Cuento Capitan Curasana y Las Vacunas 0

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El Capitán

Cura Sana
y las vacunas
A mi princesa. Porque con tu sonrisa nos enseñas cada dia
la magia y la belleza de la vida.

Autora
Natalia Ramos
Licenciada en Medicina por la Universidad de
Valladolid. Doctora en Medicina por la Universi-
dad de Alcalá. Especialista en Pediatría.
Subespecialidad en Cuidados Intensivos Pediátricos por el
Hospital Ramón y Cajal de Madrid.
Pediatra Intensivista en Hospital Virgen de la Salud de Toledo.

Ilustración
Emma Martínez

Maquetación
Artur Marfà

ISSN: 2339-854X

© Edúkame Servicios y contenidos educativos S.L.

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Daniela recién había cumplido los 4 años, cuando esa
noche su mamá le dijo al irse a dormir:

– Buenas noches, cariño, ¡que duermas bien! Mañana


por la mañana iremos a visitar al pediatra para que
nos diga lo mucho que has crecido este año.

Daniela se quedó pensativa y le preguntó a su mamá:


– ¿El pediatra me va a pinchar, mamá?

Su madre se encogió de hombros, no lo sabía. Al día


siguiente, lo averiguarían sin falta.

Daniela, sin embargo, no se quedó nada conforme con


la respuesta de su mamá. Seguro que el doctor la pin-
charía... ¡Sentía miedo solo de pensarlo!

Le costó conciliar el sueño. Durante largo rato, dio


vueltas y más vueltas en la cama. Cuando al fin lo con-
siguió, vio entrar algo en la habitación.

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¡Era una jeringuilla enorme! Muy, muy grande. Ésta
tenía ojos y boca. Durante un instante permaneció
mirando a Daniela, hasta que se decidió a decir:
– Hola, Daniela. ¿Qué tal estas?

Daniela estaba completamente desorientada. No sabía


qué decir. Estaba muy asustada.
– Ho-hola. ¿Qui-qui-quién eres?
– Soy una vacuna – dijo, muy sonriente.
– ¿Y qué quieres de mi?– preguntó la niña con sorpresa
y miedo.
– ¡Lo que queremos todas las vacunas, por supuesto!
Evitar que los niños se pongan malitos.
– ¿Seguro? ¿Es eso cierto? – preguntó Daniela.
– ¡Sí! Así es. – Le confirmó la jeringuilla, amable.
– Y... ¿Cómo puedes conseguir eso? ¿Cómo puedes hacer
que los niños no se pongan enfermos?
– Dentro de las vacunas vive un Capitán. ¿No lo sabías?
El Capitán Cura Sana es el entrenador de tus policías.
– ¿Mis policías? – preguntó Daniela sorprendida. – ¿Qué
policías?

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Entonces, la jeringuilla hizo una breve pausa y
continuó hablando:
«Dentro de nuestro cuerpo habitan unos policías que
se llaman Glóbulos Blancos. Éstos son pequeños, casi
invisibles; y su uniforme es blanco, ¡impecable!
La función de los policías es la de defendernos. Ellos
nos protegen de los bichitos verdes y feos que abun-
dan en la tierra y que nos producen malestar y en-
fermedades; como la fiebre, los catarros, las
diarreas…»

Daniela escuchaba la explicación que le daba la


jeringuilla con los ojos muy, muy abiertos:
– Cuando te ponen una vacuna…
– ¡Ahí quería yo llegar! – le interrumpió Daniela. –
Querrás decir: “¡Cuando te pinchan una vacuna!”
Que, por cierto, duele muchísimo.

La jeringuilla respiró hondo y continuó hablando:


« Tienes razón, duele un poco. Eso es porque el
Capitán Cura Sana tiene que abrirse camino para
entrar en tu cuerpo.
Nada más entrar se pone a trabajar: Reúne a los po-
licías que viven en tu cuerpo y comienza su
programa de entrenamiento.

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Primero les muestra fotografías de los bichitos
verdes y feos que te ponen enfermita. Luego les pone
a hacer gimnasia para que estén completamente en
forma y así aprendan a producir las defensas
adecuadas.»

Daniela, entusiasmada, le preguntó:


– Entonces, ¿qué son las defensas? ¡Son balas! ¡O qui-
zás bombas!
– No, no. ¡Es algo mejor! Se llaman Anticuerpos y son
parecidos a las pompas de jabón. Los policías Glóbu-
los Blancos disparan estas pompas con pistolas de
burbujas, cubriendo a los bichitos feos y haciendo que
se vayan disolviendo; como cuando tu mamá te echa
el cacao en el desayuno. – Dijo la Jeringuilla.

–¡Qué pasada! ¡Es genial! – exclamó Daniela.

La Jeringuilla continuó:
«Cuando el bichito ataca a tu cuerpo, los policías
blancos se ponen rápidamente a fabricar defensas.
Son tantas las horas de entrenamiento con el Capitán
Cura Sana que las pompas afluyen sin descanso y
pronto eliminan todos los bichitos que te hacen en-
fermar. »

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– Vacuna, ¿sabes qué? Aunque eres algo molesta, lo que
haces por nosotros es muy, muy importante. El Capitán,
los policías y tú sois los superheroes de nuestro cuerpo.
¡Nos hacéis estar sanos!

Entonces, sin que Daniela tuviese tiempo a decir nada


más, ni agradecerle lo muchísimo que la había ayudado;
la jeringuilla se esfumó entre sus sueños.

Cuando despertó por la mañana, Daniela llamó a su


mamá y le dijo:
«Mamá, quiero ir al Pediatra. Y si me pincha un po-
quito… ¡No pasa nada! Ahora sé que será para que no
me ponga malita. La vacuna me ayudará a estar sana.»

– Fin –

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