LEYENDAS

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 8

10 Leyendas Venezolanas muy interesantes

A continuación os mostramos una decena de leyendas venezolanas, que nos


hablan de temáticas como el surgimiento de elementos geográficos como algunos
de los picos más conocidos del país, las nubes, la tradición y su ruptura, el amor o
los celos. Algunos de ellos son propios de los pueblos indígenas, mientras
que otros lo son de su mezcla con la tradición católica.

1. Caribay y las cinco águilas blancas


“Hace muchos años nació la primera de las mujeres de los mirripuyes,
Caribay. Hija del Sol, Zuhé, y la Luna, Chía, poseía una de las voces más
hermosas del mundo y era capaz de imitar cualquier ave. Un día la joven Caribay,
la cual disfrutaba de la contemplación y admiración del bosque y la naturaleza, vio
en el cielo cinco grandes águilas blancas de hermoso plumaje.

Deseando contemplar su belleza e incluso adornarse con sus plumas, las siguió.
Persiguió a las aves hasta las montañas, hasta los riscos más altos, pero no pudo
seguirlas más allá. Entristecida, cantó invocando a Chía, haciendo que llegara la
noche y que esta alumbrara la tierra. El cántico triste de Caribay impresionó a
los animales incluyendo a las cinco águilas, las cuales descendieron hasta
posarse inmóviles cada una en un risco.

Caribay se acercó entonces al risco más cercano, donde intentó tocar a la primera
de las águilas. Sin embargo, al acercar la mano se dió cuenta que las aves se
habían congelado. Culpable y asustada, Caribay huyó. Mientras huía, Chía
oscureció, algo que provocó que el hielo que cubría a las águilas se deshiciera.
Despertaron de nuevo, furiosas, sacudiendo y esparciendo sus plumas blancas.

Las aves se sacudieron una y otra vez, llenando de blanco el lugar. Sus alas
provocaron una brisa fría, y sus graznidos se expandieron por el eco. La joven
Caribay se refugió, pero una vez dejó de oír a las aves se calmó y pudo ver cómo
cada uno de los cinco picos se había cubierto de blanco".

Esta hermosa leyenda nos habla del origen de la nieve en los picos


venezolanos, así como el graznido del viento y los vientos fríos propios de las
cimas de las montañas. El cántico de Caribay, asimismo, nos recuerda al silbido
del viento, elemento al que representa.
2. La sayona
“Hace mucho tiempo había una joven mujer que vivía con su esposo, con el cual
recientemente había tenido un bebé. La joven tenía por costumbre bañarse en el
río, pero era espiada a menudo por un hombre del pueblo. Un día descubrió al
mirón y le preguntó que qué estaba haciendo. El hombre, que había sido
sorprendido, optó por mentirle diciéndole que estaba allí para anunciarle que
su marido le era infiel con otra.

Durante la noche, estando ya la familia en casa, el marido musitó en sueños el


nombre de su madre. La mujer, celosa y suponiendo que su propia madre era
amante de su esposo, prendió fuego a la casa matando al marido y al bebé. Acto
seguido, con un cuchillo en la mano, la joven se dirigió a casa de su madre. Tras
reclamarle una infidelidad que su progenitora negó, la acuchilló hasta la muerte.

La madre, con su último aliento, le indicó que jamás había sido amante de su
esposo y la maldijo por los crímenes que había cometido. Desde entonces la
sayona vaga eternamente, persiguiendo a los hombres infieles que caen en sus
intentos de seducción acabar con ellos”.

Una de las leyendas de terror más conocidas del país, la sayona (cuyo nombre
proviene de la prenda que llevaba, un sayo) o la mujer del llano nos habla de
desconfianza y de celos, así como de la necesidad de respetar y cuidar a las
madres. Se dice que la figura de la sayona seduce a los hombres con su belleza
para luego llevarles a la llanura. Allí adopta su verdadera forma, con colmillos y
garras enormes y afiladas y ojos de color de la sangre, a menudo provocándoles la
muerte o la locura.

