Taj PDF
Taj PDF
Taj PDF
Página 2
Créditos
Nelshia y Dabria Rose
Nelshia
Fatima85
Kyda
Mayelie
Chivisil
Dabria Rose
Vivi
Crys
Molly Bloom
Molly Bloom
Crys
Patriiiluciii
Valalele
sttefanye
Adejho
Axcia
Mari18
Any Diaz
Loby
Nelly Vanessa
Niki26
Mona
Agus901
Sttefanye
Jane’
3
Página
Página 4
Sinopsis
Thomas Eriksson cree que tiene todo resuelto.
La gente cruzaba la calle cuando me veía. No estoy muy seguro de por
qué era eso. Quiero decir, está bien, podría haberme visto un poco intimidante
si estaba siendo sincero contigo. Había cambiado desde Nueva York. Nueva
York representó una vida que no era real, no verdadera, de todos modos. No,
Nueva York fue el ―enamorado, joven, inmaduro, idiota‖ lado de Tom. ―El
relajado Tom de la ciudad de Nueva York‖ no existe más. El relajado Tom
estaba muerto.
January MacLochlainn piensa que ella es su propio peor enemigo.
Renuncié a Berkeley. Tiré a la basura una beca completa. ¿Planes, me
preguntas? ¿Qué planes?
Pero ambos están equivocados.
***
Tom se me acercó lentamente y se encontró conmigo bajo la luz sobre la
calzada de piedra. Se inclinó sobre mí tan cerca que mi cuello se estiró para
ver su rostro. Su expresión era de confusión mientras estudiaba la mía.
—¿Qué hay de ti? —me preguntó.
Tragué saliva.
—¿Qué quieres decir? —le susurré, cerrando mis ojos y tragando de
nuevo, mis respiraciones convirtiéndose laboriosas.
Levantó la mano y arrastró las yemas de sus dedos a través de mi
mandíbula tan ligeramente que apenas los sentía, pero me hizo sentir
mareada al mismo tiempo.
—¿Cómo puedes ser así de extraordinaria, January MacLochlainn? —Él
se acercó más, una mirada de pura frustración e ira iluminó sus ojos, y apretó
los labios—. ¿Y por qué no pude haberte conocido antes de darme cuenta que
no quería a nadie... nunca más?
La vida de Thomas y January nunca será igual otra vez... les guste o no.
5
Página
1
L
as personas cruzaron la calle cuando me vieron. No estoy muy seguro
del por qué. Quiero decir, bueno, para ser sincero podría parecer un
poco intimidante. Había cambiado desde Nueva York. Nueva York
representaba una vida que no era real, no a ciencia cierta de todos modos. No,
Nueva York fue el lado enamorado, joven, inmaduro e idiota de Tom. El relajado
Tom de la ciudad de Nueva York ya no existe. El relajado Tom está muerto.
Pero eso está bien, porque el nuevo Thomas estaba feliz con su nuevo yo.
Más o menos. En realidad no. Al menos ya no parecía un imbécil. Bueno,
supongo que eso depende de tu definición de imbécil.
Por ejemplo, si un hombre alto, algo construido y estúpido es un imbécil
para ti, entonces es probable que no te hubieras llevado bien con el nuevo Tom,
porque es lo que era. Lo único que no era drásticamente diferente del antiguo
yo, era mi nombre de pila. Eso es todo.
Un par de semanas después de que Callum y Harper se casaran, descubrí
que estaba enamorado de una de mis mejores amigas, Kelly Simsky. La idea me
golpeó cuando recogí a las damas para llevarlas a The Bowery. La vi en toda su
vivaz gloria, un metro cincuenta y cinco centímetros, apenas alcanzando mi
cintura, Kelly Simsky. Kelly Simsky con su cabello rubio corto, un cabello rubio
a la altura de su barbilla que se arrastraba hacia adelante cuando se reía. Kelly
Simsky, la pequeña ninfa de una actriz que se contonearía y saltaría en una
habitación y haría una reverencia cuando saliera. Esa Kelly Simsky. Y maldita
sea, lo tuve mal. Me vi obligado a enfrentar la verdad justo en el momento en
que ella conoció a Carter Williams.
Hablando de imbéciles. Carter Williams. El perfecto Carter Williams con
los malditos dientes perfectos, su maldito vocabulario perfecto, su maldito
dinero perfecto, y su perfectamente maldita sinceridad. Dios, odiaba a ese tipo.
Él era mi polo opuesto en todo. Educado, nacido con dinero, y en posesión de la
única chica que quería más que a nadie. Malditamente. Perfecto. Carter.
6
Willams.
Página
para mantenerla alrededor y para recordarme lo que nunca quería volver a ser.
Página
dirigirnos hacia Stubb´s donde su banda, The Belle Jar, estaba abriendo para
Circumvent.
El rumor por la ciudad era que un cazatalentos de Seven Seas estaría allí
para ver a Circumvent. Realmente quería que The Belle Jar estuviera en su
mejor momento. Ellos eran simplemente tan talentosos, o más, que Circumvent
pero solo habían sido un elemento básico de Austin durante unos ocho meses.
—Vamos, provinciana. —Me encogí—. Sí, no creías que hubiera visto eso,
¿verdad? Bueno, lo hice. Vamos. —Pero cuando Casey se extendió hacia él, el
Página
—Oh nada. Yo… bueno —dije mirándole—, renuncié a una beca completa
en Berkeley en música para quedarme en la ciudad y ayudar a otros músicos a
tener éxito. Solo me di cuenta de lo irónico que era. Lo encontré hilarante.
—Eso es... divertido —dijo, sin encontrarlo divertido en lo más mínimo.
—Sé que no es divertido, de ja, ja, es gracioso de ridículo.
—Ah, ya veo. —Miró un poco a su alrededor, decidió que estaba lo
suficiente aburrido para continuar la conversación y preguntó—. Entonces, ¿te
gusta Circumvent?
—Sí, quiero decir, no me atrevería a entrometerme en un elemento básico
de Austin como Circumvent, pero, sí, están bien.
—No, en serio, dime. No los conozco. Es la primera vez que los veo, en
realidad. Ilumíname.
Me mordí el labio inferior, contemplando burlarme de esta banda que era
apenas buena.
—Le dices a alguien lo que pienso y tendré que matarte, ¿capiche?
—Mis labios están sellados —dijo, inclinándose más cerca.
—Circumvent —comencé—, tienen una base increíble, lo que es bastante
impresionante, pero creo que es en su mayoría por la longevidad. Su talento es
mediocre, sus canciones pegadizas, pero un poco demasiado comerciales y su
presencia en el escenario carece. Están simplemente, ―bah‖. Les falta el talento
para impulsarse realmente a sí mismos sobre el borde, para ponerlos en
condiciones de ganar seguidores nacionales. —Mientras hablaba, el hombre se
inclinaba más y más a mí. Él me miró como si me acabara de notar—. ¿Qué? —
pregunté.
—¿Qué haces para ganarte la vida en este momento....?
—Oh, lo siento —le dije—. Soy January.
—Jason —dijo el hombre, tendiéndome la mano.
—Encantada de conocerte, Jason —dije, tomando su mano antes de dejarla
caer—. Estoy, uh, actualmente desempleada —le dije, riendo.
—Genial, genial. No te vayas a ninguna parte después del show, ¿de
acuerdo?
—Uh, está bien —dije, mirándolo extrañamente.
—No soy un bicho raro. Te lo prometo —dijo—. Solo pasa el rato en la
multitud después del show. Te encontraré.
—¿Por qué? —pregunté mientras se marchaba, olvidando por qué estaba
de pie en la fila.
—Confía en mí. Valdrá la pena quedarse alrededor.
Esto igualmente me intrigó y me asustó, pero no lo suficiente para no
enterarme de lo que se trataba.
Cuando conseguí mi agua, me dirigí de nuevo al frente y serpenteé mi
camino entre la multitud de nuevo hacia Sunny, pero ella no estaba por ningún
13
lado, así que quedé por mi cuenta. No me importaba realmente, porque quería
un buen ―asiento‖ para The Belle Jar. Quería estar cerca del escenario, porque
Página
convirtió en febril, peligroso, caliente. Movió una de sus manos desde mi cabello
hasta mi nuca, y trazó sus dedos por la parte baja de mi espalda, presionándome
Página
—Pero quiero ver a Circumvent ahora. Quiero confirmar lo que has dicho.
—¿Por qué? —pregunté, frunciendo las cejas con sospecha.
Página
respuesta anterior.
Página
—No.
—Entonces, ¿qué demonios pasa con ustedes? Dicen no conocerse, pero
están en la garganta del otro. ¿Qué? ¿Se te insinuó, January, y lo rechazaste?
Los dos nos sonrojamos, mi garganta y mi rostro calentándose en ese rojo
nada natural, delatándome.
—Ah —dijo Jason, saltando a la conclusión equivocada. No iba a corregirlo,
su escenario me puso en una mejor luz y se redirigía a este tipo Tom, pero qué
sorprendida estaba de que Tom no corrigió a Jason, solo me miró con dureza—.
Amiga January, si Thomas Eriksson hace un movimiento sobre ti, recházalo con
tranquilidad. Tiene un corazón roto del tamaño de Montana.
Tom se movió incómodo en su lugar.
—No sé de qué coño estás hablando.
—¡Vamos! Es obvio, idiota. En Nueva York eres una persona, salta la
oportunidad de mudarte a Austin y cambias todo acerca de ti aquí. Has sido
jodido. De mala manera, por lo que puedo ver.
Me quedé allí, mirando a ambos intercambiar una conversación que me di
cuenta no estaba destinada a escuchar. Jason, al darse cuenta de esto, negó y se
volvió hacia mí.
—Escucha, January, Tom es un buscador de talentos para el Seven Seas.
¿Has oído hablar de ellos?
—No soy una completa idiota —le contesté.
—El jurado todavía está en eso —dijo Tom en voz baja.
—Soy el jefe de Tom —dijo Jason rápidamente, midiendo mi reacción—.
Sin embargo, ahora no estoy tan seguro. —Tom se encogió de hombros como si
no significara nada para él este trabajo de ensueño, haciendo a Jason suspirar—.
De todos modos, me gustaría ofrecerte un puesto en Seven.
—¿Qué? —dijimos Tom y yo juntos, otra vez. Nos giramos hacia el otro con
disgusto, cabreados de decir la misma palabra.
—¿En serio? —continué. No lo podía creer.
—En serio. Sin embargo tendrías que mudarte a Nueva York. ¿Puedes con
eso?
—Claro. Soy libre como un pájaro. —Tom resopló, pero lo ignoré.
—Bueno, es un trabajo de recadera por ahora, pero con el tiempo, con un
poco de preparación, puedes empezar a buscar talentos con un veterano.
—Oh, Dios mío, gracias, Jason —dije abrazándolo en un momento de chica
sin precedentes. Jason estaba realmente sorprendido y me sentí un poco
avergonzada, mi cuello volviéndose rojo remolacha.
—Es genial. Te quiero en esta dirección —dijo, y me entregó una tarjeta de
visita—, en dos semanas. No pagan una mierda pero tampoco lo hace la
búsqueda de talentos, solo pregúntale a Tom aquí. —Sonrió, pero la sonrisa se
cayó cuando miramos a Tom—. Uh, de todos modos, vale la pena. Tienes una
sesión con los ejecutivos y si juegas bien tus cartas, puedes hacer un dinero
17
Jason firmó con The Belle Jar casi inmediatamente, lo que me puso
inusualmente feliz, no era porque me sintiera culpable por joder a su amiga
January. No, era porque eran una banda genuinamente talentosa e iban a ganar
millones para el sello, lo que me hacía indispensable. No era porque hubiera
pensado en el beso que compartí con January más de lo que había pensado en
Kelly últimamente, o que me pareciera que January era la chica más caliente
que había visto nunca. No, era por la banda. La banda.
Aún si me gustara January, lo cual no pasaba porque era una desconocida,
estaba a más de tres mil kilómetros de distancia en Nueva York, parecía que,
irónicamente, había cambiado lugar con mi antiguo yo. Jason hablaba de ella
sin parar, lo que me ponía muy incómodo. Se burlaba sin parar sobre cómo me
rechazó y cómo arrasó por el sello como un tornado de perfume cuando llegó,
impresionando a todo el mundo y solidificándola como una necesidad. Oh, y
que aparentemente estaba saliendo con este tipo que entregaba el correo de
todo el mundo. ¿En serio, January? ¡Ese chico ni se ducha!
Llevaba un año en Austin y Jason me llamó para decirme que empacara
mis maletas. El álbum debut de The Belle Jar, Elige tu veneno, Señorita Smith
llegó a platino y el sello haría una fiesta. También, dijo que no volvería a Austin.
Supuestamente, había impresionado a Seven con mis últimas elecciones y me
iban a enviar al extranjero. Hombre, estaba increíblemente emocionado y no
podía creer mi suerte. Era un sueño hecho realidad. Ahora, si tan solo pudiera
soportar la presencia de Kelly, justo lo suficiente hasta brincar en un avión
sobre el gran azul y dejar su recuerdo atrás. Sí, estas huyendo de Kelly,
hombre. Kelly.
para verlo por mí mismo. Recordarme que no me afectaba tanto como pensé
que lo hacía, que la soñé para ayudarme a superar a Kelly. Estaba agradecido
Página
por ese pequeño hecho pero necesitaba cortar todos los lazos con ella. Estaba
listo para seguir adelante.
Entonces recordé que probablemente estaría en la fiesta de platino de The
Belle Jar la próxima noche.
En el viaje a casa de Charlie, me senté silenciosamente mirando por la
ventana. Se sintió tan bien estar en casa de nuevo, pero no pasó demasiado
tiempo antes de que empezara a preguntarme qué usaría ella para esta fiesta, si
pondría su largo cabello marrón oscuro recogido o suelto, si sus orejas estaban
perforadas o no, si todavía estaba saliendo con el chico del correo. ¡Contrólate,
Thomas! Pasé una mano por mi rostro antes de regresar mi atención a la
conversación en el auto.
Pensé que mi mente distraída había escapado la atención de todos pero
cuando atrapé la mirada de Cherry, sabía que había visto a través de mí.
Entrecerró sus ojos.
—Callum, bebé, cambia de lugar conmigo —comentó.
Callum besó apasionadamente a su esposa, haciéndome pensar en January
de nuevo, antes de moverse al asiento al lado del conductor.
—Escúpelo, Tommy. ¿Qué te pasa? ¿No estás contento de estar en casa? —
preguntó. Era la única que tenía permitido llamarme Tommy. No me sentía
como si tuviera diez años en la forma que Cherry lo decía.
—Por supuesto, Cherry Bomb. Nunca seré capaz de estar lejos de ustedes
por tanto tiempo otra vez —mencioné honestamente, abrazándola.
—¿Entonces por qué la expresión triste, kemo sabe?
Rápido, piensa en algo.
—Se siente agridulce —manifesté. No era una mentira total—. Me iré para
Europa en solo unas pocas semanas.
—Oh, Tom, solo te irás por lo mismo. Está bien —declaró, acurrucándose
en mi costado. Envolví mi brazo alrededor de su hombro y apreté, feliz de estar
cerca de mis amigos nuevamente.
Esa noche, todos nos emborrachamos de vino y buena comida. El grupo se
sentó alrededor contando historias de las travesuras que me había perdido
desde mi última visita y casi morí riendo al escucharlos.
—Este es un lado refrescante —expresó Jason mientras ambos nos
sentábamos en sillas en el patio de Charlie.
—¿Qué quieres decir? —cuestioné, mi botella descansando en mi rodilla.
—Cuando estás con estas personas —expresó, señalando por la ventana—,
eres una persona diferente, Tom.
—No lo soy —dije, pero sabía que eso era mentira.
—Seguro —respondió—. Así que, invité a January esta noche.
—¿Qué? —comenté, enderezándome un poco, viendo sobre mi hombro.
Jason sonrió ampliamente.
21
—No, pero creo que he descifrado por qué has estado tan jodidamente loco
Página
últimamente.
Negué antes que siquiera dijera otra palabra. Me ignoró.
—Estará en la fiesta mañana, ¿lo sabías?
—Lo supuse —mencioné, tratando de sonar distraído. Evité el contacto
visual—. Es buena amiga de Casey Donigan.
—Sí, lo es, pero también es medio responsable por los arreglos de la fiesta.
