Padres de La Iglesia

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Padres de la Iglesia y los Doctores Escolásticos

Lic. Garrote López – Lic. Andrea Grasso


Ficha de Clase de Historia del Pensamiento Económico (2012) [con actualizaciones]

La Patrística
El período que nos ocupa es dominado por la ideas de la Iglesia Cristiana, y por este motivo es
necesario saber cuál es la relación del pensamiento medieval escolástico (siglo IX al XIII) y Escolástico tardío
(siglos XIV al XVII) con su origen, el pensamiento cristiano primitivo.
Los primeros Padres de la Iglesia, (que integran la denominada Patrística) que viven durante los
primeros cinco o seis siglos de nuestra era, no realizan proposiciones científicas, sino que, basados en los
textos sagrados, divulgan un imperativo ideal. En ese sentido, tanto Clemente de Alejandría (150-215),
Tertuliano (155-222), como San Cipriano (210-258) predicaban contra el lujo desenfrenado y contra la
riqueza irresponsable, exhortaron a la caridad y a la parsimonia en el uso de los bienes materiales, pero no
produjeron verdadero análisis científico. Como dijera el primero de los nombrados: “Si todos fueran pobres
no se podría aplicar la caridad. La riqueza es un don de Dios. Es una herramienta que se debe usar en forma
justa”. (Subyace en este texto la idea de que la posesión genera deberes).
A su vez, tuvieron que hacer frente a grandes peligros (en el curso de los siglos II y III) que
amenazaban la existencia de la Iglesia, con un doble peligro: de carácter externo (representado por el
rechazo al Evangelio por parte de los judíos) y por la persecución de las autoridades civiles.
Es necesario tener en cuenta que tanto las llamadas sagradas escrituras como la tradición apostólica
conforman la “revelación divina”.
Recién en 313 el Cristianismo dejaría de considerarse pagano, cuando el Emperador Constantino,
agradecido al Dios de los Cristianos por la victoria militar en Italia, promulgó el Edicto de
Milán reconociéndolo; más tarde Teodosio lo declara religión oficial del Imperio (380, Edicto de Tesalónica).
Entre los “Santos Padres” algunos adquieren un destacado relieve por haber iluminado el campo de
la revelación y nuevos caminos a la teología. La Iglesia les honra con el título "Doctor de la Iglesia", título
atribuido en 1298 a cuatro Padres occidentales por el Papa Bonifacio VIII.: San Ambrosio, San Agustín, San
Jerónimo, San Gregorio Magno. En la iglesia griega, de Oriente1 son Padres de la iglesia: San Basilio, San Juan
Crisóstomo, San Atanasio, San Gregorio. Algunos de sus comentarios son los siguientes:

San Juan Crisóstomo (347-407):


“Los ricos se han apoderado de los bienes comunes”
“La propiedad privada es motivo de luchas y discordias”.
“La riqueza no se obtiene sin cometer injusticia”.
“Ningún trabajador puede ganar su salario sin a su vez producir algo que satisfaga necesidades de otro”.
San Ambrosio (340-397):
“La naturaleza da todos los bienes en común. El derecho a la propiedad privada es una usurpación”.
San Jerónimo (c. 340-420):
“Las ganancias de un hombre van siendo las pérdidas de otro”.
San Agustín de Hipona (354-430):
“La riqueza es un don de Dios, y un bien, pero no el supremo. La propiedad privada es responsable de
diversos males”.

1
Si bien Roma finalmente cae en 476 d.C., ya en 395 Diocleciano separa el Imperio en una tetrarquía

1
Subyace en todos una crítica a los efectos de la propiedad privada, ésta era una estricta creación
estatal porque por derecho divino pertenecía a Dios, pero no proponen su abolición, sólo se proponía para
los monásticos, para el resto la propuesta era la caridad.
También es valorizado el esfuerzo del trabajo, y considerado pecado el comercio, aunque esta
consideración va siendo gradualmente exceptuada si no había iniquidad en el mercader.
Según Schumpeter, cuya tesis doctoral versó sobre la Escolástica, está fuera de toda duda que la
iglesia cristiana no aspiró a ninguna reforma social salvo en el sentido de reforma moral de comportamiento
individual. Nunca ha intentado un ataque contra el sistema social existente o de algunas de sus instituciones
más importantes. Nunca ha prometido un paraíso económico ni en general un paraíso a este lado de la
tumba.

