Principio Constitucional de Autonomia Territorial

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PRINCIPIO CONSTITUCIONAL DE AUTONOMÍA TERRITORIAL-Líneas

jurisprudenciales/PRINCIPIO DE AUTONOMÍA TERRITORIAL-


Alcance/AUTONOMÍA TERRITORIAL-Definición/AUTONOMÍA DE ENTIDADES
TERRITORIALES-Límites / Del concepto de unidad que armoniza los intereses
nacionales con los de las entidades territoriales.

PLAN DE ORDENAMIENTO TERRITORIAL-Contenido/ORDENAMIENTO


TERRITORIAL MUNICIPAL-Definición.
 
AUTONOMIA DE ENTIDADES TERRITORIALES-No es absoluta.

ORDENAMIENTO DEL TERRITORIO MUNICIPAL Y DISTRITAL-Objeto

La Corte  ha consolidado unas claras líneas jurisprudenciales en el sentido de que la Carta


Política de 1991 contempla una forma de Estado que se construye a partir del principio
unitario, pero que garantiza, al mismo tiempo, un ámbito de autonomía para sus entidades
territoriales. Dentro de ese esquema, la distribución de competencias entre la Nación y los
entes territoriales es algo que el ordenamiento superior ha confiado al legislador, para lo
cual se le han establecido un conjunto de reglas mínimas orientadas a asegurar una
articulación entre la protección debida a la autonomía territorial y el principio unitario,
reglas que en ocasiones otorgan primacía al nivel central, al paso que en otras impulsan la
gestión autónoma de las entidades territoriales. En este orden de ideas, se precisa
armonizar los contenidos de los principios de unidad y de autonomía, los cuales se limitan
recíprocamente. En tal sentido, el juez constitucional en sentencia C- 535 de 1996
consideró que la autonomía debía entenderse como la capacidad de que gozan las
entidades territoriales para gestionar sus propios intereses, dentro de los límites de la
Constitución y la ley, lo cual quiere decir que si bien, por un lado, se afirman los intereses
locales, se reconoce, por otro, “la supremacía de un ordenamiento superior, con lo cual la
autonomía de las entidades territoriales no se configura como poder soberano sino que se
explica en un contexto unitario.” En esa misma providencia se señaló que “por un lado, el
principio de autonomía debe desarrollarse dentro de los límites de la Constitución y la ley,
con lo cual se reconoce la posición de superioridad del Estado unitario, y por el otro, el
principio unitario debe respetar un espacio esencial de autonomía cuyo límite lo constituye
el ámbito en que se desarrolla esta última”. También ha precisado la jurisprudencia
constitucional el papel que le corresponde cumplir al legislador en la configuración de los
ámbitos de la autonomía regional, indicando que ésta se encuentra integrada por “el
conjunto de derechos, atribuciones y facultades reconocidas en la Carta Política a las
entidades territoriales y a sus autoridades, para el eficiente cumplimiento de las funciones
y la prestación de los servicios a su cargo.”  En cuanto al límite máximo, expresó la Corte
que el mismo tiene una frontera en aquel extremo que al ser superado rompe con la idea
del Estado unitario. Lo cual realza de manera importante la búsqueda de un equilibrio
entre dicha idea de Estado Unitario y las garantías de Autonomía Territorial según las
cuales la ley no está autorizada para vaciar de contenido la cláusula general de
competencia de las entidades territoriales fijada en el artículo 287 C.P., por lo que le está
vedado al Legislador  establecer normas que “limiten a tal punto la autonomía de las
entidades territoriales que sólo desde una perspectiva formal o meramente nominal, pueda
afirmarse que tienen capacidad para la gestión de sus propios intereses”.

PRINCIPIO UNITARIO DEL ESTADO Y PRINCIPIO DE AUTONOMIA DE


ENTIDADES TERRITORIALES-Necesidad de armonizarlos/

NACION Y ENTIDADES TERRITORIALES-Distribución de


competencias/AUTONOMIA-Limitaciones deben ser razonables y proporcionadas

Expediente: D-13387
 
Demanda de inconstitucionalidad contra los
literales a) y e) del artículo 29, numeral 2 de la
Ley 1454 de 2000.
 
