Hanal Pixan PDF
Hanal Pixan PDF
Hanal Pixan PDF
-Significados y creencias-
*
“Gemirán las almas de los muertos, desde los socavones de la ciudad
de piedra de los Itzaes.”
Chilam Balam de Chumayel
ALTAR DE FINADOS
Creencias y algunos significados
Publicado en Por Esto! Sábado 29 de octubre del 2016
Entre flores, velas encendidas y ofrendas que tienen lugar en un altar en las
casas yucatecas se realiza la conmemoración por las ánimas del purgatorio, en los
llamados días de finados en Yucatán. Olores y sabores, mientras el incienso perfuma
el ambiente rodeando todo de misticismo.
La lingüística maya registra la palabra “pixán”, aquello que sigue siendo una
identidad de persona, ya no física, pero continúa viva, porque si bien el cuerpo
desaparece, continúa existiendo como el “pixán”, que los cristianos traducen como
el alma, ésta se ausenta a un lugar de descanso, para los católicos a un lugar de purga
para pagar sus pecados, regresa anualmente a convivir con sus familiares y a visitar
su pueblo. Es una celebración a la continuación de la vida, de la plenitud, representa
el ciclo de la vida, como la semilla de maíz que es enterrada y entre la oscuridad de
la tierra resurge a la vida. Se nombraba como “U janal pixano´ob” que significa
comida de las ánimas. En tanto con la castellanizacion del idioma, más general de
ciertas décadas al presente, se dice día de santos finados.
Las creencias y los dichos son parte importante para entender, enseñar a
valorar toda esta celebración de las ánimas. Creencias y significados de los
componentes del altar son piezas fundamentales que justifican su ejecución.
Sincretismo de religiosidad maya y con la costumbre española católica de honrar la
memoria de los muertos y pedir por la salvación de su alma. Entre las creencias
debemos mencionar que cuando a poco más de mediados de octubre, caen las
pequeñas lluvias, se dice que las ánimas limpian su camino y lavan sus trajes de
gracia.
Y cuando finaliza octubre, y el viento sopla suave, es señal que algunas
ánimas han salido, por tanto las mujeres no deben urdir sus hamacas y costurar pues
puede atar a las ánimas. Las criaturas y los bebés deben llevar una cinta negra para
que las ánimas de los pixanitos, o sea, las ánimas chicas no se las lleven.
El Hanal Pixán se divide en dos partes el Hanal Mején Pixán y Hanal Nojoch
Pixán, el primero se celebra el 31 de octubre y el segundo el primero de noviembre.
Nueve días antes da comienzo el novenario de bienvenida, pues comenzarían
a llegar la media noche del 31 de octubre, cuando el purgatoria se abre, saliendo
primero las almas de los niños, los “Mején Pixán”, y en la noche del primero las
almas de los adultos, los “Nojoch Pixán”. Se reza el rosario en la madrugada y
mientras se canta el “Salgan, salgan, ánimas de pena, que el rosario santo rompa sus
cadenas…” las ánimas van saliendo del purgatorio unas salen con prisas y saltan de
contento, en tanto que las ánimas santas y nobles en solemne procesión van entrando
al pueblo. Todo es tranquilidad, respeto profundo, y no falta quien por incrédulo
haya visto con asombro la solemne procesión, en escarmiento atroz por su
indiferencia.
A la par del novenario se efectúa la limpieza de las casas, patios, se aplica
pintura blanca a las albarradas, preparar manteles, y objetos que servirán en el altar.
La noche en que se cree llegarán, las puertas de las casas son adornadas con flores
como el Xpujuc, amor seco y árnica. Y las albarradas se iluminan con la luz de
infinidad de velas para que las ánimas vean el camino de llegada.
El 31 de octubre el altar está dedicado a las ánimas chicas. El mantel es de
colores con bordados de animales, juguetes o canastitas. Las comidas no deben ser
condimentadas por el temor que les haga daño, puede ser puchero de gallina, pollo
asado con caldo, frijol colado con calabacita, entre otras comidas. Alrededor del altar
se colocan juguetes como cochinitos, trompillos y gallitos de barro para que los niños
se entretengan. Las velas del altar deben ser de colores variados y su número
depende de los niños muertos en la familia. Los dulces de papaya, nance, ciricote,
calabaza, mazapanes y demás forman parte de la ofrenda. Los panes son en forma
de muñecos. También frutas, tamales con cool de achiote y una jícara de agua, este
elemento es indispensable para calmar la sed de las visitas purgantes. Todas las
ofrendas deben ser colocadas en jícaras o platos de barro.
El altar normalmente es de una sola mesa, con mantel. En el extremo superior
van las imágenes sagradas de devoción familiar, una cruz verde e imágenes de la
Virgen María. En varios casos para este altar de finados se recicla el altar cotidiano
que tiene lugar en las casas yucatecas, en tanto que sólo se reviste de nuevos
elementos. Después de las imágenes religiosas se colocan las ofrendas de comida y
bebidas y en el suelo, en una tablilla de madera, se colocan las velas, o con candeleros
desde el altar. La luz de las velas encendidas simboliza a las ánimas purgantes y el
humo del incienso la oración que se eleva al supremo omnipotente.
