Conceptos Básicos de Arte Medieval
Conceptos Básicos de Arte Medieval
Conceptos Básicos de Arte Medieval
La situación de Europa Occidental entre los siglos IV y IX.
A partir del siglo III d.C. el Imperio Romano comienza a manifestar síntomas de crisis, y se debilita
progresivamente. Se han extendido sus límites y se requiere de vigilancia militar permanente en las
fronteras. Esta situación aumenta los gastos del estado. Por otro lado, los caudillos regionales ubicados en
las regiones alejadas de Roma se levantan contra el poder central. Como respuesta el poder central se
hace más fuerte y se suprimen ciertos derechos y ciertas garantías. Este período se conoce como el
Dominatus del emperador Diocleciano. Con la finalidad de unificar el Imperio Diocleciano toma una serie
de medidas y endurece las persecuciones a los cristianos (fines del siglo III y principios del siglo IV).
Entre los siglos III y V Europa vive una situación de crisis moral. En ese momento ingresan a Occidente
algunas religiones orientales que, a diferencia de la religión romana, prometen la salvación eterna del
alma y la vida después de la muerte. Una de estas religiones es el cristianismo. Para Roma el culto era
una cuestión de estado: todos los habitantes del territorio imperial estaban obligados a participar del culto
y se consideraba que el abandono de estas prácticas contribuía a la fragmentación de la sociedad. El
Imperio Romano no prohibía la práctica de otros cultos; estaba dispuesto a permitir cualquier culto con tal
que sus adeptos abrazaran también el culto imperial. Los cristianos, por ser monoteístas, se negaban a
practicar el culto romano. Esta actitud provocó la hostilidad de los gobernantes romanos. Las
persecuciones a los cristianos impulsadas por Diocleciano tenían como finalidad principal evitar el
fraccionamiento interno del Imperio. Más adelante el emperador Constantino (siglo IV), con el mismo
propósito, permitirá a los cristianos practicar libremente su culto. Finalmente Teodosio (fines del siglo
IV), aprovechando la influencia creciente de la Iglesia cristiana, impondrá el cristianismo como única
religión del Imperio y proscribirá los demás cultos considerándolos paganos.
A la muerte de Teodosio, hacia fines del siglo IV, el Imperio se divide en dos partes: el Imperio de
Oriente y el Imperio de Occidente. La zona occidental del imperio se encuentra sumamente debilitada,
mientras que la región oriental conserva una sólida estructura imperial. En el año 476 el último
emperador romano de Occidente –llamado Rómulo Augústulo– es depuesto sin sucesor. Los siglos IV y
V se caracterizan por las oleadas invasoras de pueblos nómadas sobre la zona occidental de Europa.
Debido a las frecuentes incursiones germanas, esta región adquiere rasgos completamente diferentes a los
de la región oriental. De esta manera, mientras en oriente se consolida el Imperio Bizantino, en occidente
el antiguo Imperio Romano se disgrega en pequeños reinos germánicos. Los visigodos se establecen en
España; los ostrogodos en Italia; los francos (merovingios) en Francia; y los anglos, jutos y sajones se
asientan en la actual Gran Bretaña. Como resultado de este proceso a fines del siglo V la región
occidental de Europa se ha transformado en un mosaico de pequeños reinos independientes y hostiles
entre sí.Durante los años que median entre la caída del Imperio Romano de Occidente (fines del siglo V)
y la conformación del Imperio Carolingio (fines del siglo VIII) en esta región de Europa se produce la
síntesis de aportes de la tradición germánica y romana. La economía se basa en la producción rural y,
como consecuencia, la sociedad en general ingresa en un modo de vida rural. Las grandes ciudades de la
antigüedad decaen o son abandonadas. Mientras esto ocurre la Iglesia se institucionaliza siguiendo el
modelo del antiguo Imperio Romano, con su clero organizado jerárquicamente; adopta como lengua el
latín y, poco a poco, adquiere peso político.
Entretanto Bizancio ingresa en un período de esplendor bajo el gobierno del emperador Justiniano (siglo
VI). Este emperador concentra el poder político y es, además, la cabeza de la iglesia organizada
jerárquicamente a similitud de la estructura imperial. Los asuntos de la Iglesia –y, más aún, los asuntos
específicamente religiosos– pasan a ser problemas del estado. Por otra parte, Justiniano y su esposa, la
emperatriz Teodora, impulsan las artes, las letras y las ciencias de tal manera que el Imperio de Oriente
alcanza la plenitud artística y cultural. Se emprende la construcción de la magnífica catedral de Santa
Sofía en Constantinopla y se levantan importantes templos cristianos en diferentes regiones del imperio.
