El documento describe la decadencia y división del Imperio Romano. Durante el siglo III, el Imperio Romano entró en colapso debido a las luchas internas entre jefes militares. El Imperio se recuperó bajo emperadores como Diocleciano y Constantino, pero finalmente se dividió en un Imperio Romano de Occidente y otro de Oriente en 395 d.C. El Imperio de Occidente decayó debido a invasiones y en 476 d.C. cayó bajo el dominio de pueblos germánicos
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El documento describe la decadencia y división del Imperio Romano. Durante el siglo III, el Imperio Romano entró en colapso debido a las luchas internas entre jefes militares. El Imperio se recuperó bajo emperadores como Diocleciano y Constantino, pero finalmente se dividió en un Imperio Romano de Occidente y otro de Oriente en 395 d.C. El Imperio de Occidente decayó debido a invasiones y en 476 d.C. cayó bajo el dominio de pueblos germánicos
El documento describe la decadencia y división del Imperio Romano. Durante el siglo III, el Imperio Romano entró en colapso debido a las luchas internas entre jefes militares. El Imperio se recuperó bajo emperadores como Diocleciano y Constantino, pero finalmente se dividió en un Imperio Romano de Occidente y otro de Oriente en 395 d.C. El Imperio de Occidente decayó debido a invasiones y en 476 d.C. cayó bajo el dominio de pueblos germánicos
El documento describe la decadencia y división del Imperio Romano. Durante el siglo III, el Imperio Romano entró en colapso debido a las luchas internas entre jefes militares. El Imperio se recuperó bajo emperadores como Diocleciano y Constantino, pero finalmente se dividió en un Imperio Romano de Occidente y otro de Oriente en 395 d.C. El Imperio de Occidente decayó debido a invasiones y en 476 d.C. cayó bajo el dominio de pueblos germánicos
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Decadencia y Recuperación del Imperio Romano.
Durante el siglo III, se produjo un colapso integral de la civilización romana. Los
jefes militares de las fronteras comenzaron a luchar por el poder. Los enfrentamientos debilitaron la organización Imperial y las luchas se extendieron por todo el territorio. La recuperación del imperio comenzó con los emperadores ilirios; estos pensaban que defendiendo la organización romana protegían su tierra de la invasión de los pueblos germanos que amenazaban las fronteras del imperio. Durante el Bajo Imperio, el estado tomó características muy distintas de las del Alto Imperio. El emperador, investido de una misión divina era un monarca de derecho pleno y hereditario. Con el apoyo del ejército controlaba toda la vida política, económica, y religiosa. Desapareció la apariencia republicana que se mantenían desde la época de Augusto. Los ciudadanos perdieron sus derechos políticos y se transformaron en súbditos, es decir que debieron someterse a las decisiones del emperador. Entre los emperadores del bajo Imperio, se destacaron Diocleciano y Constantino. Diocleciano (284-305) inició un sistema conocido como tetrarquía, qué significa “gobierno de cuatro”. Para esto dividió el Imperio Romano en dos partes: el Imperio de Occidente, con capital en Roma y el Imperio de Oriente con capital en Bizancio. Él quedó el frente del Imperio Romano de Oriente y ubicó a Maximiliano al frente del Imperio de Occidente. Para evitar problemas sucesorios designados lugartenientes, los césares, que luego de 20 años se convertirían en emperadores (augustos). Pero la sucesión, a pesar del sistema ideado por Diocleciano, genera una serie de luchas entre los posibles candidatos. Finalmente, en el año 323, el triunfador fue Constantino, quién quedó como único soberano luego de varios años de conflicto. Constantino (324-337) estableció la capital del imperio en la antigua Colonia griega de Bizancio, a orillas del mar Negro, cuya situación era muy favorable para la navegación y el comercio. Le dio esa ciudad el nombre de Constantinopla. Durante el bajo Imperio, pueblos