Casos Reales de Pactos Con El Diablo
Casos Reales de Pactos Con El Diablo
Casos Reales de Pactos Con El Diablo
Al general de brigada Jonathan Moulton se le conoce como «el Fausto Yankie». Sus
contemporáneos alimentaron la leyenda de que había hecho tratos con satanás por las
enormes riquezas que acumuló. El extraordinario Jonathan Moulton y su pacto con el diablo.
A Johathan Moulton la suerte le sonrió toda la vida y quizá eso dio origen a la leyenda. Nació
en Hampton, Massachusetts, en 1726. Fue carpintero, platero, comerciante, terrateniente y
además luchó en las guerras contra Francia y los indios, consiguiendo el grado de general.
Obtuvo una gran concesión de tierra por parte del gobernador y amplió su riqueza
apropiándose de los restos de dos barcos que naufragaron en la costa, justo delante de su
casa. Fundó una ciudad llamada Moultonborough.
Según cuenta la leyenda, él mismo alardeó en la taberna del pueblo diciendo que con gusto
vendería su alma al diablo por tener más riquezas. Al parecer el diablo lo oyó y se presentó
ante él. Jonathan le pidió que una vez al mes llenara de oro todas las botas que tenía en el
sótano de su casa y a cambio le daría su alma inmortal. Todo fue bien hasta que a Moulton se
le ocurrió agujerear las suelas de las botas y cavar hoyos en el suelo bajo el calzado. Cuando
llegó el demonio empezó a meter monedas en las botas, pero no conseguía llenarlas. Cuando
se dio cuenta del truco, montó en cólera y para castigarlo incendió la casa de Jonathan, dando
el pacto por terminado. Por estos «hechos» se le conoce como el Fausto Yankie. La casa, al
parecer, realmente se incendió y nunca se supo el motivo. Fue totalmente reconstruida. Un
anexo a la leyenda dice que en realidad el diablo no había olvidado el pacto y cuando Jonathan
murió se lo cobró: los hombres que llevaban el ataúd notaron que pesaba demasiado para
contener únicamente un cadáver, lo bajaron y lo abrieron. En su interior encontraron un cofre
con el sello del diablo lleno de monedas de oro; el último pago por el alma de Jonathan
Moulton.
Niccolò Paganini no era un hombre especialmente bien parecido. Pero siempre fue muy
atractivo para las mujeres. Tampoco gozó nunca de buena salud. Todo lo contrario. Tras su
rostro enjuto, pálido y sus cabellos largos, se escondía un hombre de extraordinario talento.
Un virtuoso absoluto del violín cuyas capacidades artísticas rozaban en ocasiones lo
sobrenatural.
Niccolò Paganini encandilaba con su música y seducía con sus movimientos sobre los
escenarios. Tal era la fascinación que llegó a suscitar entre el público europeo, que no tardaron
en llamarlo el violinista del diablo o el violinista endemoniado. Estamos seguros que te gustará
saber más sobre él…
Como suele decirse a menudo, siempre hay personas que nacen con «estrella». Con un don
innato hacia una disciplina en particular. También hay quien desde bien niño, ha sido
conducido hacia un camino en especial. En el caso Niccolò Paganini sucedió ambas cosas.
Nacido en Génova en 1782, recibió desde una edad muy temprana una férrea educación
musical.
Cualquier error suponía un severo castigo. De ahí que el pequeño Niccolò viera en el arco de su
violín su modo de escape y también su tortura. Él, quién cinceló su carácter, su pasión y sus
oscuridades. Se sabe que siendo solo un niño el sarampión casi se llevó su vida; de hecho,
llegaron a amortajarlo y a preparar su funeral. Pero afortunadamente logró salir de aquella
oscuridad para introducirse en otra: la de otras enfermedades que siempre lo debilitaron, que
dibujó en él una extrema delgadez, que hizo que perdiera tempranamente sus dientes, de ahí
que sus mejillas siempre lucieran tan hundidas.
381c1bae-a627-4622-89b4-f128f48bf0e9_660x330
Pero Niccolò Paganini tenía algo. Un aura inusual que lo envolvía de un sutil atractivo. Ya con
16 años alcanzó un éxito absoluto. Educado por los mejores maestros pronto emergió con
carácter propio sobre todos ellos: se dice que era tal su velocidad, que podía llegar a tocar
doce notas por segundo, que tenía una memoria tan magistral que nunca se acompañó de
partitura alguna.
Niccolò Paganini subía a los escenarios con trajes casi deshilvanados y con su larga melena
ondeando ante cada uno de sus movimientos, ante cada una de esas parábolas que tan
magistralmente ejecutaba en el aire con su arco. A tal punto llegó su éxito, que él, decidió
aumentar aún más su excentricidad para causar más impacto. Acudía a sus conciertos
europeos vestido completamente de negro en un coche de caballos también negros, entrando
después a un escenario en el que previamente, había ordenado que hubiera muy poca luz,
para que su representación, fuera aún más sobrenatural.
Por su singularidad, por su arte nunca visto, y por numerosas enfermedades a las que hizo
frente desde niño, se le empezó a llamar el violinista del diablo. El músico que había entregado
el alma al demonio para convertirse en el mayor virtuoso del violín conocido hasta ahora.
Niccolò Paganini se hizo millonario, innovó el mundo de la música e incluso el de la moda con
su estilo revolucionario de vestir. Las mujeres lo adoraban como a cualquier estrella del pop o
el rock de la actualidad. Se hicieron incluso perfumes con su nombre, alimentando de modo
casi desmedido su leyenda. Se decía incluso que las cuerdas de su violín estaban elaboradas
con cabello del diablo, pinceladas sugestivas que ensalzaron día tras día el nombre de
Paganini.
2948544194_9e77828bce_o_660x330
Falleció a los 57 años, y su pérdida, también estuvo envuelta por detalles curiosos. Antes de
fallecer el Arzobispo de Niza quiso ir a visitarlo a su lecho de muerte, pero Paganini se negó.
No quiso verlo porque según él, aún le quedaba mucha vida por delante. Pero
lamentablemente no fue así, murió al poco sin recibir los sacramentos finales, por lo cual, no
se quiso darle sepultura en territorio santo.
Cinco años después, el propio hijo de Paganini pidió al Papa permiso para enterrar a su padre
en las cercanías de la Iglesia de Vila Gaiona, siendo finalmente concedido. Aunque tal y como
dicen muchos, lo más seguro es que a Niccoló Paganini no le importara demasiado que su
cuerpo descansara en campo santo…
Si te ha parecido interesante la historia de este singular e inolvidable violinista, puedes
encontrar varias películas realizadas al respecto de ellas. Una de ellas, es la titulada
«Paganini», (1989) y protagonizada por Klaus Kinski. También dispones de varios libros donde
ahondar en su interesante vida, ahí donde descubrirás muchos más aspectos sobre su figura,
como “Paganini, caballero de la música”, de Anatolio Winogradov, o «El arco mágico. Un
romance de Paganini». / Komroff, Manuel.