Actividades de Revinculacion

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ES Nº 19 -----ACTIVIDADES DE REVINCULACION DE PRACTICAS DEL LENGUAJE DE 3ER AÑO

PROFESORES: SOSA CASSERA, NADIA 3º 1º T.M


CORDOBA, SILVIO 3 ª 2da T.T
MOLINA, GRACIELA, 3º3º T. V.

Al texto que figura a continuación le faltan algunas palabras. Debajo del texto,aparece una lista con esas palabras que faltan desordenadas. Colócalas
en su sitioaplicando la lógica de forma que el texto sea coherente.
Pese a las________ diferencias en el parecido externo de los seres humanos, todos los cuerpos contienen los mismos rasgos básicos.
La forma exterior del cuerpo humano depende del____________ del esqueleto, de la forma de los músculos, del __________de la capa de grasa
que se extiende bajo la piel, de la elasticidad o___________de la piel y de la edad y el sexo del________.
Los hombres tienden a ser más altos, con hombros más anchos, más vello corporal y una_______________de la grasa debajo de la piel diferente; el
cuerpo de la mujer tiende a ser menos_____________ y tiene una pelvis más fina y más _________para facilitar la gestación.
Grosor sujeto enormes flaccidez ancha distribución tamaño musculoso
En las siguientes oraciones pon el adjetivo que corresponda:
- Una sustancia __________________ arde.
- El agua __________________ es la que se puede beber.
- Es un recuerdo _____________, nada lo podrá borrar.
- Los animales _____________ viven a expensas de los demás.
- Siempre piensa las cosas antes de hacerlas, es una persona _______________ .
- ¡Claro que eres____________! Eres muy descuidado con tus obligaciones y tus compromisos.
Empareja los adjetivos de la columna de la izquierda con los sustantivos de la derecha. Luego haz una frase con cada una de las parejas resultantes.
SERENA RUIDOS
CIEGA APLAUSOS
INFERNAL MIRADA
NUTRIDOS FE
FATAL SUEÑO
HONDO PREOCUPACIÓN
VIVA PÉRDIDA
IRREPARABLE PESAR
REPARADOR RESOLUCIÓN

En las siguientes oraciones, sustituye la palabra cosa por otros sustantivos, procurando que no se repita ninguno .
- La humildad es una cosa rara. - La envidia es una cosa lamentable.
- La buena memoria es una cosa admirable. - Atender a los enfermos es una cosa muy meritoria.
- Algunas cosas son incombustibles. - Tengo que decirte una cosa estupenda.
- Ninguna de las cosas que dijo eran ciertas. - Hay varias cosas que se interponen en su camino.
- Presume de cosas heroicas. - En el desván se amontonan toda clase de cosas.
* ¿Qué significa la palabra comunicación en cada una de las frases siguientes? Trata de sustituirla por otra expresión equivalente sin que la
frase cambie de sentido:
- Esta puerta comunica con el garaje. - La comunicación telepática es un cuento chino.
- Luis y yo nos comunicamos muy bien. - No pienso leer tu comunicación.
- Antes un puente de madera comunicaba las dos orillas. - Apenas me comunico con mis padres
- La enfermedad se comunicó a todos los que probaron el agua. - El tam-tam es un medio de comunicación en desuso.
- Las comunicaciones ferroviarias ya se han restablecido. - El teléfono está comunicando.
- Por la presente, le comunicamos que su petición ha sido denegada.

Identificá la palabra a la que se refiere el elemento subrayado:

1- Mi amiga tenía una colección de estampillas que era muy valiosa.                    __________________


2-Los investigadores realizan experimentos; algunos no temen  arriesgar sus vidas para obtener los logros deseados.                ___________________
3-Es un hombre que critica a todo el mundo; la gente acabará por odiarle      ______________________
4-Este lugar es muy agradable; aquí estoy bien.  __________________________
5-El novedoso enfoque del tema convierte este libro en una obligada lectura que seguramente generará muchas críticas.__________________
    5- A las siguientes oraciones les falta el verbo. Coloquen el que crean más conveniente.
*Una gran cantidad de personas ______________ a la Catedral. * Los alumnos y yo ________________ todo el patio.

