Monografia - Escuela Limeña

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UNIVERSIDAD NACIONAL PEDRO RUIZ GALLO

Facultad De Ingeniería Civil, Sistemas Y Arquitectura

ESCUELA PROFESIONAL DE ARQUITECTURA

ESCUELA LIMEÑA

CURSO:

ARQUITECTURA PERUANA II

CATEDRÁ:

ARQ. HAYDEE CHIRINOS CUADROS

ALUMNOS:
ESCUELA LIMEÑA

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ARTEAGA MEJIA FRANKLIN

GARCIA GUEVARA MAYRA

ROMERO CIEZA JESSICA

FECHA:
DICIEMBRE DEL 2018.

INDIC

E
1. ARQUITECTURA Y URBANISMO EN IBEROAMERICA

1.1España y imperio incaico -Perú

2. ARQUITECTURA VIRREYNAL RELIGIOSA PERUANA

3. ARQUITECTURA RELIGIOSA DE LIMA

Diversidad arquitectónica y peruanidad

Nueva visión de la arquitectura limeña del siglo xvii

Evolución de la arquitectura virreinal religiosa limeña

4.TIPOS DE ARQUITECTURA VIRREYNAL RELIGIOSA DE LIMA

A -LA CATEDRAL

Reconstrucción de la Catedral

La Sacristía de la Catedral

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La Cajonería de la Catedral

B- IGLESIA MAYORES

La ciudad de Lima en la época virreinal

La Arquitectura de los Iglesias Mayores de Lima virreinal.

Cronología

C.IGLESIAS PEQUEÑAS

C.1 iglesia de monasterios

C.2.iglesia de recolectas

C.3.iglesia de colegios

C.4 iglesia de hospitales

C.5. de parroquias

C.6.iglesia de devociones populares

Cronología y ubicación

La ciudad de Lima en la época virreinal

La Arquitectura de los Iglesias Mayores de Lima virreinal.

Descripción arquitectónica de las Iglesias menores

D. IGLESIAS RURALES

Cronología y ubicación

La ciudad de Lima en la época virreinal

La Arquitectura de los Iglesias Mayores de Lima virreinal.

Descripción arquitectónica de las Iglesias rurales

(Tipo, Forma, Estructura, Textura, Relaciones dimensionales, Tiempo)

5. ARQUITECTURA Y ORNAMENTACION
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6.PORTADAS Y PORTERIAS

7. TORRES Y CAMPANARIOS

8. CLAUSTROS

9. CONCLUSIONES

10. BIBLIOGRAFIA

1.- ARQUITECTURA Y URBANISMO EN IBEROAMERICA

Aspiraba a replantear una serie de problemas y contradicciones que se han suscitado

en los estudios sobre nuestra realidad americana.

Los espíritus de la España América viven simultánea y contradictoriamente la

decadencia del mundo medieval y la apoteosis de la reconquista del propio territorio.

América vendrá a perpetuar algo más aquel mundo feudal y proyectará el espíritu y la

mística del dominio del espacio y el espíritu que había culminado en la rendición de la

ciudad de granada por los moros en proceso dialectico España se prolongará en

América en las dos fases troncales de sentido misional y de la ocupación territorial

política y económica.

Las instituciones jurídicas de la baja edad media, el idioma y el mundo de creencia

religiosas constituyen las tres herramientas unificadoras de un proceso que proyecta a

España como la síntesis que no logra alcanzar su propio territorio.

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Las escenografías de la primera etapa de la conquista será el Caribe, pero la primera

visión insular no agotará las ansias del descubrimiento hasta prolongarse en el mundo

continental que habría de depararle aún mayores sorpresas.

ARQUITECTURA ESPAÑOLA AMERICA: España y el imperio incaico

La caída de Atahualpa en Cajamarca y la ocupación del Cusco, capital incaica, señala

el comienzo del dominio español sobre las tierras peruanas. La increíble conquista de

territorio se sustancio en el hábil manejo de los conflictos internos del incanato y en la

intrepidez notable del español. La ocupación del espacio plantea desde un comienzo un

horizonte nuevo, cuál era la vinculación con la metrópoli, privilegiando así el

asentamiento costero. El desarrollo de las ciudades presenta características peculiares

y en cierta forma autónomas, aunque los movimientos sísmicos de los siglos XVII y

XVIII obligaron a rápidas reposiciones edilicias. en lima los ejemplos que perfilan el

ocaso gótico tardío son reducidos, pero pueden vislumbrarse en el templo de Santo

Domingo donde existen bóvedas de crucería realizadas por el maestro Jerónimo

Delgado (1547).

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Una de las características notables de la región es la movilidad de los maestros de

obras (Veramendi, Beltrán Álzate, Delgado, etc.). actúan sucesivamente en Lima,

Cuzco señalando la articulación profesional de la producción arquitectónica.

2.- ARQUITECTURA VIRREYNAL RELIGIOSA PERUANA

Para comprender el espacio interior de las Iglesias Mayores de Lima virreinal es

necesario situarlas en un contexto mayor, es decir ubicarla dentro de las escuelas

regionales que se desarrollaron en el Perú, conociendo como planteaban sus

espacios arquitectónicos en sus respectivas ciudades.

RELACION ENTRE EL PENSAMIENTO RELIGIOSA Y SU ARQUITECTURA VIRREINAL

En este punto García Bryce describe: "Lo caracterizaron y también les imprimieron su

sello a las creaciones de la Colonia en el campo de las artes y de la arquitectura en

su calidad de productos y, simultáneamente, expresiones de una situación histórica

dada y de su realidad social y económica, su mundo físico, su técnica, sus gustos,

creencias y convicciones". Y continúa explicando: "La unidad política del imperio

debía basarse en la unidad religiosa, determinaron que la conquista y colonización

de América tuvieran algo de una guerra santa contra las creencias y cultos

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indígenas, que la iglesia trato por todos los medios de erradicar o, si ello no era

posible, de asimilar al culto cristiano". Para lo cual añade: "La preeminencia de la

Iglesia se reflejó en el orden espiritual, en el intelectual y el material. En el segundo

de estos, por ser los clérigos los principales encargados tanto de la educación inicial

como de la instrucción de los estratos dominantes de la sociedad colonial en colegios

y universidades" Y en lo material eran consideradas las órdenes religiosas como uno

de los principales propietarios urbanos.

La construcción, ampliación o embellecimiento de templos fue posible gracias a las

fundaciones pías y los legados o donaciones en dinero o bienes a las

congregaciones religiosas. La importancia de la Iglesia como institucional logró que

las obras de arquitectura religiosa primaran sobre la arquitectura civil, brindando una

gran fuente de trabajo para alarifes, oficiales, artesanos, tanto de las ramas técnicas

(carpinteros, herreros) como de las artísticas (talladores, pintores y orfebres). (García

Bryce, 1980) Es así que, en la fundación de las ciudades del Perú por los españoles,

un equipamiento indispensable son las iglesias cuyos trazos y modelos de su

arquitectura a fines del Siglo XVI e inicios del XVII fueron transmitidos desde Europa,

que posteriormente experimentaron cambios por razones de índole social,

económica y cultural, a las que se sumaron factores geográficos Y climatológicos.

