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1.

Diseño de indumentaria infantil

1.1 El niño como sujeto portador

A la hora de diseñar, se debe tener en cuenta, para que la prenda sea funcional, el usuario

para el cual se está pensando el producto, debido a que sus características y elementos

deben corresponder con las necesidades, siluetas y ocasiones de uso del sujeto que

portará la prenda. Es por eso que es necesario entender los comportamientos, períodos

de aprendizaje y crecimiento en la infancia.

La infancia es la etapa de la vida donde la persona sufre más cambios óseos, por lo que

es el período de la vida donde cambia de talla constantemente. Según la Organización

Mundial de la Salud (2017), todos los niños de las principales regiones del mundo, pueden

alcanzar peso, estatura y grado de desarrollo similares si se les proporciona una

alimentación adecuada, una buena atención de salud y un entorno saludable. Después del

primer año de vida, el índice de crecimiento de un niño se reduce a la mitad, desde los dos

años hasta la pubertad, el crecimiento suele ser más lento y constante, los niños crecen

de 6 a 8 cm por año, a pesar de que se pueden encontrar variaciones. Dr. Abril Martin

afirma: “la talla de los niños depende principalmente de la talla familiar, más concretamente

de los progenitores, aunque depende también de una multitud de otros factores. La

alimentación, la presencia de alteraciones genéticas, en particular de los déficits

hormonales de crecimiento, y de enfermedades concomitantes durante el período del

‘estirón’”(2017). Enfermedades psíquicas, como el estrés o algún trauma emocional,

también pueden causar efectos adversos en el crecimiento de los niños.

Cada persona lleva su propia velocidad de crecimiento, esta depende de su reloj biológico

que se encuentra en el área central de su cerebro. Existen dos momentos donde el brote

de crecimiento es mayor, uno es al nacer, mientras que el otro, durante la adolescencia.

Según el Dr. Abril Martin (2017), el mayor pico de crecimiento en la adolescencia tiene una

gran variación de unos niños a otros, marcando así la diferencia más distintiva en su talla.

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Los niños que atrasan su adolescencia, terminarán siendo más altos debido a que tendrán

mayor tiempo para crecer.

Para la revista Psicología y Mente (2017), existen distintas etapas de crecimiento en la

infancia, donde el niño se enfrenta a cambios físicos y psíquicos, la primera, es

denominada período intrauterino, en la cual se considera que, a pesar de que la infancia

comienza al momento de nacer, hay casos especiales donde ésta puede empezar antes,

como en los bebés de nacimiento prematuro. Involucra el período fetal precoz y el tardío,

contiene procesos de rápida formación y perfeccionamiento de los sentidos. A través del

oído, se producen los primeros aprendizajes durante esta etapa, a pesar de que están

sujetos a un tipo de memorización muy simple, las etapas del cerebro que se encargan de

dar base a la memoria autobiográfica todavía no están desarrolladas. Durante esta fase,

las estructuras biológicas del organismo todavía no maduraron, y el niño no se insertó en

un ambiente social y sensorial estimulante.

La segunda fase es la neonatal, que comienza en el nacimiento y termina después del

primer mes de vida. Los bebés empiezan a aprender las principales regularidades del

mundo que los rodea, desde los primeros días muestran facilidad por distinguir fonemas.

Con respecto a los cambios físicos, se produce crecimiento en todo el cuerpo menos en

la cabeza.

El período que lo continúa es el postneonatal o lactante, que a pesar de ser una de las

etapas más tempranas, es más fácil notar cambios físicos y psicológicos. Se desarrolla

una musculatura suficiente para mantener la postura, también, alrededor de los seis

meses, el bebé comienza a emitir balbuceos. La lactancia es un elemento sumamente

importante durante esta etapa debido a que proporciona tanto alimento como

comunicación con la madre, cuestión que genera lazos afectivos.

La cuarta etapa es el período de la primera infancia, el cual va del primer al tercer año. En

ella se comienza a controlar el uso del lenguaje, a pesar de al principio ser con palabras

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sueltas. Se muestra una voluntad por explorar y descubrir cosas, cuestión que se

transforma en el motor del aprendizaje. El pensamiento es egocéntrico debido a que no

pueden imaginarse lo que piensan los demás, el niño vive únicamente su realidad.

