La Noche Espiritual o Noche Oscura

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conferencia

"Falta de iluminación interna, aburrimiento,


fracaso sexual, hastío, la desesperación,
materialidad en alto grado, etc.,
esos son los síntomas de

La Noche Espiritual
o la Noche Oscura
del espíritu".
"Hay tiempos de terrible soledad, y
sobre esa soledad han hablado los
mejores iniciados. La Noche Espiritual
de un Beethoven, la Noche Espiritual de un
Mozart, la Noche Espiritual de
un Jesús de Nazaret, la Noche Espiritual
de un Hermes Trismegisto".

Samael Aun Weor.

contenido:

–La noche espiritual, Annie Besant,


Revista Sophía, de Madrid. 1904.
–Comentarios del V. M. Samael Aun Weor sobre
la "Noche Espiritual".
–Poesía: "Noche Espiritual", Juan de la Cruz.
La Noche Espiritual o la Noche Oscura del espíritu.

"Mejor es ser un mendigo en este mundo y


no un príncipe en el reino de las tinieblas".

Todos sufrimos por falta de iluminación, anhelamos ver el camino esotérico,


por aquel donde posiblemente ya hemos empezado a caminar. Queremos el
despertar aquí, y en otras dimensiones. La Gnosis nos ha señalado ese camino
íntimo, y nosotros queremos recorrerlo DESPIERTOS, pero, no sabemos
¿cómo?

"Lo Primero que se necesita es DESPERTAR para comprender nuestra


propia miseria, nadidad y dolor. Después comienza el YO a morir de
momento en momento".
Samael Aun Weor, capítulo III:
Las Autoridades. Educación Fundamental.

Si lo primero que necesitamos es DESPERTAR, mucho antes debemos


darnos cuenta del ESTADO HIPNÓTICO en que vivimos, el sueño de creer
que estamos despiertos.

Admitir la posibilidad de que este mal llamado ESTADO DE VIGILIA es


un SUEÑO, a pesar de su aparente lógica, es un síntoma de querer despertar.

Oscuridad espiritual es ausencia de la verdad en la tierra, y de la virtud en el


cielo de la conciencia.
La Noche Espiritual

Entre los peligros que se opone a la marcha triunfal de los verdaderamente


grandes, no hay ninguno tan deprimente por su naturaleza, ni tan fatal por sus
efectos, como ese que se llama noche espiritual, sombra de desaliento que
desciende sobre nuestro corazón y nuestra mente, y que nos envuelve con su velo
sombrío, borrando todos los recuerdos de la paz anterior y todas las esperanzas de
un futuro mejoramiento.

Así como cierta densa neblina se esparce sobre las grandes ciudades, penetrando
por todos los rincones, emergiendo cuantos objetos nos son familiares, interceptado
toda perspectiva, cual si nada restase ya al extraviado viajero, sino él y la angustiosa
atmósfera que le rodea, así también de un modo parecido, la niebla de la noche
espiritual desciende sobre nosotros.

Todos los puntos de descanso que en nuestra marcha tuvimos, desaparecen


entonces; el sendero se desvanece en la sombra, perdidas la antorchas que le
iluminansen, y los seres humanos aparecen como verdaderos fantasmas que aquí y
allá emergen de las tinieblas, nos rodean un instante y tornan al punto de
desaparecer.

Siéntese entonces el hombre perdido: una terrible impresión de aislamiento le


llena y a nadie ve a su lado para atenuar su soledad, las figuras humanas que le
sonrieron, se han desvanecido; las voces que antes le dieran alientos, permanecen
mudas, y aún el amor humano que hasta entonces le acariciase, se convierten en una
glacial sensación de horror. Sus amigos y sostenes se encuentran rechazados lejos
de él; ni una sola palabra que le anime llega hasta él, desde el negro silencio. Si
pretende avanzar, siente el vértigo del precipicio, y un sordo bramido de olas de
incalculable profundidad, cuya lejanía inmensa parece intensificar el silencio, le
amenaza con el más total aniquilamiento.