Actores: Emilio Rafael Molina Barboza y Milton
J. Pereira Blanco
 
Magistrados Ponentes:
Mariann Sofía Vital Pérez
Gerlin Burgos Almeida

Cartagena, D. C. y T., tres (3) de diciembre de dos mil diecinueve (2019)

La Sala Plena de la Corte Constitucional, en ejercicio de sus atribuciones constitucionales y


legales, en especial la prevista en el artículo 241.4 de la Constitución, una vez cumplidos
los trámites y requisitos contemplados en el Decreto 2067 de 1991, ha proferido la
siguiente SENTENCIA

I. ANTECEDENTES

Los ciudadanos Emilio Rafael Molina Barboza y Milton J. Pereira Blanco, en ejercicio de
la acción pública de inconstitucionalidad, prevista en los artículos 40.6, 241 y 242 de la
Constitución Política, demandaron la declaratoria de inconstitucionalidad de los literales a)
y e) del artículo 29, numeral 2 de la Ley 1454 de 2000, “Por la cual se dictan normas
orgánicas sobre ordenamiento territorial y se modifican otras disposiciones”.

Mediante Auto del 23 de noviembre de 2019, el Magistrado sustanciador dispuso: admitir


la demanda de la referencia, por la posible vulneración del artículo 313 de la Constitución
Política. Inadmitir la demanda en lo relativo a la posible vulneración del artículo 313 por el
literal e) del artículo 2 de la lay 1454 de 2011, al constatar que respecto de dichos cargos, la
demanda no cumplía con los requisitos de certeza y de especificidad1.
En la providencia del 23 de noviembre de 2019, el Magistrado sustanciador también
dispuso correr traslado al Procurador General de la Nación, a fin de que emitiera su
concepto en los términos de los artículos 242.2 y 278.5 de la Constitución Política; fijar en
lista el proceso con el objeto de que cualquier ciudadano impugne o defienda la norma y
comunicar, de acuerdo con el artículo 11 del Decreto 2067 de 1991, la iniciación de este
proceso al Presidente de la República, al Ministerio del Interior y al presidente del
congreso.

Se invitó a participar a la Federación Colombiana de Municipios, al Ministerio del Interior,


a la Defensoría del Pueblo, a la Federación Nacional de Departamentos, a la Contraloría
General de la República.

A. NORMA DEMANDADA

El siguiente es el texto de los literales a) y e) del numeral 2 del artículo 29 de la ley 1454 de
2011. La norma acusada se transcribe a continuación y se resalta la parte demandada:

LEY 1454 DE 2011

LEY ORGÁNICA DE ORDENAMIENTO TERRITORIAL


“Por la cual se dictan normas orgánicas sobre ordenamiento territorial y se
modifican otras disposiciones”.

CAPÍTULO III
Competencias en materia de ordenamiento del territorio.

ARTÍCULO 29. Distribución de competencias en materia de ordenamiento del territorio.


Son competencias de la Nación y de las entidades territoriales en materia de ordenamiento
del territorio, las siguientes:

… 2. Del Departamento
a) Establecer directrices y orientaciones para el ordenamiento de la totalidad o porciones
específicas de su territorio, especialmente en áreas de conurbación con el fin de
determinar los escenarios de uso y ocupación del espacio, de acuerdo con el potencial
óptimo del ambiente y en función de los objetivos de desarrollo, potencialidades y
limitantes biofísicos, económicos y culturales.

b) Definir las políticas de asentamientos poblacionales y centros urbanos, de tal manera


que facilite el desarrollo de su territorio.

c) Orientar la localización de la infraestructura física-social de manera que se aprovechen


las ventajas competitivas regionales y se promueva la equidad en el desarrollo municipal.

