2S Tema 06 El Projimo A Quien Ayudar
2S Tema 06 El Projimo A Quien Ayudar
2S Tema 06 El Projimo A Quien Ayudar
Las circunstancias nos han llevado a iniciar una nueva manera de llevar a cabo
nuestra enseñanza, por eso, es que les presentamos los temas y los cuadernos de
Educación Religiosa.
CONOCEMOS LA REALIDAD
Despertando el interés
Escuchan la siguiente historia: “Amor agradecido”.
Había un incendio en un gran bosque que formaba llamaradas impresionantes, de una altura extraordinaria; y
una pequeña ave, muy pequeñita, fue al río, mojó sus alas y regresó sobre el gran incendio, y las empezó a
agitar para apagarlo; y volvía a regresar y volvía a ir una y otra
vez; y los dioses que la observaban, sorprendidos la mandaron a
llamar y le dijeron:
_ Oye, ¿por qué estás haciendo eso? ¿cómo es posible? ¿cómo
crees que con esas gotitas de agua puedas tú apagar un incendio
de tales dimensiones? Date cuenta: No lo vas a lograr.
Y el ave humildemente contestó:
_ El bosque me ha dado tanto, le amo tanto, yo nací en él, este
bosque me ha enseñado la naturaleza. Este bosque me ha dado
todo mi ser. Este bosque es mi origen y mi hogar y me voy a
morir lanzando gotitas de amor, aunque no lo pueda apagar.
Los dioses entendieron lo que hacía la pequeña ave y le ayudaron a apagar el incendio.
Cada gotita de agua apacigua un incendio. Cada acción que con amor y entusiasmo emprendemos, un mejor
mañana será su reflejo. No subestime sus gotas: millones de ellas forman un océano. Todo acto que con amor
realizamos, regresa a nosotros multiplicado.
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CONSTRUYENDO EL APRENDIZAJE
Contexto de la Lectura
Los caminos en la tierra de Jesús no son muy
buenos. Van por los valles, suben por las
montañas, llenos de polvo, y también de
asaltantes. Lo más seguro era ir en grupo, pero a
veces no se podía esperar a que se formara una
caravana, por lo que se arriesgaban a ir solos.
Una persona sola era fácil blanco para los
asaltantes. Esa realidad la conocen bien las
personas que escuchan a Jesús, y a partir de
esta escena, él les da un mensaje extraordinario para ellos y para todos los tiempos.
El camino que iba de Jerusalén a Jericó era conocido como “camino de sangre”, en razón de las
muchas muertes que habían ocurrido a causa de
los ladrones. Es un camino sinuoso,
serpenteante. Es realmente propicio para
emboscar.
Es posible que el sacerdote y el levita miraran
por encima del hombre tirado en el suelo y se
preguntaran si los ladrones todavía estaban en
los alrededores. O es posible que sintieran que
el hombre en la tierra sólo estaba fingiendo, que
estaba actuando como si le hubieran robado y
herido con el fin de capturarlos, de atraerlos para
una robo fácil y rápido. Y así, la primera pregunta
que el sacerdote se pudo haber hecho fue: “Si
me detengo a ayudar a este hombre, ¿qué me
va a pasar?”
Pero luego, el samaritano vino a él e invirtió la pregunta: “Si no me detengo a ayudar a este
hombre, ¿qué va a pasar con él?”
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Escuchamos la Palabra
•
Interiorizando la Palabra
El maestro de la ley esperaba que le asignaran los límites exactos de su deber. ¿A quién tenía que
atender?: ¿a su familia? ¿a los hermanos de raza? ¿a otros tal vez?
Jesús concluye su relato con otra pregunta diferente: ¿Cuál de los tres te parece que actuó como
prójimo? Es como si dijera: No calcules para saber quién
es tu prójimo, sino déjate llevar por el llamado que
sientes en ti, y hazte prójimo, próximo a tu hermano que
te necesita. Mientras consideremos la Ley del amor
como una obligación, no será éste el amor que Dios
quiere.
El amor no consiste solamente en conmoverse ante la
miseria del otro. El samaritano se detuvo a pesar de lo
peligroso del lugar, pagó y se comprometió a costear
todo lo que fuera necesario. Más que “hacer una
caridad”, se arriesgó sin reserva ni cálculo, y esto con un
desconocido.
Jesús nos hace ver que, muchas veces, los que
aparecen como funcionarios de la religión o los que se creen cumplidores de la Ley, no saben amar.
Fue nada menos que un samaritano, es decir, un extranjero tenido por los judíos como un hereje,
quien se hizo cargo del hombre herido.
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Conversamos
¿Por qué había enemistad entre los judíos y los samaritanos?
¿Por qué se le llamaba “camino de sangre” al recorrido que hacían los viajeros entre Jerusalén
y Jericó?