La civilización feudal
La Escolástica occidental (siglos IX – XIV), como especulación filosófico-teológica que se desarrolló
durante el feudalismo, abarcará cinco siglos en correspondencia con la propia integración, auge y disolución
de las estructuras de la sociedad feudal en Europa occidental, pero sus raíces podemos encontrarlas a partir
del siglo V, en el que se produce el hundimiento del Imperio Romano de Occidente.
Entre los siglos V a VII se producen continuas invasiones germanas, vikingas, normandas y húngaras.
Pero hasta la invasión musulmana no hay completa destrucción de ciudades.
En este período se puede hablar de economías agrícolas sin mercados con producción de
subsistencia. J. Silva Herzog lo califica de retroceso respecto a lo que podría llamarse capitalismo romano,
capitalismo en cuanto a sus fines de lucro, la propiedad privada de los medios de producción, y la existencia
de clases sociales.
En el siglo VIII el elemento central de la guerra es la caballería ligado al feudalismo. Dado que el
costo de mantenimiento de guerreros era muy elevado, se necesitó imponer a los propietarios de la tierra el
deber de servicios militares, paralelamente y por este motivo, se sustituye también la esclavitud por la
servidumbre. Pero el único dueño absoluto de la tierra era el Rey. Éste donaba tierras, y los dueños a su vez
subarrendaban. Los subarrendatarios sólo tenían derecho de uso y deberes. Entonces la sociedad feudal
queda organizada con una casta de guerreros organizados según el principio del vasallaje, en una jerarquía
de vasallos y señores que dominaban feudos. La clase de los guerreros contaba con un poder y prestigio
indiscutidos, lo que explica que dejara la impronta de su propio esquema cultural en la civilización de la
época feudal. La base económica (ampliamente mayoritaria) de esta pirámide social eran los campesinos,
siervos y artesanos de cuyo trabajo se servía el señor.
Pero la sociedad de los tiempos feudales no se puede describir hablando simplemente de
caballeros y campesinos, del mismo modo que la sociedad de los tiempos capitalistas no se puede describir
hablando sólo de capitalistas y proletarios. La industria, el comercio y la hacienda de tradición romana no
habían sido destruidos en todas partes.
En muchos lugares esas clases habían rebasado ya el marco de la organización feudal y, ayudadas
por el hecho de que una ciudad bien fortificada era normalmente inexpugnable para el arte guerrero de los
caballeros, las clases burguesas consiguieron hacer frente con relativo éxito a la amenaza de los señores
feudales.
Ya en el siglo XI se produce un crecimiento importante de ciudades, del comercio y de los
instrumentos de crédito, y se comienza a valorar el saber profano aplicado a los negocios, la Aritmética, la
Moral profana. Se produce un choque de economías: del retener – burguesa – y del dar – de los caballeros –.
Y un choque de culturas: la clerical y la burguesa.
Pero volviendo al feudalismo, como realidad histórica es la simbiosis de dos sistemas sociales
esencialmente diferentes y en gran parte antagónicos. (Guerreros y lo que quedaba de los romanos). Había
también otro factor de origen y carácter no feudales- según Schumpeter- que la clase guerrera no consiguió
absorber o conquistar. Ese factor, el más importante, es la Iglesia Católica Romana.

Iglesia Católica Romana


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Schumpeter – quien era cristiano – no considera que el carácter de la Iglesia sea feudal porque por
muy aliada que estuviera con reyes y señores feudales, por mucho que dependiera a veces de ellos, por muy
cerca que se haya visto de la derrota y de la necesidad de convertirse en instrumento al servicio de la clase
guerrera, nunca depuso su autoridad y nunca se convirtió en instrumento de ninguna clase social, podría
argumentarse incluso que constituyeron una clase social en sí misma.
Esto lo asevera dada la circulación de una versión popular de la sociología marxista, que en su
opinión puede producir la impresión de que el pensamiento medieval no ha sido sino la ideología de una
clase guerrera terrateniente, verbalizada por sus priores.
Es importante tener esto presente, a causa del monopolio prácticamente completo de la ciencia
que ha tenido la Iglesia Católica hasta el Renacimiento. Este monopolio se debió principalmente a la
autoridad espiritual de la Iglesia, pero le ayudaron mucho las condiciones de aquellas épocas en las cuales no
había lugar ni seguridad para estudiosos profesionales como no fuera en los conventos. Por lo tanto, casi
todos los "intelectuales" de aquellos tiempos fueron monjes o frailes. Todos esos monjes y frailes hablaban
el mismo latín no - clásico; oían la misma misa se encontraren donde se encontraren; se formaban mediante
una educación que era la misma en todos los países; profesaban el mismo sistema de creencias
fundamentales; y todos reconocían la autoridad suprema del Papa, que era esencialmente internacional: su
país era la Cristiandad y su estado la Iglesia. Su influencia internacionalizadora se reforzaba por el hecho de
que la misma sociedad feudal era internacional. Hasta el Renacimiento, prácticamente la Iglesia tuvo el
monopolio de la Ciencia y no había lugar ni seguridad para estudios profesionales como no fuera en los
Conventos. El resultado fue el nacimiento de una civilización esencialmente internacional, y de “una
república internacional de los intelectuales” que no fue palabrería sino auténtica realidad. No sólo era
internacional la autoridad del Papa, sino también la del Emperador: en principio, desde luego, y de hecho en
cierta variable medida. La gente estaba familiarizada con la idea de un superestado temporal y un
superestado espiritual. Santo Tomás era italiano, y Duns Escoto era escocés: pero los dos enseñaron en París
y en Colonia sin encontrar ninguna de las dificultades con las que tropezarían en la edad de los aviones. En
principio y, de hecho, todo el mundo – prácticamente – que lo quisiera podía ingresar en una orden
monástica o sumarse a las filas del clero secular. En cambio, la carrera dentro de la Iglesia estaba abierta a
todos sólo en principio, pues de hecho las exigencias de las varias familias de la clase guerrera absorbían la
mayor parte de los obispados y las abadías. El clero regular (los monjes) y los frailes suministraban, por así
decirlo, el estado mayor de la Iglesia. Y en los monasterios hombres de todas clases se encontraban en
situación de igualdad. ¿Cómo es posible, empero, atribuir actitud radical – y, por lo tanto, crítica – a un
grupo social cuyos miembros están obligados a obedecer los dictados de una autoridad suprema y absoluta?
Esta aparente paradoja Schumpeter la resuelve fácilmente:

