El MITO Del SENTIDO (El Tema)
El MITO Del SENTIDO (El Tema)
El MITO Del SENTIDO (El Tema)
Tomado del libro: EL MITO DEL SENTIDO EN LA OBRA DE C. G. JUNG de Aniela Jaffé. Madrid: Editorial Mirach, 1995.
Cap. 1, pp. 11-13.
mano de una sensación de vacío religioso. Estas personas ya no eran capaces de creer, ya fuera porque
no podían reconciliar el pensamiento científico con los fundamentos de la religión, o bien porque las
verdades del dogma habían perdido autoridad para ellos y toda justificación psicológica. Si eran
cristianos, no se sentían redimidos por la muerte de Cristo; si eran judíos, la Torah ya no les ofrecía
apoyo alguno. Por ende, carecían de la protección que nace de estar arraigados en una tradición
religiosa. El hombre que se siente a salvo en la religión jamás se perderá a sí mismo en la obscuridad
y la soledad de un mundo sin sentido y, según la experiencia de Jung, nadie se cura realmente y nadie
encuentra su propio sentido “si no recobra su visión religiosa. Esto, obviamente, no tiene nada que
ver con un credo particular o la pertenencia a una iglesia”. En lo que respecta a la pregunta sobre el
sentido de la vida, ninguna ciencia puede reemplazar a la religión en esta comprensión inclusiva. Los
sistemas biológicos, físicos o cósmicos de ordenamiento, no brindan una respuesta, como tampoco
lo hace la interpretación de los contenidos psíquicos exclusivamente en términos de la experiencia
personal. El sentido es la experiencia de la totalidad. Cualquier descripción del mismo presupone la
realidad vivida en el tiempo, así como la cualidad de eternidad de la vida; las experiencias personales
y conscientes, así como un ámbito que trasciende la conciencia y el mundo tangible. Si la tensión entre
estos dos polos del ser desaparece, el hombre tiene la “sensación de que es una criatura frágil, sin
sentido y este sentimiento le impide vivir su vida con la intensidad que ésta requiere si ha de ser
disfrutada al máximo. La vida se torna rancia y ya no es más un exponente de hombre íntegro”. Para
Jung la vida se vive sólo cuando se convierte en “la piedra fundamental para la verdad del espíritu”.