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EL ALTAR DE FINADOS

-Significados y creencias-

El siguiente material corresponde a dos notas


periodísticas publicadas en el periódico Por Esto! bajo
mi autoría en 2016 y 2017. El primero aborda el tema de
Altar, creencias y algunos significados, y demás anexo
una leyenda publicada y correspondiente al tiempo de
los finados.
Es sumamente importante tener en cuenta que
este trabajo, el primero sobre el altar, está elaborado
para una editorial de periódico y no contiene notas a pie
de página, ni nada acorde a los trabajos de un ensayo
puesto que no lo es.
Destaco que este trabajo lo realice escribiéndolo
desde lo que en mi comunidad en particular, Tekal de Venegas, se realiza. Por lo tanto
debemos tener presente que cada región del estado, comunidad y cada familia, tiene sus
propias particulares en torno a esta conmemoración anual.
Le agregue una leyenda titulada El dolor de las ánimas, recuperada de la tradición
oral de mi pueblo, publicada en Por Esto! y posteriormente en la obra impresa Volvamos al
pueblo, suplemento de la III compilación literaria del Mayab, en 2016
Espero que este modesto material sirva de ayuda y aporte al alumno, maestro o a
quien quisiera leerlo.
Atte. José Iván Borges Castillo
Tekal de Venegas, Yuc. 24 de octubre del 2019, día de San Rafael.

*
“Gemirán las almas de los muertos, desde los socavones de la ciudad
de piedra de los Itzaes.”
Chilam Balam de Chumayel

ALTAR DE FINADOS
Creencias y algunos significados
Publicado en Por Esto! Sábado 29 de octubre del 2016

Entre flores, velas encendidas y ofrendas que tienen lugar en un altar en las
casas yucatecas se realiza la conmemoración por las ánimas del purgatorio, en los
llamados días de finados en Yucatán. Olores y sabores, mientras el incienso perfuma
el ambiente rodeando todo de misticismo.
La lingüística maya registra la palabra “pixán”, aquello que sigue siendo una
identidad de persona, ya no física, pero continúa viva, porque si bien el cuerpo
desaparece, continúa existiendo como el “pixán”, que los cristianos traducen como
el alma, ésta se ausenta a un lugar de descanso, para los católicos a un lugar de purga
para pagar sus pecados, regresa anualmente a convivir con sus familiares y a visitar
su pueblo. Es una celebración a la continuación de la vida, de la plenitud, representa
el ciclo de la vida, como la semilla de maíz que es enterrada y entre la oscuridad de
la tierra resurge a la vida. Se nombraba como “U janal pixano´ob” que significa
comida de las ánimas. En tanto con la castellanizacion del idioma, más general de
ciertas décadas al presente, se dice día de santos finados.
Las creencias y los dichos son parte importante para entender, enseñar a
valorar toda esta celebración de las ánimas. Creencias y significados de los
componentes del altar son piezas fundamentales que justifican su ejecución.
Sincretismo de religiosidad maya y con la costumbre española católica de honrar la
memoria de los muertos y pedir por la salvación de su alma. Entre las creencias
debemos mencionar que cuando a poco más de mediados de octubre, caen las
pequeñas lluvias, se dice que las ánimas limpian su camino y lavan sus trajes de
gracia.
Y cuando finaliza octubre, y el viento sopla suave, es señal que algunas
ánimas han salido, por tanto las mujeres no deben urdir sus hamacas y costurar pues
puede atar a las ánimas. Las criaturas y los bebés deben llevar una cinta negra para
que las ánimas de los pixanitos, o sea, las ánimas chicas no se las lleven.
El Hanal Pixán se divide en dos partes el Hanal Mején Pixán y Hanal Nojoch
Pixán, el primero se celebra el 31 de octubre y el segundo el primero de noviembre.
Nueve días antes da comienzo el novenario de bienvenida, pues comenzarían
a llegar la media noche del 31 de octubre, cuando el purgatoria se abre, saliendo
primero las almas de los niños, los “Mején Pixán”, y en la noche del primero las
almas de los adultos, los “Nojoch Pixán”. Se reza el rosario en la madrugada y
mientras se canta el “Salgan, salgan, ánimas de pena, que el rosario santo rompa sus
cadenas…” las ánimas van saliendo del purgatorio unas salen con prisas y saltan de
contento, en tanto que las ánimas santas y nobles en solemne procesión van entrando
al pueblo. Todo es tranquilidad, respeto profundo, y no falta quien por incrédulo
haya visto con asombro la solemne procesión, en escarmiento atroz por su
indiferencia.
A la par del novenario se efectúa la limpieza de las casas, patios, se aplica
pintura blanca a las albarradas, preparar manteles, y objetos que servirán en el altar.
La noche en que se cree llegarán, las puertas de las casas son adornadas con flores
como el Xpujuc, amor seco y árnica. Y las albarradas se iluminan con la luz de
infinidad de velas para que las ánimas vean el camino de llegada.
El 31 de octubre el altar está dedicado a las ánimas chicas. El mantel es de
colores con bordados de animales, juguetes o canastitas. Las comidas no deben ser
condimentadas por el temor que les haga daño, puede ser puchero de gallina, pollo
asado con caldo, frijol colado con calabacita, entre otras comidas. Alrededor del altar
se colocan juguetes como cochinitos, trompillos y gallitos de barro para que los niños
se entretengan. Las velas del altar deben ser de colores variados y su número
depende de los niños muertos en la familia. Los dulces de papaya, nance, ciricote,
calabaza, mazapanes y demás forman parte de la ofrenda. Los panes son en forma
de muñecos. También frutas, tamales con cool de achiote y una jícara de agua, este
elemento es indispensable para calmar la sed de las visitas purgantes. Todas las
ofrendas deben ser colocadas en jícaras o platos de barro.
El altar normalmente es de una sola mesa, con mantel. En el extremo superior
van las imágenes sagradas de devoción familiar, una cruz verde e imágenes de la
Virgen María. En varios casos para este altar de finados se recicla el altar cotidiano
que tiene lugar en las casas yucatecas, en tanto que sólo se reviste de nuevos
elementos. Después de las imágenes religiosas se colocan las ofrendas de comida y
bebidas y en el suelo, en una tablilla de madera, se colocan las velas, o con candeleros
desde el altar. La luz de las velas encendidas simboliza a las ánimas purgantes y el
humo del incienso la oración que se eleva al supremo omnipotente.
En el altar de las ánimas de los adultos poco varía del de ánimas de niños,
deben contener la fotografía de los difuntos, el mantel debe ser blanco con bordados
en colores más modestos, las comidas que deben ser relleno negro, escabeche
oriental, mechado de pavo, tamales de espelón y los mucbipollos o pibes, panes,
dulces variados como mazapanes, manjar blanco y dulce de calabaza. Las velas para
este altar son blancas, una por cada miembro de la familia muerto. Entre las bebidas
destacan el xtabentún, el balché, el pozole, atole y el chocolate. Todas las comidas
deben ser colocadas recién cocinadas para que las ánimas puedan recoger la
“gracia”, la esencia y sabor de las mismas. Se pueden colocar bebidas o elementos
relacionados con los difuntos de la familia como son una botella de ron, cigarros, etc.
Las flores representan con sus colores vivos la vida y ayudan a extender la luz de las
velas para que iluminen el altar. La cruz verde es la alusión al Dios de los cristianos,
aunque su color verde representa al árbol sagrado de la Ceiba o Yaxché. Los pibes o
mucbipollo deben ser tres en caso que la ofrenda sea para una mujer y cuatro para
un hombre difunto, porque el tres representa a la mujer: tres las piedras del fogón y
tres los pies de la banqueta, y cuatro al hombre: cuatro los puntos de la milpa, cuatro
los extremos de la cruz y cuatro los puntos cardinales.
Sobre los “pib” se dice que los hombres que tienen las manos frías, llamados
en maya “sil-k´ab”, no deben estar presentes cuando se entierran los “pibes”, porque
éstos no tendrán el calor suficiente para su cocimiento. Cada “pib” debe tener una
manera especial de ser depositados en el entierro, una piedra cada uno, abajo y
arriba. La carne que contiene debe ser solamente de gallina, porque si fuera de gallo,
las ánimas al llegar al altar el canto del gallo las asustará y temerosas saldrán de la
casa.
El rito de enterrarlo, de hacerlo “pib” como se dice en lengua maya, es un
símbolo del ciclo de la vida, que muere y vuelve a germinar en la vida en lo oscuro
de la tierra, vuelve a la vida y todo se renueva, carne muerta de animales y envueltos
por la masa del maíz, regresan siempre a nosotros en otra forma, vitalizados y
renovados.
Existen familias que no deben hacer “pib”, pues si en el lapso del año murió
algún miembro de su familia, al hacerlo quemaría el cuerpo su difunto que está
recién enterrado, volverán hacer los pibes el año siguiente.
Según marca la piedad popular el rezo de las ánimas chicas, o sea, de los niños
difuntos, los llamados pixanitos en lengua maya, es el Trisagio que es alabanza a la
Santísima Trinidad, pues se cree que las ánimas de los niños que recibieron el
bautismo pero murieron en breve tiempo, al no tener pecado se vuelven en angelitos
que eternamente alaban a Dios y forman parte del séquito celestial de la Virgen
María. En cambio los niños que nacieron muertos o que no recibieron el bautismo
en vida, se van al “limbo” donde forman parte de los preferidos de la Virgen
Santísima, pero no tienen alas. La Iglesia Católica ha definido, en época
contemporánea, que el “limbo” no existe y que todos los niños muertos se van al
cielo por no tener pecado, en todo caso con mayor prudencia se deja a la misericordia
divina.
Por eso el 31 de octubre, según marca la piedad popular muy de mañana se
rezará el trisagio y se cantará los Gozos de alabanza a la Augusta Trinidad que dice
al coro: Dios uno, y Trino a quien tanto, ángeles y serafines dicen Santo, Santo, Santo.
En tanto que a las ánimas grandes se reza el rosario y se cantan los lamentos
y alabanzas a Dios. Antiguamente los rezos del mediodía se hacían con rezadoras y
cantores acompañados de la serafina, un pequeño instrumento musical de viento,
también conocido como armonio. Cuya presencia forma parte indiscutible de la
añeja tradición yucatanense.
Antigua es la creencia que refiere un profundo respeto a las ánimas por el
pueblo maya yucateco que no admite calaveras pintadas, ni símbolos de calabazas
o grotescos de muertos, cadáveres podridos o sangre regada en las calles, aquello es
una ofensa a las benditas ánimas. ¡Nada de paseos y mestizas pintadas! decían las
viejitas piadosas y aún los más recatados yucatecos fieles conservadores de nuestra
tradición de los llamados días de finados. Y los abuelos en esos días relataban a sus
nietos las leyendas como advertencias de continuar la tradición. Sin embargo, la
cultura yucatanense no es un pueblo estático, muerto o del pasado, es un pueblo que
camina cada día, en tanto va cambiando, transformándose y adaptarse según la
necesidad del presente, buscando su supervivencia. Como dice el artista plástico
Marcelo Jiménez: los pueblos mayas “no son un museo etnográfico, somos un
pueblo en marcha”.
En las albarradas o en un lugar aparte dentro de la casa se coloca un pequeño
altar con comida y agua para las ánimas solas u olvidadas por su parientes. A los
bebés se les pone un hilo negro o rojo en la muñeca, pues existe la creencia de que al
no estar marcados los difuntos podrían llevárselos. A los niños en tierna edad se les
pone cintas de color en los tobillos para que no se confundan con las almas que a
veces vienen en forma de niños. Las ánimas de los que murieron cerca de la fecha
de esta celebración no salen del purgatorio, y para el último día del mes de
noviembre cuando las ánimas regresan ellos son los cargadores de velas y pibes que
llevan para que se alimenten todo el año.
