Filosofia 6to2da TV

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EES36

Materia: Filosofía,
Profesor: Diego Giani Vico
TPN2

1- Lea la alegoría del mito de la caverna de Platón y Dibujela (identificando al menos 3


lugares)

2-qué simboliza el sol en la alegoría? que diferencia puede establecer entre la luz y la
libertad y la oscuridad, la ignorancia y la esclavitud?

3-Que diferencias encuentra entre el camino ascendente y el camino descendente.

4- Cree usted que el personaje una vez que conoce el sol y la verdadera realidad prefiere
ser el peor de los mejores (con tal de vivir fuera de la caverna) o el mejor de los peores
(volver a la caverna y explicar la verdadera realidad).
Prefiere usted ser “el peor de los mejores” o “el mejor de los peores”? porqué?

5- Investigue la biografía de Sócrates y comparela con la vida del personaje del mito de la
caverna. En que lugar del mito se ubicaría usted y porqué?

CONTEXTO Y SINOPSIS:
PLATÓN, República, Libro VII, Ed. Gredos, Madrid 1992 (Traducción de C. Eggers Lan).
LIBRO VII Alegoría de la caverna.
La alegoría de la caverna pretende poner de manifiesto el estado en que, con respecto a la
educación o falta de ella, se halla nuestra naturaleza, es decir, el estado en que se halla la
mayoría de los hombres con relación al conocimiento de la verdad o a la ignorancia. Así, los
prisioneros representan a la mayoría de la humanidad, esclava y prisionera de su ignorancia
e inconsciente de ella, aferrada a las costumbres, opiniones, prejuicios y falsas creencias de
siempre. Estos prisioneros, al igual que la mayoría de los hombres, creen que saben y se
sienten felices en su ignorancia, pero viven en el error, y toman por real y verdadero lo que
no son sino simples sombras de objetos fabricados y ecos de voces. Este aspecto del mito
sirve a Platón para ejemplificar, mediante un lenguaje plagado de metáforas, la distinción
entre mundo sensible y mundo inteligible (dualismo ontológico), y la distinción entre opinión
y saber (dualismo epistemológico). La función principal del mito es, no obstante, exponer el
proceso que debe seguir la educación del filósofo gobernante, tema central del libro VII.
Este proceso está representado por el recorrido del prisionero liberado desde el interior de
la caverna hasta el mundo exterior, y culmina con la visión del sol. El mito da a entender
que la educación es un proceso largo y costoso, plagado de obstáculos y, por tanto, no
accesible a cualquiera. El prisionero liberado debe abandonar poco a poco sus viejas y
falsas creencias, los prejuicios ligados a la costumbre; debe romper con su anterior vida,
cómoda y confortable, pero basada en el engaño; ha de superar miedos y dificultades para
ser capaz de comprender la nueva realidad que tiene ante sus ojos, más verdadera y
auténtica que la anterior. De ahí que el prisionero deba ser “obligado”, “forzado”,
“arrastrado”, por una “áspera y escarpada subida”, y acostumbrarse poco a poco a la luz de
fuera, hasta alcanzar el conocimiento de lo auténticamente real, lo eterno, inmaterial e
inmutable: las Ideas. Pero no acaba aquí la tarea del filósofo: una vez formado en el
conocimiento de la verdad, deberá “descender nuevamente a la caverna” y, aunque al
principio se muestre torpe y necesite también un período de adaptación, deberá ocuparse
de los asuntos humanos, los propios del mundo sensible (la política, la organización del
Estado, los tribunales de justicia, etc.). Es muy importante relacionar este mito con los
conocimientos generales sobre la filosofía de Platón, en especial con la teoría de las Ideas,
la distinción entre conocimiento y opinión, etc., y poner especial atención en interpretar
correctamente las abundantes metáforas del mito (“la visión”, “las cadenas”, “las cosas del
interior”, “las cosas de arriba”, “el sol”, etc.) traduciéndolas a los respectivos conceptos de la
filosofía platónica.