Prácticamente hizo toda la preparación. Es una chica genial.
—Eso es genial —manifesté, pero la curiosidad me estaba matando—. Así
que, uh —declaré tomando un trago de cerveza—, ¿todavía está saliendo con el
tipo de la sala de correo? —Suave.
—No, de hecho, está libre como un pajarito —dijo, tomando prestada una
línea de ella de la noche que me avergoncé a mí mismo.
—Oh, bien.
—Dios, idiota. Debería simplemente fijar una fecha en la iglesia porque
obviamente estás encaprichado con ella. Simplemente muerde el anzuelo, Tom.
Demonios, nunca pensé que tendría que decirte eso a ti de todas las personas.
—Guárdatelo, Jason.
—Sí, sí —mencionó, levantando su paquete de seis y dirigiéndose hacia la
ventana.
—Finalmente —dije bajo mi aliento.
Jason tenía razón. Claramente estaba encaprichado con ella, pero eso era
todo. Compartimos un beso asombroso que casi me desolló la piel de mis
huesos, pero eso era todo. Estaba atraído a ella pero no quería conocerla.
Además, digamos que hipotéticamente quisiera llegar a conocerla, me iba a
Europa pronto. No tenía tiempo para hacerlo.
La noche del sábado era la fiesta platino de The Belle Jar. Esa mañana,
desperté en el patio de Charlie en una de sus sillas ridículas, mi espalda
doliéndome demasiado. Me metí por la ventana y me paré directamente en su
comedor, estirando mi cuerpo para quitarme las torceduras.
—¿Tom? —Escuché desde la cocina.
—Sí, Cherry. Soy yo.
—¿De dónde demonios saliste? —preguntó, riéndose y rodeó el mostrador.
—Me dejaste afuera toda la noche. Que amiga eres —bromeé.
—Sí, bueno, tal vez no debiste dormirte allá afuera, tonto.
—Me voy de aquí —dije, bostezando.
—¿Qué? ¿Por qué? ¡Quédate para el desayuno!
—No. Tengo que alistarme para la fiesta de esta noche. Ustedes vendrán,
¿cierto?
—Ahora, esa es una pregunta boba —mofó—. ¿Cuándo alguno de nosotros
se ha negado a una oportunidad de bailar y festejar, amigo mío?
22
veía January después de todos esos meses o ver lo que pensaba de mí. No,
estaba emocionado de encontrarme con mis amigos. Sí, eso es. Llamé un taxi
pero cuando el conductor me interrogó hacia donde, no le pude decir. Había
olvidado preguntarle a Jason. Abrí mi teléfono y lo llamé.
—¡Oye!
—Jason, ¿dónde es esta fiesta?
—The Bowery.
¿En serio? ¿Ella hizo esto a propósito?
—The Bowery —indiqué al taxista.
The Bowery era especial para mí por muchas razones. Solía actuar allí todo
el tiempo con mi banda, The Ivories, y Callum y Harper se casaron allí. Era
nuestro lugar.
—Te veré allí —informé a Jason y colgué.
El taxi se estacionó en frente y pude oír el apagado bajo del ritmo del club
desde la calle. Mi estómago cayó un poco y mi corazón saltó en mi garganta.
Solo entra y relájate. Caminé hacia el portero.
—¿Nombre? —preguntó.
—Thomas Eriksson —comenté.
El hombre buscó en la lista.
—Lo siento, no estás aquí. —Sus ojos se encendieron—. De hecho, tu
nombre está bajo la lista de ―No permitir bajo ninguna circunstancia‖.
—¿Es un chiste? ¿Qué clase de lista es esa?
—Exclusivamente tuya, al parecer. Tu nombre es el único que está en ella.
—Sonrió con aire de suficiencia.
—Me estás jodiendo.
—No, señor.
—Llama a Jason Barret.
—Lo siento, pero dice aquí mismo…
—Sé lo que dice. Llama a Jason Barret.
—Me disculpo, señor, pero no podemos —dijo el gorila, acercándose,
disfrutando un poco demasiado de su posición de autoridad.
—Que se joda esto —dije, alcanzando mi teléfono. Lo abrí y llamé a Jason.
—¡Oye! —Apenas escuché a través de la música a todo volumen.
—¡Jason, ven a la puerta! —grité.
—¿Qué? —vociferó.
—¡Ven a la puerta!
Colgó y solo esperaba que me hubiera escuchado correctamente. Cinco
minutos después. Jason salió y le hizo señas al gorila para que me dejara entrar.
24
quieras.
Se tambaleó hacia atrás, golpeada duro por mis palabras insensibles. Cerré
mis ojos brevemente. Inmediatamente me arrepentí de herir a esta extraña. Me
sentí físicamente enfermo por la mentira. Realmente no me sentía así, de hecho.
Honestamente, esa chica simplemente sacó algo de mí que no podía controlar y
me asustaba como la mierda.
—Eres un idiota —susurró, sus ojos vidriosos. Se volteó y se alejó hacia el
escenario una vez más.
Me extendí para alcanzarla pero no lo suficiente. Cada segundo que se
alejaba me sentí demasiado avergonzado para disculparme con ella. Era un
cobarde. Lo sabía. Nunca es demasiado tarde para hacer lo correcto. Empecé a
caminar en su dirección pero noté que caminó directamente hacia Casey de The
Belle Jar y comenzó a sollozar en su hombro. ¡Mierda! ¡Sí soy un idiota!
Cuando Casey me vio venir, sentó a January en el borde del escenario con su
novia Sunny y vino hacia mí como si fuera un toro y yo estuviera ondeando una
bandera roja.
—¿Puedo hablar contigo, hombre? —preguntó Casey, furia construida en
sus ojos.
Lo guié a una mesa cercana.
—Escucha —inicié pero me interrumpió.
—No, escucha tú —comentó, encolerizado—. No me importa si ayudaste a
que mi banda llegara a donde está, y tampoco sé qué demonios está pasando
entre January y tú. Francamente, lo encuentro raro porque afirma que no te
conoce, pero de alguna forma puedes hacer llorar a alguien a quien no he visto
hacerlo en los tres años que hace que la conozco, y créeme, ha tenido bastantes
razones para hacerlo. Ahora, por qué, te pregunto, ¿está llorando a moco
tendido?
—No hay razón, realmente. Le debo una disculpa. Nosotros… chocamos
nuestras cabezas.
—¿Por qué? —cuestionó, sus ojos entrecerrados.
—Por ninguna razón. ¿No has conocido a alguien que no te agradara? —¿O
que realmente te gustara pero quisieras que no fuera así?
—Lo he hecho pero esa persona nunca ha sido January, para mí ni para
nadie más en lo que respecta. ¿Qué te pasa, Tom? January es literalmente la
mejor chica que he conocido en mi vida y he conocido muchas en este negocio.
—Respiró profundamente—. En serio, January MacLochlainn es una jodida
santa.
La culpa empezó a pesar duro en mi pecho entonces. Estaba desquitando
mi naturaleza enojada en una chica hermosa, inocente y asombrosa por ninguna
otra razón más que el hecho de no quererla ver hermosa, inocente o asombrosa.
Quería mi odio de vuelta. Me paré y apreté el hombro de Casey.
—Me disculparé con ella. Sinceramente lamento la mierda que acabo de
hacer.
—Bien —dijo, calmándose—. Dios, Tom, siempre supe que eras un poco
27
fan de ser un idiota, pero nunca te he visto hacer algo tan bajo.
—Lo sé, hombre. Estoy avergonzado. Me disculparé ahora mismo.
Página
Una semana más tarde y todavía tenía que eliminar espacio extra para ver
a January desde la fiesta, lo que estaba bien conmigo porque la pequeña chica
me había tocado como un violín. Mientras estaba haciendo las maletas para
Europa al día siguiente, escuché mi teléfono vibrar en la parte superior de mi
tocador. Recorrí el identificador de llamadas y vi que era Jason.
—Oye —dije, metiendo el teléfono entre mi barbilla y hombro y continué
haciendo las maletas.
—Necesito que vengas a la discográfica en este momento.
—Amigo, ¿me estás tomando el pelo? —pregunté, agarrando el teléfono de
nuevo—. No estoy preparado exactamente para este viaje.
—Solo ven hasta aquí —dijo brevemente antes de colgar.
Presioné finalizar y me apoyé en la cómoda de madera pesada, estudiando
el teléfono, no sabiendo por qué Jason me necesitaba, pero sintiendo sobre el
borde cómo de seco había sido.
Me puse mi sudadera y chaqueta, metí mis llaves en mi bolsillo y me dirigí
a la puerta. En la planta baja, paré un taxi, mordiendo mi labio todo el viaje
hasta allí. Jason estaba esperando en la calle, fumando un cigarrillo cuando me
detuve a su lado. Pagué la tarifa y salí.
—¿Qué pasa, hombre? —le pregunté.
—Nada, ¿qué pasa contigo? —dijo, tomando una última calada antes de
apagarlo con la punta de su zapato.
Casi le di un puñetazo.
—Jason, sonaste como si algo pasara. ¿Qué está pasando?
—Oh, nada. —Se rió—. Estoy a punto de salir por la noche, pero quería
escucharlos entregarte estas noticias a ti primero. Estaba en un apuro.
29
—Eres un idiota.
Página
buscando un reemplazo.
Página
las aguas.
Nos paramos en línea para recuperar nuestros billetes.
nuevo desarrollo.
—Ustedes eran, uh… —Tragó, con el rostro ardiendo aún más brillante.
Estampó suavemente su pie en frustración en el piso—. Increíbles —terminó—.
En serio —dijo, volviéndose hacia mí y mirándome a la cara—. De verdad me
encantó como el infierno su música. Quedé muy decepcionada cuando me
enteré de que se disolvió.
Me sorprendió esa declaración.
—¿Cómo supiste de nosotros? —le pregunté con incredulidad.
Una sonrisa apareció en la esquina de su boca antes de que mirara hacia
otro lado y luego al suelo.
—Era mi trabajo saber de buena música, Tom. Es por eso que estoy aquí...
contigo.
Me hizo sonreír, pero le di la espalda para que no pudiera ver.
El carrusel que giraba ahora estaba lleno de maletas, pero no había estado
prestando atención.
—Déjame saber cuál es la tuya —ordené suavemente.
—Muy bien —admitió fácilmente.
Mi bolso apareció a la vista y alcancé a agarrarlo, lo arrojé cerca de
nuestros pies.
—Esa es —dijo, señalando al otro de la lona, casi idéntica a la mía, pero en
un tono más pálido de verde.
—Genial —le dije.
Una sonrisa se extendió por su hermoso rostro y mi mano se deslizó
lentamente hacia mi pecho con una sensación crepitante estableciéndose
profundamente dentro de mí que comenzaba a estallar y a darme escalofríos,
otra capa de hielo se iba lejos.
January era como el maldito sol.
40
Página
4
asiento trasero.
Página
Conocimos a todas las personas necesarias en Seven, antes que Ailin nos
llevara a la posada en la cual el sello nos había hospedado. January se sentó en
el asiento delantero de nuevo, inadvertidamente enojándome.
—Deberíamos salir esta noche —mencionó January, sorprendiéndome.
—¿En serio? —pregunté.
—Sí —continuó, caminando alrededor del frente del auto para pararse
frente a mí mientras Ailin descargaba nuestro equipaje. Levantó la mirada a mi
rostro y ahí fue cuando lo vi. Inocencia. Iba a matarme, simplemente lo sabía—.
Ailin dijo que un par de sus amigos irán a Temple Bar esta noche si quisiéramos
unirnos.
—¿Lo hizo? —interrogué, mirando a Ailin mientras apresuradamente
metía nuestro bolsos sin siquiera darme un vistazo—. ¿Me incluyó en la
invitación? —pregunté, volteándome de nuevo hacia ella.
Frunció sus cejas como si mi pregunta fuera ridícula.
—Por supuesto que estás invitado, Tom. Creo que fue por ti en su mayoría,
de todas formas, y solo fui incluida. —Seguro. Zas. Zas.
—Sí, Temple Bar es divertido —admití—. Podemos ver algunas pocas
bandas también, si quieres.
—¡Oh, claro que sí! Qué buena idea.
Dejé que January me guiara a Anchor House, la posada en la cual el sello
nos había puesto. Era encantadora, como la mayoría de los lugares en Dublín, y
era solo una caminata corta hasta Temple Bar, lo cual podría funcionar muy
bien para nosotros. January estaba situada en la habitación directamente frente
a la mía y cada uno teníamos baño privado, lo cual era prácticamente increíble
en pequeñas posadas como estas, pero estaba agradecido porque quería que la
primera noche de January en el extranjero fuera cómoda. ¿Por qué te importa
43
siquiera?
Acordamos encontrarnos a las nueve en punto abajo y caminaríamos hacia
Página
Oliver St. John Gogarty porque Ailin quería que January visitara algún lugar
autentico en su primera noche. No estoy bromeando, esas fueron sus palabras
exactas. Parecía bastante confiado cuando estuvo dicho y hecho, pero cuando
―accidentalmente‖ intercepté su abrazo de despedida para January, pareció
entender mi mensaje claramente, no es como si eso detendría al bastardo
descarado. No importaba, me gustaba la competencia. Quiero decir, no la
competencia. En serio, es solo que, verás, no pienso que sea una buena idea para
ninguno de nosotros involucrarse con personas cuando supone que debemos
estar haciendo un trabajo.
A la seis, decidí que prefería ir a correr que comer porque habían pasado
más de veinticuatro horas desde mi última carrera y lo necesitaba mucho. Me
puse mi ropa típica, una pantalón para correr Adidas y una camiseta, y bajé.
Afuera, empecé a estirarme contra la barandilla.
La puerta se abrió, pero estaba demasiado concentrado en mis cosas para
prestar atención. Eso es, hasta que atrapé un soplo del perfume de January.
—Oye —dijo, viéndose confundida. Sus ojos recorrieron mi cuerpo de
arriba abajo. Por alguna razón, esto me puso auto consciente. Estoy asumiendo
que fue porque no me había visto en nada más que jeans holgados y sudaderas
pesadas pero no estoy seguro por qué me importó una mierda—. No sabía que
eras un corredor.
Observé su vestuario para trotar y pensé lo mismo.
—Yo tampoco. Quiero decir, tú, quise decir, no sabía que tú corrías. —
Suave. Muy suave.
—¿Te importa si te acompaño? —preguntó.
—Seguro —mencioné, pero corregí—, pero no hablo cuando corro. Es
cuando escucho mucha música nueva, de hecho.
—Yo también —comentó, mostrando su iPod. Esta chica era puras
sorpresas.
Sin decir otra palabra, empezamos nuestro trote. Como ya había estado en
Dublín antes, por varias semanas en realidad cuando viajé con The Ivories
(tuvimos una loca fanaticada aquí por alguna razón) y conocía las extrañas
calles empedradas, le hice señas a January para que me siguiera. Trotamos por
el río Liffey pasando el Temple Bar por aproximadamente tres kilómetros antes
de cruzar el puente sobre el río y trotar de vuelta por el Liffey hacia Anchor
House. Los edificios eran una bonita mezcla de arquitectura vieja y nueva.
Encajaba tan bien con Dublín. Una ciudad de viejas tradiciones preciadas pero
la gente tampoco tenía miedo del progreso. Dios, amaba Irlanda. El último
kilómetro o menos, reduje la velocidad un poco para calmar nuestras
frecuencias cardiacas. Estaba extremadamente impresionado que January pudo
mantenerse al tanto conmigo. Ciertamente explicaba la forma en la que estaban
sus piernas. Todavía tenía que verlas realmente, ya que estaba oscuro en The
Bowery, pero su larga y magra forma definitivamente no podían ser escondidas
por el jeans que había usado la noche que nos besamos. Las noté. Odiaba
haberlo hecho pero, de todas formas, lo hice.
La miré transitoriamente a lo largo de la carrera. La veía como una de las
44
mujeres más hermosas que había conocido jamás y eso incluía a Kelly, estaba
Página
los conjuntos más sexy que había visto nunca. ¿La sorpresa? Estaba
prácticamente cubierta de pies a cabeza, quien se lo habría imaginado.
—¿Está bien esto? —preguntó, frenética.
—¿Qué? —cuestioné, aturdido por solo su presencia.
—¿Está bien esto? ¿Para esta noche? Ya no tengo idea de qué es apropiado.
