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INTRODUCCIÓN
OJEADA RETROSPECTIVA
"ANÁLISIS DE LA RESISTENCIA"
TRANSFERENCIA
EL SUPERYÓ
/ En los años que trascurrieron desde que escribió este pasaje, Freud
produjo muy poco que guardara relación directa con el tema, y esta pe-
queña producción permite mostrar que no alteró sus opiniones sobre los
principios fundamentales tratados. En las conferencias adicionales que se
publicaron el año pasado, él declaró explícitamente que no tenía nada que
agregar a las discusiones teóricas sobre terapia presentadas en las conferen-
cias originales quince años antes (4). Al mismo tiempo se produjo un des-
arrollo considerable en sus opiniones teóricas, especialmente en la región
de la psicología del yo. En particular, formuló el concepto del superyó,
La reexposición,en términos de superyó, de los principios terapéuticos que
él había sentado en el período del análisis de la resistencia puede no involu-
crar muchos cambios. Es razonable esperar que esta información acerca del
superyó será de especial interés desde nuestro punto de vista y en dos sen-
tidos. En primer término, deberá parecer altamente probable,' a primera
vista, que .el superyó desempeñe un papel importante, directa o indirecta-
mente, en la producción' y mantenimiento de las represiones y resistencias,
cuya demolición ha sido la finalidad principal del análisis. Esto se con-
firma si examinamos la clasificación de los diferentes tipos de resistencias
que hizo Freud en Hemmung Symptom und Angst (1926)(5): De "las
cinco variedades de resistencias allí mencionadas, solamente una se atribuye
a la intervención directa del superyó, pero dos de" las resistencias del yo,
Alexander (9) emitió su teotía de que la finalidad principal de' toda tera-
(6) Página 77.
(71 En un trabajo de Freud .presenrado en el Congreso de Berlín en 19~2 y desarrollado
subsiguientemente en El yo y el ello (1923).
(8) "The International Journal of Psycho-Analysis", vol. IV, 1923.
(9) En el Congreso de Salzburgo, en 1924: Descripción metapsicolágica del proceso de
curación.
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INTROYECCIÓN y PROYECCIÓN
(12) Esta hipótesis parece implicar una contradicción con algunas declaraciones auto-
rizadas, de acuerdo con las cuales la estructuración del superyó se lleva a cabo finalmente
en una edad muy temprana. Así, Freud parece sostener en varios pasajes que el superyó
(o al menos su núcleo central) se forma definitivamente en el período en que el niño
surge de su complejo de Edipo, (Véase, por ejemplo, El yo y el ello, págs. 68-69). De
idéntica manera, Melanie Klein habla de que el superyó "cesa" en su desarrollo y "ha
terminado" su formación al comienzo del período de latencia (Psicoanálisis del niño, págs.
250 Y 252), aunque en muchos otros pasajes ella dice que el superyó puede ser alterado
por el análisis a una edad más tardía. No sé hasta qué punto la contradicción es real. Mi
teoría no refuta en lo mínimo el hecho de que en el curso normal de los aconteci-
mientos, el superyó se establece en una época precoz y que, subsiguientemente, persiste
inalterado. Por cierto que forma parte de mi opinión, el que en la práctica nada puede
alterarlo sino el proceso del psicoanálisis. Es conocido, que en muchos aspectos la situa-
ción analítica reconstituye una condición infantil en el paciente, así que el hecho de estar
analizándose puede arrojar, por así decirlo,': el superyó del enfermo al crisol nuevamente.
O quizá es otro signo de la naturaleza no adulta del neurótico, el que su superyó subsiste
en un estado maleable.
(13) Véase Psicoanálisis del niño (1932), en varios pasajes, especialmente los capítulos
VIII y IX.