d) Integrar y orientar la proyección espacial de los planes sectoriales departamentales, los


de sus municipios y entidades territoriales indígenas.
e) En desarrollo de sus competencias, los departamentos podrán articular sus políticas,
directrices y estrategias de ordenamiento físico-territorial con los planes, programas,
proyectos y actuaciones sobre el territorio, mediante la adopción de planes de
ordenamiento para la totalidad o porciones específicas de su territorio.

f) La competencia para establecer las directrices y orientaciones específicas para el


ordenamiento del territorio en los municipios que hacen parte de un Área Metropolitana
correspondiente a estas, la cual será ejercida con observancia a los principios para el
ejercicio de las competencias establecidos en la presente ley.

g) Los departamentos y las asociaciones que estos conformen podrán implementar


programas de protección especial para la conservación y recuperación del medio
ambiente.

B. LA DEMANDA
 
Los demandantes solicitan que se declare la inexequibilidad de los literales a) y e) del
numeral 2° del artículo 29 de la Ley 1454 de 2011 por violación del numeral 7° del artículo
313 de la Constitución relativo a la facultad de reglamentación del uso del suelo de los
concejos municipales o distritales. Para sustentar el concepto de violación exponen, en
síntesis, las siguientes razones:
Manifiestan que la norma demandada es contraria al artículo 313 numeral 7° de la
Constitución por cuanto limita injustificadamente la facultad de los concejos municipales
o distritales en el ejercicio de la facultad reglamentaria del uso del suelo. Esto al
considerar que si bien es cierto la Ley Orgánica de Ordenamiento Territorial puede
establecer competencias en esta materia en cabeza de los departamentos, lo que no puede
hacer es desnaturalizar, desvirtuar o condicionar las competencias de los municipios
expresamente delimitadas en la Constitución, tal y como ocurre con los segmentos
normativos acusados.
Consideran que la norma demandada al prescribir que los departamentos a través de
directrices y orientaciones pueden determinar los escenarios de uso y ocupación del
territorio, y que en ejercicio de estas competencias pueden adoptar planes de
ordenamiento para la totalidad o porciones específicas de su territorio, afecta el núcleo
esencial de la facultad reglamentaria de los municipios o distritos en este ámbito y
desplaza de forma injustificada la competencia que les ha sido expresamente atribuida por
la Constitución.
Los demandantes consideran que la norma cuestionada vulnera el artículo 287 de la
Constitución Política, en particular, el principio de autonomía de las entidades territoriales
para la gestión de sus intereses.

C. INTERVENCIONES
 
1. De Entidades Públicas
a. La Federación Colombiana de Municipios,
Participó dentro del trámite del proceso para prohijar la pretensión de los accionantes y
solicitar la inexequibilidad de la norma acusada, toda vez que acuerdo con el Artículo 311
de la Constitución Política de Colombia de 1991, la Ley 136 de junio 2 de 1994 y la ley
1551 de 2012 es “la entidad territorial fundamental de la división político-administrativa
del Estado, con autonomía política, fiscal y administrativa dentro de los límites que le
señalen la Constitución y las leyes de la República”.
Adicionalmente, y de acuerdo al Artículo 311 C.P, al municipio le corresponde “prestar
los servicios públicos que determine la ley, construir las obras que demande el progreso
local, ordenar el desarrollo de su territorio, promover la participación comunitaria, el
mejoramiento social y cultural de sus habitantes y cumplir las demás funciones que le
asignen la Constitución y las leyes”
Esta entidad está de acuerdo en que debe haber claridad en la competencia de cada
corporación, ya que as simple vista limita la autonomía territorial de los municipios, y en
muchos casos de, incluso, excluirlos en la toma de decisiones en escenarios que en
principio es de su competencia, bajo el pretexto de acudir a criterios de “interés general”,
vaciando completamente la competencia que le corresponde a estos entes territoriales
dentro de su jurisdicción, anulando su participación, debido a la ambigüedad con la que la
Constitución remite al principio de autonomía.

