Derecho A La Vida y A La Integridad Personal

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S DERECHO A LA VIDA Y A LA INTEGRIDAD

PERSONAL

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Ó
N
CAPACIDAD CONTENIDO

N° Juzga la situación del derecho


a la vida y la libertad en la
sociedad actual.
DERECHO A LA VIDA Y A LA
INTEGRIDAD PERSONAL
. Enfoque dogmático - normativo:
definiciones, fundamentos normativos y
supuestos violatorios como aborto, pena

06 de muerte, eutanasia, desaparición


forzada, tortura y ejecución extrajudicial.
. Enfoque sociológico: pobreza, exclusión,
marginalidad y violencia estructural.

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a. MOTIVACIÓN / EXPLORACIÓN / PROBLEMATIZACIÓN

Enfermeros matan a 16 pacientes en Uruguay


Fueron apresados por causarles la muerte con morfina a pacientes, incluso, dados de alta.

Un tribunal de Uruguay ordenó el ingreso en prisión preventiva de tres enfermeros (dos hombres y una mujer)
acusados de provocar la muerte a al menos 16 personas, en lo que parecen casos de eutanasia.

En rueda de prensa, el juez de lo penal Rolando Vomeri explicó que los tres enfermeros han sido acusados
formalmente de un delito de homicidio especialmente agravado en reiteración real por los 16 casos que han
reconocido.

Uno de los enfermeros, de 39 años de edad y empleado del Hospital Maciel y de la Asociación Española,
confesó cinco homicidios; y el otro, de 46 años de edad y empleado en el mismo centro sanitario, admitió once.
En cambio, la mujer, esposa de uno de ellos y empleada en la Asociación Española, habría participado como
encubridora de los hechos.

Los acusados inyectaban morfina y aire a los pacientes, “lo que les ocasionaba la muerte en pocos minutos”.
Fuentes judiciales consultadas por el diario uruguayo “El País” apuntan que, en su mayoría, las víctimas no
estaban en fase terminal. Entre los fallecidos hay una mujer que murió un día después de recibir el alta médica.

REFLEXIONA Y COMPARTE...
¿Qué derecho humano se están trasgrediendo en este caso?
¿Crees que las personas tenemos el derecho de decidir por la vida de los
demás?
¿Cuál es tu opinión respecto a la noticia?

b. INFORMACIÒN BÁSICA

A. EL DERECHO A LA VIDA
El derecho a la vida, es uno de los principales derechos consagrados en las primeras
declaraciones hechas históricamente por el ser humano, en su camino por la lucha de la
reivindicación defensa y consagración de los derechos humanos.
La vida, es el Derecho que tiene toda persona a existir y a gozar, sin excepción, del conjunto
de facultades que le permiten relacionarse y comunicarse con los demás miembros de la
sociedad. Si bien, todos los derechos humanos son necesarios para la persona, el derecho a
la vida resulta tener un valor especialísimo porque es el fundamento de todos los demás
derechos. En efecto, la vida es la condición necesaria para poder ejercer los derechos y
libertades que poseen las personas.
Este derecho surge como una necesidad de proteger la vida del ser humano, frente a cualquier
tipo de poder o fuerza social, que pueda poner en riesgo la existencia de la persona. Este
derecho hoy consagrado como uno de los más importantes para la convivencia humana, fue
proclamado como una de las principales reivindicaciones de las sociedades modernas y
contemporáneas.
El 10 de diciembre de 1948, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó y proclamó
la Declaración Universal de Derechos Humanos. En dicho texto, en su artículo 3º, se señala:
“Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona”.
Tomando como premisa lo antes expuesto, la vida es el primero de los derechos que debe de
ser garantizado de una manera irrestricta por cualquier estado.
Una sociedad verdaderamente democrática es aquella en la cual se reconoce que la vida
humana, y que toda vida humana, es absolutamente valiosa.

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B. EL DERECHO A LA VIDA EN LA NORMATIVIDAD PERUANA
En la normatividad peruana, este derecho es consagrado en nuestra carta magna del año de 1
993, la que en su artículo 2º a la letra dice: “Toda persona tiene derecho a la vida, a su
identidad, a su integridad moral, psíquica y física y a su libre desarrollo y bienestar. El
concebido es sujeto de derecho, en todo cuanto le favorece” Esto implica que ninguna persona
puede ser privado por ningún motivo, y bajo ninguna circunstancia de la vida. Así mismo, en el
caso del Código Civil, este recoge lo ya expresado por nuestra Carta Magna, y en su artículo
5º del título II, referido a los derechos de la persona, señala: “el derecho a la vida, a la
integridad física, a la libertad al honor y demás inherentes a la persona humana son
irrenunciables y no pueden ser objeto de cesión. Su ejercicio no puede sufrir limitación
voluntaria…”
Sin embargo, la misma constitución hace una excepción de este derecho en su artículo 140º,
al establecer la pena de muerte para los casos de traición a la patria en caso de guerra y de
terrorismo. Hoy en día, el gobierno actual ha puesto en debate la viabilidad de la aplicación de
la pena de muerte para los casos de violación de menores
Es necesario señalar, que si bien a nivel del mundo existen numerosos estados que aun
aplican la pena de muerte como sanción o castigo para algunos delitos, tal es el caso de los
EE.UU, China, Japón y los países islámicos entre otros; la tendencia de la sociedad actual es
caminar hacia la defensa irrestricta de este elemental derecho de la persona.

