Hipnosis en Niños

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EL USO DE LA HIPNOSIS EN EL TRATAMIENTO

TERAPEUTICO DE NIÑOS

Marcela Hinojosa Ruiz


Cirujano Dentista

Catalina Sepúlveda Fuentes


Psicóloga

RESUMEN

En esta investigación se realizó una revisión bibliográfica sobre el uso de la


hipnosis en el tratamiento terapéutico de niños. Se estudia la ontogénesis de los estados
hipnóticos y se establecen las etapas de acuerdo a las características de los grupos
etáreos infantiles en relación a la suceptibilidad hipnótica. Se revisan algunos criterios
de hipnotizabilidad que pueden ser útiles para preescolares en ausencia de test
estandarizados. Se describen técnicas hipnóticas como la estimulación sensorial, las
narraciones, técnicas de imaginería, los juegos y la técnica de tres pasos de Rossi. Se
correlaciona la suceptibilidad hipnótica con las técnicas hipnóticas y con el desarrollo
cognitivo de los niños.

INTRODUCCION

El trabajo con niños demanda atender sus características especiales, muy distintas
de los adultos y la hipnosis constituye una herramienta que puede ser de gran utilidad en
los tratamientos terapéuticos pediátricos, con ventajas comparativas importantes sobre
otros métodos o procedimientos, o complementándose para lograr un mejor resultado.

En este estudio se hace una revisión bibliográfica sobre las posibilidades de


utilizar la hipnosis en el trabajo con niños.

Las técnicas hipnóticas en los niños habitualmente se usan para calmar antes de
anestesiar, para aliviar el estrés frente a un procedimiento quirúrgico o dental, para
reducir el dolor, facilitar la resolución de un problema o aliviar dificultades
emocionales.

Al abordar este tema el primer problema a resolver es qué vamos a entender por
hipnosis y de acuerdo a ello establecer las posibilidades de aplicarla con los niños. En el
trabajo con los adultos existen instrumentos que permiten establecer puntajes, o al
menos la posibilidad de evaluar el reporte verbal del sujeto. Con los niños se han
establecido normas de hipnotizabilidad para escolares de Estados Unidos (Gardner,
1977), mientras que para preescolares la literatura no refiere escalas o test, debido
probablemente a las dificultades de lenguaje y el incompleto desarrollo cognitivo de los
niños a esa edad.

Si entendemos el trance como “un estado de conciencia en que permanecemos en


contacto más intensamente con nosotros mismos que con el medio ambiente. Es decir,
que la atención se vuelca hacia aquello que imaginamos y sentimos más que a lo que
objetivamente pensamos, sin que se pierda el control de la relación con el exterior”
(Robles, 2001), nos damos cuenta que es fácil verificarlo en un adulto, pero no tanto en
un niño.

Un criterio similar establece Ritterman (1988), “la persona hipnotizada, según


cual sea su nivel de trance, desconecta en mayor o menor grado su atención de su
contexto exterior inmediato. Al hacerlo, se incrementa su atención en realidades
psicológicas y psicofisiológicas interiores y, de este modo, en su propio potencial
individual”.

Yapko (1999) describe las características psicológicas del estado hipnótico


considerando los siguientes puntos:

1) Atención selectiva: es la capacidad de centrarse deliberadamente en una parte de la


experiencia mientras que se desconecta del resto, en el estado hipnótico la persona
está centrada en lo interno, aunque sea capaz de percibir acontecimientos externos.
2) Disociación: contempla la separación de las dimensiones consciente e inconsciente,
permite tener un acceso más directo a los diferentes recursos de la mente
inconsciente y profundizar en el conocimiento del funcionamiento interno de la
persona. La disociación constituye la piedra angular de la hipnosis.
3) Aumento de la respuesta a la sugestión: el estado hipnótico amplifica el rango de
elecciones de la persona, las cuales deben estar guiadas por alguien en quien confía
y cree que le puede ayudar.
4) Interpretación subjetiva: cada persona usará su propio marco de referencia para
dar significado a las palabras del clínico. Este debiera conocer que comunicaciones
facilitan la experiencia hipnótica para favorecer la inducción del estado.
5) Lógica del trance: en el estado hipnótico se produce un estado voluntario de
aceptación de las sugestiones sin una evaluación crítica, pudiendo aceptar
proposiciones ilógicas y objetivamente imposibles.
6) Relajación: la mayor parte de los procesos terapéuticos usan la relajación de cuerpo
y mente para facilitar la disociación mente consciente e inconsciente. Sin embargo,
una persona puede estar hipnotizada sin que necesariamente esté relajada.