de diversos orígenes penetrado en el territorio Imperial, atraídos por el prestigio y la riqueza de Roma. El Imperio los recibía porque necesitaba soldados y mano de obra campesina. La división del Imperio Romano. Luego de la muerte del emperador Teodosio, ocurrida en 395 d.C, el imperio quedó definitivamente dividido en dos partes. El Imperio Romano de Occidente y el Imperio Romano de Oriente. En el Imperio Romano de Occidente, con capital en Roma, la decadencia fue cada vez mayor a causa de las contiendas internas y las constantes invasiones de pueblos de diverso origen. Ya a comienzos del siglo V, algunos hechos advertían sobre la decadencia Romana. La gran ciudad había perdido el control comercial del Mediterráneo en manos de Constantinopla, lo que provocó desabastecimiento, escasez y hambre. En esta crisis algunos se dedicaron al saqueo, el robo y el pillaje; otros huyeron al campo en busca de la seguridad perdida. A esto había que sumarle la agresión de los pueblos vecinos al imperio, sobre todo los germanos, que presionaban constantemente sobre las fronteras invadiendo y ocupando los territorios más desprotegidos. Finalmente, en el año 476, Odoacro, jefe de los hérulos (pueblo de origen indoeuropeo, habitante de las costas del mar Báltico) destituyó al emperador Rómulo Augústulo y se hizo proclamar rey por su ejército. A partir de entonces, el Imperio de Occidente se dividió en varios reinos, bajo el dominio de distintos pueblos germanos. Esta fecha ha sido considerada por los historiadores como el final de La Edad Antigua y el inicio de la Edad Media. La única institución Sobreviviente a la caída del Imperio fue la iglesia católica, que mantuvo la unidad religiosa en el espacio del territorio Imperial y aseguró la continuidad el latín como lengua oficial del culto y de las clases gobernantes en todos los nuevos reinos. El Imperio Romano de Oriente o Imperio Bizantino, con capital en Constantinopla, subsistió durante 1000 años más, con los rasgos de una monarquía Oriental. En él se conserva durante la Edad Media la tradición cultura romana, transferida luego Europa en los siglos del Renacimiento, (es decir XV y XVI de nuestra era) con el griego como la lengua común y oficial. Con el fin del Imperio Romano de occidente se disolvió la unidad establecida por la romanización: hubo una disgregación política y cultural. El mar Mediterráneo dejó de ser el mare nostrum romano para transformarse en escenario de varias culturas. La formación de los reinos germánicos. Luego de la caída del Imperio Romano de occidente en el año 476, se disolvió la unidad establecida por Roma. En Europa el territorio se dividió entre varios reinos germánicos, donde hubo una integración de las culturas romana y germánica. Los germanos eran pueblos de origen indoeuropeo que habitaban en las aldeas y se dedicaban al pastoreo en la agricultura. Los dirigía un jefe elegido por una asamblea de guerreros que intervenían en las cuestiones políticas. La familia era la base de su organización social. Carecían de leyes escritas y el padre era el que resolvía los problemas. En cuanto sus creencias, eran politeístas. A partir del siglo I d.C los germanos comenzaron a cruzar las fronteras romanas. Su objetivo no era destruir el Imperio si no tener un lugar seguro para vivir. Muchos germanos reconocieron la autoridad Imperial y se incorporaron como soldados o colonos, pero en el siglo V irrumpieron violentamente en el Imperio, empujados por el ataque de los hunos, un pueblo de Europa Oriental. Los hunos Los hunos a pesar de que lograron mucho en sentido político y territorial, no estaban totalmente unidos en el ámbito político como para haber logrado tanto, ya que no fue un imperio como tal, sino más bien un conjunto de pueblos o tribus. Pero más tarde, en el año 420, se levanta entre los hunos un líder conocido como Octar, el cual se encargó de unificar a todas esas tribus y comandarlas con gran autoridad. Luego, su hermano Rua lo sucedió como líder de esta