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ción del individuo neurótico, se debe a la naturaleza del círculo vicioso que
he descripto. Si de alguna manera se pudiera abrir una brecha en el círculo
vicioso, los procesos de desarrollo continuarían su curso normal. Por ejem-
plo, si se lograraque el paciente se asustase menos de su superyó u objeto
introyectado, proyectaría imágenes menosaterrorizadoras sobre el objeto
externo y,' p()'r tanto, sería menor su necesidad de sentir hostilidad hacia él;
de este modo, el objeto. que él introyectara, oprimirí~ con menos crueldad
Jos impulsos del ello, los que serían capaces de perder parte de su primitiva
ferocidad. En síntesis, se establecerá un círculo benigno en lugar del vicio-
so, y finalmente el desarrollo libidinal del paciente continuará hasta el nivel
genital, mientras que su superyó será comparativamente suave, como en el
caso del adulto normal, y su -yo tendrá un contacto con la realidad relativa-
mente sin deformación (14).
¿En qué punto del círculo vicioso debe abrirse la brecha y cómo debe
efectuarse realmente? Es evidente que alterar' el carácter del superyó de una
persona es tarea más fácil de decir que de hacer. Sin embargo, las citas que
he hecho de discusiones anteriores sobre el tópico sugieren que nos encon-
traremos con que el superyó desempeña un papel importante en la solución
de nuestro problema. Antes de continuar, será necesario examinar más aten-
tamente lo que se describe corno la situación analítica. La relación entre
las dos personas que la constituyen es altamente compleja, y para nuestros
fines, aislaré dos elementos en ella. En primer término, el paciente enaná-
lisis tiende a centrar la totalidad de los impulsos del ello sobre el analista. No
haré más comentarios respec~o a este hecho o sus· deducciones, pues es
bien conocido. Sólo quiero recalcar la importancia vital que tiene para
todo lo que trataremos, y continuaré de inmediato con el segundo elemento
de la situación analítica que deseo aislar. El enfermo, en el análisis, de una
manera u otra tiende a aceptar al analista como a un sustituto de su propio
superyó, Llegados a este punto propongo utilizar la frase conveniente que
usó Radó en su explicación de la hipnosis y decir que en el análisis el pa-
ciente tiende a convertir al analista en un "superyó auxiliar". Esta frase y
la relación que describe requieren evidentemente alguna explicación.
(14) MELANIE. KLEIN ha sugerido a menudo una opinión similar. Véase,por ejemplo,
Psicoanálisis del niño, pág. 369. La misma ha sido desarrollada más explícitamente y con
mayor extensión por MELITA SCHMIDEBERG: Zut Psy cboanalyse asozialer Kinder und Ju-
gendlicber (Zeitschrift, Bd. XVIII, 1932).
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(15) Esta tendencia a establecer una separación entre objetos "bueno" y "malo" intro-
yecrados es discutida por MELANIE KLEIN en su trabajo Psicogénesis de los estados maníaco-
depresivos, "Inrernarional Journal of Psycho-Analysis", vol. XVI, pág. 35.
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LA INTERPRETACIÓN
..•
966 JAMES STRACHEY •
para pensar que nuestros sentimientos, en relación con este tema, tienden
a deformar nuestras ,creencias. De cualquier modo, muchas de estas creen-
cias aparentan ser contradictorias consideradas superficialmente, y las con-
tradiccio~és .no siempre parten de diferentes escuelas de pensamiento, sino
que a veces son sostenidas, en apariencia, por una persona. Se nos ha dicho que
si interpretamos demasiado pronto o demasiado imprudentemente, corremos
el riesgo de perder un paciente, que a menos que interpretemos rápida y
profundamente estamos expuestos a lo mismo; que la interpretación puede
dar origen a ataques intolerables e ingobernables de angustia, al "liberarlo";
que la interpretación es' el único modo de permitirle a un enfermo hacer
frente a un ataque ingobernable de angustia, al "resolverla"; qu,
las inter-
pretaciones deben siempre referirse al material en el preciso momento en que
emerge a la consciencia; que las más útiles son realmente las profundas; "¡Sed
prudentes con vuestras interpretaciones!", dice una voz; "¡Ante la duda. in-
terpretad! ", reza otra. Sin embargo, aunque hay mucha confusión en todo
esto, no creo que tales opiniones sean necesariamente incompatibles; los di-
versos consejos pueden referirse a diferente circunstancias y casos, e implicar
distintos usos de la palabra "interpretaci~".