Podemos notar que García Bryce, diferencia entre una arquitectura virreinal que se

da en las ciudades con marcada influencia europea de una arquitectura virreinal que

se da en lo rural con posibles influencias prehispánicas con formas y estilos al que

llama "arquitectura mestiza", junto a técnicas y materiales de construcción que

revelan su carácter autóctono. Se identifica también la transmisión de formas


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arquitectónicas y técnicas de construcción a través de dos agentes externos: alarifes,

arquitectos y artesanos españoles que llegaron al Perú y tratados de arquitectura, de

construcción y libros de modelos. García Bryce también señala: "La formación de

alarifes coloniales indios, mestizos, negros y mulatos se realizaba en obra

iniciándose estos como ayudantes o aprendices de seglares y religiosos con

conocimientos de arquitectura venidos de Europa". (García Bryce, 1980). La

arquitectura de los inicios de la colonia sigue los lineamientos de la arquitectura

europea en tierras americanas mediante la trasmisión de conocimientos detallados

en los tratados de arquitectura.

El ESPACIO EN LA ARQUITECTURA VIRREYNAL RELIGIOSA PERUANA

San Cristóbal afirma: "Durante el siglo XVI, al edificarse las primeras construcciones

renacentistas, algunas de ellas con techumbres mudéjares, la más indiferenciada

uniformidad arquitectónica cubrió las nuevas ciudades del Perú. Posteriormente,

durante la segunda mitad del siglo XVII, Cuzco, Arequipa- Puno, Lima, Cajamarca y

Ayacucho desarrollan sus propias formas de arquitectura con muy pocas

coincidencias e influencias mutuas, antes bien como núcleos autónomos, de tal

modo que allí comienza la unidad de las diversidades arquitectónicas en el Perú."

(San Cristóbal, 1988). Queda así demostrado la especificad y particularidad de cada

uno de estos centros que marchan a su propio tiempo en su región que es distinto al

de España, como se pretende en muchos casos establecer.

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En cambio, en el Barroco de Lima, San Cristóbal señala: "la escuela no es reiteración

de un diseño arquitectónico común, Sino continuidad evolutiva desde 1670 a 1777.

Los arquitectos del barroco de Lima menos espectaculares de los provincianos,

mantuvieron _sin embargo, despierto el espíritu de creatividad y renovación a lo largo

de un siglo. Precisamente por no ser conservadores, acogieron las novedades del

Rococó y del Neoclásico, pero también destruyeron neciamente valiosas creaciones

barrocas". (San Cristóbal, 1988).

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3.- ARQUITECTURA RELIGIOSA DE LIMA

DIVERSIDAD ARQUITECTÓNICA Y PERUANIDAD

La arquitectura colonial peruana atestigua un aspecto significativo del

Perú como nación: su diversidad, la que bajo ningún aspecto es contradictoria de

la unidad nacional. Durante el siglo xvi, al edificarse las primeras construcciones

renacentistas, algunas de ellas con techumbres mudéjares, la más indiferenciada

uniformidad arquitectónica cubrió las nuevas ciudades del Perú. Posteriormente,

durante la segunda mitad del siglo xvii, comienza la diversificación de los núcleos

arquitectónicos regionales, que se consolida a plenitud durante el siglo xviii. Cuzco,

Arequipa-Puno, Lima, Cajamarca y Ayacucho desarrollan sus propias formas de

arquitectura con muy pocas coincidencias e influencias mutuas, antes bien como

núcleos autónomos, de tal modo que allí comienza la unidad de las diversidades

arquitectónicas en el Perú.

NUEVA VISIÓN DE LA ARQUITECTURA LIMEÑA DEL SIGLO XVII

las escuelas regionales de provincias (la del Cuzco, la de Arequipa-Puno o la de

Cajamarca) han prevalecido sobre la escuela limeña hasta el punto de quedar esta

relegada a un nivel más bien modesto y derivado respecto de aquellas. Ha influido en

ello no solo la pérdida de gran parte del patrimonio arquitectónico limeño, sino

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también el desinterés por conocer la historia interna de lo que realizaron los alarifes y

arquitectos en los siglos xvi, xvii, y xviii.

La información valiosa para conocer la arquitectura limeña se encuentra en los

protocolos notariales conservados amorosamente en el Archivo General de la

Nación, en Lima. Los documentos de Sevilla proporcionan algunas informaciones

externas acerca de algunos monumentos limeños; mientras que los conciertos

notariales de Lima contienen la descripción arquitectónica detallada por la que se

regían los alarifes y maestros para ejecutar las obras. De este modo, el conocimiento

que se obtiene de estos conciertos notariales limeños va mucho más allá de la pura

historia; pues ilustra acerca de la disposición de las plantas de los edificios, sus

elementos estructurales y ornamentales, los materiales y técnicas de construcción,

las medidas, las formas y estilos, las diferentes clases de techos y cubiertas, y todo

cuanto se necesitaba para ejecutar el contrato de obra.

Si se hubiera conservado la ciudad de Lima tal cual existía hasta la víspera del

terremoto de 1687, contemplaríamos hoy una de las más bellas ciudades del mundo.

No presumo de haber descubierto la documentación inédita referente a la totalidad

de las obras ejecutadas entre los años 1600 y 1700, pero sí puedo adelantar que la

documentación que tengo reunida ofrece una perspectiva casi completa de la

arquitectura limeña en esa época, y que ella obliga a revisar las interpretaciones

historiográficas usualmente aceptadas.

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Acostumbran los historiadores a considerar la obra de la Iglesia de San Francisco

como el inicio del barroco limeño. En realidad, a la luz de los conciertos notariales,

San Francisco aparece como el compendio evolutivo de tendencias estilísticas

iniciadas en otros monumentos anteriores.

Al completarse el conocimiento de la arquitectura limeña nos vemos llevados a

revisar el problema de las influencias entre las escuelas regionales arquitectónicas

de Lima y de Cuzco. Los magníficos monumentos de la época del obispo Mollinedo,

en el Cuzco, conservan todavía intacta su faz patinada por el sol y el frío de la zona

quechua; mientras que los de Lima, o se han destruido o su cronología quedó

trastocada en el sucederse de la niebla costeña. Inducidos sin duda por el contraste

entre la diafanidad cuzqueña y las brumas históricas de Lima, Kubler y Gasparini

optaron por atribuir al barroco del Cuzco una influencia rectora sobre el —hasta

ahora difuso— barroco limeño. Pero a medida que se hace luz sobre la cronología y

los caracteres estilísticos de los monumentos limeños, se va diluyendo esa presunta

corriente de influencias desde el Cuzco hacia Lima, hasta invertir su curso en

dirección opuesta.

El origen limeño de estos y otros motivos ornamentales no mengua en nada la

originalidad del barroco cuzqueño, que se plasma sobre todo en un peculiar diseño

de conjunto para sus portadas. Pero, si bien no llegó a Lima este esquema de

portada cuzqueña, tampoco necesitaron los alarifes limeños inspirarse en el Cuzco

para adoptar algunos resaltantes ornamentos arquitectónicos. Solo pretendo


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deshacer ahora los esquemas interpretativos de ciertos historiadores de la

arquitectura peruana que no están respaldados por las informaciones provenientes

del Archivo General de la Nación. Sostiene, por ejemplo, Gasparini, que la

arquitectura limeña dependía decisivamente del barroco cuzqueño, y que este último

no era sino el resultado de transmisiones externas provenientes de la arquitectura

flamenca, además de la española.

El alarife limeño Manuel de Escobar construyó casi al mismo tiempo, entre 1669 y

1672, tres grandiosas torres similares a la del Rosario: las dos de San Francisco y la

del Hospital de San Diego o San Juan de Dios, todas con tres cuerpos iniciales. La

descripción de la torre de San Juan de Dios, contenida en el concierto notarial de 19

de julio de 1669, me ha permitido descubrir la interesante influencia mutua entre las

torres de esas iglesias: las de San Francisco estaban proyectadas con pares de

medias columnas, según el dibujo de fray Pedro Nolasco, pero en su ejecución

copiaron las dos pilastras especificadas en el concierto para San Juan de Dios,

mientras que esta sustituyó los pares de pilastras por las dos medias columnas de

San Francisco. Manuel de Escobar dispuso libremente el intercambio entre sus

respectivos proyectos, que solo conocemos por las fuentes de archivo.