Infinidad de significados y creencias giran en torno a esta celebración, y son
de dominio del pueblo yucateco, cada familia tiene su propia peculiar tradición de
colocar su altar y los elementos de ella con significados diferentes, todo bajo la
costumbre de celebrar el “U janal pixano´ob” la comida de las ánimas o de los
finados.

ALTAR DE FINADOS EN YUCATÁN II


Creencias y significados
Publicado en Por Esto! Viernes 27 de octubre del 2017

Tiene especial celebración en las casas yucatecas los llamados “finados” en el


último día de octubre y los primeros de noviembre. En maya se refieren a U Hanal
Pixanoob que significa comida de las ánimas, nombrado popularmente como
“finados”, el Chilam Balam de Ixil refiere: “1 de noviembre. Día de todos los santos
(y) 2 Conmemoración de los difuntos”. Para el siglo XIX las crónicas como de John
L. Stephens y Manuel Barbachano lo llamaron como Día de todos los santos, esto
debido a la conmemoración litúrgica católica mencionada.
Sobre la creencia en el pueblo maya Fray Diego de Landa, en su famosa
Relación de las Cosas de Yucatán, menciona que “esta gente ha creído siempre en la
inmortalidad del alma… que después de la muerte había otra vida más excelente de
la cual gozaba el alma en apartándose de cuerpo… decían que se divide en buena y
mala vida, en penosa y llena de descanso… la mala… era para los viciosos; y la
buena… para lo que hubiesen vivido bien en su manera de vivir…” la
evangelización cristiana y las antiguas creencias mayas se mezclaron en sincretismo
religioso. A las celebraciones litúrgicas y devocionales de rezar a lo divino por el
descanso de las almas del purgatorio, se unió, ajustándose al calendario, las ofrendas
anual a las ánimas practicadas en los hogares de los mayas yucatecos, combinándose
también los rezos y el uso de velas y antiguas ofrendas como los mucbipollos o pib,
por ser cocidos bajo tierra.
Aquella creencia de la inmortalidad del alma, que refiere Landa, se expresa
en la palabra maya Pixán: ánima. En su vocabulario Fray Beltrán de Santa Rosa
escribe: “Pixán: Alma”, alma o ánima, espíritu que trasciende con la esencia de lo
que uno fue en su cuerpo, en tanto que las celebraciones anuales están enfocadas en
la trascendencia de la vida terrenal y su continuación, ambas religiones cristiana y
maya profesan credo, razón por la que el sincretismo se desarrolló ampliamente. En
tanto los cristianos encendían velas en sus altares pidiendo por el eterno descanso
de las almas de sus familiares que se encontraban pagando sus deudas en el
purgatorio para ir al cielo y gozar de lo divino, los mayas con profundo respeto
también encendían sus velas y en desde lo privado de sus casas colocaban sus
ofrendas, cargada de significados, y hacían rezos, para atraer las ánimas de sus
familiares y amigos, que tal y como marcaba la creencia regresaban de Xibalbá
donde algunos descansaban y otros trabajaban penosamente, era entonces días de
descanso y convivencia en un ambiente místico y enigmático. Hasta hoy en día
muchos yucatecos nos preguntamos si regresan las ánimas y otros tan ortodoxos
dicen que no, que sólo se debe rezar por sus almas… vemos claramente ese abrupto
choque de creencias mayas y cristianas. Yo creo que los buenos yucatecos debemos
respetar la tradición de nuestros mayores y continuarla, como el legado fuente de
distinción de nuestra idiosincrasia.