b. Federación Colombiana de Departamentos

Con la expedición de la Ley 1454 del 2011 –LOOT-, en el artículo 29, se establecen y
precisan las competencias en ordenamiento territorial correspondientes a la Nación, el
Departamento, los Distritos Especiales, los municipios y las áreas Metropolitanas. El
ordenamiento territorial municipal cuenta con el POT como instrumento básico para
desarrollar el proceso de ordenamiento del territorio municipal. Este se define como el
conjunto de objetivos,directrices, políticas, estrategias, metas, programas, actuaciones y
normas adoptadas paraorientar y administrar el desarrollo físico del territorio y la
utilización del suelo, en orden a disponer de instrumentos eficientes para orientar el
desarrollo del territorio bajo su jurisdicción y regular la utilización, transformación y
ocupación del espacio, de acuerdo con las estrategias de desarrollo socioeconómico y en
armonía con el medio ambiente y las tradiciones históricas y culturales. Tiene por objeto
complementar la planificación económica y social con la dimensión territorial.

En este sentido, se dirige básicamente hacia la administración del desarrollo y ocupación


del suelo urbano, de expansión urbana y la gestión urbanística, así como a la adecuada
interacción rural – urbana y la utilización del suelo rural y dotación de infraestructuras y
equipamientos a los pobladores rurales. Las atribuciones en ordenamiento territorial que
otorga la LOOT a los departamentos indican que su rol fundamental es el de articulador,
colaborador, guiador de los asuntos supramunicipales del ordenamiento para darles un
manejo integral y propiciar un desarrollo espacial equilibrado del conjunto del
departamento y de zonas de su territorio o subregiones, buscando además que dicho
ordenamiento territorial, a raíz de su naturaleza multidimensional, se constituya en
articulador de la planificación sectorial, guiando además la organización del sistema de
asentamientos poblacionales.

D. CONCEPTO DEL PROCURADOR GENERAL DE LA NACIÓN

La jurisprudencia constitucional vigente ha desarrollado una doctrina según la cual las


entidades territoriales tienen derechos. Esos derechos son expresión del principio de
autonomía territorial que rige la gestión de sus intereses y que se deriva del artículo 287 de
la Constitución. Según lo ha precisado la Corte Constitucional tales derechos son: (i
gobernarse por autoridades propias; (ir) ejercer las competencias que les correspondan;
(iii) administrar los recursos y establecer los tributos necesarios para el cumplimiento de
sus funciones; y (iv) participar en las rentas nacionales.

Para el caso objeto de estudio se presenta un conflicto de distribución de competencias,


pero esta vez circunscrito a entidades territoriales del orden departamental y municipal, de
forma particular en lo concerniente a la gestión del territorio. Los segmentos normativos
demandados establecen competencias en relación con la gestión del territorio a nivel
departamental. En particular el literal e) del numeral 2° del artículo 29 aquí demandado
establece en relación con los departamentos la posibilidad de adoptar planes de
ordenamiento para la totalidad o porciones específicas de su territorio.

La norma en cuestión establece competencias para la expedición de planes de ordenamiento


territorial tanto en los departamentos como en los municipios, lo cual materializa una
antinomia de la que se deriva un choque de competencias. A juicio del Ministerio Público
resultan insuficientes en este caso los principios de coordinación, concurrencia y
subsidiariedad consagrados en el artículo 288 como criterio para resolver esta tensión de
competencias porque no se trata de funciones complementarias que puedan ejercerse de
forma independiente, armónica y coordinada, es de hecho la misma competencia para las
dos entidades territoriales respecto a un mismo objeto, a saber, el territorio.

Tesis que se sustenta con el argumento según el cual en este caso la norma censurada
atribuye una competencia a los departamentos para el ejercicio de una función de asesoría a
través de la expedición de directrices y orientaciones para el ordenamiento de la totalidad o
porciones específicas del territorio que se enmarca dentro del ámbito de la definición de
políticas públicas y que no necesariamente interfiere con la competencia de reglamentación
del uso del suelo propia de los municipios.

