5 - La Iglesia, Cuerpo Místico de Cristo
5 - La Iglesia, Cuerpo Místico de Cristo
5 - La Iglesia, Cuerpo Místico de Cristo
místico de Cristo
La Iglesia, Cuerpo
místico de Cristo
La doctrina del Cuerpo místico de Jesucristo consta expresamente en las
fuentes de la divina revelación. En ella es San Pablo el que expone esta
verdad en la Primera Carta a los Corintios (12, 12-28 1.
“Porque así como el cuerpo es uno, mas tiene muchos miembros, y todos
los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, forman un mismo
cuerpo, así también Cristo. Pues todos nosotros fuimos bautizados en un
mismo Espíritu, para ser un solo cuerpo, ya judíos, ya griegos, ya esclavos,
ya libres; y a todos se nos dio a beber un mismo Espíritu. Dado que el
cuerpo no es un solo miembro, sino muchos. Si dijere el pie: porque no soy
mano, no soy del cuerpo, no por esto deja de ser del cuerpo. Y si dijere el
oído: porque no soy ojo, no soy del cuerpo, no por esto deja de ser del
cuerpo. Si todo el cuerpo fuera ojo ¿dónde estaría el oído? Si todo él fuera
oído ¿dónde estaría el olfato? Mas ahora Dios ha dispuesto los miembros,
cada uno de ellos en el cuerpo, como Él ha querido. Y si todos fueran un
mismo miembro ¿dónde estaría el cuerpo? Mas ahora son muchos los
miembros, pero uno solo el cuerpo. Ni puede el ojo decir a la mano: no te
necesito; ni tampoco la cabeza a los pies: no tengo necesidad de vosotros.
Muy al contrario, aquellos miembros que parecen ser más débiles, son los
más necesarios; y los que reputamos más viles en el cuerpo, los rodeamos
con más abundante honra; y nuestras partes indecorosas, las tratamos con
mayor decoro, en tanto que nuestras partes honestas no tienen necesidad
de ello; mas Dios combinó el cuerpo, de manera de dar decencia mayor a
lo que menos la tenía; para que no haya disensión en el cuerpo, sino que
los miembros tengan el mismo cuidado los unos por los otros. Por donde si
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También está la parábola de la Vid y los sarmientos del Evangelio de San Juan:
“yo soy la vid, ustedes los sarmientos”
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un miembro sufre, sufren con él todos los miembros; y si un miembro es
honrado, se regocijan con él todos los miembros. Vosotros sois, pues,
cuerpo de Cristo y miembros (cada uno) en parte”.
Cristo al venir a este mundo quiso constituir la Iglesia. Esto consta por
tres motivos: 1) Adán había sido creado en gracia, que se transmitiría a sus
descendientes. Pero pecó y manchó con el pecado original a todos los
hombres, haciéndoles perder aquel tesoro divino y, con él, el derecho a la
vida eterna. 2) Por este motivo, el Verbo de Dios tomó entonces la
naturaleza humana y nos ganó como a consanguíneos suyos, no sólo la
justificación, sino una inefable abundancia de gracias. 3) Estas gracias pudo
repartirlas por sí mismo al género humano, pero quiso hacerlo por medio
de una sociedad: esa es la Iglesia. A la cual Cristo instituyó para que
continuase con su obra salvadora.
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2. Porque Cristo es su cabeza.
a. Por razón de su excelencia como Hombre-Dios. Por ello,
porque es Hijo por naturaleza y no por adopción,
corresponde a él, antes que a otro, la principalía. Por eso
la Iglesia lleva el nombre de Cristo, porque debe ser
considerado como su cabeza.
b. POR RAZÓN DE LA PLENITUD Y PERFECCIÓN DE LOS
DONES CELESTIALES. PORQUE ASÍ COMO EN EL HOMBRE
EN SU CABEZA ESTÁN TODOS SUS SENTIDOS (VISTA,
TACTO, GUSTO, OÍDO Y OLFATO), MIENTRAS QUE EL EN
RESTO DEL CUERPO SOLO TENEMOS UN SENTIDO (EL
TACTO). ASÍ EN CRISTO SE ENCUENTRAN TODOS LOS
DONES, VIRTUDES Y GRACIAS.
c. POR RAZÓN DEL INFLUJO QUE EJERCE SOBRE LA IGLESIA,
AL ILUMINARLA Y SANTIFICARLA COMO AUTOR Y CAUSA
DE LA SANTIDAD.