El norteamericano John L. Stephens, que visitó Yucatán en 1839, a pesar desde
luego de su ignorancia en muchos temas, en su bitácora de viaje escribió: “Era la
gran fiesta de Todos los santos… además de las ceremonias que usan en la Iglesia
Católica en todo el mundo, hay una que es peculiar en Yucatán, deriva de la
costumbre de los indios, según sus recursos, compran y encienden cierto número de
velas benditas en honor de sus parientes difuntos… fuera de esto, cuecen debajo la
tierra un pastel hecho de maíz, relleno de puerco y gallina y sazonado con chile…
ningún buen yucateco come otra cosa que mucbipollos… allá en el interior del país,
en donde los indios son menos civilizados, colocan religiosamente al aire libre una
porción de esta pasta bajo de algún árbol o en algún sitio retirado para que coman
sus amigos ya difuntos, lo cual, dicen ellos que se verifica en realidad… esto les hace
creer que los difuntos pueden ser atraídos de nuevo a la vida”.
Seremos indulgentes con Stephens, ya con referir la celebración a las ánimas
de los “indios” como llama a los descendientes de los mayas, con sus velas
encendidas y ofrendas evidentemente se expone el sincretismo fraguado en siglos
de dominación española y de influencias de distintas culturas ya mezcladas bajo el
cielo peninsular. Menciona que por aquello de consumirse la ofrenda puesta en los
solares o albarradas, para la ánima sola, es señal del porqué los indígenas creían en
la evidente visita anual de los mayas, pero lejos estaba de comprender que las
ánimas son viento, son esa quietud y expectativa que rodea la celebración, y que en
algunos casos muy especiales se dejan ver con su procesión de llegada y dan
escarmiento a los incrédulos y a los que osasen burlarse de ellas con máscaras y
pinturas de calaveras y demás espectáculo.
Otro cronista es Manuel Barbachano y Tarrazo en su artículo Día de todos los
Santos, escrito y publicado antes de 1864 que, como el norteamericano, da referencia
sobre la celebración y su particularidad, a la hora de la oración la gente en bandada
se dispersa “a satisfacer su curiosidad en las casitas de los suburbios en esas horas
de devoción y de gula simultáneas… las meriendas o cenas de este día joco-fúnebre,
consiste en mucbipollos, tortas de maíz tierno con frijoles y atole nuevo; los indios y
la gente vulgar hacen provisión no sólo para los vivos sino también para los muertos,
pues destinan una cantidad y de bebida para éstos, que ponen detrás de sus casas,
en los árboles o junto de las llamadas albarradas, costumbre que es sin duda un resto
de las antiguas creencias religiosas de los aborígenes… esta ridícula mezcla de ritos
cristianos con otros verdaderamente bacanales, no debe extrañarse en un país donde
se acostumbra ir a comer, beber y jugar al lado de los que acaban de morir…un
apéndice, una agregación al carnaval”.
¡Y qué tan vigente –tristemente- se escucha sus últimas palabras del artículo
“apéndice, agregación al carnaval”! pues todas esas cosas de mestizas pintadas de
calaveras y máscaras son considerados una ofensa y una burla a las ánimas, como el
paseo de las ánimas. Una cosa sería llevar al teatro las leyendas populares, como
auxiliar pedagógico para concientizar sobre nuestro patrimonio intangible y otra es
un teatro armado muy distante a la realidad de las creencias yucatecas, hay que ser
claros no hay rescate en la tradición, en realidad es una invención muy creativa.
El día de finados en el Yucatán actual y con sus múltiples manifestaciones
según sea la región de la península y pueblo, comisaría o hacienda donde se realiza,
se expone con sus propias particularidades y características, no hay un patrón a
seguir de lo que debe o no llevar los altares.
Nueve días antes, da comienzo el novenario de bienvenida, pues
comenzarían a llegar la medianoche del 31 de octubre, cuando el purgatoria se abría,
saliendo primero las almas de los niños, los “Mejen Pixán”, y en la noche del primero
las almas de los adultos, los “Nojoch Pixán”. Se reza el rosario en la madrugada y
mientras se canta el “Salgan, salgan, ánimas de pena que el rosario santo rompa sus
cadenas…” las ánimas van saliendo del purgatorio en solemne procesión y van
entrando al pueblo. Y no falta el incrédulo que haya visto con asombro la procesión
de llegada, en escarmiento atroz por su indiferencia.