Este mismo autor refiere como características físicas del estado hipnótico: la
relajación muscular, contracciones musculares, lacrimación, ojos cerrados y parpadeos,
cambio en el ritmo respiratorio, cambio en el ritmo del pulso, relajación de la mandíbula
y catalepsia. No todas estas características físicas y psicológicas están siempre presentes
en los niños.

En un estudio realizado por Plotnick et al. (1991) se correlaciona la


hipnotizabilidad de niños con la de adultos, aplicando diferentes medidas para niños
entre 7 y 14 años, se concluye que “no hay evidencia acerca de que la hipnosis en niños
sea un fenómeno distinto al estudiado en adultos”.

Una dificultad para identificar antecedentes preverbales de respuesta hipnótica,


ha sido la falta de acuerdo entre los autores sobre lo que es hipnosis. Uno de los pocos
que ha intentado establecer criterios para evaluar trance hipnótico en niños preescolares
ha sido Gardner (1977), él plantea que aquel se presenta al observar:
a) quietud, comportamiento tranquilo, el cual puede o no llevar al sueño, estimulación
repetitiva que es una característica primaria de la mayoría de los procedimientos de
inducción.
b) atención altamente focalizada con consecuentes alteraciones de conciencia.
c) compromiso en imaginería vívida durante la inducción en los niños después de la
primera infancia.
d) capacidad de seguir sugestiones posthipnóticas.

A medida que el niño desarrolla un lenguaje y esquemas cognitivos más


parecidos al adulto, se hace más fácil evaluar la hipnotizabilidad, sin embargo, esta
habilidad no debe surgir súbitamente a los cinco o tres años. Hilgard y Le Baron (1984,
en Vandenberg, 1998) proponen tres etapas en la respuesta hipnótica infantil:

1) Primera etapa, entre los 3 y 7 años de edad, cuando los niños son capaces de
comprometerse en juegos, fantasías y simulaciones, en que la respuesta hipnótica
surge de forma limitada. En esta etapa ellos no pueden seguir una inducción formal
principalmente por las limitaciones cognitivas y de lenguaje.
2) Segunda etapa, de los 9 a los 12 años, período de transición a una máxima respuesta
hipnótica. En esta etapa los niños poseen capacidad de fantasear, de responder a
instrucciones verbales más complejas y a las sugestiones de los adultos.
3) Tercera etapa, comienza en la adolescencia y está marcada por una baja respuesta
hipnótica debido al pensamiento crítico y una mayor orientación a la realidad, lo que
es contrario al compromiso imaginativo requerido por la hipnosis.

Estos autores no se pronuncian sobre el período anterior a los tres años,


Vandenberg (1988) plantea que la ontogénensis de la respuesta hipnótica probablemente
se encuentre en capacidades humanas fundamentales que surgen en las primeras
semanas y meses de vida, puesto que los niños poseen capacidades análogas en un plano
no verbal de comunicación, a las capacidades que requiere la hipnosis.