C. EL DERECHO A LA VIDA EN EL PERÚ: PROBLEMÁTICA


Si bien nuestras normas consagran la defensa irrestricta del derecho a la vida, el cumplimiento
de la misma encuentra aún serios problemas en el contexto de nuestra sociedad. Esto, debido
a circunstancias de orden social y político.
En el plano social, vemos que el derecho a la vida es violado sistemáticamente, tanto por
miembros de la misma población, como por el propio gobierno que conduce el estado, al
condenar a la muerte a numerosas personas debido a un conjunto de omisiones que comete
en la atención de servicios y necesidades básicas de la población, cuya responsabilidad de su
atención le son atribuidos por nuestra propia carta magna.
En el plano de la convivencia social, observamos con preocupación, que hoy en día las
estadísticas de personas que son muertas en diferentes circunstancias aumentan cada día.
Esto como consecuencia de asesinatos en el transcurso de robos o asaltos, como también por
vendetta entre los propios delincuentes. La conformación de pandillas que se enfrentan por
disputas de territorios en donde ejercen supremacía, y cuyas disputas terminan con muertes
de algunos de sus miembros, es cosas comunes en las zonas urbanas marginales de la ciudad
de Lima y de las principales ciudades del país. El aumento en el espiral de violencia de
nuestra sociedad, tiene, a nuestro entender, varios orígenes. Entre uno de los primeros,
podemos señalar el periodo de violencia interna que vivió nuestro país durante un periodo de
aproximadamente veinte años, en donde el enfrentamiento entre los grupos alzados en armas
y las fuerzas del orden, dejaron un saldo de 69,280 víctimas mortales, la mayoría de ellas
muertas en circunstancias de una demostración de gran ensañamiento y crueldad, tanto por
parte de los grupos subversivos como de las fuerzas del ejército y de la policía que los
combatía en nombre del estado. Este periodo de violencia vivido, ha marcado terriblemente a
nuestra sociedad, dando origen a grandes niveles de insensibilidad e indiferencia frente a la
violación del derecho a la vida. Así mismo, a partir de este proceso, en el subconsciente social
ha calado profundamente la idea de que los conflictos o las diferencias personales o de grupo
pueden ser resueltos mediante la eliminación física de los ocasionales opositores o
contrincantes.
Por otro lado, pero probablemente muy ligado a la causal antes analizada, se encuentra el
resquebrajamiento de la práctica de valores, imponiéndose por el contrario conductas que se
contraponen con cualquier atisbo de moralidad, como son la intolerancia, la deshonestidad, el
arribismo, el utilitarismo, etc., conductas que definitivamente conllevan en sus casos extremos,
a la violación del derecho a la vida.

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Pero el caldo de cultivo para la gestación de toda esta situación descrita, lo constituye la
existencia de la pobreza y marginalidad en que viven cerca del 50% de la población peruana.
Esto se constata cuando vemos que los más altos índices de criminalidad y mortalidad por
esta causa, se encuentran en las zonas urbanas marginales. En ellas, miles de jóvenes sin un
futuro provisorio debido a la falta de recursos económicos, en donde sus padres, en la mayoría
de casos migrantes de la zona andina, no poseen los recursos para costearles algún tipo de
estudio, se entregan a las drogas, el pandillaje, el alcoholismo, etc.; cayendo de esta manera
una vorágine de violencia cuyas consecuencias vienen a ser el incremento de las
estadísticas mortales de los registros policiales. Al agravamiento de la situación, contribuye el
desamparo familiar en que vive la mayor parte de los niños y adolescentes que viven en estas
zonas, como consecuencia de la desintegración familiar, y del abandono a que son sometidos
por parte de sus progenitores. La situación de desamparo moral y económico, el
resquebrajamiento de la práctica de valores, la falta de oportunidades y el clima de violencia
vivido por nuestro país en los últimos años, configuran un escenario en el que la violación del
derecho a la vida y de otros derechos elementales, es pan de cada día.
En el plano político, la violación sistemática por parte de los aparatos del estado de este
elemental derecho, también se ha convertido en una práctica común.
En principio, el estado se convierte en uno de los primeros en vulnerar el derecho a la vida,
cuando al omitir el cumplimiento de obligaciones que por ley tiene, condena a la población al
padecimiento de grandes penurias que irremediablemente tienen como corolario la muerte.
Esta situación se concreta cuando el estado no garantiza el acceso a la salud de grandes
sectores de la población, al acceso a un trabajo digno, el acceso a vivienda, etc. Tales
privaciones originan que las estadísticas de mortalidad infantil y de morbimortalidad se
incrementen cada día, muy a pesar de las auspiciantes cifras económicas de los cuales
nuestros gobernantes hacen gala. La mortalidad infantil, el fallecimiento de personas por la
carencia de una atención médica adecuada o por la adquisición de enfermedades que tienen
como origen la deficiente alimentación, constituyen flagrantes muestras de sistemática
violación del derecho a la vida por parte del estado peruano.
También el estado al ejercer procesos de represión en contra de pobladores que reclaman sus
justos derechos, han terminado muchas veces en la privación de la vida de numerosas
personas, no que decir de las muertes, como ya lo señalamos líneas arriba, fueron
ocasionados por las propias fuerzas del orden en contra de campesinos y otros sectores de la
población.