Es evidente que se emplea la palabra en más de un sentido. Después de
todo, quizá es sólo un sinónimo de la vieja frase que ya hemos encontrado:
"hacer consciente lo que es inconsciente", y comparte todas las ambigüe-
dades dé esa frase. Porque en un sentido, si se entrega un diccionario ale-
mán-inglés a quien no sabe alemán, se le estará dando una colección de in-
terpretaciones, y creo que en este sentidoes que se ha discutido la naturaleza
de la interpretación en un reciente trabajo de Bernfeld (16). Evidentemente,
tales interpretaciones descriptivas no tienen pertinencia con nuestro tema
actual, ysin más rodeos, procederé a definir en la forma más clara que me
sea posible una clase particular de interpretación, que, en realidad, me parece
que constituye el instrumento fundamental de la terapia psicoanalítica y ;\
la que por conveniencia daré el nombre de interpretación "rnutativa".
Primeramente, haré una reseña esquemática de lo que entiendo por
interpretación mutativa, dejando los detalles para más adelante; y con ~iras
a la claridad de la exposición, pondré por ejemplo la interpretación de un
impulso hostil. En virtud de su poder (estrictamente limitado) como su-
(1\1) Der Begriff der Deutung in der Psy cboanalyse, "Zeitschrift für angewandte Psy-
chologie", Bd. 42, 19:H. GERO hizo un resumen crítico de este trabajo en "Irnago", Bd. XIX,
19H.
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como superyó auxiliar no habrá sido bastante fuerte para la tarea que se ha
impuesto. Esto puede suceder, además, por dos razones diferentes. Una de
ellas es que el impulso del ello no haya sido suficientemente apremiante en
el momento en que él trataba de ponerlo de manifiesto, dado que la emer-
gencia de un impulso del ello depende no sólo del permiso del superyó, sino
también de la urgencia del impulso, o sea, de su grado de catexia. Esto pue-
de ser un motivo para el hecho de que a una interpretación le suceda una
respuesta aparentemente negativa e inocua. Pero el mismo resultado puede ser
debido a que el poder de las fuerzas represivas del propio paciente sea dema-
siado grande para permitir que su yo oiga la voz persuasiva del superyó auxi-
liar, no obstante la urgencia real del impulso del ello. Tenemos aquí uria situa-
ción idéntica desde el punto de vista dinámico, pero distinta económica-o
mente de la próxima que hemos de considerar. En ésta, el paciente acepta
la interpretación, o sea que le permite penetrar en. su consciencia al impulso
del ello, pero inmediatamente le sobreviene una gran angustia. Esto se .puede
manifestar en varios sentidos: por ejemplo, el enfermo produce .un ataque
de angustia, o muestra signos de enojo «real" con el analista, sin discerni-
miento alguno, o puede abandonar el análisis. En cualquiera de estos casos,
la situación analítica se habrá desbaratado, al menos por el momento. El
paciente se estará comportando como el sujeto hipnotizado, quien rompe
la relación hipnótica y se despierta de su estado de trance cuando el hipno-
tizador le ordena la ejecución de un acto demasiado ,en desacuerdo con su
propia conciencia. Esta situación es manifiesta si el paciente responde a la
interpretación con un ataque real de angustia o uno de sus equivalentes,
pero será latente si el enfermo no exterioriza respuesta. Este último caso
puede ser el. más difícil de los dos, ya que está enmascarado, y creo que a
veces es la consecuencia de un exceso de interpretación, aún mayor que en
el caso en que aparece la angustia manifiestamente (aunque. es obvio que
habrá otros factores de importancia, en particular, la naturaleza de la neu-
rosis del paciente). He atribuído esta amenaza de fracaso. de la situación
analítica a una dosis excesiva de interpretación, pero podría ser más exacto
imputarla a una dosis insuiiciente, puesto que no ha ocurrido .la segunda
fase del proceso interpretativo, en la cual el paciente se da cuenta que su
impulso se dirige hacia un objeto fantaseado arcaico y no hacia uno real.
