Nicoya y Nicaragua S.xvi PDF
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amb el títol
HISTÒRIA
9. Conclusiones............................................................................................................................515
Anexo .............................................................................................................................................525
Introducción 3
1. Introducción
Mi interés por el mundo americano, y en concreto por las culturas prehispánicas, se inició
durante mi etapa de estudiante en la Universitat de Barcelona (UB). Antes de terminar mi
licenciatura tuve la gran suerte que la Sra. Carmen Huera, directora del Museu Etnològic de
Barcelona (MEB), me acogiera como becaria en la institución que en aquellos años dirigía, y
me brindó la ocasión de trabajar con material arqueológico procedente de la Baja América
Central (BAC), primero sobre una colección originaria de El Salvador, para más tarde
encargarme la catalogación y estudio de todas las colecciones existentes en el Museo originarias
de América Central.
En dicha institución conocí a la Dra. Carme Fauria quien, por fortuna para mí, encauzó mi
interés hacia la investigación americana. Tras muchos años de trabajo conjunto, escogimos
como problemática a analizar el mundo prehispánico en el área de la Gran Nicoya y sus
transformaciones tras la conquista y a lo largo el siglo XVI.
afectiva y de respeto que ha ido creciendo paulatinamente gracias a las diferentes estadías en
América Central.
Antes de formular las hipótesis iniciales que guiarán este trabajo, he creído conveniente realizar
un análisis de la historia de las investigaciones centrándome básicamente en dos aspectos. En
primer lugar, el tratamiento que desde la arqueología se ha dado a América Central, así como
los modelos teóricos y explicativos empleados; en segundo lugar, desde una perspectiva
histórica, un breve estado de la cuestión sobre las diferentes problemáticas a tratar en este
estudio.
1
Entre los cronistas oficiales de Indias, por sus aportaciones sobre la cultura indígena, cabe destacar a Pedro
Mártir de Anglería, Gonzalo Fernández de Oviedo, Juan López de Velasco y Antonio de Herrera y Tordesillas.
Referentes a diversos temas, también son de especial importancia para el estudio de la Gran Nicoya, las
descripciones de Gil González Dávila, Pascual de Andagoya, Fray Bartolomé de Las Casas, Francisco López de
Gómara, Juan de Torquemada, Antonio Vázquez de Espinosa y Girolamo Benzoni. Para más información sobre
las obras de los cronistas de Indias, religiosos y viajeros que visitaron América Central, consultar las obras de
Introducción 5
finales del siglo XIX momento a partir del cual resurgió con las primeras noticias de viajeros,
ingenieros, comerciantes, etc.
Figura 1.1. Delimitación del área de la Baja América Central según Frederick
W. Lange y Doris Z. Stone (1984: 4).
Tradicionalmente, a la BAC se la consideró como una zona marginal, como un puente o nexo
de unión entre las dos grandes áreas culturales: Mesoamérica y los Andes. Respecto a la Gran
Nicoya, debido esencialmente a la definición de Mesoamérica realizada por el antropólogo Paul
Kirchhoff (1943 y 1992), se la consideró como la periferia sur de dicha área. Actualmente,
gracias a nuevos trabajos en arqueología, etnohistoria y lingüística, realizados a partir de la
década de los 70, se puede estudiar la BAC como un área independiente con un desarrollo
interno muy complejo que no puede ser entendido únicamente a partir de influencias externas.
Hoy en día, se da mucha importancia a la diversidad regional, a la eficaz adaptación al medio
desde épocas muy antiguas, a los modelos de interacción y a los sistemas socio-políticos que en
ella se desarrollaron.
En comparación con otras áreas culturales, la historia de las investigaciones sobre la Gran
Nicoya es relativamente reciente y escasa. Con toda certeza la potenciación de los estudios
sobre las áreas nucleares, la escasez de construcciones monumentales, el poco interés mostrado
sobre la cultura tradicional debido a la idea generalizada de destrucción absoluta tras la
conquista, la dificultad que a veces presenta el medio ambiente, así como la complicada historia
Benedict Warren (1973), Ernes J. Burrus (1973) y Charles Gibson (1973), entre los más significativos.
6 Introducción
política y social de algunos países de América Central, son algunas de las causas de este
desfase. Este último aspecto es evidente para la Gran Nicoya, pues se observa una diferencia
cuantitativa importante entre los estudios referentes a la zona norte englobada en la actual
república de Nicaragua, de los de la región de Guanacaste en tierras de Costa Rica.
Desde el punto de vista de la arqueología, la historia de los estudios sobre la Gran Nicoya
arranca a finales del siglo XIX, aunque no se puede hablar de una arqueología científica -que
conlleva un estudio sistemático tanto de los yacimientos como del material obtenido- hasta los
años 50 del siglo XX.
Primer periodo investigador. Esta etapa comienza a finales del siglo XIX, cuando un reducido
número de exploradores, viajeros, ingenieros, etc., impulsados por diferentes motivos,
recorrieron las tierras de Nicaragua y Costa Rica. Con ellos se inaugura el primer periodo en la
historia de las investigaciones que se desarrolló desde finales del siglo XIX hasta principios del
siglo XX. Se trata de trabajos iniciales (básicamente prospecciones o recolecciones de
superficie), descripciones o simplemente informes sobre las tierras situadas en las costas del
Pacífico de ambos países.
El primer viajero que recorrió la zona de la Gran Nicoya fue Ephraim George Squier (1860).
Encargado de Negocios para las repúblicas de Centroamérica, durante sus viajes por Nicaragua
prestó más atención a la geografía, a sus habitantes, a sus lenguas, a su economía que a su
historia antigua. No obstante, también localizó y describió la mayoría de los monumentos
situados, básicamente, en la isla Zapatera. Aunque sus estudios están faltos de una base
científica, sus descripciones y, sobre todo, los mapas de la zona han sido de inestimable ayuda
en la reconstrucción e interpretación de algunos de los yacimientos que visitó2.
A finales de este mismo siglo, el botánico sueco Carl Erick Bovallius (1883 y 1970) recorrió la
misma zona que Squier. A diferencia del anterior, concentró su actividad en el yacimiento de
Punta del Zapote o Zonsapote. Por primera vez, además de una precisa descripción de las
esculturas, se procedió a una recolección, posiblemente de superficie, de cerámica. Bovallius no
sólo describió el yacimiento, sino que cuestionó su funcionalidad e importancia en época
prehispánica. Otro botánico sueco que también se interesó por el área, pero esta vez desde Costa
Rica, fue Carl V. Hartman (1901, 1907 y 1991) quien realizó las primeras excavaciones
sistemáticas en dicho país y en 1907 centró su atención en el cementerio de las Huacas en
Guanacaste.
Otros viajeros que a mediados y finales del siglo XIX también recorrieron la zona y dejaron
material gráfico y escrito de gran utilidad para los investigadores contemporáneos fueron F.
2
Hay que señalar que, debido a la intensa actividad de los huaqueros, en 1920 el Padre Andrés Rongier
trasladó muchas de las esculturas de la isla Zapatera a tierra firme para su protección.
Introducción 7
Boyle, explorador, quien estudió la cerámica de la zona y advirtió diferencias notables entre las
esculturas de Chontales y las del resto de Nicaragua; J.F. Bransford (1881), doctor de la Marina
de Estados Unidos, que realizó "excavaciones" en la isla de Ometepe y en las riberas del lago
Nicaragua, cuya principal aportación fue el intento de diferenciar y clasificar algunos tipos
cerámicos; o E. Flint, investigador de la Smithsonian Institution, que visitó Isla Zapatera y parte
de la costa noroeste de Nicaragua, cuya contribución más importante fue, probablemente, el
informe y descripción de las huellas de Acahualinca (1884).
En la misma línea que los viajeros anteriores, desde finales del siglo XIX hasta el primer cuarto
del siglo XIX hubo una afluencia de lingüistas pertenecientes a la escuela alemana. De entre
todos ellos sobresale Walter Lehmann que recorrió la mayoría de los países de América Central,
donde además de desarrollar trabajos acordes con su especialidad (registro y clasificación de las
diferentes lenguas del istmo centroamericano), realizó también un gran número de dibujos de
esculturas, petroglifos y tipos cerámicos de la zona. Fue el primer investigador en señalar
similitudes entre algunas lenguas (el pipil y nicarao) y el material arqueológico de Nicaragua y
Costa Rica con los de México (1915).
En líneas generales, el elemento que caracteriza a la mayoría de estos estudios, y que los
diferencia de trabajos anteriores realizados por cronistas o por religiosos, es el tratamiento
sistemático y secular de la información. Robert M. Carmack (1993: 39) afirma que a finales del
siglo XIX el estudio de la historia aborigen de Centroamérica se dirige hacia lo que denomina
“historias modernas”. Se trata de una nueva forma de aproximación al sujeto de la historia que
sin duda alguna parte de una tendencia positivista. Las ideas religiosas, las interpretaciones
altamente politizadas fueron substituidas por cánones científicos, así los diferentes fenómenos
del mundo fueron estudiados objetivamente y sus leyes naturales del desarrollo determinadas.
Para concluir, podemos afirmar que estos primeros estudios no sólo han sido de gran utilidad
para los investigadores del siglo XX por sus aportes, sino por haber visualizado una zona hasta
entonces totalmente olvidada, abriendo el camino a trabajos posteriores.
Thomas A. Joyce (1916), arqueólogo que trabajó esencialmente en Honduras Británica (Belize),
fue el primero en escribir una obra de síntesis para toda América Central. Se trata de una
8 Introducción
recopilación de datos a partir de sus estudios en colecciones tanto americanas como europeas.
Aunque se detectan algunas equivocaciones en la periodización, la clasificación de los grupos
indígenas, y la articulación de su discurso a partir de influencias externas, la división por zonas
de estudio es muy precisa. El arqueólogo Herbert J. Spinden, se interesó no sólo por la
prehistoria centroamericana, sino por su situación y sus relaciones con las áreas de mayor
civilización. Así en 1917 afirmó que esta zona desempeñó un importante rol en las
comunicaciones interculturales y que fue un estímulo entre dichas áreas, calificando a América
Central como túnel difusionista.
Sin duda alguna, el mayor arqueólogo de este periodo fue Samuel K. Lothrop, con quien se
inauguró la arqueología científica. Su obra principal perteneciente a este periodo se basó en el
análisis de más de 35.000 fragmentos cerámicos -localizados en colecciones privadas y en
museos de América y Europa- pertenecientes a Costa Rica y Nicaragua. Aunque en su obra no
utilizó de forma específica el término de Gran Nicoya, señaló que la región del Pacífico era una
única zona arqueológica, cuyos límites eran muy similares a los propuestos posteriormente para
la Gran Nicoya3. Además de recopilar un amplio registro sobre las variantes y distribución de
los tipos cerámicos, Lothrop anticipó pautas de investigación que, tal y como señalaré con
posterioridad, fueron retomadas por diversos investigadores.
Otro estudio, aunque menos ambicioso que los anteriores, fue el realizado por William Orchard
(1927) donde, fundamentalmente, se describen y catalogan materiales líticos procedentes de la
región de Nicoya depositados en el Museum of American Indians de Nueva York.
Sin duda alguna, este periodo proporcionó un corpus descriptivo básico para el trabajo
comparativo. No obstante, se hacía evidente la falta de estudios cronológicos y clasificatorios
que comportaban, entre otros aspectos, un trabajo de campo.
3
Samuel Lothrop (1979a: 1: 86) afirma que existe una clara diferenciación entre el área de las Tierras Altas de
Costa Rica y la de las orillas del Golfo de Nicoya. Esta última junto con el oeste de Nicaragua formaba la
denominada Área del Pacífico.
Introducción 9
prehispánica provocó la necesidad de definir y caracterizar los diferentes ámbitos donde éstas se
desarrollaron. Mientras que, con anterioridad, se empleaban modelos clasificatorios geográficos
(geografía política y/o biogeografía), en este periodo se utilizó por primera vez, aplicado a la
arqueología, el término de área cultural entendido como un espacio geográfico donde diversos
pueblos compartieron costumbres y elementos culturales determinados. Para esta delimitación
se emplearon los modelos explicativos característicos de la Historia Cultural4.
En 1943, el antropólogo Paul Kirchhoff definió el área que se extiende desde el río Pánuco al
Sinaloa pasando por el Lerma hasta la desembocadura del río Motagua y el Golfo de Nicoya,
incluyendo el lago de Nicaragua, como Mesoamérica (1992: 35). Confeccionó una lista de
elementos culturales, y a partir de un juego de ausencia y presencia de éstos, delimitó y definió
este área. Además prestó gran atención a la distribución espacial de los rasgos y el significado
que esto tenía sobre las culturas. No es mi propósito cuestionar aquí la validez de este término,
pero sí he de señalar que a partir de este momento, la Gran Nicoya fue considerada como una
zona marginal de Mesoamérica -Periferia Sur- (Willey 1966: 88), y en gran medida, esta
hipótesis fue seguida por la mayoría de investigadores de este periodo y lo que es más grave
aún, continua siendo utilizada actualmente.
En referencia a la definición de Mesoamérica, también hay que tener en cuenta que, tal y como
4
Robert Carmack (1993: 41-42) lo define como una perspectiva de análisis histórico que investiga los orígenes
y los cambios a través del espacio y del tiempo. Se señalan áreas geográficas particulares, en las cuales diversos
pueblos compartieron costumbres y rasgos culturales característicos, y se reconstruyen los contactos históricos
entre estos pueblos que condujeron a la formación de áreas culturales.