 Quizás te interese: "¿Qué es la Psicología Cultural?"

3. María Lionza
“Hace muchos años, en la época de la conquista española, uno de los líderes de
los indios caquetíos tuvo una hija de ojos claros con una mujer blanca. Según las
creencias de su aldea y el chamán de la tribu, la niña de ojos claros debía ser
sacrificada al dios anaconda o bien traería la desgracia a su pueblo. El padre de la
niña se negó a sacrificarla y optó por encerrarla en una choza, con 22
guerreros protegiéndola y ocupándose de mantenerla en el hogar.

Pasaron los años y la niña se hizo mujer. Un día y a pesar de que era mediodía,
todos los guardianes se durmieron, momento en que la joven aprovechó para ir al
río. Allí pudo contemplar por primera vez su reflejo. Pero también la vió el gran dios
Anaconda, señor del río, quien se enamoró de la pequeña y se le comió,
queriéndola para sí mismo.

El padre y el pueblo quisieron castigar al espíritu, pero este empezó a


hincharse hasta que provocó que las aguas del río de desbordaran provocando
una gran inundación. La tribu desapareció.

Tras el suceso y al no dejar de expandirse la sierpe reventó, dejando salir de


nuevo a la joven, Maria Lionza (también conocida como Yara). Pero no salió como
mortal, sino que se convirtió en diosa y protectora de las aguas, los peces, la
naturaleza y el amor”.

Yara es una antigua diosa protectora de los pueblos indígenas de


Venezuela y otros países de Sudamérica que se vincula a la protección de la
naturaleza, el amor y la paz. La llegada del catolicismo modificó su nombre a María
Lionza (María de la Onza del Prado de Talavera de Nivar), siendo un culto que
sigue vigente y extendido en parte del país.

4. El hachador perdido
“Había una vez un leñador que quería trabajar en su propio féretro, para lo cual
decidió ir a buscar madera al monte. Sin embargo, tomó la decisión de ir el día de
Viernes Santo. En el mismo momento en que levantó el hacha para cortar el primer
árbol, Dios le fulminó. El hachador fue condenado desde entonces a vagar
eternamente por los bosques, atacando a aquellos cazadores que se internan en
ellos.”

Esta leyenda de terror proveniente de Venezuela trata de empujar por un lado a


respetar las tradiciones, mientras que por otro es un recordatorio de los
peligros del bosque, especialmente por las noches.
5. La mujer mula
“Érase una vez una joven mujer la cual trabajaba en un restaurante en Caracas.
Un día, la madre de la muchacha, una anciana, acudió al restaurante a pedir un
plato de comida. Su propia hija le negó el plato y posteriormente la expulsó del
local.

Una vez fuera, dolida, la anciana mujer se encontró con un hombre que le
regaló una moneda con una cruz de San Andrés. El hombre le dio instrucciones
de que volviera al restaurante y comiera con ese dinero, pero que cuando su hija le
diera la vuelta le dijera que se quedara al cambio para comprar malojo.

La anciana hizo lo que el hombre le dijo, algo que provocó que la hija que la
había expulsada se transformara parcialmente en mula, relinchando y
coceando hasta que huyó del lugar. Desde entonces la mujer mula se tapa con un
manto blanco y se aparece en las iglesias, rezando".
Una leyenda venezolana que nos habla del precio y castigo de la ingratitud,
así como de la devolución de los males que se les hacen a los demás.

6. Guaraira Repano
“En tiempos antiguos, la montaña hoy conocida como el Ávila no existía,
vivendo los pueblos del valle de Caracas en un plano que permitía ver hasta el
mar. Sin embargo, con el paso del tiempo los actos de los ciudadanos del valle con
respecto a los espíritus de la naturaleza ofendieron a la Diosa del mar. Esta,
furiosa, convocó una gran ola que devoraba y destruía todo a su paso, lanzándola
contra la tierra.