*El gaucho _________________ toda la pampa solitaria. * Los aztecas ____________________ mucho cacao.

*Todos _ ________________ engaños. * La leche y algunas especies aromáticas _______ ingredientes opcionales

6-A continuación une las parejas de oraciones con los conectores que te parezcan más adecuados, para ello puedes usar los siguientes conectores:
1
pero – sin embargo – debido a – debido a que- además – por eso – aunque – a pesar de que – en consecuencia – por ello – porque – por consiguiente –
puesto que – ya que – etc.
 (Condiciones: puedes cambiar el orden de las oraciones. No puedes usar el conector “y” ni repetir el mismo conector más de dos veces).
• Su familia estaba preocupada. Ella no salía de su habitación.
1--__________________________________________________________________________
2-___________________________________________________________________________
• Animales y plantas morían sin esperanza. La sequía secó todos los abrevaderos.
1-__________________________________________________________________________
2_________________________________________________________________
• Iré al cine por la noche. Hoy no tengo ningún compromiso en mi agenda
1-___________________________________________________________________
2-____________________________________________________________________

  Comprensión lectora

LA VENTANA DEL JARDÍN


“(...) Estábamos solos. Tomás extendió su mano hacia la mía y dijo: "luna, luna",con tal expresión de ansiedad en sus ojos que me quedé
sobrecogido. A continuación dijo” cola ” y, más tarde, "luna" de nuevo, esta vez suplicándome, intentando aferrarse de la mano que yo le tendía a
través de la reja, llorando, golpeando el alféizar con el puño libre.
Después de un titubeo me señalé a mí mismo y dije "amigo". No dio muestras de haberme comprendido y lo repetí dos veces más. Tomás me
miraba sorprendido. "¿Amigo?",preguntó. "Sí, a-m-i-g-o, dije. Sus ojos se redondearon con una mezcla de asombro y diversión. Corrió hacia el vaso
de noche y me lo mostró gritando: "!Amigo!". Luego, sonriendo, o quizás un poco asustado, se encogió de hombros. Yo no sabía qué hacer y repetí
la escena sin demasiada convicción. De pronto, Tomás se señaló a sí mismo y dijo:
"Olla”, "La Olla”, "o-lla”, repetí yo, y mi dedo se dirigió hacia su pálido rostro.
A partir de aquel momento los dos empezamos a comprender lo que ocurría a ambos lados de la reja. No tuve el encuentro de dos mundos distintos
y antagónicos, sino el de algo mucho más inquietante. El lenguaje que había aprendido Tomás desde los primeros años de su vida -su único
lenguaje- era de imposible traducción al mío, por cuanto era el mío sujeto a unas reglas que me eran ajenas. Si José y Josefina en su locura
hubiesen creado para su hijo un idioma imaginario sería posible traducir, intercambiar nuestros vocablos a la vista de los objetos materiales. Pero
Tomás me enseñaba su vaso de noche y repetía amigo. Me mostraba la ventana y me decía indecencia. Palpaba su cuerpo y gritaba olla. Ni
siquiera se trataba de una simple inversi6n de valores. Bueno no significaba malo sino estornudo. Enfermedad no hacía referencia a salud, sino a un
estuche de lapiceros. Tomás no se llamaba Tomás, ni José era José, ni Josefina, Josefina. Olla, Cuchara y Escoba eran los habitantes de aquella
lejana granja en la que yo, inesperadamente, había caído. Renunciando ya a entender palabras que para cada uno tenían un significado distinto,
Olla y yo hablamos todavía un largo rato a través de gestos, dibujos rápidos esbozados en un papel, sonidos que no incluyeran para nada algo
semejante a las palabras”.
FERNÁNDEZ CUBAS, C. (1992): “La ventana del jardín”, en Mihermana Elba.. Barcelona: Círculo de Lectores: pp.169-170.

| Actividades sobre el texto


1. Lee el texto y subraya las palabras o expresiones que no conozcas.Búscalas en el diccionario.
2. Una vez que estés seguro de que lo has comprendido bien, haz un resumen de unas 5 líneas. Empieza
así: “En este texto se nos cuenta...”. Sigue tú.
3. Haz una lista con las palabras que para Tomás tienen un significado distinto al habitual. Escribe al lado
lo que significan para él.
4. ¿Qué crees que pasaría si todos hiciéramos como Tomás y dijéramos a cada cosa lo que mejor nos
pareciera o más nos gustara? Escribe unas líneas sobre esto y luego discutid en clase lo que habéis
puesto cada uno.