D. ABORTO Y DERECHO A LA VIDA


El aborto es la interrupción del proceso de desarrollo fisiológico del embarazo, causando la
muerte del producto de la concepción o feto dentro o fuera del claustro materno. Con respecto
a este acto, siempre han existido dos posiciones totalmente irreconciliables, la de los que
defienden el aborto y la de quienes lo condenan. Empecemos por analizar el asunto desde la
perspectiva de nuestra normatividad jurídica.
La Constitución en el Título I, inciso 2 señala:
Toda persona tiene derecho:
A la vida, a su identidad, a su integridad moral, psíquica y física y a su libre
desarrollo y bienestar. El concebido es sujeto de derecho en todo cuanto le
favorece.
Como podemos apreciar, nuestra constitución establece que el concebido es sujeto de
derecho, por lo que tiene derecho la vida y no puede privársela de ella bajo ninguna
circunstancia.
Por su parte, el Código Civil en su Título I, artículo 1 señala:
“La persona humana es sujeto de derecho desde su nacimiento.
La vida humana comienza con la concepción. El concebido es sujeto de derecho
para todo cuanto le favorece. La atribución de derechos patrimoniales está
condicionada a que nazca vivo”.

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En el caso del Código Penal, el Capítulo II está dedicado a regular las penalidades para los
casos en que, infringiendo la ley, se cometiera actos abortivos. Veamos a continuación lo que
señala este código:
Artículo 114.- Autoaborto
La mujer que causa su aborto, o consiente que otro le practique, será reprimida
con pena privativa de libertad no mayor de dos años o con prestación de servicio
comunitario de cincuentidós a ciento cuatro jornadas.
Artículo 115.- Aborto consentido
El que causa el aborto con el consentimiento de la gestante, será reprimido con
pena privativa de libertad no menor de uno ni mayor de cuatro años.
Si sobreviene la muerte de la mujer y el agente pudo prever este resultado, la
pena será no menor de dos ni mayor de cinco años.
En el mismo documento solo se hace excepción en los casos del llamado aborto
terapéutico:
Artículo 119.- Aborto terapeútico
No es punible el aborto practicado por un médico con el consentimiento de la
mujer embarazada o de su representante legal, si lo tuviere, cuando es el único
medio para salvar la vida de la gestante o para evitar en su salud un mal grave y
permanente.
Sin embargo, a pesar de lo señalado, el tema del aborto no es un tema que pueda agotarse
solamente desde el ámbito jurídico, pues el mismo puede ser abordado desde diversas
perspectivas.
Una de las principales discusiones al respecto, es el establecer el estatus del feto, y el si este
puede ser considerado un ser humano, y por lo tanto un sujeto de derecho.
Las restricciones legales al aborto tienen un impacto devastador en el derecho a la vida de las
mujeres. La evidencia sugiere no solamente que las leyes que restringen el aborto empujan a
las mujeres a someterse a abortos inseguros, sino que además ellas mueren a consecuencia
de dichos abortos. Un estimado 13 por ciento de las muertes maternas a nivel mundial se
atribuyen al aborto inseguro (entre 68.000 y 78.000 muertes anuales). En su mayoría, estas
muertes podrían haber sido evitadas.
Algunos de los que se oponen al aborto seguro y legal argumentan que “el derecho a la vida”
del feto debe ponerse por encima de los derechos humanos de las mujeres, en particular los
derechos a la no discriminación y a la salud. Es más, algunos opositores se refieren al
supuesto “derecho a la vida” del feto en los argumentos en contra del uso de anticonceptivos
que actúan después de la fertilización, pero antes de que el óvulo fertilizado se implante en la
pared uterina.
La mayoría de los instrumentos internacionales de derechos humanos guardan silencio
respecto a cuándo comienza el derecho a la vida, pese a que la historia de la negociación de
los tratados, la jurisprudencia y la mayoría de los análisis jurídicos parecen sugerir que el
derecho a la vida, como se contempla en dichos documentos, no tiene vigencia antes del
nacimiento de un ser humano
Todos los tratados internacionales de derechos humanos, con una sola excepción (la
Convención Americana sobre Derechos Humanos), guardan silencio respecto a si el derecho a
la vida se aplica al feto. Varios expertos jurídicos internacionales que han seguido y
documentado el desarrollo legal de la carta internacional de derechos humanos han indicado
que ciertas interpretaciones del derecho a la vida podrían aplicarse al feto desde el momento
de viabilidad—y no desde el momento de la concepción. Estos mismos expertos aclaran que si
esto fuera el caso, este derecho del feto tendría que implementarse de manera que no infrinja
indebidamente los derechos de la mujer embarazada. Los derechos de la mujer embarazada
están claramente establecidos en el derecho internacional, e incluyen los derechos a la vida, a
la salud, a la no discriminación, a la libertad religiosa, a la igualdad, a la privacidad, y a no ser
sometida a tratos inhumanos.