Los niños demuestran desde las primeras semanas una capacidad de ser
profundamente influenciables por otros, responden a palabras sociales, son capaces de
distinguir el olor y voz de su madre, discriminar sutiles diferencias de fonemas entre
palabras e imitar expresiones faciales de otros, comunicar sus necesidades básicas a
través de gestos y vocalizaciones y sus sentimientos de agrado y desagrado frente al
trato de otros. En el segundo mes exhiben una sonrisa social, contacto ocular y la
habilidad de ajustar sus respuestas a la expresión de los demás, lo que permite
influenciar y ser influenciados por otros. (Vanderberg, 1998). Por lo tanto,
prácticamente desde las primeras semanas de edad el bebé manifiesta una fuerte
tendencia a relacionarse, un impulso a involucrarse con otros de su misma especie.
Hacia el año de edad son capaces de darse cuenta que los demás pueden tener
intenciones diferentes de las suyas y hacen ajustes para responder a ellas, sus
comunicaciones y acciones se tornan más intencionales y cooperativas.

Al segundo año aparecen expresiones de emociones más complejas como la


vergüenza y el orgullo que refieren una apreciación más profunda de si mismo en
relación a los demás y la capacidad de autoevaluarse, que los lleva a actuar evitando
complicaciones y buscando agradar a otros, también surge la autovaloración de su
desempeño, características importantes para la respuesta hipnótica. Así como también,
su capacidad para comprometerse en los juegos.
Por lo tanto los niños en la primera infancia manifiestan capacidades requeridas
para la respuesta hipnótica, las cuales se expresan en distintos contextos análogos al
contexto hipnótico. De los criterios establecidos por Gardner (1977), dos ya se
manifiestan en esta etapa: a) quietud y estimulación repetitiva, y b) atención altamente
focalizada. Luego, al igual que con los adultos, también aparecen diferencias en las
respuestas de acuerdo a características individuales, del contexto y de quién esté
tratando de influenciar al menor.

En un estudio con niños enuréticos nocturnos entre 5 y 16 años (Banerjee et al.,


1993), se compararon los resultados del tratamiento con hipnosis v/s tratamiento con
imipramina. Se observó que las técnicas hipnóticas no generaron una buena respuesta
que se mantuviera en el tiempo en los niños entre 5 y 7 años, los autores refieren que
puede ser debido a la falta de atención y cooperación de los niños de esa edad. Pero,
podría pensarse que este grupo es más inmaduro cognitivamente y que el
procedimiento, si bien se adecua a los niños mayores, no haya sido el adecuado para ese
grupo de edad. Este estudio es concordante con el de Plotnick respecto a la similitud de
respuesta con los adultos, de los niños sobre los siete años de edad. Es decir, bajo esta
edad los niños parecieran no responder a estilos formales de inducción.

En el trabajo con niños se sugiere la hipnosis naturalista que busca producir


estados de trance similares a los que se producen naturalmente y se alejan de los
métodos clásicos de inducción y, que además, permite una mayor flexibilidad para
adaptarse a las características de los niños.

Considerando las características referidas podemos establecer cuatro etapas


diferentes en relación a la respuesta hipnótica infantil, y que coincidirían con las del
desarrollo cognitivo descritas por Piaget (Papalia, 1992):

• Primera Etapa o Sensoriomotora (desde el nacimiento a los dos años).


• Segunda Etapa o Preoperacional (desde los dos a siete años)
• Tercera Etapa o de las Operaciones Concretas (de los siete a doce años)
• Cuarta Etapa o de las Operaciones Formales (de los doce hasta la edad adulta)

Por último, cabe agregar que en nuestro país no existen revistas especializadas
en la línea de la hipnosis, ni investigaciones en hipnosis con niños, lo que indica un
desconocimiento en el área y un campo abierto a la investigación.

TECNICAS HIPNOTICAS APLICABLES A NIÑOS


A partir de la literatura revisada se realiza la siguiente clasificación con el
objetivo de ordenar las diferentes técnicas. En la práctica se aplica una o varias de ellas
dentro de un contexto terapéutico y constituyen técnicas que el terapeuta evaluará
cuando es propicio utilizarlas para un objetivo general o específico.

1. TECNICAS DE ESTIMULACION SENSORIAL (Gardner, 1977)


En estas técnicas se aplica una estimulación repetitiva en uno o varios canales
sensoriales, se utilizan naturalmente en la relación estrecha madre-hijo y también como
autoestimulación por parte del niño.

