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Clase: Derecho Administrativo 1

Alumno: Rafael Alexander Fletes

Catedrático: Mario Peraza

Sección: 1383

Fecha de entrega: sábado 23 de mayo de 2020


La responsabilidad patrimonial del estado.
El Tribunal Superior de Cuentas (TSC) inició un proceso para la estructuración de una
nueva Ley que regule la responsabilidad de un servidor público que en el ejercicio de su
cargo ocasione un perjuicio de particulares y una condena en contra del Estado de
Honduras. El Pleno de Magistrados del TSC, en cumplimiento con lo que ordena la
Constitución de la República, instruyó la elaboración de un proyecto de Ley de
Responsabilidad del Estado y Acción de Repetición, instrumento legal que vendrá a cubrir
un vacío en la legislación hondureña.
En Honduras aún no existe la Ley que desarrolle el precepto establecido en el artículo 324
de la carta magna, el cual cita: “Si el servidor público en el ejercicio de su cargo, infringe la
ley en perjuicio de particulares, será civil y solidariamente responsable junto al Estado o
con la institución estatal cuyo servicio se encuentre, sin perjuicio de la acción de repetición
que estos pueden ejercitar contra el servidor responsable, en los casos de culpa o dolo. La
responsabilidad civil no excluye la deducción de responsabilidades administrativas y penal
contra el infractor”.
Asimismo, el artículo 327 de la Constitución de la República establece que, “La Ley
regulará la responsabilidad civil del Estado”; en consecuencia, el TSC trabaja en una
propuesta para que esta normativa sea la Ley de Responsabilidad Patrimonial del Estado y
Acción de Repetición. Esta Ley tendría por objeto regular y definir la responsabilidad
patrimonial de los servidores y exservidores públicos y de los particulares que desempeñen
funciones públicas, a través del ejercicio de la acción de repetición; garantizando el debido
proceso, como el derecho de defensa.
La Acción de Repetición se define como la acción civil de carácter patrimonial que deberá
ejercerse en contra del servidor o exservidor público que como consecuencia de su
conducta dolosa o de grave culpa haya sido condenado el Estado al pago de una
indemnización. Le compete a la Procuraduría General de la República (PGR) iniciar la
Acción de Repetición ante los tribunales de justicia; sin embargo, dichas acciones no
prosperarían sin el instrumento legal que propone el TSC.
Con la Ley de Responsabilidad del Estado y Acción de Repetición se facultaría al TSC para
determinar la responsabilidad patrimonial en que incurrió el servidor o exservidor público
por ocasionar, en forma dolosa o gravemente culposa, que el Estado fuese demandado y
condenado al pago de una indemnización.
De esta forma se cumpliría el artículo 222 de la Constitución de la República en el sentido
que el TSC determina la responsabilidad correspondiente como órgano autónomo de
fiscalización, complementando la facultad que recae en la PGR de ejercer la Acción de
Repetición.
En países como España y Colombia se aprobaron leyes relacionadas a la propuesta que
trabaja el TSC, mismas que servirían de modelo para su estructuración. Cabe señalar que el
magistrado del TSC, Roy Pineda Castro, conoció sobre el particular en una gira de trabajo
que realizó en España, el 8 al 12 de mayo pasado, donde gestionó apoyo para implementar
la nueva agenda del Pleno de Magistrados del ente contralor del Estado.
Además, la creación de esta Ley de Responsabilidad del Estado y Acción de Repetición
llamó la atención de parte de los miembros de la Misión de Apoyo contra la Corrupción y
la Impunidad en Honduras (MACCIH). El pasado 28 de febrero se sostuvo una reunión
entre delegaciones del TSC y de la MACCIH y entre los puntos resaltantes del encuentro
sobre el deseo de promover la creación de una Ley de Responsabilidad Patrimonial que
facilite la Acción de Repetición hacia funcionarios o exfuncionarios que con sus
actuaciones hayan causado pérdidas económicas al Estado.
Para estructurar y socializar el anteproyecto de Ley el TSC sostendrá reuniones con
diversos sectores, como PGR y Secretaría de Coordinación General de Gobierno, previo a
que sea considerada como iniciativa ante el Congreso Nacional, para su discusión y
esperada aprobación.

El Tribunal Superior de Cuentas (TSC) es el primer eslabón en el combate a la corrupción