La gente en la ciudad no se viste como lo hacemos en Austin, Tom. —Me gustó el
hecho que me asociara con Austin a pesar que había vivido en Nueva York toda
mi vida—. Así que, supuse que era lo mismo para Dublín. —Frunció el ceño—.
¿Me ayudas?
—Esto está bien —dije, sin decir exactamente la verdad. La cual era que,
me hacía querer repensar el querer estar solo. Si fuera mi chica, Temple Bar
podría joderse y solo me quedaría aquí, en esta habitación con ella,
memorizando su rostro con mis dedos y boca.
—¿Estás seguro? —interrogó.
—Sí, lo estoy. —Di un paso hacia adentro y ella me siguió, cerrando la
puerta detrás de sí.
—¿Por qué no estás listo?
—¿Honestamente? Me despertaste. Si no hubieras venido, probablemente
habría perdido mi reunión contigo allá abajo.
—Lo siento. ¿No quieres ir? —preguntó—. No me importa ir sola.
Ni que me pagaras un millón de dólares, pensé, hundiendo otro clavo en
mi ataúd.
—No, estoy bien ahora. Quiero salir y escuchar a unas pocas bandas.
—Muy bien, te veré abajo entonces.
Cerré la puerta tras ella, me bañé y vestí para el Temple Bar rápidamente.
Me senté frente al pequeño espejo encima de mi lavabo y me pregunté qué
demonios estaba haciendo. No tenía ninguna intención de buscar bandas esa
noche. Solo quería contemplar a January. Oh, sí, y asegurarme que Ailin ni
nadie más en lo que a eso respecta, no lo hiciera. Me miré largamente en el
espejo. Tenía veintidós y parecía de treinta, pero eso no era porque me viera
físicamente como de treinta. Era debido a que usaba la amargura en mi rostro
como una capa. Brevemente pensé si January podría ayudarme a quitarme esa
capa pero lo saqué de mi mente encogiéndome de hombros. Necesitaba recordar
que era más probable que January me hiciera daño como nunca y entonces
sería un idiota aún más grande de lo que ya era y, para ser honesto, estaba
cansado de ser un idiota. Agotaba.
Bajé por las escaleras al vestíbulo. La amigable recepcionista apuntó hacia
afuera. Abrí la puerta y encontré a January sentada en el pórtico, así que me le
uní.
—¿Lista? —pregunté.
—Sí. —Se puso de pie y limpió el sucio de sus ajustados jeans negros.
Cuidadosamente se balanceó mientras bajaba los escalones en sus ridículos
tacones negros.
46
Suspiré profundamente.
Página
—¡Lo siento, amigo! ¡Conozco tu banda! ¡The Ivories! Ah, claro, verás,
conozco tu música. Estaba aquí, y luego ya no lo estabas, ¿han pasado dos años?
—Lo estaba. No puedo creer que me reconozcas.
—Sí, realmente no me gustaban mucho. —Qué reconfortante, pensé
mientras el irlandés alto y pelirrojo me miró como un pedazo de carne. Él sonrió
después de un momento, lo que me puso nervioso. Mi mano formó un puño
preparándose—. ¡Era mi dama! ¡Ah! ¡Estaba obsesionada contigo! —Me tensé
nerviosamente—. ¡Qué te pasa! ¡Relájate, hombre! ¿Qué estás bebiendo?
El tipo estaba por todo el lugar.
—¡Qué demonios! —le dije—. Voy a tomar un whisky McEwan.
—¿Lo escucharon, muchachos? ¡El yanqui bebe whisky escocés! ¡Por aquí,
esas son palabras de guerra! —dijo, apretando fuertemente mi hombro. Me
tensé de nuevo—. ¡Solo estoy bromeando muchacho! —Se rió con ganas y me
golpeó una vez más en la espalda.
Me tomé el whisky de un solo trago, haciendo una mueca cuando ardió su
camino por mi garganta.
—¿Otro? —preguntó.
—No, gracias. Todavía tengo una pinta en la mesa.
—Esa de ahí no es tu mesa, ¿verdad?
—Uh, sí, lo es.
—¡No, no es, compañero! ¡Estás bebiendo con nosotros esta noche!
Miré por encima de mi hombro a January que había arqueado la espalda y
se inclinó hacia nosotros, tratando de escuchar. Cuando la descubrí haciéndolo,
se enderezó, apoyando la barbilla en la mano sobre la mesa y fingió estar
interesada en la conversación del imbécil de Ailin.
—¿Ella está contigo? —preguntó el hombre cuándo vio a January.
—Uh, sí, es January, pero estamos aquí con los chicos —le dije, aunque no
sé por qué siquiera se lo mencioné. Este chico parecía infinitamente más
interesante que el idiota de Ailin.
—Ellos pueden unirse. Shane —dijo el tipo, ofreciendo su mano.
—Tom —le respondí rápidamente agitando su mano con suficiente fuerza
para hacerle saber que no era el tipo de tomar una mierda. Esto lo hizo sonreír.
Incliné mi cabeza hacia la mesa de Shane, haciendo un gesto a January
para seguirme y se puso de pie. Ailin la agarró de la muñeca y por una fracción
de segundo casi me incliné hacia atrás y golpeé al chico en la mandíbula. Ella
jugó con todo su encanto sureño que no sabía que poseía, recogió nuestras
pintas y me siguió, haciéndome sentir presumido y un poco estúpido, todo al
mismo tiempo.
—Ailin está enojado —bromea con una sonrisa de complicidad.
—¿Lo está? —le pregunté.
—¿Quién es este tipo? —pregunta, señalando a Shane.
50
cínico que era, no debería haberlo hecho. Era tan nueva en esto de coquetear y
tan obviamente mala que el confundió mi picardía con crueldad. Estaba
Página
sé.
Cillian me apartó de él justo cuando gané el control, pero alejé la mirada
Página
hizo que Tom chasqueara la lengua en desaprobación. Era tan ―juzgador‖. ¡Dios!
Me desnudé y aterricé en la ducha, me lavé el cabello y me afeité las piernas en
Página
menos de cinco minutos. Otros dos minutos para lavarme los dientes. Tres
minutos más tarde, estaba metiendo todo en mi bolso después de ponerme una
camiseta térmica, una de mis The Belle Jar, jeans y botas negras.
Con el cabello mojado, sin maquillaje, cerré la puerta de la habitación del
hotel y bajé corriendo las escaleras, y patiné hasta detenerme frente a Tom que
estaba registrando la salida en la recepción.
—¡Buenos días! —me saludó el recepcionista.
—¡Buenos días! —respondí alegremente—. ¡Qué agradable ver una cara
amiga tan temprano en la mañana! —añadí, mirando directamente a Tom con la
mayor sonrisa en mis labios.
Pasé de largo su mirada y bajé las escaleras, llegando a lo que supuse era el
auto rentado, dado que estaba justo cruzando la calle y en el asiento de atrás, el
bolso de Tom. Copión. Arrojé el mío al lado del suyo y cerré el maletero del auto
tan pequeño. ¡Dios, voy a tener que compartir esto con él! Apenas hay espacio
suficiente para uno, ¡por no hablar de su culo gigantesco! Arrojé mi cartera/
tabla de salvación en el capó del auto y lo revolví para encontrar mi maquillaje.
Inclinándome y asomándome por la ventana, me apliqué un poco de colorete,
máscara de pestañas y brillo de labios. Solo lo suficiente para parecer un poco
humana, luego di vuelta la cabeza y me cepille el cabello largo, tratando muy
duro de sacar los nudos de esta longitud poco práctica. Me volví a mover, y
comencé a desenredarlo desde allí. Tiré el cepillo en mi bolsa y me pasé los
dedos por el cabello, tratando de conseguir que se secara lo más rápido posible.
Estaba lista.
Miré el pequeño auto y la proximidad potencial y lo pensé dos veces.
Agarré de nuevo mi bolsa y me puse un poco de perfume, lo suficiente como
para hacer cosquillas a la nariz, pero no lo suficiente como para sofocarte en el
auto. Luego, me puse un poco de color en los labios y un poco de delineador en
los ojos. Sacudí la cabeza para sacarme los cabellos del rostro y me miré al
espejo. Casi. Metí de nuevo la mano en mi bolsa y agarré una pequeña banda de
goma, así como un palillo negro. Me hice una trenza francesa que caía desde la
parte superior y lateral de la cabeza, dejando unos mechones sueltos, la até y
luego envolví toda la cosa y todos los cabellos sueltos en un moño despeinado en
el lado de mi nuca, frente a mi trenza, recogiéndola con el palillo. El efecto era
un atuendo arrebatador y era precioso. Siempre hacía que me hicieran
cumplidos. Ejem. Siempre. Bastante bien. ¿Bastante bien? ¿Bastante bien para
quién, January? ¡Oh, cállate!
Tom salió del Anchor House en el preciso momento en que me di la vuelta.
Se detuvo en seco, se le cayeron los papeles que tenía en la mano y sus llaves,
pero el truco fue cuando se inclinó para recuperarlos, sus ojos no dejaban los
míos; ahí fue cuando supe que lo tenía. Sus manos hurgaron en el concreto
debajo de él sin mucho sentido, poniéndolo nervioso cuando terminaban vacías.
Finalmente, se apartó para agarrar lo que se le había caído. ¡Já! Me quedo con
ese cumplido, muchas gracias, Thomas Eriksson.
—Vamos —dijo, dando un paso delante de mí.
Me di la vuelta y empecé a abrir la puerta. La mano de Tom se acercó a mi
oreja y me impidió abrirla, calentándome desde el interior por su proximidad.
57
que he estado esperando verlos desde que los conocí en Nueva York, cuando
estuve con The Ivories.
Página
boca—. Está pasando —dijo cuando el barco se inclinó y se lanzó al agua listo
para navegar.
—¡Oh, no! —dije, agarrando su mano y dirigiéndome hacia las tiendas de la
nave—. Dios, debería haber sabido cuando me has ofrecido aquel ridículo
jengibre dulce que solo mi abuela comería.
—Por favor, no menciones la comida —gimió.
Solo pude suspirar mi frustración.
¿Sinceramente? Estaba más molesto porque se encontraba mal. Por alguna
razón, la idea de esta chica en agonía hizo a mi estómago torcerse. En la tienda
más cercana, entro y consigo una bebida con gas que parecía Sprite y unas
cuantas cajas de medicamentos para mareos. Pasé la tarjeta de crédito de Seven
porque se me había olvidado la mía en el auto. No quería pensar en cómo iba a
explicar estos extraños cargos a Jason. Podía chupármela, January estaba
enferma.
—Venga —dije hacia una muy verde January. Ella se apoyó en mí, lo cual
me dejó saber lo mal que estaba. La conocía lo suficientemente como para saber
que no lo hubiera hecho, a menos que las cosas estuvieran muy mal. Ella quería
que creyera que me odiaba. La arrastré hasta un asiento con ventana y la senté.
Quité la tapa del refresco lo más rápidamente posible y se lo entregué.
—Empieza a beber —le dije. Ella lo tomó y lo llevo con sus temblorosas
manos a la boca.
Abrí la caja de lo que pensaba que era la más prometedora, de alivio
acertado, en la tienda y le entrego las dos pastillas. Las tragó rápidamente y me
senté junto a ella, leyendo el prospecto en la otra caja para asegurarme que se
pudieran mezclar las medicinas si la otra no funcionaba. Levanté su bolso y
saqué su ridículamente enorme bolso de remedio de jengibre, caramelos de
abuela y quité el envoltorio a uno.
—Tómatelo —le dije, entregándoselo.
Ella movió su cuerpo para no estar de frente al océano. La acerqué más y
apoyé su cabeza en mi hombro. Froté su brazo hasta que pareció sentirse mejor
y su respiración se volvió constante.
—Muchas gracias —dijo en el viento frente a nosotros.
—Desde luego —le dije. Odio verte sufrir. Lo siento por lastimarte anoche.
La mirada de tu rostro atravesó mi corazón de hielo. Me gustaría poder
retirar todo. Sin embargo, como un cobarde, no digo nada. No podía
recomponerme para pronunciar las palabras.
Se sentó, dejando a mi lado carente de su calidez.
—¿Sabes por qué estás aquí conmigo, January?
—¿Por qué estoy castigada por Dios?
—Estás siendo preparada —le dije, ignorando su pulla.
—Pásame esa banana, ¿quieres? —se burla.
62
—Es bueno ver que estás sintiéndote mejor. Fue un toque e ir allí un rato.
—me burlé de regreso.
Página
Sonrió.
—Así que me estás preparando.
—Para mi trabajo —contesté.
Sus cejas se arrugaron.
—¿Por qué? ¿Dejarás Seven?
—No, estoy siendo considerado para un puesto en el piso superior.
Dirección, nena —dije, sin darme cuenta de que había dicho nena hasta que fue
demasiado tarde. Sus ojos se ampliaron por un momento. Me aclaré la
garganta—. Dirección. Mamá estaría muy orgullosa.
—No me digas. ¿Cuándo?
—No es cuando es sí. Jonah y yo estamos compitiendo por la misma
posición. Esta pequeña excursión internacional es una prueba, una
competencia.
January pensó por un momento antes de que la mirada más pícara cruzara
su rostro.
—Les ganaremos.
Hizo que mi corazón palpitara.
—¿Lo haremos? —Moví mis pies un poco.
Ella puso los ojos blancos.
—Conozco tu oído para la música y sé el de él. Le ganaremos.
Ganaremos, había dicho.
—Si tú lo dices —contesté, volviendo la cabeza hacia el agua pero sintiendo
un dolor en el pecho de los que nunca había sentido antes. Apenas detuve mi
mano de ir al pecho.
January se quedó dormida en mi pecho media hora en nuestro viaje y
odiaba lo mucho que me gustaba mirarla mientras dormía.
63
Página
Thomas pensó que me quedé dormida en su pecho. Sabía esto porque
después de tomarme la libertad de usar su pecho como almohada y unos pocos
minutos pasaron en silencio, abrí la boca para decirle lo increíble que pensaba
que era pero me quedé muda cuando comenzó a frotar mi brazo tentativamente.
Luché contra la piel de gallina amenazando con traicionarme y presté gran
atención a los movimientos de su mano.
Al principio, solo usó la punta de su dedo índice, experimentando con un
simple roce aquí y allá. Supuse que sintió que me había dormido
adecuadamente porque sentí el peso de todos sus dedos explorando la superficie
de mi brazo, pero siempre se mantuvo por encima del codo, parecía probar las
aguas. Trazó el contorno de mi brazo una y otra vez que casi me volví loca, pero
justo cuando estaba a punto de temblar incontrolablemente, colocó toda su
cálida palma en mi brazo y la guió hasta mi muñeca, luego de regreso.
Era la cosa más sexy que había experimentado alguna vez y solo era mi
maldito brazo. Se detuvo y quería llorar para que continuara, pero me
sorprendió cuando sentí su cálida palma cruzar por mi nuca y garganta. Guió su
mano hasta la parte trasera de mi cuello y de vuelta hacia mis hombros. Mi
respiración se profundizó más y luché por regularla, tragando tan
silenciosamente como fuera posible para no asustarlo.
—Tan suave —susurró apenas, haciéndome derretir por este lado oculto de
él.
Su mano siguió por mi brazo de nuevo hasta que llegó a mi mano. La
levantó y frotó el pulgar sobre la palma de mi mano antes de entrelazar sus
dedos con los míos, manteniéndolos allí. Me moría de ganas de devolverle el
apretón, para hacerle saber que sabía y que estaba bien con ello, pero no me
atreví a arruinar el increíble momento. El momento que descubrí que Thomas
Eriksson no era más que una farsa. Su río corría mucho más profundo de lo que
imaginé, y sabía esto por su cuidadoso y notablemente cariñoso toque. Él era un
maestro en el juego de fingir, pero supe todos sus secretos en este pequeño
desliz de su guardia y planeaba desarmarlo por completo… en París. Ten
cuidado, Thomas. Pensé. Tengo tu número.
Fue entonces cuando mis ojos se cerraron de verdad. Nunca me había
dormido tan fácilmente y tenía que agradecerle a Tom por eso.
***
—Pareces dormirte muy fácilmente sobre mí —dijo Tom, despertándome.
64
Arrastró su pulgar sobre la parte superior del volante y lo acepté como una
forma de reconocimiento.