10 Introducción
5
Según la definición original de 1957, el área Intermedia ocupaba el oriente de Honduras, la costa atlántica y
centro de Nicaragua, Costa Rica quitando la península de Nicoya, Panamá, la mitad occidental de Colombia, la
porción occidental de Venezuela que rodea el lago Maracaibo y las tierras altas y la costa de Ecuador. Ver la
revisión del concepto propuesta por el mismo autor (1981: 13).
6
Gordon Willey (1971: 254-258) incluye dentro del Área Intermedia los siguientes territorios: los Andes
ecuatorianos y la costa del pacífico, los Andes colombianos y la costa del Pacífico, la costa caribeña de Colombia,
el área andina del oeste de Venezuela y la costa adyacente, y todo la Baja América Central hasta la línea que se
extiende desde el Golfo de Nicoya hacia la costa caribeña norte-central de Honduras.
7
Gordon Willey (1971: 277-78) afirma que el Área Intermedia no posee patrones distintivos panregionales tan
fuertes como los que se dan en Mesoamérica o en el área peruana, y que desde una perspectiva totalizadora, se ve
confirmada su tradición cultural como intermedia entre estas civilizaciones y las culturas agrícolas más simples
que se dan fuera de la América Nuclear.
Introducción 11
12 Introducción
En la década de los años cincuenta, Albert Norweb, bajo los auspicios del programa del Institute
for Andean Research, realizó excavaciones en el istmo de Rivas y en el área de los grandes
lagos de Nicaragua, concluyendo que la Gran Nicoya debía ser tratada como una única área
cultural. En 1964 la definió como una unidad geográfica y cultural coherente que abarcaba los
territorios situados desde la bahía de Fonseca hacia el sur, el sudoeste de Nicaragua -que incluye
gran parte del área de los lagos- y la región del noroeste de Costa Rica adyacente al Golfo de
Nicoya (1964: 561). Además, señaló que dicho término era un concepto flexible, es decir,
variable en el tiempo y en el espacio, con un centro que contribuyó y recibió influencias de las
diversas áreas; por otro lado esta flexibilidad ya fue evidenciada por Samuel Lothrop en 19268.
Norweb, en el mismo artículo, fue el primero en determinar la secuencia cronológica del istmo
de Rivas, muy ajustada en cuanto a las fechas y a los tipos cerámicos. No obstante, afirmó que
la cerámica producida durante los periodos más antiguos era de origen centroamericano,
mientras que la manufacturada a partir del Polícromo Medio era de ascendencia
8
Samuel Lothrop (1926: 1: 413) afirma que una frontera cultural no es como una frontera política que puede ser
claramente demarcada, sino que es como la unión entre dos colores donde las líneas de contacto se mezclan dando
lugar a una gran variedad de matices.
Introducción 13
mesoamericana. Observamos cómo, a pesar de considerar a la Gran Nicoya como una unidad
cultural, continuó dando importancia al factor geográfico como elemento determinante, a la vez
que integró este área dentro de la esfera de influencia mesoamericana.
Las primeras obras de síntesis dentro del marco de la Historia Cultural fueron el Handbook of
South American Indians (1948) y el Handbook of Middle American Indians (1964). La primera
es un estudio clásico de las culturas de América del Sur con pocos artículos referentes a la BAC.
En el volumen número 4, Julian Steward9 agrupó la mayor parte de las culturas de América
Central -a excepción de las situadas en la costa del Pacífico- bajo el nombre de "tribus circum-
caribe", no obstante, investigaciones posteriores mostraron que dichas relaciones culturales
aceptadas eran, en su mayor parte, inexistentes. Respecto a la segunda, se trata igualmente de un
clásico, pero esta vez para el área de Mesoamérica. Uno de los artículos más relevantes es el de
Samuel K. Lothrop (1966) en el cual trata por primera vez a la BAC como un área cultural con
unas características propias. A pesar de todo, ambas obras niegan sistemáticamente el desarrollo
interno de la Gran Nicoya, ya que sitúan esta zona dentro de la esfera cultural Chibcha en el
primer caso y en la mesoamericana en el segundo.
Durante este periodo, además de los estudios focalizados en la delimitación de las grandes áreas
culturales y de las obras de síntesis, se llevaron a cabo gran cantidad de excavaciones en la zona
de la Gran Nicoya. La mayoría de ellas se concentraron en yacimientos individuales,
produciendo una falta de visión globalizadora para todo el área, y los resultados obtenidos
siguieron los modelos difusionistas propuestos por otros autores y continuaron vinculando esta
subárea con culturas tanto del norte como del sur.
Claude Baudez (1958 y 1962) y Michael Coe (1962) trabajaron, unidos o por separado, en la
Gran Nicoya con el fin de establecer y discernir, tanto las secuencias cronológicas regionales
como las relaciones e influencias culturales en su evolución durante las diferentes fases y
periodos. Respecto a la primera, aunque muy precisa para determinados yacimientos, se
extrapolaron secuencias muy locales a toda la zona generándose un serio problema de
entrecruzamiento de cronologías al no existir una correlación exacta entre la zona norte y sur de
la Gran Nicoya (ver apartado 3.3.2). En referencia al desarrollo cultural de la zona, ambos
consideraron que las influencias externas fueron su motor principal.
9
Según Julian Steward (1948), el área circum-caribe se extendía desde la frontera maya de Honduras hasta
Colombia. Algunos de los grupos de la BAC incluidos en su definición son los cuna, talamanca, mosquito, sumo y
lenca.
14 Introducción
Aunque de carácter más general, también deben mencionarse los trabajos de Doris Stone (1964
y 1966a), en los que considera a la BAC como un puente o nexo de unión entre las dos áreas de
alta civilización, y afirma que su desarrollo cultural es una respuesta obtenida a partir de
influencias externas.
Como colofón, sólo me resta indicar las obras de Claude Baudez (1976) y Doris Stone (1976a,
1976b y 1977) que cierran este periodo. Ambas constituyen una notable síntesis de la
arqueología de la BAC que resumen los modelos de estudio señalados: historia cultural y
difusionismo.
Los estudios que hasta entonces habían utilizado la perspectiva de la Historia Cultural,
conceptualizaron la cultura como un conjunto de ideas y valores, y se preocuparon más por las
características "esenciales" (formulación de las diferentes áreas culturales) que por el
comportamiento de los propios grupos. En contraste, a partir de este momento, las
investigaciones se dirigieron mayoritariamente hacia el conocimiento del desarrollo interno de
cada una de las diferentes subáreas que forman la BAC. Además, las influencias externas fueron
tomadas como simples variables, enfatizando la idea de que la evolución social de estos pueblos
no fue inducida. Para la Gran Nicoya en particular, este giro en las investigaciones supuso una
revisión en profundidad sobre la importancia e impacto de las migraciones procedentes de
Mesoamérica. Robert Carmack10 afirma que la mayoría de estos estudios se llevaron a cabo
siguiendo modelos de la Evolución cultural.
Durante esta etapa, también se observan cambios en el tipo y objetivos de las excavaciones
arqueológicas. Éstas dejaron de realizarse en sitios aislados y se desarrollaron como parte de
10
Robert M. Carmack (1993: 45-48) define la evolución cultural como una perspectiva de análisis histórico que
se centra en los procesos culturales por los que una sociedad se desarrolla de un nivel de complejidad a otro
superior y tiende a ser un modelo materialista.
Introducción 15
grandes proyectos como el de Bahía Culebra y el de Guanacaste / Corredor de San Carlos, entre
otros. Además, teniendo en cuenta que las secuencias cronológica y cerámica estaban
prácticamente definidas, los estudios se focalizaron en otros aspectos como los cambios
climáticos, la subsistencia, los patrones de asentamiento y funerarios, así como la
reconstrucción de los sistemas de poder y de organización territorial que se desarrollaron.
En esta etapa, la gran mayoría de estudios arqueológicos han sido publicados en la revista
Vínculos (1975 - hasta la actualidad) que, aunque editada en Costa Rica hace referencia a toda la
BAC. Los primeros volúmenes tratan principalmente de los tipos cerámicos y de las diferentes
secuencias cronológicas, mientras que a partir de los años 80 los estudios se vuelven más
específicos para cada subárea e incluso para cada yacimiento. El gran número de artículos
publicados en esta revista, y sobre todo los diferentes modelos de estudio empleados,
imposibilitan un análisis en profundidad. No obstante, de especial interés son los números 13
(1987) y 18-19 (1994) que ofrecen una síntesis de la Gran Nicoya. El primero hace referencia a
los tipos cerámicos y sus variedades, especificando su lugar de producción, localización
arqueológica, iconografía, etc., siendo obra imprescindible para la catalogación del material
cerámico. El volumen 18-19 es un homenaje a Héctor Gamboa11 donde, entre otros aspectos, se
analiza la evolución histórica del concepto de Gran Nicoya y se señalan tanto las deficiencias en
su conocimiento, como las futuras líneas de investigación.
Otra obra esencial para la clasificación del material cultural de Costa Rica es el catálogo de la
exposición Between Continents /Between Seas: Precolumbian art of Costa Rica editado por
Elisabeth Benson (1981). Además, esta obra cuenta con diversos artículos entre los que
destacamos el de Elisabeth Easby, y el de Frederick Lange, Ronald Bishop y Lambertus van
Zelst. Ambos analizan la producción de objetos de jadeíta en Costa Rica y, a diferencia de
estudios anteriores como el de Carlos Balser (1958)12 que sostiene que dichos objetos no son
más que un reflejo de las influencias mesoamericanas, concluyen que se trata de una producción
local y que el número de objetos y cantidad de materia prima procedentes del área maya son
poco representativos sobre el volumen total de dicha producción.
Durante este periodo el principal investigador de la Gran Nicoya y teorizador del área cultural
de la BAC es sin duda alguna Frederick W. Lange quien, en sus primeros trabajos (1976: 45-66,
11
Héctor Gamboa es considerado por la comunidad científica como uno de los grandes renovadores de la
antropología y arqueología costarricenses. Como director del Departamento de Antropología e Historia del Museo
Nacional creó el Taller de Conservación y Restauración y, más tarde, el de Museografía, a partir de los cuales
potenció el conocimiento de su país a través de diversas exposiciones, formando a su vez a la mayor parte de
arqueólogos que actualmente investigan en Costa Rica.
12
Carlos Balser (1958), señaló que la presencia de objetos realizados en jadeíta y otras piedras verdes fue una
más de las múltiples influencias del área mesoamericana sobre la Gran Nicoya. Además, al no hallarse en Costa
Rica depósitos de este mineral, sostuvo que parte de la materia prima con que fueron realizados era originaria de
las minas situadas en el Río Motagua.
16 Introducción
1980a: 33-42 y 1980b: 81-96) desde una perspectiva globalizadora y, a diferencia de estudios
anteriores como los de Michael Coe y Claude Baudez, advirtió las variantes existentes dentro de
la subárea y la dividió en 4 zonas, solucionando de esta forma viejos problemas como el
entrecruzamiento de cronologías y estableciendo finalmente una secuencia cronológica y
cerámica para toda la Gran Nicoya. A partir de los modelos de estudio propios de la Ecología
Cultural13 fue el primero en tratar los patrones de asentamiento y los modos de subsistencia de
forma conjunta a partir de un profundo conocimiento del medioambiente característico de esta
zona. Así, por ejemplo, analiza ciertos cambios en la población y en su economía a partir de las
variaciones climáticas, de los tipos de suelos, etc.
Otra obra de síntesis, aunque mucho más especializada que la anterior debido a que sólo analiza
los patrones de asentamiento en la Costa Rica precolombina, es el número 14 del Journal of the
Steward Anthropological Society (1986). En este volumen, además de localizarse
geográficamente la mayoría de sitios arqueológicos de la Gran Nicoya, se analiza uno de los
aspectos que más controversias han generado y, posiblemente, generará en el futuro: el
comercio y/o intercambio. A diferencia de estudios anteriores, donde se afirmaba que las únicas
relaciones posibles fueron las establecidas con Mesoamérica o los Andes, en esta obra se
postula que éstas tuvieron lugar a través de una extensa red de comunicaciones a nivel local y
13
Según William Fowler (1989) la ecología cultural estudia la intervención dinámica entre las sociedades
humanas y el medioambiente que ocupa y explota y, comporta: hábitat (paisaje, clima, suelos, minerales),
comunidades bióticas y sociedades humanas. Para más información ver Robert Netting (1986). Un claro
precedente de este método es el aplicado por Alfred Kroeber en 1939 donde examina la relación entre los
componentes naturales -ecología- y los culturales.
14
Frederick Lange y Doris Stone (1984: 7) proponen los siguientes periodos culturales para la evolución de la
BAC: Periodo I: ? - 8000 a.C.; Periodo II: 8000 - 4000 a.C.; Periodo III: 4000 - 1000 a.C.; Periodo IV: 1000 a.C. -
500 d.C.; Periodo V: 500 - 1000 d.C.; Periodo VI: 1000 - 1550 d.C. Ver además figura 3.5 en la que se discuten
otras cronologías sobre el área.
Introducción 17
regional15, mediante las cuales circularon tanto productos de intercambio como elementos
culturales, religiosos, etc.
