El Irrevocable Llamamiento de Dios
El Irrevocable Llamamiento de Dios
El Irrevocable Llamamiento de Dios
“… Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado” Hechos 13:2
Dentro de profetas y maestros, Bernabé y Saulo fueron elegidos, y aunque mediante la imposición de
manos fueron enviados y despedidos, la orden fue dada por Dios, el llamado fue hecho por Dios, un
llamado que era irrevocable.
“El primero de Enero de 1932, recibí de los ancianos Gobernantes de la Iglesia el Diploma que confirmaba
una ordenación de Dios; indudablemente no quiero decir que yo desperdicié el diploma que me otorgaron
los Gobernantes de la iglesia, NO, sólo quiero decir que fue una confirmación de mi ordenación que yo de
Dios había recibido……Es que hay muchas ordenaciones humanas, por costumbre, por ritual, por llenar
un requisito, etc. Pero yo pienso, que lo indispensable para el camino espiritual, es haber sido llamado y
ordenado por Dios”
Pero, ¿por qué es indispensable recibir el llamado de Dios para iniciar un ministerio?, porque es necesario
que el dueño de la viña nos contrate para trabajar en ella, según su propósito y su voluntad buena,
agradable y perfecta para todo aquel que confía en Él, “separados de mí, nada podeis hacer” dijo El Señor.
A demás, recibir el llamado de Dios es una garantía de que se alcanzará lo prometido, pues el Dios
Omnipotente, Inmutable, Fiel y Sabio, será el Maestro que capacite y enseñe a tan insignificantes
discípulos:
“Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar; Sobre ti fijaré mis ojos” Salmos 32:8
Pues el valor, la fortaleza y firmeza para desempeñar tan demandante encomienda, encomienda que
amedrentaría a cualquiera, desde un insignificante niño como Jeremías, hasta el príncipe de un imperio
como lo fue Moisés; provienen únicamente de Dios mismo y de su palabra fiel cuando dice:
“Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las
naciones… No temas delante de ellos, porque contigo estoy para librarte, dice Jehová” Jeremías 1:5,8
Y nos recuerda:
“Porque te tomé de los confines de la tierra, y de tierras lejanas te llamé, y te dije: Mi siervo eres tú; te
escogí, y no te deseché. No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te
esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia.”
Isaías 41:9-10
Y es que para servir al Señor uno necesita de tales promesas pues no tenemos lucha contra sangre y
carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo,
contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.
Saulo mismo dijo “…sufro penalidades, hasta prisiones a modo de malhechor” (2 Tim. 2:9), pero también
con gozo y eterna gratitud decía: “Doy gracias al que me fortaleció, a Cristo Jesús nuestro Señor, porque
me tuvo por fiel, poniéndome en el ministerio, habiendo yo sido antes blasfemo, perseguidor e injuriador;
mas fui recibido a misericordia porque lo hice por ignorancia, en incredulidad” 1Tim 1:12-13; pues las
riquezas obtenidas por servir al Señor, van más allá de lo que la polilla y el orín pueden corromper, son
tesoros celestiales, incomparables bendiciones, ya que la esperanza de mirar cara a cara a quien entregó
su vida hasta la muerte, es la mayor motivación para luchar y vencer. Y aunque en un momento de
debilidad y de falta de fe en medio del sufrir del ministerio se diga “No me acordaré más de Él ni hablaré
más en su nombre” tal y como lo dijo Jeremías (Jer 20:9), no obstante habrá en el corazón de quien ha
sido llamado “como un fuego ardiente” un fuego metido en los huesos, y a pesar de poner resistencia, no
lo conseguirá, pues irrevocable es el llamamiento de Dios; el Espíritu Santo como fiel Consolador, vendrá
a él y recordará como a Jeremías cada promesa dada, fundada en la roca que es Cristo Jesús y no en
nuestras propias fuerzas, en ese momento el discípulo exclamará “Jehová está conmigo como poderoso
Gigante” (Jer 20:11); por tanto no temeremos, aunque la tierra sea removida y se traspasen los montes a
la mar, pues aquel que la buena obra empezó será fiel en completarla hasta escuchar aquellas palabras
ante su presencia.
“Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te
pondré; entra en el gozo de tu Señor” Mateo 25:23