Por ejemplo, se construye la iglesia de San Vital en Rávena, región de Italia en poder del Imperio
Bizantino.
Desde el siglo VI, en Francia, se asientan los francos y reina la dinastía merovingia. Los musulmanes,
que han iniciado su expansión, ingresan en la Península Ibérica y amenazan con cruzar los Pirineos e
invadir el reino franco. Pero son detenidos por Carlos Martel en Poitiers, en el año 732. Su hijo, Pipino el
Breve, depone al último rey merovingio y se autoproclama rey con el apoyo del papado, inaugurando así
la dinastía carolingia. Por otro lado, a partir del siglo VII, la Iglesia se ha organizado internamente en
virtud de las reformas implementadas por Gregorio Magno. Se convierte en una institución de gran
influencia en la región occidental del continente europeo pero carece de fuerza suficiente como para
imponerse sobre los territorios recientemente convertidos al cristianismo. Tampoco posee la fuerza
militar que necesita para defenderse del avance musulmán. En consecuencia, a partir de este momento se
conforma una alianza de mutua conveniencia entre el papado y el reino carolingio: la Iglesia obtiene, de
los reyes carolingios, el apoyo que necesita para defenderse de la amenaza musulmana; y los reyes
carolingios obtienen, de la Iglesia, la autoridad moral y la legitimación de su reinado. Efectivamente, en
la Navidad del año 800 el rey carolingio Carlomagno es coronado emperador por el papa León III. Se
conforma así el Imperio Carolingio.
Desde fines del siglo VIII las campañas de Carlomagno extienden las fronteras del imperio desde los
Pirineos (la marca hispánica) hasta el norte de Italia, incluyendo Francia y parte de los Países Bajos y de
Alemania. Durante estas campañas el cristianismo es impuesto por la fuerza a los pueblos conquistados.
El Imperio Carolingio es muy extenso territorialmente pero no es homogéneo puesto que predominan los
pequeños poderes regionales que, con el tiempo, darán lugar al feudalismo. Culturalmente el Imperio de
Carlomagno adopta el modelo del antiguo Imperio Romano, por lo que se imitan algunos prototipos
artísticos de la antigüedad tardía. Por otra parte, Carlomagno reúne en su corte a los más prestigiosos
filósofos y artistas de la época promoviendo una importante renovación cultural conocida como
Renacimiento Carolingio. Se trata de la primera renovación integral de las ciencias y de las artes ocurrida
en esta región de Europa luego del período de decadencia cultural que caracterizó a la caída del Imperio
Romano de Occidente. El Renacimiento Carolingio será continuado, posteriormente, en los centros
culturales más importantes del Imperio Otónico.
El período comprendido entre los siglos IX y XII
Alrededor del año 843 el Tratado de Verdún divide el Imperio Carolingio en tres partes. Por entonces
Europa Occidental atraviesa momentos muy difíciles debido a la segunda oleada de invasiones. Ante el
azote invasor de los normandos, los mongoles y los eslavos, cada comarca debe defenderse por sí misma.
Esta situación incrementa las autonomías regionales aumentando el poder de los señores feudales. De esta
manera se consolida el sistema feudal. La sociedad se encuentra dividida en tres sectores: la clase
sacerdotal, la clase señorial y guerrera, y la clase campesina. En este período los señores feudales
alcanzan, de hecho, más poder que el propio rey. Esta situación se extenderá, aproximadamente, desde el
siglo IX al siglo XIII. Posteriormente, por diversos factores, el sistema feudal entrará en decadencia.
Durante el transcurso del siglo X se conforma un nuevo imperio: el Sacro Imperio Romano Germánico,
gobernado por los duques de Sajonia. Uno de los reyes más importantes del Imperio será Otón I el
Grande (936- 973), razón por la cual el Sacro Imperio es denominado también Imperio Otónico.
Durante el siglo XI se desarrolla la conquista normanda de Inglaterra, luego de la campaña de Guillermo
el Conquistador, quien es coronado rey en el año 1066. Entretanto en España se fortalecen los reinos de
Castilla y de Aragón y se inicia la reconquista de la península ibérica, desplazando progresivamente a los
musulmanes hacia el sur.