confederación huna, proporcionándoles además un objetivo como conjunto. El objetivo era atacar al Imperio Romano de occidente con el general romano Aecio como aliado. Más tarde, también se enfocó en atacar al Imperio Romano de oriente, pero no logró vivir para completar su objetivo. Así fue como llegaron Atila y Bleda, sus dos sobrinos, al poder de los hunos, quienes iniciaron una era donde el liderazgo de los hunos se llevaba por dos reyes. Además, los reyes hunos contaban con hombres con autoridad militar que se encargaban de dirigir a grupos de arqueros, que era la especialidad de los hunos en la guerra. De esta forma contribuyeron al derrumbe de la organización Imperial y a la desaparición de un estado único. Desde ese momento el espacio que había ocupado el Imperio Romano de Occidente quedó dividido en varios reinos en los que la monarquía era hereditaria, que gobernaba con el apoyo de los jefes guerreros. Germanos y romanos se integraron paulatinamente y el proceso se aceleró a partir de la conversión de los primeros al cristianismo. Debido a la gran hostilidad que había entre ellos, los reinos germánicos no perduraron mucho tiempo. Los reinos más duraderos fueron el de los francos, el de los visigodos y el de los ostrogodos. Reino Franco Los francos se instalaron al norte de las galias. Uno de sus jefes, Meroveo, inició en 448 La dinastía merovingia, que duró tres siglos. Luego de una serie de luchas, consiguió crear un reino unido, donde se integraron francos y romanos con relativa rapidez. En el año 751, Pipino el Breve inició una nueva dinastía: la carolingia. Era católico y fue apoyado por el papa. Pipino expulsó a los lombardos del centro de Italia y entregó estos territorios al papa. Este fue el origen de los estados pontificios. En el reino Franco florecería tiempo después el sistema feudal. Reino ostrogodo En el año 493, Teodorico, jefe de los ostrogodos, venció las fuerzas de Odoacro, rey de los hérulos, que había destituido al último emperador romano. Instaló en Italia un reino ostrogodo independiente, con capital en Rávena que duró 60 años. En el orden económico, los ostrogodos mantuvieron la administración de impuestos y el sistema burocrático de los romanos. En el aspecto religioso, adhirieron al arrianismo que negaba la divinidad de Jesús y no reconocía la Santísima Trinidad. Teodorico basó su gobierno en la idea de una convivencia pacífica entre godos y romanos por lo que respetó la tradición y la cultura del pueblo dominado. Reino visigodo Los visigodos dominaron España y el sur de la galia. Su rey, Eurico (420-484) instaló la capital en Tolosa. Luego Los francos los expulsaron de allí y el centro de gravedad del reino visigodo se desplazó hacia España. Toledo fue su nueva capital. En el orden económico, los visigodos continuaron en líneas generales con el tipo de administración romana. En los primeros tiempos no se integraron a la población romanizada de la Península. La religión funcionaba como elemento separador. Cuando el rey Recaredo, en el 589, se convirtió del arrianismo al catolicismo comenzó el proceso de acercamiento. Los visigodos llegaron finalmente a una total integración cultural con los pueblos de la península. Reino godo La política se desarrolló con el tiempo y era conocida como Civitas, lo cual representaba a los pueblos. Algunos pueblos tenían una política de tipo monárquica y otros no. Las monarquías eran gobernadas por un rey mientras que las otras eran dirigidas por príncipes con menos autoridad. El poder político no lo tenía el rey ni los príncipes de forma absoluta, ya que existía en ambos tipos de civitas una asamblea formada por hombres libres armados, quienes se reunían junto al rey para decidir asuntos relacionados con el pueblo. Los reyes eran elegidos a través de la votación de los nobles y la asamblea. Tanto la asamblea como esta clase noble tenían el poder para decretar leyes y derechos, decidir sobre asuntos de paz y también de la guerra, así como administrar la justicia.