La muerta Guy de Maupassant


¡La había amado desesperadamente! ¿Por qué se ama? Cuán extraño es ver un solo ser en el mundo, tener un solo pensamiento en el cerebro, un
solo deseo en el corazón y un solo nombre en los labios… un nombre que asciende continuamente, como el agua de un manantial, desde las
profundidades del alma hasta los labios, un nombre que se repite una y otra vez, que se susurra incesantemente, en todas partes, como una plegaria.
Voy a contarles nuestra historia, ya que el amor sólo tiene una, que es siempre la misma. La conocí y viví de su ternura, de sus caricias, de sus
palabras, en sus brazos tan absolutamente envuelto, atado y absorbido por todo lo que procedía de ella, que no me importaba ya si era de día o de
noche, ni si estaba muerto o vivo, en este nuestro antiguo mundo.
Y luego ella murió. ¿Cómo? No lo sé; hace tiempo que no sé nada. Pero una noche llegó a casa muy mojada, porque estaba lloviendo intensamente,
y al día siguiente tosía, y tosió durante una semana, y tuvo que guardar cama. No recuerdo ahora lo que ocurrió, pero los médicos llegaron,
escribieron y se marcharon. Se compraron medicinas, y algunas mujeres se las hicieron beber. Sus manos estaban muy calientes, sus sienes ardían
y sus ojos estaban brillantes y tristes. Cuando yo le hablaba me contestaba, pero no recuerdo lo que decíamos. ¡Lo he olvidado todo, todo, todo! Ella
murió, y recuerdo perfectamente su leve, débil suspiro. La enfermera dijo: “¡Ah!” ¡y yo comprendí!¡Y yo comprendí!
Me consultaron acerca del entierro pero no recuerdo nada de lo que dijeron, aunque sí recuerdo el ataúd y el sonido del martillo cuando clavaban la
tapa, encerrándola a ella dentro. ¡Oh! ¡Dios mío!¡Dios mío!
2
¡Ella estaba enterrada! ¡Enterrada! ¡Ella! ¡En aquel agujero! Vinieron algunas personas… mujeres amigas. Me marché de allí corriendo. Corrí y luego
anduve a través de las calles, regresé a casa y al día siguiente emprendí un viaje.
Ayer regresé a París, y cuando vi de nuevo mi habitación -nuestra habitación, nuestra cama, nuestros muebles, todo lo que queda de la vida de un
ser humano después de su muerte-, me invadió tal oleada de nostalgia y de pesar, que sentí deseos de abrir la ventana y de arrojarme a la calle. No
podía permanecer ya entre aquellas cosas, entre aquellas paredes que la habían encerrado y la habían cobijado, que conservaban un millar de
átomos de ella, de su piel y de su aliento, en sus imperceptibles grietas. Cogí mi sombrero para marcharme, y antes de llegar a la puerta pasé junto al
gran espejo del vestíbulo, el espejo que ella había colocado allí para poder contemplarse todos los días de la cabeza a los pies, en el momento de
salir, para ver si lo que llevaba le caía bien, y era lindo, desde sus pequeños zapatos hasta su sombrero.
Me detuve delante de aquel espejo en el cual se había contemplado ella tantas veces… tantas veces, tantas veces, que el espejo tendría que haber
conservado su imagen. Estaba allí de pie, temblando, con los ojos clavados en el cristal -en aquel liso, enorme, vacío cristal- que la había contenido
por entero y la había poseído tanto como yo, tanto como mis apasionadas miradas. Sentí como si amara a aquel cristal. Lo toqué; estaba frío. ¡Oh, el
recuerdo! ¡Triste espejo, ardiente espejo, horrible espejo, que haces sufrir tales tormentos a los hombres! ¡Dichoso el hombre cuyo corazón olvida
todo lo que ha contenido, todo lo que ha pasado delante de él, todo lo que se ha mirado a sí mismo en él o ha sido reflejado en su afecto, en su
amor! ¡Cuánto sufro!
Me marché sin saberlo, sin desearlo, hacia el cementerio. Encontré su sencilla tumba, una cruz de mármol blanco, con esta breve inscripción:
«Amó, fue amada y murió.»
¡Ella está ahí debajo, descompuesta! ¡Qué horrible! Sollocé con la frente apoyada en el suelo, y permanecí allí mucho tiempo, mucho tiempo. Luego
vi que estaba oscureciendo, y un extraño y loco deseo, el deseo de un amante desesperado, me invadió. Deseé pasar la noche, la última noche,
llorando sobre su tumba. Pero podían verme y echarme del cementerio. ¿Qué hacer? Buscando una solución, me puse en pie y empecé a
vagabundear por aquella ciudad de la muerte. Anduve y anduve. Qué pequeña es esta ciudad comparada con la otra, la ciudad en la cual vivimos. Y,
sin embargo, no son muchos más numerosos los muertos que los vivos. Nosotros necesitamos grandes casas, anchas calles y mucho espacio para