Entre los estímulos tactiles tenemos palmotear, mimar, frotar, tocar superficies
suaves; entre los estímulos kinestésicos está el mecer, acunar, balancear; los estímulos
auditivos abarcan hablar tranquila y rítmicamente, canturrear, tararear, utilizar una
música suave; los estímulos visuales contemplan mirar fijamente un objeto en
movimiento, como un móvil o una figura estática que llame la atención y entre los
estímulos gustativos está el succionar una botella o chupar un caramelo. En niños muy
pequeños algunas de estas técnicas ha permitido distraer la atención y aminorar el
movimiento y el dolor frente a procedimientos como punción lumbar o curaciones.

2. NARRACIONES: Los Cuentos de Hadas (Stevens-Guille, 1992)

Stevens Guille al estudiar este tema establece que los cuentos de hadas son
apropiados para la hipnoterapia y para ayudar a los pacientes a reformular algunos
aspectos existenciales, permiten que el significado de la historia se aplique
personalmente y al mismo tiempo estimule la búsqueda inconsciente. Los cuentos de
hadas a través de metáforas encantadoras simbolizan importantes tareas de desarrollo en
el ciclo de la vida humana.

Los niños en particular necesitan ideas para dar sentido a sus vidas, ellos
necesitan una educación de comportamiento moral tanto a nivel consciente como de lo
inconsciente. Una de las más importantes funciones de los cuentos de hadas para niños
es ayudarlos a manejar los problemas psicológicos del crecimiento, entre los cuales está
la rivalidad entre hermanos, sentimientos de confianza en sí mismos y el sentido de
obligación moral. Los héroes en los cuentos de hadas a menudo carecen de vida interior
y no están atormentados por dudas e incertidumbres.

Los cuentos de hadas, como historias inductoras de trance, tienen excelentes


posibilidades en la hipnoterapia, pues promueven el trance ayudando a crear las
condiciones para el estado hipnótico. Se han utilizado como técnica hipnótica para
reducción del dolor en niños sometidos a quimioterapia. Se les enseña a relajarse
contándoles una historia con voz hipnótica y mientras ésta es narrada, se muestran
reproducciones del cuento para focalizar la atención, con todo lo cual se logra aliviar la
angustia.

Otros éxitos se han logrado incorporando a un superhéroe. Dado que los niños
obedecen más a un personaje con el cual se identifican que a un terapeuta, el superhéroe
puede ser un modelo digno de imitar que le puede sugerir la dirección correcta para
solucionar un problema. Un niño puede ser estimulado por un héroe personalmente por
ejemplo si éste le dice “si eres tan bueno para chutear la pelota, también puedes
aprender a hacer las otras cosas bien”.

Se plantea que los niños aprenden y se producen cambios debido a que en la


narración de los cuentos de hadas, los niños pueden lograr un estado de conciencia
alterado o experiencia de trance. La hipnosis se define como un estado alterado de
conciencia, caracterizado por una profunda absorción en la experiencia interna, donde la
percepción subjetiva del medio es distinta al modo de interacción del estado lúcido. Los
niños logran este estado al estar compenetrados en el cuento, involucrándose hasta el
extremo de estremecerse y esconder la cabeza cuando llega la parte del terror.

Por ejemplo, la metáfora del cuento del Mago de Oz se utilizó con niños entre 8
y 13 años que presentaban conductas disruptivas, con el objetivo de resolver problemas,
mejorar el autocontrol y lograr sentimientos de autoeficacia. Esta técnica fue un recurso
dentro de una terapia cognitivo-conductual y demostró ser exitosa (Sommers-Flanagan
et al, 1996).