Las vidas y la fe de los monjes y de lo frailes estaban sometidas a una autoridad (papal) que, al menos en
teoría, era absoluta y pronunciaba la verdad inmutable. Pero fuera de la esfera de la disciplina y de la fe
religiosa fundamental, fuera de los claustros no pretendía dirigir su pensamiento ni prescribir resultados.

La Iglesia era juez de todas las cosas humanas; el conflicto con la autoridad temporal era una
posibilidad siempre presente, y a menudo realidad; las órdenes monásticas eran instrumentos importantes
de la autoridad pontificia, pero eso no bastaba para impedir que consideraran las instituciones temporales
como obras del hombre, históricamente mudables. La subordinación monástica a la autoridad en cuestiones
de fe y de disciplina era compatible con una amplia libertad de opinión en todos los demás asuntos.
Siguiendo a Schumpeter, la situación sociológica del monje fuera de la estructura de clases
mostraba una actitud de independencia crítica a muchas cosas y detrás de él había un poder capaz de
proteger esa libertad. En lo que se refiere al tratamiento de los problemas políticos y económicos, el
intelectual clérigo de aquella época no estaba más expuesto, sino menos expuesto que el intelectual laico de
épocas posteriores a la interferencia de la autoridad política y de "grupos de presión". Sin embargo, como
documenta Silva Herzog, todos los movimientos de búsqueda de reforma espiritual en cuanto búsqueda de
retorno a los ideales de pobreza cristiana, y en consecuencia de reforma social, fueron declarados por la

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Iglesia como movimientos heréticos; en principio, se excomulgaba a los herejes, lo que implicaba una
separación absoluta de la vida social de quien tenía este castigo, pero cuando aún esto no fue suficiente se
desarrollaron la Cruzadas y los tribunales de la Santa Inquisición.
El mismo Schumpeter considera una forma particular de esa crítica. A menudo se ha negado que
los argumentos escolásticos fueran de naturaleza analítica, por la razón de que en esas argumentaciones no
pueden haber sido sino argumentos de autoridad: puesto que estaban sometidos a la autoridad del Papa,
aquellos intelectuales no tenían más método posible para asentar o refutar una proposición que el de aducir
en favor o en contra suyo autoridades literarias reconocidas por la suprema autoridad pontificia.
Aún así, en su opinión carece de fundamento la afirmación de que la aceptación incondicionada de
la autoridad eclesiástica invalide desde el punto de vista científico el pensamiento de esos intelectuales
monásticos. Santo Tomás enseñaba que la autoridad era de importancia decisiva en los temas relacionados
con la Revelación, pero también decía que para todo lo demás, todo argumento de autoridad sería
sumamente débil.
Junto con el monopolio del estudio iba el de la enseñanza superior. Durante los siglos XII y XIII se
desarrollaron casas de estudio, partiendo a veces de escuelas fundadas en el siglo VII – que enseñaban los
retazos de la ciencia grecorromana –, y luego e independientemente en otras casas las Universidades. Las
primeras Universidades fueron Bologna y París y luego Oxford y Cambridge. Según Schumpeter, al principio
los príncipes y los obispos no tenían con ellas más relaciones que las implicadas por la concesión de
privilegios corporativos y por la supervisión religiosa. Por eso, asegura que disfrutaron de mucha libertad e
independencia; daban más margen al maestro individual que las mecanizadas universidades de hoy día
[1950]; eran un lugar de encuentro de todas las clases de la sociedad, y eran esencialmente internacionales.
Pero a partir del siglo XIV se hicieron cada vez más frecuentes las fundaciones estatales. Para ese período ya
había en Europa unas setenta altas casas de estudio. De este modo consiguieron los gobiernos el control de
instituciones que habían sido independientes. Al final, esto cambió completamente la situación. La influencia
estatal favoreció la imposición de objetivos puramente utilitarios y restringió la libertad, sobre todo en
cuestiones de doctrina política. De todos modos, gracias al poder que respaldaba a los maestros clérigos, las
universidades mantuvieron discretamente su libertad hasta la escisión religiosa del siglo XVI. Las
oportunidades que ofrecían las universidades reforzaron de modo natural la vieja tendencia de los
estudiosos a convertirse en maestros. Y como el público tendía entonces tanto como ahora [1950] a
sobrestimar la enseñanza a expensas de la producción de lo enseñado, se solía llamar a los hombres de
ciencia medievales escolásticos o maestros de las escuelas (Doctores Scholastici). Santo Tomás ha sido un
catedrático. Y su Summa Theologiae, según nos dice él mismo en el prólogo, estaba planeada como manual
para principiantes.
Los individuos que nos ocupan en esta unidad fueron también políticos, aunque no del tipo
académico, y algunos de ellos fueron también filósofos iusnaturalistas.