las cuatro generaciones que ven la luz del día al mismo tiempo, beber agua del manantial y vino de las vides, y comer pan de las llanuras.
¡Y para todas estas generaciones de los muertos, para todos los muertos que nos han precedido, aquí no hay apenas nada, apenas nada! La tierra
se los lleva, y el olvido los borra. ¡Adiós!
Al final del cementerio, me di cuenta repentinamente de que estaba en la parte más antigua, donde los que murieron hace tiempo están mezclados
con la tierra, donde las propias cruces están podridas, donde posiblemente enterrarán a los que lleguen mañana. Está llena de rosales que nadie
cuida, de altos y oscuros cipreses; un triste y hermoso jardín alimentado con carne humana.
Yo estaba solo, completamente solo. De modo que me acurruqué debajo de un árbol y me escondí entre las frondosas y sombrías ramas. Esperé,
agarrándome al tronco como un náufrago se agarra a una tabla.
Cuando la luz diurna desapareció del todo, abandoné el refugio y eché a andar suavemente, lentamente, silenciosamente, hacia aquel terreno lleno
de muertos. Anduve de un lado para otro, pero no conseguí encontrar de nuevo la tumba de mi amada. Avancé con los brazos extendidos, chocando
contra las tumbas con mis manos, mis pies, mis rodillas, mi pecho, incluso con mi cabeza, sin conseguir encontrarla. Anduve a tientas como un ciego
buscando su camino. Toqué las lápidas, las cruces, las verjas de hierro, las coronas de metal y las coronas de flores marchitas. Leí los nombres con
mis dedos pasándolos por encima de las letras. ¡Qué noche! ¡Qué noche! ¡Y no pude encontrarla!
No había luna. ¡Qué noche! Estaba asustado, terriblemente asustado, en aquellos angostos senderos entre dos hileras de tumbas. ¡Tumbas!
¡Tumbas! ¡Tumbas! ¡Sólo tumbas! A mi derecha, a la izquierda, delante de mí, a mi alrededor, en todas partes había tumbas. Me senté en una de
ellas, ya que no podía seguir andando. Mis rodillas empezaron a doblarse. ¡Pude oír los latidos de mi corazón! Y oí algo más. ¿Qué? Un ruido
confuso, indefinible. ¿Estaba el ruido en mi cabeza, en la impenetrable noche, o debajo de la misteriosa tierra, la tierra sembrada de cadáveres
humanos? Miré a mi alrededor, pero no puedo decir cuánto tiempo permanecí allí. Estaba paralizado de terror, helado de espanto, dispuesto a morir.
Súbitamente, tuve la impresión de que la losa de mármol sobre la cual estaba sentado se estaba moviendo. Se estaba moviendo, desde luego, como
si alguien tratara de levantarla. Di un salto que me llevó hasta una tumba vecina, y vi, sí, vi claramente cómo se levantaba la losa sobre la cual estaba
sentado. Luego apareció el muerto, un esqueleto desnudo, empujando la losa desde abajo con su encorvada espalda. Lo vi claramente, a pesar de
que la noche estaba oscura. En la cruz pude leer:
«Aquí yace Jacques Olivant, que murió a la edad de cincuenta y un años. Amó a su familia, fue bueno y honrado y murió en la gracia de Dios.»
El muerto leyó también lo que había escrito en la lápida. Luego cogió una piedra del sendero, una piedra pequeña y puntiaguda, y empezó a rascar
las letras con sumo cuidado. Las borró lentamente, y con las cuencas de sus ojos contempló el lugar donde habían estado grabadas. A continuación,
con la punta del hueso de lo que había sido su dedo índice, escribió en letras luminosas, como las líneas que los chiquillos trazan en las paredes con
una piedra de fósforo:
«Aquí yace Jacques Olivant, que murió a la edad de cincuenta y un años. Mató a su padre a disgustos, porque deseaba heredar su fortuna; torturó a
su esposa, atormentó a sus hijos, engañó a sus vecinos, robó todo lo que pudo y murió en pecado mortal.»
Cuando hubo terminado de escribir, el muerto se quedó inmóvil, contemplando su obra. Al mirar a mi alrededor vi que todas las tumbas estaban
abiertas, que todos los muertos habían salido de ellas y que todos habían borrado las líneas que sus parientes habían grabado en las lápidas,
sustituyéndolas por la verdad. Y vi que todos habían sido atormentadores de sus vecinos, maliciosos, deshonestos, hipócritas, embusteros, ruines,
calumniadores, envidiosos; que habían robado, engañado, y habían cometido los peores delitos; aquellos buenos padres, aquellas fieles esposas,
aquellos hijos devotos, aquellas hijas castas, aquellos honrados comerciantes, aquellos hombres y mujeres que fueron llamados irreprochables.