También abundaron en Lima los campanarios de espadaña. Se conocía la espadaña

levantada por Manuel de Escobar, en 1667, para la Iglesia de la Merced, en el

Callao. Además, he descubierto el concierto notarial de 2 de abril de 1683, según el

cual, Diego de Mondragón edificó la interesantísima espadaña ochavada del

Monasterio de la Santísima Trinidad; el de 22 de junio de 1661, pactado entre el


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albañil Julián Sánchez y la abadesa de la Encarnación para levantar la espadaña,

según proyecto reformado por fray Diego Maroto; y el de la espadaña proyectada por

Asensio de Salas, al costado de la portada de Copacabana.

La transformación de las plantas, en las grandes iglesias conventuales de Lima,

constituye otro de los procesos más interesantes de la arquitectura colonial. La

planta de tres naves abiertas y comunicadas entre sí no fue implantada desde un

principio; sino que la adoptaron a lo largo del siglo xvii mediante un proceso de

reconversión, que en determinados casos se cumplió sin derribar las paredes

maestras del templo. Edificaron los religiosos las primeras iglesias conventuales de

Lima conforme a una planta del tipo gótico−isabelino, usual en las iglesias españolas

de la época. Se trataba de una sola nave sin crucero que, en algunos casos, tenía a

los lados capillas cerradas e incomunicadas para uso de cofradías o de criptas

sepulcrales particulares, por el estilo de las que todavía observamos en la Catedral.

La transformación de las plantas, en las grandes iglesias conventuales de Lima,

constituye otro de los procesos más interesantes de la arquitectura colonial. La

planta de tres naves abiertas y comunicadas entre sí no fue implantada desde un

principio; sino que la adoptaron a lo largo del siglo xvii mediante un proceso de

reconversión, que en determinados casos se cumplió sin derribar las paredes

maestras del templo. Edificaron los religiosos las primeras iglesias conventuales de

Lima conforme a una planta del tipo gótico−isabelino, usual en las iglesias españolas

de la época. Se trataba de una sola nave sin crucero que, en algunos casos, tenía a

los lados capillas cerradas e incomunicadas para uso de cofradías o de criptas

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sepulcrales particulares, por el estilo de las que todavía observamos en la Catedral.

EVOLUCION DE LA ARQUITECTURA VIRREYNAL RELIGIOSA LIMEÑA

Comenzó el XVII con un violento enfrentamiento entre los alarifes renacentistas y los

góticos isabelinos. La victoria inicial de Francisco Becerra al imponer la renaciente

bóveda de arista en la primera mitad de la Catedral se tomó en derrota completa,

pues en 1614 los alarifes de la vieja escuela reestablecieron en La Catedral, el

empleo generalizado de las bóvedas de crucería y este uso prevaleció en las iglesias

que entonces se hicieron o remodelaron. El renacimiento quedo confinado a las

portadas y algún tipo de decoración como el almohadillado de planchas y los

recuadros de ventanas y hornacinas. De ahí es que Lima contó a principios del XVII

con un parco renacimiento ornamental, subyugado por un gótico isabelino estructural

de plantas y cubiertas muy prodigado hasta 1687. Además de lo cual encontraron

favorable acogida las estructuras mudéjares de los alfarjes tallados con lacerias y

florones.

Ahora pasa a hablar del tipo: "La síntesis entre la planta barroca de tres naves

abiertas y las bóvedas de medio cañón barroca solo se logró en la de San Juan de

Dios 1664 anterior a San Francisco. Se llegó así a un barroco fragmentado y parcial;

no total. Pero a mediados del siglo XVII todavía estaba remota la síntesis barroca

total de lo estructura (planta y cubiertas) con lo ornamental. Es cierto que la portada

principal de la Catedral de Lima inauguró el modelo barroco de las portadas-retablo;

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pero esto se generó antes en el Cuzco que en Lima. La gran síntesis barroca plena

solo operó en La Merced y San Agustín a principios del siglo XVIII, asociándose en

ellas las estructuras barrocas con una decoración barroca de ménsulas, modillones,

veneras, arcos trilobulados, además de sus grandiosas portadas-retablo.

4.- TIPOS DE ARQUITECTURA VIRREYNAL RELIGIOSA DE LIMA

A- LA CATEDRAL DE LIMA

RECONSTRUCCION DE LA CATEDRAL

Muestra actualmente la Catedral una disposición de sus cubiertas distintas de las

restantes iglesias limeñas, excepto la de la conservada iglesia del Convento de

Santo Domingo. Ello se debe a que, mientras que las restantes iglesias fueron

cambiando sucesivamente el tipo de sus cubiertas como prevención frente a los

riesgos de los terremotos, la Catedral ha permanecido fi el al estilo arquitectónico en

que fue terminada. Los cambios en la Catedral se introdujeron antes de llegar a

completarse su construcción; y ellos resultaron decisivos para la evolución de la

arquitectura limeña durante el siglo xvii. El alarife Andrés de Espinosa tenía

dispuestas las cimbras a principios de 1600 para empezar a cubrir la Catedral con

bóvedas de crucería; pero fue desplazado del cargo de Maestro Mayor de Fábricas

por el arquitecto Francisco Becerra. El cambio trajo consigo el abandono de aquel

tipo ya anticuado de bóvedas, y la adopción de las de arista, más conformes a un

proyecto moderno y renacentista. El nuevo proyecto de Becerra se cumplió en las

cuatro primeras naves transversales a contar desde el muro testero, las que se

terminaron hacia 1605. Hubiera resultado un edificio airoso, si lo tolerara la


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estabilidad del subsuelo limeño. Las tres naves longitudinales abiertas tenían

bóvedas de arista elevadas a la misma altura mediante la combinación de arcos

carpaneles en la nave central y de arcos aovados en las naves laterales. Todo el

edifico formaba un gran cajón rectangular desprovisto de contrafuertes en los

extremos.

Con esta primera reconstrucción catedralicia se decidió el destino de la arquitectura

limeña durante el siglo xvii, precisamente la época de mayor actividad constructora.

Los alarifes de formación clásica como Martínez de Arrona, Espinosa, Alonso de

Arenas y Diego Guillén frustraron el surgimiento de una arquitectura renacentista no

solo para la Catedral, sino también para las restantes iglesias reconvertidas o

construidas durante los comienzos del siglo xvii: una tras otra fueron adoptando las

bóvedas de crucería de viejo estilo, a semejanza de las de La Catedral; incluso la

iglesia jesuita de San Pedro, que se considera la más renacentista de todas la

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limeñas. Otras iglesias, especialmente las conventuales, siguieron usando los

alfarjes mudéjares de cinco años; aunque también adoptaron las bóvedas de

crucería, para la capilla mayor, la Concepción, Santa Catalina, etc. El terremoto de

1687 provocó la segunda de las grandes reconstrucciones de la Catedral. De nuevo

se realizaron consultas de alarifes para determinar cómo debían repararse las nueve

bóvedas arruinadas.

