Textos Narrativos Ejercicios PDF

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TALLER DE LECTURA Y REDACCIÓN

TEXTOS NARRATIVOS

“EL ASNO VESTIDO CON PIEL DE LEÓN.”


Cierto asno se vistió con una piel de león que encontró en el camino, y todos los
animales se asustaban y huían al verlo, de suerte que hubo un espanto general en
aquella comarca.
Se daba el asno a sí mismo la enhorabuena al verse tan temido y respetado. Hasta su
amo, que lo andaba buscando por creerlo perdido, se asustó también al verlo de lejos.
Pero reparando en una de sus largas orejas que asomaba por debajo de la piel de león,
conoció la farsa, se acercó a él, le quitó el disfraz y lo molió a palos.
Si el ignorante intenta mostrarse sabio, pronto enseñará la oreja como el asno de la
fábula.
Al mejor falsificador siempre le sale algún error.
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REACTIVOS DEL TEXTO: “EL ASNO VESTIDO CON PIEL DE LEÓN.”

1. ¿Cuál es el tema principal de la fábula?


A) Los animales se asustaban al ver al asno
B) Un asno que se había perdido en el bosque
C) La mentira tarde o temprano se descubre
D) Dar una enseñanza
2. ¿Cuál es el significado de la palabra subrayada en la siguiente expresión?
“Conoció la farsa”
A) verdad B) mentira C) realidad D) mala intención
3. En la fábula _______________ asustaba a los animales quienes huían al verlo.
A) El amo B) El león C) El asno D) El disfraz
4. ¿Qué tipo de narrador se identifica en el relato?
A) Intradiegético B) Extradiegético C) Deficiente D) Omnisciente
5. Son dos acciones ocurridas en el texto:
A) el amo decide darle una lección al asno
B) el asno decide no quitarse nunca la piel de león
C) los animales no le dieron importancia al asno
D) el asno se sentía a sí mismo temido y respetado

6. Cuando el narrador dice: “le quitó el disfraz y lo molió a palos” se entiende que:
A) se llevó al asno a su casa
B) le dio una lección al asno
C) dejó al asno solo en el campo
D) Se puso a llorar por su asno
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Mario Benedetti
(Paso de los Toros, Departamento de Tacuarembó,
Uruguay, 14 de septiembre del 1920)

LOS POCILLOS
(Montevideanos, 1959)

LOS POCILLOS ERAN seis: dos rojos, dos recordar. Fue en marzo de 1953, cuando él
negros, dos verdes, y además importados, cumplió 35 años y todavía veía. Habían
irrompibles, modernos. Habían llegado almorzado en casa de los padres de José
como regalo de Enriqueta, en el último Claudio, en Punta Gorda, habían comido
cumpleaños de Mariana, y desde ese día el arroz con mejillones, y después se habían
comentario de cajón había sido que podía ido a caminar por la playa. El le había
combinarse la taza de un color con el platillo pasado un brazo por los hombros y ella se
de otro. había sentido protegida, probablemente feliz
o algo semejante. Habían regresado al
“Negro con rojo queda fenomenal”, había apartamento y él la había besado
sido el consejo estético de Enriqueta. lentamente, morosamente, como besaba
Pero Mariana, en un discreto rasgo de antes. Habían inaugurado en encendedor
independencia, había decidido que cada con un cigarrillo que fumaron a medias.
pocillo sería usado con su plato del mismo Ahora el encendedor ya no servía. Ella
color. tenía poca confianza en los conglomerados
“El café ya está pronto. ¿Lo sirvo?”, simbólicos, pero, después de todo, ¿qué
preguntó Mariana. servía aún de aquella época?
La voz se dirigía al marido, pero los ojos “Este mes tampoco fuiste al médico”,
estaban fijos en el cuñado. Este parpadeó y dijo Alberto.
no dijo nada, pero José Claudio contestó: “No.”
“Todavía no. Esperá un ratito. Antes quiero “¿Querés que te sea sincero?”
fumar un cigarrillo.” Ahora sí ella miró a “Claro.”
José Claudio y pensó, por milésima vez, “Me parece una idiotez de tu parte.”
que aquellos ojos no parecían de ciego. “¿Y para qué voy a ir? ¿Para oirle decir
La mano de José Claudio empezó a que tengo una salud de roble, que mi
moverse, tanteando el sofá. “¿Qué hígado funciona admirablemente, que mi
buscás?”, preguntó ella. “El encendedor.” “A corazón golpea con el ritmo debido, que mis
tu derecha.” La mano corrigió el rumbo y intestinos son una maravilla? ¿Para eso
halló el encendedor. Con ese temblor que querés que vaya? Estoy podrido de mi
da el continuado afán de búsqueda, el notable salud sin ojos.”
pulgar hizo girar varias veces la ruedita, En la época anterior a la ceguera, José
pero la llama no apareció. A una distancia Claudio nunca había sido un especialista en
ya calculada, la mano izquierda trataba la exteriorización de sus emociones, pero
infructuosamente de registrar la aparición Mariana no se ha olvidado de cómo era ese
del calor. Entonces Alberto encendió un rostro antes de adquirir esta tensión, este
fósforo y vino en su ayuda. “¿Por qué no lo resentimiento. Su matrimonio había tenido
tirás?” dijo, con una sonrisa que, como toda buenos momentos, eso no podía ni quería
sonrisa para ciegos, impregnaba también ocultarlo. Pero cuando estalló el infortunio,
las modulaciones de la voz. “No lo tiro él se había negado a valorar su amparo, a
porque le tengo cariño. Es un regalo de refugiarse en ella. Todo su orgullo se
Mariana.” concentró en un silencio terrible, testarudo,
Ella abrió apenas la boca y recorrió el un silencio que seguía siendo tal, aún
labio inferior con la punta de la lengua. Un cuando se rodeara de palabras. José
modo como cualquier otro de empezar a
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Claudio había dejado de hablar de sí. sonrieron. Al margen de José Claudio, y sin
“De todos modos debería ir”, apoyó embargo, a propósito de él. De pronto
Mariana. “Acordate de lo que siempre te Mariana supo que se había puesto linda.
decía Menéndez.” Siempre que miraba a Alberto se ponía
“Cómo no, que me acuerdo: Para Usted linda. El se lo había dicho por primera vez la
No Está Todo Perdido. Ah, y otra frase noche del 23 de abril del año pasado, hacía
famosa: La Ciencia No Cree En Milagros. exactamente un año y ocho días: una noche
Yo tampoco creo en milagros.” en que José Claudio le había gritado cosas
“¿Y por qué no aferrarte a una muy feas, y ella había llorado, desalentada,
esperanza? Es humano.” torpemente triste, durante horas y horas, es
“¿De veras?” Habló por el costado del decir, hasta que había encontrado el
cigarrillo. hombro de Alberto y se había sentido
Se había escondido en sí mismo. Pero comprendida y segura. ¿De dónde extraería
Mariana no estaba hecha para asistir, Alberto esa capacidad para entender a la
simplemente para asistir, a un gente? Ella estaba con él, o simplemente lo
reconcentrado. Mariana reclamaba otra miraba, y sabía de inmediato que él la
cosa. Una mujercita para ser exigida con estaba sacando del apuro. “Gracias”, había
mucho tacto, eso era. Con todo, había dicho entonces. Y todavía ahora la palabra
bastante margen para esa exigencia; ella llegaba a sus labios directamente desde su
era dúctil. Toda una calamidad que él no corazón, sin razonamientos intermediarios,
pudiese ver; pero esa no era la peor sin usura. Su amor hacia Alberto había sido
desgracia. La peor desgracia era que en sus comienzos gratitud, pero eso (que
estuviese dispuesto a evitar, por todos los ella veía con toda nitidez) no alcanzaba a
medios a su alcance, la ayuda de Mariana. depreciarlo. Para ella, querer había sido
El menospreciaba su protección. Y Mariana siempre un poco agradecer y otro poco
hubiera querido —sinceramente, provocar la gratitud. A José Claudio, en los
cariñosamente, piadosamente— protegerlo. buenos tiempos, le había agradecido que él,
Bueno, eso era antes; ahora no. El tan brillante, tan lúcido, tan sagaz, se
cambio se había operado con lentitud. hubiera fijado en ella, tan insignificante.
Primero fue un decaimiento de la ternura. El Había fallado en lo otro, en eso de provocar
cuidado, la atención, el apoyo, que desde el la gratitud, y había fallado tan luego en la
comienzo estuvieron rodeados de un halo ocasión más absurdamente favorable, es
constante de cariño, ahora se habían vuelto decir, cuando él parecía necesitarla más.
mecánicos. Ella seguía siendo eficiente, de A Alberto, en cambio, le agradecía el
eso no cabía duda, pero no disfrutaba impulso inicial, la generosidad de ese primer
manteniéndose solícita. Después fue u socorro que la había salvado de su propio
temor horrible frente a la posibilidad de una caos, y, sobre todo, ayudado a ser fuerte.
discusión cualquiera. El estaba agresivo, Por su parte, ella había provocado su
dispuesto siempre a herir, a decir lo más gratitud, claro que sí. Porque Alberto era un
duro, a establecer su crueldad sin posible alma tranquila, un respetuoso de su
retroceso. Era increíble cómo hallaba a hermano, un fanático del equilibrio, pero
menudo, aún en las ocasiones menos también, y en definitiva, un solitario. Durante
propicias, la injuria refinadamente certera, la años y años, Alberto y ella habían
palabra que llegaba hasta el fondo, el mantenido una relación superficialmente
comentario que marcaba a fuego. Y siempre cariñosa, que se detenía con espontánea
desde lejos, desde muy atrás de su discreción en los umbrales del tuteo y sólo
ceguera, como si ésta oficiara de muro de en contadas ocasiones dejaba entrever una
contención para el incómodo estupor de los solidaridad algo más profunda. Acaso
otros. Alberto envidiara un poco la aparente
Alberto se levantó del sofá y se acercó felicidad de su hermano, la buena suerte de
al ventanal. haber dado con una mujer que él
“Que otoño desgraciado”, dijo, “¿Te consideraba encantadora. En realidad, no
fijaste?” La pregunta era para ella. hacía mucho que Mariana había obtenido a
“No”, respondió José Claudio. “Fijate vos confesión de que la imperturbable soltería
por mí.” de Alberto se debía a que toda posible
Alberto la miró. Durante el silencio, se candidata era sometida a una imaginaria y
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desventajosa comparación. recibirla. Qué delicia, Dios mío. La mano


