Arte Islámico

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ORÍGENES Y CARACTERÍSTICAS DEL ARTE ISLÁMICO

1. EL CONTEXTO HISTÓRICO. La civilización islámica es el resultado del fuerte impulso con el


que se manifiesta y difunde una nueva religión, predicada por Mahoma (570-632), junto a la capacidad de
sus seguidores para unificar administrativa, económica y culturalmente los pueblos de la península arábiga, y
promover desde ésta su expansión. Fue una expansión sin precedentes en su rapidez ya que, en menos de
cien años, consiguió abarcar numerosos territorios comprendidos entre la India y el área del Mediterráneo.
En sus conquistas, los árabes fueron muy considerados con las religiones, la cultura y el arte de los pueblos
invadidos.
Adoptaron y adaptaron los elementos y las formas que encontraban para enriquecer con ellas su
cultura, a la vez que, con su expansión, favorecían los intercambios y desarrollaban una importante función
transmisora del saber. Así, los vestigios artísticos de civilizaciones como la romana, la bizantina y la
visigoda, entre otras, no sólo fueron respetados, sino también incorporados al Islam, para producir una
cultura en la que participaban y se conjugaban las peculiaridades de cada ámbito geográfico. Mahoma,
considerado por los musulmanes el último profeta después de Abraham y Jesucristo, predicó una fe
monoteísta en la que reconocía a Alá como único Dios, dueño de la creación, frente a cuya voluntad el ser
humano debe mostrar completa sumisión (Islam).
En esta fe, que se opone al politeísmo anterior, ocupan un lugar un lugar importante la existencia de
los ángeles; la convicción de que hay una vida en el más allá, el ineludible Juicio Universal al que se
enfrentarán todos los hombres; la verdad contenida en las escrituras de su libro sagrado, el Corán, y la
salvación garantizada para aquellos mártires que mueran en la defensa del Islam. Es un conjunto de creencias
muy cercanas a las del judaísmo, el cristianismo y otras manifestaciones religiosas propias de su ámbito
geográfico. Mahoma empezó a predicar en su ciudad natal, La Meca, un importante centro comercial en el
que su mensaje no fue bien acogido, por lo que se vio obligado a huir hacia una ciudad del Norte llamada
Medina.
Esta huida, que se conoce con el nombre de Hégira y que se produce en el año 622, sirve como punto
de partida del calendario musulmán. Tras la muerte de Mahoma, en el año 632, la organización política del
Islam, que ocupaba ya toda la región de Hiyaz, se basó en la teocracia; de forma que el liderazgo espiritual y
la autoridad política se fundían en una misma persona, el califa, al cual estaba encomendada la salvaguarda
de los intereses islámicos y la difusión de la fe mediante la guerra santa (yihad). Los primeros califas eran
miembros de la familia del profeta (califas ortodoxos o legítimos), pero luego, tras algunos conflictos
sucesorios, se impuso la dinastía Omeya, de origen sirio que trasladó la capital del imperio de Medina de
Damasco. Se iniciaba en el año 661, el califato omeya.
Los omeyas se expandieron por el este hasta la India y conquistaron el norte de África, lo que les
permitió acceder con facilidad a Sicilia y a la península Ibérica, donde entraron en el año 711. Su avance
europeo fue detenido en Francia en el año 732 por los francos. Los omeyas expandieron el Islam, a su vez,
por Asia Central, llegando a los límites geográficos de China. En el año 745 una rebelión en el este de Persia
provocó un cambio a favor de los abasíes. Así, en el año 750, comienza el califato abasí, que trasladó su
capital a Bagdad y centró su actividad difusora, hasta mediados del siglo XI, hacia Orienta y el continente
africano.
Su mandato se caracterizará por la falta de coincidencia entre las fronteras religiosas y políticas, esto
es, por la progresiva desmembración del imperio islámico dada su enorme extensión y su incapacidad para
controlar las zonas más alejadas. En este contexto, los gobernadores (walis) y los jefes militares de las
provincias (emires) fueron adquiriendo poder y riqueza hasta conseguir su total autonomía. Éste fue el caso
de Al-Andalus, que pasó de ser un emirato en la época de los omeyas a constituirse en un califato
independiente con capital en Córdoba, desde el año 929, libre de la influencia abasí. Dicha situación dio
lugar a un desarrollo particular en sus manifestaciones artísticas que, dada su importancia y su exquisitez,
llegó a competir con las realizaciones del imperio. Con todo, fue bajo las dinastías omeya y abbasí, cuando el
mundo del Islam definió las principales orientaciones religiosas, culturales y artísticas que acompañaron y
favorecieron su espectacular proceso de expansión.
2. RASGOS GENERALES DEL ARTE ISLÁMICO. El arte islámico está determinado
estéticamente por las prescripciones coránicas, la cultura árabe y las influencias de los países conquistados
por el Islam. El arte musulmán recogió la herencia del arte tradicional de Asia occidental, y del estilo
artístico grecorromano. El arte musulmán posee una unidad relativa, un aire familiar, apreciable en obras
creadas a varios miles de kms y con algunos siglos de intervalo. Los lazos que unen las distintas propuestas
del arte musulmán son los siguientes:
1. Factores geográficos. El arte musulmán se extendió sobre una amplia faja este-oeste del planeta
que iba desde el golfo de Bengala al océano Atlántico. Esta zona, limítrofe al sur con regiones templadas del
hemisferio norte, presenta una unidad relativa de clima. La escasez de las lluvias, el carácter semiárido o
desértico de estas regiones influyen decisivamente sobre el arte musulmán.
2. Factor histórico. Como tal se entiende las condiciones que han estado presentes en la génesis del
arte musulmán, la supervivencia de los caracteres que debe a sus orígenes. 3. Factor religioso. Es el factor
que más mantiene entre las provincias del arte musulmán una unidad cuya marca lleva cada obra es el propio
Islam. Es el factor más eficaz y permanente. Los edificios islámicos satisfacen las reglas de vida impuestas
por el Islam. Arte al servicio del culto.
ECLECTICISMO O SÍNTESIS El arte islámico se caracteriza por su eclecticismo, es decir, por su
capacidad de asimilar y reinterpretar elementos artísticos tomados de distintas culturas y fundirlos con sus
propias raíces para crear nuevas formas. Las tribus árabes que habitaban en la península de Arabia antes de la
llegada del Islam eran nómadas y, por tanto, habían desarrollado muy poco la arquitectura; cuando los
musulmanes tuvieron que construir sus edificios se inspiraron en los modelos existentes en los territorios
conquistados, asimilando el arte persa sasánida, la tradición romano-bizantina y el arte cristiano, con
elementos incluso indios o chinos.
ANICONISMO El arte islámico es ICONOCLASTA, porque el Dios único en el que creen los
musulmanes no se puede representar en imágenes. No hay, por tanto, imágenes en las artes plásticas, ni en el
interior de sus mezquitas. La excepción la constituyen algunas manifestaciones en el ámbito iraní (chiíta) y
en los códices que contienen ilustraciones sobre algunos temas. Cuando Mahoma destruyó los ídolos
reafirmó la idea central de la trascendencia de Dios, que hace imposible poseer una imagen de Él, pero sobre
todo reforzó la idea de que ningún artista puede competir con la divinidad en la creación de seres reales. Así,
aunque el Corán, no prohíbe expresamente la representación de figuras, el arte islámico evita "crear" figuras
porque que esta facultad sólo se le reserva a Dios.
ESTILIZACIÓN Las artes plásticas del mundo islámico son ANTINATURALISTAS . Se trata de
recrear, a través del arte, un ambiente puramente religioso, donde no cabe la representación de la realidad.
Es, por tanto, una manifestación del misticismo y la espiritualidad de los musulmanes. Por ello abundan las
composiciones geométricas y abstractas.
• La composición geométrica se usó también para evitar toda representación humana de la divinidad.
En el arte, el entrelazado geométrico fue la forma en que se plasmó la idea de unidad divina proclamada por
Mahoma y subyacente en la infinita variedad del mundo según el Islam.
• La armonía del mundo se expresa para el arte islámico en la complejidad del entrelazado
geométrico, porque en la unidad se muestra la multiplicidad y la multiplicidad se encuentra en la unidad.
• La ornamentación geométrica siguió el trabajo de los matemáticos árabes, que fueron los más
notables del mundo medieval. La base de muchos de los patrones geométricos es una estrella central con las
puntas mirando en todas las direcciones para formar una compleja red de líneas que se cruzan entre sí. En
todos los casos el objetivo era el mismo: romper el espacio bidimensional en partes pequeñas para agradar a
la vista y retar a la mente.
MUTABILIDAD. Se basa en el principio de que sólo Dios es eterno y, por tanto, el único que
permanece inalterable en el tiempo. Todo lo demás cambia. El arte no aspira a la perduración, como en
Roma, sino que prefiere mostrar la condición efímera y cambiante de las cosas. Lo único verdaderamente
inalterable es Alá. La mutabilidad de las cosas se expresa a través de los recursos ornamentales. Con los
efectos de luz se consiguen sensaciones de desmaterialización arquitectónica (reflejos, contrastes de color,
etc.). Los materiales que se emplean son pobres (yeso, ladrillo, madera), pero revestidos con gran riqueza.
SISTEMA ARQUITECTÓNICO. La climatología provocó también que la arquitectura se volcara
hacia dentro, buscando espacios frescos y confortables. En este sentido clave el papel del agua y la
naturaleza, integrados a través de fuentes, canalizaciones en superficie y agradables jardines.
El edificio más destacado es la mezquita, lugar de reunión de la comunidad musulmana y su
estructura deriva de la casa de Mahoma en Medina, aunque también observamos ecos de las basílicas
paleocristianas. Sus partes fundamentales son:
* El patio ("sahn"), rodeado de arquerías.
* La torre ("alminar" o "minarete"), junto a la puerta de acceso al patio.
* La fuente para abluciones ("sabil"), generalmente bajo un templete.
* La gran sala de oración ("haram"), dividida en numerosas naves.
* El muro orientado hacia La Meca ("qibla").
* El nicho o lugar santo en el centro de la qibla ("mihrab").
* El recinto cercado para el califa o imán ("maxura").
* El púlpito ("minbar").
En cuanto a los soportes se emplean columnas reaprovechadas y pilares de ladrillo.
Se utilizan también columnas con capiteles que de forma tosca imitan el mundo clásico. Los arcos más
usuales fueron el apuntado, el de medio punto, el de herradura, el lobulado, el mixtilíneo y los arcos
entrecruzados. En las cubiertas utilizan carpinterías de madera labrada, junto a bóvedas y cúpulas. El
desarrollo de la cúpula, basado en los modelos del mundo romano y bizantino, fue espectacular; así surgen
variedades de gran belleza, como la cúpula con forma de bulbo; la califal, formada por nervios que no se
cruzan en el centro, o la gallonada, compuesta por gallones o segmentos cóncavos parecidos a los gajos de
una naranja. La disposición reiterativa y repetitiva de los recursos ornamentales, que se multiplican hasta el
infinito, generando sensaciones de movilidad, agitación y densidad ornamental (Horror vacui).
LA DECORACIÓN EN EL ARTE ISLÁMICO
• Puede decirse que el arte islámico consiste en un número relativamente limitado de formas simples,
muchas de las cuales pueden ser usadas intercaladas en diferentes medios. Estas formas básicas son de nuevo
elaboradas a veces hasta un grado extraordinariamente complejo.
• La ornamentación islámica tiene un vocabulario particular y sus principales categorías son:
caligráfica, vegetal (ataurique), geométrica (lacería) y figurativa (muy escasa). Todas estas formas
heterogéneas se combinan para formar un todo estilísticamente único. Figuras de animales y humanas se
entrelazaron, de acuerdo con determinadas leyes rítmicas, con diseños geométricos o con arabescos para la
serie de eslabones de una sola cadena.
• Los motivos vegetales se utilizan ampliamente en el arte y la arquitectura islámica, pero los artistas
musulmanes no buscan la similitud con el mundo natural, al contrario, procuran dar a sus diseños una
apariencia abstracta e irreal.
LA CALIGRAFÍA
• Las figuras fueron sustituidas en el arte islámico por la escritura sagrada, que puede considerarse
como la manifestación visible del verbo de Dios. La lengua árabe es para el Islam una lengua sagrada, pues
es la lengua de la revelación y del Corán.
• La caligrafía árabe es considerada en el mundo islámico como la expresión artística más apreciada
porque otorga una forma visible a la palabra revelada de Dios. En el primer capítulo del Corán, Dios es
descrito como el Todopoderoso "que enseñó al hombre a través de la pluma".
• Una actividad profundamente venerada es la copia del Corán, porque está hecha al servicio de
Dios. De ahí que el arte del libro (caligrafía, encuadernación y adornos) siempre se ha tenido en la más alta
estima dentro del mundo islámico. Por ello, las escuelas de escribanos se encuentran frecuentemente junto a
las mezquitas.
• La caligrafía pasó a ser parte fundamental de la decoración de edificios civiles o religiosos.
EL ARABESCO
• La ornamentación floral tuvo una amplia difusión en el arte islámico y su manifestación más
característica es el arabesco. Arabesco significa cualquier patrón que se repite, basado en enredaderas de
volutas y hojas. Los arabescos pueden encontrarse debajo de otro ornamento, también pueden servir como
paisaje o contexto en el que hombres y animales se desvanecen.
LAS ARTES INDUSTRIALES
• La mayoría de los objetos del arte islámico tienen un uso práctico. Las alfombras por ejemplo, han
tenido diversos usos en la historia musulmana: para la oración, para cubrir el suelo usado por el devoto; o
como "mueble" de viaje entre los árabes nómadas, quienes las usaban como manta, para guardar artículos
domésticos, para cubrir mesas o como cojines para descansar.
• En los diferentes centros artesanales del mundo islámico se crearon magníficos ejemplos de las
diferentes artes industriales. El arte textil se desarrolló ampliamente, en especial la confección de telas de
lujo, bordadas en oro y plata. Además abundaron los talleres especializados en la creación de mosaicos,
vidrios ornamentales, trabajo en metal y talla en madera.
• Una de las invenciones técnicas que difundió el arte islámico es la creación de alfarería con reflejos
metálicos, a imitación del delicado trabajo del metal.