La anteúltima fase, el período preescolar, abarca de los tres a los seis años de edad. En

esta etapa se desarrolla la habilidad de atribuir intenciones, creencias y motivaciones

únicas distintas a las de los demás, cuestión que fortalece las relaciones sociales, a pesar

de que genera que la mentira sea un recurso frecuentemente utilizado. Además, se genera

la capacidad de pensar en términos abstractos.

Por último, se encuentra el período escolar, donde al finalizar, se da paso a la

adolescencia. Ésta se desarrolla de los seis a los doce años, la imagen que se da

comienza a tener más importancia para el individuo, tratando de generar vínculos con

personalidades que considera importantes. Comienza a generarse la identidad de los

niños, donde influye con gran peso, el círculo ajeno a la familia, por lo que empieza a haber

disputas con sus familiares. La impulsividad es una característica importante de esta

etapa. Al terminar la primaria, comienzan a manifestarse signos de pubertad.

Es de suma importancia poder reconocer y saber de la existencia de estas etapas debido

a que nos indican como el niño va creciendo y desarrollándose, cuestión que nos

proporciona información acerca de nuestro usuario.

A su vez, Piaget (1950) afirma que durante la infancia de un niño se produce un desarrollo

cognitivo natural en el que los niños aprenden a pensar y a interactuar con el mundo en el

que viven. Esto supone una serie de cambios evolutivos en la vida del niño, marcados por

etapas durante toda la infancia, desde que nacen hasta la pre-adolescencia. Lo define en

cuatro etapas, la sensorio motora, la pre operacional, el período concreto y el período

formal. En la primera, que abarca desde el nacimiento hasta los dos años de edad, es en

la cual los niños comienzan a percibir sus sentidos y a manipular objetos. Hacia el final de

esta etapa adquiere una capacidad muy importante, que es la de entender que los objetos

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o personas siguen existiendo a pesar de no seguirlos viendo. Mientras que, en la segunda

etapa, que va desde los dos hasta los siete años, los niños aprenden a interactuar con su

ambiente mediante el uso de palabras e imágenes mentales. En la tercera etapa, cual se

da de los siete a los doce años, disminuye el egocentrismo y aumenta la capacidad de

concentrarse en más de un aspecto de un estímulo. Por último, de los doce en adelante,

se comienza a utilizar la lógica formal, se desarrolla la capacidad de crear hipótesis y llegar

a una solución.

Por otro lado, es importante tener en cuenta las necesidades y los derechos del niño para

seguir conociendo al usuario. Los derechos del niño según Humanium, ONG internacional

de apadrinamiento de niños comprometida a acabar con la violación de los derechos

infantiles en el mundo (2017), son: el derecho a la vida, a la educación, a la alimentación,

a la salud, al agua, a la identidad, a la libertad y a la protección. Es de suma importancia

que estos se cumplan debido a que tal como establece UNICEF: “Los niños y niñas son

individuos. No son la posesión de sus progenitores ni del estado, ni tampoco son personas

en proceso de formación; tienen la misma categoría como miembros del género humano”

(2017). Además, estos seres empiezan su vida siendo dependientes de adultos que los

crían para recibir la orientación correcta para luego desarrollarse en personas

independientes. Cuando la familia o cuidadores primarios no pueden satisfacer sus

necesidades, la sociedad debe encargarse de ellos.

Todas las generaciones de niños son el futuro de las sociedades del mundo, por lo que es

de suma relevancia que estos se desarrollen sanamente, ya que serán quienes nos

asegurarán el bienestar y el futuro de ella.

Como se dijo anteriormente, los adultos son los encargados de satisfacer las necesidades

y cumplir con los derechos del niño, es por eso que ellos son los que comenzarán

inculcando el vestir en sus hijos. Son los que van a conectar al niño por primera vez con

el mundo de la indumentaria, lo mismo sucede con el mundo del arte y el juego.