Entre los siglos XI y XII se suceden constantes conflictos entre los reyes del Sacro Imperio y el papado.
Durante estos conflictos se pone en evidencia la autoridad papal. En Italia y en Alemania se conforman
dos partidos: los güelfos, partidarios del papado, y los gibelinos, partidarios del emperador.
Ante el fortalecimiento del sistema feudal, y con la finalidad de limitar el poder de los señores, los
monarcas comienzan a proteger algunos territorios, concediéndoles ciertas libertades y cierta autonomía.
Estos territorios darán lugar, con el transcurso del tiempo, a la formación de las primeras ciudades o
burgos. Durante los últimos siglos de la Edad Media los campesinos irán emigrando hacia estos parajes
en busca de mejores condiciones de vida.
En Italia el sistema feudal no alcanza el desarrollo que adquiere en Francia o en Europa central. Esta
situación permite el establecimiento de ciudades libres que firman alianzas entre sí conformando ligas –
por ejemplo, la Liga Lombarda–. Al agruparse en ligas, las ciudades autónomas italianas comienzan a
enriquecerse y a transformarse en pequeños centros de cultura y de poder. De esta manera se inicia una
etapa que culminará en el esplendor económico y artístico del Renacimiento.
Algo similar ocurre en Alemania, donde el vacío de poder monárquico ocurrido durante el gran
Interregno Alemán (1254- 1257) permite a los burgos de la región solventarse política y económicamente.
Los burgos alemanes también forman ligas, como el Hansa Teutónica, que facilitan los intercambios
comerciales y protegen sus intereses económicos. Las ciudades nórdicas que se autonomizan en esta
época serán, junto con las ciudades del norte de Italia, los centros artísticos más importantes del
Renacimiento.
La autoridad moral del Papa es reconocida en occidente desde los inicios de la Edad Media, pero se
afianza aún más a partir de la alianza establecida con los reyes carolingios. Estos reyes conceden al
papado un territorio propio: el Patrimonium Petrii en la región central de Italia. Durante el siglo XI la
potestad de la Iglesia logra imponerse por encima de la de los monarcas germanos (Humillación de
Canosa; Concordato de Worms). Por lo tanto, hacia el siglo XI la magistratura más importante en
occidente es la del Papa. En ese momento Bizancio se ve amenazada por el avance musulmán y solicita
ayuda al papado. Este incidente conduce a la formación de milicias cristianas cuya misión es llegar a
Tierra Santa y defender el Santo Sepulcro en contra de los ejércitos musulmanes. Estas expediciones a
Tierra Santa, o Cruzadas, se inician como la lucha de los soldados de Cristo a favor de la fe.
Las cruzadas más importantes fueron las tres primeras, ocurridas entre fines del siglo XI y fines del siglo
XII:Primera Cruzada: 1096 a 1099 Segunda Cruzada: 1147 a 1149 Tercera Cruzada: 1189 a 1192
A partir de la tercera cruzada los intereses económicos comienzan a primar sobre los religiosos. Puede
decirse que las siguientes campañas tuvieron como principal objetivo el intercambio comercial con
Oriente. Las restantes 5 cruzadas se desarrollaron en el transcurso del siglo XIII. El resultado de estas
incursiones a Oriente fue la reactivación comercial de Occidente y el incremento de una economía basada
en la circulación de la moneda que fue reemplazando a la economía feudal basada, sobre todo, en el
intercambio (trueque) de bienes.
Los siglos XIII y XIV
La importante actividad económica surgida a partir de las Cruzadas contribuirá, asimismo, a estimular el
desarrollo del comercio y de la manufactura en las ciudades libres. Una de las manufacturas más
importantes es la de los tejidos: se emplazan importantes centros productores de paños, sobre todo, en las
ciudades de Flandes y del norte de Italia. Estas pujantes ciudades adquieren cada vez mayor peso político
y económico y atraen a los campesinos que abandonan los feudos en busca de mejores condiciones de
trabajo. La creciente circulación de moneda inicia un proceso que desemboca en la sustitución de la
riqueza feudal –basada en los bienes inmuebles– por la riqueza en dinero propia de los burgos. Se
conforma así un nuevo modelo económico urbano basado en la manufactura, el comercio y las finanzas,
en oposición al antiguo modelo económico feudal, basado en la producción rural y las relaciones de
servidumbre y vasallaje. Asociada a las nuevas formas de producción surge una nueva clase social que es
la burguesía.