El cielo le está velado, así como la tierra; borrado se han el Sol, la Luna y las
estrellas, y llega a creerse el hombre como suspendido sobre un abismo sin fin, y
como si estuviese a punto de caer en el vacío, porque la tenue llamita de su vida
misma, cual simpatizando con la sombra universal, trata de apagarse también. El
horror de la profunda noche se extiende, en fin, en torno suyo, paralizando toda
energía, sin dar lugar ni a la esperanza. Dios y la humanidad le han abandonado:
¡Está solo, eternamente solo!...

"El testimonio de los grandes místicos prueba que este cuadro no está
recargado. No existen, en efecto, gritos de humana angustia más amargos que los
que nos llegan como quejas desde esa páginas en prosa, verso o música, en las
cuales las nobles almas agotaron sus pruebas sobre el terrible sendero. Buscaron
la paz, y se encontraron en medio del combate; la alegría, y la tristeza fue su lote;
la visión beatífica, y la noche de la tumba les rodeó...

Que almas menores o almas más jóvenes no hayan sufrido la prueba, y miren
incrédulas a veces hasta su misma posibilidad, oponiendo sus opiniones de lo que
debería ser al hecho brutal de lo que es, nada prueba sino que la hora no les ha
llegado.

El niño, en su inconsciencia feliz, no puede medir en toda su épica grandeza el


esfuerzo del hombre; ni el pequeñuelo, que se amamanta tranquilo sentir la buida
congoja que al materno pecho materno penetró...

Es admirable el considerar cómo las Potencias de la Noche, que, con las


Potencias del Bien y de la Luz, rivalizan en este bajo mundo, pueden llegar a
ahuyentar con una sola de sus ráfagas todos los tesoros espirituales que el esfuerzo
y la perseverancia reunió"
Annie Besant, La Noche Espiritual.
Revista Sophia, de Madrid 1904

Comentarios del V. M Samael Aun Weor


sobre la "Noche Espiritual".

– Pregunta: Venerable Maestro, dicen los hermanos gnósticos, que cuando


uno se están iniciando en la senda, sufre grandes decepciones por cuanto
trabajas, por ejemplo en la novena esfera, y se está luchando por destruir los
agregados psicológicos, los egos, y no se ven resultados inmediatos; ¿esos
resultados no se ven inmediatamente por qué son muy demorados?, o ¿por
qué no se tiene conciencia exacta, y paulatinamente se deben ir
produciendo?

– Respuesta: Lo último que has afirmado es lo real. Ciertamente, se quieren


resultados inmediatos y resulta que las cosas no son como la mente las piensa,
sino como son. No se pueden obtener resultados inmediatos, hay que trabajar.

Pero, los resultados que hallan, tampoco podrían percibirse si uno no ha


despertado la conciencia. Sólo despertando la conciencia vas conociendo los
resultados. Esto es un trabajo de por vida, esto no se logra de la noche a la
mañana. Hay tiempos de terrible soledad, y sobre esa soledad han hablado los
mejores iniciados. La Noche Espiritual de un Beethoven, la Noche Espiritual
de un Mozart, la Noche Espiritual de un Jesús de Nazaret, la Noche Espiritual
de un Hermes Trismegisto.
Épocas en que uno se ve en la más tremenda soledad, separado de toda
espiritualidad, arriba no lo reciben porque no lo merece, abajo tampoco lo
quieren ya, porque se ha convertido en enemigo del yo psicológico. Total, anda
como un infeliz en el mar de la crisis. La mayor parte fracasan en esa época de
Noche Espiritual. Los pocos que lograr resistir, verdaderamente triunfan, más
son pocos, repito, los que logran resistir esa prueba tan dura.

–Pregunta: Maestro, para saber exactamente si nosotros llegamos a ese


momento de la Noche Espiritual, ¿cuáles son sus características y
manifestaciones para no irlas a confundir?