3. LOS ORÍGENES DEL ARTE ISLÁMICO.


EL PERÍODO OMEYA En la época omeya (661-750) es muy profunda la influencia bizantina. A
finales del siglo VII se construyó en Jerusalén la Mezquita de la Roca en Jerusalén, con planta octogonal y
una gran cúpula destinada a cubrir la roca que la tradición relacionaba con el sacrificio de Abraham.
La Gran Mezquita de Damasco se construye a principios del siglo VIII aprovechando un edificio
cristiano preexistente, la Iglesia de San Juan Bautista, quedando diseñado ya el modelo de mezquita. Será el
modelo a seguir con pequeñas diferencias en mezquitas posteriores.
EL PERÍODO ABBASIDA
En el período abbasida (desde mediados del siglo VIII) las influencias principalmente son
mesopotámicas y persas, sobre todo a partir del traslado de la capital de Damasco a Bagdad. Destaca la Gran
Mezquita de Samarra, de mediados del siglo IX, posee un curioso minarete cuya rampa de acceso describe
un recorrido helicoidal que recuerda a los ziggurats. En Samarra se fija el tipo de mezquita formada por
amplios patios cuadrados, rodeados de pórticos y salas divididas en varias naves por pilares.
La Gran Mezquita de Kairuán, del siglo IX, es famosa por el trazado de sus naves en forma de T, al
cruzarse la nave central con la que sigue transversalmente a la qibla y tener ambas mayor anchura que el
resto. Esta mezquita norteafricana ofrece varios puntos de contacto con la de Córdoba, destacando la
utilización del arco de herradura, la distribución del minarete en cuerpos de planta cuadrada y tamaño
decreciente en altura y el uso de la bóveda gallonada.

TEMA: EL ARTE ISLÁMICO. PRINCIPALES CARACTERÍSTICAS. SU


PRESENCIA EN ESPAÑA. ESTUDIO DE UNA OBRA REPRESENTATIVA

ÍNDICE
0.-INTRODUCCIÓN
1.- PRINCIPALES CARACTERÍSTICAS
1.1.- Fundamentos del arte islámico
1.2.- La arquitectura islámica
1.2.1.-Caracteres generales.
1.2.2.- Una construcción representativa: la mezquita.
1.2.3.- El jardín islámico
1.2.4.- El urbanismo islámico
1.3.- Períodos y dinastías en el arte islámico oriental
1.3.1.-La etapa Omeya.
1.3.2.-La etapa Abasida.
1.3.3.-Pueblos orientales y ámbito otomano.
2.- SU PRESENCIA EN ESPAÑA: EL ARTE DE AL-ANDALUS
2.1.-Coordenadas históricas y definición del arte de Al-Andalus
2.2.-Fases principales.
2.2.1.- El período cordobés.
2.2.2.- Los Reinos de Taifas.
2.2.3.- Almorávides y almohades.
2.2.4.- La Granada nazarí.
2.3.- Otras modalidades artísticas.
3.- CONCLUSIÓN
4.- COMENTARIO BIBLIOGRÁFICO
5.- ESTUDIO DE UNA OBRA REPRESENTATIVA

0.- INTRODUCCIÓN
La presencia de la Historia del Arte en nuestra especialidad se justifica por la necesidad de una
materia que desde la posición reflexiva y crítica de las Ciencias Humanas sea capaz de aproximar al
alumnado a la comprensión de la complejidad del lenguaje visual desde la perspectiva histórica y ponerlo en
relación con los factores sociales, económicos y culturales que producen los miles de imágenes, de diseños,
de espacios y de símbolos que están modelando, desde la cultura de masas, su sensibilidad, sus señas de
identidad, su modo de vestir e incluso sus condiciones de vida. Así pues, en la era de la imagen, de la cultura
audiovisual y donde las nuevas tecnologías hacen que todo el mundo hable de iconos, símbolos y diseño, la
enseñanza de la Historia del Arte no tendría que ser justificada. Debería estar presente en la formación
integral de cualquier persona, para poder permitirle estructurar su propia experiencia estética y poder ampliar
sus posibilidades de comprender y disfrutar de las creaciones artísticas históricas y actuales. Además si
queremos educar para la libertad, aspectos como los impulsos creativos, la imaginación y la percepción,
deben ser analizados, reflexionados y potenciados. Iniciar en la lectura de obras de arte permite decodificar
el lenguaje de las formas y reflexionar sobre los contenidos, lo que a la vez que ofrece una herramienta para
analizar el mundo actual cargado de imágenes, permite descubrir el valor del Patrimonio como transmisor de
emociones, valores e ideas a través del tiempo y del espacio, una verdadera y cercana máquina del tiempo
que puede ser perfecta para la educación de una juventud abierta a explorar el apasionante mundo de los
sentidos y de la creación. Además, como decía Braudel la Historia del Arte tiene una entidad propia como
disciplina autónoma con sus propios métodos y objetivos. Considerarla un capítulo de la Historia General,
supone ignorar el carácter universal, intemporal y transcultural de su objeto central, el Arte. Relegarla a un
capítulo de la historia social, de la historia de las religiones o de la vida cotidiana, impediría otorgar a la
producción artística la atención especial que requiere. Igualmente no debe olvidarse que las obras de arte son
documentos que reflejan el sentir de una época o de un hombre y que han de ser entendidas desde la óptica
del artista que las creó y de la sociedad que las encargó. Sin embargo, no son meros documentos históricos,
sino en cierta medida, son también actuales, están vivos y continúan enviándonos su mensaje y por su
carácter polisémico permiten multitud de lecturas. Al estar presentes en nuestra época actualizan la historia,
de algún modo, informándonos de aquellos aspectos que el documento histórico difícilmente comunica:
mentalidad, sentimientos, afectos, emociones religiosas, principios morales, éticos o estéticos, transgresiones
morales o culturales. En resumen, por el resquicio de la creación artística salen al exterior una serie de rasgos
individuales, sociales y culturales que de otra manera no tendríamos manera de conocer en las culturas ya
extinguidas.
Esta virtualidad formativa de la Historia del arte se recoge de una u otra forma en el marco legal que
ampara nuestra disciplina [DECRETO 231/2007, de 31 de julio, por el que se establece la ordenación y las
enseñanzas correspondientes a la educación secundaria obligatoria en Andalucía. (BOJA 8-8-2007); ORDEN
de 10-8-2007, por la que se establece la ordenación de la evaluación del proceso de aprendizaje del
alumnado de educación secundaria obligatoria en la Comunidad Autónoma de Andalucía. (BOJA 23-8-
2007); ORDEN de 10-8-2007, por la que se desarrolla el currículo correspondiente a la Educación
Secundaria Obligatoria en Andalucía. (BOJA 30-8-2007; ORDEN de 5-8-2008, por la que se desarrolla el
currículo correspondiente al Bachillerato en Andalucía. (BOJA 26-8-2008) y ORDEN de 15-12-2008, por la
que se establece la ordenación de la evaluación del proceso de aprendizaje del alumnado de bachillerato en la
Comunidad Autónoma de Andalucía].
De forma concreta, el tema que aquí nos ocupa contribuye a la configuración de nuestra disciplina
mediante el desarrollo de una serie de líneas fundamentales marcadas por convertirse en un arte que recogió
la herencia de civilizaciones anteriores y dirigió sus elementos, imprimiéndoles su propia marca; por su
extraordinaria personalidad, por el enorme arco geográfico de expansión: India, Península Ibérica, Siria,
Egipto, norte de África, unido cultural y religiosamente y que, a nivel historiográfico, sustentan sus bases
de conocimiento en autores como Patrice Creswell, Christian Ewert, Oleg Grabar, Richard Ettingausen;
Georges Marçais, Torres Balbás, Basilio Pavón, Gómez Moreno, Borrás Gualis o Acién Almansa.

1.- PRINCIPALES CARACTERÍSTICAS


1.1.- Fundamentos del arte islámico
La Hégira puede considerarse la partida de nacimiento de la religión musulmana y, por lo tanto, el
punto de arranque del arte islámico, que se extenderá en puridad hasta los inicios de la Edad Moderna,
aunque puede considerarse al arte otomano como continuación posterior del estilo musulmán. De modo muy
simple, este largo proceso suele dividirse en dos etapas. La primera abarca desde el siglo VII al XI y, ante la
rápida expansión del Islam, se nos muestra como un arte homogéneo en el que los elementos diferenciadores
proceden de las influencias de los territorios dominados; las principales zonas creativas serán la Siria omeya,
el Irak abasí y el al-Andalus de los Omeyas exiliados, cauce de acceso al mundo cristiano de las formas y
técnicas orientales. La segunda, comenzada con la llegada de los almorávides a Occidente y la de los turcos
selyúcidas al Mediterráneo oriental, es, salvo excepciones como algunos aspectos de la producción del Islam
español, una etapa de decadencia, en contraste con el progresivo esplendor de la cultura cristiana europea.
El carácter tolerante de la religión musulmana se tradujo en la conformación de una civilización
ecléctica, que en el terreno artístico se traduce en la adopción de numerosos elementos artísticos y culturales,
procedentes del conocimiento de las obras grecolatinas o bizantinas o de las realizadas por pueblos
conquistados, como los sirios, persas o visigodos. Así nació un arte de síntesis, que palió la ausencia de
formas artísticas propias anteriores al Islam. No obstante, en relación a las bases culturales del arte islámico,
la religión desempeña un papel primordial que, desde las primeras manifestaciones hasta las últimas implica
cierta homogeneidad y unidad en todo el arte islámico, a pesar de las diferencias regionales o geográficas. En
este sentido, destacamos:
(a).- Antes de centrarnos en el aspecto religioso, la influencia del clima, el factor geográfico, esto
es, las condiciones que han estado presentes en la génesis del arte musulmán nos hablan de una permanencia
en tradiciones constructivas y decorativas desde sus orígenes, como bien analizara, Georges Marçais.
(b).- El árabe como lengua sagrada, hablada y escrita por todos los musulmanes, desde la India
hasta marruecos, y concebida como instrumento de la revelación recogida en el Corán, algo que confiere a
los edificios musulmanes un “evidente aire de familia”. De ahí que sea la decoración epigráfica el contenido
iconográfico más valioso de los edificios musulmanes, equivaliendo a las pinturas, esculturas y relieves que,
en las iglesias cristianas, configuran el significado de la obra.
(c).- La oración como una de las prescripciones fundamentales del culto que, de forma integral,
incide en la configuración de los tipos arquitectónicos. El creyente cumple con ello cinco veces al día, tras
haberse purificado mediante la ablución y debe, vuelto en dirección a La Meca, pronunciar las fórmulas
rituales acompañándolas de gestos, inclinaciones y prosternaciones minuciosamente reguladas. La oración,
aconsejada en grupo, requiere de un nuevo espacio que surgirá paulatinamente, la mezquita, en la que nos
detendremos más adelante.
(d).- La concepción de lo privado y de la familia. Y es que el islam penetra tanto en la vida
doméstica como en la propia sociedad. De este modo, el papel otorgado a la mujer y el carácter intimista de
la familia, tienen su trasunto en un espacio cerrado al exterior, que opone sus barreras a la indiscreción de
extranjeros, y se abre hacia el interior y que, a grandes rasgos, constituye la esencia de la casa doméstica
musulmana.
(e).- El carácter vertebrador del Corán y la aniconicidad. La predicación de Mahoma se afirma
como una reacción violenta contra la multiplicidad de dioses y fetiches que veneraba el mundo árabe,
accesoriamente contra la idolatría greco-romana y contra la trinidad admitida por los cristianos. Si el Corán
sólo someramente condena la impiedad de los ídolos, la Tradición (sunna), lo precisa y dificulta. En este
sentido, los musulmanes rigoristas apoyarán la prohibición de las figuras de hombres y animales.
Representar seres vivos es situarse por encima de Alá, ya que este, sin representación ni figura alguna, se
reveló a Mahoma únicamente mediante la palabra, siendo el Creador el único que tiene derecho a formar
cuerpos para dotarlos de alma. Aunque tal prescripción ha encontrado momentos de incumplimiento, no
podemos negar que, a nivel general, ha conservado todo su vigor en la ornamentación de los edificios
religiosos y objetos de culto dentro del arte musulmán.
(f).- De todo lo argumentado, deducimos el predominio muy considerable de la arquitectura
sobre cualquier otra manifestación artística. El hecho deriva de la prohibición coránica de representar
imágenes, lo que obliga a un aniconicismo, raras veces vulnerado, que provoca la nula presencia de
figuración, el nulo o escaso desarrollo de la escultura y la pintura y la reducción de la decoración, en general
muy abundante, a motivos geométricos, vegetales y epigráficos.

