrini, que acostumbraba verlos comer —No precisamente; sin embargo, creo
juntos, se informó de la causa de su au que se trataba de una cita.
sencia;pero Franz se contentó con, res –¡Diablo! dijo el duque, mal dia es
ponder que Alberto habia recibido una este ó mala noche para tardar de ese mo
invitacion, á la cual habia acudido. do, ¿no es verdad, señora condesa?
La súbita estincion de los moccoletti, Estas últimas palabras se dirijian á la
aquella oscuridad que habia reemplazado condesa G.... que acababa de llegaryque
á la luz, aquel silencio que habia sucedi se paseaba del brazo de Mr. Forlonia,
do al ruido, habian dejado en el espíritu hermano del duque.
de Franz cierta tristeza que participaba —Creo al contrario que es una noche
tambien de alguna inquietud.Comió, pues, encantadora, respondió la condesa, y los
silenciosamente, apesar de la oficiosa so que están aqui no se quejarán mas que
licitud de su huésped, que entró dos ó de una cosa; de que pasará demasiado
tres veces para informarse si tenia nece pronto.
sidad de algo. –Pero, replicó el duque sonriendo, yo
Franz estaba resuelto á esperar á Al no hablo de las personas que están aqui
280 - ALBUM.
estos no corren otros peligros, los hom –¡Con una carta del vizconde ! escla
bres que enamorarse de vos, y las muge mó Franz.
res caer enfermas de celos al veros tan —Si.
hermosa: hablo de los que recorren las –¿Y quién es ese hombre?
calles de Roma. —Lo ignoro.
–¡Oh! preguntó la condesa, ¿quien —¿Porqué no ha venido átraerlaaqui?
recorre las calles de Roma á esta hora, - El mensagero no ha dado ninguna
como no sea para venirá este baile? esplicacion.
—Nuestro amigo el vizconde de Mor -¿Y donde está el mensagero?
cerf, señora condesa, de quien me separé –Partió en cuanto me vió entrar en el
dejándolo con su desconocida á eso de las salon de baile para avisaros.
siete de la noche, dijo Franz, y á quien —¡Oh! ¡Dios mio! dijo la condesará
no he visto despues. Franz, id pronto; ¡ pobre jóven! tal vez
—¡Cómo ! ¿y no sabeis donde está? le haya sucedido algun accidente.
—Ni lo sospecho. –Corro allá, dijo Franz.
—¿Y tiene armas? —¿Os volveremos áver para saber de
—Iba de pallazo. él?preguntó la condesa.
—No deberiais haberle dejado ir, dijo —Si, si la cosa no esgrave; si no, no
el duque áFranz, vos que conoceis mejor respondo de lo que será de mi mismo.
á Roma. —En todo caso,prudencia, dijo la con
—¡Oh! si, lo mismo hubiera adelan desa.
tado que si hubiese intentado detener al —Tranquilizaos.
número tres de los barberi que ha gana Franz tomó su sombreroy partió inme
do hoy el precio de la carrera, respondió diatamente. Habia mandado venir su car
Franz; ademas, ¿qué quereis"que le su ruage á las dos; pero felizmente, el pala
ceda? |cio Bracciano, que dá por un lado á la
–¿Quién sabe? la noche está sombria, calle del Cours, y por otro á la plaza de
y el Tiber está cerca de la via Marcello. los Santos-Apóstoles, está á diez minutos
"Franz sintió circular por sus venas un de camino de la fonda de Lóndres. Al
estremecimiento al ver que el duque y la acercarse á esta, Franz vió un hombre en
condesa estaban tan acordesen susinquie pié en medio de la calle; no dudó un solo
tudes personales. instante de que era el mensagero de Al
—Tambien he dejado dicho en la fonda berto. Este hombre iba envuelto en una
“que tenia el honor de pasar la noche en gran capa. Se dirijió á él; pero, con
vuestra casa, señor duque, dijo Franz,y gran asombro de Franz, este hombre fué
deben venirá anunciarme su vuelta. quien le dirijió primero la palabra.
–Mirad, dijo el duque, creo que alli -¿Qué me quereis, escelencia? dijo
viene uno de mis criados buscándoos. dando un paso atras como un hombre que
" El duquenose engañaba; alverá Franz desea estar siempre á la mira.
el criado se acercó á él. -¿No sois vos, preguntó Franz, quien
—Escelencia, dijo, el dueño de la fon me trae una carta del vizconde de Mor
cerfº
da de Lóndres, os manda avisar que un
hombre os espera en su casa con una car —¿Es vuestra escelencia quien vive en
ta del vizconde de Morcerf. la fonda de Pastrini?
ALBUM. 281
«unidla á la vuestra; si no es saficiente,
-¿Es vuestra escelencia el compañeITO « corred á casa de Torlonia, tomad in
de viaje del vizconde? «mediatamente cuatro mil pastras y en
-Si. «tregadlas al portador. Es urgente que
-¿Cómo se llama vuestra escelencia? « esta suma me sea dirijida sin tardanza.
—El baron Franz d'Epinay. «No insisto mas, cuento con vos, como
-Está bien: á vuestra esce encia es á «vospodeis contar conmigo.
quien va dirijida esta carta. «P. D. V beliere non to italian ban
« detti.
—¿Exije respuesta? preguntó Franzto
mándole la carta de las manos. «Vuestro amigo
—Sí, al menos vuestro amigo la es «ALBERTO DE MORCERF, o
pera. Debajo de estos renglones habia escri
-Subid á mi cuarto, alli os la daré. tas con una letra estraña estas palabras
—Quiero mejoresperar aqui, dijo rien italianas:
do el mensagero. «Se alle sei della matina, le quattro mile
–¿Porqué? «piastre non sono nelle mie mani, alle sete
—Vuestra escelencia, lo comprenderá «il conte Alberto atra cesato di cirire. (1)
cuando haya leido la carta. C LUIS VAMPA. y
se disponia á volver al palacio Bracciano «Se alle sei della mattina le quattro mile
sin perder un instante, cuando de repente piastre non sono nelle mie mani, il conte
una idea le pasópor la imaginacion. Alberto avra cessato di vivere.»
Pensó en el conde de Monte-Christo. « Luis Vampa.»
Franziba á dar la órden de que avisasen —¿Que decís á esto? preguntó Franz.
á maese Pastrini, cuando éste en persona –¿Teneis la suma que os pide?
se presentó á la puerta. —Si, menos ochocientas piastras.
–Querido señor Pastrini, le dijo viva El conde se dirijióá su buró, lo abrió,
mente, creeisque el conde esté en su cuarto? y tirando de un cajon lleno de oro que se
–Si, escelencia, acaba de entrar. abriópor medio de un resorte
—¿Habrátenido tiempo de acostarse? —Espero, dijo á Franz, que no me ha
-Lo dudo. reis la injuria de dirijiros á otro que ámi?
—Entonces, llamad ásupuerta, y pe —Bien veis, dijo este, que ávos me
didle por mi permiso para presentarme en he dirijido primero que ánadie.
su habitacion. —De lo que os doy gracias: tomad.
Maese Pastrini se apresuró á seguir las É hizo señasá Franz de que tomase del
instrucciones que le daban; cinco minutos cajon cuanto necesitase.
despues estaba de vuelta. —¿Es necesario enviar esta suma áLuis
—El conde espera á vuestra escelencia, Vampa?preguntó el jóven mirando á su
dijo. vezfijamente al conde. -
ante sí, continuaban reflejándose en las pa En cuanto le pareció al conde que Franz
redes algunos destellos rojizos, que se ha habia saboreado lo bastante sus miradas en
bian hecho mas visibles despues que Pe este pintoresco cuadro, aplicó el dedosobre
pino apagó la antorcha. "Avanzaron pues sus labios para recomendarle el silencio,
silenciosamente, guiando el conde áFranz y subiendo lostres escalones que median
como si hubiese tenido la singular facultad entre el corredor y el Colombarium, en
de distinguir los objetosátravés de las ti tró en la sala por la arcada del centro di
nieblas. Al fin, Franz empezaba á distin rijiéndose á Vampa, que tan embebido
guir con mayor claridad los lugares que estaba en su lectura que ni menos oyó el
pasaba á medida que se aproximabanálos ruido de sus pasos.
reflejos que les servian de norte. —¿Quién vive? gritó el centinela me
Tres arcadas, de las que la del centro "nos preocupado y que distinguió á la luz
servía de puerta de entrada les dió paso. de la lámpara una especie de sombra que
Estas arcadas, daban porun lado al cor aumentaba de dimensiones á medida que
redor en que estaba Franz y el conde y se acercaba por detras á su gefe.
Por el otro á un grande espacio cuadrado, A este grito, vampa se levantó con
ALBUM. 2S7
l
prontitud, tirando al propio tiempo de el conde sacando una carta de su bolsillo,
una pistola que en su cinturon llevaba. le habeispuesto ápreciocomo si fuese un
En un instante todos los bandidos estuvie
cualquiera.
ron de pié y vente bocas de carabina, se –¿ orqué no mehabeisprevenido todas
dirijieron al conde. estas circunstancias, vosotros? dijo el gefe
—¿Qué es eso? dijotranquilamente es-dirigiéndose hácia aquellos hombres, que
te, con una voz enteramente segura y sin retrocedieron ante su mirada, ¿por qué
que se conveliese un solo músculo de sume habeis espuesto de este modo á faltar
rostro; ¿qué es eso? mi querido Vampa,á mi palabra con un sugeto como el señor
me parece que moveis mucho estrépito Conde, que tiene nuestra vida en sus ma
para recibirá un amigo! nos? ¡Por la sangre de Christo! siyo lle
–¡Abajo las armas! grito el gefe ha | gase á sospechar que alguno de vosotros
ciendo con la mano un ademan imperati sabia que el jóven era amigo de su Esce
vo, mientras que con la otra se quitaba lencia, lelevantaria la tapa delos sesoscon
respetuosamente el sombrero, y luego di mi propia mano. -
rigiéndose al singular personaje que domi –¡Los veis ! dijo el conde dirigiéndose
naba en esta escena. Perdonad, señor con á Franz, ¿no os habia dicho yo que en
de, le dijo, pero estaba tan lejos de espe esto habia alguna equivocacion?
rar el honor de vuestra visita, que no os –¿Qué, no venís solo? preguntóVam
habia reconocido. pa con inquietud.
—'arece que sois falto de memoria en –He venido con la persona á quien iba
muchas cosas, Vampa, dijo el conde; y dirigida esta carta y á quien he querido
que no tan solo olvidais las facciones de probar que Luis Vampa es un hombre que
la gente, si que tambien los pactos que sabe guardar su palabra. Acercaos, esce
median entre vos y ellos. lencia, dijo á Franz, aquí teneis á Luis
—¿Y qué pactos he olvidado, señor Vampa que va á deciros está desesperado
conde? preguntó el bandido con un tono por el error que acaba de cometer.
que demostraba estar dispuesto á reparar Franz se acercó: el gefe se le adelantó
el error caso de haberlo cometido. unos pasos.
–¿No tenemos convenido, dijo el con –Sed bien venido entre nosotros, esce
de,que no tan solo mi persona sique tam lencia, le dijo, ya habeis oido lo que aca
bien las de mis amigos,os serian sagradas? ba de decir el señor Conde y mi contesta.
—¿Y en qué he faltado yo al tratado, cion ; ahora os añadiré que desearia, aun
escelencia? que me costíra las cuatro mil piastras en
–Vos habeís arrebatado esta noche y que habia fijado el rescate de vuestroami
trasportado aquí al vizconde Alberto de go, que no hubiese acontecido semejante
Morcerf: pues bien, continuó el conde con SU1CeSO,
tono un qué hizo estremecer á Franz, este –Pero, dijo Franz mirando con inquie
jóven es uno de mis amigos; esejóven se tud á su alrededor, ¿en dónde está el pri
ha alojado en la misma fonda que yo, es sionero, que no le veo?
jóven haverificado el Corso, durante ocho —¿Supongo que no le habrá sucedido
dias en mi propio carruaje, y á pesar de nada? preguntó el conde frunciendo el en
todo esto, os lo repito, le habeis arrebata trecejo.
do, le habeis trasportado aquí y, añadió —El prisionero está allí, dijo Vampa
288 ALBUM.
indicando con la mano el hueco delante" para juzgar por sí mismo del tiempo tras
cuya entrada sepaseaba el bandido de cen currido,
y añadió; la una y media de la
tinela; y voy yo mismo á anunciarle que madrugada ¿porque diablos me dispertais
está en libertad. á esta hora?
El gefe se adelantó hácia el punto de -Para deciros que estais en libertad,
signadopor él como á prision de Alberto, escelencia.
y Franz y el conde le siguieron. –Querido, dijo Alberto con una per
–¿Qué hace el prisionero? preguntó fecta seguridad, acordaos en lo sucesivode
Vampa al centinela. esta máxima del gran Napoleon «No me
– Os juro, capitan, que no lo sé, con disperteis sino para las malas nuevas». Si,
testó éste, hace mas de una hora que no me hubieseis dejado dormir hubiese aca
le oido moverse siquiera. ibado migalop, y os hubiera estado reco
–Venid, escelencias, dijo Vampa. nocido
toda mi vida.... ¿Con que han pa
El conde y Franz subieron siete ú ocho gado mi rescate?
escalones, precedidos por el gefe, que tiró —No escelencia.
de un cerrojo y empujó una puerta. En –¿'ues como me poneis en libertad?
tonces, á la luz de una lámpara semejante —Un sugeto al que nada puede negarº
á la que iluminaba el Colombarium, se se, ha venido á reclamaros.
pudo verá Alberto envuelto en una capa -¿ Aqui?
que le prestára uno de los bandidos, tendi -Aqui.
do en un rincondurmiendo en el mas pro —¡Oh! por Dios que esuna estremada
fundo sueño. galanteria.
– Vaya, dijo el conde sonriendo con Alberto miróásu alrededory apercibió
aquella sonrisa que le era peculiar, no me á Franz.
parece mal para un hombre que debia ser —¡Como! le dijo, ¿soisvos, miquerido
fusilado á las siete de la mañana. Franz, á quien impulsa hasta este punto
Vampa miraba á Alberto dormido con vuestra amistad para conmigo?
cierta admiracion, deduciéndose de su mi —No, contestó este, que es nuestroveº
rada que no era insensible á esta prueba cino el conde de Monte-Christo.
de valor. –¡Ah! por cierto, señor conde, dijo
–Teneis razon, señor conde, dijo; este con jovialidad Alberto ajustándose el cor
hombre debe seruno de vuestros amigos. batin y arreglándose el traje, que sois un
Luego acercándose á Alberto y tocán hombre precioso en todos conceptos; es
dole en la espalda. pero que me considerareis ligado ávos con
—Escelencia, dijo, haced el favor de los vinculos de una eterna gratitud, primer
dispertaros si os place. ro por la cesion de vuestro carruaje, lue
Alberto estiró los brazos, se frotó los go, por este suceso; ytendió al conde su
párpados y abrió los ojos. mano, que se conmovió al acto de corres
–¡Ah! dijo, ¿sois vos capitan? Par ponderle con la suya, pero que con todose
diez, que hubiérais hecho muy bien en la dió.
dejarme dormir, estaba soñando un paso El bandido contemplaba esta escena con
encantador, me parecia estar bailando la aire estupefacto; al parecer estaba acostum
galopen casa Torloniacon lacondesa G" brado áver temblar en su presencia á los
al decir esto sacó su reloj que guardára prisioneros, mas al presente habia encon
ALBUM. 289
trado uno cuyo humorfestivo no sufriera –No, mi querido Vampa;á mas de que
la menor alteracion: en cuanto á Franz es - enmendai, vuestros errores con tanta ga
taba envanecido de que Alberto hubiese|anteria que casi uno se ve tentado á con
sostenido, aun ante los bandidos, el honor gratularse de que los hayais cometido.
nacional. —Señores, repuso el gefe dirijiéndoseá
—Mi querido Alberto, le dijo, siquereis los dos jóvenes,tal vez la oferta os presen
daros prisa aun llegaremos á tiempo de tará poco atractivo, mas si algun dia os
poder acabar la noche en casa Torlonia. venian ganas de hacerme una segundavi
Continuareis vuestra galop en el punto en sita, dó quier que yo me halle sereissiem
que la suspendisteis, y de este modo no pre bienvenidos. -
dos; cinco minutos despues se presentó el –tues ya lo veis. Pero conozco como
conde. . vos que continuar por mas tiempo en la
—eñor conde, le dijo Alberto dirigién ignorancia de la capital del mundo inteli
dose á él, permitidme que os repita hoy gente es cosa imposible. Mas: tal vez hu
lo que ayer os espresé mal; y es que no biera hecho este viage indispensable hace
olvidaré jamás en que circunstancia me tiempo si hubiese conocido á alguno que
habeis socorrido, y que siempre me acor pudiese introducirme en ese mundo, en el
daré de que os he debido la vida ó poco que no tengo relacion ninguna.
II162IOS. —¡Oh! ¡un hombre como vos! escla
—Querido vecino, respondió el conde mó Alberto.
riendo, exageraisvuestrasobligaciones res —Eso es mucho favor. Pero como yo
pecto á mí; me debeis una pequeña eco no reconozco en mi mismo otro mérito
nomía de unos veinte mil francos en vues que el de poder competir, en cuanto á mi
tra cartera de viaje, y nada mas. Bien veis llones, con vuestros mas ricos banqueros.
que esto no merece la pena de volver ály que yo no voy á Paris para jugar, á la
ALBU"M, 291
TERCERA PABfE.
290 ALBUM.
cima de las cuales habia una corona real , |cho ó la simpatía de los fumadores. Albef-
habian salido por fuerza de los guarda to habia presidido el arreglo ó mas bien el
muebles del Louvre , ó de algun castillo desorden simétrico que gustan tanto de
real. Sobre estos sillones de fondos som contemplar despues del café los convida
brios y severos, estaban esparcidas en pro dos de un almuerzo moderno al través del
fusion ricas telas de vivos colores, tejidas vapor que se escapa de su boca, y que su
al sol de la Persia ó bajo los dedos de las be hasta el techo en largas y caprichosas
mugeres de Calcuta y de Chandernagor. espirales.
Lo que hacian allí estas telas, no se sabe ; A las diez menos cuarto un criado entró.
esperaban sin duda recreando la vista , un Este venia con un pequeño groom de
destino desconocido á su propietario, y quince años , que no hablaba mas que nj -
mientras tanto iluminaban la habitacion glés, y que respondia al nombre de Jonh»
con sus espejos sedosos y dorados. El criado que se llamaba German, y que
En el lugar mas preferente se elevaba gozaba de la entera confianza de su joven
un piano, construido por Koller y Blnnchet, amo, llevaba en la mano un lío de perió
de madera de rosa, pianoque contenia una dicos que depositó sobre la mesa y un pa
orquesta en su estrecha. y sonora cavidad, quete de cartas que entregó á Alberto*
y que gemia bajo de las obras de Becho- Alberto arrojó una mirada distraida so-
ven, de Wever, de Mozart, Haydu, Gre |bre estos diferentes objetos, tomó dos car
try y Porhora. tas de papel satinado y perfumado, las
Ademas en la pared, en el techo, en las |abrió y las leyó con cierta atencion.
puertas , habia colgados puñales , espadas, —¿Cómo han venido estas cartas ?,'pre-
lanzas. corazas, achas, armaduras com ¡guotó.
pletas doradas á incrustadas; pájaros dise- —La una por el correo , la otra la ha
cados abriendo por un vuelo inmóvil sus traido el criado de Mme. Danglars.
alas color de fuego y su pico ¡que jamás| — Decid á Mme. Danglarsque acepto el
cierran. lugapque me ofrece en su palco... Espe-
Falta decir que esta pieza era la predi jrad... á eso de medio dia , pasareis á casa
lecta de Alberto de Morcerf. de l-osa; la direis que iré como me ha in
Sin embargo, el diade la cita, el jóven, vitado á cenar con ella al salir de la ópera,
vestido de media toilette, habia establecido y la llevareis seis botellas de vinos de Chi
su cuartel en el saloncito del piso bajo. pre, de Jerez, de Málaga , y un barril de
Allí, sobre una mesa rodeada de todos los ¡ostras de Ostende tomad las ostras de
tabacos buenos conocidos, desde el tabaco casa de Borel, y sobre todo decid que son
de Petersburgo hasta el tabaco negro de para mí.
Sinai. Al lado de estos, en cajas de made —¿A qué hora quereis ser servido?
ra odoriferas, estaban arreglados por or —¿ Qué hora es ?
den de tamaños y de calidad de puros, los — Las diez menos cuarto.
de regalía, los habanos y los manileños — Pues bien , servidnos para las diez y
én fin, en un armario abierto, una colee media en punto. Debray se verá obligado
cion de pipas alemanas, con boquillas de á ir á su ministerio... Y por otra parte....
ambar, adornadas de coral , é incrustadas Alberto miró su cartera. Sí, esa es la ho
de oro, con largos tubes de tafilete arrolla ra que indiqué al Conde; el 21 de mayo, á
dos como serpientes, esperaban el capri las diez y media de la mañana, y aunque
ALBUl. . 297
no cuente con su promesa, quiero ser exac-siempre, pero nunca caemos, y empiezoá
to. A propósito;¿sabeis si se ha levanta |creer que pasamos buenamente á la ina
do la señora condesa? |movilidad, sin contar con que los asuntos
–Si quiere el señor vizconde me infor-|de la Península nos vaná consolidar en
maré. teramente.
divan, desgarró la faja de dosó tres perió -Sí, no tendrá porque quejarse, ¡qué
dicos, miró los teatros, hizo un gesto al demonio ! Bourges es la capital del rey
ver que representaban una ópera y no un Cárlos VII. ¿Cómo es que no sabíais esto?
baile; buscó en vano en los anuncios de Todo el mundo lo sabe desde ayer en Pa
perfumería cierta agua para los dientes, ris; y antesde ayer la cosa marchaba bien
de que le hábian hablado, y arrojó uno en la bolsa, porque Mr. Danglars (no sé
trás otro los periódicos, murmurando en como sabe ese hombre las noticias al mis
medio de un profundo bostezo. mo tiempo que nosotros), porque M. Dan
-En verdad estos periódicos ,se van glars jugóá la alza y ha ganado un millon,
volviendo cada vez masinsípidos. -Yvos una nueva cinta, segun parece.
En este momento un carruaje ligero se - Pschl me han enviado la placa de
detuvo delante de la puerta,y un instante Gárlos lII, respondió sencillamente De
despues el criado entró para anunciar á bray.
M. Luciano. Debray. —Vamos, no os hagais el indiferente,
Un jóvenálto, rubio, de ojos grises y y confesad que la noticia os habrá agra
dado.
mirada fija, de labios delgados y pálidos, • • y •
con un frac azúl con botones de oro, cor —Si,.áfé mia", una placa siem pre re
bata blanca, lente de concha, suspendidosalta sobre un frac negro abotonado; es
al cuello por una cinta de seda negra, |elegante.
que por un esfuerzo del músculo superci -Y, dijo Morcerfsonriendo, se tiene
liar lanzaba miradas profundas y fijas, en el aire de un príncipe de Galles ó de un
tró sin sonreir, sin hablar, y con un aire duque de Reichstadt.
medio oficial. " -Por eso me yeis tan de mañana,que
—Buenos días, Luciano, buenos dias, rido.
dijo Alberto. ¡Ah! me asombra vuestra -¿Porqué teneis la placa de Cárlos III
exactitud! ¿Qué digo? ¡exactitud! Yo y queriais anunciarme esta buena noticia
qué os esperaba el último, y llegais á las —No, porque he pasado la noche es
diez menos cinco minutos, cuando la cita pidiendo cartas: veinte, cinco despachos
era á las diez y media ! ¡esto es milagro diplomáticos. De vuelta á mi casa, quise
so;¿ha caido el ministerio? dormir, pero me dió in, fuerte dolor de
—No, querido, dijo el jóven incrustán cabeza y me levanté para montar una ho
dose en el divan, tranquilizaos, vacilamos ra á caballo. En Boulgone me avisaron de
75
298 ALBUM.
tal modo el hambre y el fastidio, que mejNapoleon hacia de sus campos de batalla
acordé de que hoy dábais un almuerzo, y con su espada y su victorias, poseyendo
aqui me teneis: tengo hambre, dadne de|veinte y cinco mil libras de renta,un ca
comer; me fastidio, distracdne. ballo por el que Chateau Renaud os ha
—Ese es mi deber de anfitrion, queri ofrecido cuatrocientos luises: un sastreque
do amigo, dijo Alberto llamando á un no osfalta en un pantalon, teniendo asien
criado, mientras que Luciano hacia sal to en la ópera, Jockey Club y el teatro de
tar, con el estremo de su baston con puño Variedades no hallais en todo esto con que
de oro incrustado deturquesas, los perió distraeros? Pues bien, yo os distraeré.
dicos; German,Jerez y vizcochos. Mien –¿Como? -
viniesen del gobierno osparecerlan detes. —De mas lejos tal vez.
tables. Por otra parte, eso no conviene al —¡Diablo! esperoque no se llevenues
interior, sino á la hacienda; dirijios á tro almuerzo.
Mr. Humam, á la seccion de las contribu -No, tranquilizaos; nuestro almuerzo
ciones indirectas, corredor A. número 26. está seguro. ¿Pero teneis hambre?
—En verdad, dijo Alberto, me asom —Si, lo confieso por humillante que
brais con la este son de vuestros conoci sea decirlo. ero ayer he comido en casa
mientos. Pero tomad un cigarro! de Mr. de Villefort;y¿lo habeis notado?
—¡Ah! querido conde, dijo Luciano se come bastante mal en casa de todas esas
encendiendo un cigarro habano en una personas del estrado de jueces; cualquie
bugia de rosa ardiendo en un candelero ra diria que tienen remordimientos.
sobre dorado,y recostándose en el divan, —¡Ah! ¡diantre l despreciad las comi
¡ah! querido conde, ¡qué feliz sois en no das de los demas; en cambio se come bien
tener nada que hacer! en verdad no co en casa de vuestros ministros.
noceis vuestra felicidad. —Si,pero no convidamosá ciertas per
-¿Y qué hariais, mi querido pacifica sonas al menos;y si nonos viésemos obli
dor de reinos, repuso Morcerf con una gados á hacer los honores de nuestra me
ligera ironía, si nohicieseis nada? ¡Cómo sa á algunos infelices que piensan y sobre
¿secretario particular de un ministro, lan todo que votan bien, nos guardariamos
zado á la vez en el mundo europeo y en sa; como de la peste de comer en nuestra ca
debeis creerlo.
las intrigas de Paris; teniendo reyes, y —Entonces, querido, tomad un segun
mucho mejor aun, reinas que protejer, do vaso de Jerez y otro vizcocho.
partidos que reunir, elecciones que dirijir, —De buena gana, vuestro vino de Es
haciendo mas de vuestro gabinete, con paña es escelente; bien veis que hemos
vuestra pluma y vuestro telégrafo, quellhecho bien en pacificar es pais.
ALBUM. - 29)
-Si, pero ¿D. Cárlos? –Solo una cosa espero para seguirvues
—Don Cárlos beberá vino de Burdeos. tro consejo. Un ministerio que esté asegu
y dentro de diez años casaremos á su hijo rado por seis meses Ahora, una sola pa
vcon la reinita. labra. mi querido Alberto, porque es pre
– Lo cual os valdrá el Toison de Oro, ciso que deje respirará ese pobre Lucia
si aun estais en el ministerio. no. ¿Almozanos ó conemos? Tengo que
—Creo, Alberto, que habeis adoptado hacer. No es todo rosas, como decís, en
nuestro oficio.
por sistema esta mañana alimentarme de
humo. –Se almorzará solanente: ya no espe.
—Y eso es lo que divierte alestómago, ramos mas que dos personas y nos senta
convenid en ello pero, justamente oigo la remos á la mesa en cuanto hayan llegado,
voz de Beauchamp en la antesala, dispu dijoAlberto. -
tareis con él,y eso liará que no os impa –¿Y qué clase de sugetos son los que
cienteis. esperais á almorzar? dijo Beauchamp.
–¿Sobre que? —Un gentilhombre y un diplomático,
–Sobre los periódicos. repuso Alberto.
–Que, ¿acaso leo yo los periódicos?di —En este caso es negocio de tener que
jo Luciano con un desprecio soberano. esperar cerca dos horas al gentilhombre y
—Razon de mas, disputareis mejor. mas de dos horas aldiplomático. Memar
–¡El señor de Beauchamp! anunció el cho pues y volveré á los postres; guar
criado. dadne pues unasfresas, café y cigarros,
—¡Entrad, entrad,pluma terrihle! di que de lo demás tendré bastante con co
jo Alberto saliendo al encuentro del jóven, mer una chuleta.
mirad, aquiteneis á tebray que os detes —No hagais tal, Beauchamp, porque
ta sin leeros, segun él dice á lo menos. aunque el gentilhombre fuese un Mont
—Tiene razon, dijo Beauchamp, lo mis morency y el diplomático un Metternich,
mo que yo, que le critico sin saber lo que almorzariamos á las once en punto: mien
hace. Buenos dias, comendador. tras tanto seguid el ejemplo de Debray;
—¡Ah! lo sabeis ya, dijo el secretario probad miJerez y mis vizcochos.
particular cambiando con el periodista un —Ea pues, sea como vos decis, me
apreton de mano y una sonrisa. quedo. Espreciso que emplee en algo es
–¡Diantre l replicó Beauchamp. lta mañana.
—¿Y que se dice en el mundo? –Bueno: ahi teneis á Debray; me pa
—¿En que mundo? Tenemos muchos rece que desde que el ministerio presenta
mundos en el año de gracia en 1838. síntomas de sucumbir la oposicion estámas
—En el mundo crítico-político del que alegre.
formais parte. —Se conoce, amigo mio, que no sa
–¡Oh! se dice que es una cosa muy beis el fastidio que me aguarda. Tendré
justa y que sembrais bastante rojo para que que oir esta mañana un discurso de Mr.
nazca un poco de azul. Danglars en la cámara de los diputados y
—Vamos, vamos, no va mal, dijo Lu esta velada en casa su muger una trage
ciano, porque no sois de los nuestros, que dia de un par de Francia. Llévese el
rido Beauchamp, con el talento que tencis, diablo al gobierno constitucional! y puesto
º • -
haríais fortuna en tres ó cuatro años. |que segun decis, somos libres de entablar
300 ALBUM,
la conversacion sobre un punto cualquie con los talegos, ¿no esasiº y bien! ¡qué
ra, ¿porqué habeis ido á escojer la polí importa ! son preferibles esos talegos con
tica? |un blason de menos mientras podais con
–Comprendo:teneis necesidadde bro tar un cero de mas. Teneis siete blasones
mear ahora, para conservar luego un ai en vuestrasarmas, podreis dar tres ávues
re de gravedad. tra esposa y aun os quedarán cuatro. Aun
—No digais mal de los discursos de tendreis uno mas que los Guisas que tu
Mr. Danglars, dijo Debray, puesto que vieron pretensiones al trono de Francia,
es de vuestra bandera, y se sienta en los y cuyo primo hermano llegó á ser empe
bancos de la oposicion. |rador de Alemania.
–¡Oh! ¡Dios mio! he ahitodo el mal; -Por mi vida, creo que teneis razon,
como que espero le envieis al Luxembur Luciano, contestó Alberto distraido.
go á improvisar discursos para poder reir -Amasde que, todo millonario es no
á mis anchuras. ble como un bastardo, es decir que puede
–Querido, dijo Aberto á Beauchamp, llegar á serlo. -
todo el mundo sabeque losasuntos de Espa —¡Chut! ¡no digais tal heregia! De
ña están ya enteramente arreglados, y vos bray, repuso riendo Beauchamp, porque
estais animado esta mañana de un espíri ahi teneis á Chateau-Renaud, que para
tu revolucionario. Acordaos pues, de que la curaros de vuestra mania de sentar tales
crónica parisiense habla de un casamiento paradojas, os atravesará el cuerpo con la
entre la señorita Eugenia Danglars y yo. espada de Reaud de Montauban, su ante
No puedo pues, en conciencia, permitir pasado.
que hableis mal de la elocuencia de un -Perderia de su mérito en tal caso,
hombre que vendrá á decirme un dia contestó Luciano, porque soy un villano
«Señor vizconde ya sabeis que doy á mi muy villano. -
del boulevard ópara un camino de hier Pero antes que hubiese concluido esta
ro desde el jardin botánico á la Rapée no reflexion, el caballero de Chateau-Re
se necesita mas. naud, jóven de unos treinta años, el tipo
—Dejadle decir, Morcerf, repnso chan del verdadero gentil-hombre, esdecir, con
ceándose Debray, y casaos. Vos os casais la apostura de un Guiche,y las ideas de un
ALBUM. 301
Mortemart, habia tomado áAlberto por ¿esto no vale la pena de recordarlo? ¿El
la mano. salvarme la vida no vale la pena de que
–Permitidme querido, le dijo, presen se hable de ello?... En verdad, que no
taros al capitan de Spahis el señor Maxi creo muy filosófico lo que estais diciendo,
miliano Morrel miamigo íntimo, y de mas mi querido señor Morrel... Esto será bue.
á mas misalvador;á parte de que no ne no para vos que esponeis vuestra "vida á.
cesita de mi recomendacion pues simisma cada instante.… pero para mi que el espo
presencia le recomienda; saludad pues á nerla fué una casualidad...
mi héroe, vizconde. "
—Lo que veo hasta ahora con mas cla
Y se retiró á un lado para dar lugar á ridad en esta contienda, baron, es que e
que se adelantára aquel jóven de elevada capitan Morrel os ha salvado la vida.
y magestuosa estatüra, de despejada fren —Si por cierto, repuso Cahteau-Renaud.
te, de ojo penetrante, de bigotes negros, —Y como fué? preguntó Beauchamp.
á quien nuestros lectores recordaran haber —Beauchamp, amigo mio, ¡sabéis que
visto en Marsella, en una circunstancia me muero de debilidad! no déis pié aho
bastante dramática para que puedan ha ra para largas historias.
berle olvidado fácilmente. Un rico unifor —. Y bien ¿qué?... dijo Beauchamp,
me semi-francés semi-oriental, de elegan. esto no impide que nos sentemos á la me "
te apostura, daba un gran realce á su de sa, yo. pero Chateau-Renaud nos la con
sarrollado pecho condecorado con la cruz tará mientras comamos.
de la Legion de Honor, y á sus bien con —Señores, dijo Morcerf, no son mas
torneadas caderas que sobresalian de su que las diez y cuarto, tenedlo en cuenta;
fino talle. á mas de que debemos esperar otro con
El jóven oficial hizo una inclinacion con vidado.
una política elegante: Morrel era gracioso —Ah! es verdad, un diplomático, re
en cada uno de sus movimientos, aunque puso Debray.
demostraba una robustez átoda prueba. —Un diplomático, ú otra cosa, yo no lo,
—Caballero, dijo Alberto á una afec sé; lo que si sé es que por mi parte le en
tuosa cortesía, el señor baron de Chateau cargué una embajada que terminó muy á
Renaud sabia ya de antemano el sumo mi satisfaccion, y si yo hubiese sido rey,
placer que me debia causar el trabar co le hubiese desde luego creado caballero de
nocimiento con vos; sois uno de sus ami todas mis Ordenes, aunque hubiese podi-.
gos, caballero, sedlo tambien nuestro. do disponerá la vez del Toison de dro y
—Muy bien, dijo Chateu-Henaud, y re de la Jarretiera.”
cordad mi querido vizconde que, no quie —Ya pues que no nos podemos sentar
ra Dios que suceda, pero creo está pronto aun á la mesa, escanciadme un vaso de
á hacer por vos lo que no ha mucho hizo Jerez como habeis hecho ya otra vez, y
contadncs vuestra historia, baron.
—¿Qué servicio os ha prestado? pre —Todos sabeis ya la idea que me vino,
de ir al Africa.
guntó Alberto.
—¡Oh! dijo Morrel, una cosa que no —Es un camino que los trazaron vues.
vale la pena de mentarlo siquiera, el señor tros antepasados, mi querido Chateau Re
lo exagera en estremo." " naud, contestó con galantería Morcerf.
—¡Cómo ! repuso Chateau-Renaud, —Sí, mas dudo que como ellos fuese
'76 . .
