LEYENDAS
LEYENDAS
LEYENDAS
Deseando contemplar su belleza e incluso adornarse con sus plumas, las siguió.
Persiguió a las aves hasta las montañas, hasta los riscos más altos, pero no pudo
seguirlas más allá. Entristecida, cantó invocando a Chía, haciendo que llegara la
noche y que esta alumbrara la tierra. El cántico triste de Caribay impresionó a
los animales incluyendo a las cinco águilas, las cuales descendieron hasta
posarse inmóviles cada una en un risco.
Caribay se acercó entonces al risco más cercano, donde intentó tocar a la primera
de las águilas. Sin embargo, al acercar la mano se dió cuenta que las aves se
habían congelado. Culpable y asustada, Caribay huyó. Mientras huía, Chía
oscureció, algo que provocó que el hielo que cubría a las águilas se deshiciera.
Despertaron de nuevo, furiosas, sacudiendo y esparciendo sus plumas blancas.
Las aves se sacudieron una y otra vez, llenando de blanco el lugar. Sus alas
provocaron una brisa fría, y sus graznidos se expandieron por el eco. La joven
Caribay se refugió, pero una vez dejó de oír a las aves se calmó y pudo ver cómo
cada uno de los cinco picos se había cubierto de blanco".
La madre, con su último aliento, le indicó que jamás había sido amante de su
esposo y la maldijo por los crímenes que había cometido. Desde entonces la
sayona vaga eternamente, persiguiendo a los hombres infieles que caen en sus
intentos de seducción acabar con ellos”.
Una de las leyendas de terror más conocidas del país, la sayona (cuyo nombre
proviene de la prenda que llevaba, un sayo) o la mujer del llano nos habla de
desconfianza y de celos, así como de la necesidad de respetar y cuidar a las
madres. Se dice que la figura de la sayona seduce a los hombres con su belleza
para luego llevarles a la llanura. Allí adopta su verdadera forma, con colmillos y
garras enormes y afiladas y ojos de color de la sangre, a menudo provocándoles la
muerte o la locura.
3. María Lionza
“Hace muchos años, en la época de la conquista española, uno de los líderes de
los indios caquetíos tuvo una hija de ojos claros con una mujer blanca. Según las
creencias de su aldea y el chamán de la tribu, la niña de ojos claros debía ser
sacrificada al dios anaconda o bien traería la desgracia a su pueblo. El padre de la
niña se negó a sacrificarla y optó por encerrarla en una choza, con 22
guerreros protegiéndola y ocupándose de mantenerla en el hogar.
Pasaron los años y la niña se hizo mujer. Un día y a pesar de que era mediodía,
todos los guardianes se durmieron, momento en que la joven aprovechó para ir al
río. Allí pudo contemplar por primera vez su reflejo. Pero también la vió el gran dios
Anaconda, señor del río, quien se enamoró de la pequeña y se le comió,
queriéndola para sí mismo.
4. El hachador perdido
“Había una vez un leñador que quería trabajar en su propio féretro, para lo cual
decidió ir a buscar madera al monte. Sin embargo, tomó la decisión de ir el día de
Viernes Santo. En el mismo momento en que levantó el hacha para cortar el primer
árbol, Dios le fulminó. El hachador fue condenado desde entonces a vagar
eternamente por los bosques, atacando a aquellos cazadores que se internan en
ellos.”
Una vez fuera, dolida, la anciana mujer se encontró con un hombre que le
regaló una moneda con una cruz de San Andrés. El hombre le dio instrucciones
de que volviera al restaurante y comiera con ese dinero, pero que cuando su hija le
diera la vuelta le dijera que se quedara al cambio para comprar malojo.
La anciana hizo lo que el hombre le dijo, algo que provocó que la hija que la
había expulsada se transformara parcialmente en mula, relinchando y
coceando hasta que huyó del lugar. Desde entonces la mujer mula se tapa con un
manto blanco y se aparece en las iglesias, rezando".
Una leyenda venezolana que nos habla del precio y castigo de la ingratitud,
así como de la devolución de los males que se les hacen a los demás.