LA SACRISTIA DE LA CATEDRAL

Es la sacristía catedralicia la más antigua y completa muestra de la etapa de

transición, frustrada, por cierto, entre el arcaico estilo gótico−isabelino del siglo xvi y

el incipiente barroco del siglo xvii. Pertenece la sacristía a las obras ejecutadas antes

del terremoto de 1609, después del cual se alteró la traza arquitectónica de la

Catedral. Cuando aconteció aquel terremoto, se habían terminado cuatro naves

transversales del cuerpo de la Catedral, además de la sacristía. Resultaron

infructuosos los vehementes esfuerzos del agustino fray Gerónimo de Villegas para

tratar de consolidar las altas bóvedas de arista, dañadas en el terremoto, mediante

algunos estribos, que debió haber previsto, pero omitió, el arquitecto Francisco

Becerra. Después de ardorosas discusiones, triunfó el plan de los alarifes formados

en el viejo estilo gótico−isabelino; y de esta suerte, la Catedral prosiguió su segunda

parte y cambió la primera con las bóvedas vaídas de crucería. Este cambio de estilo

no solo afectó a la tercera Catedral, sino también a la evolución de toda la


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arquitectura limeña; porque se frustró la introducción del nuevo estilo manierista, y

prolongó su vigencia el arcaico gótico−isabelino, durante gran parte del siglo xvii.

Al pasar de las naves de la Catedral al gran salón de la sacristía, sentimos renacer,

en una sobria pero elegantísima bóveda de arista, las arcaicas bóvedas de crucería,

que flotan sobre los muros, sustentadas sin pilares por la luz de los ventanales. Por

todo adorno, enmarcan las medias lunas, bajo los arcos formeros de las bóvedas,

unos recuadros de molduras, muy similares a los que labró Joseph de la Sida y que

circundan los ventanales en el cuerpo bajo de la torre de San Agustín.

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LA CAJONERIA DE LA CATEDRAL

Ocupa la cajonería a plenitud el largo muro de la sacristía catedralicia, hoy convertida

en museo, llenándolo con las esculturas de los apóstoles y las gavetas para guardar

los ornamentos. Es una de las obras fundamentales de la escultura virreinal en el

momento de la transición hacia el barroco, e influyó decisivamente en las cajonerías

con que otras catedrales e iglesias de conventos amoblaron sus sacristías. Estudio

ahora esta magnífica cajonería para completar su historia, fragmentariamente

conocida hasta el presente. Analizó esta obra Harth-Terré bajo el punto de vista

fundamentalmente estilístico, aunque anotó algunas breves referencias acerca de su

entallamiento por Juan Martínez de Arrona en los años siguientes a mayo de 1608 en

que fuera concertada.

Pero no han sospechado los historiadores y los críticos del arte virreinal que la

cajonería catedralicia no salió del taller de Juan Martínez de Arrona tal cual la

contemplamos nosotros: tan perfecta quedó su unidad de estilo, a pesar de haber

sido modificada posteriormente. En realidad, la cajonería terminada por Arrona

alcanzaba menor altura que la actual, pues el gran friso de Los apóstoles y el Señor

resucitado descansaba inicialmente sobre la mesa del primer cuerpo.

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B- IGLESIAS MAYORES

LA CIUDAD DE LIMA EN LA EPOCA VIRREINAL

Pasemos a conocer la morfología y trama de Lima en el periodo virreinal, al respecto

García Bryce señala: "De plano reticular con frecuencia de forma cuadrada o

rectangular y provista de plaza rodeada de portales, las bastidas correspondían en el

fondo a la tradición romana de la ciudad tipo campamento militar ( castrum) y pueden

considerarse antecesoras inmediatas de las ciudades coloniales hispánicas.

La inspiración de muchas de las disposiciones de las leyes y ordenanzas de la

Corona española sobre fundación de ciudades en principios o normas vitruvianas

podría considerarse como una instancia de la relación entre el urbanismo colonial y

la teoría renacentista, sobre la que tanto influyo el tratado de Vitrubio.

LA ARQUITECTURA DE LAS IGLESIAS MAYO RES DE LIMA VIRREINAL

Al respecto San Cristóbal describe: "La transformación de las plantas en las grandes

iglesias conventuales de Lima constituye otro de los procesos más interesantes de la

A VPL. La planta de tres naves abiertas y comunicadas entre si no fue implantada

desde un principio; sino que la adaptaron a lo largo del XVII mediante un proceso de

reconversión que en determinados casos se cumplió sin derribar las paredes

maestras del templo.

Edificaron los religiosos las primeras iglesias conventuales de Lima conforme a una

planta gótico isabelina usual en las iglesias españolas de la época. Se trataba de una

sola nave sin crucero que, en algunos casos, tenía a los lados capillas cerradas e

incomunicadas para el uso de cofradías o de criptas sepulcrales particulares por el

estilo de las que todavía observamos en la Catedral.


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La importancia de la arquitectura se ve también en su forma y volumen, como explica

San Cristóbal: "La arquitectura implica también el análisis de los volúmenes

construidos sobre las plantas y la interpretación del proceso evolutivo de las

cubiertas durante el siglo XVII ha permanecido invariable desde la obra de Wethey

( 1949), hasta la de Bernales Ballesteros (Lima, la ciudad, 1972) salvo pequeños

retoques incidentales. A principios del siglo XVII, entre la primera y segunda etapa de

construcción de la tercera Catedral de Lima, se operaba un cambio decisivo en sus

cubiertas, adoptado no por motivos de preferencia estilística, sino de seguridad

antisísmica.

SAN FRANCISCO (1535)

1613.-

Desde la remodelación de las plantas de las iglesias conventuales, aparecieron las

cúpulas de media naranja, que cubría el Presbiterio y el Crucero, que perduraron

hasta 1656; y que por consiguiente fueron conocidas por Manuel de Escobar y Fray

Diego Maroto.

1614.-

San Francisco inicia su remodelación conforme a la planta basilical siguiendo el

ejemplo de la Tercera Catedral, al mismo tiempo lo inició La Merced. Los

franciscanos solo llegaron a construir la Capilla Mayor y el ancho del crucero,

dejando en el cuerpo de la iglesia una sola nave abierta, ya que no se atrevieron a

abrir arcos para la comunicación del crucero con las naves de las laterales de

capillas.

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1620.-

2 de marzo, firmado por los mayordomos de la hermandad de Nsta Sra de Aránzazu

con el alarife Andrés de Espinosa se realizaron las sgtes obras: la nueva capilla

ampliada con sus bóvedas de crucería, dos bóvedas sepulcrales de enterramiento y

la sacristía de la capilla.

1656 .-

La ruina de este año le permitió el derrumbamiento del arco toral, arrastrando

consigo la armadura mudéjar de la nave central y la capilla mayor, estuvieron

cubiertos con bóvedas de crucería los dos brazos del crucero a los lados de la media

naranja central: el del lado del evangelio en que está situado la capilla de la Limpia

Concepción, y el del lado de la epístola que acogía las dos capillas unificadas del

Santo Cristo y de Nsta Sra de Aránzazu.

1659.-

Se contrata a Manuel de Escobar como Aparejador de Obras. Con su experiencia

previa en obras como la. de la Recoleta Dominicana y de San Diego además del

Hospital de San Bartolomé suprime el segundo cuerpo intermedio de ventanas con el

fin de contrarrestar el efecto de los sismos que proyectó Vasconcellos. (El proyecto

de V asconcellos presentaba altura inestable Y peligrosa).

1660.-

Ya se habían construido bóvedas de ½ cañon anteriores a San Francisco. 1660

Escobar concertad con los mercedarios de la Recoleta de Belén la bóveda de ½

cañon para la capilla de Nuestra Sra de las Maravillas.

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1662 Domingo Alonso hizo lo propio con la cubierta del claustro del Colegio de

estudios de gramática de San Pablo. Primero se utilizaron las bóvedas de ½ cañón

en la Iglesia de San Juan de Dios conexo al Hospital (se completó en 1664).