302 ALRUM.
con la idea de libertar el Santo sepulcro. ¡llo habia muerto; tenia que verificar mi
–Teneis razon, Beauchamp, dijo el marcha ápié cuando seis árabes me alcan
jóven aristócrata, puesfué tan solo para|zaron al galope con ánimo de cortarme la
tirar la pistola á qme sabeis soytan aficio-|cabeza; maté á dos de dos tiros de fu
nado. El duelo me repugna, como sabeis, sil; otros dos de dos pistoletazos cargadas
desde que dostestigos, que elegí para ar las armas hasta la boca, pero quedaban de
reglar el negocio, me obligaron á romper pié dos y yo estaba desarmado. El uno me
el brazo á uno de mis mejores amigos. cogió por los cabellos, por esta razon des
Por cierto, que fué á ese pobre Franz de de entonces los llevo cortos pues nadie sa
Epinay al que todos conoceis. be lo que podrá suceder, el otro amagómi
—¡Ah! sí, ¿es cierto, dijo Debray, cuello con su yatagan; ya sentia yo la re
que os hayais batido en otro tiempo?.....pugnante frialdad del hierro cuando el se
¿por qué causa? ñoraqui presente, cargóá su vez sobre ellos;
–¡ El diablo me lleve si lo recuerdo mató de un pistoletazo al que me agarra
dijo Chateau-Renaud, pero lo que si re por los cabellos, y hendió la cabeza del
cuerdo perfectamente, es que dándome que se preparaba á cortarme el gaznate
vergüenza el largo reposo á que habiaconcon su sable. El señor se habia impuesto
denado mis profundos conocimientos en en aquel dia la obligacion de salvar á un
el arma quise probar en los árabes un hombre, la casualidad hizo que este hom
par de pistolas nuevas que acababan de bre fuese yo: cuando llegue á ser rícoman
regalarme. En su consecuencia me embar daré á Klargnan óá Marocheti, erigir una
qué para Oran; de Oran pasé á Constan estatua á la Casualidad.
tina, y llegue á tiempo le poder presen —Si, dijo sonriendo Morrel; era el 5 de
ciar el levantamiento del sitio. Emprendí setiembre, es decir, el aniversario del dia
la retirada como los demas.En lasprime en que mi padre fué salvado milagrosa
ras cuarenta yocho horas aguanté bastan mente, asi que en cuanto está en mi ma
te bien de dia la lluvia, de noche la nie no, celebro todos los años este dia con al
ve: en fin,al tercer dia por la mañana, mi Una aCCIOIl....
caballo murió de frio. ¡ l'obre animal! —Heróica, ¿no es asi?interrumpió Cha
acostumbrado al mismo, cuidado ytem teau-Renaud; en una palabra, fuíyo el
plada atmósfera de la caballeriza... un ca afortunado; pero no está aqui todo. Des
ballo árabe que al encontrarse en su pais pues de libertarme del hierro enemigo, me
con un frio de diezgrados se veía ya per salvó del frio dándome, no la mitad de su
dido. capa como hizo San Martin, sino toda ella
–Por esa razon será que me quereis entera; luego acalló mi hambre partiendo
comprar mi caballo inglés, dijo Debray; cennigo.... ¿adivinad qué?
seguramente supondreis que aguantaráme —¿Un paslel de casa el tio Felix? dijo
jor el frio que vuestro árabe. Beauchamp.
—Os equivocais, pues hice voto de no —No, su caballo, del que comimos ca
volver mas al Africa. da utro un trozo con sumo apetito: era al
–¿Con que habeistenido miedo de ve go duro.
ras? preguntó Beauchamp. | —¿El caballo? preguntó riendo Mor
—Os lo coufieso. si, contestó Chateau cerf.
Renaud,y habia por que tenerlo!micaba —No, el sacrificio, contestó Chateau
-
*
\
* ,,
* , ..." -
ALBUM, 303
Renaud. ¿Preguntad á Debray si sacrifi - Ydedondeviene preguntó Debray;
caria su cuadrúpedo inglés por un desco-dispensad el queinsista, sé que habeiscon
nocido? |testado ya á esta pregunta, pero tan su
–Por un estraño, no, dijo Pebray; por|perficialmente que me permitireis os la re
un amigo tal vez. pita otra vez.
—Ya preví que tambien el miomoriria, -En verdad, dijo Alberto, que no sé
señor conde, dijo Morrel; á mas de que, nada. Cuando le convilé hace dos meses,
he tenido ya el honor de repetiros que, estaba en Roma; mas desde entonces ¿quien
heroismo ó no, sacrificio ó no, en tal dia podrá decir los lugares que habrá recor
debía una ofrenda al desgraciado en re rilo?
compensa de los favores que en otro tiempo -¿Y le creeis hombre de cumplir con
nos dispensára propicia la fortuna. exactitud? preguntó Delbray.
—Esta historia, á la que el señor Mor —Le creo capaz de todo, contestó Mor
rel hace alusion, continuó Chateau-Renaud cerf.
esuna portentosa historieta que os conta. —Tened presente que hemos concedido
rá algun dia, cuando habreis trabado con cinco minutos de espera, nofaltansino diez
él mayores relaciones; lo que es por hoy, minutos. -
mente. Si, política aguda éincisiva. Esteto de sorpresa que demostraba lo mucho
hombre me ha dado frecuentemente mie que les impresionára é introdujera en su
do, y un dia entre otros que presenciába espíritu el discurso de Morcerf. El mismo
mos juntos una ejecucion, creí que iba á Alberto no pudo disimular una emocion
ponerme malo, mas bien de verle y oirle instantánea. Nadie oyó miruido de carrua
hablar friamente sobre todos los suplicios je, ni pasos en la antecámara, la puertase
de la tierra, que dever al verdugo cum abriópor si misma sin ocasionar el mas
plirsu oficio y oir los gritos del paciente. leve ruido.
–¿No os ha conducido un poco á las El conde apareció en el dintel, vestido
ruinas del coliseo para ver correr la san con la mayor sencillez; y con todo el dan
gre, Morcerfº preguntó Beauchamp. y mas exigente no hubiese encontrado la
—¿Y despues de haber deliberado, no mas leve cosa que criticar en sutraje. To
os ha hecho firmar algun pergamino co do él era de un gusto delicado, salido de
lor de fuego,por el cual le cedeis vues manos de los mas, hábiles, sastres, sombre
tra alma como Esaú su derecho de pri reros y costureras. -
mojenitura? -
Tendria al parecer unos treinta años es
– Burlaos! ¡burlaos lo que querais, casos, y lo que mas llamó la atencion de
señores! dijo Morcerf un poco picado. todos, fué su estrema semejanza con la
Cuando os miro ávosotros bellos parisien pintura que de él hiciera Debray.
ses, habitantes del boulevard de Gand, El conde se adelantó sonriendo hasta el
paseantes del bosque de Boulogne, y me centro del salon, dirigiéndoseá Alberto en
acuerdo de ese hombre ! me parece que derechura, que saliéndole al encuentro le
no somos de la misma especie. ofreció con efusion su mano.
–¡Yo me lisongeo de ello l dijo Beau -En la ecsactitud, dijo Monte-Christo,
champ. consiste la política de los reyes, pretension
–Siempre será, añadió Chateau-Re que ha tenido, segun creo, uno de vues
naud, vuestro conde de Monte-Christo, trossoberanos; mas por grandes que sean
un hombre galante en sus momentos per sus deseos no siempre les es dado á los via
didos, escepto alguna vezensus pequeños jéros el satisfacerlos. Espero, pues, mi
arreglos con los bandidositalianos. querido vizconde, que me dispensareis, en
—¡Ya no hay bandidositalianos! dijo favor de la intencion, los dosó tres segun
Debray. dos, que creo haber retardado en compa
—¡Ni vampiros! añadió Beauchamp. recerá la cita. Quinientas leguas nosean
—Ni conde de Monte-Christo, respon dan como quiera y sin sufrir contratiem
dió Debray. Aguardad, querido Alberto, pos, y particularmente enFrancia, en don
que son las diez y media. de, segun parece, está probibido sacudir
—Decid que habeis tenido una pesadi el polvo á los postillones.
lla, y vamos á almorzar, dijo Beauchamp, –Señor conde, contestó Alberto; estoy
Pero apenas se habia estinguido la vi en el caso de anunciaros á algunos de mis
bracion del reloj, cuando se abrió la puer amigos á quienes hereunido con motivo de
ta y German anunciò: la promesa que tuvisteis á bien hacerme,
—Su escelencia el conde de Monte por lo tanto tengo el honor de presentáros
Christo. les. Y son; el señor conde de Chateau
Todos los oyentes hicieron un movimien Renaud, cuya nobleza reconoce su origen
ALBUM. 307
en les doce pares, y cuyos antepasados ocu- Aun se hubiera podido notar en estas
paron un lugar en la Mesa Reonda; espalabras de Monte-Christo, esa mirada
Ror Luciano Debray, secretarioprivado del fija , ese rubor fugitivo, y el ligero ten
ministro del interior; el señor Beauchamp, blor del párpado que demostraba en él la
gran publicista, la pesadilla del gobierno emocion.
francés, pero del que tal vez, apesar de su| -¡Ah! el señor tiene un noble cora
celebridad nacional, no habreis oido ha-zon, dijo el conde, ¡eso es bueno!
blarjamas en ltalia, atendido que su dia-| Esta especie de esclamacion, que res
rio no tiene entrada en aquel reino; en fin'pondia al pensamiento del conde, mas bien
el señor Miximiliano Merrel, capitan de que lo que acababa de decir Alberto, sor
spahis. prendió á todo el mundo, y particularmen
Al oir este último nombre, el conde, te á Morrel, que miró á Monte Christo
que hasta entonces se habia limitado ása con admiracion. Pero al mismo tiempo el
ludar con la mayor cortesia, y con una acento era tan dulce, ó por mejor decir,
frialdad é impasibilidad verdaderamente tan suave, que por estraña que fuese esta
inglesa, adelantó maquinalmente y á su esclamacion, no habia medio de incomo
pesar un paso, yun ligerotinte encarnado darse.
coloreó con la instantaneidad del relámpa –¿Por qué habia de dudar? dijo Beau
go, sus pálidas mejillas. champá Chateau-Renaud.
-¿El señor viste el uniforme de los —En verdad, respondió éste, quien con
modernos franceses vencedores? dijo, en su trato de unundo y su mirada aristocrá
este caso es un bello traje. ca habia penetrado enMonte-Christo tod ,
Hubiera sido dificil deslindar el senti lo que se podia penetrar en él; en verdad
miento que diera á la voz del conde una que Alberto no nos habia engañado, y que
vibracion tan profunda, y que hiciera bri es un personage singular el conde; ¿qué
llar, como á pesar suyo, sus hermosos decís vos, Morrel?
ojos, siempre tan impasibles ytranquilos, –Porvida mia, dijo éste,tiene la mi
cuando no tenia un motivo para cubrirlos rada franca y la voz simpática de manera
con un impenetrable velo. que me agrada á pesar de la estraña re
-¿No habeis viste nunca á nuestros flexion que acaba de hacerme.
africanos, señor conde ? dijo Alberto. –Señores, dijo Alberto, German me
—Jamás, contestó éste, habiendo logra anuncia que el almuerzo está servido. Mili
do dominarse enteramente. querido conde, permitidime enseñaros el
—Pues bien, caballero; bajo este uni CamIRO.
forme late uno de los mas valientes y mas Pasaron silenciosamente al comedor.
nobles corazones del ejército. Cada uno ocupó su sitio.
—¡Oh! señor conde...... . interrumpió —Señores, dijo el conde sentándose,
Morrel. permitidme que os haga una confesion que
—Dejadme decir, capitan.... Y acaba será miescusa por todas las faltas que pue
mos, continuó Alberto, de saber una he da cometer; soy estranjero; pero hasta tal
roica accion del señor, que me impele punto, que es la vez primera que vengo á
aunque es hoy el primer dia que tengo el Paris. Las costumbres francesas me son
honor de conocerle, á pedirle el favor de particularmente desconocidas, y no he
permitirme presentárosle como un amigo, practicado bastante hasta ahora, sino las
38 ALBUM,
costumbres orientales, las mas antipáticas mes; de manera que me retardé un poco
á las buenas tradiciones parisienses. Os su y no he querido pararme.
plico, pues, que me escuseis si encontrais -¿Y habeis comido en vuestro carrua
en mi algo de turco, de napolitano ó de ge? preguntó Morcerf.
árabe. Dicho esto, señores, almorcemos. —No, he dormido, como me sucede
–Por lo que ha dicho,murmnró Beau-"cuando me aburro sin tener valor de dis
champ, es decididamente un gran señor. traerme, ó cuando tengo hambre sin te
–Ungran señor estranjero, añadió De ner gana de comer.
bray. —¿Pero mandais en vuestro sueño, se
–Un gran señor de todos los paises, se ñor?preguntó Morrel.
ñor Debray, dijo Chateau-Renaud. —Casi.
El conde segun hemos dicho, era un —¿Teneis receta para ello?
convidado bastante sóbrio. Alberto se lo –Infalible.
hizo observar, atestiguando el temor que —He aqui lo que seria buenopara no
desde el principio tuvo de que la vida pa sotros los africanos, que no siempre te
risiense no agradase al viagero en su par nemos que comer, y rara vez que beber,
te mas material, pero al mismo tiempo dijo Morrol. .
mas necesaria. —Si, dijo Monte-Christo; desgracia
—Mi querido conde, dijo,estoy poscido damente mireceta que es escelente para un
de un temor, y es que la cocina de la ca hombre como yo, que lleva una vida es
lle de Helder, no os agradará tanto como cepcional, seria muy peligrosa aplicada á
la de la plaza de España. Hubiera debido "un ejército que no se dispertaria cuando
preguntaros vuestro gusto, y haceros pre se tuviese necesidad de él.
parar algunos platos que os agradasen. –¿Y se puede saber cual es esa receta?
—Sime conocieseis mas, respondió son preguntó Debray.
riéndose el conde, no os preocupariais por –¡Oh! Dios mio, si; dijo Monte-Chris
un cuidado casi humillante para un viaje to , no hago secreto de ello; es una mez
ro como yo, que ha pasado sucesivamente cla de un escelente ópio queheidoábuscar
con los macarrones en Nápoles, la polenta yo mismo á Canton, para estarseguro de
en Milan, la olla podrida en Valencia, el obtenerlo puro, y del mejor hatchis que
arroz cocido en tonstantinopla, el kárrik se recoje en Oriente, es decir, entre el
en la India,y los nidos de golondrinas en Tigris y el Eufrates; se reunen estos dos
la China. No hay cocina para un cosmo ingredientes en porciones iguales, y se
polta como yo. Como de todo y en todas hace una especie de píldoras, que se tra
partes, solamente que como poco, y hoy gan cuando hay necesidad. Diez minutos
que os quejais de mi sobriedad, estoy en despues producen el efecto. Preguntad al
uno de mis dias de apetito, porque desde baron Franz d'Epinay, creo que él lo ha
ayer mañana no he comido. probado un dia.
—¡Cómo! ¿desde ayer mañana? escla —Si, respondió Morcerf, me ha dicho
maron los convidados; ¿no habéis comido algunaspalabras de ello, y ha conservado
desde hace veinte y cuatro horas? al mismo tiempo un recuerdo muy agra
dable.
—No, contestó Monte-Christo; me fué –Pero, dijo Bauchamp, quien en su
preciso separarme de mi camino ytomar calidad de periodista era muy incrédulo,
algunos informes en las cercanías de Ni ¿llevais esas drogas con vos?
309
~Stem$re, respondió Monte-Christo. miracion; hablaba con tanta sencillez, que
—¿ Seria demasiado indiscreto el pedi era evidente decia la verdad, ó que estaba
Iros ver esas preciosas pildoras? continuó loco; sin embargo, la esmeralda queha-
Beauchamp esperando coger alestrangero bia quedado entre sus manos > hacia que
en falta. se inclinasen naturalmente hácia la pri
—No, señor, respondió el conde; y sa mera suposicion.
có de su bolsillo una maravillosa cajitain — ¿Y qué os han dado esos dos sobera
mistada en una sola esmeralda, y cerrada nos en cambio de ese magnífico regalo?
poruna rosca de oro, que destornillán preguntó Debray»
dose, daba paso á una bolita de color ver — El Gran Señor , la libertad de una
doso y del grueso de un guisante. Esta muger, respondió el conde; nuestro Santo
bola tenia un olor agrio y penetrante; te Padre el Papa, la vida de un hombre. De
nia cuatro ó cinco iguales en la esmeralda manera que una vez en mi vida he sido
y podria contener basta una docena. tan poderoso, como si Dios me hubiese
La cajita pasó de mano en mano por hecho nacer en las gradas de un trono.
todos los convidados, mas para examinar —¿Y es á Pepino á quien habeis liber
esta admirable esmeralda que para ver o tado, no es esto ? esclamó Morcerf, ¿es en
para analizar las. pildoras él en quien habeis hecho aplicacion de
— ¿Es vuestro cocinero quien os prepara vuestro derecho de gracia?
este manjar? preguntó Beauchamp. Puede ser , dijo Monte- Christo son
— No, señor, dijo Monte-Christo; yo! riendo.
no entrego mis goces reales como este, á —Señor conde, vos no podeis formaros
merced de manos indignas. Soy bastante! una idea del placer que esperimento al
buen químico, y preparo las pildoras} oiros hablar asi , dijo Morcerf. Os habia
mismo. , anunciado antes á mis amigos como un
—Esta es una admirable esmeralda , y hombre fabuloso, como un encantador de
la mas gruesa que he visto jamas, aun las mil y una noches, como un nigromán
que mi madre tiene algunas joyas de fa tico de la edad media; pero los parisienses
milia bastante notables, dijo Chateau- son tan sutiles y materiales, que toman
Renaudk , , por capricho de la imaginacion las verda
—Tenia tres ¡guates, respondió Monte- des mas incontestables, cuando estas ver»
Christo; he dado una al Oran Señor, que dades no entran en las condiciones de su
la ha hecho engarzar en su espada ; otra existencia cotidiana. Por ejemplo, aqui
á nuestro Santo Padre el Papa , quien la teneis á Debray y Beauchamp que leen
hizo incrustar en su mitra , enfrente dejj todos los dias* que han sorprendido y han
otra esmeralda casi, parecida pero menoi robado en el boulevard á un miembro del
hermosa, sin embargo,- que habia sido Jockey Club que se retiraba tarde , que"
dada á su predecesor, por el emperador han asesinado á cuatro personas en la ca
Napoleon ; he aguardado la tercera para lle deSaint-Deqis, óen elfaubourg Saintr
mi , y la he hecho ahuecar, lo qué la ha Germain , que han preso diez , quince 6
'Hiitado la mitad de su valor, pero quelaj veinte ladrones, sea en un café del boule
ba hecho mas cómoda para el uso que he vard del Temple, ó en San Julian, y que
querido hacer de ella.. disputan la existencia de los bandidos
Todos miraban á Monte -Cristo con ad-|¡Marennes, del campo de Roma, ó de lo*
7á
310 ALBUM.
pantanos de Pontins. Decidles pues, vos con la ayuda de siete ú ocho de sus con
mismo, os lo suplico, señor conde, que he pañeros, me condujeron, ó mas bien me
sido cogido por esos bandidos, y que sin arrastraron al iondo de las catacumbas de
vuestra generosa intercesion esperaria hoy San Sebastian, en donde encontré al gefe
probablemente la insurreccion eterna en de los bandidos, por cierto muy instruido,
las catacumbas de San Sebastian, en lugar que leia los «Comentarios de César,» y que
de darles una comida en miindigna ca ita se dignó interrumpir su lectura,para de
“de la calle de Helder. -
cirme que si al dia siguiente á las seis de
–¡Bah! dijo Monte-Christo, me ha la mañana no entregaba cuatro mil escu
beis prometido no hablarme jamás de esta dos, el dia siguiente á las seis y cuarto ha
miseria. bria dejado de existir. La carta existe en
—No soy yo, señor conde, esclamó Mor poder de Franz, firmada por mi, con una
cerf, es algun otro á quien habeis hecho posdata de Luis Vampa. Si dudais de ello,
el mismo servicio que á mí, y que confun escribiré á Franzque hará legalizar las fir
diréis conmigo. Continuemos hablando de mas. Hé aquí lo que sé. Lo que yo no sé
ello, os lo suplico, porque si seguimos co ahora, es como fuisteis, señor conde,áin
mentando esta circunstancia, tal vez no fundir tanto respeto á los bandidosde Ro
solo me recordareis lo que ya sé, si que ma, que respetan tan pocas cosas. Oscon
tambien me direis algo de lo que no sé. fieso que Franz y yo nos quedamos sor
-Pero me parece, dijo sonriendoel con prendidos.
de, que habeis representado en todo este —Nada mas sencillo, respondió el con
asunto un papel bastante importante para de: yo conocia al famoso Vampa hacemas
saber tan bien como yo lo que ha pasado. de diez años. Muy jóven, cuando era pas
-Quereis prometerme,si digo todo lo tor, un dia que le dí una moneda de oro
que sé, dijo Morcerf, de ¿decir á vuestro por haberme enseñado mi camino, medió,
turno lo que sepais? para no deberme nada, un puñal escupi
-Es muy justo , respondió Monte do por él y que habreis visto en micolee
Christo. · cion de armas. Mas tarde, sea que hubie
—Pues bien, respondió Morcerf, aun se olvidado este cambio de regalos, ó que
que padezca mi amor propio, me he crei no me hubiese reconocido, intentó robar
do durante tres dias el objeto de las aten me, pero fuíyo al contrario quien le puse
ciones de una máscara, que tomaba por preso con una docena de lossuyos. Podia
alguna descendiente de las Tullié, ó de las entregarle á lajusticia romana, que eseje
Poppée, entretanto que era pura y senci-|cutiva y que lo hubiera sido aun mas con
llamente el objeto de las coqueterias de una|ellos, pero no hice nada. Le solté á él y á
contadina, y notad que digo contadina por los suyos.
no decir aldeana. Lo que sé, es que, como| –Pero á condicion que no robarian ya
un inocente, mas inocente aunque de que mas, dijo el periodista riendo. Veo con
yo hablaba ahora, tomé por esta aldeana|placer que han cumplidoescrupulosamen
á un jóven bandido de quince á diezy seiste su palabra.
años, imberbe, de talle delicado, quien en –No, señor, respondió Monte Christo,
el momento en que queria emanciparme con la simple condicion que merespetaria"
hasta depositar un beso en sus castos hom|á ni y á los mios. Lo que voyá decirº
bros, me puso una pistola en el pecho,y los parecerápuede ser estrañoá vosotrº»
ALBUM. 311
señores socialistas, progresistas, humanis tro nombre de familia, Simbad el marino
tas, qne yo no me ocupo nunca de mi pró por vuestro nombre de bautismo, y hé
jimo, no procuro nunca protejer á la so aquí que desde el dia que poneis el pié en
ciedad que no me proteje, ydiréaun mas; Paris poséeis de instinto el masgrande mé
que no se ocupa generalmente de mi, sino rito ó el mayor defecto de nuestros escén
para perjudicarme; y retirándoles ni esti. tricos parisienses, es decir, que usurpais
macion, y guardando la neutralidad fren. los vicios que no teneis, y que ocultais las
te áfrente de ellos, es aun la sociedad y virtudes que poseeis !
mi prójimo, quienes me deben agradeci —Mi querido vizconde, dijo Monte.
miento. Christo, no veo en todo lo que he dicho ó
–¡Sea en buen hora! esclamó Chateau hecho una sola palabra que me valga por
Renaud, hé aquí el primer hombre intré. vuestra parte y la de estos señores, el pre
pido á quien he oido predicar leal y bru tendido elogio que acabo de recibir. Vos
talmente el egoísmo; es hermoso; ¡bravo! no sois un estraño para mí, porque os co.
señor conde. miocia,porque os habia cedido dos habita.
—A lo menos esfranco, dijo Morrel; ciones, porque os habia dado de almorzar,
pero estoy seguro que el señor conde se porqueos habia prestadouno de mis carrua
habrá arrepentido alguna vez de los prin jes, porque habíamos vistopasar las másca
cipios que acaba sin embargo de espo ras juntos en la calle del Cours, y porque
nernos de una manera tan absoluta. habíamos mirado desde una ventana de la
-¿Como que he faltado á esos princi plaza del 1 ópolo, esa ejecucion que os hi
pios? preguntó Monte-Christo, que de vez zo tan fuerte impresion. Fuera de esto,
en cuando no podia dejar de mirar à Ma ¿pregunto á estos señores si podia yo de ar
ximiliano con tanta atencion, que ya dos á mi huésped entre las manos de estos in
ó tres veces, el atrevido óven , habia ba fames bandidos, cómo vos los llamais?
jado los ojós delante de la mirada clara y Por otra parte, vos lo sabeis; tenia, sal
fija del conde. vándoos, un pensamiento en proyecto que
– ero me parece, respondió Morrel, era el servirme devos para introducirme
que libertando á Mr. de Morcerf, á quien en los salones de l'aris cuando viniese á
ho conociais, serviais ávuestro prójimo y visitar la Francia. Algun tiempo habeis
á la sociedad. podido considerar esta resolucion como un
-De quien formasu mas bello adorno, proyecto vago y fugitivo, pero hoy, bien
dijo gravemente Beauchamp, vaciando lo veis, es una realidad á la cual es me
de un solo sorbo un vaso de vino de Cham nester someteros, sopena de faltar ávues.
pagne. tra palabra.
—Señor conde, esclamó Morcerf, ya es —Y la cumpliré, dijo Morcerf,pero te
tais cogido en el lazo por la razon, vos, es mo que quedeis descontento, mi querido
decir, uno de los mas rudos lógicos que conde. Vos que estais acostumbrado á los
conozco; y vais á ver que va á seros cla grandesparages, á los acontecimientos pin
ramente demostrado ahora que lejos de ser torescos, á los horizontes fantásticos. No
un egoista, sois al contrario un filántropo. sotros no conocemosel menor episodiodel
¡Ah! señor conde, vos os llamais Orien género de aquellos á que os ha acostum
tal, de Levante, malayo, indio, chino, brado vuestra vida aventurera, Nuestra
salvage, os llamais Monte-Christo porvues-Cimborazzo es Montmartre; nuestro Hi.
312 ALBUM.
dados de plata, y verá, fumando en pipa —Gracias, señor, gracias, dijo Monte
ó tragando sus píldoras, desfilará sus ojos Christo, me alegraria de que me presen
átoda la capital. taseisávuestra hermana y cuñado, si guS
—Yvos, Morrel, ¿no teneis idea? ¿no tais hacerme este honor; pero no he acep
proponeis nada? dijo Chateau-Renaud. tado la oferta de ninguno de estos Señores
—Sital, dijo sonriendo el jóven: al contra puesto que tengo ya mi habitacion prepa
rada.
rio, tengo una, pero esperaba que el señor
conde admitiese alguna de lasbrillantes pro —no esclamó Morcerf, vais áir
311 ALBUM.
á una fonda; eso seria muy mezquino pa —Campos Eliseos, número 30, leyó
ITa. VOS. Morcerf.
–¿Tan mal estabaen Roma? preguntó -¡Ah! eso es original, no pudo me
Monte-Christo. nos de esclamar Beauchamp.
–Que diantre, en Roma, dijo Morcerf, - ¡Cómo ! ¿aun no sabeis donde está
gastasteis cincuenta mil piastras para ha vuestra casa? preguntó Debray.
ceros amueblar una habitacion, pero pre —No, dijo Monte-Christo; ya os hedi
sumo que no estaisdispuesto á renovar to cho que no queria faltará la hora. Me he
dos los dias un gasto semejante. vestido en mi carruage, y me he apeado
–No es eso lo que me ha detenido, res á la puerta del vizconde.
pondió Monte-Christo; pero estaba resuel Los jóvenes se miraron; no sabian si
to á tener una casa en Paris, una casa era una comedia representada por el con
mia, se entiende. Envié de antemano á. de de Monte-Christo; pero todo cuanto
mi criado, y ya ha debido habérmela com Salia de su boca tenia uncaráctertan origi
prado y amueblado. nal, tan sencillo, que no se podia supo
–Pero el criado ese no conoce á Paris, ner que debiese mentir.¿Y porque habia
de haber mentido?
esclamó Beauchamp.
—Es la primeravez comoyo que viene -Preciso será contentarnos, dijo Beau
á Francia, caballero, es negro, y no ha champ, con prestar al señor conde to
bla, dijo Monte-Christo. dos los servicios que estén en nuestra ma
—Entonces es Alí? preguntó Alberto en no; yo como periodista le ofrezco entrada
en todos los teatros de Paris.
medio de la sorpresa general.
–Si, señor, es Ali-Minubiano, mimu —Gracias, caballero, dijo sonrićndose
do, el que segun creo habeis visto en Monte-Christo; mi mayordomo ha reci
Roma. bido ya la órden de abonarme á todos
–Si, mé acuerdo perfectamente, dijo ellos.
Morcerf. -¿Yvuestro mayordomo estambien al
–Pero ¿como habeis encargado á un gun mudo'? preguntò Debray.
nubiano el comprarosuna casa en Paris, —No señor, es un compatriotavuestro.
y á un mudo el hacerla amueblar? Hará si es posible que un corso sea compatriotas
las cosas al revés. " |de alguien; pero vos le conoceis, señor
—Desengañaos, estoyseguro de que to de Morcerf.
das las cosas las habrá hecho águsto mio, –¿Seria por casualidad aquel valeroso»
porque bien sabeis que mi gusto no es el Bertuccio, que es tan hábil para alquilar
de todos los demas. Ha llegado hace ocho balcones?
dias, habrá recorrido toda la ciudad con —Justamente, y le visteis el día en que
ese instinto que podria tener un buen per tuve el honor de almorzar en vuestra com
ro cazador: sabe mis caprichos, mis ne-pañía. Es todo un hombre; tiene un poco»
cesidades; todo lo habrá organizado á mide soldado, de contrabandista, en fin, de
* Sabia que yo
as diez; me esperaba des s nueve
todo cuanto sepuede ser. Y no juraria que
en la barrera de Fontainebleau. Me no haya tenido algun altercado con la po
s -
gó este papel; en él están escritas las se- licía. una miseria, por no se que cu
ñas de mi casa; mirad, leed: y Monte |chilladas. -
gnerra áGrecia y á España, ólo que vie una de sus arrugas, esculpidas antes de
me á ser lo mismo, habia cumplido alguna tiempo. -
–Si pedis un dia, estoy tranquilo; no —No, señora, pero á vos, acordaos,
será entonces una casa la que me mos os hizo esta observacion.
treis; será un palacio. Decididameute te —No me acuerdo, dijo la condesa.
neis algun génio á vuestra disposicion. Un criado entró, acudia al ruido de la
–Creedlo asi, dijo Monte-Christo, po campanilla.
niendo el pié en el estribo forrado de ter. —Llevad esas flores á la antesala ó al
ciopelo de su espléndido carruage; esto gabinete de tocador, dijo el vizconde, ha
me lisonjeará con las damas. cen mal á la señora condesa.
Ysubió á su carruage, que partió rá El criado obedeció.
pidamente; pero no tanto que no sin Hubo un largo silencio, que durótodo
tiese el movimiento imperceptible que hi el tiempo que se gastó en cumplir esta
zo temblar las cortinas del salon don ha órden. -
Contrabandista o no, convendreis, madre —Alberto, dijo con voz alterada, siem
mia, puesto que le habeis visto, en que el pre os he encargado que tengais mucho
Señor conde de Monte-Christo es un hom cuidado con los nuevos conocimientos que
bre notable, y que hará mucho efecto en hagais.Ahora scis hombre, y me podriais
los salones de Paris; y escuchad, esta ma dar consejos; sin embargo, sed prudente,
fiana en mi cuarto empezó su entrada en Alberto.
32 ALBUM.
–Pero seria preciso, querida madre, "su efecto sobre un termómetro infalible
para poder aprovechar el consejo, saber Mi madre ha parado mucho la atencion en
de que tengo que desconfiar. El conde no él, de consiguiente debe ser notable.
juega nunca, no bebe mas que agua dora-| Y bajó abajo á las caballerizas, no sin
da con una gota de vino de España: el cierto despecho secreto, de que, sin mali
conde se ha anunciado rico, y en efecto locia alguna, el conde deMonte-Christo ha
es: ¿qué queréis pues, que tema de parte bia logrado tenerun tiro de caballos me
del conde? jor que el suyo, el cual desmereceria mu
—Teneis razon, dijo la condesa, y mischo en la opinion de los conocedores.
terrores son locos, tratándose sobre todo -Decididamente, dijo, los hombres no
de un hombre que os ha salvado la vida. son iguales, es preciso suplicar á mi pa
A propósito, ¿le ha recibido bien vuestro dre que aclare este teorema en la cámara
padre? Es importante que estemos masalta.
que amables "con el conde. El señor de III.
Morcerf está ocupadoá veces, sus negocios EL sEÑoR BERTUCCIo.
le ponen disgustado, ypodria ser que sin Durante este tiempo el conde habia lle
querer..... gado á su casa; seis minutos se habian pa
—Mi padre ha estado perfecto, señora, sado en el camino. Estos seis minutos ha
interrumpió Alberto; diré mas: ha pareci bian bastado para que fuese visto de mas
do infinitamente lisonjeado de dos ó tres de veintejóvenes que, conociendo elpre
cumplimientos que le ha dirigido tan á del tiro de caballos que ellos no habian
propósito el conde, como si le hubiese podido comprar, habian puesto sus cabal
conocido hace treinta años. Cada una : al galope para entrever al esplén
|
estasflechas lisonjeras han debido agradar dido señor que usaba caballos de 10,000
á mi padre, añadió Morcerf riendo, defrancos cada uno.
suerte que se han separado como losmejo La casa eligida por Alí, y que debia ser
res amigos del mundo, y el señor deMor vir de residencia á Monte-Christo, estaba
cerfqueria llevarle á la cámara para hacer situada á la derecha subiendo los Campos
que oyese su discurso. Eliseos, colocada entre un patio y jardin;
La condesa no respondió; estaba absor una plazoleta de árboles muy espesos que
ta en una meditacion tan profunda que se elevaban en medio del patio, eubrian
sus ojos se habian cerrado poco á poco. El una parte de la fachada; al rededor de es
jóven, en pié delante de ella, la miraba ta plazoleta se estendian como dos brazos,
con ese amorfilial mastierno y afectuoso dos calles de árboles que conducian desde
en los hijos, cuyas madresson aun hermo la reja los carruajes á una doble escalera
sas; despues de haber visto cerrarse sus sosteniendo en cada escalon un jarron de
ojos, la escuchó respirar un instante en su porcelana lleno de flores. Esta casa aislada
dulce inamovilidad, y creyéndola dormida en medio de un ancho espacio, tenia ade
se alejó de puntillas, abriendo conprecau mas de la entrada principal otra entrada
cion la puerta del aposento donde quedaba que caia á las calles de Ponthiéu.
su cuadro. Antes de que el cochero hubiese llama
—Este diablo de hombre, murmuró me do al portero, la reja maciza girósobre sus
neando la cabeza, ya yo le habia predicho goznes: habian visto venir al conde, y en
que haria sensacion en el mundo, París como en Roma, como en todas par
ALBUM. 325
tes, era servido con la rapidez del relám Era un hombre de fisonomia honrada y
pago. El cochero entrópues, describió el ypacifica. -
Monte Christo dió sus guantes,susom —¿Y donde está Antenil? preguntó
brero y su baston al mismo lacayofrancés Monte-Christo.
que se habia lanzado fuera de la antesala —A dos pasos de aqui, señor conde,
de Morcerfpara hacer aproximar el car respondió el notario, un poco mas alláde
ruaje; despues pasó al saloncito , prece Passy, en una situacion encantadora, en
dido por Bertuccio, que le mostró el ca medio del bosque de Bolonia.
IIIOO. —¡Tan cerca ! dijo Monte-Christo; pe
—Vaya una pobreza de mármoles en ro eso no es campo. ¿Como diablos me
esta antesala, espero que los cambien in habeis ido á escojer una casa á las puertas
mediatamente. · ... "
el señor conde encargó que le eligiese una -¿Y ahora, preguntó el conde, están
casa; acuérdese el señor conde, busque en cumplidas todas lasformalidades?
su memoria, reuna sus ideas. –Todas, señor conde.
–¡Ah! es justo, dijo Monte-Christo; –¿Teneis las llaves?
me acuerdo ahora de que he leido este —Están en poder del portero queguar.
anuncio en un periódico, y me he dejado da la casa; pero aqui teneis la órden que
seducir por este título Casa de campo. le he dado de instalaros en vuestra nueva
—Aun estiempo, dijo vivamente Ber propiedad.
tuccio,ysi V. E. quiere encargarme que —Muy bien.
busque otra, la encontraré mucho mejor, Y Monte-Christo hizo al notario un mo
en Enghien, en Fontenay-aux-Roces, ó vimiento que quería decir:
en Belle-vue. —Ya no tengo necesidad de vos; idos.
–No, no, dijo desdeñosamente Monte –Pero, esclamó el honrado notario, el
Christo; puesto que ya tengo esta la con señor conde se ha en añado, me parece;
servaré. comprendido todo, no son mas que cin
—Y hareis bien, dijo vivamente el no cuenta y cinco mil francos.
tario,temiendo perder sus ganancias: es —¿Y vuestros honorarios?
una propiedad encantadora: aguas crista —Están pagados con esta suma, señor
linas y abundantes; bosques espesos, ha conde.
bitaciones cómodas, aunque abandonadas —¿Pero no habeis veuido de Antenil
hace tiempo; sin contar con los muebles aquí?
que, aunque un poco antiguos, tienen va —¡Oh! yo lo creo.
lor, sobre todo en el dia que solo se bus —Pues bien; preciso es pagaros vues
can las cosasantiguas. Perdonad,pero creo tra incomodidad, dijo el conde. Y le des
que el señor conde tendrá el gusto de la pidió con una mirada.
época. El notario salió lentamente, haciendo
—Hablad, hablad, dijo Monte-Christo; una cortesía hasta los pies á cada paso que
¿es cosa conveniente? daba, era la primera vez desde el dia que
—¡Ah! señor, mucho mejor, es mag habia empezado la carrera, que habia en
nífica. contrado semejante cliente.
–Pues nada, no hay que desperdiciar —Conducidá este caballero, dijo el con
esta ocasion, dijo Monte-Christo; él con de á Bertuccio.
trato, señor notario. - Y el mayordomo salió detrás del no
tario.