6. Guaraira Repano
“En tiempos antiguos, la montaña hoy conocida como el Ávila no existía,
vivendo los pueblos del valle de Caracas en un plano que permitía ver hasta el
mar. Sin embargo, con el paso del tiempo los actos de los ciudadanos del valle con
respecto a los espíritus de la naturaleza ofendieron a la Diosa del mar. Esta,
furiosa, convocó una gran ola que devoraba y destruía todo a su paso, lanzándola
contra la tierra.
Esta antigua leyenda nos narra el mito de cómo se forma la montaña en cuyo valle
se encuentra Caracas, un gesto de compasión por parte de una deidad y un
recordatorio de la necesidad de respetar la naturaleza.
Dicen las malas lenguas que en sus inicios también trabajaba con moribundos. De
hecho, se dice que una noche, uno de los cadáveres del doctor se zafó de sus
ataduras, subió a un caballo y huyó, rodando montaña abajo y no volviendo a
aparecer nunca más. El propio doctor preparó una dosis para que fuera aplicada
en él mismo, así como una para la única de las enfermeras que le sobrevivió.
Algunos dicen que a ésta le fue administrada en contra de su voluntad”.
8. El ánima sola
“Dice la leyenda que existe un alma en pena conocida como el ánima sola, la cual
vaga errante eternamente siendo condenada a sufrir el ardor y la sed de las llamas
del Purgatorio. En vida perteneció a Celestina Abdenago, que fue condenada
por Dios por negarse a dar agua a Jesucristo pese a ser la encargada de dar
agua a los condenados a la cruz. Aunque se la dió a Dimas y Gestas, se la negó a
Jesús debido al miedo a los judíos que lo condenaron”.
Esta leyenda, que en otras versiones dice que la mujer le dió vinagre a Jesús
cuando le pidió agua mientras llevaba la cruz o que se trata de una mujer muerta
durante la guerra de la independencia, nos deja ver la importancia dada al
ámbito religioso en ese país. Las creencias respecto a ella pueden variar: hay
versiones que creen que es un espíritu que busca redención y otros que es un ser
malintencionado, capaz tanto de hacer el bien como el mal.
El pájaro bobo entró en la cueva y se ocultó, sin ser visto al tener un plumaje
oscuro, y pudo ver cómo de la boca del caimán salían llamas que cocinaron las
orugas que la rana traía. Una vez ambos se durmieron el pájaro bobo pudo salir y
explicar lo ocurrido.
Las tres aves decidieron robar el fuego, optando por hacerle reír cuando todos
los animales acudieran a beber al río. El pájaro bobo y la perdiz aprovecharon la
ocasión para hacer piruetas para hacer reír a todos, pero el rey Baba no lo hizo. El
pájaro bobo aprovechó que la reina rana se ría para lanzarle una pelota,
provocando que se le encajara en la mandíbula. Viendo sus problemas el caimán
empezó a reír. El colibrí aprovechó el momento para lanzarse en picado y robarle
el fuego con las alas. Pero al elevarse prendió fuego a un árbol.
El caimán y la rana expresaron que aunque hubiesen robado el fuego, éste sería
aprovechado por otros y el resto de animales morirían quemados, aunque ellos
dos serían inmortales en el río. Tras ello se sumergieron y desaparecieron. Las
aves y animales intentaron usarlo, pero no supieron cómo. Sin embargo, el ser
humano sí aprendió a darle uso para cocinar y dar calor, luz y seguridad, y
empezaron a venerar a las tres aves por haber permitido que lo hicieran".
Una breve leyenda en forma de fábula que sin embargo nos deja ver el destacado
papel que se les daba en la antigüedad al cocodrilo y a las aves en la
mitología indígena. También establece un origen para el aprendizaje del uso del
fuego, curiosamente semejante a la griega.
Una hermosa aunque triste leyenda que nos habla del orden de la cascada de
Bailadores, en el Parque de la Cascada de la India Carú, en Mérida. También nos
habla de amor, sufrimiento y sacrificio por aquellos que nos importan.
Referencias bibliográficas: