El Continuum de La Madurez

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 4

EL CONTINUUM DE LA MADUREZ

Los siete hábitos no son un conjunto de partes independientes o fórmulas fragmentadas de


«excitación

pasajera». En armonía con las leves naturales del crecimiento, proporcionan un enfoque gradual,
secuencial y

altamente integrado del desarrollo de la efectividad personal e interpersonal. Nos mueven


progresivamente

sobre un continuum de madurez, desde la dependencia hacia la independencia y hasta la


interdependencia.

Todos empezamos nuestra vida como niños totalmente dependientes de otros. Somos dirigidos,
educados

y sustentados completamente por otros. Sin sus cuidados sólo viviríamos unas horas, o a lo sumo
unos pocos

días.

Después, gradualmente, a lo largo de los meses y años siguientes, nos volvemos cada vez más

independientes —física, mental, emocional y económicamente— hasta que por fin podemos, en lo
esencial,

hacernos cargo de nuestra persona, de una manera autodirectiva y autosuficiente.

Cuando seguimos creciendo y madurando, tomamos cada vez más conciencia de que toda la
naturaleza es

interdependiente, de que existe un sistema ecológico que la gobierna a ella y también a la


sociedad. Además,

descubrimos que los más altos logros de nuestra naturaleza tienen que ver con las relaciones con
los otros, que

la vida humana también es interdependiente.

Nuestro crecimiento desde la infancia hasta la edad adulta se realiza en consonancia con las leyes

naturales. Y existen muchas dimensiones del crecimiento. El hecho de que alcancemos nuestra
total

maduración física, por ejemplo, no necesariamente nos asegura una simultánea madurez mental o
emocional.

Por otro lado, la dependencia física no significa que una persona sea mental o emocionalmente
inmadura.
En el continuum de la madurez, la dependencia es el paradigma del tú: tú cuidas de mí; tú haces o
no

haces lo que debes hacer por mí; yo te culpo a ti por los resultados.

La independencia es el paradigma del yo: yo puedo hacerlo, yo soy responsable, yo me basto a mí


mismo,

yo puedo elegir.

La interdependencia es el paradigma del nosotros: nosotros podemos hacerlo, nosotros podemos


cooperar,

nosotros podemos combinar nuestros talentos y aptitudes para crear juntos algo más importante.

Las personas dependientes necesitan de los otros para conseguir lo que quieren. Las personas

independientes consiguen lo que quieren gracias a su propio esfuerzo. Las personas


interdependientes

combinan sus esfuerzos con los esfuerzos de otros para lograr un éxito mayor.

Si yo soy físicamente dependiente (paralítico, discapacitado o limitado de algún modo físico)


necesito que

tú me ayudes. Si soy emocionalmente dependiente, mi sentido del mérito y la seguridad provienen


de la opinión

que tú tienes de mí. Si no te caigo bien puede resultar catastrófico. Si soy intelectualmente
dependiente, cuento

contigo para que pienses por mí y resuelvas los problemas de mi vida.

Si soy independiente, físicamente puedo desenvolverme por mis propios medios. Mentalmente,
puedo

pensar mis propios pensamientos, pasar de un nivel de abstracción a otro. Puedo pensar de modo
creativo y

analítico, y organizar y expresar mis pensamientos de manera comprensible. Emocionalmente, mi


propio interior

me proporciona las pautas. Soy dirigido desde adentro. Mi sentido del mérito no está en función
de que guste a

otros o de que me traten bien.

Es fácil ver que la independencia es mucho más madura que la dependencia. La independencia es
un logro

principal, en y por sí misma. Pero la independencia no es infalible.


Sin embargo, el paradigma social corriente entroniza la independencia. Es la meta confesada de
muchos

individuos y movimientos sociales. La mayoría del material acerca del autoperfeccionamiento


pone la

independencia sobre un pedestal, como si la comunicación, el trabajo de equipo y la cooperación


fueran valores

inferiores.

Pero gran parte del énfasis actual en la independencia es una reacción contra la dependencia (que
otros

nos controlen, nos defi nan, nos usen y nos manipulen).

El poco comprendido concepto de independencia tiene en muchos casos un acusado sabor de

dependencia, y así encontramos personas que, a menudo por razones egoístas, abandonan sus
matrimonios y

sus hijos, olvidando todo tipo de responsabilidad social, haciéndolo en nombre de la


independencia.

El tipo de reacción que lleva a «romper las cadenas», «liberarse», «autoafirmarse» y «vivir la
propia vida»

revela a menudo dependen cias más fundamentales de las que no se puede escapar porque no
son externas

sino internas: dependencias como la de permitir que los defectos de otras personas arruinen
nuestras vidas

emocionales, o como la de sentirse víctima de personas y hechos que están fuera de nuestro
control.

Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva Stephen R. Covey

31

Desde luego, puede que sea necesario que cambiemos nuestras circunstancias. Pero el problema
de la

dependencia es una cuestión de madurez personal que tiene poco que ver con las circunstancias.
Incluso en

mejores circunstancias, a menudo persisten la inmadurez y la dependencia.

La independencia de carácter nos da fuerza para actuar, en lugar de que se actúe sobre nosotros.
Nos

libera de depender de las circunstancias y de otras personas, y es una meta liberadora que vale la
pena. Pero
no es la meta final de una vida efectiva.

El pensamiento independiente por sí solo no se adecua a la realidad interdependiente. Las


personas

independientes sin madurez para pensar y actuar interdependientemente pueden ser buenos
productores

individuales, pero no serán buenos líderes ni buenos miembros de un equipo. No operan a partir
del paradigma

de la interdependencia necesario para tener éxito en el matrimonio, la familia o la realidad


empresarial.

La vida, por naturaleza, es interdependiente. Tratar de lograr la máxima efectividad por la vía de la

independencia es como tratar de jugar al tenis con un palo de golf: la herramienta no se adecúa a
la realidad.

El concepto de interdependencia es mucho más maduro, más avanzado. Si soy físicamente

interdependiente, soy capaz y dependo de mí mismo, pero también comprendo que tú y yo


trabajando juntos

podemos lograr mucho más de lo que puedo lograr yo solo, incluso en el mejor de los casos. Si soy

emocionalmente interdependiente, obtengo dentro de mí mismo una gran sensación de valía,


pero también

reconozco mi necesidad de amor, de darlo y recibirlo. Si soy intelectualmente interdependiente,


comprendo que

necesito mis propios pensamientos con los mejores pensamientos de otras personas.

Como persona interdependiente, tengo la oportunidad de compartirme profunda y


significativamente con

otros, y logro acceso a los amplios recursos y potenciales de otros seres humanos.

La interdependencia es una elección que sólo está al alcance de las personas independientes. Las

personas dependientes no pueden optar por se

También podría gustarte