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972 JAMES STRACHEY
INTERPRETACIÓN Y APOYO
.
Me parece. que es posible facilitar un acercamiento a los problemas de
la interpretación y el apoyo por medio de esta distinción entre las dos fases
de la interpretación. .Podrá suponerse que ambos procedimientos pueden
ser útiles o aun esenciales en ciertas circunstancias, y desaconsejables y hasta
peligrosos en otras. En el caso de la interpretación en), la primera de nues-
tras fases hipotéticas es para "liberar" angustia y la segunda para "resolver-
la". Cuando una cantidad de angustia se encuentra ya presente o a punto de
I
aflorar, una interpretación puede permitir, debido a la eficacia de su segunda
fase, que el paciente reconozca la irrealidad de su objeto fantaseado terrorí-
fico, reduciéndole así su propia hostilidad y por consiguiente la angustia.
Por otra parte, inducir al yo que permita llegar a la consciencia una can-
tidad de energía del ello significa evidentemente buscar un acceso de ano
gustia en una personalidad con un superyó severo. Esto es precisamente lo
que efectúa el analista en la primera fase de una interpretación. Por lo que
respecta al "apoyo", aquí sólo puedo aludir brevemente a algunos de los
problemas que suscita. Incidentalmente, creo que el término necesita ser
definido casi con tanta urgencia como la "interpretación", y que abarca varios
mecanismos diferentes. Con respecto a esto, el apoyo puede ser considerado
como el comportamiento calculado del analista para que el paciente lo con-
sidere más bien un objeto fantaseado "bueno" que uno real. Ya he dado
algunas razones para dudar de la conveniencia de esto, aunque el procedi-
miento parece ser de gran valor en algunas ocasiones, especialmente en los
casos psicóticos. Además, podría suponerse, a primera vista, que tal actitud
por parte del analista favorecería directamente la probabilidad de hacer una
interpretación mutativa. Creo que después de pensarlo se verá que éste no
es el caso, porque, precisamente, en tanto que el paciente considere al ana-
lista como su objeto fantaseado, no se produce la segunda fase de la interpre-
tación, ya que la esencia de ésta es que el enfermo pueda efectuar una dis-
tinción entre su objeto fantaseado y el real. Es exacto que se consigue re-
ducir su angustia, pero este cambio no se habrá llevado a cabo por un método
que implique un cambio cualitativo permanente en su superyó. Por tanto, a
(19) Por lo que respecta a la necesidad de "interpretaciones continuas y profuudas",
a fin de disminuir o prevenir ataques de angustia, véase la obra de MU.ANW KLEI:-i: Tbe
Psy cbo-Analvsis of Children, págs. 58-59. Por otra parte: "La angustia perteneciente a los
niveles profundos es mucho más grande, tanto en cantidad cuanto en intensidad; por tanto,
es imperativo regular debidamente su liberación." (/ hld., pág. 139.)
