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LO SENCILLO Y COTIDIANO

jurgens portillo

08.03.2020 - 12.04.2020
jurgens portillo [maracaibo, 1990]

Licenciado en Artes Plásticas, mención


Dibujo, por la Universidad del Zulia (LUZ).
Portillo ha presentado su trabajo de
forma colectiva en diversos espacios
públicos y privados en la ciudad de
Maracaibo. Durante el 2017 participó en las
exposiciones: Naturaleza Inmortal, Cevaz
Gallery; Lunar, exposición homenaje al
artista Emerio Lunar y Esto no es ficción,
es amor al color, ambas realizadas en
el Aula Magna de la Universidad Rafael
Urdaneta de Maracaibo. Además, fue parte
de: Seamos Realistas, Centro de Arte Lía
Bermúdez (2016); Segundo Salón Jóvenes
Artistas, Museo de Arte Contemporáneo
del Zulia (2016); Primer salón jóvenes
Artistas, Museo de Arte Contemporáneo
del Zulia (2015); y Los Iguanos homenajean
a Vitrubio, Centro de Arte Lía Bermúdez,
en 2013. Ese mismo año obtuvo el 1°
Premio, en la XLI Exposición de Pintura
de Intercambio, Sala Gabriel Bracho
Tranvía de Maracaibo y en 2012 su primer
reconocimiento en el Concurso Estudiantil
de Artes Visuales (categoría dibujo),
organizado por la Facultad Experimental
de Arte de la Universidad del Zulia.
JURGENS PORTILLO Y LOS ESPEJOS DE LA POBREZA
carlos e. palacios

¿Hará falta precisar, viendo las pinturas de Jurgens Portillo


(Maracaibo, 1990), que son realistas? El realismo es engañoso como
un trampantojo, por cierto la mayor invención de la pintura sobre
lo real: burla a la vista y nos hace creer que miramos la realidad
cuando es un efecto ilusorio de lo pictórico. Pensamos que vemos
el reverso de un cuadro y nuestra proximidad al lienzo nos descubre
materia plástica bien aplicada. Lo que creíamos era una etiqueta
pegada al bastidor de una pintura volteada, resultó que eran sutiles
brochazos. Durante siglos, el trampantojo era la mejor demostración
del talento de un pintor. Mientras mas habilidoso, mayor la trampa
al ojo, mejor el trompe l’oeil.

En el mítico origen del arte se encuentra el engaño de lo real.


Cuenta Plinio El Viejo la competencia de quien pintaba mejor entre
Parrasio y Zeuxis, ganando el primero quien realizó unas uvas tan
fidedignas que los pájaros las picoteaban. Sin embargo, como
nos recuerda Linda Nochlin, la gran historiadora del arte realista y
feminista, “aunque resulte difícil de creer que las uvas de Parrasio
pudieran engañar al mas crédulo de los pájaros, la vieja historia
recuerda – como el alarde la pintura trompe l’oeil y los ingeniosos
experimentos con la camera obscura- el deseo perennemente
obsesivo de los artistas de devolver la vida a la realidad”.

Las pinturas de Portillo se entroncan con esta larga y densa tradición


filosófica del arte en la que se discute la veracidad de lo real sobre
el mundo de las apariencias, en el cual se encuentra la obra
artística. Sobra decir que la realidad está atravesada por la mirada
del artista y por la necesidad de adaptarla al lienzo. Lo real para
Portillo se basa en escenas y objetos que dan cuenta de la pobreza
manifiesta de Venezuela. Sus lienzos no son, como podría pensarse,
unos juguetones engaños al ojo. En ellos el artista acude a otra
enorme tradición de la pintura occidental: el cuadro como espejo.

En obras como Nevera vacía, Bolsa de naranjas o El almuerzo lo


real no está solamente representado de manera fidedigna. Un
desatento historiador de arte las etiquetaría como bodegones o
escenas de género. Pero sabemos que son reflejos de la pobreza y
la forzada carestía que han invadido al país. Lo que se desprende
de estas imágenes está en la realidad. Estas pinturas nos abofetean
por la crudeza con la cual exponen lo que vemos, leemos y vivimos
cotidianamente. Sería baladí compararlas con la tradición de
bodegones, paisajes y escenas de género de la pintura moderna.
Es obvio que pertenecen a esta genealogía pero también lo es que
su lugar es un nefasto imaginario que ha sobrevenido a la realidad
política de nuestros últimos y aciagos años. El almuerzo no se
corresponde con las comilonas de los pintores holandeses del siglo
XVII ni siquiera con los austeros huevos fritos que magistralmente
pintara Diego Velázquez en 1618. La escena de Jurgens Portillo, el
centro compositivo de su pintura, son esos pequeños mangos que
rompen el alma y su tristeza invade toda la escena. La anciana los
señala, rozándolos con sus dedos con una melancolía monumental,
como diciéndonos: “es lo único que tenemos”, mientras que la
mirada absorta del hombre mayor se escapa del cuadro: no quiere
estar allí, apenado, en la dura realidad de un almuerzo hecho con
lo poco que encontró…y con suerte.