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Otros expertos internacionales han indicado que el entendimiento histórico del derecho a la
vida, como se contempla en la carta internacional de derechos humanos, es que este derecho
se aplica desde el nacimiento vivo de un ser humano. Esta interpretación encuentra sustento
en la historia de la negociación de los tratados internacionales de derechos humanos.
Durante los procesos de negociación antes de la adopción de varios documentos regionales e
internacionales de derechos humanos, un pequeño número de gobiernos propusieron añadir
lenguaje protector del derecho a la vida desde el momento de la concepción. En la gran
mayoría de los casos, estas propuestas fueron rechazadas.
La Convención Americana sobre Derechos Humanos es el único instrumento internacional de
derechos humanos que posibilita la aplicación del derecho a la vida desde el momento de la
concepción, aunque no de manera absoluta. En 1981, se le solicitó al órgano encargado de
supervisar el cumplimiento de las disposiciones sobre derechos humanos en el sistema
regional americano (la Comisión Interamericana de Derechos Humanos), que estableciera si
las disposiciones sobre el derecho a la vida contenidas en esta convención y en la Declaración
Americana de los Derechos y Deberes del Hombre eran compatibles con el derecho de la
mujer a acceder al aborto legal y seguro. La Comisión concluyó que sí lo eran.

E. LAS EJECUCIONES EXTRAJUDICIALES


“La Comisión de la Verdad y Reconciliación está en condiciones de afirmar que en el centro
penitenciario San Pedro (Lurigancho) y el ex centro penitenciario San Juan Bautista de la Isla
“El Frontón” (ubicada frente a la provincia del Callao), más de doscientos internos acusados o
sentenciados por terrorismo perdieron la vida durante los motines del mes de junio de 1986,
por el uso deliberado y excesivo de la fuerza contra los reclusos que una vez rendidos y
controlados fueron ejecutados extrajudicialmente por agentes del Estado”
“La Comisión de la Verdad y Reconciliación afirma que nueve estudiantes y un catedrático de
la Universidad Nacional de Educación Enrique Guzmán y Valle “La Cantuta” en Lima, fueron
ejecutados extrajudicialmente por agentes del Estado y que la investigación de los hechos fue
obstaculizada de manera deliberada durante el gobierno del ex Presidente Alberto Fujimori a
través de mecanismos legislativos y judiciales que buscaban encubrir a los responsables y
evitar que sean procesados y reciban una sanción”.
Los casos expuestos, son dos ejemplos de cómo el Estado a través de sus fuerzas armadas,
han sido los autores de ejecuciones extrajudiciales en contra de ciudadanos indefensos y al
margen del ordenamiento legal existente. Los casos presentados corresponden a los
gobiernos de García Pérez y de Alberto Fujimori, hecho que prueba que tal práctica ha sido
recurrente en los diferentes gobiernos.
Las ejecuciones extrajudiciales son actos en los cuales la pena de muerte es aplicada de facto,
es decir al margen de nuestra legalidad, y sin mediar ningún proceso judicial En estos, las
fuerzas armadas y policiales haciendo uso de las armas otorgadas por el Estado, ejecutan a
seres humanos bajo la presunción de la comisión de algún delito.
Esta práctica fue algo común por parte de las fuerzas armadas y de los grupos senderistas en
el periodo de conflicto interna que vivió nuestro país entre los años 1980 y 2000. Miles de
personas fueron ejecutadas luego de su captura, teniendo como justificación su presunta
militancia senderista. Por el lado de los senderistas, estos realizaron numerosas masacres en
las cuales asesinaron inmisericordemente a miles de pobladores.
En la actualidad, las fuerzas policiales llevan a cabo ejecuciones extrajudiciales de
delincuentes comunes, a quienes capturan vivos y luego son ejecutados. Tales hechos son
presentados como enfrentamientos entre la policía y los delincuentes, pero denuncias
posteriores de los familiares, señalan que dichas aseveraciones son falsas. En la ciudad de
Trujillo, actualmente la fiscalía investiga supuestos casos de ejecuciones extrajudiciales de
varios delincuentes por parte de la policía.