Aterrados, todos los ciudadanos se arrodillaron e imploraron perdón. Cuando


levantaron la vista, vieron que justo cuando la gran ola empezaba a descender
sobre ellos se había transformado en piedra: la diosa se había compadecido de
sus súplicas y había transformado el agua en el Ávila, antiguamente conocida
como Guaraira Repano (aproximadamente “la ola que vino de lejos”)”.

Esta antigua leyenda nos narra el mito de cómo se forma la montaña en cuyo valle
se encuentra Caracas, un gesto de compasión por parte de una deidad y un
recordatorio de la necesidad de respetar la naturaleza.

7. El doctor Knoche y sus momias


“Cuenta la leyenda que el doctor Knoche viajó de Alemania a Venezuela para
establecerse, construyendo la finca Buena Vista en La Guaira. Este doctor, que
estuvo presente en los tiempos de la Guerra Federal, inventó una fórmula que
permitía embalsamar los cadáveres sin necesidad de retirar sus órganos. Llevaba
a su finca los cuerpos de aquellos que nadie reclamaba para experimentar
con ellos, logrando su primer éxito con el soldado José Pérez, cuya momia
colocaría uniformada en la entrada de la casa.

El doctor, junto a su familia y empleados, trabajaría en un mausoleo que más tarde


les alojaría cuando murieran, y a lo largo de sus investigaciones fue custodiando
cada una de las momias que consiguió.

Dicen las malas lenguas que en sus inicios también trabajaba con moribundos. De
hecho, se dice que una noche, uno de los cadáveres del doctor se zafó de sus
ataduras, subió a un caballo y huyó, rodando montaña abajo y no volviendo a
aparecer nunca más. El propio doctor preparó una dosis para que fuera aplicada
en él mismo, así como una para la única de las enfermeras que le sobrevivió.
Algunos dicen que a ésta le fue administrada en contra de su voluntad”.

Este leyenda es, en realidad, una historia en gran parte basada en hechos


reales. Gottfried Knoche fue un médico alemán que vivió y trabajó como médico
en Venezuela en la época de la guerra federal, siendo conocido por ser un médico
muy humano y caritativo que incluso no cobraba por sus servicios. Sin embargo
también se hizo famoso asimismo por la invención y el trabajo en una fórmula
química que permitiera preservara los cadáveres de la descomposición.

Para ello experimentaba con cadáveres de soldados no reclamados,


haciéndolos llevar a su hacienda en Galipán, donde tuvo éxito en su empeño
llegando a momificar diversos cuerpos al inyectarles una fórmula concreta (cuya
composición exacta se perdió con su muerte). También es real el hecho de que
creara un mausoleo (de hecho, su finca es hoy en día un museo) y que custodió la
mayoría de momias, incluyendo la del soldado Pérez. Por este motivo algunos de
los ciudadanos de los alrededores le consideraban incluso un vampiro e
insinuaban que trabajaba con sujetos aún vivos.

8. El ánima sola
“Dice la leyenda que existe un alma en pena conocida como el ánima sola, la cual
vaga errante eternamente siendo condenada a sufrir el ardor y la sed de las llamas
del Purgatorio. En vida perteneció a Celestina Abdenago, que fue condenada
por Dios por negarse a dar agua a Jesucristo pese a ser la encargada de dar
agua a los condenados a la cruz. Aunque se la dió a Dimas y Gestas, se la negó a
Jesús debido al miedo a los judíos que lo condenaron”.

Esta leyenda, que en otras versiones dice que la mujer le dió vinagre a Jesús
cuando le pidió agua mientras llevaba la cruz o que se trata de una mujer muerta
durante la guerra de la independencia, nos deja ver la importancia dada al
ámbito religioso en ese país. Las creencias respecto a ella pueden variar: hay
versiones que creen que es un espíritu que busca redención y otros que es un ser
malintencionado, capaz tanto de hacer el bien como el mal.