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ducidos ~n la mente del enfermo por una interpretación mutativa sólo pue-
den ser obra de una carga de energía que se origina en el paciente; la función
del analista eS asegurar simplemente que la energía se canalizará por una vía
en vez de hacerlo por otra. De aquí se deduce que el tipo de interpretación
informativa de "diccionario" no será muta tiva, no obstante lo útil que pueda
ser como preludio de interpretaciones mutativas, Esto nos permite varias
inferencias prácticas. Cada interpretación mutativa debe ser "inmediata"
emocionalmente; el enfermo debe experimentarla' como algo real. Este re-
querimiento, de que las interpretaciones deben ser inmediatas, puede expre-
sarse en otra forma diciendo que hay que dirigirlas siempre al "punto de
urgencia". En algún momento se encontrará en actividad un determinado
impulso del ello: éste es el impulso que en ese momento es pasible de inter-
pretación mutativa. Indudablemente, no es factible ni deseable estar dando
interpretaciones todo el tiempo, pero como lo ha señalado Melanie Klein, la
capacidad de elegir el punto de urgencia en cualquier momento es una de
las cualidades más preciadas en un analista (20).
LA INTERPRETACIÓN «PROFUNDA~
Tendré ocasión de volver sobre este punto más adelante, pero ahora
debo mencionar. una cualidad que parece necesario que exista previamente
1
en una interpretación para que pueda ser mutativa, y que quizá sólo sea otro
aspecto de la que ya hemos descripto. Una interpretación mutativa debe ser
"especijica", es decir, detallada y concreta. En la práctica, ésta es una cues-
tión de grado. Cuando un analista se embarca en un tema determinado, no
siempre puede evitar que sus interpretaciones comiencen siendo vagas y ge··
nerales, pero finalmente será necesario resolver e interpretar todos los de-
talles del sistema fantaseado del enfermo. En la misma medida que esto se
realice, las interpretaciones serán mutativas, y se puede explicar gran parte
de la necesidad de repetir aparentemente las interpretaciones que ya han
sido hechas, por el hecho de que es menester llenar los detalles. Creo posible
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demostrar que provienen de esta fuente algunos de los retrasos que los ana-
listas desesperanzados atribuyen a la resistencia del ello del paciente. Parece
como ~ la vaguedad en la interpretación diera a las fuerzas defensivas del
yo la oportunidad, por la que siempre están en acecho, de contrariar los
intentos del analista para quc llegue a la conciencia un impulso del ello ur-
gente. Un efecto igualmente torpe puede producirse por ciertas formas de
apoyo, tales como el añadir un paralelo .etnológico o una explicación teórica
a una interpretación. Procedimientos de esta índole pueden convertir, a
último momento, una interpretación rnutativa en su contrario. El efecto
aparente podrá ser altamente gratificante para el analista, pero la experiencia
posterior mostrará que no se ha conseguido nada de utilidad permanente, o
aun, que se le ha dado al enfermo una oportunidad de incrementar el po-
derío de sus defensas. Hemos alcanzado así, un tópico que no hace mucho
trató Edward Glover en uno de los muy pocos trabajos, en t-oda la litera-
tura, que se abocan seriamente al problema de la interpretación (22). Glover
sostiene que es probable que una interpretación groseramente inexacta no
tenga efecto alguno, mientras que una ligeramente inexacta puede provocar
un efecto no analítico, o más bien antianalítico, al permitir que el enfermo
haga más profunda y eficiente su represión. El usa este concepto como la
explicación posible de un hecho que siempre ha parecido misterioso: que
en los primeros tiempos del análisis se lograban resultados terapéuticos, a
pesar de que aun no se había descubierto mucho de lo que nosotros conoce-
mos respecto a las características del inconsciente, y por tanto, de que la
interpretación debió de haber sido a menudo inexacta.