Página
—¿Estás bien?
Levanté la vista hacia él.
Página
***
Londres estaba a cinco horas de distancia y aproveché la oportunidad de
conocer un poco mejor a Tom, preguntándole todas sus cosas favoritas. Color
favorito, comida, canción, banda. Almacené tanto como me fue posible en esas
cinco horas y al final de ellas, sentí que conocía a Thomas Eriksson lo mejor que
posiblemente alguien podría en cinco horas con el imposible Thomas Eriksson.
A decir verdad, me sorprendió que se haya abierto en lo absoluto, mucho
menos la cantidad que había compartido. La parte loca era que por cada
pregunta que respondió, esperaba que yo respondiera la misma, como si
quisiera saber tanto acerca de mí como yo quería saber sobre él.
Pero a una hora de Londres, lo más desafortunado sucedió... Bueno,
desafortunado pero al mismo tiempo muy afortunado. Verán.
—¿Jonah va a estar ahí? —pregunté, jugueteando con las emisoras de la
radio—. ¿En los espectáculos de esta noche?
—Sí, definitivamente es competencia. Estará dondequiera que estemos,
creo.
—Háblame de las bandas. ¿Quiénes son? ¿Cuánto tiempo han estado
tocando? ¿Algunas afiliaciones pasadas? Escúpelo —le dije.
—Bueno, la primera banda antes ha firmado con un sello independiente
llamado Red Flag. ¿Lo conoces?
70
—Sí, tienen a Hope Nesting y a Katie Butler. Tienen la idea correcta, pero
Página
—¡Oh, por el amor de Dios! —le dije—. ¡Solo estábamos haciendo uso del
teléfono, es todo!
—January ―dijo Tom, negando—. ¿Nos permitirán hacer una llamada
telefónica en la estación? —preguntó a un oficial.
—Una, sí.
eso últimamente.
Página
—En primer lugar, eso no era una prisión. Ni siquiera una cárcel. Era un
área de procesamiento. Y en segundo lugar, nunca podrías ir a la cárcel porque
eres demasiado buena persona para eso.
—¿Oh sí? ¿Y cómo sabes eso, eh? La única cosa que hemos intercambiado
es saliva. —Mi cara literalmente se derritió en mi cuello con esa declaración,
pero fingí que no hizo tal cosa.
—Sé que estás avergonzada, ya sabes.
—Sí, es una maldición.
El me detuvo y me pasó por delante de él.
—Es precioso. —Bueno, si eso no me hizo sonrojar más. Maldita sea. Su
sonrisa se hizo más profunda y llevó su mano a mi rostro, guiándola por mi
mejilla. Hundí mi cara en su palma—. Tú eres preciosa, January.
Su otra mano recorrió mi cabello cayendo en mi hombro.
—Probablemente debería deshacer mi trenza —dije, tocando el lío en que
se había convertido. Me separé por un momento y me senté en un banco cerca
de las puertas de cristal de la estación. Tom se sentó junto a mí y solo observó,
aparentemente hipnotizado.
Saqué el palito que sostenía mi moño desordenado y me lo puse entre los
dientes para poder destrenzar mi cabello. Una vez que hube deshecho todas las
torceduras con mis dedos, lo dejé caer todo sobre mis hombros.
—Eso se siente mucho mejor —le dije alrededor del palillo mientras torcía
la longitud alrededor de mi mano y me lo saqué de la cara por un momento.
Tom quitó el palito de mis dientes y se lo metió en un bolsillo interior de su
chaqueta de cuero antes de arrastrar mi cuerpo más cerca de él y me hizo
enfrentarlo.
—Miraré las puertas —dijo en voz baja, sus ojos vagando por mi cabeza
mientras entrelazó sus manos grandes y cálidas por mi cabello. Mis ojos se
volvieron pesados.
—Deja de hacerme dormir, Thomas Eriksson.
—No puedo evitarlo. Necesito pasar mis dedos por tu cabello.
—Es mi cosa favorita en el mundo —le dije con pereza antes de abrir los
ojos al rostro más hermoso que jamás había visto en toda mi vida.
—¿Qué? —preguntó.
—Nada, yo solo...
Alguien llamó a las puertas de vidrio de la estación y una joven con
uniforme de la empresa de alquiler saludó. Caminamos hacia ella y la
encontramos en la acera.
—¿Señor Eriksson? —preguntó y él asintió—. Lo siento mucho por todo
esto. Le hemos dado un mejor auto para usted, por las molestias y nos hemos
encargado de su factura. ¿Hay algo más que podamos hacer por usted? —
preguntó, entregando las llaves.
—Nada, gracias —respondió Tom.
79
—Solo danos una llamada, amor, si aparece algo —dijo con una dulce
Página
sonrisa.
—Lo haré. Una vez más, muchas gracias.
La mujer corrió a un auto esperando detrás de nosotros y nos metimos en
nuestro nuevo auto de alquiler. Fue sin duda una mejora. Al igual que, de mega
actualización. Era un gigante SUV, tal como vi en Irlanda o Inglaterra hasta el
momento. Land Rover. ¡Genial! Jason había hecho esto, lo supe tan pronto lo vi.
80
Página
Llegamos a Londres en menos de una hora. El GPS fue muy útil,
llevándonos derecho a The Chesterfield en Mayfair. Mientras íbamos en auto
hasta el hotel, o palacio, según lo mirabas, estuve mudo. Los dos nos quedamos
mirando con fascinación.
—¿Por qué Jason nos mandó aquí? —pregunté a nadie en particular.
Pero January respondió de todos modos.
—¿Porque nos ama?
La miré con incredulidad.
—¿Siquiera conoces a Jason?
Ella pensó durante un momento.
—Tienes razón. Algo está pasando.
El valet se acercó y le abrió la puerta a January antes dar la vuelta al auto y
recoger las llaves. Nos informó en un acento muy formal que iba a encontrar
nuestra habitación y haría que nos lleven las maletas arriba.
—Te pillaré cuando nos vayamos, hermano —le dije, haciéndole saber que
le daría propina una vez termine y él asintió firmemente.
En el interior, el vestíbulo tenía suelos de mármol blanco y negro. Nuestros
pies hacían eco con las paredes y resonaban repetidamente, un himno resonante
de taconeos. El resto de la habitación era de color madera oscuro y énfasis
carmesí, salvo por el techo de escayola color crema y las columnas. Nos
acercamos al recepcionista y nos saludó alegremente, preguntando nuestros
nombres.
—Thomas Eriksson y January MacLochlainn —le dije. Sus cejas se
elevaron ligeramente a January, no lo suficiente como para que duela, pero solo
lo suficiente para que pique. Zas. Sentí esta simple quemadura de celos por
enésima vez desde que estoy alrededor de esta chica. Si tuviera alguna
posibilidad de una relación normal con ella, iba a tener que ver eso
rápidamente. ¿Relación? ¿De dónde diablos salió eso?
—Sí, señor —dijo, escribiendo en un ordenador—. Ah, sí, los tengo a ambos
en el tercer piso, ¿les parece? Hay unas vistas fantásticas desde esa habitación.
—Perfecto —contestó January antes de mirar dos veces—. Espera.
¿Habitación? ¿No querrás decir habitaciones?
El hombre se puso nervioso y bajó la mirada a su computador una vez más.
January y yo nos miramos el uno al otro, confundidos.
81
sin embargo.
—Jason —dije en voz baja—. Lo siento —dije un poco más fuerte—, pero
vamos a necesitar dos habitaciones.
—Disculpe, señor, pero es la única libre.
—Está bien —dijo January—. Tiene dos camas individuales, ¿dijiste?
—Sí señora.
—Está bien —respondió January, tocándome ligeramente el brazo.
Asentí.
—¿Seguro?
—Seguro, vamos a salir y escuchar un poco de música, Tom. Estoy casi
muriéndome por hacer nuestro trabajo.
—Muy bien —dije, deseando poder besarla en ese momento. Ella hacía que
mi corazón se sintiera más ligero de lo que se había sentido en más de un año—.
Vale —le dije al hombre mientras comenzaba a preparar nuestras llaves. Me
volví hacia January—. Hablaré con Jason.
—Está bien —dijo ella, apretando mi antebrazo a través de mi sudadera
con capucha.
El recepcionista terminó todo, entregándonos las llaves y dejándonos
saber que nuestras maletas estarían enseguida. Nos indicó hacia el ascensor y
entramos, pero cuando las puertas se cerraron y presioné el botón de la tercera
planta, se sentía como si alguien hubiera tomado posesión de mi cuerpo.
No hubiera podido detenerme ni si lo hubiera intentado, agarré a January
bruscamente y la empujé contra la pared del ascensor, ahuecando su nuca para
no lastimarla. Pareció sorprendida pero para nada no dispuesta, su boca jadeó
ligeramente y tenía una pequeña sonrisa. La miré apasionadamente antes de
girar físicamente su cabeza y moverme hacia su bonito cuello. Inhalé su
seductor perfume profundamente dentro de mi pecho. Enderecé su cabeza
atrayéndola antes de cerrar mis ojos y presionar suavemente mis labios en los
suyos. Tomó todo de mí mantenerlo suave, mi cuerpo tenía otras ideas, ideas
más rudas, y deseaba tanto besarla ásperamente para borrar todo el sentimiento
acumulado reprimido que había estado albergando por la fascinante mujer
desde aquella noche en Austin.
—Me gustas —le dije cuando la liberé.
—Sí —susurró como una declaración más que una pregunta.
—Es una mentira —corregí.
Su respiración jadeaba ligeramente mientras su mirada recorría mi rostro.
—Una mentira.
—Sí —dije, pasando mis dedos por su cuello y garganta, apoyando mi
palma encima de su corazón, sintiéndolo acelerarse por mí.
—Estoy obsesionado contigo.
—Ob-obsesionado —dijo tartamudeando la palabra.
82
fuera de la puerta. Queremos que nuestras cosas estén lavadas mañana ya que
Página
January salió quince minutos más tarde, luciendo por todo el mundo como
el sexo en tacones y traté desesperadamente de fingir que no lo hacía. Los dos
fuimos al lavabo y nos cepillamos los dientes, tratando de no reír en el espejo y
obtener pasta de dientes en nuestra ropa, pero eso no funcionó demasiado bien
para mí.
Una camiseta limpia más tarde, estábamos fuera de la puerta. January,
una andante bomba de tiempo, y yo, el detonador. Era solo cuestión de tiempo
antes de que una de las dos cosas ocurriera. O algún idiota me iba a empujar
sobre la línea, o ella. Me imaginaba que ambos no serían exactamente lo ideal.
Aunque, tenía una preferencia.
—Sabes lo que estás haciendo —le dije mientras nos instalamos en la
escena del único delito que en realidad habíamos cometido esa noche. Sí, hice
eso.
—¿A qué te refieres? —fingió sorpresa, su mano voló a su pecho.
—Sabes cómo luces. Tendrías que ser una idiota para no hacerlo y tú,
January MacLochlainn, no eres una idiota.
—¿Qué? —se burló, una ceja levantada—. ¿Planeabas sacar esas pequeñas
cancioncillas con antelación, o eso fue fruto de la casualidad?
—Pido disculpas, ¿eso no fue lo suficientemente inteligente para ti?
—Estaba debajo tuyo, Eriksson, debajo tuyo.
—Sé de algo más que me gustaría debajo mío —bromeé.
Se rió en voz alta, su risa el equivalente a una campana, antes de
comprobarse a sí misma.
—¿Ves? Acabas de matarlo. Está literalmente muerto, flotando boca abajo
e hinchado. Así de muerto.
85
su pulgar por su mejilla. January rodó sus ojos, pero se echó a reír.
—¿Ponemos todas las cartas sobre la mesa? —nos preguntó a ambos.
—Vamos —dije, cruzando los brazos sobre mi pecho.
—Voy a ganar —dijo, sonriendo.
Me reí en voz baja y negué.
—No, no lo harás.
—Ya veremos —dijo, palmeándome la espalda, como si todo era en buena
diversión.
Besó la mejilla a January y levantó dos dedos por encima de su cabeza
mientras se alejaba.
—Realmente estoy empezando a odiar a ese tipo —admití.
—Me gusta Jonah. Realmente lo hago, pero puede tener algo de imbécil.
Solo estoy advirtiéndote.
—¿Qué? —pregunté, volviéndome hacia ella.
—En serio. He oído que estaba haciendo cosas sospechosas cuando se
trataba de bandas.
—Bueno, ¿cómo qué?
Levantó sus manos en el aire como en señal de rendición.
—Escucha, no quiero empezar mierda, pero me enteré de que estaba
pagando una información privilegiada en Seven debajo de la mesa para
averiguar dónde estarías explorando. ¡De nuevo! —dijo, agarrando mi hombro—
. Realmente no quiero empezar nada. Solo creo que debemos tener cuidado.
—¡Maldita sea! —exclamé—. ¿Por qué no dijiste nada antes?
—¡No dispares al mensajero, amigo! Además, pensé que habría sido obvio
para ti ya que él está en casi todos los shows en los que estás.
—Amigo, sabía que era demasiado para una coincidencia. Le di el
beneficio de la duda.
—Para alguien que es tan cínico en el amor, seguro que eres ingenuo
acerca de la vida.
—Cállalo, MacLochlainn.
January rió.
—Guardándolo.
Mientras que la primera banda se preparaba, January y yo tomamos juntos
asiento en el bar. La gente pululaba alrededor de nosotros pero los
ignorábamos.
—¿Qué quieren tomar? —nos preguntó el camarero.
—Mojito de fresa —dijo January sin ninguna sugerencia de mí.
—Lo que sea que tengas en el barril —dije.
El camarero asintió y se fue para hacer nuestras bebidas.
88
—Cuando The Mark empiece a tocar, escucha su set acústico y hazme saber
si puedes imaginar su set con los instrumentos completos. Siempre será
Página
Actuaciones:
Necesito parámetros.
Página
noche tras noche. Eras este fantasma que llevaba conmigo a donde quiera que
Página
fuera, restándole importancia al odio que cargaba por lo que Kelly en realidad
no me había hecho. Si Jason no me hubiera llamado a Nueva York, sé que no
habría venido a buscarte. Estaba obsesionado contigo y apenas te conocía. —
Busqué su rostro—. ¿Eso te asusta?
—No —dijo calmadamente.
—¿Por qué demonios no? —pregunté, desconcertado—. Esta obsesión que
tenía contigo era casi psicótica, incluso yo reconozco eso.
—Porque —dijo—. Porque estaría mintiendo si dijera que no lo sentí
también. Me siento desesperada cuando se trata de ti. Desesperada y un poco
loca. Todo en lo que puedo pensar alrededor de ti es en cómo sabes.
—No me digas cosas como esa —le rogué. Apreté mis ojos cerrados y apoyé
mi frente contra la suya, peleando por control con cada apretón de dientes.
—¿Por qué? Solo es la verdad.
—No me conoces.
—Conozco lo suficiente.
Con cada palabra que decía, la creciente y burbujeante tensión se
derramaba entre nosotros. Sus ojos se agrandaron cuando se dio cuenta de lo
que estaba a punto de suceder, cómo estaba a punto de sacar todo lo que había
guardado dentro por el último año en su pequeña y hermosa cara, pero no se
rompió. No, se deslizó incluso más cerca así que golpeé mi boca en la suya,
respirándola tan profundamente, que juro pude sentir los latidos de su corazón
en mi lengua. Mis manos sostuvieron su mandíbula y tan suavemente como
pude manejarlo, la puse de pie, nunca rompiendo nuestro beso. Bajé mis dedos
por su cuello, hacia su trasero y la levanté. Envolvió sus increíblemente largas
piernas alrededor de mi cintura y caí en la cama detrás de mí.
No sentamos ahí, intercambiando suspiros, intercambiando deseos,
intercambiando intensiones. Me pareció increíblemente inevitable entonces,
cómo nuestras vidas iban a estar por siempre entrelazadas. Sabía que era la
última persona que besaría alguna vez, podía sentirlo en mis huesos, y sería con
January MacLochlainn, la chica más asombrosa en la que había puesto los ojos.
¿Estaba enamorado de January MacLochlainn? No, no podía decir que lo
estaba… pero lo iba a estar. Sin duda lo haría.