Yfirmó rápidamente despues de haber
echado una ojeada hácia el sítio donde es Apenas estuvo solo el conde, sacó de
taban designados los nombres de los pro su bolsillo una cartera con cerradura, que
pietarios y la situacion de la casa. abrió con una llavecita que llevaba al cue
—Bertuccio, dijo, entregad cincuenta y llo, y de la que no se separaba nunca.
cinco mil francos á este caballero. Despues de haber buscado un momen
El mayordomo salió con pasos no muy to, se detuvo en una hoja que contenia
seguros, y volvió con un pliego debilletes varias notas, comparó estas notas con el
de banco que el notario contó como un acta de venta que habia puesto sobre la
hombre poco acostumbrado á recibir el di mesa, y reflexionando un momento:
nero sin el descuento competente. —Antenil, calle de la Fontaine, núme
ALBUMI, 327
ro 30, este es, dijo: ¿ahöra deberé arran Monte-Christo escribió dos ó tres es
car esa confesion por el terror religioso ó quelas; cuando cerraba la última, volvió
por el terror físico? Dentro de una”hora á presentarse el mayordomo.
lo sabré todo. —El carruaje de su escelencia está á la
—¡Bertuccio! esclamó dando un golpe puerta, dijo.
con una especie de martillo sobre un tim –Pues bien, tomad vuestros guantes y
bre, que produjo un sonido agudo y sono vuestro sombrero, dijo Monte-Christo.
ro: ¡Bertuccio! —¡Pues qué! ¿voy al fin con el señor
El mayordomo sepresentó en el dintel. conde? esclamó Bertuccio exasperado.
—Señor Bertuccio, dijo el conde, ¿no —Sin duda es preciso que déis vuestras
me habeis dicho otras veces que habiais órdenes, puesto que quiero habitar aque
viajado por Francia? lla casa.
—Por ciertaspartes de Francia, sí, es No se podia responderá esta órden; así,
celencia. pues el mayordomo sin pronunciar una
–¿Sin duda conoceis los alrededores de palabra siguió á su señor que subió al car
Paris? -
ñor Bertuccio? ¿os quedáis dentro? ¿en —¿Y esa jóven no ha muerto?pregun
que diablos pensais hoy? tó Monte-Christo; me parece haberlo oi
Bertuccio se precipitópor la portezue do decir. -
la, ypresentósu hombro al conde, quien —Si señor, hace veinte y un años, y
se apoyó esta vez, y bajó uno á uno los desde este tiempo apenas hemos vuelto á
tres escalones del estribo. ver tres veces al pobre marqués.
—Llamad, dijo el conde, y anunciadme. —Gracias, gracias, dijo Monte-Christo,
Bertuccio llamó, la puerta se abrió, y juzgando por la postracion del mayordo
cl portero se presentó en ella. mo que ya nopodia tirar de aquellacuer
–¿Quién es? preguntó. da sin temor de romperla; gracias, dad
—Es vuestro nuevo amo; y presentó al me una luz.
portero el billete de reconocimiento, en —¿Os he de acompañar?
tregado por el notario. —No, es inútil; Bertuccio me alum
—Luego ¿se ha vendido la casa? pre brará.
guntó el portero, ¿y es este caballeroquien Y Monte-Christo acompañó estas pa
la viene á habitar? labras con el donde dos piezas de oro,
—Si, amigo mio, dijo el conde, pro que hicieron deshacerse al conserje en
curaré hacer todo lo posible porque que bendiciones y suspiros.
deis contento de vuestro nuevo amo. —¡Ah, caballero! dijo el conserje des
–¡Oh! caballero, dijo el portero, no pues de haber buscado inútilmente sobre
tendré mucho que sentirlo, porque leveia la chimenea; es que notengo aquibugías.
mos rara vez; hace mas de cinco años — Tomad una de las linternas del car
que no ha venido, y bien ha hecho en ruage, Bertuccio, y mostradme las habi
vender una casa que no le serviría de taciones, dijo el conde.
nada. El mayordomo obedeciósin observacion;
—¿Y cómo se llamaba vuestro amo? pero era fácil ver en el temblor de la ma
preguntó Monte-Christo. no que sostenia la linterna cuanto le cos
—El señor marqués de Saint-Meran taba obedecer.
respondió el portero. Recorrieron un piso bajo bastante gran
—¡El narqués de Saint-Meran l repli de, un piso principal compuesto de un sa
có Monte-Christo; pero me parece que lon, una sala de baños y dos alcobas. Por
"
ALBUM. " 329
• .
el conde, os agradará que os envie con —Y que tenia la reputacion del magis
vuestro confesor; con él os hareis cartujo trado mas honrado, mas severo, mas rí
ó bernardino;y hablareis de vuestros se gido.
cretos. Pero yo tengo miedo de un hom –Pues bien, señor, esclamó Bertuccio;
bre que se asusta de semejantes fantasmas; ese hombre de una reputacion tan sólida y
no me gusta que mis servidores nose atre tan irreprochable....
van á pasearse por la noche en mi jardin: —Si, si....
despues, lo confieso, me agradaria poco —¡Era un infame !...
alguna visita del comisario de policía;por —¡Bah! dijo Monte-Christo, imposible.
que, sabedlo, maese Bertuccio, en Italia –Sin embargo, es la pura verdad.
no se paga lajusticia como no secalle,pero –¿Sí?... dijo Monte-Christo, y teneis
en Francia no se la paga, al contrario, si pruebas de ello...
—La tenia á lo menos.
no cuando habla. ¡Diantre os creia un
poco mas corso, un gran contrabandista, –¿Y la habéisperdido, torpe?
–Sí; pero buscándola bien, podremos
un hábil mayordomo; pero veo que teneis encontrarla.
otras cuerdas en vuestro arco. Señor Ber
—¡Bien l ¡bien ! ahora contadme eso,
tuccio, ya no estais á mi servicio. señor Bertuccio, porque os digo á la ver
—¡Oh, monseñor, monseñor! esclamó dad que me vá interesando.
332: ALstir."
Y el conde tarareando un aria de la Lu-1–Escusadme, escelencia, pero estos pri .
cia, se fuéá sentarse sobre un bañeómeros detallesson necesarios, y me habeis"
mientras que Bertuccio le seguía reunien-prometido tener paciencia.
do sus ideas — Proseguidº proseguidº cumpliré
Bertuccio permaneció en pié delánté delini palabra.
conde." —Un día recibimos una carta;és menes"
V. , des habitábaños en la pequé".”
LAve Nnierra: " . ña aldea" de Rogliano, en la estremidad"
—¿Por dónde queréis, señor conde que del cabo Corso: esta carta era de mi her-"
os empiece á contarlos sucesos preguntó man; nos decia que el ejército estaba li-" ".
Bertucció. cenciado que vivía poctuito.
–Por donde queráis, dijo Monte-Chris-Clermont-Ferrand, el Puy y Nimes; "si "
to, pues no sé absolutamente nada:º dinero me suplicaba que lo"
—Sin embargo; yo creía que el abate mandase áNimes en casa de un fondista"
Busoni habia contado "á vuestra esceler- conocido nuestro, con él cual ténia yo al
cia... guias relaciones.
—Sí, algunos detalles sin duda:pero se" —De contrábando, respondió Monte-"
han pasado siete ú ocho años despues, y|Christo."
lo he olvidado todo. —¡Pero por"Dios señor cónde, es me-
—Entonces puedo, sin temorde fasti-inester buscarse la vida."
diar ávuestra escelencia:... —Ciertamente; continuad, pues."
—Hablad, señor Bertuccio, hablad, del —Yo amaba tiernamente ámi herma:
este modo pasaré la noche. |no, ya os lo he dicho, escelencia; así re
–Los sucesos se remontan á“1815.”solvímó énviarle el dinero, sino llevárselo"
—¡Ah! ¡ah! dijo Monte-Christo; noyó mismo. Poseía mil francos, dejé qui-"
es ayer 1813. ientos áAssunta, que era mi cuñada, to
—No señor, y sin embargó los menores mé los quinientos restantes, y me puse en
detalles los tengotan presentes cómo sicamino para Nimes. Era cosa fácil, tenía
hubiesen pasado ayer. Yo tenia una her-|mi barca un cargamentó que hácer en el "
mana, un hermano"mayor que éstaba almar; todo secundaba miproyecto. " "
servicio del emperador. Era teniente en “Pero hecho el cargaméntosevolvió con-
un regimiento compuesto de corsos. Estetrario el viento; de manera que estuvimos"
hermano era mi único amigo; habíamoscmatróó cinco días sin poder entrar en el "
quedado huérfanos, yo á los ciñco años, y Rhone..."Porfin, lo conseguimos; llegamos " "
él á los diezy ocho; mie habia criado co hasta Arie dejé el barco entre Bellaguar
mo si hubiese sido su hijo: En 1814, en da y Belcairé, y tomé el caminio de Ni-
tiempo de los Borbones se había ºcasādó. eS. " " -
El emperador salió de la isla de Elba, –¿Y llegasteis, no es esto?
º •
contrario, aquel tiempo era bueno para -¿Qué quereis que yo haga? respon
nosotros los contrabandistas; pero por mi dió el magistrado.
hermano, pormi hermanosoldado delim –Ya os lo he dicho; quiero que leven
perio, que volvia del ejército de la Loire gueis.
con su uniforme y sus charreteras, y que –¿Y de quién?
por consecuencia tenia que temerlo todo. -De sus asesinos.
Corrí á casa de nuestro fondista, mis –¿Y los conozco yo?
presentimientos no me habian engañado; —Hacedlos buscar.
mi hermano habia llegadoáNimes, y á la —¿Para qué?Vuestro hermano habrá
puerta misma del que venia á pedir hos tenido alguna querella, y se habrá batido
pitalidad habia sido asesinado. en duelo. Todos esos antiguos soldados se
Pregunté á todo elmundo para conocer entregan á escesos en que han tenido buen
á los asesinos, pero nadie se atrevióá de-éxito en tiempo del imperio, pero que se
cirme sus nombres, tan temidos eran.|vuelven mal para ellos ahora; fuera de
Pensé entonces en la justicia francesa de esto, nuestras gentes del mediodia no quie
que me habian hablado tanto, que no te-|ren ni á los soldados ni á los escesos.
me nada, y me presenté en casa del pro-| —Señor, respondíyo, no ossuplico por
curador del rey. mi. Yo lloraria ó me vengaría, eso sería
-¿Y ese procurador del rey se llamaba todo: pero mi pobre hermano tenia una
Villefort? preguntó sencillamente el con-|muger. Si me sucediese la misma des
de de Monte-Christo. gracia á mi vez, esta pobre criatura mo- .
—Si, escelencia: venia de Marsella,|riria de hambre, porque se mantenia solo
en donde habia sido sustituto. Su celo le con el trabajo de mi hermano. Obtened
habia valido el ascenso. Era uno de los para ella" una pequeña pension del go
primeros, decian que habían anunciado|bierno.
al gobierno el desembarco de la isla de –Cada revolucion tiene sus catástrofes,
Elba. respondió el señor de Villefort; vuestro
—Pero, respondió Monte-Christo,¿vos|hermano ha sido víctima de esta; es una
os presentasteis en su casa? desgracia; pero el gobierno no debe nada
—Señor, le dije yo, mi hermano hallá vuestra familia por esto. Si tuviésemos
134 ALBUM.
que juzgar todas las venganzas que tos su casa, haciéndeme buscar por todas par
partidarios del usurpador han ejercido con tes. Felizmente -estaba tan bien oculto que
tra los partidarios del rey cuando á su vez no pudo encontrarme. Entonces se apode-
disponian del poder, vuestro hermano taliró de él el temor, ytembló dcquedar mas
vez hubiese sido hoy condenado á muerte. tiempo ea Nimes; solicitó su cambio de
Lo que se ha verificado es cosa muy na- residencia, y como era en efecto un hom
tural porque es la ley de las represalias bre influyente , fué nombrado en Versa-
—¡ Y qué ! señor, esclamé yo , ¡es po-| lies; pero, vos lo sabéis, no hay distancia
sible que me hableis asi, -vos, un magis para un corso que ha jurado vengarse de
trado ! su enemigo, y su carruaje, por bien con
—Todos estos corsos son "locos, contes ducido que fuese, nunca me ha adelantado
tó el señor de Villefort , 7 creen aun que mas de media jornada , que sin embargo
su compatriota esemperador. Osengañais le seguía á pié. .
querido mio; hubiese sido menester me Lo importante no era matarle, cien ve
hubieseis dicho esto dos meses atras. Aho ces habia encontrado ya ocasion; pero era
ra es demasiado tarde; idos pues, porque si menester matarle sin ser descubierto, y
no quereis de grado , me "veré obligado á sobre todo sin ser arrestado; Por otra par
precisaros á ello. te, yo no me pertenecía ya; tenia que pro
Yo le miré un instante á fm de ver sil teger y mantener á mi cuñada. Durante
una nueva súplica podria tener a'lgun me tres meses espié al señor Villefort; durante
jor exito. Este hombre era de piedra. Me! tres meses no dio un paso, un movimien
aproximé á él. to, un paseo, que mi mirada no !e siguiese
—Ea pues, le dije á media voz, pues donde iba. En fin, descubri que venia mis
to que vos conoceis tan bien á los corsos, teriosamente á Antenil; le seguí aun, y le
debeis saber como cumplen su pálabra vi entrar en esta casa en que estamos; so
vos creeis que han hecho bien en matar lamente , en lugar de entrar como todo el
á mi hermano , que era bonapartista , por mundo , por la puerta de la calle , venia ,
que vos sois realista , ¡ pues bien I yo que unas veces á caballo , ó en carruaje, deja
soy bonapartista tambien , os declaro una ba el carruaje ó el caballo en la posada, y
cosa ; y es, que os he de matar. A contar entraba por esta pequeña puerta que vers
desde este momento os declaro os declaroftallí.
la vendetta: asi pues ya lo sabeis, y guar Monte-Christo hizo con la cabeza un
daos mejor; porque la primera vez que| movimiento , que probaba que en medio
nos encontremos cara á cara, habrá llega de la oscuridad distinguía en efecto la en -
do vuestra última hora. trada indicada por Bertuccio.
Y antes que hubiese vuelto de su sor —Yo no tenia nada que hacer en Ver-
presa , abri la puerta y me marché. |salles, me fijé en Antenil y me informé.
— I Ah ! ¡ ah I dijo Monte-Christo , con| Si queria pillarle, aquí es donde infalible
vuestra humilde figura decis esas cosas, mente debia encontrarle.
señor Bertuccio , y á un procurador del ¡ —La casa pertenecía, como ha dicho el
rey ! ¿Y sabia él al menos lo que quiere portero á vuestra escel ncia, á Mr. do
drzh la palabra vendetta? Saint- Meran , suegro de Villefort. Mr. de
—Lo sabia tan bien, que desde aquel Saint -Meran vívia en Marsella, por consi
momento no salió ya solo y se encerró en guiente esta casa ic era inútil , así pues ,
ALBUM.
durante las cuales, repetidas veces creíoir desaparecer la huella de la obra nocturna.
los mismos gemidos. Entonces me lancé sobre él y le sumerjí
Al fin dieron las doce de la noche. mi cuchillo en el pecho, diciéndole:
Cuando sonaba la última campanada, -¡SoyGiovanni Bertucciol tu muerte
lúgubrey retumbante, apercibí un débil por mi hermano, tu tesoro por su viuda;
resplandor que iluminaba lasventanas de bien ves que mi venganza es mas comple
la escalera oculta, por la que hemos des ta de lo que yo esperaba.
cendido hace poco. No sé si oyó estas palabras; no lo creo,
La puerta se abrió,y el hombre de la pues cayó sin arrojar un grito; yo senti su
capa volvió á aparecer. sangresaltar humeante y ardiente sobre
El momento era terrible, pero hacia mu mis manos y sobre mi rostro; pero estaba
cho tiempo que estaba preparado á este mo ébrio, deliraba; esta me refrescaba en lu
mento para poder dudar; saqué mi cuchi ar de quemarme. En un segundo desen
llo y me preparé. terré el cofre con el ayuda del azadon, y
El hombre de la capa se dirigió hácia para que no viesen que lo habia desenter
milado, pero á medida que avanzaba el rado, llené á mi vez el agujero, arrojé el
el espacio, creí notar que tenia un arma azadon por encima de la tapia, y me lan
en la mano derecha: tuve miedo, no de cé,por la puerta que cerré por fuera, lle
una lucha, sino de un mal éxito. Asi que vándome la llave.
estuvo retirado de mí solo algunos pasos, "—Bueno, dijo Monte-Christo, fué un
conocí que lo que yo habiatomado porar asesinato yun robo. -
ma, no era otra cosa que un azadon. —No, escelencia, respondió Bertuc
Todavia no habia tenido tiempo de adicio, fué una vendetta seguida de una res
vinar con que objeto tenia en la mano el titucion.
señor de Villefort un azadon; cuando se —¿Y la suma estaria al menos en bue
detuvo al lado del árbol, arrojó en derre na moneda?
dor suyo una mirada y se puso á cavar —No era dinero.
para hacerun agujero en la tierra. Enton -¡Ah! si, ¿recuerdo que me hablas
ces noté que llevaba algo debajo de la ca teis de un niño?
pa que acababa de colocar sobre el mus —Justamente, escelencia; corrí hacia el
go para que fuesen mas libres sus movi rio, me senté sobre la orilla, y ansiando
mientos. saber lo que contenia el cofre, hice saltar
Entonces, la curiosidad me detuvo, y|la cerradura con un cuchillo.
quise ver que era lo que iba á hacer Vi Entre unos paños de finísima batista es
llefort, y permanecí inmóvil, sin aliento,|taba envuelto un niño acabado de nacer;
csperando el resultado. su rostro color de púrpura, sus manos co
Despues me ocurrió una idea que se lorde violeta anunciaban que debió sucum
confirmó al ver al procurador del rey sa |birá una asfixia causada por ligamentos
car de bajo de su capa un cofrecito de dos|naturales arrollados al rededor del cuello;
pies de largo y de seis á ocho pulgadas del no obstante, como aun no estabafrio,pro
ancho. - curé bañarle en el agua que corria á mis
Le dejé colocar el cofre sobre el aguje-|piés; en efecto, al cabo de un instantecreí
ro, sobre el cual echó tierra; despues sobre|sentir un ligero latido hácia la region del
esta tierra fresca apoyó sus pies para hacerlcorazon; desembaracé su cuello del cordon
ALBUMI.
que le envolvia, y como habia sido enfer —Giovanni, me dijo Assunta, tu debias
mero en el hospital de Bastia, hice lo que habertraido ese niño; le hubié emos Ser
-
-
aire, con el nombre de la posada del puen —Mientras mas estensas eran mis cor
de Gard. Asíteníamos,ya sea en Aguas rerías, mas provechos me producian. As
muertas, ya en Martignes,ó en Bouc,una sunta era el ama de casa, y nuestrapeque
locen . de casasdondedepositábamos nues ña fortuna se iba aumentando. Un dia que
tras mercancías, y donde, en caso de ne yo partía para una correría,dijo ella; á tu
esidad, hallábamos un refugio contra los vuelta te preparo una sorpresa.
aduaneros y los gendarmes. Este oficio de La interogué inutilmente. Nada quiso
ontrabandista produce mucho, cuando se decirme ypartí.
plicaá él cierta inteligencia secundada de La correria duró mas de seis semanas:
algun vigor; en cuanto á mí, yo vivia en habiamos estado en Lucques cargando
us montañas, teniendo ahora que tener aceite, y en Livuruz tomando algodones
en doble razon de los gendarmes y adua ingleses; nuestro desembarque se hizo sin
eros, atendido á que toda presentacion ningun acontecimiento contrario; realiza
elante de jueces podia producir una pes mos nuestros beneficios, y volvimos mas
uisa, y esta pesquisa es siempre una es gozosos que nunca.
rsion de lo pasado, y, en mi pasado po Al entrar en casa, la primer cosa que
lia mostrar algo masgrave que algunos ví en el sitio mas descubierto del cuarto
igarros entrados de contrabando, ó bar de Assunta, en una cuna suntuosa, relati
vamente al resto de la habitacion, fué un
riles de aguardiente circulando sin pagar niño de siete á ocho meses.Arrojé un gri
erechos. Así pues, prefiriendo mil veces to de alegria.
a muerte á un arresto, hacia hazañas Los únicos momentos de tristeza que
sombrosas, y que mas de una vez, me habia esperimentado despues del asesinato
probaron que el tener tanto cuidado con del procurador del rey, habiansido causa
el cuerpo es el único obstáculo que se opo dos por el abandono de ese niño; porque
ne al buen éxito de aquellos de nuestros lo que es remordimientos por el asesinato
lroyectos que necesitan una decision rá no tuve ninguno.
ATR UMT.
La pobre Assunta todo lo habia adivina seis años), el vecino Basilio, que segun
do;se habia aprovechado de mi ausencia,y las costumbres de nuestro pais, no encer
con la mitad del pañal, habiendo escrito, raba ni su dinero nisus joyas, porque el
para no olvidarlo, el dia y la hora en que señor conde lo sabe tan bien como nadie,
fué depositado el niño en el hospicio, par en Córcega no hay ladrones, el vecino Ba
tióá Paris y fué á reclamarle. No la pu silio se quejó á nosotros de que habia de
sieron ninguna dificultad, y el niño le fné saparecido un luís de su bolsillo; todos cre
entregado. ¡Ah! confieso, señor conde, yeron que habia contado mal; pero el dijo
que al verá aquella pobre criatura dur estar seguro de que le faltaba. Este dia
miendo en su cuna, se me partió el co Benedetto habia salido de casa desde por
razon, y algunas lágrimas cayeron de mis la mañana, y estábamos sumamente in
ojos. •
dueño de la casa, y desde entonces todo Bertuccio, si hubiese sido mihijo, ó á lº"
empezóá caminar mal. De edad de once menos mi sobrino, yo le hubiese correji
años escasos, todos sus camaradas, los ha do sus vicios. Pero la idea de que habia
bia elegido entre jóvenes de diez y ocho á matado al padre me hacia imposible toda
veinte años los peores sugetos de Bastia; correccion; díbuenos consejos á mi her
por algunos incidentes, la justicia nos ha mana, que siempre tomaba la defensa del
bia avisado repetidas veces. desgraciado; y como me confesó que mu
Yo estaba asustado: cualquier informe chas veces le halian faltado sumas consi
podia tener funestas consecuencias: justa derables, le indiqué un lugar donde podia
mente pronto me iba á ver obligado á sa ocultar nuestro pequeño tesoro. En cuan
lir de Córcega para una espedicionimpor to á mi, mi resolucion estaba tomada. Be
tante. Reflexioné largo tiempo, y con el nedetto sabia leer, escribir y contar per
presentimiento de evitar grandes desgra fectamente, porque cuandopor casualidad
cias, me decidí á llevar conmigo á Bene él queria dedicarse al trabajo, aprendia.
detto. Esperaba que la vida activa y labo en un dia lo que los otros aprendian en
riosa del contrabandista, la disciplina se- una semana. Mi resolucion, pues, estaba
vera del Norte, cambiarian este carácter tomada; yopensaba emplearle de secre
pronto á corromperse, si ya no lo estaba tario en algun buque, y sin avisarle nada.
completamente. hacerle venir conmigo una mañana y tras
Llamé, pues, á Benedetto áparte y le portarle á bordo; de este modo, reco
hice la proposicion de seguirme, rodeando mendándole al capitan todo su porvenir
esta proposicion de todas las promesas que dependia de él.
pueden seducirá un niño de doce años. Una vez dispuesto este plan, partí para
Me dejó hablar hasta el fin, y cuando Francia.
hube acabado, soltó una carcajada di Todas nuestras operaciones debian eje
ciendo: cutarse esta vez en el golfo de Lyon, y
–¿Estaisloco, tio? dijo, asi me llamaba estas operaciones eran cada vez mas difí
cuando estaba de buen humor; yo cambiar ciles, porque estábamos en 1829 la tran
lavida que llevo con la que vos llevais, mi quilidad reinaba por do quier, y por con
escelente holgazanería por el horrible tra siguiente el servicio de las costas era en
bajo que os teneis impuesto. Pasar la no tonces mas regular y massevero que nunca.
che al frio, el dia al calor; ocultarse sin ce Esta vigilancia habia aumentado momen
sar, recibirtirossin cuento; y todo esto por taneamente por la feria de Belcaire que
ganar un poco de dinero? Dinero tengo habia principiado. -
—No, dio Caderousse, no somos tan ta, es decir, una fortuna como yo quisiera
ricos para poderperder cinco mil francos. tenerla,y aun no está contento!
–Como querais, amigo mio, dijo el —¿Y los cuarenta y cinco mil francos
platero; sin embargo, como veis, habia dónde están? preguntó Caderousse con voz
traido buena moneda. - |ro ca;¿veámos donde están?
Y sacó de uno de sus bolsillos un pu —Aquí están, dijo el platero.
brados ojos del posadero;y *
ñado de oro que hizo brillará los deslumi
anco.
OI OTO
y treinta mil en billetes de
e" se
. "
-¿Teneis viajeros en vuestra posada? conta con una amabilidad que no le era
preguntó. . . . . . . habitual ni aun con los huéspedes que pa
—No, respondió Caderousse, no duer gaban.
me aqui nadie; estamos muy cerca de la| De cuando en cuando Caderousse lanza
ciudad y nadie se detiene en ella.- ba sobre ella una misada rápida como un
—Entoncesvoyá incomodaros horri relámpago. . . . .
blemente! La tempestad continuaba. " -
bia hecho, sino que habia dejado de evi Apoderáronse de mí; yo no opuse nin
tar. Apoyé mi espalda contra una de aque guna resistencia, no era dueño de missen
llas tablas tan mal unidas que me separa tidos; procuré hablar,y solo pude lanzar
ban de la sala superior. Las tablas cedie algunos quejidos inartículados.
ron y me encontré ya en la casa. Ví que los aduaneros y los gendarmes
Corríá la lámpara y me lancé á la es me señalaban con al dedo; á su vez me
calera; un cuerpo la atravesaba éimpedia mirétambien, y estaba cubierto de sangre.
el paso, era el cadáver de la Carconta. Aquella lluvia tibia y abundante que ha
El pistoletazo que yo habia oido había bia sentido caer sobre mí al través de los
sido disparado á ella; tenia la garganta escalones de la escalera, era la sangre de
- atravesada de parte á parte, y a lemas de la Carconta.
su doble herida que desangraba á borbo Yo entonces mostré con el dedo ellugar
tones, vomitaba sangre por la boca. donde estaba diculto.
Estaba enteramente muerta. —¿Que quiere decir? preguntó un gen
darme. . ..."
Salté por encima de su cuerpo y pasé.
El cuarto ofrecia el aspecto del nas es Un aduamero fué á ver lo que orn.
pantoso desórden. Dos ó tres muebles ro —Quiere decir que ha pasado por aquí,
daban por el suelo; las sábanas, á las cua respondió.
les se habia agarrado el infeliz platero, Y mostró el agujero por donde efectiva
arrastraban por el cuarto; él mismo estaba mente habia yo pasado.
tendido con la cabeza apoyada contra la Entonces comprendí que me tomaban
pared, nadando en un mar de sangre que por el asesino; recobré mi voz, recuperé
salia de tres anchas heridas recibidas en el mís fuerzas; me desembaracé de las ma.
pecho. nos de dos hombres que me sujetaban,
350 ALBUM.
esclamando: ¡No he sido yo! ¡ no he si cel diciendo que había sábido que un pre
do yo! so deseaba hablarle. Esto lo habia sabido
Dos gendarmes me apuntaron con sus en Marsella y se apresuraba á compla
carabinas. - Ce"Ime.
cias, prosiguió Bertuccio,fué cuando me| —Bien sea, dijo Bertuccio. Todo lo
dirigí á vuestra escelencia. No tenía que que pido únicamente al cielo es no volver
hablaros de Benedetto, puesto que habia le á verjamas: Ahora, continuó el ma
desaparecido, ni de mi hermana, puesto ron bajando la cabeza, todo lo sa
que habia muerto. |eis, señor conde: sois mijuez en la tierra
–¿Y qué habeis pensado de ese acon como Dios lo será en el cielo, ¿no me
tecimiento? preguntó Monte-Christo. dires alguna palabra de consuelo?
—Que era el castigo del crímen que ha —Teneis razon, en efecto, y puedo de
bia cometido, respondió Bertuccio. ¡Ah! ciros lo que os diria el abate Busoni. Ese
esos Villefort, son una raza maldita. á quien habeis dado muerte, ese Villefort
—Lo creo, murmuró el conde con aeen merecia un castigo por lo que ávos osha
to lúgubre. bia hecho y tal vez por otra cosa. Bené
—Y ahora, replicó Bertuccio, vuestra detto, si vive, servirá como os he dicho,
escelencia comprenderá que esta casa que para alguna venganza divina, después se
no he visto hace tanto tiempo, que este rá castigado á su vez. En cuanto á vos,
jardin donde me he encontrado de repen en realidad, no teneis que echaros én
te, que este sitio donde he matado á un cara mas que una cosa; ¡preguntaos por
hombre, han podido causarme estas som qué, habiendo salvado la vida á ése niño,
brias emociones, cuyo origen habeis que no le devolvisteis á su madre! ahi está el
rido saber, porque al fin yo no estoy se crímen, Bertuccio.
guro de que aqui, delante de mi, no esté - Si señor; ahi está el crímen y el ver
enterrado el señor de Villefort en la fosa dadero crímen, porque he obrado muy
que él mismo cavó para su hijo. mal en eso;una vez devuelta la vida al ni
–En efecto, todo es posible, dijo Mon ño, no tenia mas que una cosa que ha
te-Christo levantándose del banco donde cer, enviarle a su madre.
estaba sentado; aun cuando, añadió mas Pero para eso tenia que hacer pesquí
bajo, el procurador del rey no haya muer sas, llamar. la atencion, entregarme tal
to. El abate Busoni ha hecho bien en en - vez; no he quierido morir; deseaba la vi
viaros á mi. Vos habeis hecho muy bien da por ni hermana, por mi amor propio
en contarme vuestra historia, porque ya de salirvictorioso deuna véíganza; ylue
no tendré malos pensamientos respecto, á go despues, tal vez deseaba la vida por el
este negocio. En cuanto á ese Benedetto, mismo amor á la vida. ¡Oh! yo no soy
tan mal nombrado, ¿no habeisprocurado tan valiente cono mí hermano!
saber su paradero, ni lo que habrá sido Bertuccio ocultó su rostro entre sus ma
de é1? nos, y Monte-Christo fijó sobre él una
—Jamas. Si yo hubiese sabido donde
larga é indefinible mirada, despues de un
estaba, en lugar de irá buscarle, hubie instante de silencio, mas solemne aun por
ra huido de él como de un monstruo. No. la hora y el lugar.
–Para terminar debidamente esta con
felizmente,jamas he oido hablar de él:
espero que habrá muerto. ferencia que será la última sobre estas
—No lo espereis, Bertuccio, dijo el con aventuras, señor Bertucció, dijo el conde
de: los malos no mueren asi, porque Dios con un acento de melancolía que no le
parece protejerlos para hacerlos instru ora habitual; conservadbien mis palabras,
mentos de sus venganzas. varias veces las he oido pronunciar alaba
ALBUM. 333
te Busoni: todo mal tiene dos remedios, El carruage tomó el camino de Paris.
el tienpo y el silencio. Ahora, señor Ber-| La misma noche, cuando llegó á la ca
tuccio, dejadme pasear un instante por sa de los Campos Eliseos, el conde de
este jardin. Lo que tanto os afecta á vos, Monte-Christo visitó toda la habitacion
actor de esa terrible escena, será para mi como hubiera podido hacerlo un hombre
una sensacion casi dulce y que dará doble familiarizado con ella despues de muchos
precio á esta propiedad. Los árboles, se años; ni una sola vez abrió una puerta por
ñor Bertuccio, no gustan sino porque ha otra, y no siguió ni una escalera ni un cor
cen sombra, y la sombra no gusta sino redor que no le condujese donde que
porque está llona de fantasmas y visiones. "Il II".
Por eso he comprado un jardin creyendo Ali le acompañaba en esta revista noc
comprarun simple huertecillo rodeado de turna. El conde dió á Bertuccio muchas
cuatro tapias y nada mas: de repente este órdenes para el adorno ó la nueva distri
huertecillo se trueca en un jardin lleno de bucion de las habitaciones, y sacando su
fantasmas que no están en el contrato.... relej, dijo al negro:
Ahora,pues, á mi me agradan las fan —Son las once y media, Haydée no
tasmas; nunca he oido decir que los muer puede tardar en llegar.¿Habeis mandado
tos hayan hecho en seis mil años tanto da avisar á las camareras francesas?
ño como los vivos en un solo dia. Volved All estendió la mano hácia la habitacion
á la casa, señor Bertuccio, y dormid en destinada á la bella griega, y que estaba
paz. Si vuestro-confesor en el momento de tal modo aislada que ocultando la puer
supremo es menos indulgente que lo fué ta detrás de una colgadura se podia visitar
el abate Busoni, mandadme llamar, si toda la casa sin sospechar que hubiese allí
aun existo en el mundo, y os diré pala un salon y dos cuartos habitados. Alí, re
bras que mecerán dulcemente vuestra al petimos, estendió la mano hácia la habita
ma en el momento en que esté pronta á cion, seña’ó el número tres con los dedos
ponerse en camino para hacer ese rudo de su manoizquierda, ysobre lapalma de
viaje que llaman la eternidad. esta misma mano, apºyando su cabeza,
Bertuccio se. inclinó respetuosamente erró los puños.
ante el conde, y se alejó lanzando suspiro. —¡Ah! … dijo Monte-Christo acostum
Monte-Christo se quedó solo, y dando brado á este lenguaje, son tres y esperan
cuatro pasos hacia adelante, murmuró: en la alcoba, ¿no es verdad?
—Aqui, junto á ese plátano, la fosa --Si, espresó Alí bajando la cabeza.
donde fué depositado el niño: alli abajo la —La señora estárá fatigada esta noche,
puertecita por la cual se entraba al jardin, continuó Monte-Christo, y sin duda quer
en aquel ángulo la escalera oculta que rá dormir; que no la hagan hablar; las ca
conduce á la alcoba. No creo tener nece marerasfrancesas no harán mas que salu
sidad de escribir esto en mi cartera, por dar á su nueva señora y retirarse;velareis,
que aqui tengo á mi vista, ámi alrededor, porque la criada griega no se comunique
á mis pies, todo el plan en relieve. con las camareras francesas.
Y el conde, despues de dar una última
vuelta por el jardín, fué á buscar su car Alí se inclinó.
ruage. Bertuccio que le veia pensativo, su A poco tiempo se oyódar voces como de
bió sin decir nada sobre elpescante al lado anuncio á la reja, esta se abrió, un carruaje
del cochero. rodó por la calle de árboles y se paró de
89
351 ALUI,
carruaje gritando al cochero de modo que —Señor conde, dijo Bertuccio, los ca.
pudieran oirle del otro lado del camino. ballos de que me hablais no estaban de
–¡Ala cámara de los diputados! venta.
Al través de una celosia de su pabellon, Monte-Christo se encogió de hombros.
el conde de Monte-Christo, avisado átiem —Sabed, señor mayordomo, dijo, que
po, habia observado al baron con la ayuda todo está siempre de venta para quien lo
de unos escelentes anteojos con no menos paga bien.
atencion que el señor Danglars habia pues El señor Danglars los pagó á diez y seis
to en examinar la casa, el jardin y las li mil francos, señor conde.
breas. –Pues bien, se le ofrecian treinta y
—Decididamente, dijo eon un gesto de dos mil; es banquero y un banquero ne
disgusto haciendo entrar los tubos de sus desperdicia nunca una ocasion de dupli
anteojos en las fundas de marfil, decidi car su capital.
damente es una criatura fea ese hombre; -¿Habla formalmente el señor conde?
como se reconoce en él á primera vista preguntó Bertuccio. •,
Apenas habia desaparecido Ali, el ayu pierden necesariamente este dinero, que
da de cámara entró. recae en provecho de los que se quedan,
—Señor Bautista, dijo el conde, hace y que tendrán derecho á ella despues de
un año que estais á mi servicio; este esel mi muerte, Ya hace un año que estais en
y
Bautista se inclinó. -
que eso se quede así; en ninguna parte en Bautista abrió desmesuradamente los
contrarias un puesto semejante al que os ojos.
ha dado la buena fortuna. Yo jamás mal –¿Lo dudais? dijo Monte-Christo.
trato á mis criados, no juro nunca, no me | i
Y repitió en árabe áA as mismas pa "
ber todo lo que quiero saber, y soy muy Bautista, le dejo sumamente estupefacto.
El conde hizo una seña á Bautista de
..curioso, os lo prevengo. Si yo supiese que
vos habeis hablado bien ó mal de mi, co que saliese y á Ali de que le siguiese.
-
º
—No, el cochero, Bautista y Ali, nada —El yacht tiene órden de permanecer
|
llS. en Martignes.
El conde descendió y vió, uncidos á —¡Bien l os entendereis de cuando en
su carruaje, los cáballos que habia admi cuando con los dos patrones que la man
rado por la mañana en el carruaje de l dan, á fin de que no se duerman.
Danglars. —Y en cuanto al barco de vapor...
Al pasar junto á ellos les dirigió una —¿Qué está en Chalons?
–Sí.
ojeada.
—En efecto, son hermosos, dijo, y ha —Las mismas órdenes que para los
beis hechobien en comprarlos, pero ha si otros dos buques.
do un poco tarde. -¡Bien !