Del mismo modo, los paisajes interiores y los bodegones de


este artista describen con claridad meridiana la desazón de la
austeridad obligada. Ollas raspadas es un lienzo muy elocuente.
Como bien se sabe, el pintor selecciona de lo real aquello que
trasmita sentimientos al espectador y a esta tela la invade una
sensación terrible: el hambre es una solitaria cuchara en una olla
ennegrecida, sin restos visibles de comida. En sus pinturas, Portillo
no busca sólo reflejar la realidad, un buen artista realista escoge
aspectos que sean elocuentes: ¿No es acaso la llave rota de la
ducha y la ausente tapa en El wáter admonitores de la forzada
carestía de la pobreza?.
Finalmente habría que decir que estas obras son un retrato del
injusto desasosiego de nuestros días. Parafraseando a Nochlin,
Jurgens Portillo le da vida a la mala realidad que nos tocó vivir en
estas últimas dos décadas. La sensación que nos genera como
espectadores es que no merecemos la cotidianidad a la que
indolentemente se nos ha arrojado. Sus pinturas son la otra cara de
los luminosos paisajes de Manuel Cabré desde el Country Club de
Caracas. Podríamos decir rizando el rizo, que si al Ávila le corresponde
figurar como el paisaje de la primera modernidad venezolana, la
de los brillantes primeros años del siglo pasado, a estas pinturas de
Portillo les corresponderá con suerte, el lugar del aciago y tenebroso
paisaje de la Venezuela de los primeros años del siglo XXI.
1 La entrada 8 Batea
2017 2020
Óleo sobre tela Óleo sobre madera
73 x 60 cm 25 x 19,8 cm

2 El almuerzo 9 Gasolina
2018 2020
Óleo sobre madera Óleo sobre madera
50 x 40 cm 22,5 x 29,7 cm

3 Bolsa de naranjas #2 10 El pasillo #2
2019 2020
Óleo sobre madera Óleo sobre madera
31 x 40 cm 29,9 x 24,8 cm

4 La cocina #2 11 Lavadero
2019 2018
Óleo tela Óleo sobre madera
50 x 40 cm 49,5 x 39,3 cm

5 Ollas raspadas 12 El patio #2
2018 2020
Óleo sobre madera Óleo sobre madera
45 x 35,5 cm 28,5 x 36 cm

6 La silla 13 Enramada #1
2020 2020
Óleo sobre tela Óleo sobre madera
100 x 69,5 cm 22 x 29 cm

7 Bolsa de papas 14 Interno #3
2020 2020
Óleo sobre madera Óleo sobre madera
29 x 36,5 cm 29,5 x 24 cm
15 El platanal 22 Interno #2
2020 2019
Óleo sobre madera Óleo sobre madera
25 x 30 cm 36 x 28,5 cm

16 Nevera vacía 23 Cuerpo corrupto
2018 2019
Óleo sobre madera Óleo sobre madera
49,4 x 39,8 cm 47 x 39,5 cm

17 Las ollas
2018
Óleo sobre madera
35 x 30 cm

18 El aire acondicionado
2020
Óleo sobre madera
36,2 x 36,2 cm

19 Chécheres
2020
Óleo sobre tela
104 x 73 cm

20 Interno #1
2020
Óleo sobre madera
23 x 15 cm

21 Vacíos
2020
Óleo sobre madera
30,5 x 24 cm

6 5 4

7 3

8 2
9

10

11
1
12
13 23

14
15

16 22
17
21
18
19 20
AGRADECIMIENTOS

A mi familia por apoyarme siempre.


A Rodrigo Urbina, Luis Romero,
Tomas Atencio, Carlos E. Palacios,
Mirian Fernández, Francisco Verde,
Carlos Martínez León,
Luis Bermúdez, Mario Colina
y a todo el equipo de ABRA.
LO SENCILLO Y COTIDIANO
jurgens portillo
individual | 08.03.2020 - 12.04.2020
exposición n°50|texto: carlos e. palacios
curaduría + museografía: luis romero
montaje: braulio indriago

abra
directores: melina fernández temes + luis romero
asistentes de sala: ara koshiro + eglys marquina
asistente de comunicaciones: joernis muñoz
redes sociales + diseño: valentina mora
registro: pierre silva + maría alejandra colmenares

g6+g9 centro de arte los galpones


av. ávila con 8va transversal, los chorros
caracas 1071, venezuela
0212 2837012 + abracaracas@gmail.com
www.abracaracas.com + @abracaracas

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