1.2. La arquitectura islámica


1.2.1. Caracteres generales
Como ya hemos señalado, la arquitectura árabe sintetiza elementos diversos adaptándolos a sus
necesidades, aportando como rasgo más característico una rica ornamentación fundamentalmente interior,
tendente al “horror vacui” y que contrasta con la pobreza decorativa que suelen mostrar los exteriores. Otra
nota distintiva es la escasa altura y la perfección matemática de los diseños arquitectónicos, en consonancia
con los notables conocimientos de los musulmanes en esta materia. Con predominio de los volúmenes
geométricos y cúbicos, cubiertos por cúpulas.
En cuanto a los materiales, son bastante variados: mampostería, yeso y, sobre todo, ladrillo; la
piedra, sin embargo, fue escasamente utilizada, aunque con excepciones como Egipto y el arte del califato de
Córdoba. Respecto a los soportes, al principio emplearon columnas procedentes de construcciones anteriores
al arte islámico, optando posteriormente por la utilización de los pilares de ladrillo y por la de columnas de
fabricación propia, generalmente bastante delgadas dada la ligereza de las techumbres.
También es muy variada la tipología de los arcos, destacando los de medio punto, los de herradura y
los túmidos (apuntados y peraltados), éstos preferidos en la mayoría de los territorios musulmanes, excepto
en al-Andalus, donde gustan más de los semicirculares de herradura. El progresivo dominio técnico
posibilitó la incorporación de los arcos mixtilíneos entrecruzados y de los polilobulados, de tres o cinco
lóbulos.
Asimismo utilizan diferentes tipos de bóvedas, perfeccionando las de cañón y las de arista, utilizando
ampliamente las gallonadas e ideando en España las nervadas de crucería, aparecidas en el siglo X y
formadas por arcos entrecruzados que dejan en su centro una forma poligonal o un cuadrado.
En lo que atañe a los modelos decorativos suelen hacerse sobre placas de mármol o alabastro,
revestimientos de estuco o azulejos de cerámica vidriada (alicatado) apareciendo también los mosaicos y, en
ciertas ocasiones, las pinturas. La temática abstracta y geométrica, de muy complicados diseños, se conoce
como lacería; motivos vegetales forman el ataurique. A ellos se suman los elementos epigráficos, sobre todo
en caligrafía cúfica, recogiendo poemas, citas del Corán, loas califales, etc.
Todo lo expuesto es común a las dos etapas del arte musulmán que definimos al comienzo de esta
exposición. De hecho, la fase que se inicia en el siglo XI no se caracteriza por la aportación de nuevos
elementos –podrían reducirse al gusto por los mocárabes como ornamentación o las originalidades del arte
nazarita-, sino por nuevas tipologías de construcciones y alguna modificación en el diseño general de las
mezquitas que inmediatamente comentaremos. Así proliferan las construcciones funerarias en forma de gran
cuerpo cuadrado cubierto por cúpula o se hace común añadir a las mezquitas los iwanes, salas abiertas al
patio de origen abasí.