—Escelencia, dijo Bertuccio, mucho —Alpunto que esa propiedad esté com
trabajo me ha costado poseerlös, y me han prada, tendré tiros preparados de diez en
costado muy caros. diez leguas, en el camino del Norte y en
—¿Son por eso menos hermosos los el camino del Mediodia.
caballos? preguntó el conde encogióndose —Vuestra escelencia puede contar con
de hombros. migo.
—si vuestra escele cia está satisfeche, El conde hizo un movimiento de satis
dijo Bertuccio, no hay mas que decir: faccion, bajó los escalones,saltó á su car
; dónde va vuestra escelencia ! ruaje, que, arrastrado al trote por el mag
—A la calle de la Chaussée d'Antin, á nífico tiro, no se detuvo sino delante de la
casa del baron Danglars. casa del banquero.
Esta conversacion pasaba en medio del Danglars presidia una comision nom
la escalera. Bertuccio dió un paso para ba | brada para un camino de hierro, cuando
jar primero. | le anunciaron la visita del conde de Mon
"—Esperad, dijo Monte-Christo dete te-Christo. Por otra parte la sesion estaba
niéndole. Necesito una tierra en las ori finalizándose.
llas del mar, en Normandia,por ejemplo, Al oir el nombre del conde, se levantó.
entre el Havre y Boloña. Os doy tiempo —Señores, dijo dirigiéndose á sus cole.
como veis. Tambien seria necesario que gas,de los cuales muchos eran respetables
esta adquisicion tuviese un pequeño puer miembros de una ú otra cámara; perdo.
to, una pequeña bahía, donde pudiese en madme si os dejo así, pero imaginaos que
trar y poder estar mi corbeta: el buque la casa Thomsson y French de roma, mue
estará siempre pronto á darse al mar á dirije un cierto conde de Monte-Cristo,
cualquier hora del dia ó de la noche que abriéndole en mi casa un crédito ilimita
á mine plazca hacer la señal. Os infor do. Es la broma mas chistosa que han he
maréis en casa de todos los notarios, de cho conmigo mis corresponsales del es
una propiedad con las condiciones que os
tranjero.
esplico; cuando sepais algo iréis á visitar. la Ya comprenderes, esto me picó
curiosidad
la, y si os agrada la comprareis en vues , me pasé esta mañana por
tro nombre. La corbeta debe estar en e casa del pretendido conde; si era un ver.
mino de Fecamp, ¿ño es así? dadero conde, ya os figurareis que no se
90
338 ALBU.
ria tan rico. El soñor conde no estaba vi —Escusadme caballero, dijo, sino ostie
sible. ¿Qué os parece? ¿no son manerasldado el título bajo el cual me habeis sidb.
ie un príncipe ó de una linda señorita las anunciado; pero, bien lo sabeis, vivo°eh
del conde de Monte-Christo? Por otra par iempo de un gobierno popular,y yo soy
te, la casa situada en los campos Elíseos, un representante de los intereses del pueblo.
y que le pertenece, me ha parecido bas —De suerte, respondió Monte-Christo,
tante bien. Pero vaya! un crédto ilimita ue conservando la costumbre de haceros
do, añadió Danglars riendo con su astu llamar baron, habeis perdido la de llanar
sonrisa, hace exigente al banquero en cu á los ótros conde.
ya casa es abierto el crédito. Tengo de —¡Ah! tampoco lo lago conmigo, res
seos de verá nuestro hombre. No saben pondió candidamente Danglars; me han
aun con quien van á dar, ¡ah! ¡ah! nombrado baron y hecho caballero de la
Al acabar estaspalabras dichas con un legion de honor por algmnos sérvicios;
énfasis que hinchó las narices del baron, pero.....
éste se separó de sus colegas y pasó áun –Pero habeis abdicado vuestros títulos
salon tapizado de satin con esculturas do como hicieron otras veces MM. de Mont
radas, y del cual se hablaba mucho en la morency y de Lafayette. ¡ah! ese es un
Chaussée de Antin. bten ejemplo, caballero.
Aquí mand5 introducir al conde para —No tanto, replicó Danglars embara
deslumbrarlo del primer golpe. zado; pero ya comprendeis, por los cria
El ede estaba en pié, contemplándo dos.... - -
algunas copias de Albano y del Fattore, –Si, si, os llamas monseñor para los
que había "hecho pasar al banquero por criados; para los periodistas, es llama
originales, y que pegaban muy mal con caballero, y para los del pueblo ciudada
los adornos dorados y de diferentes celo no. Esas son medidas muy aplicables a
res del techo y de los ángulos del salon. gobierno constitucional.
Al ruido que hizo Danglars al entrar,|| –Comprendo perfectamente.
el conde se volvió. Danglars se mordió los labios; vió que
Danglars saludó ligeramente con la ca no podia en este terrenoconMonte-Chris
beza, é hizo seña al conde de que se sen to, y procuró hacer volver la cuestion a
tase en un sillon de madera dorado con terreno que le era mas familiar.
forro de satin blanco bordado de oro. –Señor conde, dijo inclinándose, he
El conde se sentó. ibido una carta de aviso de la easa Thom
–¿Es al señor conde de Monte-Chris ny French.
á quien tengo el honor de hablar? —¡Oh! señor baron,permitidime que
—Y yo, replicó el conde ¿al señor ba los llame como lo hacen vuestros criados;
ron Dangiars, caballero de la legion de es una mala costumbre que he adquirido
honor, miembro de la cámara de los di en paises donde justamente no hay barones
putados? porque aun no se han creado; con que es
Monté-Christo hacía la nomenclatura e que no tendré necesidad de presen
de todos los títulos que habia leido en la tarme yo mismo, lo cual siempre es emba
targeta del baron. razoso. ¡ Deciais que habiais recibido una
Danglars sintió la pulla y se mordió los" carta de aviso !
labios. | – Si, respondió Danglars,pero oscon
r
"ALBUM.
35)
fieso que no he comprendido bien el sen dispuesta á hacer locuras, la casa Dan
tido. glars no lo está á seguir su ejemplo.
–¡Bähl -¿Como, señor conde ?
–Y aun habia tenido el honor de pa -S, sin duda alguna: losseñores Thom
"sar á vuestra casa para pediros esplica son y French hacen los negocios sin cifras;
ciones.
pero el señor Danglars tiene un límite papa
—Decid, señor baron, os escucho, y los suyos; es un hombre prudente, como
“estoy pronto á responderos. decia hace poco.
—Esta carta, repuso Danglars, la ten -¡Caballero! respondió orgullosamen
"go aquisegun creo (y registró su bolsillo), te el banquero, nadie ha contado aun con
si, aqui está. Estacarta abre al señorcón mi caja.
de de Monte-Christo un crédito ilimitado
-¿Entonces, dijo Monte-Christo con
sobre mi casa.
frialdad, parece que seré yo el primero?
–¡Y bien l señor baron, ¿qué es lo -¿Quién os lo ha dicho?
que no entendeis de eso? -Las esplicaciones que me pedis, ca
—Nada, caballero; pero, la palabraili ballero, y que se asemejan mucho áinde
mitado.... cisiones. ...
—¡Pues bien! ¿esa palabra no es fran-1 Dangla se mordió los lábios; era la
cesa?... ya comprendeis, son anglo-al egunda vez que era vencido por aquel
manes los que la escriben. ombre, y sobre un terreno que era el
– Oh sí tal, caballero, y en cuan suyo; su política irónica era afectada y
á la sintáxis no hay nada que decir, pe casi rayaba en impertinencia.
-
nario, rogándole que escusase las maneras Sin embargo, á las cineo, es decir, á la
orientales con que iba acompañado el re hora en que el conde esperaba elcarruaje,
galo de los caballos. hubieran podido observarse en él las seña
Aquella tarde, Monte-Christo partió para les casi imperceptibles de una ligera im
Antenil, acompañado de Alí. paciencia; paseábase en una sala que daba
Al dia siguiente á las tres, Alí, llamado á la calle, aplicando el oido por intérva
por un golpe en el timbre, entró en el ga los, y acercándose de cuando en cuando á
binete del conde. la ventana por la cual apercibia á Alí ar
—Alí, le dijo, varias veces me has ha rojando bocanadas de humo con una re
blado de tu habilidad para lanzar el lazogularidad que probaba que el negro estaba
Alí hizo una señal afirmativa y se incor delicado enteramente á esta importante
poró con orgullo. ocupacion.
—Bien.... asipues, ¿podrias detenerun De repente se oyó un ruido lejano, pe
toro? o que se acercaba con la rapidez del ra
Alí hizo seña de que sí. yo; despues aparecióuna carretela, cuyo
—¿Un tigre? cochero queria en vano detener los caba
La misma respuesta por parte de Alí. los que avanzaban furiosos con las crines
—¿Un leon? erizadas, mas bien saltando con impulsos
Alí hizo el ademan de un hombre que insensatos que galopando.
lanza el lazo, éimitó un rugido ahogado.| En la carretela, una jóven y un niño de
—¡Bien! comprendo, dijoMonte-Chris siete á ocho años estaban abrazados; ha
to; ¿has cazado leones? bian perdido por el esceso del terror hasta
Alí hizo un orgulloso movimiento de ca la fuerza de lanzar un grito; hubiera bas
beza. tado una piedra debajo de la rueda, óun
-l'ero, ¿detendrias en su carrera dos árbol en medio del caminopara romper el
caballos desbocados? carruaje que crujia. •
arrastrar tres ó cuatro pasospor la violen tenia un licor rojo como la sángre, y de
cia del impulso, pero al cabo de estos tres que dejó caer una sola gota sobre los há».
é cuatro pasos cae sobre la lanza que rom bios del niño.
pe y paraliza los esfuerzos que hace el ca Este, aunque siempre pálido, abrió al
ballo que quedó en pié para continuar su punto los ojos.
carrera; el cochero aprovechó este instan Al ver esto la madre, la alegria casi le
tepara saltar de su pescante, pero ya Alí fué un delirio.
habia agarrado las narices del segundo ca —¿Donde estoy? esclamó, ¿y áquien
ballo con sus dedos de hierro, y el animal, debo tanta felicidad despues de una prueba
tan cruel"?
relinchando de dolor,cayó convulsivamen
te junto á su compañero. |
—Estais, señora,respondió Mcnte-Chris
En menos tiempo que hemos gastado to, en casa del hombre mas feliz por haber
en describirla, habia pasado esta escena. |podido evitaros un pesar.
Sin embargo, bastópara que de la casa, -¡Oh, maldita curiosidad mia Mº todo
frente de la cual habia pasadoeste acciden París hablaba de esos magníficos caballos
te, saliese un hombre seguido de muchos de la señora l'anglars, y hetenido la locura
eriados; en el momento en que el cochero de querer probarlos.
abria la portezuela, arrebató de la carre -¿Como !! esclamó el conde con un
tela á la dama que con una mano se agar sorpresa admirablemente finjida; ¿son esos
raba á los almohadones, mientras que con caballos los de la baronesa?
la otra estrechaba contra su pecho á su hijo -Si, señor; ¿la conoceis?
desmayado. Monte-Christo los trasportó —Tengo ese honor, y mi alegría es do
á un salon, colocándolos sobre un ca-|ble por haberos salvado del peligro que os
mapé. han hecho correr, porque ese peligro,esá
–No temais nada, señora, dijo, estaismi á quien lo podeis atribuir; habia com
en salvo. rado ayer estos caballos al baron,pero la
La mujer volvió en sí, y por respuesta|baronesa pareció sentirlo tanto que se los
le presentó su hijo con una mirada mas nvié ayersuplicándola que losaceptase de
IIll IIlaIDO,
elocuente que todas las súplicas.
En efecto, el niño estaba desmayado. –¿Pues entonces, vos sois el conde de
-Si, señora, comprendo, dijo el conde Monte-Christo de quien tanto me ha ha
examinando al niño; pero tranquilizaos, blado Hermina ?
nada le ha sucedido, y solo el miedo ha —Si, soñora, dijo el conde.
embargado su sentido. —Yo, caballero, soy Eloisa de Vilke
-¡Oh ! caballero, esclamó la madre, fort.
¿no decís esopara tranquilizarme? ¡mirad El conde saludó como si se pronunciára
cuan pálido está ¡Hijomio! ¡mi Eduar-delante de él un nombre completamente
dol ¿no respondes á tu madre? ¡Ah, ca desconocido.
–¡Oh! , cuan, reeonocido quedará el
ballero! enviadá bnscar un médico; ¡doy señor de Villefórt! repuso Eloisa, porque
mi fortuna á quien me devuelea mi hijo al fin él os debe nuestras dos vidas; segu
Monte Christo hizo con la mano un ramente, sin
vuestro generoso servidor,
movimiento para tranquilizar á la madre éramos muertos nuestro bijo y yo.
|
desolada, y abriendo un cofre, sacó de él -¡Ay! señora, aun me estremezco al
un frasco de cristal de Bohemia que con pensar en el peligro que habeis corrido.
"ALBUM. 337
—Oh! yo espéro que me permitireis|sí; pero calmado su temor. arrojósobreel
“ecompensar debidamente la accion deese cofre una corta pero espresiva mirada que
hombre. el conde apercibió.
—Señora, dijo Monte-Clirisio, no me En este momento entró Alí.
echeis á perderáAlí, os lo ruego, ni con La señora de Villefort hizo un movi
alabanzas ni con recompensas; con vicios miento de alegria, y llamando al niño le
que no quiero yo que afitiera. Ali es mi dijo:
esclavo: salvandoos fa vida me sirve, y su —Eduardo, ves á este buen servidor,
deber es servirme. es un valiente,porque ha espuesto su vi.
—;Pero ha arriesgado su vida! esclamó da por detener los caballos quenos arras
a señora de Villéfort á quien este tono tan traban, y el carruage que iba áromperse.
uperior imponia singularmente. Dale las gracias, porque probablemente
–He salvado esa vida. señora; respon á“no ser “por él, hubiéramos muerto los
dió Monte Christo, por consiguiente me dos.
pertenece, El niño entreabió la boca y volvió des
La señora de Villéfort se calló; tal vez deñosamente la cabeza.
"reflexionaba en aquel hombre que, á pri —Es muy fe , dijo.
mera vista, hacia una impresion tan pro El conde se sonrió como si el nifio ata
-funda solre todos los ánimos base de cumplir una de sus esperanzas;
Durante este instante desilencio, el con en cuanto ála señora de Villefort, reprem
de pudo considerar el niño que su madre dió á su hijo con nna moderación que no
cubria de besos. Era flaco, blanco como hubiera sido seguramente del gusto de Juan
los niños de pelo rojo, y sin embargo un Jacobo Rousseau, si el pequeño Eduardo
"bosque de cabellos cubria su frente salien se hubiese llamado Emilio,
te, y cayendo sobre sus hombros adorna -Mira, dijo en árabe el conde á Ali;
ban su rostro, y aumentaban la vivacidad|esta señora dice á su hijo que te dé las
de sus ojos llenos de malicia y de juvenil|gracias por la vida que has salvado á los
maldad; su boca apenas sonro ada, era|dos, y el niño responde que eres muy
delgada y ancha; las facciones de este niño|feo.
anunciaban ya doce años lo menos. Su| Ali volvió un instante sninteligente ca
primer movimiento fué desembarazarse|beza, y miró al niño sin espresion apa
porun fuerte impulso de los brazos de su rente; pero un lijero estremecimiento de
hadre para ir á abrir el cdfre de donde él|narices probóá Monte-Christe que elára
conde habia sacado el frasco de elixir:|be acababa de ser herido en el corazon.
despues, sin pedir permiso ánádie, y co –Caballero, preguntó la señora de Vi
mo un niño acostumbrado á hacer todos llefort levantándose para retirarse, ¿es esta
sus caprichos se puso á destapar todos los casa vuestra morada habitual?
botes. —No, señora, respondió el conde, es
—No toques ahi, amiguito mio, dijov una especie de quinta parasolazarme, que
vanente el conde, algunos de esos licores he comprado; vivo en losCampos Eliseos,
son peligrosos, no solamente al beberlos, número 30. Pero veo que estais perfecta
sino el respirar su olor. mente repuesta y que deseais retiraros.
La señora de Villefortpalideció y detu Acabo de mandar que pongan esos eaha
vo el brazo de su hijo á quien atrajohácialillos en mi carruaje; y Alí, ese muchacho
ALBUM.
tan feo , dijo al niño sonriendo , vá á te Querina Hermina :
ner el honor de conduciros á vuestra ca « Acabo de ser milagrosamente salvada
sa mientras que vuestro "cochero que con mi hijo por ese mismo conde de Mon
dará aqui cuidando de la compostura' del>-Christo, de auien ,anto hemos hablado
carruage. Y una vez terminada esta , uno ayer tarde , y que tan lejos estaba yo de
de mis tiros de caballos lo volverá á con sospechar que le habia de ver hoy. Ayer
ducir directamente á casa deja señora Dan tarde, me habis hablado de él con un en
glars. tusiasmo de que no pude menos de bur
—Pero , dijo la señora de Villefort, no larme creyendo que exajerábais, pero hoy
me atreveré á ¡r con esos mismos caba me he convencido que era fundado. Vues
líos. tros caballos se desbocaron en Banelagh ,
— ¡ Oh ! vais á ver, señora , dijo Mote y seguramente íbamos á ser despedazados
Christo: en manos de Ali, se volverán tan mi Eduardo y yo , cuando un árabe , un
mansos como dos corderos indio, un hombre negro en fin , al servi
En efecto , Ali se habia acercado á los| cio del conde , detuvo á una señal suya ,
caballos que habian puesto de pié con mu el impulso de los caballos, á riesgo de
cho trabajo. Tenia en la mano unaespon haber muerto él mismo; y fué un mila
ja empapada en vinagre aromático; frotó gro que no sucediese asi. Entonces acu
con ella las naric.es y las sienes de los ca dió el conde , nos trasportó á su casa á
ballos, cubiertos de espuma y de sudor , Eduardo y á mi, é hizo volver en si á Eduar
y casi al punto empezaron á relinchar es do. En su propio carruage fui conducida
trepitosamente y á estremecerse durante á casa; el vuestro os lo enviarán mañana.
algunos segundos. Encontrareis bastante débiles á los caba-
Despues, en medio de una.multitud- de|llos despues de este incidente; están como
gente numerosa á quien los restosdel car atontados, diriase que no pueden perdo-
ruage y el rumor que se habia esparcido narseá sí mismos el haberse dejado domar
de aquel suceso, habian atraido delante! por un hombre. El conde me encarga que
de la casa, Ali unció los caballos'al cupé os diga que dos dias de reposo y por todo
del conde, reunió en su- mano las rien ¡alimento cebada , los volverán á un esta
das, subió sobre el pescante, y con gran do tan floreciente, quiere decir, tan es
asombro de los asistentes que ha bian visto pantoso como estaban ayer.
á estos caballos impelidos como por uní « ¡ Adios ! no os doy las gracias por mi
torbellino , se vió obligado á usar del lá paseo: y cuando lo reflexiono, es una in
tigo para hacerlos partir, y aun asi no gratitud el guardaros rencor por los ca
pudo obtener de los famosos tordos, aho prichos de vuestros caballos, porque áuno
ra petrificados, casi muertos, mas que un de esos caprichos debo -el haber visto al
troté tan poco seguro y tan lánguido, que conde de Monte- Christo , y el ilustre es
gastaron dos horas en conducir ála señora trangero me parece un hombre muy cu
de Villefort al barrio de Saint-Honoré , rioso, y tan interesante, que quiero es
tudiarle á todo precio, aunque tuviese que
donde tenia su casa. dar otro paseo al bosque con vuestros mis
Apenas hubo llegado á ella, y aplaca mos caballos.
das las primeras emociones, escribió el «Eduardo ha sufrido el accidente con
siguiente billete á la señora baronesa Dan- un valor milagroso. Se desmayó, pero sin
glars. lanzar un grito , y tampoco derramó dea-
ALBUM. 369.
pues una lágrima. Aun imo diteis que nuehábil, como se reputa generalmente á las
ciega el amor maternal; pero en ese cuerpo|personas que no han sufrido ningun cho
tan débil y delicado hay un alma dehierro.|que político; aborrecido de muchos, pero
«Nuestra querida Valentina me dá mil|protegido con ardor por algunos, sin ser
recuerdos para vuestra hija Eugenia, yo|por eso mejor querido de nadie, el señor
os abrazo de todo corazon, de Villefort se hallaba en una de las altas
EloisA DE VILLEForr. posiciones de la magistratura y estaba en
«P.D. Haced que vea en vuestra casa|esta altura como un Harley ó como un
de cualquier modo que sea á ese conde de Molé. Sus salones, regenerados por una
Monte-Christo, quiero absolutamente vol-muger jóven y por una hija de su primer
verle áver. Por otra parte, acabo de ob-|casamiento, de edad apenas de diez y ocho
tener del señor Villefort que le haga una|años, no dejaban de ser por ello de esos
visita; espero que se la devolverá.» salones severos de Paris donde se observa
Aquella noche, el suceso de Antenil era el culto de las tradiciones y la relion de
el objeto de todas las conversaciones, Al-|la etiqueta. La política fria, fidelidad ab
berto se lo contaba á su madre, Chateau-soluta á los principios del gobierno, un
Renaud en el Jockey Club, Debray en el desprecio profundo á los ideólogos, tales
salon del ministro, Beauchamp tambienjeran los elementos de la vida interior y
hizo al Conde la galantería deponer en su pública del señor deVillefort.
periódico nn párrafo que ensalzó al conde| El señor de Villefort no era solamente
comparándole con un héroe. En fin, esta un magistrado, era casi un diplomático,
accion le válióá Monte-Christo la admi-|Sus relaciones con la antigua córte, de la
racion y el interés de todas las mugeres de que siempre hablaba con dignidad y res
la aristócracia. ‘’. - peto, le hacian respetar de la moderna, y
Muchas personas fueroná inscribirse ensabia tantas cosas, que no solamente le
casa de la señora de Villefortá fin de te-contemplaban todos sus conocidos, sino
ner derecho á renovar su visita en tiempo que á voces lo consultaban.
útil, y oir entonces de su boca todos los Tal vea no hubiera sucedido esto si hu
detalles de esta pintoresca aventura. biesen podido desembarazarse del señor de
En cuanto á la señora deVillefort, co-Villefot; pero habitaba como esos seño.
mo habia dicho Eloisa á su amiga la se- res feudales rebeldes á su soberano, una
ñera Danglars, se puso un pantalon, fracfortaleza inespugnable. Esta fortaleza era
blancos, su cargo de procurador del rey, cuyas ven
de igual color, chaleco y corbata
guantes amarillos y subióá su carretela tajas todas esplotaba maravillosamente,
que le condujo aquella misma tarde á lay que no hubiera abandonado sino para
puerta de la casa número 30 de los Cam hacerse diputado y reemplazar así la neu
pos Eliseos. tralidad por la oposicion.
y En general el señor de Villefort hacia ó
" " bonocía. devolvia muy pocas visitas. Sn muger vi
Si el conde de Monte-Christo hubiese sitaba por él, era cosa admitida en este
vivido mas tiempo en el mundopaisien-mundo donde siempre disculpaban al na
se, habria apreciado la visita que le hacia gistrado por susgraves y numerosas ocu
el señor de Villefort. paciones, pero esto no era en realidad mas
Reputado por todos como un hombre que de orgullo, una quinta
370 ALBUM.;.
y debo decirlo, caballero, esa ley de los| —Digo, caballero, que con los ojos fijos
pueblos primitivos ha sido la que he en-sobre la organizacion social de las nacio
contrado mejor segun mi parecer. nes, no veis mas que los resortes de la má
–Si se adoptase esa ley, caballero, di-|quina, y no al sublíme obrero que la haca
jo el procurador del rey,simplificaria mu|andar, digo que no conoceis delante de
cho nuestros códigos. |vos y á vuestro alrededor mas que los
–Con el tiempo se adoptará probable |titulares de los destinos cuyos despachos
mente, caballero, dijo Monte-Christo; bien han sido firmados por ministros ó por un
sabéis que las invenciònes humanas mar- ey, y que los hombres que Dios ha crea
chan de acuerdo con la perfeccion. |do superiores á los titulares de los minis.
—Mientras tanto, caballero, dijo el ma-|trosy de los reyes encargándoles que pro
gistrado, nuestros códigos existen con sus sigan una mision, en lugar de llenar su
artículos contradictorios, sacados de las deber, esos hombres repito, se escapan á
costumbres de la Gália, de las leyes roma-vuestra corta vista. Tobias tomaba al án.
nas; ahora, pues, el conocimiento de to- gel qne debia devolverle la vista por un
das estas leyes, convendreis en ello, no se jóven ordinario. Las naciones tomaban á
adquiere sin largos trabajos y es preciso|Atila, que debi aniquilarlos, por un con
un largo estudio para adquirir este cono-|quistador como todos los conquistadores,
cimiento, y una gran memoria para no ol-y ha sido necesario que ambos revelasen
yidarlo una vez adquirido. smisiones celestiales para que se les re
—Soy de ese parecer, caballero; pero|conociese; fué preciso que el uno dijese:
todo lo que vos sabeis respecto al código|«Soy el ángel del Señor:» y el otro:
francés, lo sé yo, no solamente de ese có|«Soy el martillo de Dios,» para que fue
digo, sino del código de todas las naciones;|se revelada la esencia divina de los dos.
las leyesinglesas, turcas, japonesas, indías,|| —Entonces, dijo Villefort cada vez mas
me son tan familires como las leyes fran-|asombrado y creyendo hablará un loco,
cesas; y yo hacia bien en decir que rela-|os considerais como uno de esos séres es
tivamente á todo lo que he hecho, vos te-|res estraordinarios que acábais de citar.
neis poco que hacer, y que relativamente | —¿Por qué no? dijo Monte-Christo.
á lo que yo he aprendido, vos teneis que —Perdonad, replicó Villefort
aprender aun muchas cosas. |estupefacto, pero me escusareis si presen
—¿I'ero con qué objeto habeis apren-|tándome en vuestra casa ignoraba que me
dido todo eso? replicó Villefort sobrado. |presentaba en casa de un hombre cuyos
Monte-Christo se sonrió. conocimientos y cuyo talento sobrepujan
–Bien, caballero, dijo: veoque ápesar tanto á los conocimientos ordinarios y al
de la reputacion que teneis de hombre su-talento habitral de los hombres. No es.
: :
, y lista materal IV VIIII CI ie-
costumbre en nosotros,
do por e hombre y a* de la civilizacion, 1-1.
desgraciados cor
que
-
genti
do por el hombre; es decir, bajo el punto º nombres » poseedores como vos de una
de vista mas estrecho que le está permiti-fortuna inmensa, á lo menos segun se ase
do abrazará la especie humana. gura, no es costumbre, digo, que esos pri
ALBUM, 373
vilegialos de las riquezas pierda su tiem poco, y ahora mismo os hallais en presen
po en especulaciones sociales, en sueños cia de uno... . ,
filosóficos para consolará aquellos á quie - De modo que, WQS.· e .
nes la suerte ha desheredado de los bienes. -Yo soy uno de esos séres escepciona
de la tierra. la - . . . les, si señor. Y ereo que hasta ahora in
- qué ! ¡ caballer
! ¿habeis llegado gua hombre se ha encontrado en una po
vosá la situacion eminente que ocupais sin sicion semejante á la mia. Los reiuos le
haber admitido, y aun sin haber encon los reyes son limitados, sea por montañas,
trado escepciones? y no ejerceis nunca por rios, por un cambio de costumbres,
vuestra mirada, que tanta necesidad ten por una mutacion de lenguaje. Mi reino
dria sin embargo de penetracion y de se es grande como el mundo, porque no s:
guridad, en adiainará primera vis a qué ui italiano, nifrancés, ni indio, ni ameri
clasede hombre se halla bajo lainfluencia cano, ni español; soy cosmopolita. Nin
de ella? Un magistrado no deberia ser, no gun pais puede decir que me ha visto na
digo el mejor aplicador de la ley, ni el cer. Dios solo sabe que pais me verá mo
intérprete mas astuto, sino una sonda de rir. Adopto todas las costumbres, halto
acero para probar los corazones, una pie todas las lenguas. ¿Me creeisfrancéspor
dra de toque paraprobar el oro de que es que hablo el francés con la misma facili-
tá formada cada alma con mas ó menos dad y la misma pureza que vos? ¡ pues
mezcla de metal. -
bien ! Alí, mi negro me cree árabe; Ber
-Caballero, me confundís, yjamás he tuccio, mi mayordomo, me cree romano,
oido, hablará nadie cono vos lo haceis. Haydée, ni esclava, me cree griego. Así,
-Eso es porque habeis estado constan pues, comprendeis que no siendo de nin
tementeencerrado en el círculo de las con gun pais, no pidiendo proteccion á ningun
diciones generales, y nunca os habeir re gobierno, no reconociendo á ningun hom
montado á las esferas superiores que Dios bre por hermano mio, ninguno de los es
ha poblado de seresinvisibles y escepcio- | crúpulos que detienen á los poderosos, ó
uales. , de los obstáculos que paralizan á los di
—Yvos creeis, caballero, que esas es les, me paraliza ni me detiene. No tengo
feras existan, yque dos séres escepcionales mas que dos adversarios, no quiero decir
é invisibles se mezclen con nosotros? vencedores, porque conpersistencia losso
-¿Por qué no? ¿acaso veis el aire que meto, y son la distancia y el tiempo. El
respirais, y sin el cual no podriais vivir? tercero, y el mas terrible, es micondicion
-¿Entonces no vemos á esos séres de de hombre mortal. Este es el único que
que hablais? uede detenerme en el camino en que nie
—Sital; los veis cuando Dios permite encuentro, y antes de que haya consegui
que se materialicen: lestocais, les hablais do el objeto que deseo; todo lo demas lo
y os responden. tengo calculado. Lo que los hombres lla
— Ah dijo villefort sonriéndose, con-man reveses de la suerte, es decir, la rui
fieso que querria que me avisasen cuando na, el cambio, las eventualidades, todas
uno de esos séres salencuentre en cantac las tengo yo previstas, y si alguna me fa
to conmigo. lla, no por eso puede d rribarme. A me
—Habeis sido servido á vuestro gusto, los que muera, siempre seré lo que soy;
cabailero, porque habeis sido avisado hace hé aquí que os digo cosas que nunca
374 ALB U.
habeis oído, ni de boca de los reyes; por tamos. Ahora, pues, bien sabeis cuantas
que los reyes os necesitan y los demas crueles verdades se dicen á veces los teó
hombres os tienen miedo. Quien es el que logos de Sorbona, ó los filósofos en sus
no puede decir en una sociedad tan ridí disputas: supongamos que hablamos con
culamente organizada como la nuestra. la teolojía social y la filosofía teolójica, es
« ¡Tal vezun dia tendré que buscar al diré en esta por ruda que sea hermano,
procurador del rey !» os sacrificais al orgullo; sois superior á los
—Pero vos mismo, caballero, ¿podeis demas, pero Dios es superior ávos.
decir eso? porque desde el momento en –Superior átodos, caballero, respondió
que habitais la Francia, naturalmente te-|Monte-Christo con un acento tan profun
neis que someteros á las leyes francesas. do que Villefortse estreneció involunta
—Ya lo sé, caballero, respondió Monte-|riamente. Yo tengo mi orgullo para con
Christo, pero cuando debo ir á un pais,|los hombres, serpientes siempre prontas á
empiezo á estudiar por medios que mesonatacar al que las sobrepuja sin hollarlas
propios, á todos los hombres de quienes|con sus pies; pero abandono este orgullo
puedo tener algo que esperaró que temer,|delante de Dios que me ha sacado de la
º
y llego á conocerlos tan bien ó mejor tal nada para hacerme ko que soy.
vez que ellos se conocen á si mismos. De —Entonces, señor conde, os admiro,
esto resulta que el procurador del rey, dijo Villefort que, por primera vez en es
cualquiera que fuese, á quien yo buscase,|te estraño diálogo, acababa de emplear
se veria seguramente mas embarazado que esta fórmula aristócrática para con el es
yo mismo. tranjero á quien hasta entonces no habia
–Lo cual quiere decir, replicó con in-|llamado mas que eaballero. Si, os lorepi
decision Villefort, que siendo débil la na-|to, si sois realmente fuerte, realmente su
turaleza humana..... todo hombre, segunperior, realmente inflexible é impenetra
vuestro parecer, ha cometido....faltas. ble, lo que viene á ser lo mismo,segua
—Faltas.... ó crímenes, respondió sen decís; sed soberbio, caballero, esa es la ley
cillamente Monte-Christo. de las dominaciones. Pero, sin embargo,
–Y que, ¿vos solo, entre los hombres ¿teneis alguna ambicion?
á quienes no reconoceis por hermanos, –Tengo una, caballero.
repuso Villefort con voz alterada, y que, –¿Cual?
vos solo soisperfecto? —Tambien yo, como sucede á todo
—No, perfecto no, respondió el conde, hombre en la vida, he sido conducido por
¡mpenetrable nada mas. Fero dejemos es Satanás sobre la montaña mas alta de la
to, caballero, si la conversacion os desa tierra; una vez llegado allí, me mostró el
grada, no por eso dejo yo de verme ame mundo entero, y como habia dicho otra
nazado de vuestra justicia como vos de mi vez áCristo me dijo á mí «veamos, hijo
doble vista. de los hombres, ¿que quieres para adorar
—¡No ¡no ! caballero, dijo vivamente me?» Entonces reflexioné mucho tiempo,
Villefort, que temia sin duda se figurasen porque hacia mucho tiempo que una am
que trataba de abandonarelterreno, ¡no! hicion terrible devoraba en efecto mi co
con vuestra brillante y casi sublime con razon; despues le respondí: «escucha,
versacion, me habeis elevado sobre los ni siempre he oido hablar de la Providencia
veles ordinarios, ya no hablamos, dispu y sin embargo nunca la he visto ni nada
ALBUM. 375
que se le parezca, lo cual me hace creer que una masa inerte, que como Calíbiano
que no existe; quiero ser la Providencia,|es casi una bestia; esto se llama, segun
porque lo mas hermoso y grande que pue-|os decia, una apoplegía. Venid, si que
de hacer un hombre es recompensar y|reis, á continuar esta conversacion en mi
castigar.» Pero Satanás bajó la cabeza y|casa, señor conde, un dia que deseeis en
… lanzó un suspiro. «Te engañas, dijo, la|contrar un adversario capaz de compren
Providencia existe; pero tu no la ves, por-|deros y ansioso de contestaros, y encon
que como hija de Dios es invisible como|trareis á mi padre, el señor Noirtier de
su padre. Tú no has visto nada que se le Villefort, uno de los mas fogosos jacobi
parezca,porque procede porresortesocul-|nos de la revolucion francesa, es decir la
tos, y marcha por caminos oscuros: todo|audacia mas brillante puesta al servicio de
lo que puedo hacer por tí, es hacerte uno|la organizacion mas vigorosa; un hombre
de los agentes de esa "rovidencia.» Se hizo|que, como vos. no habia visto tal vez
el trato, tal vez en él perdoré mi alma;|todos los reinos de la tierra, pero queayu
pero no importa, repuso Monte-Christo,|dóá derribar uno de los mas poderosos;
pues que si este trato tuviese que volverle un hombre en fin que, como vos se creia
. á hacer, no vacilaría. como uno de los enviados, no de Dios,
Villefort miraba á Monte-Christo consino del Ser-Supremo;uo de la Providen
asombro. cia, sino de la fatalidad; pues bien, caba
–Señor conde, dijo, ¿teneis parientes?|llero, todo esto fué destruido, no en un
-No, caballero, soysolo en el mundo.|dia, ni en una hora, sino en un segundo.
-¡Tanto peor l La víspera, el señor Noirtier, antiguo ja
–¿Porqué? preguntó Monte-Christo. |cobino, antiguo senador, antiguo carbo
–Porque hubierais podido ver un es-|nario, que se reia de la guillotina, del ca
pectáculo que destruyese vuestro orgullo.|ñon y del puñal, el señor Noirtier jugando
Decis que no temeis mas que la muerte. con las revoluciones; el señor Noirtier,
–No digo que la temo, que ella sola|para quien la Francia no era mas que un
puede detenerme. vasto juego de ajedrez del cual peones,
-¿Y la vejez? torres, caballeros y reinas debian desapa
—Mi mision se habrá cumplido antes recer con tal que el rey hiciese mate: el
de que sea viejo. ñor Noirtier tan temidoy tan terrible,
-¿Y la locura? era al dia siguiente, ese pobre señor Noir
–Poco me ha faltado para que no meier, anciano inmóvil, entregado á lasvo
haya vuelto loco, y ya conoceis el axio luntades del ser mas débil de la casa, es
ma non bis in idem; es un axioma crimi decir, de su nieta Valentina; un cadáver
nal, y que por consiguiente está en vues mudo y helado en fin, que no vive sin ale
tra cuerda. gria y sin sufrimiento, sino para dar tiem
-Caballero, repuso Villefort, otra co po á la materia de llegar sin tropiezo ásu
sa hay que temer mas que la muerte, la entera descomposicion.
vejezó la locura; la apoplejía, por ejem -¡Ay! caballero, dijo Monte-Christo,
plo; ese rayo que os hiere sin destrui ese espectáculo no es estraño á mis ojos ni
ros,y que despues del cual sin embargo á mi pensamiento; entiendo un poco de
sois enteramente otro;vos que casi érais medicina,y como mis cofrades, he bus
comoun Ariel, un ángel, ya no sois maslcado mas de unavez el alma en la mate
376 ALBUM.
ria viva 6 en la materia muerta; y conocedido de dos lacayos que,á una señal d
la providencia, ha permanecido invisible á|su amo, se apresuraban á abrir la porte
mis ojos, aunque presente en mi corazon.zuela.