Para finalizar con las principales líneas de investigación y modos de estudio empleados entre los
años 70 y 80, cabe mencionar la extensa obra de síntesis de Luis Ferrero (1987). A pesar de
seguir el modelo de la Historia Cultural, es la primera obra donde no sólo se tiene en cuenta la
arqueología de Costa Rica, y en especial de la Gran Nicoya, sino que considera además los
datos históricos.
La primera obra que se cuestiona este hecho es Wealth and Hierarchy in the Intermediate Area
(Lange 1992a). Con anterioridad se había postulado que la ausencia de influencias externas fue
la causa de que muchos grupos no evolucionaran más allá de sociedades igualitarias o
únicamente alcanzaran un nivel de cacicazgo. En este volumen, Payson Sheets afirma que, a
pesar de que estos pueblos conocían los modos de organización socio-política de sus vecinos
(ya he mencionado algunos de los mecanismos de comunicación) no aplicaron sus modelos. En
consecuencia, un profundo conocimiento y correcta adaptación al medio donde se asentaban,
mostraba la imposibilidad de desarrollar otros tipos de sociedad, de tecnología, etc., es decir,
asistimos a un proceso de resistencia, totalmente voluntario, que rompe con los viejos
15
Para esta problemática, ver las obras de Juan V. Guerrero 1986: 171-188), Winifred Creamer (1986:
207-220). Respecto a las relaciones interregionales, ver la obra de Michael J. Snarskis y Eugenia Ibarra (1985:
57-66). Otra obra que también analiza esta problemática e intenta reconstruir la naturaleza de los intercambios
interrregionales en Costa Rica prehispánica es la editada por Esther Skirboll y Winfred Creamer (1984).
16
Según Robert Carmack (1993: 337), bajo este modelo de estudio, la cultura es vista como un mecanismo
adaptativo, un medio flexible, a través del cual las poblaciones se ajustan a las condiciones ambientales en cambio
permanente.
18 Introducción
En la misma Wealth and Hierarchy in the Intermediate Area se propone la reinterpretación del
término de Área Intermedia que Wolfgang Harberland propuso en la década de los cincuenta18.
No postula por un área con unas características comunes, ni de un menor desarrollo cultural
17
Payson D. Sheets (1992: 15-41). Respecto a los diferentes modos de organización socio-política es de
particular interés la propuesta de Willian Fowler (1989), en esta obra se trata el desarrollo de dos pueblos
originarios de la misma zona de Mesoamérica una vez asentados en la BAC, y analiza sus diferentes modos de
organización socio-política como la creación del estado entre los pipiles y los grandes cacicazgos de los nicarao.
18
Es muy interesante la comparación de los límites no geográficos, sino culturales establecidos por Gordon
Willey (1971: 256) y por Frederick Lange (1992a: 4). Mientras que el extremo sur y en general los límites
propuestos en ambas obras son los mismos, Lange incluye a la Gran Nicoya y el este de El Salvador en el Área
Intermedia. , mientras que Gordon Willey (1966: 86) hace retroceder la frontera norte en relación a la delimitación
de Mesoamérica.
Introducción 19
respecto a las zonas de "alta civilización", sino que se hace hincapié en todos aquellos procesos
y grupos que afectaron de forma muy diversa el desarrollo de las culturas de la BAC. Es lo que
actualmente se denomina Modelos de Interacción19. El artículo que mejor ejemplariza este
cambio de orientación es el de John Hoopes, que analiza el periodo formativo -bajo una visión
globalizadora- desde El Salvador hasta Ecuador, dando mucha importancia a las relaciones
intergrupales y a la cultura material como el resultado de una correcta adaptación al medio. Se
postula la existencia de un substrato común, que con el tiempo y debido a diversos procesos
adaptativos específicos de cada zona, dará lugar a las diversas culturas20.
De calidad diversa son los artículos que forman el primer volumen de la Historia General de
Centroamérica (Carmack 1993), destacando entre ellos el de Robert Carmack quien analiza las
diferentes tendencias dentro de la historiografía americana, concluyendo que la mejor forma de
acercarnos a la historia de este continente es mediante el Modelo de Interacción. A pesar de que
el punto de partida es correcto, en mi opinión, el hecho que la mayor parte de sus
investigaciones anteriores -al igual que la mayoría de los autores que figuran en este volumen a
excepción de Oscar Fonseca y Richard Cooke- fueron realizadas sobre Mesoamérica,
condiciona en gran medida su trabajo. Así, cuando se refiere a la BAC afirma que esta región no
puede ser definida razonablemente como una sola área cultural, ni tampoco como dos áreas
culturales; además, apunta que la continua interacción entre las áreas culturales de Mesoamérica
y la BAC ha sido crucial en la historia de la región, como también lo fueron los procesos
adaptativos mediante los que estas influencias externas fueron modificadas para ajustarse a las
restricciones ecológicas internas (Carmack 1993: 50). Digamos que, en primer lugar, el autor
excluye las posibles relaciones con otras áreas como la Andina y sobre todo el Extremo Norte
de ésta, a la vez que tampoco menciona las establecidas entre regiones distantes pertenecientes a
la BAC; segundo, en determinadas ocasiones, se concede más importancia a las relaciones
foráneas que a los procesos de desarrollo interno.
19
Robert Carmack (1993: 337) los define como aquellos modelos utilizados para interpretar la historia que
tienen en cuenta las influencias externas y los procesos internos, ideas y fuerzas materiales. La historia se
interpreta como el resultado de la interacción de estos factores contradictorios.
20
Esta hipótesis ya fue apuntada por Samuel Lothrop en 1926.
21
El término de esfera de interacción fue utilizado por primera vez por el antropólogo Joseph Cadwell en el
estudio del pueblo Hopewell. Este concepto se basa en el hecho de que la interacción entre diferentes zonas no
comporta un dominio y una dependencia, sino el fenómeno contrario, la independencia de un área respecto a la
otra. Según Colin Renfrew y Paul Bahn (1998: 350-352), la interacción de entidades políticas adopta diversas
formas, entre ellas la rivalidad, la emulación competitiva, la guerra, la transmisión de innovaciones, la
convergencia simbólica, el intercambio ceremonial de objetos de valor, el flujo de mercancías y el lenguaje.
20 Introducción
delimitadas: son las denominadas zonas de frontera múltiple o Buffer Zone22. Su alejada
posición respecto a las áreas nucleares, les permite una mayor independencia respecto a los
eventos que en ellas se suceden.
A principios de los '90, Óscar Fonseca ha propuesto una nueva definición para el área de
Centroamérica, que denomina Área de Tradición Chibchoide o Región Histórica Chibcha23.
Para ello parte, a diferencia de la mayoría de arqueólogos mencionados hasta el momento, del
modelo propuesto por la Arqueología Social24, basándose además en datos procedentes de la
lingüística y la genética. Respecto a la Gran Nicoya afirma que la mayor parte de su historia
formó parte de este área, pero que, a partir del 800 d.C. deja de serlo debido a las migraciones
procedentes de Mesoamérica (ver apartado 1.3). Consecuentemente, en este aspecto, sigue la
22
El concepto de Zona de Frontera Múltiple o de Zona de Transición fue utilizado por primera vez por
Frederick W. Lange, Richard M. Accola y Peter R. Ryder (1980: 9-32) al referirse a ciertas zonas de la Gran
Nicoya, en concreto a Bahía Culebra, durante el Periodo VI (1.000 -1.520 dC.). También es de interés el artículo
de Frederick Lange y Doris Stone (1984b: 9), en el que afirman que la Gran Nicoya, posiblemente, fue el núcleo
"the heart" de la zona de transición o "buffer zone" entre las dos esferas de interacción de origen norteño y sureño.
23
Óscar Fonseca (1996) y Óscar Fonseca y Richard G. Cooke (1993: 217-276). Dicha definición, además de
incluir la BAC, comprende también el norte y centro de Colombia. Ver además "El concepto de área de tradición
chibchoide y su pertinencia para entender Gran Nicoya" (Fonseca 1994: 18-19).
24
La Arqueología Social surge en América Latina, y a diferencia de la nueva arqueología o arqueología
procesal básicamente anglosajona, recurre a la teoría del materialismo histórico y critica a la anterior por su
carácter positivista, la fragmentación de sus estudios y la ahistoricidad de sus enfoques. Véase Manuel Gándara
(1982: 59-176), Luis Felipe Bate (1982: 3-50), Iraida Vargas (1990) e Iraida Vargas y Mario Sanoja (1993).
Introducción 21
propuesta de Paul Kirchhoff al considerar esta zona como la periferia sur de Mesoamérica en el
siglo XVI.
Hasta finales de la década de los ochenta, la casi totalidad de datos cronológicos disponibles
para este área eran obtenidos mediante el análisis por el isótopo radioactivo del C14. Durante
los años 90, la aplicación de técnicas específicas de otras disciplinas (química, cristalografía y
geología) como la difracción de rayos X, la termoluminiscencia y la hidratación de obsidiana ha
provocado un giro importante en el conocimiento de la Gran Nicoya ya que, entre otros
aspectos, la gama de materiales a analizar es mucho más amplia (cerámica y obsidiana entre
otros).
En este ámbito sobresalen tres obras. The Archaeology of Pacific Nicaragua (Lange et al 1992),
donde por primera vez se analizan muestras de obsidiana y, a diferencia de hipótesis anteriores
que abogaban por un origen mesoamericano, los resultados muestran que tanto la mayor parte
de la materia prima empleada como los objetos manufacturados son de origen local. Asimismo,
se procedió al análisis de pastas cerámicas por difracción de rayos X, lo que permitió localizar
los depósitos de arcilla y los centros productores, pudiéndose además diferenciar los tipos
específicos de los pan-regionales. Los resultados apuntan hacia una producción totalmente local
con escasos ejemplos de cerámica foránea.
EL segundo estudio de estas características lo forman los artículos recopilados por Frederick W.
Lange en Precolumbian Jade. New Geological and Cultural Implications (1993a). Tal y como
he apuntado con anterioridad, una de las cuestiones que han centrado la atención de diversos
autores es la presencia de objetos manufacturados en "jade"25, su origen y simbología. Teniendo
en cuenta variables geológicas y culturales, se hipotetiza la existencia de varias fuentes de este
material, en contra de la supuesta unicidad ubicada en el Valle del Motagua, Guatemala. No
obstante, al no hallarse fuentes en Costa Rica, el problema sigue siendo el mismo que el
planteado hace 40 años.
La tercera y última obra de estas características es Archaeology, Volcanism and Remote Sensing
in the Arenal Region, Costa Rica (Sheets y Mckee 1994). Aunque la región Arenal se halla
fuera de los límites de la Gran Nicoya, he incluido este trabajo debido a que emplea técnicas
novedosas de percepción remota y exploraciones geofísicas. Gracias a una sofisticada
tecnología que incluye, entre otros, fotografías aéreas a color infrarrojas e información
proporcionada por un lector térmico multiespectral, se determinaron secuencias volcánicas y
25
En realidad, en Costa Rica existen escasos objetos realizados en jade procedente de Mesoamérica obtenidos a
partir de una excavación controlada. Uno de ellos fue el hallado por Michael Snarskis en el sitio de Tibás, cerca de
San José, en 1979 y el otro, hallado también el mismo año, en el sitio La Fábrica, ambos en el Valle Central. La
mayoría de los objetos encontrados en la BAC, no fueron realizados en jade, sino con piedras de color verdoso
como la jadeíta, nefrita, verdita, serpentina, etc.
22 Introducción
culturales que proporcionaron nuevos datos sobre los patrones de asentamiento y subsistencia
de los pueblos que habitaron el área de Arenal.
No quiero concluir este apartado sin señalar la existencia de tres trabajos de síntesis. El de Frank
Gorin (1992) reconstruye de una forma admirable la prehistoria de todo el territorio de la actual
República de Nicaragua. Además, su visión globalizadora permite un estudio comparativo con
otras áreas, de las que poseemos menor información y que tradicionalmente habían quedado
aisladas entre sí, tal es el caso de la costa atlántica y la Gran Nicoya. La segunda obra de estas
características es 30 Años de arqueología de Nicaragua (Arellano 1993a). Se trata de una
compilación de artículos, aunque cronológicamente muy diversos, la mayoría de los cuales ya
han sido comentados en este mismo apartado. En tercer y último lugar, el libro Paths to Central
American Prehistory editado por Frederick W. Lange (1996c) sintetiza y pone en cuestión la
mayor parte de investigaciones realizadas en diversas subregiones de la BAC durante la primera
mitad de esta década. En esta obra se discuten aspectos como la organización social, el
26
Los resultados de ambas campañas arqueológicas han sido publicados por Frederick Lange (1995a y 1996b).
27
El proyecto se desarrolló entre 1984 y 1989 en la vertiente lacustre de Chontales. Los resultados obtenidos
son realmente espectaculares ya que, no sólo ponen en evidencia la temprana relación entre la región de Chontales
y la Gran Nicoya, sino que también demuestran que a partir del 1.200 d.C. esta zona pasó a formar parte de la
Gran Nicoya. Véase los estudios de Edgar Espinosa, Rafael González y Dominique Rigat (1993: 115-126 y 1994:
157-172) y Edgar Espinosa y Dominique Rigat (1994: 139-156).