Escolástica
En sentido estricto es con propiedad la filosofía cristiana de la Edad Media. Se denominó
“scholasticus” en los primeros siglos del Medioevo a los maestros de las artes liberales y más tarde a los
docentes de filosofía y de teología que, al principio, dictaban sus lecciones en las escuelas de los claustros o
monasterios y de las catedrales, y después, en las universidades. Es la filosofía no sólo producida sino
enseñada y transmitida en las escuelas medievales. El problema fundamental de la escolástica es la de llevar
al hombre hacia la comprensión de la verdad revelada. Es el ejercicio de la actividad racional a través del uso
de alguna filosofía determinada (la neoplatónica o la aristotélica) con la finalidad de llegar a la verdad
religiosa, demostrarla o aclararla dentro los límites de los dogmáticamente posibles, y dotarla de un arsenal
argumentativo y defensivo contra la incredulidad y contra las herejías.
Suelen distinguirse tres períodos:

ALTA ESCOLASTICA. Va desde el siglo IX al siglo XII y se caracteriza por la confianza en la armonía entra

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razón y fe, armonía que se considera intrínseca y sustancial por provenir del mismo Dios y por los resultados
que se logran.

FLORECIMIENTO. Se extiende desde el siglo XIII hasta los primeros años del XIV. Es la época de los grandes
sistemas (Sumas medievales) en los cuales el acuerdo entre razón y fe se considera como algo parcial, sin
que se concluya su contradicción, sino su distinción y complementariedad.

ESCOLÁSTICA TARDIA. Abarca desde el siglo XIV hasta el Renacimiento. El tema fundamental es
precisamente la oposición e incompatibilidad entre la razón y la fe.

El final de la Edad Media o la disolución del pensamiento escolástico y medieval sobrevienen a partir
de mediados del siglo XIV. Contra lo que puede pensarse y suele sostenerse, no son el avance de los nuevos
saberes y la irrupción de la nueva ciencia los que desplazan los sistemas escolásticos, sino que es el mismo
pensamiento medieval el que evoluciona hacia una teología que pone reparos y barreras a las producciones
racionales, sosteniendo que la revelación y la fe no siempre podían encontrar respaldo y fundamentación en
la filosofía. La filosofía de mediados del siglo XIV es una filosofía que comienza a verse “liberada” de las
ataduras de la teología y que se propone encontrar y definir su propio programa de acción. Es allí donde la
tradición filosófica de la Antigüedad, la recuperación de autores y textos y el cambio de cosmovisión
contribuyen a crear las condiciones de posibilidad para que la filosofía se asocie con las nuevas ciencias,
especialmente aquellas que permitía un conocimiento progresivo de la realidad y del mundo: la matemática,
la física, la astronomía. Sin embargo – y por mucho tiempo – la filosofía escolástica será la filosofía de las
universidades y de las instituciones asociadas a la Iglesia.
Dado que un concepto central en la escolástica es el Derecho Natural, algunos autores argumentan
que la escolástica tardía se extiende hasta el siglo XVII – aunque ya no como pensamiento hegemónico –
para incluir entre otros al Jesuita español Francisco Suárez (1548-1617) quien sistematiza y moderniza el
pensamiento escolástico y sienta las bases del iusnaturalismo.
Cabe aquí hacer una digresión acerca del Derecho Natural: en Grecia y Roma, los orígenes del
pensamiento occidental, el derecho natural, la ley natural es la idea de una imprescindible justicia. Se halla
en los mitos y en la filosofía de Grecia. Desde Homero y Hesíodo, hasta Platón, Aristóteles, loa Cínicos, los
Estoicos y los Epicúreos. Se sintetiza en Roma, con Cicerón. En la Edad Media hay que separar dos lapsos:
PATRÍSTICA y ESCOLÁSTICA. La primera trabaja con las ideas de revelación y creación y la segunda concilia
Aristóteles, la razón con las verdades de la fe. La noción fundamental en este período es la que el derecho
natural es aquella parte de la ley natural que hace referencia a la virtud de la justicia. En el
Renacimiento, surge la ESCUELA CLÁSICA DEL DERECHO NATURAL. Hay una secularización. Búscase el
fundamento último en la naturaleza del hombre que, más generalmente, se hace residir en la razón o en la
sociabilidad. GROTIUS llegó a afirmar que “el derecho natural subsistiría, aunque Dios no existiese”. En el
siglo XVII se produce la culminación del racionalismo, con la ESCUELA DEL DERECHO RACIONAL DE KANT.
Escolástica y Capitalismo
En la Edad Media, sobre todo a partir del siglo XI, se produce una intensa urbanización. La Edad
Media únicamente rural es un tópico. En la Edad Media se crean muchas más ciudades que en Roma. Las
ciudades de origen romano son las que llamamos civitas. Fueron a veces sede de un soberano, o sede de un
obispo. Barcelona es un ejemplo de ello. Durante este periodo las antiguas civitas crecieron. Pero más
importante que este crecimiento, es el hecho de que aparecen nuevas ciudades pequeñas y medianas.
Algunas regiones importantes de ciudades existentes entonces fueron: la que se desarrolló a lo largo del
Rhin, la zona septentrional del Mediterráneo y el área que bordea el Mar del Norte y el Mar Báltico. Este
proceso de urbanización tiene unas consecuencias importantísimas para Occidente. Las ciudades son sitios
donde la gente compra y vende. Se trata de una incipiente economía capitalista. Todas las ciudades tienen
señor, pero de alguna manera los habitantes del burgo logran hacerse oír y respetar. Todo ello comporta
también un cambio cultural. Todos los habitantes de la ciudad compran y venden: se dedican a un negocio.