95
Página
Thomas Eriksson era el último primer beso que alguna vez iba a tener. No
sé cómo lo sabía, pero podía sentirlo en mis huesos. Una deliciosa sinfonía
resonó en mi cabeza, nadando por mi cuerpo, una y otra vez. La banda sonora
de en lo que nuestra vida se convertiría tocó hermosamente a nuestro alrededor
y no tenía miedo. Y me di cuenta, que tampoco lo tenía él.
Encajamos tan increíblemente bien juntos, que estaba al límite de lo
doloroso.
Nuestra sesión de besos disminuyó, a un confortable y ligero da y toma,
con nuestros labios dolorosamente en carne viva, pero ninguno de nosotros
sintió el dolor. Su ligera barba enrojeció mi barbilla y me deleité con ese
sentimiento. Estaba besando a un hombre. La idea me hizo estúpidamente
mareada en mi interior como si tuviera una idea real de lo que realmente
significaba. Todo lo que sabía era que había pasado de un mental ―nunca‖ a un
muy sólido ―por favor, por favor, por favor‖. Aferré su sudadera con fuerza entre
ambas manos, demasiado asustada de aflojarlas y bajar su cremallera, todas sus
cremalleras. Hazlo, January, me ordené.
Pero Tom se apartó de mí lentamente, salpicando mi cuello con besos
suaves que me hicieron derretir de adentro hacia afuera. Mi corazón y mis
entrañas eran un desastre licuado y suave y me encantó la sensación.
—Es tarde —susurró con voz ronca. La octava más profunda enviando
escalofríos por mi columna vertebral.
—Y qué —ofrecí, arrastrando sus labios de nuevo a los míos.
—Nada de ―y qué" —dijo, riendo entre dientes contra mi boca, haciéndome
reír con él—. Vamos, amor. Vamos a dormir.
—¿Dormir? —le pregunté con incredulidad.
—Sí, tengo que salvarte de mí. Otro minuto y habrías estado en peligro,
señorita MacLochlainn.
—Me gusta un poco de peligro, sin embargo —dije adormilada, mientras
me llevó a su pecho.
Lo sentí temblar debajo de mí.
—Me imagino que sería bastante temeraria, en realidad.
—Tengo una bella capa que podría llevar —bromeé.
—Cállate. —Se rió—. Duerme, January —dijo, con un último beso en la
sien.
96
significado. Su camiseta era clara como el día. Se dejó caer un poco en su asiento
estirándola sobre su estómago. Había escogido una camiseta gris carbón y era lo
Página
5Euro túnel: Es un túnel ferroviario que cruza el Canal de la Mancha, uniendo Francia
instante en algo comestible y dulce para que pudiera deslizarme por su cuerpo
en una conexión definitiva. Mis dedos se tensaron en los brazos de mi silla y
expulsé el pensamiento mientras lo veía acomodándose.
—De todos modos —continuó, trayéndome de vuelta al presente—, tengo
una hermana más llamada Chloe. Tiene tu edad y está en el Instituto de Arte de
Dallas actualmente.
—¿Qué está haciendo Christina?
—Está en Relaciones Públicas en Manhattan. Está casada con un muy buen
chico.
—¿Cómo se llama?
—Pierre. Es Francés. —Chasqueó con una idea—. Tengo la mejor idea.
Cuando te presente a mis padres, puedes traducir las conversaciones privadas
entre mi hermana y su marido. Lleva a la familia loca. —Mi corazón latía
frenéticamente ante la idea que él esperaba que conociera a su familia—. Espera.
—Pensó en voz alta—. Probablemente los pondrás en nuestra contra. Da igual,
he cambiado de opinión. —Me sonríe.
—¿Tu hermana habla francés? —pregunté, esperando no delatar mi
ridículo entusiasmo que él había visto un futuro conmigo.
—Sí, se conocieron durante la universidad. Su universidad tenía un
campus en el extranjero, en París. He dicho suficiente. —Le sonreí—. Mi madre
y padre son profesores.
—Genial. ¿Y cómo se llaman? —le pregunté.
—Walter y Michelle, pero puedes llamar a mi papá Walt. —Jugueteó con la
cremallera de su chaqueta, pareciendo nervioso—. He querido preguntarte algo,
January, pero no estaba seguro de cómo preguntarlo.
—Solo dilo. —Lo empujé con mi hombro.
—Voy a volver a los Estados Unidos por una semana para la boda de Kelly
y hmm, pensé que tal vez, si quieres, ¿podrías venir como mi pareja?
Me moví incómoda en mi asiento. No sabía cómo responder esto. Quería ir
con él a Nueva York, de verdad quería, pero era solamente tan extrañamente
raro saber que conocería a todos sus amigos mientras él veía a la chica que
recientemente consideró el confundido amor de su vida, casarse. Quiero decir,
sí, él dijo que no significaba nada más pero nadie puede cortar así y él nunca ha
tenido una oportunidad para aceptarlo adecuadamente.
De repente me di cuenta que necesitaba ser muy cuidadosa.
—Mierda. —Le escuché decir, sacándome de mis pensamientos.
—¿Qué?
—Te he asustado, puedo decir.
—No, solo se siente raro que me preguntes ver a Kelly casarse. No la
conozco, pero siento esta cosa extraña por ella. No me gusta.
Esto hace a Tom reír.
102
que no es nada para mí, lo haré. Ella ni siquiera está a tu altura, MacLochlainn.
El Festival de Molinos era unos pocos días antes de la boda de Kelly, pero
no íbamos a ir a París a solo sentarnos y esperar. La discográfica nos dio pases
de tren para viajar por Europa, permitiéndonos revisar tantas bandas como
fuera posible. Estábamos empezando en París porque quería que January viera
la banda Jamaica y algunas de sus integrantes iniciales la próxima noche. Había
planeado llegar a Europa en tren hasta el festival y luego dirigirnos directo a
casa para la boda, la cual sorprendentemente no me afectaba para nada. Ni
siquiera sentía un dolor leve. Era como si mi cuerpo hubiera olvidado todo sobre
Kelly y sabía que tenía que agradecerle a January por ello.
Maldición, está chica era increíble. Zas.
Tenía una semana para convencerla de ir conmigo. Iba a casa conmigo.
Definitivamente iba a venir a casa conmigo.
sobre mi cabeza.
—Les gustan tus manos… y tu trasero.
—Te estás burlando de mí.
—¡No lo hago!
—¿Qué más piensan?
Escuchó y sus ojos se abrieron, su boca abriéndose.
—Puedo decirte lo que yo pienso. Pienso que quieren que les golpee las
caras.
Empezó a girarse pero la atrapé, riéndome ante su reacción.
—Eres adorable, January.
Se paró derecha, girándose hacia ellas brevemente luego se inclinó hacia
mí.
—Lo siento —me dijo cuándo me reí ante su no tan sutil demostración—.
Tenía que hacerlo.
—Está bien, como que me gusta tu posesividad. —Incliné mi rostro en el
costado de su cabello e inhalé—. ¿Puedo preguntarte algo?
—¿Sí?
—¿Piensas que soy tuyo?
—Sí —dijo sin vacilación.
—Bien, porque sé que eres mía.
Me sonrió.
—Seguro. Como que me gusta eso.
Asentí.
—No es solo una escena convencional de citas, sin embargo, ¿sabes? —dijo.
—Nada sobre nosotros es convencional, January.
—Cierto —dijo, pero la sonrisa sobre su rostro cayó—. Oh, mierda.
—¿Qué? —pregunté, siguiendo su línea de visión. Observamos a Jonah
pasar a través de la puerta frontal. Saludó sarcásticamente antes de atravesar la
entrada—. ¡Maldición! ¿Cómo nos encontró?
—No lo sé.
Dentro, busqué en el club por Jonah pero no estaba visible por ningún
lugar.
—Tiene que estar detrás del escenario —dije.
—Es un escurridizo, amigo.
—Lo sé.
—¿Qué deberíamos hacer?
—Nunca nos creerán que también somos representantes de Seven. No con
Jonah ahí atrás.
104
—Dile a una sola persona esa mentira y te haré tanto daño, que desearás
nunca haber nacido. —Empezó a reírse pero apreté mi agarre alrededor de su
Página
7 Eres elegante. Me fascinas. Me haces feliz. Te adoro. Te necesito. Pienso en ti todos los
días. Abrázame.
Le dijo al taxista adonde ir en francés y eso le ganó un lugar más cerca a mi
lado. Diez minutos después, habíamos llegado.
—Es un cementerio —dije contemplando fuera de la ventana.
—Es eso, pero no es cualquier cementerio. Este cementerio tiene unos
pocos cuerpos famosos descansando aquí.
—¿Quién?
—Oscar Wilde, Edith Piaf, Jim Morrison Y esos son los que puedo recordar
en la cima de mi cabeza.
—Eso es bastante genial, ¿pero cómo vamos a ver algo? —pregunté,
pagando al conductor.
—Siempre llevo una linterna en mi mochila.
—¿Por qué no estoy sorprendido por eso?
—Me pillaste. ¿Primera parada? ¡Oscar Wilde!
—¿Por qué?
—Porque es la única que sé encontrar.
—Esto es bastante aventurero para nosotros. Cementerio. De noche. —
Accidentalmente pateé una piedrecita bajo mi pie y January saltó—. Sonidos.
—Creo que es romántico —dijo ella, apretándose a sí misma a mi lado.
—Eso también. —Estuve de acuerdo, besando la parte superior de su
cabeza.
La tumba estaba bastante cerca del lado de la entrada por la que entramos
a hurtadillas y era… raro. No estoy bromeando. No parecía nada como pensé
que sería. Una losa aparentemente sólida, el lado tenía una simple esfinge con
alas o puede que un ángel, dependiendo de cómo lo miraras, esculpida en su
lado. Era contemporáneamente impactante para mirar y sentir. Personalmente,
no me gustó, no por Wilde de todas formas. Quiero decir, era una pieza hermosa
de arte para alguien que vivió y habló en conceptos y era demasiado sencilla.
—¿Por qué está barricada? —pregunté, corriendo mi palma por la valla de
cristal rodeando la tumba.
—Recuerdo haber leído algo sobre mujeres besando los lados de su tumba
hasta el punto que se estaba deteriorando.
—Mentira.
—En serio. Nosotras las mujeres podemos ser un poco entusiastas a veces.
—¿Así es? —me burlé, atrayéndola mientras leíamos detenidamente las
huellas de adoquines a los largo de las tumbas.
—Si crees que esto es malo, deberías escuchar la historia detrás de la
tumba de Victor Noir.
109
—Oh, cállate.
—January, no estoy alagándote. Conseguiré lo que quiera de ti sin el
cumplido —me burlé. Fingió desmayarse e hizo un movimiento para golpearme
pero pillé su mano, acercándola más. Susurré—. Te estoy diciendo que eres una
pianista poeta. Tienes mucho en común con él.
Mi miró fijamente un buen rato y la dejé.
—Creo que es el cumplido más sexy que he conseguido jamás y si
estuviéramos solos, probablemente saltaría sobre tus huesos ahora mismo.
—Te burlas. —Sonreí pero miré alrededor—. January, no hay nadie aquí.
—Perdónalo, Fred —le dijo a la tumba e hizo un movimiento exagerado con
su cabeza hacia la tumba de Chopin.
—Oh, me disculpo. —Escuchamos un sonido y January literalmente saltó
sobre mí—. Eres buena con tu palabra, MacLochlainn.
—¿Nos vamos de aquí?
—Sí.
Caminamos hacia las dos puertas principales enormes del cementerio pero
descubrimos que estaba barricada por la noche.
—Mierda, vamos a tener que caminar hasta una de las entradas laterales.
—Oh Dios mío, eso está muy lejos —gimoteó January.
—Seguro.
—Cállate, Eriksson. Es la una de la mañana y estamos ilegalmente
allanando la propiedad del cementerio urbano. Estoy un poco nerviosa. Entro
en mi chica Valley cuando me pongo nerviosa. No puedo ser arrestada en cada
país que visito.
Estuvo callada por un momento mientras caminábamos de vuelta.
—Espera, ¿eso es a los que aspiras?
—No, coleccionar vasos de chupito, bolas de nieve o algo igual de
llamativo. —Tomé su linterna y apagué la luz. La luz de la luna iluminaba el
camino empedrado lo suficiente para ver por dónde íbamos. No tenía sentido
crear un faro para los guardias—. Si puedes descifrar qué país europeo tiene las
esposas más cómodas, creo que tu reputación de mojigata puede ser mancillada.
—Ambos zapatos están muy bien. —Dios, la encuentro increíblemente
adorable cuando dice cosas como esas—. Pero ya colecciono bolas de nieve,
¿recuerdas?
—Oh, sí. Entonces coleccionar arrestos es el siguiente paso natural.
—Naturalmente.
—Naturalmente.
—¿Sabes quién más está enterrado aquí? —preguntó ella.
—¿Quién?
111
—Abelard y Heloise.
—¿En serio?
Página
—De acuerdo.
—¿Tomaste tu medicamento? —le pregunté.
Página
Con mi nueva conciencia loca, abordé el tren rumbo a Roma con el mayor
número de mariposas posible echando raíces en el estómago de una persona. No
podía evitar la sonrisa estúpida en mi rostro y sé que mis mejillas brillaban del
color cereza más profundo que nunca había mostrado pero estaba de acuerdo
con eso. Estaba tan bien que no era siquiera gracioso. Quería hacer algo terrible
como correr en círculos por encima de una montaña austriaca como la Novicia
María en The Sound of Music, cantando ¡Mi amor está vivo por Thomas
Eriksson! Pondría a mis hermanas a cantar en la parte de atrás también. ¡Les
conseguiría galletas! Al parecer, January enamorada no es más que una bola de
queso. Estaba volando por lo que sentía por Tom, que no podía importarme
menos lo que pensaran de mí.
Todos, a excepción de Tom, eso es. Estaba bastante segura de que si le
ponía correas a mi amor por él en la tonalidad de monja intratable, se
comprometería conmigo. Es por eso que estaba callada y actuando locamente a
diferencia de mí misma mirando fijamente mis manos juntas. Miré y lo encontré
sonriéndome.
116
—¿Qué? —le pregunté, mis mejillas ardiendo más profundo. Tal vez piense
que estoy avergonzada en lugar de muriendo por él.
Página
Nunca he visto una ciudad más bella que Roma, Italia. Era sin duda la
ciudad de Dios. La arquitectura, el gran número de iglesias, una ciudad de arte.
Eso es lo que era, una ciudad llena de arte. Ni un centímetro dentro de sus
muros estaba intacto de un magnífico artista.
—Es increíble —dijo Tom, agarrando mi mano después de que
completamos la tradicional costumbre de echar moneda en la Fuente de Trevi,
asegurando supersticiosamente un viaje de regreso a Roma. Guardamos la
fuente para el final ya que nuestro hotel estaba justo en esa calle.
Ya habíamos visitado la Ciudad del Vaticano, numerosas iglesias y
monumentos. No habíamos planeado ver El Gran Recuerdo hasta la noche
siguiente. Pensábamos irnos de fiesta un poco, pero, para ser honesta,
estábamos agotados del viaje y de siempre estar ―dentro‖. Estuvimos de acuerdo
en dormir un poco el día siguiente ya que rara vez lo hacíamos pero no
118
—¿En serio?
—Sí. Estilo americano. Cena. Película. Una sesión completa.
—Estoy dentro, Bobby Brown. ¿Qué vamos a comer?
—¿Italiana?
—Muy divertido. ¿Y la película?
—Mira, esto es bueno. Creo que es en contra una ley del amor o algo que
no sabemos lo que las películas cavan en otro.
—Muy bien, ¿espera?
Él asintió.
Me encontré con un hombre que caminaba y me acerqué a él.
—¿Mi scusi, dove trovo un cinema?
—A due isolati sulla destra.
—Grazie —le dije al hombre.
Asintió y se alejó con un cortés:
—Prego.
Un grito involuntario salió de mí mientras era levantada y daba la vuelta.
—Me pones caliente cuando haces eso —habló Tom en mi oreja.
Lo besé suavemente mientras me dejaba en el suelo otra vez.
—Sei il grande amore della mia vita —le susurré en sus labios.
Me dio un beso profundo.
—¿Y qué quiere decir eso?
—Nada. Vamos, es dos manzanas más abajo.
Mientras caminábamos al cine, empecé a cantar una canción de Georgia
Asher que escuchamos el día anterior, pero se quedó con nosotros y para mi
total sorpresa, Tom se unió en armonía y sonamos increíblemente bien juntos.