9. El dueño del fuego


“Dice la leyenda que en las proximidades del nacimiento del río Orinoco vivía
Babá, el rey de los caimanes. Este rey, junto a su esposa la rana, tenía un gran
secreto guardado en su garganta: el fuego. La pareja vivía en una cueva en la que
nadie podía entrar bajo amenaza de perder la vida salvo ellos, los reyes de las
aguas. Pero un día la perdiz entró por error en la cueva, encontrando orugas
chamuscadas. Las probó y les encantó el sabor, y tras ello corrió a contárselo al
colibrí y al pájaro bobo. Entre los tres urdieron un plan para descubrir cómo
lograban el caimán y la rana cocinar las orugas.

El pájaro bobo entró en la cueva y se ocultó, sin ser visto al tener un plumaje
oscuro, y pudo ver cómo de la boca del caimán salían llamas que cocinaron las
orugas que la rana traía. Una vez ambos se durmieron el pájaro bobo pudo salir y
explicar lo ocurrido.

Las tres aves decidieron robar el fuego, optando por hacerle reír cuando todos
los animales acudieran a beber al río. El pájaro bobo y la perdiz aprovecharon la
ocasión para hacer piruetas para hacer reír a todos, pero el rey Baba no lo hizo. El
pájaro bobo aprovechó que la reina rana se ría para lanzarle una pelota,
provocando que se le encajara en la mandíbula. Viendo sus problemas el caimán
empezó a reír. El colibrí aprovechó el momento para lanzarse en picado y robarle
el fuego con las alas. Pero al elevarse prendió fuego a un árbol.

El caimán y la rana expresaron que aunque hubiesen robado el fuego, éste sería
aprovechado por otros y el resto de animales morirían quemados, aunque ellos
dos serían inmortales en el río. Tras ello se sumergieron y desaparecieron. Las
aves y animales intentaron usarlo, pero no supieron cómo. Sin embargo, el ser
humano sí aprendió a darle uso para cocinar y dar calor, luz y seguridad, y
empezaron a venerar a las tres aves por haber permitido que lo hicieran".

Una breve leyenda en forma de fábula que sin embargo nos deja ver el destacado
papel que se les daba en la antigüedad al cocodrilo y a las aves en la
mitología indígena. También establece un origen para el aprendizaje del uso del
fuego, curiosamente semejante a la griega.

10. Las lágrimas eternas de Carú


“Dice la leyenda que en la época de la conquista española, la princesa Carú de la
tribu de los bailadores iba a casarse con el hijo del jefe de los mocotíes. La
muchacha esperaba ilusionada el enlace, estando cercana la hora de la
ceremonia. Sin embargo, poco antes de esta los vigías gritaron que se acercaban
entes extraños vestidos de hierro y montados en bestias. Las tribus se prepararon
para el combate, así como también los extraños recién llegados. Lo que debía
haber sido un momento de alegría se transformó en un conflicto sin cuartel con un
gran número de muertos. Entre ellos, el prometido de Carú, que cayó en combate.

La joven, rota de dolor, se abrazó al cuerpo de su amado. Sin duda el dios de la


vida de la montaña le devolvería la vida. Por ello cargó con el cuerpo de su
prometido para llevarlo a la cumbre, donde habitaba la deidad, para pedirle
que devolviera la vida al cuerpo que portaba con ella. Al tercer día de viaje la
joven Carú no pudo más y perdió las fuerzas: abrazada a su amado lloró, se
durmió y finalmente murió.

Conmovido, el dios de la montaña recogió las lágrimas de Carú y las arrojó al


espacio para que todos los habitantes de la zona pudieran ver y recordar a Carú,
su amor y su sufrimiento. Este es el origen de la cascada de Bailadores".

Una hermosa aunque triste leyenda que nos habla del orden de la cascada de
Bailadores, en el Parque de la Cascada de la India Carú, en Mérida. También nos
habla de amor, sufrimiento y sacrificio por aquellos que nos importan.

Referencias bibliográficas:

 Sahagún, Fray Bernardino de (2001). Juan Carlos Temprano, ed. Historia


general de las cosas de Nueva España (Crónicas de América tomos 1 y 2 edición).
Madrid: Dastin Historia.

También podría gustarte