A la par del novenario, se efectúa la limpieza de las casas, patios, pintura
blanca a las albarradas, preparar manteles, y objetos que servirán en el altar. La
noche en que se cree llegarán, las puertas de las casas son adornadas con flores como
el Xpujuc, amor seco y árnica. Y las albarradas se iluminan con la luz de infinidad
de velas para que las ánimas vean el camino de llegada.
El 31 de octubre el altar está dedicado a las ánimas chicas. El mantel es de
colores con bordados de animales, juguetes o canastitas. Las comidas no deben ser
condimentadas por el temor que les haga daño, puede ser puchero de gallina, pollo
asado con caldo, frijol colado con calabacita, entre otras comidas. Alrededor del altar
se colocan juguetes como cochinitos, trompillos y gallitos de barro para que los niños
se entretengan. Las velas del altar deben ser de colores variados y su número
depende de los niños muertos en la familia. Los dulces de papaya, nance, ciricote,
calabaza, mazapanes y demás forman parte de la ofrenda. Los panes que tienen
lugar son en forma de muñecos. También frutas, tamales con cool de achiote y una
jícara de agua, este elemento es indispensable para calmar la sed de las visitas
purgantes.
El altar normalmente es de una sola mesa, con mantel. En el extremo superior
van las imágenes sagradas de devoción familiar, una cruz verde e imágenes de la
Virgen María. En varios casos se recicla el altar cotidiano que tiene lugar en las casas
yucatecas, en tanto que sólo se reviste de nuevos elementos. Después de las
imágenes religiosas se colocan las ofrendas de comida y bebidas y en el suelo, en
una varilla de madera, se colocan las velas, o con candeleros desde el altar. La luz
de las velas encendidas simboliza a las ánimas purgantes y el humo del incienso la
oración que se eleva y sirve para atraer a las ánimas al convite.
En el altar de las ánimas de los adultos, poco varía del altar de ánimas de
niños, deben contener la fotografía de los difuntos, el mantel debe ser blanco con
bordados en colores más modestos, las comidas que tiene lugar son ser relleno
negro, escabeche oriental, mechado de pavo, tamales de espelón y los mucbipollos
o pibes, panes, dulces variados como mazapanes, maja blanco y dulce de calabaza.
Las velas para este altar son blancas, una por cada miembro de la familia muerto.
Entre las bebidas destacan el xtabentún, el balché, el pozole, atole y el chocolate.
Todas las comidas deben ser colocadas recién cocinadas para que las ánimas puedan
recoger la “gracia”, la esencia y sabor de las mismas. Se pueden colocar bebidas o
elementos relacionados con los difuntos de la familia como son una botella de ron,
cigarros, etc. Las flores representan con sus colores vivos la vida y ayudan a extender
la luz de las velas para que iluminen el altar. La cruz verde es la alusión al Dios de
los cristianos, aunque su color verde representa al árbol sagrado de la Ceiba o
Yaxché. Los pibes o mucbipollo deben ser tres en caso que la ofrenda sea para una
mujer y cuatro para un hombre difunto, porque el tres representa a la mujer: tres las
piedras del fogón y tres los pies de la banqueta, y cuatro al hombre: cuatro los puntos
de la milpa, cuatro los extremos de la cruz y cuatro los puntos cardinales.
Sobre los “Pib” se dice que los hombres que tienen las manos frías, llamados
en maya “sil-k´ab”, no deben estar presentes cuando se entierran los “pibes”, porque
éstos no tendrán el calor suficiente para su cocimiento. Cada “pib”, debe tener una
manera especial de ser depositados en el entierro, una piedra cada uno, abajo y
arriba. La carne que contiene debe ser solamente de gallina, porque si fuera de gallo,
las ánimas al llegar al altar el canto del gallo las asustará y temerosas saldrán de la
casa.
El rito de enterrarlo, de hacerlo “pib” como se dice en lengua maya, es un
símbolo del ciclo de la vida, que muere y vuelve a germinar en la vida en lo oscuro
del tierra, vuelve a la vida y todo se renueva, carne muerta de animales y envueltos
por la masa del maíz, regresan siempre a nosotros en otra forma, vitalizados y
renovados.