1.2.2. Una construcción representativa: la mezquita.


Por delante de los palacios, su otra gran edificación, la construcción más representativa de la
arquitectura musulmana es la mezquita que, a diferencia, por ejemplo, de los templos clásicos y, en menor
medida, de los cristianos, no es la casa de Dios, sino el lugar de reunión de la comunidad islámica. Su
nombre viene de la voz árabe “maschit” –lugar de postración-; de planta cuadrada, unas teorías las hacen
provenir de la forma de la casa de Mahoma en Medina, mientras que otras ven su origen en las estructuras de
construcciones sasánidas o, incluso, en las de las basílicas paleocristianas. El modelo más común y sencillo
era el sirio, que constaba de: un gran patio descubierto (sahn), que contaba con una fuente para las
abluciones rituales (sabil), que en ocasiones adoptaba la forma de un templete. El patio solía estar rodeado
por una zona porticada con columnas o pilares, y tenía adosada una torre, el alminar o minarete, desde la que
el almuédano convocaba a la oración. La parte cubierta la constituía la gran sala de oración (haram), formada
por las crujías, un número indefinido de naves, perpendiculares o paralelas según el tipo de mezquita al muro
de la qibla, orientado generalmente a La Meca y en el que se localizaba un nicho muy decorado, el mirhab,
donde se guardaba el Corán. Ante el mirhab se disponía un espacio limitado por arquerías, la macsura, y
próximo a la qibla se situaba el mimbar, púlpito de madera desde el que el imán dirigía las plegarias.
Las principales mezquitas solían ser escuelas coránicas (madrazas), precedente de las universidades
cristianas medievales, para lo que se disponían dependencias alrededor del patio central, que alcanzó mayor
complejidad en los modelos abasíes con la incorporación de los iwanes, herederos de las grandes salas
abovedadas de los antiguos palacios persas.
En cuanto a la tipología, presentan muchas variedades que pueden agruparse en tres modelos
característicos. El primero es el de la mezquita clásica o hipóstila, que toma su nombre por los múltiples
soportes –columnas o pilares- de su haram. A este modelo pertenecen las mezquitas más antiguas, como las
de Kufa y Basora (finales del siglo VII) y presenta dos tipos diferenciados, el sirio y el Al-Aqsa. El primero
toma su nombre de la mezquita de Damasco –comienzos del siglo VIII-, obra fundamental del arte islámico
por ser la primera con sahn y que disponía de tres naves paralelas a la qibla, cortadas por otra transversal.
Posible obra de arquitectos bizantinos, aprovechó la estructura de la basílica de San Juan Bautista, edificada
a su vez sobre una antigua construcción romana. El modelo Al-Aqsa se llama así por la mezquita de ese
nombre erigida en Jerusalén en las mismas fechas que la damascena, y se caracteriza por la disposición
perpendicular de sus naves al muro de la qibla, ejemplo que seguirán mezquitas tan importantes como la
tunecina de Kairuán o la de Córdoba.
El segundo tipo es la mezquita abasí de cuatro iwanes de origen persa, a la que ya nos hemos
referido, mientras que el tercero corresponde a las de planta centralizada bajo cúpula, desarrollada por los
turcos desde el siglo XIV e inspirada en Santa Sofía de Constantinopla.
1.2.3. El jardín islámico
Al principio y al final está el jardín. Tanto para musulmanes como para cristianos y judíos, el jardín
del Edén y el paraíso abarcan el destino de la humanidad. El Corán da descripciones detalladas del jardín
eterno. Parece tratarse de parques paisajísticos, que -como las puertas y los porteros son nombrados- están
cercados por murallas. La Sura 55 del Corán habla de dos jardines iguales, junto a los cuales hay aún otros
dos jardines; estos cuatro jardines poseen fuentes efervescentes, árboles que dan sombra, frutas exquisitas y
bellas huries. En el jardín celestial también hay tiendas y edificios: viviendas, casas, castillos y aposentos,
además de "salas, en las que fluyen riachuelos". Pero todos estos edificios están repartidos por el jardín y de
ningún modo recuerdan a una ciudad. Al mismo tiempo, del texto sagrado se puede extraer la importancia de
las sombras de los árboles y del agua corriente, pero también la protección mediante muros circundantes, el
embellecimiento por los edificios ricamente decorados y esparcidos en el verdor, y la falta de flores, grutas y
estanques. Desde el punto de vista tipológico, podemos encontrar, a grandes rasgos, dos tipos: el jardín
coránico, centrado en las descripciones que acabamos de expresar y, el jardín persa o cuatripartito, formado
por el cruce de dos canales de riego dando lugar a cuatro espacios ajardinados, y colocándose en el centro
una fuente símbolo del centro del universo. Ambos tipos se evidencian de forma clara en la Alhambra y el
Generalife y, en todos ellos, como muy bien analizara Chueca Goitia, juegan un papel importante desde el
punto de vista estético los siguientes elementos: (a) los niveles del jardín: nivel de la sombra; nivel de la
vegetación floral y nivel del agua; (b) Los elementos del ámbito del agua: canales, norias, aljibes, fuentes;
y (c) el papel de la geometría: los conocimientos de científicos como Avenpace y Averroes, fueron
aplicados a su construcción, de manera que los planos de los jardines se articulan a partir de un conjunto de
plazas en rotación (sebka) formando patrones poligonales o estrellados característicos. Se repiten también a
menor escala en otros jardines realizados mediante grupos de alicatados o azulejos, y con pavimentos
geométricos. Motivos florales decoran las paredes y el estuco con escritura cúfica, amplía su profusión de
hojas entrelazadas. Los textos inscritos mezclan versos del Corán, acerca de la construcción del jardín y
poemas.
1.2.4. El urbanismo islámico
El pueblo islámico, al contrario de lo que en principio pudiera pensarse al tratarse de una cultura de
origen nómada, es eminentemente urbano. Esta consideración nace de la propia formación del Islam como
tal, y de Mahoma, como su creador. Como muy bien estudiara P. Creswell o C. Ewert, en este origen el
papel de las ciudades fue fundamental: de una ciudad emigra Mahoma, en una ciudad (Medina), se gesta la
organización primigenia de esta religión, y nuevamente el regreso a La Meca marca el triunfo simbólico de
la nueva comunidad. En este contexto, adquiere gran importancia la ciudad de Medina, donde se crea la
primera comunidad y se codifican las primeras normas y estructuras de esta religión, constituyéndose en
lugar de referencia a partir de ese momento. Todo ello, como señalara acertadamente Oleg Grabar, impulsó
el desarrollo de nuevos núcleos urbanos como lugar de convivencia de la umma, el conjunto del pueblo
unido por la religión del profeta. De ahí que, en primera instancia, un análisis del urbanismo islámico, deba
tener como obligada referencia el propio Corán. Si bien las suras que mencionan al aspecto urbano lo hacen
en el contexto de las relaciones personales de los creyentes, las referencias que hace al paraíso y la
concepción de la ciudad como reflejo terrenal de éste, imprimen un significado y un carácter simbólico al
fenómeno urbano, teniendo como elementos de vital importancia el agua y la vegetación, que, como se ha
incidido juegan un papel más riguroso en el jardín islámico. Otras referencias, son los textos de la época,
que ponen de manifiesto las condiciones indispensables para el asentamiento y el desarrollo de un enclave
urbano: existencia de agua corriente; rodeado de tierras fértiles para los cultivos; posesión de bosques para
provisionar la leña; encontrarse protegido por sólidas murallas, y tener un jefe que garantice la paz.
Respecto a la tipología de ciudades el profesor López Guzman, las sistematiza hablando de la
siguiente clasificación: (i) Por su asentamiento: ciudades sobre asentamientos previos (Zaragoza); ciudades
de nueva creación(Almería, Badajoz, Madrid); (ii )Por su función: fortalezas u plazas fuertes (Uceda,
Atienza, Medinaceli); ciudad integral (Córdoba); ciudad de recreo (Medina Azahara); (iii) Por su ubicación
y sistema defensivo: ciudad espolón (Ronda); ciudad acrópolis (Málaga); ciudad de colina (Huesca);
ciudades en llano con cinturón de agua (Córdoba) y ciudad puente (Écija).
Finalmente, en relación a la morfología y composición de la ciudad islámica, desde
aproximadamente el siglo X, cualquier ciudad de cierta importancia se dotó de torres y muros fortificados,
elaboradas puertas urbanas y una prominente ciudadela (qal'a o alcazaba) como asentamiento del poder.
Estas últimas son construcciones realizadas con materiales característicos de la región circundante: piedra en
Siria, Palestina y Egipto, o ladrillo, piedra y tapial en la Península Ibérica y el norte de África. Un ejemplo
singular de esta arquitectura es el ribat. La división en barrios de la mayoría de las ciudades islámicas se
basa en la afinidad étnica y religiosa, y constituye por otra parte un sistema de organización urbana que
facilita la administración cívica. En cada barrio hay siempre una mezquita. En el interior o en sus
proximidades hay, además, una casa de baños una fuente, un horno y una agrupación de tiendas. Su
estructura está formada por una red de calles y callejones, y un conjunto de viviendas. Según la región y el
período, las casas adoptan diferentes rasgos que responden a las distintas tradiciones históricas y culturales,
el clima o los materiales de construcción disponibles. El mercado (suq), que actúa como centro neurálgico
de los negocios locales, es de hecho el elemento característico más relevante de las ciudades islámicas. La
distancia del mercado a la mezquita determina su organización espacial por gremios especializados. Por
ejemplo, las profesiones consideradas limpias y honorables (libreros, perfumeros y sastres) se sitúan en el
entorno inmediato de la mezquita, mientras que los oficios asociados al ruido y el mal olor (herreros,
curtidores, tintoreros) se sitúan progresivamente más lejos de ella. Esta distribución topográfica responde a
imperativos basados estrictamente en criterios técnicos.
1.3. Periodos y dinastías del arte islámico oriental
1.3.1. La etapa Omeya
Con capital en Damasco, los Omeyas se hacen con el poder tras la desaparición de Ali, el último
“califa perfecto”, el 661 y gozarán de él menos de un siglo, al ser la dinastía exterminada –con la única
excepción del futuro Abd-al-Rahman I- en el 750. La gran importancia de la etapa radica en que durante
estos años de gran expansión territorial se produce la génesis y conformación del arte islámico, de acuerdo a
las pautas que antes hemos establecido. Con una influencia importante de formas estéticas bizantinas, en ella
se levanta la gran mezquita de Damasco, a la que ya se ha hecho referencia y que sobresalía asimismo por
sus amplias dimensiones (158 x 100 metros) y la rica decoración musivaria. También se construyen en este
período las dos grandes mezquitas hierosimilitanas, la de al-Aqsa y la de la Cúpula de la Roca, también mal
llamada mezquita de Omar. Ésta, realizada en la última década del siglo VII es una construcción de planta
octogonal, formada por dos deambulatorios que rodean un gran círculo, cubierto por cúpula. Presenta
numerosos mosaicos tanto en su interior como en el exterior y ha sido objeto de gran polémica pues su
estructura no se corresponde con la de las mezquitas tradicionales, interpretándolo algunos estudiosos como
un edificio conmemorativo, lleno de simbolismo cabalístico, acrecentado por haber sido sede de los
Templarios en las Cruzadas.
Interesante es la interpretación de Oleg Grabar, quien la considera un deseo del califa Abd-al-Malik
de honrar a las tres “religiones del libro”, pues para todas tiene un significado propio: tumba de Adán, lugar
de la ascensión de Cristo y emplazamiento desde el que Mahoma realizó un viaje a los cielos. La repercusión
de la construcción fue muy importante, inspirando las construcciones románicas de planta centralizada
erigidas por los caballeros del Temple en distintos países europeos. Entre las construcciones del Norte de
África sobresale la mezquita de Sidi Obka, en Kairuán, modelo muy relacionado, como ya sabemos, con la
de Córdoba.
También a la etapa omeya corresponden los denominados “castillos del desierto”, palacios
construidos en el siglo VIII entre los que destacan el jordano de Qusayr Amra, que presenta la singularidad
de su decoración pictórica, con figuras de árboles, reyes y danzarinas desnudas que cuestionan la
aniconicidad de la plástica musulmana, y el de Mschatta.
1.3.2. La etapa Abasida
Se desarrolla desde la segunda mitad del siglo VII hasta el XI; la organización política y
administrativa de esta etapa lleva aparejada la influencia sasánida, también visible en el arte, junto a la huella
de las antiguas construcciones mesopotámicas. Al comienzo del gobierno abasí se planifican y construyen las
ciudades de Bagdag, capital califal desde el 762 y que motivó el traslado a tierras iraquíes del centro
artístico, y de Samarra, donde en el 846 se levantó la gran mezquita, con su curioso alminar helicoidal de
50 m. de altura, concebido como una torre cónica con rampas en vertical, idea lógicamente inspirada en la
tradición de los zigurats.
La expansión del Islam por el norte de África conlleva la difusión de sus formas artísticas,
destacando las construcciones del Egipto de los Tulúnidas, encabezadas por dos obras de la segunda mitad
del siglo IX, las mezquitas de Ibn Tulún y de Al-Azhar.
1.3.3. Pueblos orientales y ámbito otomano
Después de la caída de los Abasíes, serán los turcos selyúcidas, conquistadores de Bagdag el 1055,
quienes hagan renacer al Islam de sus cenizas, extendiendo su imperio desde Egipto hasta la India, a la vez
que otros pueblos nómadas del Asia Central se incorporan a la cultura islámica. Las novedades artísticas
serán notables. En Persia aparece el iwan, gran sala abovedada abierta al frente y generalmente con cúpula
bulbosa muy decorada, que se utiliza en palacios y en mezquitas como es la de Isfahán, del siglo XI, edificio
referencial del estilo, con su característico patio central, con cuatro iwanes en cada uno de los ejes, lo que se
repetirá en las construcciones de los mongoles timúridas. También se fija el modelo definitivo de madraza y
de monumento funerario, asimismo cupulado, como vemos en el mausoleo de Ismail, en la ciudad de Bujara
o, con cúpula sobre tambor muy desarrollado y ya más tardío, la tumba de Tamerlán, en Samarkanda.
Posteriormente se crea un nuevo tipo de mezquita, carente de patio y con una gran sala central bajo cúpula
(Mezquita Azul, de Tabriz, siglo XV); los minaretes adoptan bases octogonales o cuadradas, pero cuerpos
cilíndricos, de los que se derivarán columnas conmemorativas, como la de Ghazná, al este de Persia.
A Egipto llegan en fecha temprana las influencias turcas, tanto en los mausoleos funerarios como en
las mezquitas sin patio, como la de al-Guyusi. La principal construcción en este país es la mezquita-
madraza de Kaitbey, en El Cairo (1472/74), con muros muy ornamentados. En los últimos siglos de la
Edad Media se observan también edificios norteafricanos influidos por el arte musulmán occidental, como
los que los benimerines construyen y entre los que destacan las mezquitas de Fez y la de Taza.
Volviendo a los influjos turcos, también se detectan en Asia Menor, como demuestra la madraza de
Qaratay. En la arquitectura otomana la preocupación por la cúpula se advierte en ejemplos como la
mezquita de Bursa (s. XIV), y llegará a los grandes edificios erigidos por Sinán en el siglo XVI, como las
mezquitas de Selim II, en Andrianópolis, o la de Solimán el Magnífico, en Estambul, donde los modelos se
repetirán hasta bien entrado el Seiscientos, como en la Mezquita Azul, mandada levantar por Ahmed I.
Entre estas construcciones, las posteriores a la toma de Constantinopla en 1453 denotan la influencia de la
bizantina basílica de Santa Sofía. Una última zona de expansión del estilo será la India, donde se incorpora la
característica decoración hindú.
2.- SU PRESENCIA EN ESPAÑA: EL ARTE DE AL-ANDALUS.
2.1. Coordenadas históricas y definición del arte de Al-Andalus
En el 711 llegan los musulmanes a España; su presencia se prolongará ocho siglos, dejando una
impronta fundamental en la cultura y el arte de nuestro país que, dentro de los rasgos comunes árabes,
desarrollará al mismo tiempo formas de cierta originalidad. En el desarrollo artístico de al-Andalus
encontramos cuatro fases, que se corresponden con las etapas históricas del Islam español. La primera
corresponde al período cordobés, llamado también por extensión arte califal, y que incluye los años del
Emirato Dependiente (711-756), del Independiente (756-929) y del Califato (929-1031), concluido con la
fitna; la segunda se corresponde con la etapa de fragmentación, desarrollada fundamentalmente durante el
siglo XI, y que se conoce como la de los Reinos de Taifas; la tercera, centrada en el siglo XII y los años
iniciales del XIII coincide con los intentos reunificadores de dos pueblos norteafricanos, los almorávides y
almohades; y, por fin, la cuarta, que se mantendrá desde el siglo XIII hasta la conquista de Granada en 1492,
y que corresponde al arte nazarí. Este esquema tradicional es el que seguiremos en esta breve exposición.
Sin embargo ¿Cómo se define el arte de Al-Andalus dentro del arte islámico? Como tal, el arte
hispanomusulmán es parte del arte islámico, pero, al mismo tiempo, es heredero y receptor de otras
tradiciones artísticas que le imprimen riqueza y contribuyen a conformar su propia personalidad: el mundo
del mediterráneo occidental y lo local hispánico (tradición clásica romana, arte paleocristiano y el propio arte
visigodo) jugarán, en este sentido, un gran papel. No obstante, la influencia directa del arte del islam
procede, sin ninguna duda, del arte omeya de oriente: la importancia del jardín, el nomadismo y su influencia
en las arte muebles, el urbanismo y el sentido de la privacidad o la importancia de la decoración. A medida
que evolucione, las corrientes del arte islámico llegarán casi siempre a Al-Andalus a través del norte de
África, cobrando especial relieve las relaciones entre ambos territorios. Junto a ello, las circunstancias
históricas de Al-Andalus frente a los territorios cristianos del Norte, determinarán durante una buena parte de
su historia una supremacía cultural que propiciará la influencia del arte hispanomusulmán sobre el arte
cristiano, siendo su trasunto más relevante el arte mudéjar. Por último, es importante señalar la relativa
escasez de ejemplos conservados en nuestro territorio de obras de arte islámicas, debido al avance de los
territorios cristianos y por motivos, como bien estudió Antonio Momplet, no solo religiosos, sino y sobre
todo, prácticos y de diferente concepto tipológico para el culto.