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Entre las cuestiones más importantes de la psicología infantil y la pedagogía figura
la de la capacidad creadora en los niños, la del fomento de esta capacidad y su
importancia para el desarrollo general y de la madurez del niño. Desde la temprana
infancia encontramos procesos creadores que se aprecian, sobre todo, en sus
juegos. El niño que cabalga sobre un palo y se imagina que monta a caballo, la niña
que juega con su muñeca creyéndose madre, niños que juegan a los ladrones, a los
soldados, a los marineros. Todos ellos muestran en sus juegos ejemplos de la más
auténtica y verdadera creación. Verdad es que, en sus juegos, reproducen mucho
de lo que ven, pero bien sabido es el inmenso papel que pertenece a la imitación en
los juegos infantiles. Son éstos, frecuentemente, un mero reflejo de lo que ven y
escuchan de los mayores, pero dichos elementos de experiencia ajena no son nunca
llevados por los niños a sus juegos como eran en la realidad. No se limitan en sus
juegos a recordar experiencias vividas, sino que las reelaboran creadoramente,
combinándolas entre sí y edificando con ellas nuevas realidades acordes con las
aficiones y necesidades del propio niño. El afán que sienten de fantasear las cosas
es reflejo de su actividad imaginativa, como en los juegos. (Vygotsky, 1930, p. 55)
Esto sucede no sólo en el juego, sino que en todos los ámbitos de la vida. Es un asunto

bilateral, ya que la imitación y el reflejo no son únicamente buscados por los niños, debido

a que no tienen otro conocimiento previo, sino también por los padres que están educando

a sus hijos y desean implementar en sus hijos sus ideales, valores y estilo de vida.

Vygotsky (1930) explica que todas las situaciones creadas por un niño, son conocidos por

alguna otra experiencia anterior, ya que, sino no los podría haber conocido, pero, la

combinación de todos estos elementos, forma uno nuevo, que es creación de él mismo,

que deja de ser la repetición o imitación de momentos vividos o cuestiones que observó en

otros. Esta capacidad que tienen los niños de crear a partir de lo anterior, de lo conocido,

es lo que genera creaciones que sólo ellos y a esa edad pueden lograr, ya que, en sus

primeros años, el ser humano tiene una cosmovisión distinta a la que luego va a desarrollar

a lo largo de su vida, debido a que recién está empezando a conocer el mundo, a adquirir

conocimientos, a tener la capacidad de razonar a lo que se enfrenta, a tomar decisiones.

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1.2 Historia del traje infantil

A lo largo de la historia de la humanidad, sucedieron infinitos cambios en la indumentaria

de los seres humanos. Todas las sociedades existentes sufrieron cambios en los

paradigmas de su cultura del vestir, debido a cambios sociológicos, políticos,

económicos, que fueron transformando la manera de ver el mundo de las personas y la

historia misma. Claramente estas alteraciones también se pueden ver en la historia de

la indumentaria infantil.

En la prehistoria los niños se vestían con pieles de animales, en aquella época todavía

la indumentaria no cumplía el rol social que posee hoy en día, su principal y única

función era cubrir cuerpos de las condiciones climáticas y ambientales. En verano,

dejaban una parte del cuerpo al descubierto debido a las altas temperaturas y a la

incomodidad que producían las pieles.

Luego, durante el Antiguo Egipto, los niños solían estar desnudos o únicamente tapados

con una especie de taparrabos, en el único momento que se abrigaban era en el

invierno. Mientras que, durante la antigua Grecia, explica Martha Gratz (2014), al dejar

los pañales, los niños eran vestidos con un Quitón, que era una pieza rectangular corta

confeccionada de lino o lana, que se unía por un lateral y se sujetaba en los hombros

mediante fíbulas, sin usar ropa interior por debajo.

Por otro lado, en la época romana, los bebés eran fajados al nacer para que sus

miembros crezcan rectos y armoniosos, a la hora que los niños dejaban de usar

pañales, se los reemplazaba con taparrabos o calzoncillos que eran tapados por una

túnica recta adornada con un ribete alrededor del cuello y las sisas. Las niñas vestían

una túnica ajustada con un cinturón, cual cubrían con otra que usaban cuando salían a

la calle, cuyo largo modular era hasta los pies.