28
El proyecto de El Apante se desarrolló entre 1997 y 1999 en el Pacífico de Nicaragua (Telica, León). La
relevancia de esta intervención se debe al hecho de tratarse de la primera excavación en extensión sistemática
aplicada a un montículo de Nicaragua, a partir de la cual, no sólo se ha recuperado uno de los sistemas
constructivos precolombinos más recurrentes, sino también la documentación de las actividades productivas y
reproductivas realizadas en el interior de la unidad habitacional. El proyecto de Miraflor (Estelí) se desarrolló
entre 1998 y 1999, y al igual que el anterior, se excavaron estructuras monticulares como las del sitio Cebollal de
Arriba. Igualmente, se realizó una prospección y un topografiado del sitio Cebollal de Abajo.
29
Uno de los aspectos más interesantes de este proyecto son los resultados obtenidos sobre el patrón de
asentamiento de este sitio. A diferencia de otros asentamientos de la Gran Nicoya, se han hallado grandes casas
colectivas circulares que lo vinculan con una tradición chibchoide. Ver también nota 23 donde se discute el
término de área de tradición chibchoide. Véase los trabajos de Claude F. Baudez, Nathalie Borgnino, Sophie
Laligant y Valérie Lauthelin (1992) y Nathalie Borgnino y Valérie Lauthelin (1994: 111-120).
Introducción 23
comercio interregional y los modos de subsistencia, a la vez que se reexaminan conceptos como
el de chamanismo.
Las primeras "etnografías" fueron escritas por cronistas de indias, viajeros, frailes, etc. que
tuvieron contacto directo con el territorio y las sociedades amerindias32. El interés por el
indígena y sus costumbres se debió, esencialmente, a razones prácticas, ya que los
conquistadores y colonizadores precisaban de estos conocimientos con el fin de administrar lo
más "eficazmente" posible a los grupos indígenas. Aunque, en su mayoría, la historia nativa se
escribió desde el punto de vista de los colonizadores, remarcando la clara superioridad de éstos
y su historia, éstos nos proporcionan una valiosísima información sobre la cultura indígena. No
obstante, estos documentos no pueden ser utilizados como material "etnográfico" en el sentido
actual. Aún siendo conscientes de ello, desde el siglo XX, no podemos asumir su peculiar
distorsión de la realidad, por lo que estos datos deben ser evaluados y contrastados con otras
fuentes como la arqueología o la lingüística entre otras.
Las primeras noticias sobre América Central las proporcionó Cristóbal Colón quien, en 1502
desembarcó en las costas atlánticas de Costa Rica y Panamá. No obstante, no fue hasta 1522-23
30
La mayoría de los pueblos de la BAC poseían tradiciones históricas que explicaban el origen y desarrollo de
sus sistemas políticos y de sus creencias de una forma mítica. En la mayoría de los casos se trata,
fundamentalmente, de una legitimación del poder de las elites gobernantes.
31
Aunque no tengamos evidencias arqueológicas de ello, López de Gómara (1941: 2: 219- 220) afirma "sea
como fuere, que cierto es que tienen éstos que hablan mejicano por letras las figuras que los de Culúa, y libros de
papel y pergamino, un palmo anchos y doce largos, y doblados como fuelles, donde señalan por ambas partes de
azul, púrpura y otros colores las causas memorables que acontecen; e allí están pintadas sus leyes y ritos, que
semejan mucho a los mexicanos, como lo puede ver quien cotejare lo de aquí con lo de Méjico" (también en
Fernández de Oviedo (1976: 305)). Su mención por dichos cronistas es muy importante, pues documentan los
procesos de aculturación y expansión de la cultura mesoamericana, quizás nahua.
32
Para más información sobre las obras de los cronistas de Indias, religiosos y viajeros que visitaron América
Central, consultar las obras de Benedict Warren (1973), Ernest J. Burrus (1973) y Charles Gibson (1973).
24 Introducción
con la expedición de Gil González Dávila cuando se exploró parte de la Gran Nicoya33. A pesar
de que este conquistador entró en contacto con el cacique chorotega de Nicoya y con el gran
cacique Nicarao, poco o nada dejó escrito sobre ello. Las únicas referencias las hallamos en las
obras de Pedro Mártir de Anglería (1944: 479-484), Francisco López de Gómara (1941: 2: 208-
10), Gonzalo Fernández de Oviedo (1976: 157-183 y 242-245) y en la de su tesorero, Andrés de
Cereceda.
Crónicas significativas relativas a la Gran Nicoya son las proporcionadas por Pascual de
Andagoya y Gonzalo Fernández de Oviedo que, llegaron al "Nuevo Mundo" en 1514 junto con
Pedrarias Dávila que, posteriormente, se convertiría en gobernador de Nicaragua. Ambos no
sólo tuvieron acceso a fuentes e información hoy desaparecidas, sino que su experiencia
temprana in situ nos proporciona información de primera mano referente a los pueblos de la
Gran Nicoya en el momento justo de la conquista. Pascual de Andagoya tomó parte en la
expedición de Gaspar de Espinosa en 1519 y en la de Francisco Hernández de Córdoba en
1523. En su obra (1522) presta especial interés por la vida y costumbres de la población
indígena, siendo un complemento importante a la información dada por Fernández de Oviedo o
Francisco de Bobadilla.
Sin duda alguna, Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés fue el principal Cronista de Indias
para la BAC. Entre 1528 y 29 viajó a Nicaragua donde entró en contacto directo con los grupos
nicarao y chorotega, redactando posteriormente su Historia general y natural de las Islas y
Tierra Firme del Mar Océano. Además de sus descripciones, en esta obra se incluye la
transcripción de los interrogatorios que el fraile mercedario Francisco de Bobadilla llevó a cabo
en 1528 en territorio Nicarao. La información obtenida de 8 caciques nicarao y de varios nobles
y ancianos, es de importancia capital para el estudio de la religión y origen del pueblo nicarao34.
Aunque a Fernández de Oviedo se le ha criticado por su etnocentrismo, su actitud anti-
indigenista y la utilización de diversas fuentes de forma poco crítica, ello no invalida su obra, es
más mostró un gran interés por la cultura indígena y a él debemos gran parte de la información
sobre las culturas que ocuparon la provincia de Nicaragua.
Dentro de los escritos más tempranos, sobresale el también cronista oficial Pedro Mártir de
33
Relación de las leguas y caciques que el capitán Gil González anduvo y descubrió por la costa de la mar del
Sur, y de los que se babtizaron, y del oro que dieron para sus majestades: "tornaronse cristianos 32.264 ánimas.
Dieron de presente para Sus Majestades 112.524 pesos 3 tomies de oro, lo mas dello baxo. Más 145 pesos de
perlas, los 80 dellos que se hubieron en la Isla de las Perlas, estando allí el armada" (CDI: 14: 24; CS: 1: 88; AGI
PAT, 20, N. 3, R. 1, fol. 2v).
34
Pedrarias Dávila envió en 1528 a Francisco de Bobadilla a Nicaragua, con el fin de interrogar a caciques y
nobles nicarao sobre la religión y prácticas indígenas. Su objetivo era, debido a problemas de jurisdicción sobre
los nuevos territorios conquistados, desacreditar la labor realizada por Gil González Dávila. La transcripción de
dichos interrogatorios fue recopilada por Fernández de Oviedo (1976: 310-361). Esta fuente ha sido estudiada por:
Thomas Joyce (1973: 6-30), Anne Chapman (1960: 18-76) y Miguel León-Portilla (1972).
Introducción 25
Anglería (1530). A diferencia del anterior, su información siempre es de segunda mano, aunque
su posición en la corte le permitió el acceso a la información que procedía del Nuevo Mundo y
también tuvo ocasión de interrogar a exploradores y conquistadores personalmente. Recopiló
todos los datos que pudo hasta su muerte en 1529, siendo de especial interés sus cartas en las
que se recoge información muy temprana, que, en caso de no haber sido recopiladas por él,
posiblemente se habría perdido.
Por otra parte, los escritos de Fray Bartolomé de Las Casas (1522 y 1875-76), "el gran defensor
del indio", contienen gran cantidad de descripciones sobre las sociedades que ocupaban el área
y sus costumbres. La observación, y por qué no, el estudio de estos grupos le llevó a afirmar que
los pueblos que ocupaban las costas del pacífico desde Guatemala a Costa Rica compartieron
costumbres muy similares. Otro aspecto importante en sus escritos es que, por primera vez, se
muestra una estimación total de la población indígena del área antes de la Conquista35. A pesar
de que su obra, posiblemente, exagera en algunos aspectos relacionados con la destrucción y
reducción de los indígenas, nos hallamos frente a una extraordinaria obra no sólo por los datos
que aporta, sino por la propia visión y actitud del autor.
Varias son las crónicas importantes, aunque secundarias para la Gran Nicoya. Primero, la obra
de Francisco López de Gómara (1552), capellán y secretario de Hernán Cortés. Aunque nunca
fue a América, sus datos proceden tanto de fuentes primarias como secundarias. Sobre el origen
y las migraciones nicarao hacia Nicaragua y Nicoya, destacan los escritos de Fray Toribio de
Benavente y Juan de Torquemada36. Aunque, posiblemente, ninguno de los dos visitó
Nicaragua, ambos emplearon datos procedentes de la tradición oral indígena. Segundo, para la
localización y extensión de las lenguas de la Provincia de Guatemala, es interesante la relación
de Diego García de Palacio (1860), Oidor de esta Provincia entre 1572 y 1579. El tercero y,
primer intento de sistematización de parte de las historias previas, así como de la presencia de
los españoles en las Indias entre 1492-1554, fue obra de Antonio de Herrera y Tordesillas
(1610-15). Respecto a la Gran Nicoya, sus fuentes proceden de las obras de Gonzalo Fernández
de Oviedo, Pedro Mártir y Francisco López de Gómara.
Del siglo XVI, también destacan las obras de dos viajeros que recorrieron parte de la provincia
de Nicaragua, el italiano Girolamo Benzoni (1581) y el fraile franciscano Alonso Ponce (1873).
Del primero cabe mencionar la descripción general de la provincia y de algunos cultígenos
como los árboles de cacao, no obstante su obra contiene pocos datos etnográficos. Todo lo
35
Sus estimaciones sobre la población indígena han sido criticadas, ya que en muchos casos se sirve de ellas
para mostrar la destrucción y el mal gobierno de las Índias. No obstante, aunque son cifras a la alza, éstas son
utilizadas por estudios demográficos como los de Sherburne Cook y Woodrow Borah (1977) y Noble Dabid Cook
y W. George Lovell (1992a).
36
Para las migraciones de pueblos mesoamericanos ver Fray Toribio de Benavente (1970: 5-7) y Fray Juan de
Torquemada (1975: 1: 454).
26 Introducción
contrario es la narración del viaje que realizó fray Alonso Ponce -escrita por su secretario
Antonio de Ciudad Real- desde Guadalajara hasta Nicaragua. Esta obra es muy interesante por
dos razones: la primera es la detallada descripción de las lenguas, costumbres, modos de
subsistencia, etc. de la población nativa; la segunda, al tratarse de una descripción tardía (1584-
89), permite una comparación con relatos más tempranos, pudiendo rastrear algunos de los
cambios acaecidos en estas poblaciones 60 años después de su conquista.
Para finalizar esta aproximación a algunas de las historias narradas por europeos, sólo me resta
mencionar la obra de Juan López de Velasco (1781), cronista oficial de Indias entre 1571 y
1591. A pesar del marcado carácter geográfico de sus trabajos, éstos son de gran interés debido
a que relaciona las "ciudades" españolas y los pueblos de indios que de ellas dependen, así
como el número de tributarios. Al igual que en la obra anterior, al tratarse de una descripción
tardía nos permite observar aspectos como la distribución espacial de la población indígena, su
demografía y algunas de sus costumbres.
Otros datos significativos para la etnohistoria fueron las proporcionadas por las crónicas de
viajeros e "historiadores primitivos". Destaca, en primer lugar, Julius Froebel (1859) quien, a
pesar de permanecer cuatro años en la región (1868-1872), incluye en su obra escasas
descripciones del área del Pacífico de Nicaragua. En segundo lugar, y de mayor interés son los
escritos realizados por el abad francés Charles Etienne Brasseur de Bourbourg (1858) que, a
mediados del siglo XIX, transcribió dos representaciones del teatro indígena de Nicaragua, el
Naachú-Nasamanicu y el Nazdagañu en chorotega-mangue. En tercer lugar, a pesar del
marcado carácter político de algunas de sus obras, los estudios de Manuel María de Peralta
(1882 y 1883a) presentan documentos interesantes acerca de las poblaciones indígenas en el
siglo XVI. En cuarto lugar y, en referencia a la historia colonial, la obra de Tomás Ayón (1882)
presta gran atención a la conquista española y a la organización de la colonia, aunque deja de
lado sus repercusiones sobre los antiguos habitantes de Nicaragua. En quinto y último lugar, por
encima de todas las obras de este periodo, destacan las del erudito costarricense León Fernández
(1882-1907 y 1890). A este autor no sólo le debemos la exhaustiva recopilación de documentos
referentes a la Costa Rica colonial, sino que su particular tratamiento y sistematización de las
fuentes supuso un cambio importante en la historiografía de la región. Su obra se convertiría en
un referente obligado para estudios posteriores.