F. DESAPARICIONES FORZADAS

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Desaparición forzada o también, desaparición involuntaria de personas, es el término jurídico
que designa a un tipo de delito complejo que supone la violación de múltiples derechos
humanos y que, cometido en determinadas circunstancias, constituye también un crimen de
lesa humanidad.
El crimen de desaparición forzada, definido en textos internacionales y la legislación penal de
varios países, está caracterizado por la privación de la libertad de una persona por parte de
agentes del Estado o grupos o individuos que actúan con su apoyo, seguida de la negativa a
reconocer dicha privación o su suerte, con el fin de sustraerla de la protección de la ley. El
asesinato de la persona víctima de desaparición forzada, frecuentemente tras un cautiverio
con torturas en un paradero oculto, pretende favorecer deliberadamente la impunidad de los
responsables, que actúan con el fin de intimidar o aterrorizar a la comunidad o colectivo social
al que pertenece la persona. Los efectos de la desaparición forzada perduran hasta que no se
resuelve la suerte o paradero de las personas, prolongando y amplificando el sufrimiento que
se causa a familiares o allegados. Estos últimos, y especialmente, por su vulnerabilidad, los
niños que puedan ser sustraídos de padres afectados, son considerados también víctimas de
este crimen.
En nuestro país, durante la ya citada guerra interna de los años ochenta y noventa, miles de
personas fueron desaparecidas luego de ser detenidas por las fuerzas de seguridad. En estos
casos, las personas son detenidas y conducidas a lugares en donde son torturadas y
sometidas a diferentes tratos crueles. Dichas detenciones son ocultadas y negadas a sus
familiares. En todos estos casos las personas finalmente son ejecutadas, pero mantienen la
condición judicial de desaparecidos, en razón de que no solo se desconoce el paradero de los
restos mortales, sino la autoría de los mismos y las circunstancias en que se produjeron los
hechos. En la mayoría de los casos las autoridades siguen negando su responsabilidad, salvo
en los casos en que tras el recojo de evidencias y testimonios, se ha podido reconstruir los
hechos y determinar la identidad de los responsables. En tales situaciones los casos han sido
judicializados y se encuentra siguiendo su curso en el poder judicial. No existen aún casos de
sentencia por tales tipos de delitos. Dentro de los casos de desapariciones forzadas se
encuentran la de más de cincuenta estudiantes de la Universidad nacional del Centro en
manos de miembros del Ejército peruano, la del estudiante de la Universidad Técnica del
callao Martín Roca Casas detenido por efectivos de la marina y conducido finalmente a los
sótanos del SIN, en San Borja, en donde finalmente fue desaparecido. La misma suerte corrió
el espía ecuatoriano Enrique Duchicela ejecutado en 1988. Uno de los que participaron en
estos hechos fue el hoy procesado miembro del grupo “Colina”, Jesús Sosa Saav edra
apodado “Kerosene” por su costumbre de quemar los cuerpos de los ejecutados haciendo uso
de este combustible. Este siniestro personaje es también responsable de las desapariciones
en la ciudad de Huamanga, especialmente en el cuartel los Cabitos.

G. EL DERECHO A LA VIDA EN LA SOCIEDAD NEOLIBERAL


En una sociedad, cuya vida se desenvuelve bajo la lógica del libre mercado, lo más importante
es la productividad, la ganancia, el aumento del capital; en ella, todo se convierte en
mercancía, sujeto de ser vendido y comprado, y quienes no tienen la posibilidad económica de
entrar en este juego, son excluidos, y condenados a constituir la fuerza de trabajo que es
comprada a muy bajo precio por el gran capital.
Bajo la lógica pragmática del neoliberalismo, en donde todo vale si es que su fin lo justifica, el
derecho a la vida termina subordinado a los intereses del gran capital y de las cúpulas políticas
que se sirven del poder para engrosar sus grandes capitales y cuentas bancarias. Un ejemplo
de lo señalado, lo encontramos en las guerras emprendidas en los últimos tiempos por los
países económicamente poderosos encabezados por los EE.UU. Estos, con el fin de
apoderarse de los recursos petroleros de los países árabes y de imponer su hegemonía
política en la zona, han llevado a cabo guerras de invasión a países como Irak y Afganistán,
enarbolando pretextos de supuestas amenazas terroristas o de armas nucleares, las mismas
que no han podido ser probadas y cuya falsedad se han encargado de demostrarlo la opinión
pública y autoridades independientes de sus propios países. Este es el caso del congreso
norteamericano, el mismo que ha establecido que la supuesta amenaza nuclear que
significaba Irak, y que fue pretexto para su invasión por parte de las tropas norteamericanas,
nunca existió. Sin embargo, los EE.UU y su grupo de países aliados, con el fin de concretar

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sus objetivos económicos y geopolíticos, no han tenido ningún miramiento en bombardear
indiscriminadamente los territorios de estos países, ocasionando la muerte de miles de
pobladores inocentes, entre los que se encontraban poblaciones indefensas de mujeres,
ancianos y niños. Tales acciones han sido justificadas “como errores” o “hechos aislados”, sin
embargo en la práctica han constituido hechos por demás comunes. Por supuesto, si lo
miramos dentro la pragmática lógica del neoliberalismo, esto se justifica en función de los
objetivos económicos y políticos que ellos persigue, pero, ¿y dónde quedan los derechos de
las personas? ¿Dónde queda el derecho a la vida, cuyo deber de cualquier estado es
protegerlo irrestrictamente? Definitivamente, neoliberalismo y derecho a la vida se presentan
en estas circunstancias como entes irreconciliables. El neoliberalismo, con el fin de concretar
sus objetivos, desgraciadamente niega la condición humana de las personas, y los reduce a
consumidores, productores, piezas de un tablero de juego económico que pueden moverse o
eliminarse, según lo ameriten las circunstancias.
Pero no solo mediante la guerra el neoliberalismo demuestra su total desprecio por la dignidad
humana y respeto de los derechos humanos, y menos aún el de la vida; sino que lo hace
también en la injusta distribución de los recursos que cada día profundiza a nivel de la
sociedad mundial y también de cada país. De esta manera podemos ver, como cada día este
sistema neoliberal condena a la muerte por inanición a millones de personas en los países
pobres de África, Asia y América latina, en donde sus gobiernos tienen que dedicar recursos a
la compra de armas para sostener guerras que las mismas potencias auspician, con el fin de
poder vender el material bélico que diariamente producen en sus denominadas “industrias de
la muerte”. Otra parte importante de sus recursos es destinada al pago de la deuda externa
que estos países tienen con los organismos acreedores controlados por los países del
denominado G 8. La compra de armas y el pago de la deuda, resultan siendo más importantes
que la protección de la vida de los habitantes de estos países, por lo que, como ya lo
señalamos líneas arriba, neoliberalismo y derecho a la vida se excluyen irreconciliablemente,
condenando al mundo a vivir en un injustificable escenario de permanente violación de los
derechos elementales de la persona, y dentro de ellos, el elemental derecho de la vida. Es
hora pues de reflexionar frente este problema, y plantear las alternativas de solución
necesarias, con el fin de contribuir a la construcción de una sociedad más justa y solidaria, en
donde el respeto de los derechos de la persona sean un fin y no una mera declaración capaz
de ser soslayada por el imperio de intereses subalternos.