“Y ayer estuvo Trelles”, estaba diciendo empezó a moverse suavemente y los dedos
José Claudio, “a hacerme la clásica visita largos, afilados, se introdujeron por entre el
adulona que el personal de la fábrica me pelo. La primera vez que Alberto se había
consagra una vez por trimestre. Me imagino animado a hacerlo, Mariana se había
que lo echarán a la suerte y el que pierde se sentido terriblemente inquieta, con los
embroma y viene a verme.” músculos anudados en una dolorosa
“También puede ser que te aprecien”, contracción que le había impedido disfrutar
dijo Alberto, “que conserven un buen de la caricia.
recuerdo del tiempo en que los dirigías, que Ahora no. Ahora estaba tranquila y
realmente estén preocupados por tu salud. podía disfrutar. Le parecía que la ceguera
No siempre la gente es tan miserable como de José Claudio era una especie de
te parece de un tiempo a esta parte.” protección divina.
“Qué bien. Todos los días se aprende Sentado frente a ellos, José Claudio
algo nuevo.” La sonrisa fue acompañada de respiraba normalmente, casi con beatitud.
un breve resoplido, destinado a inscribirse Con el tiempo, la caricia de Alberto se había
en otro nivel de ironía. convertido en una especie de rito y, ahora
Cuando Mariana había recurrido a mismo, Mariana estaba en condiciones de
Alberto en busca de protección, de consejo, aguardar el movimiento próximo y previsto.
de cariño, había tenido de inmediato la Como todas las tardes, la mano acarició el
certidumbre de que a su vez estaba pescuezo, rozó apenas la oreja derecha,
protegiendo a su protector, de que él se recorrió lentamente la mejilla y el mentón.
hallaba tan necesitado de amparo como ella Finalmente se detuvo sobre los labios
misma, de que allí, todavía tensa de entreabiertos. Entonces ella, como todas las
escrúpulos y quizás de pudor, había una tardes, besó silenciosamente aquella palma
razonable desesperación de la que ella y cerró por un instante los ojos. Cuando los
comenzó a sentirse responsable. Por eso, abrió, el rostro de José Claudio era el
justamente, había provocado su gratitud, mismo. Ajeno, reservado, distante. Para
por no decírselo con todas las letras, por ella, sin embargo, ese momento incluía
simplemente dejar que él la envolviera en su siempre un poco de temor. Un temor que no
ternura acumulada de tanto tiempo atrás, tenía razón de ser, ya que en el ejercicio de
por sólo permitir que él ajustara a la esa caricia púdica, riesgosa, insolente,
imprevista realidad aquellas imágenes de ambos habían llegado a una técnica tan
ella misma que había hecho transcurrir, sin perfecta como silenciosa.
hacerse ilusiones, por el desfiladero de sus “No lo dejes hervir”, dijo José Claudio.
melancólicos insomnios. Pero la gratitud La mano de Alberto se retiró y Mariana
pronto fue desbordada. Como si todo volvió a inclinarse sobre la mesita. Retiró el
hubiera estado dispuesto para la mutua mechero, apagó la llamita con la tapa de
revelación, como si sólo hubiera faltado que vidrio, llenó los pocillos directamente desde
se miraran a los ojos para confrontar y la cafetera.
compensar sus afanes, a los pocos días lo Todos los días cambiaba la distribución
más importante estuvo dicho y los de los colores. Hoy sería el verde para José
encuentros furtivos menudearon. Mariana Claudio, el negro para Alberto, el rojo para
sintió de pronto que su corazón se había ella. Tomó el pocillo verde para alcanzárselo
ensanchado y que el mundo era nada más a su marido, pero antes de dejarlo en sus
que eso: Alberto y ella. manos, se encontró con la extraña,
“Ahora sí podés calentar el café”, dijo apretada sonrisa. Se encontró, además, con
José Claudio, y Mariana se inclinó sobre la unas palabras que sonaban más o menos
mesita ratona para encender el mecherito. así: “No, querida. Hoy quiero tomar en el
Por un momento se distrajo contemplando pocillo rojo.”
los pocillos. Sólo había traído tres, uno de
cada color. Le gustaba verlos así, formando
un triángulo.
Después se echó hacia atrás en el sofá
y su nuca encontró lo que esperaba: la
mano cálida de Alberto, ya ahuecada para
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REACTIVOS DEL TEXTO: “LOS POCILLOS.”