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Su oficio es hacer dinero, buscan el lucro. Se mueven por el amor al dinero, lo cual es una contraposición a lo
que pasaba con los caballeros, que se movían por el amor a la guerra.
La empresa capitalista entonces existía ya desde antes, pero a partir del siglo XIII empezó a atacar
paulatinamente el marco de las instituciones sociales que durante siglos habían encadenado, pero también
protegido al agricultor y artesano; desde entonces se empezó a desplegar la estructura económica aún
vigente. El desarrollo de la empresa capitalista no creó sólo nuevas estructuras y nuevos problemas
económicos, sino también una actitud nueva respecto a tales problemas. La burguesía (etimológicamente,
habitantes de los burgos) adquirió poder y capacidad de afirmar sus intereses. Se trataba de una clase que
hacía negocios y no podía contemplar sus problemas con la indiferencia del escolástico.
Independientemente de sus intereses, el negociante a medida que aumentó su peso en la estructura social
infundió a la sociedad de una dosis creciente de su mentalidad tal como lo había hecho antes que él el
caballero. Los resultados estallaron en la época de la transformación cultural que se ha dado en llamar
Renacimiento.
Uno de los resultados más importantes fue la aparición del intelectual laico y de la ciencia laica.
Siempre había habido médicos y abogados laicos, pero en el Renacimiento comenzaron a cubrir al elemento
clerical. Los artistas y artesanos laicos, partiendo de sus necesidades y de sus problemas profesionales,
empezaron a desarrollar un conocimiento instrumental que fue una fuente importante de la ciencia
moderna, pero nació y creció al margen de la ciencia universitaria escolástica.
Los supuestos históricos que permitieron desarrollar el nuevo estilo se remontan al siglo XIV
cuando, con el Humanismo, progresa un ideal individualista de la cultura y un profundo interés por la
literatura clásica, que acabaría dirigiendo, forzosamente, la atención sobre los restos monumentales
clásicos.
El proceso de cambio de los humanistas es muy interesante, ya que de críticos de textos pasaron a
convertirse en críticos de hombres, de costumbres, creencias instituciones, así como literatos universales.
La revolución intelectual y a religiosa se reforzaron recíprocamente, pero sus fuentes no fueron las
mismas, no hay relación de causa y efecto.
La sociedad de los tiempos feudales contenía todos los gérmenes de la sociedad capitalista y la
ciencia escolástica de la Edad Media contenía los gérmenes de la ciencia laica del Renacimiento, en opinión
de Schumpeter.

Sociología y Economía Escolástica.


Santo Tomás divide a las Ciencias en Ciencias que actúan por la Ley de la razón humana
exclusivamente (filosóficas) y la Teología sobrenatural que utiliza también la Revelación.
Sociología y Economía: estarían dentro de la teología moral o ética. A partir del siglo XVI se
tratarán dentro de sistema de la jurisprudencia escolástica. Nunca se trataron de un modo sustantivo en su
conjunto, la economía en su conjunto o como un campo propio de problemas. Siguiendo la periodización
anterior es posible distinguir, según consigna J. A. Schumpeter, tres períodos en la escolástica de acuerdo
con el grado en que los problemas económicos merecían atención.

a. Del siglo IX al XII

Lo pensadores de este periodo se sienten atraídos por el problema de la filosofía del


conocimiento. No se encuentra ningún desarrollo que se pueda reclamar para la primacía del análisis
económico en las obras de Eriúgena, Pedro Abelardo (1079-1142), San Anselmo, John de Salisbury. Pero es
posible distinguir entre los autores dos grandes “corrientes”:

a.1. Veta platonizante: Las influencias platónicas y neoplatónicas a través de San Agustín: el problema de las
ideas platónicas, el problema de la naturaleza de los conceptos generales, problema general de la filosofía
pura. Se suele afirmar que la visión “realista”, platónica según el cual sólo tienen existencia real las ideas o
conceptos como tales y que es lo contrario de lo que hoy llamamos visión realista, dominó en mayor o