3. Porque Cristo es su sustentador.
a. Por razón de su misión: pues es Él quien por la Iglesia
bautiza, enseña, gobierna, etc.
b. Por razón del Espíritu Santo, que es el alma del Cuerpo
místico y que Cristo concedió a la Iglesia como fuente de
todo don.
4. Porque Cristo es su salvador.
a. Salvador de todos,
b. Pero especialmente de los fieles y en cuya obra salvadora
podemos nosotros prestarle ayuda.
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d. A la unión inefable del Padre y del Hijo (Jn 17, 21-23): “a fin de
que todos sean uno, como Tú, Padre, en Mí y Yo en Ti, a fin de que
también ellos sean en nosotros, para que el mundo crea que eres
Tú el que me enviaste. Y la gloria que Tú me diste, Yo se la he dado
a ellos, para que sean uno como nosotros somos Uno. Yo en ellos y
Tú en Mí, a fin de que sean perfectamente uno, y para que el
mundo sepa que eres Tú quien me enviaste y los amaste a ellos
como me amaste a Mí”.
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Ella Dio su consentimiento, en representación de todo el género
humano, a la encarnación del Verbo, uniendo al Hijo de Dios con la
naturaleza humana.
Ella dio a luz a Cristo, cabeza del Cuerpo místico.
Ella presentó al recién nacido a los judíos y gentiles como Profeta,
Rey y Sacerdote.
Ella consiguió de Cristo el primer milagro en las bodas de Caná, en
virtud del cual sus discípulos creyeron en Él.
Ella ofreció a Cristo en el Calvario por los pecados de los hombres,
conquistando por un nuevo título de dolor y de gloria la
maternidad espiritual sobre todos los miembros de Cristo.
Ella consiguió que el Espíritu Santo se comunicada con dones
prodigiosos a la Iglesia el día de Pentecostés.
Ella, en fin, como Reina de los mártires, sufrió inmensos dolores y
más que todos los fieles: “cumplió lo que resta padecer a Cristo en
pro de su Cuerpo místico, que es su Iglesia” (Col. 1, 24).
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funciones; así se dice que Cristo es la cabeza de la Iglesia por la semejanza
que hay respecto de la cabeza del cuerpo humano”.
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De tres modos se dice que Cristo es la cabeza de su cuerpo que es la
Iglesia:
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que, si no se responden con pensamiento, palabra y obras, lejos de
salvarse, serán juzgados con mayor severidad (Lc. 12, 48)”.
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CVII, Constitución dogmática sobre la Iglesia, n.17: “La responsabilidad de
diseminar la fe incumbe a todo discípulo de Cristo en su parte”.
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Textos del Catecismo de la Iglesia Católica
"MIRA, SEÑOR, LA FE DE TU IGLESIA"
169 La salvación viene solo de Dios; pero puesto que recibimos la vida de
la fe a través de la Iglesia, ésta es nuestra madre: "Creemos en la Iglesia
como la madre de nuestro nuevo nacimiento, y no en la Iglesia como si
ella fuese el autor de nuestra salvación". Porque es nuestra madre, es
también la educadora de nuestra fe.
LA IGLESIA ES SANTA
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Espíritu Santo para gloria de Dios" (LG 39). La Iglesia es, pues, "el Pueblo
santo de Dios" (LG 12), y sus miembros son llamados "santos" (cf Hch 9,
13; 1 Co 6, 1; 16, 1).
824La Iglesia, unida a Cristo, está santificada por Él; por Él y con Él, ella
también ha sido hecha santificadora. Todas las obras de la Iglesia se
esfuerzan en conseguir "la santificación de los hombres en Cristo y la
glorificación de Dios" (SC 10). En la Iglesia es en donde está depositada "la
plenitud total de los medios de salvación" (UR 3). Es en ella donde
"conseguimos la santidad por la gracia de Dios" (LG 48).
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