Lo anterior si se tiene en cuenta que dicha definición de políticas en relación con el


territorio puede constituirse simplemente en un elemento referencia para todos los
municipios que conforman el territorio departamental para optimizar el ejercicio de sus
facultades reglamentarias en relación con el uso del suelo. Esta facultad no atenta contra el
núcleo esencial de la autonomía territorial y se puede armonizar con las competencias
municipales en el marco de los principios de coordinación, concurrencia y subsidiariedad,
de conformidad con el artículo 288 de la Constitución.
Así las cosas, el Ministerio Público considera que no es contrario al artículo 313 numeral
70 asignar a los departamentos una función de acompañamiento y asesoría hacia los
municipios en lo concerniente a la gestión del territorio, pues si bien es cierto el titular de la
facultad reglamentaria es el municipio, también lo es que este forma parte de una división
territorial y administrativa más amplia que es el Departamento y con base en esa
participación no es desproporcionado recibir orientaciones de este nivel administrativo.

Interpretado el segmento normativo que aquí se analiza en concordancia con los principios
de coordinación, concurrencia y subsidiariedad se logra un escenario de balance
constitucional entre los principios de autonomía territorial y de Estado unitario que
permiten concluir la exequibilidad del literal a) del numeral 2° del Art. 29.

E. LA AUTONOMÍA RELATIVA DE LAS ENTIDADES TERRITORIALES, EN EL


ESTADO UNITARIO

Aunque la Constitución Política de 1991 difirió y confió en el Legislador la determinación


concreta del alcance de la autonomía de las entidades territoriales, mediante una Ley
Orgánica, donde se estableciera la distribución de competencias entre la Nación y las
Entidades Territoriales (artículo 288 de la Constitución), el Constituyente incluyó
contenidos constitucionales mínimos del ordenamiento territorial, a la luz de la norma
suprema: por una parte, el artículo 1 de la Constitución, dispuso que Colombia se encuentra
organizado en forma de República unitaria, descentralizada y con autonomía de sus
entidades territoriales, reiterada en el artículo 287. Por otra parte, el artículo 288 de la
Constitución, estableció los principios que deben guiar la labor del Legislador en la
ordenación del territorio y en lo relativo a las relaciones entre las autoridades
administrativas del nivel central y del descentralizado territorialmente: coordinación,
concurrencia y subsidiariedad, los que riñen con el principio jerárquico, de subordinación o
sometimiento de las entidades territoriales, respecto del nivel central.

El alcance del principio de autonomía de las entidades territoriales se determina,


constitucionalmente, por el influjo de dos elementos complementarios: el principio de
Estado Unitario y las competencias constitucionales propias de las entidades territoriales,
en virtud de su autonomía. El principio de Estado Unitario determina que todos los órganos
del Estado, comprendidos todos los niveles de la administración pública, incluida la
territorial, hacen parte de la unidad política del Estado, lo que implica que las potestades
derivadas de la soberanía, tales como la política macroeconómica, el acuño de la moneda,
el manejo de las relaciones internacionales, el ejercicio de la función jurisdiccional y de la
función legislativa e, incluso el mantenimiento del orden público, son asuntos que
pertenecen al Estado, en su conjunto, razón por la cual, las entidades territoriales carecen de
competencias en estas materias y, por lo tanto, su autonomía no es absoluta, sino se
encuentra subordinada al ejercicio de estas potestades estatales. Así, el sometimiento de las
entidades territoriales a la Constitución Política y a las leyes de la República, son elementos
que garantizan que la autonomía de las entidades territoriales se ejerza dentro del Estado
Unitario.

