Catalina de Siena

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Catalina de Siena

Santa Catalina de Siena. En la iglesia de Santa María del Rosario en Prato, Roma.
Proclamada Doctora de la Iglesia el 4 de octubre de 1970 por el papa Pablo VI
Nombre Catalina Benincasa
Nacimiento 25 de marzo de 1347
Bandera de Italia Siena
Fallecimiento 29 de abril de 1380 (33 años)
Bandera de Italia Roma
Venerada en Iglesia católica
Canonización 1461 por Pío II
Principal santuario Santa Maria sopra Minerva, Roma y Santuario de Santa Catalina, Siena
Festividad 30 de abril Vetus Ordo 29 de abril Novus Ordo
Patronazgo Italia, Europa
Catalina Benincasa, conocida como santa Catalina de Siena O.P. (Siena, 25 de marzo de 1347-Roma, 29 de abril de
1380), fue una santa católica. La Santa Sede la reconoce como copatrona de Europa e Italia y doctora de la Iglesia.

Considerada una de las grandes místicas de su siglo (Siglo XIV), destacó asimismo su faceta de predicadora y escritora,
así como su decisiva contribución al regreso del papado a Roma tras el exilio de Aviñón. Es una santa muy venerada y
popular en fundaciones, iglesias y santuarios de la Orden dominicana.

Infancia

Catalina fue hija de Jacobo Benincasa, tintorero, y de Lapa di Puccio di Piagente (o Piacenti), hija de un poeta local.
Sus padres formaron una familia numerosa: Catalina era la hija número veintitrés de un total de veinticinco partos: su
hermana gemela Giovanna murió recién nacida. Al año siguiente, durante la epidemia de peste negra que asoló
Europa, tuvo lugar el último parto que no prosperó.

Fue bautizada como Catalina Benincasa, pertenecía a una familia de la clase media-baja de la sociedad, compuesta
básicamente por fontaneros y notarios, conocida como "la fiesta de los 12", quienes entre una revolución y otra,
gobernaron en la república de Siena desde 1355 hasta 1368.

Sus hermanos la apodaron como Eufrosina. Catalina no tuvo una educación formal; desde temprana edad mostró su
gusto por la soledad y la oración, y siendo niña todavía, a la edad de siete años, se consagró a la mortificación e hizo
voto de castidad. A los doce años sus inadvertidos padres comenzaron a hacer planes de matrimonio para Catalina,
pero ella reaccionó cortándose todo su cabello y encerrándose, con un velo sobre su cabeza. Con el objetivo de
persuadirla, sus padres la obligaron a realizar fatigosas tareas domésticas, sin embargo, Catalina se encerró más en sí
misma, aún más convencida. Sólo un evento inusual, una paloma que se posó en la cabeza de Catalina mientras
oraba, convenció a Jacobo de la sincera vocación de su hija.

A los dieciocho años tomó el hábito de la Orden Tercera de los dominicos. Se sometía al cilicio (hoy visible en la iglesia
de Santa Catalina de la Noche, parte del complejo de Santa María de la Escala) y a prolongados períodos de ayuno,
sólo alimentada por la Eucaristía. En esta primera fase de su vida, estas prácticas eran llevadas a cabo en solitario.

Juventud

Seguramente en los carnavales de 1366 vivió lo que describió en sus cartas como un matrimonio místico con Jesús, en
la basílica de Santo Domingo de Siena, teniendo diversas visiones como la de Jesucristo en su trono con San Pedro y
San Pablo, después de las cuales comenzó a enfermar cada vez más y a demostrar aún más su amor a los pobres. Este
mismo año murió su padre y en Siena se inició un golpe de Estado.

Éxtasis de santa Catalina ante el crucifijo, obra de Pompeo Batoni.


Sus hagiógrafos sostienen que en 1370 recibió una serie de visiones del infierno, el purgatorio y el cielo, después de
las cuales escuchó una voz que le mandaba a salir de su retiro y entrar a la vida pública. Comenzó a escribir cartas a
hombres y mujeres de todas las condiciones, manteniendo correspondencia con las principales autoridades de los
actuales territorios de Italia, rogando por la paz entre las repúblicas de Italia y el regreso del papa a Roma desde
Aviñón. Mantuvo de hecho correspondencia con el papa Gregorio XI, emplazándolo a reformar la clerecía y la
administración de los Estados Pontificios.

Durante el tiempo que duró la peste de 1374, Catalina acudió al socorro de los desgraciados, sin mostrarse jamás
cansada, y aún, si hubiera de creer a los historiadores de su época, podría decirse que operó algunos milagros. Poco
después, el 1 de abril de 1375 en Pisa, Catalina recibió los denominados estigmas invisibles, de modo que sentía el
dolor, pero no eran visibles las llagas externamente.

En junio de 1376 Catalina fue enviada a Aviñón como embajadora de la República de Florencia, con el fin de lograr la
paz de dicha república con los Estados Pontificios y el papa mismo. La impresión que causó Catalina en el papa
significó el retorno de éste a Roma el 17 de enero de 1377.

más feliz en otras ciudades de Italia, afirmó en ellas su fidelidad a la Santa Sede. Respondió a las cuestiones capciosas
de algunos sabios y de varios obispos, de un modo que los confundió. Tras grandes trabajos e inmensas dificultades,
reconcilió a los florentinos con el papa Urbano VI, sucesor de Gregorio XI, colgando el 18 de julio de 1378 una rama de
olivo en el Palacio en señal de paz.

Muerte

Se retiró luego a la más profunda soledad; pero de allí hubo de sacarla el Cisma de Occidente. Apoyó al papa romano
Urbano VI, quien la convocó a Roma, donde vivió hasta su muerte el 29 de abril de 1380, a la edad de treinta y tres
años. Fue sepultada en la Iglesia de Santa María sopra Minerva en Roma; su cráneo fue llevado a la iglesia de Santo
Domingo de Siena en 1384 y un pie se encuentra en Venecia.

Entre los principales seguidores de Catalina, se encontraban su confesor y biógrafo, posteriormente general de los
dominicos, fray Raimundo de las Viñas, de Capua (fallecido en 1399) y Estefano de Corrado Maconi (fallecido en
1424), quien fue uno de sus secretarios, y se convirtió luego en Prior General de los Cartujos. El libro de Raimundo
sobre la vida de Catalina, la "Leyenda", fue terminado en 1395. Una segunda versión de la vida de Catalina, el
"Suplemento", fue escrito unos años después por otro de sus seguidores, fray Tomás Caffarini (muerto en 1434),
quien posteriormente escribió también la "Leyenda Menor", libro que fue traducido al italiano por Estefano Maconi.

Canonización

Canonización de Catalina, por el papa Pío II, obra de Pinturicchio.

Pío II la declaró santa en 1461. Inicialmente, se la conmemoraba el mismo día de su muerte, el 29 de abril. En 1628
Urbano VIII la movió al día siguiente, para no superponer la fiesta con la de san Pedro de Verona, hasta que en 1969
volvió a su fecha primitiva. En 1939 Pío XII la declaró patrona principal de Italia, junto a San Francisco de Asís. El 3 de
octubre de 1970 Pablo VI le otorgó el título de Doctora de la Iglesia, siendo la segunda mujer en obtener tal distinción
(después de santa Teresa de Jesús (27 de septiembre de 1970) y antes de Santa Teresita del Niño Jesús). En 1999, bajo
el pontificado de Juan Pablo II, se convirtió en una de las Santas Patronas de Europa.

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