2.2. Fases principales


2.2.1. El período cordobés
Entre los siglos VIII y las primeras décadas del XI, durante las etapas de los Emiratos –fases de
consolidación de las formas socioeconómicas árabes en España- y del Califato –momento de máximo
esplendor de al-Andalus, especialmente bajo los reinados de Abd-al-Rahman III y Al-Hakam II- se desarrolla
el período cordobés, en el que los rasgos generales del arte islámico se fusionan con influencias procedentes
del ámbito visigodo y de la tradición hispanorromana en los materiales empleados y los elementos
constructivos. Así, además de los muros de ladrillo se encuentran otros muy sólidos, con aparejo de soga y
tizón, y, hasta que comience la producción de columnas propias, se utilizan fustes y capiteles de edificios
visigodos y romanos, cuyos modelos, posteriormente, se estilizarán y geometrizarán hasta formar los
capiteles de pencas. En cuanto a los arcos, los típicos de la etapa son los de herradura, más cerrados que los
visigóticos y tendentes a dar mayor anchura a la clave central que a las dovelas de arranque ya en el siglo X;
estas dovelas alternan tonos rojos y blancos, según modelos romanos como el del emeritense Acueducto de
los Milagros. Los arcos se enmarcan con el alfiz, decorando abundantemente las albanegas. Ya bien
adentrado el período aparecen los arcos polilobulados, que llegan a entrelazarse para crear efectos visuales
de gran belleza. En cuanto a otros elementos propios, podemos citar las almenas escalonadas que rematan los
edificios y los modillones de rollo.
Los tipos de cubierta son diversos, desde las simples de madera a las bóvedas de cañón y de arista,
aunque la más original será, a partir de la de crucería, la llamada califal, en la que los nervios se entrelazan
sin cruzarse en el centro, en el que queda un espacio poligonal cubierto por cúpula gallonada. Finalmente, la
decoración es variada y compleja, pero fiel a los elementos ornamentales propios del arte musulmán:
atauriques con predominio de las hojas de palma, lacerías geométricas y caracteres epigráficos, toda
ejecutada en estucos, alicatados, mármoles o mosaicos.
La construcción más emblemática del período es la mezquita de Córdoba. Comenzaron sus obras
en el 786, gobernando el emirato Abd-al-Rahman I, sobre el solar de la basílica visigoda de San Vicente,
adquirido a los cristianos y parte de cuyos materiales, sobre todo las columnas, se reutilizaron en la primera
fase de la edificación, que constó de once naves perpendiculares a la qibla. De hecho, el aprovechamiento de
materiales confiere a esta etapa de la mezquita una notable heterogeneidad; la planta se vincula a la de
Kairuán, inspirada en la de Damasco, aunque, respecto al alzado, la mezquita tunecina no presenta ni la
peculiar orientación de la qibla ni el original sistema de soportes de doble arquería característico de la aljama
cordobesa y que respondía a necesidades de ganar altura y luminosa, sin poner en riesgo la necesaria solidez
de la construcción; consiste en la colocación sobre las columnas de pilares, enlazados en su parte superior
por arcos de medio punto, bajo los que se disponen arcos de herradura enjarjados en los pilares, solución
constructiva que, al igual que la alternancia de rojo y blanco en las dovelas, se inspira en modelos
hispanorromanos. El crecimiento demográfico de la ciudad obliga a una ampliación de la mezquita, ordenada
por Abd-al-Rahman II en el 833, que aumentó el número de naves hacia la cabecera, lo que obligó a derribar
el primitivo muro de la qibla; en esta fase aparecen capiteles labrados en talleres islámicos y se crea el
modelo de puerta del edificio a partir de la actualmente denominada de San Esteban. La actuación sobre el
emblemático conjunto del fundador del Califato, Abd-al-Rahman III, se limita a la mejora de los arcos y
galerías del patio, que ahora se amplia, y al derribo del alminar original, reemplazado por el que hoy se halla
embutido en la torre-campanario levantada por Hernán Ruiz en el siglo XVI.
En el 961 Al-Hakam II ordena una nueva reforma de la mezquita, ampliación que obliga otra vez al
derribo de la qibla; en las nuevas naves se emplean los capiteles de pencas tallados en la misma Córdoba.
Proliferan los arcos entrecruzados y lobulados, destacando por su belleza la bóveda que remata el lucernario,
ubicado en el lugar que hasta entonces había ocupado el mirhab. Se debe levantar otra macsura y un nuevo
mirhab en el que, como en la citada bóveda del lucernario, se colocan ricos mosaicos obrados por artistas
bizantinos y cordobeses, con decoración epigráfica y vegetal y clara influencia de la musivaria del antiguo
Imperio Romano de Oriente. Elemento caracterizador de esta ampliación es la alternancia en las tonalidades
de los fustes de las columnas, unos verdosos y otros rosados. Todas las obras de este período, sin duda el más
ornamental y exuberante de la mezquita cordobesa, se supervisaron por el visir Chaafar, quien ya había
realizado labores similares en otras ciudades de al-Andalus y, sobre todo, en la erección de Medina Azahara.
Cuando ya concluía el siglo X, con materiales mucho más pobres y debido a imposiciones demográficas,
Almanzor, hachib y hombre de confianza de Hisham II, dispuso una nueva ampliación, ahora a partir de uno
de los laterales, ya que la proximidad del río impedía la prolongación del edificio en la misma dirección que
en las reformas anteriores, lo que descentra el muro de la qibla; se construyen ocho naves, que elevan a
diecinueve el total de la mezquita; el elemento más innovador que presentan es el uso de los arcos túmidos,
de influencia abasí.
Mucho más modesta que la cordobesa, otro ejemplo significativo de este tipo de construcciones en el
período cordobés es la toledana mezquita de Bib-al-Mardum, transformada en templo cristiano en el siglo
XI, conociéndose desde entonces como iglesia del Cristo de la Luz. Construida a imitación del modelo
cordobés, aunque con materiales tan pobres como el ladrillo, es de pequeñas proporciones, con planta
cuadrada y naves cubiertas por un variado repertorio de bóvedas de crucería inspiradas en las de la mezquita
capitalina.
No podemos concluir estas líneas sobre el período cordobés sin mencionar la más importante de sus
edificaciones civiles, la ciudad-palacio de Medina Azahara, que comenzó a construirse a escasos
kilómetros de la capital cordobesa el año 936 por orden de Abd-al-Rahman III, en homenaje, según la
tradición, de su favorita Zahra, aunque, en realidad, se concibió como símbolo del esplendor y poder de los
Omeyas cordobeses, hasta el punto de que algunas fuentes señalan que a sufragar su coste se destinó un
tercio de las rentas de la corte califal. El conjunto estaba rodeado de una muralla defensiva y articulado a
través de terrazas y jardines, en torno a la que se disponían los distintos edificios.
Sin embargo, a partir de los sangrientos y trágicos sucesos desatados tras el fallecimiento de Hisham
II en 1008 y, sobre todo, tras la fitna del 1031, se inició su saqueo y el posterior expolio de sus materiales. La
prolongación de estas actuaciones en las centurias posteriores arruinó al conjunto, cuya magnificencia se
puede apreciar, gracias a recientes excavaciones, en su Mezquita, en los restos de la Casa de al-Yafar y, en
especial, en el Salón Rico, estancia principal del área pública de la construcción y que muestra el
revestimiento de los muros con placas de mármol con decoración muy estilizada tallada a bisel;
urbanísticamente, la falta de simetría y la ausencia de un núcleo central plenamente definido lo relacionan
con una inspiración oriental.

2.2.2. Los Reinos de Taifas


Reciben este nombre los distintos territorios surgidos de la fragmentación de al-Andalus tras la caída
del Califato de Córdoba, etapa cuyas creaciones artísticas cubren el segundo y el último tercio del siglo XI.
Las Taifas son entidades territoriales independientes de gran debilidad política y enfrentadas en una sucesión
de enfrentamientos que facilitarán la Reconquista cristiana y propiciarán las invasiones de almorávides y
almohades, pueblos muy rigoristas procedentes del norte de África. Carentes de los recursos económicos de
los que dispuso la Córdoba califal, intentan proseguir sus modelos arquitectónicos, pero con materiales de
calidad muy inferior –mampostería o ladrillo recubiertos de yesos coloreados-, lo que llevan a un
barroquismo decorativo que pretende causar una impresión de lujo y refinamiento que oculte la pobreza de
los medios empleados. Esta ausencia de calidad hizo que los edificios taifas fueran de tal fragilidad que
muchos han desaparecido, mientras que los que han llegado a la actualidad muestran frecuentemente
deficiencias en su conservación. El decorativismo, por otra parte, impulsa el uso de los complicados arcos
mixtilíneos, reservando los de herradura al mirhab de las mezquitas.
Como ejemplos destacados de la etapa destacamos en Zaragoza el palacio de los Banu Hud, la
popular Aljafería, con sus arquerías de tipologías diferentes y los característicos arabescos, que ayudan a
una sensación ornamentalista a la que coadyuvan la profusa decoración epigráfica, los atauriques y las
lacerías. En Toledo se levanta en esta época buena parte de las murallas y la fase primitiva de la Puerta de
Bisagra, y en Andalucía encontramos las alcazabas de Almería y Málaga o el Bañuelo de Granada,
ejemplo de la estructura organizativa de la casa de baños musulmana.
2.2.3. Almorávides y almohades
Almorávides y almohades son pueblos rigoristas de origen bereber norte que pretenden incorporar
los territorios de al-Andalus a los dominios que ya poseían en el Magreb. Fracasada la intentona almorávide
iniciada el 1086 por Yusuf, los almohades entrarán el 1153 y se harán con el poder, estableciendo en Sevilla
el centro de sus posesiones en España, aunque la derrota de las Navas de Tolosa (1212) supondría el inicio
de su rápido abandono de nuestro país. Estas dos dinastías africanas muestran un arte que reacciona contra el
barroquismo taifa, muy alejado de los planteamientos derivados de su rigorismo religioso y su espíritu
reformador. Sus construcciones son austeras y sólidas, realizadas generalmente en ladrillo y usando como
soporte básico el pilar, relegando la columna a fines decorativos.
Los almorávides, originarios del sur del Magreb, confieren una unidad cultural a todos los
territorios en que dominan, tanto en España como en el norte de África. Su arquitectura se caracteriza por el
empleo del ladrillo -también en pilares y columnas- y de la mampostería, los arcos polilobulados y
mixtilíneos y la gran variedad de bóvedas (esquifadas, gallonadas, de crucería -con nervios muy finos y, en
ocasiones, con plementería calada, como en la mezquita de Tremecén- y las de mocárabes). También son
los iniciadores de la utilización de los paños de sebka, redes de rombos en los muros a los que se pueden
añadir elementos cerámicos polícromos y que son prácticamente el único motivo decorativo exterior.
Finalmente, complican los motivos ornamentales, enriqueciéndose tantos los geométricos y vegetales como
las combinaciones epigráficas. Sus obras principales son el alminar de la Kutubiyya (Marrakesh), del que
derivan los minaretes almohades, como la Giralda, las mezquitas de Tremecén, Argel y la de la
Qarawiyyin en Fez, y, en España, la fortaleza de Niebla o el mirhab de la mezquita de Almería.
Los almohades, muy influyentes en el arte cristiano, muestran un predominio de lo constructivo y la
esquematización del barroquismo almorávide, además del racionalismo decorativo. Materiales básicos son la
mampostería y el ladrillo, empleado también en los pilares. Los arcos preferidos son el de herradura
apuntado y el de cortina almorávide y, en lo atañente a las bóvedas, ofrecen gran variedad, predominando las
de mocárabes; asimismo, se siguen utilizando los paños de sebka, con incrustaciones cerámicas. Sus
mezquitas se disponen en T, es decir, destacándose la nave central del haram y la inmediata a la qibla.
En otro orden, diseñan una tipología de castillo-fortaleza, dispuesto en varios recintos concéntricos
y escalonados en altura; se integran en ellos las corachas, o muros salientes, y las torres albarranas,
independientes del recinto amurallado aunque, en ocasiones, se unan a él por algún elemento. De este
sistema constructivo, antecedente inmediato de los grandes castillos cristianos españoles, hallamos
significativos ejemplos en las dos provincias extremeñas, aunque el edificio más conocido es la Torre del
Oro (Sevilla), una albarrana de forma poligonal. Entre sus mezquitas, levantan en el norte de África la
Kutubiyya de Marrakesh, a finales del siglo XII, o el alminar de la de Rabat. En España sobresale la
mezquita de Sevilla, de la que sólo queda parte del patio y su minarete, la Giralda, cuyo último cuerpo es
de construcción renacentista; la construyeron los arquitectos Ali de Gomara e Ibn Basso entre el 1184 y el
1198, quienes levantaron un cuerpo cuadrado, al que se adosaba una rampa, cubierta a su vez por otro cuerpo
similar al anterior, decorado exteriormente con ventanas de arcos apuntados y paños de sebka.
2.2.4. La Granada nazarí
Los nazaritas gobiernan el último reino musulmán independiente en al-Andalus, el de Granada,
constituido en 1238 por los Banu Nasr y que perdura hasta ser conquistado por los Reyes Católicos en 1492.
Su arte, coetáneo al gran desarrollo del Gótico en la Europa cristiana, se caracteriza por la fusión de formas
taifas, almorávides y almohades, a las que, en ocasiones, se les añade la influencia cristiana. Su arquitectura
se define por la profusión decorativa, bajo la que se disimula la pobreza de los materiales constructivos. Es
propia del estilo la columna de galgo, con fuste cilíndrico y capitel de dos cuerpos, el inferior decorado con
una cinta y el superior, cúbico, con atauriques; los arcos más comunes son los de medio punto peraltados y
los angrelados, similares a los anteriores, pero incorporando el trasdós una moldura rizada. En cuanto a las
techumbres muestras en ocasiones las maderas que las forman (techumbres apeinazadas) y en otras las
ocultan mediante tablillas que forman lacerías (techumbres ataurejadas). Las bóvedas más vistosas son las de
mocárabes, que alcanzan su máxima expresión en las Salas de los Abencerrajes y de las Dos Hermanas de la
Alhambra granadina, sin duda la construcción más emblemática del arte nazarí. Ésta se ajusta al modelo de
palacio-ciudad y se estructura en distintas partes: una, como zona residencial de la población que moraba en
el recinto; otra, de carácter militar, integrada por las murallas, las torres y la alcazaba; además, el mexuar,
área pública en la que las dependencias oficiales forman el Cuarto de Comares, con el Salón del Trono o el
Patio de los Arrayanes, cuya erección se corresponde con el reinado de Yusuf I (1333/54), y otra zona
privada, residencia de los monarcas nazaritas, formada por el Cuarto de los Leones, con sus distintas y
hermosas salas, que se levantó reinando Muhammad V, sucesor de Yusuf I. Otros elementos significativos
del edificio son los baños y los jardines, unos cercanos al palacio, los del Partal, y otros frente a aquél, en la
colina del Generalife. Además de la Alhambra, otros ejemplos del estilo en la misma ciudad de Granada son
el Alcázar Genil, el Corral del Carbón, o, fuera de ella, los restos de la mezquita de Ronda.
2.3. Otras modalidades artísticas
Tampoco será muy cultivada la pintura, sólo empleada en la decoración de los palacios sirios y, ya
en las últimas fases del arte musulmán, en Turquía y en la Sala de los Reyes de Granada, mientras que
hallamos algunos ejemplos notables de miniaturas, sobre todo en talleres de Bagdad. Mayor desarrollo
alcanzan las artes menores, muestra de unos amplios conocimientos artesanales y vehículo para la
transmisión de influencias islámicas al arte cristiano. En Córdoba se crearon importantes obradores de
objetos suntuarios, entre los que sobresalían los botes en forma cilíndrica que servían de joyeros o
perfumarios, como el de la catedral de Zamora, hoy en el M. Arqueológico Nacional, y las arquetas, unos y
otras decorados con marfiles labrados. Otros objetos característicos de la primera etapa son los aguamaniles
de metal, en forma de ciervo o león, los útiles de cerámica, como los de la propia Córdoba o los de Samarra,
los cordobanes y las artes textiles, de las que es ejemplo destacado en España el almaizar de Hisham II, en la
Real Academia de la Historia, cendal de lino y seda con motivos decorativos de inspiración sasánida. La
alfarería conoció gran desarrollo en el Oriente abasí, donde se descubrió la técnica que posibilitaba el brillo
metálico de las piezas cerámicas. En la segunda etapa del arte musulmán prosigue el desarrollo de estas
labores, a las que se unen los excelentes tapices persas, los objetos de vidrio y las sedas y la taracea
granadinas.
3.- CONCLUSIÓN
El arte islámico, como heredero y receptor de otras tradiciones artísticas que colaboran para otorgarle
su riqueza y su propia caracterización, nos ha dejado una gran bagaje cultural y espléndidas obras artísticas,
al tiempo que condicionó la personalidad del Medievo y acuñó y extendió peculiaridades que, en la
actualidad, trascendiendo la presencia material de lo musulmán, en los territorios donde se desarrolló,
participa en un alto grado de su propia identidad cultural. Conocerlo, valorarlo y entender sus variantes, se
torna como fundamental no solo en bachillerato (2º curso), sino también en la ESO, concretamente en el
segundo curso, constituyendo, por su atractivo, un contenido de gran relevancia.
5.- ESTUDIO DE UNA OBRA REPRESENTATIVA
Mezquita de la Cúpula de la Roca (Qubbat as-Sajra) (687-691) Arte islámico. Periodo omeya
Jerusalén - Situación
La Cúpula de la Roca es uno de los edificios sagrados del Islam. Se halla situada en la llamada
Explanada de las Mezquitas (Haram al-Sharif) de la ciudad sagrada de Jerusalén, aunque también coincide
con el lugar en el que se centraba el Templo de Salomón. No es de extrañar por ello que resulte un lugar
especialmente conflictivo para la convivencia en la misma ciudad de judíos y musulmanes. Se la conoce
también como Mezquita de Umar (aunque no se trate propiamente de una mezquita), en honor a Umar
(segundo califa del Islam después de Abu Bakr, a su vez sucesor de Mahoma a su muerte), pues rezó
justamente en este lugar después de la conquista de Jerusalén por los musulmanes.
Contexto histórico
La obra no obstante se levanta en tiempos de Abd al Malik, como una forma de afirmación
propagandística en plena Jerusalén del poder del Islam sobre las otras religiones del Libro, así como
principalmente como un lugar de conmemoración de la ascensión de Mahoma a los cielos, que se produce
desde la Roca que se venera en el centro del edificio y en la que la tradición considera que aún se halla la
huella de un pie del profeta. Estamos por tanto en una primera fase de la formación del imperio islámico y
por ello la Mezquita de la Roca es el monumento más antiguo del Islam, razón que también contribuye a su
especial veneración.
El lugar por tanto acumula numerosos simbolismos religiosos de un enorme alcance espiritual,
aunque también propagandístico pues como hemos dicho coincide en el mismo solar la veneración
musulmana junto a la judía, que aparte de localizar allí su templo más emblemático, era también el punto en
el que Abraham afrontó el sacrificio fallido de Isaac. Sin olvidar que la Cúpula de la Roca también está
próxima a la Iglesia del Santo Sepulcro, donde la tradición cristiana sitúa la sepultura de Cristo.
Su arquitectura: tipología y descripción
Por todas estas razones la construcción del edificio asume un carácter esencialmente conmemorativo,
lo que explica su solución arquitectónica, a la que habría que añadir el enorme alcance de la influencia
bizantina sobre el balbuciente arte del Islam de aquellos primeros momentos, de ahí el diseño de un edificio
de planta centralizada, al modo de los martyrium paleocristianos y bizantinos. De hecho la Cúpula de la Roca
es fácil de emparentar con otras construcciones similares como el Santo Sepulcro de Jerusalén o San Vital de
Rávena, y es más que probable que fuera obra de un arquitecto bizantino. Consta de una planta octogonal,
con cuatro puertas abiertas a cada uno de los puntos cardinales. Alrededor de la roca sagrada de disponen dos
anillos o círculos de soportes, que alternan pilares y columnas. El primer anillo rodea la Roca y el segundo
abre a través de su arquería un doble deambulatorio, que tendría una función procesional. Remata el conjunto
una cúpula formada por un doble casquete de madera, que alcanza los 54 m. de diámetro y los 36 m. de
altura en su clave, y que se recubre al exterior por planchas de cobre de un efecto lumínico rutilante. Se
sostiene gracias al doble sistema de apoyos de los dos deambulatorios, de tal forma que apea directamente
sobre el primer círculo de soportes (16 arcos, que vienen a recaer sobre 4 pilares y 12 columnas), y
contrarresta su peso hacia el exterior por medio del segundo círculo de apoyos (24 arcos que reposan en 8
pilares y 16 columnas).
En cuanto al revestimiento mural exterior es realmente espectacular, advirtiéndose de nuevo la
influencia bizantina, en la técnica y la temática: se utilizan mosaicos de cristal con fondo de oro, que sólo se
conservan en las albanegas de los arcos y en la parte inferior del tambor de la cúpula. Los motivos son
vegetales muy naturalistas, con representaciones de coronas votivas, diademas y joyas de clara raigambre
bizantina (San Vital), a lo que se añade un largo friso epigráfico con la fecha de terminación del edificio
(691) y textos coránicos. Sin olvidar el efecto decorativo y efectista de la cúpula, a la que ya hemos hecho
alusión, que inicia la tradición islámica de utilizar los efectos de luz (en este caso los brillos de luz), no sólo
como recurso ornamental, sino como efecto de desmaterialización arquitectónica, elemento éste imbricado
en la tendencia arquitectónica musulmana de encubrir el trabajo del hombre cuando se trata de honrar a Alá.
Como complemento a esta construcción de carácter procesional y que por tanto recordamos que no es una
mezquita, se construye junto a ella y por tanto en la misma explanada del antiguo templo de Salomón, la
Mezquita de Al-Aqsa, levantada en tiempos de Al Walid, a principios del S. VIII (707-709), y cuya planta de
sala hipóstila marca la tipología característica de las primeras grandes mezquitas del mundo islámico, como
las de Córdoba o Qayrawan (Túnez).