Aceptar que la Constitución de 1991 ostenta un alto contenido axiológico implica admitir la
existencia de un ordenamiento jurídico inspirado en principios: el contenido normativo de
la constitución no es más que la expresión o materialización del contenido principialístico
de la misma. Así las cosas, el andamiaje orgánico constitucional se estructuró en la división
del territorio en departamentos y municipios, encargados principalmente de la prestación
oportuna y efectiva de los servicios públicos a cargo del Estado, como máxima expresión
de reconocimiento de las identidades de los pueblos y de la existencia de un crisol cultural,
que no es más que la suma de un número significativo de pequeños territorios, por
naturaleza disímiles, que conforman una unidad. Su eje central se aparta de la antigua
discusión entre el Estado federal y el centralista, para dar paso a la legitimación del poder
gubernamental sobre la base de la consolidación de la autonomía territorial.

F. CONSIDERACIONES

Sobre la definición del principio de la autonomía territorial la Corte resaltó la calidad de


autonomía propio de quien “decide por sí mismo”, sin ser este concepto sinónimo de
soberanía o de “grado máximo de libertad”. El concepto de autonomía “hace(n) referencia a
un cierto grado de libertad en la toma de decisiones por parte de un determinado ente
jurídico en relación con otro” (Corte Constitucional de Colombia. Sentencia C-517 de
1992).
El constituyente definió, como criterio orientador de la división territorial, un postulado
cuya naturaleza posee las características de principio: la autonomía territorial, consagrada
en el artículo primero de la Constitución Política de Colombia.

En este entendido, la autonomía actúa como un principio jurídico en materia de


organización competencial. Dicho principio deber realizarse en la mayor medida posible,
teniendo en cuenta la importancia de los bienes jurídicos. Además, tiene un carácter
vinculante y obligatorio, estableciendo deberes y subordinando los demás preceptos del
ordenamiento jurídico.

La autonomía implica un grado de independencia de las entidades territoriales, ejercida por


medio del autogobierno y de la administración de los asuntos que más conciernen a dichas
entidades. No hay que olvidar que la autonomía se afianza con el tiempo, por medio de la
descentralización y que es concebida, necesariamente, desde el principio democrático,
materializada en el municipio como célula primaria del ordenamiento te- rritorial, según las
voces del artículo 311 de la Constitución Política. De- bemos tener igualmente en cuenta
que la distribución de competencias entre el nivel central y el territorial debe establecerse
por ley orgánica, teniendo prelación las disposiciones del orden nacional sobre los orga-
nismos representativos regionales. El Tribunal Constitucional resaltó que “si se acepta esta
consideración sin matices, la autonomía pierde toda su eficacia, de forma que es preciso
establecer los límites impuestos por la Constitución al legislador, en respeto de la
autonomía de las entidades territoriales.

La jurisprudencia constitucional afirmó que las responsabilidades de las entidades


territoriales deben ser asumidas por ellas mismas, sin desconocerse el apoyo que les puedan
brindar las autoridades nacionales por medio de capacidades compatibles con el nuevo
orden.

Lo anterior implica que, en el caso concreto, es necesario acudir a un remedio


constitucional que responda a dos imperativos: la supremacía constitucional, en particular,
la autonomía de las entidades territoriales y el respeto de la voluntad del Legislador. En este
contexto, el principio constitucional de conservación del derecho implica del juez
constitucional que éste busque una interpretación posible de la norma, que resulte conforme
con la Constitución Política y, por lo tanto, someta su exequibilidad, a dicho entendimiento.

El ordenamiento territorial propio de los niveles departamental y nacional se dirige a los


elementos estructurantes del territorio y no interviene directamente en la zonificación y los
usos pormenorizados del suelo, que es una atribución autónoma de los municipios, en el
marco de la Ley 388 de 1997. A través de las directrices de ordenamiento territorial
departamental se busca orientar las decisiones de escala supramunicipal que se tomen a
partir de una visión de ordenamiento territorial compartida, elaborada con la participación
de los municipios y que permitirá lograr la adecuada coordinación de competencias y
propósitos con los planes de ordenamiento territorial municipal.En ese contexto, el rol del
ordenamiento territorial departamental debe ser diferente al de los POT, PBOT y EOT
municipales y ocuparse de los asuntos del ordenamiento territorial que le competen en el
marco de las funciones asignadas en la misma.