LA ABREACCI<JN
las opiniones de estas diversas autoridades sugiere que lo que nosotros des-
cribimos como "abreacción" puede implicar dos procesos diferentes: una
descarga de afecto y una gratificación .Iibidinal. En tal caso, el primero de
ellos podría ser considerado (al igual que otros procedimientos), como un
auxiliar ocasional del análisis, sin duda útil, y hasta como un compañero
inevitable de las interpretaciones rnutativas; mientras que podríamos juzgar
al segundo como un acontecimiento apto para impedir el análisis, especial-
mente si no se reconociera su verdadera naturaleza. De cualquier modo,
parecería razonable el creer que los efectos de la abreacción son permanen-
tes sólo en los casos en que el factor etiológico predominante es un suceso
externo, es decir, que aquél no es capaz de causar por sí mismo una alteración
cualitativa radical en la mente del enfermo. Es probable que su naturaleza
sea sólo auxiliar, no obstante el papel que pudiera desempeñar en el análisis.
también al hecho de que el objeto del impulso del ello no se encuentra pre-
sente en la realidad, al enfermo le resulta menos fácil darse cuenta de la dis-
tinción que existe entre el objeto real y el fantaseado. Parecerá así, que con
las interpretaciones extratransferenciales es menos probable que ocurra lo
que he llamado la primera fase de una interpretación mutativa, y por otra
parte, si ésta se produce, es menos probable que le siga la segunda fase. En
otras palabras, una interpretación¡ extratransferencial está expuesta a ser
menos efectiva y más arriesgada que una transferencial (28). Cada uno de
estos puntos merece un breve examen por separado.
Es un hecho de la experiencia común entre los analistas, el que con cier-
tos pacientes es posible continuar indefinidamente dando interpretaciones
sin producir ningún efecto aparente. En el excelente capítulo histórico de
Ferenczi y Rank hay una crítica divertida de esta especie de «fanatismo por
las interpretaciones" (29). De sus palabras resulta claro que ellos pensaban
en las interpretaciones extratransferenciales, porque el peso de su crítica
recae en que dicha conducta implica el descuido de la situación analítica.
Este es el caso más simple, donde el principal resultado es una pérdida de
tiempo y energía. Pero hay ocasiones en las cuales la política de dar ristras
de interpretaciones extratransferenciales es capaz de conducir al analista a
dificultades más positivas. En el curso de algunas discusiones técnicas reali-
.zadas en Viena hace pocos años, Reich (30) llamó la atención sobre los
apuros en que se ven los analistas noveles por extraer del paciente grandes
cantidades de material de manera desordenada e inconexa. Sostenía que esto
puede llevarse a tal extremo, que el análisis se convierta irremediablemente
en caótico. Con mucho acierto señaló que el material con el que tenemos
que enfrentarnos se halla estratificado, y que al extraerlo, es de la mayor
importancia que no haya más interferencias que las que puedan ayudar al .
ordenamiento de .los estratos. Sin duda él tenía en su pensamiento la ana-
logía con un arqué alago incompetente, cuya inhabilidad puede anular para
(28) Esto concuerda con el hecho de que los seudoanalistas y los analistas "silvestres"
se limitan generalmente a las interpretaciones extratransferenciales. Deberá recordarse que
esto era genuino del prototipo de analista "silvestre" descrito por FREUD (Observations on
"Wild" Psycho-Analysis, 1910, Collected Papers, vol. n).
(29) Entwicklungsziele der Psycboanalyse, pág. 31.
(30) Bericht über das sSeminar für psychoanalytische 'Tberapie' in Wien, Zeitschrift,
Bd. XIII, 1927. Este trabajo ha sido reeditado recientemente como un capítulo del volumen
de REICH sobre Charakteranalyse (1933), el que contiene gran cantidad de material conrina
relación interesante con el tópico del trabajo presente.
