9 - Sergio - Mendez. No Hay Evangelización Sin Lib. de Pobres

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UNADIS-UNIVA

Licenciatura en Ciencias de la Religión Módulo: Teología latinoamericana

SERGIO MÉNDEZ ARCEO


No hay evangelización sin liberación de los pobres

Fuente: Tamayo-Acosta, Juan José (1998). Para comprender la


Teología de la Liberación. Estella (Navarra): Verbo Divino, pp. 291-292.

Nació en México el año 1907 y fue consagrado obispo


de Cuernavaca en 1952, donde ha ejercido su
ministerio episcopal hasta su jubilación.

A partir de 1957, Mons. Méndez Arceo llevó a cabo


importantes y, para algunos, revolucionarios avances
pastorales, con amplias repercusiones en la iglesia
mexicana, latinoamericana y mundial. Reacondicionó la
catedral con el deseo de «provocar la crisis
evangélica» en los creyentes. Inició la reforma litúrgica varios años antes del Vaticano
II, «con el deseo de hacer de la eucaristía la expresión de la práctica cristiana de cada
día» (Jesucristo, los pobres, el socialismo y la Iglesia de hoy, 95). Comenzó a leer la
palabra de Dios en la lengua nativa dentro de la celebración eucarística, convencido de
que «donde llegan las Escrituras, se acaban devocioncillas» (Sta. Teresa).

Fue asumiendo progresivamente un compromiso social hasta decantarse públicamente


por el socialismo, provocando una fuerte oposición en el episcopado mexicano. En una
memorable y conflictiva conferencia pronunciada en 1970 expresó su convicción de que
«sólo el socialismo podrá dar a Latinoamérica el verdadero desarrollo... Creo que un
sistema socialista es más conforme con los principios cristianos de verdadera
fraternidad, de justicia y de paz. No sé qué forma de socialismo, pero ésa es la línea
que debe seguir Latinoamérica. Por mi parte, creo que debe ser un socialismo
democrático». Ocho años más tarde, en un discurso pronunciado en la Universidad
Iberoamericana (México), afirmó que «el socialismo es más relevante para la
construcción de la humanidad en el siglo XXI que cualquier otra idea».

Méndez Arceo se ha mostrado partidario de un diálogo con el marxismo y de una


colaboración honrada y capaz de distanciarse donde lo requiera la conciencia cristiana.
A su juicio, los cristianos no deben ignorar el pensamiento marxista, así como los
marxistas más lúcidos tampoco ignoran el cristianismo. A raíz de una visita a Cuba en
1978, se declaró a favor de una alianza estratégica entre cristianismo y revolución.

En su trabajo pastoral ha mostrado especial interés por el catolicismo popular, teniendo


en cuenta los condicionamientos del espacio sociorreligioso, de los agentes de la
evangelización y de los medios utilizados, con el fin de descubrir el sentido de la
religiosidad y su aportación al proceso de liberación cristiana. En sociedades
dependientes, cree Méndez Arceo, el catolicismo reproduce a nivel religioso, en sus
instituciones y creencias, las situaciones históricas de dependencia. Los privilegiados
en el campo socioeconómico se sirven del catolicismo para legitimar su situación, al

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tiempo que la religiosidad de los pobres refuerza la posición ventajosa de los


privilegiados. Ahora bien, el surgimiento de una conciencia religiosa crítica representa
un paso decisivo en la evangelización popular, ya que puede contribuir sobremanera a
transformar el catolicismo popular en fuerza de cambio. Son propiamente las pequeñas
comunidades y los pobres quienes están sembrando el fermento misionero y profético
en el interior de ese catolicismo.

¿Cómo evangelizar en un continente marcado por la injusticia y la opresión? No hay


evangelización sin liberación de los pobres, afirma el que fuera obispo de Cuernavaca:
«La cuestión de la liberación histórica de los pobres como signo privilegiado y
mediación central de la evangelización pertenece al núcleo fundamental de la fe... La
inculturación es una de las dimensiones de la evangelización... Pero, primariamente no
se evangelizan culturas, sino pueblos. Y mientras haya injusticia y opresión, intentar
‘cristianizar’ culturas sin realizar los signos mesiánicos de la liberación histórica de los
oprimidos, más que evangelizar es blasfemar el nombre de Dios entre los pueblos»
(Ibíd., 66). El anuncio del reino se dirige a todos, «pero desde la perspectiva de un Dios
que, porque es justo, es parcial» (Ibíd., 68). Este anuncio es para los pobres primero
esperanza, buena noticia, y luego exigencia de conversión; para los ricos es, en primer
lugar, exigencia de conversión y hasta maldición si no cambian, y sólo después se
convierte en buena noticia y en posibilidad de ser hermanos y no opresores. Desde la
liberación de los oprimidos se descubre y se anuncia todo el evangelio; desde el
compromiso radical con esa liberación se consigue recuperar el evangelio en toda su
amplitud.

Méndez Arceo resalta la importancia de las comunidades cristianas nacidas del pueblo
latinoamericano: de los indígenas, campesinos, obreros, etc., que anuncian con su vida
el advenimiento del reino del Padre y denuncian también con su vida el pecado del
mundo. En esas comunidades –verdadera Iglesia profética y de los pobres–, que han
tenido que asumir la persecución y se han convertido en hogares de mártires, se están
viviendo los nuevos valores del Espíritu: conversión, cambio de estructuras,
concientización, participación, liberación, desarrollo integral, crecimiento hacia la vida
en Cristo, etc.

Escritos

Proyección y transformación de la iglesia en Latinoamérica, en Confrontación de dos


obispos mexicanos: CIP-Documenta (Cuernavaca) 7 (1970).
Jesucristo, los pobres, el socialismo y la Iglesia de hoy. Desclée de Brouwer, Bilbao
1979.
C. Fazio, La cruz y el martirio. Pensamiento y acción de Sergio Méndez Arceo. Joaquín
Mortiz-Planeta, México, 1987.

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