Erickson y Rossi (Ritterman, 1988) desarrollaron un paradigma de cinco etapas


con respecto a la dinámica del trance, el cual es posible homologar a los cuentos de
hadas:

1) Atraer y retener la atención del paciente, utilizando sus creencias, sentimientos,


recuerdos y comportamientos para que se concentre en lo que sucede dentro de él, ej:
“érase una vez...”
2) Desactivar las disposiciones mentales o maneras habituales de pensar, distrayendo a
la persona o introduciendo dudas sobre el modo en que normalmente ve las cosas, lo
cual es logrado por la historia en sí misma.
3) Poner en marcha una búsqueda inconsciente utilizando formas indirectas de
sugestión, palabras, preguntas o sucesos con determinadas connotaciones.
4) Activar procesos inconscientes, en particular movilizando asociaciones personales y
secuencias de líneas personales de pensamiento.
5) Reconocer la respuesta hipnótica, que es el resultado de estas cadenas de evocaciones
conductuales; ocurren entonces fenómenos fisiológicos y psicológicos, que el sujeto
experimenta como si sucedieran autónomamente. Corresponden a los insight que se le
producen al niño.

Erickson cree que los cuentos permiten al paciente absorber experiencias hasta el
punto donde el significado emocional del evento es más significativo y donde un
aprendizaje importante puede integrarse en la estructura cognitiva del paciente,
expandiéndose sobre el valor del uso de las historias en el proceso de trance. Zeig
establece con respecto a las anécdotas lo siguiente:

a) Estimulan al paciente a identificarse activamente con la historia en relación a sus


necesidades.
b) Ayuda al paciente a aprender de experiencias ajenas.
c) Disminuye la resistencia debido a que el paciente responde de manera deseable
sin tener la obligación de responder a una pregunta concreta.
d) Provee maneras memorables y significativas de integrar un nuevo aprendizaje.

Desde esta perspectiva el uso de una anécdota plantea una alternativa diferente
de plantear un problema y de utilizar recursos cognitivos para ayudar al paciente a
realizar cambios en su vida. La escuela ericksoniana usa las anécdotas o historias en el
trance para crear una comprensión que de otro modo no sería evidente al paciente. Los
cuentos de hadas que a menudo tratan con temas más arquetípicos y existenciales serían
tan efectivos para este tipo de terapias como las anécdotas lo eran para Erickson.

Las anécdotas y la hipnosis formal tienen tres similitudes estructurales básicas


(Zeig, 1998):
a) En ambas, el terapeuta se dirige fundamentalmente a un sujeto pasivo, tratando
de suscitar el poder que hay dentro de él y de demostrarle que tiene la capacidad
de cambiar.
b) En uno y otro caso, el rol del sujeto se define como subordinado y
complementario.
c) En ambas técnicas se trabaja a partir de los indicadores de conducta mínima del
paciente.

Estas similitudes se pueden aplicar a cualquier tipo de narración: cuentos de


hadas, cuentos tradicionales, mitos, leyendas, historias verídicas, casos, fábulas o
anécdotas, con una metodología de trabajo similar a la que se ha descrito para los
cuentos de hadas.

3. TECNICA DE IMAGINERIA

A través de estas técnicas se pretende utilizar la estimulación tranquilizante de


cierto tipo de pensamientos produciendo una focalización de la atención aumentando un
estado de calma y tranquilidad.

Gardner y Olness (1981, en Banerjee et al, 1993) proponen técnicas de


imaginería para inducir estados hipnóticos, utilizando un lugar favorito o actividad
deportiva de especial interés para el niño, o la idea de una alfombra voladora o de una
nube de algodón. Se recomienda haber detectado las áreas de intereses del niño para
seleccionar aquello que le resulte más motivador. Una vez que el menor está
comprometido en las imágenes se dan sugestiones generales enfatizando su capacidad
de tratar efectivamente los problemas, de contribuir a su bienestar y de controlar las
circunstancias. También se pueden dar sugestiones específicas relacionadas con el
problema que se esté tratando, en que el niño se vea proyectado en el futuro enfrentando
o realizando las cosas de una manera más efectiva.