Durante el siglo XIII se organizan los reinos de Francia y de Inglaterra. Se genera entre ellos un conflicto
por el dominio de las ciudades flamencas, importantes centros de producción y de comercio de paños y de
lanas. Este conflicto se conoce como la Guerra de los Cien Años. En el área política, Inglaterra se
encamina hacia un régimen monárquico limitado por el Parlamento que representa a la nobleza y a la
burguesía. Por el contrario, Francia marcha hacia la centralización del poder en una monarquía cada vez
más autoritaria. Entretanto, Castilla sigue ocupada en la expulsión de los moros. En ese momento sube al
trono Alfonso X el sabio (1252- 1284), un monarca preocupado por la cultura y la ilustración de su
pueblo y por la organización política y jurídica de su reino. El reino de Aragón se ha expandido hacia el
Mediterráneo, convirtiéndose en una nueva potencia de la región. En el siglo XIV el reino de Aragón
anexa los territorios de Sicilia y de Nápoles. También crece el reino de Portugal que inicia su expansión
hacia el continente africano.
A fines de la Edad Media el panorama político de Europa no es homogéneo: mientras Inglaterra, Francia
y España marchan hacia la formación de los estados monárquicos absolutistas que caracterizarán a la
Edad Moderna, las ciudades mercantiles de Alemania, Flandes e Italia adquieren gran autonomía política
y pujanza económica, convirtiéndose en los centros culturales que darán origen al Renacimiento.
EL ARTE DE LA EDAD MEDIA
I- La miniatura y la joyería medievales
Se denomina Alta Edad Media a la etapa comprendida entre los siglos VI y X. Este período se caracteriza
por la invasión de los pueblos bárbaros nómades que se asentaron en las fronteras del antiguo Imperio
Romano. Por tratarse de pueblos nómades carecían de una tradición en el arte monumental. Sus
expresiones artísticas más importantes fueron las joyas con las que ornamentaban sus trajes o sus armas.
Europa occidental heredó esta habilidad para la orfebrería y la aplicó a la confección de joyas para las
cortes y a la elaboración de piezas de uso ritual.
Durante esta etapa las artes del metal alcanzaron un gran desarrollo. Las técnicas de orfebrería,
originarias de Oriente, fueron introducidas en Europa Occidental entre los siglos IV y V de nuestra era
por los pueblos germanos. Se usaron, sobre todo, para la decoración de objetos litúrgicos –relicarios,
crucifijos, cálices, etc.– y para la ornamentación de las tapas de los libros ilustrados. Las técnicas más
empleadas fueron el enchapado en metales preciosos –consistente en la aplicación de una plancha de
metal noble sobre una base de algún otro material, como madera– y el repujado –martillado sobre el revés
de la plancha metálica para obtener relieve en el anverso. Las tapas de los evangeliarios y libros sagrados
se decoraban ricamente aplicando piedras preciosas de variados colores, incrustadas o engastadas sobre
planchas de oro. Otra técnica muy empleada en la decoración fue el esmaltado, que se obtenía fundiendo
en el horno pasta de vidrio coloreada con óxidos metálicos.
La decoración de las tapas podía realizarse también tallando materiales ricos tales como el marfil. Las
escenas representadas siempre aluden al Antiguo o al Nuevo testamento. En la mayoría de los casos las
figuras en relieve aparecen rodeadas de una exuberante ornamentación realizada con gemas, esmaltes y
filigranas. Estos materiales y estas técnicas eran empleados en virtud de su simbolismo: el brillo y la
luminosidad del oro y de las piedras preciosas se asimilaban, simbólicamente, al esplendor de la verdad
divina.
Durante la Alta Edad Media se confeccionaron numerosos manuscritos ilustrados. Por tratarse de una
forma de arte sagrado, estos manuscritos no podían ser confeccionados por cualquier persona. Esta digna
tarea sólo podía ser realizada por los religiosos en lugares especialmente destinados a este fin: los
scriptoria de los monasterios. Cada libro era una pieza única en la cual se invertían muchas horas de
trabajo. Los manuscritos ilustrados se conocen también con el nombre de libros iluminados debido a que
se aplicaba oro para decorar algunas de sus ilustraciones. Se denominan también miniaturas medievales.