Después se difundió a las demás iglesias incluido San Francisco

SANTO DOMINGO (1535)

1597 .-

Concierto de obra para labrar el coro alto y de tender las cubiertas de los dos

ambientes contiguos por Alonso Velásquez, que posteriormente alargaría Antonio

Mayordomo. (antecoro: espacio entre el claustro y el coro, trascoro: sector opuesto al

antecoro, ahí se guardaba los libros corales)

1632.-

Desde su origen el campanario fue una sencilla espadaña fabricada de adobes. Los

dominicos decidieron cambiara por una de cal y ladrillo para ponerla a tono con

Santa Catalina, Monserrate, San Marcelo. Se construye un primer campanario,

concierto firmado entre el Prior del convento y Antonio Mayordomo. El concierto no

describe la obra; y solo indica que se haría según traza de Fray Juan García.

Algunas décadas después derribaron aquel campanario, que no sería solo espadaña,

para edificar en su lugar la gran torre solitaria que conocemos por la obra de

Meléndez.

1633.-

Concertase el alarife Antonio Mayordomo para alargar el coro en los pies de la

iglesia hasta el pretil del cementerio con un sotacoro de bóvedas de medio cañón

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tendidas transversalmente a la dirección de la nave central interna, según traza del

maestro de obras conventual Fray Juan García. Cabe suponer que se recortó la

parte frontera del coro alto, quedando reducido a dos alas salientes y estrechas en

forma de u, sustentadas por columnas de madera

1659 .-

1 de abril, concertó hacer la primera torre y el campanario el alarife Francisco Cano

Melgarejo y la edificó en su traza y dirección de Fray Diego Maroto. Esta se asienta

sobre la capilla de los negros. Tiene planta octogonal por haberse ochavado las

esquinas. Constaba de tres cuerpos y media naranja con una estatua sobre ella. El

primer cuerpo muestra almohadillado de planchas en los lados ochavados. En el

segundo cuerpo se abrían dos series superpuestas de vanos y ventanas orlados con

recuadros de molduras, ménsulas en base y frontones en lo alto.

1666.-

Se concertaba Diego de la Gama con Maroto para hacer dos bóvedas de crucería

de cal y ladrillo sobre el Presbiterio. Y cuando se amplió el crucero y capilla mayor no

recurrieron a las bóvedas de medio cañón, ya entonces muy difundidas en Lima, sino

que volvieron a cubrirlo todo con bóvedas de crucería labradas en cedro y yeso.

Maroto utilizo primero este sistema en la iglesia de su convento, y con esta

experiencia se usó luego en la Catedral.

1682-1684 Prosiguen negociaciones entre los frailes y la cofradía del Rosario para

trasladar esta capilla a su emplazamiento actual y poder dar el libre tránsito por las

naves laterales hasta el crucero; la imagen de Nsta Sra del Rosario paso al altar de

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los Agüero; la de Santa Rosa desde aquí al altar de los Aliaga; además de hacerse

concesiones para el uso de las respectivas bóvedas sepulcrales.

1678.-

TERREMOTO.

1687.-

TERREMOTO. La torre de Cano y Maroto resistió. Las bóvedas de madera de cedro

y yeso labradas según la técnica de Maroto resistieron. 1690 Recién los Dominicos

abordan el tema de la estrechez de la capilla mayor. Por fin se decidieron a derribar

la cabecera de la iglesia desde las capillas laterales paralelas a de los Aliaga y los

Agüero; así edificaron sobre parte de ellas el gran crucero al que añadieron nueva

capilla mayor más amplia. Por obra y gracia de Maroto, no han tenido nunca acogida

en Santo Domingo las bóvedas barrocas de medio cañón. Permanecen en pie hasta

nuestros días, sobre las dos entradas laterales, las primeras bóvedas de crucería

edificadas en cal y ladrillo, las más antiguas de Lima.

1700.-

Los cuerpos superiores de la torre fueron modificados, pero todavía queda en pie el

primer cuerpo de Cano y Maroto. No obstante, la majestuosidad de la torre, ella

permanece distanciada de toda posible integración con una eventual fachada a los

pies de la iglesia. 1746 La torre es dañada irremediablemente En la reconstrucción la

derriban para levantar la segunda torre que es el cuarto campanario. Esta

reconstrucción solo afecto a los cuerpos superiores, ya que el primer cuerpo es de

Cano de 1659. Fue posible dar forma casi circular a los dos cuerpos superiores de

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estilo rococó, levantados en tiempo de Virrey Amat en base a la planta ochavada

conservada de XVII

LA IGLESIA LA MERCED (1537 -1541)

CRONOLOGIA

1535.-

Primera fachada de la iglesia -1 ° portada- (Harth-Terré, 1940)

1545.-

Primera construcción de la iglesia (Barriga, 1988)

(1589-1988). –

Primera construcción de la torre de campanas, por Alonso Morales.

(1592-1613). -

Segunda construcción del convento primitivo por Cristóbal Gómez (Gunther, 2005;

Cobo, 1639; Barriga, 1988)

1600.-

Construcción de la fuente del claustro principal, por Francisco · de Morales (Barriga,

1988)

1603.-

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Labrado de la escultura de Nuestra Señora de La Merced, por el escultor sevillano

Martín Alonso de Mesa Villavicencio (Gunther, 2005)

1608.-

19 de agosto, los mayordomos de la Cofradía de San Lorenzo edificaron su capilla,

todavía cerrada pero que sería después usada para formar la nave lateral abierta del

lado de la Epístola. La circunstancia de haber colocado esta capilla frente a la actual

puerta de Guitarreros, imposibilitó hacer ingreso lateral desde el convento frente a la

puerta lateral de la calle, siendo por ello La Merced la única en que no quedan en

frente las dos portadas laterales.

1613.-

5 de enero, por concierto los alarifes Alonso de Arenas y Andrés de Espinosa

edificaron la capilla mayor, sus dos capillas laterales y el gran crucero. Se trataba ya

de una planta basilical abierta, ya que estos ambientes se intercomunicaban por 4

arcos: "los que salen de la capilla mayor y los otros dos al crucero de modo que se

puede andar de unas en otras como la dicha planta lo demuestra". La capilla mayor

se cubrió de alfarje de madera; mientras que para las restantes se cubrieron de

bóvedas de crucería según la moda impuesta por la Catedral limeña.

1613.-

25 de agosto, Andrés de Espinosa se comprometía a terminar la torre de La Merced

(dos gruesos cubos de torres en los que se alberga el imafronte) 1614 28 de mayo,

se añadía la capilla de La Piedad y con ella quedaba abierta la nave lateral del

Evangelio al libre tránsito. Cubriese esta capilla con cúpula de media naranja; lo que

se suponía una novedad para el Perú antes que se introdujera en San Pedro.
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1608-1614.-

Primera reconversión de la iglesia -segunda construcción-, de planta gótico isabelina

a planta basilical de tres naves abiertas, por Andrés de Espinosa Y Alonso de

Arenas. A diferencia de los jesuitas que construyeron su tercera iglesia de planta

basilical a partir de 1624, sobre un solar distinto del de la segunda iglesia gótico

isabelina. (San Cristóbal, 1988a) 1609 Terremoto en Lima. Segunda fachada de la

iglesia -2º portada- (Harth-Terré, 1940 MERCED (1534-1537)