En el altar de las ánimas de los adultos poco varía del de ánimas de niños,
deben contener la fotografía de los difuntos, el mantel debe ser blanco con bordados
en colores más modestos, las comidas que deben ser relleno negro, escabeche
oriental, mechado de pavo, tamales de espelón y los mucbipollos o pibes, panes,
dulces variados como mazapanes, manjar blanco y dulce de calabaza. Las velas para
este altar son blancas, una por cada miembro de la familia muerto. Entre las bebidas
destacan el xtabentún, el balché, el pozole, atole y el chocolate. Todas las comidas
deben ser colocadas recién cocinadas para que las ánimas puedan recoger la
“gracia”, la esencia y sabor de las mismas. Se pueden colocar bebidas o elementos
relacionados con los difuntos de la familia como son una botella de ron, cigarros, etc.
Las flores representan con sus colores vivos la vida y ayudan a extender la luz de las
velas para que iluminen el altar. La cruz verde es la alusión al Dios de los cristianos,
aunque su color verde representa al árbol sagrado de la Ceiba o Yaxché. Los pibes o
mucbipollo deben ser tres en caso que la ofrenda sea para una mujer y cuatro para
un hombre difunto, porque el tres representa a la mujer: tres las piedras del fogón y
tres los pies de la banqueta, y cuatro al hombre: cuatro los puntos de la milpa, cuatro
los extremos de la cruz y cuatro los puntos cardinales.
Sobre los “pib” se dice que los hombres que tienen las manos frías, llamados
en maya “sil-k´ab”, no deben estar presentes cuando se entierran los “pibes”, porque
éstos no tendrán el calor suficiente para su cocimiento. Cada “pib” debe tener una
manera especial de ser depositados en el entierro, una piedra cada uno, abajo y
arriba. La carne que contiene debe ser solamente de gallina, porque si fuera de gallo,
las ánimas al llegar al altar el canto del gallo las asustará y temerosas saldrán de la
casa.
El rito de enterrarlo, de hacerlo “pib” como se dice en lengua maya, es un
símbolo del ciclo de la vida, que muere y vuelve a germinar en la vida en lo oscuro
de la tierra, vuelve a la vida y todo se renueva, carne muerta de animales y envueltos
por la masa del maíz, regresan siempre a nosotros en otra forma, vitalizados y
renovados.
Existen familias que no deben hacer “pib”, pues si en el lapso del año murió
algún miembro de su familia, al hacerlo quemaría el cuerpo su difunto que está
recién enterrado, volverán hacer los pibes el año siguiente.
Según marca la piedad popular el rezo de las ánimas chicas, o sea, de los niños
difuntos, los llamados pixanitos en lengua maya, es el Trisagio que es alabanza a la
Santísima Trinidad, pues se cree que las ánimas de los niños que recibieron el
bautismo pero murieron en breve tiempo, al no tener pecado se vuelven en angelitos
que eternamente alaban a Dios y forman parte del séquito celestial de la Virgen
María. En cambio los niños que nacieron muertos o que no recibieron el bautismo
en vida, se van al “limbo” donde forman parte de los preferidos de la Virgen
Santísima, pero no tienen alas. La Iglesia Católica ha definido, en época
contemporánea, que el “limbo” no existe y que todos los niños muertos se van al
cielo por no tener pecado, en todo caso con mayor prudencia se deja a la misericordia
divina.
Por eso el 31 de octubre, según marca la piedad popular muy de mañana se
rezará el trisagio y se cantará los Gozos de alabanza a la Augusta Trinidad que dice
al coro: Dios uno, y Trino a quien tanto, ángeles y serafines dicen Santo, Santo, Santo.
En tanto que a las ánimas grandes se reza el rosario y se cantan los lamentos
y alabanzas a Dios. Antiguamente los rezos del mediodía se hacían con rezadoras y
cantores acompañados de la serafina, un pequeño instrumento musical de viento,
también conocido como armonio. Cuya presencia forma parte indiscutible de la
añeja tradición yucatanense.
Antigua es la creencia que refiere un profundo respeto a las ánimas por el
pueblo maya yucateco que no admite calaveras pintadas, ni símbolos de calabazas
o grotescos de muertos, cadáveres podridos o sangre regada en las calles, aquello es
una ofensa a las benditas ánimas. ¡Nada de paseos y mestizas pintadas! decían las
viejitas piadosas y aún los más recatados yucatecos fieles conservadores de nuestra
tradición de los llamados días de finados. Y los abuelos en esos días relataban a sus
nietos las leyendas como advertencias de continuar la tradición. Sin embargo, la
cultura yucatanense no es un pueblo estático, muerto o del pasado, es un pueblo que
camina cada día, en tanto va cambiando, transformándose y adaptarse según la
necesidad del presente, buscando su supervivencia. Como dice el artista plástico
Marcelo Jiménez: los pueblos mayas “no son un museo etnográfico, somos un
pueblo en marcha”.
En las albarradas o en un lugar aparte dentro de la casa se coloca un pequeño
altar con comida y agua para las ánimas solas u olvidadas por su parientes. A los
bebés se les pone un hilo negro o rojo en la muñeca, pues existe la creencia de que al
no estar marcados los difuntos podrían llevárselos. A los niños en tierna edad se les
pone cintas de color en los tobillos para que no se confundan con las almas que a
veces vienen en forma de niños. Las ánimas de los que murieron cerca de la fecha
de esta celebración no salen del purgatorio, y para el último día del mes de
noviembre cuando las ánimas regresan ellos son los cargadores de velas y pibes que
llevan para que se alimenten todo el año.
Infinidad de significados y creencias giran en torno a esta celebración, y son
de dominio del pueblo yucateco, cada familia tiene su propia peculiar tradición de
colocar su altar y los elementos de ella con significados diferentes, todo bajo la
costumbre de celebrar el “U janal pixano´ob” la comida de las ánimas o de los
finados.