Este nombre proviene de la palabra minio, óxido rojo de plomo utilizado desde tiempos remotos como
pigmento para colorear dibujos. Las miniaturas eran pinturas de pequeño formato (entre 20 y 30 cm. de
lado aproximadamente) destinadas a ilustrar libros religiosos como salterios (libros de salmos), misales o
evangeliarios (libros que contienen los cuatro evangelios del Nuevo Testamento).
La decoración se realizaba generalmente sobre pergamino, material fabricado a partir de la piel de oveja o
de carnero, que debe su nombre a la ciudad de Pérgamo donde fue inventado. También se empleaba la
vitela, similar al pergamino pero de menor tamaño ya que se elaboraba empleando piel de cordero nonato.
A partir del siglo XIII se introdujo en Europa el papel de lino. Recién entonces se reemplazó el pergamino
por el papel para la confección de libros ilustrados.
Los pigmentos empleados eran de origen vegetal o mineral. Se disolvían en agua y se aglutinaban por
medio de gomas, resinas, clara de huevo o miel. Los colores resultantes eran opacos pero sumamente
variados e intensos, de modo que el colorido vivaz es una de las características más notables de los libros
iluminados. Para los detalles o fondos en color dorado se empleaba polvo de oro disuelto también en agua
y aglutinantes. El pigmento de oro se aplicaba al dibujo antes del color.
En la miniatura de la Alta Edad Media convergen elementos provenientes de las diferentes culturas que
confluyeron en Europa entre los siglos VII y XI. Los aportes celtas y bárbaros se integraron con rasgos
característicos del arte de Bizancio y con ciertas influencias de la Antigüedad Clásica. Del arte celta se
heredó el gusto por la decoración abstracta basada en la línea, en los patrones rítmicos repetitivos y en las
figuras geométricas. Esta influencia es evidente en las guardas que bordean las ilustraciones y en las
letras capitales (primera letra de cada página). Algunos motivos como el entrelazo y los espirales
aparecen con mucha frecuencia. El arte de este período es, por lo tanto, un arte caligráfico.
Por otro lado, la representación de la figura humana procede del arte bizantino, y particularmente de los
mosaicos. Es plana y hierática. El énfasis está puesto en los ojos y en las manos, tal como en los íconos
bizantinos. Las figuras carecen de peso y de volumen; parecen flotar en una atmósfera irreal y
trascendente. Por último, la influencia del Arte Clásico es evidente, sobre todo, en las arquitecturas
dibujadas donde abundan las columnas, los capiteles corintios y los arcos de medio punto. Esta influencia
se observa también en el ropaje de los personajes que reproduce las togas y túnicas de los magistrados de
la Antigüedad.
En las ilustraciones medievales era frecuente recurrir a símbolos para aludir a personajes sagrados o a
situaciones milagrosas. Entre los símbolos más empleados se encuentra el Tetramorfos, conjunto de
cuatro figuras que representaban a los cuatro evangelistas: San Mateo se representaba como un hombre,
San Marcos como un león, San Lucas como un toro y San Juan como un águila. Esta representación está
inspirada en el pasaje 4.6 del Apocalípsis de San Juan. Otro símbolo que aparece frecuentemente es la
mandorla. La palabra mandorla es de origen italiano y significa “almendra”; hace referencia a la forma
ovalada del halo que rodea a Cristo en las imágenes. Simboliza la Parusía: el retorno de Cristo glorioso al
final de los tiempos.
Las letras capitales (primera letra de cada página) eran resaltadas con una importante decoración. Podían
llegar a ocupar una amplia porción de la página. En muchos casos se ilustraban con historias referidas al
Antiguo o al Nuevo Testamento. Generalmente la primera página de los libros sagrados se decoraba por
completo y no se dejaba espacio para la escritura. A este tipo de página se la denomina página alfombra o
página tapiz.
Otro rasgo importante de la ilustración medieval es el planteo del espacio. No existe una relación
coherente de tamaño entre los personajes y los edificios. En algunos casos la profundidad se indica por
medio de líneas oblicuas, pero el espacio resultante es bastante confuso. Asimismo, la figura humana no
obedece a proporciones naturalistas. En la Edad Media no existía interés en representar los objetos
materiales o el espacio terrenal de manera objetiva. Este interés es propio de la mentalidad moderna. La
preocupación primordial del hombre medieval residía en lo trascendente; y lo trascendente no puede ser
representado por medio de técnicas materiales.
II. El arte románico.
II-a- La arquitectura románica.