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A partir de la edad media, los niños vestían indumentos largos y con la cabeza cubierta.

Cuando el niño todavía era bebé, se lo vestía con una túnica larga, una capa amorfa,

un delantal y un babero. Al cumplir los 5 años, la ropa era una imitación, en menor

escala, que la de sus padres, sin importar que no sea funcional para los menores.

Antes del siglo XVIII, no existía una diferencia entre la vestimenta para adultos y para

niños. Hasta cierta edad, los niños usaban ropa que era igual para los dos géneros.

Torres afirma que: “Estas prendas podían tener algunas particularidades impensables

para nuestros días: en las camisas, específicamente en la parte de los hombros,

colgaban cintas que ayudaban a los papás a enseñarles a caminar, o bien, eran útiles,

a la hora de detenerlos” (2014). También, utilizaban gorros que funcionaban como

cascos para protegerlos de las caídas. Por otro lado, usaban las fajas en niños y niñas

debido a que creían que era una forma de que estos desarrollen una buena postura.

El siglo XVIII es el período en el cual transcurre el Rococó, movimiento en donde

predominan las ornamentaciones y los excesos. Esto implicaba que la indumentaria no

era para nada cómoda, especialmente para los niños, quienes, como se ha justificado

anteriormente, deben poder desarrollar su vida con indumentos que ayuden a su

desarrollo, que les permita estar cómodos e higienizados, que les dé la posibilidad de

moverse fácilmente, ya que esto es de suma importancia para el crecimiento. Es por

eso que, a mediados de siglo, surge un movimiento filosófico que argumentaba que los

niños debían tener menos obstáculos en su vestimenta para que su desarrollo sea

exitoso. A partir de esta reforma, María Fernanda Torres, cuenta en la revista El siglo

del Torreón (2013), que, las niñas que antes vestían faldas y vestidos con enaguas y

estructuras de alambre, comenzaron a usar pantaletas, que eran una especie de

pantalones de algodón, cuya finalidad, además de la comodidad, era que no se le vieran

las piernas. Por otro lado, los niños, cuando aprendían a caminar, empezaban a

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diferenciar su vestimenta de la de las niñas, para comenzar a vestir trajes con

pantalones cortos.

Años más tarde, se impone el traje marinero gracias al príncipe Alberto de Gales, hijo

de la reina Victoria y el rey Alberto, a quien, cuando tenía cuatro años le regalaron uno

de estos trajes, réplica del de su padre.

Según la Casa de muñecas Garnata (2017), la indumentaria infantil comenzó a existir

con total independencia a principios del siglo XX cuando la diseñadora francesa Jeanne

Lanvin empezó a confeccionar ropa para su hija cambiando totalmente el paradigma del

diseño de indumentaria para niños ya existente.

Nacida en 1867, Lanvin logró tener una de las casas más famosas y reconocidas de

París, Revista Vogue España afirma que: “Los diseños que confeccionaba para su

jovencísima hija Marie-Blanche llamaron la atención de algunas mujeres que no

tardaron en solicitar sus servicios como modista. Ella es la responsable, precisamente,

del desmantelamiento de determinados mitos acerca de la forma de vestir de las

mujeres según su edad, liberando e igualando el armario femenino y creando prendas

para madres que pueden usar sus hijas.” (2005). Lanvin creó una línea de ropa infantil

caracterizada por vestidos plisados y cordados ingleses. En 1897 abre su local, el cual,

al principio, estaba dedicado exclusivamente a la ropa infantil.

Luego se dio cuenta que debía ampliar su cartera de negocios e implementar también

la confección de prendas para las madres y padres de los niños para quienes diseñaba.

Quería para su hija, los vestidos que ella no había podido tener, esto generó que las

madres de las compañeras de su hija comiencen a encargarle diseños para las suyas.

Esto le produjo tal demanda que la llevo a crear su primera colección infantil en 1908.