Cien autores, desde Sócrates, desde Séne-| Despues, así que el procurador del rey
ca, desde San Agustin, desde Gall, han|hubo desaparecido:
hecho en prosa ó en verso la misma des-| —Vamos, dijo Monte-Christo sacando
- cripcion que vos acabais de hacer, pero con gran esfuerzo un suspro de su opri
sin embargo comprendo que los sufrimien |mido pecho; vamos, basta de veneno,y y
-tos de um padre pueden operar grandesahora que mi corazon está lleno, vamos
cambios en el espíritu de su hijo. Iré, ca-á buscar el remedio ,
ballero, presto que quereis á contemplar| Y llamando sobre el timbre sonoro:
ese terrible espectáculo que debe entriste-| –Subo al cuarto de a señora, dijo áAlí;
Cer vuestra casa. que esté preparado el carruaje dentro de
- –Eso sucederia sin duda, si Dios no|media hora l 1
me hubiera dado uma compensacion á es-1 XI.
ta desgracia. En frente del anciano que HAYDEE.
desciende hácia esa tumba, tengo dos hi-| Ya se acordará el lector cuales eran los
jos que entran en la vida: Valentina, * , ó mas bien los attiguos conoci
hija de primer casamiento con la señorita|mientos del conde de Monte-Christo, que
Reneé de Saint-Meran, y Eduardo, eseávivian en la calle Meslay; eran Maximi
quien habeis salvado la vida. liano Morrel, Julia y Manuel.
-¿Y qué resulta de esa compensacion?| Halagado con la esperanza de esta visita
preguntó Monte-Christo. |que iba á hacer, de estos cortos momentos
-Resulta que mi padre, estraviado por felices que iba á pasar, de este resplandor
las pasiones, ha cometido una de esas fal-del paraiso que penetraba en el infierno
tas que se libertande la justicia hhmana, donde habia entrado voluntariamente, se
pero no de la justicia de Dios!.…. y que habia esparcido desde el momento en que
. Dios no queriendo castigar mas que áuna|perdió de vista á Villefort, kaiserenidad
- persona, le ha castigado á él solo. mas encantadora sobre el rostro del con
Monte Christo, con la sonrisa en los lá-de; y Alí, que habia acudido al ruido del
bios, arrojó en el fondo de su corazon un timbre, al ver este rostro tan radiante de
rugido que habria hecho huirá Villefort,||una alegría tan rara, se habia rétirado de
si hubiese podido oirle. puntillas suspendiendo la respiracion para
-Adios, caballero, replicó el magistra-|no alterar los buenos pensamientos que
trado que hacia algún tiempo estaba le-|creía leer en el rostro de su amo.
vantado y hablaba en pié: os dejo lle-| Eran las doce del dia: el ede se ha
vando devos un recuerdo de estimacion|bia reservado una hora para subir al cuarto
que, lo espero, podrá seros agradable de Haydeé; hubiérase dicho que la ale
cuando me conozcais mejor; por otra par-|gríanopodia entrar de pronto en aquella
te habes adquirido en la señora de Ville-alma ulcerada por tanto tiempo, y quiene
fortuna amiga eterna. e itabaprepararse para las emocionesdul
El conde saludó y se contentó ebn acomues como las otras almas necesitan prepa
pañar hasta la puerta de su gabinete áV-|rarse para las emocionesviolentas.
- llefort, el cual subió en su carruaje, pre-l La jóvengriega estaba, como hemos di
ALBUM. 377
cho, en una habitacion enteranente sepa-entre dos pequeñas sandalias de punta re
rada de la del conde. Esta habitacion es-torcida, bordadas de oro y de perlas; una
taba amueblada á la manera oriental; estúnica corta con largas rayas azules y blan
decir, que los suelos estaban cubiertos de cas, y anchas mangas abiertascon botones
espesas alfombras de Turquía, que inmen-de plata y perlas; en fin, una especie de
sas cortinas de brocado tapizaban las pa-corpiño entreabierto por delante que deja
redes, y que en cala pieza habia alrede-ba ver el cuello y la mitad del pecho, y
dor un anchodivan con almohadones for-que se abrochaba por debajo de su seno
rados dericas telas de la Persia. con tres botones de diamantes. En cuanto
Hayleé tenia á su serviciotres mugeres á la cintura, desaparecia bajo uno de esos
francesas y una griega. chales de seda, con achas franjas de vivos
Las tres mugeres francesas estaban en colores que tanto ambicionan nuestras ele
la primera pieza, prontas á correr al so-gantes parisienses.
nido de una campanilla de oro, y á obe || Llevaba en la cabeza un gorro de oro
decer las órdenes de la esclava griega » bordado de perlas, inclinado á un lado, y
la cual sabia bastante francés para poder debajo de este gorro resaltaba una hermo
transmitir las voluntades de su señora á sus sa rosa natural sobre unos cabellos de seda
tres camareras, á las que Monte-Christo tan negros como el azabache.
habia recomendado tuviesen las mismas En cuanto á la belleza de este rostro,
consideraciones con Haydeé que con una era la belleza griega en toda la perfeccion
reina. de su tipo, con sus grandes y hermosos
La jóven estaba en la pieza mas retirada ojos negros ve ados, su frente de marmol,
de su habitacion, es decir, en una especie su nariz recta, sus lábios de coral y sus
de saloncito redondo, en el que tan solo dientes de perlas.
penetraba la luz por la parte superior al Y sobre este conjunto encantador la flor
través de cristales color de rosa. Estaba de la juventud habia esparcido todosu bri
recostada sobre unos almohadones de raso llo y todo su perfume.
azul bordados de pata, apoyando su cabe Haydeé podia tener diezynueve óvein
za sobre su brazo derecho, m entras que te años.
con el izquierdo fijaba en sus lábios el tubo Monte. Christo llamóá la criada griega
de coral que estaba unido á otrötubo flec y la dijo que pidiera permiso á Haydeé
sible que no dejaba pasar el lijero vaporá para entrar á verla.
su bocasino perfumado por el agua de Por toda respuesta, Haydee hizo seña á
Benjuí, al través de la cual le obligaba a la criada de que levantasela colgadura que
pasar su dulce aspiracion. habia delante de la puerta.
La postura, tan natural para una mujer|, Monte-Christo entró.
de Oriente, hubiera sido para una france Haydeé se levantó sobre un codo, y pre
sa de una coqueteria algun tanto afectada|sentando su mano al conde Inientras le di
En cuanto á su traje era el de las mu-|rigia una sonrlsa.
jeres de Oriente, es decir, unos calzones — "orqué, dijo, en la lengua sonora
anchos de satin blanco bordado de flores de las hijas de Atenas, por qué me pides
l
y que dejaban descubiertos dos pies de ni permiso para entrar á verme? ¿No eres
ño que se hubieran creido de mármol de|mi dueño, no soyyo tu esclava
Paros, si no se les hubiera visto Macro se sonrió á su vez.
3Í8 ALBUÜ.
—Haydeé, dijo, bien sabeis.... ti. Alí y Myrtho te acompañarán á íoñtk
— ¿í'or que no me hablas de tu como partes y estarán á tus órdenes; perotesn-»
de costumbre? interrumpió la jóvéngrie plicu una cosa.
ga; ¿he .cometido alguna falta? En este¡ — Dita.
caso, castígame, pero no me hables de ese —Guarda el secreto acerca de tu naci
modo. miento, no digas una palabra de lo pasa
— Haydeé, replicó el conde, bien sabesj do; no pronuncies en ninguna ocasion ef
que estamos en Francia, y porconsiguien nombre de tu ilustre padre ni el de tu po
te que eres libre. bre madre.
—Libre, ¿de que? preguntó la jóven. Ya te lo he dicho, señor, no veré á
—Libre de dejarme. nadie,
—Dejarte, ¿y por qué te hafeia de de-H Escucha , Haydeé , tal vez no será
jar? posible esta reclusion oriental , en París ;
—¿Que se yo? Vamos á ver el mundo sigue aprendiendo la vida de nuestros pai-
—Yo no quiero ver á nadie. ¡jses del Norte; lo has hecho en Roma, en
—Y si entre los bellos jóvenes que en Florencia, en Milan y en Madrkí; estate
cuentres hubiese alguno que te gustase, yo! servirá siempre, ya sigas viviendo aqui,
no seria tan injus o. ó que nos volvamos á Oriente.
—Jamás he visto hombre mas hermoso La joven dirijí© al conde sus grandes
que tú, y no he amado á nadie masque á ojos húmedos, y respondió:
mi padre y á tí. — O que volvamos á Oriente, quieres
—Pobre Haydeé, dijo Monte -Christo , decir, ¿no es verdad , señor?
es que nunca has hablado á nadie mas que — Sí, hija mía, dijo Monte-Christo;
á tu padre y á mi. |bien sabes que nunca seré yo quien te
— ¡ Pues bien ! ¿que necesidad tengo yo deje. No es el árbol quien abandona á la
de hablar á nadie mas? Mi padre me lla flor; la flor es la que abandona al árbol.
maba su alegría , tú me llamas tu amor ; —Yo nunca te abandonaré, señor, dijo»
ambos me llamais vuestra hija. Haydeé , porque estoy segura de que ntf
—¿Te acuerdas de tu padre, Haydeé?1 podria vivir sin th
. La joven se sonrió. — I Pobre niña ! dentro.de diez años y»
—Está aquí, y aqui, dijo poniendo la seré viejo, y dentro de diez años tú serás
mano sobre sus ojos y sobre su corazon. jóven aun.
—Y yo, ¿donde estoy ? "preguntó son- -Mi padre tenia una larga barba blan
riéo.dose Monte-Christo. ca , esto no impedia que yo le amase; mí
—Tú, dijo ella, estás en todas partes. padre tenia sesenta años, me y parecií»
Monte-Christo tomó la mano de Haydeé mas hermoso que todos los jóvenes que
para besarla ; pero ta sencilla joven retiró veia .
su mano, y presentó su frente. •Pero veamos, dime, ¿crees tú que
—Ahora, Haydeé, la dijo, ya sabes que' te podrás acostumbrar á esta vida?
eres libre, que eres aqui la dueña, que eres —¿Te veré?
reina; puedes conservar tu traje ó dejarle —Modos los dias. . -
segun tu ' capricho : permanecerás aqui — Pues bien : ¿ qué es lo que pides , se
cuando quieras, saldrás duando gustes; ñor?
siempre éstará mi carruaje preparado para —Temo que te fastidies.
ALBUM. 379
-Ño tengas cuidado, pues por la ma-imies macetas contenían hermosísimas flo-
fiana pensaré que \endrús á verme, y pobres.
la noche me acordaré de que has \ cuido: El conde reconoció á Cocles en el por
.por otra parte , cuando estoy sola tengo tero qut le abrió la puerta. Pero comoés-
grandes recuerdos. Vuelvo á ver inmen te , ya se acordará el lector, no tenia mas
sos cuadros, grandes horizontes con el que un ojo, y despues de nueve años este
Olimpo á lo lejos; despues tengo en el co ojo ?e habia debilitado considerablemente,
razon tres sentimientos con los cuales no Cocles no reconoció al conde.
se puede una fastidiar: tristeza, amor y Los carruages para detenerse delante
Teconocimiento. de la entrada debian dar una vuelta, á fm
—Eres una digna hija del Epiro, Hay de evitar un surtidlir- de; agua cristalina
deé , graciosa y poética , y se vé que des que salia del centrfffe una gran taza en
ciendes de esa familia de diosas que ha forma de concha, de mármol, la cual ha-
nacido en tu pais: tranquilízate, hija mia, fbia escitado bastantesenvidlas en el barrio,
yo haré de manera que tu juventud no se y era causa de que llamasen á esta casa el
pierda, porque si me amas como á unpa pequeño Versatlef.
<lre, yo te amo como á una hija. Inútil es decir que en esta taza nadaban
—Te engañas, seíior, yo no amaba ám Una multitud de peces encarnados y de di
padre como á ti te amo; mi amor hacia versos coloros.
tí es otro amor; mi padre ha muerto y yoj La casa , elevada sobre un piso de co
no he muerto; y si tú murieras moriria cinas y de cuevas, tenia ademas del preo
contigo. bajo otros dos; los jóvenes la habían' •com
El conde dio su mano á la jó\en con prado con sus dependencias, que consistían
una sonrisa llena de profunda ternura en un inmenso taller, dos pabellones m
Haydeé imprimió en ella sus lábios como el fondo de su jardin y el mismo jardin.
de coslumbre. Manuel habia visto, desde la primera ojea
' Vel donde dispuesto asi para la entre da, en está disposicion una pequeña espe
-vista que iba á tener con Morrel y su fa culacion : se habia reservarlo la casa , la
ojilia , partió murmurando estos versos de mitad del jardin y habia tirado una línea,
Píndaro : es decir, que habia construido una tapia
« La Joven es una flor cuyo fruto es el en're este y los talleres , que alquiló con
amor Dichoso el que le obtenga des los pabellones y la otra mitad del jardin;
pues de tiaberle visto madurar lenta de suerte que v¡via en una-casa sumamen^
mente.» te agradable por una cantidad bastante
Segun sus órdenes, el carruage estaba módica.
pronto. Subió en él ; y el carruage, como Los adornos del comedor eran de enci
siempre, partió rápidamente al galope de na, los del salon de caoba y de terciopelo
sus caballos. • azul, los de la alcoba de nogal y de da
XII. masco verde ; ademas habia un gabinete
LA FAMILIA MORREL. de trabajo para Manuel que no trabajaba,
En pocos minutos llegó el conde á laca- y un salon de música para Julia , que na
lle Meslay, número 7. estudiaba este bello arte.
La casa estaba blanqueada , risueña y El segundo piso estaba consagrado á
'¡precedida de un patio en el cual dos enor- Maximiliano; era una repeticion exacta de
380 Album.
la habitacion de su hermana, pero el co- Arrojó un pequeño grito al ver al es
medor había sido convertido en una sala tranjero.
de billar donde llevaba á sus amigos. Maximiliano dió al oirlo una carcajada.
El mismo estaba limpiando su caballo, —No te incomodes, hermana, dijo; el
y fumndo á la entrada del jardin, cuan señor conde hace solo dos ó tres días que
do se detuvo á la puerta el carruaje del está en Paris; pero sabe lo que es una
|
conde de Monte-Christo. apasionada á las flores, y si no lo sabe, tu
Coclés abrió la puerta como hemos di se lo enseñarás. -
cho, y Bautista, bajando del pescante, pre —¡Ah! caballero, dijo Julia, traeros
guntó si el señor y la señora Herbault y así es una traicion de mi hermano, que
Maximiliano Morrel estaban visibles para no usa de ninguna etiqueta... ¡Penelon!...
el conde de Monte-Christo. ¡Penelon!...
– ¡Para el conde de Monte-Christo! Un anciano qne regaba un plantío de
esclamó Morrel tirando su cigarro y sa rosales de Bengala, depositó su regadera
liendo al encuentro del conde; ya lo creo, en tierra y se acercó con su gorra en la
ya lo creo que estamos visibles para él. mano. Algunos nechonescanosblanquea
¡Ah! gracias, mil gracias, señor conde, ban su cabellera aun espesa, mientras que
por no haber olvidado vuestra promesa. su tezbronceada y su mirada osada y vi
Y el jóven oficial estrechó tan cordial vaz recordaban al viejo marino, tostado
mente la mano del conde, que este opu por el sol del ecuador y fortalecido con los
do menos de conocer por la franqueza del vientos de las tempestades.
hijo de Morrel, que era esperado con im —Creo que me habeis llamado, señori
paciencia. ta Julia, dijo, héme aquí.
—Venid, venid, dijo Maximiliano, quie * Penelon había conservado la costumbre
ro serviros de introductor; un hombre co de llamar á la hija de su patron la seño
mo vos no debe ser anunciado por un rita Julia, y jamás habia podido acostum
criado: mi hermana está ensu jardin cor brarse á decirla señora Herbault.
tando las flores marchitas; mi cuñado lee –Penelon, dijo Julia, id á avisar à Ma
sus dos periódicos, la Presse y los Debates,nuel la visita que tenemos, mientras que
á seis pasos de ella, porque donde quiera Maximiliano conduce á este caballero al
que se ve á la señora Herbault, no hay sálon.
mas que mirará cuatro varas de distan " Volviéndose despues hácia Monte
cia, y veréis al señor Manuel, y recipro hristo.
camente, como decimos en la escuela po —Me permitireisque me retire un mo
litécinca. mento! dijo.
El ruido de los pasos hizo levantar la Y sin esperar el consentimiento del con
cabeza á una jóven de veinte á veinte y de desapareció por una calle de árboles
cinco años, vestida de una bata, de seda, que conducia á la casa.
y cortando cuidadosamente las rosas mar – ¡Ah! mi querido Morrel, dijo Mon
chitas de un soberbio rosal. te-Christo, advierto con dolor que mivi
Esta muger era nuestra antigua, Julia, sita causa un trastorno en toda la casa.
que á poco tiempo, segun se lo habia pre-| –Mirad,mirad, dijo Maximiliano rien
dicho el mandatario de la casa Thomson do: ¿veis allí al marido que por su parte
y French, fué la señora Herbault. lva á cambiar su chaqueton con una levi
ALBUM. 331
ta? ¡Oh! es que os conocen en la calle de —«Julia, le dijo, aquí está el último car
Meslay, estábais anunciado. tucho de cien francos que acaba de entre
—Me parece que es una familia feliz, garme Coclés, y que completa los doscien
caballero, dijo el conde respondiendo á su tos cincuenta mil francos que hemos fija
propio pensamiento. do como límite de nuestras ganancías. Que
—¡Oh! si, lo aseguro, señor conde,que darás satisfecha con este poco, con lo cual
quereis? no les falta nada para ser felices, será preciso contentarnos de aqui en ade
sonjóvenes, alegres, se aman, y con sus lante. Escucha, la casa hace por un ni
veinte y cinco mil libras de renta se figu llon de negocios al año, y pnede producir
ran, ellos que tan inmensas fortunas han cuarenta mil francos de beneficios. Ven
manejado, se figuran poseer las riquezas deremos la clientela, si te parece, en tres
del Perú. cientos mil francos en una hora , porque
—Sin embargo, veinte y cinco mil li aquí tengo una carta del señor Delaunay
bras de renta es poco, dijo Monte Christo que nos lo ofrece en cambio de nuestros
con una dulzura tan suave que conmovió fondos que quiere reunirá los suyos. ¿Con
áMaximiliano, como hubiera podido ha qué á ver que te parece que hagamos?
cerlo la vozde un padre; pero no pararán| —Amigo mio, dijo mi hermana. la casa
ahí nuestros jóvenes, ya serán á su vez Morrel no puede sostenerse sino por un
millonarios. Vuestro cuñado es abogado. Morrel. Salvar para siempre de los vaive
I",
hombre que reconocido á vuestro padre bra; pero despues de este tiempo, tal vez
por alguna buena accion que él mismo habrá tenido alguna prueba de que existia
habria olvidado, pudiera haber tomado el reconocimiento. ,
ese pretesto para hacerle un servicio? —¿Yvos conoceis á ese hombre, caba
–Todo es posible, caballero, en seme llero? preguntó Manuel.
jante circunstancia, aun un milagro. —¡Oh! si le conoceis, caballero, escla
—¿Como se llamaba? preguntó Monte móJulia; decid, decid,¿podeis llevarnos á
Christo. su lado . mostrárnosle, decirnos donde es
–Nunca ha dado otro nombre, respon tá? ¡Oh! Maximiliano, ¡oh Manuel, si
dió Julia mirando al conde con profunda le encontrásemos le hariamos creer en el
atencion, que el nombre con que se firmó reconocimiento.
en el billete: Simbad el marino. Monte-Christo sintió asomarse doslágri
—El cual no seria sin duda su nombre mas á sus ojos, y se puso á pasear de nuevo
propio. por el salon.
—Es probable, dijo Julia, mirándole —En nombre del cielo, caballero, dijo
siempre. Maximiliano, ; si sabeis alguna cosa de ese
El conde iba á proseguir, perocomovió hombre, decidnoslot
que Julia le examinaba con tanta atencion - ¡Ay! dijo Monte-Christo contenien
como queriendo conocer el sonido de su do la emocion de su voz, si vuestro bien
voz, se detuvo para reponerse algun tan hechor es lord Wilmore, temo que no le
to de su emocion y continuó con voz alte encontremos nunca. Me separé de él, en
rada. "alermo, y partia para los mas fa
–¿Ni una palabra que os hiciera supo —Señora, dijo, permitidme que venga
nerº?.... algunas veces á visitaros. Aprecio mucho
–Nunca. vuestra casa, y os estoysumamente reco
–Sin embargo hace poco le nombras nocidó por vuestra acogida, porqme es la
teis. primera vez que me he olvidado de mí
-¡Ah! una suposicion. mismo despues de muchos años.
-
ciaba en voz baja un nombre que le era"pesos castaños sobrepujan con mucho las
muy querido, un nombre de amigo per enormes tapias, y dejan caer cuando lle
dido! y cuando se vió cercano á morir, ga la primavera sus flores sobre dos enor.
cuando la proximidad de la eternidad hu mesjarrones de mármol colocados para
bo dado á su imaginacion una cosa pare lelamente
97
sobre dos pilatras cuadrangula.
386 ALBUM.
res en las que encaja una reja de hierro En esta huerta en lugar de eolifletes,
del tiempo de Luis XIII. ensaladas, verduras, rábanos, patatas y
Esta grandiosa entrada está condenada melones, nacen solo grandes alfalfas, úni
apesar de los magnificosgeranios quebro co cultivo que anuncia que no se ha olvi
tan en los dos jarrones y que entregan al dado del todo este lugar abandonado; una
viento sus hojas blanquizcasysusflores de puertecita baja, abriéndose á la calle pro
púrpura; desde que los propietarios de la yectada, daba entrada á este terreno cer
casa se privaron de ella se privaron de cado de tapias, que sus habitantes acaba
la posesion, del patio plantado de árboles ban de abandonará causa de su esterili
que cae á la calle principal, y del jardin dad, y que despues de ocho dias, en lugar
que cierra esta reja, la cual caia antes á de producir un cincuenta por ciento como
una magnífica huerta de una fanega de antes, noproduce absolutamente nada.
tierra francesa, perteneciente á la propie Por el lado de la casa, los eastaños de
dad. Pero el demonio de la especulacion que hemos hablado coronan la tapia. lo
habiendo tirado una línea, es decir, for cual no impide que otros árboles verdes y
mado una calle en el estremo de esta huer floridos des icen en los espacios que median
ta, y habiendo recibido la calle un nombre entre unos y otros, sus ramas ávidas de
antes de existir, gracias á una placa de aire. En un ángulo en que el follaje es tan
vidrio, pensaron poder vender esta huer espeso que apenas penetra la luz eu él, un
ta para edificar casas en la calle, y facili ancho banco de piedra y sillas de jardin
tar el tránsito á ese magnífico barrio de indican un lugar de reunion ó un retiro
Saint-Honoré. favorito de algun habitante de la casa si
Pero en punto á especulacion el hom tuada á cien pasos, y que apenas se perci
bre propone y el dinero dispone; la calle be al través del espeso ramaje que la en
bautizada murióen la cuna; el que adqui vuelve. En fin, la eleccion de este asilo
rió la huerta, despues de haberla pagado misterioso, está justificado á la vez por la
á buen precio no pudo lograr el venderla ausencia del sol, por la frescura eterna,
en la suma que queria, y esperando una aun durante los dias mas ardorosos del es
subida de precio que no podia dejar de tio,por el gorjeo de los pájaros y por el
indemnizarle un dia ú otro, se contentó aislamiento de la casa y de la calle, es de
con alquilar la huerta á unos hortelanos cir, de los negecios y del ruido.
por quinientos francos al año. En nina tarde del dia mas caluroso de
No obstante, ya lo hemos dicho, la re primavera habia sobre este banco de pie
ja del jardin, la reja que caia á la huerta, dra un libro,un sombrilla, un canasto de
está condenada y el orin roe sus goznes; habor y un pañuelo de batista cuyo bordado
aun hay mas: para que los innobles hor estaba comenzado; y no lejos de este ban
telanos no curioseen con sus miradas vul co, junto á la reja, en pié, delante las ta
gares el interior del jardin aristocrático, blas, con los fijos á una de las aberturas,
un tabique de tablas está unido á las bar habia una jóven cuyas miradas penetraban
ras hasta la altura de seis pies. Es verdad en el terreno desierto que ya conocemos
que las tablas no están bien unidas que
no se pueda dirijir una mirada furtiva por Casi al mismo tiempo la puertecita de
entre las rendijas; pero esta casa no es este terreno se cerraba sin hacer ruido, y
una casa severa que tema las indiscrecio un jóven alto, vigoroso, vestido de una
IOS. blusa azul, una gorrilla de terciopelo, poro
ALBUM. 3S7
cuyos bigotes, barba y cabellos negros —Un estado... ¿Que quereis decir,
cuidadosamente peinados, desdecian de este |Maximiliano? ¿ somos bastante dichosos
traje popular, despues de una rápida ojea-|para que hableis de lo que nos concierne
da á su alrededor para asegurarse de que con ese tono de broma?
nadie le espiaba,pasando por esta puerta, —¡Oh! Dios me libre, dijo el jóven,
que cerró tras sí, se dirigió con pasospre-de chancearme con lo que decidirá de mi
cipitados hácia la reja. suerte; pero,fatigado de ser un corredor
A la vista del que esperaba, pero no pro de campos, y un asaltador de murallas,
bablemente en aquel traje, la jóven tuvo espantado á la idea que me infundisteis la
miedo y dió dos pasos hácia atrás. otra tarde de que vuestro padre me haria
Y sin embargo, ya al través de lashen juzgar un dia como ladron, lo cual con . .
diduras de la puera, el jóven con esa mi prometeria el honor del ejército francés,
rada que solo pertenece á los amantes, ha no menos espantado de la posibilidad de
bia visto flotar el vestido blanco y el largo que se asombren de ver eternamente ron
tinturon azul; se lanzó hácia el tabique,y dar al rededor de este terreno, donde no
aplicando su boca áuna abertura: hay la menor ciudadela que sitiaró el mas
–No temais, Valentina, dijo, soy yo. pequeño bloqueo que defender, á un capi
La jóven se acercó. tan de spahis, me he convertido en horte
–¡Oh! caballero, dijo, ¿por qué ha lano, y he adoptado el traje de mi profe
beis venido hoy tan tarde? Sabeis que es sion. -
corazon; y cuando ya soy vuestro, cuan —Os parecerá estraño que mezclen en
do ya me digo á ni mismo en voz baja lo que estamos hablando una cuestion de
«jue moriré si os pierdo, no os espantaisá dinero: ¡ pues bien ! amigo mio, yO creo
la sola idea de pertenecer á otro. ¡Oh! que su odio proviene de ahi, os lo asegu
"¡Valentina,Valentina! si yo fuese lo que ro. Como ella por si no tiene fortuna, co
vos sos, siyo me sintiese anado como vos uo yo soy ya rica, y esta fortuna será aun
95
390 ALBUM.
–¿wcaso por qué el señor Morrel ha hizo venir al punto á su hijo para que le
sido nombrado oficial de la Legion de ho reiterase su agradecimiento; y Eduar
nor? -
o, que no habia cesado de oir hablar ha
Hizo seña de que sí. cia dos dias delgranpersonaje, se apresu
—¿Lo creereis, Maximiliano? Estaba róá acudir al salon, no por obediencia á
contento porque hubiéseis sido nombrado su madre, no para dar las gracias al con
oficial de la Legion de honor, y eso que de, sino por curiosidad y para decir algu
no os conoce: seráuna locura tal vez, pe-no de aquellos chistes que hacian esclamar
ro le quiero mucho mas por ese sí. la madre: ¡Oh, que malo es! pero es
Entró, pues y al verá su madre junto| –No, fué en otra parte...fué... nosé...
al estranjero, de quien tanto había oídolpero mede
hablar, saludó sin ese encojimiento natu-
parece que estesolrecuerdo
un hermoso esinse
y de una fiesta
ral de las jóvenes, y sin bajar los ojos, religiosa. La siñorita, tenia flores en la
con una gracia queaumentó la atenciondel
conde. í - • mano: el niño corria, detrás de un payo
99
394 ALBUM.
real en eljardin, y vos, señora, vos esta —¡Oh! si; acuérdate, mamá; ya sabes,
bais debajo de un emparrado.... Ayudad dijo Eduardo, despues de haberle cogido,
me, señora; ¿no os recuerdan nada las le arranqué de la cola tres plumas de las
cosas que os digo? mas largas.
—No, nada, respondió la señora deVi —Vos, señora, permaneciais debajo del
llefort, y sin embargo me parece, caballe emparrado; ¿no os acordais cuando esta
ro, que si yo os hubiera encontrado en al bais sentada en el banco de piedra mien
guna otra parte, vuestro recuerdo hubiera tras la señorita de Villefort y vuestro hijo
permanecido fijo en mi memoria. estaban ausentes, de haber hablado con
—¡Ah! tal vez nos haya visto el señor una persona?
conde en Italia, dijo tímidamente Valen —Si, si, dijo la jóven sonriéndose, me
tina. acuerdo; con un hombre envuelto en una
–En efecto, en Italia... es posible, dijo gran capa de paño ... con un médico, si
Monte-Christo.¿Habeis viajado por Italia, mal no me acuerdo.
señorita? —Justamente, señora.... ese hombre
—Mamá y yo estuvimos alli hace dos era yo; despues de quince dias que hacia
años. Los médicos temian por misalud, y que habitaba la casa, curé á un criado
me recomendaron los aires de Nápoles. Pa de una fiebre bastante pertinazy á ni pa
samos por Boloña, por Perousse y por tron de unos dolores en la pierna; de suer
Roma. te que todos me miraban eono un gran
–¡Ah! es verdad, señorita, esclamó doctor. Hablamos largo tiempo, señora,
Monte-Christo como si solo esta indicacion de cosas indiferentes, del Parugina, de
hubiese bastado para fijar sus recuerdos. Rafael, de las costumbres italianas, de
En Perousse fué el dia de la Fete Diem, aquella famosa agua-tofana, cuyo secre
en el jardin de la fonda de la Poste, donde to conservaban ann algunas personas en
la casualidad nos reunió, á vos, á la seño Perousse,
rita, á vuestro hijo yá mi;recuerdo haber —¡Ah! es verdad, dijo vivamente la
tenido el honor de veros. señora de Villefort con cierta inquietud,
–¡Oh! yo me acuerdo perfectamente me acuerdo.
de Perousse, caballero, de la fonda de la —Yo no sé ya lo que vos me dijisteis
Poste y de la fiesta de que me hablais, dijo detalladamente, señora, replicó el conde
la señora de Villefort; pero por mas que con una tranquilidad perfecta, pero par
hago por acordarme, me avergüenzo de ticipando del error general, me consultas
mi poca memoria, no recuerdo haber te teis sobre la salud de la señorita de Vi
nido el honor de veros. lleforf.
—Es estraño, niyo tampoco, dijo Va —Pero, sin embargo, vos erais médico,
lentina, mirando á Monte-Christo. |dijo la señora de Villefort, puesto que ha
–¡Ah! pues yo si me acuerdo, dijo biais curado varios enfermos.
Eduardo. —Moliere ó Beaumarchais. os hnbie
–Voy á ayudaros, señora. El dia estaba ran respondido, señora, que justamente
caluroso; vos esperabais unos caballos que
no llegaban á causa de la solemnidad del porque no lo era no he curado á mis en -
dia. Esta señorita desapareció por las ca fermos sino que mis enfermos se han cm
lles del jardin, y vuestro hijo siguió cor rado; yo me contentaré con deciros que
riendo tras del pavo real. "
ne estudiado bastante á fonde la química
ALBUM. 395
y las ciencias naturales, pero solo como Valentina al cuarto del abuelito Noirtier,
aficionado,... ya comprendcis. —¡El album !... dijo Eduardo.
|
mi causa por lo que despedis á la señrita –Toma y déjanos en paz, dijo la seño
de Villefort? dijo el conde asi que Valen ra de Villefort, y dió el album á Eduar
tina, hubo sa ido. do, que salió acompañado de su madre.
—No lo creais, repuso vivamente la jó El conde siguió con la vista á la señora
ven; pero esta es la hora en que hacemos de Villefort.
dar al señor Noirtier la triste comida que —Veamos si cierra la puerta tras de sí
sostiene su mísera existencia. ¡Ya sabreis, cuando entre, murmuró.
caballero en qué deplorable estado se ha La señora de Villefort cerró la puerta -
elveneno á que se haya uno acostumr-Yo habjaleido varias veces esa his
brado. toria de Mitrídates, dijo la señora de Vi.
—Sí, comprendo; y ¿cómo **el pensativa, y la habia tomado por
brariais vos,...por ejemplo, 1)"
"..... ó mas bien, có
º"|una fábula.
njo os habeis acostumbrado? -No señora; contra la costumbre de
—Nada más fácil. Suponed que vos sa-º.
| - -
beis de antenano que veneno deben usarla historia, es una verdad; pero lo que me
contra vos... suponed que este veneno decís, señora, lo que me preguntais nº es
sea... el brucino, por ejemplo. el resultado de una pregunta caprichosa,
-Sí, que *: uesto que hace dos años me hicisteis pre
ra, () segun creº, dijº la Señºr de Vigutas semejantes, y me habeis dichoque
llefort. esa historia de Mithridatesos ocupaba ha
1) Bruccca ferruginea. cetiempo.
ALBUM. 397
—Es verdad, caballero, los dos estudios —Pero, caballero, repuso la jóven,
favoritos de mi juventud han sido la bo esas sociedades orientales, en medio de las
tánica y la mineralogía; y cuando he sa cuales habeis pasado una parte de vuestra
bido mas tarde que el uso de los simples vida, son fantásticas como los cuentos que
esplicaba á menudo toda la historia y toda hemos oido de su hermoso país; existe
la vida de los individuos de Oriente, como en realidad el Bagdad ó Bassorra de Mr.
las flores esplican todo su pensamiento1 Galland?