A comienzos de la Edad media la Iglesia estaba formada por monasterios que no respondían a una
autoridad común. Alrededor del año 1000 se crea una nueva orden religiosa que tiende a reformar y a
organizar la vida monacal: la orden de Cluny. A partir de la creación de esta orden la vida en los
monasterios se organiza siguiendo la regla de San Benito de Nursia: “Ora et labora” (reza y trabaja).
Desde entonces la vida diaria de los monjes se reparte entre la oración y el trabajo manual. Los
monasterios se convierten en unidades autónomas que se autoabastecen. La orden de Cluny se difunde
por toda Europa dando origen al surgimiento de un nuevo estilo arquitectónico: el estilo románico.
El creciente poder del feudalismo ha resquebrajado la unidad política creada por Carlomagno. Por lo tanto
los reyes buscan apoyo en la Iglesia. De esta manera la Iglesia adquiere cada vez más poder y se expande
rápidamente por toda Europa. El estilo románico es el estilo que caracteriza a la expansión de la Iglesia
Cristiana en Europa Occidental.
La Iglesia promociona el culto a las reliquias de los santos mártires. La cristiandad de Occidente es
convocada a peregrinar hacia los santos lugares donde se encuentran estas reliquias. Surgen importantes
rutas de peregrinación que unen diversos sitios de Europa con Santiago de Compostela, punto de
encuentro de los feligreses donde se suponen enterrados los restos del Apóstol Santiago.
A lo largo de las rutas de peregrinación se emplazan iglesias y monasterios en los cuales los caminantes
rezan, descansan y comen. Cada iglesia tenía sus propias reliquias, las cuales eran exhibidas para que los
cristianos pudieran orar ante ellas. La afluencia de fieles llegó a ser tan grande que la celebración de la
liturgia se vio perturbada. Este hecho condujo a introducir una serie de modificaciones en la arquitectura
de los templos cristianos destinadas a permitir la circulación de los peregrinos sin afectar la realización
del oficio religioso. Con esta finalidad se creo el
deambulatorio, formado por pasillos o naves
laterales que rodeaban la nave central y que se
continuaban alrededor del altar en la girola. En la
cabecera de la iglesia se agregaron capillas radiales
o absidiales en las que se encontraban las reliquias
de los santos patronos del lugar. Gracias a estas
modificaciones arquitectónicas los visitantes podían
caminar y detenerse a orar en las capillas sin
entorpecer la celebración de la santa misa. A través
del deambulatorio el camino de peregrinación se
continuaba por el interior de las iglesias.
románicas es también austero, sólido y sombrío. La luz proviene del claristorio, hilera de ventanas
situadas en la parte superior del edificio. El ambiente, silencioso y en penumbras, induce a los fieles al
recogimiento y a la meditación.
En algunos lugares de Europa el románico adquiere rasgos regionales. Por ejemplo, en el norte de Italia
los campanarios y baptisterios –recintos dedicados a la ceremonia del bautismo– se encuentran separados
del edificio principal de la iglesia. Los exteriores se decoran con logias –pasillos caracterizados por las
sucesiones de arcos y columnas– y se incorporan pórticos externos en las fachadas.
II-b- La pintura románica.
Tanto la pintura como la escultura del Románico se subordinaron a la arquitectura. Además de las
miniaturas que hemos visto en la sección I, en el período románico se desarrollaron importantes ciclos
murales para decorar las iglesias. Estos ciclos consisten en una serie de pinturas en las que se describen
los hechos fundamentales de la vida y del martirio del santo patrono, o en las que se relatan episodios del
Antiguo o del Nuevo Testamento. Muchas de estas escenas se pintaron en la cripta del templo –subsuelo
del edificio donde se guardan las reliquias del santo patrono de la iglesia. También se decoraba el ábside
con la imagen de Cristo Pantocrátor: Cristo Juez en la consumación de los tiempos. Por ejemplo, en las
pinturas del ábside de la iglesia de San Clemente de Tahull, en Cataluña, se representa a Cristo en la
mandorla, impartiendo la bendición con su mano derecha y sosteniendo el libro de los 7 sellos en su mano
izquierda. A ambos lados de la imagen las letras alfa y omega simbolizan el principio y el fin de todas las
cosas. Cristo se encuentra rodeado por el Tetramorfos y por los 12 apóstoles. Los ojos aluden al pasaje
del Apocalípsis que dice “...en medio del trono y alrededor de él cuatro animales llenos de ojos delante y
detrás. Era el primer animal parecido al león, y el segundo al becerro, el tercer animal tenía cara de
hombre y el cuarto animal semejante a un águila volando ...” (Apocalípsis, 4.6). Al sur de España, en la
región de Cataluña, se difunde la pintura sobre tabla para los frontales o antipendios de los altares. Por
ejemplo, en el frontal de la Seo de Urgell aparece Cristo Pantocrátor en el centro, rodeado de los doce
apóstoles. Las pinturas románicas del sur de España se caracterizan por la representación frontal, plana y
hierática de los personajes; el colorido es brillante y el uso de líneas oscuras aumenta el contraste
exaltando la policromía de la imagen.