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menor medida hasta el siglo XIV, momento en el cual la batalla se dirimió a favor de versión opuesta, la
nominalista2, la controversia no era pura epistemología (S. Agustín: La mente humana está en relación con
las realidades inteligibles e inmutables.) sino que con este principio demuestra la existencia de Dios, prueba
la espiritualidad del alma y su inmortalidad y además da una explicación psicológica de la Trinidad.; la teoría
platónica del conocimiento como reminiscencia, pone en el primer plano los destellos de la luz que proviene
del Maestro divino.
El propósito inicial de la Patrística fue el de discutir, rechazar y convencer sobre las
“verdades reveladas”, en aras de fundamentar teórica e ideológicamente al cristianismo y para ello se vio en
la necesidad de establecer una alianza con la filosofía grecolatina, al encontrar en ella los fundamentos
teóricos que le permitieran lograr sus objetivos y supo beber en las fuentes del idealismo filosófico clásico
(fundamentalmente el platonismo y el neoplatonismo) ahora reinterpretado en un espíritu religioso.
Durante la Patrística, el centro de la problemática filosófica fue el problema de la relación entre la fe y la
razón.

a.2. Veta individualista: Es afirmación general y muy frecuente que la civilización medieval era objetiva y la
moderna subjetiva. La veta individualista fue en el pensamiento medieval mucho más robusta de lo que se
suele creer: se era caballero, miembro de un gremio, etc. Tanto la concepción social como la económica
parte del individuo, en el sentido que cuando se describían y explicaban hechos económicos partían de los
gastos y el comportamiento de los individuos.

b. El siglo XIII

Constituye el período clásico de la Escolástica por lo que hace a la teología y la Filosofía. Se convirtió
en un sistema nuevo que reunía todo lo implicado en el término clásico. Se hace necesario distinguir entre
los miembros de las órdenes Franciscana y Dominica:
Franciscanos: Grosse Teste, Alejandro de Hales, San Buenaventura, Duns Escoto (1265-1308).
Dominicos: San Alberto Magno (1193-1280) y Santo Tomás de Aquino (1225-1274, creador “personal” de
este sistema clásico).

Santo Tomás

Durante el siglo XII fue penetrando en el mundo intelectual de la cristiandad occidental un conocimiento
más completo de las obras de Aristóteles por autores de origen semítico, árabes y judíos, como Avicena (Ibn
Sina, árabe, 980-1037) Averroes (Ibn Rushdi, ibérico, 1126-1198), y Moisés Maimónides (hebreo, 1135-
1204).
Aristóteles llegó como un poderoso aliado para ayudar y completar. Economizó tiempo y trabajo. La
obra escolástica emite el mensaje de la investigación empírica. Su principal aporte a la historia de la filosofía
fue reconciliar la filosofía aristotélica con la teología agustiniana, ensamblando tanto la razón como la fe en
el estudio de la metafísica, filosofía moral y religiosa. Aunque aceptaba la existencia de Dios como una
cuestión de fe, propuso cinco pruebas de su existencia3. Tomás de Aquino insistía en que las verdades de la
fe y las propias de la experiencia sensible (tal como las presentaba Aristóteles) son compatibles y
complementarias. Algunas verdades como el Misterio de la Encarnación pueden ser conocidas solo a través
de la revelación, y otras sólo a través de la experiencia. Pero otras como la existencia de Dios son conocidas

2
El problema de fondo es el de los universales, la pregunta de si nuestras ideas son fieles y tienen una realidad objetiva.
Abelardo es el padre del nominalismo, para él los universales sólo existen en la mente, y los conceptos tienen un valor
ideal, no real o no sabemos si es real, esto implica de alguna manera la no aceptación de la fe sin inspección de la razón.
3
Las cinco vías (Quinque viae, en latín) son argumentos filosóficos para probar la existencia de un solo Dios, en este
caso, el cristiano: son, en orden, el argumento del primer motor inmóvil, tomado de Aristóteles, el argumento de la
causa eficiente, el argumento de la contingencia o del ser necesario, el argumento de los grados de perfección y el
argumento teleológico o del ser inteligente y del gobierno del mundo. Están expuestos en la cuestión 2° de la Suma
Teológica.

7
a través de ambas por igual. Así, la fe guía al hombre hacia su fin último, Dios: Supera la razón, pero no la
anula.
Santo Tomás en particular se interesa por lo que es hoy la Sociología Política y sólo se atiende a la
cuestión económica cuando se refiere a un problema moral.