UNIDAD 3: EL ARTE ISLÁMICO Y SU INFLUENCIA EN OCCIDENTE


1. El islam: origen y principios religiosos
2. Introducción histórica: breve historia del islam
3. Características del arte islámico
3.1. Características de la arquitectura islámica
3.2. La mezquita: función y forma
4. El arte hispanomusulmán
4.1. Breve contexto histórico de al-andalus
4.2. Periodo del califato de córdoba: la mezquita de córdoba y madinat al-zahra
4.3.Período de la invasión de los almorávides y almohades: la giralda y la torre del oro de sevilla.
4.4. Periodo de los reinos de taifas: el palacio de la alfajería,
4.5. Periodo del reino nazarí de granada: la alhambra de granada.
4.6. El arte mudéjar

1. EL ISLAM: ORIGEN Y PRINCIPIOS RELIGIOSOS


En el siglo VII, en la actual Arabia Saudí, surgió una de las religiones monoteístas y abrahámicas más
influeyentes, junto con el cristianismo y el judaísmo: el islamismo. La palabra "Islam" significa sumisión o
entrega incondicional a Dios. Una religión que tiene origen en la revelación a Dios “Alá” al profeta Mahoma
-su enviado- quien inició su predicación y difusión. Mahoma comenzó a predicar su religión en La Meca, la
ciudad donde nació. En esta ciudad se encuentra la Piedra Negra1, un meteorito que está en el santuario de
Kaaba, lugar de peregrinación de muchas personas, incluso ante de que naciera Mahoma y de que existiera la
religión islámica. En el año 622, tiene lugar la "Hégira", la emigración o expatriación del Profeta Mahoma
desde la ciudad de La Meca a Medina. Cuando murió Mahoma, en el año 632, su religión se había
extendido por toda la Península Arábiga.
El Islam se va a extender de manera prodigiosa durante los siglos VII y VIII tras la muerte de Mahoma en el
632, creando así un imperio que se extenderá desde los Pirineos hasta la India. La nueva religión, predicada
por Mahoma y extendida tras su muerte, fue plasmada en el texto sagrado el Corán. En el proceso de
expansión del Islam cabe destacar:
La gran adaptación de la cultura islámica a la idiosincrasia del pueblo conquistado (es un arte de
síntesis, ecléctico, con una gran personalidad, llega a mezclar elementos griegos, romanos, bizantinos e
incluso de pueblos bárbaros como en el caso de los visigodos de la penìnsula ibérica)
La influencia oriental en la cultura de la Europa medieval y a la inversa.
Las grandes aportaciones en el campo de la filosofía, medicina, literatura…
La fuerte protección del legado de Grecia y Roma, ya que en estos momentos Europa vive una
etapa de crisis que hizo que se le olvidara el legado grecolatino.
El arte islámico es un arte unido a su expansión religiosa y territorial. Por ello, el arte islámico es
un arte religioso. No existe diferencia entre lo laico y lo sagrado. La vida religiosa del creyente
musulmán2 se basa esencialmente en el cumplimiento de cinco obligaciones, los llamados "cinco
pilares" de la religión:
1) LA PROFESION DE FE
Primero y principal, consistente en el reconocimiento de la autoridad y unicidad divina.
Creer de corazón que “no hay más Dios que Allah, Creador, Único y Verdadero, y que Mahoma es su
Profeta y Mensajero”.
2) LA ORACION RITUAL
3) EL AYUNO EN EL MES DEL RAMADÁN
5) LA PEREGRINACIÓN A LA MECA4
2. INTRODUCCIÓN HISTÓRICA: BREVE HISTORIA DEL ISLAM

El Islam se va a extender de manera prodigiosa durante los siglos VII y VIII tras la muerte de Mahoma en el
632. En el 633 los árabes arrebatan Siria a los Sasánidas. Entre 635 y 638 comienzan la conquista de Irán
acabando en el 642 con la conquista total y el fin del imperio sasánida. Paralelamente otros ejércitos árabes
comienzan la conquista del norte de África arrebatando Egipto y la Tripolitania a Bizancio. En el 670 cae
Túnez, denominada Ifriquiya. En el 710 ocupan todo el Magreb (Argelia y Marruecos).
Entre el 711 y el713 los árabes conquistan España y llevan sus ejércitos hasta Poitiers (Francia) en el 732,
donde son derrotados. En Asia, los ejércitos musulmanes llegan a Samarcanda, asegurando su presencia tras
la derrota de los ejércitos chinos en el 750- 751. Entretanto, en el 711, habían conquistado la provincia del
Sind en la India.
Y así, en poco más de un siglo, el imperio de los califas árabes se extendió desde el Turkestán hasta España y
puso en peligro la India. El reino Sasánida, que tenía más de tres siglos de existencia y era el continuador de
la tradición milenaria de Persia, había sido simplemente borrado del mapa. El poderoso imperio bizantino
quedaba en pie, pero había perdido varias de sus provincias más ricas y civilizadas: Siria, Palestina con los
Santos Lugares cristianos, Egipto con Alejandría, por no hablar de todo el litoral mediterráneo de África.
3. CARACTERÍSTICAS DEL ARTE ISLÁMICO
El arte islámico es un arte condicionado por la religión. Por lo tanto, es un arte religioso.
Entre sus características se destacan:
ES UN ARTE SINCRÉTICO. Asimila los elementos artísticos y culturales
de los territorios conquistados. El mundo islámico crea con enorme rapidez un arte rico y variado, en el
que existen poquísimos aportes de Arabia. Son, por el contrario, la tradición clásica, el arte bizantino, el
persa y el de los pueblos sometidos los que, con sus elementos y técnicas propios, constituyen la base del
arte islámico. La original selección de motivos, la fusión de formas y la yuxtaposición de elementos da como
resultado un arte propio.
ES UN ARTE UNITARIO. Pese a la gran extensión territoral es un arte homogéneo que está unido a la
religión que es el lemento que une y la base de su arte. El mundo islámico engloba multitud de etnias y
países, con sus peculiaridades geográficas y climáticas. Pese a ello, todos están unidos por la misma religión
y por el empleo de la lengua árabe. Este hecho hace posible la
creación de una auténtica identidad supranacional, manifestada en un modo de pensar y de actuar común y
en la creación de un arte peculiar.
ES UN ARTE ICONOCLASTA O ANICONISTA. No pueden representarse a Dios, y por lo tanto su
representación gráfica es imposible. Se prohíben las imágenes porque no tiene cabida en esta religión. Sólo
pueden representarse palabras, que es la forma en la que se transmite el mensaje del Islam a través del Corán.
Por lo tanto, la arquitectura será más importante que la pintura y la escultura. El arte musulmán utiliza un
número limitado de fórmulas básicas: la caligrafía, la geometría, los motivos vegetales y los figurativos.
ES UN ARTE DECORATIVISTA. Los artistas musulmanes, pese a la falta de originalidad, hacen gala
de una nueva manera de entender y trabajar la ornamentación. En su afán por decorar las superficies dotan a
sus monumentos y objetos artísticos de un complicado revestimiento, que niega u oculta la auténtica
estructura. Tales recubrimientos originan, junto a efectos de inusitada riqueza, ilusorios valores
tridimensionales. Ello es posible gracias a la utilización de materiales reflectantes, a la reiteración de motivos
y al contraste de texturas. La decoración es fundamental en el caso de la arquitectura, pues no se limita a
recubrir superficies, sino que también incide en la transformación del espacio, sirviendo, a su vez, para diluir
o anular las diferencias entre los elementos estructurales y los decorativos.
3.2 CARACTERÍSTICAS DE LA ARQUITECTURA ISLÁMICA
La aridez y el clima extremo del medio físico condiciona todos los elementos de la arquitectura
islámica. Además, este hecho provoca que la arquitectura se vuelque hacia el interior, buscando
espacios frescos y confortables, en detrimento del exterior, que son sencillos y pobres.
Por lo tanto, se habla de una arquitectura hecha para ser contempladas desde el interior y no desde
el exterior. De hecho, las ciudades islámicas se conocen con el nombre de “ciudades sin rostro”. Es
por ello que, entre las características de la arquitectura islámica se destacan:
3.2. LA MEZQUITA: FUNCIÓN Y FORMA

Es el monumento religioso creado por el Islam, que,


a diferencia del templo donde
reside la divinidad, no es
sino un lugar de oración, un simple recinto, con
precedentes en la propia casa de Mahoma en Medina,
donde el musulmán se postra para orar. Como todas
las casas de su tiempo, estaba integrada por un sector
cubierto y otro a cielo abierto. Tan sencillo esquema
se fue transformando hasta cristalizar en un
organismo perfectamente funcional, cuyas
características dependen de las necesidades del culto
público.
Etimológicamente su nombre procede de maschit
(lugar de postración), es posible que la estructura de
las mezquitas tenga su origen en la propia casa de
Mahoma en Medina, aunque otras hipótesis apuntan a
una referencia en las estructuras hipóstilas
persasasánidas y en las basílicas.