5.- ARQUITECTURA Y ORNAMENTACION

LA PLANTA DE LAS IGLESIAS LIMEÑAS

Prevaleció en Lima hasta el primer tercio del siglo xvii el tipo de planta que

denominamos gótico−isabelina. Constaba de una nave central de gran longitud,

separada de la capilla mayor por el gran arco toral; en las iglesias mayores tenía

además a los lados naves de capillas cerradas e incomunicadas, como las dos

laterales extremas en las Catedrales de Lima y del Cuzco; y, en algunas iglesias

menores, las llamadas capillas−hornacinas abiertas al modo de las que todavía

existen en Nuestra Señora de Copacabana y la Santísima Trinidad; aunque otras

iglesias menores carecen de ellas, como las Descalzas, Santa Catalina y

Monserrate. Pero constataron muy pronto los limeños la insuficiencia de esa planta

gótico−isabelina para el servicio de la población creciente. Fue por tal motivo que,

conservando los muros de las iglesias, derribaron las separaciones entre las capillas

laterales para transformar la planta en basilical de tres naves abiertas al libre tránsito

por ellas. El proceso se cumplió, aunque en épocas distintas, en la Merced, Santo

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Domingo, San Agustín y parcialmente en San Francisco. Por imitación se propagó

este mismo proceso a las iglesias trujillanas de San Francisco, la Merced y San

Agustín; y a la Catedral (Santa Catalina) de Cajamarca, en las que añadieron naves

laterales posteriores. Contrasta con ellas la iglesia cajamarquina de San Antonio,

cuyas tres naves formaron desde el comienzo una de las plantas más armoniosas de

todo el Perú.

La transformación al barroco, iniciada por la planta, quedó paralizada al

generalizarse las bóvedas vaídas de crucería no solo para las iglesias reconvertidas,

sino también para otras gótico−isabelinas. Solo el terremoto de 1687, que derribó así

todas las viejas

cubiertas

limeñas,

contribuyó a

recomponer la

unidad barroca entre las

plantas y las cubiertas

en las grandes iglesias.

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San Carlos. Muro lateral

Trajo el siglo xviii otro tipo distinto de planta para las iglesias menores limeñas: presenta

la traza de cruz latina de una sola nave con crucero tan ancho como la nave y brazos

muy poco profundos. Pero la tradición gótico−isabelina estaba tan arraigada en Lima

que algunas de esas iglesias dieciochescas nacieron con capillas−hornacinas laterales

como las del siglo xvii. Puesto que una y otras iglesias se cubrieron en barroco con

bóvedas de medio cañón, y medias naranjas, solo la traza de la planta permite discernir

su origen.

Se innovó todavía el diseño de la planta limeña durante el siglo xviii, después de 1746,

mediante el ochavamiento de las esquinas del crucero. De este modo, en las

Nazarenas; la capilla de San Martín, en el Convento de Santo Domingo; y el camarín de

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la Virgen, en la Merced, lograron ensanchar el espacio interior y superior del crucero,

dando a la media naranja mayor diámetro que el de la bóveda de la nave central, pero

sin modificar el trazado de los muros externos. Contra lo que afirman gratuitamente

algunos historiógrafos, dieron los alarifes limeños constantes muestras de creatividad,

no solo en la arquitectura de portadas y retablos; pues la evolución de la planta de las

iglesias a lo largo de tres siglos, lejos de reiterar modelos estereotipados, manifiesta

soluciones críticas elementalmente compatibles con la seguridad antisísmica de los

edificios.

INNOVACIONES EN EL BARROCO DE LIMA

Tradicionalmente, las iglesias limeñas coronan el crucero con una esbelta cúpula de

base perfectamente circular, que los alarifes llamaban «media naranja». La cúpula de

la Iglesia de Santo Domingo, labrada por fray Diego Maroto, muestra todavía la

belleza del estilo. Pero, en la segunda mitad del siglo xviii, las líneas se tornan

fluyentes y movidas, y aparecen algunas cúpulas no convencionales de base elíptica.

Es interesante la cúpula del baptisterio en los Huérfanos, a la que se añaden la

cúpula de la iglesia del Milagro, en San Francisco; la de la capilla de San Martín de

Porres, en el Convento de Santo Domingo, y la que cubre el coro de la Iglesia de la

Merced, aunque esta última preceda a las anteriores, pues se labró a principios del

siglo xviii, con motivo de la reconstrucción de la iglesia después de 1867.

Sin necesidad de introducir formas curvas en el plano de las iglesias, antes

bien, respetando el trazado ortogonal de cruz latina, aparecen en Lima

modificaciones

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importantes de los espacios arquitectónicos. El plano puede parecer tradicionalista;

pero la edificación levantada sobre él resulta profundamente innovadora. Así, en la

Iglesia de las Nazarenas, las cuatro esquinas del crucero han sido recortadas en

ochava, transformando el plano cuadrado en un elegante espacio ochavado. Las

sobrias columnas antepuestas al muro de planos escalonados y los vanos de las

hornacinas en el muro en diagonal confieren movimiento al ambiente.

En la confrontación de estas nuevas manifestaciones arquitectónicas de la segunda

mitad del siglo xviii con la iglesia limeña de las Trinitarias, que conserva inmodificado

el trazado característico del barroco limeño hacia 1730, resaltan en todo su valor las

innovaciones del espacio y del volumen no ortodoxas que comenzaron a aplicarse en

Lima algunos años después. Sin embargo, el movimiento renovador de la

arquitectura limeña no pudo prosperar más; pues los años subsiguientes,

precursores de la Independencia, derivaron hacia causes muy distintos del

arquitectónico el quehacer ciudadano.

SALAS CAPITULARES

El urbanismo conventual está distribuido principalmente entre las numerosas celdas

individuales homogéneas y los grandes ambientes diversificados; con una red amplia

de vías de tránsito (claustros y escaleras) que cohesionaban unas y otros mediante

comunicaciones masivas expeditas.

Para las reuniones comunitarias capitulares en las que se hacían las elecciones y se

trataban los asuntos de la comunidad, estaban destinadas las salas capitulares. No

hay correspondencia, ni siquiera aproximada, entre las reuniones capitulares de los


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conventos y las que congregan, en nuestros tiempos, a los miembros de algunas

asociaciones civiles; de ahí deriva la diferente disposición que tienen las salas

capitulares respecto de los actuales auditorios o salones de consejos. En las salas

capitulares se reunían los frailes «a son de campana tañida» para tratar de los

asuntos comunes del convento: no se congregaban allí para escuchar, sino para

deliberar; por eso se sentaban los religiosos en poyos o asientos corridos a lo largo

de los muros en forma tal que todos pudieran verse.

A través de las tres majestuosas cátedras que se conservaban en Lima, podemos

apreciar la evolución de los estilos en la arquitectura de madera.

Tienen también las salas capitulares la prestancia de la arquitectura de obra, pues no

en vano eran la sede de los actos comunitarios más decisivos para la vida de los

conventos. La de San Francisco armoniza en su techumbre plana con la severidad

del primitivo convento anterior al claustro barroco de la época del Padre Cervela. Los

agustinos han querido preservar la ambientación renacentista inicial de su sala

capitular. Aunque la techumbre se dañó en el terremoto de 1687, hicieron reconstruir

las mismas bóvedas de arista, ya entonces anacrónicas, pero en madera, según

concierto notarial con el maestro Francisco Jiménez del 9 de noviembre de 1699.

El barroco limeño del siglo xviii ambienta a plenitud la sala capitular dominicana.

Todas las jambas de puertas y ventanas aparecen recubiertas de almohadillado de

planchas y bandas alternas onduladas que resaltan notoriamente. En los dinteles de

todos los vanos se alojan grandes veneras como para reiterar el eco de las lecciones

magistrales o las discusiones entre los frailes. Y, en la base de los arcos fajones de
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la bóveda con curvatura carpanel, completan la robustez ornamental de la sala unos

gruesos modillones de volutas sobre los que se quiebra en saliente el entablamento.