Tras estas consideraciones previas sobre las fuentes, veamos el estado de la cuestión de las
Introducción 27
investigaciones etnohistóricas. A partir de la década de los ‘50 y hasta la actualidad, los estudios
etnohistóricos sobre los pueblos que ocuparon Nicaragua y la península de Nicoya presentan
una nueva orientación. Poco a poco, se pasa de los niveles puramente descriptivos o
"etnográficos tempranos" a una interpretación de la información y de los hechos, con el fin de
formular hipótesis y obtener conclusiones científicamente válidas. En gran medida, este paso
fue posible gracias a la utilización de documentación inédita depositada en los diferentes
archivos de Centroamérica y de España. Entre esta documentación destacan informes oficiales
como tasaciones de tributos y juicios de residencia, así como cartas al rey escritas por
autoridades locales o cabildos de las ciudades. Todas ellas ofrecen datos demográficos y
económicos, a la vez que informan sobre el estado de la provincia, sobre la actuación de las
autoridades, etc.
Varias han sido las cuestiones planteadas por los investigadores. Entre ellas, destacamos las
siguientes: qué pueblos o grupos lingüísticos ocupaban el área en el último periodo
prehispánico; la demografía en época precolombina y las causas de su vertiginoso descenso a
partir de la Conquista y el establecimiento de la Colonia; el tipo de organización socio-política
de estos grupos; su praxis religiosa; y, en último lugar, la formación de la sociedad colonial que
desembocará en un marcado proceso de mestizaje.
La primera problemática, qué pueblo o pueblos ocupaban el área a la llegada de los europeos,
fue estudiada a partir de diversas fuentes. Por un lado, Miguel León-Portilla (1972) y Anne
Chapman (1960) utilizando fundamentalmente los datos proporcionados por las historias
nativas narradas por los cronistas, apuntan la existencia de "migraciones históricas" de
poblaciones procedentes de Mesoamérica hacia la Gran Nicoya (ver información en nota 36).
Ambos autores sostienen el carácter mesoamericano de las culturas que ocupaban esta área en el
siglo XV y XVI. Aunque arqueológicamente se ha aceptado la existencia de dichas
migraciones, se debe evaluar su número, rutas posibles e impacto sobre la población original;
igualmente, es preciso distinguir entre lo que fueron "historias legendarias" de aquellos sucesos
pasados reales.
Por otro lado, diversos trabajos han utilizado la filiación lingüística para discernir la etiología de
estas poblaciones. Tradicionalmente se ha identificado una lengua con un grupo étnico, no
obstante hay que considerar que en zonas de frontera, como algunas regiones de la BAC,
diversos grupos hablaron posiblemente varias lenguas y/o dialectos. Es más, en una misma
región probablemente no sólo coexistieron diversos grupos, sino que también mantuvieron entre
sí algún tipo de vínculo social o económico. Samuel Lothrop (1964) y Anne Chapman (1960)
utilizan esencialmente la información aportada por los cronistas, en la que se afirma que en la
Gran Nicoya se hablaba el "Mexicano corrupto". A este aspecto hemos de unirle otro que ha
motivado un gran debate entre los etnohistoriadores: la utilización del hispano-nahuatl como
lingua franca. Estos mismos autores asumen que el nahuatl era la lengua común entre los
pueblos del pacífico de América Central debido, entre otros aspectos, a los posibles vínculos
28 Introducción
comerciales de esta zona con Mesoamérica. Tal y como apuntan William Fowler (1989) y
Suzanne Abel (1980b), este aspecto debe de ser reconsiderado ya que, sin duda alguna, la
utilización del nahuatl transformado en hispano-nahuatl fue impulsado y acelerado desde la
colonia. Dentro de los estudios lingüísticos más recientes destacan los de Adolfo Constenla en
los que aplica la lingüística areal37. Este autor afirma que, desde el punto de vista genealógico y
tipológico-areal, las lenguas que se hablaban en la Gran Nicoya antes del 700 d.C. eran de
filiación misumalpense o chibchense que las vinculaba al área cultural de la BAC, pero que
debido a las migraciones chorotega y nicarao, esta zona pasó a formar parte de la periferia sur
mesoamericana.
Otros trabajos han recurrido a la genética y la lingüística para discernir las afinidades,
diferencias y división entre los grupos de habla chibcha. Entre ellos destaca el de Ramiro
Barrantes y Peter Smouse entre otros (1990) quienes sostienen que, a pesar de que hubieran
existido contactos a largo plazo, genética y lingüísticamente se detectan divergencias
importantes con sus vecinos más próximos debido, en mayor medida, a barreras culturales y al
aislamiento cultural. Esta hipótesis de trabajo corrobora los resultados obtenidos a partir de la
arqueología y muestra, una vez más, la independencia del área.
En segundo lugar, las investigaciones relativas a la demografía de la región incluyen una doble
problemática: cúal era el número de habitantes antes de la conquista y el impacto de ésta y la
dominación hispana sobre la población indígena. El primer aspecto ha sido tratado desde una
doble perspectiva, teniendo en cuenta las características medioambientales de la zona, y los
informes de los primeros conquistadores y cronistas. Sin duda alguna, los estudios de Sherbe
Cook y Woodrow Borah (1977), pertenecientes a la escuela de Berkeley, pueden considerarse
como pioneros y referentes obligados en este campo. En concreto, sobre la población de
Nicaragua destacan las obras de Linda Newson (1987: 88) donde, para el periodo de contacto,
contabiliza aproximadamente 825.000 habitantes; y la de William Fowler (1989: 114) donde
afirma que la población Pipil-Nicarao, para este mismo periodo, era de entre 700.000 a 800.000
individuos. Ambas aproximaciones coinciden con estudios posteriores como el de William
Denevan (1992: 291), en el que estima una población total para América Central de 5.650.000
habitantes, y en concreto para la totalidad del territorio nicaragüense, indica una población
aproximada de 1.000.000 de habitantes.
37
La lingüística areal se ocupa de la coincidencia de los rasgos lingüísticos entre lenguas de un mismo territorio
a pesar de no haber entre ellas genealogía próxima o no haberla del todo. Ver Adolfo Constenla (1991 y 1994:
191-208).
Introducción 29
George Lovell (1992a). En ella se afirma que la principal causa del descenso poblacional no
fueron las guerras de conquista y colonización, sino las diferentes epidemias que asolaron el
área que, incluso llegaron con anterioridad a la presencia de las huestes hispanas. Una segunda
variable fue la práctica de esclavizar a los habitantes de Nicaragua para ser transportados hacia
Panamá y Perú, donde fueron empleados, por ejemplo, como tropas en la conquista del
Tahuantinsuyu. La estimación más elevada de esta práctica es la proporcionada por David
Radell (1992: 74) que afirma que entre 1527 y 1548, 448.000 indígenas fueron esclavizados en
Nicaragua; William Fowler (1989: 151) para el área Nicarao, indica que fueron subyugados
entre 100.000 y 140.000 nativos. Para toda el área de América Central, las cifras más altas las
proporciona Linda Newson (1987: 105), con un total 200.000 y 500.000 indígenas esclavizados;
y las cifras más bajas son las presentadas por William Sherman (1979: 82) con sólo 50.000
individuos deportados. Entre ambas tendencias, se sitúa la estimación de Murdo MacLeod
(1973: 52) que señala que los indios esclavizados no superaron los 200.000.
Dos análisis más novedosos por su enfoque metodológico son los de William Fowler y
Francisco Moscoso. A partir de una doble perspectiva, la ecología cultural y la evolución
cultural, Fowler (1989) evalúa los grupos pipil y nicarao una vez establecidos en El Salvador y
Nicaragua. Este investigador afirma que el grupo Pipil-Nicarao, con una historia e ideología
común, es un caso de evolución cultural con divergencia debido, entre otros aspectos, a la
diferente adaptación de éstos al medio que ocuparon y explotaron. Además de la propia
dinámica interna, Fowler analiza estos grupos desde una perspectiva macrorregional, lo que le
lleva a afirmar que tanto los pipiles como los nicarao estuvieron involucrados en diversos
procesos y eventos mesoamericanos.
Francisco Moscoso (1989) analiza los cacicazgos de Nicaragua a partir de los modelos
propuestos por el materialismo histórico. En su obra afirma que, el surgimiento de una sociedad
clasista en Nicaragua no fue únicamente debida a la propiedad privada de la tierra y a los
medios de producción (ambos muy restringidos para las sociedades prehispánicas del área), sino
que otros factores tales como las propias estructuras de parentesco, la disolución de la
30 Introducción
Una cuarta problemática abordada por los historiadores es la relativa a las prácticas religiosas,
tema de especial relevancia para los etnohistoriadores. Miguel León-Portilla (1972), a partir de
documentación colonial, especialmente cronistas, reconstruye la religión de los nicarao y la
contrapone con la de los pueblos Nahuas del centro de México. A partir de esta comparación, el
autor no tiene la menor duda en afirmar el origen mesoamericano de dichos grupos. Como ya he
indicado con anterioridad, dicha posición también es asumida por Anne Chapman y Samuel
Lothrop. Cabe señalar que ninguno de estos autores toma en consideración los datos aportados
por la arqueología que no necesariamente corroboran dichas hipótesis. En este sentido, por
ejemplo, no se han analizado aspectos tales como la iconografía del material cerámico y lítico
que, sin lugar a dudas, incluye motivos religiosos significativos; las prácticas funerarias y su
relación con la ideología; la construcción y características de determinados edificios dedicados
principalmente al culto, etc. Además, tampoco se ha probado en registro arqueológico la
existencia de calendarios y de escritura (ver apartado 4.2.2.).
Uno de los trabajos pioneros acerca del régimen colonial en general es la obra de Murdo
MacLeod (1973) que, desde la perspectiva de la historia social, analiza la sociedad colonial
centroamericana. Este autor centra su atención en los diferentes ciclos productivos y
comerciales, concluyendo que la sociedad colonial de esta zona era doblemente dependiente: de
los indígenas para la producción, y de la metrópoli en sus relaciones económico-comerciales.
Uno de los aspectos claves dentro del desarrollo del régimen colonial fue la tenencia de la tierra,
cuyo aspecto es analizado por Elisabeth Fonseca (1993 y 1997) para toda Costa Rica. A pesar
de centrar su estudio en las tierras altas centrales, es de especial interés la comparación que
realiza con la península de Nicoya, área ganadera por excelencia. Para el conocimiento del
aparato administrativo del imperio español en general, y para la historia institucional de
Introducción 31
América Central así como sus divisiones internas, son particularmente relevantes las obras de
Carlos Molina Argüello (1949 y 1960). En ellas, también se describe de forma pormenorizada
la figura del Gobernador en Nicaragua.
A diferencia de todas las obras mencionadas aquí, mi propósito en este trabajo es abordar un
estudio globalizador de la sociedad de la Gran Nicoya (desde mediados del siglo XII hasta
inicios del XVII) en época prehispánica y de su transformación tras la conquista. Tal y como se
desprende del análisis que aquí he desarrollado, de los diferentes estudios realizados hasta la
fecha, existen excelentes monografías sobre los pueblos que ocuparon el área en época
prehispánica y también sobre la formación de la sociedad colonial. No obstante, ninguno de
ellos presenta una historia global que conjugue los datos arqueológicos, etnográficos, históricos
y lingüísticos. Solamente a partir de esta múltiple mirada, podremos analizar y comprender qué
fue lo que sucedió con las sociedades prehispánicas que ocupaban el área de la Gran Nicoya tras
su conquista. Es por todos conocido que, las propias características de las culturas, entre otros
aspectos, marcaron los modos y ritmos de conquista, así como la implantación del sistema
colonial. Es por ello que, esta tesis se estructura en dos grandes bloques, el primero en el que se
analiza el mundo prehispánico y, el segundo que estudia la conquista e imposición de la colonia
y su repercusión en la población indígena y la cultura tradicional.
Tal y como se ha indicado con anterioridad, este trabajo partió, en sus inicios, de la catalogación
y estudio de diversas colecciones de arqueología depositadas en el MEB cuyo origen es muy
variado: campañas de recolección auspiciadas por la propia institución, donaciones, compra o
depósitos temporales. A pesar de esta variabilidad, todas ellas poseen como denominador
común la falta de datos en el momento mismo de entrada al Museo debiéndose, esencialmente,
a que ninguna de ellas procede de una excavación controlada, lo que hace difícil su datación
cronológica, ubicación geográfica y cultural, y sobre todo de contexto, datos fundamentales
para su interpretación cultural. Paralelamente, con el fin de realizar estudios comparativos, entré
en contacto con otros museos como el de América de Madrid y el Etnogràfico-Missional dels
Caputxins de Sarrià entre otros.
A partir de una valoración general de todo el material de que disponía, el paso siguiente fue
focalizar mi investigación en un área concreta. De todas las zonas representadas a partir del
material arqueológico conservado en el MEB, seleccioné como área de estudio la Gran Nicoya.
Dos fueron los motivos que me indujeron a ello. Por un lado, el hecho que era la subárea mejor
representada tanto cuantitativa como cualitativamente respecto al total de los objetos
arqueológicos de la BAC; y por otro, debido a que era escasamente conocida. Tal y como se ha
indicado en el estado de la cuestión, la Gran Nicoya tradicionalmente se ha estudiado como una
zona periférica o dependiente del área cultural de Mesoamérica. A partir de un estudio en
32 Introducción
profundidad, no únicamente de los objetos procedentes de la Gran Nicoya sino también del
material propio de Mesoamérica, en concreto del área maya y del Altiplano Central de México,
incluidos también en los fondos del MEB, concluí que en el caso de existir hipotéticamente tal
correlación, ésta debía ser matizada o reelaborada en gran medida.
