El documento describe diferentes tipos de deformaciones de la conciencia moral, incluyendo la conciencia inmadura, la conciencia laxa, la conciencia voluntariamente ciega, la conciencia cegada por valores morales distorsionados en la sociedad, la conciencia escrupulosa, la conciencia enfermiza y la conciencia errónea. Define cada una y explica cómo una persona podría superarlas o no ser responsable por ellas.
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El documento describe diferentes tipos de deformaciones de la conciencia moral, incluyendo la conciencia inmadura, la conciencia laxa, la conciencia voluntariamente ciega, la conciencia cegada por valores morales distorsionados en la sociedad, la conciencia escrupulosa, la conciencia enfermiza y la conciencia errónea. Define cada una y explica cómo una persona podría superarlas o no ser responsable por ellas.
El documento describe diferentes tipos de deformaciones de la conciencia moral, incluyendo la conciencia inmadura, la conciencia laxa, la conciencia voluntariamente ciega, la conciencia cegada por valores morales distorsionados en la sociedad, la conciencia escrupulosa, la conciencia enfermiza y la conciencia errónea. Define cada una y explica cómo una persona podría superarlas o no ser responsable por ellas.
El documento describe diferentes tipos de deformaciones de la conciencia moral, incluyendo la conciencia inmadura, la conciencia laxa, la conciencia voluntariamente ciega, la conciencia cegada por valores morales distorsionados en la sociedad, la conciencia escrupulosa, la conciencia enfermiza y la conciencia errónea. Define cada una y explica cómo una persona podría superarlas o no ser responsable por ellas.
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La conciencia inmadura o infantil (en la toma de sus decisiones morales)
Se ve un ejemplo de esta deformación en personas que, siendo mayores de edad,
dependen totalmente del parecer de sus padres al formular sus juicios morales en una o más áreas de su vida. A veces la persona que sufre de esta deformación no es consciente de su situación. En tales casos no es moralmente responsable por adolecer de este defecto, con tal que no sea el resultado de su propia negligencia. Pero si al darse cuenta de su inmadurez, rehúsa tomar los pasos necesarios para madurar, se hace moralmente responsable por su falta de crecimiento. Cuando una persona logra darse cuenta de que adolece de esta deformación de su conciencia moral, puede superarla con relativa facilidad, siempre y cuando tenga la voluntad de hacerlo. En la medida en que vaya tomando decisiones propias y correctas, supera esta deformación de su conciencia moral. La conciencia laxa. (La persona se da cuenta que no debe hacer pero lo hace) Una persona se da cuenta que no debe hacer algo. A pesar de todo, lo hace o por lo menos desea hacerlo. Busca, entonces, alguna manera de justificarse, aunque sea sólo delante de sí mismo. Usa argumentos tales como: «Todo el mundo lo hace»; «Hay muchas personas aquí que hacen cosas peores»; « ¿Qué se va a hacer?» Si no fuera por la crisis económica, no lo haría." Una persona que actúa de esta manera, intentando justificarse al actuar contra lo que le dice su conciencia, es moralmente responsable de sus actos. Sabe lo que debe hacer, pero no quiere hacerlo. Entonces intenta justificarse de alguna manera. No es fácil superar esta deformación de la conciencia moral porque es un reflejo de una escala de valores y una actitud moral fundamental que la persona debe revisar. Sólo en la medida en que acepte este cuestionamiento le será posible superar esta situación La conciencia voluntariamente ciega (se rehúsa a examinar la moralidad de sus actos) La persona que padece de una conciencia voluntariamente ciega rehúsa examinar la moralidad de sus actos Puede tomar esta actitud en forma general o en una o más áreas de su vida. Cuando alguien cuestiona la moralidad de sus actos, su reacción es: « ¡Esta es la realidad! ¡La experiencia es lo que manda, lo demás son tonterías!» Cuando esta deformación afecta a un profesional con relación a su trabajo, muchas veces alega que la ética no tiene nada que ver con el problema que tiene entre manos. Cree que una cosa es la ética, otra es el mundo profesional. Al tomar sus decisiones se limita a preguntarse si tal o cual decisión van a ser efectiva para lograr sus fines. En el fondo, sabe que su modo de proceder no está bien. Pero por temor a tener que cambiar muchas cosas en su vida, rehúsa examinar la moralidad de sus actos. Es responsable por haberse cerrado a un cuestionamiento moral que debería enfrentar. No es nada fácil superar esta deformación de la conciencia moral porque es consecuencia de una actitud moral fundamental y una escala de valores personales que no son sanos. Sólo un cambio profundo en la persona misma puede hacer posible superar esta deformación conocida como la conciencia voluntariamente ciega. La conciencia cegada por valores morales distorsionados en la sociedad En cada sociedad o cultura algunas obligaciones morales no suelen ser percibidas con facilidad. En el caso de nuestra sociedad actual, con frecuencia no se