–Respuesta: Son prácticas y concretas. Falta de iluminación interna,


aburrimiento, fracaso sexual, hastío, la desesperación, materialidad en alto
grado, ni un rayo de luz, ni una nota de esperanza, mundo sensorial nada más,
aburridor hasta la saciedad. Esos son pues, los síntomas de la Noche
Espiritual. Esta es la Noche Espiritual, esos son sus síntomas, repito.

–Pregunta: La noche espiritual, ¿es tanto para las criaturas encarnadas en


cuerpo de hombre como en cuerpo de mujer?
–Respuesta: La Noche Espiritual es para todos, para hombres y para mujeres,
puede durar meses como puede durar muchos años. En tiempo tal, la mayor
parte huye, se entrega a la bebida, a las drogas, se escapan. Raros son, repito,
los que tienen la suficiente fortaleza y tenacidad como para llegar hasta el fin.
Esos que perseveren serán salvados, esos que perseveren llegaran a la
iluminación. Esos que perseveren avanzarán por la senda de la iniciación. Eso
es todo.

–Pregunta: Maestro, ¿que fórmulas le podría dar a las criaturas que pasen por
ese trance, para que salgan de él lo más pronto posible?

–Respuesta: En medio de la soledad y el silencio, en medio del dolor y de la


aridez, ante la ferviente vacuidad, no queda más que una sola vía: la de la
meditación. Cuando la mente está quieta, cuando la mente está en silencio,
adviene a nosotros lo nuevo. Hay que agotar el proceso del pensar mediante la
meditación, agotado tal proceso, adviene entonces lo nuevo. Si logramos
nosotros en la mente la irrupción del Vacío Iluminador, recibiremos
iluminación, y esto nos reconfortará finalmente. En el mundo de la rigurosa
meditación, dice Fray Vicente de Molina en su "Guía Espiritual", hay que
sumergirse dentro de sí mismo, en profunda meditación. Quien quiera salir
triunfante, pues, de la Noche Espiritual, que se entregue a la meditación de
fondo. Eso es todo.
–Pregunta: Maestro, usted estaba diciéndonos que la meditación es,
lógicamente, dejar la mente en blanco. Pero hay otro sentido de meditación
que, para empezar, es muy dinámico, que es concentrarse incesantemente, lo
que indica dinámica mental. De hecho, hay dos tipos de meditación.

–Respuesta: Existen muchos tipos de meditación, pero si es que nosotros


queremos aprehender lo Real, si es que nosotros queremos experimentar la
Verdad, si queremos sentir en nuestra psiquis ese elementos que transforma
radicalmente, necesitamos de la quietud y del silencio de la mente, y eso es
diferente, pero poner la mente en blanco, eso es verdaderamente absurdo. Lo
que se requiere es llegar a la quietud y al silencio de la mente, y eso es
diferente, pero, poner mente en blanco, resulta en el fondo y perdónenme la
palabra, hasta estúpido. Se necesita algo más que esa estupidez. Se necesita
quietud y silencio de la mente. Cuando el proceso del pensar queda agotado, la
mente queda quieta y en silencio, y entonces adviene lo nuevo. No se trata de
combatir a los pensamientos que lleguen, para que la mente quede quieta, ¡no!,
lo que se trata es de contemplar a esos pensamientos, de comprenderlos,
contemplar esos deseos y entenderlos. Contemplar y entender a todos los
recuerdos que llegan a la mente.
Cuando uno va comprendiendo todo eso que viene al entendimiento,
entonces uno puede trascenderlos. En una palabra, supongamos que viene a la
mente el recuerdo de una escena de ira en la calle. Bueno, tratar de
comprenderla, y después de comprenderla, ¿qué?, olvidarla. Se nos presenta
otro recuerdo, la conversación con el compadre, con la comadre o con el
vecino, ¿qué hacer? Rechazar, absurdo. Entonces, ¿qué?, meditar y
comprender; comprendido, olvídelo. Si existe el recuerdo de una partida de
fútbol, ¿qué hacer?, ¿rechazarla?, no, ¿qué hacer? repito, comprender la
futilidad de aquello, la vanidad de aquello, una vez comprendido, está bien,
olvídenlo.