Su voz era rica y profunda y perfecta para la armonía, lo que tenía sentido ya
que tocaba el bajo para The Ivories. Cuando terminamos, miré por encima de él
con temor.
—Dios eres talentoso, Tom.
—No lo soy.
—Sí, lo eres realmente.
—Sí, sí.
—Lo digo en serio, Tom. Eres talentoso como la mierda.
—Eso viene de una de las mejores pianistas que he visto en vivo. —Hizo
una pausa.
—En realidad, eso como que me hace sentir rara, viniendo de ti. Gracias.
—De nada —le dije, sonrojándome por su cumplido.
119
El cine se parecía más a un salón de baile que un cine de películas, pero era
Roma. Traduje todos los títulos para él. Parecía que pasaban películas ―buenas
pero viejitas‖ y podíamos elegir entre Alien, Back to the Future, Indiana Jones:
Página
The Temple of Doom, y tres películas italianas. Pareciendo ser la única que
podía entender las películas italianas, optamos por la subtitulada
inglés/italiano.
—Entonces ¿cuál? —le pregunté.
—De las tres, sé exactamente en cuál me quedaría, sin duda, pero quiero
saber si elegiste la misma.
—Escojo... —Comencé, pero me cortó con un dedo tibio en mis labios.
—No, vamos a jugar un juego.
—Oh, un juego. Me encantan los juegos. Domino los juegos. Soy una
maestra del juego.
—¿Ya terminaste?
—Sí, continúa.
—Aquí está mi tarjeta.
—Está bien —le dije, tomando el pequeño plástico Visa.
—Estaré aquí mientras compras tu boleto. Ve dentro, entonces será mi
turno.
—¿Y?
—Esperemos que escoja la misma película.
—Ese juego es una mierda —le dije.
—Solo es un juego, January.
—Está bien —le dije, convencida de que elegiría Alien o Indiana Jones.
Me debatí si debía simplemente elegir cualquier película que pensara que
querría, pero eso derrotaría al espíritu del ―juego‖.
—¿Un biglietto per Ritorno al Futuro, per favore?
El encargado tomó la tarjeta, la pasó y me dio el billete.
—Su tarjeta, señor.
Él tomó la tarjeta y palmeó mi mano.
—Gracias.
—¿Te veré en el interior, entonces? —le pregunté, sintiéndome insegura
por alguna razón.
—En solo unos pocos. ¿Necesitas algo?
—No, puedo esperar hasta más tarde.
—Muy bien —dijo, inclinándose y besando mi mejilla.
120
Página
Thomas
Tan pronto como January entró, fui a la ventanilla y compré un billete para
Back to the Future con la esperanza de que hubiera elegido la misma. Deslicé mi
tarjeta y ticket dentro de mi cartera. Respiré profundo y lo dejé escapar
lentamente.
—¿Siguiéndonos? —le pregunté a Jonah casualmente cuando giré a mi
izquierda.
Él se levantó de la pared unos pocos metros de la taquilla, desplegando sus
brazos y tomándose su tiempo dulce para alcanzarme.
—No. Solo es una coincidencia.
—Correcto. Una coincidencia. ¿Sabes qué más podría ser una
coincidencia?
—¿Qué? —preguntó, con una sonrisa tonta en la cara.
—Mi puño conectando con tu débil mandíbula tonta.
—Tsk, tsk, Eriksson. ¿Amenazas? ¿En serio? No hagas que te reporte a tu
corporación.
—Eres un cobarde cuando dices cosas como esas. ¿Lo sabes?
Su única respuesta fue un bufido.
—¿No vas a correr y a decírmelo, Jonah? ¿No puedes pelear como hombre?
—Soy un amante no un peleador, Tom. Sabes eso —dijo, haciendo un
movimiento sarcástico en mi mandíbula con su mano.
Apreté mi mandíbula y me alejé de su toque.
—Solo los cobardes dicen mierda como esa.
—Siempre recurres a la violencia, Tom. Te morderá el trasero un día, creo.
—No tengo miedo de pelear por lo que creo, pero es obvio que no crees en
esa mierda por la forma en que eres de imbécil deshonesto como las espinas. No
es que me creas pero nunca he golpeado a nadie en mi vida, sin embargo, no
tengo miedo de empezar contigo, pendejo. Vete jodidamente lejos de mí antes
de que no respete mi palabra.
Empecé a alejarme pero me agarró la parte posterior de mi camiseta.
—Vamos, Jonah —le dije al aire delante de mí, negándome a mirarlo—. Te
lo prometo, no vas a ganar.
—¿No quieres saber cómo te encontré? —preguntó, soltando su agarre.
Odiaba que lo hiciera. Creo sinceramente que necesitaba saber cómo
diablos nos encontró ya que no le dijimos a nadie que nos íbamos a Italia.
121
—Más fuerte y más duro que el sueño de una chica mala —continué.
—Oh, Dios mío, no sé lo que es más aterrador, el hecho de que sabemos
esas letras o las letras por sí mismas.
—Pero eso solo podría salvar tu vida, January. Ese es el poder del amor.
—Oh, Dios mío, te amo —proclamó.
Me tragué el nudo.
—Yo también te amo —le dije, besando la parte superior de su cabeza.
Y así lo que Jonah me había dicho se desvaneció.
Después de la cena y de la película, la besé en la puerta y apenas controlé
mis pies mientras aparentemente tenían sus propios pensamientos y
comenzaron a ir hacia su cama con ella en mis brazos. La abandoné
rápidamente, besándola una vez más y corriendo con velocidad a mi propia
puerta. Dentro de mi habitación, le marqué a Harper, una de mis mejores
amigas y esposa de Callum.
—¡Oye, Oye, Oye! —Escuché en la otra línea, haciéndome sonreír.
—Harper Tate. ¿Qué hay de nuevo? —le pregunté.
—Oh, ¿además del hecho de que son las siete de la mañana aquí?
—Oh, mierda, lo siento —le dije, tomando el despertador cerca y tratando
de hacer algo de matemáticas—. No pensé en eso. Solo necesitaba hablar con
alguien.
—Está bien, botón dorado. Ha pasado más de una semana desde que
llamaste. Estábamos preocupados de que todo estuviera bien. ¿Por qué? —
Sonaba preocupada—. ¿Qué sucede? ¿La boda de Kelly de nuevo? —Callum y
Harper eran los únicos que sabían de mi pequeño problema con Kelly. Oí un
murmullo y luego la respuesta amortiguada de Harper—. No, es genial. Es Tom.
Creo que está deprimido nuevamente por Kelly.
Puse los ojos en blanco.
—Harper, por favor dile a Callum que no estoy deprimido por Kelly. Te
dije, ya superé tanto a Kelly que ni siquiera es gracioso. Es una amiga y nada
más.
—Muy bien, entonces, ¿qué pasa, hombre?
—Estoy, eh… —Me aclaré la garganta—. Estoy, eh…
—¡H-h-h-hoy, Junior!
—Cállate, Harper. —Respiré profundamente y simplemente escupí—. Estoy
enamorado. —Hubo una larga pausa—. ¿Harper?
—Oh, Dios mío, ¿de la chica? ¿January?
—Sí. Pero sé lo que estás pensando y esto no es amor como el Kelly,
Harper. Esto es-esto es...
—¿Y lo sabes a ciencia cierta?
—Apostaría mi vida en ello.
123
—¿Qué? Eso es impresionante. ¡Su casa debe haber sido un derroche para
vivir! Oye se me acaba de ocurrir algo, si es January, entonces...
—Sí, sus nombres son los meses del año.
Página
—¡No me digas! Voy a tener que robarme esa idea. Callum, ¿oíste eso?
Vamos a tener que soportar a doce niños, ¡pero no más de doce!
—Dudo que Callum esté de acuerdo con eso, Harper.
—Oh, Tom —Se rió—, sabes tan poco de mis poderes de persuasión.
—Supongo que sí —le dije, sonriendo—. Muy bien, ya es tarde y tengo que
descansar para hacer turismo mañana.
—Mierda. Estoy tan celosa de ti. Pasa un buen momento, pero no
demasiado bueno, si sabes lo que quiero decir.
—Eres una idiota.
—Yo también te quiero, Tom. ¿Hablaré contigo más tarde?
—Sí, díselo a Callum. Hablaré con él la próxima vez.
—Bueno. ¡Adiós, nene!
—Adiós.
Colgué el teléfono sintiéndome mucho mejor acerca de mis estúpidas
inseguridades auto infligidas.
Harper tenía razón, eran inútiles. Necesitaba superarlo. Tampoco podía
esperar a que Harper conociera a January. Tenía la sensación de que se caerían
bien inmediatamente.
Un golpe en la puerta me separó de mis pensamientos. Pensé que podría
haber sido nuestra ropa porque le informaron al personal que podría llevarlo
una vez que estuviera lista, sin tener en cuenta el momento de la noche. Sabía
cómo funcionaban los servicios de lavandería y ya que por lo general necesitaba
salir temprano al día siguiente de paseo, siempre me animaba que me la
llevaran con su política ―cuando estuviera lista‖. Abrí la puerta, pero no fue el
miembro del personal al que pagué veinte para tener nuestra lavandería lista tan
pronto como fuera posible. No, era January MacLochlainn. En camiseta. Y nada
más.
—Rápido, déjame entrar antes de que alguien me vea.
—Jesús, January, no puedo tenerte aquí viéndote de esa manera. —Abrí
más la puerta y di un paso a ella de todos modos, porque no era idiota. Era
January MacLochlainn. En camiseta. Y nada más. Me merecía al menos un
vistazo.
—No puedo dormir.
—Definitivamente no puedes dormir aquí. —Tragué—. No viéndote así, no
puedes.
—¿Por qué no? —preguntó, mordiéndose el labio inferior.
—Deja de hacer eso.
—¿Hacer qué?
—Morder tu labio así. Solo detente.
—Está bien —dijo un poco herida.
125
—¿Qué?
—Sí, y lo sabes muy bien. Vamos, te llevaré a tu habitación.
—Bien. —Ella accedió más fácil de lo que pensé que haría, pero esa fue una
buena noticia porque no creo poder haber sobrevivido ni un minuto más.
Cuando llegamos a la puerta, esperé.
Ella acarició la camiseta de su cuerpo revestido.
—Ups.
Sonreí y negué.
—Lo hiciste a propósito, descarada inteligente.
Ella abrió la boca como si estuviera consternada luego perdió la expresión
y se encogió de hombros.
—¿Supongo que debería ir abajo y conseguir otra llave?
—No hay necesidad. Puedo dormir en tu cama... contigo.
Pasé los dedos por mi cabello con dureza y solté un aliento rápido a través
de mi nariz.
—Vas matarme, January.
—Sería una manera muy dulce de irte, ¿no te parece?
—No digas cosas así —le dije, distanciándome un poco y meneando la
cabeza—. Ahora, ¿qué estaba haciendo?
—Íbamos a tu habitación para acomodarnos.
—Sí, eso es lo que… ¡no! No, iba a conseguirte una llave. Sí, una llave.
—Tom —susurró ella, cada vez más cerca de mí. Ladeó la cara hacia la mía,
nuestros labios a centímetros de distancia—. Déjame dormir contigo.
Parpadeé lentamente, tratando de ganar compostura. Mi corazón latía
rápidamente y mi pecho bombeaba aire desesperadamente.
—Vamos, no creo poder controlarme a tu alrededor.
—Sí, puedes —bromeó ella, poniendo un ligero beso en mis labios. Una
mano involuntariamente palmeó su trasero mientras la apretaba contra mí y la
besaba profundamente.
—No, no puedo —le dije, alejándome rápidamente—. ¿Acaso todo el aire
solo... se fue? —le pregunté en la sala sofocante a mi alrededor.
—Vamos. Ven conmigo —me tentó.
La seguí como un cachorro perdido de regreso a mi habitación.
—Es tu funeral, chico.
Cerró la puerta detrás de nosotros y me apretó contra su espalda.
—¿Esto se siente familiar?
Me giré como un relámpago, haciéndola reír.
126
—Ahora lo hace.
La besé de nuevo, pero esta vez lenta, lánguidamente, esperando mi
Página
The Great Remember eran fenomenales en vivo, pero estaba tan distraído
en observar a January y después buscar a Jonah, que casi me perdí el potencial.
—¿No deberíamos, tú sabes? —me cuestionó January mientras cuidé mi
cerveza.
131
—¿Ah?
—¿Conocerlos?
Página
—¡Mentira!
—No.
Página
apreciativa.
Volví a entrar, agarré mi bolso y llamé a un taxi.
Página
dinero en ello.
Nos detuvimos y apreciamos la magnificencia de la tienda. Se sentía como
que estaba parada dentro de un huevo gigante de Fabergé. La palabra opulento
me vino a la mente, un montón de veces.
—El mundo es tu ostra —dijo Jason, besando mi sien, haciéndome querer
llorar otra vez—, y parece que lo necesitas.
Quería llamar a Tom y correr hacia él, pero también quería ignorar a Tom
o encontrarlo y darle una bofetada en la cara. Era una dicotomía de
sentimientos, pero una cosa era segura, necesitaba hablar con él, para dejarlo
salir. Si estaba lamentando haber estado conmigo o haber dicho que me amaba,
entonces necesitaba saberlo, para que pudiera superarlo y seguir adelante. Tenía
más respeto por mí misma para soportar la falta de respeto. ¡Era una
MacLochlainn, maldita sea!
Fuimos a un par de tiendas pero nada realmente me atrapó. Era
demasiado formal o demasiado informal. Jason explicó que el festival era
generalmente un asunto ligero, pero la primera noche, si tienes la suerte de ser
invitado, los sellos disqueros hacían una fiesta en un club presentando varias
bandas emergentes y es por lo general una noche elegante.
—No sé acerca de estas tiendas, Jason. No estoy viendo nada.
—Hay mucho de donde elegir. Solo estás obsesionada con las etiquetas de
los precio. Detente. Simplemente tienes que encontrar algo en lo que te veas
bien y ponértelo.
—Qué elocuentemente dicho.
—Bueno, no sé un carajo de este tipo de cosas. Escucha, voy a buscar
algunas cosas para Tom. Encuentra algo, entonces vendré a encontrarme
contigo.
—Muy bien. —Suspiré.
Recorrer los almacenes era muy divertido pero Jason tenía razón, tenía
miedo de las etiquetas de los precios.
—Si a Seven no le importa, a mí tampoco. —Me animé.
Llamé la atención de una mujer en una tienda repleta de alta costura, pero
no huyó de mí.
De hecho, fue extraordinariamente amable y parecía emocionada por
ayudarme. Me dijo que era la modelo perfecta para la ropa en su tienda, pero de
alguna manera dudaba eso. Le dije que hiciera su magia y una hora más tarde,
Jason me encontró con algunas cosas nuevas en la mano, incluyendo algunos
elementos esenciales que creo que hubiera preferido morir antes que
comprarlos frente a Jason, pero no tenía otra opción.
—¿Qué es esto, La Femme Nikita? —preguntó, recogiendo el objeto de
encaje con un dedo.
Metí todo nuevamente bajo el mostrador y sabía que el rubor que quemaba
mi cara tomaría días para calmarse.
—Jason, te lo juro. No me avergüences.
137
divertirme esa noche incluso si tenía que pedirle a Jason que fuera mi cita.
A las nueve de la noche estaba lista, vestida, maquillada, peinada y con las
uñas hechas. Me paré frente al espejo y miré dos veces el reflejo. Estaba
mirando a una sexy mamacita y me sentí realmente bien al respecto. Me sonreí
a mí misma.
¡Toc! ¡Toc!
Salté ante el sonido de la puerta. Es hora de pagar los platos rotos, Tom.
Iba a comerse sus acciones así tuviera que meterlas por su garganta con los
dolorosos y magníficos tacones atados alrededor de mis pies.
Abrí la puerta, pero mi sonrisa cuidadosamente construida cayó hasta mis
rodillas cuando vi quién era.
—Jesús, January —me dijo Jonah, mirándome de arriba abajo.
—¿Qué quieres, Jonah?
—Estoy aquí para acompañarte. Jason me envió.
—¿Jason te envió? —pregunté, sorprendida.
—Sí, al parecer Tom está demasiado ocupado para llevarte.