Las dos portadas externas de la sala expanden hacia el claustro y el corredor el

rebosante barroquismo derramado por los muros, como si costara esfuerzo mantener

represado ese desborde ornamental en el ámbito de la sala.

ESCALERAS CONVENTUALES

En la grande aglomeración humana que fueron los conventos limeños durante los

siglos xvii y xviii, se homologó la distribución de las dependencias conforme a

cánones uniformes: en la planta baja quedaban los servicios comunitarios y las salas
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para grandes reuniones, como la cocina, el refectorio, la sala capitular; y en la

segunda planta habitaban los religiosos y estaba el coro alto de la iglesia. El paso de

una a otra planta, para los actos comunes, se realizaba en largas filas de frailes

silenciosos y meditativos, de modo que tales procesiones frailunas se regían por

normas rituales.

En ellas se refleja la evolución arquitectónica operada en el Convento de San

Francisco. La escalera principal, junto a la portería, corresponde a una primera etapa

renacentista notablemente influida por componentes mudéjares. Pertenece sin duda

este gran ambiente a la misma época del primer claustro principal, que es distinto del

actual; pues ambos fueron labrados a finales del siglo xvi. La extraordinaria cúpula

de lacería mudéjar que cubría todo el vano de la escalera seguía el mismo estilo que

las de algunas iglesias de principios del siglo xvii, como la de las Descalzas. La

segunda escalera, junto al refectorio, armoniza en su decoración con el claustro alto,

reedificado en tiempos del padre Cervela, durante la segunda mitad del siglo xvii.

Unos grandes ventanales tetralobulados, preludios del gran barroco dieciochesco,

iluminaban desde lo alto las procesiones de frailes encapuchados que circulaban

entre el coro y el refectorio.

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La hermosísima cubierta plana de madera con canes tallados y madres procede del

siglo xviii, según reza allí una inscripción; y parece que sustituyó a una bóveda

anterior levantada durante el siglo xvii.

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ALFARJES Y ARTESONADOS LIMEÑOS

La ornamentación de alfarjes y artesonados se aplicó alternativamente en el siglo xvii

con las más diversas formas de cubiertas. El adorno de alfarje, de profunda

raigambre mudéjar, entrelaza artísticamente las molduras de la madera. El

artesonado, reactualizado durante el Renacimiento, divide la superficie en polígonos

denominados artesones o casetones rehundidos con un florón en el centro: los

dibujos de Serlio inspiraron muchos artesonados virreinales.

Suponen Wethey y Bernales, sobre la base de documentación más bien escasa e

incompleta, que desde principios del siglo xvii los techos de alfarje fueron

desplazados en las iglesias por la bóveda vaída, fueran lisas o de crucería; hasta

que, a partir de San Francisco, en 1672, unas y otras dejaron su lugar a las bóvedas

de medio cañón. A medida que he ido descubriendo abundante documentación

inédita, la evolución de las cubiertas durante el siglo xvii se me ha presentado más

compleja de lo que sospechaban estos historiadores. Solo en la Merced y en San

Pedro las bóvedas de crucería desplazaron, a principios del siglo xvii, a los techos de

alfarje. Es cierto que algunas iglesias nuevas como la Recoleta de Belén, la Recoleta

Dominicana, Monserrate y la Santísima Trinidad se cubrieron con bóvedas a

semejanza de la Catedral. Pero también es cierto que, por el mismo tiempo, otras

iglesias recibían San Agustín. Antesacristía Arquitectura virreinal religiosa de Lima

cubiertas de armaduras de varios paños con alfarjes; además de las iglesias que

conservaron los primitivos: San Agustín, San Francisco y la Concepción.

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MEDIAS NARANJAS LIMEÑAS

Los alarifes limeños han designado siempre con el nombre de «media naranja» la

cúpula semiesférica que recubre alguna planta cuadrada, pues la denominación

reaparece una y otra vez en los conciertos notariales de la obra. Claro que en Lima

también existen bellas cúpulas de base ovalada, lo que no obsta para el empleo de

esa terminología. Resultó muy apropiado el término porque las cúpulas limeñas

carecen del tambor cilíndrico que sustenta las europeas, o del tambor octogonal de

las mexicanas: en el Perú, las medias naranjas auténticas —no me refiero a esas

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imitaciones antiestéticas de Nuestra Señora de las Victorias y de Nuestra Señora de

Cocharcas— asientan directamente sobre el anillo soportado por los cuatro arcos y

sus cuatro pechinas en los rincones.

todas las medias naranjas se labraron con cal y ladrillo, pues también las armaron

muy vistosas de madera en diversas formas. No aludo aquí a las que recubren la

escalera principal del Convento de San Francisco, la iglesia del Hospital de San

Andrés, o la escalera del Noviciado de Santo Domingo, todas ellas muy tardías; sino

a las de principios del siglo xvii. El 17 de abril de 1613, el rector del Noviciado de San

Antonio Abad de la Compañía firmó concierto notarial con el carpintero Alonso

Velázquez para cubrir integralmente aquella iglesia. En este concierto, además del

artesonado de cinco paños en el cuerpo, Velásquez se obligaba a hacer sobre el

crucero «una media naranja con sus pechinas ni más ni menos y de la suerte y

manera que la capilla de la iglesia del Convento de monjas Descalzas excepto que

no ha de ser de lazo sino de artesonado son su linterna». Como se ve, otros jesuitas

habían tomado la delantera a los de San Pablo en el uso de las medias naranjas,

aunque aquellos tampoco innovaban nada en la arquitectura limeña.

LAS BOVEDAS DE MEDIO CAÑON

En la gran mayoría de estas iglesias, las bóvedas de medio cañón se complementan

con elegantes lunetos para permitir la iluminación a través de las ventanas; y en

otras iglesias, las ventanas se abren, con menos esbeltez, como simples rasgaduras

en el intradós de la bóveda.
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La generalización de las bóvedas de medio cañón no es un proceso histórico que se

haya iniciado desde el comienzo de la arquitectura virreinal; y ni siquiera coincide,

para la gran mayoría de las iglesias limeñas, con la época en que ellas fueron

construidas. Lo que aconteció es que las iglesias anteriores a 1700 se iniciaron con

un tipo distinto de cubiertas, y posteriormente tuvieron que cambiarlas por las

barrocas bóvedas de medio cañón. No deriva, pues, la preferencia por estas bóvedas

de los criterios estilísticos imperantes cuando se levantaron las iglesias limeñas; sino

de apremiantes medidas de seguridad antisísmica tomadas a finales del siglo xvii

para garantizar la estabilidad de los templos.

Suponen los historiadores de la arquitectura virreinal, siguiendo la tesis del clásico

Wethey, que las bóvedas de medio cañón se iniciaron primeramente en la Iglesia de

San Francisco, terminada en 1672; y que, a imitación de ellas, las adoptaron otras

iglesias limeñas posteriores. En verdad, la historia de la arquitectura virreinal

discurrió por causes mucho más variados que esas esquemáticas sendas que trazan

los historiadores. Hay que reconocer que el terremoto de 1687 impuso el abandono

de las cubiertas precedentes: los alfarjes mudéjares y las bóvedas de crucería,

arruinadas masivamente en aquella tragedia.