Mi interés sobre los grupos que habitaron la Gran Nicoya fue más allá del periodo prehispánico.
Gracias a las descripciones de diversos viajeros que recorrieron el área durante los siglos XVIII
y XIX; así como la mera observación de la producción artística de los grupos que actualmente
habitan América Central, y en concreto el Pacífico de Nicaragua y la actual provincia
costarricense de Guanacaste, relacioné una serie de aspectos culturales con los que un día
fueron los propios. A partir de dicha observación, mi interés se centró en rastrear qué elementos
de la cultura tradicional americana sobrevivieron a la conquista y colonia española. En
consecuencia, este cambio de objetivos requería también de un cambio en las fuentes empleadas
hasta entonces. Sobre la base de las primeras etnografías escritas por conquistadores, cronistas,
adelantados y clérigos inicié la segunda fase de este trabajo. Los primeros resultados fueron
muy decepcionantes para mí pues, tal y como afirman Frederick Lange y Payson Sheets entre
otros (1992: 14-15) debido al descenso de población -entre un 90-95%- que sufrió la Gran
Nicoya como consecuencia de la conquista y de todo lo que ésta supuso para los pueblos que
ocupaban el área, muy poco o nada de la cultura tradicional debió sobrevivir a tal encuentro.
Una lectura en profundidad a partir de los primeros datos etnográficos, de fuentes inéditas
localizadas en el Archivo General de Indias, así como de diferentes colecciones documentales
me revelaron que algunos elementos de la América antigua sobrevivieron al impacto de la
conquista y la colonia, unos porque eran favorables a los intereses de las autoridades coloniales
y metropolitanas, y otros porque eran posiblemente necesarios para la supervivencia de dichos
pueblos frente a una cultura y sistema de valores que no eran, en modo alguno, los propios.
Nuestra investigación, que parte de la arqueología y sigue por la etnohistoria, tiene como punto
de arranque e hipótesis vertebradora la búsqueda de un nexo de unión entre las culturas de la
Gran Nicoya y la resultante a partir de la conquista europea y el establecimiento de los primeros
años de la colonia. En el continente americano entraron en contacto fundamentalmente dos
culturas, la americana y la hispana. La posición dominante de esta última no permitió el diálogo
Introducción 33
necesario para que se produjera un intercambio voluntario y equitativo entre ambas partes, sino
que, desde un primer momento, se buscó por todos los medios posibles, la incorporación de la
población indígena a la cultura hispana, provocando un intenso proceso deculturador y
aculturador. No obstante, y muy a pesar de los intentos de las autoridades coloniales, surgió un
sistema cultural totalmente original y diferente de los anteriores. Esta nueva cultura, sin ser la
suma equitativa de ambas, participa en mayor o menor medida de cada una de ellas. Es por ello
que considero que el mundo prehispánico altamente desestructurado no desapareció por
completo después de la conquista, sino que a partir de una serie de mecanismos desarrollados en
el seno de los diferentes grupos, se aseguró su supervivencia frente a un nuevo sistema
completamente ajeno, la colonia.
Una vez delimitada la hipótesis central, creo necesario señalar las diferentes problemáticas a
desarrollar en la investigación que aquí presento.
En primer lugar se hace necesario conocer quiénes eran los habitantes de esta zona. En el
momento de la conquista los chorotega y los nicarao eran los mayores grupos etno-lingüísticos
que ocupaban esta área. Partiendo de la información etnográfica su origen es, sin duda,
mesoamericano. Por ello, autores como Paul Kirchhoff, entre otros, (ver apartado 1.1)
incluyeron esta subárea en Mesoamérica. No obstante, desde un punto de vista diacrónico no
podemos desligar la Gran Nicoya del resto de la BAC. Es más, a partir de un profundo análisis
de los objetos arqueológicos de este periodo, si bien observamos la afluencia de motivos y
técnicas decorativas foráneas, no se produjeron cambios significativos en la morfología de los
objetos. Del mismo modo, los arqueólogos que han trabajado en la zona afirman que tampoco
se observan grandes cambios en las estructuras arquitectónicas, patrones de asentamiento,
ubicación de yacimientos, etc. Todo ello me llevó a reformular el verdadero impacto de dichas
migraciones y preguntarme, ¿debemos hablar de una transformación o más bien de una
adaptación?, y como trataré de demostrar aquí, los datos de que dispongo me permiten afirmar
que se trató más de una adaptación de los pueblos originarios de Mesoamérica que una
ocupación de tipo colonia-frontera.
Esta hipótesis vendría corroborada, entre otras, por el tipo de organización socio-política de
estos grupos. Aquí, hemos de distinguir entre la desarrollada por los nicarao y los chorotega (ver
apartado 4.1.3), no obstante ambas tengan una característica en común, se trata de sociedades
pre-estatales. En este sentido, era de gran interés el explicar cómo unos grupos con una cultura
determinada y un tipo de organización socio-política a nivel de estado tras varias migraciones
hacia el sur cambiaron sus modelos y desarrollaron sociedades pre-estatales más o menos
complejas.
Diversos son los elementos que pueden intervenir en dicho proceso, siendo uno de ellos el
medio ambiente. Por ello, es totalmente necesario el análisis y conocimiento del medio donde se
situaron estos pueblos para realizar una reconstrucción etnográfica histórica lo mas precisa
34 Introducción
posible (ver apartados 3.2 y 3.4). De este modo, me basé no sólo en las magníficas
descripciones dadas por los cronistas y adelantados del s. XVI, sino también en la arqueología,
puesto que la actividad antrópica, debido a la explotación intensiva de recursos, alteró
drásticamente el medio, es decir tampoco existe una correspondencia exacta entre aquel y él que
observaron los primeros etnógrafos del siglo XVI. De igual forma, creí también necesario
evaluar desde un punto de vista arqueológico los productos locales de que disponían estos
grupos así como las diferentes actividades económicas desarrolladas con el fin de dar respuesta
a dos cuestiones: a) la presencia de productos foráneos en la zona y b) la nueva valoración de
los productos locales y los cambios en las actividades económicas a partir de la conquista.
Otros elementos que, de forma tradicional, han sido utilizados como prueba irrefutable para
catalogar estos pueblos como mesoamericanos, fue el uso del hispano-nahuatl y la toponimia
existente hoy en día. Se ha afirmado que el nahua o el "mexica corrupto" era la lingua franca
para toda América Central y que tras la conquista y colonia se transformó en hispano-nahuatl.
Además, topónimos como Ometepe o Xolotlán han sido vistos como una extensión de estos
pueblos. Contrariamente a ello me planteé, a partir de la existencia de toponimias nahua donde
no habitaban pueblos de dicha lengua, si se trataba realmente de dicha expansión, o bien de una
imposición tras la conquista y su adopción hasta el siglo XVIII. Cabe señalar que tal imposición
fue, frente a la heterogeneidad de los pueblos que ocupaban la Gran Nicoya y en general la
BAC, un elemento unificador que sin duda era beneficioso para el propio desarrollo de la
colonia.
En segundo lugar, la problemática a estudiar fue la ocupación del territorio por parte de
estos pueblos una vez establecidos en la Gran Nicoya. Tal y como ya he señalado, a la
llegada de los españoles, los habitantes de esta zona se hallaban organizados en cacicazgos de
complejidad y tamaño muy variable. La información que poseemos para este análisis es muy
desigual. Si bien la arqueología nos habla de la ocupación territorial en época prehispánica,
nada o casi nada conocemos sobre el momento del contacto y conquista (1521-1550), debido
básicamente a la falta de excavaciones para este periodo. Esta deficiencia comportó la necesidad
de analizar otras fuentes como las etnográficas y las históricas. A partir de relaciones y crónicas
muy tempranas como la de Gil González Dávila (1522) y la de Gonzalo Fernández de Oviedo
(1520-21) entre otras, me planteé la situación espacial de los diferentes cacicazgos y,
paralelamente contrapuse los límites propuestos desde la arqueología. De la misma forma, fue
necesario un análisis de las supuestas lenguas relacionadas en dichos escritos, ya que en realidad
se corresponden con los nombres de los diferentes cacicazgos que ocupaban el área no con las
variantes lingüísticas.
Otra problemática a analizar fue la relativa a los mecanismos y modos de relacionarse no sólo
entre ellos, sino con áreas más alejadas como la mesoamericana. En este punto se cuestiona el
rol que jugaron los diferentes sistemas de comunicación tales como el intercambio y/o
comercio, la guerra, las alianzas, etc. Aquí contrapuse dos tendencias muy diferenciadas en la
Introducción 35
En tercer lugar, y para concluir la visión sobre el mundo prehispánico de la Gran Nicoya,
consideré necesario analizar los elementos de conciencia social que caracterizaron estos
cacicazgos. Para ello centré mi atención en el estudio de la cosmovisión indígena, pero sobre
todo en su representación cultural, estudiando fundamentalmente, los objetos arqueológicos
depositados en el MEB ya que, tal y como he señalado anteriormente, constituyen un lenguaje
que permiten interpretar una gran cantidad de datos sobre los pueblos que los elaboraron. No
obstante, ya avanzado este estudio me planteé la necesidad de utilizar la etnohistoria y la
arqueología.
A partir de estas tres problemáticas, se discuten ciertos aspectos que constituyen la religión y
cosmovisión indígena, no como una categoría a parte, sino integrada en las prácticas cotidianas.
En consecuencia, a partir de este aspecto también realicé una reflexión en torno a problemáticas
ya mencionadas como la organización política y social, el comercio y/o intercambio y sobre las
causas y propósitos de la guerra, concluyendo que el mundo espiritual y cotidiano estaban
estrechamente unidos.
El segundo bloque de este trabajo analiza, básicamente dos aspectos. En primer lugar, el
impacto de la conquista (primera mitad del siglo XVI) sobre los pueblos que ocupaban la Gran
Nicoya; y, en segundo lugar, la cultura resultante de dicho encuentro.
Dentro de este apartado, la primera cuestión que me planteé fue averiguar los mecanismos
gracias a los cuales diferentes aspectos de la cultura tradicional sobrevivieron a la conquista. Es
así como diferencié aquellos elementos prehispánicos potenciados desde la metrópoli o por las
autoridades coloniales, de los que, aunque relegados a "cosa de indios" ya que no interesaban o
interferían en el desarrollo de la colonia, jugaron un papel muy importante en la formación de lo
que Henry Nicholson (1973: 498) denomina "universo socio-cultural indo-hispánico de
Centroamérica".
En primer lugar, dentro de este bloque, analicé la imposición de la nueva jerarquía a través de
las primeras gobernaciones, la Audiencia de Guatemala así como la función de las nuevas
ciudades; y posteriormente me centré en el rol que desempeñaron las elites locales en base a
documentación colonial como la concesión y confirmación de encomiendas, las tasaciones de
pueblos, los reservados de tributo, etc. Pude comprobar como los antiguos linajes, en muchas
ocasiones, fueron tratados con deferencia38 ya que, la figura tradicional del cacique fue el
mecanismo a partir del cual se canalizó la fuerza de trabajo indígena, tan necesaria para la
supervivencia de los colonos.
38
La situación de estos caciques tras la conquista fue muy similar a sus homólogos mesoamericanos. Los
recién llegados en muchos casos tuvieron que dejar intacto el poder local, aliándose con él y a veces casándose
con sus hijas con el fin de obtener la propiedad de sus tierras y prerrogativas, sin tener que torcer demasiado
las normas que dictaba la Corona.
Introducción 37
Para concluir con las transformaciones del sistema económico de los antiguos habitantes de la
Gran Nicoya me planteé la necesidad de analizar, primeramente, las modificaciones sufridas en
la valoración de ciertos productos tradicionales tales como la sal, la madera, el oro, etc., pero
sobre todo centré mi atención en el cacao. Las transformaciones en la producción y
38 Introducción
Los datos que obtuve a partir de estas fuentes los confronté con los resultados de análisis
anteriores y, pude comprobar cómo a través de una serie de mecanismos realmente muy
complejos -que incluyen dosis de creación, reelaboración y sincretismo- la población indígena y
mestiza fue capaz de inferir a un mismo elemento o aspecto de la realidad dos lecturas
totalmente opuestas. Este punto me planteó una doble cuestión, ¿se trataba de un
desconocimiento real por parte de las autoridades locales o, simplemente que determinados
aspectos se aceptaron ya que, en realidad, no afectaban el desarrollo de la colonia?. Creo que,
entrados ya en el siglo XXI es muy difícil dar respuesta a esta pregunta, pero sea como fuere, a
través de manifestaciones culturales como el bailete dialogado del Güegüence o Macho Ratón,
observamos en estos pueblos una firme voluntad por aplicar y mantener vivas unas pautas
culturales y de comportamiento que un día fueron las propias.
