El Rey se detiene a hablar con un anciano campesino que está plantando una palmera. El Rey le pregunta por qué planta la palmera si no vivirá para ver sus frutos, a lo que el anciano responde que plantan para que otros coman. Impresionado por su generosidad, el Rey le da cien monedas de plata. Luego el anciano dice que la palmera ya ha dado fruto para ganar otras cien monedas. Finalmente dice que es extraordinario que la palmera haya dado dos frutos en una hora cuando normalmente solo da uno al año
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El Rey se detiene a hablar con un anciano campesino que está plantando una palmera. El Rey le pregunta por qué planta la palmera si no vivirá para ver sus frutos, a lo que el anciano responde que plantan para que otros coman. Impresionado por su generosidad, el Rey le da cien monedas de plata. Luego el anciano dice que la palmera ya ha dado fruto para ganar otras cien monedas. Finalmente dice que es extraordinario que la palmera haya dado dos frutos en una hora cuando normalmente solo da uno al año
El Rey se detiene a hablar con un anciano campesino que está plantando una palmera. El Rey le pregunta por qué planta la palmera si no vivirá para ver sus frutos, a lo que el anciano responde que plantan para que otros coman. Impresionado por su generosidad, el Rey le da cien monedas de plata. Luego el anciano dice que la palmera ya ha dado fruto para ganar otras cien monedas. Finalmente dice que es extraordinario que la palmera haya dado dos frutos en una hora cuando normalmente solo da uno al año
El Rey se detiene a hablar con un anciano campesino que está plantando una palmera. El Rey le pregunta por qué planta la palmera si no vivirá para ver sus frutos, a lo que el anciano responde que plantan para que otros coman. Impresionado por su generosidad, el Rey le da cien monedas de plata. Luego el anciano dice que la palmera ya ha dado fruto para ganar otras cien monedas. Finalmente dice que es extraordinario que la palmera haya dado dos frutos en una hora cuando normalmente solo da uno al año
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EL REY Y LA PALMERA
El Rey sale una mañana de su fastuosa corte. A poco de salir
encuentra a un campesino, que planta afanoso una palmera. El rey se detiene al verlo y le dice asombrado: - ¡Oh, anciano, plantas esta palmera, y no sabes quiénes comerán su fruto …, muchos años necesita para que madure, y tu vida se acerca a su término! El anciano lo mira bondadosamente y luego le contesta: - ¡Oh, Rey!, plantaron y comimos: plantemos para que otros coman. El rey se admira de tan grande generosidad y le entrega cien monedas de plata, que el anciano toma haciendo una reverencia. - ¿Has visto, ¡Oh, Rey!, cuán pronto ha dado fruto la palmera? Más y más asombrado el rey, al ver cómo tiene sabia salida para todo un hombre del campo, le entrega otras cien monedas. El ingenioso viejo las besa y luego contesta prontamente: - ¡Oh, Rey!, lo más extraordinario de todo es que generalmente una palmera sólo da fruto una vez al año y la mía me ha dado dos en menos de una hora. Maravillado está el Rey con esta nueva salida, ríe y exclama dirigiéndose a sus acompañantes. - ¡Vamos … vamos pronto! Si estamos aquí un poco más de tiempo este buen hombre quedará con mi bolsa a fuerza de ingenio.