. Los sultanes y los visires que
amoroso, sentí no ser hombre para lle rigen estas sociedades, y que constituven
gará ser un Flamet, un Fontana ó un lo que se llama en Francia el gobierno,
Cabanis. son otros Haraun-al-Raschild y Giafar,
—Tanto mas, señora, repuso Monte que no solo perdonan á un envenenador,
Christo, cuanto que los orientales no se sino que lo hacen primer ministro, si el
limitan, como Mithridates, á hacer de los crímen ha sido ingenioso, y en este caso
venenos una coraza; hacen tambien de él hacen grabar la historia en letras de oro
un puñal; la ciencia es entre sus manos para divertirse en sus horas de fastidio.
no solo un arma defensiva, sino á veces —No señora, no existen tampoco en
ofensiva; la una les sirve contra sus su Oriente esasfantasías, hay alli tambien,
frimientos, la otra contra sus enemigos; conocidos bajo otro nombre, y con dife
con el ópio, la belladona, el hatchis se rentes atribuciones por ser otras las cos
procuran en sueños la felicidad que Dios tumbres, comisarios de policía, jueces de
les ha negado en realidad; con la falsa instruccion, procuradores del rey, y pe
angustura, la belladona, el laurel cere ritos. Alle se ahorca, se decapita y empa
zo, adormecen á los que quieren. No hay la con la mayor frescura á los delincuen
una sola de esas mugeres, egipcia, turca tes, pero aquí un astuto criminal puede
ógriega, que aquí llaman buenas muge burlar impunemente la justicia humana y
res, que no sepan en materia de química asegurar el éxito de sus empresas por me
con que dejar estupefacto á un médico, y dio de hábiles combinaciones. Entre no.
en materia de sicología con que espantar sotros un necioá quien domina el espíritu
á un confesor. de la venganza ó la concupiscencia, que
—¡De veras! eslamó la señora de Vi tiene un enemigo al que intenta destruir
llefort cuyos ojos brillaban durante esta ó un pariente al que le conviene aniquilar,
conversacion." “ se vá á casa de un droguero, dá un non
—¡oh si señora, continuó Monte brefalso, que contribuye luego á probar
Christo, los drámas secretos de Oriente s le mejor el crímen, y compra, bajó pre
desenvuelven y se desarrollan de este mo testo de que los ratones le privan disfrutar
do desde la planta que hace amar hasta la del sueño, cinco óseis escrúpulos de ar
planta qué hace morir; desde el brevage sénico; si es algo sagaz váá casa cinco ó
que abre el cielo hasta el que sumerge á seis drogueros, con lo que aumenta el nú
un hombre en el infierno ! Tienen tantas
mero de testigos que podrán deponer con
rarezas de este género como caprichos hay tra él; luego, cuando posee ya su especí
en la naturaleza humana, física y moral;
y, diré mas el arte de estos químicos sa fico, administra á su enemigo, ásu próxi
be aplicar admirablemente el remedio y mo parienteuna dósis de arsénico capaz
el mal á sus necesidades de amor ó á sus de hacer rebentar á un toro y que sin
deseos de venganza. saber cómo ni por ué, obliga á la víctima
100
398 ALBUM. --
á dar ahullidos y lamentos que ponen en ya á Caire, ó tan solo á Nápoles y áRo
conmocion á todo el barrio. Preséntanse ma, y vereistransitar por las calles á gen
entonces una multitud de agentes de poli tes con la cabeza erguida, rollizas y fres
cía y de gendarmes, vase corriendo en cas de las que si el Diablo Cojuelo os en
busca del facultativo, que reconoce el ca volviera en su capa, podria deciros: «Este
dáver y recoje en sus entrañas el arsénico caballero hace tres semanas que está en
administrado. Alsiguiente dia los periódi venenado,y dentro de un mes á mastar
cos relatan el hecho con los nombres de dar, habrá muerto.»
la víctima y de su asesino. En la misma —En este caso, dijo la señora de Vi
tarde el droguero ó drogueros se presen llefort, ¿es que han encontrado el secreto
tan á declarar: «Soy yo quien ha vendido de aquella famosa agua-tofana que se de
el arsénico al señor, » y en vez de hallar cia haberse perdido en Perousse?
un vendedor encuentran veinte; entonces —¡Oh! ¡Dios mio! señora, ¿se pierde
el delincuente tonto es reducido á prision, acaso alguna cosa entre los hombres? Las
le encierran, le interrogan, le carean, le artes se sustituyen ydan vuelta al mundo;
confunden, condenan y guillotinan, ó si las cosas cambian de nombre, sirven para
es una muger de lindas facciones y de re varios objetos á la vez y asi se engaña al
laciones con sugetos de alguna valía, la vulgo, pero siempre el resultado es el mis
encierran para toda su vida. He aqui co mo; el veneno. Cada veneno obra con es
mo vosotros los septentrionales entendeis pecialidad sobre tal ó cual órgano: el uno
la quimica, señora. Desrues, sabia mas sobre el estómago, el otro sobre el cére
que todo eso, debo confesarlo. bro, el otro sobre los intestinos. Pues bien;
—¿Qué quereis, caballero? dijo riendo el veneno promueve la tos, esta tos una
la jóven, se hace lo que sepuede. No todo fluxion al pecho ú otra enfermedad aná
el mundoposee el secreto de los Médicisó loga conocida en la ciencia bajo un nom
de los Bórgias. bre especial lo que no impide que llegue
–Quereis pues que os diga, continuó á hacerse necesariamente mortal, y sipor
el conde encojiéndose de hombros, la cau casualidad no habia llegado á serlo, ven
sa de todas esas necedades? Es porque en dria á causar tambien la muerte gracias á
vuestros teatros, segun he podido juzgar los remedios administradospor algun mé
por la sola lectura de los anuncios de las dico nécio é ignorante, en general malos
piezas que se representan, se ven ellos químicos, y que darán á la enfermedad
todos los dias personas que sorben el con el giro que tanto deseais, con lo que ten
tenido de una botellita, óse tragan el ve dreis muerto á vues ro hombre con todas
neno que enciera el secreto de una sortija, las reglas del arte, sobre el que nada tendrá
cayendo muertas en el acto; cinco segun que ver la justicia, segun decia un gran
dos despues cae el telon y los espectadores químico amigo mio, el abate Adelmonte
se van á sus casas. Se ignoran las conse de Taormine, en Sicilia, quien se habia
cuencias del asesinato, no se vé jamas ni dedicado con especialidad al estudio de es
al comisario de policía con su faja, ni al tos fenómenos, su ocupacion predilecta.
cabo con sus cuatro soldados, lo que dá á dijo—Eso es horroroso, pero admirable;
la jóven que hasta entonces estuviera
entender á mas de cuatro botarates que escuchando con suma atencion; yo creia,
estos negocios terminan asi; mas alejaos os lo confieso, que todas esas historias
un poco de Francia, idos ya sea á Alep, eran cuentos de la edad media.
ALBUMI. 39)
–Y asi es, señora, sin duda alguna, conejos, gatos y conejillos de la India,que
ero de entonces acá se hanperfeccionado en nada cedian á su coleccion de legum
lo sumo. ¿Para que quereis que sirvan bres, flores y frutos; el abate Adelmonte,
el tiempo que en e lo se emplea, la pro tomó pues un conejo al que hizo comer
teccion que se les dispensa, las medallas, una hoja de la col; el conejo murió ¿Que
las cruces, los premios de Monthyon, como juez de instruccion se atreveria á reprem
no sea para encaminar la sociedad á su der esto, ni que procurador del rey se la
mayor perfeccion? El hombre no será per visto jamás obligado á espedir requisitorias
fecto hasta tanto que sepa crear ydestruir contra Mr. Magendie ó Mr. Flourens en
cual un Dios; al presente sabeya destruir, alguna causa sobre conejos, conejillos de
tiene pues adelantado la mitad del ca la India, ó gatos á los que hayan muerto?
mino.
Ninguno. Héos aqui un conejo muertos
–De modo, que, repusoinsistiendo con ue la justicia haga el mas mínimo caso
pertinacia en el mismo asunto, los venenos de ello. Muerto el conejo, el abate Ade
de los Borgias, de los Médicis, de los Re monte le mandó destripar por su cocinero
née, de los Ruggieri, y mas adelante pro y arrojar los intestinos á un estercolero.
bablemente los del baron de Trench, de
En este estercolero habia una gallina qe
que, tan gran partido han sacado los auto comenzó ápicotear los intestinos, cayó en
res dramáticos y novelistas.... ferma á suvezy murió al dia siguiente:
—Eran objetos á que el arte se dedica en el momento en que se estremecia con
ba con predileccion, suñora, y no otra co las convulsiones de la agonía acertó á pa
sa, contestó el conde; ¿Creeis vos que el sar un buitre, debo advertiros que abun
verdadero sábio no tiene mas objeto por dan mucho los buitres en Alemania, y
término de sus conocimientos que el hom precipitándose sobre el cadáver lo arreba -
bre solo?pues no es asi. La ciencia ama ta y lleva sobre una roca en la que verifi
los rodeos, las desviaciones, lo fantástico cósu improvisada comida. Tres dias des
para decirlo de una vez. Asi, por ejemplo, pues, el pobre buitre, que desde aquel
ese escelente abate Adelmonte, del que os festin se habia encontrado indispuesto,
hablaba hace poco, ha hecho con este ob hallándose revoloteando cerca las nubes,
jeto esperimentos maravillosos. se vió acometido de un desvanecimiento,
–¡ De veras ! empieza á rodar por el vacio y viene á
—Si, yvoy á citaros uno tan solo. Te caer pesadamente en nuestro estanque. El
nia un hermoso jardin lleno de legumbres, sollo, la anguila y la murena comieron de
de flores y defrutos;entreestas legumbres, él con avidez,ya sabeis que el buitre es
escojió la mas inocente de todas, una col uno de sus manjares favoritos. Pues bien,
por ejemplo. Régola tres dias con una di suponed que al dia siguiente os presentan
solucion de arsénico; al tercer dia la col ese sollo, esa anguila ó esa murena, en
enfermó y se volvió amarillenta, era el venenados en cuarta escala, vuestro con
momento de arrancarla. A la vista parecia vidado lo será en la quinta y morirá á los
estar en sazon y conservaba su apariencia ocho ó diez dias de doloresen las visceras,
de bondad, tan solo para el abate Adel de algun vicio en el corazonó de escirro en
monte estaba emponzoñada. En este esta el piloro. Se hará la autopsia y los médi
do se llevó la colá su casa,cojió unconejo; cos dirán:
el abate Adelmonte tenia una coleccion de «Este individuo ha muerto á causa de
M00 ALBUM.
un tumor en el hígado ó de una fiebre ti de apoplejía. Es un caso raro en las gali
foídea. » nas, lo sé, pero muy comun en los hom
—Pero, dijo la señora de Villefort, to bres. -
das esas circunstancias que vos enlazais La señora de Villefort parecia cada vez
unas con otras,puede faltaralguna de ellas mas pensativa. -
por un accidente insignificante:puede muy —Es una felicidad, dijo, que tales sus
bien el buitre no acertará pasar, ó caerá tancias no puedan ser preparadas mas que
cien pasos del estanque. - por químicos, porque en verdad, entonces
–Pues hé aquí cuando se necesita del la mitad del mundo efivenenaria la otra
arte: para serun gran químico en Orien mitad.
te es preciso dirijir el acaso, esto han lle —Por químicos ó por personas que se
gado á alcanzarlo. ocupan de la química, respondió cándida
La señora de Villefort estaba medita mente Monte-Christo.
bunda y escuchaba. —Y luego despues, dijo la señora de
—Pero, repuso ella, el arsénico es inde Villefort, por bien combinado que esté, el
leble; sea cual fuere la forma bajo la que crímen siempre es crímen; y si se libra de
se absorva, siempre se le encontrará en el la investigacion humana, no le sucede
cuerpo del hombre cuando haya entrado otro tanto con la mirada de Dios. Los
|
en cantidad suficiente para producir su orientales son mas despreocupados que no
muerte. sotros en punto á eonciencia han suprimi
–¡Bueno, esclamóMonte Christo, bue prudentemente el infierno.
nol hé aquí lo que dijeáAdelmonte. Mas —¡Oh! señora, ese es un escrúpul o
él reflexionó, se sonrió y me contestó con que debe nacer naturalmente en una alma
un proverbiosiciliano, que lo es también honrada como la vuestra pero que desa
n
de la generalidad de las naciones «Hijo pareceria pronto con el razonamiento. Lo
mio, no se hizo el mundo en un solo dia, peor que puede idear el pensamiento hu
se necesitaron siete; vuelve el domingo.»mano se reasumirá siempre por esta má
El domingo siguiente, en vez de regarxima de Juan Jacobo Rouseau: «el man
su col con arsénico, la regó con una disoldarin que mata á cinco mil leguas levan
lucion desales de stricnino, «stricninos-co ||tando el estremo del dedo.» La vida del
lubriana», como dicen los sábios. Esta vez hombre se pasa en ejecutar estas cosas y
la col presentaba un aspecto perfectamen-su inteligencia se agota en "pensarlas. En
te sano; asi pues el conejo no sospechó contraréis muy pocas personas que vayan
nada, y á los cinco minutoshabia muerto: á clavar brutalmente un cuchillo en el co
la gallina picoteó las tripas del conejo, y razon de su semejante ó que le adminis
al dia siguiente dejó de existir; entoncestren para hacerle desaparecer de la super
nosotros hicimos las veces de buitres y co-ficie del globo, la cantidad de arsénico que
jimos la gallina y la destripamos. Esta vez deciamos hace poco? Para llegar á este
habian desaparecido todos los síntomas punto es menester que la sangre se calien
particulares, y no quedaban mas que los te á treinta y seis grados,que el pulso ba
síntomas generales. Ninguna alteracion ta á noveinta pulsaciones, y que el alma
particular en ningun órgano; exasperacion salga de sus límites ordinarios; peso si pa
del sistema nervioso nada mas; la gallina sando de la palabra al sinónimo, haceis
no habia sido envenenada, habia muerto una sencilla eliminacion, si en lugar de
-, , •
-» •
ALIBUM. 401
cometer un asesinato innoble, apartais pues, despues de la muerte de Dun
ra y sencillamente de vuestro camino alcan, lady Macbeth hubiera sido una mu
que os incomode, y esto sin choque, sin gerdesgraciada á no ser por Su conciencia.
violencia, sin el aparato de esos sufrimien La señora de Villefort absorvia con avi
tos que hacen de la víctima un mártir; si dez estas espantosas palabras pronunciadas
no hay sangre, ni ahullidos, ni contorsio por el conde con aquella ironía sencillaque
nes, ni sobre todo esa horrible instantanei le era particular.
dad del asesinato, entonces os libertais de Despues de un instante de silencio:
la ley humana que os dice: ¡No turbes lal -¿sabeis, señor conde, dijo ella, que
sociedad!.... Hé aquí como proceden los Sois un terrible argumentista, y que veis
orientales, personajes graves y flemáticos, el mundo bajo una luz algun tanto lívi
que se inquetan muy poco de las cuestio da? Teníais razon, sois un gran químico,
nes de tiempo en los casos de cierta im Y aquel elixir que hicisteis tomar á mi hi
portancia. jo, y que tan rápidamente le devolvió la
–Pero queda la concíencia, dijo la se vida...
ñora de Villefort con voz conmovida y -Oh! no os fieis en eso, señora, dijo
un suspiro ahogado. Monte-Christo,una gota de aquel elixir
–Sí, dijo Monte-Christo, sí;felizmen bastó para devolver la vidaá aquel niño que
te queda la conciencia, sin la cual seria se moria; pero tres gotas hubiesen agolpa
mos muy desgraciados. Despues de toda dola sangre á sus pulmones y le hubieran
accion un poco vigorosa, la conciencia es causado una fluxion en el pecho; seis le
la que nos salva, porque nos provee de cortarian la respiracion y le hubieran cau
mil escusasde las que nosotros solos somos sado un desmayo muchísimo mas grave
los jueces; y estas razones por escelentes que aquel en que se hallaba; diez, en fin,
que sean para conservar el sueño, serian le habrian muerto en el acto. ¡Bien visteis,
medianas tal vez ante un tribunal para señora, como leseparévivamente de aque
conservaros la vida.Asípues,Ricardo III, llos frascosá los cuales tenia la impruden
por ejemplo, ha debido estar sumamente cia de tocar!
agradecido á su conciencia despues de la -¿Acaso es algun veneno terrible?
muerte de los dos hijos de EduardoVI; -¡Oh! ¡ no! En primer hugar, es me.
pues que en efecto podia decir para sí; es nester que sepais que la palabra veneno
tos dos hijos de un rey cruel, persegui no existe, puesto que en medicina se sir
dor, y que han heredado los vicios de su ven de los venenos mas violentos, que se
padre, que yo solo he sabido reconocer en convierten por la manera con que son ad
susinclinaciones juveniles; estos dos niños ministrados, en remedios saludables.
me incomodaban para hacer la felicidad —¿Entonces que era aquello?
del pueblo inglés cuya desgracia habrian —Era una magn'fica preparacion de mi
causado infaliblemente. amigo, el abate Adelmonte; de la cuai
Del mismo modo tambien debió estar me enseñó á usar.
agradecida á su conciencia, lady Macbeth, —¡Oh! dijo la señora de Villefort, de
que queria dar un trono no á su marido, be ser un escelente antiespasmódico.
sino á su hijo. ¡ h! el amor maternal es —Soberbio, señora, bien lo habeis visto,
una virtud tan grande, un móvil tan po respondió el conde, y yo hago de él un
que hace escusar muchas cosas: luso bastante frecuente; con toda la pru
deroso.y Ql
F
ë 101
402 ALUn.
dencia posible se entiende, añadió el con Las seis y media acababan de dar, y
de riendo. anunciaron una amiga de la señora de Vi
—Lo creo, replicó la señora de Ville llefort que venia á comer con ella.
fort en el mismo tono. En cuanto á mí, –Si yo tuviera el honor de veros por
* tan nerviosa y tan propensa á desmayar la tercera ó cuarta vez, señor conde, en
me como soy, necesitaria de algun doctor vez de ser la segunda que tengo ese ho
Adelmonte paraque meinventase los me nor, dijo la señora de Villefort; situviese
dios de respirar libremente y me tranqui el honor de ser vuestra amigº, en lugar
lizase sobre el temor que esperimento de de ser solo vuestra deudora, insistiria en
morir un dia sofocada. Mientras tanto, co deteneros á comer, ynome dejariavencer
mo es difícil encontrar en Francia á vues por la primera negativa.
tro abate y no estará dispuesto á hacerpor —Milgracias, señora,respondió Monte
míun viaje á Paris, me ateng á los an Christo, tengo un compromiso al cual no
tiespasmódicos de Mr. Blanche; y las go puedo faltar. He prometido llevar al tea
tas de Hoffmann hacen en mi organiza tro á una princesa griega que aun no ha
cion un gran papel. Mirad, aquí teneis visto la ópera, y que cuenta conmigo para
unas pastillas hechas á propósito para mi; ir esta noche.
tienen doble dósis de la que se acostum —Os dejo ir, caballero; pero no olvi
bra dar. deis mi receta. " " .
ciano supl cándole que fuese á buscarla, —Estaba en las carreras del Campo de
atendido á que nopodia ir á la ópera sola Marte, dijo Chateau-Renaud.
con Eugenia. –¿Hoy?
En efecto, si las dos mugeres hubiesen –Sí.
ido solas, lo habrian creido de mal tono; – ¡Calle! habia carreras. ¿Estabais
al paso que yendo la señorita Danglars á comprometido en ellas?
la ópera con su madre y el amante de su –¡Oh! por una miseria; por cincuen
madre, no habia nada que decir. lta luises.
Levantóse el telon, como de costumbre, –¡Y quién ganó?
ante un salon casi vacío. –Nantilus: yo apostaba por él.
Tambien es esta una de las costumbres –¿Pero habia tres carreras?
del mundoparisiense; llegar al teatrocuan –Si, el Jockey-Club habia propuesto
do la funcion se ha empezado; de aquí un premio, una copa de oro. Pasó una co
sa bastante rara.
resulta que el primer acto pasa, de parte
404 ALBUM.
Por otra parte, Luisa sin tener en la —¡Y bien! repuso la señora G. ... ¿po
casa del banquero la posicion independien eis decirme á quien pertenece el caballo
te de una amiga, disfrutaba de mucha fran que ganó el premio del jockey club ?
queza y confianza. –No señora, dijo Chateau-Renaud!, y
Algunos segundos despues de la entrada ahora mismo hacia la propia pregunta á
de la señora Danglars en el palco, el ter Alberto.
lon se habia bajado, y gracias á la facul –¿Desais "saberlo.... señora condesa?
- ad de dejar pasear por los corredores ó preguntó Alberto.
102
º
A
406 ALBUM.
á los demas caballos, fuétal mi alegria que —Primero, señora condesa, porqueyo
empecé á palmotear como una loca. Fi le habia hablado mucho devos, como po
guraos mi asombro cuando al entrar en deis creerlo; despues porque se habráque
mi casa ençuentro en la escalera aljockey dado encantado de encontrar una compa
de casaca color de rosa ! creí que el ven triota y de ver el interés que se tomaba
cedor de la carrera vivia por casualidad por el.
en la misma casa que yo, cuando al abrir —Espero que no le habreis contado las
la puerta del salon, lo primero que ví fué locuras que hemos dicho de él.
la copa de oro, es decir el premio ganado —¡Oh! de ningun modo. Pero me es
por el caballo y el jockey desconocidos. traña la manera de ofreceros esa copa bajo
En la copa habia unpapelito que contenia el nombre de lord Ruthwen....
estas palabras -¡Pero eso es espantoso, me compro
«A la condesa G.... lord Rutwen.» mete atrozmente !
—Eso es justamente, dijo Morcerf. -¿Es por ventura ese proceder el de
—¡Cómo ¿qué quereis decir? un enemigo?
—Quiero decir que es lord Ruthwen —No, lo confieso.
en persona. –¡Y bien l
–¿Quién es lord Ruthwen? —¿Con qué está en Paris?
—El nuestro, el vampiro, el del teatro -1,
y quiere que yo sepa de donde es,de don -¿Y sabe el señor de Morcerfquien es
de viene, á donde va; a fémia, yo no soy esa muger?
otro Cagliostro, y para librarme de sus —Señorita, dijo Alberto, respondiendo
preguntas, dije; averiguad todo eso por á esta interpelacion casi directa, casi lo sé;
medio de Morcerf; conoceá Monte-Chris quiero decir, como sé todo lo que concier
to bastante á fondo, y entonces os llama ne al misterioso personaje de que nos ocu
TOIl. pamos. Esa muger es una griega.
-No es increible, dijo la baronesa, que -Fácilmente se conoce eso por su tra
teniendo medio millon de fondos secretós je, y no me habeis dicho sino lo que toda
á su disposicion, no se esté mucho mejor el salon sabe tan bien como nosotros.
instruido? -Siento, dijo Morcerf, ser un cicerone
—Señora, dijo Luciano, creed que si tanignorante; pero confieso que hasta ahí
yo tuviese medio millon á midisposicion se limitan mis conocimientos. Sé ademas
lo emplearia en otra cosa que no en tomar que es música, porque un dia que almorcé
informes acerca del conde de Monte-Chris en casa del conde, oí los sonidos de una
to, que á mis ojos notiene otro mérito que guzla que seguramente no podian venir si *.
el de ser dosveces mas rico que un nabab; no de ella.
pero he cedido la palabra á miamigo Mor -¿Recibe vuestro conde? preguntó la
cerf, arreglaos con él. señora Danglars.
—Un nabab no me habria enviado se-l -Y de una manera espléndida, os lo
guramente un par de caballos de treinta juro.
mil francos, con cuatro diamantes de cin-| -Espreciso que me empeñe con el se- .
co mil francos cada uno. |ñor Danglars para que le ofrezca alguna
—¡Oh! los diamantes, dijo i Morcer comida, algun baile, á fin de que nos le
riendo, esa es su manía.Yo creo que, cual devuelva.
otro Potemkin, lleva siempre los bolsillos -¡Cómo ! ¿iréis ásu casa? dijo Debray
llenos, y los va sembrandopor el camino. riendo.
—Habrá encontrado alguna mina, dijo -¿Por qué no? ¡ con mi marido !
la señora Danglars", ¿sabeis que tiene un -Pero si es soltero el misterioso conde.
crédito ilimitado sobre la casa del baron? -Bien veis que no, dijo riendo la ba
-No, no lo sabia, respondió Alberto, ronesa y mostrando á la bella griega.
pero eso debia ser. —Esa muger es una esclava, segun él
–¿Y qué ha anunciado al señor Dan mismo me ha dicho, ¿recordais Morcerf
que lo dijo el dia que almorzó en vuestra
glars que pensaba permanecer un año en casa? -
—¡ De
veras! ¿y qué es lo que me va
—¡Oh dijo Morcerf, vendrá probable le ese favor?
mente él mismo. Ya os ha visto, señora,
–¡Diantre l vos mismo. Regalais ca
y os saluda.
La baronesa devolvió al conde su salu ballos de mil luises; salvais la vida á la
-
do acompañado de la sonrisa mas encan muger del procurador del rey; haceis cor
tadora. rer bajo el nombre del mayor Black ca
103
4110 ÁLiUM.
–¿Esa encantadora jóven que está con —Mil recuerdos de parte mia á la con
ella es su hija? |desa G... de parte de su vampiro.
–Sí. -¿Y á la baronesa?. .
–Os doy la enhorabuena. —Decidla que si permite, iré á ofre
Morcerf se sonrió. |cerla mis respetos luego que se concluya
–Ya hablaremos de esto mastarde y el acto.
detalladamente, dijo. ¿Qué decís de la El tercer acto empezó.
música? Durante este acto entró el conde de
–¿De qué música? Morcerf en el palco de la señora Danglars,
—¿De cuál ha de ser?. ...de la que aca segun se lo habia prometido.
bamos de oir. El conde no era uno de esos hombres
–Digo que esuna música bellísima pa que causaban impresion con su presencia,
ra ser compuesta por un compositor hu así pues nadie se apercibió de su llegada
mano, y cantada por pájaros sin pluma, de mas que las personas en cuyo palco en
dos pies, como decia Diógenes. traba.
-¡Ah! querido conde, pareceque pu Monte-Christo le vió sin embargo, y
diérais oir cantar los siete coros del Pa una ligera sonrisa asomó á sus labios.
raiso ! En cuanto á Haydée, no veía nada
—Sí, eso es. Cuando quiero oir música mientras que el telon estaba levantado;
admirable, vizconde, música como jamás como todas las naturalezas no degeneradas
ningun mortal la ha oido, duermo. adoraba todo lo que habla al oido y á la
—Pues bien, querido conde, dormid, la vista. -
ópera no se ha inventado para otra cosa. El tercer acto pasó como de costum
-No, en verdad; vuestra orquesta ha bre. Mlles. Noblet, Julia y Leroux, can
-
ALBUM. "I
taron sus respectivos papeles; el prín El conde se inclinó; la señorita Danglars
cipe de Granada fué desaliado por Rober hizo"un lijero movimiento de cabeza.
ºto-Mario; en fin, este magestuoso rey dió —Estais en vuestropalco con una mu
su vuelta por el tablado para lucirsu man jer admirable, señor conde, dijo Eugenia;
to de terciopelo llevando á su hija de la ¿es vuestra hija?
mamo; bajóse despues el telon, y toda la –No, señorita, dijo Monte-Christo,
concurrencia sedispersó por lasala de des asombrado de aquella ingenuidad estrema
-canso y los corredores. da, ó de aquel aplomo asombroso; es una
El conde salió de su palco, y un instan pobre griega de la que soy tutor.
te despues apareció en el de la baronesa –¿Y se llama?
Danglars. —Haydeé, respondió Monte-Christo. ,
Esta no pudo contener un-ligero grito -¡Unagriega murmuró el conde de
de sorpresa, mezclado de alegría. Morcerf.
–¡Ah! venid, señor conde, esclamó, —i, conde, dijo la señora Danglars;
porque á la verdad, deseaba añadir mis y decidme si habeisvisto jamás en la cór
gracias verbales á las que ya os he dado te de Ali-Tebelin, donde habeis servido
por escrito. tan gloriosamente, un trajetan admirable
-¡Oh! señora, dijo el conde,¿aun os como el que tenemos delante.
acordais de esa miseria? yo ya la habia -¡Ah! dijo Monte-Christo, ¿habeis
olvidado. servido en Janina, señor conde ?
—Sf, pero jamás se olvida que al dia -He sido general instructor de las tro
siguiente salvásteis á mi amiga la señora de pas del pachá, respondió Morcerf, y mi
Villefort del peligro que la hicieron cor escasa fortuna, no lo oculto, proviene de
rer los mismos caballos. |las liberalidades del ilustre jefe albanés.
-Tambien esta vez, señora, no merezco —¡ Pues miradla ! insistió la señora
vuestras gracias, fué Alí mi Nubio, quien Danglars.
tuvo el honor de hacer á la señora de Vi –¡Donde ! balbuceó Morcerf.
llefort ese inminente servicio. —Alli, dijo Monte-Christo.
-¿Y fué tambien Ali, dijo el conde de Y apoyando el brazo sobre el 1hombro
Morcerf, quien sacó á mi hijo de las ma del conde, se inclinó con él fuera del
-nos de los bandidos romanos? palco.
—No, señor conde, dijo Monte-Christo En este momento, Haydeé, que busca.
estrechando la mano que le presentaba el ba al conde cen la vista, apercibió su ca
conde; no, ahora mereservo lasgracias, beza pálida al lado de la de Morcerfáquien
pero ya me las habeis dado, las he recibi tenia abrazado.
do y me avergüenzo á la verdad de que Esta vista produjo en lajóven el efecto
quedeis tan reconocido á una pequeñez de de la cabeza de Medusa; hizo un movi
esa clase. Señora baronesa, hacedme se miento hácia delante como para devorar
honor, os lo suplico, de presentarme á á los dos con sus miradas, y al mismo
vuestra encantadora hija. arro
—¡Oh! ya estais presentado, de nom tiempo se retiró al fondo del palco
bre al menos, porque hace dos ó tres dias jando un débil grito, que fué oido sin en
que no hablamos mas que devos. Eugenia, bargo de las personas que estaban próc
continuó la baronesa volviéndose hácia su|simas á ella, y de Alí que al punto abrió
hija, el señor conde de Monte-Christo. la puerta.
4112 ALBUM.
sa, y por consiguiente muy sensible á los Algunos dias despues de este encuentro,
olores; un perfume que la sea antipático, Alberto de Morcerf fué á hacer una visita
basta para causarla un desmayo; pero, al conde de Monte-Christo, á su casa de
añadió el conde sacando un pomo de su los campos Eliseos, que ya habiatomado ese
bolsillo, tengo aquí el remedio. aspecto de palacio, que gracias á sufortu
Y despues de haber saludadoá la baro na, acostumbraba á dar el conde de Monte
nesa y á su hija, cambió un apreton de Christo, aun á las habitaciones que menos
mano con el conde y con Debray y salió habituales le eran. Venia á renovarle las
del palco de la señora i'anglars. eracias de la señora Danglars.
|
Cuando entró en el suyo Haydeé esta Alberto iba acompañado de Luciano
ba aun muy pálida; apenas le vió le cojió Delbray, el cual unió á las palabras de su
ll3. II).3D0. amigo algunasfrases políticas, que no le
Monte-Christo notó que las manos de la eran habituales y cuyofin no pudo pene
jóven estaban húmedas y heladas. trar el conde.
–¿Con quien hablabais, señor? pregun arecióle que Luciano venia áverle mo
tó la griega. vido por un sentimiento de curiosidad y
–Con el conde de Morcerfque ha es que la mitad de este sentimiento emanaba
tado al servicio de tu ilustre padre, y que ele la calle de la Chaussée d'Autin. En
confiesa deberle su fortuna , respondió el efecto podia suponer, sin temor de enga
conde. iñarse, que la señora Danglars no pudien
–¡Ah, miserable l esclamó Haydeé, él do conocerpor sus propios ojos el interior
fué quien le vendió á los turcos, y esa for de un hombre que regalaba caballos de
tuna es el pago de su traicion. ¿No sabiais treinta mil francos, y que iba á la ópera
eso, señor"? con una esclava griega que llevaba un mi
—Habia oido algo de esa historia en llon en diamantes, habia suplicado á la
Epiro, dijo Monte-Christo, pero ignoro persona mas intima, que la diese algunos
los detalles. Ven, hija mia, vente yme los informes acerca de este interior.
contarás; debe ser eso curioso. | Pero el conde no pareció sospechar la
–¡Oh 1 si, vamos, vamos; me parece menor relacion que pudiera haber entre
que me moriria si permaneciese mastiem la visita de Lucianoy la curiosidad de la
po en frente de ese hombre. baronesa.
Y levantándose vivamente, Haydeé se -¿Seguís en relaciones íntimas con el
envolvió en su albornoz de cachemirablan baron Danglars? preguntó á Alberto de
co, bordado de perlas y de coral, y salió Morcerf.
vivamente en el momento en que se levan —¡Oh! si, señor conde, bien sabeis lo
taba el telon. que os he dicho.
— En nada se parece ese hombre álos —¿Sigue eso todavia?
demas! dijo la condesa G... áAlberto que —Con mas empeño que nunca, dijo
había vuelto á su lado; escucha relijiosa-Luciano, es negocio concluido
- ALBUM. 413
Yjuzgando sin duda Luciano que estaca para mi, dijo Morcerf; eso me espanta.
palabra mezclada en la conversacion le -¡Bah! dijo Monte.Christo, razon de
daba derecho ápermanecerestraño :
colocó el lente en su ojo, y mordiendo el
¿no sois vòs tambien rico?
- Mi padre tiene algo.... como unas
•
–Yo no sési es eso, dijo Alberto; pero —Si, calculo; esto os concierne ind
lo que sé es que este casamiento la hará rectamente, vizconde; calculo lo que la
desgraciada. Ya debian haberse reunido casa Danglars ha debido ganar en la últi
para hablar del negocio hace seis sema ma alza de Haiti: de 206 subieron los fon- .
nas; pero me atacaron tales dolores de ca dos en tres dias á409, y el prudente ban
–¿Reales?.... dijo el conde sonriendo. quero habia comprado mucho á 206. Lo
–¡Oh! sí, sin duda el miedo.... enfin, menos ha debido ganar300,000 libras.
dilataron la cita hasta pasados dos meses. —No es ese su mejorgolpe, dijo Mor
No corria prisa como comprendereis; yo cerf: ¿no ha ganado este año un millon
no tengo todavia mas que veinte y un años, con los bonos españoles?....
y Eugenia diez y siete; pero los dos me —Escuchad, querido, dijo Luciano, es-
ses espiran la semana que viene. Se con cuchad á Monte-Christo, que os dirá co
sumará el sacrificio; no podeis compren mo los italianos;
der, conde, cuan embarazado me encuen Ianaro e santita
tro.... ¡Ah! ¡qué felizsois en ser libre! Metá della metá (1).
beza... Y aun es mucho. Asi, pues, cuandome
—¡Puesbien sed libretambien; ¿quién hablan de eso me encojo de hombros.
os lo impide, decid? -¿Pero no hablábais de Haiti? dijo
–¡Oh! seria una decepcion muy gran Monte-Christo.
de para mipadre si no me casára con la —¡Oh! Haiti: eso es otra cosa; es el
señorita Danglars. ecarté delagiotage francés. Se puede amar
–Pues entonces, casaos, dijo el conde al whist, el boston; y sin embargo cam
encojiéndose de hombros. sarse de todo esto. El señor Danglars ven
–Si, dijo Morcerf; mas para mi ma dió ayer á406 y se embolsó300,000fran
dre esto no seria decepcion, sería unfuer cos: si hubiese esperado á hoy, los fondos
te pesar. bajaban á205, y en lugar de ganar tres
—Pues no os caseis, esclamó el conde. cientos mil francos, perdia veinte óveinte
-Yo veré, reflexionaré, vos me dareis y cinco mil.
consejos, ¿no es verdad? y si es posible, —Y ¿porqué han bajado los fondos de
me sacareis del compromiso. ¡Oh! por 409 á205?preguntó Monte-Christo. Per
no causar una pena á mi pobre madre, se donad, soy muy ignorante en todas esas
ria yo capaz de quedar reñido hasta con inrtrigas de bolsa.
el conde mi padre. —Porque, respondió Alberto, las no
Monte-Christo se volvió: parecia su ticias se siguen unas á otras,y no se ase
mamente conmovido. mejan.
—; Olal dijo á Debray, sentado en un —¡Ah! ¡Diablo! dijo-el conde:¿el se
sillon, en un estremo del salon con un lá ñor Danglars juega áganar ó perder tres
piz en la mano derecha, y en la izquier cientos milfrancos en un dia? ¿Será enor
da una cartera: ¿haceis algun eroquis de memente rico?
uno de estos cuadros? - —¡No es él quien juega ! esclamó vi
—¿Yo? dijo tranquilamente. ¡Oh! si, vamente Luciano, es la señora Danglars;
un croquis; amo demasiado la pintura es una muger verdaderamente intrépida.
para eso. No; estoy haciendo números. (1) Dinero y santidad.
–¿Números? Mitad de la mitad.
ALBUM. 445
–Pero vos que sois razonable, Luciano, Monte Christo, aunque indiferente en
“y que conoceis la pcca seguridad de las la apariencia, no habia perdido una pala- .
*noticias, debiérais imperdirlo, dijo Mor bra de esta conversacion, ysu penetrante
cerfsonriendo. mirada creyó leerun secreto en la turba
—¿Cómo he de poder hacerlo, si su cion del secretario del ministro.
marido no ha podido lograrlo? respondió De esta turbacion de Luciano, que no
-Luciano; vos conoceis el carácter de la fué notada por Alberto, resultó que De
baronesa; nadie tiene influencia sobre ella, bray abreviase su visita; se sentia eviden
y no hace absolutamente sino lo que ella temente disgustado. El conde al acompa
quiere. ñarle hácia la puerta le dijo algunas pala
–¡Oh! si yo estuviera en vuestro lu bras en voz baja, á las cuales contestó:
gar!.... dijo Alberto. -
|glars.
—No cómprendo, murmuró Luciano. —Entonces, dijo el conde, esome alien
—Pues bien claro me esplico, respon ta á hablaros con franqueza: el señor Dan
dió el jóven con una sencillez que nada glars es mi banquero; el señor de Ville
tenia de afectado; anunciadle el mejor dia fort me ha colmado de atenciones en agra
una noticia telegráfica que solo vos hayais decimiento al servicio que una dichosa
podido saber; por ejemplo, que á Enri casualidad me proporcionó hacerle. Yo
que IV le vieron ayer en casa de Gabriela; descubro bajo todo esto una infinidad de
esto hará subir los fondos; ella al momen comidas y de diversiones, y ademaspara
to obrará segun la noticia que la hayaistener siquiera el mérito de adelantarme,
dado, y seguramente perderá cuando Beau si quereis, he proyectado reunir en mica
champ escriba al dia siguiente en su pe sa de campo de Antenil, á los señores
riódico: Danglars y Villefort con sus esposas. iyo
c« Personas mal informadas han dicho os convido á esta comida, asi como al se
que el rey Enrique IV fué visto antes delñor conde y á la señora condesa de Mor
ayer en casa de Gabriela; esta noticia es|cerf, esto tendrá visos de una entrevista
complamente falsa; el rey Enrique IV no|umatrimonial; á lo menos la señora con
ha salido de Pont-Neuf.» esa de Morcerf considerará la cosa asi;
Luciano se sonrió ligeramente. sobre todo, si el señor baron Danglarsme
416 ALBUMI.
hace el honor de traerá su hija. En este – Hoy es martes, bien, mañana por
caso vuestra madre me cobrarla antipatla; la tarde partimos, pasado mañana por la
de ningun modo quiero yo que suceda esto, mañana estaremos en Tréport. ¿Sabeis,
y haré todo lo posible porque no me co-señor conde, que sois un hombre muy
bre aborrecimiento antes muy al contra-complaeiente en proporcionar asi á todas
rio, y deseo que se lo hagais asi presente las personas su comodidad?
siempre que tengais ocasion para ello. —¡Yo! en verdadque me teneisenmas
—A fémia, conde, dijo Morcerf, osde lo que valgo; deseoseros útil y nada
doy mil gracias por esa franqueza que usaismas.
conmigo y acepto la proposicion que me —¿Qué dias habeis empezado á convi
haceis. Decis que no quereis que mi ma larº
dre os cobre antipatía, y sucede todo lo —Hoy mismo.
contrario. —¡Pues bien ! corro á casa del señor
–¿Lo creeis asi? esclamó Monte Chris Danglars, le anuncio que dejamos á Paris
to con interés. mañana, mi madre y yo. Yo no os he
–¡Oh! estoy seguro. Cuando os sepa visto; por consiguiente no sé nada devues
rasteis el otro dia de nosotros hablamos tra comida.
una hora de vos; pero vuelvo á lo quede —¡Qué loco sois! ¡ y el señor Debray
ciamos antes. ¡Pues bien ! si mi madre que acaba de veros en mi casa !
pudiese saber esa atencion de vuestra par —¡Ah! es cierto.
te, estoy seguro que os quedaria suma —Al contrario, os he visto y os he con
mente reconocida; es verdad que mi pa vidado aqui sin ceremonia, y me habeis
dre se pondria furioso. respondido ingenuamente que no podiais
El conde soltóuna carcajada. admitir porque partíais para Tréport.
—¡Y bien dijo á Morcerf, ya esta —¡Pues bien ! ya está todo arreglado;
prevenido. Pero ahora que me acuerdo, pero vos vendreis á ver á mi madre de
no será solo vuestro padre el que se pon hoy á mañana.
dráfurioso; el señor Danglars y su espo —De hoyá mañana, es dificil; porque
sa me considerarán como á un hombre estareis ocupados en vuestros preparativos
de poca finura. Saben que nos tratamo de viaje.
con cierta intimidad, que sois mi amigo —¡Pues bien haced otra cosa mejor;
parisiense mas antiguo,y si no os ven en antes no érais mas que un hombre encan
mi casa, me preguntarán porque no ostador; sereis un hombre adorable.
he convidado. A lo menos buscad un com —¿Qué es menester que haga para lle
promiso anterior que tenga alguna apa-gará esa sublimidad?
riencia de probabilidad, y del cual me —¿Qué es menester que hagais?
dareis parte por medio de cuatro letras. Ya—Si, os lo pregunto. -
sabeis, con los banqueros, solo los escri —Estais hoy libre como el aire; venid
tos son válidos. á comer conmigo; seremos pocos; vos,
--Yo haré algo mejor que eso, Señor mi madre y yo solamente. Aun no habeis
conde, dijo Alberto; mi madre quiere ir | asi conocido á mi madre; pero la vereis
C
á respirar el aire del mar. ¿Para qué dia de cerca. Es una muger muy notable, y
está fijada vuestra comida? no siento mas que una cosa. y es no en
–Para el sábado. contrar una muger semejante con veinte
ALBUM. A7
años menos; pronto habria, os lo -Que cerrase la puerta del señor con
una condesa y una vizcondesa de Morcerf. de en cuanto hubiesen dado las cinco, res
En cuanto á mi padre, no le encontrareis, pondió el criado.
en casa, está de comision, y come en casa –¿Y que mas?
de un amigo suyo. Venid, bablarenos de —¡Oh! señor conde.... dijo Alberto.
viajes;vos que habeis visto el mundo en-| —No, no; quiero absolutamente desem
tero,nos contareis vuestras aventuras; nos barazarme de esa reputacion misteriosa
direis la historia de aquella bella griega que me atribuís, mi querido vizconde: es
queestaba la otra noche con vosen la ópe| muy difícil representar eternamente el
ra que llamais vuestra esclava, y á quien Manfredo.¿Que mas?... continuad; Bau
tratais como una princesa. Hablaremos ita-|tista.
liano y español, veamos ¿aceptais? mi —En seguida no recibir mas que al
madre os dará las gracias. señor mayor Bartolomeo Cavalcanti y ásu
–Tambien yo os las doy, dijo el con-|hijo.
de, el convite es de los mas graciosos, y –Ya lo oís, al señor mayor Bartolomeo
sientovivamente- no poder aceptarlo. Yo||Cavalcanti, un hombre de la mas antigua
no soy libre como pensais, y tengo por el nobleza de Italia; ademas, su hijo, un jó
contrario una cita de las masimportantes,|ven bello de vuestra edad, ó poco mas,
—¡Ah! acordaos, conde que me acabais vizconde; que lleva el mismo título que
de enseñar como se dan disculpas de una vos, y que hace su entrada en el mundo
«cosa desagradable. Necesito una prueba. con los millones de su padre. El mayor.
Yo no soy felizmente banquero como el me trae esta tarde á su hijo Andrea, el
señor Danglars, pero os prevengo que soy contino, como decimos en Italia. Me le
tan incrédulo como él. -
confia y yo le protejeré sitiene algun més
–Por lo mismo, voy á dárosla, dijo el rito. Me ayudaréis, ¿no es asi? -
«conde, – Sin duda. ¿Es algun antiguo amigo
Y llamó. yuestro, ese mayor Cavalcanti? preguntó
– Hum! dijo Morcerf, ya va de dos Alberto. -
veces que reusais comer con mi madre. –No tal, es un digno señor, muy mo ·
¿Habéis tomado ese partido, conde ? desto, discreto, como muchos de los que
Monte-Christo se estremeció. hay en Italia; descendiente de una de las
–¡Oh! no lo creais, dijo;por otra par mas antiguas familias. Le he visto muchas
te pronto os daré una prueba. veces en Florencia, en Bolonia, en Luca,
Bautista entróy se quedóá la puertaen y me ha prevenido su llegada. Los cono
piéy esperando. cidos de viaje son exijentes, reclaman de
–Yo no estaba prevenido devuestravi vos en todas partes la amistad que se les
sita, ¿no es verdad? ha manifestado una vez por casualidad.
—Sois un hombre tan estraordinario, Este buen mayor Cavalcantiva á volverá
que no os puedo responderá eso. Paris, que no ha visto mas que de paso en
—¿Y tampoco podia adivinar que me tiempo del imperio, marchando en se--
convidariais á Comer"?
—¡Oh! en cuanto á eso, es probable guida á helarse áMoscow. Yo ledaré una
—Escuchad. Bautista, ¿que os he dicho buena comida, me dejará su hijo; le pro
yo esta mañana, cuando osllamé á miga meterévijilarle, le dejaré hacer todas las
binete? locuras que quiera y estamos en paz.
105
418
–¡Magnífico! dijo , Alberto, veo que
| —Me gusta la pregunta; hace dos ho
sois un escelente mentor. Adios, pues, es ras que os estoy aqui incomodando, y te
taremos de vuelta el domingo. A propósi| neis la bondad de preguntarme si mevoy.
to, he recibido noticias de Franz. En verdad, conde, sois el hombre mas po
–¡Ah! ¿le veras? dijo Monte-Chris lítico de la tierra. Y vuestros criados ¡que
to; ¿le agrada todavia la Italia?
| bien educadosestán ! ¡Especialmente Bau
–Creo que si; sin embargoosecha mu-|tista! jamás he podido tener uno como ese.
cho de menos. Dice que sois el sol de Ro-|Los mios parece que toman el ejemplo de
ma, y que sin vos está nublado. Yo, no sélos del teatro francés, que, justamente
si aun llega á decir que llueve. porque no tienen que decir mas que una
–¿Con que ha canbiado de modo de palabra, siempre la dicen mal. Con que si
pensar respecto de mi? despedís alguna vezá Bautista, os le pido
—Al contrario, aun persiste en creeros para mi antes que á nadie.
el ente mas fantástico que imajinarse pue –Convenido, respondió Monte-Christo.
da; y hé aquí porque os echa de menos. – No es esto todo; dares mil recuerdos
–Jóven encantador, dijo Monte-Chris de mi parte á vuestro discreto mayor, al
to, y por el cual he sentido una viva sim señor Cavalcanti del Cavalcanti; y sipor
patia la primera tarde que le ví buscando casualidad desea casar á su hijo, buscadle
una cena cualquiera, y que tuvo á bien una mujer muy rica, noble, baronesa lo
aceptar la mia. Creo que es hijo del gene menos, yo os ayudaré por mi parte.
ral d'Epinay. —¡Ola ! ¿tambien vos teneis interés?...
–Justamente. –Si, si.
—El mismo que fué tan miserablemen —No lo creyera, á fé mia.
te asesinado en 1845. –¡Ah! conde, escamó Morcerf, que
–¿Por los bonapartistas? servicio me hariais y como os apreciaria
–¡Cierto ! ¿No tiene él proyectos de cien veces mas, aun sigracias á vos, per
matrimonio? maneciese soltero, siquiera por diez años.
–Si, debe casarse con la señorita de –Todo es posible, respondió grave
Villefort. mente Monte-Christo; y despidiéndose de
—¿De veras? Alberto, entró en su habitacion y llamó
—Tan cierto como que yo debo casarme tres veces sobre el timbre.
con la señorita Danglars, respondió Alber Bertuccio sepresentó.
to, riendo. —Señor Bertuccio, dijo, ya sabreis que
el sábado recibo en mi casa de Antenil.
–¿Os reís?
–Si. Bertuccio se estremeció ligeramente.
–¿Y por qué? —Bien, señor, dijo.
–Me rio porque me parece que tiene —Os necesito, continuó el conde, para
Franz tanta simpatia por su matrimonio, que todo se prepare como sabeis. Aquella
como hay entre la señorita Danglars y yo. casa es muy hermo a, ó á lo menos pue
Pero en verdad, conde, que hablamos de de ser muy llermosa.
las mujeres como las mujeres hablan de –Para eso seria preciso cambiarlo todo,
los hombres; ¡esto es imperdonable ! señor conde, lasparedes ha envejecido.
Alberto se levantó. —Cambiadlo todo, escepto una sola ha
-¿Os vais? bitacion, la de la alcoba de damasco en
ALBUM. 11)
carnado; la dejareis lo mismo que está ac-to, y que, apenas hubo oido la respuesta
tualmente. afirmativa del portero, se dirigió hácia la
Bertuccio se inclinó. escalera
—Tampoco tocareis al jardin; pero del| La cabeza pequeña y angulosa de este
patio hareis lo que mejor os parezca; que|hombre, sus cabellos canos, su bigote es.
daré contento sinadie pudiese reconocerlo.|peso y gris, le hicieron reconocer por Bau
–Haré todo lo que pueda, porque el tista, que ya tenia conocimiento de las se
señor conde quede satisfecho; sin embar ñas del personaje que le esperaba en el
go, quedaré mas tranquilo siquisiera vues vestíbulo.Así, pues, apenas pronunció su
tra escelencia decirme susintenciones pa nombre, que oyó el inteligente servidor,
ra la comida. el conde de Monte-Christo tuvo noticia de
—En verdad,mi querido señor Bertuc su llegada.
cio, dijo el conde, desde que estais en l'a Introdujéronle en uno de los salones
ris os encuentro desconocido: ¿no os acor mas sencillos. El conde le esperaba allí y
dais ya de misgustos, de misideas? salió á su encuentro con aire risueño.
–Pero en fin; ¿podria decirme vues —Oh caballero, bien venido seais. Os
tra escelencia quién asistirá? esperaba.
—Aun no lo sé, y tampoco vos teneis —¡De veras! dijo el mayor Cavalcanti
necesidad de saberlo. ¿me esperaba vuestra escelencia?
Bertuccio se inclinóy salió. —Sí, fuí avisado de vuestra visita para
XVI. hoy á lassiete.
EL MAYora cAvALCANT1. —¿De mivisita?¿con qué estabais avi
Ni el conde ni Bautista habian mentido sado?
al anunciar á Morcerf esta visita del ma —Oh, si por cierto.
yor Cavalcanti, que servia á Monte-Chris -¡Ah! tanto mejor, temia, lo confie
t) de pretesto para reusar la comida que so, yo creíaque habrian olvidado esta pre
le ofrecian. caucion.
Lassiete acababan dedar, y elseñor Ber –¿Cuál?
tuccio, segun la órden que habia recibido, —La de avisaros.
habia partido dos horas antes para Ante –¡Oh ! ¡ no !
nil, cuando un fiacre se detuvo á la puer -¿Pero estais seguro de no engañaros?
ta del palacio,ypareció huir avergonza –Segurísimo.
do, apenas hubo dejado junto á la reja á —¿Era á mí á quien esperaba vuestra
un h mbre como de cincuenta y dos años, escelencia hoy á las siete?
vestido de una de esas largas levitas ver —Avos, sí. Por otra parte, pronto nos
des cuyo color es indefinible, un ancho podemos cerciorar.
pantalon de paño azul,unas botas bastan —¡Oh! sí me esperabais; dijo el ma
te limpias aunque con un barniz algo des yor, ¡no merece la pena!...
quebrajado, guantes de ante, un sombre —¡ ital ! ¡sital ! dijo Monte-Christo.
ro que tenia la forma del de gendarme, y El mayor pareció ligeramente inquieto.
una corbata negra; tal era el pintoresco —Veamos, dijo Monte-Christo, ¿no sois
traje bajo el cual se presentó el personaje el marqués Bartolomeo Cavalcanti?
que llamó á la reja, preguntando si era —Bartolomeo Cavalcanti,pepitió elma
allí donde vivia el conde de Monte-Chris yor con regocijo, eso es.
120, ALBMI,
—Justamente. Ahora, pues, como yo tro padre está aquí en efecto y es busca.
nunca he conocido otro Simbad el marino El conde, desde que entró en el salen
que el de las Mil y una noches.... nohabia cesado de observar al jóven, ha
—¡Pues bien ! este es uno de sus des biendo admirado la firmeza de su mirada
cendientes, uno de mis amigos muy rico, y la seguridad de su voz; pero á estas pa
un inglés mas que original, casi loco, cu labras tan naturales: l'uestro padre está
yo nombre verdadero es lord Wilmore. qui en electo y os busca, eljóven Andrea
–¡Ah! eso ya va aclarando mis dudas, se estremeció y esclamó:
dijo Andrea. Luego entonces, ese es el mis —¡Mi padre! ¡ mipadre aqui!
mo inglés que yo he conocido.... en....sí —Sin duda, respondió Monte-Christo.
muy bien !..... señor conde, soy vuestro vuestropadre el mayor BartolomeoCaval
servidor... canti.
—Si es cierto lo que estais diciendo, re | La impresion de terror que se pintó en
puso sonriendo el conde, espero que ten las facciones del jóven se borró casi en un
gais la bondad de darme algunos detalles momento.
acerca de vuestra familia... ¡y de vos! -¡Ah! si, es verdad, dijo; el mayor
–Con mucho gusto, señor conde . re Bartolomeo Cavalcanti. ¿Y decís, señor
puso el jóven con una volubilidad que pro conde, que está aquí mi querído padre?
baba la solidéz de su memoria. Yo soy, —Si señor, aun podria añadir que
como vos habeis dicho, el conde Andrea acabo de separarme de él; que la historia
Cavalcanti, hijo del mayor Bartolomeo que me ha contado de su hijo perdido me
Cavalcanti, descendiente de los Cavalcanti ha conmovido mucho á la verdad; sus do
inscritos en el libro de oro de Floren lores, sus temores, sus esperanzas respecto
cia. Nuestra familia, aunque muy rica, á este punto compondrian un poema su
puesto que mi padre posee medio millon namente tierno. En fin, un dia recibió
de renta, ha sufrido bastantes desgracias, ciertas noticias que le anunciaban que los
y yo mismo, caballero, fuí robado á la raptores de su hijo ofrecían devolvérsele
edad de cinco á seis años por un ayo in mediante una suma lbastante crecida. Pero
fiel. de suerte que hace quince años que nada detuvo á este buen padre, la suma
no he visto al autor de mis dias. Desde fué enviada á la frontera del fiamonte,
que entré en la edad de la razon, desde con un pasaporte para Italia. ¿Vos esta
que soy libre y dueño de mi volutad, le bai en el mediodia de la Francia, segun
busco, pero inútilmente. En fin..... esta CreO'? " " .. . . . . "
carta de vuestro amigo Simbad el marino — i señor, respondió Andrea con aire
me anuncia que está en Paris, y mue auto confuso; s", yo estaba en el mediodia de
riza á dirigirme á vos para recibir noticias la Francia.
suyas. -¿Un carruaje os esperaba en Niza?
—En verdad, caballero, todo lo que me —Eso es, caballero; me condujo de Ni
contais es muy interesante, dijo el conde, za á Génova, de Génova áTurin, de Tu
que miraba con sombria satisfaccion aquel rin á Chambery, de Chambery á Pont de
rostro atrevido, de una belleza semejante Beauvoisin, y de Pont de Beauvoisin á
á la del angel malo, y habeis hecho muy Paris.
bien en conformaros en todo con la invi –Perfectamente: esperaba hallaros en
tacion de mi amigo Simbad, porquevues el camino, porque esta era la ruta que él
ALB. 42
seguia; por cuya razon fué trazado vues que, por consiguiente, pueden pasarse sis
tro itinerario de esta manera. originalidades, aunque le arruinan, he
–Pero, dijo Andrea si me hubiese en prometido seguir sus instrucciones. Aho
contrado, mi querido padre, dudo que me ra, caballero, no os enojeis, por las pre
hubiera reconocido; desde que le ví por guntas que voy á haceros, tengo casi de
última vez hace quince años he cambiado recho á ellas: desearia saber si las desgra.
bastante. cias que os han acaecido, desgracias inde
—¡Oh! la voz de la sangre, dijo Mon pendientes de vuestra voluntad, y que no
te-Christo. disminuyen en ningun modo la considera
—¡Ah! sí, es cierto, repuso el jóven, cion que yo os guardo; no os han vuelto
¡ no me acordaba de la voz de la sangre! estraño á este mundo en el que vuestra
—Ahora, dijo Monte-Christo, una sola fortuna y vuestro nombre tanto debían
cosa inquieta al marqués de Cavalcanti, y figurar. -
–¡Y bien me encarga que os entre —Está bien, iremos; dijó el mayorto
gue esto. |mando su sombrero.
–¿A cuenta de mi renta? Los dos Cavalcanti saludaron al conde
—No; para vuestros gastos de instala y salierón.
cion. -
mitan que los conduzcanos á la huerta! Al cabo de media hora de paseo, las
próxima á la casa del señor de Villefort, dos jóvenes se alejaron. -
cia admirando el contraste que habia en-. dono entre miy Eugenia, porque al ha
tre las dos jóvenes, entre aquella rubia de blarle del hombre que no po Gr,
«jos lánguidos y de cuerpo flexible como pensaba en el hombre que ano.
un hermoso sauce, y aquella morena dé -Cuan buena sois en todo, Valentina,
y poseeis lo que la señorita Danglas nó
mirada altanera y de cuerpo tan erguido tendrá nunca; ese encanto infinito que es
como un álamo: ademas en esta compa en la mujer lo que el perfume en la flor,
racion entre dos naturalezas tan opuestas, lo que el sabcr en la fruta: porque no to
toda la ventaja, en el corazon del jóvenido en una flor es el ser bonita, ni en una
al menos, estaba por Valentina. fruta ser sabrosa.
1U9
M31 ALBUI.
–Vuestro amor os hace ver las cosas de —¡Ah! ya comprendo.
cse modo, Maximiliano! —¡Y bien !... ¿que prueba esto? pre
–No, Valentina, os lojuro. Mirad, os guntó Valentina.
estaba mirando á las dos hace poco, y os -Nada, dijo Maximiliano sonriendo.
juro por mi honor, que haciendo justicia —Entonces, preguntó Valentina, ¿por
tambien á la belleza de la señorita Dan que os sonreís á vuestra vez?
glars, no comprendia como un hombre po —¡Ah! dijo Maximiliano, bien veo que
dia enamorarse de ella. -
vos tambien mirabais, Valentina.
—Es que como vos deciais, Maximilia —¿Quereis que me aleje?
no, yo estaba alli, y mi presencia os hacia —! Oh! no, no, pero volvamos ávos.
ser injusto.
—¡Ah! si, es verdad, porque apenas
—No, pero decidme.... respondedme á tenemo s diez minutos que pasarjuntos.
una pregunta que emana de ciertas ideas —¡Dio s inio! esclamó Maximiliano cons
o a
e que yo tenia respect á la señorit Dan ternado .
—Sí, Maximiliano, teneis razon, dijo
glars.
–¡Oh! injustas, desde luego lo digo con melancolia Valentina: y en mi temeis
sin saberlo. Cuando nos juzgais á nosotras tina pobre amiga. ¡Qué vida os hago lle
pobres mujeres, no debemos esperar nin var, pobre Maximiliano, ávos tan digno
de ser feliz l Bien me lo echo en cara,
guna induljencia.
—En cambio¿las mujeres son muy jus creedme.
tas lasunas respecto á las otras? —Y bien, ¿qué os importa, Valentina;
–Porque casi siempre hay pasion en siyo me encuentrofeliz asiº Sieste esperar
s
nuestro juicios . Pero volvam os ávuest ra eterno me parece suficientemente pagado
con cinco minutos de poder disfrutar de
pregunta.
–¿La señorita Danglars ama á otro y vuestra vista, con dos palabras de vuestra
por eso teme tanto su casamiento con el boca, y con esa conviccion profunda, eter
señor de Mlorcerf? na, de que Dios no ha creado dos corazo
–Maximiliano, os he dicho que yo no nes tan en armonía como los nuestros, y
era amiga de Eugenia. sobre todo que no los ha reunido milagro
—¡Oh! pero sin ser amigas, las jóvenes samente, para separarlos.
se confian sus secretos, convenid en que le –Bueno, gracias, esperad por los dos,
habeis hecho algunas preguntas acerca de Maximiliano, siempre es una felicidad.
esto. ¡Ah! os veo sonreir. —¿Por qué me dejais hoy tan pronto,
Valenti na ?
–Si es asi, Maximiliano, ¿no vale la
–No sé; la señora de Villefort me ha
pena tener entre nosotros esta separacion
de tablas?
suplicado que vaya á su habitacion para
hacerme una comunicacion , de la cual
—Veamos, ¿que os ha dicho?
—Me ha dicho que no amaba á nadie, depende una parte de mi fortuna. ¡Oh!
dijo Valentina; que tenia horror al casa ¡ Dios mio! que tomenmifortuna, yo soy
miento; que su mayor alegria hubiera si bastante rica, y despues de haberla toma
do llevar una vida libre é independiente, do que me dejen tranquila y libre: vos
y que casi deseaba que su padre perdiese me amareis tambien pobre,¿no es cierto
Morrelº
su fortuna para hacerse artista como su
–Yo os amaré siempre, sí: ¿qué me
amiga la señorita Luisa de Armilli.
ALIEUMI. 433
¿Pero no temeis Valentina, que esa co rarme áun convento, ella habia, á pesar
municacion sea alguna noticia relativa á de las observaciones que me hizo antes,
vuestro casamiento? recibido mi proposicion con gozo, mi pa
--No lo creo. dre tambien hubiera consentido, estoy se -
–Sin embargo, escuchadme, Valenti gura; solo mi abuelo fué el que me detu
na, y no os asusteis, porque mientras viva vo. No podeis figuraros,Maximiliano, que
no seréjanás de otra. espresion hay en los ojos de ese pobre an
—¿Créeis tranquilizarme diciéndome ciano, que á nadie sino a mí ama en el
eso, Maximiliano? mundo, y que, Dios me perdone si es una
–Perdonad, teneis razon. ¡Pues bien ! blasfemia , tampoco es amado de nadie
yo queria decir que el otro dia encontré mas que de mí. Si supiéseis cuando supo
al señor de Morcerf. mi resolucion, como me miró , ¡ cuántas
—¡Y bien ! quejas habia en aquella mirada, y cuanta
—El señor Franz es su amigo, como desesperacion en aquellas lágrimas que ro
vos sabeis. daban por sus inmóviles mejillas! ¡Ah!
—Sí, ¿y qué? Maximiliano, entonces esperimenté una
–¿Y qué?... 1na recibido una carta de especie de remordimiento, me arrojé á
Franz en que le anuncia su próxima vuelta. sus pies gritándole: ¡perdon, perdon, pa
Valentina palideció y tuvo que apoyar dre mio! harán de mí lo que quieran, pe
se en la reja. ro no me separaré nunca de vos. Enton
–¡Ah! ¡Dios mio! dijo, ; si así fuese! ces levantó los ojos hácia el cielo! Mlaxi
pero no, porque entonces no seria la seño miliano, mucho puedo sufrir, pero aque
ra de Villefort la que me habria avisado. lla mirada de mi buren abuelo me la
—¿Por qué? pagado suficienteniente todos mis sufri
–Porque..... no sé... pero me parece unientos.
que la señora de Villefort, sin oponerse á —¡Querida Valentina! sois un ángel ,
ćl abiertamente, no le agrada este casa y en verdad no sé como he merecido la
miento. confianza que me haceis. Pero en fin, Va
—¡Oh! voy á adorar á la señora de lentina, ¿veámos cual es el interés que
Villefort de aquí en adelante. tiene la señora de Villefort en que no os
—¡Oh! esperad, Maximiliano, dijo Va caseis?
lentina con triste sonrisa. -¿No habéis oido hace poco que os
—En fin, si es antipática á ese casa dije que yo era rica, muy rica?Tengo por
miento, aunque no fuera mas que por des la dote mi madre cerca de 50,000 libras
baratarlo, admitiria tal vez alguna otra de renta; mi abuelo y mi abuela, el mar
proposicion. qués y la marquesa de Saint Merán deben
—No lo creais, Maximiliano; no son los dejarme otro tanto; el señor Noirtier tie
maridos los que rechaza la señora de Vi ne á lo menos intenciones visibles de ha -
llefort, es el casamiento. cerme su única heredera. De "esto resul
—¡Como ! ¡el casamiento! si tanto de ta, que comparado conmigo mi hermano
testa el casamiento, ¿por qué se ha ca Eduardo, que no espera ninguna herencia
sado? de parte de su madre, es pobre. Ahora,
A36 ALBUM.
pues, la señora de Villefort, ama á este rimentado la primera vez que he visto á
niño con entusiasmo, y si yo me hubiese ese hombre estraordinario.
hecho religiosa, toda mi fortuna recaía en —¿Un hombre estraordinario?
su hijo. —Si.
–¡Oh! que estraña es esa codicia en —¿A quien conoceis hace ya mucho
una muger jóven y hermosa. tiempo?
–Habeis de notar que no es por ella. —Hará unos ocho dias apenas.
laximiliano,sino por su hijo;y que lo que —¿Y llamais amigo vuestro á un hom
la achacais como un defecto, es casi una bre á quien conoceis despues de ocho dias
virtud mirado bajo el punto de vista del nada mas? ¡Oh! Maximiliano, os creia
amor maternal. mas avaro de ese bello nombre de amigo.
–Pero veamos, Valentina, dijo Morrel, —Teneis razon, Valentina; pero, decidi
si vos abandonaseis una gran parte de lo que querais, nada me hará cambiar este
vuestra fortuna á vuestro hermano? sentimiento instintivo. Yo creo que este
—¿Cual es el medio de hacer semejan hombre podrá mezclarse en todo lo bueno
te proposicion, dijo Valentina, y sobre to que me suceda de aqui en adelante, que á
do á una mujer que tiene sin cesar en losveces su mirada profunda parece conocer
lábios la palabra desinterés? ysu poderosa mano dirijir. -
amigo. –¿Yo?
—Escuchad, Valentina,¿habeis sentido –Si.
alguna vez por alguna persona una de esas -¿Quien es?
simpatías irresistibles que hacen, que aun —Es el mismö que ha salvado la vida á
que veais á esa persona por primera vez, vuestra madrasta y ásu hijo.
creais conocerla de mucho tiempo, y os –¿El conde de Monte-Christo?
—El mismo.
pregunteis ávos misma donde y cuando la
habeis visto, y que, no pudiendo acorda —¡Oh! esclamó Valentina, jamás pue
ros del lugar nidel tiempo, llegueis ácreer de ser mi amigo, lo es para eso demasiado
que es de un m undo anterior al nuestro, de mi madrasta.
y que esta simpatía no es mas que un re —¿Amigo de vuestra madrasta, Va
cuerdo confuso que se empieza á aclarar? lentina? su instinto nopuede fallar hasta
—Si, ¡oh l si... este punto; estoy seguro de que os enga
—¡Pues bien! eso es lo que yo he espe IlllS.
ALBUM. A37
—¡Oh!' si supieseis, Maximiliano… yo soy desgraciada; porque si hubierasido
pues ya no es Eduardo quien reina en la generoso, al verme sola y triste en medio
casa, es el conde; querido de la señora de esta casa, me habria protejido con esa
de Villefort que le considera como elhom influencia que ejerce; y puesto que él re
bre poseedor de todos los conocimientos presenta, segun vos decís, elpapel del sol,
humanos; admirado ¡oís! admirado de mi hubiera reanimado mi corazon con uno
padre, que segun dice, no ha oido nunca sus rayos. 1ecís que os ama, Maximilian
formular, con mas elocuencia ideas mas ¡Oh, Diosmio!¿vos que sabeis? los hom
elevadas: idolatrado de Eduardo, que ape bres siempre ponen un rostro risueño áun.
sar de su miedo á los grandes ojos negros oficial de cinco pies y ocho pulgadas co
del conde, corre á su encuentro apenas le vos, que tiene un buen bigote y un gra
vévenir, y le abre la mano donde siem sable, pero creen poder infundir temorá
pre encuentra algun juguete admirable;el una pobre jóven que no sabe mas que llo
conde de Monte-Christo no está aquí en I'31",
casa de mi padre; el conde de Monte —¡Oh! Vaientina, os engañais, os lo
Christo no está aqui en casa de la señora juro.
de Villefort; el conde de Monte-thristo —Si asi no fuése, veamos, Maximilia
está en su casa. no; si me tratáse diplounáticamente, es
—ues bien, querida Valentina; si las decir como un hombre que de un modo ó
cosas son como decís, ya debeis sentir ó de otro quiere simpatizar con todos los de
sentireis pronto los efectos de sú presencia. la casa, me hubiera, aunque no fuese mas
Si encuentra áAlberto de Mlorcerf en Ita que una vez, honrado con esa sonrisa,
lia, es para sacarle de las manos, de los que tanto me ponderais; pero no; me ha
bandidos; vé á la señora Danglars, y es visto desgraciada, comprende que no pue
para hacerla un regalo real; vuestra ma do serle útil en nada, y no fija la atencion
drasta y vuestro hermano pasan por de en mi. Quién sabe si, para hacer la corte
lante de la puerta de su casa, y es, para á mi padre, á la señora de Villefort ó á
que su Nubio les salve la vida. Este hom mihermano. no me perseguirá siempre
bre ha recibido evidentemente el poder de que pueda hacerlo? Veamos, francamen
influir sobre los acontecimientos, sobre los te, Maximiliano, yo no soy una muger
hombres y sobre las cosas; jamás he visto que se deba despreciar asi, sin razon, vos
gustos mas sencillos unidos á una magnifi me lo habeis dicho. ¡Ah! perdonadne,
cencia tan soberana. Su sonrisa es tan dul continuó la jóven al ver la impresion que
ce cuando me la dirije, que olvido cuan causaban en Maximiliano estas palabras.
amarga la encuentran otros. ¡Oh! decid hago mal, muy mal en deciros acerca de
me, Valentina, ¿os ha sonreido asiávos? ese hombre cosas que yo ni siquiera sen
¡Oh! si lo ha hecho asi, sereis feliz. tia ósospechaba. Mirad, no niego que ec
—¡Yo! dijo la jóven, ¡oh, Dios mio! sista esa influencia de que me hablais; y
Maximiliano, ni siquiera me mira: ó mas que no la ejerza sobre ni; pero si la ejer
bien, si paso por casualidad cerca de él ce, es de un modo pernicioso aniquila
aparta de mi su vista. O no esgeneroso, ó dor, como veis.
mo posee esa mirada profunda que lee en —Está bien, Valentina, dijo Morrel
corazones y que vos le suponeis, porque lanzando un suspiro, no hablemos mas de
sí poseyese esta mirada habria visto que esto; no le diré nada.
1 10
438 ALBUM.
— j Ay ! amigo mío, dijo Valentina; os¡ digo para mi que el conde , ese honnSffe
aflijo mucho , ya lo veo. j Oh ! y no po singular que todo lo adivina, ha queri
der estrechar vuestra mano para pediros| do buscar una ocasion en que presentar
perdon I pero convencedme á lo menos, me á los esposos Villefort; y algunas ve
solo os pido eso ; decidme que ha hecho) ces, os lo juro, procuro leer en sus ojo»
por vos ese conde de Monte -Christo. si ha adivinado nuestro amor.
—Mucho me embarazais, lo confieso, —Amigo mio, dijo Valentina, os to
Valentina , preguntándome que es lo que maria por un visionario y temeria verda -
el conde ha hecho por mi; ostensible na deramente por vuestro juicio , sino escn-
da, bien lo sé, pues, como os he dicho, ¡chase tan buenos razonamientos. ¡Cómo!
mi afecto hacia él es instintivo y no tienepvos creeis que no es casualidad ese en
nada de fundado. ¡ Ha hecho acaso algo) cuentro? En verdad reflexionadlo bien.
por mi el sol que me alumbra I No ; me Mi padre que no sale nunca fia estado á
calienta y á su luz os veo. ¿Ha hecho aca - punto de rehusar esa invitacion mas de
so por mi algo este ó el otro perfume? No; diez ^eces, pero la señora de Villefort que
su o'or recrea agradablemente uno demisi desea ardientemente ver en su casa á ese
sentidos; no tengo otra cosa que decir cuan hombre estraordinario , obtuvo con mu
do mepreguntan porque pondero este per cho trabajo que la acompañsae. No, no,
fume; mi amistad hacia él esestraña, como creedme, escepto á vos Maximiliano, no
la suya hacia mi. Una voz secreta me ad tengo á nadie á quien pedir que me so
vierte que hay algo mas que mera casua corra en esle mundo, mas que á mi abue
lidad en esta amistad recíproca é impre lo, un cadáver.
vista. Me parece encontrar alguna relacion Conozco que teneis razon, Valentina, 1
en sus menores acciones, en sus mas se y que la lógica se queda para vos. dijo
cretos pensamientos, entre mis acciones y Maximiliano; pero vuestra dulce voz, siem
mis pensamientos, Os vais á reir de mi, pre tan poderosa para mi, hoy no me con
Valentina , pero desde que conozco á ese vence.
hombre, se me lia ocurrido la idea ab —Ni la vuestra á mi tampoco, dijoVa-
surda de que todo el bien que me suceda lentina, y confieso que como no tengais
no puede emanar de nadie sino de él. Sin mas ejemplos que citarme....
embargo , he vivido treinta años sin ese| — Uno tengo, dijo Maximiliano dudoso;
protector , ¿ no es verdad ? no importa ; pero en verdad , me veo obligado á con
mirad un ejemplo: él me ha convidado á fesarlo, es mas absurdo que el primero.
comer para el sábado, ¿no es asi? na —Tanto peor, dijo Valentina sonrien-
da mas natural en el punto de amistad dose.
en que nos hallamos. Pues bien; ¿qué he| — Y sin embargo, continuó Morrel,
sabido despues? vuestro padre está convi para mi es muy concluyente, para mi qu
dado á esta comida, vuestra madrasta tam despues de diez años que hace que sirvo,
bien irá. Yo me encontraré con ellos, he debido la vida á uno de esos instintos
¿quién sabe lo que resultará de esta en que os dicen que hagais un movimiento
trevista? Estas son circunstancias muy sen hacia atras ó hacia adelante para que la
cillas en la apariencia; sin embargo, yo bala que debia mataros pase por vuestro
veo en esto una cosa que me asombra; lado.
ten^o en ello una confianza estrema. Yo, — Querido Maximiliano, porque no dais
ALBUM. 43)
importancia á mis oraciones por vos du fesarlo. Valentina, gané cinco mil francos.
rante ese peligro? uando stais fuera, no Nos separamos á media noche. Yo no spin
es por mi por quien rue, o á Dios y á mi de contenerme, tomé un cabriolé é hire
madre, sino por vos. que me condujeran á casa de mi tratante
–Si, desde que os conozco, dijo Mor de caballos. Palpitábame el corazon de ale
rel sonriéndo, pero ¿y antes de que os co gría. Llamé, me abrieron: apenas ví la
nociese, Valentina ? puerta abierta, me lancé á la cuadra, miré
–Vaya pues,ya que nada quereis de al pesebre. ¡Oh, felicidad! Medeal es .
berme, ingrato, volvamos á ese ejemplo taba allí: cojo una silla que hallo á mano,
que vos mismo confesais que es absurdo. se la pongo y le paso la brida, prestandose
–¡Pues bien! mirad por las rendijas á todo Medeah con la mejor voluntad de l
de las tablas aquel caballo nuevo en que mundo. Entregando despues los 4,500
he venido hoy. francos al dueño del caballo, salgo y paso
–¡Oh! ¡qué hermoso animal ! escla la noche paseándome por los campos Eli
móValentina. ¿Por qué no le habeis trai seos. He visto luz en una ventana de la
“do juntoá la rejapara contemplarle mejor? casa del conde, aun he creido ver su son
-En efecto, como veis, es un animal bra detrás de las cortinas..... Ahora, Va
de gran valor,dijo Maximiliano. ¡Bueno! lentina, juraria que el conde ha sabidoque
vos sabeis que mi fortuna es limitada, y yo deseaba poseer aquel caballo, y que la
que soy lo que se llama un hombre arre perdido ápropósito para hacérmelo con
glado. ¡Pues bien ! yo habia visto en casa prar.
de un mercader de caballos ese magnífico —Querido Maximiliano, dijo Valentina,
Medeah, asíle llamo. Pregunté cuanto va Sois demasiado fantástico.... ¡Oh! no ne
lia, me contestó que 4,500 francos; como amareis mucho tiempo... Un hombre así
comprenderéis, me abstuve de comprar se fastidiaria al momento de una pasion
lo aunque lo contemplé por algun tiem mónotona como la nuestra... Pero, ¡gran
¿po y me fuí, lo confieso, bastante triste, Dios! ¿no oís que me llaman?
porque el caballo me habia mirado con —¡Oh! ¡Valentina! dijo Maximiliano,
ternura, me habia acariciado con su ca or la rendía de las tablas... dadme un
beza y había hecho mil corbetas cuan dedo vuestro siquiera para que lo bese.
do le probé, del nodo mas agradable que -Maximiliano, hemos dicho que seria
darse puede.Aquella misma tarde se reu mos el uno para el otro dos voces, dos
nieron en mi casa algunos amigos el señor sombras!
de Chatean-Renaud, el señor Debray, y —¡Ah!... como gusteis, Valentina.
otros cinco ó seis malas cabezas. que vos —¿Quedarcis contento si hago lo que
teneis la dicha de no conocer ni aun de pedís?
nombre. Propusieron que se jugase un po —¡Oh! ¡ sí! ¡sí!...
co, yo no juego nunca,porque no soy rico Valentina subió sobre un banco, y pasó,
para poderperder, ni tan pobre que de no un dedo, sino toda su mano por enci
see con ansia ganar. Pero en fin, yo esta ma de las tablas.
ba en ni casa y no tuve mas remedio que Maximiliano arrojó un grito de alegría,
ceder. Cuando íbamos á empezar, llegó el y lanzándose á su vezsobre las tablas, se
conde de Monte-Christo, tomó parte, se apoderó de aquella mano adorada y es
jugó y yo gané; apenas me atrevoá con tampó en ella sus ardientes labios; pero al
10 ALBUM.
punto la delicada mano se deslizó entre anciano Villefort, cuyas cejas negras con
las suyas, y el jóven oyó correrá Valenti-trastaban con la blancura de su larga ca.
na asustada tal vez de la sensacion que bellera; en aquellos ojos negros se habían
acababa de esperimentar. concentrado toda la actividad, toda la vida,
XX.
toda la fuerza, toda la intelijencia que an
EL señor Norrier DE v1. LEFoRT, tes pertenecian á aquel cuerpo. En efecto,
Ahora veremos lo que habia pasado en faltábale movimiento á aquel brazo, falta
la casa del procurador del rey despues de ba sonido á la voz, actitud al cuerpo; pero
la partida de la señora Danglars y de su aquellos ojos suplian á todo; él mandaba
hija, y durante la conversacion que aca con los ojos, daba gracias con los ojos tam
bamos de referir. bien; era un cadáver con los ojos anima
El señor de Villefort, habia entrado eu dos, y nada era mas espantosoá veces que
la habitacion ocupada por su padre segui aquel rostro de mármol, cuyos ojos espre
do de su esposa en cuanto áValentina ya saban unas veces la clera, otras laalegria;
sabemos donde estaba. tres personas únicamente sabian compren -
Los dos esposos, despues de haber sa der el lenguaje del pobre paralítico; eran
ludado al anciano, despues de haber des Villefort, Valentina y el antiguo criado de
pedido á Barrois, antiguo criado que ha que hemos hablado. Pero como Villefort
cia mas de veinte años que servia en la no le veia sino muy rara vez, y por decir
casa, tomaron asiento á su lado. lo asi, cuando no tenia otro remedio; co
El señor Noirtier, sentado en su gran mo cuando le veia, no procuraba compla
sillon con ruedas donde le colocaban por cerle comprendiéndole; toda la felicidad
la mañana y de donde le sacaban por la del anciano reposaba en su nieta; y Valen
|
noche, sentado delante de un espejo que tina habia logrado á fuerza de cariño y
reflejaba toda la habitacion y le permitia constancia, comprender por la mirada to
ver, sin hacer un movimiento imposible dos los pensamientos del anciano; á este
en él, quien entraba en su cuarto y quien lenguaje mudo é inintelijible para otro
salía de él: el señor Noirter, inmóvil co cualquiera, ella respondia con su voz, con
mo un cadáver, miraba con ojos inteligen su fisonomia, con toda su alma; de suerte
tes y vivos á sus hijos, cuya ceremoniosa que se entablabandiálogos animados entre
reverencia le anunciaba que iban á dar al aquella jóven y aquel cadáver próximo á
gun paso oficial y desesperado. convertirse en polvo, y que era sin embar
La vista y el oido eran los dos ú icos go un hombre de talento inmenso, de un a
sentidos que animaban aun como dos lla- penetracion inaudíta, y de una voluntad
mas aquella masa humana, perteneciente tan poderosa como puede serlo el alma en
casi á la tumba; mas de estos dos sentidos cerrada en una materia por la cualhaper
uno solo podia revelar la vida interior que dido el poder de hacerse obedecer.
animaba á la estátua, y la vista que de-| Valentina habia resuelto este estraño
nunciaba esta vida interior se asemejaba á problema de comprender el pensamiento
una de esas luces lejanas que durante la del anciano para comunicarle su propio
noche muestran al viajero perdido en un"pensamiento y gracias á este estudio, ni
desierto que aun hay un ser viviente que siquiera una palabra dejaban de compren
veia en aquel silencio y aquella oscuridad.der tanto uno como otro.
Asi pues, en aquellos ojos negros del En cuanto al criado, como despues de
ut. 11
veinte y cinco años, segun hemos dicio "La señora de villefort tomóá su vez la
servia á su amo, conocia tambien todas palabra y se apresuróá añadir:
sus costumbres, de modo que rara vez tenial –Hemos creido que esta noticia sería
que pedirle algo Noirtier. |de algun interés para vos, señor; por otra
De consiguiente, Villefort no teniane |parte, Valentina ha parecido merecer
cesidad de los socorros ni de uno ni desiempre vuestro afecto; solamente nos res
otro para entablar con su padre la estrata deciros el nombre del jóven que se a:
ña conversación que venia á provocar destinado. Es uno de los mejores partid,
Tambien él conocía el vocabulario del an-á que puede aspirar Valentina; una bue
ciano y si no se servía de él con mas fre-fortuna y perfectas garantías de fiedad
cuencia, era por fastidio ó por indiferen en la conducta y los gustos del que ledes
cia. Dejó, pues, bajar al jardin áValenti-|tinamos, y cuyo nombre no debe seros
na, alejóá Barrois, y despues de haberto-|desconocido. Se trata del señor Franz de
mado asiento á la derecha de su padre|Quesnel, baron d'Epinay.
mientras que la señora de Villefort sesen-| Villefort durante estas palabras de su
taba á la izquierda, esclamó: |mujer, fijaba sobre el ancia o una mirada
—Señor, no os admireis de que Va-|mas atenta que ntinca. Cuando la señora
lentina no haya subido con nosotros, y que de Villefort pronufició el nombre de Franz,
yo haya mandado alejará Harrois, porquellos ojos de Noirtier, que tanto conocia su
la conferencia que vanosátener juntos es hijo, se estrenecieron, y los párpados di
de esas que no pueden tener lugar delan-latándose como fubieran podido hacerlo
te de una jovenó un criado; la señora de los lábios para "dejar pasar una palabra
villefort y yo tenemos que lacérós una"|dejaron básir una chispa.
*: El procurador del rey que conocia las
rostro de Ñoirtier permaneció impa|antiguas enemistades de política que ha
sible durante este preámbulo; en vibían existido entre su padre y el padre de
procuró Villefort penetrar los pensamien Franz, comprendió este fuego y esta ajita,
tos profundos del anciano en aquel mo- pero sin embargo, la dejó pasar co
mento. |no inafercibida; y volviendo á tomar la
—Esta comunicacion, continuó el propalabra donde la habia dejado su mujer.
curador del rey con su tono glacial, y que –Callallero, dijo, es muy importante
parecia no sufrir ninguna contestación, s-|que próxima como se encuentra Valentilla
tamos seguros, la señora de Villefort y yo. cultir los diez y nueve años, se piense
que será de vuestro gusto. . . . |en establecerla. No obstante, no os hemos.
El anciano seguía impasible, si bien no olvidado 6) nuestras conferencias, y nos
perdia una sola pa abra, hemos asegurado de antenano de que el
—Caballero, repuso Villefort, casamos marido de Valeñtina aceptaria vivir, si,
áValentina. -
á nuestro lado, porque tal vez incomoda
".
Una figura de cera no permaneceriariamos á unos jóvenes esposos, al menos
mas fria al oir esta noticia quie el rostro con vos á quien tanto cariño profesa Va
anciano
del–El casamiento
· . tendrá lugar dentro de lentina.
"deci y. que pareceis
cariño que
- p -devolverla:; es
-
dreis para cuidaros dos hijos en vez desaba el desdén profundo y la cólera inte
I10, ligente.
Los ojos de Noirtier parecieron injectar Villefort por su parte respondió á es
le de sangre. ta mirada encogiéndose ligeramente de
Alguna cosa espantosa debia pasar en es hombros.
alma de aquel anciano, seguramente el Despues hizo señas á su esposa de que
grito del dolor y la cólera subia á su se levantase.
garganta, y no pudiendo estallar, le aho —Ahora, caballero, dijo la señora de
gaba,porque su rostro se enrojecia y sus Villefort, recibid todos mis respetos. ¿Que
lábios se amorataron. réis que venga á presentáros los suyos
Villefort abrió tranquilamenteuna ven Eduardo?
tana, diciendo: -
Se habia convenido que el anciano es
—Mucho calor hase aquí, y este calor presase su aprobacion cerrando los ojos,
puede hacer daño al señor Noirtier. su negativa cerrándolos precipitadamente
Despues se acercó, massin sentarse. y repetidas veces, y cuando miraba al cie
-Este casamiento, añadió la señora de lo era que tenia algun deseo que espresar.
Villefort, agrada al señor d'Epinay y á su Siqueria llamará Valentina cerraba so
familia; por otra parte sufamilia se com amente el ojo derecho.
pone solamente de un tio y de una tia. Si queria llamar á Barrois, el ojo iz
Su madre murió en el momento de darle quierdo.
á luz, y su padre fué asesinado en 1815, A la proposicion de la señora Villefort,
es decir, cuando el niño tenia dos años, guiñó los ojos repetidasveces.
de consiguiente este casamiento depende La señora Villefort, sobrecojida por una
de su voluntad. negativa evidente se mordió los labios.
—Asesinato misterioso, dijo Villefort, –¿Quereis que os envie á Valentina?
y cuyos autores han permanecido desco dijo.
nocidos, aunque las sospechas han pare –Sí, esclamó el anciano cerrando los
cido recaer sobre muchas personas. ojos vivamente.
Noirtier hizotal esfuerzo que sus lábios El señor y señora de Villefort saludaron
se contrajeron como para sonreirse. y salieron dando en seguida la órden de
-Ahora, pues, continuóVillefort, los que llamasen á Valentina.
verdaderos culpables, los que saben que Apenaspasaron algunos momentos, Va
han cometido el crímen, aquellos sobre los lentina entró en la habitacion del señor
cualespuede recaer durantesu vida la jus Noirtiersonrosada aun por la emocion.No
ticia de los hombres y la justicia de Dios necesitó mas que una mirada para com
despues de su muerte, serian dichosos en prender cuanto sufria su abuelo, cuantas
hallarse en nuestro lugar yteneruna hija cosas tenia que decirla.
que oirecer al señor Franz d'Epiney para —¡Oh! buen papá, esclamó¿qué te ha
apagar hasta la apariencia de la sospecha. pasado?te han enojado?.... no es verdad
Noirtier se habia calmado con uña pron que estás enfadado?
titud que no se hubiera podido esperar de Sí, dijo cerrando los ojos.
aquella organizacion tan febril. —¿Contra quien? ¿contra mi padre?
Sí, comprendo, respondió con la mi no; ¿contra la señora de Villefort? no;
rada á Villefort, y aquella mirada espre ¿contra mí?
ALBUMI,
El anciano hizo señas de que sí. —Te han dicho entonces que el señor
—¡Contra mi! esclamó Valentina asom d'Epinay consentia en quepermaneciése
brada. mos juntos? -
las otras.
Hubo tal espresion de malicia y de pro A la palabra notario, Noirtier le hizo
fundidad en los ojos de Noirtier al oir es seña de que se parase.
tas espresiones, que la jóven creyó leer en —Notario, dijo ¿quieres un notario,
ellos estas palabras: buen papá? -
Te engañas, aun puelo hacer mucho El anciano hizo señas de que en efecto
portí. era un notario lo que deseaba.
-
ritu, espresó luego en voz alta sus pensa —Pues entonces le enviaremos á llamar
mientos á medida que se la iban presen
res?
e ¿Es eso todo lo que quie
tando á la imaginacion, y viendo que á
todo respondía su abuelo, no! Si. , , , , , " .
–Pues señor, dijo, recurramos al gran Valentina corrióá la campanilla y lla
medio, soy una torpe. " l mó a un criado para suplicarle que hicie
se venir inmediatamente al señor y señora
Entonces recitó una tras otra todas las
de Villefort al cuarto de su padre.
letras del alfabeto, desde la A hasta la N,
mientras que sus ojos interrogaban la es -¿Estás contento? dijo Valentina, si.
presion de los del paralítico; al pronun o creo, bien... no era muy fácil de adi
ciar la N, Noirtier hizo señas de que sí. vinar eso! . . . . ... ". "
Valentína fué á buscar un gran diccio — eñor, mi abuelo desea que se man
nario, que colocó sobre un atril delante de de Ilamará un notario.
Noirtier; abriólo, y cuando hubo visto| A este deseo estraño, y sobre todo ines
fijar en las hojas la mirada del anciano, perado, el señor de Villefort cambió una
su dedo recorrió rápidamente las colum niraba con el paralítico.
nas de arriba á abajo. , , , , Si, dijo este último con una firmeza
El ejercicio, despues de seis años que que indicaba que con ayuda de Valentina
Noirtier habia caido en el lastimoso estado y de su antiguo servidor qué sabía lo que
ALBUM. 445
deseaba, estaba pronto á sostener la lucha. "Tres cuartos de hora despues el criado
—¿Pedís un notario? repitióVillefort. entró con el notario.
¿Para qué? —Caballero, dijo Villefort despues de
Noirtier no respondió. |los primeros saludos, sois llamado por el
—¿Mas para qué necesitais un notario? señor Noirtier de Villefort á quien teneis
preguntó de nuevo Villefort. presente;una parálisis completa le ha qu
La mirada del paralitico permaneció in tado el uso de todos los miembros y de la
móvil, y por consiguiente muda, lo cual voz, y nosotros solo con gran trabajo lo
queria decir: Persisto en mivoluntad. gramos comprender algo de sus ideas.
–¿Para jugarnos alguna mala pasada? Noirtier dirigió una mirada á valent
dijo Villefort, no podria saber..... na, mirada tan grave é imperativa, que
—Pero, en fin, dijo Barrois, pronto á lajóven respondió al momento:
"nsistir con la perseverancia propia de los -Caballero, yo comprendo todo cuan
criados antiguos, si el señor quiere un no to dice mi abuelo.
tario, será porque tiene necesidad de él. -Es verdad, añadió Barrois, todo, ab
Asi, pues, voy á buscarle. solutamente todo, como os decia cuando
Barrois no reconocia otro amo mas que veníamos.
Noirtier, y no permitia nunca que sus vo —Permitid, caballero, y vos tambien
luntades fuesen contrariadas en nada. señorita, dijo el notario dirijiéndose áVi
Si, quiero un notario, dijo el anciano llefort y áValentina: es este uno de esos
cerrando los ojos con una especie de des casos en que el oficial público no puede
confianza, y como si hubiese dicho: proceder sin contraer una responsabilidad
Veamos si se me niega lo que pido. peligrosa. La primera necesidad es que
—Vendrá un notario, puesto que os el notario quede convencido de que hain
empeñais, caballero; pero yome escusaré terpretado fielmente la voluntad del que
con él, y tambien os escusaré á vos, por le dicta. Ahora, pues, yo no puedo estar
que la escena va á ser muy ridícula. seguro de la aprobacion ó desaprobacion
—No importa, dijo Barrois, yo voy á de un cliente que no habla; y como el
buscarle; y el antiguo criado salió triun objeto de sus deseos ó de sus repugnancias
fante. no puede serme probado claramente, mi
XX. ministerio es inútil y seria ejercido con
EL TESTAMIENTO, ilegalidad.
En el momento en que salió Barrois, El notario dió un paso para retirarse.
No rier miróáValentina con aquel inte Una sonrisa imperceptible de triunfo se
rés malicioso que anunciaba tantas cosas, dibujó en los lábios del procurador del
La jóven comprendió esta mirada y Ville. rey.
fort tambien, porque su frente se obscu Por su parte Noirtier miró á Valentina
reció, y sus cejas se fruncieron. con una espresion tal de dolor, que la j6.
ven detuvo al notario.
Tomó una silla, se instaló en el cuarto
del paralitico y esperó. —Caballero, dijo, la lengua que yo ha
blo con mi abuelo, es una lengua que se
Noirtier le miraba con una indiferencia
perfecta;pero de una guiñada habia indi puede aprender fácilmente; y lo mismo
cado áValentina que no se inquietase y que la comprendo yo,puedo enseñárosla
que se quedára tambien. en pocos minutos. Veamos, caballero,
112 . . .
446 ALBUMI.
¿qué necesitais para quedar perfectamen —Caballero, dijo, ¿creeis que un hon
te convencido de la voluntad de mi abuelo? bre haya sufrido impunemente un choque
–Lo necesario para que nuestras actas|físico tan terrible como el que esperimen
sean válidas, respondió el notario: es de tó el señor Noirtier de Villefort. sin que
cir, la certeza de la aprobacion. Se puede la parte moral haya recibido tambien un
estar enfermo de cuerpo;pero sano dees grave choque?
píritu. —No es eso precisamente lo que me in
–Pues bien, señor, con dos señales ad quieta, caballero, respondió el notario;
duirireis la certeza de que mi abuelo no pero cómo conseguiremos adivinar los pen
ha gozado nunca mejor que ahora de su samientos, á fin de provocar las respues
completa inteligencia. El señor Noirtier, tas?
privado de la voz, del movimiento, cier —Bien veis que es imposible, dijo Vi
ra los ojos cuando quiere decir que sí, y llefort.
los cierra muchas veces cuando quiere de Valentina y el anciano oian esta con
cir que no.Sabeis lo principal para con Versacion. Noirtier fijó una mirada tanfir
versar con el señor de Noirtier: 1 robad. me sobre Valentina, que esta mirada pro
La mirada que ianzó el anciano áVa vocaba evidentemente una contestacion.
lentina era tan tierna y espresaba tal re —Caballero, dijo la jóven, no os in
conocimiento, que fué comprendida aun quieteis por eso; por dificil que sea, ó que
hasta del notario. os parezca descubir el pensamiento de mi
—Habeis comprendido bien lo que aca abuelo; yo os lo revelaré, de modo que
ba de decir vuestra nieta? preguntó el no desvanezca todas vuestras dudas. Ya hace
tario. seis años que estoy con el señor Noirtier,
Noirtier cerró dulcemente los ojos y los pues que diga si durante ese tiempo ha
volvió á abrir despues de un momento. quedado en su corazon alguno de sus de
–¿Y aprobais lo que se ha dicho? es seos por no poder hacermelo comprender.
decir que las señales indicadas por ella No, respondió.
son aquellas con ayuda de las cuales ha —Ensayemos, dijo el notario; ¿acep
ceis comprender vuestro pensamiento? tais á esta señorita por intérprete?
Si, espresó de nuevo el anciano. El paralitico respondió que sí.
–¿Sois vos quien me ha mandado lla —Bien, veamos, caballero, ¿qué es lo
mar? quereis de mi? ¿qué clase de acta quereis
Si. hacer? -
-¿Para hacer vuestro testamento? Valentina fué diciendo todas las letras
Si. del alfabeto hasta la t.
–¿Y no quereis que me retire sin ha En esta letra la detuvo la elocuente mi
ber hecho este testamento? rada de Noirtier.
El paralítico cerróvivamente y repeti —La letra t es la que pide el señor, di
dasveces los ojos. jo el notario, está claro....
–¡Pues bien l caballero ¿comprendeis —Esperad, dijo Valentina, y volvién
ahora, preguntó la jóven, y descansara dose hácia su abuelo: ta.... te ...
vuestra conciencia? El anciano la detuvo en la segunda de
Pero antes de que el notario pudieseres estas sílabas.
ponder, Villefort le llamó aparte. Entonces Valentina tomó el diccionario
ALBUM. 447
y hojeó las pájinas á los ojos del notario costumbre, asistirá al acto. ¿Estais satisfe
atento. cho, caballero? continuó el notario diri
Testamento, señaló su dedo, detenido jiéndose al anciano. -
estar mas sano de espíritu. Pero Noirtier la miró con una espresion
Volviéndose despues hàcia el paralí tal de ternura que la jóven esclamó:
tico. -
—¡Oh, mi buen padre! bien lo veo,
—¿Con qué le dijo, poseeisnovecientos "solo me quitais vuestra fortuna, pero siem
mil francos de capital, que, del modo en pre¡Oh!
me conservaisvuestro corazon.
si, seguramente, dijeron los ojos
que están colocados, deberán produciros delparalítico cerrándose con una espresion
cuarenta mil francos de renta? |de la que Valentina no podia engañarse.
Si. -
mis esperanzas, de fortuna tal vez, y el Al ver el conde que los dos esposos em
porvenir de mi hija por un capricho de pezaban á hablarporparábolas,tomó un
anciano.... e aire distraido, y miró con la mas profun
– ¡Calle!... ¿qué decis? esclamó el da atencion y con las mayores señales
conde. ¿Novecientos mil francos habeis de aprobacion á Eduardo, que derramaba
dicho? ;Oh! esasuma merece, comode tinta en el bebedero de los pájaros.
cis, ser sentida aun deun filósofo. ¿Y quién –Querida, dijo Villefort respondiendo
os causa ese pesar? á su muger, bien sabeis que á mi no le
—Mi padre, de quien ya os he hablado. gusta echarla de patriarca en mi casa, y
—; El señor Noirtier! Pero vos me ha que jamás he creido que la muerte del
beis dicho, si mal no me acuerdo, que universo dependiese de un movimiento de
tanto él como todas sus facultades están mi cabeza. sin embargo, importa que mis
completamente paralizadas.... decisiones sean respetadas en mi familia
–Si, sus facultades físicas porque no y que la locura de un anciano y el capri
puede moverse; no puede hablar, y sin cho de una niña no destruyan un proyec
embargo, piensa, desea, obra como veis. to fijo en mi imaginacion despues de mir
Hace cinco minutos que me he separado chos años. El baron d'Epinayera mi amigo,
de él, y en este momento está ocupado en una alianza con su hijo sería muy conve
dictar un testamento á dos notarios. niente,
—Pero, ¿ha hablado? —No sois de opinion, dijo la señora de
—No; se ha hecho comprender. Villefort, de que Valentina está de acuer
–¿Como? con él?..... en efecto..... siempre ha sido
–Por medio de la mirada; sus ojos han opuesta á ese casamiento, y no me admi
seguido viviendo, y bien lo veis, matan. raria que todo lo que acabamos de pre
—Amigo mio, dijo la señora de Ville senciar fuese un plan concertado entre
fort que acababa de entrar, tal vez exaje ellos.
rais la situacion. –Señora, dijo Villefort,no se renuncia
— eñora.... dijo el conde inclinándose así, creedme,á una fortuna de nuevecien
La señora de Villefort saludó al conde tos mil francos.
con la sonrisa mas amable. —Renunciaba al mundo, caballero,
—Pero ¿qué es lo dice el señor de Vi ¡puesto que hace un año queria entrar en
llefort?preguntó Monte-Christo;¿y qué un convento ! -
–Yopienso como el señor de Villefort, que la cumple aun cuando sea en perjui
dijo Monte-Christo fijando su mirada so-|cio suyo; ¿cómo no la cumplirá cuando
bre la señora de Villefort; y si yo fuese gana en ello?
bastante amigovuestro para daros un con -Y, preguntó Villefort, ¿la rennion
sejo, os invitaria,puesto que el señor d'Epi tendrá lugar en vuestra casa de los Cam
nayva á volver pronto, segun me han di pos Eliseos?
cho, á anudar ese asunto de modo que –No, dijo Monte-Christo, y por eso
_fuese imposible desatarlo; le comprome tendrá mas mérito vuestra asistencia; es
eria de tal manera que no detuviese mas en el campo.
remedio que acceder á los deseos del se -¿En el campo?
ñor de Villefort. –Si.
Este último se levantó transportado de –¿Y donde? será cerca de Paris, no
una alegria visible, mientras que su mu es verdad?
ger palidecia ligeramente. —A media milla de la barrera, en An
—Bien, dijo: eso es todo lo que yope tenil.
dia, y yo me alegraria infinito de ser tan –¡ En Antenil! esclamó Villefort. ¡Ah!
buen consejero como vos, dijo presentan ¡es verdad! mi mujer me ha dicho que
do la mano á Monte-Christo. Asi, pues, ibais á Antenil algunas veces, puesto que
que todos consideren lo que ha sucedido alliteniais una preciosa quinta.¿Y en que
hoy, como si nada hubiese pasado; en ma sitio de Antenil?
da han cambiado nuestros proyectos. —En la calle de la Fontaine.
—Caballero, dijo el conde, el mundo –¿Calle de la Fontaine? repuso Ville
porinjusto que sea, sabrá apreciar como fort con voz ahogada; ¿y en que núme
es debido vuestra resolucion, os respondo ro?....
de ello; vuestros amigos se enorgullece —En el número 28.
rán, y el señor d'Epinay, aunque tuviese —Oh! esclamó Villefort..... luego en
que tomar sin dote á la señorita de Ville tonces à vos es á quien han vendido la ca
fort, tendrá un gran placer en entrar en sa del señor de Saint-Meran?
una famila que sabe elevarse á la altura –¿ Del señor de Saint-Meran? preguntó
de tales sacrificiospor cumplir su palabra Monte-Christo.¿Pertenecia esa casa alse
y su deber l ñor de Saint-Meran?
Y al acabar de pronunciar estas pala –si, repuso la señora de Villefort; y
bras, se habia levantado y se disponía á ¿creereis una cosa, señor conde?
partir. –¿Que?
—¿Nos dejais ya, señor conde? pre –¿Encontrais bonita esa casa, ¿no es
verdad?
guntó la señora de Villefort.
–Encantadora.
—Es preciso, señora, venia solo á re
–Pues bien, mi marido no ha querido
cordaros vuestra promesa para el sábado. habitarla nunca.
–¿Temiais que la hubiésemos olvidado? —¡Oh! repuso Monte-Christo, en ver
–Sois demasiado bondadosa, señora; dad, caballero, es esa una prevencion cuya
pero el señor de Villefort tiene á veces tan causa no puedo adivinar.
graves y tan urgentes ocupaciones... —No me gusta vivir en Antenil, caba
–Mi marido ha dado su palabra, caba llero, respondió el procurador del rey ha-
llero, dijo la señora de Villefort; bien veis|ciendo un esfuerzo sobre sí mismo.
ALBUMI. 455
conde con aquella sonrisa que tan terri la mitad; un abridor soberbio y que es»
ble y tan bondadosa sabia hacer, seguntaba escelente. ¡Nunca he comido otro
su voluntad; y que esta vez no espresaba igual !
mas que la bondad, yo no soy un gefe -¿Pues cómo le comisteis?.... pregum
que vengo áinspeccionar vuestras accio tó Monte-Christo.
nes, sino un simple viagero cenducidopor -Es decir, la mitad que quedaba, ya
la curiosidad y que empieza á echarse en comprendereis. Estaba esquisito, caballe
cara su visita al ver que os hace perder ro. ¡Ah! ¡diantre l Estos señores no es
vuestro tiempo. cojen los peores bocados. Lo mismo que
-¡Oh! mitiempo no importa, repuso el hijo de la tia Simon, no ha elejido las
el buen hombre con una sonrisa melancó peores fresas! Pero este año, continué el
lica. Sin embargo este tiempo pertenece jardinero, no sucederá eso, aunque tenga
algobierno y yo no debiera perderle, pe. que pasar la noche de centinela cuando
ro habia recibido la señal que me anun yo vea que están prontas á madurar.
ciaba que podia descansar una hora (ymi Monte-Christo habia visto bastante ya pa
ró hácia un reloj de sol, porque de todo ra poder juzgar. Cada hombre tienesu pa
habia en la torre de Montlhery) y ya veis, sion, lo mismo que cada fruta su gusano;
aun tenia diez minutos de que disponer; la del hombre del telégrafo, era como se
ademas mis fresas estaban maduras y un ha visto, una estremada aficion al cultivo
dia mas....¿Por otra parte, creeriais, ca de las flores y de lasfrutas....
ballero, que los lirones me lascomen? Pusose á arrancar algunas hojas de
—¡Calle!.... pues no lo hubiera crei la parra que impedian diese el sol á los
do, respondió gravementeMonte-Christo, racimos con lo que conquistó el corazon
es una vecindad muy mala la de los liro deljardinero.
nes, particularmente para nosotros que –¿El señor habrá venido tal vez para
no los comemos conservados en miel como ver el telégrafo? le dijo éste.
hacian los romanos. –Si señor, si es que no está prohibido
-¡Ah! ¿los romanos los comian?.... por los reglamentos.
esclamó el jardinero, ¿se comian los liro – ¡Oh! no señor, dijo el jardinero,
nes? atendido á que no hay nada de peligroso,
—Yo lo he leido en Pétrone, dijo el puesto que nadie sabe ni puede saber lo
conde. que decimos. -
—¿le veras?.... pues no dbee ser eso —Me han dicho, en efecto, repuso el
muy saludable. Por mas que se diga: gor conde, que repetis señales que vos mis
do como un liron. Y no es estraño, caba mo no comprendeis!
llero, que los lirones estén gordos, aten –Seguramente, caballero, y me agra
dido á que no hacen masque dormir todo da mas así, dijo riendo el hombre del te
el santo dia, y no se dispiertan sino para légrafo.
roer y hacer daño durante la noche. Mi –¿Por qué os agrada mas así?
rad, el añopasado,tenia yo cuatro alba –Porque de este modo no tengo res
ricoques; me comieron uno.Yo teniatam ponsabilidad.Yo soy una máquina,y con
bien un abridor, uno solo, es verdad que tal que obre no me piden mas.
esta es fruta rara;pues bien, caballero, –¡Diablo l dijo Monte-Christo, ¿ha
me lo devoraron.... es decir, devoraron bré dado por casualidad con un hombre
ALBUM, %)
que no tuviese ambicion?..... seria jugar ojos á fuerza de tanto mirar, pero al cabo
con desgracia. de uno ó dos años se acostumbra uno á
—Caballero, dijo eljardinero echando ello; luego despuestambien nosotros te
una ojeada hácia su reloj de sol, los diez nemos nuestras horas de recreo y nues
minutos van á espirar, yo vuelvo á mi tros dias de vacaciones..
puesto. ¿Quéreis subir conmigo? —¿Vuestros dias de vacaciones?
"–Ya os sigo. —Si.
Monte-Christo entró en efecto en la tor –¿Cuáles?
re dividida en tres piscs; el bajo contenia —Los dias en que hay neblina.
algunos instrumentos de labranza, como -¡Ah! es justo.
azadones, espiochas, regaderas apoyadas —Esos son mis dias de fiesta; bajo al
contra la pared; este era todo el mueblaje. jardin estos dias, planto, cavo, siembro...
El segundo piso era la habitacion ordi y en fin... se pasa el rato.....
naria ó mas bien nocturna del empleado; –¿Cuánto tiempo hace que estais aquí?
contenia algunosutensilios de poco valor, —Hace ya diez años y cinco de super
‘cómo una cama, una mesa, dos sillas, una numerariado... son quince...
cántara de barro, ademas algunas yerbas –Vos teneis...
secas colgadas del techo, y que el conde —Cincuenta y cinco años...
reconoció por guisantes de olor y albari —¿Cuánto tiempo de servicio necesitas
coques de España cuyas semillas conser para obtener la pension?....
vaba el buen hombre dentro de sus cap —¡Oh! caballero, veinte ycinco años.
sulas naturales; todo esto lo tenia tan bien —¿Y de cuánto es esa pension?....
guardado como hubiera podido hacerlo el —De cien escudos.
mejor botánico del jardin de plantas. •–¡Pobre humanidad! murmuró Mon
—Senecesita mncho tiempo para apren te-Christo.
-No es tan largo el estudio como el —Digo que eso es muy interesante.....
supernunnerariado. —¿El qué?...
-¿Y qué sueldo teneis?. ... —Todo lo que me enseñais..... ¿y vos
—Mil francos, caballero. nocomprendeis nada de vuestras señales?..
—No es mucho. —Nada absolutamente.
—No; pero dan la habitacion, como .—¿No habeis "procurado comprender
veis. nada ?...
Monte Christo miró el cuarto. —Jamás;¿y de qué me serviria?...
Pasaron despues al tercer piso; este era —Sin embargo, señales hay que se di
la pieza destinada al telégrafo. Monte rigen directamente á vos.
Christo miró sucesivamente los dos manu –ºin duda.
bios de hierro, con cuya ayuda el emplea —Y esas si las comprendereis.
do hacia mover la máquina. -
-Siempre son las mismas.
—Esto es muy interesante, dijo, pero -¿Y dícen?...
esta es una vida que deberá pareceros un —Nada de nuevo.... teneis una hora....
poco insípida? -
() lasta mañana...
-Sí, al principio duelen un poco los —Eso es del todo inocente, dijo el con
48) anum.
de; pero mirad ¿no veis á vuestro telé –¿De cuanto es esa multa?...
grafo opuesto que se pone en movimiento? –De cien francos.
—¡Ah! es verdad; gracias, caballero.| —La décima parte de vuestro sueldo;
—¿Y qué os dice? ¿comprendeis algo? esuna diversion!
—Sí, me preguntá si estoy pronto. —¡Ah! esclamó el empleado.
–¿Y le respondeis? —¿Os ha sucedido eso alguna vez dijo
-Por la misma señal, que revela á mi Monte-Christo.
colega de la derecha que estoy pronto, —Una vez, caballero, una vez que es
mientras que invita al de la izquierda á taba regando un rosal... -
que teneis interés en tomar mis quince bi -Por este poco trabajo tendreisalbari
lletes de banco, - ; ." . cogues buenos... .
–Caballero, mi colega de la derecha se El empleado empezó á maniobrar, .6In-
impacienta, redobla sus señales. |cendido el rostro y sudando á mares, el
—Dejadle obrar, y tomad. |buen hombre ejecutó una tras otra las tres
El conde puso el paquete en las manos señales que le dió el conde, á pesar de
del empleado. las espantosas dislocaciones del colega de
—Ahora, dijo, esto no es todo; con lla derecha , que no comprendiendo nada
vuestros quince mil francos no podreis vi de este cambio, empezaba á creer que el
vir. " hombre de los abridores se habia vuelto
-Conservaré mi destino. | loco,
—¡No; le perdereis! porque vais a ha En cuanto al colega de la izquierda, re
cer otro señal diferente de la de vuestro pitió concienzudamente las mismasseñales »
paquete, -
-No será muy largo como veis. -Que los venda á cualquier precio.
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462. ALBUM.
–¿Por qué?
|se consideraron arruinados y pasaron utia
-Porque don Carlos se ha escapadode mala noche.
Bourgesy ha entrado en España. Al dia siguiente se leia en el Moniteur: ,
-¿Como lo sabeis?... «No tenia ningun fundamento la noti
–¡Diantre! como sé yo todas las noti cia del Messager de anoche que anunciaba
cias?... la fuga de don Carlos y la sublevacion de
La baronesa no se lo hizo repetir otro Barcelona.
vez; corrió á ver á su marido, el cual cor «El rey don Carlos nohasalido de Bour
rióá su vez á casa de su ajente de cambio ges,y la peninsula goza de la mas perfecta
y le mandó que lo vendiese todo á cual tranquilidad.
quierprecio. «Una señaltelegráfica,malinterpretada
Cuando todos vieron que Danglarsven á causa de la niebla, ha dado lugará este
dia, losfondos españoles bajaron alpunto. error.»
Danglars perdió quinientos mil francos, Los fondos subieron el doble de lo que
pero se desembarazó de todos sus vales de habian bajado. -"
interés.... Esto causó á Danglars la pérdida de un
Aquella noche se leia en el Messager. millon.
Despacho telegráfico. –¡Bueno! dijo Monte-Christo á Mor
«El rey don Carlos se ha escapado de rel, que estaba en su casa en el momento»
Bourges, y ha entrado en España por la en que le anunciaban la estraña jugada de
frontera de Cataluña. Barcelona se ha su que habia sido víctima Danglars; acabode
blevado en favor suyo.» hacer por veinte y cinco mil francos un
Durante toda la noche no se habló mas descubrimiento por el que hubiera dado
que de la prevision de Danglars que habia cien mil.
vendido sus créditos, y de lafelicidad que –¿Que habeis descubierto? preguntó
habia tenido en no perder mas que qui Maximiliano.
nientos mil francos en semejante jugada. —Acabo de descubrir el medio de librar
Los que habian conservado susvales ó á un jardinero de los lirones que le comiaa
los que habian comprado los de Danglars, sus albaricoques.
Adq. C Zs -
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