—Estás mintiendo.
—No lo estoy. Toma —dijo, ofreciéndome su teléfono. Ya estaba llamando
a Jason.
—¡Oye! —Escuché.
—¿Jason? ¿Jonah me va a llevar al club esta noche?
—Sí —dijo, aclarando su garganta incómodamente. Algo estaba pasando—.
Uh, Tom está indispuesto. Dijo que te verá aquí.
Colgué.
—Ese hijo de...
—¿Qué es eso? —preguntó Jonah, una sonrisa retorcida en su rostro.
—Cállate, Jonah. Vámonos.
Agarré mi bolso y metí dentro algunos elementos esenciales antes de
cerrar la puerta detrás de mí.
—Dios mío, January. —Comenzó—. Tengo que admitir, que tienes que ser
una de las mujeres más atractivas de la historia. Me estás haciendo repensar
sobre mi chica de vuelta en casa.
—Elegante, Jonah.
—No es broma. Estás jodidamente caliente. ¿Qué dirías...?
—¡Detente! —dije, levantando mi mano para alejarme de su baba—. No me
metería contigo si fuéramos las últimas dos personas que quedaran en la Tierra
y nuestra necesidad de procrear sea la diferencia entre la continuación o no del
mundo. Tanto así te odio.
—Así que...
139
—Pequeña luchadora.
—¡Uf! Eres más que espeluznante.
Cuando llegamos a la planta baja, había un auto esperándonos por el que
estaba eternamente agradecida. El club estaba a solo dos cuadras, pero no creía
que pudiera sobrevivir con mis tacones y mucho menos a las incesantes
insinuaciones de Jonah.
Nos detuvimos en el club y fiel a la palabra de Tom, había paparazzi, sus
cámaras parpadeando a un ritmo astronómico. Estaba tan jodidamente nerviosa
que podría vomitar. Jonah comenzó a salir del taxi, pero lo empujé hacia atrás.
—Ni siquiera pienses por un segundo que vas a salir de este auto antes que
yo. Vas a dejar que me vaya, entonces vas a rodear la cuadra para que nadie sepa
que andábamos juntos.
—Bien —admitió Jonah con demasiada facilidad, sentándose de nuevo.
Salí del auto y cerré la puerta detrás de mí, asegurándome que Jonah no
me estuviera siguiendo. Los clics de los reflectores me estaban cegando y me
tomó un momento acostumbrarme. Caminé lentamente, para no tropezar e hice
un camino recto hacia la entrada, pero fui detenida en seco a pocos pasos del
telón de fondo promocional. Los fotógrafos se encaramaron en mi dirección e
insistieron en una foto. Bien, pensé, dales una imagen para callarlos. No van a
publicar una don nadie.
Posé lo mejor que pude y me moví pero fui detenida otra vez... y otra vez y
otra vez. Finalmente, llegué a la puerta y traspasé el umbral por una parte
sintiéndome eufórica, y por otra parte aterrorizada. De cualquier manera me
alegraba que todo hubiera terminado.
140
Página
Me senté justo detrás de la puerta sin esperar ver a January durante al
menos una hora. No estaba vigilándola... Está bien, estaba definitivamente
manteniendo mi ojo en ella, pero también estaba haciendo mi trabajo, a la
espera de una banda en particular, que recomendé para la actuación de esta
noche y estaba ansioso para hablar con ellos. En otras palabras, ansioso por
alejar a Jonah de ellos.
Fue entonces cuando la vi y, literalmente, perdí el equilibrio apoyado
contra la puerta. Me apresuré a poner cierta apariencia de tranquilidad, pero no
podía apartar los ojos.
—Oh Jesús. —Oí detrás de mí.
Me volví para encontrar a Jason.
—¿Qué? —le pregunté, sabiendo muy bien lo que quería decir y por quién
lo decía.
—No tenía idea.
—Yo sí —le dije, mirando hacia la mujer más impresionante y hermosa que
jamás había visto en persona y Cristo era natural. Se veía sumamente incómoda,
pero estaba dispuesto a apostar que era el único que habría sido capaz de
decirlo, por la forma en que sostuvo sus brazos un poco más rígido de lo
habitual.
—Y tú estás enamorado de ella —dijo Jason con total naturalidad.
—Lo estoy —le dije sin reservas, sin dejar de mirarla.
—Esta vez es real —dijo Jason, cruzando los brazos y apoyado en la pared
junto a mí.
—Sé que lo es.
—Entonces, ¿por qué diablos viniste aquí solo? —me preguntó.
—Porque... —ofrecí, no muy seguro de lo que decir.
—Ella está enamorada de ti también —dijo, tratando de llamar mi
atención, pero todavía no podía apartar los ojos.
—No, no lo está.
—El infierno que no lo está —me dijo—. Estuve con ella todo el día y
conozco a January. Está enamorada.
—Sí, de Jonah —dije, sin saber realmente si era cierto.
141
Jason se rió tan fuerte que llamó la atención de uno de los guardias de
seguridad en la entrada.
Página
pensar mal de ella, temeroso de salir lastimado, que estaba dispuesto a saltar a
conclusiones ridículas, a pesar del hecho que January no me había hecho nunca
nada para desconfiar de ella tan completamente.
Página
fenómeno una y otra vez. —Negué—. Lo que sea. Puede que no sea el tipo de
chica para mantener, pero voy a estar bien sin ti, Tom.
Página
El vuelo de dos horas de París a Cork fue insoportable. Cuanto más trataba
de contener las lágrimas, más querían quemar más allá de mis párpados. Mi
pecho se comprimía con cada respiración que tomaba. Así que así se siente la
angustia de verdad. Finalmente entendía por qué Tom se volvió tan amargado.
No había nada en el mundo entero como ese sentimiento. La muerte habría sido
mucho más fácil.
Donovan me recibió en el aeropuerto y honestamente podía decir que
nunca había estado tan feliz de ver a nadie en mi vida. Al segundo en que estuve
a su alcance, me lancé en sus brazos.
—Donny —dije en voz baja, las lágrimas ya corrían por mi rostro.
—Ah, lass. —Exhaló con dureza—. Ven —dijo, abrazándome con fuerza—,
vamos a llegar a Killarney. Me puedes decir todo en el camino.
El viaje de una hora a Killarney proporcionó el tiempo apenas suficiente
para contarle a Donny todo el asunto. No era consciente del incendio porque no
se lo había dicho a nadie, ni siquiera a mis padres o hermanos y casi le dio un
infarto. ¿Cuál es el punto en preocuparlos? Le aseguré que solo fue una pequeña
quemadura y que medicamentos básicos aliviarían el dolor, así de leve era.
La calle de Donny era una serie de tiendas de todo conectadas en un
aparentemente largo edificio con diferentes fachadas salpicando cada tienda.
Donny vivía por encima de la suya. Las lágrimas bajaron más fuerte a la vista de
su pequeña puerta azul.
—Oh ahora, basta, cariño. Todo va a estar bien —trató Donny de
calmarme.
Entré en la tienda de Donny y corrí por las escaleras a su pequeño
apartamento, atravesé la puerta y caí en su sofá.
—¡Por todos los cielos! —Escuché desde la cocina.
Me giré, pero mantuve la almohada en mi cara. Con una voz sollozante,
dije:
—Hola, tía Briann.
—¿Es esa mi January? —dijo, su voz cantarina haciéndome llorar más.
—¡Sí! —gemí.
—Oh, mi niña. —Ella vino a sentarse en el brazo del sofá y empezó a frotar
mi cabello—. Donny me dijo un poco antes de irte a recoger. Lo siento, cariño. —
Ella me levantó por los hombros—. Vamos, January, vamos a tu habitación.
151
Asentí y ella besó mi mejilla porque no podía llegar a mi frente. Tía Briann
era sumamente hermosa y amable como el infierno. No sé cómo el hosco Donny
la consiguió.
—Gracias, Briann.
Esa moza descarada me había dejado sin palabras frente a ese hospital. Me
había visto obligado a recoger sentido común, pero al parecer no fui lo
suficientemente rápido para atraparla antes de que se alejara. Jason me informó
de que esa misma noche January se fue de ―vacaciones‖ a Killarney y que
volvería a la ciudad de Nueva York a finales de semana.
—¡Qué mierda! —le dije a Jason mientras empacaba mis cosas para un
vuelo de ida a Cork.
—Pensé que la boda de Kelly era mañana —dijo mientras metía todo en mi
bolso.
—Sí.
—¿Te la vas a perder?
—No, voy a pasarme por Killarney para buscar a la señorita Suposición
primero y recogerla. —Jason se aclaró la garganta ante mi obvia contradicción—
. Ni siquiera comiences. Voy a pedir disculpas por eso —le dije.
Le había informado a Jason todo lo que había pasado entre January y yo,
incluyendo la llamada telefónica.
—Eres un idiota —me había dicho simplemente.
—Lo sé —había admitido. Ese fue el final de eso.
—Entonces, ¿te veré en la boda? —preguntó.
—Sí, con January.
—Bien —había dicho.
otro segundo.
—¿Qué estás haciendo? —me preguntó una January despeinada. Dios, ¡era
Página
maravilloso mirarla!
Me llevó dentro y cerró la puerta. Tenía los ojos enrojecidos y me dieron
ganas de patear mi propio culo.
—January… —comencé, pero ella me interrumpió con un dedo en los
labios.
—Silencio, mis tíos están dormidos.
—Lo siento. —Me estiré por ella, pero lo pensé mejor y aparté mis manos
de nuevo—. Por favor, January.
—¿Qué haces aquí, Tom? —preguntó, cruzando los brazos sobre su
atractivo pecho.
—Estoy tratando de explicarte lo que me ha ocurrido en estos últimos días.
—Pensé que ya cubrimos esto —espetó.
—No —dije, irritado—. Escúchame. ¡Solo déjame explicarte, maldita sea!
—Bien —espetó.
Respiré profundo.
—Estoy enamorado de ti, January.
—No, estás…
—¡Detente! Solo déjame decir esto. —No dijo nada, así que continué—.
Estoy enamorado de ti, pero necesito tu perdón porque voy a admitir algo de lo
que estoy muy avergonzado.
—Está bien —respondió con duda.
Ella dio un paso atrás, hiriéndome, pero continué.
—Yo, uh, escuché una conversación que tuviste por teléfono hace unas
noches, e hice algunas suposiciones. Pensé que estabas trabajando con Jonah,
haciéndole saber nuestra ubicación exacta. Pensé que me engañabas.
—Nunca haría eso —dijo simplemente.
—Lo sé —confesé—. Debería haberlo hablado contigo, pero estaba tan
enojado y me sentía tan traicionado que…
—¿Es por eso que me hiciste ir a Reine sola?
—Sí —admití.
Las lágrimas brotaron de sus ojos y me estiré por ella.
—No —dijo ella, levantando sus manos para detenerme, rompiendo mi
corazón—. Déjame ver si lo entiendo. Pensaste que estaba divulgándole nuestras
ubicaciones a ese imbécil y en vez de venir a mí y preguntarme sobre esto,
asumiste que era poco fiable, que mi proclamación de amor era mierda.
—Es una mierda, lo sé, January.
—No —dijo ella, riendo sarcásticamente—. Lo que es jodido es que
pensaste que podía fingir todo eso. Que cada momento que habíamos
compartido en el viaje no fue genuino. —Ella negó—. Eso me revuelve el
153
estómago, Tom.
Pasó las manos sobre su vientre y dio un paso atrás. Quería distancia. Me
agarré a ella, entrando en pánico con lo que estaba a punto de decir y lo que
Página
Entré en esa boda sin un momento de sobra. Digo entré. Arrastré mi culo
más bien. Me arrastré porque mi cuerpo pudo también haber pesado tanto
como el puente de Brooklyn por toda la motivación que tenía para salir de la
cama.
Debido a que January me dejó. ¡Joder! Me dejó y todo fue mi culpa. Por
primera vez en toda mi vida, sabía lo que significaba realmente estar enamorado
de alguien, saber exactamente con quién estás destinado a estar y no tener
jamás una oportunidad de reconciliar aquello que nunca tuviste intención de
joder.
Encontré a mi familia y me apreté junto a Harper mientras que el piano
sonaba.
—¡Oh Jesús! ¡Me asustaste! —dijo Harper, agarrando su pecho. Me abrazó
con fuerza y me besó en la mejilla. Una pequeña lágrima escapó de su ojo—. Es
tan bueno verte, amigo.
—No tienes idea —dije, abrazándola también.
Me levanté y abracé a todos mis amigos, aunque un poco más de tiempo a
Cherry.
—Mi preciosa Cherry, ¿cómo estás?
—Nunca he sido más feliz de verte en toda mi vida —admitió—, pero te ves
como la mierda. —Miró alrededor—. ¿Dónde está tu chica, bebé? —La expresión
de mi rostro debió haber revelado todo y su sonrisa cayó. Negué—. Oh, Tommy.
Todo irá bien. Deja que te ayude a arreglar esto.
155
—Dios mío, Tom. He encontrado muy difícil manejar a estas mujeres sin ti.
Hemos hecho un juramento. No te puedes ir de nuevo.
Esto me hizo sonreír, pero era forzado y se dio cuenta de que algo andaba
mal.
—Te han dejado —dijo.
Harper se acercó a nuestra pequeña charla y agarró la mano de su marido,
haciendo que mi pecho se contrajera ante la idea de que January y yo podríamos
haber sido como ellos. Perfectos.
—¿Te dejaron? —grita Harper, antes de volver a bajar su voz—. ¿Qué rayos,
Tom? ¿De verdad?
—Sí.
Cherry enroscó su brazo con el mío y me acercó a su lado.
—Vamos a arreglarlo, Tom.
Lo dijo con tanta seguridad que casi le creí.
—Sí. —Harper estuvo de acuerdo con la misma fuerza—. Tiene que ser un
error. A Thomas Eriksson no lo dejan. Las chicas deben gritar en fila para estar
contigo.
Le sonreí, pero no podía responder. A decir verdad, yo mismo me había
enterrado en el segundo en que no confié en January de la forma en que se
merecía. Dejé que mi viejo yo cínico se hiciera cargo y, aunque le prometí que
sería bueno con ella, le había fallado.
Callum miró a su esposa y le besó la sien. Podías notar que estaba
orgulloso de ella, de su lealtad. Ella era increíble. Todas las chicas lo eran. Las
necesitaba para ayudarme a sobrevivir.
—Suficiente de mí, tortolitos. Este es el día de Kelly. No se lo quitemos. —
Estaba obviamente desviando el tema y lo sabían, pero decidieron dejarlo ir...
por el momento.
La ceremonia fue tan hermosa como la novia. Me deleité con el hecho de
que seis meses antes no hubiera siquiera considerado presentarme el día de la
boda y mucho menos estar enfermo de amor, de verdad, por una chica
completamente diferente. Me reí para mis adentros mientras miraba a Kelly
caminar por el pasillo y sentí nada más que admiración por una muy buena
amiga. Entonces pensé en January e imaginé que era ella caminando del brazo
de su padre. Esa idea hizo que una nueva ola de dolor emanara a través de mi
pecho y corazón.
Ese fue el momento en que supe que January debería haber sido mi propia
novia. El pensamiento de ella marchando hacia otro me hizo sentir mareado y
tuve que agarrar el banco frente a mí para no caer.
La noche siguiente, todos nos sentamos alrededor del piso de Cherry. (El
apartamento de Charlie se conoce ahora como el de Cherry. Así es como siempre
van las cosas, creo.) Todos estábamos bebiendo, a excepción de Carter y Kelly,
por supuesto, ya que se habían ido para Fiji esa mañana. No podía evitar sentir
156
Bajé por las escaleras hasta el vestíbulo y me metí en el taxi con Jason.
—Vamos a emborracharnos.
Página
—Justo lo que recetó el doctor —dijo Jason, sacando una botella de Jack
del piso—. Vamos a dejar esto en mi departamento y después vayamos a la
ciudad.
Después de dejar el licor en lo de Jason, nos dirigimos a Soho.
—Tomemos algunas malas decisiones —dijo Jason, aplaudiendo mientras
tomamos dos taburetes en la barra.
—Sí —dije, sintiéndome incómodo ya. Necesitaba ahogar ese sentimiento
pronto.
—¿Qué vas a beber? —preguntó el camarero.
—Whiskey, McEwan —dijo Jason, ordenando por mí.