Un año más tarde, logró entrar a la Chambre Syndicale de la Haute Couture de París,

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cuestión que le otorga el título de alta costura, para el cual, su casa debía cumplir con

ciertas condiciones.

Otra de las visionarias y rupturistas en lo que respecta a la indumentaria infantil, fue la

ilustradora y escritora inglesa Kate Greenaway, quien nació en 1846 y falleció en 1901.

Fue criada en una familia de artistas, su madre era modista y tenía una tienda de

vestuario infantil, mientras que su padre era ilustrador.

Según la revista Pupa (2014), el mundo de los dibujos y de los niños confluyeron en la

vocación de Kate. Ilustró libros infantiles, tanto de su autoría como Under the window,

en 1879, como de otros escritores, por ejemplo, El flautista de Hamelin, de los

Hermanos Grimm, así como también colaboró en las revistas para niños Little Folks y

St. Nicholas. Ilustró alfabetos, tarjetas de saludo, y calendarios, entre otros objetos de

memorabilia, por lo que su arte invadió la vida cotidiana de muchas familias de la época,

gracias a las nuevas tecnologías de reproducción fotolitográfica.

Tal como indica la revista online Pupa: “Kate fue una visionaria, pues adaptó el vestuario

de sus personajes ilustrados a la realidad de la infancia, es decir, vistió a los niños como

niños, no como adultos en miniatura.” (2014). Este hecho fue de gran impacto,

generando que casas de moda de la época diseñen prendas infantiles inspiradas en los

personajes creados por la ilustradora, cuestión que era un acto liberal en el momento.

Logró representar e implementar valores y situaciones de la vida real y cotidiana como

la alegría, la complicidad, el juego, la desilusión, la espera, la enfermedad y la inocencia.

Estas transformaciones producidas en la cultura de la vestimenta en la infancia, se

acentúan y profundizan con gran énfasis en la Primer Guarra Mundial (1914-18), donde

la condición social, política y económica empuja a que forzosamente se produzcan

cambios en la indumentaria no sólo de los niños, sino principalmente de las mujeres,

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quienes empiezan a adquirir nuevas obligaciones, debido a que sus maridos se

encontraban en la guerra.

Entre los cambios que se produjeron, estaba la difusión de jerseys hechos a mano, se

fabricaban medias, boinas, chalecos, entre otros, ya que descubren la facilidad de su

producción. Deslandres explica que: “El sector infantil se verá completamente

transformado gracias a esta innovación, mientras que los tejidos de punto hacen su

aparición en el mundo de la moda gracias, principalmente, a las creaciones de Gabrielle

Chanel, que abre una casa de costura.” (1985, p.173).

Años más tarde, durante la década del 50, la industria manufacturara dio un gran salto,

y fue el momento en el cual los colores que hoy en día suelen, por haber sido

catalogados de tal manera, usarse para cada género, fueron determinados. A pesar de

que, en los años 60, durante la liberación social que sucedía en el momento, volvieron

a implementarse los colores que estaban impuestos como unisex, por ejemplo, el

amarillo. Además, según la revista El Siglo del Torreón (2014), durante este período,

las madres buscaban, como hacían también ellas mismas, vestir a sus hijas con acentos

más masculinos, ya que creían que así, se sentirían más libres.

Durante los años 70, algunas marcas de ropa, dejaron de vender colores que

enfatizaban el género, como el rosa y el celeste, a pesar de que, en 1985, esto vuelve

a ponerse de moda debido a que los adultos deseaban ansiosamente consumir

productos del género de su bebé antes de que este naciera, ya que el consumo

aumentaba cada vez más, generando que los padres inviertan cada vez en más

mercadería para sus futuros hijos, cuestión que sigue sucediendo hoy en día.

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1.3 Situación de la indumentaria infantil en la actualidad

El mercado de la indumentaria infantil, está, hoy en día, ya insertado en el mundo, forma

parte de la globalización, del consumo masivo, existiendo infinitas marcas que se

dedican a este rubro, cual, en 2013, obtuvo su propia semana de la moda, llamada

Global Kids Fashion Week. En este evento participaron importantes diseñadores como

Paul Smith, Marc Jacobs, Jean Paul Gaultier, Tommy Hilfiger y Oscar de la Renta, entre

otros. También, participaron marcas no tan lujosas, como Rachel Riley y Munster kids.