Existen familias que no deben hacer “pib”, pues si en el lapso del año murió
algún miembro de su familia, al hacerlo quemaría el cuerpo su difunto que está
recién enterrado, volverán hacer los pibes el año siguiente.
Según marca la piedad popular el rezo de las ánimas chicas, o sea de los niños
difuntos, los llamados pixanitos en lengua maya, es el Trisagio que es alabanza a la
Santísima Trinidad, pues se creen que las ánimas de los niños que recibieron el
bautismo pero murieron en breve tiempo, al no tener pecado se vuelven en angelitos
que eternamente alaban a Dios y forman parte del séquito celestial de la Virgen
María. En cambio los niños que nacieron muertos o que no recibieron el bautismo
en vida, se van al “limbo” donde forman parte de los preferidos de la Virgen
Santísima, pero no tienen alas. La Iglesia Católica ha definido, en época
contemporánea, que el “limbo” no existe y que todos los niños muertos se van al
cielo por no tener pecado, en todo caso con mayor prudencia se deja a la misericordia
divina.
Por eso el 31 de octubre, según marca la piedad popular, muy de mañana se
rezará el Trisagio y se cantarán los Gozos de alabanza a la Augusta Trinidad que
dice al coro: Dios uno, y Trino a quien tanto, ángeles y serafines dicen Santo, Santo,
Santo. En tanto que a las ánimas grandes, se reza el rosario y se cantan los lamentos
y alabanzas a Dios. Antiguamente los rezos del mediodía se hacían con rezadoras y
cantores acompañados de la serafina, un pequeño instrumento musical de viento,
también conocido como armonio. Cuya presencia forma parte indiscutible de la
añeja tradición yucatanense.
En las albarradas o en un lugar aparte dentro de la casa se coloca un pequeño
altar con comida y agua para las ánimas solas u olvidadas por su parientes. A los
bebés se les pone un hilo negro o rojo en la muñeca, pues existe la creencia de que al
no estar marcados los difuntos podrían llevárselos. A los niños en tierna edad se les
pone cintas de color en los tobillos para que no se confundan con las almas que a
veces vienen en forma de niños. Las ánimas de los que murieron cerca de la fecha
de esta celebración no salen del purgatorio, y para el último día del mes de
noviembre cuando las ánimas regresan ellos son los cargadores de velas y pibes que
llevan para que se alimenten todo el año.
Infinidad de significados y creencias giran en torno a esta celebración, y son
de dominio del pueblo yucateco, cada familia tiene su propia peculiar tradición de
colocar su altar y los elementos de ella con significados diferentes, todo bajo la
concordia de celebrar el “U Hanal pixano´ob” la comida de las ánimas o de los
finados.

EL DOLOR DE LAS ÁNIMAS


Publicado en Por Esto! Lunes 2 de noviembre del 2015
Entre el humo de inciensos, luz de las velas y ofrendas a una cruz verde, las
casas yucatecas se rodean de misticismo.
Antiguo es el eco de la voz de nuestros abuelos que relatan lo ocurrido en un
tiempo malo distinguido por sequías, enfermedades y otros males que afectaron a
la comunidad, fue entonces cuando las familias, primero por carencia, dejaron de
realizar el altar y ofrendas en los días de finados, luego cuando la situación mejoró
la apatía hizo un relego a esta tradición, estaba señalado que las ánimas habían de
dejar escuchar sus voz de lamentos para llamar la atención de los mortales.
Cuentan que hace muchos años la abuelita de cierta familia falleció poco antes
del mediodía, la familia entera, conmovida, preparó todo para la velación, la
amortajaron y la colocaron en una tabla mientras el carpintero terminaba el ataúd.
Cuando comenzó a caer la tarde, ante la vista de todos, el cuerpo entonces inerte
comenzó a moverse, atónitos los familiares la desataron, quitándole las vendas que
la ataban a la sábana, ella se dio cuenta que se encontraba en una capilla ardiente,
todos en asombro no daban crédito de lo que ocurría.