En suma, para Tomás de Aquino:

 El trabajo físico era considerado como una disciplina favorable a la moral cristiana y el modo de
apartar a los hombres del pecado.
 La esclavitud no era ya una institución normal y mucho menos fundamental.
 Eran dignas de bendición tanto la caridad (el amor cristiano) como la pobreza voluntaria.
 Su ideal de vida contemplativa tenía una significación correspondiente con el ideal aristotélico,
aunque diferenciada de éste…
 Repetía conceptos aristotélicos acerca de la ganancia comercial y del comercio, aunque después del
siglo XIII se produce un cambio importante en la actitud de los doctores escolásticos respecto a la
actividad comercial. Para Santo Tomás, el comercio tiene algo de vil, aunque la ganancia comercial
se puede justificar por :
o La necesidad de ganarse la vida
o El deseo de conseguir medios para fines caritativos
o El deseo de utilidad pública (publicam utilitatem), siempre que el lucro sea moderado y se
pueda considerar como estipendio del trabajo.
o Por una mejora de la cosa negociada
o Por diferencias interlocales o intertemporales del valor de la cosa
o Por el riesgo.
 La propiedad no es contraria al derecho natural, pero es un invento de la razón humana
justificable porque los hombres cuidarán mejor de lo que poseen por sí mismos que lo que
pertenece a muchos otros o a todos, también porque los hombres se esforzarán más si ven sus
frutos y porque el orden social será mejor cuidado.
 La Economía pura de Santo Tomás es rudimentaria y consistente en cuanto al justo precio y el
interés. Lo interesante de estos conceptos es la concepción aristotélica de la equivalencia de la
justicia conmutativa. Santo Tomás estaba tan lejos como Aristóteles de postular la idea de un
valor objetivo e inmutable, el justo precio no es nada diferente del precio competitivo. La
distinción entre precio y valor es una distinción entre un precio pagado en una determinada
transacción y el precio que surge de la estimación pública de la mercancía, es decir, valor o
precio normal competitivo cuando éste existe.
 Para los doctores escolásticos era imposible conocer toda la verdad, sino aproximativamente,
esta forma aproximativa sigue una ley natural, sujeta a error, y por eso analizan casuísticamente.

Se puede atribuir a Duns Escoto el mérito de haber relacionado el precio justo con el costo, o sea con
el gasto en dinero y esfuerzo del productor o mercader.
Siguiendo a Alejandro de Hales y San Alberto Magno, Santo Tomás condenó el interés por contrario
a la justicia conmutativa: el interés es un precio pagado por el uso del dinero, pero el dinero no es consume
en el uso del propio bien, no tiene un uso que se pueda separar de su sustancia (como una propiedad que
pueda alquilarse, por ejemplo), cobrar por su uso es cobrar por algo que no existe, casi un argumento
aristotélico.

c. Del siglo XIV al Siglo XVII

La economía de los doctores absorbió todos los fenómenos del capitalismo naciente, en opinión de
Schumpeter. Entre los principales autores se pueden citar:
 Nicolás Oresme (¿1320?-1382), y Buridan, siglo XIV;

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 San Antoine de Florencia (1389-1459), y Gabriel Biel (¿1425?-1495), siglo XV;
 Lessius (1554-1623), Lugo (1583-1660), Molina (1535-1600), siglo XVI.

No se interesaron por el problema de los Estados Nacionales y eso configura una diferencia
importante con los proto liberales y mercantilistas. Pero sí por las políticas fiscales y dentro de éstas la
justicia de la imposición. Es decir, si es justo un impuesto, a quién, cómo, quien lo puede hacer, con qué
fines, en qué medida. Es un análisis social de la relación Estado ciudadano.
Pero en los sistemas de Teología moral de estos escolásticos tardíos, la economía conquistó si no una
disciplina autónoma una esfera bien determinada. Su concepto axial fue el de bien público, considerado
como la satisfacción de las necesidades económicas de los ciudadanos tal como lo identifica la razón (recta
ratio del observador imparcial). En la estimación de la política económica y mercantil la idea de “injusto” iba
unida a la idea de contribución al bienestar público.
En este sentido, el concepto de valor se basaba también en las necesidades y su satisfacción. La idea
aristotélica entre valor de uso y de cambio se profundizó y desarrolló hasta desembocar en una teoría
subjetiva o utilitarista del valor de cambio o precio de un modo que no presentaba analogías con nada
contenido en la doctrina de Santo Tomás-
En su crítica a Escoto, los escolásticos tardíos, particularmente Molina, dejan en claro que el costo es
un factor en la determinación del precio, pero no la fuente lógica o causa de éste. Para ellos la fuente del
valor es la utilidad de las cantidades disponibles en cada situación determinada. También enumeran todos
los factores del precio, aunque no los integraron en una teoría de la oferta y demanda. Gabriel Biel sostuvo
que el precio justo de los bienes se ajusta a las necesidades humanas, por su falta o abundancia, y por la
dificultad que su proceso implica. Esta enumeración incluye todos los factores que gobiernan la llamada ley
del mercado, y fue la más completa y razonable de las que hasta el momento se habían establecido..
Los escolásticos tardíos identifican el precio justo no en un precio competitivo normal, como Santo
Tomas en opinión de Schumpeter, sino en cualquier precio competitivo. Si existe un precio así es justo
aceptarlo cualesquiera sean las consecuencias para las partes.
En cuanto a su teoría del dinero, presentan con unanimidad una teoría nominalista del dinero la cual
no difiere en nada fundamental de la Smith. Desaprueban la degradación de la moneda y las ganancias que
por ese medio disponían los príncipes. Algunos desarrollan claramente una teoría cuantitativa del dinero.
Estudian toda una serie de problemas de acuñación, tráfico, movimientos internacionales, bimetalismo. Se
les debe la teoría del riesgo. Se puede recordar que Lugo, ha descripto los beneficios comerciales como una
especie de salario de un servicio social. Han considerado el daño emergente, el lucro cesante y la mora,
como causales inobjetables de un recargo a percibir por quien ha prestado dinero...
Consideran al interés como un fenómeno monetario, aunque se construya sobre la base del modelo
más general de bienes consumibles. El interés es un elemento del precio del dinero. La discusión respecto al
interés cero es un problema cuya solución no se puede hablar más que por el análisis de las circunstancias
particulares que explican una tasa positiva. En especial el beneficio mercantil, es resto de los factores no son
intrínsecos al proceso capitalista.