Otra forma de trabajo es el uso de una pantalla de televisión imaginaria donde se


le pide al niño con sus ojos cerrados, proyectar esas imágenes favoritas o fantasías
guiadas por el terapeuta de acuerdo a un fin previamente establecido. La proyección en
la pantalla facilita la disociación y el poder seguir la instrucción.

Esta técnica fue utilizada con éxito en un niño de diez años que experimentaba
severas náuseas y vómitos como rechazo a la medicación en forma de píldoras, la
hipnoterapia para cambiar su comportamiento consistió en imaginería mental, relajación
sugestión directa, autoafirmaciones de adaptación y autorreforzamiento. La
autohipnosis estaba basada en las imágenes de relajación del niño en un día hermoso de
sol y comiendo caramelos (LaGrone, 1993).

Un niño de ocho años fue tratado exitosamente con hipnosis para tratar tres
problemas relacionados entre sí: chuparse el pulgar, orinarse en la cama y defecarse en
los pantalones. Se utilizó la técnica de la pantalla de televisión con el operador
asumiendo el rol del personaje favorito del niño. El terapeuta y el personaje
representaron los sustitutos paternos y figuras de autoridad. El paciente fue estimulado a
cambios de comportamiento, tanto despierto como en trance (Tilton, 1980).
4. LOS JUEGOS

El juego es una actividad natural en el desarrollo del niño, en el cual confluyen


los avances que va teniendo en lenguaje, en su desarrollo motor, social y afectivo, y va
aprendiendo a relacionarse con el mundo y consigo mismo. Mientras más pequeño es el
niño, el juego aparece como la principal y más significativa forma de aprender, el canal
de expresión más fácil de sus ideas y emociones, y como un modo de controlar su
conducta (Schaefer y O’Connor, 1988).

En el juego lo que se expresa no es realmente lo que se quiere significar. El


juego es una paradoja, donde se afirma y se niega el propósito explícito del mensaje. La
estrecha relación de juego, paradoja y disociación en la infancia es análoga a la
encontrada en la hipnosis donde peticiones paradójicas como “recuerda para olvidar lo
que te he dicho”, requieren compromiso imaginativo que disocie conductas del modo
habitual de actuar (Vandenberg, 1998).

“El juego es un puente mediante el cual una realidad interior impera sobre una
realidad exterior, como si la realidad exterior quedara al servicio exclusivo de
construcciones internas de la persona” (Instituto Milton Erickson de la Ciudad de
México, 1999), por lo tanto, si el juego pasa a ser lo más importante se puede hablar de
estado de trance.

El juego permite al niño expresar libremente sus emociones, preocupaciones o


conflictos a nivel simbólico y a la vez elaborarlos en el mismo juego, por lo tanto es una
actividad que permite acceder al material inconsciente y una oportunidad de co-
construir una nueva realidad interior que favorezca su bienestar.

Las modalidades de trabajo varían pudiendo utilizarse el juego como la técnica


central de la terapia, o bien como auxiliar. Así también, puede ser juego libre o juego
dirigido. La línea de terapia ericksoniana utiliza las directivas, enfatizando la
comunicación metafórica (Haley, 1999), lo que equivaldría al uso del juego dirigido.

Las aternativas de uso de juegos son numerosas, para una revisión de diferentes
técnicas orientadas al trabajo psicoterapéutico ver “Manual de Terapia de Juego” de
Schaefer y O’Connor (1988) y “Ventanas a Nuestros Niños” de Oaklander (1996).

Por lo tanto el juego puede ser utilizado como un inductor del estado de trance
considerando las características del niño, intereses y problema a resolver, donde el
terapeuta puede intervenir permitiendo la expresión de material inconsciente y
orientando hacia una dirección más sana. Por ejemplo, la terapia de juego se utiliza en
niños que van a ser intervenidos quirúrgicamente para disminuir el alto nivel de
ansiedad que estas situaciones suelen producir. Se facilita la expresión de las
emociones, se dan los conocimientos necesarios sobre las intervenciones, hasta llegar a
representar un buen desenlace. Los materiales a utilizar en este caso son muñecos,
títeres y elementos similares a los que se usan en la clínica.