al tener la particularidad de poder prevenir, detectar, investigar, controlar, aportar evidencia
en la judicialización penal y el resarcimiento civil de los actos de corrupción, a través de
sus diferentes funciones y facultades legales como ente controlar y fiscalizador de los
recursos públicos del Estado de Honduras y del comportamiento ético de los servidores
públicos.
En días anteriores se ha visto como penas en delitos de corrupción pública se han reducido
en el nuevo proyecto del Código Penal, dejando la puerta abierta para más corrupción e
impunidad. Estas actuaciones no solo perjudican el endeble Estado de Derecho hondureño,
afectando la ya manchada imagen que tiene el país en materia de combate a la corrupción y
derechos humanos, sino que van en contra de la voluntad soberana del pueblo hondureño
que clama justicia.
En la actualidad, se observa como en Guatemala los intentos de obstruir investigaciones de
actos de corrupción y asegurar impunidad mediante la intervención del mismo poder
político ha generado una nueva crisis de gobernabilidad. Honduras ya vivió esto en el 2015
y es necesario que no se vuelva a repetir, ya que no solo afecta la confianza ciudadana en la
clase política y en las instituciones públicas, sino que manda un muy mal mensaje de cara a
los compromisos internacionales en materia de combate a la corrupción contraídos por el
Estado de Honduras.
En función a los elementos anteriores, representantes de la Asociación para una Sociedad
Más Justa (ASJ) se reunieron el día 29 de agosto de 2017, con los diputados Oswaldo
Ramos Soto y Rodimiro Mejía, presidente y miembro, respectivamente de la Comisión
Especial nombrada por el Presidente del Congreso Nacional para emitir dictamen del
Proyecto de Ley Orientado a Reformar y Adicionar diversos Artículos de la Ley Orgánica
del Tribunal Superior de Cuentas (TSC).
Ante la apertura y buena disposición de ambos diputados, la ASJ, sin ningún tinte político
partidista, agenda ideológica o motivación oculta; como organización de sociedad civil y
Capítulo Nacional de Transparencia Internacional en Honduras con experiencia demostrada
en procesos de reforma legal e institucional y en el combate a la corrupción, brindó las
siguientes observaciones a la reforma prevista a la Ley Orgánica del TSC.
Responsabilidad del Estado es la obligación importante que pesa sobre éste de reparar los
daños causados por el hecho ilícito de sus órganos. La responsabilidad del Estado se basa
en el principio de que todo daño causado ilícitamente por él debe ser reparado de buena fe.
También se basa en el principio de igualdad ante las cargas públicas, una variante de la
igualdad ante la ley, en el sentido de que nadie puede soportar más exacciones o perjuicios
de parte del Estado que aquellos que la ley expresamente señala como obligatorios o lícitos.
Actualmente se considera como un principio general de Derecho público que el Estado
debe reparar todos los daños ilegítimos que cause a los ciudadanos, pero el tema está
generalmente tratado en las legislaciones a propósito de los daños provocados por la
Administración del Estado. En el campo del derecho internacional el Estado además puede
tener responsabilidad internacional derivada de actos ilícitos y crímenes internacionales,
independientemente de la respectiva responsabilidad individual de aquellos responsables.
La pretensión de reparación directa es un medio de control que por naturaleza busca la
indemnización de prejuicios causados a particulares o a entidades públicas, que se deriven
de hechos, omisiones, operaciones administrativas y otras modalidades que le sean
imputables, diferentes a los que proceden de la manifestación de la voluntad de la
administración (actos administrativos). Así mismo, tal como lo consagra el artículo 140 del
Código de Procedimiento Administrativo y de le Contencioso administrativo, las entidades
públicas también tienen la legitimación de acudir ante la jurisdicción de lo contencioso
administrativo cuando estas resulten perjudicadas por la actuación de otra entidad pública o
de un particular.
El 31 de diciembre de 1941, se publicó la Ley de Depuración de Créditos a cargo del
Gobierno Federal que pretendió establecer la responsabilidad directa del Estado al señalar
en su artículo 10, que cuando la reclamación se fundara en actos u omisiones que dieran
origen a la responsabilidad civil del Estado, no era necesario demandar previamente al
funcionario responsable, siempre que los actos y omisiones implicaran una culpa en el
funcionamiento de los servicios públicos.
Con esta ley se desplazó el concepto de culpa personal de los servidores, para adoptar lo
que en el derecho francés se reconoce como falta o falla del servicio público, abriendo la
puerta para demandar al Estado ante el entonces Tribunal Fiscal de la Federación, sin
embargo, fue abrogada en 1988 por carecer de eficacia práctica por las restricciones que
estableció para promover las reclamaciones, pues disponía que las demandas solo podían
intentarse si no había partida presupuestal para reparar el daño en el ejercicio fiscal en que
se hubiese producido, ni en el inmediato posterior, condicionante que era difícil cumplir por
el particular.
Posteriormente en el marco del derecho privado, el 10 de enero de 1994 se publicaron las
reformas a los artículos 1927 y 1928 del Código Civil Federal, con lo que se estableció la
responsabilidad directa del Estado por los daños y perjuicios causados, con el carácter de
solidaria tratándose de actos ilícitos dolosos y, subsidiaria en los demás casos,
responsabilidad que requería la identificación del funcionario y la comprobación de la
ilicitud y el dolo, cargas que dificultaban la obtención de resultados.
Por su parte; en el ámbito administrativo se adicionó el artículo 77 bis de la Ley Federal de
Responsabilidades de los Servidores Públicos, que preveía la reclamación de los daños y
perjuicios sufridos como resultado de la actuación ilegal de un servidor público, derivada
de un procedimiento disciplinario.

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