Introducción 39
La presente tesis para acceder al grado de doctora en Historia se estructura en dos grandes
bloques con 9 capítulos. Tras el capítulo introductorio, sigue el capítulo dos relativo a la
metodología, fuentes y bibliografía con los que se ha llevado a cabo esta investigación. Este
capítulo se ha dividido en dos subapartados, el primero de ellos gira alrededor de las fuentes y el
segundo de la bibliografía. Por lo que respecta a las fuentes he diferenciado los catálogos y
repertorios documentales que me fueron de gran ayuda para ubicar la documentación en los
diversos archivos consultados. Seguidamente, relaciono las colecciones de fuentes publicadas
que, al igual que las crónicas y viajeros, fueron excelentes fuentes de información, la primera
de ellas en referencia a las transformaciones del mundo indígena tras la Conquista, mientras que
las crónicas, sobre todo las más tempranas, me ofrecieron información sobre la población
indígena y su cultura. Para concluir el apartado, he efectuado un inventario de las fuentes
inéditas localizadas y consultadas a lo largo de este trabajo. En cada una de ellas se explicita el
nombre del archivo, la ciudad donde se halla, el contenido de cada documento y la abreviatura
con la que aparece reflejado posteriormente en el texto. El segundo subapartado relaciona la
bibliografía consultada, distinguiendo los repertorios bibliográficos y la bibliografía que
incluye, básicamente, estudios de autores contemporáneos.
El capítulo tercero gira alrededor de los grupos humanos que habitaban la Gran Nicoya en el
siglo XV y la ocupación que hicieron del territorio y se ha dividido en cuatro subapartados. En
el primero de éstos se define espacial y cronológicamente la zona de la Gran Nicoya, además
de analizarla como una subárea cultural perteneciente a la Baja Centroamérica. El segundo trata
de la ecología de la Gran Nicoya, apartado que debido a su amplitud, he optado por analizar,
en primer lugar, la geomorfología y climatología para, seguidamente, abordar la biogeografía
que, de forma mayoritaria, se corresponde con los recursos naturales de que disponían los
habitantes de la zona. El tercer subapartado hace referencia a los grupos etno-lingüísticos
ocupantes del área y a aquéllos que, a pesar de encontrarse fuera de la Gran Nicoya, tuvieron
relación con nuestra área de estudio. Dado que la casi totalidad de los grupos eran de origen
mesoamericano, analizaré la magnitud e impacto de dichas migraciones poniendo de relieve que
éstas no fueron del tipo colonia-frontera que, se realizaron de una forma paulatina y que,
aparentemente, involucraron a pocos individuos. En cuarto y último lugar, se analizan los
modos de subsistencia desarrollados por los habitantes de la Gran Nicoya. Se destaca cómo, a
pesar del hecho que la agricultura fue la actividad de subsistencia básica, los productos
obtenidos a partir de la recolección, caza y pesca, en medios terrestres, lacustres, fluviales y
marinos, desempeñaron un papel importante dentro de la dieta indígena.
El capítulo cuarto, el más extenso de este bloque, analiza tanto el sistema de poder como el
sistema de creencias. Un análisis pormenorizado del mismo me ha permitido reconocer
aquellos aspectos que sobrevivieron o se transformaron tras la conquista. En el primer
subapartado se define el sistema socio-político preponderante en la zona, el cacicazgo. No
obstante y, a pesar de que, tal y como se ha señalado, el origen de la mayor parte de pueblos que
ocupaban la Gran Nicoya era mesoamericano, presté especial atención a los cambios socio-
40 Introducción
políticos que se dieron en estos pueblos tras su establecimiento en la zona, así como la
diferenciación en el ejercicio de poder entre, por ejemplo, los nicarao y los chorotega. A pesar
de hallarnos frente a sociedades pre-estatales, también analizaré la jerarquía dentro y fuera de
estas unidades de forma particular, la división social dentro de cada comunidad y cómo varias
de éstas formaban una unidad territorial mayor, donde se reproducía no sólo la estructura social
anteriormente señalada, sino también una mayor, de carácter territorial, que nos permite definir
aquello que los Cronistas denominaron "provincia".
Tras haber destacado el sistema de poder, analizaré otro de los resortes gracias a los que se
consolidó y mantuvo la elite, el sistema de creencias. A pesar de que se observan numerosos y
sólidos puntos de unión entre ambos sistemas, la existencia de una jerarquía religiosa
diferenciada, muestra como, con el tiempo, ambas áreas fueron perfilándose de manera cada vez
más independiente, a pesar de que siguió unida al cacique por parentesco. En una primera parte,
analizaré el sistema de creencias donde el componente animista es pieza fundamental al igual
que las divinidades que conformaron su complejo panteón. Estas últimas se caracterizan por su
similitud con las mesoamericanas, hecho que también se observa en el cómputo del tiempo y, en
la existencia de un calendario compuesto por 18 meses de 20 días cada uno. Seguidamente se
analizan todos aquellos aspectos relacionados con el culto, tales como, los espacios reservados
para ello, los ritos y ceremonias, los juegos ceremoniales, entre los que destaco el Volador y el
del Comelagatoaste y, las ofrendas y sacrificios rituales. Concluyo este capítulo con el estudio
de las representaciones materiales de la religión para lo que me basaré, principalmente, en los
objetos arqueológicos custodiados en el MEB.
En el breve capítulo quinto, que cierra el primer bloque de la tesis, me detengo a analizar un
aspecto muy relacionado con el punto anterior y que a su vez lo complementa, las relaciones
externas, entre las que destaco el comercio e intercambio y la actividad bélica. En primer
lugar, refiero las redes de intercambio, así como las rutas de comunicación, para concluir con el
movimiento tanto de bienes materiales como inmateriales que, como señalaré, introdujeron
cambios, mutaciones y elementos foráneos que quedaron reflejados en el desarrollo cultural del
área. El segundo bloque, en el que se analiza la actividad bélica, pone de relieve la importancia
de dicho mecanismo con el fin no sólo de lograr una mayor expansión territorial, sino que
resultaron ser, fundamentalmente, otra vía gracias a la cual se adquiría mayor poder político
mediante la subordinación de cada uno de los caciques conquistados.
avistamiento europeo de la zona por Cristóbal Colón, y que continua con las primeras
expediciones y encuentros con los caciques locales, hasta el periodo en el cual se generan las
disputas internas entre los conquistadores que finaliza con el establecimiento de los primeros
asentamientos y la fundación de las primeras ciudades más de dos décadas después.
Seguidamente se discuten, en el ámbito de la Gran Nicoya, los debates sobre los métodos de
conquista, concretamente en referencia a la mala administración, al uso frecuente de la
esclavitud, la especulación económica y las irregularidades en los procesos de evangelización.
Por otro lado, en este capítulo se analiza vastamente el impacto demográfico que generó dicha
conquista en la población autóctona. De este modo se discute la distribución, organización
socio-política, modo de vida y estimación de la población indígena previa a la conquista, todo
ello a través de fuentes coloniales. Seguidamente se estudian las causas del elevado descenso
demográfico de la población local producido como consecuencia de la invasión hispana. Así, se
detallan en diferentes subapartados aspectos de crucial importancia como fueron la agresión
microbiológica, la agresión armada -punto en el que se hace especial mención a cómo las
disputas entre conquistadores afectaron dicho declive poblacional- y como aspectos incluidos en
la agresión socioeconómica tales como los maltratos y vejaciones, la sobrexplotación laboral, y
el tráfico de esclavos hacia otras provincias. También se señala cómo todos estos factores
influyeron en la desestructuración de la población nativa. Como consecuencia de todas estas
agresiones y para finalizar este capítulo, se discuten los mecanismos de resistencia, tanto
pasivos como activos, generados por la población autóctona en respuesta a la invasión española.
El capítulo séptimo gira alrededor del impacto que tuvo la conquista española en el sistema
político-religioso de los pueblos que se asentaban en el área de la Gran Nicoya y su exclusión
y/o inclusión dentro del orden colonial. Su gran extensión se debe a que se ha querido mantener
la misma estructura del capítulo cuarto que hace referencia a los sistemas de poder y de
creencias propias del mundo prehispánico. El análisis de dichas transformaciones se inicia con
el estudio de los procesos de imposición del nuevo jerárquico generado a través de la creación,
primero del gobierno de adelantados y conquistadores, y después de la Gobernación de
Nicaragua, transformada posteriormente en provincia e incluida dentro de la Audiencia de los
Confines. El siguiente punto trata sobre cómo se impuso la nueva jerarquía derivada de dicha
organización derivada de estas dos etapas. Seguidamente se pone de relieve la importancia de
las nuevas ciudades como centros articuladores de la sociedad colonial y a partir de los que se
ejecutaba la acción colonizadora, analizándose en detalle las principales ciudades y sus
características. En el siguiente apartado se subraya la importancia que tuvieron los antiguos
caciques y cacicazgos en la transformación de la organización socio-política y en la escala
social indígena. Otra cuestión estudiada son los mecanismos de explotación indígena, en
concreto, el tráfico frecuente de esclavos hacia otras provincias como las de Panamá o Perú que
tuvo lugar desde el periodo de conquista hasta mediados del siglo XVI, y su transformación a
otros sistemas de explotación laboral como la encomienda, las reducciones o parcialidades y
el tributo, consecuencia de la reorientación económica de la provincia hacia la explotación de
cultivos locales como el cacao y el añil para su exportación. En subapartados específicos se
42 Introducción
La segunda parte de la tesis finaliza con un último capítulo dedicado al nuevo orden
económico resultante de las transformaciones discutidas en el capítulo anterior. En él se
especifican las características de la producción y circulación de mercancías. Los ciclos
económicos basados en la producción agrícola y ganadera se analizan en un primer
subapartado, discutiéndose de forma particular el impacto de la introducción de especies
foráneas, tanto animales como vegetales, así como la explotación de otros productos. Otro
aspecto que se estudia en el apartado siguiente lo constituye la circulación mercantil. En él se
analizan en puntos específicos las nuevas rutas que emergieron consecuencia de la economía
naciente, en particular las rutas transoceánicas para el comercio exterior y las terrestres para
el interior, así como la creación de numerosos puertos fruto de dicha circulación, y los intentos
por parte de las autoridades de la Provincia de fomentar una vía de paso interoceánico marítimo-
terrestre-fluvial a través del Desaguadero. Para finalizar el capítulo se discuten las
transformaciones que sufrió del comercio interior indígena y su control por las autoridades
españolas.
La memoria de dicha tesis termina con un capítulo dedicado a las conclusiones alcanzadas a lo
largo de dicho trabajo de investigación.
La lectura del texto se completa con un anexo en el cual se detallan tanto las imágenes como las
descripciones de los objetos arqueológicos procedentes de la subárea arqueológico-cultural de la
Gran Nicoya depositados en el Museu Etnològic de Barcelona y que han sido utilizadas como
material de estudio para la presente tesis doctoral.
Introducción 43
Metodología, fuentes y bibliografía 45
En primer lugar, se han recopilado los aportes del grupo de investigadores que han centrado sus
estudios arqueológicos y etnohistóricos en la Baja América Central, especialmente en la Gran
Nicoya, así como los de carácter ethohistórico e histórico de la Provincia de Nicaragua.
Seguidamente, se han consultado los catálogos y repertorios documentales con el fin de conocer
la localización de las fuentes coloniales hispanas, así como los documentos editados relativos a
esta etapa y, finalmente, se ha recabado la información necesaria para la realización de este
estudio en diversos archivos hispanos. Todas estas fuentes y bibliografía se detallan a
continuación.
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A continuación, se relacionan los archivos consultados y, en cada uno de ellos, los repertorios y
fondos documentales consultados. Además, se indican las siglas correspondientes a las secciones
que se utilizarán a lo largo del texto, así como el contenido de cada documento referenciado.
56 Metodología, fuentes y bibliografía
2.1.4.1. Archivo General de Indias (AGI). Sevilla, España. Documentos procedentes del
extinguido Real y Supremo Consejo de Indias.
9 (A), R.2, N.3. Carta del Licenciado Castañeda, gobernador de Nicaragua. Guatemala, 30 de
mayo de 1531.
9 (A), R.10, N.24. Carta de Alonso de Maldonado a la Corona. Puerto Caballos, 15 de enero de
1543.
9 (A), R.11, N.29. Carta del Licenciado Herrera, Juez de Residencia en Nicaragua, dirigida a S.M.
informándole de la situación de la provincia y de sus actuaciones como tal juez. Gracias a
Dios, 24 de diciembre de 1544.
9 (A), R.15, N.49. Carta de Juan López de Cerrato, presidente de la Audiencia de Guatemala, a la
Corona. Gracias a Dios, 28 de septiembre de 1548.
14, R.1, N.15. Carta de Don Antonio Peraza de Ayala y Rojas, Conde de Gomera, a la Corona. 20
de junio de 1618.
29, R.2, N.46. Carta de Antonio de Navia Bolaños, Oidor de la Audiencia de Guatemala.
Granada, 28 de julio de 1685.
40, R.3, N.3. Carta de Rodrigo de Contreras, Gobernador de Nicaragua. León, 6 de julio de 1536
40, R.5, N.10. Censo ordenado por Diego de Artieda Cherino, Gobernador y Capitán General de
las Provincias de Nicaragua, Nicoya y Costa Rica. 1581.
41, N.14. Carta del cabildo secular de Santiago de Guatemala informando del gobierno del
Licenciado Juan López de Cerrato, presidente de la Audiencia de Guatemala, en asuntos de
esclavos, tasaciones de indios y otros. 30 de abril de 1549.
41, N.18. Carta del cabildo secular de Santiago de Guatemala informando de la residencia hecha a
Alonso de Maldonado, como presidente de la Audiencia de Guatemala; vuelta al cargo del
Licenciado Juan Rogel oidor de la Audiencia de Guatemala; liberación de esclavos y
tasación de pueblos de indios.