3
Todos ellos estaban escribiendo al mismo tiempo la verdad, la terrible y sagrada verdad, la cual todo el mundo ignoraba, o fingía ignorar, mientras
estaban vivos.
Pensé que también ella había escrito algo en su tumba. Y ahora, corriendo sin miedo entre los ataúdes medio abiertos, entre los cadáveres y
esqueletos, fui hacia ella, convencido de que la encontraría inmediatamente. La reconocí al instante sin ver su rostro, el cual estaba cubierto por un
velo negro; y en la cruz de mármol donde poco antes había leído:
«Amó, fue amada y murió.»
Ahora leí:
«Habiendo salido un día de lluvia para engañar a su amante, pilló una pulmonía y murió.»
Parece que me encontraron al romper el día, tendido sobre la tumba, sin conocimiento. FIN

Actividades de integración: “La muerta”, de Guy de Maupassant


Comprensión lectora y producción oral y escrita
1. Tachen lo que no corresponda.
Según su grado de participación y conocimiento de los hechos, el narrador del cuento es protagonista / testigo / omnisciente / deficiente.
2. Subrayen en el texto las acciones que realiza el personaje que resultan indicios de su estado de conmoción por la pérdida de su amada.
3. Marquen con un ✓ las opciones correctas.
a. La acción narrativa tiene lugar en…
o una casa en la ciudad de Londres.
o un cementerio en la ciudad de París.
o una casa y un cementerio en la ciudad de París.

b. La protagonista muere a causa de…


o un accidente durante un paseo en coche.
o una pulmonía severa a causa de un enfriamiento.
o una terrible tormenta.

c. El gran espejo del vestíbulo conmueve al protagonista porque…


o su amada siempre se contemplaba en él.
o no encuentra en él la imagen de su amada.
o espera encontrar en él el recuerdo de su amada.

4. Completen el siguiente cuadro comparativo con elementos de la descripción que hace el protagonista en su ingreso al cementerio

La Ciudad de los vivos La Ciudad de los muertos

5. Completen la siguiente oración con la información correspondiente.


• Los elementos inexplicables o sobrenaturales en el cuento de Maupassant son:

6Marquen la respuesta correcta y justifíquenla.


“La muerta”, de Guy de Maupassant, es un cuento realista / fantástico / extraño / de realismo mágico / de ciencia ficción.

7. Imaginen que un empleado de vigilancia de un supermercado o unas oficinas detecta una noche algo extraño en las cámaras de seguridad y
decide investigar. Escriban un guión para un corto de suspenso.
8. Imaginen y escriban un reportaje periodístico al empleado del cementerio que encontró al protagonista tendido sobre la tumba sin conocimiento.

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