5. TECNICA DE LOS TRES PASOS DE ROSSI ADAPTADA PARA NIÑOS


(Pratt, 1996)
Esta técnica se inserta dentro de la terapia psicobiológica que es una forma de
accesar o reactualizar y reencuadrar terapéuticamente ciertos procesos mentales que
codifican problemas y que no han podido ser resueltos previamente por encontrarse
ligados a un estado que incluye todo un patrón psicofisiológico: MACDE (memoria,
aprendizaje y comportamiento dependiente del estado), que ha sido reemplazado por
otro distinto que no permite su elaboración.

Este tipo de terapia es exitoso en la medida en que logre cumplir con sus tres
objetivos fundamentales:

1) ganar acceso al origen del problema (y con ello a los MACDE)


2) reencuadrar terapéuticamente el problema dependiente del estado
3) facilitar la continuación de la autosanación

Adaptación de la aproximación de tres pasos de Rossi para su uso con niños (Pratt,
1996)

El uso de la aproximación básica de tres pasos para accesar recursos creativos


desarrollados por E. Rossi (1986-1993) fue adaptaptada para el uso con niños en la
resolución de problemas mente cuerpo relacionados con el estrés. La metodología
utiliza procesos ideodinámicos, accesamiento de preguntas directivas implícitas y el
doble vínculo terapéutico:

• Paso Uno: focalización intrapersonal. Se le pide al niño que focalice la atención en


sus manos: el terapeuta modela la posición y cuando el niño focaliza su atención
comienza el paso dos.

• Paso dos: clarificación del problema y resolución. Se accesa la información que se


necesite para clarificar y resolver el problema a través de preguntas, lo que requiere
la participación activa de los procesos mentales inconscientes.
• Paso Tres: ratificando la ganancia terapéutica. Este paso consiste en pedir una
señal ideomotora, tal como una señal con la cabeza, para confirmar estas ganancias.
El terapeuta ayuda al paciente a encontrar maneras de apreciar procesos conscientes
e inconscientes.

DISCUSION

En el proceso de desarrollo del niño se van produciendo cambios, a nivel


cognitivo, afectivo y social que marcan diferencias en la forma de relacionarse con el
mundo y consigo mismo, por lo tanto, las reacciones y respuestas a inducciones
hipnóticas también variarán de acuerdo a la etapa de desarrollo.

Primero aparece una distinción entre dos grupos de niños, los escolares y los
preescolares. Para los escolares está la Escala de Hipnotizabilidad de Stanford adaptada
para niños, en cambio para los preescolares no existen escalas que permitan evaluar su
susceptibilidad hipnótica. Los criterios establecidos por Gardner nos parecen una guía
adecuada para evaluar trance hipnótico en los preescolares y también para evaluar los
métodos para lograr esas respuestas.
De acuerdo a la revisión bibliográfica la respuesta hipnótica no sería algo que
emerge súbitamente a cierta edad, sino que vendría desarrollándose desde las primeras
semanas de vida. Como la respuesta hipnótica depende en gran medida de las
habilidades cognitivas del infante nos pareció interesante correlacionar lo referido por
distintos autores con las etapas del desarrollo cognitivo de Piaget, y también con las
técnicas más apropiadas según la edad. Al hacer esta correlación obtenemos lo
siguiente:

a) Etapa sensoriomotriz (desde el nacimiento hasta los dos años): los niños
aprenden a conocer su mundo a través de sus actividades sensoriales y motrices,
desde conductas muy primitivas como los reflejos hasta coordinar la
información que reciben de sus sentidos para solucionar problemas simples. En
esta etapa, en que el lenguaje sólo llega a la emisión de frases simples y a la
respuesta ante instrucciones simples, los pequeños pueden responder más
fácilmente a la estimulación sensorial repetitiva como técnica de inducción, para
lograr al menos dos criterios de los establecidos por Gardner.