logra percibir la obligación moral de guardar el secreto profesional. Cuando una persona no logra ver correctamente sus obligaciones en algún área de su vida, no porque rehúsa examinar la moralidad de sus actos, sino porque existen valores distorsionados en la sociedad que le rodea que ha asimilado, adolece de una deformación de la conciencia moral llamada la conciencia cegada por valores morales distorsionados en la sociedad. La persona que sufre de esta deformación no es moralmente responsable por su situación. Sin embargo, al darse cuenta de su error, no puede seguir justificando su modo de proceder. No son válidos argumentos tales como: «las cosas son así... hay que actuar según la costumbre establecida». Este argumento es típico de una conciencia laxa o de una conciencia voluntariamente ciega. Si la persona tiene una actitud moral fundamental sana es relativamente fácil superar esta deformación, siempre y cuando desee hacerlo y se le presente la oportunidad. Un ejemplo de este tipo de deformación es lo que a veces se llama el pecado social. Hay injusticias que nadie ve, no por mala voluntad, sino porque han existido por tanto tiempo que no llaman la atención. Existen condiciones infrahumanas en nuestra sociedad por las cuales nadie se siente responsable, pero que todos creamos directa o indirectamente. A modo de ejemplo, se puede mencionar dos cosas: la mala distribución de la riqueza en la sociedad; y la falta de oportunidades de trabajo a causa del egoísmo de los que podrían crear nuevas fuentes de trabajo. Cuando una persona va a comprarse ropa, es natural que busque el mejor precio por la máxima calidad. Al encontrar algo realmente barato, a precio por debajo del costo de producción, se alegra, sin pensar en las razones por las cuales el precio esté tan bajo. Estas razones pueden ser varias. Podría tratarse de contrabando. Quizás por el sitio donde lo haya encontrado, hay motivo para sospechar que sea robado. O puede tratarse de una fábrica textil clandestina que evade impuestos. El comprador no piensa en nada de eso. Regatea un poco el precio y regresa a su casa muy contento por su buena suerte. A nadie se le ocurre echarle la culpa por haber realizado una buena compra. Es probable que haya actuado de buena fe. La razón por la cual no se haya percatado de todas estas posibilidades es que en la sociedad que le rodea, se ha perdido cierta sensibilidad moral. Un poco más adelante en este capítulo examinaremos en detalle otro ejemplo de la conciencia deformada por valores morales distorsionados en la sociedad. Tiene que ver con la manera en que se percibe el valor de la amistad en el mundo de los negocios. La conciencia escrupulosa Cuando exagera obligaciones auténticas hasta llevarlas a límites absurdos. Si la persona escrupulosa actúa de buena fe y no está motivada por soberbia, no es moralmente responsable por su error. Sin embargo, si se aferra a su modo de proceder por querer ser vista como una persona buena, es responsable por sus actos. La persona escrupulosa, tiene la obligación moral de buscar ayuda competente y debe seguir los consejos recibidos. Con el correr del tiempo, es posible que supere esta condición. La conciencia enfermiza Inventa obligaciones morales absurdas. Muchas veces esta deformación está relacionada con enfermedades mentales. En tales casos, no suele implicar responsabilidad moral por parte de la persona. Sólo es posible superarla con un tratamiento profesional adecuado. La conciencia errónea Percibe algo que, según la moralidad objetiva, es malo como si fuera bueno o viceversa. Siempre actúa de buena fe. Es sincero en su deseo de saber lo que debería hacer. Se esfuerza al máximo de su capacidad por saber lo que es correcto. Sin embargo, no llega a convencerse de alguna determinada exigencia de la moralidad objetiva. Es importante no confundir la conciencia errónea con la conciencia laxa ni con la conciencia cegada por valores distorsionados en la sociedad. La conciencia errónea supone mucho más que un error de juicio moral. Sólo existe esta deformación cuando se cumplen las siguientes condiciones: 1. El egoísmo y la soberbia de la persona no están influyendo en la decisión tomada. 2. La persona ha agotado los medios a su disposición para saber lo que debería hacer. Normalmente, al tratarse de decisiones en el mundo profesional, esto incluye consultar con alguien que tenga valores y principios morales claros y que cuente con cierta experiencia en este campo. 3. Además, la persona debe mantenerse abierta a la consideración de nueva información que pudiera cambiar su parecer en el futuro. Si no se mantiene abierta a esta posibilidad, no es sincero en su búsqueda de la verdad. Por lo tanto no tiene una conciencia verdaderamente errónea. Es muy importante saber lo que es y 110 es la conciencia errónea. Según la opinión de Santo Tomás, la persona que de verdad adolece de esta deformación tiene la obligación moral de hacer lo que le dice su conciencia'. Sin embargo, hay que notar que esto no quiere decir que cada persona debería hacer lo que mejor le parezca; esta actitud sería típica de una conciencia laxa o de una conciencia voluntariamente ciega.