Y así, todo ese desfile de pensamientos, de deseos, de sentimientos, de


recuerdos, etc., tienen un principio y tienen un fin. Cuando esa cinta de
recuerdos, deseos, pensamientos, emociones, etc., ha terminado, la mente
queda quieta y en silencio, entonces adviene lo nuevo. Y si no adviene, ¿qué
diríamos, si a pesar de creer que ya estamos en quietud y en silencio, nada
sucede?, ¿qué pasa? Sencillamente no hemos llegado a la quietud absoluta en
todos los niveles de la mente. Y entonces no nos queda más remedio que
descender hasta niveles más profundos. Quiero decir, con esto llegar a la
quietud no meramente intelectual: debemos pasar, entonces a la quietud en el
segundo nivel de la mente, preguntarle porqué no está quieta, porque no quiere
el silencio. La mente responderá con absurdos pensamientos, con cualquier
imagen. Nosotros podemos tratar de hacerle comprender a la mente la futilidad
de sus inquietudes, de su vanidad, y entendido esto, pasamos a un tercer nivel.
Comprender, pues, hacerle comprender a ese tercer nivel la necesidad de estar
quieto.

Y así sucesivamente, de nivel en nivel, hasta llegar al 49. Si lo logramos, si


conseguimos que cada uno de los 49 niveles obedezcan, entonces quedará la
mente quieta y en silencio.

El resultado será que la Esencia se desembotelle del intelecto, para


experimentar eso que transforma radicalmente, lo nuevo, lo Real. De esa forma
pues, iremos poco a poco, saliendo victoriosos de la Noche Espiritual. No se
trata pues de poner la mente en blanco, repito, porque eso es completamente
absurdo, sino de lograr la quietud y el silencio de la mente, y eso es todo.

Y, si a pesar de todo, de todas esas prácticas, la mente no quiere quedar


quieta y en silencio, habremos de recriminarla, de regañarla, y hacerle ver su
error. Hasta de castigarla, y no le quedará al fin y al cabo más remedio que
obedecer, y quedará quieta y en silencio, entrará en Éxtasis, en Samadhi. La
Esencia se liberará del intelecto para experimentar lo Real. Así,
verdaderamente así, es como logramos en nosotros salir de la Noche Espiritual.
México, 1974.
Cinta Nº 38, "La Sabiduría del Ser", II Parte.

LA NOCHE OSCURA

En una noche oscura,


con ansias en amores inflamada,
¡oh dichosa ventura!,
salí sin ser notada,
estando ya mi casa sosegada.

A escuras y segura
por la secreta escala, disfrazada,
¡oh dichosa ventura!,
a escuras y en celada,
estando ya mi casa sosegada.

En la noche dichosa,
en secreto, que nadie me veía,
ni yo miraba cosa,
sin otra luz ni guía,
sino la que en el corazón ardía.

Aquésta me guiaba
más cierto que la luz del mediodía,
a donde me esperaba
quien yo bien me sabía,
en parte donde nadie parecía.

¡Oh noche que guiaste,


oh noche, amable más que el alborada,
oh noche que juntaste
amado con amada,
amada en el amado transformada!

En mi pecho florido,
que entero para él solo se guardaba,
allí quedó dormido,
y yo le regalaba,
y el ventalle de cedros aire daba.

El aire del almena,


cuando yo sus cabellos esparcía
con su mano serena
en mi cuello hería,
y todos mis sentidos suspendía.

Quedéme, y olvidéme,
el rostro recliné sobre el Amado,
cesó todo y dejéme,
dejando mi cuidado
entre las azucenas olvidado.

San Juan de la Cruz.

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