La LOOT en su artículo 29, contiene varios verbos rectores de la competencia que asigna a
los Departamentos, lo que supone en la práctica una función concreta y una finalidad o
propósito de la misma: la función concreta es la de señalar directrices u orientaciones para
el ordenamiento de la totalidad o una porción de su territorio, actividad bien diferente a la
función que corresponde a los municipios, cual es la de reglamentar los usos del suelo, por
ende, no puede entenderse que esta sola atribución asignada a los Departamentos sea
suficiente para entender que comparten la competencia para ordenar el territorio con los
municipios, sino que, de manera complementaria y buscando armonizar el uso del suelo en
el territorio del Departamento o en una porción de este, pueden proponer directrices y
orientaciones al amparo de las funciones generales de los Departamentos respecto de la
acción municipal, previstas en el inciso segundo del artículo 298 de la Carta Política.

En otras palabras, en tanto el ordenamiento del territorio como concepto rebasa la mera
regulación del uso del suelo, competencia de los municipios, la función del Departamento
resulta ser complementaria y de coordinación frente al ejercicio de las competencias
constitucionales de los municipios para la regulación del uso del suelo y la formulación de
planes y proyectos de desarrollo territorial.

Lo anterior se corrobora al identificar en el texto mismo del literal a) del numeral 2 del
artículo 29 de la Ley 1454 de 2011 la finalidad que tiene el ejercicio de la atribución
asignada a los Departamentos: determinar escenarios de uso y ocupación del espacio, pero
de ninguna manera regularlos, es decir, no se trata de una competencia compartida con el
municipio, sino complementaria, por ende, su ejercicio comporta la adopción de directrices
consistentes en la identificación de aquellos aspectos que a juicio del Departamento, son
relevantes para el desarrollo armónico de su territorio, siempre y cuando estén referidos al
potencial óptimo del ambiente y en función de los objetivos de desarrollo, potencialidades y
limitantes biofísicos, económicos y culturales del Departamento. Una vez formuladas las
directrices por parte del Departamento, los municipios del mismo o de la porción del
territorio a la cual se refieren, deben desarrollarlos en sus respectivos instrumentos de
ordenamiento territorial, en ejercicio de las funciones que les son propias en virtud de lo
previsto en el numeral 7 del artículo 313 de la Carta Política.
III. DECISIÓN
 
En mérito a las consideraciones expuestas, la Corte Constitucional, administrando justicia
en nombre del Pueblo y por mandato de la Constitución, 
 
RESUELVE:

Primero.- Declarar CONDICIONALMENTE EXEQUIBLE el literal e) del numeral 2


del artículo 29 de la ley 1454 de 2011, en el entendido de que no constituye un conflicto de
competencia con el artículo 313 de la constitución política de colombia, sino una
complementación.

Notifíquese, publíquese y cúmplase.


1
Sentencia C-083/19 . Demanda de inconstitucionalidad contra el inciso final del artículo 10 de la Ley 797 de 2003 “Por el
cual se reforman algunas disposiciones del sistema general de pensiones previsto en la Ley 100 de 1993 y se adoptan
disposiciones sobre los Regímenes Pensionales exceptuados y especiales”.

Demandante: Edgar Alonso Correa Sánchez

Magistrado Ponente:
ALBERTO ROJAS RÍOS “Al presentar el concepto de violación, el ciudadano debe plantear sus razones de manera que: (i)
sean comprensibles (claridad), (ii) correspondan con el contenido de la disposición acusada y no sobre uno inferido por
quien demanda (certeza), (iii) señale cómo la disposición vulnera la Constitución Política, mediante argumentos
determinados, concretos y precisos que recaigan sobre la norma en juicio (especificidad), (iv) ofrezca razonamientos de
índole constitucional que se refieran al contenido normativo de las disposiciones demandadas (pertinencia), de manera
que (v) suscite una mínima duda sobre la constitucionalidad de la norma que se estima contraria a la Carta Política
(suficiencia).”

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