Se trata de edificios de planta rectangular en el que


se diferencian las siguientes partes:
A. Haram: La sala de oración o haram es la habitación principal de la mezquita; es más ancha que larga, de
acuerdo con el ordenamiento de la oración colectiva durante la cual los fieles ocupan filas paralelas mirando
en dirección a La Meca. En algunas mezquitas de gran tamaño existe un patio que, llegado el caso, puede
acoger a otros fieles que no caben en el interior.
B. Fuente de las abluciones: A la entrada de todas las mezquitas hay instaladas fuentes y pilas de agua. Los
fieles deben proceder a las abluciones rituales antes de entrar en el recinto del haram.
C. Partio porticado.
D. El minbar: Es el púlpito sobre el que se sitúa el imán durante la predicación de los viernes. Para otros
días u otros menesteres existe otra tribuna diferente.
E. El mihrab: Es una hornacina construida en el muro para indicar la dirección a La Meca. Ocupa un lugar
destacado, visible desde todo el haram.
F. Maqsura: espacio reservado para las autirdades siendo en la parte central de la qibla.
G. El minarete: La llamada a la oración es pronunciada por el almuédano desde lo alto de esta torre que
flanquea todos los edificios religiosos musulmanes.

4. EL ARTE HISPANOMUSULMÁN
4.1. BREVE CONTEXTO HISTÓRICO DE AL-ANDALUS
En Al- Andalus se desarrolla una variante del arte islámico durante el periodo de presencia musulmana en la
Península Ibérica, dando lugar al llamado arte hispanomusulmán.
4.1. PERIODO DEL CALIFATO DE CÓRDOBA: LA MEZQUITA DE
CÓRDOBA Y MADINAT AL-ZAHRA

A) MEZQUITA DE CÓRDOBA
La gran mezquita de los viernes o aljama de Córdoba13 constituye un monumento capital en la formación
del arte hispanomusulmán, no sólo por su carácter de foco artístico cortesano desde el que se difunde el arte
cordobés, sino porque, además, las diversas ampliaciones que experimenta a lo largo de este período
permiten analizar la evolución del arte cordobés a través de estas etapas constructivas.

Está edificada en el lugar que ocupó la basílica


cristiana visigoda de San Vicente, y
anteriormente, había un gran templo romano. Esta
mezquita cordobesa, la más grande del mundo
islámico, durante varios siglos, es de excepcional
importancia artística, porque en ella se forjan
nuevos estilos y porque en ella aparecen
elementos estilísticos cuya influencia perdurará
varios siglos y transcenderá a países del Norte de
Africa y de Europa. Su génesis y estructura
general obedecen al encuentro de la tradición
artística oriental y occidental, reflejando el influjo
basilical cristiano y el de los templos de otras
religiones orientales (templos hipóstilos egipcios
con gran profusión de columnas), heredando
algunos elementos clásicos grecorromanos
(columnas), visigodos (arco de herradura),
bizantinos (mosaicos) y sirio- mesopotámicos
(ladrillos), llegando a la fusión de todo ello en un nuevo estilo artístico denominado arte califal cordobés o
Arte del Occidente Islámico.
La actual mezquita mide 128 metros de ancho por 179 de largo, ocupando una superficie de más de 20.000
metros cuadrados, y conoció varias fases constructivas:
El primer plan, construido en época de Abderramán I (siglo VIII), constaba de una sala de oración14 de
12 naves transversales y 11 longitudinales (la central ligeramente más ancha), y un patio con la fuente de
abluciones y el alminar.
La primera ampliación, por necesidades de culto, se produjo en la primera mitad del siglo IX cuando
Abderramán II derribó la quibla y añadió ocho naves transversales.
La segunda ampliación, realizada a mediados del siglo X por Abderramán III consistió en
ampliar el patio y construir un nuevo minarete, de igual forma pero de mayores dimensiones que el
primero. Este minarete tiene dos escaleras interiores, lo que obliga a la duplicación de ventanas,
elemento que influirá en el románico español. En la actualidad este elemento se incluye dentro de la
torre-campanario renacentista.
La tercera ampliación se realizó en la segunda mitad del siglo X (Alhaquem II). Se derribó de
nuevo la quibla y se añadieron 12 naves transversales más y el actual mihrab. Las construcciones de
esta etapa son muy interesantes, sobre todo las referidas a la zona de la macsura y del mihrab, tanto
por el empleo de arcos nuevos, muy decorativos, como el tipo de techumbre y de decoración. En
efecto, las arquerías se hicieron con intercalaciones nuevas, como capillas lucernario, una al
comienzo de la nave central y tres en el tramo de la macsura. En los techos se introdujeron cúpulas
que servían para iluminar la sala de oración, muy alargada tras las sucesivas ampliaciones. Para no
romper la transparencia del bosque de columnas hubo que recurrir a poner dos columnas en el fondo
y establecer sobre ellas un curioso sistema de arcos entrecruzados que aseguran la estabilidad. Por
primera vez aparece el arco lobulado, entrecruzándose unos con otros para formar efectos de
mágicas celosías.
Lo interesante de las cúpulas es su originalidad constructiva, por hallarse montadas sobre arcos que
se entrecruzan formando polígonos estrellados. Algunos no se cruzan en el centro. También se
introduce un material nuevo: el yeso, y se multiplica la decoración de la puerta oeste.
La cuarta y última ampliación se llevó a cabo a finales del siglo X, (Almanzor). Ante la imposibilidad
de seguir aumentando la mezquita hacia el Sur, como había ocurrido en otras ocasiones, a causa del río
Guadalquivir, el edificio fue ampliado lateralmente hacia el Este con ocho naves. En esta ampliación cada
nuevo tramo se adaptó a las características de cada una de las partes más antiguas, aunque todavía hay alguna
novedad en los arcos (arco de herradura apuntado). También amplió Almanzor el patio.
El problema fundamental es el cubrimiento de una caja tan grande. La solución más notable fue darle altura
mediante el empleo de dos soportes superpuestos, una columna y sobre ella un pilar. El pilar soporta arcos
de medio punto sobre los cuales descansa la techumbre de madera, y de los capiteles de las columnas salen
arcos de herradura, son arcos medianeros para ligar los pilares y sirven de entibo o tirante y evitan la
curvatura de los soportes por el peso. Este sistema lo aprendieron del Acueducto de Los Milagros así como el
uso de las dovelas alternadas en color. Este sistema es sobretodo arquitectónico pero también da esbeltez y
perspectiva al conjunto. La techumbre es de madera, costumbre musulmana, con 19 hileras de tejado en
doble vertiente, una por cada nave. Cada hilera de columnas y pilares en el interior sostiene un canal de
desagüe en el exterior, como si se tratara de 19 acueductos.
El arco de herradura será el mayoritario en el arte califal y lo toman de los visigodos aunque la herradura
musulmana es más pronunciada. Las columnas son muchas aprovechadas, romanas o visigodas y los
capiteles son corintios toscos. Los pilares se adornan en su arranque con unos cavetos de rollos o virutas
enrolladas, elemento decorativo propio de la basílica paleocristiana.
Éste es el arco califal del Mihrab. La novedad no es sólo el arco más cerrado sino que el trasdós y el
intradós ya no son paralelos. La largura de las dovelas es mayor en la clave que en las impostas. Estas
dovelas van decoradas con estuco pintado, el típico ataurique cordobés y que no son más que ornamentos
vegetales entrecruzados. Las enjutas también se decoran con círculos de ataurique y todo se cierra con un
doble alfiz también decorado. Pero la disposición de las dovelas no es tal y como las vemos. Son radiales
hasta el medio punto y después horizontales o enjarjadas.
Siempre son así en este estilo aunque se disimulan haciéndolas parecer todas radiales con el estuco o la
pintura. Este arco anterior se inscribe en la fachada del Mirhab construido todo por Al-Hakam II, que fue el
Mirhab definitivo. El Mihrab es el lugar santo, es el ábside cristiano, el de las sinagogas o el de los cristianos
coptos y se sitúa en el centro de la quibla. éste se construyó con arco de herradura aunque en esta época final
se llevaba más el arco lobulado, como los que hay en el friso o en el interior (siempre con un número impar
de lóbulos). Delante del Mihrab había un espacio cercado y lujoso reservado para el califa, es la Maxura.
Las jambas son losas de mármol con columnas en negro. El alfiz se refuerza con decoración exterior cúfica y
el interior de esa arquería ciega esta realizada con mosaico de vidrio bizantino, realizado por un maestro
bizantino enviado por el Emperador igual que el resto del Mirhab y la Maxura.
Cúpula de la Maxura. Es otra solución musulmana: la cúpula de nervios que no soporta nada y no se
cruzan en el centro. Es la fórmula más refinada de cubrimiento y empezó a usarse a partir de Al-Hakam II.
Hay cuatro en la Mezquita y todas están decoradas con ataurique con este sentido de "horror vacui”. Los
nervios descansan en columnas agrupadas en ocho esquinas. Pero el peso real de la bóveda descansa sobre
las trompas que convierten el octógono en cuadrado. En el centro remata el conjunto una cúpula gallonada.
El Alminar es donde el almuédano llama a los fieles a la oración. El original esta revestido por una torre
renacentista y era de planta cuadrada. Esta fachada es la culminación del arte decorativo. De la segunda
mitad del siglo X es obra de Al- Hakam II. Es un nuevo sentido en el empleo del arco como elemento
decorativo de cara a una barroquización progresiva. Son arcos lobulados que se entrecruzan y apoyan sobre
la clave de los inferiores. Es un derroche de imaginación decorativa. Este sistema decorativo se llevará hasta
el infinito por almohades y almorávides.
B) MEDINA AL-ZAHRA
El esplendor político y cultural que vivió al-Andalus durante el siglo del califato de Córdoba tiene, sin duda,
su referente más importante en la ciudad de Madinat al-Zahra, erigida como la materialización urbana del
triunfo y consolidación del Estado islámico en la Península. Su construcción se inició en el año 936 o 940
como parte del programa político, ideológico y económico puesto en marcha por Abd al-Rahman III tras su
autoproclamación califal, para hacer valer su nueva condición política frente a un califato rival, el fatimí,
cuyo expansionismo por el norte de África amenazaba los intereses omeyas en el Magreb. La ciudad se
convirtió en la sede del poder de al-Andalus, albergando la residencia privada del soberano y el conjunto de
órganos y servicios de la administración califal.
La ciudad se emplazó al NW de Córdoba, a unos seis kilómetros de su amurallado occidental, al pie de las
últimas estribaciones de Sierra Morena, en un lugar excepcional que permite a la ciudad una profunda
apertura visual sobre el paisaje de la campiña. La adaptación a la topografía de pie de sierra hizo posible el
desarrollo de un programa urbano de construcciones aterrazadas en el que la ubicación de los distintos
elementos resultara
expresiva del papel de cada
una de ellos en el conjunto
del que forman parte.