La abuela se sentó entre las tablas y pidió que entraran los adultos y hasta los
niños, sus nietos que la rodearon sentándose en el piso, entonces la abuela les dijo
que prestaran atención, que tenía un mensaje especial para todos. Dijo que mientras
estaba muerta vio algo asombroso, y que despertó para dar el testimonio de todo lo
que vio y escuchó.
Dice que estuvo en un lugar donde vio a las ánimas de las personas difuntas,
pudo apreciar que cada una hacía un trabajo específico para purificarse de sus
pecados, según sea la gravedad de sus pecados era el trabajo que le correspondía,
este lugar era el llamado purgatorio. Las ánimas de las personas que habían
practicado el adulterio y semejantes pecados carnales, se las pasaban girando las
maderas de norias de pozos; que otras ánimas se las pasaban expurgando maíz y
frijol entre infinidad de piedras de colores, también pudo observar que un grupo de
ánimas lavaban caballos de diferentes colores.
Otras ánimas sembraban y sembraban, a la vez de espantar a infinidad de
zopilotes que sacaban las semillas, hacían sus trabajos sin término, por largos e
infinitos tiempos. Todos eran conocidos, todos eran ánimas de personas que
vivieron en su pueblo, Tekal, observó a familiares, amigos, conocidos, aquello se
volvía un tormento con sólo mirarlos padecer.
Pero también vio que algunas ánimas se veían fuertes y robustas, otras débiles
y cansadas, entonces una voz le dijo que la fuerza de las ánimas es variable, las
fuertes son aquellas que reciben oraciones de sus familiares, y las débiles todo lo
contrario, nadie ora por ellos, y sólo se consuelan de las oraciones que se hacen a las
ánimas del purgatorio.
También vio que en purgatorio se ve a la Virgen de Candelaria, venerada de
Tekal de Venegas, estaba parada frente a ellos con infinidad de angelitos que la
rodeaban, que eran las ánimas de los niños que murieron bautizados, y también vio
a unos niños que no tiene alitas esos son los niños que murieron sin bautizar, a éstos
se les conoce en lengua maya como pixanitos, en castellano ánimas de pequeños. Las
almas miraban a la Virgen y suspiran…
Y volvió a escuchar la misma voz que le dijo, que cuando es la fiesta de la
Virgencita, para el dos de febrero, ella viene a ellos y se lleva al cielo, al lado de Yum
Dios, a muchos tekaleños que fueron sus devotos.
Dice que estando asombrada, no se percató de un ánima que se le acercó entre
los quejidos de dolor y cansancio, ésta le advierte que cuando regrese a la vida diga
a los mortales todo ese sufrimiento que se experimenta en ese lugar, para que
rectifiquen su camino y no paren en ese lugar de tormento… también le dijo que sólo
el día de finados tienen descanso, para lo cual deben salir y partir a casa de sus
familiares a convivir y visitar sus pueblos.
Todos los niños que escucharon el relato de la abuela quedaron asombrados,
los adultos que escucharon sus palabras comenzaron a golpearse el pecho y se
propusieron todos los años sin faltar hacer su ofrenda de pibes y comida, en la
medida de las posibilidades, en los días de finados, si los recursos no alcanzaba no
dejarían pasar la ocasión para que la rezadora hiciera la petición entre su rezos por
las ánimas de los familiares y amigos. Fue así como regresó la piadosa costumbre de
colocar los altares entre velas, incienso y “pibes”.
La antigua creencia de devoción popular señala que las mañanas de primero
de noviembre, mientras se reza el rosario de bienvenida de las ánimas, éstas en el
purgatorio se van liberando de sus celdas y cadenas de castigo para poder bajar al
mundo, y es hasta en el canto final en que saldrán presurosas y alegres para venir a
convivir entre pib, panes, chocolate, y comidas… ese antiquísimo canto dice a la
letra:
Salgan, salgan, salgan
Ánimas de pena,
Que el Rosario Santo
Rompa sus cadenas.

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