TEXTO: ALEGORÍA DE LA CAVERNA


(514a) – Después de eso –proseguí– compara nuestra naturaleza respecto de su educación
y de su falta de educación con una experiencia como ésta. Represéntate hombres en una
morada subterránea en forma de caverna, que tiene la entrada abierta, en toda su
extensión, a la luz. En ella están desde niños con las piernas y el cuello encadenados, de
modo que deben permanecer allí y mirar sólo delante de ellos, porque las cadenas les
impiden girar en derredor la cabeza. Más arriba y más lejos se halla la luz de un fuego que
brilla detrás de ellos; y entre el fuego y los prisioneros hay un camino más alto, junto al cual
imagínate un tabique construido de lado a lado, como el biombo que los titiriteros levantan
delante del público para mostrar, por encima del biombo, los muñecos. – Me lo imagino. –
Imagínate ahora que, del otro lado del tabique, pasan hombres que llevan toda clase de
utensilios y figurillas de hombres y otros animales, hechos en piedra y madera y de diversas
clases; y entre los que pasan unos hablan y otros callan. – Extraña comparación haces, y
extraños son esos prisioneros. – Pero son como nosotros. Pues en primer lugar, ¿crees que
han visto de sí mismos, o unos de los otros, otra cosa que las sombras proyectadas por el
fuego en la parte de la caverna que tienen frente a sí? – Claro que no, si toda su vida están
forzados a no mover las cabezas. – ¿Y no sucede lo mismo con los objetos que llevan los
que pasan del otro lado del tabique? – Indudablemente. – Pues entonces, si dialogaran
entre sí, ¿no te parece que entenderían estar nombrando a los objetos que pasan y que
ellos ven? – Necesariamente. – Y si la prisión contara con un eco desde la pared que tienen
frente a sí, y alguno de los que pasan del otro lado del tabique hablara, ¿no piensas que
creerían que lo que oyen proviene de la sombra que pasa delante de ellos? – ¡Por Zeus que
sí! – ¿Y que los prisioneros no tendrían por real otra cosa que las sombras de los objetos
artificiales transportados? – Es de toda necesidad. – Examina ahora el caso de una
liberación de sus cadenas y de una curación de su ignorancia, qué pasaría si naturalmente
les ocurriese esto: que uno de ellos fuera liberado y forzado a levantarse de repente, volver
el cuello y marchar mirando a la luz, y al hacer todo esto, sufriera y a causa del
encandilamiento fuera incapaz de percibir aquellas cosas cuyas sombras había visto antes.
¿Qué piensas que respondería si se le dijese que lo que había visto antes eran fruslerías y
que ahora, en cambio está más próximo a lo real, vuelto hacia cosas más reales y que mira
correctamente? Y si se le mostrara cada uno de los objetos que pasan del otro lado del
tabique y se le obligara a contestar preguntas sobre lo que son, ¿no piensas que se sentirá
en dificultades y que considerará que las cosas que antes veía eran más verdaderas que
las que se le muestran ahora? – Mucho más verdaderas. – Y si se le forzara a mirar hacia la
luz misma, ¿no le dolerían los ojos y trataría de eludirla, volviéndose hacia aquellas cosas
que podía percibir, por considerar que éstas son realmente más claras que las que se le
muestran? – Así es. – Y si a la fuerza se lo arrastrara por una escarpada y empinada
cuesta, sin soltarlo antes de llegar hasta la luz del sol, ¿no sufriría acaso y se irritaría por
ser arrastrado y, tras llegar a la luz, tendría los ojos llenos de fulgores que le impedirían ver
uno solo de los objetos que ahora decimos que son los verdaderos? – Por cierto, al menos
inmediatamente. – Necesitaría acostumbrarse, para poder llegar a mirar las cosas de arriba.
En primer lugar miraría con mayor facilidad las sombras, y después las figuras de los
hombres y de los otros objetos reflejados en el agua, luego los hombres y los objetos