Entre los principales pintores del período gótico Giotto (1266 – 1337) merece especial mención. Sus
innovaciones en la pintura han sido tan importantes que algunos autores lo consideran como el primer
pintor del Renacimiento italiano. En las obras de Giotto se aprecia un gran interés en crear la ilusión de
espacio tridimensional y una atenta observación de la relación entre el tamaño de las figuras y el de la
arquitectura. Asimismo, se observa un cuidadoso modelado de la figura humana y de los ropajes. Los
gestos de los personajes son expresivos y entre ellos se establece comunicación emocional a través de la
inclinación de sus cuerpos y de la dirección de las miradas y de las manos. Entre sus obras más
destacadas figuran los frescos de la capilla de Arena o de los Scrovegni en Padua (1304 – 1313) y los
realizados en la Iglesia de la Santa Croce en Florencia (c. 1328).
III-b- La escultura gótica.
A diferencia de las
esculturas románicas, que se
esculpían en el propio
edificio utilizando
andamios, la escultura
gótica se realizaba en
talleres aunque su función
principal siguió siendo la
decoración del templo. En la
escultura de este período se
observa una creciente
tendencia a la representación
naturalista y una progresiva
emancipación de la
arquitectura. Estas características pueden apreciarse al comparar las esculturas que ornamentan las tres
fachadas de la catedral de Chartres, las cuales fueron realizadas en tres momentos diferentes. Las más
antiguas son las de la fachada occidental (c. 1140). Las estatuas de esta fachada se encuentran
completamente adosadas a las columnas que flanquean el portal; las figuras son alargadas y rígidas; sus
rostros son inexpresivos y los paños caen rectos. En las estatuas de la fachada sur, realizadas un poco más
tarde (c. 1210), hay mayor movimiento en los paños y mayor variedad en las posturas aunque todavía se
encuentran adosadas al muro. Por último, las esculturas de la fachada norte (c. 1250) están
completamente separadas de la estructura del edificio; existe mayor comunicación entre ellas, hay mayor
expresividad en sus gestos y las proporciones son más naturalistas.
Los tímpanos góticos son mucho más amplios que los románicos. Presentan mayor cantidad de
arquivoltas muy ornamentadas. Si bien siempre se dedica un tímpano al Juicio Final, uno de los portales
se consagra a la figura de la Virgen María. En el período gótico se difunde el culto mariano. Por esa razón
muchas catedrales góticas están dedicadas a ella y llevan el nombre de Nuestra Señora (en francés: Notre
Dame).
En Italia la escultura gótica adquiere características peculiares que la sitúan como un preámbulo del arte
del Renacimiento. Nicola Pisano (1215 – 1278) y su hijo Giovanni Pisano (1250 – 1314) retornan al
trabajo en mármol, inspirándose en la Antigüedad Clásica. A partir de estos dos artistas el mármol se
transforma nuevamente en el material favorito para la escultura.
En los púlpitos de la catedral de Siena y del baptisterio de Pisa Nicola Pisano fusionó elementos góticos y
clásicos. En ambos casos combinó mármoles de diferentes coloraciones en las columnas y en la
balaustrada; usó capiteles corintios, arcos trilobulados y parapetos hexagonales. Apoyó las columnas
sobre esculturas de leones. En el caso del baptisterio de Pisa las columnas descansan directamente sobre
el piso mientras que en el púlpito de Siena lo hacen sobre una base poligonal. En las caras de los
parapetos esculpió escenas de la vida de Cristo. Las posturas de los personajes y la caída de los paños
están inspirados en los relieves clásicos y María está representada como una matrona romana.
