Modos Argumentativos en El Periodismo de Opinión
Modos Argumentativos en El Periodismo de Opinión
Modos Argumentativos en El Periodismo de Opinión
Bosquejo histórico
F,
, n los relativamente pocos años en que en España se ha convertido
el Periodismo en materia de estudio universitario, no ha sido muy
frecuente que los estudiosos y profesores de las diversas universidades
que se han ido creando hayan contemplado el panorama del periodismo
de opinión. Parece como si hubiera un acuerdo expreso en decir que lo que
verdaderamente interesa es la información: la noticia, el reportaje y la
crónica. Y en estos últimos años, interesa más aún que eso, la penetración
del periodismo en la sociedad, el impacto informativo, en fin, las leyes que
rigen la semántica y sobre todo la crítica a la desfiguración del idioma
debido a los medios de comunicación.
En este último concepto se ponen de acuerdo académicos y aficionados
para expresar cuales son exactamente los modos que los medios han ido
intercalando en el habla cotidiana y hay que convenir en que por mucho
que se extiendan en esos modos, generalmente no llegan a la docena, pero,
eso sí, todos señalan los mismos: a nivel de, en base a, álgido, constatar,
concienciarse, de que, etc.
El periodismo de opinión apenas si provoca la curiosidad de los es-
tudiosos —y esta aseveración se ha convertido para mí en reiterada—. Se
ve que cuando el periodismo sube en la escala y alcanza a aquellos "cabezas
de huevo" que tienen que pensar por sí mismos y expresar sus opiniones,
éstas ya no son objeto de consejo por parte de nadie, sino producto de la
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comprobación; b) los textos deben ser elaborados con arreglo a unas reglas
lingüísticas que son las reglas del lenguaje periodístico. En los textos de
opinión: a) el comentario debe ser claro, distinto e identificable; b) sólo
se puede comentar los previamente relatados. Es muy importante el respeto
a estas normas para que el periodista aspire a la credibilidad y estima del
lector (10).
Presumiendo el respeto a estas normas, el periódico tiene un papel
integrador desde el punto de vista de la función política que tiene en-
comendada. La influencia que ejerza sobre el público dependerá de la
confianza de los que puedan ser objeto de persuasión a pesar de que en
términos generales dice la verdad de lo que pasa o de lo que puede pasar.
En los tiempos modernos, el papel del periódico como productor de textos
de opinión está siendo cada vez más valorado, hasta el punto de que algunos
teóricos de la comunicación afirman que los comentarios son los únicos
mensajes verdaderamente originales de un periódico. De ahí su enorme
importancia en las sociedades actuales: los comentarios son mensajes
claramente atribuibles a un periódico determinado (o a un sistema productor
de textos de opinión) como puede ser el equipo editorial. Los comentarios
periodísticos sirven para cambiar el mundo y en ocasiones para intentar
también cambiar la vida.
La labor editorializante, la tarea de escribir textos de opinión, representa
el cierre del círculo dentro del cual se desenvuelve la actividad del perió-
dico, como intérprete autorizado, en quien la sociedad delega su derecho
a explicar la realidad del mundo que afecta a los lectores.
EL VOTANTE ILETRADO
a ella. ¿Por qué el mismo justo rigor que se ha mostrado en este caso
no ha sido aplicado en otros, como en el de la reciente estrafalaria
resolución del Tribunal superior de Andalucía con respecto al "caso
Guerra"? ¿Será que existe una justicia para los escándalos que
involucran a personas vinculadas al PP y otra muy distinta cuando los
implicados están en la vecindad del PSOE? Filesa, Ibercop y los restos
del "caso Juan Guerra" nos ilustrarán pronto sobre ello.
Conclusión
En líneas generales, puede decirse de los textos editorialistas que cuanto
menor extensión tienen, se da en ellos más preponderancia a la argumen-
tación de todo tipo. Los editoriales más amplios se basan en una fuerte
documentación con exhibición de datos, hasta el extremo que algunos de
ellos tienen simplemente documentación suficiente para que el lector pueda
encontrar sus propias conclusiones.
Si nos fijamos en el caso de las columnas de opinión, al que acabamos
de aludir, y tomamos el ejemplo de una de las más significativas, como
puede ser la de Jaime Capmany en el diario ABC, podemos asegurar que
tanto ésta como también muchas otras —las de Francisco Umbral, en El
Mundo, o Manuel Alcántara, en Epoca, etc.— están basadas en su mayoría
en argumentos "a fortiori", por el efecto "ridiculum". En estos textos tiene
que quedar el escrito a cubierto de varios defectos, captando la risa y, por
tanto, la simpatía del público en favor de la propia causa.
En mayor o menor grado el humorismo ridiculiza y así se prepara para
convertirse en un arma eficaz al servicio de la crítica periodística. Todos
los recursos humorísticos tienen un denominador común: minimizar la
exigencia de que algo en particular debe tomarse en serio, bien reducién-
dolo a lo absurdo, bien reduciéndolo a lo negligente, de manera que
produzca placer la minimización (12).
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NOTAS BIBLIOGRAFICAS