Metodología, fuentes y bibliografía 57
43, N.2. Carta del cabildo secular de León comunicando la muerte de Pedrarias Dávila,
gobernador de la Provincia, y el nombramiento de Francisco de Castañeda, teniente de
gobernador, como gobernador interino. Informe sobre diferentes punto de gobierno
concernientes al poblamiento de villas, minas, etc y su fundación. 1531. 43, Nº7. Carta del
cabildo secular de León solicitando se atiendan sus peticiones en el Consejo de Indias, e
informando de los problemas surgidos en el repartimiento de indios. León, 8 de abril de
1538.
43, N.8. Carta del cabildo secular de León informando sobre Rodrigo de Contreras, Gobernador
de Nicaragua y de los pueblos que poseía en dicha provincia junto con su mujer e hijos.
León, 24 de junio de 1544.
43, N.31. Memorial presentado por Sebastián Rodríguez, procurador general de la Provincia de
Nicaragua, solicitando Real Cédula para que sean los gobernadores de dicha Provincia
quienes envien personas a hacer la visita a los obrajes de tinta y no el presidente de la
Audiencia. 22 de diciembre de 1631.
44 (A), N.5. Carta del cabildo secular de Granada, informando de la situación de la ciudad tras la
visita del licenciado Diego de Herrera, juez de residencia. Granda, 28 de noviembre de 1544.
44 (A), N.6. Carta de Barolomé Tello, regidor procurador de la ciudad de Granada, informando
del estado de la ciudad tras el gobierno de Rodrigo de Contreras y la residencia llevada a
cabo por Diego de Herrera, oidor de la Audiencia de Guatemala y juez de residencia. 29 de
noviembre de 1544.
44 (A), N.8. Carta de Barolomé Tello, regidor procurador de la ciudad de Granada, informando
de los excesos cometidos por Rodrigo de Contreras, gobernador y Pedro de los Ríos,
tesorero, en el reparto de encomiendas de indios y su residencia. 10 de enero de 1545.
50. Carta del tesorero de la provincia de Nicaragua Juan Moreno Álvarez de Toledo. León, 24 de
febrero de 1578.
52. Información que hace a S.M. el Escribano Francisco Sánchez, sobre la bondad de la tierra, el
maltrato de los indios, el Desaguadero, la Laguna de Granada, la facultad de constuir
bergantes y la necesidad de elegir un gobernador experimentado en los asuntos de la tierra.
Granada de Nicaragua, 2 de agosto de 1535.
----. Carta del Licenciado Cavallón, sobre la necesidad de crear cabildos indígenas con el fin de
establecer ley y orden. 27 de enero de 1555.
110, N.11. Informaciones de oficio y parte: Diego Álvarez de Osorio, obispo de Nicaragua. León
30 de noviembre de 1531.
128. Diligencias de la distribución de los tributos de los pueblos de Nicaragua, practicadas por los
Oidores de la Real Audiencia de los Confines, en San Salvador, en los meses de noviembre y
diciembre de 1548.
386, L.1. Instrucción dada por el Príncipe Don Felipe al Licenciado Cerrato, Presidente de la
Audiencia de los Confines sobre diversas materias de gobierno y administración. Monzón, 11
julio de 1552.
390, L.13. Real Cédula por la que Antonio Roque, un “moreno” y vecino de Nueva Segovia fue
hecho gobernador de indios. Madrid, 13 de octubre de 1709.
394, L.4. Real Provisión del 28 de junio de 1568 por la que se ordenada a los gobernadores,
justicias y otras autoridades de Nicaragua, Chiapa, Higueras y Cabo de Honduras y la
Verapaz queden de nuevo sujetos a la Audiencia de Guatemala..
401, L.2. Real Provisión al Licenciado Castañeda suspendiéndole el oficio de alcalde mayor de la
Provincia de Nicaragua. Ocaña, 11 de marzo de 1531.
----. Real Cédula confirmando al obispo de Nicaragua, Don Diego Álvarez Osorio, su título de
protector y defensor de los indios, indicando el orden y las limitaciones en el ejercicio de este
cargo. Ocaña, 4 de abril de 1531.
----. Real Cédula ordenando que no se saquen indios esclavos de la Provincia de Nicaragua, a no
ser uno o dos para el propio servicio. Madrid, 26 de mayo de 1536.
----. Real Cédula ordenando al gobernador de la Provincia de Nicaragua organice una expedición
al Desaguadero y envie una relación de la misma. Valladolid, 9 de septiembre de 1536.
401, L.3. Cédula de la Reina por la que se manda al gobernador de Nicaragua, no se permita sacar
indios de la provincia ni de sus asientos. Valladolid a 24 de noviembre de 1537.
----. Real Cédula por la que el gobernador y el obispo de Nicaragua no impidan entrar al Volcán
de Masaya a Juan Antón, Juan Sánchez Portero, Pedro Ruiz y Francisco Sánchez, que sobre
Metodología, fuentes y bibliografía 59
----. Real Cédula por la que se manda al gobernador de la Provincia de Nicaragua se informe del
tratamiento que se da a los indios; y ordene la libertad de los no sujetos a esclavitud y el
regreso a sus tierras de aquellos que se hubieran sacado injustamente. Talavera, 31 de mayo
de 1541.
402, L.2. Real Provisión por la que se manda señalar el distrito que ha de tener la Audiencia que
se ha mandado fundar en los confines de Guatemala y Nicaragua, y para que cualquiera de
sus ministros que primero llegare a la tierra pueda hacer la dicha Audiencia. Valladolid, 13
de septiembre de 1543.
----. Real Cédula por la que se ordena a la Audiencia de los Confines no se consintiera que los
indios fuesen obligados a trabajar en las minas. Madrid, 5 de julio de 1546.
----. Carta del Príncipe dirigida al Presidente y Oidores de la Audiencia de los Confines, en
respuesta a sus cartas del 20 de julio y 30 de diciembre de 1545. Madrid, 9 de julio de 1546.
----. Cédula del Príncipe ordenando al Licenciado Cerrato, presidente de la Real Audiencia de los
Confines, averiguase quienes habían sacado indios y les aplique castigos. Valladolid, 1 de
septiembre de 1548.
402, L.3. Real Cédula por la que se ordena al presidente y oidores de la Real Audiencia de los
Confines, informaran lo relativo a los caciques. Valladolid, 9 de octubre de 1549.
----. Real Cédula sobre el buen trato de los indios y para que se funden muchos pueblos de indios.
Valladolid, 9 de octubre de 1549
----. Real Cédula sobre la necesidad de reformar la Provincia de Nicaragua por los excesivos
tributos que pagan los indios. 15 de octubre de 1576.
287, N.1, R.2. María de Peñalosa, mujer de Rodrigo de Contreras, gobernador que fue de la
porvincia de Nicaragua, en su nombre y en el de sus hijos, contra el fiscal sobre el derecho a
las encomiendas de Monimbo, Zalguapa, Salteba y Nicoya.
293. Juicio de Residencia tomado a Francisco de Castañeda, alcalde Mayor de León y gobernador
suplente de Nicaragua por muerte de Pedrarias Dávila; a Luis de Guevara teniente de
Francisco de Castañeda en Granada; y a Fernando Alcabtara Botello, por el Juez de
Residencia Rodrigo de Contreras, gobernador de dicha provincia. 1534
60 Metodología, fuentes y bibliografía
297. Juicio de Residencia tomado a Rodrigo de Contreras, gobernador que fue de la provincia de
Nicaragua, a sus tenientes Pedro de los Ríos y Luis de Guevara; al alguacil mayor: Hernando
del Castillo; y a sus tenientes en El Realejo: González Fernández y Miguel Martín, por el
Licenciado Diego de Herrera, oidor de la Audiencia de Guatemala y juez nombrado para este
efecto. 1544.
1030, R.2. Acuerdo por el que se manda entregar a Martín Estete, el hierro con que puede marcar
los chorotega malalaca. León, 1 de octubre de 1529.
1164, N.5, R.3. Hernán Sánchez de Badajoz contra Rodrigo de Contreras y sus capitanes, sobre
la conquista que hicieron de la Provincia de Costa Rica, asediando y saqueando la fortaleza
levantada por dicho capitán general, poniendo en prisión a éste y a sus hombres, y sobre los
excesos y delitos cometidos en ello. 6 de diciembre de 1554.
20, N3, R.1. Relación de las leguas y caciques que el capitán Gil González Dávila anduvo y
descubrió por la Mar del Sur, y de los que se babtizaron y el oro que dieron para sus
majestades. 1522.
20, N.4, R.4. Testimonio sobre los esclavos y naborías que trajeron los españoles que fueron con
el gobernador, Diego López de Salcedo por orden de Pedrarias Dávila, de la ciudad de León,
a la villa de Trujillo. 1529.
21, N.1, R.1. Instrucciones y poder que dio el gobernador del nuevo Reino de León, Diego López
de Salcedo a Gabriel de Rojas para que fuese al descubrimiento del Desaguadero de una
laguna de la provincia de Nicaragua y poblase allí un pueblo de españoles. 1527
21, N.1, R.3. Representación del ayuntamiento de la ciudad de León de Nicaragua hecha a S.M.
sobre la posibilidad de poseer indios perpetuamente. Trata también sobre la distancia
existente desde el Desaguadero, según el viaje que hicieron por la mar del Sur, el gobernador
Diego de Contreras y los capitanes Diego Machuca y Alonso Calero.
21, N.1, R.4. Información sobre las encomiendas encargadas a vecinos de Nicaragua y privación
de ellas para los gobernadores y otras personas. 1544.
26, R.5. Poder, instrucción y ordenanzas dadas a Pedrarias Dávila cuando fue al descubrimiento,
conquista y población de Tierra Firme, Castilla del Oro con la armada que se le puso a su
cargo. 27 de julio de 1513.
----. Relación del adelantado Andagoya donde se describe como Pedrarias Dávila embarcó en
Metodología, fuentes y bibliografía 61
Sevilla hacia Castilla del Oro en 1514 y que el Rey Católico lo proveyó por gobernador de
Tierra Firme, Castilla del Oro, con 19 naos y 1.500 hombres.
----. Carta de Pedrarias al Rey, sobre la administración de la Provincia, sus diferencias con Diego
López de Salcedo y de las expediciones que despachó. León, 15 de enero de 1529.
26, R.17. Relación del Capitán Gil González de Ávila a Su Majestad, dándole cuenta del
descubrimiento de Nicaragua. Isla Española, 6 de marzo de 1524.
170, R.30. Carta de Rodrigo del Castillo a S.M. contestando a una instrucción que se le envió para
que informase sobre lo que convendría proveer para la población y pacificación de aquellas
tierras, y para el acrecentamiento de rentas y patrimonio real. 1 de julio de 1527.
180, R.27. Carta con documentos del Licenciado Castañeda, alcalde mayor de León de
Nicaragua, refiriéndose al estado en que halló aquella tierra y las disposiciones que tomó
para su remedio, en virtud de órdenes del capitán general Pedrarias Dávila. León, 30 de
marzo de 1529.
180, R.32. Copia de la Real provisión declarando que la villa de Bruselas en América pertenece a
la Gobernación de Nicaragua, de la que era gobernador Pedrarias Dávila. Toledo, 21 de abril
de 1529.
180, R.46. Solicitud de Juan de Espinosa y otros oficiales de la ciudad de León de Nicaragua a
S.M., pidiendo la Real aprobación del nombramiento del gobernador, hecho a favor de
Francisco de Castañeda, por haber fallecido el día 6 de marzo de 1531 Pedrarias Dávila.
León de Nicaragua, 9 de mayo de 1531.
180, R.71. Información que sobre el volcán de Masaya hizo el gobernador de Nicaragua, Rodrigo
de Contreras, el 1 de mayo de 1538.
182, R.43. Relación de las rentas que el Rey tiene en las provincias de Guatemala, Honduras y
Nicaragua, y gastos que hay en ellas. 1573.
183, N.2, R.5. Relación del Obispo de Nicaragua, refiriendo los trabajos pasados por él en su
62 Metodología, fuentes y bibliografía
1528, N.9. Relación de vecinos y encomenderos que hay en la Gobernación de Guatemala cuyos
cinco obispados son: Guatemala, Chiapas, Honduras, Verapaz y Nicaragua.
233, L.2. Real Provisión por la que Pedrarias debe enviar una relación de Nicaragua y debe
permanecer en dicha provincia. 1 de marzo de 1527.
----. Real Cédula por la que se nombra a Diego Álvarez Osorio protector de indios. 2 de mayo de
1527.
----. Real Cédula en la que se nombra a Francisco de Castañeda alcalde mayor de Nicaragua. 15
de mayo de 1527.
----. Real Provisión a Pedrarias Dávila nombrándolo capitán general de la Provincia de Nicaragua.
Valladolid, 10 de junio de 1527.
235, L.6. Real Provisión por la que se ordena la fundación de la Audiencia de Panamá. 26 de
febrero de 1538.
236, L.9. Real Cédula de Felipe II al Licenciado Francisco Briceño para tomar residencia a
Landecho, presidente de la Audiencia de Guatemala, y hacerse cargo de la Audicencia y
trasladarla a Panamá el 8 de septiembre de 1563 y ordenando a los oidores partir con el sello
real. 30 de mayo de 1563.
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