Es posible notar, la mayoría de las casas que participaron de la semana de la moda

infantil, fueron aquellas que agregaron a su cartera de negocios el rubro infantil en algún

momento de su carrera, siendo originalmente solo para adultos. María Fernanda Torres,

en la revista El Siglo del Torreón, afirma que: “Vestir a un bebé de meses como alguien

en sus veintes, es una tendencia que cada vez crece más y que las casas de moda no

han desaprovechado”. (2014). Esto es posible evidenciarlo en cualquier shopping mall

del mundo, donde cientos de marcas de indumentaria de adultos tienen sus líneas para

chicos, o mismo, sus propios locales de ropa para niños.

Además, esta situación, radica en que, tal como cuenta la licenciada Clara Guzman

(2009), las tendencias de moda infantil salen del mismo laboratorio que las de la moda

de adultos, pero en menor escala. Lo que quiere decir que, indudablemente, los niños

van a ser clones de sus mayores, pero en otra dimensión.

Es importante aclarar que, a pesar de esta masificación de marcas de adultos que se

dedican también al mundo infantil, existen marcas que sólo se dedican al rubro de los

niños y se especializan en ellos, investigando en profundidad sus necesidades y

condiciones.

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Esta tendencia de vestir a los niños con las mismas prendas que usan los adultos, se

pudo ver con gran claridad en la semana de la moda de Seúl en octubre de 2017,

generando un enorme impacto en el mundo de la moda, que llevo a la revista Vogue

online a elaborar una nota llamada “En la semana de la moda de Seúl, el ‘street style’

más loco lo llevan… los niños”. No es la primera vez que esta ciudad destaca los

atuendos de los niños durante la semana de la moda, quienes visten desde looks más

clásicos infantiles a otros más extravagantes y de adultos, pero hechos a su medida.

Los padres de estos niños, los alientan para que ellos llamen la atención de los

fotógrafos y personajes del mundo de la moda, y lo hacen, además de con sus prendas,

con globos con formas de animales, cantando, o agrupándose por el color que visten.

En la anterior semana de la moda, el personal de Vogue, descubrió a un niño de 4 años

llamado Geo, quién se destacaba por tener ojos enormes, flequillo, y una gorra de

béisbol que cautivó a todos los fotógrafos. La nota de la revista Vogue online describe

la situación de la siguiente manera:

Cada vez que un fotógrafo se le acercaba, Geo ejecutaba una pose de las que
había practicado con su madre, o doblaba el cuerpo noventa grados para dejar
ver mejor los logos de New Balance de sus calcetines de blancos de canalé y
sus sandalias de velcro (Vidkin, 2017).

Este niño posee con solo cuatro años de edad, una cuenta de Instagram, que es seguida

por más de 28 mil usuarios y se lo define como un modelo de dicha red social. Cuando

este niño tuvo su primera aparición en la anterior fashion week, un personal de

marketing de la empresa New Balance, le ofreció a la madre si Geo podía vestir las

sandalias y medias que el niño mostró en esta última edición.

Korea, en 2008 sufrió una recesión económica, que impulsó a marcas de abrigo y ropa

deportiva, a lanzar sus líneas para el mundo infantil. Vidkin en Vogue online afirma:

“Con el fin de promocionarlas, las firmas pensaron en recurrir a la ayuda de estos

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jovencísimos influencers digitales, y sobre todo durante la cita de Seúl ya que asisten

los medios de mayor calado.” (2017). La inversión realizada por estas empresas valió la

pena por la gran expansión del mercado de la moda infantil en el país, es uno de los

que más se mueve.

No es nuevo que existan influencers en este sentido, pero, revela Shin, las
madres coreanas, demuestran una obsesión especial porque sus hijos alcancen
tal estatus. Mientras que los progenitores de Nueva York o París nunca soñarían
con llevar a sus pequeños a las fashion weeks por miedo a explotarlos –salvo
Kim Kardashian–, muchas mamás de aquel país desean exactamente lo
contrario, lo que rápidamente atrae a las marcas de ropa y calzado a tan fértil
territorio. (Vidkin, Vogue online 2017).