En los púlpitos de Giovanni Pisano se observa la misma síntesis de elementos góticos y clásicos. Del
mismo modo que su padre combinó mármoles de diferente color
y utilizó columnas con capiteles corintios apoyados en basamentos esculpidos con figuras de leones. En el
púlpito de Santa Andrea de Pistoia empleó arcos apuntados y una taza hexagonal mientras que en el
púlpito de la catedral de Pisa recurrió a arcos de medio punto; si bien la taza es poligonal la baranda que
la rodea está curvada de tal modo que parece circular. En ambos casos los tallados de la balaustrada están
inspirados en el relieve clásico.
Andrea Pisano (1290 – 1345) realizó los relieves en bronce para la puerta sur del Baptisterio de Florencia.
Talló escenas de la vida de Cristo y de San Juan Bautista inscribiéndolas en medallones cuadrilobulados.
En sus relieves se aprecia la influencia de Giotto ya que hay un incipiente interés por representar la
profundidad espacial por medio de la arquitectura y un cuidadoso estudio del volumen de los cuerpos y
del movimiento de los paños.
IV- El simbolismo del templo cristiano:
El templo cristiano es un ámbito sacro. Por lo tanto, su arquitectura es sagrada y se encuentra imbuida de
significado religioso. Las iglesias medievales solían construirse en lugares ancestralmente venerados. Por
ejemplo, era frecuente emplazar los templos sobre la tumba de algún santo mártir, o en algún sitio en el
cual hubiese ocurrido un milagro. Por lo tanto, desde sus mismos cimientos el edificio estaba santificado.
A partir del período románico se adoptó, para el templo cristiano, la planta en forma de cruz latina. Para
el cristianismo la cruz simboliza el sacrificio de Cristo y es, entonces, la vía por medio de la cual los
creyentes volverán a gozar de la Gracia Divina. La planta en forma de cruz simboliza también el cuerpo
de Cristo, a la vez Hombre y Dios, con sus brazos extendidos.
Durante los primeros siglos del cristianismo se decidió adoptar, para la nave de la iglesia, la orientación
este- oeste. En las Constituciones Apostólicas del siglo IV se establece que el ingreso al templo debe
realizarse desde el oeste, y que la cabecera y el altar deben situarse hacia el este. De esta manera el
peregrino que ingresa desde el oeste –región donde el sol se oculta e impera la oscuridad– camina hacia
el altar dirigiéndose hacia el este –lugar de la salida del sol y, por ende, lugar de la luz. En otras palabras,
el fiel camina desde las tinieblas del pecado hacia la luz de la salvación.
Además de este recorrido longitudinal a lo largo de la nave, los templos cristianos se caracterizan también
por su carácter ascendente. Los techos suelen ser muy altos, los ventanales se ubican en la parte superior
y tanto en el interior como en el exterior existen elementos –como las torres del campanario- que obligan
a llevar la mirada hacia las alturas. El carácter ascendente de las iglesias medievales simboliza la
elevación espiritual de los creyentes hacia Dios y la aspiración de los hombres por alcanzar las esferas
celestiales.
Durante todo el medioevo cristiano la luz adquiere connotaciones simbólicas. En las iglesias románicas
los interiores en penumbras incitan al recogimiento y a la meditación mientras que en los templos góticos
la luz evoca la presencia divina. La luz coloreada que atraviesa las vidrieras y la riquísima ornamentación
convierten a las iglesias góticas en imágenes de la Jerusalén Celestial descripta en el Apocalipsis de San
Juan: “...(el ángel) me llevó en espíritu a un monte grande y encumbrado, y mostrome la ciudad de
Jerusalén, que descendía del cielo y venía de Dios. La cual tenía la claridad de Dios, cuya luz era
semejante a una piedra preciosa, a piedra de jaspe, transparente como cristal... (....) ...El material... (del)
muro era de piedra jaspe; más la ciudad era de oro puro, semejante a cristal puro. Y los fundamentos del
muro de la ciudad estaban adornados con toda suerte de piedras preciosas. El primer fundamento era de
jaspe. El segundo de zafiro; el tercero de calcedonia; el cuarto de esmeralda; el quinto de sardónica; el
sexto de sardio; el séptimo de crisólito; el octavo de berilo; el nono de topacio; el décimo de crisoprasa;
el undécimo de jacinto y el duodécimo de amatista... Y cada puerta estaba hecha de una de estas perlas,
y el pavimento de la ciudad (era de) oro puro como cristal transparente... (...) ...Y la ciudad no necesita
sol ni luna que la alumbren en ella porque la claridad de Dios la tiene iluminada.” (Apocalipsis 21; 10-
11; 18-23).