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ARCOS TRIBULADOS EN LIMA

Los arquitectos limeños consumaron una interesante transposición estilística con el

arco trilobulado; pues cuando ya había traspuesto el gótico isabelino, y después de

completado el período renacentista, se inicia el uso masivo de arcos trilobulados en la

arquitectura del barroco limeño. Este arco adquiere, en Lima, una nueva fisonomía

ornamental barroca, distinta de la que tuvo en sus antecedentes hispánicos.

Curiosamente, ninguno de los restos del gótico tardío peruano (Saña, Guadalupe, la

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Catedral del Cuzco, etc.) ostentan arcos trilobulados. En cambio, aparece

tempranamente en una nueva ventana de la fachada renacentista, en la cuzqueña Casa

del Almirante.

El arco trilobulado fue acogido con esmero en el vano de entrada. En pos de San

Francisco, lo adoptan la portería de San Agustín, la capilla de la Hacienda 146

Maranga, la portería de la Compañía de Pisco y la desaparecida Capilla de los Dolores,

en el Convento del Prado. Independientemente, se asocia a las grandes veneras que

ornamentan las portadas limeñas, dando lugar en Lima a las características veneras

trilobuladas: Santa Rosa de las Monjas; portada de Guitarreros, en la Merced; San

Carlos, y portada de la Penitenciaría de San Pedro.

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BASILICA Y CONVENTO SANTO DOMINGO

ESGRAFIADOS LIMEÑOS

El esgrafiado de los muros consiste en practicar incisiones sobre una superficie de

yesería, hasta fondo plano, para diseñar dibujos, generalmente de arabescos, que

destacan por el color del fondo, distinto al de la superficie. Es una técnica similar a la

empleada por los doradores que hacen rayas en el color dado sobre el dorado, aunque

se aplica en mayores dimensiones. Perduran todavía importantes muestras de

esgrafiados en algunos templos limeños. Los esgrafiados más espectaculares recubren

las pilastras, bóvedas y medias naranjas de la Iglesia de San Francisco. Deslumbrados

algunos analistas del arte virreinal por la grandiosidad de la iglesia franciscana, incurren

fácilmente en el prejuicio de magnificar su protagonismo en la evolución de la

arquitectura limeña: como si en ese templo se hubieran iniciado algunos de los

elementos característicos del barroco peruano. En realidad, San Francisco no está al

comienzo de una nueva expresión barroca de la arquitectura; sino que reproduce

masivamente como síntesis final algunas innovaciones desarrolladas durante el siglo

xvii. Tal ocurre, por ejemplo, con sus bóvedas de medio cañón, y también con los

robustos esgrafiados de sus muros.

El primer esgrafiado que tengo registrado aparece en la segunda iglesia de Santa

Clara. Ella fue concertada dos veces: primero, a 4 de junio de 1644, con el alarife

Miguel Rodríguez, que haría la media naranja con el intradós liso; y nuevamente, a la

muerte de aquel, con el alarife Domingo Alonso, el 8 de septiembre de 1646.


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ENTABLAMIENTO Y CORNISA

Quedó reservada, en Lima, a los entablamentos y cornisas la función estructural de

separar y dividir los cuerpos horizontales del mismo edificio, o los muros y las cubiertas

cuando ellos eran continuos y por estar construidos con los mismos materiales podrían

asimilarse indiferenciadamente. La primera arquitectura virreinal no requería de estos

elementos divisorios, ya que estaba marcada, por su propia naturaleza, la separación

entre las partes horizontales de los edificios. Perdura, en la antesacristía de San

Agustín, la techumbre de alfarje mudéjar de madera; pero ella, como es común en los

alfarjes, no descansa sobre algún entablamento o cornisa que termine los muros

laterales. Quedan también encima de las dos puertas laterales de la iglesia del

Convento de Santo Domingo unas hermosas bóvedas vaídas de crucería, labradas con

ladrillos y cal; y tampoco ellas asientan sobre entablamentos o cornisas horizontales de

ningún género.

De ahí es que las iglesias limeñas que durante gran parte del siglo xvii estuvieron cubiertas con

alfarjes de madera o con bóvedas vaídas de crucería carecen de entablamentos o cornisas para

separación entre los muros y las cubiertas. La Iglesia de Santo Domingo es un caso atípico. En

cambio, la vieja iglesia dominicana de la Recoleta de la Magdalena, con planta gótico-isabelina

muy clásica en la que destacan todavía las capillas-hornacinas albergadas en los muros laterales

(las más hermosas de toda la arquitectura virreinal peruana), estaba cubierta con bóvedas vaídas

de crucería que reparó Manuel de Escobar; razón por la cual sobre sus muros laterales originales,

no los elevados en la última reforma tan desastrosa, no aparecen entablamentos ni cornisas

horizontales corridos. Esta carencia de elementos divisorios horizontales y de pilastras


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interpuestas a trechos en los muros aportará un problema estilístico cuando las viejas iglesias

gótico-isabelinas se vieron forzadas a recubrirse con bóvedas de medio cañón.

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MENSULAS EN LAS CORNISA

Son las ménsulas unos elementos arquitectónicos de uso múltiple, tanto estructural

como ornamental. Están conformadas por algunas molduras superpuestas que

sobresalen del plano vertical al que se anteponen. Si observamos las variadas

ménsulas diseñadas en la arquitectura virreinal limeña, constataremos que, desde su

inicial utilización para sustentar algo, han derivado hacia un empleo puramente

ornamental sin utilidad aparente.

Cuando comenzaron a sustituirse, en los retablos, los lienzos de pintura y las tablas

talladas por hornacinas para imágenes de bulto, se aplicaron ménsulas en la base del

nicho para soportar floreros. Desde los retablos pasó este elemento a las portadas-

retablos, la primera de las cuales fue la llamada del Perdón, en la Catedral de Lima,

labrada en el primer tercio del siglo xvii. Por general, los arcos descansan sobre

pilastras adosadas a los muros; pero, en algunos casos, al no haberse levantado

pilastras, se suplieron estas por pequeñas ménsulas con la misma función de soportar

los arcos, tal como se observa en la nave gótica de la iglesia norteña de Guadalupe.

Eran mensulillas antepuestas a paramentos lisos y sin ninguna notoriedad, por el estilo

de las que se usan en las construcciones cistercienses.

Sobre los muros y pilastras, a manera de base de los arcos y las bóvedas, tendieron

horizontalmente el entablamento o cornisa circundando en lo alto el perímetro de la

nave. El entablamento era recto, aunque se quebraba en saliente sobre las pilastras.

Cuando se trataba de soportar las medias naranjas, el entablamento formaba una

circunferencia perfecta sin interrupciones o quiebros.


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ESCUELA LIMEÑA

ARQUITECTURA PERUANA II – UNIVERSIDAD NACONAL PEDRO RUIZ GALLO


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VENERAS EN LOS DINTELES

Son tantas las veneras modeladas en la Ciudad de los Reyes que, cual peregrino del

barroco, podríamos recorrer en Lima otro camino jacobeo esmaltado por grandes

conchas similares a las que portaban los peregrinos de Santiago. Dejamos al margen

del recorrido las veneras innumerables que ornamentan los nichos, frontones y

frontoncillos de los retablos y portadas; para hacer estación únicamente ante las de los

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ESCUELA LIMEÑA

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dinteles; aunque algunas como las del antecoro del Monasterio de Santa Catalina y las

de la antigua sacristía de las Descalzas quedan ocultas dentro de la clausura

conventual. No tienen solo uso eclesiástico las veneras de los dinteles, ya que el

Palacio de Torre Tagle, el más representativo de la arquitectura civil, incorpora una en

el dintel de la puerta de la calle y otra, más cortesana y perricholesca, sobre la puerta

de acceso a la escalera.

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