H. EL DERECHO A LA INTEGRIDAD PERSONAL EN LA NORMATIVIDAD


INTERNACIONAL Y NACIONAL
Este derecho se encuentra contemplado en los diferentes documentos internacionales y
nacionales, y tiene como finalidad la protección del ser humano en todas sus dimensiones,
evitando así situaciones que puedan poner en riesgo la existencia del mismo.
En la Declaración Universal de los derechos Humanos, este derecho aparece enunciado en el
artículo 3, el mismo que señala:
“Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su
persona”.
En el mismos documento, en sus artículos 4 y 5, también se hace referencia a este derecho al
señalar:
Art: 4
“Nadie estará sometido a esclavitud ni a servidumbre; la esclavitud y la trata de
esclavos están prohibidas en todas sus formas”.
Art: 5
“Nadie será sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o
degradantes”.
En la Convención Americana de los Derechos Humanos, suscrita en San José de Costa Rica
el 22 de noviembre de 1969, en la Conferencia Especializada Interamericana sobre Derechos
Humanos, este derecho recibe un tratamiento especial, por lo que es consignado con toda
claridad en el capítulo II, artículo 5:

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Artículo 5. Derecho a la Integridad Personal
1. Toda persona tiene derecho a que se respete su integridad física, psíquica y
moral.
2. Nadie debe ser sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o
degradantes. Toda persona privada de libertad será tratada con el respeto debido
a la dignidad inherente al ser humano.
3. La pena no puede trascender de la persona del delincuente.
4. Los procesados deben estar separados de los condenados, salvo en
circunstancias excepcionales, y serán sometidos a un tratamiento adecuado a su
condición de personas no condenadas.
5. Cuando los menores puedan ser procesados, deben ser separados de los
adultos y llevados ante tribunales especializados, con la mayor celeridad posible,
para su tratamiento.
6. Las penas privativas de la libertad tendrán como finalidad esencial la reforma y
la readaptación social de los condenados.
En el caso de nuestro país, en la Constitución Política, es en donde aparece consignado en el
capítulo I, artículo 2, inciso 24, el mismo que textualmente señala:
(Toda persona tiene derecho) A la libertad y a la seguridad personales. En
consecuencia:
a. Nadie está obligado a hacer lo que la ley no manda, ni impedido de hacer lo
que ella no prohíbe.
b. No se permite forma alguna de restricción de la libertad personal, salvo en los
casos previstos por la ley. Están prohibidas la esclavitud, la servidumbre y la trata
de seres humanos en cualquiera de sus formas.
c. No hay prisión por deudas. Este principio no limita el mandato judicial por
incumplimiento de deberes alimentarios.
d. Nadie será procesado ni condenado por acto u omisión que al tiempo de
cometerse no esté previamente calificado en la ley, de manera expresa e
inequívoca, como infracción punible; ni sancionado con pena no prevista en la ley.
e. Toda persona es considerada inocente mientras no se haya declarado
judicialmente su responsabilidad.
f. Nadie puede ser detenido sino por mandamiento escrito y motivado del juez o
por las autoridades policiales en caso de flagrante delito. El detenido debe ser
puesto a disposición del juzgado correspondiente, dentro de las veinticuatro horas
o en el término de la distancia.
Estos plazos no se aplican a los casos de terrorismo, espionaje y tráfico ilícito de
drogas.
En tales casos, las autoridades policiales pueden efectuar la detención preventiva
de los presuntos implicados por un término no mayor de quince días naturales.
Deben dar cuenta al Ministerio Público y al juez, quien puede asumir jurisdicción
antes de vencido dicho término.
g. Nadie puede ser incomunicado sino en caso indispensable para el
esclarecimiento de un delito, y en la forma y por el tiempo previstos por la ley. La
autoridad está obligada bajo responsabilidad a señalar, sin dilación y por escrito,
el lugar donde se halla la persona detenida.
h. Nadie debe ser víctima de violencia moral, psíquica o física, ni sometido a
tortura o a tratos inhumanos o humillantes. Cualquiera puede pedir de inmediato
el examen médico de la persona agraviada o de aquélla imposibilitada de recurrir
por sí misma a la autoridad. Carecen de valor las declaraciones obtenidas por la
violencia. Quien la emplea incurre en responsabilidad.