—¡No! —protesté, una imagen de January en Dublín llegando a mi mente—
. No. —Me aclaré la garganta—. Eh, dos tragos de tequila Patrón, por favor.
El camarero asintió.
Seis tragos más tarde y estaba empezando a perder la sensibilidad en mis
encías. Esto era algo bueno. Necesitaba olvidar, necesitaba que el rasgado y
enorme agujero en mi maldito pecho se sintiera adormecido. Jason estaba
bailando con una chica en el otro lado del bar y lo único que podía pensar era
que tenía que seguir bebiendo.
—¿Está ocupado este asiento? —me preguntó una rubia preciosa.
—Adelante. —Arrastré las palabras.
—¿Qué estás bebiendo? —preguntó.
—Patrón —le dije.
Mis antebrazos tenían abolladuras permanentes en ellos por apoyarlos tan
duramente contra la barra superior de madera. Ella se inclinó hacia mí un poco
y los empujé más hacia adelante.
—¿Ese es tu amigo por allá?
—Sí.
—Está bailando con mi amiga.
—Genial.
—¿Por qué no estás bailando? —preguntó, liderando.
—No soy del tipo de bailar. —Eso no era cierto. Por January, lo fui.
—¿Puedo pedir un Patrón para mi amigo? —preguntó al camarero.
Se puso de pie para que pudiera tener una vista completa de su figura. Era
hermosa, mucho, pero no era nada.
—Puedo comprar mis propias bebidas —le dije.
—Obviamente has pasado por algo. —Se acercó aún más y yo estaba
demasiado borracho para alejarla—. Está escrito por toda tu cara —susurró de
cerca. Su enfermizo dulce perfume me envolvió—. Déjame ayudarte a olvidar —
sugirió, pasando su mano por mi antebrazo. El tacto me hizo mal del estómago.
158
—Felicidades, mi niño querido —dijo y pude sentir sus lágrimas caer sobre
mi hombro.
—Te quiero, mamá.
—Yo también te quiero.
—Papá —dije, moviéndome hacia él y lo abracé con fuerza—. Es tan bueno
verte.
—Felicidades, hijo.
Miré alrededor y observé las caras que me rodeaban. El amor y la
admiración de cada uno de ellos eran increíblemente abrumadores. Todo el
mundo a quienes quería estaba en esa habitación. Todos con la sola excepción
de la que más amaba.
Toc. Toc.
Todos nos congelamos donde estábamos, sin saber qué hacer.
—¡Responde, idiota! —abucheó Cherry juguetonamente, haciéndonos reír
a todos.
Abrí la puerta y quedé atónito y en silencio.
—Eh, hola —me dijo January MacLochlainn.
Era tan impresionante como la recordaba, si no más. Se había recortado el
cabello desde la última vez que la vi y su piel estaba un poco menos bronceada.
No es que fuera mejor arreglada ni nada, pero era evidente que no estaba siendo
obligada a improvisar en el camino. Tenía acceso a un armario permanente.
Era increíblemente hermosa. Me preguntaba qué habría estado haciendo
desde la última vez que la vi. Quería echarla a mis brazos y besarla hasta dejarla
sin sentido, pero no lo hice. No podía. No era mía para lanzarme hacia ella.
—Hola —le contesté estúpidamente después de mucho tiempo en silencio.
Las cosas eran incómodas.
—Yo… solo quería pasar por aquí y felicitarte. Todo el mundo está muy
emocionado de tenerte de vuelta —dijo y luego se aclaró la garganta—. De todos
modos, veo que estás ocupado —dijo, metiendo la cabeza en la habitación y
sonriéndoles a todos—. No te molestaré más. Fue bueno verte de nuevo. —
Saludó con la mano a todos en la habitación y se fue.
Cerré la puerta detrás de ella, estupefacto. No, mudo, como un completo
idiota. Me había dejado mudo. Sabía que si abría la boca acabaría por decir
tonterías o peor, proclamar que la amaba de nuevo, pero con toda la fuerza de
mis pulmones y delante de toda mi familia.
Me volví hacia esa familia y me encontré con un mar de rostros
sorprendidos con la boca abierta.
Tragué mientras los miraba a todos.
—¿Qué? —les pregunté, rompiendo el silencio.
—¿Era ella? —preguntó Cherry en voz baja.
—Sí, esa era January.
163
—Eso es algo muy bueno —dijo mi madre, por lo que todas las chicas se
rieron.
—Yo… eh, necesito un momento —dije, sintiéndome sofocado.
Salí al pasillo e inhalé el aire, pasándome las manos por el cabello.
Comenzaba a asfixiarme con todo el estrógeno que circulaba en esa habitación.
—Solo sé tú mismo. —Oí detrás de mí. Callum.
Estaba tan agradecido de que se me hubiera unido.
—¿Crees que deba hacerlo?
—Sí, solo dile lo que sientes de verdad, no dejes nada fuera, confía en mí en
eso y déjale el resto al destino —dijo, apoyando su cuerpo contra la pared del
pasillo.
—Gracias —le dije, pasándome las manos por el cabello.
—En cualquier momento.
—¡Ya lo tengo! —gritó Jason al final del pasillo.
Así tan de repente, la puerta de mi oficina se abrió y un mar de gente vino
disparada en mi dirección. Apenas tuve el tiempo suficiente para reaccionar,
mientras me hacían pasar delante de ellos, empujándome hacia el ascensor.
—¡No vendrán conmigo! —grité.
—¡Oh, sí lo haremos! —gritó Cherry desde el fondo de la multitud.
—¡No hablan en serio! —les dije, deteniéndome frente a ellos y mirando
cuántos eran. Ni siquiera podríamos caber en la cabina del ascensor.
—¡Claro que sí! —gritó alguien.
—Bien, pero todos esperarán en la calle.
Dirigí el grupo de quince personas hacia los trenes y todos entramos
amontonados.
—Esto es ridículo —dije en voz baja.
—Sí, lo es. —Cherry estuvo de acuerdo—. Pero si la vida no fuera ridícula a
veces, ¿qué tipo de vida sería?
—Una normal —respondí en broma.
—Silencio —dijo, empujando mi hombro con el suyo—. Te encanta.
Era verdad.
—Será un largo viaje en tren a casa si dice que no —dijo Jason después de
unos pocos minutos.
—¡Cállate, Jason! —dijeron las chicas al unísono.
—¡Por Dios, Louise! —dijo él, sonriendo maliciosamente.
—Oh, Dios mío, va a decir que no —dije, empezando a hiperventilar.
Harper le envió a Jason una mirada de muerte.
—No, no lo hará.
167
—¿Cómo lo sabes?
—Porque sí, Tom.
Página
Al parecer, la casa de la abuela de January estaba a solo diez minutos a pie
de la estación, así que decidimos ir caminando. Cada paso que daba en dirección
a January hacía que mi cuerpo temblara imposiblemente peor que antes.
La casa de January era la típica de dos niveles de Jersey, azul claro y fea
como el infierno. Me quedé parado en la misma calle, mi familia me flanqueaba
e inmediatamente tuve esa sensación de ser absolutamente idiota por haber
accedido a traerlos.
—Todos esperen aquí —les dije con convicción, mirándolos a todos con
dureza—. Juro por Dios que si veo a una de ustedes, chicas, en cualquier lugar
cerca de nosotros, haré que sus cónyuges traigan su látigo, al estilo de los años
cincuenta.
—¡Uf! —gritó Marty. Me centré en ella y fingió cerrar su boca como si fuera
un cierre.
—Quédate. Aquí.
Caminé nerviosamente hacia January y sacudí las manos para que
quedaran firmes, limpiando el sudor en el muslo de mis jeans. Subí por la acera
hasta la puerta principal. Mi dedo se detuvo sobre el timbre.
—Aquí va todo.
168
Página
13
—Sí, es Tom —le expliqué, haciendo un gesto hacia Tom como una idiota.
Collin se echó a reír.
Página
azules.
—Tú eres el amor de mi vida, January MacLochlainn —dijo sin vergüenza.
Rozó sus manos por mi frente y mi rostro, deteniéndose en mi clavícula.
Me miró como si fuera la última mujer en la Tierra.
Y las lágrimas llegaron en tropel.
—No me digas cosas como esas, Tom.
—No solo estoy diciéndolas porque creo que eso es lo que quieres oír. Te lo
digo porque es la verdad. No puedo vivir sin ti, J. Eres eso. Tú eres eso. ¿Me
entiendes?
Asentí, con miedo de hablar. Me tomó en sus brazos y me llevó más cerca,
acercándome poco a poco, más cerca de su pecho lentamente como si tuviera
temor de asustarme. Sus ojos buscaron mi cara como si me estuviera
absorbiéndome por última vez.
—Dios, te amo —dijo sin pensar.
Llevó su boca a la mía y pude sentir la desesperación que sentía por mí.
Igualaba a la mía por completo. Arrastré mis manos hasta sus hombros y las
envolví alrededor de su cuello. Mirarlo me dio la primera sensación de paz que
he sentido en semanas desde la última vez que lo vi.
Sus labios se movieron sobre los míos lánguidamente y me sentí borracha
por la calidez de su aliento. Su labio inferior tembló contra el mío conteniéndose
y decidí darle el permiso que estaba pidiendo.
Presioné el beso más profundo, respirando profundamente por la nariz.
Estaba al borde del éxtasis. Increíble, pensé. Me separé un momento y le dije
cómo me sentía antes de sumergirme de nuevo.
—January —susurró, enviando un escalofrío a mis brazos y piernas,
agrupándose en mi vientre.
Su lengua me tocó con dulzura y me di cuenta que quería ser la única que
fuera capaz de probarlo siempre. Nos dirigimos lentamente hacia la cama, sin
romper el beso y caímos sobre mi colcha deshecha. Tom estaba metido entre
mis piernas y mi bata se deshizo un poco, el borde de mis pechos expuestos.
Nos detuvimos solo por un momento, dándonos cuenta de a dónde se
dirigían las cosas. Sus ojos recorrieron todo mi cuerpo antes de deslizar la yema
de dos dedos sobre la piel expuesta en mi pecho.
—Eres tan hermosa, January —me dijo.
Lo traje más cerca de mí y lo besé ferozmente. Estaba lista para él.
—Te deseo —le dije.
—También te deseo —dijo, besándome profundamente.
Su mano derecha siguió la línea de mi cuerpo a partir de mis hombros, su
pulgar acunando debajo de mi pecho antes de continuar hacia abajo, apretando
mi cadera y sosteniendo la parte posterior del muslo, llevando mi pierna hacia
171
—Sí, eso es. Eso es lo que haremos esta noche. —January se llevaba mejor
con mis amigos que yo, al parecer—. Bueno, eso y besuquearnos.
Le sonreí.
Página
Nos besamos por horas. No sabía cuántas más sesiones de besos iba a
poder soportar. La encontraba fascinante y cada vez que la tocaba, me sentía
más atraído por ella.
—Vamos —le dije más tarde cuando estaba quedándose dormida.
Gimió con desagrado.
—Solo déjame dormir aquí —se quejó.
—No, vamos. Te llevaré donde Sam. —En lo de Sam era donde January
solía dormir a veces los fines de semanas. A él no le importaba porque ella casi
no estaba allí y yo tenía paz mental en las cenas de los domingos por la noche
con la abuela Betty y sus ojos curiosos. Esa mujer veía todo. Especialmente
desde nuestra última ―conversación‖.
—Bien —resopló, soplando el cabello fuera de su rostro y sentándose.
La miré.
—Solo unos minutos más —concedí, haciéndola sonreír.
Cayó en mis brazos y me sentí bien con el mundo.
175
Página
Tomé especial cuidado de lucir bien ese día. Usé el traje que había usado
para la boda de Callum y Harper e incluso pasé por el problema de comprar
nuevas Converse negras para la ocasión. Corté mi cabello, pero lo suficiente
para poder seguir metiéndolo tras mis orejas.
Me pasé toda la mañana yendo y viniendo por mi oficina. Suzanne me
preguntó si quería un descafeinado, y le dije que no quería nada. Siguió
mirándome con esta expresión preocupada. Eso me hizo querer reír. Mi oficina
se sentía sofocante, así que abrí la ventana hasta el techo con una de esas barras
que se mueven. Jugué mucho con esa cosa cuando llegué aquí, creí que iba a
romperse. Esa era probablemente la única cosa que evitaba que jugara con eso.
Puse algunas canciones, lo pensé mejor y las quité, luego volví a pensar eso
otra vez y escogí algunas canciones de Max Richter para que se reprodujeran en
volumen bajo. Jugué con las almohadas en mi elegante sofá de cuero negro un
millón de veces antes de finalmente darme cuenta que January ni siquiera lo
notaría. Suzanne limpió el polvo de mi alfeizar y regó las plantas el día anterior,
esas lucían bien.
Estaba enderezando mi pintura de Warhol cuando escuché la animada voz
de January saludando a todos. Todo mi cuerpo se puso caliente como el infierno
y mis manos comenzaron a temblar. Me senté en la silla y tomé un libro, lo
pensé dos veces y fingí estar trabajando en mi computadora.
—¡Hola, Suzanne! —La escuché decir y tuve que apretar mi mandíbula
para evitar hablar.
—Hola, señorita MacLochlainn. ¡Puede entrar!
—¡Gracias! —dijo January antes de entrar en mi oficina como un soplo de
aire fresco—. ¡Hola! —dijo, bailando dentro de mi oficina, sacudiendo una caja.
—Hola nena —solté, a duras penas.
—¡Están aquí! —cantó, dejando caer la caja en mi escritorio.
Tomó unas tijeras de la taza de mi escritorio y las abrió, así la parte afilada
estaba expuesta. Pasó la longitud a lo largo de la cinta envolviendo la cosa y juro
por Dios que creí poder escuchar mi latido en mis orejas. Me puse de pie
rápidamente y cerré la puerta antes de volver a sentarme en la silla. Intenté
176
frente a mí.
Puse mis brazos en los apoya brazos de la silla y doblé mis temblorosas
manos sobre mi estómago.
—¡Oh! —exclamó, haciendo que me enderezara un poco—. ¡Estamos en la
portada después de todo! —Quedó anonadada con nuestro aspecto y se volvió
hacia mí—- Oh Dios mío —respiró.
De algún modo bajé la vista de sus ojos y noté la foto que eligieron. Era de
January y mía, era una cándida foto nuestra de cuando creímos que nadie
estaba viendo. Ambos estábamos riendo, mi rostro casi enterrado en su cuello, y
su cabello cayendo hacia atrás. Lucíamos tan increíblemente felices.
Tragué.
—¿Puedes creer cuan hermosa es la foto, Tom? —preguntó.
—Sí —dije con la mayor naturalidad—. Tú estás en ella.
—Tom. —Se ahogó, una pequeña lágrima escapando de su ojo. Sonrió
gentilmente, la limpió de su rostro y respiró profundo. La abrió y tomó asiento
en la silla frente a mi escritorio. Subió sus pies y cruzó sus tobillos en el vidrio.
—Veamos —dijo, mirando el índice.
Oh mi Dios, aquí vamos, pensé.
Me miró como si acabara de notarme y sonrió otra vez, haciendo
tartamudear mi corazón.
—Bueno, luces guapo hoy —dijo antes de pararse y besarme, luego
volviendo a sentarse.
Creo que voy a tener un ataque de corazón.
—Gr-gracias —tartamudeé, pero estaba demasiado distraída para notarlo.
—Está bien —dijo—, pagina setenta y nueve. Página setenta y nueve —
repitió, pasando las páginas. Mi rodilla saltaba rápidamente y mi mano la
golpeó para detenerla.
Levantó la vista hacia el sonido.
—¿Estás bien, botón de oro?
—Sí —ofrecí.
—Está bien —cantó y volvió a buscar—. Sesenta y ocho —bromeó—.
Setenta y dos. —Mi corazón latía rápidamente en mi pecho—. ¡Ah! Aquí
estamos. Setenta y nueve.
Volvió la página y vio que teníamos dos páginas. Parecieron pasar
minutos.
Su rostro cayó y las lágrimas comenzaron a caer cuando leyó el
encabezado. Llevó sus manos temblorosas a su rostro y me miró con ojos
vidriosos.
Me puse de pie y saqué la caja de madera de mi bolsillo derecho.
—January MacLochlainn —dije, arrodillándome frente a ella—. Te amo
177