A pesar de que, esta tendencia está de a poco también asomándose en Occidente, ya

que hay cada vez más demanda para vestir niños a la moda y deseos de madres por

mostrar a sus hijos de la manera más en onda y a la moda posible, de convertirlos en

influencers, a quienes Vogue llama “baby fashion victims”.

La “baby fashion victim” más conocida actualmente es North West, la hija de Kim

Kardashian, quien cuenta con estilista propia, un vestidor de 180 metros cuadrados y

que, a su año y medio de vida, su madre gastaba diez mil dólares por mes en

tratamientos de belleza para ella. Otros casos similares son los de Suri Cruise, la hija

de Katie Holmes y Tom Cruise quien usaba zapatos de taco alto desde los cinco años,

la hija de Angelina Jolie y Brad Pitt que tenía bolsos Valentino, y estilos rockeros poco

habituales en niños, en los hijos de Gwen Stefani.

Tal afirma Vogue (2016) en una nota acerca de los “baby fashion victims”, el problema

está cuando del juego se pasa al hábito, y se convierte a los niños en adultos demasiado

temprano, siendo seres inocentes que todavía no han desarrollado la capacidad de tomar

decisiones propias, que visten lo que sus padres les compran.

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La obsesión que los padres terminan creando, en algunos casos, puede llegar a ser

perjudicial no sólo en la infancia, sino en la adolescencia donde la persona tiene mucho

más en cuenta cuestiones de la imagen, es por eso que no es conveniente que los niños

ya desde una edad temprana estén tan pendientes y obsesionados con cómo se ven. Hoy

en día, hay muchísimos niños instagrammers con miles de seguidores que están

pendientes de ellos, que aparecen luciendo tendencias tales como el cuero, tops sin

hombros con poses o en situaciones iguales a las de un adolescente o adulto. La editora

de Vogue online, se pregunta: “¿Por qué nos gusta tanto convertir a nuestros hijos en

pequeñas réplicas de sus padres? ¿Es la moda un juego para ellos o puede convertirse en

algo perjudicial en edades tan tempranas?” (2016). Otro caso de niños influencers es el de

Coco, una niña de 6 años que poseé 373 mil seguidores en su cuenta de Instagram

“@coco_pinkprincess”. Vive en Harajuku, situado en Japón, según afirma Glamour: “uno de

esos lugares donde no sólo nacen las tendencias, sino que se combinan de una manera

única, sin miedo ni siguiendo convenciones. Es probablemente, uno de los lugares que más

influencia ejercen en el mundo de la moda” (2017). Esto implica que no es casualidad el

nacimiento de esta estrella de Instagram. La editora de Glamour cuenta que esta niña

comienza a interesarse por la moda a los tres años, mientras iba de compras con su madre,

quien poseé una boutique vintage en Harajuku, cuestión que le facilita el acceso a cientos

de prendas únicas, que Coco sabe llevar como nadie. Viste prendas de marcas como

Moschino, Supreme, Chanel, Fendi, Comme des Garcons, mezclándolas con su esencia

de niña, cual no deja de lado. Esta influencer nos sigue demostrando como los niños están

tomando el poder en el mundo de la moda y de las redes sociales, rompiendo con los

esquemas y tipologías establecidas únicamente para niños y generando que estos estén

cada vez más pendientes de cómo se ven en las fotos y de la cantidad de seguidores que

poseen.

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Por otro lado, la temática sociológica que ya empezó a tratar el mundo de la indumentaria

infantil en la actualidad, es la de la no distinción de género. Cuestión que se está instalando

cada vez más en todos los ámbitos de la sociedad. Este es el caso de la empresa inglesa,

John Lewis, quien también trabaja con adultos.