¿Cuáles creen que fueron las razones por las que el sacerdote y el levita no ayudaron al
herido?
¿Qué razones creen que tuvo el samaritano para ayudar al herido?
¿Cuáles han sido los mensajes que han sacado ustedes de este tema?
Recordamos
APLICAMOS LO APRENDIDO
Actuando en la vida
¿En nuestro ambiente, en nuestra zona, existe también enemistad entre los pueblos? ¿A qué creen que
se debe? Presenten esta problemática con un dibujo.
Escribe lo que realiza cada uno de los personajes de este pasaje bíblico que hemos escuchado hoy:
Jesús Cuenta la parábola del Buen Samaritano
El maestro de la Ley
Los bandidos
El viajero
El sacerdote
El levita
El samaritano
El posadero
Haz una reflexión sobre las siguientes frases. Después las comentan en grupo y escogen una para
presentarla a todos.
La solidaridad no es un sentimiento superficial, es la determinación firme y perseverante de
empeñarse por el bien común, es decir, el bien de todos y cada uno para que todos seamos
realmente responsables de todos. (Juan Pablo II)
La solidaridad es la ternura de los pueblos. (Gioconda Belli)
Al final de nuestras vidas, no seremos juzgados por cuantos diplomas hemos recibido, cuánto
dinero hemos conseguido o cuántas cosas grandes hemos hecho. Seremos juzgados por “Yo
tuve hambre y me diste de comer. Estuve desnudo y me vestiste. No tenía casa y me diste
posada”. (Teresa de Calcuta)
A veces sentimos que lo que hacemos es tan solo una gota en el mar, pero el mar sería menos
si le faltara esa gota. (Teresa de Calcuta)
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Compromisos
Personal: Escoge una cualidad tuya que ayude a construir el Reino de Dios en el colegio.
Social: Esta semana construiré el REINO DE DIOS en mi colegio haciendo: …….
Eclesial: ¿Qué puedes hacer esta semana para ser un Buen Samaritano?
Ecológico: Cuido las plantas de mi casa.
Viviendo la Celebración
En este momento vamos a colocar una mesita en el centro del aula, con una Biblia y una vela
encendida, significando que Dios está en medio de nosotros. En su presencia, realizamos esta
celebración.
Iniciamos: En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Entonamos el canto: “Solaridad”.
Solaridad, esta será la palabra que yo inventaré.
Sé que abrirá los ojos que se están acostumbrando a no querer ver.
Solaridad, significará luz y calor que impregnará cada ser,
como un abrazo de humanidad, que quisiera en torno a mí sentir.
Solaridad, es esta la idea si tú la puedes aceptar, la esperanza nos dará.
Grítala tú también. Deja que cale la fantasía.
Tú grítala, porque tiene sentido si no es sólo mía.
Llena de intensidad, llena de fuerza que nos servirá,
imaginando que con la sonrisa se puede vencer.
Yo me lo creo y digo que sí. La cantaré como slogan. Me gusta así.
Solaridad, esta será la palabra para construir un mundo nuevo
donde vivir sin las mentiras que hacen sufrir.
Solaridad la he escrito yo para que pueda iluminar
el camino con su luz. Grítala tú también. Deja que cale la fantasía.
Tú grítala, porque tiene sentido si no es sólo mía.
Llena de intensidad, llena de fuerza que nos servirá,
imaginando que con la sonrisa se puede vencer.
Imaginando que ahora pasará, sucederá,
llena de intensidad, llena de fuerza que nos servirá
Imaginando que con la sonrisa se puede vencer.
Yo me lo creo y digo que sí. La cantaré como slogan. Me gusta así. La quiero así
Elevamos alguna petición de perdón. Después se invita a que los alumnos y alumnas
puedan añadir alguna más.
Recordamos brevemente el evangelio de hoy.
A continuación se invita a que los alumnos y alumnas realicen un pequeño comentario sobre el
mensaje que nos deja el Evangelio para nuestras vidas.
En forma espontánea los alumnos y alumnas hacen una oración de petición o de agradecimiento,
relacionada con el tema de hoy.
Recitan todos juntos la siguiente oración:
Señor, la felicidad nace dentro de nosotros:
Cuando trabajamos por la paz, en un mundo que resalta la violencia y el “ojo por ojo”;
cuando mantenemos nuestra opinión, pero sin obligar por la fuerza a que otros hagan lo que pensamos;
cuando sabemos escuchar las opiniones de los otros, rescatando lo bueno que cada una de ellas tiene;
cuando hacemos respetar nuestros derechos, pero sin maltratar los derechos de los demás.
Ayúdanos Señor a poder realizar lo que te pedimos. Amén.
Al finalizar las peticiones, oramos con el Padre Nuestro.
Terminamos la celebración con el canto: “Solaridad”.