La disposición de sus
edificios en el interior de la
ciudad quiere constituir,
pues, un reflejo claro del
orden y la jerarquía que
gobierna el Estado.
En la superior están las
dependencias palatinas entre
albercas y huertos. Hemos
de destacar el Salón Rico
(953-57), destinado a recibir
a las embajadas extranjeras
procedentes de Bizancio, de
la corte imperial alemana, de
los reinos cristianos del
norte y, sobre todo, de las
tribus aliadas del norte de
África. Su estructura
arquitectónica y la
decoración mural definen
absolutamente el arte califal,
que después será copiado en
los reinos táifas, aunque de
forma mucho más humilde.
Se perfilan las proporciones del arco de herradura canónico: tres de alto por cuatro de ancho; se crea el
capitel de avispero y se importan motivos ornamentales persas como el árbol de la vida que se integra en el
ataurique. Pero esta decoración está realizada con una nueva técnica basada en la talla de los motivos
decorativos sobre una piedra caliza superpuesta a la constructiva.
De las habitaciones privadas nada se ha descubierto.
En la intermedia estaban las oficinas y las viviendas de los ministros, separadas de aquellas por
jardines.
La baja se componía de la mezquita, la Casa de la Moneda, el centro artesano oficial, el zoco y las
casas de la población divididas por barrios.
Las características de este palacio-ciudad no se diferencian mucho de otros grandes centros islámicos de
Oriente o N. de África: la situación preeminente del palacio en el conjunto, la posición secundaria de la
mezquita con relación al palacio, y el aislamiento de la zona palaciega respecto a su entorno próximo
mediante grandes espacios abiertos.
La decadencia vino muy pronto. Tras la muerte de Al-Hakem en 976 el poderoso primer ministro de Hisam
II, Almanzor, trasladó todo el aparato administrativo al nuevo centro urbano que había construido al este de
Córdoba -Madinat al-Zahira-. Privada de sus funciones esenciales, al-Zahira quedó reducida a mera
residencia de Hisam. Las primeras destrucciones datan de 1.010
Esta breve ciudad expresa mejor que ninguna otra los enunciados del urbanismo árabe temprano, libre de los
procesos de otras ciudades ininterrumpidamente habitadas (El Cairo, p.ej.) que acabaron distorsionando el
modelo inicial, ofreciendo el estereotipo de ciudad densa, abigarrada y aparentemente caótica.

A) LA GIRALDA Y MEZQUITA DE SEVILLA


Mezquita de Sevilla, construida entre 1172-76, de la que solo queda el minarete y parte del sahn. Constaba
de 17 naves con arcos de herradura apuntados. La puerta central del patio, aun conservada, correspondiente
al eje de la mezquita, posee un arco con faja central en el intradós rehundida (angrelado) donde aparece un
follaje liso y alargado prenazarita. La puerta lateral se cubre con bóveda de mocárabes. Fue derribada por su
mal estado en 1401. Su minarete es La Giralda, influenciado por el de la mezquita Kutubiyya de Marraquech
(1.130-63), debe su nombre a la veleta que gira con la estatua de la Fe (o la Fortaleza, según estudios
realizados con motivo de su restauración). No está situada en el sitio correspondiente, en el eje de la nave
central, por problemas de cimentación; en su lugar está la puerta del Perdón. Iniciada en piedra por ben
Basso (1184), la continuó y acabó en ladrillo Alí de Gómara (1198), material del que se compone en su
mayor parte. Está formada por dos núcleos concéntricos de planta cuadrada, midiendo el exterior 13,65 m; en
torno a los dos prismas se desarrolla la rampa de acceso en sentido contrario a las agujas del reloj. Hasta la
primera terraza mide 50,85 m. Su decoración con paños de sebka inspirará muchos campanarios mudéjares.
B) LA TORRE DEL ORO
La Torre del Oro, de 1220, es el extremo de una coracha o trozo de muro perpendicular a la muralla. Su
planta es dodecagonal y su alzado está formado por dos cuerpos semejantes al que se añadió en el s.XVIII
una linterna. Escalera desarrollada en torno a un núcleo hexagonal; la bóveda de dicha escalera está formada
por unos tramos triangulares y otros cuadrados (se inspiran en la catedral de Aquisgrán). Parece que al otro
lado del río había otra igual o un fortín, en caso de ataque naval se extendía una cadena entre ambas para
evitar el paso. La referencia al oro se debe a que en su parte superior estuvo alicatada y, según otros, a que
los galeones desembarcaban allí el preciado metal.

A) PALACIO DE LA ALFAJERÍA DE ZARAGOZA


Nos encontramos ante el ejemplar más lujosos y mejor conservado de los palacios en época taifa. En lo
cultural y artístico, los reinos de "taifas" suponen una continuidad con lo califal, marcándose una mayor
distancia con los focos orientales; por lo que se mira a lo local, y se toma cierta tendencia a resaltar el
barroquismo de las formas anteriores.
El conjunto de la Aljafería sigue el modelo de palacio omeya del desierto (Siria, Jordania) y se encuentra
rodeado por una gruesa muralla de piedra con torres cilíndricas, formando un conjunto trapezoidal. Se
trataba, por tanto, de un palacete amurallado pensado para la expansión del monarca y la corte, a imitación
de una ciudad en el lugar de una almunia o fortaleza anterior. Se conserva, de hecho, una torre fuerte califal
en el lado norte, llamada la "Torre del Trovador", que junto a su pozo anexo, se cree que fue erigida en la
segunda mitad del siglo X. Podemos ver en la planta cómo el espacio se distribuye.
Los cambios de uso han infrigido enormes daños en el palacio, hasta el total abandono al que se vio abocado
durante el siglo XX. Será en 1947 cuando comiencen los polémicos trabajos de restauración de la mano de
Francisco Iñiguez Almech. Sin embargo, tras numerosas intervenciones de restauración y recuperación,
desde 1987 el palacio de la Aljafería es sede de las Cortes de Aragón, además de uno de los monumentos
más visitados de toda su Comunidad Autónoma. buye en tres franjas horizontales, primando el espacio
central con los salones y el jardín de más importancia, encontrándose los espacios laterales desigualmente
construidos.

4.5.PERIODO DEL REINO NAZARÍ DE GRANADA: LA ALHAMBRA DE GRANADA.


Se asienta sobre una colina
llamada SABIKA, cerca de las
últimas estribaciones de Sierra
Nevada, a cuyo pie corre el
Darro. En su cima y con vistas
a dicho río, se construyó en el
siglo IX una fortaleza llamada
Qal´at al Hamra o Castillo
Rojo. Para afianzarse en el
poder, Muhamed I (1/2 siglo
XIII) no sólo reconstruye esa
fortaleza, actual Alcazaba con
su monumental Torre de la
Vela en el extremo, sino que
continúa la muralla hasta
cercar por completo la meseta
del monte, construye la
acequia real desde el Darro y
en el interior, junto a la
Alcazaba, construye el Palacio
primitivo. A éste lugar traslada
en 1238
su corte desde el Albaicín.
Este palacio-ciudad,
independiente del resto de la
ciudad, es un conjunto edificado sin proyecto unitario y varias veces reestructurado y redecorado. Dotado de
diferentes elementos urbanos, defensivos y palatinos: calles, viviendas, mezquitas, baños, cementerios,
alcazaba, muralla, puertas, torres (algunas con ricos palacetes dentro como la de las Infantas y la de la
Cautiva), jardines característicos, palacios con áreas públicas y privadas. En total, el recinto mide 740 m x
220 m de anchura máxima.

CUARTO DE COMARES.
Construido en tiempos de Yusuf I (2º 1/4 siglo XIV). Es lo más granadino del conjunto.
Consta de dos patios:
- Mexuar (Sala del Consejo de visires; posteriormente capilla cristiana), es el más pequeño y servía para
administrar justicia. Sólo tiene arquerías en uno de los frentes estrechos y a él se abre la gran portada del
palacio, protegida por un voladísimo alero de madera ricamente decorado. Por otra puerta se comunica con el
otro patio. En el otro lado del Mexuar hay un oratorio con su pequeño mihrab con arco de herradura. Es de
principios del s.XIII, por lo que hay quien lo considera almohade.
- Patio de la Alberca o de los Arrayanes.- Pórticos de columnas en sus dos frentes estrechos y un largo
estanque central; tras uno de los pórticos, Carlos V destruye la obra musulmana y construye su palacio, tras
el otro pórtico está la Sala de la Barca, estrecha y larga con cubierta de madera decorada con lacería y con
alcobas en los extremos; tras ella está el Salón del Trono o de Comares, alojado en una gran torre, la
inmediatamente mayor que la de la Vela; es una estancia cuadrada cuyas ventanas, por el gran grosor del
muro, son auténticos gabinetes, en uno de los cuales está el trono. El interior aparece decorado con
materiales frágiles y pobres como barro, yeso, madera, pero mágicamente convertidos en obras de arte tanto
en el suelo como en las paredes, pero tal vez destaque el artesonado de carpintería del techo donde se
representan esquemáticamente los siete cielos superpuestos del cosmos musulmán, presididos por el trono de
Alá en el octavo cielo. Tanto en la Barca como en el Trono hay importante decoración epigráfica.
- Se completa, contiguamente a la torre, con baños que constan de la Sala de las Camas y los baños
propiamente dichos.

CUARTO DE LOS LEONES.


- Obra de Muhamed V (2ª 1/2 siglo XIV) para emular la obra de su padre. El patio, a imitación de los
claustros cristianos, tiene arquerías en los cuatro lados; en su centro se encuentra la Fuente de los Leones
(reutilización procedente de la casa de un judío del s.XI), en la que el agua simboliza la plata fundida de los
dones del sultán y los leones a los guerreros leales, a quienes colma de favores.
- Tras el pórtico del testero (frente a puerta principal) hay una crujía dividida en varios tramos por arcos de
mocárabes; en el centro se halla la Salas de los Reyes, llamada así por los que decoran la bóveda de la sala
del centro, mientras que otras salas lo están con escenas de caza y de amor, obra de autores cristianos. Aquí
se celebraban las fiestas y banquetes del verano. La galería del otro lado ancho (oeste) es la Sala de los
Mocárabes.
- En el eje de los dos lados menores del patio se encuentran dos salas: la de los Abencerrajes, donde se
celebraban las fiestas y banquetes en invierno, y la de las Dos Hermanas donde se encuentra el Mirador de
Daraja, ubicación del trono de este rey, tras el cual hay un hermoso jardín. Ambas están cubiertas por
bóvedas de mocárabes.
EL GENERALIFE (1.273-1.302)
Su nombre significa o “Jardín de los Artistas” o “Huerta excelsa” (Yannat al´Arif) y fue construido por
Muhamed II como residencia de verano aislada para el descanso pero próxima a la Alhambra y sobre la
acequia real. Varios jardines de diferente tipo se encuentran ordenados en el largo Patio de la Acequia,
aprovechándose de forma ingeniosa los diferentes niveles del terreno, como lo demuestra la admirable la
escalera de rampas de agua. Con sus dos andenes en cruz, se emparenta con Patio de los Leones.
En la concepción general de la construcción del Generalife, igual que en la Alhambra, se tuvo presente la
vista del edificio hacia fuera: la naturaleza se hace omnipresente y se puede disfrutar con los cinco
sentidos. Siguiendo la pendiente en dirección norte existen las ruinas de otra villa semejante llamada "Casa
de la Desposada". En la Alhambra también encontramos una réplica a estos jardines: El Partal, obra de
Mohamed III en los primeros años del s. XIV. Estos jardines, donde la vegetación alterna con fuentes,
canales y aposentos por lo que fluyen arroyos, el hortus conclusus, pretende ser un reflejo del Edén o paraíso
coránico.

4.6. EL ARTE
MUDÉJAR

El término “mudéjar”
hace referencia a la
población musulmana
que vive bajo dominio
cristiano tras la
conquista de su
territorio, a cambio de
un impuesto,
conservando su
religión y un status
jurídico propio. El
mudéjar es un arte, a
veces, no bien
enclavado en la
Historia del Arte pues
unos historiadores lo
ven como un epígono
del arte islámico y otros como un periodo del arte cristiano en el que aparece la decoración islámica. Sin
embargo el arte mudéjar es una nueva realidad artística, ni islámico ni cristiano, sino un producto del
“maridaje”, como dijo Amador de los Ríos, “de lo musulmán y lo cristiano”. En este sentido, pueden
diferenciarse diferentes variedades en el mudéjar como el aragonés, el castellano- leonés o el valenciano.
Entre sus elementos estructurales destacaría la construcción de torres campanarios que repiten los esquemas
de los alminares (TORRE DE SAN MARTÍN DE TERUEL Y TORRE DE LA CATEDRAL DE TERUEL).
También se utilizan los arcos de tradición islámica, como los turnidos o los de herradura, así como una
concepción espacial en los interiores, también de influencia islámica. Se destaca la gran ornamentación
(Horror Vacuii) . Utilizan materiales constructivos pobres (ladrillo o yeso). La utilización de la madera en las
techumbres constituye uno de los elementos más representativos del arte mudéjar, tanto en España, como en
América, adonde fue exportada esta técnica.
La arquitectura civil mudéjar ofrece caracteres parecidos a la religiosa, aunque propende más al uso del arco
redondo y al de herradura. Son notables los alcázares reales de los siglos XIV y XV, como el de Sevilla y, en
parte, el de Segovia; elpalacio de Alfonso XI en Tordesillas; los palacios de los prelados y magnates de los
siglos XV y XVI, como el de Alcalá; el palacio del Duque del Infantado, en Guadalajara; el de los Duquesn
de Alcalá en Sevilla.

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