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I. EL DERECHO A LA INTEGRIDAD PERSONAL EN EL PERÚ Y EL MUNDO
A pesar que este derecho se encuentra consignado en los diferentes documentos jurídicos del
Perú y del mundo, lamentablemente podemos ver diariamente como es vulnerado de una
manera flagrante e impunemente. Son diferentes las formas en que es vulnerado este
derecho, y van desde los casos de carácter social y domésticos, hasta las acciones realizadas
por el propio Estado a través de sus fuerzas represivas principalmente.
En el ámbito social y doméstico encontramos que diariamente muchas personas son
agredidas físicamente con la finalidad de ser despojados de sus propiedades, tales agresiones
se producen muchas veces a vista y paciencia de la población, la misma que sufre una
especie de parálisis por el temor, por lo que se mantiene indiferente frente a tales situaciones.
Muchas de estas agresiones dejan graves secuelas que afectan el, posterior desempeño de la
persona, y en algunos casos puede llegar a causar la muerte. El estado tiene el deber y la
responsabilidad de proteger la integridad de las personas a través del accionar especialmente
de la Policía nacional, pero tal institución muchas veces se muestra incapaz de hacer frente
con efectividad estos hechos, y en muchos casos sus miembros se encuentran involucrados
en estos hechos delictivos.
Otra forma de violencia que atenta contra la integridad de las personas, en algunos casos de
la propia vida, es la violencia desatada por las pandillas y las mal denominadas “barras
bravas”. Estos grupos de jóvenes, constantemente tienen enfrentamientos por el control de
territorios que los lleva a violentos enfrentamientos que concluyen con una secuela de heridos
y en algunos casos de víctimas mortales.
En el ámbito delictivo, el secuestro es una de las modalidades que en nuestra sociedad hasta
proliferando cada día más. En la mayoría o totalidad de los casos, se realizan con la finalidad
de exigir sumas de dinero como rescate. Este hecho, el secuestro de una persona, implica el
privarles de su libertad y detenerlo en contra de su voluntad. La situación de cautiverio a que
son sometidas las personas secuestradas es totalmente denigrante, pues muchas veces son
introducidos en pequeñas habitaciones subterráneas en donde las personas se ven privadas
de sus más elementales derechos. Tal situación afecta al ser humano víctima, tanto
físicamente como psicológicamente. Su salud se ve deteriorada por la insuficiente alimentación
y por las condiciones insalubres de los lugares en donde son mantenidos los secuestrados.
Psicológicamente estas personas se ven afectadas debido al encierro prologado, el
alejamiento de sus familiares, y por el impacto mismo del hecho a que son sometidos.
En el ámbito familiar, la vulneración de este derecho se suscita en las constantes agresiones
que se producen entre los miembros de las familias. Dentro de los más afectados se
encuentran los niños y la mujer. Son muchas las denuncias y testimonios de verdaderos casos
de torturas a que son sometidos los niños por sus propios progenitores. Muchos niños son
quemados en diferentes partes del cuerpo, golpeados con aparatos contundentes que en la
mayoría de los casos les causa graves lesiones. La justificación absurda que esgrimen
muchos progenitores al ser denunciados, es que lo hacen con el fin de “corregir” malas
conductas. El caso es más grave cuando quien realiza este acto es un maestro de la escuela,
pues no son pocos los casos que han sido0 denunciados en nuestro país.
En nuestro medio las violaciones a los menores de edad es un problema aun no resuelto
adecuadamente y que urge tomar medidas al respecto, pues es una de las formas más crueles
en que se vulnera la integridad de los niños, hecho que le deja secuelas imborrables por el
resto de su vida.
Pero lamentablemente el estado, que es quién bebe garantizar la protección irrestricta de este
derecho, no solamente no lo hace, sino que en muchos casos se convierte en el principal
vulnerador del mismo.
J. LA TORTURA COMO VIOLACIÓN DEL DERECHO A LA INTEGRIDAD PERSONAL
La tortura es una de las prácticas inhumanas que aún es realizada por muchos estados en el
mundo. Esta consiste en someter al ser humano a actos que le causan sufrimiento y dolor, con
el fin de obtener supuestas confesiones de delitos. Dentro de las fuerzas armadas y policiales,
es lamentablemente una práctica común, hecho que dice mucho sobre la situación de este
derecho humano.