b) Etapa preoperacional (dos a siete años): en esta etapa se logra la adquisición


de la función simbólica que consiste en la capacidad de representar algo a través
de “significantes” distintos de las cosas significadas, lo que se expresa en el
juego simbólico, la imitación diferida y su mayor dominio del lenguaje,
herramienta cada vez más útil para el pensamiento lógico. En esta etapa, por lo
tanto se desarrolla su imaginación y el pensamiento mágico, lo cual facilita la
posibilidad de lograr un estado de trance. Se podrían encontrar los cuatro
criterios dados por Gardner, dado el sustento cognitivo. Las técnicas más
apropiadas para lograrlo serían el juego y los cuentos de hadas por la facilidad
de llamar su atención, de mantenerlos concentrados, de identificarse de forma
activa o pasiva con la trama del juego o cuento y por que facilitan la expresión y
elaboración de sus emociones, el seguir modelos positivos, aprender formas de
resolver problemas y seguir sugestiones entregadas en el juego o cuento.

c) Etapa de las operaciones concretas (siete a doce años): el niño comienza a


abrirse más al entorno y a someterse a las normas, va perdiendo el poder de
la fantasía
para lograr una visión más realista del medio, manifiesta gran curiosidad por
aprender . Este período se caracteriza por la aparición de la operación, es decir,
la capacidad de usar símbolos para realizar operaciones mentales lógicas,
siempre que se trabaje con una realidad tangible y objetiva, comienza a razonar
de forma deductiva. Las técnicas más apropiadas para esta edad serían: la
imaginería, en las narraciones: cuentos de hadas, anécdotas o historias reales, el
juego y la técnica de los tres pasos de Rossi.

d) Etapa de las operaciones formales (doce años a la edad adulta): abarca la


adolescencia, comienza el razonamiento hipotético-deductivo, el proceso de
pensamiento va de lo real a lo potencial o posible y el joven es capaz de buscar
alternativas, verdaderas o falsas, para llegar a un objetivo. En esta etapa se
completa el desarrollo cognitivo, el adolescente valora las nuevas habilidades, es
crítico, se orienta hacia la realidad y está empeñado en la búsqueda de su
identidad. Esta actitud crítica disminuiría el compromiso imaginativo y su
respuesta hipnótica, sin embargo, esto podría ser superado estableciendo un
buen rapport, argumentos lógicos que avalen el uso de la hipnosis y el
establecimiento de objetivos claros. Por las características descritas sólo sería
recomendable el uso de imaginería y narraciones como anécdotas o historias que
no lo aludan directamente a él y sean una comunicación más a su inconsciente,
también la técnica de los tres pasos que permite llegar a lo inconsciente, pero
que utiliza señales de respuestas observables. Además, por la madurez cognitiva
en esta etapa si existe una buena motivación para trabajar con hipnosis, también
se pueden utilizar las técnicas de inducción formales que se usan con adultos.

Es necesario considerar que las técnicas hipnóticas constituyen una herramienta


dentro de un contexto terapéutico y es el terapeuta quien debe evaluar de acuerdo al
motivo de consulta, características del paciente y al principio de utilización, cuáles son
las técnicas apropiadas.

Otro punto importante es que la efectividad de las técnicas hipnóticas pasan por
establecer un buen rapport con el paciente, si éste falla, una técnica apropiada puede
resultar inefectiva. Esto significa tomarse el tiempo necesario para establecer la alianza
terapéutica y luego intervenir. “El problema más importante de la hipnoterapia
pediátrica es hablarle al paciente de tal manera que pueda aceptar lo que decimos”
(Milton Erickson, en Haley, 1999), esto significa respetar al paciente tal cual es y desde
su lenguaje realizar nuestra intervención.

Finalmente, consideramos que la hipnosis con niños es una herramienta útil en


el tratamiento terapéutico, siempre y cuando se consideren las características, tanto del
grupo etáreo al que el niño pertenece, como las características individuales y
contextuales.

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