En septiembre de 2017, según el diario online InfoVaticana, la marca de indumentaria

nombrada anteriormente, lanzó su colección para niños sin distinción de género, mientras

que su línea de adultos, sigue estando dividida entre hombre y mujer. Convirtiéndose, en

los primeros de su mercado en tomar esta decisión, con el objetivo de no seguir reforzando

los estereotipos de género.

Esta colección, abarca desde prendas de bebé, hasta indumentos para niños de 14 años.

La empresa diseño nuevas etiquetas que remiten a la no distinción de género, estas pueden

ser encontradas en vestidos, faldas, y toda tipología a la venta. La única excepción hasta

el momento, son los uniformes escolares, a quienes todavía no se les ha aplicado esta no

diferenciación, pero también se les adjudicará en un futuro cercano. También, dentro de la

gama de productos diseñados sin distinción de género, se encuentran pantalones,

sweaters, remeras, camperas, a las cuales también se les ha aplicado este nuevo objetivo

desde el diseño textil. Algunas de estas prendas poseen estampados con motivos de

dinosaurios, soldados de juguete, naves espaciales, entre otros. Estas estampas tienen la

función de complementarse con tipologías y así, ganarle a los estereotipos de género ya

establecidos en el mundo, por ejemplo, como menciona el artículo, un vestido, que es una

tipología comúnmente estereotipada, en la sociedad, para niñas, aplicarle una estampa de

dinosaurios, que es un motivo usualmente seleccionado por los niños. De esta manera, se

irán naturalizando y fusionando, elementos normalmente conocidos, por el sentido común

de la sociedad, para algún sexo, con los del otro. Además, la empresa está en vías de

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realizar cambios en su tienda online para que no exista la diferencia de categoría niños y

niñas.

Según informa la fuente: “La encargada de la sección infantil de los grandes

almacenes, Caroline Bettis ha argumentado que ‘queremos ofrecer más variedad a

nuestros clientes para que padres e hijos puedan elegir lo que quieren llevar’” (2017). Lo

que implica que quieren poder darle la chance al usuario, a que decida por su cuenta como

desea vestirse, sin que nadie le imponga que por ser niña tiene que vestir una falda rosa,

que, aun así, claramente, tiene la posibilidad de hacerlo.

Esta decisión tomada por la empresa John Lewis, visiblemente, trajo repercusiones en

algunos sectores de la sociedad. Por un lado, el diputado conservador inglés, Andrew

Bridgen, opinó en InfoVaticana online que: “’’Las etiquetas de niños y niñas son

informativas. Creo que quitarlas podría generar bastante confusión entre los clientes.

Parece que la corrección política sigue adelante y, sin entrar en si sigue la dirección

correcta, es un punto a debatir. No creo que veamos a muchos compradores adquiriendo

un vestido para su hijo de seis años’’’ (2017).

Mientras que, por el otro, Chris McGover, miembro perteneciente a la Campaña para la

Educación Real, explica que no le parece errónea la intención, pero que: “la dirección que

está tomando el mundo de la moda ‘se apoya en un movimiento mayor que se arriesga

a generar confusión entre los niños y preocupación entre los adultos’’’ (2017). Agrega que,

de a poco, se está dando en el mundo, un peligroso fenómeno social acerca de esta

problemática, donde se plantea que no hay diferencia entre niños y niñas, cuando sí las

hay.

Se puede notar que hay obstáculos y millones de voces acerca de esta situación y similares

que se generan en el mundo, pero que el mundo del diseño de indumentaria infantil, está

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dando un giro donde las tipologías infantiles ya prácticamente están en extinción y siendo

influido por las grandes problemáticas sociales actuales, como lo son la tecnología y su

relación con la creación de una imagen que en realidad no nos pertenece, es una

idealización y la búsqueda de la no distinción de género.

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Bibliografía

Casa de muñecas Garnata (2017) La moda infantil en siglo xix. Recuperado de:

http://xn--casademuecasgarnata-23b.es/un-hobby-didactico-y-apasionante/la-moda-

infantil-en-el-siglo-xix/

Deslandres, Y (1985) El traje, imagen del hombre. Tusquets editores: Madrid

Devil wears Zara (2016) Revista Vogue España online: North West y otros ‘baby

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