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A nivel mundial, los EE.UU de América, a través de sus fuerzas armadas, son uno de los
principales violadores de este derecho en sus numerosos centros de tortura que tienen en el
mundo. Con el pretexto de la guerra contra el terrorismo, las fuerzas represivas del imperio del
norte, han establecidos “cárceles secretas” en diferentes países del mundo (cómplices de este
vergonzoso hecho), en donde detienen y torturan hasta la muerte a miembros de la población
islámica, y de otros naciones que se oponen y luchan en contra la intromisión yanqui en sus
territorio y asuntos internos.
En el caso de nuestro país, la tortura es una práctica común también entre las fuerzas
policiales y fuerzas armadas. La CVR ha registrado testimonios de miles de personas que han
sido sometidos a crueles actos de tortura por parte de estas. En la mayoría de los casos, como
en el cuartel Los cabitos de Huamanga, los actos de tortura eran preludio de la ejecución
extrajudicial de las víctimas.
En el caso de las fuerzas policiales, estas las utilizan para obtener supuestas “confesiones” de
los delincuentes comunes. Los actos de tortura van desde la aplicación de maltratos físicos,
hasta la aplicación de descargas eléctricas y la introducción del detenido en pozas de agua
con el fin de producirles sensaciones de ahogamiento. En estos procesos, muchos detenidos
han perdido la vida.
III- CONOCIMIENTO DE FUENTES
POR ALICIA Y MARCO ANTONIO
Aldo Mariátegui
Observar los crueles, confesos y fríamente calculados asesinatos de la cantante Alicia Delgado y del estilista Marco
Antonio reafirman mi posición favorable a la pena de muerte para este y otro tipo de crímenes atroces. Por eso
transcribo una columna pasada ("Sobre la pena de muerte", 11 de enero del 2007) que se basa parcialmente en un
artículo escrito para la estupenda revista Etiqueta Negra:
"Apruebo la pena de muerte porque creo en el castigo por la justicia que éste implica per se y no porque tenga que
variar comportamientos. Admito la pena de muerte en público porque no temo que se me caricaturice como 'mortícola
bushista', 'neandertal conservaduro' o 'fascistón latino' en típica falacia ad hóminem. Estoy a favor de ella porque es
posible salvar siete vidas inocentes por cada criminal ejecutado: Isaac Ehrlich (Universidad de Buffalo) probó así que
ante la posibilidad de ese castigo, otros (7) delincuentes evitan cometer asesinatos.
Así, la pena de muerte es disuasiva, intimida a los criminales (también lo sostienen el Premio Nobel de Economía Gary
Becker y el genial profesor Gordon Tullock, de la Universidad George Mason). La admito por eso -la ciencia me
respalda-, pero sobre todo por un contrato social básico: uno pierde su derecho elemental a la vida propia cuando
incumple su deber humano elemental de respetar la existencia ajena. Estoy de acuerdo con la pena de muerte para
todos aquellos (violadores de niños, homicidas, terroristas, cabecillas del narcotráfico y secuestradores) que atacan con
violencia atroz los valores que más debemos proteger en la sociedad (integridad del niño, vida del prójimo, tranquilidad,
salud pública y libertad individual). Acepto la pena de muerte porque no creo que ese tipo de personajes sean
'redimibles' (...) Creerlo es un cándido idealismo adolescente, no un ejercicio de sentido común ni una muestra de
experiencia de adultez.
La sociedad expresa su denuncia de las malas conductas a través del castigo, decía el magistrado inglés Lord Denning,
y lo cito: 'Para mantener el respeto a la ley es esencial que el castigo infligido a crímenes graves refleje la repulsa que
siente la mayor parte de la ciudadanía hacia éstos. Algunos crímenes son tan atroces que la sociedad insiste en un
castigo adecuado porque el delincuente lo merece, al margen de que éste sea disuasivo o no'.

Voto por la pena de muerte porque creo en la democracia y en lo que quiere la mayoría: siete de cada diez
personas piden que se ejecute la pena capital (...) Creo en la pena de muerte porque amo la vida humana (...).
'¿Acaso multar a un criminal muestra falta de respeto hacia la propiedad o encarcelarlo hacia la libertad
personal?', escribió John Stuart Mill. 'Mostramos nuestro respeto a ésta (la vida) por la adopción de una norma
que establece que aquel que viola ese derecho de otro pierde ese derecho para sí mismo', añadió.
Y estoy a favor de la pena de muerte en un sentido laico, al margen de creencias religiosas u opiniones
clericales. La apruebo abiertamente porque me gusta polemizar contra el discurso 'políticamente correcto' y
castrante a nivel intelectual de la izquierda y de la Iglesia. Ambas organizaciones olvidan que sus matrices
deben de haber sido las que más han matado en la historia. (Como buen liberal, legalizaría de inmediato el
matrimonio gay, las drogas, los sindicatos de prostitutas y la eutanasia)".

IV- ACTIVIDAD DE APLICACIÒN

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Explica argumentos a favor y en contra del respeto al derecho a la vida en situaciones
como el aborto, la eutanasia, la pena de muerte, etc. mediante un debate.

IV.- BIBLIOGRAFÍA
 Herrera, F. J. (1999). El derecho a la vida y el aborto. Universidad del Rosario.
 Iturri, R. R. (1997). El derecho a amar y el derecho a morir: entre la vida y la muerte. Fondo
Editorial PUCP.
 Juristas, C. A. de. (1999). Protección de los derechos humanos. Universidad del Rosario.
 Pogge, T. (2005). La pobreza en el mundo y los derechos humanos. Editorial Paidós.
 Scola, A. (1999). Qué Es la Vida: La Bioética a Debate. Encuentro.
 Usera, R. C. (2006). El derecho a la integridad personal. Lex Nova.
 YouTube - El Quinto Mandamiento de la Ley de Dios. (s.d.). . Recuperado Mayo 12, 2011,
a partir de http://www.youtube.com/watch?v=MMvdozEUKIc

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