1. ¿En el cuento quienes son los esposos?


A) José Claudio y Enriqueta
B) Alberto y Mariana
C) José Claudio y Mariana
D) Alberto y Enriqueta.

2. De la lista, selecciona las características de los pocillos


1.- dos rojos 6.- nacionales
2.- dos negros 7.- irrompibles
3.- dos blancos 8.- de cristal
4.- dos verdes 9.- modernos
5.- importados 10.- viejos

A) [1-2-3-5-7-9] B) [1-2-4-5-7-9] C) [1-3-4-6-8-9] D) [2-3-4-5-7-10]


3. Los sinónimos de las palabras, “infortunio” – “dúctil” son:
A) desgracia – blanda
B) desdicha – inflexible
C) fortuna – condescendiente
D) calamidad – dura

4. Por el tipo de léxicos utilizados en la narración del cuento. ¿De qué nacionalidad
es Mario Benedetti?
A) Cubano B) Mexicano C) Español D) Uruguayo
5. ¿Cuál era la condición económica de José Claudio?
A) Clase media porque vivía de su pensión.
B) Era pobre, vivía a costa de la bondad de su hermano Alberto.
C) Era acomodada ya que vivía de las ganancias trimestrales de su fábrica.
D) Era precaria, Mariana trabaja para mantenerlo.

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