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arcaicos, deformados por la proyección de los impulsos infantiles del ello. También he
sugerido que con los únicos medios con que contamos para alterar el carácter de este
superyó severo primitivo es con la mediación de un superyó auxiliar, que es el resultado
de la inrroyección que el paciente hace de su analista como un objeto. Desde este punto
de vista, puede considerarse el proceso del análisis como la infiltración del superyó auxi-
liar y su mayor contacto con el yo y la realidad en el superyó original, que es inadaptable
y rígido. Esta infiltración es obra de las interpretaciones mutativas, y consiste en el proceso
repetido de introyección de las imágenes del analista, así que la calidad del superyó ori-
ginal se Ya cambiando gradualmente, dado que aquellas imágenes pertenecen a una persona
real y no se deben a una proyección deformada y arcaica. Desde que la finalidad de las
interpretaciones mutarivas es causar la introyección del analista, se deduce que este último
debe ser el objeto de los impulsos que aquéllas interpretan. Si esto es exacto, las opiniones
expresadas en el trabajo presente requieren algunas enmiendas, porque en tal caso, el primer
criterio de una interpretación mutativa será que la interpretación sea transferencial. No
obstante, la calidad de urgencia continuará siendo importante, pues de todas las interpre-
taciones transferencia les pasibles de realizar en un momento dado, sólo serán mutativas
las que traten con un impulso urgente del ello. Por otra parte, aun la interpretación extra-
transferencial de un impulso urgente en extremo del ello, no podrá ser nunca mutativa,
aunque sin duda podría causar un alivio temporario por abre acción o apoyo;
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ello son las menos esenciales, aunque no produzcan por sí mismas los resul-
tados decisivos que 'involucran el cambio duradero en la mente del enfermo.
Si se me permite hacer una analogía con las trincheras de la guerra, el aceptar
una interpretación transferencial corresponde a la captura de una posición
llave, mientras que las interpretaciones extratransferenciales se asemejan al
avance general y consolidación de una línea fresca, lo que se hace posible
por la captura de aquélla. Cuando este avance general pase más allá de cierto
punto, habrá otro impedimento, y antes de que se pueda volver a progresar
será necesario capturar la nueva posición llave. El curso normal de los
acontecimientos en un análisis, estará representado por una oscilación de
este tipo entre las interpretaciones transferenciales y las extratransferenciales,
Aunqwt: el dar interpretaciones muta tivas sólo puede ocupar una pe-
queña porción del tratamiento psicoanalítico, de acuerdo con mi hipótesis
será la parte más importante desde el punto de vista de la influencia sobre la
mente del enfermo (32). Puede ser de interés considerar finalmente, cómo
afecta al analista un momento que tiene tanta importancia para el enfermo.
Mrs. Klein me ha sugerido que el analista, al hacer interpretaciones, debe
superar alguna dificultad interna especial. Estoy seguro que esto se aplica
particularmente al dar las interpretaciones mutativas, Lo demuestra la forma
cómo la evitan los psicoterapeutas de escuelas no psicoanalíticas; pero mu-
chos psicoanalistas se darán cuenta de que albergan en su interior trazas de
la misma tendencia. Como racionalización puede aludirse a la dificultad de
decidir si ha llegado o no el momento particular de hacer una interpretación.
Pero detrás de esto hay, a veces, una dificultad en dar la interpretación,
porque el analista parece tener la tentación constante de hacer cualquier
(32) Llegados a este punto, me gustaría recordar nuevamente al lector la propia expli-
cación de Freud sobre la naturaleza esencial de la terapia psicoanalítica. Citaré algunas
palabras de su Autobiograpbical Study (1925): "Es exacto que el psicoanálisis, como otros
procedimientos psicoterapéuticos, emplea el instrumento de la sugestión (o transferencia).
La diferencia es la siguiente: que en el análisis no se le permite desempeñar el papel deci-
sivo en la determinación de los resultados. Se la usa, en cambio, para inducir al paciente
a ejecutar un trabajo mental: la superación de su resistencia de transferencia, la que involucra
una alteración permanente en su economía psíquica. El analista lleva al enfermo a hacer
consciente la transferencia. Esta se resuelve al convencerlo, de que en su actitud transfe-
rencial está reviviendo relaciones emocionales que tenían su origen en las cargas de objeto
más primitivas, durante el período reprimido de su infancia" (pág. 77). Como podrá verse,
el trabajo presente es poco más que una elaboración de estas sentencias de Freud.
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