mismos. A continuación contemplaría de noche lo que hay en el cielo y el cielo mismo,
mirando la luz de los astros y la luna más fácilmente que, durante el día, el sol y la luz del
sol. – Sin duda. – Finalmente, pienso, podría percibir el sol, no ya en imágenes en el agua o
en otros lugares que le son extraños, sino contemplarlo como es en sí y por sí, en su propio
ámbito. – Necesariamente. – Después de lo cual concluiría, con respecto al sol, que es lo
que produce las estaciones y los años y que gobierna todo en el ámbito visible y que de
algún modo es causa de las cosas que ellos habían visto. – Es evidente que, después de
todo esto, arribaría a tales conclusiones. – Y si se acordara de su primera morada, del tipo
de sabiduría existente allí y de sus entonces compañeros de cautiverio, ¿no piensas que se
sentiría feliz del cambio y que los compadecería? – Por cierto. – Respecto de los honores y
elogios que se tributaban unos a otros, y de las recompensas para aquel que con mayor
agudeza divisara las sombras de los objetos que pasaban detrás del tabique, y para el que
mejor se acordase de cuáles habían desfilado habitualmente antes y cuáles después, y para
aquel de ellos que fuese capaz de adivinar lo que iba a pasar, ¿te parece que estaría
deseoso de todo eso y envidiaría a los más honrados y poderosos entre aquéllos? ¿O más
bien no le pasaría como al Aquiles de Homero, y «preferiría ser un labrador que fuera siervo
de un hombre pobre» o soportar cualquier otra cosa, antes que volver a su anterior modo de
opinar y a aquella vida? – Así creo también yo, que padecería cualquier cosa antes que
soportar aquella vida. – Piensa ahora esto: si descendiera nuevamente y ocupara su propio
asiento, ¿no tendría ofuscados los ojos por las tinieblas, al llegar repentinamente del sol? –
Sin duda. – Y si tuviera que discriminar de nuevo aquellas sombras, en ardua competencia
con aquellos que han conservado en todo momento las cadenas, y viera confusamente
hasta que sus ojos se reacomodaran a ese estado y se acostumbraran en un tiempo nada
breve, ¿no se expondría al ridículo y a que se dijera de él que, por haber subido hasta lo
alto, se había estropeado los ojos, y que ni siquiera valdría la pena intentar marchar hacia
arriba? Y si intentase desatarlos y conducirlos hacia la luz, ¿no lo matarían, si pudieran
tenerlo en sus manos y matarlo? – Seguramente. – Pues bien, querido Glaucón, debemos
aplicar íntegra esta alegoría a lo que anteriormente ha sido dicho, comparando la región que
se manifiesta por medio de la vista con la morada–prisión, y la luz del fuego que hay en ella
con el poder del sol; compara, por otro lado, el ascenso y contemplación de las cosas de
arriba con el camino del alma hacia el ámbito inteligible, y no te equivocarás en cuanto a lo
que estoy esperando, y que es lo que deseas oír. Dios sabe si esto es realmente cierto; en
todo caso, lo que a mí me parece es que lo que dentro de lo cognoscible se ve al final, y con
dificultad, es la Idea del Bien. Una vez percibida, ha de concluirse que es la causa de todas
las cosas rectas y bellas, que en el ámbito visible ha engendrado la luz y al señor de ésta, y
que en el ámbito inteligible es señora y productora de la verdad y de la inteligencia, y que es
necesario tenerla en vista para poder obrar con sabiduría tanto en lo privado como en lo
público. – Comparto tu pensamiento, en la medida que me es posible.

OTROS RECURSOS:

DARIO STANSRAIJBERG, MENTIRA LA VERDAD (Programa de divulgación de la filosofía, Argentina),


CANAL ENCUENTRO:

https://www.youtube.com/watch?v=6rO1P401D9Q

MERLÍ (Serie de filosofía, Catalunia, España):

https://www.youtube.com/watch?v=76C5KINDNPU

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