Escuela de Salamanca

En 1953, Marjorie Grice – Hutchinson publica su investigación “The School of Salamanca”,


postulando la existencia de lo que desde entonces se conoce como Escuela de Salamanca, formada por un
grupo de teólogos y juristas de la Universidad de dicha ciudad hispana, que acometen una profunda reforma
de los programas de estudio de la misma, sobre todo en teología, lo cual es razonable teniendo en cuenta
que la mayoría eran hombres de la Iglesia Católica. Su actuación pública se da básicamente en el siglo XVI.

Entre sus principales exponentes, se encuentran:

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 Francisco de Vitoria (1492-1546), padre del moderno Derecho Internacional
 Juan de Medina (1490-1560)
 Martín de Azpilcueta (1493-1586)
 Domingo de Soto (1494-1560)
 Diego de Covarrubias y Leyva (1512-1577)
 Luis de Molina (1535-1600), ya citado
 Tomás de Mercado (1530-1576)

Pueden enumerarse algunos de sus principales aportes a la economía, siguiendo la exposición de


Grice – Hutchison y del español Perdices de Blas:
a) Una versión “primitiva” de lo que hoy se conoce como teoría cuantitativa del dinero, anticipándose
una treintena de años a la formulación de Jean Bodin (1568);
b) Anticipan también la teoría de la paridad del poder adquisitivo que relaciona los tipos de cambio
entre divisas con la evolución de los niveles de precios internos de las economías que comercian
entre sí:
c) Presentan una aproximación a una teoría subjetiva y psicológica del valor, asociado a la utilidad,
como hemos visto precedentemente;
d) Exponen también una acendrada defensa de la libertad individual, circunstancia por la cual los
modernos austríacos los han considerado como sus predecesores;
e) Por último, plantearon un tema de sorprendente actualidad: un debate sobre el “socorro a los
pobres”, distinguiendo en los “legítimos” y los “fingidos”, siendo solo los primeros susceptibles de tal
socorro: definían así a los mancos, cojos, tullidos, ciegos, etc., dejando de lado a todos los individuos
que no tenían impedimento físico alguno para trabajar (lo que podríamos considerar los “pícaros”
que presenta la literatura española de la época…).

Algo digno de destacar de este conjunto de autores, es que se esforzaron por llegar a un público más
amplio del usual, al publicar sus obras tanto en latín como en español, asegurándose que la menos una
porción de los ilustrados de la época pudieran leer sus escritos.

En las últimas décadas, muchas de sus obras han sido vueltas a publicar en España, después de un
largo olvido…

Escolástica Hispanoamericana
Si bien la proyección de los autores de la Escuela de Salamanca no parece haber trascendido las
fronteras del Imperio Español, lo que podría asociarse a la larga decadencia del mismo desde la época de los
Austrias menores, merece mencionarse que la escolástica tuvo continuidad, aunque más por repetición que
por originalidad, en territorio americano, en el vasto imperio colonial español. Por eso hoy día, y sobre todo
merced a estudios contemporáneos como los de Oreste Popescu, puede hablarse más bien de “Escolástica
Hispanoamericana” que de “Escolástica Hispana”.

Hubo tres grandes centros geográficos (vinculados a Universidades) productores de pensamiento


escolástico americano: México, Chuquisaca (actualmente Sucre, Bolivia) y Córdoba, en el actual suelo
nacional.

En México, enseñaron y escribieron el ya citado Tomás de Mercado, Luis López (¿1530? - 1595) y
Bartolomé de Albornoz, del cual sólo se sabe que vivió en el siglo XVI.

En Chuquisaca, se destacó la figura de Juan de Matienzo (1520-1579), mientras que en Córdoba


merecen citarse Pedro de Oñate (1567-1646) y, ya en pleno siglo XVIII, Domingo Muriel (1718-1795).

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